Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el vigésimo noveno domingo durante el año.(AICA)
(18 de octubre de 2009)
La maternidad ¿don o problema?
En este domingo estamos celebrando un día especialmente querido por nuestro pueblo que es el día de la madre. Queremos tener presente a las madres en su día y unirnos en la oración a los tantísimos gestos que formarán parte de esta celebración. De alguna manera estamos celebrando también el valor de la familia, la cual no es posible sin el don de la maternidad, de los hijos y de la esperanza.
Asistimos lamentablemente a una profunda contradicción en nuestra cultura actual. Por un lado la gente en general, pero sobre todo nuestro pueblo sencillo tiene una especial devoción a “las madres” y a “la maternidad”, y a tener hijos, considerándolos como un “don de Dios”, expresado en los bellísimos sentimientos manifestados siempre, pero especialmente expresados en este día. Y por otro lado asistimos a una desvalorización de la maternidad y “antinatalismo” promovido por grupos reducidos y poderosos, que promueven la anticoncepción para solucionar, sobre todo, el problema de la pobreza, sin recurrir a aquello que es clave para corregir este flagelo que es una mayor y justa distribución de la riqueza, y el ejercicio de una solidaridad más globalizada. Estos sectores poderosos, organismos internacionales, muchas veces responden a una especie de “capitalismo egoísta y salvaje”, manejan grandes megamedios y agreden a las familias, constituidas como es natural por madres, padres e hijos…, como “tradicionales”, y “conservadoras”. Asombrosamente se visten con el ropaje absurdo de llamarse o autodenominarse “progresistas” y “modernos”, cuando en realidad responden contradictoriamente al peor capitalismo que como dice el poeta y sacerdote, solo “pretenden eliminar a los comensales, antes que lleguen a la mesa”.
A esta contradicción e hipocresía de nuestra cultura actual se suman las presiones que ejercen estos sectores poderosos en nuestros congresos y legislaturas, con leyes que apoyan este antinatalismo, posturas abortistas y desviaciones que dañan la familia del hombre, la mujer y los hijos, de “la maternidad” y de la paternidad”… Lo insólito, o quizá lo normal, es que estas posturas de raíz capitalista, que promueven la fragmentación y el individualismo, se pongan la camiseta de “progresismos de izquierda”, cuando en realidad van a total contrapelo de lo que está en “el corazón de nuestro pueblo”.
Es bueno recordar aquello que señalábamos los Obispos argentinos en “Navega mar adentro”: “La fragmentación presente en nuestra cultura llega también a las familias. Con singulares agresiones se encuentra amenazado el ideal de la vida en familia. En algunos casos, este ideal ya no se valora ni se busca, por ignorancia, desidia o indiferencia. Por otro lado, hace tiempo que en la Argentina se percibe una creciente disolución de la familia que, alentada por una legislación divorcista y antinatalista, desnaturaliza y deja sin defensas a la institución básica y más sólida de la sociedad. Todo esto nos desafía a actuar sin ambigüedades ni demoras, máxime en un país con escasa población.
Pero a pesar de todo, percibimos que la familia continúa siendo un valor apreciado por nuestro pueblo. El hogar es un lugar de encuentro de personas y en las pruebas cotidianas se recrea el sentido de pertenencia. Gracias a los afectos auténticos de paternidad, filiación, fraternidad y nupcialidad, aprendemos a sostenernos mutuamente en las dificultades, a comprendernos y perdonarnos, a corregir a los niños y a los jóvenes; a tener en cuenta, valorar y querer a los abuelos y a las personas con capacidades diferentes. Cuando hay familia, se expresan verdaderamente el amor y la ternura, se comparten las alegrías haciendo fiesta y sus miembros se solidarizan ante la angustia del desempleo y ante el dolor que provoca la enfermedad y la muerte” (40 y 43).
En este domingo queremos saludar a nuestras madres, y rezar por la maternidad, con la certeza que es un don maravilloso de Dios, y por el valor de la familia, los papás y mamás, para que puedan asumir su rol, y por los hijos que son un signo de esperanza. Aunque haya grupos de intereses que ataquen el valor de la familia, este es un gran “valor” que está en el corazón de nuestra gente.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas