S?bado, 31 de octubre de 2009

ZENIT publica el comunicado que ha emitido este lunes la Comisión Pontificia "Ecclesia Dei" tras el primer encuentro de diálogo con representantes de la Fraternidad de San Pío X, fundada por el fallecido arzobispo Marcel Lefebvre.

El lunes, 26 de octubre de 2009, se ha celebrado en el Palacio del Santo Oficio, sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Comisión Pontificia "Ecclesia Dei", el primer encuentro de la Comisión de estudio, conformada por expertos de la misma Comisión y de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con el objetivo de examinar las dificultades doctrinales que siguen existiendo entre la Fraternidad y la Sede Apostólica.

En un clima cordial, respetuoso y constructivo, se ha hecho hincapié en las mayores cuestiones de carácter doctrinal que se tratarán y discutirán durante los coloquios de los próximos meses, que probablemente tendrán lugar dos veces al mes.

En particular, se examinarán las cuestiones relativas al concepto de Tradición, al Misal de Pablo VI, a la interpretación del Concilio Vaticano II en continuidad con la Tradición doctrinal católica, a los temas de la unidad de la Iglesia y de los principios católicos del ecumenismo, de la relación entre el cristianismo y las religiones no cristianas y de la libertad religiosa. A lo largo del encuentro, también se ha precisado el método y la organización del trabajo.

 [Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]


ZENIT publica la traducción al español de las Proposiciones 1 a 5 (versión no oficial), de la reciente II Asamblea Extraordinaria para África del Sínodo de los Obispos --cuyo texto oficial está en latín--, objeto de voto personal por parte de los padres sinodales, presentadas al Papa Benedicto XVI.

El texto oficial en latín, por su naturaleza, es reservado y no será publicado, para respetar el carácter consultivo de la asamblea sinodal. Este texto, como su nombre indica, tiene carácter propositivo.

INTRODUCTIO 

Proposición 1

Documentos que se presentan al Sumo Pontífice

Los Padres Sinodales presentan a la consideración del Sumo Pontífice los documentos sobre “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz. Vosotros sois la sal de la tierra... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13.14) relativos a este sínodo. Esta documentación comprende: los “Lineamenta”, es “Instrumentum laboris”, las Relaciones “ante” y “post disceptationem” y los textos de las intervenciones, tanto los presentads en el Aula como los “in-scriptis”, las Relaciones de los Círculos Menores y sus discusiones – sobre todo algunas propuestas específicas, que los Padres han considerado de fundamental importancia.

Los mismos Padres piden humildemente al Santo Padre que valore la oportunidad de ofrecer un documento sobre la Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz. 

I - ECCLESIA IN SYNODO

Proposición 2

El Sínodo de un nuevo Pentecostés

Si la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos fue llamada “sínodo de la resurrección y de la esperanza” (EIA, 13), los Padres sinodales, en comunión con el Santo Padre el Papa Benedicto XVI, ven esta segunda Asamblea Especial como el sínodo de un “nuevo Pentecostés”.

Agradecidos a Dios, dan las gracias al Santo Padre por la providencial decisión de convocar este sínodo. Los Padres sinodales están contentos de atestiguar el carácter universal de una asamblea sinodal en presencia del Santo Padre, y también de sus más estrechos colaboradores y representantes de la Iglesia de los demás continentes.

Rezan para que el Espíritu de Pentecostés renueve nuestra dedicación apostólica a trabajar para que la reconciliación, la justicia y la paz y la humanidad en general prevalezcan en África y en el resto del mundo, y para que no suceda que los inmensos problemas que pesan sobre África nos superen, y para que seamos “sal de la tierra” y “luz del mundo”.

Que este ejercicio de comunión eclesial y responsabilidad colegial inspire otras estructuras y formas de ministerio de cooperación en la Iglesia – Familia de Dios.  

Proposición 3

Comunión eclesial

Por su naturaleza íntima, la Iglesia es una comunión que comporta una solidaridad pastoral orgánica. Los obispos, en comunión con el Obispo de Roma, son los principales promotores de comunión y colaboración en el apostolado de la Iglesia, en el que participan los sacerdotes, los diáconos, las personas consagradas y los fieles laicos. Esta comunión de la Iglesia aparece particularmente en la colegialidad efectiva y afectiva entre los obispos en sus provincias eclesiásticas y a nivel nacional, regional, continental e internacional.

Por esto el Sínodo recomienda que los obispos, los sacerdotes, los diáconos, los religiosos y los laicos refuercen ulteriormente su cooperación a nivel diocesano, nacional, continental e intercontinental. Anima también a una ulterior y continua cooperación entre el Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM) y la Confederación de las Conferencias de los Superiores/as Mayores de África y Madagascar (COSMAM).

De esta forma la Iglesia se convierte en un signo más eficaz y promotora de reconciliación, justicia y paz. 

Proposición 4

Comunión eclesial a nivel regional y continental

Los Padres sinodales dan gracias a Dios por el trabajo desarrollado desde el SECAM/SCEAM (Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar), en los pasados cuarenta años de su existencia (1969-2009) como primera instancia de comunión eclesial a nivel continental.

Desean que, conservando el Espíritu de Pentecostés, las Conferencias Episcopales nacionales y la Asamblea de la Jerarquía Católica de Egipto renueven su adhesión al SECAM/SCEAM con el fin de asegurar un ministerio pastoral más fructífero en África, con especial referencia a la reconciliación, a la justicia y a la paz.

Por ello animan a los obispos de África a reavivar las estructuras de la comunión eclesial, especialmente la COSMAM (Confederación de las Conferencias de los Superiores/as Mayores de África y Madagascar) y promover otras como:

-un consejo continental para el clero;
-un consejo continental para los laicos y
-un consejo continental para las mujeres católicas.

Piden al SECAM/SCEAM que explore y elabore formas e instrumentos para asegurar una colaboración fructífera en dichas estructuras.

 

II - SYNODALIA THEMATA 

A) Reconciliatio 

Proposición 5

El sacramento de la reconciliación

La gracia de Dios crea en nosotros un corazón nuevo y nos reconcilia con él y con los demás. Es esencial para la “reconciliación” el sacramento de la reconciliación, que se debe celebrar según las normas canónicas y en el espíritu de la Exhortación Apostólica post-sinodal Reconciliatio et Poenitentia. Se trata de restituir toda su importancia a la celebración del sacramento de la penitencia en su doble dimensión, individual y comunitaria.

La reconciliación en el plano social favorece la paz. Tras un conflicto la reconciliación reconstruye la unidad de los corazones y la vida en común. En virtud de la reconciliación, naciones durante mucho tiempo beligerantes han reencontrado la paz, ciudadanos devastados por la guerra civil han reconstruido la unidad; personas o comunidades que piden y ofrecen perdón han purificado su memoria; familias divididas vuelven a vivir otra vez en armonía. La reconciliación supera las crisis, restituye dignidad al pueblo y abre el camino al desarrollo y a la duración de la paz en el pueblo a todos los niveles.

Los Padres sinodales lanzan de corazón un llamamiento a todos aquellos que están en guerra en África y hacen sufrir mucho a su pueblo: “cesad las hostilidades y reconciliaos”.

Ellos piden a todos los ciudadanos y los gobiernos de África que reconozcan su fraternidad y promuevan iniciativas de todo tipo que podrían alentar la reconciliación y reforzarla establemente a todos los niveles de la sociedad.

Invitan a la comunidad internacional a que rechace con fuerza los intentos de desestabilizar el continente africano y que provocan constantemente conflictos.

Proponen que las naciones africanas celebren cada año el Día de la reconciliación.

[Traducido del italiano por Inma Álvarez]


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ZENIT  nos ofrece el discurso pronunciado el lunes, 26 de Octubre de 2009, por el Papa Benedicto XVI al recibir en audiencia a los profesores, estudiantes y personal del Pontificio Instituto Bíblico, en el centenario de su fundación.


Señores cardenales,
Reverendísimo Prepósito General de la Compañía de Jesús,
Ilustre Rector,
Ilustres profesores y queridos alumnos del Pontificio Instituto Bíblico

Con verdadero placer os encuentro con ocasión del 100° aniversario de la fundación de vuestro Instituto, querido por mi santo predecesor Pío X, con el fin de constituir en la ciudad de Roma un centro de estudios especializados sobre Sagrada Escritura y las disciplinas conectadas. Saludo con deferencia al cardenal Zenon Grocholewski, al que doy mi agradecimiento por las corteses palabras que me ha querido dirigir en vuestro nombre. Saludo igualmente al Prepósito General, padre Adolfo Nicolás Pachón, y acojo con gusto la oportunidad que se me ofrece para manifestar sincera gratitud a la Compañía de Jesús, la cual, no sin notable esfuerzo, despliega inversiones financieras y recursos humanos en la gestión de la Facultad del Oriente Antiguo, de la Facultad bíblica aquí en Roma y de la sede del Instituto en Jerusalén. Saludo al Rector y a los profesores, que han consagrado la vida al estudio y a la búsqueda en constante escucha de la Palabra de Dios. Saludo y agradezco al personal, los empleados y los trabajadores por su apreciada colaboración, como también a los benefactores que han puesto y siguen poniendo a disposición los recursos necesarios para el mantenimiento de las estructuras y para las actividades del Pontificio Instituto Bíblico. Saludo a los ex alumnos unidos espiritualmente a nosotros en este momento, y especialmente os saludo a vosotros, queridos alumnos, que procedéis de cada parte del mundo.

Han transcurrido 100 años desde el nacimiento del Pontificio Instituto Bíblico. En el transcurso de este siglo, ciertamente ha aumentado el interés por la Biblia y, gracias al Concilio Vaticano II, sobre todo a la Constitución dogmática Dei Verbum – de cuya elaboración fui testigo directo, participando como teólogo en las discusiones que precedieron su aprobación – se ha advertido mucho más la importancia de la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Esto ha favorecido en las comunidades cristianas una auténtica renovación espiritual y pastoral, que ha interesado sobre todo a la predicación, la catequesis, el estudio de la teología y el diálogo ecuménico. A esta renovación vuestro Pontificio Instituto ha dado una significativa contribución propia con la investigación científica bíblica, con la enseñanza de las disciplinas bíblicas y la publicación de estudios cualificados y revistas especializadas. En el transcurso de las décadas se han sucedido varias generaciones de ilustres profesores – quisiera recordar, entre otros, al cardenal Bea –, que han formado a más de 7.000 profesores de Sagrada Escritura y promotores de grupos bíblicos, como también muchos expertos insertos actualmente en diversos servicios eclesiásticos, en cada región del mundo. Demos gracias al Señor por esta actividad vuestra que se dedica a interpretar los textos bíblicos en el espíritu en el que fueron escritos (cfr Dei Verbum, 12), y que se abre al diálogo con las demás disciplinas, con las distintas culturas y religiones. Aunque ha conocido momentos de dificultad, ha sido llevada en fidelidad constante al Magisterio según las finalidades propias de vuestro Instituto, surgido precisamente "ut in Urbe Roma altiorum studiorum ad Libros sacros pertinentium habeatur centrum, quod efficaciore, quo liceat, modo doctrinam biblicam et studia omnia eidem adiuncta, sensu Ecclesiae catholicae promoveat" (Pius PP. X, Litt. Ap. Vinea electa (7 mayo 1909): AAS 1 (1909), 447-448).

Queridos amigos, la celebración del centenario constituye una meta y al mismo tiempo un punto de partida. Enriquecidos por la experiencia del pasado, proseguid vuestro camino con renovado empeño, conscientes del servicio a la Iglesia que se os requiere, el de acercar la Biblia a la vida del Pueblo de Dios, para que sepa afrontar de forma adecuada los desafíos inéditos que los tiempos modernos ponen a la nueva evangelización. Es deseo común que la Sagrada Escritura se convierta en este mundo secularizado, no solo en el alma de la teología, sino también en la fuente de la espiritualidad y del vigor de la fe de todos los creyentes en Cristo. Que el Pontificio Instituto Bíblico siga, por tanto, creciendo como centro eclesial de estudio de alta cualidad en el ámbito de la investigación bíblica, valiéndose de las metodologías modernas y en colaboración con los especialistas en dogmática y en otras áreas teológicas; que asegure una cuidada formación a los futuros sacerdotes de Sagrada Escritura para que, valiéndose de las lenguas bíblicas y de las diversas metodologías exegéticas, puedan acceder directamente a los textos bíblicos.

La ya citada Constitución dogmática Dei Verbum, al respecto, ha subrayado la legitimidad y la necesidad del método histórico-crítico, reconduciéndolo a tres elementos esenciales: la atención a los géneros literarios, el estudio del contexto histórico; el examen de lo que se acostumbra llamar Sitz im Leben. El documento conciliar mantiene firme al mismo tiempo el carácter teológico de la exégesis, indicando los puntos de fuerza del método teológico en la interpretación del texto. Esto porque el fundamento sobre el que reposa la comprensión teológica de la Biblia es la unidad de la Escritura, y este presupuesto corresponde como camino metodológico la analogía de la fe, es decir, la comprensión de los textos individuales a partir del conjunto. El texto conciliar añade una ulterior indicación metodológica. Siendo la Escritura una sola cosa a partir del único pueblo de Dios, que ha sido su portador a través de la historia, en consecuencia leer la Escritura como unidad significa leerla a partir de la Iglesia como de su lugar vital, y considerar la fe de la Iglesia como la verdadera clave de interpretación. Si la exégesis quiere ser también teología, debe reconocer que la fe de la Iglesia es esa forma de "sim-patía" sin la cual la Biblia permanece como un libro sellado: la Tradición no cierra el acceso a la Escritura, sino que más bien lo abre; por otro lado, corresponde a la Iglesia, en sus organismos institucionales, la palabra decisiva en la interpretación de la Escritura. Es la Iglesia, de hecho, a quien se le ha confiado el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita y transmitida, ejerciendo su autoridad en el nombre de Jesucristo (cfr Dei Verbum, 10)

Queridos hermanos y hermanas, mientras os agradezco por vuestra agradable visita, os animo a proseguir vuestro servicio eclesial, en constante adhesión al magisterio de la Iglesia y asegurando a cada uno de vosotros el apoyo de la oración, os imparto de corazón, como prenda de los favores divinos, la Bendición Apostólica.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]


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ZENIT publica la meditación que ha escrito el padre Pedro García, misionero claretiano, conocido evangelizador en América Central, sobre la solemnidad de Todos los santos, que la Iglesia celebra este domingo, 1 de noviembre.

Una canción inocente -¡y tan inocente, como que era una canción para niños del catecismo!- decía con tonada también muy simple: ¡Al Cielo, al Cielo, al Cielo quiero ir!... Y lo repetía: ¡Al Cielo, al Cielo, al Cielo quiero ir!... Pero ahora se me ocurre preguntar: ¿y no habrá más profundidad de la que imaginamos en un canto que nos gustaba de niños y que ahora ya no entonaríamos por nada?...

Porque la realidad de la Persona humana es ésta: busca la felicidad; una felicidad plena; la felicidad de un amor que le sacie todas las aspiraciones del corazón; una felicidad sobre todo que no acabe nunca; y, por lo mismo, una felicidad que no tenga en perspectiva el final traído por una muerte inexorable...

Esta es la realidad nuestra. La de todo hombre y de toda mujer. La del anciano y la del niño. La de todos sin excepción.

Y, a ver, ¿cuándo y dónde se da esa felicidad en el mundo? Nunca y en ninguna parte. Pues aunque se tenga de momento todo lo que se ha deseado, siempre subsistirá la certeza de que todo ha de acabar un día. Entonces, la vida se convierte necesariamente en un fracaso.

Pero esto no lo podemos decir. Porque sería insinuar una blasfemia contra Dios, que nos habría hecho expresamente para ese fracaso tan cierto, tan seguro, tan destructor.

Por eso acudimos a la fe. Y la fe nos dice todo lo contrario acerca de esa experiencia humana. La fe nos asegura que estamos hechos para una felicidad total, plena, inacabable. Una felicidad, sin embargo, que no es de este mundo sino de otro que esperamos. Felicidad que en el lenguaje cristiano la llamamos Cielo.

Si esto es verdad, ¿cantan o no cantan bien los niños? ¿tenemos para reír o tenemos para meditar con esas palabras y esas notas infantiles?...

Ya se ve a dónde vamos con esta consideración en la Fiesta de Todos los Santos que celebramos hoy. Este día se centra en esa palabra que encierra nuestra esperanza, el Cielo, donde se encuentran ya tantos hermanos nuestros y hacia donde tienden irresistiblemente nuestras almas. Una fiesta hermosa de verdad, llena de dulce nostalgia y que nos estimula a seguir con coraje por el camino de la vida.

Por una parte, es una celebración en honor de todos nuestros hermanos en la fe que ya triunfaron y están en la gloria de Dios para siempre. Cada uno de ellos se merecería una fiesta suya, una fiesta especial. Pero ante esa imposibilidad de millones y millones de fiestas en el apretado calendario de trescientos sesenta y cinco días al año, la Iglesia los engloba a todos en una sola festividad, que es toda para todos los Santos y Santas, y para cada uno en particular como si nadie más estuviera en el Cielo.

Les felicitamos a todos y a cada uno. Le damos gracias a Dios por la gloria de cada uno en particular. Y pedimos a cada uno de ellos que interceda por nosotros, hasta que estemos todos juntos en la misma felicidad que ellos ya disfrutan y que nadie les puede arrebatar. Por otra parte, esta fiesta la celebramos por nosotros mismos como fiesta de nuestra esperanza.

La esperanza no confunde, nos dice el apóstol San Pablo. Quien camina por la vida suspirando por el Cielo, es una persona que no se equivoca nunca. Es la imagen más opuesta al pobre que no sabe de dónde viene ni a dónde va.

Ocurrió en la persecución contra la Iglesia en Vietnam, de la antigua Indochina, donde corrió tanta sangre cristiana. Un niño -inteligente, bien instruido en la doctrina- se encuentra ante el mandarín, y le pide con resolución:

- Mandarín, dame un sablazo en el cuello para poder ir a mi patria.

El Mandarín no entiende nada.

- ¿A tu patria? ¿Dónde está tu patria? ¿Qué no eres de Indochina, o qué?...

- Mi patria está en el Cielo.

- Oye, niño, ¿dónde están tus padres?

- Están en el Cielo, porque murieron por su fe. Yo quiero irme con ellos. Dame un sablazo.

Este muchachito caminaba por la vida con la misma precisión y seguridad que un gran Obispo y Doctor de la Iglesia como era San Basilio, que contestó al ser interrogado sobre su ciudadanía:

- Soy de aquellas inmensas alturas de la grandiosa patria mía.

Cuando suspiramos con vehemencia por aquella felicidad que Dios nos promete, glorificamos al mismo Dios, porque ponemos en ejercicio esa esperanza que, junto con la fe y el amor, nos infundió con la gracia en el Bautismo.

Al soñar en el Cielo, reconocemos que sólo Dios puede llenar todas las aspiraciones de nuestro corazón. Todo lo que no es Dios y no lleva a Dios se resuelve al fin en un fracaso -¡y ése sí que es fracaso de verdad!-, mientras que el tender siempre a Dios hasta poseerlo en su propia felicidad es la realización plena de la persona. No se tiene miedo a nada y se camina con seguridad en todos los pasos de la vida.

Nunca como en esta fiesta nos damos cuenta de la verdad que entraña la frase más repetida del gran san Agustín, que le dice a Dios:

- Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está siempre inquieto, y en continua zozobra, hasta que descanse en ti.

No solamente los niños -los primeros candidatos al Reino de los Cielos-, sino también nosotros los mayores, ¡al Cielo, al Cielo, al Cielo queremos ir!...


Publicado por verdenaranja @ 10:14  | Espiritualidad
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Viernes, 30 de octubre de 2009

ZENIT nos ofrece el discurso pronunciado por el Papa Benedicto XVI, el lunes 26 de Octubre de 2009, al recibir en audiencia a los profesores, estudiantes y personal del Pontificio Instituto Bíblico, en el centenario de su fundación.


Señores cardenales,
Reverendísimo Prepósito General de la Compañía de Jesús,
Ilustre Rector,
Ilustres profesores y queridos alumnos del Pontificio Instituto Bíblico

Con verdadero placer os encuentro con ocasión del 100° aniversario de la fundación de vuestro Instituto, querido por mi santo predecesor Pío X, con el fin de constituir en la ciudad de Roma un centro de estudios especializados sobre Sagrada Escritura y las disciplinas conectadas. Saludo con deferencia al cardenal Zenon Grocholewski, al que doy mi agradecimiento por las corteses palabras que me ha querido dirigir en vuestro nombre. Saludo igualmente al Prepósito General, padre Adolfo Nicolás Pachón, y acojo con gusto la oportunidad que se me ofrece para manifestar sincera gratitud a la Compañía de Jesús, la cual, no sin notable esfuerzo, despliega inversiones financieras y recursos humanos en la gestión de la Facultad del Oriente Antiguo, de la Facultad bíblica aquí en Roma y de la sede del Instituto en Jerusalén. Saludo al Rector y a los profesores, que han consagrado la vida al estudio y a la búsqueda en constante escucha de la Palabra de Dios. Saludo y agradezco al personal, los empleados y los trabajadores por su apreciada colaboración, como también a los benefactores que han puesto y siguen poniendo a disposición los recursos necesarios para el mantenimiento de las estructuras y para las actividades del Pontificio Instituto Bíblico. Saludo a los ex alumnos unidos espiritualmente a nosotros en este momento, y especialmente os saludo a vosotros, queridos alumnos, que procedéis de cada parte del mundo.

Han transcurrido 100 años desde el nacimiento del Pontificio Instituto Bíblico. En el transcurso de este siglo, ciertamente ha aumentado el interés por la Biblia y, gracias al Concilio Vaticano II, sobre todo a la Constitución dogmática Dei Verbum – de cuya elaboración fui testigo directo, participando como teólogo en las discusiones que precedieron su aprobación – se ha advertido mucho más la importancia de la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Esto ha favorecido en las comunidades cristianas una auténtica renovación espiritual y pastoral, que ha interesado sobre todo a la predicación, la catequesis, el estudio de la teología y el diálogo ecuménico. A esta renovación vuestro Pontificio Instituto ha dado una significativa contribución propia con la investigación científica bíblica, con la enseñanza de las disciplinas bíblicas y la publicación de estudios cualificados y revistas especializadas. En el transcurso de las décadas se han sucedido varias generaciones de ilustres profesores – quisiera recordar, entre otros, al cardenal Bea –, que han formado a más de 7.000 profesores de Sagrada Escritura y promotores de grupos bíblicos, como también muchos expertos insertos actualmente en diversos servicios eclesiásticos, en cada región del mundo. Demos gracias al Señor por esta actividad vuestra que se dedica a interpretar los textos bíblicos en el espíritu en el que fueron escritos (cfr Dei Verbum, 12), y que se abre al diálogo con las demás disciplinas, con las distintas culturas y religiones. Aunque ha conocido momentos de dificultad, ha sido llevada en fidelidad constante al Magisterio según las finalidades propias de vuestro Instituto, surgido precisamente "ut in Urbe Roma altiorum studiorum ad Libros sacros pertinentium habeatur centrum, quod efficaciore, quo liceat, modo doctrinam biblicam et studia omnia eidem adiuncta, sensu Ecclesiae catholicae promoveat" (Pius PP. X, Litt. Ap. Vinea electa (7 mayo 1909): AAS 1 (1909), 447-448).

Queridos amigos, la celebración del centenario constituye una meta y al mismo tiempo un punto de partida. Enriquecidos por la experiencia del pasado, proseguid vuestro camino con renovado empeño, conscientes del servicio a la Iglesia que se os requiere, el de acercar la Biblia a la vida del Pueblo de Dios, para que sepa afrontar de forma adecuada los desafíos inéditos que los tiempos modernos ponen a la nueva evangelización. Es deseo común que la Sagrada Escritura se convierta en este mundo secularizado, no solo en el alma de la teología, sino también en la fuente de la espiritualidad y del vigor de la fe de todos los creyentes en Cristo. Que el Pontificio Instituto Bíblico siga, por tanto, creciendo como centro eclesial de estudio de alta cualidad en el ámbito de la investigación bíblica, valiéndose de las metodologías modernas y en colaboración con los especialistas en dogmática y en otras áreas teológicas; que asegure una cuidada formación a los futuros sacerdotes de Sagrada Escritura para que, valiéndose de las lenguas bíblicas y de las diversas metodologías exegéticas, puedan acceder directamente a los textos bíblicos.

La ya citada Constitución dogmática Dei Verbum, al respecto, ha subrayado la legitimidad y la necesidad del método histórico-crítico, reconduciéndolo a tres elementos esenciales: la atención a los géneros literarios, el estudio del contexto histórico; el examen de lo que se acostumbra llamar Sitz im Leben. El documento conciliar mantiene firme al mismo tiempo el carácter teológico de la exégesis, indicando los puntos de fuerza del método teológico en la interpretación del texto. Esto porque el fundamento sobre el que reposa la comprensión teológica de la Biblia es la unidad de la Escritura, y este presupuesto corresponde como camino metodológico la analogía de la fe, es decir, la comprensión de los textos individuales a partir del conjunto. El texto conciliar añade una ulterior indicación metodológica. Siendo la Escritura una sola cosa a partir del único pueblo de Dios, que ha sido su portador a través de la historia, en consecuencia leer la Escritura como unidad significa leerla a partir de la Iglesia como de su lugar vital, y considerar la fe de la Iglesia como la verdadera clave de interpretación. Si la exégesis quiere ser también teología, debe reconocer que la fe de la Iglesia es esa forma de "sim-patía" sin la cual la Biblia permanece como un libro sellado: la Tradición no cierra el acceso a la Escritura, sino que más bien lo abre; por otro lado, corresponde a la Iglesia, en sus organismos institucionales, la palabra decisiva en la interpretación de la Escritura. Es la Iglesia, de hecho, a quien se le ha confiado el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita y transmitida, ejerciendo su autoridad en el nombre de Jesucristo (cfr Dei Verbum, 10)

Queridos hermanos y hermanas, mientras os agradezco por vuestra agradable visita, os animo a proseguir vuestro servicio eclesial, en constante adhesión al magisterio de la Iglesia y asegurando a cada uno de vosotros el apoyo de la oración, os imparto de corazón, como prenda de los favores divinos, la Bendición Apostólica.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]


Publicado por verdenaranja @ 22:50  | Habla el Papa
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El genocidio ucranio se enseñará en las escuelas de Misiones
Posadas (Misiones), 26 Oct. 09 (AICA)
  

El obispo auxiliar de la Eparquía Ucrania, monseñor Sviatoslav Schevchuk, y el ministro de Educación y Cultura provincial, licenciado Hugo Mario Passalacqua.

En la pro catedral ucrania San Vladimiro, de Posadas, se realizó el viernes 22 de octubre, a las 10, el solemne acto de entrega a las autoridades educativas de la provincia de Misiones de material didáctico destinado a los establecimientos escolares de toda la Provincia, con datos históricos y filmaciones de los tristes acontecimientos acaecidos en Ucrania en los años 1931 y 1932, denominado “Holodomor”.

     Tras las palabras de bienvenida y presentación del tema a cargo del profesor Juan Eduardo Montiveros, dirigió la palabra monseñor Schevchuk, quien al concluir hizo la entrega simbólica al ministro de Educación provincial del material didáctico destinado a las escuelas y colegios de la provincia de Misiones.



Palabras de monseñor Sviatoslav Schevchuk

 
    Estimadas autoridades del gobierno de la provincia de Misiones, queridas personas consagradas, queridos feligreses de esta comunidad, apreciados jóvenes y niños.

    Los acontecimientos que se vivieron en Ucrania en los años 1932 y 1933 son poco conocidos, más aún el hecho de que existieron no solo un holodomor, sino tres genocidios.

     Es decir de los años 1921 a 1923, 1932 y 1933, y 1945 y 1946. De los tres el más terrible fue el segundo. Es difícil cuantificar la cantidad exacta de vidas que se perdieron. Pero por medio de investigaciones recientes sobre el tema, podemos afirmar que solo en la hambruna del 32-33 fallecieron como mínimo cuatro millones y medio de personas y si hablamos de los tres genocidios holodomores la cifra alcanza la suma de 16 millones y medio de personas.

     La hambruna fue un arma bien programada por el gobierno de la Unión Soviética, pensada como destructora de masas y experimentada por una ideología alienante. Dicha arma podríamos describirla en tres etapas.

     Primera: aislar el territorio étnico de los ucranios desde el punto de vista ideológico, informativo y militar; segunda: la confiscación forzada de todos los alimentos que tenia la gente y que producía la tierra, y tercera: dejar morir a la gente de hambre.

     Morir de hambre es tan doloroso que una mujer ucrania que padeció la hambruna cuando niña y después fue prisionera de Auschwitz, afirmó que comparados ambos padecimientos el sufrimiento por el hambre era peor que lo sufrido en el campo de concentración mencionado, porque en Auschwitz daban de comer.

    Todos los sobrevivientes del holodomor afirmaban que padecer hambre es peor que sufrir la guerra porque en la guerra algunos sobreviven pero de hambre mueren casi todos.

    Así como la Argentina recuerda y estudia los acontecimientos dolorosos de su reciente historia, en donde también ha existido el dolor por la desaparición física de seres amados por manos de una dictadura alienante, como también aquellos hechos dolorosos como la shoa (el holocausto judío), el genocidio armenio, el genocidio en Ruanda, el Holodomor en Ucrania es uno de estos acontecimientos, que aparte de ser doloroso, se lo ha querido no solo ocultar sino hasta tratar de olvidarlo en los pliegues de la historia, este dolor que padeció un pueblo como el ucranio afectó al tejido de la humanidad.

    Por ello el papa Juan Pablo II en su carta dirigida a nuestro patriarca Lubomyr Husar en referencia a esos tristes hechos decía: ”El recuerdo de los acontecimientos dramáticos de un pueblo, además de ser en sí mismo justo, resulta muy útil para suscitar en las nuevas generaciones el compromiso de ser, en toda circunstancia, centinelas vigilantes del respeto de la dignidad de todo hombre. Asimismo, la oración de sufragio que brota de ese recuerdo es para los creyentes bálsamo que alivia el dolor y súplica eficaz al Dios de los vivos, para que conceda el descanso eterno a cuantos fueron injustamente privados del bien de la existencia. Por último, la debida memoria del pasado adquiere un valor que supera las fronteras de una nación, alcanzando a los demás pueblos que fueron víctimas de acontecimientos igualmente funestos y pueden encontrar consuelo al compartirla” (Papa Juan Pablo II con ocasión de cumplirse el 70º aniversario de Holodomor).

    El hambre no solo lastima el cuerpo, sino que también lo hace con el alma humana y genera un miedo, miedo que quita la voluntad de resistir a toda aquella ideología que ataque la libertad del hombre, que se transmite de generación en generación. Estas heridas se pueden sanar por medio de la memoria, recordar estos hechos es muy importante no solo para sanar las heridas del pasado, sino para prevenir que nunca más vuelvan a ocurrir actos que lastimen a la humanidad.

Recordar para sanar, para prevenir y para liberar.
     He aquí la importancia de la decisión de las autoridades educativas de la provincia de Misiones, que no solo es la primera provincia en el mundo que decide incluir el tema del genocidio ucranio en sus contenidos programáticos para su estudio y análisis de las futuras generaciones de misioneros, sino que también es la primera en contribuir a lograr un remedio eficaz para sanar, para prevenir y para liberar.

    Tengo la esperanza de que los congresistas misioneros, como también el ministro de Educación de la provincia de Misiones, lleven esta iniciativa al Consejo Federal de Ministros de Educación de la Argentina.

    Así Misiones se transformará en un impulsor para que el genocidio ucranio Holodomor sea estudiado por todos los argentinos para sanar, para prevenir y liberar.

    Estimado señor intendente de la ciudad de Posadas, apreciado presidente del Concejo Deliberante de la Ciudad de Posadas, no quiero dejar pasar la oportunidad para agradecer el gesto de cedernos una de las plazoletas de la avenida Costanera para erigir el futuro memorial al holodomor, monumento que contribuirá de manera visible a recordar para sanar, para prevenir y liberar.

    Estimados señoras y señores, queridos jóvenes y niños, en este momento solemne les estamos entregando el material didáctico que permitirá el estudio de estos temas. La solemnidad de este hecho histórico, nos habla que no solo estamos entregando un material más, que aumentará el patrimonio de una biblioteca escolar, sino que estamos entregando en sus manos los dolores, las lágrimas, la desesperación y la muerte de millones de personas, entre ellas niños, jóvenes de la nación ucrania, sino que también entregamos la esperanza de que tanto horror, hechos injustos como los que memoramos, ninguna generación los vuelva a sufrir.


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Homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, en la Misa Arquidiocesana de Niños en el Parque Roca.(AICA)
(24 de octubre de 2009)


Misa Arquidiocesana de Niños 2009 

Jesús le dijo a Dios, a su Padre, que estaba contento porque le había revelado las cosas lindas del cielo a los más pequeños. Y hoy Jesús nos quiere contar a nosotros lo que es la Fiesta del Cielo. Hemos visto aquí la alegría de todos los Santos, de los Ángeles, de todos los hombres y mujeres que están en el cielo. De todos aquellos que quizás en su momento se equivocaron, hicieron cosas malas, pero le pidieron perdón a Dios y Dios los perdonó.

Cuando llegó el momento los llevó al cielo, porque… Dios, ¿es malo?

(Responden los chicos) ¡No!

¡No escucho!

¿Dios es malo?  

(Responden los chicos) ¡No!

¿Dios es bueno?

(Responden los chicos) ¡Sí!

Dios es bueno y Él quiere que todos nosotros entremos en la fiesta que nos tiene preparada.

Ah, padre, entonces, ¿me tengo que morir para ir a la fiesta o la puedo empezar acá? (Contestan los chicos) ¡Sí!

Lo de que hoy estamos haciendo, la Fiesta, ¿quién es el centro de la Fiesta?

(Contestan los chicos) ¡Jesús!

¡Más fuerte, estoy sordo hoy!

(Contestan los chicos) ¡Jesús!

Es el nombre de Jesús, nuestro hermano mayor.

Y Jesús, dentro de un rato, va a bajar al altar para estar aquí, porque cada vez que el Pan se convierte en el Cuerpo de Jesús, un pedacito del Cielo baja a la tierra.

Y claro, la fiesta la tenemos que hacer entre todos. Imagínense ahora, si ustedes empiezan a decir: “¡¡Qué plomo este cura, qué bodrio, esto no va, esto es un aburrimiento, me voy!!” ¿Habría fiesta aquí?

(Contestan los chicos) ¡No!

Nos pondríamos tristes. Para que haya fiesta, tiene que haber alegría, pero algo más: para que haya fiesta en el corazón de cada uno, escuchen bien esto: Tenemos que dar alegría a los demás, tenemos que hacer que los demás estén alegres, que los demás estén con el corazón abierto a la Fiesta de Jesús. Y esto se puede hacer. Cada uno puede hacer que mi compañero, mi hermano, mi vecino, todos, familia, amigos, sean más felices.

Cada uno de ustedes, chicos y chicas, pueden hacer que sean más alegres sus amigos y sus familias, pueden hacer el bien a los demás.

Hoy Jesús, va a venir acá a compartir esta Fiesta con nosotros. Él la va a convertir en Fiesta. El ya está acá, va a venir realmente, realmente al altar. Y va a estar entre nosotros en la Fiesta.  ¿Y cómo podemos hacer para que en nuestra casa, en la escuela, en el barrio, con mis amigos, mi familia, haya fiesta? Yo me pregunto: ¿donde hay odio puede haber Fiesta? No. Entonces donde hay odio, ¿qué tengo que poner?

(Contestan los chicos) ¡¡Amor!!

¡¡Más fuerte!!

(Contestan los chicos)¡¡¡Amor!!!

Amor, muy bien. ¿Y donde hay pelea, puede haber Fiesta?

(Contestan los chicos) ¡No!

Donde hay pelea, ¿qué tengo que poner?

(Contestan los chicos) ¡Amor!

¡Amor y paz! Díganme, si hay envidia, ¿puede haber alegría y fiesta?

(Contestan los chicos) ¡No!

Entonces, ¿se puede hablar mal de los demás?

(Contestan los chicos) ¡No!

¿Se puede sacar el cuero a los demás?

(Contestan los chicos) ¡No!

Nunca le saquen el cuero a nadie, chicos. Si ustedes le tienen que decir algo a alguien, se lo dicen en la cara.

Entonces así van a ser francos, alegres, transparentes.

Van a hacer Fiesta. El centro de la Fiesta es Jesús, Él va a venir ahora.

Nos preparamos de corazón y le vamos a prometer a Jesús que donde haya odio, vamos a poner Amor. Donde haya pelea, vamos a poner Paz y donde haya envidia, no vamos a hablar mal de los demas. Ahora, vamos a casa ¿y vamos a hablar mal de los demás?

(Contestan los chicos) ¡No!

Y entonces ahora, nos preparamos para que venga Jesús, venga al altar, venga a nuestro corazón y siga esta hermosa fiesta del Cielo que comienza aquí. Porque acá, entre nosotros, está el centro de la Fiesta. Y el centro de la Fiesta es: JESÚS.


Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires


Publicado por verdenaranja @ 22:30  | Hablan los obispos
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De hoja repartida en las parroquias del Arciprestazgo de Icod de los Vinos, Tenerife, con horarios y oración por los difuntos con motivo de la Conmemoración de los Fieles Difuntos, el 2 de Noviembre, para hacer en el cementerio o en familia. 


ORACIÓN POR NUESTROS SERES QUERIDOS DIFUNTOS
PARA HACER EN EL CEMENTERIO O EN FAMILIA
 

Ante la tumba de los seres queridos en el Cementerio o en casa toda la familia delante de una vela y el Crucifijo hacemos la siguiente oración.

Acudimos a la Virgen María, Madre de la Esperanza y
oramos todos diciendo:

Todos: Dios te salve María, llena eres de...

Un miembro de la familia dice:

"En tus manos, Padre de bondad,
encomendamos el alma
de nuestros hermanos difuntos,
(decir el nombre); nos sostiene la esperanza
de que resucitarán con Cristo en el último día
con todos los que en Cristo han muerto.
Te damos gracias, Señor,
por los beneficios derramados
sobre tus siervos en su vida mortal,
signo de tu bondad y manifestación
de la comunión de tus santos.
Escucha nuestras oraciones, Dios de misericordia
para que se abran a tus siervos
las puertas del paraíso, y nosotros,
los que aún permanecemos en este mundo,
nos consolemos mutuamente
con palabras de fe hasta que
salgamos todos al encuentro de Cristo,
y así, con nuestros hermanos,
gocemos en tu presencia.
Por Jesucristo nuestro Señor. "AMEN.

 

Señor Jesús, tu que dijiste:"Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mí no morirá jamás" confiando en tu palabra que nos llena de paz y esperanza, oramos diciendo:

Todos: Padre Nuestro, que estás en los cielos...

Señor, dales el descanso eterno y brillen para ellos la Luz Perpetua. Descansen en paz. AMEN.


Publicado por verdenaranja @ 19:38  | Oraciones
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Cáritas
Arciprestal de
lcod de los Vinos

HOJA INFORMATIVA
01 de Noviembre de 2009
Primer Domingo de mes

 

Hoy en día no deben de haber barreras, calendario ni horario para hacer el bien, nos apremia acercarnos a nuestros hermanos necesitados.

Todos los días y todas las horas son buenas para servir a los demás, para hacer lo que agrada a ti y favorece a nuestros hermanos, ser feliz haciendo felices a los demás.

Demos a Jesús el mejor de los obsequios y regalemos amor, comprensión y amabilidad a todos los que nos rodean sin importar si eso conlleva un esfuerzo de nuestra parte.

NOTICIAS

04-11-09 Onomástica de D. Carlos González Quintero, Vicario Episcopal Zona Norte y párroco de San Marcos (Icod de los Vinos)

1 7-1 1 -09 Consejo Arciprestal de Cáritas a celebrar en los salones parroquiales de San Andrés Apóstol, la Centinela, 6 de la tarde.

20/21-11-09 Escuela de Otoño de Cáritas. Seminario Diocesano.

22-11-09 Día de los Sin Techo.

24-11-09 XI Convocatoria de la Permanente de Caritas Arciprestal.

En la Ermita de San Lucas y Santa Dorotea en el Barrio de Las Cucharas, Santo Domingo La Guancha, celebración de la Eucaristía todos los Domingos a las 8 de la tarde.

Nuestro agradecimiento por tu apoyo y colaboración


Publicado por verdenaranja @ 13:39  | Caritas
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Jueves, 29 de octubre de 2009

ZENIT nos ofrece las palabras del Papa durante el almuerzo celebrado el 24 de Octubre de 2009, en el Atrio del Aula Pablo VI, con los participantes en la II Asamblea Especial del Sínodo de los obispos para África.

Queridos hermanos y hermanas

ha llegado la hora de decir gracias. Gracias ante todo al Señor que nos ha convocado, nos ha reunido, nos ha ayudado a escuchar su Palabra, la voz del Espíritu Santo, y así ha dado también la posibilidad de encontrar el camino de la unidad en la multiplicidad de experiencias, la unidad de la fe y de la comunión en el Señor. Por esto la expresión “Iglesia-Familia de Dios” ya no es solo un concepto, una idea, sino una experiencia viva de estas semanas: hemos estado realmente reunidos, aquí, como Familia de Dios. Hemos hecho también, con la ayuda del Señor, un buen trabajo.

El tema, por sí mismo, no era un reto fácil, tenía dos peligros, diría yo. El tema “Reconciliación, justicia y paz” implica ciertamente una fuerte dimensión política, si bien es evidente que reconciliación, justicia y paz no son posibles sin una profunda purificación del corazón, sin una renovación del pensamiento, una metanoia, sin una novedad que debe surgir precisamente del encuentro con Dios. Pero aunque esta dimensión espiritual es profunda y fundamental, también la dimensión política es muy real, porque sin realizaciones políticas , estas novedades del Espíritu normalmente no se realizan. Por eso la tentación podía ser de politizar el tema, de hablar menos como pastores y más como políticos, con una competencia tal, que no es la nuestra.

El otro peligro ha sido – precisamente por huir de esta tentación – el de retirarse a un mundo puramente espiritual, a un mundo abstracto y bonito, pero no real. El discurso de un pastor, en cambio, debe ser realista, debe tocar la realidad, pero en la perspectiva de Dios y de su Palabra. Por tanto esta meditación comporta, por una parte, estar realmente pegados a la realidad, atentos a hablar de lo que hay, y por otra parte, a no caer en soluciones técnicamente políticas; esto significa indicar una palabra concreta, pero espiritual. Este era el gran problema del Sínodo y me parece que, gracias a Dios, hemos conseguido resolverlo, y para mí esto es también motivo de gratitud porque facilita mucho la elaboración del documento post-sinodal.

Quisiera ahora volver a los agradecimientos. Agradezco sobre todo a los presidentes delegados, que han moderado, con gran “soberanía” y también con alegría, las sesiones del Sínodo. Agradezco a los relatores: hemos visto y también tocado – por así decirlo – con la mano, que ellos han llevado la mayor parte del peso, han trabajado de noche y también los domingos, han trabajado durante la comida y ahora merecen realmente un aplauso por nuestra parte.

Puedo aquí comunicar que he decidido nombrar al cardenal Turkson, nuevo presidente del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, sucesor del cardenal Martino. Gracias, Eminencia, por haber aceptado; estamos contentos de tenerle dentro de poco entre nosotros. Gracias también a todos los Padres, a los delegados fraternos, a los auditores, a los expertos y gracias sobre todo a los traductores porque han tenido una parte en la trama de “crear Pentecostés”, Pentecostés quiere decir comprenderse mutuamente; sin traductor faltaría este puente de comprensión. ¡Gracias! Y gracias sobre todo también al Secretario general, a su team, que nos ha guiado y ha organizado silenciosamente todo muy bien.

El Sínodo acaba y no acaba, no sólo porque los trabajos continúan con la Exhortación postsinodal: Synodos quiere decir camino común. Permanezcamos en el camino común con el Señor para prepararle los caminos, apara ayudarle, abrirle las puertas del mundo, para que pueda crear su Reino entre nosotros. En este sentido mi Bendición para todos vosotros. Recitemos ahora la oración de acción de gracias por la comida.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]


Publicado por verdenaranja @ 23:36  | Habla el Papa
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ZENIT   nos ofrece las palabras del Papa Benedicto XVI  durante el rezo del Ángelus, el domingo 25 de Octubre de 2009, con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas

Hace poco, con la celebración eucarística en la Basílica de San Pedro, se ha concluida la segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los obispos. Tres semanas de oración y de escucha recíproca, para discernir lo que el Espíritu Santo dice hoy a la Iglesia que vive en el continente africano, pero al mismo tiempo a la Iglesia universal. Los padres sinodales, llegados de todos los países de África, han presentado la rica realidad de las Iglesias locales. Juntos hemos compartido sus alegrías por el dinamismo de las comunidades cristianas, que continúan creciendo en cantidad y calidad. Estamos agradecidos a Dios por el empuje misionero que ha encontrado terreno fértil en numerosas diócesis y que se expresa en el envío de misioneros a otros países africanos y a diversos continentes. Particular relevancia se ha dado a la familia, que también en África constituye la célula primaria de la sociedad, pero que hoy está amenazada por corrientes ideológicas procedentes también del exterior. ¿Qué decir, además, de los jóvenes expuestos a este tipo de presión, influenciados por modelos de pensamiento y de comportamiento que contrastan con los valores humanos y cristianos de los pueblos africanos? Naturalmente han emergido en la Asamblea los problemas actuales de África y su gran necesidad de reconciliación, de justicia y de paz. Precisamente a esto la Iglesia responde volviendo a proponer, con renovado vigor, el anuncio del Evangelio y la acción de promoción humana. Animada por la Palabra de Dios y por la Eucaristía, ella se esfuerza para hacer que nadie se vea privado de lo necesario para vivir y que todos puedan llevar una existencia digna del ser humano.

Recordando el viaje apostólico que realicé a Camerún y Angola el pasado mes de marzo, y que había también el objetivo de dar luz verde a la preparación inmediata del segundo Sínodo para África, hoy deseo dirigirme a todas las poblaciones africanas, en particular a quienes comparten la fe cristiana, para entregarles idealmente el Mensaje final de esta Asamblea sinodal. Es un Mensaje que parte de Roma, sede del Sucesor de Pedro, que preside en la comunión universal, pero puede decirse, en un sentido no menos verdadero, que éste tiene su origen en África, de donde recoge las experiencias, las esperanzas, los proyectos, y ahora vuelve a África, llevando la riqueza de un acontecimiento de profunda comunión en el Espíritu Santo. ¡Queridos hermanos y hermanas que me escucháis desde África! Confío de modo especial a vuestra oración los frutos del trabajo de los Padres sinodales, y os animo con las palabras del Señor Jesús: ¡sed sal y luz en la amada tierra africana!

Mientras concluye este Sínodo, deseo ahora recordar que para el próximo año está prevista una Asamblea Especial para Medio Oriente del Sínodo de los Obispos. Con ocasión de mi visita a Chipre tendré el placer de entregar el Instrumentum laboris de este encuentro. Demos gracias al Señor, que no se cansa nunca de edificar su Iglesia en la comunión, e invoquemos con confianza a la maternal intercesión de la Virgen María.

[Después del Ángelus]

Dirijo ante todo un especial saludo a los miles de fieles reunidos en Milán, en la Plaza del Duomo, donde esta mañana ha sido celebrada la liturgia de beatificación del sacerdote Don Carlo Gnocchi. Él fue ante todo válido educador de chicos y jóvenes. En la segunda guerra mundial se convirtió en capellán de los Alpinos, con quienes hizo la trágica retirada de Rusia, salvándose de la muerte por milagro. Fue entonces cuando proyectó dedicarse enteramente a una obra de caridad. Así en la Milán en reconstrucción, Don Gnocchi trabajó para “restaurar la persona humana" recogiendo a los huérfanos y mutilados ofreciéndoles asistencia y formación. Se entregó completamente a sí mismo hasta el final, y muriendo donó las córneas a dos niños ciegos. Su obra ha seguido desarrollándose y hoy la Fundación Don Gnocchi está en la vanguardia del cuidado de personas de todas las edades que necesitan terapias de rehabilitación. Mientras saludo al cardenal Tettamanzi, arzobispo de Milán, y me alegro con toda la Iglesia ambrosiana, hago mío el lema de esta beatificación: “Junto a la vida, siempre”.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]


ZENIT   nos ofrece la homilía pronunciada por el Papa Benedicto XVI, el domingo 25 de Octubre de 2009, en la Eucaristía con motivo de la Clausura de la II Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para África, en la Basílica de San Pedro.

 

Venerados hermanos,
Queridos hermanos y hermanas

He aquí un mensaje de esperanza para África: lo hemos escuchado ahora de la Palabra de Dios. Es el mensaje que el Señor de la historia no se cansa de renovar para la humanidad oprimida y abrumada de cada época y de cada tierra, desde que reveló a Moisés su voluntad sobre los israelitas esclavos en Egipto: “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto; he escuchado el clamor ante sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo de la mano de los egipcios y para subirlo de esta tierra a una tierra que mana leche y miel” (Ex 3,7-8). ¿Cuál es esta tierra? ¿No es quizás el Reino de la reconciliación, de la justicia y de la paz, al que está llamado la humanidad entera? El designio de Dios no cambia. Es lo mismo que fue profetizado por Jeremías, en los magníficos oráculos denominados “Libro de la consolación”, del que hoy se toma la primera lectura. Es un anuncio de esperanza para el pueblo de Israel, postrado por la invasión del ejército de Nabucodonosor, por la devastación del Jerusalén y del Templo y por la deportación a Babilonia. Un mensaje de alegría para el “resto” de los hijos de Jacob, que anuncia un futuro para ellos, porque el Señor los volverá a conducir a su tierra, a través de un camino derecho y fácil. Las personas necesitadas de apoyo, como el ciego y el cojo, la mujer embarazada y la parturienta, experimentarán la fuerza y la ternura del Señor: Él es un padre para Israel, dispuesto a cuidar de ellos como del primogénito (cfr Jr 31,7-9).

El designio de Dios no cambia. A través de los siglos y de las vueltas de la historia, Él apunta siempre hacia la misma meta: el Reino de la libertad y de la paz para todos. Y esto implica su predilección para cuantos están privados de libertad y de paz, por cuantos han visto violada su propia dignidad de seres humanos. Pensemos en particular en los hermanos y hermanas que África sufren pobreza, enfermedades, injusticias, guerras y violencias, migraciones forzadas. Estos hijos predilectos del Padre celestial son como el ciego del Evangelio, Bartimeo, que mendigaba “sentado junto al camino” (Mc 10,46), a las puertas de Jericó. Precisamente por ese camino pasa Jesús Nazareno. Es el camino que conduce a Jerusalén, donde se consumará la Pascua, su Pascua sacrificial, a la que el Mesías va por nosotros. Es el camino de su éxodo que es también el nuestro: el único camino que conduce a la tierra de la reconciliación, de la justicia y de la paz. En ese camino el Señor encuentra a Bartimeo, que ha perdido la vista. Sus caminos se cruzan, se convierten en un único camino. “¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!”, grita el ciego con confianza. Replica Jesús: “¡Llamadlo!”, y añade: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Dios es luz y creador de la luz. El hombre es hijo de la luz, hecho para ver la luz, pero ha perdido la vista, y se encuentra obligado a mendigar. Junto a él pasa el Señor, que se ha hecho mendigo por nosotros: sediento de nuestra fe y de nuestro amor. “¿Qué quieres que haga por ti?”. Dios lo sabe, pero pregunta; quiere que sea el hombre quien hable. Quiere que el hombre se alce en pie, que encuentre el valor de pedir lo que le corresponde por su dignidad. El Padre quiere oír de la viva voz del hijo la libre voluntad de ver de nuevo la luz, esa luz para la que lo ha creado. “Rabbuní, ¡que vea!”. Y Jesús a él: “Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista y le seguía por el camino”(Mc 10,51-52).

Queridos hermanos, demos gracias porque este “misterioso encuentro entre nuestra pobreza y la grandeza” de Dios se ha realizado también en la Asamblea sinodal para África que hoy concluye. Dios ha renovado su llamada: “¡Ánimo! ¡Levántate!” (Mc 10,49). Y también la Iglesia que está en África, a través de sus pastores, llegados de todos los países del continente, de Madagascar y de las demás islas, ha acogido el mensaje de esperanza y la luz para caminar en el camino que conduce al Reino de Dios. “Vete, tu fe te ha salvado” (Mc 10,52). Sí, la fe en Jesucristo – cuando es bien entendida y practicada – guía a los hombres y a los pueblos a la libertad en la verdad, o, por usar las tres palabras del tema sinodal, a la reconciliación, a la justicia y a la paz. Bartimeo que, curado, seguía a Jesús por el camino, es imagen de la humanidad que, iluminada por la fe, se pone en camino hacia la tierra prometida. Bartimeo se convierte a su vez en testigo de la luz, contando y demostrando en primera persona haber sido curado, renovado, regenerado. Esto es la Iglesia en el mundo: comunidad de personas reconciliadas, operadoras de justicia y de paz; “sal y luz” en medio de la sociedad de los hombres y de las naciones. Por eso el Sínodo ha reafirmado con fuerza – y lo ha manifestado – que la Iglesia es Familia de Dios, en la que no pueden subsistir divisiones de tipo étnico, lingüístico o cultural. Testimonios conmovedores nos han mostrado que, incluso en los momentos más oscuros de la historia humana, el Espíritu Santo opera y transforma los corazones de las víctimas y de los perseguidores para que se reconozcan hermanos. La Iglesia reconciliada es una potente levadura de reconciliación en cada país y en todo el continente africano.

La segunda carta nos ofrece una ulterior perspectiva: la Iglesia, comunidad que sigue a Cristo en el camino del amor, tiene una forma sacerdotal. La categoría del sacerdocio, como clave interpretativa del misterio de Cristo y, en consecuencia, de la Iglesia, fue introducida en el Nuevo Testamento por el Autor de la Carta a los Hebreros. Su intuición parte del Salmo 110, citado en el pasaje de hoy, donde el Señor Dios, con solemne juramento, asegura al Mesías: “Tu eres por siempre sacerdote, según la orden de Melquisedec” (v. 4). Referencia que recuerda otra, tomada del Salmo 2, en el que el Mesías anuncia el decreto del Señor que dice de él: “Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (v. 7). De estos textos deriva la atribución a Jesucristo del carácter sacerdotal, no en sentido genérico, sino más bien “según la orden de Melquisedec”, es decir, el sacerdocio sumo y eterno, de origen no humano sino divino. Si cada sumo sacerdote “es tomado de entre los hombres y está puesto entre los hombres en lo que se refiere a Dios” (Hb 5,1), solo Él, el Cristo, el Hijo de Dios, posee un sacerdocio que se identifica con su misma Persona, un sacerdocio singular y trascendente, del que depende la salvación universal. Este sacerdocio suyo Cristo lo ha transmitido a la Iglesia mediante el Espíritu Santo; por tanto la Iglesia tiene en sí misma, en cada miembro, por la fuerza del Bautismo, un carácter sacerdotal. Pero – aquí hay un aspecto decisivo – el sacerdocio de Jesucristo no es ya ante todo ritual, sino existencial. La dimensión del rito no es abolida pero, como aparece claramente en la institución de la Eucaristía, toma el significado desde el Misterio pascual, que lleva a cumplimiento los sacrificios antiguos y los supera. Nacen así al mismo tiempo un nuevo sacrificio, un nuevo sacerdocio y también un nuevo templo, y los tres coinciden con el Misterio de Jesucristo. Unida a Él mediante los Sacramentos, la Iglesia prolonga su acción salvífica, permitiendo a los hombres ser curados mediante la fe, como el ciego Bartimeo. Así la comunidad eclesial, tras las huellas de su Maestro y Señor, está llamada a recorrer decididamente el camino del servicio, a compartir hasta el fondo la condición de los hombres y las mujeres de su tiempo, para testimoniar a todos el amor de Dios y así sembrar esperanza.

Queridos amigos, este mensaje de salvación la Iglesia lo transmite conjugando siempre la evangelización y la promoción humana. Tomemos por ejemplo la histórica Encíclica Populorum progressio: es lo que el Siervo de Dios Pablo VI elaboró en términos de reflexión, los misioneros lo ha realizado y siguen realizando sobre el terreno, promoviendo un desarrollo respetuoso de las culturas locales y del medio ambiente, según una lógica que ahora, después de más de 40 años, parece la única en grado de hacer salir a los pueblos de la esclavitud del hambre y de las enfermedades. Esto significa transmitir el anuncio de esperanza según una “forma sacerdotal”, es decir, viviendo en primera persona el Evangelio, intentando traducirlo en proyectos y realizaciones coherentes con el principio dinámico fundamental, que es el amor. En estas tres semanas, la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos ha confirmado lo que mi venerado predecesor Juan Pablo II habían ya puesto en evidencia, y que he querido profundizar yo también en la reciente encíclica Caritas in veritate: es necesario renovar el modelo de desarrollo global, de modo que sea capaz de “incluir a todos los pueblos y no solamente a los adecuadamente preparados” (n. 39). Cuanto la doctrina social de la Iglesia ha siempre sostenido a partir de su visión del hombre y de la sociedad, hoy lo requiere también la globalización (cfr ibid.). Esta – es necesario recordar – no hay que entenderla de forma fatalista como si sus dinámicas fuesen producidas por fuerzas anónimas impersonales e independientes de la voluntad humana. La globalización es una realidad humana y como tal modificable según una u otra visión cultural. La Iglesia trabaja con su concepción personalista y comunitaria, para orientar el proceso en términos de relacionalidad, de fraternidad y de participación (cfr ibid., n. 42).

“¡Ánimo, levántate!". Así hoy el Señor de la vida y de la esperanza se dirige a la Iglesia a las poblaciones africanas, al término de estas semanas de reflexión sinodal. Levántate, Iglesia en África, familia de Dios, porque te llama el Padre celestial a quien tus antepasados invocaban como Creador, antes de conocer su cercanía misteriosa, que se ha revelado en su Hijo unigénito, Jesucristo. Emprende tu camino de una nueva evangelización con el valor que procede del Espíritu Santo. La urgente acción evangelizadora, de la que mucho se ha hablado en estos días, comporta también un fuerte llamamiento a la reconciliación, condición indispensable para instaurar en África relaciones de justicia entre los hombres para construir una paz justa y duradera en el respeto de cada individuo y de cada pueblo; una paz que necesita y que se abre a la aportación de todas las personas de buena voluntad más allá de sus respectivas pertenencias religiosas, étnicas, lingüísticas, culturales y sociales. En esta comprometida misión tu, Iglesia peregrina en el África del tercer milenio, no estás sola. Te está cercana con la oración y la solidaridad di facto toda la Iglesia católica, y desde el cielo te acompañan los santos y las santas africanas que, con la vida a veces hasta el martirio, han dado testimonio de plena fidelidad a Cristo.

¡Ánimo! Levántate, Continente africano, tierra que acogió al Salvador del mundo cuando de niño tuvo que refugiarse con José y María en Egipto para salvar su vida de la persecución del rey Herodes. Acoge con renovado entusiasmo el anuncio del Evangelio para que el rostro de Cristo pueda iluminar con su esplendor las múltiples culturas y lenguajes de tus poblaciones. Mientras ofrece el pan de la Palabra y de la Eucaristía, la Iglesia se empeña en obrar, con todo medio disponible, para que a ningún africano falte el pan cotidiano. Por esto, junto a la obra de primaria urgencia de la evangelización, los cristianos intervienen activamente en la promoción humana.

Queridos Padres sinodales, al término de estas reflexiones mías, deseo dirigiros mi saludo más cordial, agradeciéndoos por vuestra edificante participación. Volviendo a casa vosotros, pastores de la Iglesia en África, llevad mi bendición a vuestras comunidades. Transmitid al pueblo el llamamiento que ha resonado tan a menudo en este Sínodo a la reconciliación, la justicia y la paz. Mientras concluye la Asamblea sinodal no puedo dejar de renovar mi vivo reconocimiento al Secretario general del Sínodo de los Obispos y a todos sus colaboradores. Un grato pensamiento expreso a los coros de la comunidad nigeriana de Roma y del Colegio Etíope, que contribuyen a la animación de esta liturgia. Y finalmente quiero agradecer a cuantos han acompañado los trabajos sinodales con la oración. La Virgen María os recompense a todos y cada uno y obtenga a la Iglesia en África crecer en todas partes de ese gran continente, difundiendo por todas partes la “sal” y la “luz” del Evangelio.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]


Publicado por verdenaranja @ 23:30
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Comentarioal Evangelio de este domingo XXX del tiempo ordinario (Marcos 10,46-52), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca.

 Como gritos de parto

Salen de Jericó, una bellísima ciudad, fértil y amable, acaso también tentadora para quedarse allí y ahorrarse así la tragedia que a Jesús le esperaba si continuaba su viaje hacia Jerusalén. Pero aquella belleza ni siquiera constituía una tentación al ciego Bartimeo. Sus ojos cerrados le tenían allí postrado al borde del camino pidiendo limosna. Invidente y mendicante, sin luz y sin hacienda, orillado en el sendero. Debió escuchar más jaleo del usual y preguntando qué pasaba o quién pasaba, le respondieron que era Jesús. Entonces él comenzó a gritar: "Hijo de David, ten compasión de mí". Debió hacerlo con tanta fuerza e insistencia que llegó a molestar a algunos del cortejo de Jesús.

Bartimeo, que no podía andar a causa de su ceguera física y que le tenía allí postrado y limosnero, tenía más luz interior que bastantes de los que acompañaban al Señor. Un ciego que no puede andar y unos viandantes con ceguera en el corazón. No se debe censurar el grito de la vida. Es el grito de quien sabe que ha nacido para ver y para andar, y no acepta una resignación imperativa de tener que contentarse con limosnas inmóviles.

La creación entera grita gemidos de parto, dice la carta a los Romanos, indicando que en la historia de los hombres no todo es bello, ni bueno, ni justo, ni verdadero. Y entonces la misma creación se resiente, se rebela, y de mil modos grita a través de los hambrientos de todas las hambres, a través de los invidentes de tantas cegueras y a través de quienes sufren ataduras en su libertad o en su corazón. Todos estos gritos desafinan, molestan, crean conmoción. La tentación siempre es la de acallarlos, la de censurarlos en algún sentido. ¿Quién tuviera los oídos de Dios para escuchar tantos gritos y responderlos adecuadamente?

En el camino de Jericó, porque pasaba Jesús, Bartimeo no dejó de gritar, y cada vez más fuerte, como quien dice a su modo urgente e intempestivo que lo suyo no debe perpetuarse, que no ha nacido para eso. La vida amordazada, acorralada, mutilada o censurada... no dejará de gritar y de gritarse. "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi", es la oración de todos los pobres y sencillos que han querido alguna vez levantarse de sus cegueras y de sus forzosas prostraciones. Jesús le curó alabando su fe y Bartimeo se levantó y lo siguió como discípulo. Había encontrado la Luz y abandonó su ceguera; había hallado el Tesoro y dejó de pedir limosna; había encontrado el sentido de la vida, y se puso a caminarlo, abrazado a Aquel que es Camino y con nosotros Caminante.


Publicado por verdenaranja @ 23:22  | Espiritualidad
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La Argentina necesita de hombres coherentes.
Buenos Aires, 23 Oct. 09 (
AICA) 

Pbro. Alberto Bustamante, presidente del CONSUDEC

El presidente del Consejo Superior de Educación Católica (CONSUDEC), presbítero Alberto Bustamante, consideró que la Argentina necesita padres, sacerdotes, docentes, jóvenes, alumnos y ciudadanos “coherentes”, al advertir que “nuestro pueblo humilde y trabajador, aquel del cual decía Leopoldo Marechal que ‘siempre recoge del mar las botellas con mensajes de naufragio’, está harto de incoherentes, harto de chicaneros, de mentirosos, de soberbios, de aquellos que ponen cara de poner y lo único que hacen es sacar. Harto de contemplar el espectáculo dantesco de dirigentes intelectualmente mediocres, espiritualmente empobrecidos y éticamente corrompidos”.

     En su habitual editorial, que reproduce AICA, el sacerdote lamentó que “nuestra querida Patria, de cara al Bicentenario, se encuentra transitando por laberintos de incoherencias que le impiden proyectarse hacia un futuro de realización, de grandeza”, y destacó, por el contrario, la fiesta de la coherencia que significó la entrega de las distinciones Divino Maestro.

    “Por eso festejamos el testimonio de estos hermanos nuestros que sembraron vida coherente, convencidos de que el camino para la realización colectiva es que cada uno decida sembrar el bien”, explicó.

Texto del editorial

     “Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo: «Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar». Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo». Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así: «Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya»…
    Se alejó por segunda vez y suplicó: «Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad»…
     Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.” (Mateo 26,36-44)

     Con gozo, espíritu fraterno y familiar, Consudec ha celebrado una vez más la entrega de la distinción Divino Maestro.

     Ha querido reconocer a aquellos docentes que a lo largo de su peregrinar educativo han gritado con su vida el Evangelio de la coherencia.

     Cristo es el Gran Coherente, “no se haga mi voluntad sino la tuya” dirá en el momento de la suprema entrega. Coherencia en la obediencia de aquel que sabiéndose llamado camina según ese llamado.

     “Cristo piensa coherentemente porque piensa lo que siente y lo que hace. Siente coherentemente porque siente lo que piensa y lo que hace. Obra coherentemente porque hace lo que siente y lo que piensa. Coherencia obediencial, coherencia transparente, coherencia que no tiene nada que ocultar, coherencia que es pura bondad y que vence al mal con ese bien coherente de haberse ofrecido para hacer la voluntad del Padre.” (Cardenal Jorge Bergoglio)

     Homenajeamos a todos aquellos que han querido ser coherentes.

     A todos aquellos que obedecieron al llamado de Padre y entregaron su vida en la siembra educativa.

     A todos aquellos que decidieron poner su carne en el asador y avalar con ella y con su vida aquello que predicaron.

     A todos aquellos que descubrieron que la coherencia no se estudia, no se compra sino que se va labrando en un corazón orante y humilde que se deja cincelar por Dios.

     A todos aquellos que decidieron caminar junto a sus alumnos en la escucha, en la comprensión, en el capacitarse para servirlos cada día mejor.

     A todos aquellos que fueron mucho mas allá del estatuto y el frío cumplimiento “de lo que me corresponde hacer”.

     A todos aquellos que decidieron hacerse cargo sin andar esperando que otros lo hagan primero.

     A todos aquellos que no enterraron especulativamente su talento sino que lo pusieron a disposición.

     A todos aquellos que no preguntaron para asistir si la reunión era obligatoria, daba puntaje o descontaban el día.

     A todos aquellos que optaron por no mentir, por no chicanear, por no engañar

     ¡Cómo necesitamos ser coherentes!

     Nuestro pueblo humilde y trabajador, aquel del cual decía Leopoldo Marechal que “siempre recoge del mar las botellas con mensajes de naufragio”, está harto de incoherentes, harto de chicaneros, de mentirosos, de soberbios, de aquellos que ponen cara de poner y lo único que hacen es sacar. Harto de contemplar el espectáculo dantesco de dirigentes intelectualmente mediocres, espiritualmente empobrecidos y éticamente corrompidos.

     Nuestra querida Patria, de cara al Bicentenario, se encuentra transitando por laberintos de incoherencias que le impiden proyectarse hacia un futuro de realización, de grandeza.

     Por eso festejamos el testimonio de estos hermanos nuestros que sembraron vida coherente, convencidos de que el camino para la realización colectiva es que cada uno decida sembrar el bien.

     Necesitamos padres coherentes, sacerdotes coherentes, docentes coherentes, jóvenes coherentes, alumnos coherentes, ciudadanos coherentes.

     Sabemos que esto no es fácil. Solo Jesucristo pudo unir con plenitud ser el mensaje y el mensajero. Solo él es la coherencia en plenitud.

     Nosotros tenemos que tratar, con la Gracia de Dios, de acortar esa brecha. Decía el Papa Pablo VI: “Una necesidad de coherencia nos obliga a salir de la mediocridad, de la tibieza, de la superficialidad, del doble juego de la adhesión positiva al Evangelio que hemos prometido, y de una concesión permisiva … que nos hace traicionar la cruz…Nosotros, que tenemos la fortuna y la responsabilidad de ser bautizados, sabremos deducir de este hecho decisivo y maravilloso el estilo y la energía de una vida fuerte y nueva. La austeridad de la cruz no deberá hacernos retroceder ante un compromiso cristiano valiente, sino atraernos al mismo. Eduquemos de nuevo nuestra conducta de acuerdo con el carácter genuino y viril del seguidor de Cristo; de esta forma daremos autenticidad y vitalidad a nuestra profesión cristiana y, con la ayuda de Dios, nos capacitaremos para llevar a nuestro mundo el mensaje renovador y beatificante del reino de Cristo» (Catequesis del 19 de septiembre de 1973)

     Suenan proféticas las palabras de los Obispos Argentinos en el documento “Iglesia y comunidad nacional” cuando nos invitaban, precisamente, a llevar a nuestra Patria el mensaje renovador del evangelio: “Hemos de reanudar el esfuerzo de recuperarnos a partir de la inspiración del humanismo cristiano que nos ha dado origen, de una identidad forjada a lo largo de más de cuatro siglos, y de una renovación de nuestro propio ser, que nos permite crecer y madurar.”(197)

     En los homenajeados con la distinción del Divino Maestro, en definitiva hemos reconocido “la inspiración del humanismo cristiano que nos ha dado origen”, humanismo hecho coherencia, que anhelamos se contagie para bien de nuestra querida Nación.+


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Mi?rcoles, 28 de octubre de 2009

Homilía de monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma para el 29º Domingo durante el año. (AICA)
 (18 de octubre de 2009)


APROXIMACIONES AL AMOR 

Refiriéndome a la corrupción  en  nuestra sociedad argentina, hice notar que el signo más claro de dicha corrupción es que se ha vaciado de significado real a la palabra. Y por eso, vivimos actualmente la situación bíblica semejante a la de  aquellos y aquellas - hombres y mujeres-  de un cierto tiempo de desarrollo técnico-colosal para esa época-  que hablando la misma lengua no se entendieron y engendraron un tal caos social-político,  registrado en la Biblia con el nombre de Babel, sinónimo de confusión e incomprensión. A la sociedad argentina actual en la que se ha generalizado usar palabras dándole el sentido que responda al propio interés, bien se puede aplicar el término bíblico de Babel como es el caso con la palabra amor.

Es de tal valor el amor para la persona humana que desde el fondo de la historia se ha intentado definiciones con mayor o menor aproximación a su contenido real. Y percibo que en el mundo de los educadores argentinos son pocos los que tienen una  idea clara y precisa sobre su rico y real significado.  “Lo que falta en el mundo actual -comenta un catedrático en Psiquiatría- es amor; pero, auténtico, verdadero, no el erotismo que los medios de comunicación nos quieren presentar. Hay que buscar el amor, que envuelto en voluntad y constancia haga mirar hacia adelante, superando los sufrimientos, los dolores y humillaciones, para abrirnos hacia la paz interior, que es una de las puertas de entrada al castillo de la felicidad”[1] La advertencia  no viene de una actitud moralizante; es científica.

Solamente una Educación sólida y lúcida de nuestra niñez, adolescencia y juventud en la verdad del  amor, hará posible salir de la decadencia de  la sociedad argentina, con adultos sumidos en el hedonismo mercantilista en la que se ha instalado como valor supremo el dúo placer-dinero.  Y en el caso del amor  advierte el Cantar de los Cantares: “Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable” Ct.8,7

Sin embargo no bajemos los brazos. La situación familiar-social-política-cultural de la sociedad argentina es un desafío para quienes intenten vivir la autenticidad del amor. Y tanto más para quienes pretendan  ser discípulos de Jesucristo que estampó la frase más sublime para definir el Amor y la selló con su propia existencia histórica:

NADIE MUESTRA MÁS AMOR QUE EL DA LA VIDA POR SUS AMIGOS.[2]

En una sociedad en la que todo se compra… todo se vende, y en la que el más poderoso es el que más dinero tiene a tal punto que sinónimo de gobierno es la caja de caudales, urge recuperar el significado real y operante de la palabra AMOR como sólido fundamento de una superación de la crisis socio-económica-política-cultural que padecemos los argentinos.
 

Notas


[1] La Conquista de la voluntad de Enrique Rojas.

[2] Jn. 15, 13
 

Mons. Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma
([email protected]


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Mensaje final del Sínodo para África. Ciudad del Vaticano, 23 Oct. 09 (AICA)  

Sínodo de obispos africanos

Durante sesión sinodal celebrada esta mañana, a la que asistió el Santo Padre Benedicto XVI, se presentó y votó el Mensaje final de la Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. El presidente delegado de turno fue el cardenal Wilfrid Fox Napier, OFM, arzobispo de Durban (Sudáfrica).

     El arzobispo Nikola Eterovic, secretario general del Sínodo de los Obispos, comunicó antes los nombres de los 12 miembros elegidos del Consejo Especial para África de la Secretaría General del Sínodo y los nombres de los 3 miembros nombrados por el Santo Padre.

     Ofrecemos a continuación extractos del mensaje final del Sínodo, publicados por el “Vatican Information Service”:

I. Una mirada al África de hoy
     "África es rica de recursos humanos y naturales, pero muchos habitantes de nuestro pueblo deben combatir solos la pobreza y la miseria, en guerras y conflictos, entre crisis y caos. Todo eso se debe fundamentalmente a decisiones y acciones humanas de personas que no tienen ninguna consideración por el bien común y a menudo, por complicidad trágica y conspiración criminal entre responsables locales e intereses extranjeros".

     “A menudo hay muy buenas noticias en diversas partes de África. Pero los medios de comunicación modernos con frecuencia privilegian las noticias negativas y se concentran en nuestras desgracias y defectos, más que en los esfuerzos positivos que estamos realizando. El buen gobierno está teniendo un notable impacto positivo en algunos países africanos, estimulando así a otros países a reconsiderar las malas costumbres del pasado y del presente. Existen abundantes señales de muchas iniciativas que tratan de ofrecer una solución eficaz a nuestros problemas".

II. A la luz de la fe
     “El verdadero perdón promueve la justicia del arrepentimiento y de la reparación, que conduce a una paz que va a la raíz del conflicto. Como Dios hace posible este tipo de reconciliación, en este ministerio debemos dedicar un tiempo adecuado a la oración y a los sacramentos, especialmente al Sacramento de la Penitencia".

III. A la Iglesia universal
     "La Iglesia en África da gracias a Dios por sus numerosos hijos e hijas que son misioneros en otros continentes. Gracias de modo especial a los que se han quedado con su gente también en tiempo de guerra y de graves crisis. Algunos han pagado incluso su fidelidad con la propia vida".

IV. La Iglesia en África
     "Estamos convencidos de que la principal contribución de la Iglesia a los pueblos de África es la proclamación del Evangelio de Cristo. Todos los miembros de la Iglesia -clero, religiosos y laicos- deben ser estimulados a trabajar juntos en la unidad que hace la fuerza".

     "Como obispos, aceptamos el desafío de trabajar unidos en nuestras diferentes conferencias episcopales. La unidad del episcopado es fuente de gran fuerza, mientras su ausencia es un derroche de energías, hace improductivos los esfuerzos y abre un espacio a los enemigos de la Iglesia para neutralizar nuestro testimonio. Un ámbito importante en el que una cooperación nacional y una cohesión resultan muy útiles es en los medios de comunicación".

     "Cada obispo debería asegurar la creación de una Comisión mixta de Justicia y Paz en todos los niveles. Hay que seguir trabajando duro en la formación de las conciencias y en la transformación de los corazones por medio de una catequesis eficaz".

     "Nuestras diócesis deben ser modelos de buen gobierno, de transparencia y de buena gestión financiera. Tenemos que seguir haciendo lo posible por combatir la pobreza, gran obstáculo a la paz y a la reconciliación. Las sugerencias en este ámbito para crear programas de micro-financia merecen atención particular".

     "En este Año Sacerdotal, queridos hermanos en el sacerdocio, nos dirigimos a ustedes de modo especial: ustedes ocupan una posición clave en el apostolado de la diócesis. La catequesis, la formación del laicado, la atención pastoral de las personas que tienen una gran responsabilidad solo saldrán adelante con el empeño de ustedes en las parroquias y en los diferentes lugares que caen bajo sus competencias. La fidelidad de ustedes a los compromisos sacerdotales, en particular a una vida de celibato en la castidad, así como a un desprendimiento de los bienes materiales, es un testimonio elocuente al Pueblo de Dios".

     "En estos últimos años, África se convirtió en terreno fértil para numerosas vocaciones: sacerdotes, frailes, religiosas. Damos gracias a Dios por esta gran bendición. El Sínodo se alegra también con ustedes, religiosas, por la dedicación y la entrega en el apostolado en el campo de la sanidad, de la educación y de otros aspectos del desarrollo humano".

     "Este Sínodo se dirige con profundo afecto a los fieles laicos de África. Ustedes son la Iglesia de Dios en los lugares públicos de la sociedad. A través de ustedes la vida y el testimonio de la Iglesia son visibles al mundo. Dejen que la fe penetre en todos los rincones y lugares de la vida de ustedes: en la familia, el trabajo, la política y en la vida pública. No es una tarea fácil. Por eso, deben acercarse asiduamente a las fuentes de la gracia por medio de la oración y los sacramentos".

     "El Sínodo tiene un mensaje muy importante y especial para ustedes, queridos católicos africanos comprometidos en la vida pública. Elogiamos a los tantos que se han ofrecido para el servicio público en los pueblos, sin preocuparse de los peligros e incertidumbres de la política en África, considerándolo un apostolado para promover el bien común y el reino de Dios. África necesita santos en cargos políticos relevantes: políticos santos que despejarán la corrupción del continente, trabajarán para el bien de la gente y sabrán entusiasmar a otros hombres y mujeres de buena voluntad, también fuera de la Iglesia para unirse contra los males comunes que atenazan a nuestras naciones. Deplorablemente muchos católicos en cargos de prestigio no han respondido adecuadamente al ejercicio de sus cargos. El Sínodo los invita a arrepentirse y dejar el ruedo público, cesando así de ser la ruina del pueblo y de dar mala fama a la Iglesia Católica".

     "Queridas familias católicas. Nos congratulamos porque siguen siendo tenazmente fieles a los ideales de la familia cristiana y porque conservaron los valores mejores de nuestra familia africana. Los ponemos en guardia contra los ataques de venenosas ideologías procedentes del extranjero que pretenden ser cultura "moderna". Sigan aceptando a los niños como un don de Dios y educarlos en el conocimiento y el temor de Dios. La pobreza a veces hace que los padres sean incapaces de atender a sus hijos, con consecuencias desastrosas. La mayor parte de las familias piden solo lo necesario para sobrevivir. Tienen derecho a vivir".

     "El aporte específica de las mujeres debe reconocerse y promoverse, no solo en casa, como esposas y madres, sino más generalmente en la esfera social. El Sínodo recomienda a nuestras iglesias locales que vayan más lejos de la afirmación general de "Ecclesia in Africa" y que creen estructuras concretas para garantizar la participación real de las mujeres "en los niveles apropiados".

     "Sentimos que tenemos que prestar una atención particular a ustedes, jóvenes adultos. A menudo los dejan de lado y a la deriva, convirtiéndolos en presa de ideologías y sectas de todo tipo. Muchas veces los reclutan para prácticas violentas. Exhortamos a todas las Iglesias locales a considerar prioritario el apostolado con los jóvenes".

V. Llamamiento a la comunidad internacional
     "La Iglesia está en primera línea en la lucha contra el VIH/SIDA y en la atención a las personas infectadas y contagiadas. Con el Santo Padre Benedicto XVI, este Sínodo advierte que el problema no puede superarse con la distribución de profilácticos. Pedimos a todos los que se interesan de verdad en parar la transmisión sexual del VIH/SIDA que reconozcan el éxito que han obtenido los programas que aconsejan la abstinencia entre los no casados y la fidelidad entre los casados".

     "A los poderosos de este mundo suplicamos: traten a África con respeto y dignidad. África reclama desde hace tiempo un cambio del orden económico mundial respecto a las estructuras injustas que se han acumulado sobre ella. La reciente turbulencia del mundo financiero demuestra la necesidad de un cambio radical de las reglas. Pero sería una tragedia que los cambios se tradujesen solo en beneficios para los ricos y repercutiesen negativamente una vez más en los pobres. Buena parte de los conflictos, guerras y pobreza de África se derivan principalmente de estas estructuras injustas".

     "Pedimos un cambio en la cuestión de la deuda que pesa sobre los países pobres y que mata literalmente a los niños. Las sociedades multinacionales tienen que acabar con la devastación criminal del ambiente merced a su descarada explotación de los recursos naturales. Es una política miope la que fomenta guerras para obtener beneficios rápidos con el caos, al precio de vidas humanas y de sangre. ¿Es posible que ninguno sea capaz y quiera interrumpir estos crímenes contra la humanidad?".

VI. África, ¡levántate!
     "Elogiamos los esfuerzos para librar a África de la alienación cultural y de la esclavitud política. Ahora África debe hacer frente al desafío de dar a sus hijos un nivel y unas condiciones de vida dignas. En lo económico, África intentó recortarse a medida una estructura estratégica para el desarrollo denominada NEPAD (Nueva Asociación para el Desarrollo Económico de África). El Sínodo alaba esos esfuerzos porque esos programas ligan con claridad la emancipación económica de África con la implantación de un buen gobierno. Desgraciadamente este es el punto débil. Para la mayor parte de los países africanos, los hermosos documentos del NEPAD, son papel mojado".

     "El Sínodo se congratula con los pocos países africanos que han emprendido el camino de una democracia auténtica y nota con tristeza que la situación en diversas naciones sigue siendo vergonzosa: Somalia, la región de los Grandes Lagos, Uganda septentrional, Sudán meridional, Darfur, Guinea Conakry y tantos otros lugares. Cualquiera que sea la incidencia de los intereses extranjeros, siempre existe la vergonzosa y trágica complicidad de los líderes locales: políticos que traicionan y venden a bajo precio a sus naciones".

VII. Unión de las fuerzas espirituales
     "El Sínodo invita a una colaboración cada vez más ecuménica con nuestros hermanos y hermanas de otras tradiciones cristianas. También deseamos que haya más diálogo y cooperación con los musulmanes y los miembros de la Religión Tradicional Africana (RTA) y con personas de otros credos. El fanatismo religioso arruina muchas partes de África. Los africanos han absorbido de su cultura religiosa tradicional un sentido profundo de Dios creador. Cuando este fervor religioso está mal encaminado por los fanáticos o es manipulado por los políticos se crean conflictos que tienden a ahogar a todos".

     "El Sínodo escuchó el testimonio de muchos padres sinodales que recorrieron con éxito el camino del diálogo con los musulmanes. Los temas de la reconciliación, la justicia y la paz generalmente interesan a muchas comunidades, independientemente de su credo. Trabajando sobre tantos valores compartidos entre una y otra fe, musulmanes y cristianos pueden ofrecer un gran aporte al restablecimiento de la paz y la reconciliación en nuestras naciones".

     "La libertad de religión abarca también la libertad de compartir la propia fe, de proponerla, no de imponerla, de aceptar y acoger a los que se convierten. Las naciones que con sus leyes prohíben a los ciudadanos que abracen la fe cristiana los privan del derecho humano fundamental de decidir libremente su credo. Este Sínodo denuncia esas restricciones de la libertad porque tergiversan el diálogo sincero y frustran la colaboración auténtica. Si los cristianos que deciden cambiar su religión son bien acogidos entre los musulmanes, tiene que haber reciprocidad en este ámbito. El respeto recíproco es el camino que tenemos que recorrer".+


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ZENIT nos ofrece el discurso de monseñor Francesco Follo, Observador Permanente y jefe de la Delegación de la Santa Sede en la 35a Sesión de la Conferencia General de la UNESCO, pronunciado el pasado 10 de octubre, que ha hecho público  la Santa Sede el 22 de Octubre de 2009.

Sr. Presidente de la Conferencia General,
Sr. Director General,
Excelencias,
Es para mí un gran honor tomar la palabra ante esta prestigiosa Asamblea, y presentarles las más vivas felicitaciones por parte de a Su Santidad el Papa Benedicto XVI por la elección de ustedes.

Quisiera igualmente expresar el agradecimiento y aprecio de la Santa Sede por la labor de la Secretaría de la UNESCO. Los documentos preparados, especialmente los 35 C / 3 C / 5 y C / 6, han llamado su atención. Estos muestran los logros y los mayores desafíos que el ejercicio de cada una de las cinco funciones de la UNESCO ha estudiado. Son, entre otros, el énfasis en el desarrollo sostenible, como subrayan, por ejemplo, algunos temas de las conferencias sobre Educación, en un intento de responder a la grave crisis financiera, económica y social que afecta a nuestro mundo. La preocupación por responder a las preguntas relativas a la gestión del planeta, es decir, de la ciudad, se extiende también al gobierno de los océanos.

A propósito de esto, en su última encíclica Caritas in veritate, el Santo Padre insiste en la importancia de los valores morales en los que se debe basar el análisis de la globalización. Él cree que "la globalización requiere ciertamente de una autoridad, ya que se trata el problema del bien común debe llevarse a cabo en conjunto; sin embargo, esta autoridad debe ser ejercida de forma subsidiaria y poliárquica para, por un lado, lo atentar contra la libertad, y por otro, ser concretamente eficaz” (Cf. n. 57).

Permítanme presentarles una reflexión sobre los principios fundamentales que apoyan todo el proyecto de la UNESCO. Es posible destacar tres: la verdad, la cultura y la ciudad. Semejante reflexión puede ser útil para todas las iniciativas de las que la UNESCO es patrocinador o socio.

¿Qué relación existe entre estas tres dimensiones - la verdad, la cultura y la ciudad? La cultura sirve como término medio, como vínculo entre la verdad y la ciudad. Por una parte, permite a los hombres vivir juntos y pone los cimientos a ese mismo "vivir juntos". De hecho, no hay comunidad humana sin cultura, ni cultura sin comunidad humana – por tanto sin ciudad. Por otro lado, las culturas merecerían sólo la atención de los etnólogos si no tuviesen lo que llamamos "valores", o mejor dicho, verdades. Se trata por tanto de verdades sobre el hombre, sobre el conjunto de los hombres, y por tanto sobre la ciudad.

“La complejidad y la gravedad de la situación económica actual, escribía también Benedicto XVI en la misma encíclica, nos preocupan justamente, pero debemos asumir con realismo, confianza y esperanza las nuevas responsabilidades a las que nos llama la situación de un mundo que necesita renovarse en profundidad al nivel cultural y redescubrir los valores de fondo sobre los cuales construir un futuro mejor” (n. 21).

Así es importante tomar conciencia de que la economía está al servicio del hombre. El hombre es un ciudadano y la ciudad es el lugar donde los hombres debaten sobre la verdad, el lugar donde a menudo lo encuentran o donde les es enseñada. La estabilidad económica es necesaria para favorecer este debate, pero la cultura – lo que griegos llamaban paideia, es decir el acceso del hombre a su plena humanidad – no es un lujo reservado solamente a las economías prósperas. Es al hombre y a la cultura a quienes la economía debe servir. Y, uno de los objetivos nobles de la UNESCO sería proclamarlo y promoverlo.

La cultura se encuentra por tanto en el lugar donde los hombres se preocupan por la verdad y la buscan. Sería posible evocar dos formas. La primera parece evidente: es la de la enseñanza, o de la educación, que la ciudad le debe prodigar a quienes la constituyen. La ciudad no puede fundarse en aproximaciones o errores colectivos. Si se considera educadora, necesariamente debe tratar al ciudadano como hombre, como persona razonable y respetable. La segunda forma que debe revestir el interés de la ciudad por la verdad, es la apertura del espíritu, que es una forma de la humildad porque acepta, a través de su disponibilidad, la riqueza del otro y de las otras culturas.

La Iglesia, por su parte, se interesó muy rápidamente por el desarrollo de las ciencias de forma particular. La teología medieval había abandonado el terreno que debían ocupar las ciencias. La primera academia científica que se fundó es la Academia Pontificia de las Ciencias. Fue creada en 1603. Entre "ciencia" y "humanidades", no debía haberse abierto una brecha, pero ciertamente lo hizo. Hablamos corrientemente y demasiado a menudo de cultura, en general, y de cultura científica, en particular, como de dos realidades separadas o indiferentes una a la otra, incluso opuestas. Convendría pues llenar esta fosa poco a poco.

La ciudad es una realidad natural y le incumbe reunir a las culturas. Éstas no merecen, sin embargo, ser llamadas así a menos que acepten ser inspiradas y fundadas sobre el respeto al hombre.

¿Qué es el hombre? Esta es una pregunta vasta y compleja a la que toda cultura verdaderamente humana debe someterse y a la que debe responder. La respuesta a esta pregunta será digna de tener en cuenta sólo si trasciende todas las barreras culturales sin ignorarlas. La verdadera respuesta no puede ser otra que el hombre en su verdad. Esta verdad, que siempre hay que redescubrir, es una realidad posible. Por ejemplo, somos seres humanos porque hemos tenido derecho a nacer. Esta realidad crea por sí misma otros derechos. Evitemos, pues, hablar de estos derechos sin ser conscientes y sin hacer referencia al hecho que están enraizados en el respeto profundo al hombre total, desde su concepción hasta su muerte naturales. Una cultura puede considerarse noble sólo en base a su capacidad para aprehender al hombre en su verdad y para reconocerle los derechos vinculados a la verdad de su ser. Sin olvidar que, como dice el Papa Benedicto XVI, “el hombre va siempre más allá de lo que ve o percibe a través de la experiencia. Descuidar el interrogante sobre el ser del hombre conduce inevitablemente a rechazar la búsqueda de la verdad objetiva sobre el ser en su integridad y, de hecho, a no ser ya capaz de reconocer el fundamento sobre el que se basa la dignidad del hombre, de todo hombre” (Discurso a los participantes en el congreso interacadémico promovido por la Academia de las Ciencias de París y por la Pontificia Academia de las Ciencias, Sala de los Papas, 28 de enero de 2008).

Busquemos, pues, que cada cultura no se encierre en sí misma, como si estuviéramos ante una entidad autónoma y autosuficiente. Si nuestra institución, la UNESCO, tiene sentido, es precisamente el de manifestar no solamente que los hombres cultivados pueden conversar juntos – como seguramente ya hacemos – sino también y sobre todo hacer comprender que cada cultura vive siempre en interacción con otras culturas, y que “la” cultura es un acontecimiento más que un hecho establecido y adquirido.

Somos conscientes no solamente de que las grandes culturas tienen un valor universal, sino también de que éstas dialogan entre sí en los diferentes campos en los que se encuentran y se complementan. Las culturas se reavivan, poco a poco, cuando aceptan una interpenetración recíproca basada en el respeto de una hacia otra, y sobre todo en el respeto del hombre, que es señor y sujeto de la cultura. Yendo más allá, es posible decir que la interculturalidad existe ya, pero que es un deber que debe realizarse en mayor medida. La interculturalidad es auténtica sólo si permite al porvenir ser fiel a su pasado, a lo mejor de éste, para intentar construir un futuro positivo para el hombre y para la “ciudad”.

La UNESCO podrá quizás insistir en mayor medida en su papel de agencia “pensante” dentro del sistema de las Naciones Unidas y reforzar así los medios y los instrumentos que tiene para ser un verdadero “laboratorio de ideas” abierto a la contribución de todos. En este sentido es necesario reconocer, es más, incluso redescubrir, la utilidad y la necesidad de la reflexión filosófica, por desgracia considerada demasiado a menudo como la más inútil de las disciplinas porque es la más libre de los intereses particulares y de parte. Es en cambio una disciplina útil e indispensable porque está particularmente al servicio del hombre, y por tanto al del bien de toda la humanidad, de la “ciudad”. Promoviendo todo lo que contribuye a hacer crecer la dignidad del hombre, de su mente y de su inteligencia, la UNESCO será fiel a su vocación y a su alta misión.

¡Gracias por vuestra atención!

[Traducción del original francés por Inma Álvarez]


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Entrevista a Mons. García en la que da detalles de la Misa de Niños.
Buenos Aires, 22 Oct. 09 (
AICA)


Los niños no deben esperar a ser grandes para vivir la fe 

El obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario de Pastoral, monseñor Eduardo Horacio García, destacó la importancia de la Misa Arquidiocesana de Niños dentro de los objetivos del trabajo pastoral. 

         El prelado insistió en destacar que los niños “son un cuerpo social, no son futuro, son presente que hoy Dios nos confía para que los ayudemos a que desplieguen todo su potencial de vida y de fe, para que aporten a la vida de la Iglesia todo lo que sólo ellos pueden brindarle: espontaneidad, frescura, alegría, simplicidad, ternura”.

La entrevista

--¿Cómo nació esta idea de hacer una Misa de Niños en un estadio deportivo?
     Primero me gustaría aclarar que la idea madre no fue celebrar la Misa en un estadio deportivo. La idea inicial, en el año 1987, fue la de realizar un acto en el cual el arzobispo reuniera a todos los chicos de Buenos Aires para celebrar junto con ellos la Eucaristía. La cantidad de chicos, que fue aumentando, hizo que tuviéramos que buscar un lugar apropiado para recibirlos y pudieran celebrar cómodamente en un clima de fiesta y alegría. Si bien celebramos en un estadio, el estadio pasa a ser en ese momento un templo.

--Hace cuánto que se realiza y qué se espera de un encuentro de estas características.
     Como antes les mencioné, esta propuesta de modo masivo surge en 1987 al tratar de dar a los chicos un espacio y un lugar diferente dentro de la Iglesia. No son el furgón de cola, ni los que deben esperar a ser grandes para poder vivir la fe y celebrarla. Son un cuerpo social, no son futuro, son presente que hoy Dios nos confía para que los ayudemos a que desplieguen todo su potencial de vida y de fe, para que aporten a la vida de la Iglesia todo lo que sólo ellos pueden brindarle: espontaneidad, frescura, alegría, simplicidad, ternura.
     Los niños, por naturaleza, son activos, vitales, alegres, explosivos, espontáneos. Jesús confía muchísimo en los niños, porque sabe que consiguen lo que se proponen. Cristo los pone en medio y los acaricia porque son débiles, confiados y receptivos. También porque encarnan los valores evangélicos esenciales.

     Esta misa se encuadra dentro de los objetivos del trabajo pastoral con niños dentro de la arquidiócesis:
     Que se identifiquen plenamente con Jesucristo porque los chicos buscan modelos de identificación y tienen una capacidad muy grande para proyectar sus ideales en aquellas personas que encarnan valores positivos.
     Que crezcan en la oración y en la celebración festiva de la fe. Los niños tienen una capacidad muy grande para el encuentro con Dios. Hay que permitirles y ayudarlos a crecer según el estilo propio con el que pueden hacerlo de acuerdo a su edad y etapa del desarrollo de su fe.
     Que descubran su pertenencia a la lglesia y la experimenten de una manera viva. Los niños son parte importante de la Iglesia y tienen que reconocer el lugar que ocupan; son un cuerpo vivo dentro del pueblo de Dios y deben aportar toda la riqueza que tienen.
     Que despierten a una conciencia misionera. Los niños son expresivos y espontáneos; su misma manera de vivir la fe, unida al incentivo necesario los hacen alegres transmisores de la Buena Noticia.
     Que vivan su compromiso cristiano desde una actitud solidaria. Los niños poseen una sensibilidad muy grande hacia las necesidades de los demás. Están en la edad propicia para unir la fe con las obras.

--¿Quiénes trabajan para esta Misa y qué se le fue sumando cada año como ingredientes renovadores? 
     Fundamentalmente el equipo de la Vicaría de Pastoral para Niños junto con todos los dirigentes, catequistas y animadores que se quieren sumar a esta propuesta. Los elementos que se fueron sumando a lo largo de los años han sido los que la misma naturaleza de los chicos fue reclamando para permitir que sea un canal de su propia religiosidad a partir de los elementos que pertenecen al mundo infantil: el juego, la expresión física, la música, el baile, el color, la fantasía, el cuento.

--¿Qué lugar ocupa la solidaridad en la preparación previa y en la misa propiamente dicha?
     Un lugar preponderante dado que necesitamos crear la conciencia de que la mesa de la Eucaristía y la mesa de la Vida están servidas para todos y nadie puede estar sin lo necesario para poder compartirla. La fe se manifiesta en las obras.

--¿Qué les dice a quienes nunca participaron de este encuentro eucarístico?
     Lo que Jesús decía: "Vengan y vean...". Y la misa, como en el Evangelio del llamado a estos discípulos, es también a las cuatro de la tarde.

--¿Quién es Santa Teresita en el corazón de Buenos Aires para los niños?
Es la patrona de los chicos, aquella que desde su más tierna infancia amó a Jesús con su corazón de niña y nos muestra un camino sencillo para seguirlo: el dejarse amar por Jesús, el dejar que lo haga todo y nosotros simplemente poner nuestra disponibilidad para que Él obre, el no buscar grandes cosas sino las pequeñas pero hechas con gran amor.

--¿Qué significa para el cardenal Bergoglio estar cerca de los niños y compartir con ellos ese diálogo tan fraterno que se da durante la homilía?
     No se queden con mi opinión: vengan, vivan la Misa y escúchenlo.+


Publicado por verdenaranja @ 22:51  | Entrevistas
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Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia para el vigésimo noveno domingo durante el año. (AICA)
(18 de octubre 2009)



“El que quiera ser el primero,
que se haga servidor”
 

I. “Concédenos sentarnos uno a tu derecha…”

1. Entre la lectura del Evangelio de este domingo (Mc 10,35-45) y la del domingo pasado (10,17-30), se inserta el tercer anuncio de Jesús sobre su muerte en cruz (10,32-34). Los dos primeros anuncios han sido leídos y fueron objeto de reflexión en domingos recientes. El tercero, si bien su lectura se omite, se continúa con la escena que leemos hoy, y que muestra cuán lejos del espíritu de Jesús estaban sus discípulos: “Reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que iba a suceder… Santiago y Juan… se acercaron y le dijeron:… ‘Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria” (Mc 10,32.35.37).

2. Como les digo siempre a Uds., la escena evangélica no es una simple anécdota de un hecho acaecido en el pasado, sino “Evangelio”; o sea un anuncio de salvación para nosotros que la leemos en el presente. Y, por tanto, nos está indicando que miremos a nuestro corazón y a nuestra comunidad si no estarían poseídos por una ambición semejante a la de los discípulos de Jesús.

II. La ambición de dominar en la Iglesia

3. Puede sonar extraño hablar de “ambición” en los cristianos, una de cuyas características es la humildad de Jesús Nazaret. Pero el Evangelio no se calla. Es cierto que, de ordinario, en nuestra Iglesia no existe el tipo de ambición que en otros tiempos se llamó la “carrera eclesiástica”. Mal negocio es hoy “hacerse cura” para adquirir fama o tener dinero. Pero entre los pliegues del corazón, ¿hay algún rincón donde se refugia la ambición que nos impide identificarnos con Jesús, el cual “se humilló hasta aceptar la muerte de cruz” (Flp 2,8)?

4. La pregunta hemos de hacérnosla a todos los niveles. De “iglesia doméstica” o familia. ¿Por qué tantas desavenencias en ella sino por la ambición de unos miembros sobre los otros?

Hemos de hacérnosla a nivel de la iglesia que frecuentamos, en sus diversas concreciones: parroquia, colegio católico, asociación apostólica, movimiento de espiritualidad, comunidad religiosa. ¿No se da, a veces, entre sus miembros una competencia mundana, que no es la competencia que aconsejaba San Pablo por amar más (Rom 13,8)? La competencia mundana lleva a la división, como sucedió entre los Apóstoles: “Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos” (Mc 10,41). La competencia dividió a los cristianos de Corinto, evangelizados por San Pablo: “Los celos y discordias que hay entre ustedes, ¿no prueban acaso, que todavía son carnales y se comportan de manera puramente humana?” (1 Co 3,3).

5. La pregunta hemos de hacérnosla también a nivel interparroquial, diocesano, y nacional. “Navega mar adentro”, documento del Episcopado que traza las orientaciones pastorales para el presente decenio, afirma: “La consulta a las Iglesias particulares y comunidades cristianas nos advierte que, por momentos, se vive en el seno de nuestras comunidades una cierta incapacidad para trabajar unidos, que a veces se convierte en una verdadera disgregación” (n° 46). La denuncia es grave. Tiene que llevarnos a examinar con humildad nuestras conductas intra e intereclesiales. Pues mal podríamos señalar a la comunidad civil las ambiciones que la carcomen e impiden ser una Patria de hermanos, si los cristianos que la habitamos no comenzamos por dar el ejemplo en la vida eclesial.

6. Una forma de ambición eclesial es el excesivo personalismo, que se manifiesta en la imposición de criterios pastorales sujetivos. Se oye con frecuencia la queja de que “faltan criterios pastorales comunes entre las parroquias”, o entre las diócesis. A decir verdad, criterios pastorales comunes sobran. Están todas las normas litúrgicas y canónicas de la Iglesia universal. Están, además, las normas del Episcopado y las del propio Obispo. Pero reconozcamos que éstas son descuidadas muchas veces, y hasta despreciadas, para imponer, en cambio, normas de propia invención. Con lo cual sufre desmedro la comunión de la Iglesia, y los fieles se desconciertan. Por ejemplo: “¿Cómo? En tal Parroquia me dijeron que para el bautismo de mi nene debía hacer así y así. Pero en esta otra me dicen que debo hacer asá y asá”. Lo mismo vale de la catequesis de comunión y de confirmación. Y del trámite previo al matrimonio religioso.

¿No es tiempo ya de que lo que dicen los documentos episcopales sobre la necesidad de comunión eclesial sea vivido en serio por todos?

III. “Los gobernantes dominan a las naciones”

7. La conducta ambiciosa de los discípulos le recordó a Jesús la que tienen los grandes de este mundo: “Aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad” (Mc 10,42).

8. Si miramos el curso de la historia, constatamos que, desde los tiempos de Jesús, el estilo prepotente de la autoridad civil no ha cambiado mucho. Y ello, favorecido por una concepción errada de la misma, y por la actitud pasiva de pueblos poco evolucionados políticamente que aceptan ser sojuzgados por ella. Es verdad que la república y la democracia han venido a poner freno al absolutismo de los reyes. Pero no es menos cierto que aún en la república han surgido dictadores terribles, que han arrastrado a sus pueblos a grandes desastres. Baste recordar al Tercer Reich con Hitler, y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con Stalin. Y, entre nosotros, la Junta Militar. Desde esos extremos, los pueblos han sufrido y sufren una gama enorme de gobiernos prepotentes, pero se inspiran en ellos para su forma de ser.

IV. La Argentina enferma en su idiosincrasia

9. En mis casi ochenta años: he visto a la Argentina descender peldaño a peldaño hasta llegar al fondo del valle la cultura política en que hoy nos encontramos. Hace sesenta años, cuando viajé a Roma para concluir los estudios eclesiásticos, me fui con la imagen de la Argentina pujante que me había inculcado la escuela primaria, y que se había potenciado con el fervor nacionalista de los años 40. Pero ya en el tren, de Génova a Roma, tuve el primer toque de atención. En el asiento detrás del mío venían unos italianos que regresaban de la Argentina y murmuraban: “La Argentina no es lo que esperábamos; mejor volver a casa”. Lo cual me enfureció. Pero lo que entonces me enfureció, se fue concretando ante mis ojos año tras año como una triste realidad. Y hoy ya no son italianos los que se vuelven, sino hijos de esta tierra que emigran. Y no los más necesitados, sino los mejor formados. ¿Por qué?

10. Las razones son muchas. Y algunas muy justas. Pero ¿no hay algo en la idiosincrasia argentina que enrarece el ambiente y lo priva de la libertad necesaria para vivir? ¿Y que por ello hay gente que busca otros aires? Sí. Y aunque duela, me animo a ponerle nombre: “prepotencia”. Pues, si no se le pone, la enfermedad que padecemos no puede ser diagnosticada ni curada. Y seguiremos descendiendo peldaños, hasta llegar a ser una nación aun más insignificante que hoy en el concierto internacional.

11. Prepotencia en la calle, donde no se respetan las normas de tránsito. Y en los piquetes, que impiden alevosamente la libre circulación. Prepotencia en el supermercado, donde Dios te libre de tener que hacer un reclamo por un aparato que compraste. Nunca podrás hablar con el gerente. Y con suerte te devolverán el dinero seis meses después. Prepotencia, en el deporte. Uds. pueden poner nombres mejor que yo. Prepotencia en el mundo sindical. Prepotencia en los partidos políticos, en los cuales despunta con frecuencia la tentación totalitaria. En vez de verse como un partido o “parte” del todo social, presumen ser el “todo” y ahogan a las minorías. Prepotencia en los elegidos por el pueblo para ser sus representantes. Prepotencia en las autoridades municipales, provinciales y nacionales.

V. Terapia para curar la prepotencia

12. La enfermedad es grave. No se la puede curar de golpe. Necesita de un largo tratamiento. Para ello es necesario adoptar políticas que favorezcan la terapia del alma nacional. Pero sin esperar a que otros se hagan cargo de la terapia, comencemos por la propia casa.

Primero, la educación en la familia. Allí debe plantarse la semilla de la humildad. Sin ella, es imposible la bondad, la búsqueda del bien común, la paciencia por las deficiencias del prójimo y el sano orgullo nacional. La humildad no es debilidad. Es fortaleza, como la del jovencito David frente al gigante Goliat. Cuando no se cultiva la humildad, aflora el tipo “gallito”, que pretende tener siempre la razón, y, aunque atropelle y parezca vencer, va hacia un fracaso seguro.

Segundo, hemos de revisar la catequesis parroquial y la enseñanza de la religión en las escuelas católicas. ¿Cuál es el ideal de autoridad y de ciudadano que trasmitimos?

Tercero, en cuanto a la doctrina social de la Iglesia que enseñamos: ¿trasmitimos una visión integral de los derechos del ciudadano, que incluye los correspondientes deberes? Igualmente, la noción de autoridad: ¿enseñamos que ésta viene de Dios, y por ello debe ser respetada y obedecida? ¿Enseñamos, a la vez, que ésta debe ser resistida democráticamente cuando pretende establecerse como instancia absoluta, que desplaza a Dios con leyes perversas, o con prepotencia se pone por encima del bien común? ¿Enseñamos que el cristiano debe orar por la autoridad, para que cumpla su misión y venza la tentación de la prepotencia que la acecha?

VI. “El que quiera ser grande, que se haga servidor”

13. Sin humildad, los argentinos podríamos discursear mucho sobre el Bicentenario el año que viene. Pero todo sería vana palabrería. El principio que nos enseñó Jesús, y que es válido en la Iglesia, es válido también en la sociedad civil: “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Mc 10,43-45).

Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia


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Martes, 27 de octubre de 2009

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Boletín 354 

El 4 de octubre, a las 17:00 horas, en la Sede Catedralicia, en La Laguna, habrá ordenaciones de presbíteros y diáconos. Así,  Federico Armas será ordenado diácono. Además, ese mismo día, Rubén Herrera y Víctor Manuel Fernández, serán ordenados presbíteros. 

Todas las parroquias de  La Palma destinarán la colecta de las misas del fin de semana próximo, 3 y 4 de octubre, a ayudar a los damnificados del incendio acaecido en los municipios de Mazo y Fuencaliente el pasado verano.  

Por otro lado, esta semana se celebró la fiesta en honor al patrón de La Palma, San Miguel Arcángel. La eucaristía en la parroquia de Tazacorte estuvo presidida por Víctor  Álvarez. En el transcurso de la misa se procedió a la ofrenda al patrón por parte de la presidenta del Cabildo Insular, Guadalupe González Taño, quien hizo una exposición de la situación en la que se encuentra la isla y pidió ayuda a San Miguel para afrontar los retos del futuro.

El Obispo ha nombrado nuevos miembros del Cabildo de Canónigos  a los sacerdotes: Domingo Navarro, Daniel Padilla y Juan Pedro Rivero.  

Continúa desplegándose por la diócesis una amplia oferta de formación para catequistas. En este sentido, la parroquia de El Pilar, en Santa Cruz de Tenerife, acogerá los días 1 y 2 de octubre, un curso titulado “Nuevo Paradigma de la Catequesis” destinado a catequistas y dirigido por el Claretiano, Antonio J. Pérez. El horario del mismo será de 18:00 a 19:00 horas. Además, esta semana, en Tacoronte, se han desarrollado los ya tradicionales cuatro cursillos de verano promovidos por la coordinadora de catequesis del citado arciprestazgo.  

La apertura del Curso Académico 2009/2010 del Seminario y del Instituto Superior de Teología tendrá lugar el 2 de octubre, a las 19:00 horas, en el Seminario Diocesano. El acto comenzará con la celebración de la Eucaristía votiva del Espíritu Santo, presidida por el Obispo. Posteriormente se desarrollará la sesión académica. 

La lección inaugural será dictada por el profesor Jesús Gil Agüín con el título: “Derecho y Teología: Ministerio y Carisma en el Año Sacerdotal”. 

El próximo jueves día 8 en el Seminario, será presentado a los catequistas y al resto de agentes de pastoral de la zona metropolitana, el curso pastoral vigente cuyo objetivo preferente es la Iniciación Cristiana. 

Por otro lado, el ISTIC ha puesto en marcha nuevamente la Escuela Diocesana de Pastoral. Se trata de una herramienta de formación básica en la fe que no requiere titulación académica previa para poder matricularse. Dicha escuela oferta varias especialidades como por ejemplo: Catequesis, Liturgia, Pastoral Juvenil, Matrimonio y Familia, Pastoral Sanitaria, Medios de Comunicación, etc. 

Creer en la victoria de lo imposible. Así definió en Puerto de la Cruz Gracia Zárate, delegada de Manos Unidas en Tenerife, el espíritu que desde hace 50 años reúne a muchas personas unidas en el objetivo de erradicar el hambre en el mundo. Zárate presentó la exposición itinerante con motivo de este medio siglo de historia que llega al antiguo convento de Santo Domingo. La exposición, que permanecerá en el municipio hasta el 12 de octubre. A ese respecto, Pedro Domínguez apuntó que en estos momentos la delegación de Manos Unidas en el Norte de la Isla desarrolla el proyecto de crear una escuela para niños de entre 3 y 6 años en Burkina Faso. 

El alcalde de Arona y el director del Archivo Histórico Diocesano, han firmado un convenio de colaboración que permitirá la elaboración de una base informática de los índices de bautismos entre 1838 y 1849 de la parroquia de S. Antonio Abad.  

El lunes 5 de octubre los gomeros celebrarán la fiesta de su patrona insular, Nuestra Señora de Guadalupe. Se da la circunstancia de que la imagen de la gomerita de Puntallana continúa en el templo capitalino de la Asunción por las obras que se desarrollan en su Santuario. El Vicario General, Antonio Pérez, presidirá la celebración central del día de la patrona de La Gomera. Previamente, tres jóvenes sacerdotes gomeros habrán presidido el Triduo en honor de la Virgen.  

También el lunes, Arona celebra el día central de las fiestas en honor del Cristo de la Salud. En dicha jornada se celebrarán tres eucaristías, a las 11.30, 5 y 8 de la tarde.  

La Formación Permanente del Clero comienza el miércoles, 7 de Octubre, a las diez en punto. Las ponencias serán emitidas, a través de internet, para que los sacerdotes de La Palma, La Gomera y El Hierro puedan ver y escuchar, simultáneamente, las mismas desde las citadas islas. En cuanto a las ponencias que se van a pronunciar son dos: “La Palabra que explica la vida” por Joaquín Herba Meizoso. Y “la Palabra de Dios como fundamento de la vida de la Iglesia”, por Víctor Álvarez. 

Esta semana se han reunido las permanentes de los consejos diocesanos de pastoral y presbiteral. Por otro lado, este sábado se realiza el primer Consejo Diocesano de Cáritas del presente curso. 

Más de 500 organizaciones se han sumado a las críticas de Cáritas, Comisión Española de Ayuda al refugiado y la Red Acoge respecto a la reforma de la Ley de Extranjería y comparten las objeciones a un proyecto que, según denuncian, “pone en riesgo el futuro de inclusión, limita seriamente los derechos fundamentales de los migrantes y supone un retroceso en la construcción de un verdadero espacio de libertad, justicia y convivencia”. 

Desde el día 27 de septiembre se viene desarrollando en la localidad francesa de Ars, un encuentro-retiro espiritual que durará hasta el 3 de octubre, en el que participan cerca de 1000 sacerdotes venidos de todo el mundo. El retiro está siendo predicado por el Cardenal Christoph Schönborn, Arzobispo de Viena, Austria. Cinco sacerdotes de la diócesis participan en el mismo.  

El próximo día 3 de octubre, será la reapertura de la iglesia de Valle Tabares, en el municipio de La Laguna. Dicho acto, que comenzará a las 12:30 Horas, estará presidido por el Obispo. 

El domingo 11 es el Día de la Catequesis. El mismo se celebra, este año, bajo el lema “Nacer a la fe”. En dicha jornada, además, se realiza en todas las comunidades parroquiales el llamado “envío” de los catequistas.  

Del 6 al 11 de octubre, la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Santísima de la Esperanza Macarena, celebrará su 50 Aniversario. La parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción, en Santa Cruz de Tenerife, será el templo que acoja los diferentes actos para conmemorar estas bodas de oro. El obispo, Bernardo Álvarez, predicará el Triduo Solemne, a las 19:30 horas, los días 8, 9 y 10 de octubre. 

Desde el 19 de junio de 2009 hasta el 19 de junio de 2010 celebramos en toda la Iglesia un Año Sacerdotal especial, proclamado en honor de San Juan María Vianney, cura de Ars. Por tal motivo, los cristianos que lo deseen pueden conseguir indulgencia  en las siguientes fechas: Misa Crismal, 30 de marzo, Jueves Santo, 1 de abril, San Juan de Ávila, 10 de mayo y Jesucristo Sumo y Eterno sacerdote, 27 de mayo. 

Los días 10,11 y 12 de octubre tendrá lugar la XVII Asamblea Regional de la Renovación Carismática Católica Canaria bajo el lema “Pondrán las manos sobre los enfermos y se sanarán”. Dicha asamblea se desarrollará en el Parque San Francisco, en el Puerto de la Cruz.

El Auto Sacramental de los Reyes Magos de Tejina, una de las celebraciones más importante de la Navidad lagunera, recibirá el próximo día 22 de octubre en Granada su primer gran reconocimiento de carácter nacional. El Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (Cicop) concederá a los responsables de este espectáculo, así como al Ayuntamiento de La Laguna, el Premio Cicop Canarias 2008, "por su defensa y conservación de los valores intangibles del pueblo canario a través de su arte, de sus tradiciones y por la conservación de su legado histórico más universal. 


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Boletín 356 

El domingo se celebra el Día Mundial de la Propagación de la Fe (DOMUND) bajo el lema “La Palabra, Luz para los Pueblos”. Se trata de una jornada que nos invita a valorar a los misioneros como ministros de la Palabra que ilumina a todos los pueblos y a promover entre los cristianos una sensibilidad y predilección hacia los más pobres y necesitados. 

En este sentido, el sábado, a partir de las 20:00 horas, la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en santa Cruz, celebrará la “Vigilia de la luz”, con motivo de la jornada del DOMUND que se desarrollará el próximo domingo bajo el lema “La palabra, luz para los pueblos”. 

Este viernes se inaugura oficialmente el curso en la residencia sacerdotal Santo Tomás Aquino con la ponencia del profesor de Ingeniería y doctor por la ULL, Santiago Torres Álvarez, titulada “Regulador de Watt a Da Vinci. Evolución y nuevos retos de la automática”. 

Este sábado es el Día Internacional de la erradicación de la pobreza. La combinación de la crisis económica con la crisis alimentaria ha provocado que la cifra de hambrientos en el mundo haya alcanzado los 1.020 millones de personas. En un solo año, el número de personas amenazadas por el hambre ha pasado de 963 a 1.020 millones, lo que supone un 9% más, en su mayoría mujeres y niños que sobreviven con menos de un dólar al día. 

Once conciertos en Tenerife, Gran Canaria y La Palma, componen la nueva oferta de Ars Organorum, que se desarrollará  a partir del 19 de octubre en distintos templos de las islas.  

La figura de los “mayordomos tinerfeños de Nuestra Señora del Pino de Teror” y el retrato del “Obispo fray Valentín Morán”, fueron los temas analizados por el sacerdote e historiador Julio Sánchez en su conferencia de ingreso en el Instituto de Estudios Canarios.

La Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias han organizado un curso titulado: “La literatura judía intertestamentaria. Documentos de Qumram y otros textos” que se desarrollará del 27 al 30 de octubre, en el Aulario de Guajara. El director de estas jornadas será José González Luis, profesor titular de Filología Latina de la Universidad de La Laguna. 

Ha sido inaugurado y bendecido por el obispo el nuevo templo de la Inmaculada Concepción de Roque Faro en Garafía, isla de La Palma. En la puesta en marcha de este templo han colaborado el Cabildo Insular de La Palma, el Ayuntamiento de Garafía y la comunidad de vecinos del barrio. 

El pasado 12 de octubre, en la zona de Las Cucharas, en La Guancha, tuvo lugar el acto de inauguración de la ermita de San Lucas y Santa Dorotea. El acto estuvo presidido por el Obispo Nivariense. La nueva ermita cuenta con una superficie total construida de 129,05 metros cuadrados y se localiza en la calle Los Tilos. El presupuesto total de la obra ronda los 118.000 euros. 

Recientemente, tuvo lugar en La Laguna, el acto de homenaje a Mateo Arvelo González, profesor del Colegio Los Hermanos, en el que se rotuló con el nombre de “Hermano Mateo”, la calle hasta hace poco denominada “prolongación de la Higuera. De esta forma, este maestro lagunero de 90 años ha visto premiados sus muchos años dedicados a los demás. Conocido como el Hermano Mateo, pese a que no llegó nunca a ordenarse sacerdote, este ciudadano con más de 40 años de experiencia docente a sus espaldas en el colegio de los Hermanos de La Sa­lle, se ha ganado el corazón de su municipio. 

Inmaculada Rodríguez Torné, dirige en los salones parroquiales de Añaza un curso titulado: “la gran aventura Bíblica”. El mismo está promovido por el arciprestazgo de Taco y se desarrollará entre el 22 y el 25 de octubre, en horario de cinco de la tarde a nueve de la noche. 

El próximo sábado, 31 de octubre, a las 19:00 horas, tendrá lugar la bendición de la iglesia de la Cruz del Señor en El Granel, en Puntallana, presidida por el obispo, Bernardo Álvarez. 

El próximo viernes, 30 de octubre, a las 20 horas, en el salón de plenos del ayuntamiento de los Realejos recibirá el título de hijo adoptivo de esta villa el sacerdote Antonio Hernández Oliva, párroco del apóstol Santiago y Nuestra Señora de los Dolores de este municipio.  

Cáritas a través de su proyecto “Comercio Justo” convoca el segundo concurso de postales de navidad. La postal ganadora será con la que Cáritas Diocesana felicite la navidad de 2009. 

Centenares de devotos participaron en la procesión de Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Esperanza Macarena, que, tras la eucaristía que presidió el obispo de la Diócesis, Bernardo Álvarez, en la parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción, recorrió las calles del casco histórico de la capital tinerfeña. 

El lunes, 19 de octubre, a las 20:00 horas, tendrá lugar el acto de inicio de curso de “Comunión y Liberación”, en el hotel Silken Atlántida, en Santa Cruz de Tenerife. Este año, se ha querido contar con la presencia del escritor y periodista, columnista del Irish Times, John Waters, el cual compartirá con los asistentes su testimonio de fe. 

El periódico “La Opinión”, en su edición del 11 de octubre de 2009, ha publicado un reportaje sobre Inmaculada Cabrera Rodríguez, una religiosa canaria que ha decidido dedicar su vida a ayudar a las personas necesitadas y que trabaja de enfermera y comadrona en un hospital de Malawi, en el sureste de África. Inmaculada reside en Malawi "desde el año 1984 y trabajo en el hospital de la misión católica en Kapiri", que gestiona la congregación de Carmelitas Misioneras, una orden que trabaja en 39 países del mundo y, sobre todo, en las zonas más pobres. Dicha misión está en zona completamente rural, a 135 kilómetros de la capital del país (Lilongwe) y ubicada en el oeste de la región central de Malawi. Esta canaria explica que el hospital de esta misión atiende un área extensa de unos 70.000 habitantes, pese a que las comunicaciones con los poblados son muy malas y los caminos empeoran en la época de lluvias, aunque las carreteras que enlazan con las dos ciudades si están bien todo el año. 

Un año después del incendio de Santa Rita I, continúa la campaña para recaudar los dos millones de euros necesarios para poner a punto este centro de acogida de ancianos. El padre Antonio pretende inaugurar el nuevo Santa Rita I el próximo día 13 de diciembre, "para que los mayores puedan pasar ya la Navidad en su nuevo hogar, después de tanto sufrimiento". Este edificio llevará el nombre de Fray Leopoldo de Alpandeire. 

Buenavista del Norte celebra ya sus fiestas patronales en honor de la Virgen de Los Remedios. Tras la bajada de la virgen, el pasado domingo, el municipio celebrará este viernes la cabalgata anunciadora y la lectura del pregón, a cargo del periodista Miguel Luis Tejera Jordán. 

Dentro de los actos culturales por el I Centenario de Chinyero, tuvo lugar en la plaza de Tamaimo, en el municipio de Santiago del Teide, la presentación del libro “Ermita de Santiago, Libro de Mayordomos”. Una edición que pronto se distribuirá por las librerías del archipiélago. La autora de esta obra es la doctora en Historia del Arte y miembro del Instituto de Estudios Canarios, María Jesús Riquelme.  

La delegación diocesana de Familia y Vida ha hecho una invitación a participar en el Encuentro Diocesano de Familias que tendrá lugar el 22 de noviembre, en el colegio Padres Salesianos de La Orotava. La acogida de los participantes se realizará a las 10:00 horas. 

El próximo día 31 de octubre, los miembros de los consejos parroquiales de economía se reunirán en el Seminario Diocesano, de 10 a 13 horas, para presentar la campaña del “día de la Iglesia Diocesana. Entre otras cuestiones, se abordará el tema de la economía de la Iglesia en tiempo de crisis.

 


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Boletín 357 

La Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias han organizado un curso titulado: “La literatura judía intertestamentaria. Documentos de Qumram y otros textos” que se desarrollará del 27 al 30 de octubre, en el Aulario de Guajara. El director de estas jornadas será José González Luis, profesor titular de Filología Latina de la Universidad de La Laguna. 

Inmaculada Rodríguez Torné, dirige en los salones parroquiales de Añaza un curso titulado: “la gran aventura Bíblica”. El mismo está promovido por el arciprestazgo de Taco y se desarrollará entre el 22 y el 25 de octubre, en horario de cinco de la tarde a nueve de la noche.  

Asimismo, este sábado todos los agentes de pastoral del arciprestazgo de Taco tiene un encuentro en torno a la Lectio Divina en Añaza. 

El Vicario General, Antonio Pérez, y responsables de la delegación de enseñanza se han reunido con los sacerdotes profesores de religión católica en Tenerife. El encuentro sirvió para evaluar el trabajo que se viene realizando y analizar los retos existentes en este ámbito.  

Un buen número de agentes de pastoral del arciprestazgo de Güímar han asistido a la presentación del objetivo preferente del curso pastoral, esto es, la Iniciación Cristiana. Ahora, una reunión similar se desarrollará para los arciprestazgos de Granadilla e Isora. 

Distintos consejos de pastoral arciprestales se han reunido estos días para culminar la programación pastoral del presente curso. Así ha ocurrido, por ejemplo, en El Hierro y La Gomera. 

Por cierto, los próximos consejos presbiteral y pastoral de la diócesis abordarán, en sus primeras reuniones del curso, las cuestiones de la  concreción en la diócesis del directorio para la vida y el ministerio de los presbíteros y la misión. 

El grupo de Adoración Nocturna organiza, el próximo miércoles 28 de octubre, a las 20:00h, en la parroquia realejera de Santiago Apóstol, una vigilia de oración ante el santísimo para pedir por todos los sacerdotes del mundo, pero en especial por los de nuestra diócesis.  

Durante los días 22 y 23 de octubre, se desarrollará el encuentro del seminario de profesores que organiza el Instituto Superior de Teología, en la Casa Rural Don Leandro, ubicada en Las Lagunetas, La Esperanza. La presentación y dinamización de las jornadas correrá a cargo de la decana de la Facultad de Educación, la profesora Olga María Alegre de la Rosa. 

El Hospital de San Juan de Dios cuenta ya con un centro pionero en las islas que estará destinado a atender a discapacitados psíquicos con trastornos de conducta. El centro fue inaugurado con la presencia de diversas autoridades, como el superior de la Provincia Bética de la Orden de San Juan de Dios, José Luis Muñoz, el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, el subdelegado el Gobierno, José Antonio Batista, y el presidente del Cabildo, Ricardo Melchior. La nueva instalación cuenta con un total de 60 plazas para discapacitados psíquicos de las cuales 20 corresponden al centro de día y otras 40 son residenciales

El próximo sábado, 31 de octubre, a las 19:00 horas, tendrá lugar la bendición de la iglesia de la Cruz del Señor en El Granel, en Puntallana, presidida por el obispo, Bernardo Álvarez. Igualmente se inauguran oficialmente los nuevos salones pastorales de la parroquia de S. Juan del mismo municipio palmero. 

Cáritas Diocesana llevará a cabo en el Seminario Diocesano, el miércoles  21 de octubre, a las 10:00 horas, el acto de clausura de los cursos de formación pro-exclusión social “La Encimera”, “Hilo Directo” y “La Hortelana”. 

El próximo viernes, 30 de octubre, a las 20 horas, en el salón de plenos del ayuntamiento de los Realejos recibirá el título de hijo adoptivo de esta villa el sacerdote Antonio Hernández Oliva, párroco del apóstol Santiago y Nuestra Señora de los Dolores de este municipio.  

Cáritas a través de su proyecto “Comercio Justo” convoca el segundo concurso de postales de navidad. La postal ganadora será con la que Cáritas Diocesana felicite la navidad de 2009. 

La delegación diocesana de Familia y Vida ha hecho una invitación a participar en el Encuentro Diocesano de Familias que tendrá lugar el 22 de noviembre, en el colegio Padres Salesianos de La Orotava. La acogida de los participantes se realizará a las 10:00 horas. 

El próximo día 31 de octubre, los miembros de los consejos parroquiales de economía se reunirán en el Seminario Diocesano, de 10 a 13 horas, para presentar la campaña del “día de la Iglesia Diocesana. Entre otras cuestiones, se abordará el tema de la economía de la Iglesia en tiempo de crisis. 

Con motivo del 15º aniversario de la bendición del órgano y su mantenimiento, la parroquia de Nuestra Señora de la Merced, en El Médano, ha organizado para este sábado a las 21:00 horas un concierto de órgano en el que se interpretarán obras de Bach y Liszt, entre otros compositores. Además, el sábado 31 de octubre, a las 21:00 horas se desarrollará un nuevo concierto de órgano y orquesta. En el mismo se podrán escuchar obras de Wagner, Strauss o Van der Roost. 

El organista titular de la Catedral de la Almudena de Madrid, Roberto Fresco, ha abierto, en la iglesia de San Juan, en La Orotava, una nueva edición del ciclo «Ars Organorum», organizado por CajaCanarias en colaboración con la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel y los obispados del Archipiélago. El programa de esta primera audición aborda composiciones de distintos siglos. Además, se podrán escuchar también las variaciones «Wo gott zu haus nit gibt sein gunst», de Hugo Distler; la obra «Xacara», de Juan Bautista Cabanilles (1644-1712); el estreno de la composición «Introducción y allegro», del lanzaroteño Nino Díaz, y, para finalizar, la ejecución de la obra anónima del siglo XVII «Brabanschen ronden dans ofte brand». 

La parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el Toscal-Longuera ya cuenta con un blog en Internet: http://parroquiadeguadalupe.wordpress.com. Además, cada dos meses, está distribuyendo un boletín denominado "XAIPE".  

El viernes 23 de octubre, a las 20:00 horas, con ocasión de cumplirse 800 años de la fundación de la Orden Franciscana, presidirá la eucaristía en el Santuario del Cristo de La Laguna, el cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo.  

La Casa Diocesana de Espiritualidad de Santa Cruz de Tenerife, cuenta con nuevas fechas para realizar ejercicios espirituales destinados a laicos. La 1ª tanda tendrá lugar del 4 al 8 de diciembre y estará guiada por el sacerdote, Diego Carmelo Rodríguez. 

El día 30 de octubre, a las 21:00 horas, en la Cueva del Santo Hermano Pedro, en El Médano, tendrá lugar la IV Vigilia de la Esperanza. Se trata de una iniciativa que nos invita a rezar por las vocaciones a la vida religiosa. 

La Unión Eucarística Reparadora (UNER) se encuentra celebrando su centenario. El próximo miércoles, a las 17:00 horas los miembros de esta asociación católica iniciarán el curso en la Catedral de La Laguna con una eucaristía presidida por el obispo. Posteriormente, tendrá lugar la exposición del Santísimo. 

La Rondalla Lo Divino de Breña Alta presentará un disco recopilatorio de villancicos el 7 de noviembre, en homenaje al que fuera su director, Luis Manuel González León. El acto de presentación tendrá lugar en Breña Alta, a las 20.30 horas, en la parroquia de San Pedro Apóstol. El disco consta de trece villancicos, cinco de los cuales son creaciones del director ya fallecido, entre las que se encuentran Frío y Nieve, Gloria a Dios y Retrato de un niño, villancico ganador del concurso La Ciudad en navidad convocado por el Ayuntamiento de Santa Cruz de la Palma en Diciembre de 2006. 

Recientemente, la iglesia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife ha sido víctima de un robo. Concretamente los ladrones hurtaron una medalla de oro y un rosario de plata de la imagen de la Virgen de la Macarena. La medalla de oro es una pieza única en Tenerife, que fue adquirida en Sevilla hace más de una década. 

Radio ECCA ha comenzado durante este mes de octubre, en Marruecos una nueva edición del primer nivel del curso “Alfabetización en árabe para personas adultas”, fruto de la cooperación entre Radio ECCA y la Academia Regional de Educación y Formación del país alauita. Unas mil alumnas, entre las provincias de Añadir Ida Outanane, Chtouka Aït Baja e Inezgane Aït Melloul, están siguiendo actualmente las clases radiofónicas. 

Como viene siendo habitual desde hace 6 años, la Hermandad del Cristo de Los Dolores, de la parroquia de San Juan Bautista, en San Juan de la Rambla, celebró el pasado domingo, su fiesta con la eucaristía y la posterior procesión. En dicha celebración, los miembros de la cofradía recogieron alimentos con el fin de entregarlos a la Casa de Acogida de Jesús de Nazaret, en Icod de los Vinos. 


ZENIT   nos ofrece el texto completo de la catequesis pronunciada hoy por el Papa Benedicto XVI, el miércoles 21 de Octubre de 2009, durante la Audiencia General a los peregrinos procedentes de todo el mundo, en la Plaza de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas,

hoy quisiera hablar sobre san Bernardo de Claraval, llamado el “último de los Padres” de la Iglesia, porque en el siglo XII, una vez más, renovó e hizo presente la gran teología de los padres. No conocemos en detalle los años de su juventud; sabemos con todo que él nació en 1090 en Fontaines, en Francia, en una familia numerosa y discretamente acomodada. De jovencito, se prodigó en el estudio de las llamadas artes liberales – especialmente de la gramática, la retórica y la dialéctica – en la escuela de los Canónicos de la iglesia de Saint-Vorles, en Châtillon-sur-Seine, y maduró lentamente la decisión de entrar en la vida religiosa. En torno a los veinte años entró en Cîteaux (Císter, n.d.t.), una fundación monástica nueva, más ágil respecto de los antiguos y venerables monasterios de entonces y, al mismo tiempo, más rigurosa en la práctica de los consejos evangélicos. Algunos años más tarde, en 1115, Bernardo fue enviado por san Esteban Harding, tercer Abad del Císter, a fundar el monasterio de Claraval (Clairvaux). El joven abad, tenía sólo 25 años, pudo aquí afinar su propia concepción de la vida monástica, y empeñarse en traducirla en la práctica. Mirando la disciplina de otros monasterios, Bernardo reclamó con decisión la necesidad de una vida sobria y mesurada, tanto en la mesa como en la indumentaria y en los edificios monásticos, recomendando la sustentación y el cuidado de los pobres. Entretanto la comunidad de Claraval era cada vez en más numerosa, y multiplicaba sus fundaciones.

En esos mismos años, antes de 1130, Bernardo emprendió una vasta correspondencia con muchas personas, tanto importantes como de modestas condiciones sociales. A las muchas Cartas de este periodo hay que añadir los numerosos Sermones, como también Sentencias y Tratados. Siempre a esta época asciende la gran amistad de Bernardo con Guillermo, abad de Saint-Thierry, y con Guillermo de Champeaux, una de las figuras más importantes del siglo XII. Desde 1130 en adelante empezó a ocuparse de no pocos y graves cuestiones de la Santa Sede y de la Iglesia. Por este motivo tuvo que salir más a menudo de su monasterio, e incluso fuera de Francia. Fundó también algunos monasterios femeninos, y fue protagonista de un vivo epistolario con Pedro el Venerable, abad de Cluny, sobre el que hablé el pasado miércoles. Dirigió sobre todo sus escritos polémicos contra Abelardo, un gran pensador que inició una nueva forma de hacer teología, introduciendo sobre todo el método dialéctico-filosófico en la construcción del pensamiento teológico. Otro frente contra el que Bernardo luchó fue la herejía de los Cátaros, que despreciaban la materia y el cuerpo humano, despreciando, en consecuencia, al Creador. Él, en cambio, se sintió en el deber de defender a los judíos, condenando los cada vez más difundidos rebrotes de antisemitismo. Por este último aspecto de su acción apostólica, algunas decenas de años más tarde, Ephraim, rabino de Bonn, dedicó a Bernardo un vibrante homenaje. En ese mismo periodo el santo abad escribió sus obras más famosas, como los celebérrimos Sermones sobre el Cantar de los Cantares. En los últimos años de su vida – su muerte sobrevino en 1153 – Bernardo tuvo que limitar los viajes, aunque sin interrumpirlos del todo. Aprovechó para revisar definitivamente el conjunto de las Cartas, de los Sermones y de los Tratados. Merece mencionarse un libro bastante particular, que terminó precisamente en este periodo, en 1145, cuando un alumno suyo, Bernardo Pignatelli, fue elegido Papa con el nombre de Eugenio III. En esta circunstancia, Bernardo, en calidad de Padre espiritual, escribió a este hijo espiritual el texto De Consideratione, que contiene enseñanzas para poder ser un buen Papa. En este libro, que sigue siendo una lectura conveniente para los Papas de todos los tiempos, Bernardo no indica sólo como ser un buen Papa, sino que expresa también una profunda visión del misterio de la Iglesia y del misterio de Cristo, que se resuelve, al final, con la contemplación del misterio de Dios trino y uno: “”Debería proseguir aún la búsqueda de este Dios, que aún no ha sido bastante buscado”, escribe el santo abad “pero quizás se puede buscar y encontrar más fácilmente con la oración que con la discusión. Pongamos por tanto aquí término al libro, pero no a la búsqueda” (XIV, 32: PL 182, 808), a estar en camino hacia Dios.

Quisiera detenerme sólo en dos aspectos centrales de la rica doctrina de Bernardo: estos se refieren a Jesucristo y a María Santísima, su Madre. Su solicitud por la íntima y vital participación del cristiano en el amor de Dios en Jesucristo no trae orientaciones nuevas en el estatus científico de la teología. Pero, de forma más decidida que nunca, el abad de Claraval configura al teólogo con el contemplativo y el místico. Sólo Jesús – insiste Bernardo ante los complejos razonamientos dialécticos de su tiempo – solo Jesús es "miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón (mel in ore, in aure melos, in corde iubilum)". De aquí proviene el título, que se le atribuye por tradición, de Doctor mellifluus: su alabanza de Jesucristo “se derrama como la miel”. En las extenuantes batallas entre nominalistas y realistas – dos corrientes filosóficas de la época – el abad de Claraval no se cansa de repetir que sólo hay un nombre que cuenta, el de Jesús Nazareno. "Árido es todo alimento del alma", confiesa, "si no es rociado con este aceite; es insípido, si no se sazona con esta sal. Lo que escribes no tiene sabor para mí, si no leo en ello Jesús”. Y concluye: “Cuando discutes o hablas, nada tiene sabor para mí, si no siento resonar el nombre de Jesús” (Sermones en Cantica Canticorum XV, 6: PL 183,847). Para Bernardo, de hecho, el verdadero conocimiento de Dios consiste en la experiencia personal, profunda, de Jesucristo y de su amor. Y esto, queridos hermanos y hermanas, vale para todo cristiano: la fe es ante todo encuentro personal íntimo con Jesús, es hacer experiencia de su cercanía, de su amistad, de su amor, y sólo así se aprende a conocerle cada vez más, a amarlo y seguirlo cada vez más. ¡Que esto pueda sucedernos a cada uno de nosotros!

En otro célebre sermón del domingo dentro de la octava de la Asunción, el santo abad describió en términos apasionados la íntima participación de María en el sacrificio redentor de su Hijo. “¡Oh santa Madre, - exclama - verdaderamente una espada ha traspasado tu alma!... Hasta tal punto la violencia del dolor ha traspasado tu alma, que con razón te podemos llamar más que mártir, porque en ti la participación en la pasión del Hijo superó con mucho en su intensidad los sufrimientos físicos del martirio” (14: PL 183,437-438). Bernardo no tiene dudas: "per Mariam ad Iesum", a través de María somos conducidos a Jesús. Él confirma con claridad la subordinación de María a Jesús, según los fundamentos de la mariología tradicional. Pero el cuerpo del Sermón documenta también el lugar privilegiado de la Virgen en la economía de la salvación, dada su particularísima participación como Madre (compassio) en el sacrificio del Hijo. No por casualidad, un siglo y medio después de la muerte de Bernardo, Dante Alighieri, en el último canto de la Divina Comedia, pondrá en los labios del Doctor melifluo la sublime oración a María: “Virgen Madre, hija de tu Hijo/ humilde y más alta criatura/ término fijo de eterno consejo,..." (Paraíso 33, vv. 1ss.).

Estas reflexiones, características de un enamorado de Jesús y de María como san Bernardo, provocan aún hoy de forma saludable no sólo a los teólogos, sino a todos los creyentes. A veces se pretende resolver las cuestiones fundamentales sobre Dios, sobre el hombre y sobre el mundo, con las únicas fuerzas de la razón. San Bernardo, en cambio, sólidamente fundado en la Biblia y en los Padres de la Iglesia, nos recuerda que sin una profunda fe en Dios, alimentada por la oración y por la contemplación, por una relación íntima con el Señor, nuestras reflexiones sobre los misterios divinos corren el riesgo de ser un vano ejercicio intelectual, y pierden su credibilidad. La teología reenvía a la “ciencia de los santos”, a su intuición de los misterios del Dios vivo, a su sabiduría, don del Espíritu Santo, que son punto de referencia del pensamiento teológico. Junto a Bernardo de Claraval, también nosotros debemos reconocer que el hombre busca mejor y encuentra más fácilmente a Dios “con la oración que con la discusión”. Al final, la figura más verdadera del teólogo sigue siendo la del apóstol Juan, que apoyó su cabeza sobre el corazón del Maestro.

Quisiera concluir estas reflexiones sobre san Bernardo con las invocaciones a María, que leemos en su bella homilía: “En los peligros, en las angustias, en las incertidumbres – dice – piensa en María, invoca a María. Que Ella no se aparte nunca de tus labios, que no se aparte nunca de tu corazón; y para que obtengas la ayuda de su oración, no olvides nunca el ejemplo de su vida. Si tu la sigues, no puedes desviarte; si la rezas, no puedes desesperar; si piensas en ella, no puedes equivocarte. Si ella te sostiene, no caes; si ella te protege, no tienes que temer; si ella te guía, no te cansas; si ella te es propicia, llegarás a la meta...” (Hom. II super “Missus est”, 17: PL 183, 70-71).

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez


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Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio de la solemnidad de Todos los Santos, 1 de Nobiembre de 2009, facilitado por la Delegaciòn Diocesana de Enseñanza de la diócesis de Tenrife. 

CREER EN EL CIELO        

         En esta fiesta cristiana de Todos los Santos, quiero decir cómo entiendo y trato de vivir algunos rasgos de mi fe en la vida eterna. Quienes conocen y siguen a Jesucristo me entenderán.

         Creer en el cielo es para mí resistirme a aceptar que la vida de todos y de cada uno de nosotros es solo un pequeño paréntesis entre dos inmensos vacíos. Apoyándome en Jesús, intuyo, presiento, deseo y creo que Dios está conduciendo hacia su verdadera plenitud el deseo de vida, de justicia y de paz que se encierra en la creación y en el corazón da la humanidad.

         Creer en el cielo es para mí rebelarme con todas mis fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que solo han conocido en esta vida miseria, hambre, humillación y sufrimientos, quede enterrada para siempre en el olvido. Confiando en Jesús, creo en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Por fin podré ver a los que vienen en las pateras llegar a su verdadera patria.

         Creer en el cielo es para mí acercarme con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, minusválidos físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión y la angustia, cansadas de vivir y de luchar. Siguiendo a Jesús, creo que un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total. Escucharán las palabras del Padre:  Entra para siempre en el gozo de tu Señor.

         No me resigno a que Dios sea para siempre un "Dios oculto", del que no podamos conocer jamás su mirada, su ternura y sus abrazos. No me puedo hacer a la idea de no encontrarme nunca con Jesús. No me resigno a que tantos esfuerzos por un mundo más humano y dichoso se pierdan en el vacío. Quiero que un día los últimos sean los primeros y que las prostitutas nos precedan. Quiero conocer a los verdaderos santos de todas las religiones y todos los ateísmos, los que vivieron amando en el anonimato y sin esperar nada.

         Un día podremos escuchar estas increíbles palabras que el Apocalipsis pone en boca de Dios: «Al que tenga sed, yo le daré a beber gratis de la fuente de la vida». ¡Gratis! Sin merecerlo. Así saciará Dios la sed de vida que hay en nosotros.   

 José Antonio Pagola 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS

1 de noviembre de 2009
Todos los Santos ( B )
Mateo 5, 1-12a


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CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS
2 de Noviembre de 2009

 Las lecturas se tornan del leccionario de difuntos. Para este año proponernos las siguientes: Lamentaciones 3,17-26; Salmo 24; Filipenses 3,20-21; Marcos 15,33-39; 16,1-6.

El amor, la vida y la paz de nuestro Señor Jesucristo, resucitado de entre los muertos, esté con todos vosotros.

Hermanos y hermanas, nos reunimos hoy aquí en la iglesia para recordar a nuestros difuntos y para orar por ellos y por todos los fieles difuntos. Lo hacemos con fe y confianza, porque sabemos que Dios nos ama siempre y nos llena siempre de su bondad. Por eso le podemos pedir, con el corazón en paz, que reciba con él para siempre a nuestros familiares y amigos que han muerto, ytambién a todos los difuntos, hombres y mujeres de cualquier lugar del mundo, hermanos nuestros.

Este recuerdo y esta oración la hacemos con la cele­bración de la Eucaristía. Jesús se hace presente hoy entre nosotros con su palabra y con su Cuerpo y su Sangre, que son alimento de vida eterna. Y nosotros nos unimos a él y renovamos nuestra fe y nuestra esperanza.

A. penitencial: Hagamos ahora unos momentos de silencio. Ante Dios y ante Jesús, oremos cada uno en nuestro interior y pidamos el perdón y la gracia para poder participar muy de verdad en esta Eucaristía. (Silencio breve que invite a orar).

 Tú, Jesús, que nos has amado hasta la muerte. SEÑOR,TENPIEDAD.
Tú, Jesús, que nos enseñas a amar. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, Jesús, que eres la resurrección y la vida. SEÑOR, TEN PIEDAD.

 1. lectura (Lamentaciones 3,17-26): Vamos a escuchar, en esta primera lectura, un lamento dolorido y triste. Un israelita llora la destrucción de su país a manos de los ejércitos extranjeros. Pero en medio del dolor, este israelita fiel manifiesta su confianza. Son los mismos sentimientos que nosotros, cristianos, estamos lla­mados a tener ante la muerte.

2. lectura (Filipenses 3,20-21): Escuchemos ahora unas breves palabras de san Pablo, que nos habla de nues­tro futuro, de la vida que nos espera más allá de la muerte.

Oración universal: Unámonos ahora en la oración a Dios nuestro Padre. Y hoy, oremos especialmente por los difuntos. Respondamos a cada petición diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.

Por la Iglesia, por todos los que que en el mundo entero creemos en Jesucristo. OREMOS.

Por todos los hombres y mujeres de buena voluntad, por todos los que quieren vivir la vida con generosidad y espíritu abierto a los demás. OREMOS:

Por nuestros familiares y amigos difuntos, por todas las personas queridas que nos han dejado. OREMOS:

Por todos los difuntos, de todo tiempo y lugar. OREMOS:

Por nosotros, por los que nos hemos reunido en esta iglesia unidos por la fe y la esperanza. OREMOS:

Padre, tú eres la fuente de la vida y llamas a todos los hombres y mujeres del mundo a la alegría de tu Reino. Escucha nuestra oración, y haz que nuestros hermanos difuntos sean liberados de todo mal y vivan contigo para siempre.

Prefacio de Difuntos

Padrenuestro:Oremos juntos a Dios, nuestro Padre, como Jesús nos enseñó. Con toda confianza, nos atrevemos a decir:


CPL


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TODOS LOS SANTOS
1 de noviembre de 2009

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.

Bienvenidos, en este domingo, a celebrar una fiesta que nos llena de alegría y de esperanza. Hoy, uno de noviembre, celebramos la solemnidad de Todos los Santos. Hoy recordamos y celebramos a todos los hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, han querido ser fieles al camino del amor de Dios, y ahora comparten su vida para siempre.

- Nosotros, hoy, miramos hacia el cielo, hacia la vida eterna de Dios, y nos alegramos por tantos hermanos y hermanas nuestros, detodotiempoy lugar, que nos han precedidoy son para nosotros un estímulo en el camino de la fe y de la vida cristiana. Y al mismo tiempo, nos sentimosfortalecidos en la esperanza de Ilegartambién nosotros un día a vivir esa alegría que ellos ya viven.

A. penitencial: En silencio, pongámonos ante Dios y pidámosle que nos dé su perdón y su gracia para celebrar la Eucaristía con el corazón bien dispuesto. (Silencio).

Reconozcamos ahora ante Dios nuestros pecados, y pidamos que los santos rueguen por nosotros: Yo confieso ante Dios todopoderoso...

Dios todopoderoso tenga misericordia...

SEÑOR, TEN PIEDAD /CRISTO,TEN PIEDAD / SEÑOR,TEN PIEDAD.

Antes de las lecturas: Dispongámonos, en la alegría de esta fiesta, a escuchar las lecturas de la Palabra de Dios. Son todas ellas una proclamación de la salvación de Dios y una llamada a vivirla.

Oración universal: Presentemos nuestras plegarias al Dios del amor y de la vida, que nos llama a todos a su Reino. Oremos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.

Por los cristianos, los miembros de la Iglesia. Que vivamos nuestra fe con mucha alegría y esperanza. OREMOS:

Por las vocaciones a la vida sacerdotal, diaconal y reli­giosa. Que el Señor conceda a la Iglesia las personas entregadas que necesita para continuar su misión en el mundo. OREMOS:

Por los hombres y mujeres del mundo entero. Que crezca en todos el espíritu de generosidad, de servicio a los demás, de justicia, de paz. OREMOS:

Por todos los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu. Que, en medio de su dolor, puedan sentir el consuelo de Dios y la ayuda de los hermanos. OREMOS:

Por nuestros familiares y amigos difuntos, y por todos los que han muerto. Que el Señor los acoja en su Reino, en la compañía de los santos. OREMOS:

Por nosotros. Que, guiados por el testimonio de los santos, avancemos constantemente en el camino de la fe, la esperanza y el amor. OREMOS:

Dios, Padre nuestro, que en Jesucristo, tu Hijo, nos has mostrado el camino de la felicidad; escucha nuestra oración y haz que la luz del Evangelio llegue hasta los confines del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Padrenuestro: Como hijos e hijas de Dios, como Jesús nos enseñó, nos atrevemos a decir:


CPL


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Desde la Delegación de Vocaciones de la Diócesis de Tenerife nos ofrecen las actividades-acciones para el año 2009-2010

DELEGACIÓN DIOCESANA DE PASTORAL VOCACIONAL

Estimados hermanos y hermanas:

Agradeciéndoles la atención que nos prestan les comunicamos varias actividades- acciones- de la pastoral vocacional en este "año sacerdotal" y que pueden ser de interés para invitar a las comunidades a las que servimos:

1.-"Vigilia de la Esperanza" en el Espacio Religioso Cueva del Santo Hermano Pedro (El Médano-Granadilla) que será el próximo viernes 30 de Octubre a las 9 de la noche.

2.-"Apertura del COV" —Centro de Orientación Vocacional". Todos los jueves de 4.30 a 6 de la tarde en la Casa de la Juventud —C. Nava y Grimón 10, La Laguna. Para aquellos jóvenes inquietos que buscan acompañamiento o compartir su inquietud vocacional con otros a partir del mes de Diciembre, todo el curso.

3.-"Encuentro vocacional" para jóvenes con inquietudes vocacionales el sábado 14 de Noviembre de 11 a 1 de la tarde en el COV- Casa de la Juventud —La Laguna.

4.- "Año Sacerdotal". Propuesta de visitar la delegación las parroquias o arciprestazgos invitando a los agentes de pastoral o feligreses en general a un encuentro entorno a 2 horas, ha desarrollar de la siguiente manera:

-Proyección de la Película: "Pescador de hombres"

-Comentario y compartir sobre ella (presenta el ministerio y vocación sacerdotal muy bien )

-Presentación y regalo a los asistentes del librito sobre la "maternidad espiritual por los sacerdotes", de la Congregación para el Clero que contiene testimonios sobre la importancia de la oración por los sacerdotes y vocaciones.

-Terminaremos con una Hora Santa de Adoración ante el Santísimo por los sacerdotes y vocaciones.

La experiencia tanto de la "Vigilia de la Esperanza" como de la "Propuesta del año sacerdotal" es muy positiva. Si desean la "propuesta para el años acerdotal" ponerse en contacto con el Delegado —Francisco- lo antes posible para la coordinación de calendario. Ya enviaremos material más detallado del COV y del encuentro del día 14 de Noviembre.

¡Gracias, por tu sensibilidad y preocupación por la pastoral vocacional!

El Delegado Equipo de Pastoral Vocacional 

EDIFICIO SEMINARIO DIOCESANO. LA VERDELLADA S/N. APARTADO 19. 38207 LA LAGUNA - TENERIFE TFNO: 922 25 25 40 FAX: 922 63 00 16
www.covtenerife.org       [email protected]


Lunes, 26 de octubre de 2009

Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio"
(11 de octubre de 2009). (
AICA)
Evangelio según San Marcos 10, 17-30

"¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios!"

Este domingo celebramos, en nuestro país, el Día Mundial de las Misiones. Recemos para tener siempre capacidad de apertura, de misión, de evangelización, como discípulos y misioneros para que nuestros pueblos tengan vida en Jesucristo.

Recordemos también que el próximo jueves, 15 de octubre, es la Fiesta de Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, patrona del partido de Lanús y patrona secundaria de nuestra diócesis. El lema de este año es: “Santa Teresa, enséñanos a contemplar el Misterio de la Comunión”

Es un Evangelio muy valioso que nos lleva a tratar de afirmar muchas cosas importantes. En primer lugar la riqueza: cuando llena el corazón y excluye a los demás, está mal porque Dios no está presente, tampoco están presentes los demás y, en este caso, los pobres.

Siempre en la vida humana, las cosas son de relación. Yo estoy convencido que no es un problema tener o no tener; el problema es cómo uno tiene y cómo uno está disponible para que ese bien que tiene pueda producir bien a otros.

Aquí hay una especie de relación que uno debe tener porque, de lo contrario, sería una caricatura: “yo no tengo, soy pobre y ya es suficiente”. ¡No! el tema es: si tú tienes algo, tiene que estar de acuerdo a la verdad, al bien común y al servicio de los demás.

Las cosas no son ni buenas ni malas; son como uno las utiliza, las entrega y las ofrece. Por lo tanto el tema es espiritual pero no es abstracto. Espiritual pero muy concreto y relacional con respecto a los demás.

También está lo siguiente: Pedro le dice a Jesús: “lo hemos dejado todo, te hemos seguido” ¿y entonces qué? Yo diría que este seguimiento puede ser un estilo de vida, quizás el sacerdotal, el religioso o el misionero. ¡Pero todos los cristianos tenemos que seguir a Jesús! ¡Y todas las personas de buena voluntad, que creen en Dios, tienen que seguirlo! Porque es una vocación universal que todos tenemos, donde Dios es el primero y principal y a El hay que darle lugar. La presencia de Dios, su reconocimiento, ordena las demás relaciones y nuestro trato con los demás.

La familia no se opone a Dios y Dios no se opone a la familia, pero siempre tiene que haber una especie de jerarquización de valores y de precedencia. Porque el primero que nos preside en la vida, en la existencia y en el amor es Dios. Por eso, todos tenemos que tener en cuenta siempre a Dios; porque Él nos humaniza, nos ayuda a vivir en familia, nos ayuda a orientar nuestra vida y a relacionarlas debidamente. Nosotros nos quedamos en lo definitivo y desde allí vamos construyendo las demás relaciones.

Pidamos al Señor tener un espíritu de pobreza, un espíritu de disponibilidad, para que siempre Dios sea el centro de nuestra vida; que tengamos como referencia y como finalidad, a nuestros hermanos, en especial a los más pobres. Ciertamente el pobre necesita de nosotros y nosotros, por la caridad, necesitamos de nuestros hermanos pobres. ¡Nos necesitamos mutuamente!

Lo que has recibido, lo has recibido, no te enorgullezcas y entrégalo a los demás con espíritu de gratuidad y de disponibilidad. ¡De qué te engríes, si todo lo has recibido! ¡No te apropies! ¡No seas patrón, sino más bien sé un servidor!

Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


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ZENIT nos ofrece la intervención de monseñor Celestino Migliore, arzobispo y observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, entregado el lunes 19 de Octubre de 2009 antes de la 64 sesión de la Asamblea General de la ONU.


Señor presidente,

Para la Santa Sede, hablar sobre este asunto es más que hacer un ejercicio intelectual, pues procede de su prolongado compromiso de hacer frente a las necesidades sociales, personales y espirituales de los más de 370 millones de personas indígenas que hay en todo el mundo. Desde la adopción de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DRIP) por parte de la Asamblea General en septiembre de 2007, los derechos de los pueblos indígenas han llamado especialmente la atención internacional, y mi delegación considera que la celebración del Segundo Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del mundo ayudará a fomentar un mayor interés y respeto por estas comunidades.

Para animar las actividades del Decenio, mi delegación considera que las iniciativas pertinentes deben ser guiadas por los principios de respeto a la identidad y la cultura de las poblaciones indígenas. Comprender y respetar sus tradiciones culturales, su conciencia religiosa y su capacidad desde hace tiempo de decidir y controlar sus programas de desarrollo, ayudará a fomentar una mayor interacción y cooperación entre los pueblos y los gobiernos.

En el Informe Especial sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pueblos indígenas se observa que las violaciones de los derechos humanos continúan, y que el DRIP no ha sido completamente implementado. Mi delegación quisiera recalcar la convicción, que con frecuencia resuena en esta sala, de que el reconocimiento de la dignidad fundamental de toda persona y la promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más eficaz para su desarrollo integral. Tenemos que trabajar más duro para hacer que los pueblos indígenas sean conscientes de su propia dignidad y para que sus comunidades puedan para dar forma a sus vidas de acuerdo con sus propias tradiciones.

En tiempos de cambio y de crisis económica, los retos que afrontan las comunidades indígenas no deben ser olvidados. En un proceso de reducción de los sistemas de seguridad social, [estos pueblos] deben ser debidamente tenidos en cuenta a través de modelos de desarrollo auténtico, que eviten la destrucción de la tierra, el agua y otras formas de explotación del medio ambiente en nombre del beneficio económico a corto plazo. Al respecto, mi delegación urge a las corporaciones a que lleven a cabo su tarea de forma que no se afecte a los derechos de los pueblos indígenas y que promueva el uso responsable del medio ambiente.

En el medio del cambio social y económico, las redes tradicionales de solidaridad tienen más importancia; por lo tanto, la promoción de iniciativas indígenas para defender sus derechos debe ser respetada. El concepto de movilidad de la mano de obra ha dado lugar a aumento de la migración, lo que conduce a situaciones de decadencia humana, y crea nuevas formas de inestabilidad psicológica y de una enorme degradación cultural. La interacción entre las culturas tiene un valor positivo, pero debe llevarse a cabo a través del diálogo intercultural, y no a través de la dominación o del sometimiento.

En este Segundo Decenio, en aras del bienestar social, el problema de la inseguridad alimentaria debe ser abordado desde una perspectiva a largo plazo, eliminando las causas estructurales que dan lugar al mismo y promoviendo el desarrollo agrícola de los países más pobres.

La reforma agrícola requiere de las poblaciones indígenas una mayor inversión en infraestructuras rurales, sistemas de irrigación, transporte y organización de los mercados, así como un mayor acceso a la tecnología agrícola. El Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo 2009 trataba sobre cuestiones relativas al VIH / SIDA. En el Segundo Decenio, debe dedicarse especialmente atención a la vulnerabilidad de los pueblos indígenas, especialmente niños y mujeres, a esta epidemia, y a la educación sanitaria adecuada como esencial para prevenir su transmisión. Todas estas cuestiones deben abordarse con la participación de las comunidades locales y respetando los valores morales basados en la naturaleza humana.

También es necesario cultivar una conciencia pública que reconozca la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinción ni discriminación. El derecho a la alimentación, como el derecho al agua, tienen un lugar importante en el ejercicio de otros derechos, empezando por el derecho fundamental a la vida.

Las comunidades indígenas están profundamente arraigadas en culturas, tradiciones y prácticas de respeto por la Tierra, la creación y la vida humana. La apertura a la vida ha estado durante mucho tiempo en el centro de la espiritualidad de los pueblos indígenas, y si se pierde la sensibilidad personal y social hacia la aceptación de la nueva vida, entonces otras formas de aceptación, que son valiosas para la sociedad, también se perderán.

Muchas gracias, señor presidente.

[Traducción del inglés por Inma Álvarez]


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ZENIT publica la nota informativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre los ordinariatos personales para anglicanos que entran en la Iglesia católica.  


Con la preparación de una constitución apostólica, la Iglesia católica está respondiendo a las numerosas peticiones que han sido presentadas a la Santa Sede por parte de grupos de clérigos y fieles anglicanos en distintas partes del mundo que desean entrar en comunión visible plena.

En esta constitución apostólica el Santo Padre ha introducido una estructura canónica que provee para dicha reunión corporativa, a través de la institución de ordinariatos personales que permitirán a los antiguos anglicanos entrar en comunión plena con la Iglesia católica preservando elementos del distintivo patrimonio espiritual y litúrgico anglicano. Según el tenor de la constitución apostólica, la atención y la guía pastoral para estos grupos de fieles antiguos anglicanos será asegurada por un ordinariato personal, cuyo ordinario será habitualmente nombrado por el clero ex anglicano

La constitución apostólica que pronto será publicada ofrece una respuesta razonable y necesaria para un fenómeno mundial, presentando un modelo canónico único para la Iglesia universal, adaptable a las distintas situaciones locales y equitativo para los antiguos anglicanos en su aplicación universal. Razones históricas y ecuménicas excluyen la ordenación de hombres casados como obispos, tanto en la Iglesia católica como en las Iglesia ortodoxa. La constitución, por este motivo, estipula que el ordinario puede ser tanto un sacerdote como un obispo no casado. Los seminaristas del ordinariato deberán formarse junto con otros seminaristas católicos, aunque el ordinariato puede establecer una casa de formación para tratar las necesidades particulares de formación en el patrimonio anglicano. De esta manera, la constitución apostólica busca balancear, por un lado, la preocupación por preservar el valioso patrimonio litúrgico y espiritual anglicano y, por otro lado, la preocupación de que estos grupos y su clero sean integrados en la Iglesia católica.

El cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que ha preparado esta provisión, ha explicado: "Hemos tratado de satisfacer las peticiones de comunión plena que nos han llegado de parte de anglicanos en distintas partes del mundo en los últimos años de una manera unitaria y equitativa. Con esta propuesta, la Iglesia quiere responder a las legítimas aspiraciones de estos grupos anglicanos para la unidad plena y visible con el obispo de Roma, sucesor de San Pedro".

Estos ordinariatos personales serán instituidos, según las necesidades, consultando a las conferencias episcopales locales, y su estructura será similar en algunos aspectos a la de los ordinariatos militares que han sido establecidos en la mayoría de los países para atender al cuidado pastoral de los miembros de las fuerzas armadas y sus familias en todo el mundo. "Aquellos anglicanos que se han acercado a la Santa Sede han dejado claro su deseo de unidad plena y visible en la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Al mismo tiempo, nos han informado de la importancia de sus tradiciones anglicanas de espiritualidad y culto para su camino de fe", ha aclarado el cardenal Levada.

La provisión de esta nueva estructura está en línea con el compromiso del diálogo ecuménico, que continúa siendo una prioridad para la Iglesia católica, particularmente a través de los esfuerzos del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. "La iniciativa procede de diferentes grupos de anglicanos", continuó Levada. "Han declarado que comparten la fe católica común expresada en el Catecismo de la Iglesia Católica, y que aceptan el ministerio petrino como algo que Cristo quiso para la Iglesia. Para ellos, ha llegado el tiempo de expresar esta unidad implícita en la forma visible de la comunión plena".

Según el cardenal Levada: "El Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, espera que los clérigos y fieles anglicanos que deseen la unión con la Iglesia católica encuentren en esta estructura canónica la oportunidad de preservar aquellas tradiciones anglicanas que para ellos son preciosas y que están en conformidad con la fe católica. En la medida en que estas tradiciones expresan en un modo distintivo la fe común, son un don para ser compartido en toda la Iglesia. La unidad de la Iglesia no requiere una uniformidad que ignora la diversidad cultural, como queda demostrado por la historia de la cristiandad. Más aún, las muchas tradiciones presentes en la Iglesia católica hoy tienen todas sus raíces en el principio articulado por san Pablo en su Carta a los Efesios: "Un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo" (4, 5). Nuestra comunión es, así, fortalecida por esta legítima diversidad, y por eso estamos felices de que estos hombres y mujeres traigan con ellos sus contribuciones particulares a nuestra común vida de fe".

Información de contexto

Desde el siglo XVI, cuando el rey Enrique VIII declaró la independencia de la Iglesia de Inglaterra de la autoridad del Papa, la Iglesia de Inglaterra creó sus propias confesiones doctrinales, usos litúrgicos y prácticas pastorales, incorporando con frecuencia ideas de la Reforma, acaecida en el continente europeo. La expansión del Reino Británico, unida al apostolado misionero anglicano, llevó al nacimiento de una Comunión Anglicana a nivel mundial.

En el curso de los más de 450 años de su historia, la cuestión de la reunión entre anglicanos y católicos nunca ha sido descartada. En la mitad del siglo XIX, el Movimiento de Oxford (en Inglaterra) mostró un nuevo interés por los aspectos católicos del anglicanismo. Al inicio del siglo XX, el cardenal Mercier, de Bélgica, emprendió coloquios públicos con anglicanos con el objetivo de explorar la posibilidad de una unión con la Iglesia católica bajo la bandera de una anglicanismo "reunido pero no absorbido".

El Concilio Vaticano II alimentó aún más la esperanza de una unión, en particular con el Decreto sobre el ecumenismo (n. 13), que al hacer referencia a las comunidades separadas de la Iglesia católica en el tiempo de la reforma, confirmaba: "Entre éstas [comuniones] en las que siguen subsistiendo en parte las tradiciones y las estructuras católicas, ocupa un lugar especial la Comunión Anglicana".

Desde el Concilio, las relaciones entre anglicanos y católicos romanos han mejorado el clima de comprensión y mutua cooperación. La Comisión Internacional Anglicano Católica (ARCIC) ha redactado una serie de declaraciones doctrinales a lo largo de los años, con la esperanza de crear el fundamento para una unión plena y visible. Para muchos de los que pertenecen a las dos Comuniones, las declaraciones de la ARCIC han puesto a disposición un instrumento en el que la común expresión de la fe pueda ser reconocida. En este contexto debe enmarcarse la nueva disposición.

En los años sucesivos al Concilio, algunos anglicanos han abandonado la tradición de conferir las órdenes sagradas sólo a los hombres, llamando al presbiterado y al episcopado también a mujeres. Más recientemente, algunos segmentos de la Comunión Anglicana se han alejado de la enseñanza común bíblica sobre la sexualidad humana, expresada claramente en el documento de la ARCIC "Vida en Cristo", confiriendo las órdenes sagradas a clérigos abiertamente homosexuales y bendiciendo las uniones entre personas del mismo sexo. Mientras la Comunión Anglicana tiene que afrontar estos desafíos nuevos y difíciles, la Iglesia católica sigue plenamente comprometida en su diálogo ecuménico con la Comunión Anglicana, en particular a través de la actividad del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Mientras tanto, muchos anglicanos han entrado individualmente en la comunión plena con la Iglesia católica. En ocasiones, han entrado también grupos de anglicanos, conservando una cierta estructura "corporativa". Esto ha sucedido, por ejemplo, en el caso de la diócesis anglicana de Amritsar en la India y de algunas parroquias en los Estados Unidos que, si bien mantienen una identidad anglicana, han entrado en la Iglesia católica en el marco de una "medida pastoral" adoptada por la Congregación para la Doctrina de la Fe y aprobada por Juan Pablo II en 1982. En estos casos, la Iglesia católica ha dispensado con frecuencia del requisito del celibato, admitiendo que los clérigos anglicanos casados que desean continuar el servicio ministerial como sacerdotes católicos sean ordenados en la Iglesia católica.

En este contexto, los ordinariatos personales instituidos según la susodicha constitución apostólica pueden ser vistos como un paso más hacia la realización de la aspiración por la unión plena y visible en la única Iglesia, que es uno de los objetivos principales del movimiento ecuménico.

[Traducción de Jesús Colina]


ZENIT publica la declaración conjunta que emitieron el martes, 20 dde Octubre de 2009, el arzobispo de Westminster (católico), monseñor Vincent Gerard Nichols, y el primado de la Comunión Anglicana, el doctor Rowan Williams, arzobispo de Canterbury.


El anuncio de hoy de una constitución apostólica es una respuesta del Papa Benedicto XVI a numerosas peticiones realizadas en los últimos años a la Santa Sede por grupos de anglicanos que desean ingresar en la comunión plena y visible con la Iglesia católica romana, y están dispuestos a declarar que comparten la fe católica común y aceptan el ministerio petrino como querido por Cristo para su Iglesia.

El Papa Benedicto XVI ha aprobado, con la constitución apostólica, una estructura canónica que garantiza ordinariatos personales para permitir a antiguos anglicanos entrar en comunión plena con la Iglesia católica, preservando elementos del distintivo patrimonio espiritual anglicano.

El anuncio de esta constitución apostólica pone fin a un período de incertidumbre para dichos grupos que han abrigado esperanzas de nuevas formas de abrazar la unidad con la Iglesia católica. Corresponde ahora a quienes han presentado las peticiones a la Santa Sede responder a la constitución apostólica.

La constitución apostólica es un ulterior reconocimiento de las coincidencias en la fe, la doctrina y la espiritualidad entre la Iglesia católica y la tradición anglicana. Sin los diálogos de los últimos cuarenta años, este reconocimiento no hubiera sido posible, ni se habrían abrigado esperanzas de comunión plena y visible. En este sentido, esta constitución apostólica es una consecuencia del diálogo ecuménico entre la Iglesia católica y la Comunión Anglicana.

El diálogo en curso entre la Iglesia católica y la Comunión Anglicana pone las bases para nuestra continua cooperación. Los acuerdos entre la Comisión Internacional Anglicana Católico Romana (ARCIC) y la Comisión Internacional Anglicana Católico Romana para la Unidad y la Misión (IARCCUM) dejan claro el camino que seguiremos juntos.

Con la gracia de Dios y la oración, estamos determinados a que nuestro compromiso mutuo y consultas en estos y otros asuntos sigan fortaleciéndose. Localmente, en el espíritu de la IARCCUM, buscamos construir sobre el modelo de las reuniones compartidas entre la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales y la Cámara de Obispos de la Iglesia de Inglaterra, subrayado nuestra misión común. Los encuentros comunes de reflexión y oración comenzaron en Leeds en 2006, y continuaron en Lambeth en 2008, al tiempo que futuras reuniones están en preparación. Esta cooperación cercana continuará mientras crecemos juntos en la unidad y la misión, en testimonio del Evangelio en nuestro país, y en toda la Iglesia.


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Artículo del obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, publicado en el diario La Nación, donde nos dice que “las causas de la pobreza están en un sistema económico neoliberal inspirado en el egoísmo y la acumulación de riqueza. El amor al dinero por encima de la dignidad humana. El capital por encima del trabajo y la especulación financiera por encima de la producción”. (AICA)

Texto completo

     En este tiempo se han escuchado varias voces acerca de la cuestión de la pobreza en la Argentina.

     Con frecuencia se utilizan expresiones que intentan "graficar la idea" que se quiere transmitir. Pero, a mi humilde entender, con el abuso de estas frases hechas se corre el riesgo de ocultar verdades. Así nos encontramos que, para analizar las cuestiones más graves de la vida, los pobres o las adicciones al alcohol o a las drogas, acudimos a "frazadas cortas", "medias bibliotecas", "calzarse los pantalones largos" y "nunca poner el carro delante de los caballos".

     Estas expresiones recurrentes, aplicadas arbitrariamente por diestros y siniestros a cualquier cosa, terminan siendo contradictorias, cuando no engañosas. "Yo prefiero mirar la mitad del vaso lleno" es una de esas frases que quisiera comentar.

     Mirar sólo una parte del vaso es tan falso como observar la otra. Es que la realidad del vaso es su consideración completa.

     Medio vaso implica una mirada ingenua acerca de la realidad, que se pretende analizar por mitades. Como si no hubiera logros y fracasos del 20%, 40% y todos los demás porcentajes ubicados entre 1 y 100. No, se afirma que sólo por mitades.

     Es importante analizar cada aspecto en sí mismo, pero vinculado con la realidad total. Veamos algunos ejemplos. De las personas que trabajan, la mitad lo hace de manera formal y las otras de modo no registrado (en negro). Para los primeros implica jubilación, obra social, salario familiar y otros derechos laborales. Para los segundos, no.

     ¿Nos deja en cero esta mitad y mitad? ¿Y los que no tienen trabajo? ¿Están fuera del vaso y se están subiendo a la lona porque ni siquiera están en ella? ¿O en qué mitad colocamos a los llamados trabajos esclavos en talleres clandestinos, o secuestrados para explotación sexual, o los niños y adolescentes oprimidos por el cartoneo?

     Otro caso por considerar: los adolescentes y los jóvenes que no estudian ni trabajan tal vez no sean la mitad. Pero, ¿podemos decir que estamos bien si sólo miramos al 70% que sí lo hace? ¿Estamos en lo correcto si decimos que con más de 500.000 adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan en el Gran Buenos Aires el vaso está casi lleno?

     Hablemos ahora de los números de la pobreza.

     Es cierto que basta que haya un 1% de pobres para que la pobreza sea un escándalo. Pero los caminos por tomar son muy distintos si los que sufren hambre son cinco o cinco mil, o tal vez diez mil. Y si son cien mil, ¿la olla por conseguir seguirá siendo del mismo tamaño? Pero, si, eventualmente, llegan a quinientos mil o a más de cinco millones, ¿las previsiones por tomar serán las mismas?

     Para buscar soluciones a un problema, lo primero es definirlo adecuadamente. Si no, estaremos aplicando un remedio con resultados magros, si no contraproducentes, o inconducentes.

     Los números no importan, sino las personas: es cierto. Pero cada índice mayor o menor refleja cantidad de gente que sufre. Salvo que busquemos reflejar con los números intenciones o deseos. En ese caso, el deseo debería ser más ambicioso.

     A veces se da una actitud de queja frente a lo evidente o ponerse a la defensiva. Como si la realidad fuera una conspiración contra los responsables de los gobiernos en sus diversos niveles. O reaccionar con un subir y bajar de hombros en actitud de "yo no fui".

     El primer paso siempre es ver lo que es, luego ver quién fue, que en general es "quiénes fueron": la dirigencia toda, los que se enriquecieron y llenaron de plata, los que miraron para otro lado, los ineptos, los corruptos de antes y de ahora, los que podrían usar cualquier disfraz ideológico porque todo les sienta bien.

     ¿Alguna vez de alguien escucharemos decir "me equivoqué" o "lo que pensamos e hicimos no dio el resultado esperado"?

     Si los datos se escriben con "medias tintas" es posible que "se dibuje" y nunca estemos mirando la realidad. El "dibu-índice" puede servir para tranquilizar algunos debates. Total, está bueno que nos cuenten historias en las que a toda la gente le va bien, ¿no?

     La "verdad a medias" no siempre es media mentira. A veces es mentira completa. Porque si a la realidad se la falsea, se describe otra cosa. Las verdades a medias provocan el doble discurso, y el pensamiento único, que suele ser ausencia del mismo. Relato-ficción: un nuevo género que se cultiva desde el discurso político.

     Pero volvamos a la gente. Los pobres acuden a nuestras puertas cada vez con mayor necesidad. Los vemos. No son invisibles, no se esconden detrás de una estadística. "Disculpe, el señor", profetiza una canción popular desde hace más de 15 años.

     No se trata de una cuestión dogmática o religiosa. No es que la Iglesia ve 10, los judíos ven 15, los ateos, ocho. El número de pobres no es un botín de guerra. La lucha no es por la estadística, sino por los pobres, para que salgan de la miseria.

     La realidad es lo que es. Diez pobres son 10, los miremos de izquierda o de derecha, sea progresista o conservador, oficialista u opositor quien observe. Judíos y cristianos vemos en ellos la imagen y semejanza de Dios vulnerada. Los cristianos de diversas confesiones, el rostro sufriente de Jesús. Con todos los habitantes de este suelo, una injusticia por reparar, derechos no respetados. Y otros dicen fríamente que es el resultado del mercado o una calamidad del destino.

     Miremos los porqués.

     Las causas de la pobreza están en un sistema económico neoliberal inspirado en el egoísmo y la acumulación de riqueza. El amor al dinero por encima de la dignidad humana. El capital por encima del trabajo y la especulación financiera por encima de la producción.

     Es absurdo que uno muera de sed a veinte metros de un aljibe. Es absurdo que niños mueran a causa del hambre viviendo en "el granero del mundo". Sí, ocho niños menores de 5 años mueren por día en nuestro país a causa de la desnutrición; mejor dicho, a causa de la injusticia. Digámoslo fuerte: nuestros chicos se mueren de hambre.

     Me duele como hombre de fe que en nuestro país no cumplamos el mandato de Jesús de "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos". Y me duele como argentino que muchos no han oído aún "el ruido de rotas cadenas", y las que oyen son aquellas que arrastran cotidianamente y que los tienen presos de la indigencia, la mala alimentación, el frío, el hambre, la exclusión, las cadenas por la ausencia de la "noble igualdad". A las puertas de las celebraciones por el Bicentenario es bueno reafirmar nuestro compromiso hacia la justicia y la solidaridad combatiendo la pobreza y la exclusión.

     La ausencia del Estado no es sólo responsabilidad del Poder Ejecutivo. También el Poder Legislativo y el Poder Judicial son parte del Estado. Pero además la pobreza es responsabilidad de los empresarios, sindicalistas y otros dirigentes sociales. Y no nos olvidemos de los que usan los planes sociales para presionar a los beneficiarios con fines políticos.

     Jesús anduvo siempre entre los postergados de su tiempo. Su mamá, la Virgen María, se mostró siempre apurada para servir. Los santos nos señalan el mismo camino: San Benito, San Francisco, Santa Clara, San Antonio, San Cayetano, Madre Teresa. En América latina hace décadas que las asambleas de obispos proclaman la opción preferencial por los pobres. La preocupación de la Iglesia por ellos no es una cuestión coyuntural.

     Hace varios siglos Aristóteles con claridad expresó: "La única verdad es la realidad". Muchos han citado esta frase en estos días. Podemos intentar ocultarla aunque sea parcialmente.

     Pero ella, la verdad, siempre estará esperando para que la veamos tal cual es.

     Las mentiras verdaderas son verdaderas.+


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Domingo, 25 de octubre de 2009

Día 25 de Octubre
 XXX Domingo del Tiempo Ordinario

 Vida de fe  

 Posiblemente es necesaria, hoy como nunca, la enseñanza que, para nuestra santificación, ha quedado ya por siempre en esta página del evangelio de san Marcos, que nos ofrece hoy la Iglesia. Podemos aprender de Jesús, del Maestro, que con cada uno de sus pasos sobre la tierra, con cada palabra suya, la eterna Sabiduría de Dios se despliega ante nosotros siempre, aunque alguna vez nos parezca muy sorprendente o, incluso, incomprensible.

        Fijémonos, sin olvidar lo anterior, sin embargo, en este día en el otro personaje protagonista de la escena. En Bartimeo, el hombre ciego, de sobra conocido por todos en Jericó, hasta el punto de que el evangelista indica su nombre propio. Posiblemente, como cada día, intentaba vivir de la caridad de los viandantes, dejando claro con su quietud y su perdida mirada a cuantos pasaban, que podía ser objeto de compasión y generosidad.

        Conformado hasta entonces con su desdicha, confiaba recibir, quizá sólo de unos pocos, alguna pequeña moneda. Pero el día en que Jesús fue a Jericó, Bartimeo no está, ni mucho menos, con la actitud serena y hasta pasiva de todos los días. Ya no da por supuesto que todos observan su condición, que su presencia a la vera del camino significa que está pidiendo, y que espera lograr de la caridad de algunos lo necesario para el sustento del día.

        Ya había oído hablar de Jesús y de sus milagros. La bondad del Señor también había llegado sus oídos. Y ahora, de pronto, posiblemente sin esperarlo –estaba como cada día, hasta entonces como siempre sentado al lado del camino pidiendo limosna–, Jesús se acerca, porque va saliendo ya con sus discípulos de Jericó. No es que fuera hacia él, simplemente coincidió por casualidad que Jesús salía por donde estaba el ciego. Se podría pensar, por eso, que Jesús no tenía intención de curar a Bartimeo. Poco le importó, sin embargo, a él; y al oír que llegaba no quiso dejar que pasara la ocasión.

        Naturalmente, Jesús no podía negarse al milagro. Lo que pidáis con fe se os concederá, afirmará en otra ocasión. Y aquel hombre daba evidentes muestras de fe. Llama al Señor el Hijo de David, reconociendo expresamente su condición de Mesías. Manifiesta, clamorosamente su divinidad por el modo tozudo y público de insistir en su súplica, superando el obstáculo que muchos le ponen, queriendo hacerle callar. Pero Jesús es el Hijo de David y puede devolverle a la vista, porque, siendo Dios, es compasivo siempre y además omnipotente.

        No se trata de lograr de una vez todo el sustento de un día. Ni siquiera de lograr algo más extraordinarios de lo habitual, como sería una moneda de más valor. Se trata de su vista, de sus ojos. Contemplaría el mundo como los demás: lo que siempre había echado en falta por encima de cualquier otra necesidad, y marcaba su existencia como un estigma maldito. De modo que, a pesar de la algarabía por la mucha gente congregada, el ciego no se detiene. Está dispuesto a poner todo, absolutamente todo, de su parte, con tal que hacerse escuchar por Jesús. Cree firmemente que si logra hacerse oír habrá recuperado la vista. Como, en efecto, sucedió.

        El Evangelista, en habitual y sobriedad narrativa, ilustra muy bien, en todo caso, el resto de la escena hasta su conclusión con el milagro. Y nosotros nos podemos preguntar: ¿creemos como ese ciego? Supliquemos urna fe así. Ya estamos ciertos de que en todo momento nos escucha y nos atiende Jesús, el Hijo de David, el omnipotente. Estamos seguros de su divinidad y de su amor por los hombres. Tenemos claro que necesitamos su ayuda: sin mí no podéis hacer nada, nos ha dicho. Nada que sea relevante para la vida del hombre es posible sin El. Imploremos, pues, con insistencia aumento en esta virtud que nos abre el corazón de Cristo y el tesoro de su Gracia.

        Si entendemos que es decisiva la fe, una fe grande como la de Bartimeo, aprendamos del ciego la insistencia tozuda en la súplica: ¡Señor, auméntame la fe!, clamaremos una y mil veces. Siendo un don sobrenatural, la fe, como la esperanza y la caridad –las otras dos virtudes teologales–, no podemos conseguirla sólo por nuestro esfuerzo. Pero sí podemos insistir en la petición con mucha fuerza –superando los obstáculos, un día y otro día–, hasta mostrar con muestra perseverancia que confiamos en Dios que nos escucha. Hasta que nuestra tozudez indique, como la de Bartimeo, que tenemos, como el más valioso tesoro, lo que Dios otorga.

        Nos resulta ya bastante claro que contemplar la vida humana y las demás circunstancias del mundo con los ojos de la fe, permite una visión más acabada, más verdadera de la existencia. Consiste, en pocas palabras, en contemplar la humanidad en el mundo con visión sobrenatural, con unos ojos a la medida de la visión creadora de Dios. Aunque no seamos ni podamos ser dioses, por la fe, apoyándolos en la mente de Dios, en quien reside el ejemplar primero de toda realidad, conocemos también lo que supera absolutamente a nuestra capacidad, pero ha querido Dios revelarlo para mayor enriquecimiento del hombre.

        ¡Que no queramos quedarnos cortos en el conocimiento gozoso de nuestras auténticas riquezas! ¡Que deseemos ardientemente contemplar este mundo nuestro, como la permanente ocasión que Dios nos ha brindado para llegar hasta Él, y permanecer en su intimidad eternamente con todos los Angeles y los Santos. De contemplar, asimismo a Nuestra Madre del Cielo. A Ella, que es maestra de fe, le pedimos que nos enseñe a sus hijos a creer, para de también en cada uno se cumpla el proyecto estupendo de nuestro Padre Dios.

NOVEDADES FLUVIUM


Publicado por verdenaranja @ 21:23  | Espiritualidad
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Reflexión de José Antoni Pagola al Evangelio de domingo 30 del Tiempo Ordinario - B, facilitado pr la Delegación de Enseñanza de la Diócesis de Tenerife.


CURARNOS DE LA CEGUERA        

         ¿Qué podemos hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? ¿Es posible reaccionar? ¿Podemos salir de la indiferencia? Marcos narra la curación del ciego Bartimeo para animar a sus lectores a vivir un proceso que pueda cambiar sus vidas.

         No es difícil reconocernos en la figura de Bartimeo. Vivimos a veces como «ciegos», sin ojos para mirar la vida como la miraba Jesús. «Sentados», instalados en una religión convencional, sin fuerza para seguir sus pasos. Descaminados, «al borde del camino» que lleva Jesús, sin tenerle como guía de nuestras comunidades cristianas.

         ¿Qué podemos hacer? A pesar de su ceguera, Bartimeo «se entera» de que, por su vida, está pasando Jesús. No puede dejar escapar la ocasión  y comienza a gritar una y otra vez: «ten compasión de mí». Esto es siempre lo primero: abrirse a cualquier llamada o experiencia que nos invita a curar nuestra vida.

         El ciego no sabe recitar  oraciones hechas por otros. Sólo sabe gritar y pedir compasión porque se siente mal. Este grito humilde y sincero, repetido desde el fondo del corazón, puede ser para nosotros el comienzo de una vida nueva. Jesús no pasará de largo.

         El ciego sigue en el suelo, lejos de Jesús, pero escucha atentamente lo que le dicen sus enviados:«¡Ánimo! Levántate. Te está llamando». Primero, se deja animar abriendo un pequeño resquicio a la esperanza. Luego, escucha la llamada a levantarse y reaccionar. Por último, ya no se siente solo: Jesús lo está llamando. Esto lo cambia todo.

         Bartimeo da  tres pasos que van a cambiar su vida. «Arroja el manto» porque le estorba para encontrarse con Jesús. Luego, aunque todavía se mueve entre tinieblas,                           

«da un salto» decidido. De esta manera «se acerca» a Jesús. Es lo que necesitamos muchos de nosotros: liberarnos de ataduras que ahogan nuestra fe; tomar, por fin, una decisión sin dejarla para más tarde; y ponernos ante Jesús con confianza sencilla y nueva.

         Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, el ciego no duda. Sabe muy bien lo que necesita: «Maestro, que pueda ver ». Es lo más importante. Cuando uno comienza a ver las cosas de manera nueva, su vida se transforma. Cuando una comunidad recibe luz de Jesús, se convierte. 

José Antonio Pagola 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
25 de octubre de 2009
30 Tiempo ordinario ( B )
Marcos 10, 46-52


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ZENIT publica el discurso pronunciado el lunes, 19 de Octubre de 2009, por Benedicto XVI al aceptar la Cartas credenciales del señor Yves Gazzo, nuevo jefe de la delegación de la Comisión de las Comunidades Europeas ante la Santa Sede.

Señor Embajador,

Estoy contento de recibirle, Excelencia, y de acreditarle como Representante de la Comisión de las Comunidades Europeas ante la Santa Sede. Le agradecería que expresara a S.E. El señor José Manuel Barroso, que acaba de ser reelegido como jefe de la Comisión, mis votos cordiales hacia su persona y por el nuevo mandato que se le ha confiado, y también hacia todos sus colaboradores.

Este año Europa conmemora el vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín. He querido honrar de modo particular este acontecimiento viajando a la República Checa. En esa tierra probada por el yugo de una dolorosa ideología, pude dar gracias por el don de la libertad recuperada que ha permitido al continente europeo de volver a encontrar su integridad y su unidad.

Usted, señor Embajador, ha definido a la Unión Europea como “un área de paz y de estabilidad que reúne a veintisiete Estados con los mismos valores fundamentales”. Es una definición feliz. Y sin embargo es justo observar que la Unión Europea no se ha dotado de estos valores, sino que más bien han sido estos valores compartidos los que la han hecho nacer, y ser la fuerza de gravedad que ha atraído hacia el núcleo de los países fundadores a las diversas naciones que sucesivamente se han adherido a ella, en el transcurso del tiempo. Estos valores son el fruto de una larga y tortuosa historia en la cual, nadie puede negarlo, el cristianismo ha tenido un papel de primer plano. La igual dignidad de todos los seres humanos, la libertad del acto de fe como raíz de las demás libertades civiles, la paz como elemento decisivo del bien común, el desarrollo humano, intelectual, social y económico – en cuanto vocación divina (cfr. Caritas in veritate, nn. 16-19) y el sentido de la historia que de él se deriva, son otros tantos elementos centrales de la Revelación cristiana que siguen modelando la civilización europea.

Cuando la Iglesia recuerda las raíces cristianas de Europa, no está buscando un estatuto privilegiado para sí misma. Ésta quiere hacer memoria histórica recordando en primer lugar una verdad – cada vez más relegada al silencio – es decir, a la inspiración decididamente cristiana de los Padres fundadores de la Unión Europea. A nivel más profundo, ésta desea mostrar también que la base de los valores procede sobre todo de la herencia cristiana que sigue alimentándola aún hoy.

Estos valores comunes no constituyen un agregado anárquico o aleatorio, sino que forman un conjunto coherente que se ordena y articula, históricamente, a partir de una visión antropológica precisa. ¿Puede Europa omitir el principio orgánico original de estos valores que han revelado al hombre al mismo tiempo su eminente dignidad y el hecho de que su vocación personal lo abre a todos los demás hombres, con los que está llamado a constituir una sola familia? Dejarse llevar por este olvido ¿no significa exponerse al riesgo de ver estos grandes y bellos valores entrar en competición o en conflicto unos con otros? Aún más, ¿no corren el riesgo estos valores de ser instrumentalizados por individuos y grupos de presión deseosos de hacer valer intereses particulares en detrimento de un proyecto colectivo ambicioso – que esperan los europeos – que se preocupe por el bien común de los habitantes del Continente y del mundo entero? Este riesgo hay fue percibido y denunciado por numerosos observadores que pertenecen a horizontes muy distintos. Es importante que Europa no permita que su modelo de civilización se desmorone, trozo a trozo. Su impulso original no debe ser sofocado por el individualismo o el utilitarismo.

Los inmensos recursos intelectuales, culturales y económicos del continente seguirán dando fruto si siguen siendo fecundados por la visión trascendente de la persona humana, que constituye el tesoro más precioso de la herencia europea. Esta tradición humanista, en la que se reconocen tantas familias de pensamientos a veces muy distintos, hace a Europa capaz de afrontar los desafíos del mañana y de responder a las expectativas de la población. Se trata principalmente de la búsqueda del equilibrio justo y delicado entre eficiencia económica y exigencias sociales, de la salvaguarda del medio ambiente, y sobre todo del apoyo indispensable y necesario a la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, y a la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer. Europa será realmente ella misma sólo si sabrá conservar la originalidad que ha constituido su grandeza y que es capaz de hacer de ella, en el futuro, uno de los actores principales en la promoción del desarrollo integral de las personas, que la Iglesia católica considera como el único camino capaz de poner remedio a los desequilibrios presentes en nuestro mundo.

Por todos estos motivos, señor Embajador, la Santa Sede sigue con respeto y gran atención la actividad de las Instituciones europeas, augurando que éstas, con su trabajo y creatividad, honren a la Europa que, más que un continente, es una “casa espiritual”(cfr. Discurso a las Autoridades civiles y al Cuerpo Diplomático, Praga, 26 de septiembre de 2009). La Iglesia desea “acompañar” la construcción de la Unión Europea. Por esto se permite recordarle cuáles son los valores fundamentales y constitutivos de la sociedad europea, para que puedan ser promovidos para el bien de todos.

Mientras comienza su misión ante la Santa Sede, deseo reafirmarle mi satisfacción por las excelentes relaciones que mantienen la Comunidad Europea y la Santa Sede, y le formulo, señor Embajador, mis mejores votos por el buen desarrollo de su noble tarea. Esté seguro de encontrar en mis colaboradores la acogida y la comprensión de que pueda tener necesidad.

Sobre usted, Excelencia, sobre su familia y sobre sus colaboradores, invoco de todo corazón la abundancia de las Bendiciones divinas.

[Traducción del original francés por Inma Álvarez]


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Homilía de monseñor Mario Luis Bautista Maulión, arzobispo de Paraná con motivo de la misa de clausura de la XXVII Peregrinación de los Pueblos. (AICA)
(17 de octubre de 2009)


XXVIIª PEREGRINACIÓN DE LOS PUEBLOS 

Queridos hermanos Peregrinos

Culminamos en esta Eucaristía la XXVIIIª de los Pueblos.

El pasado 7 de Octubre cerrábamos el Año Jubilar Arquidiocesano. Desde ese momento nos estamos preparando la Misión Permanente o estado permanente de misión. En este ámbito hicimos esta Peregrinación, desplazándonos desde Hasenkamp bajo el lema MARÍA, DANOS UN CORAZÓN MISIONERO PARA ANUNCIAR A JESUCRISTO.

Quisimos afianzarnos como discípulos para acrecentar y/o alcanzar un corazón misionero. En la Peregrinación pudimos encontrarnos con Jesús, con la Palabra de Él que escuchamos, con el o los Sacramentos que recibimos y con los hermanos que hacíamos la peregrinación.

La Palabra del Señor que acabamos de proclamar nos presenta a Jesús misionando y enseñando a misionar a sus discípulos.

Es Jesús, en Quien creemos. De Él viene a nosotros el auxilio oportuno. Por su amor salvador alcanzamos misericordia.

Jesús fue enviado por el Padre. Su vida fue hacer lo que el Padre le encomendó. Su vida consistió en vivir amando. Desde el mismo momento en que fue concebido en el seno de María por obra del Espíritu Santo fue hacer la voluntad del Padre. Todo el recorrido de su vida, desde pequeñín, de niño, de adolescente, de joven, como hijo de familia, como trabajador, luego con su palabra, su caminar, su cercanía con el hombre, fue siempre hacer esa voluntad. Desde el mismo comienzo, la vida de Jesús estuvo cargada bajo el peso del sufrimiento y del dolor, con frecuencia de la persecución y de la indiferencia o el desatino de hombres.

Siempre su vida fue, en cada momento y circunstancia, una ofrenda de amor, con la  cruz que llevaba hasta morir en ella. Su vida estuvo sometida a todas las pruebas y dificultades humanas, como nos recordaban la 1ª y la 2ª Lectura. Fue, verdaderamente un hombre y hombre sufriente. Compartió toda la condición humana y lo doloroso de la  condición humana, menos el pecado.

Realizo su obra salvadora “llevando la cruz”. La hizo así. Por eso se compadeció, es decir, su vida fue padecer con nosotros y por nosotros.

El Evangelio nos mostró a Jesús en su camino a Jerusalén, es decir, hacia lo que va a ser su sufrimiento culminante, su persecución y la crueldad de su condena y de su muerte.

Un pasaje de este camino es la escena que hoy contemplamos.

Dos de sus discípulos, Juan y Santiago, muy cercanos a Él, le piden el favor de estar, en el Reinó que Jesús anunciaba, bien cerca de Él, a su derecha y a su izquierda. Buscaban compartir muy cerca el poder con Jesús. Jesús les dijo que no sabían lo que pedían. Realmente no lo sabían. Por eso Jesús les pregunta de una copa y de un bautismo. Se trata de una copa no de estimulante placer sino de amargura. Y de un bautismo en el que uno se sumerja para refrescarse sino para afrontar toda la tormentosa vida de querer amar como Jesús amó. No sé qué habrán entendido ellos. Pero su respuesta fue generosa. Pasados los años, el camino recorrido por Jesús lo recorrerán también ellos.

El poder que ellos tendrán será no el poder como los hombres lo entendemos y como ellos también lo habrían entendido.

Y esto lo aclara Jesús cuando responde a los demás Apóstoles. Estos 10 se habían enojado con Juan y Santiago por lo que habían pedido. Quiere decirles con claridad cuál es el poder de Él y cuál es el modo de ejercerlo. Vuelvo a repetir las palabras de Jesús que están dirigidas a todos nosotros, a mía ay a Ustedes.

«Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.»

Culminando el Año Jubilar queremos desde hoy abrirnos y lanzarnos a un estado de misión permanente o a un permanente estado de misión, afianzando las dos inseparables características del creyente: DISCIPULO – MISIONERO.

Como discípulo queremos acrecentar en nosotros y en nuestras comunidades la escucha más frecuente de la Palabra de Dios. Queremos   celebrar con alegría y con esperanza el encuentro con Jesús en la Eucaristía dominical y frecuente para estar, como hermanos, proclamando su Muerte y su Resurrección. Queremos sentirnos urgidos a amar como Él nos amó y nos pidió que amáramos  en especial a los que más necesitan porque menos tienen, menos pueden o menos saben.

Como enviados sentimos la urgencia de dar a conocer a Jesús, con palabras y con hechos. Los hechos han de ser el claro testimonio de nuestras vidas. Necesitamos convertirnos más al Señor para que nuestra conducta sea el anuncio más creíble de Jesús. El mundo en el que  vivimos, que construimos que sufrimos necesita el testimonio del creyente en Jesús.-

Junto con toda la Iglesia en Argentina necesitamos trabajar en este camino “hacia el Bicentenario en justicia y solidaridad”. No quiero hablar de lo que otros deberían hacer. Siento la urgencia de decirnos qué es lo que ha de ser nuestro aporte como creyentes para nuestra patria y nuestra sociedad

  • Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas. Es decir de toda vida humana, en todas sus etapas, en especial en los indefensos, los excluidos que finalmente son descartado. Trabajar en la solidez de la familia que ha de ser el lugar en el que se generen los valores                                             más sólidos y dónde se aprenda a amar y a ser amado.
  • Avanzar en la reconciliación y en la capacidad de diálogo. Es decir educar y favorecer en nosotros y entre nosotros todos los gestos, obras y caminos de reconciliación y amistad social, de cooperación e integración. Oímos y hablamos con frecuencia de luchas. La lucha nunca ha de ser contra hombres sino contra lo malo.
  • Alentar el paso de ser simplemente habitantes a ser ciudadanos responsables. Es preciso afirmarnos que es preciso cumplir los deberes que derivan de nuestra ser ciudadanos.
  • Animar a un incansable procesos para superar la pobreza que, guste o no, es un escándalo siempre. Nosotros necesitamos más que lamentarnos, trabajar para la superación del sufrimiento de tantos hermanos nuestros que lo sufren y estando con nosotros est5amos urgidos a elevarlos en la condición en que viven.

Necesitamos afianzar la educación y el trabajo: son la clave del desarrollo y de la justa distribución de los bienes. Porque una tenaz educación en valores y una formación para el trabajo junt6o con políticas generadoras de trabajos dignos harán superar la pobreza y el asistencialismo desordenado que terminan generando desigualdad y dependencias dañinas.

Deseamos también que este año la Peregrinación de los Pueblos sea para todos los hermanos una ocasión para celebrar el Año Sacerdotal que el Papa Benedicto XVI inició el pasado 19 de Junio para agradecerle al Señor el regalo del Sacerdocio para la Iglesia y el mundo, bajo el lema: “FIDELIDAD DE CRISTO, FIDELIDAD DEL SACERDOTE”. En la peregrinación queremos orar por los sacerdotes y junto con ellos por su fidelidad y su crecimiento en su vida y ministerio sacerdotal.

Hermanos: nos es preciso

  • Crecer en nuestra condición de discípulos. 
  • Vigorizar nuestra condición de testigos
  • Con una vida en y desde Jesús   y   hacia el hombre, hacia todo hombre, hacia cada hombre

Unamos los dos lemas de la Peregrinación

MARÍA, DANOS UN CORAZÓN MISIONERO PARA ANUNCIAR A JESUCRISTO
“FIDELIDAD DE CRISTO, FIDELIDAD DEL SACERDOTE”

Mons. Mario Luis Bautista Maulión, arzobispo de Paraná


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  Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”. (AICA)
(17 de octubre de 2009)


 NO HAY PAZ SIN JUSTICIA,
NI JUSTICIA SIN VERDAD 
 

“En un día como hoy no puedo comenzar sin enviar un saludo cordial a todas las madres y, de un modo particular, a todas aquellas que me siguen sábado a sábado en “Claves para un Mundo Mejor” porque nos encontramos a través de la cámara y de la pantalla del televisor. Hoy entonces un afectuoso saludo para todas”.

“Pero la figura de la madre, yo y todos, la asociamos espontáneamente con la paz. ¿Qué figura más bella de la paz que una madre con su hijito en brazos? Por ejemplo, la imagen de la Santísima Virgen con el Niño Jesús”.

“El problema de la paz es más profundo de lo que se piensa porque la paz no es la mera ausencia de guerra, la mera ausencia de conflicto, de violencia”.

“Creo que en la sociedad argentina de hoy se percibe claramente que no hay una paz consolidada. Las tensiones subterráneas que a veces afloran a la superficie, una violencia apenas contenida, brotes de exasperación, todo eso indica que no hay paz, que falta una auténtica paz en la sociedad argentina”.

“Espontáneamente, cuando se habla de paz, auténtica si no hay plena justicia. Las relaciones de justicia son muy complejas en una sociedad como la moderna. No basta la mera relación entre personas sino que también influye la relación de cada uno con el todo social y la relación de la comunidad con cada uno de sus miembros, especialmente con los más necesitados. La paz social depende de la plena vigencia de ese conjunto de relaciones de justicia”.

“Muchas veces, esta exasperación que se nota en la sociedad argentina está vinculada a un hecho constatable: mucha gente piensa que no le hacen justicia”, que no le reconocen sus derechos”.

“La fórmula tradicional de la justicia es: a cada uno lo suyo. Si cada uno no puede ser quien es y no lo reconocen como lo que es y no le dan su derecho, entonces no se siente tratado con justicia y lógicamente tiende a reclamar lo que le corresponde”.

“Cuando estas relaciones injustas se multiplican entonces se crea un clima de falta de paz. Ahora bien: ¿cómo se asegura la justicia en una sociedad? Es una tarea muy compleja, que corresponde en primer lugar a los que tienen la conducción de la sociedad política, pero que de algún modo también corresponde a todos los ciudadanos, a todos los habitantes de un pueblo determinado”.

“Creo que el problema de la justicia, de dar a cada uno de los suyo, de hacer y facilitar que cada uno sea quien es tiene que ver con la verdad, con el reconocimiento de la verdad. La verdad es la realidad, es la naturaleza de las cosas”.

“En la Argentina de hoy, me parece, que estamos camuflando la verdad, no queremos reconocer la verdad, estamos viviendo un mundo de ficciones, cuando no de escamoteos conscientes, o sea de mentiras, que ponen entre paréntesis la realidad”.

“Por eso es necesario convertirse a la verdad para poder vivir en la justicia, para poder tener un sentido correcto de lo que es justo y poder hacer lo justo; entonces sí se podrá disfrutar la paz”.

“El hombre está hecho para la verdad, para la justicia, pero la justicia sola no basta; hace falta un poco más, hace falta el amor, la solidaridad, la caridad, la amistad social. Entonces sí empezaríamos a disfrutar de la paz”.

“La sinceridad en el reconocimiento de la verdad, el empeño en practicar la justicia, la inclinación a procurar la concordia, todo esto es necesario –aunque difícil- para asegurar la paz”.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


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Comentario a las lecturas del domingo treinta del Tiempo Ordinario B publicado en el Diario de Avisos el domingo 25 de Octubre de 2009 bajo el epígrafe “DOMINGO CRISTIANO”.

Camino del gol

Daniel Padilla

He sido un negado para el deporte, lo confieso. Pero, sin embargo, soy admirador del fútbol creativo, rompedor, de imagi­nación, el que trata de sortear todos los sistemas defensivos y todos los cerrojos, con tal de llegar a meta y chutar a gol. Opino, por tanto, que "la mejor defensa es un buen ataque".

No voy a hacer una crónica depor­tiva. Simplemente quiero decirles que me gusta Bartimeo, el hijo de Timeo. Porque, rompiendo toda la presión que le hacían -"le querían hacer callar"-, burlando los cerrojos contrarios, grita que te grita, se llegó a la meta (Jesús) y chutó a puerta: "Jesús, hijo de David, ten compasión de mí".

Tengo el convencimiento de que, en nuestro camino cristiano, quien no adopte esa táctica de valentía, de riesgo, de lanzarse a burlar barreras y ataduras -juego destructivo, en defini­tiva, que es el que impera- no llegará nunca a la luz. Lo más que conseguirá es aclimatarse a una dorada medianía, de perfiles turbios, en donde esca­searán los criterios sólidos y las volun­tades recias. Vivirá en un constante "empate a cero".

Y eso no le pega a un cristiano de verdad. El cristiano ha de ser, por definición, un buscador de Dios. La fe no es la posesión tranquila de la verdad, una recitación y aceptación obedien­cial del dogma y las normas, sin más. Lo primero, porque el dogma y las nor­mas pueden ser cada vez mejor expli­cados. Y lo segundo, porque cual­quiera de nosotros, aunque creamos en Jesús, no lo conocemos suficiente­mente. Hay muchos estratos de su ser, de su mensaje, a los que no hemos lle­gado. Por eso recitaba el salmista: "Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro".

Como Bartimeo, por tanto, hay que salir cada día al camino. A ver si nos llega más luz de ese "Jesús que pasa". El haber descubierto a Jesús no es el final de una búsqueda, sino el comienzo. "No me buscan si no me hubieran encontrado", decía Pascal. Y Cabodevilla, comentando estas cosas, advierte: "Las verdaderas creencias, más que respuestas aquietadoras, son preguntas inquietantes", porque "bucamos respuestas y hallamos nuevas preguntas". Eso mismo le pasaba a aquel buscador de Dios que fue San Agustín: "Lo buscamos para encon­trarlo [a Dios]; pero tenemos que bus­carlo también después de haberlo encontrado. Él está oculto para que, antes de encontrarlo, lo busquemos. Y, como es inmenso, lo busquemos también una vez encontrado".

Ahora bien, en una búsqueda, igual que Bartimeo, hemos de encontrar obstáculos y presión de oposición. Dentro de nosotros, ante todo. Por ejemplo, el comodismo. ¡Se vive tan bien en la nube del dulce no hacer nada! ¡Es tan confortable la evasión! Por ejemplo también, el miedo al riesgo y al compromiso. Lo confesaba también San Agustín: "Temo al Jesús que pasa".

Obstáculos de fuera, en segundo lugar. Sepan bien los Bartimeos de hoy que van a ser muchos -amigos y ene­migos, familiares y conocidos- los que les van a decir "que no griten su fe, que no es prudente hacerlo, que hoy no se lleva y que lo mejor es seguir la corriente". Es la prevalencia del juego destructivo sobre el creativo. La resig­nación al empate a cero por encima del juego creativo. Lo nuestro es pro­clamar y avanzar.


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S?bado, 24 de octubre de 2009

Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el vigésimo noveno domingo durante el año.(AICA
(18 de octubre de 2009)

La maternidad ¿don o problema? 

En este domingo estamos celebrando un día especialmente querido por nuestro pueblo que es el día de la madre. Queremos tener presente a las madres en su día y unirnos en la oración a los tantísimos gestos que formarán parte de esta celebración. De alguna manera estamos celebrando también el valor de la familia, la cual no es posible sin el don de la maternidad, de los hijos y de la esperanza.

Asistimos lamentablemente a una profunda contradicción en nuestra cultura actual. Por un lado la gente en general, pero sobre todo nuestro pueblo sencillo tiene una especial devoción a “las madres” y a “la maternidad”, y a tener hijos, considerándolos como un “don de Dios”, expresado en los bellísimos sentimientos manifestados siempre, pero especialmente expresados en este día. Y por otro lado asistimos a una desvalorización de la maternidad y “antinatalismo” promovido por grupos reducidos y poderosos, que promueven la anticoncepción para solucionar, sobre todo, el problema de la pobreza, sin recurrir a aquello que es clave para corregir este flagelo que es una mayor y justa distribución de la riqueza, y el ejercicio de una solidaridad más globalizada. Estos sectores poderosos, organismos internacionales, muchas veces responden a una especie de “capitalismo egoísta y salvaje”, manejan grandes megamedios y agreden a las familias, constituidas como es natural por madres, padres e hijos…, como “tradicionales”, y “conservadoras”. Asombrosamente se visten con el ropaje absurdo de llamarse o autodenominarse “progresistas” y “modernos”, cuando en realidad responden contradictoriamente al peor capitalismo que como dice el poeta y sacerdote, solo “pretenden eliminar a los comensales, antes que lleguen a la mesa”.

A esta contradicción e hipocresía de nuestra cultura actual se suman las presiones que ejercen estos sectores poderosos en nuestros congresos y legislaturas, con leyes que apoyan este antinatalismo, posturas abortistas y desviaciones que dañan la familia del hombre, la mujer y los hijos, de “la maternidad” y de la paternidad”… Lo insólito, o quizá lo normal, es que estas posturas de raíz capitalista, que promueven la fragmentación y el individualismo, se pongan la camiseta de “progresismos de izquierda”, cuando en realidad van a total contrapelo de lo que está en “el corazón de nuestro pueblo”.

Es bueno recordar aquello que señalábamos los Obispos argentinos en “Navega mar adentro”: “La fragmentación presente en nuestra cultura llega también a las familias. Con singulares agresiones se encuentra amenazado el ideal de la vida en familia. En algunos casos, este ideal ya no se valora ni se busca, por ignorancia, desidia o indiferencia. Por otro lado, hace tiempo que en la Argentina se percibe una creciente disolución de la familia que, alentada por una legislación divorcista y antinatalista, desnaturaliza y deja sin defensas a la institución básica y más sólida de la sociedad. Todo esto nos desafía a actuar sin ambigüedades ni demoras, máxime en un país con escasa población.

Pero a pesar de todo, percibimos que la familia continúa siendo un valor apreciado por nuestro pueblo. El hogar es un lugar de encuentro de personas y en las pruebas cotidianas se recrea el sentido de pertenencia. Gracias a los afectos auténticos de paternidad, filiación, fraternidad y nupcialidad, aprendemos a sostenernos mutuamente en las dificultades, a comprendernos y perdonarnos, a corregir a los niños y a los jóvenes; a tener en cuenta, valorar y querer a los abuelos y a las personas con capacidades diferentes. Cuando hay familia, se expresan verdaderamente el amor y la ternura, se comparten las alegrías haciendo fiesta y sus miembros se solidarizan ante la angustia del desempleo y ante el dolor que provoca la enfermedad y la muerte” (40 y 43).

En este domingo queremos saludar a nuestras madres, y rezar por la maternidad, con la certeza que es un don maravilloso de Dios, y por el valor de la familia, los papás y mamás, para que puedan asumir su rol, y por los hijos que son un signo de esperanza. Aunque haya grupos de intereses que ataquen el valor de la familia, este es un gran “valor” que está en el corazón de nuestra gente.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas


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Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA)
(17 de octubre de 2009)

DÍA DE LA MADRE 

Cada año hay un domingo, en el mes de octubre, dedicado a celebrar el día de la Madre. Puede parecer poco hablar de un día, pero tiene el significado de recordarnos algo que pertenece al ámbito de lo habitual, de lo cotidiano. Es importante actualizar lo habitual, para que no pierda su riqueza y compromiso. Hay un olvido o desgaste en el valor de las palabras que incluye, desgraciadamente, a las personas. Por ello, es bueno y necesario celebrar y reflexionar sobre el significado que este día tiene, para no quedarnos en el cumplimiento formal o exterior de una fecha, ni tampoco resolverlo en una instancia meramente comercial.

La figura de la madre participa, desde su originalidad y complementariedad con el hombre, del misterio de la vida. Podemos hablar y distinguir a la madre, del padre y del hijo, pero no separarlos de esa realidad que los integra: la familia. Es cierto, no siempre se da o es posible integrar este conjunto ideal. Cuántas veces es la madre la que mantiene y salva a la familia, sobre todo en casos de abandono y pobreza. En esos contextos de injusticia moral y social es común que la madre, con su silencio y trabajo, se convierta en una palabra y un ejemplo que nos enseña a valorar y a respetar la vida. Ellas merecen un reconocimiento especial. Como obispo, no puedo dejar de recordar en este día, con emoción y gratitud, la figura de mi madre que ya no está. De ella he recibido la vida, la fe y una cultura basada en el evangelio. Es mucho lo que recibí de ella, máxime cuando pienso que quedó viuda, y que éramos diez hermanos.

Una de las características que marcaría en la figura de la madre es esa nota de ternura y de exigencia, que define su amor educativo por los hijos. Una y otra se necesitan para llevar adelante esa tarea familiar y social, que es el bien del hijo. Ambas, la ternura y la exigencia, presentan la sabiduría de un amor que está llamado a formar, no sólo a complacer. Creo que esta dimensión es un rasgo que distingue el amor de una madre. Por ello es un amor austero y oblativo, porque está al servicio del otro; su alegría es ver crecer a esa persona única, que en su fragilidad y desarrollo la necesita y la tiene como referencia. Estas notas que hoy recuerdo con gratitud, las considero un valor que va formando una cultura y una pedagogía que hacen a la dignidad y elevación del hombre y la mujer. La dimensión de este amor, que es una riqueza para el hijo y un bien para la sociedad, es garantía de un futuro más humano.

En este darse de la maternidad, que implica un cierto olvido de sí, la mujer vive la alegría y plenitud de una vocación. Si bien la maternidad es una decisión de la mujer, no es algo meramente privado, pertenece también al ámbito de lo público. Por ello es necesario que sea reconocida socialmente como algo personal, pero que es un bien de la sociedad. En el orden de la vida y su educación lo que es personal o privado no se opone a lo público, al contrario, se enriquecen y necesitan. El compromiso político y social que ello implica no siempre es tenido suficientemente en cuenta.

Pienso, además, que estamos como atados culturalmente a una visión un tanto individualista de nuestra realización personal que nos termina empobreciendo. Cada época presenta la riqueza de la maternidad en un contexto y con estilos siempre nuevos. En el mundo de los valores lo nuevo no es sinónimo de ruptura con el pasado. Cuando lo nuevo es discontinuidad aparece como algo extraño y carece de horizontes porque no tiene raíces. La mujer, en la maternidad, al participar de una verdad que hace a la naturaleza de la condición humana, se convierte en presente y profecía que ilumina a un mundo que siempre está naciendo, pero que necesita de su presencia y amor. La maternidad es la primera escuela de la vida humana, por ello, desde su privacidad es también pública, y merece el cuidado de la sociedad.

Con esta reflexión que nace del corazón de un hijo agradecido, que también es Pastor, he querido compartir mi palabra de admiración y afecto, para rendir, de este modo, mi homenaje a todas las madres en su día. Para ellas mi reconocimiento y oración, y a todos mi bendición de Padre y amigo en el Señor.

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

 

 


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ZENIT  nos ofrece el discurso pronunciado por el Papa el domingo 18 de Octubre de 2009 durante el rezo del Ángelus, con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

¡Queridos hermanos y hermanas!

Hoy, tercer domingo de octubre, se celebra la Jornada Mundial de las Misiones, que constituye para todas las comunidades eclesiales y para cada cristiano una fuerte llamada al compromiso de anunciar y testimoniar el Evangelio a todos, en particular a los que todavía no lo conocen. En el Mensaje que he escrito para esta ocasión, me he inspirado en una expresión del Libro del Apocalipsis, que a su vez se hace eco de una profecía de Isaías: "Las naciones caminarán en su luz" (Ap 21,24). La luz de la que se habla es la de Dios, revelada por el Mesías, y reflejada en el rostro de la Iglesia, representada como la nueva Jerusalén, ciudad maravillosa en la que resplandece con toda su plenitud la gloria de Dios. Es la luz del Evangelio, que orienta el camino de los pueblos y les guía hacia la formación de una gran familia, en la justicia y la paz, bajo la paternidad del único Dios bueno y misericordioso. La Iglesia existe para anunciar este mensaje de esperanza a toda la humanidad, que en nuestro tiempo "ha logrado grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia" (Juan Pablo II, Enc. "Redemptoris missio", 2).

En el mes de octubre, especialmente en este domingo, la Iglesia universal destaca la propia vocación misionera. Guiada por el Espíritu Santo, se sabe llamada a proseguir la obra del mismo Jesús anunciando el Evangelio del Reino de Dios, que "es justicia, paz y gloria en el Espíritu Santo" (Rm 14,17). Este Reino está ya presente en el mundo como fuerza de amor, de libertad, de solidaridad, de respeto a la dignidad de cada hombre, y la Comunidad eclesial siente fuerte en el corazón la urgencia de trabajar para que la soberanía de Cristo se realice plenamente. Todos sus miembros e instrumentos cooperan en ese proyecto, según los diversos estados de vida y carismas. En esta Jornada Mundial de las Misiones quiero recordar a los misioneros y misioneras -sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos voluntarios- que consagran su existencia a llevar el Evangelio al mundo, afrontando también obstáculos y dificultades y a veces hasta verdaderas persecuciones. Pienso, entre otros, en don Ruggero Ruvoletto, sacerdote fidei donum, recientemente asesinado en Brasil; en el padre Michael Sinnot, religioso, secuestrado hace pocos días en Filipinas. ¿Y cómo no pensar en lo que está emergiendo en el Sínodo de los Obispos por África en términos de extremo sacrificio y de amor a Cristo y a su Iglesia? Agradezco a las Obras Misionales Pontificias el precioso servicio que prestan a la animación y a la formación misionera. Invito además a todos los cristianos a un gesto material y espiritual de compartir para ayudar a las jóvenes Iglesias de los Países más pobres.

Queridos amigos, hoy, 18 de octubre, es también la fiesta de San Lucas evangelista que, además del Evangelio, escribió los Hechos de los Apóstoles, para narrar la expansión del mensaje cristiano hasta los confines del mundo entonces conocido. Invocamos su intercesión, junto con la de San Francisco Saverio, la de Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones, y la de la Virgen María, para que la Iglesia pueda continuar difundiendo la luz de Cristo entre todos los pueblos. Os pido, también, que recéis por la Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos, que en estas semanas se está celebrando aquí, en el Vaticano.

[Después del Ángelus, en lengua francesa dijo:]

El Ángelus me da la alegría de saludaros, queridos peregrinos francófonos. Celebramos hoy la Jornada Mundial de las Misiones. Cristo en el Evangelio nos recuerda que el Hijo del hombre ha venido para servir. ¡Nuestra fidelidad a Cristo no nos debe llevar a buscar los honores, la notoriedad, la fama, sino que nos invita a comprender y a hacer comprender que la verdadera grandeza se encuentra en el servicio y el amor al prójimo! En el corazón del Sínodo por África, ¡invoquemos a la Virgen María, Nuestra Señora de África para que dé frutos abundantes! ¡Que Dios os bendiga! ¡Buen domingo!

[En lengua inglesa, dijo:]

Extiendo una cordial bienvenida a todos los peregrinos de habla inglesa presentes en este Ángelus. La liturgia de hoy nos recuerda que Jesús, compartiendo totalmente nuestra humanidad, se compadece de nuestras debilidades y entiende nuestra lucha contra la tentación. En este Domingo Mundial de las Misiones, ¡volvámonos a Él en oración y aproximémonos a su trono de gracias, para poder recibir su misericordia y proclamar el Evangelio del Amor a todo el mundo!

[En lengua alemana, dijo:]

Con alegría doy la bienvenida a todos los hermanos y hermanas de lengua alemana. La Jornada Mundial de las Misiones de hoy nos recuerda que la misión es la base de la vida de la Iglesia. En fidelidad a la misión del Señor, predicar su Evangelio es para nosotros la prioridad y una urgencia. Nos corresponde a nosotros los cristianos bautizados y confirmados, llevar a los pueblos de la tierra y a todos los que nos rodean hoy, a Jesucristo, que es la salvación del mundo, la paz, la unidad, la reconciliación, y da nueva vida. Pidamos al Espíritu Santo, que reavive de nuevo en nosotros la pasión, el coraje y el entusiasmo para predicar el evangelio. Dios os bendiga a todos.

[En lengua española, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de la Hermandad del Señor de los Milagros, de Roma, a los miembros de la Hermandad de la Virgen de la Amargura, de Lorca, y al grupo de jóvenes españoles y latinoamericanos que trabajan pastoralmente en la defensa de la vida. En este domingo, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones. Os invito a todos a orar por tantos sacerdotes, religiosos y laicos, que han entregado su vida a la evangelización de los pueblos. Encomiendo a la protección maternal de María Santísima, que durante este mes invocamos especialmente con el título de Nuestra Señora del Rosario, a todos los misioneros del mundo, para que no les falte nunca nuestro apoyo espiritual y material en su difícil tarea apostólica. Feliz domingo!

[En lengua polaca, dijo:]

Hermanos y hermanas, ¡queridos polacos! "Las naciones caminarán en su luz" (Ap 21,24). En el espíritu del lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este año, pedimos en la oración que toda la comunidad humana sea iluminada por la luz de Cristo. Que su Evangelio ayude a las personas de todos los continentes a convertirse en una gran familia, para que todos los pueblos descubran en Dios un Padre que les ama. Agradeciendo la ayuda espiritual y material para las misiones, a todos os imparto de corazón una bendición.

[En lengua italiana, dijo:]

Dirijo un cordial saludo a los Clérigos Regulares de la Madre de Dios, venidos para la clausura del IV centenario de la muerte de su fundador, San Juan Leonardi. Queridos hermanos, con vosotros están también los alumnos de todos los Colegios de Propaganda Fide, acompañados por el cardenal Iván Dias, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, así como los representantes de los Farmacéuticos, de los que San Juan Leonardi es Patrón. Os exhorto a seguirle en el camino de la santidad y a imitar su celo misionero. Saludo con afecto a todos los peregrinos de lengua italiana, en particular a la Comunidad Cenáculo, que desde hace tantos años ayuda a los jóvenes, especialmente a los que han caído en el abismo de las drogas, a reencontrar el camino de la vida encontrando a Jesucristo. Saludo también a los participantes del congreso sobre Motu propio Summorum Pontificum, celebrado estos días en Roma, a la Asociación Nacional de Pequeños Ayuntamientos de Italia, a la Banda musical "Valletiberina" y a la sección de Pontedera de la Asociación Nacional de Policía. A todos auguro un buen domingo.

[Traducción del original italiano por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]


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Homilía de monseñor Agustín Radrizzani, arzobispo de Mercedes-Luján. (AICA)
(12 de octubre de 2009)

PEREGRINACIÓN ARQUIDIOCESANA A LUJÁN 

Queridos hermanos sacerdotes, diáconos, religiosa/os, consagrados laicos, seminaristas, fieles laicos cristianos y hermanos todos en el Señor Jesús:

Con gran ilusión y alegría porque el Buen Pastor nos atrajo hasta este privilegiado lugar, donde nuestra Madre de Luján ha querido quedarse para que nos cobijemos bajo su manto y nos dejemos aconsejar por ella para conocer y amar más a su Hijo Jesús, los saludo a cada uno con el afecto paterno de quien los acompaña y los quiere guiar, según el corazón de Cristo, como pueblo de Dios que peregrina en esta arquidiócesis de Mercedes - Luján, hacia la comunión plena con el Dios Viviente: Padre, Hijo y Espíritu Santo - Comunión de Amor.

Estamos recorriendo los 75 años desde la creación de Mercedes como diócesis y eso quiere decir un amor particular del Padre Dios por cada uno de los que han vivido, viven y vivirán en esta porción concreta de territorio bonaerense. Quiere decir también un camino juntos hacia la Patria definitiva, una historia compartida como hermanos que recibiendo el amor gratuito de Dios, se comprometen, con la ayuda misma de su Gracia, a ser un Pueblo santo, pueblo sacerdotal: “de la mano de María, hacemos historia”, dice nuestro lema.

Y quisiera, de la mano de María, que reflexionemos  sobre tres aspectos de una misma realidad: la de ser todos discípulos misioneros de Jesús. En definitiva el que nos da la Vida Plena, como dice el documento de Aparecida: 

1. Un primer aspecto a destacar es el encuentro. Les recomiendo el capítulo 6 de Aparecida, donde se desarrolla el itinerario formativo de los discípulos misioneros, partiendo precisamente del encuentro con Jesucristo.

En este camino como pueblo de Dios y llegados a estos 75 años, nos proponemos recordar, hacer memoria agradecida al Padre Dios por la llamada: ha sido nuestro encuentro fundacional: Dios, en su infinito amor, ha querido encontrarse con cada uno de nosotros, para que seamos su pueblo, su familia, sus hijos queridos. Este formidable don es para ser agradecidos.

Pensemos en “El Ángel del Señor anunció a María”: el encuentro de la Anunciación: se produjo por la elección  amorosa del Padre y la respuesta confiada y generosa de La Virgen.

También podemos contemplar otro encuentro, fruto inmediato del anterior: la visita de María a Isabel: la presencia del Espíritu Santo es casi palpable: El realiza la unidad, el realiza todo encuentro, y aquí hace que Juan el bautista en el vientre de su madre salte de gozo ante la presencia de su Señor; y todo es alegría, gratitud, canto de alabanza en el Magníficat de María. Y además, todo es caridad comprometida: María permaneció unos tres meses ayudando a Isabel.

La vida de la Sagrada Familia, en Nazaret, es modelo de encuentro en el amor, a imagen de la vida de la Santísima Trinidad: unidad de corazones, respeto y distinción de cada uno, trabajo humilde y sencillo, buscando todos corresponder al designio amoroso del Padre.

La iglesia naciente en Pentecostés, experimenta también el encuentro junto a María y desde allí salen los apóstoles a buscar el encuentro de los hombres con Dios amor, que los convierte unos a otros en hermanos. 

¿Que se opone a este plan del Padre para que nos encontremos en el amor?

El individualismo y el aislamiento. Va directamente en contra de la imagen de Dios según la cual fuimos creados, que es comunión de personas en el amor.

La profesionalización de la fe: esto se traduce concretamente en expresiones que nos involucraran a todos: pastores y fieles: “estoy apurado”; “¿no vio el horario?”; “qué quiere, no venga a molestar”;  “solo el sábado a la tarde le “dedico” a la iglesia”; “ya les leí la lección de catequesis”; etc., etc.

El egoísmo avaro, que busca el propio interés materialista.

La lista podría seguir, pero nosotros, cada uno, la podemos completar a luz de Dios que sale a nuestro encuentro y de la mano de María. 

¿Qué construye el encuentro?

La búsqueda de la comunión, a imagen de la Trinidad, de la Virgen en la Anunciación y la Visitación, a imagen de la Sagrada Familia y de la Iglesia de los primeros tiempos.

La personalización: no somos números, casos, sino personas capaces y necesitadas de relacionarse. Tenemos necesidad de crear los espacios de encuentro, como esta Peregrinación como familia de Mercedes - Luján; tenemos necesidad de no aislarnos, para alimentar la comunión y servirnos unos a otros - lavarnos los pies: como enseñó Jesús-. Mirar siempre lo positivo de los hermanos y de la comunidad.

Una pastoral que busque salir al encuentro, con gestos y actitudes de verdadera “compasión por la muchedumbre sin Pastor” como dice Jesús, nos libera del aislamiento y de las autoreferencias: nos pone en diálogo enriquecedor, nos estimula a no instalarnos, nos protege de los clericalismos y elitismos y tantos otros males: “la caridad cubre la multitud de los pecados”.

Si de veras nos encontramos con el Señor en su presencia gozosa y vital en la Eucaristía, allí recibimos la fuerza el Espíritu que realiza toda unidad. 

2. El segundo aspecto de este discipulado de la mano de María es la conversión: luego del encuentro nada puede quedar igual: es verdaderamente transformante y vivificadora la presencia del Señor. El documento de Aparecida, que ilumina el caminar de toda la Iglesia latinoamericana y del Caribe dice en el n° 278 “La conversión es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en El por la acción del Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras El, cambiando su forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida.” Esta conversión no es meramente un proceso individual, personal, sino que ha de alcanzar a toda la Iglesia como cuerpo, el citado documento habla de una conversión personal y pastoral (DA 365 -366); también los obispos argentinos hemos querido insistir en esta conversión pastoral en la última carta del 20 de agosto.

Cuando hablamos de conversión tenemos que evitar reducir solo a la dimensión ética: “no tengo que hacer más tal cosa”; “tengo que corregir tal conducta”; etc. Fundamentalmente es un proceso espiritual, integrador de toda la persona: vaciamiento del yo - pobreza, humildad: como María- para ser llenados por la Vida plena, que es Jesucristo mismo. “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi” (Gal. 2, 20) 

Es una conversión integral de toda nuestra experiencia religiosa, de nuestra mentalidad y de nuestros criterios pastorales. Necesitamos la gracia de la conversión, que solo la da el Espíritu Santo. 

¿Que se opone a la conversión?

El orgullo, el amor propio que nos hace incapaces de abrirnos al encuentro con el Señor y con los hermanos.

La tibieza que se expresa en actitudes como por ejemplo: “dejemos las cosas como están, que siga la vida su curso”; ¿para qué vamos a cambiar si siempre lo hicimos así?; “otra reunión más: ¡es pérdida de tiempo, cada cual sabe lo que tiene que hacer!” también acá podemos seguir la enumeración por varias horas… 

¿Qué favorece la conversión?

Decíamos antes la humildad, la renuncia a mi mismo como proyecto de realización y la búsqueda de la verdad con todas las fuerzas.

Favorece la conversión la oración confiada, personal y comunitaria: en San Agustín tenemos un claro ejemplo de conversión gracias, en buena parte a la oración perseverante de su madre Mónica.

El Pan de la Vida, Jesús mismo como alimento es el que transforma nuestro corazón de piedra en un corazón semejante al suyo: ardiente en amor al Padre y a los hermanos.

Una comunidad eclesial que muestre el “amor en acción”, como decía la Madre Teresa de Calcuta, es una llamada permanente a la conversión. 

3. Si nos hemos encontrado con el Señor y nuestra vida no quedó como antes (eso significaría que le cerramos la puerta) sino que el proceso de conversión ha sido iniciado, como un gran fuego de amor purificador y generador de fuerzas nuevas, incontenibles, desbordantes, así como la Anunciación, la Visitación, aquel encuentro de Pentecostés, entonces aparece la necesaria misión de los discípulos de Jesús.

Es una misión que brota no de un programa y un calendario, sino del amor de Dios que lo llena todo y quiere ser conocido y amado. San Francisco de Asís gritaba por las calles ¡“el Amor no es amado”! y el estaba loco de amor.

Esa es la fuerza, el ardor misionero, el celo apostólico, el coraje, que hace llevar la Buena Noticia hasta los confines de la tierra, sin cálculos egoístas, sin negociar, sin violencia, porque atrae, seduce, muestra y provoca la respuesta: ser discípulo.

Es la misión que guía el Espíritu, que discierne, es decir que separa lo que construye la unidad de los que destruye, lo que traba y entorpece, de lo que hace avanzar y da vida; que busca en los signos de los tiempos las huellas del amor de Dios  y desde allí anuncia la Verdad, como San Pablo a los griegos en el areópago.

 

¿Que se opone a la misión?

Dejar morir la vida del Espíritu en cada uno y en las comunidades. Es decir, la falta de escucha de la Palabra, el abandono del Alimento que da la Vida Eterna; la comodidad y el encierro que hace que pensemos que ya hicimos suficiente, que los demás se arreglen. Las críticas y difamaciones hacia los hermanos. El miedo al rechazo o al qué van a decir los otros. Un obstáculo muy importante son las divisiones entre los cristianos: van directamente en contra del pedido de Jesús: ¡Padre, que todos sean uno para que el mundo crea! (Jn. 17,21)

 

¿Qué favorece la misión?

Dejarnos llenar del Espíritu. Vivir con coherencia el evangelio. Buscar la unidad en el amor. Compartir lo que somos y tenemos. Es un testimonio permanentemente misionero el estilo de vida de la comunidad: “miren como se aman…queremos vivir como ustedes”. (cfr. Hch. 2, 42 - ss.)

Todo lo que sea salir de sí mismo, la donación, la entrega generosa por amor, como el Señor Jesús se entregó por nosotros amándonos hasta el extremo. No hay mayor amor que el que da la vida. (Jn. 15,13)

Tener el coraje de abrir la mente y el corazón al mundo entero,  buscar la mirada que Dios tiene sobre sus hijos: amor y misericordia: Dios quiere que todos los hombres se salven.

Indudablemente esto generará un profundo gozo, ese gozo experimentado por Isabel y María en aquel encuentro o el gozo misterioso de quien va al martirio: felices los perseguidos… esa alegría honda del Espíritu acompaña siempre al discípulo misionero para llevar adelante la misión y es como el puente tendido al hermano para que se encuentre con el Maestro. La alegría hace atrayente el mensaje. Podemos recordar la feliz expresión del documento de Aparecida: “…haberlo encontrado nosotros [a Jesús]es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras, es nuestro gozo” (DA 29)

 

¡Cuánto camino recorrido: gracias Madre por caminar con nosotros!
¡Cuántas dificultades y problemas: gracias Madre por consolarnos y ayudarnos!
¡Cuántos egoísmos e infidelidades: gracias Madre de Misericordia por acercarnos el perdón del Señor!
¡Cuántos frutos de amor y buenas obras: gracias Madre por guiarnos a Jesús!
¡Cuánto nos falta recorrer!: gracias Madre por alentar nuestra esperanza.

Virgen de Luján, pongo en tus manos este pueblo peregrino que ama y confía, para que juntos hagamos de esta arquidiócesis de Mercedes - Luján una casa y escuela de comunión, llena de discípulos misioneros que desbordantes de alegría anuncien la Vida Plena de Jesucristo. Amén. 

Mons. Agustín Radrizzani, arzobispo de Mercedes-Luján


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Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio"
(11 de octubre de 2009). (
AICA)
Evangelio según San Marcos 10, 17-30


"¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios!"

Este domingo celebramos, en nuestro país, el Día Mundial de las Misiones. Recemos para tener siempre capacidad de apertura, de misión, de evangelización, como discípulos y misioneros para que nuestros pueblos tengan vida en Jesucristo.

Recordemos también que el próximo jueves, 15 de octubre, es la Fiesta de Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, patrona del partido de Lanús y patrona secundaria de nuestra diócesis. El lema de este año es: “Santa Teresa, enséñanos a contemplar el Misterio de la Comunión”

Es un Evangelio muy valioso que nos lleva a tratar de afirmar muchas cosas importantes. En primer lugar la riqueza: cuando llena el corazón y excluye a los demás, está mal porque Dios no está presente, tampoco están presentes los demás y, en este caso, los pobres.

Siempre en la vida humana, las cosas son de relación. Yo estoy convencido que no es un problema tener o no tener; el problema es cómo uno tiene y cómo uno está disponible para que ese bien que tiene pueda producir bien a otros.

Aquí hay una especie de relación que uno debe tener porque, de lo contrario, sería una caricatura: “yo no tengo, soy pobre y ya es suficiente”. ¡No! el tema es: si tú tienes algo, tiene que estar de acuerdo a la verdad, al bien común y al servicio de los demás.

Las cosas no son ni buenas ni malas; son como uno las utiliza, las entrega y las ofrece. Por lo tanto el tema es espiritual pero no es abstracto. Espiritual pero muy concreto y relacional con respecto a los demás.

También está lo siguiente: Pedro le dice a Jesús: “lo hemos dejado todo, te hemos seguido” ¿y entonces qué? Yo diría que este seguimiento puede ser un estilo de vida, quizás el sacerdotal, el religioso o el misionero. ¡Pero todos los cristianos tenemos que seguir a Jesús! ¡Y todas las personas de buena voluntad, que creen en Dios, tienen que seguirlo! Porque es una vocación universal que todos tenemos, donde Dios es el primero y principal y a El hay que darle lugar. La presencia de Dios, su reconocimiento, ordena las demás relaciones y nuestro trato con los demás.

La familia no se opone a Dios y Dios no se opone a la familia, pero siempre tiene que haber una especie de jerarquización de valores y de precedencia. Porque el primero que nos preside en la vida, en la existencia y en el amor es Dios. Por eso, todos tenemos que tener en cuenta siempre a Dios; porque Él nos humaniza, nos ayuda a vivir en familia, nos ayuda a orientar nuestra vida y a relacionarlas debidamente. Nosotros nos quedamos en lo definitivo y desde allí vamos construyendo las demás relaciones.

Pidamos al Señor tener un espíritu de pobreza, un espíritu de disponibilidad, para que siempre Dios sea el centro de nuestra vida; que tengamos como referencia y como finalidad, a nuestros hermanos, en especial a los más pobres. Ciertamente el pobre necesita de nosotros y nosotros, por la caridad, necesitamos de nuestros hermanos pobres. ¡Nos necesitamos mutuamente!

Lo que has recibido, lo has recibido, no te enorgullezcas y entrégalo a los demás con espíritu de gratuidad y de disponibilidad. ¡De qué te engríes, si todo lo has recibido! ¡No te apropies! ¡No seas patrón, sino más bien sé un servidor!

Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


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Viernes, 23 de octubre de 2009

Comentario al Evangelio del domingo XXX, 25 de Octrubre de 2009) del tiempo ordinario (Marcos 10,46-52), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca.

Salen de Jericó, una bellísima ciudad, fértil y amable, acaso también tentadora para quedarse allí y ahorrarse así la tragedia que a Jesús le esperaba si continuaba su viaje hacia Jerusalén. Pero aquella belleza ni siquiera constituía una tentación al ciego Bartimeo. Sus ojos cerrados le tenían allí postrado al borde del camino pidiendo limosna. Invidente y mendicante, sin luz y sin hacienda, orillado en el sendero. Debió escuchar más jaleo del usual y preguntando qué pasaba o quién pasaba, le respondieron que era Jesús. Entonces él comenzó a gritar: "Hijo de David, ten compasión de mí". Debió hacerlo con tanta fuerza e insistencia que llegó a molestar a algunos del cortejo de Jesús.

Bartimeo, que no podía andar a causa de su ceguera física y que le tenía allí postrado y limosnero, tenía más luz interior que bastantes de los que acompañaban al Señor. Un ciego que no puede andar y unos viandantes con ceguera en el corazón. No se debe censurar el grito de la vida. Es el grito de quien sabe que ha nacido para ver y para andar, y no acepta una resignación imperativa de tener que contentarse con limosnas inmóviles.

La creación entera grita gemidos de parto, dice la carta a los Romanos, indicando que en la historia de los hombres no todo es bello, ni bueno, ni justo, ni verdadero. Y entonces la misma creación se resiente, se rebela, y de mil modos grita a través de los hambrientos de todas las hambres, a través de los invidentes de tantas cegueras y a través de quienes sufren ataduras en su libertad o en su corazón. Todos estos gritos desafinan, molestan, crean conmoción. La tentación siempre es la de acallarlos, la de censurarlos en algún sentido. ¿Quién tuviera los oídos de Dios para escuchar tantos gritos y responderlos adecuadamente?

En el camino de Jericó, porque pasaba Jesús, Bartimeo no dejó de gritar, y cada vez más fuerte, como quien dice a su modo urgente e intempestivo que lo suyo no debe perpetuarse, que no ha nacido para eso. La vida amordazada, acorralada, mutilada o censurada... no dejará de gritar y de gritarse. "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi", es la oración de todos los pobres y sencillos que han querido alguna vez levantarse de sus cegueras y de sus forzosas prostraciones. Jesús le curó alabando su fe y Bartimeo se levantó y lo siguió como discípulo. Había encontrado la Luz y abandonó su ceguera; había hallado el Tesoro y dejó de pedir limosna; había encontrado el sentido de la vida, y se puso a caminarlo, abrazado a Aquel que es Camino y con nosotros Caminante.


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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el vigésimo octavo domingo durante el año. (AICA)
 (11 de octubre de 2009)


sobre la misión continental 

En este domingo celebramos la Jornada Mundial de las Misiones. En toda la Iglesia rezamos y reflexionamos especialmente acompañados por el mensaje del Santo Padre que este año se denomina “Las naciones caminarán en su luz” (Ap. 21,24).

El Papa nos dice: “En este domingo, dedicado a las misiones, me dirijo ante todo a vosotros, Hermanos en el ministerio episcopal y sacerdotal, y también a vosotros, hermanos y hermanas de todo el Pueblo de Dios, para exhortar a cada uno a reavivar en sí mismo la conciencia del mandato misionero de Cristo de hacer “discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19), siguiendo los pasos de san Pablo, el Apóstol de las Gentes”.

En América Latina estamos viviendo un momento de especial gracia y experimentamos el don que ha sido el acontecimiento de Aparecida, y su fruto el documento en el que se nos orienta a que profundicemos en nuestras diócesis la condición de discípulos y misioneros. De hecho en nuestra Diócesis hemos podido asumir rápidamente Aparecida en nuestro primer Sínodo Diocesano realizado con ocasión de haber celebrado el año jubilar, los 50 años de creación de la misma.

En Aparecida surgió la inquietud del Espíritu de ahondar aquello que es la razón de ser de la Iglesia que es la Misión, y se empezó en cada conferencia Episcopal a buscar los caminos adecuados para lo que se da en llamar “la Misión Continental”. Por este motivo en la reunión de agosto pasado, al finalizar la reunión de la Comisión Permanente de la C:E:A: se publicó una riquísima “Carta pastoral“ orientando la Misión Continental en Argentina. En dicha carta se señala aquello que como pastores experimentamos y que el Espíritu orienta en nuestro tiempo: “Y lo que hay de nuevo es el Espíritu, que sopla en este tiempo en la Iglesia de nuestro Continente. ¿Y qué nos dice el Espíritu? ¿qué nos viene soplando?. La necesidad de renovar (hacer nuevo) nuestro estilo evangelizador. Alcanzar un renovado estilo misionero, pues “la fuerza de este anuncio de vida será fecundo si lo hacemos con el estilo adecuado, con las actitudes del Maestro, teniendo siempre la Eucaristía como fuente y cumbre de toda actividad misionera” (DA 363).

El texto de la Carta pastoral busca aclarar sobre el significado de la Misión Continental y como llevarla a nuestras comunidades: “La propuesta de Aparecida es más audaz, va más allá de una misión programática aunque no la excluye. La Misión que propone Aparecida no está limitada en el tiempo, sino pensada de forma tal que después que se inicie continúe, que sea una misión permanente. No se trata de programar una serie de acciones, aunque no lo descarta, sino el comienzo de algo con proyección indeterminada. Por tal motivo fue madurando una acentuación en la necesidad de una “conversión pastoral” y un estilo misionero en toda actividad pastoral ordinaria. Esto no significa que no se hagan gestos misioneros concretos, pero queda claro que la Misión Continental no debe terminarse en ellos. Por lo tanto hablar de Misión Continental es decir al mismo tiempo dos cosas: trabajar en una “conversión pastoral” que lleve a un estado de misión permanente, a partir de la pastoral ordinaria, y realizar misiones organizadas que encarnen y hagan visible este renovado estilo misionero. Esto permite que cada Iglesia particular pueda adecuar su camino misionero vinculándolo con las prioridades pastorales que se vienen trabajando. Así la misión no aparece como punto de partida sin tener en cuenta el camino anterior, sino que viene a potenciar y renovar lo que se está haciendo”. (7-10)

Esta “Carta pastoral” sobre la Misión Continental viene a animar el camino que estamos realizando en nuestra Diócesis sobre todo en las Asambleas parroquiales, para asumir “las orientaciones pastorales” del Sínodo Diocesano. Sabemos que no es fácil renovar nuestras estructuras, evaluar como trabajamos desde una “conversión pastoral”, eliminar lo caduco o que paraliza, para que dichas estructuras y agentes de pastoral tengan una mirada misionera, en orden a que todos nos preguntemos si llegamos a todos y a toda la realidad humana, “para que nuestros pueblos en “Él” tengan vida”.

Durante este octubre misionero encontraremos una oportunidad para asumir “el Don de Aparecida”, y de nuestras “Orientaciones pastorales” del Sínodo, para que nuestra Iglesia Diocesana sea realmente un signo de esperanza en medio de tantas necesidades, sobre todo la necesidad de seguir a Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas


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Carta de monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú, con motivo de celebrarse Día de la Madre. (AICA)
(15 de octubre de 2009)

DIA DE LA MADRE 

¡¡¡Felíz Día de la Madre!!!

Qué bueno que haya un Día de la Madre. Nos ayuda a expresar sentimientos que de otra manera quedarían ocultos o guardados. La maternidad nos remite al origen de la vida. Ella, la vida, es un don de Dios, y “la mamá” también es un regalo. Ser mamá y tener una mamá son regalos. Hay un día en que se empieza a ser madre y esa realidad dura toda la vida; como el Amor de Dios que siempre nos sostiene y se goza en la felicidad y la vida de sus hijos.

Quiero hoy llegar con mi cariño y estas líneas a ustedes: mamás.

A muchas las veo tironeadas en los tiempos. Porque además de las dedicaciones propias de mamá, tienen otras tareas o exigencias para cumplir: de estudio, trabajo, o junto a otros miembros de la familia.

A veces, vos, mamá que trabajás fuera de casa, me contás que quisieras estar más con tus hijos, que ellos te necesitan, y vos a ellos. Que estos tironeos te hacen sentir algo de culpa. La sociedad misma te empuja a una mirada consumista de la vida, de la cual hay que cuidarse mucho. Solamente vos podés darle a tus hijos algo que no encontrarán en nadie más: una familia, la escuela, la compañía, el hombro, la ternura confiada, un mate, una charla. Sin tu presencia no hay crecimiento verdadero. ¿Tenés idea — estoy seguro que sí — de lo que el sonido de tu voz produce en tu hijo desde que lo tenés en el vientre? Sin tu ternura todo se vuelve inseguro y oscuro. Vos sos el abrazo más esperado.

Pido a Dios por las mamás que se alegran y emocionan viendo los primeros pasos o escuchando las primeras palabras de sus hijos. Las que van a la escuela y ayudan a hacer los deberes.

Las que no olvidan de enseñar las sencillas oraciones a “Jesusito y su Mamá” y comunicar la confianza en Dios.

Cómo no pedir por las que tienen hijos adolescentes y no saben qué más probar para intentar dialogar.

Las mamás con hijos jóvenes y adultos, y que sufren porque los ven rumbear por sendas distantes a los caminos que les enseñaron de chicos.

Me conmueve cuando veo que sos capaz de darlo todo, todo por el bien de tus hijos.

Rezo por quienes la pelean solas a causa del abandono, la soledad o el desamor.

Sé de tus desvelos y desgarros cuando a tu hijo te los roba la droga, la violencia, la muerte absurda.

A la Virgen María, dulce y generosa, confío tus oraciones y anhelos. Tus alegrías y tus lágrimas. Te abrazo junto a mi corazón.


Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú


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La Pastoral Social del obispado de Neuquén, hizo público un comunicado, firmado por el presbítero Rubén Capitanio, con el que se adhiere a la Jornada Internacional para la eliminación de la pobreza, que se celebra mañana, sábado 17 de octubre.

 El texto del comunicado dice:

     “El próximo sábado 17 de octubre se celebra la Jornada Internacional para la Eliminación de la Pobreza, establecida por las Naciones Unidas en 1992.

     “Esta Jornada nació por iniciativa de un sacerdote católico, Joseph Wresinski, quien el 17 de octubre de 1987 colocó en el frente del Trocadero, en París, una piedra con la siguiente inscripción: "Allí donde haya hombres condenados a vivir en la miseria, se violan los derechos humanos. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado".

     “Esta misma inscripción se colocó tiempo después en la basílica de San Juan de Letrán, la catedral del Papa, en Roma. Y a ella se le agregaron las palabras de Juan Pablo II: ‘Nunca más discriminaciones, exclusiones, opresiones, desprecio de los pobres y de los últimos’.

     “Al conmemorarse este próximo sábado una nueva Jornada Internacional para la Eliminación de la Pobreza -unidos a nuestro P. Obispo Marcelo Melani, a nuestros hermanos y hermanas que hacemos nuestro ‘este deber sagrado’, y junto a todos los que con corazón bueno sienten como propio el sufrimiento de las víctimas de la pobreza, queremos renovar nuestro compromiso de seguir haciendo todo lo posible para que la exclusión de tantos y la negación de derechos fundamentales como salud, educación, tierra, vivienda, trabajo, etc. sean enfrentadas con toda la fuerza de una verdadera solidaridad.

     “Reclamamos que el Estado deje de estar ausente y renuncie a las excusas habituales que siempre promete hacer mañana cuando su deber es actuar hoy; asumiendo el deber indelegable que le corresponde de canalizar, a través de sus poderes, la urgente e imprescindible redistribución de la riqueza, a fin de evitar -más temprano que tarde- la explosión social que tarde o temprano, toda injusticia social acarrea. Porque entonces no serán responsables de la misma los que exploten, sino los que no hicieron lo necesario para evitarla.

     “Si sumamos esfuerzo y compromiso. Si dejamos de lado indiferencias e intereses sectoriales. Si ponemos por encima de cualquier valor al ser humano. Si miramos a los demás con corazón de hermano por el sólo hecho de ser personas: estaremos construyendo ese “Nunca más” que clamaba Juan Pablo II.+


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Reflexión de monseñor Fernando María Bargalló, obispo de Merlo-Moreno y presidente de la Comisión episcopal de Cáritas, en el boletín mensual “Huellas de Esperanza”,  organismo de difusión de Cáritas. (AICA)
(octubre de 2009)


Priorizar el bien común,
clave para erradicar la pobreza 
 

Existe en nuestro país una realidad concreta y palpable de pobreza y exclusión que reclama todo nuestro esfuerzo y compromiso para transformarla. No podemos desentendernos, ni negar su existencia. Tampoco podemos quedarnos entrampados en la discusión teórica acerca de índices y porcentajes, mientras está en juego la vida de millones de niños, jóvenes, adultos y ancianos, cuya dolorosa situación no se modifica de la noche a la mañana, por más que crezca o disminuya un determinado “guarismo”.

Sin duda, el primer paso para encontrar la solución a un problema es ver con claridad las causas que lo originan. En este caso, sería alarmante considerar que se debe sólo a una cuestión económica, porque todos sabemos que las razones de fondo son mucho más profundas: el drama de la pobreza tiene que ver con una crisis de valores y una crisis moral.

Una crisis signada por el individualismo, el egoísmo, la escandalosa concentración de riqueza y poder en unos pocos y el consecuente debilitamiento de los vínculos personales y sociales, que fueron arrastrando paulatinamente a una gran mayoría a quedar relegados al costado del camino, sin posibilidad de revertir su situación de exclusión. En Cáritas lo constatamos a diario: personas y grupos humanos que hoy no cuentan con las mínimas oportunidades que les permitan ejercer su libertad para poder elegir, para proyectar un mañana diferente, para formarse, aprender y trabajar, desarrollando sus capacidades y sus dones. El proyecto de Dios es que todos y todas puedan sentarse como hermanos en la mesa de la vida, vida digna y vida plena. Para hacerlo realidad, sin embargo, necesita de nuestro compromiso, de nuestras manos y nuestro corazón. Quiere que sigamos las huellas de su Hijo Jesús, quien en fidelidad al amor, hasta el extremo de dar la vida para que tengamos Vida, “pasó haciendo el bien” a todos, especialmente a los pobres y sufrientes, marginados por la sociedad.

Por eso, un enorme desafío que tenemos hoy como nación es aprender a renunciar a intereses meramente particulares o sectoriales y trabajar juntos en la construcción del bien común, convencidos que las estructuras justas, “condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad”, nacen y funcionan “a partir de un consenso moral en la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de vivir estos valores con las necesarias renuncias, incluso contra el interés personal”, como expresa el Santo Padre (Aparecida, Discurso Inaugural 4). Sin dicho consenso sobre los valores fundamentales sería ingenuo, de nuestra parte, pensar que podríamos elaborar estructuras justas en orden a que nuestros pueblos tengan vida digna y en abundancia.

Consenso, diálogo, compromiso, opción por los pobres, decisión política, sumadas a un nuevo estilo de liderazgo que priorice el bien común, son algunas de las claves necesarias para erradicar la pobreza. El 17 de este mes conmemoramos el “Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza”. Pidámosle a Jesús que fortalezca nuestros pasos e ilumine nuestras decisiones personales y sociales, para que cada uno, desde su propia vocación, tarea o responsabilidad, y todos, desde la fraternidad que nos une, construyamos juntos, cada vez más, un país con igualdad de oportunidades para todos.

Mons. Fernando María Bargalló, obispo de Merlo-Moreno y presidente de la Comisión Episcopal de Cáritas


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Carta del Sr. Cardenal Antonio Mª Rouco Varela, Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, redactada con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones “DOMUND 2009”, que se celebra el domingo 18 de octubre de 2008.
Domingo 18 de octubre
 

"La Palabra, luz para los pueblos” 

         Mis queridos diocesanos: 

         "La Palabra de Dios es el fundamento de todo, es la verdadera realidad... 'Al principio era la Palabra'. Al principio el cielo habló. Así, la realidad nace de la Palabra": lo decía el Papa Benedicto XVI, hace un año, durante la primera sesión del Sínodo de los Obispos acerca de "La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", y al final de su meditación proclamaba con fuerza que "la Palabra tiene un rostro, es persona, Cristo". Vale la pena recordarlo siempre, y de modo especial ante la Jornada del DOMUND de este año, que vamos a celebrar, precisamente, bajo el lema "La Palabra, luz para los pueblos". 

         Como dice la Carta a los Hebreos, Dios habló en el pasado a nuestros padres por los Profetas, pero llegó el momento, en la plenitud de los tiempos, en que su Palabra se hizo plenamente humana, ¡se hizo hombre! Se encarnó en el seno de la Virgen María y tomó nuestra condición para hacerse accesible y presente en medio de los hombres, sometidos a la esclavitud del pecado y a la muerte, de modo que nos viéramos libres al hacernos Él mismo verdaderos hijos de Dios. "Sólo la Palabra de Dios -en expresión de Benedicto XVI en su homilía de la Misa inaugural de aquel Sínodo de los Obispos- puede cambiar en profundidad el corazón del hombre", haciéndolo semejante al Suyo. Enviado del Padre, el Hijo Unigénito, haciéndose uno de nosotros, se hace vida para el hombre. 

         El tema de estudio de aquel Sínodo podía parecer, con una mirada superficial, demasiado teórico, un tema más para la reflexión teológica que para las cuestiones prácticas de la vida, y sin embargo pocos Sínodos se han demostrado tan prácticos como éste, justamente porque "la Palabra tiene un rostro", porque es Jesucristo, y sólo Él nos redime hasta el fondo y redime la realidad entera. En aquel Sínodo, los obispos subrayamos la importancia de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia universal, en la de cada Iglesia particular y en la de todos y cada uno de los fieles. La Palabra de Dios, en efecto, es viva y eficaz, no está anticuada ni desfasada, sigue de plena actualidad y es para el hombre, para la sociedad y para el mundo contemporáneos luz y vida, que todo lo ilumina y ayuda a entender y superar todas las circunstancias por las que hemos de pasar en el mundo de hoy. 

         La Iglesia ha recibido de Jesús, como lo esencial de su testamento, el mandato de llevar esta Palabra, es decir, de llevarle a Él mismo, a todas las gentes. Ésta es la razón de ser y la vocación de la Iglesia: "La Iglesia peregrinante -afirma el Concilio Vaticano II- es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el designio de Dios Padre" (Ad gentes, 2). La Iglesia es consciente de que llevar a Cristo, Luz de las gentes, a todos los pueblos, a todas las naciones, a todos los corazones, a todos los hombres, no sólo es un derecho, sino un deber, un bendito deber para todos los creyentes, pastores y fieles. Hoy también. 

         La Iglesia del siglo XXI siente la urgencia de la caridad de Cristo por llegar al corazón de todos, especialmente de los más pobres, de los que más sufren, de los más abandonados: "Hoy se ha de afrontar con valentía -nos decía Juan Pablo II en la Carta apostólica ‘Novo millennio ineunte’- una situación que cada vez es más variada y comprometida, en el contexto de la globalización y de la nueva y cambiante situación de pueblos y culturas que la caracteriza. Hace falta reavivar en nosotros el impulso de los orígenes, dejándonos impregnar por el ardor de la predicación apostólica después de Pentecostés" (n. 40). Y era sin duda este ardor lo que nos movía a los obispos españoles a proclamar, en la Instrucción pastoral "Actualidad de la misión ad gentes en España", de la Asamblea Plenaria de noviembre del año pasado, que "la misión universal sigue en sus inicios. Descubrir esa realidad con gozo es la invitación que dirigimos a todos, desde una concepción auténtica e integral de la evangelización, como nos viene recordando el Magisterio ordinario de la Iglesia" (n. 11). 

         No otra cosa nos urge a la Iglesia, hoy como en el inicio apostólico, porque no otra cosa le urge a la Humanidad entera. Lo dice Benedicto XVI en su Mensaje para este DOMUND 2009: "La Iglesia no actúa para extender su poder o afirmar su dominio, sino para llevar a todos a Cristo, salvación del mundo". No hay necesidad más indispensable, ni más urgente. Y el Papa lo explica con palabras de su antecesor en la encíclica "Redemptoris missio", subrayando que la Humanidad "está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia" (n. 2). Por eso Benedicto XVI añade: "Anunciar el Evangelio debe ser para nosotros, como lo fue para el apóstol Pablo, un compromiso impostergable y primario". 

         El DOMUND, que celebra todos los años la Iglesia universal, es una expresión bien concreta de esta conciencia evangelizadora que todos, desde el Santo Padre hasta el último de los bautizados, tenemos por ser cristianos. El tercer domingo del mes de octubre, la Iglesia recuerda nuestro compromiso misionero, que no puede reducirse, ciertamente, a la aportación económica, tan necesaria, sin duda. Este compromiso exige oración, mucha oración y muchos sacrificios por las misiones y por los misioneros. Necesitan, más aún que la ayuda económica, ¡con lo importante que es!, el apoyo de la oración y del sacrificio de los cristianos. De ahí el convencimiento de que los religiosos y religiosas de vida contemplativa de nuestra diócesis son los primeros misioneros con los que contamos, como bien lo muestra la santa Patrona de las Misiones, Santa Teresa del Niño Jesús, con quien se inicia este mes misionero de octubre. 

         Y el compromiso misionero tiene también la exigencia de promover la vocación misionera, en las familias, en las parroquias, en los colegios, en los movimientos y asociaciones apostólicas. A pesar de los muchos sacerdotes, religiosos y seglares que la archidiócesis de Madrid ha enviado como misioneros por los cuatro puntos cardinales, sigue siendo muy necesario que los jóvenes se pregunten con seriedad su posible vocación misionera. En la citada Instrucción pastoral, los obispos españoles señalamos que "las vocaciones misioneras han sido muy abundantes en España, y aún podemos agradecer a Dios el envío ininterrumpido de misioneros. (...) No obstante, existe una gran preocupación por el descenso de personas enviadas a la misión. Este hecho ha de interrogarnos sobre las causas que pudieran estar en el origen de este desequilibrio entre el crecimiento de la solicitud solidaria con los más desfavorecidos y el descenso en la respuesta generosa a la llamada de Dios a la misión ‘ad vitam’" (n. 48). Está claro que urge "reavivar el impulso de los orígenes", dejarnos todos "impregnar por el ardor de la predicación apostólica". 

         Y el compromiso, por supuesto, es también económico. Nuestra aportación ayudará a que los proyectos misioneros de la Iglesia universal puedan realizarse. La misión va unida, en muchas ocasiones, a la pobreza de los pueblos a los que se va a evangelizar. La ayuda que les prestemos es para muchos el único medio de sobrevivir en lugares de verdadera necesidad material. Por eso debemos y queremos ser generosos en esta Jornada. La clave está en ese "ardor" de los orígenes, pues con él "lo demás se dará por añadidura" (cf. Mt 6, 33). Es el ardor que brota del Corazón de Cristo, "la Palabra -como reza el lema de este DOMUND 2009-, luz para los pueblos", fuente inagotable de vida, y vida en plenitud. 

         Como pastor de esta Iglesia no puedo dejar pasar esta Jornada sin dar gracias a Dios por los misioneros de la archidiócesis de Madrid, por el don de sus vidas y por los frutos de su trabajo apostólico. Los tengo bien presentes, sobre todo en esta ocasión, con el afecto y la plegaria. Y a todos os invito a ofrecerles también conmigo vuestro cariño y vuestras oraciones. 

         Encomiendo a la intercesión maternal de María, Nuestra Señora de la Almudena, Reina de los Apóstoles, los frutos de este DOMUND 2009, al tiempo que os envío a todos mi saludo cordial y mi bendición. 

         + Antonio Mª Rouco Varela
         Cardenal-Arzobispo de Madrid


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Puntos para una mañana de reflexión a la luz de la Carta del Papa al inicio del Año Sacerdotal.

AÑO SACERDOTAL
PRIMER RETIRO DEL CURSO 2009-10

Fidelidad de Cristo. Fidelidad del sacerdote. Una llamada a la renovación interior, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo.

"Estamos ante un Año Sacerdotal en el que nosotros somos los primeros destinatarios y, consecuentemente, los protagonistas principales. Será un año para redescubrir, nosotros y el pueblo de Dios, la belleza y la importancia del sacerdocio. Será un tiempo de gracia para renovación interior, para impulsar la vivencia alegre de nuestro ministerio, para profundizar en la fraternidad sacerdotal y en relación con el Obispo" (Carta de nuestro Obispo a los sacerdotes, el 1 de junio de 2009).

Fidelidad de Cristo. "Firme es su misericordia con nosotros. Su fidelidad dura siempre" (Salmo 116.) Moisés habla al Faraón en nombre del "Que es". "Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia" (Salmo 117). "El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: tú eres sacerdote para siempre" (Salmo 119).

"El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús" (Santo Cura de Ars). Esta expresión nos lleva a contemplar con admiración el gran don, que supone para la Iglesia y para la humanidad entera, el sacerdocio:

- Los sacerdotes que cada día se identifican a las palabras y gestos de Cristo que repiten cada día.
- Fidelidad entusiástica de los sacerdotes que, a pesar de las dificultades e incomprensiones, perseveran en su vocación de "amigos de Cristo".
- Situaciones de sufrimiento por participar de la experiencia humana del dolor y la incomprensión.
- Sufrimiento de la Iglesia por la infidelidad de algunos de sus ministros. En estos casos, es el mundo el que sufre el escándalo y el abandono.

El método pastoral del Santo Cura de Ars.

1.  En primer lugar, su total identificación con el propio ministerio.

"En Jesús, Persona y Misión tienden a coincidir...De modo análogo y con toda humildad, también el sacerdote debe aspirar a esta identificación".

2. Una vida centrada en la Eucaristía.

El Santo Cura de Ars enseñaba con su testimonio de vida: sus fieles aprendían a orar al verlo y a través de sus constantes invitaciones a hacerla.

"Dicha educación de los fieles en la presencia eucarística y en la comunión era particularmente eficaz cuando lo veían celebrar. Les decía: "Todas las buenas obras juntas no son comparables al Sacrificio de la Misa, porque son obras de los hombres, mientras la Misa es obra de Dios".

Estaba convencido de que todo el fervor en la vida del sacerdote dependía de la Misa: "La causa de la relajación del sacerdote es que descuida la Misa. Dios mío, "qué pena el sacerdote que celebra como si estuviese haciendo algo ordinario".

3. Del altar al confesionario: "el diálogo de salvación".

Los sacerdotes no deberíamos resignarnos nunca a ver vacíos los confesonarios ni a limitarnos a constatar la indiferencia de los fieles hacia este sacramento.

Los sacerdotes podemos aprender del Santo Cura de Ars, no sólo una confianza infinita en el sacramento de la Penitencia, que nos impulse a ponerlo en centro de nuestras preocupaciones pastorales, sino también en el método del "diálogo de salvación" que en él se debe entablar.

El Cura de Ars consiguió en su tiempo cambiar el corazón y la vida de muchas personas porque fue capaz de hacerles sentir el amor misericordioso del Señor.

Las almas cuestan la sangre de Cristo y el sacerdote no puede dedicarse a su salvación sin participar personalmente en el "alto precio" de la redención.

4. Un vigoroso testimonio evangélico.

"El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio". (Pablo VI).

Para que no nos quedemos existencialmente vacíos, debemos preguntarnos constantemente: ¿Estamos realmente impregnados por la palabra de Dios? ¿Es ella en verdad el alimento del que vivimos, más que lo que pueda ser el pan y las cosas de este mundo? ¿La conocemos? ¿La amamos? ¿Nos ocupamos interiormente de esta palabra hasta el punto de que realmente deja una impronta en nuestra vida y forma nuestro pensamiento? Así como Jesús llamó a los Doce para que estuvieran con Él (cf Mc 3,14), y sólo después los mandó a predicar, también en nuestros días los sacerdotes estamos llamados a asimilar el "nuevo estilo de vida" que el Señor Jesús inauguró y que los Apóstoles hicieron suyo...

5. Colaboración con los laicos, formando un único pueblo sacerdotal.

El Concilio Vaticano II recomienda encarecidamente a los presbíteros a "reconocer sinceramente y promover la dignidad de los laicos y la función que tienen como propia en la misión de la Iglesia... Deben escuchar de buena gana a los laicos, teniendo en cuenta sus deseos y reconociendo su experiencia y competencia en los diversos campos de la actividad humana, para poder junto con ellos reconocer los signos de los tiempos".

6. Íntima comunión de los presbíteros con su Obispo.

El ministerio ordenado tiene una radical "forma comunitaria" y sólo puede ser desempeñado en la comunión de los presbíteros con su Obispo.

7. El modelo de Pablo.

Finalizado el Año Paulino, nos pueden quedar como recuerdo estos pensamientos del Apóstol como programa sacerdotal: "Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos" (2 Co 5, 14-15)

8. Confiados a María, madre de los sacerdotes.

"Confío este Año Sacerdotal a la Sanísima Virgen María, pidiéndole que suscite en cada presbítero un generoso y renovado impulso de los ideales de total donación a Cristo y a la Iglesia que inspiraron el pensamiento y la tarea del Santo Cura de Ars".

A pesar del mal que hay en el mundo, conservan siempre su actualidad las palabras de Cristo a sus discípulos en el Cenáculo: "En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo" (Jn 16,33) La fe en el Maestro divino nos da la fuerza para mirar con confianza al futuro. Queridos sacerdotes, Cristo cuenta con vosotros. A ejemplo del Santo Cura de Ars, dejaos conquistar por Él y seréis también vosotros, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz.

A la luz de los objetivos del Año Sacerdotal y de los puntos expuestos: ¿Qué espera el Señor de mí, en este año, respecto a retiros, ejercicios espirituales, preocupación de las vocaciones, acontecimientos de la vida ordinaria de los compañeros y celebraciones diocesanas, especialmente las referentes a los sacerdotes...?


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Jueves, 22 de octubre de 2009

 Newsletter, Missione /Redemptor hominis/ nos presenta un artículo publicado en su Sitio www.missionerh.it <http://www.missionerh.it/ 

 
*APRENDER DE LOS LABIOS DEL MAESTRO A SER DISCÍPULOS MISIONEROS*

 Afirma el /Documento de Aparecida/: "Los discípulos de Jesús están llamados a vivir en comunión con el Padre y con su Hijo muerto y resucitado, en la comunión en el Espíritu Santo. El misterio de la Trinidad es la fuente, el modelo y la meta del misterio de la Iglesia:
Un pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, llamada en Cristo como un sacramento, o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano.
La comunión de los fieles y de las Iglesias Particulares en el Pueblo de Dios se sustenta en la comunión con la Trinidad" (n.º 155).

 Un poco más adelante agrega: "Al igual que las primeras comunidades de cristianos, hoy nos reunimos asiduamente para escuchar la enseñanza de los apóstoles, vivir unidos y participar en la fracción del pan y en las oraciones. La comunión de la Iglesia se nutre con el Pan de la Palabra de Dios y con el Pan del Cuerpo de Cristo. La Eucaristía, participación de todos en el mismo Pan de Vida y en el mismo Cáliz de Salvación, nos hace miembros del mismo Cuerpo. Ella es fuente y culmen de la vida cristiana, su expresión más perfecta y el alimento de la vida en comunión. En la Eucaristía, se nutren las nuevas relaciones evangélicas que surgen de ser hijos e hijas del Padre y hermanos y hermanas en Cristo. La Iglesia que la celebra es /casa y escuela de comunión/, donde los discípulos comparten la misma fe, esperanza y amor al servicio de la misión evangelizadora" (n.º 158).

 Nunca debemos olvidar - como escribe, a su vez, el Cardenal Martini - que "la comunión es don. Ella no se basa en nuestros esfuerzos de colaboración pastoral, y tampoco en el sincero deseo de amistad.
Estas cosas son importantes y tenemos que proponérnoslas siempre. Pero, la comunión de la que hablan los /Hechos de los Apóstoles/ y la /Primera carta de san Juan/, aquel estar juntos, tan característico de la primitiva comunidad, es don de Dios; es el nuevo modo de ser, que nos viene de lo alto. Es la participación que Dios nos da, de su misterioso estar juntos en la Trinidad. Es la participación, por gracia, del estar juntos que liga a Jesús a sus discípulos, llamados para estar con Él. Este don se basa ante todo en la gracia bautismal. El bautismo nos hace estar juntos en la Iglesia esparcida en todo el mundo, con el Papa y con los Obispos sus hermanos, con todos los bautizados, con todos los que Dios llamará. A la Iglesia Dios le hace el don de su comunión de vida trinitaria, y en la Iglesia cada uno hace experiencia de comunión" (C.M. Martini, /Dizionario spirituale. Piccola guida per l'anima/).

 *¿"Quién" es la Iglesia?*

 Hay necesidad de una Iglesia que se interrogue: "¿Quiénes somos?, ¿qué hacemos?, ¿cómo vivimos?".

 Hace falta volver a la pregunta fundamental, hecha por los grandes teólogos que han renovado la eclesiología, entre los cuales Von Balthasar, que planteó así el problema: no "qué" es la Iglesia, sino "quién" es la Iglesia.

Desde un punto de vista pastoral, Von Balthasar se pregunta: "¿Quién me da de comer el pan de vida? ¿Quién me da de comer su cuerpo como cuerpo del Señor?".

 Hoy, en el tiempo de la cultura posmoderna y de los grandes procesos de la globalización, todos estamos considerados simplemente como números e introducidos en un proceso de producción, en el cual uno vale solo por lo que produce.

 Se viven relaciones anónimas, impersonales.

 También nosotros, a pesar de todos nuestros departamentos y oficinas, tenemos el riesgo de reducirlo todo al /ex opere operato/, donde los actos valen por sí mismos, independientemente de la persona que los cumpla, o sea, independientemente del /ex opere operantis/.

 Además, en un tiempo en que se pasa de una pastoral estrecha y únicamente sacramental a una pastoral misionera y evangelizadora, en la que se redescubren, o quizás se descubren por primera vez, los sacramentos como "sacramentos de la fe" (y la fe siempre existe en dependencia de la escucha de la palabra, como nos recuerda san Pablo en la /Carta a los Romanos/), es fundamental subrayar que la acción de la fe y el testimonio de quien la anuncia tienen toda su importancia, muchas veces no adecuadamente considerada.

 Por este motivo, los sacerdotes y los responsables de los varios departamentos tienen que vivir una verdadera comunión, en la fe y la oración. Una comunión que nace de la palabra de Dios, escuchada en un silencio religioso, y que vuelve a la palabra de Dios hipostáticamente unida a "los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias" de los hombres entre los cuales se vive.

 *Dar contenido a los encuentros*

 Por estas razones eminentemente teológicas, hay que averiguar cuándo las reuniones y los encuentros son verdaderamente necesarios.
En efecto, a menudo se realizan para no decir nada. Se habla solo de cómo organizarlos, y toda la vida se transforma en una burocracia que administra la nada. De esta forma, llega a faltar el contenido de una auténtica evangelización.

 Esto no es ser Iglesia; no es reflexión; no es teología pastoral. Nos transformamos en una simple máquina burocrática, que gira alrededor de sí misma.

 "Burocratización significa proliferación de organismos sin vinculación con las exigencias generales de funcionalidad, acentuación de los aspectos formales y de manera de proceder en detrimento de los aspectos sustanciales con la consecuente lentitud de las actividades y la reducción de las tareas cumplidas, la supervivencia y la elefantiasis de organismos que no responden ya a una función efectiva y, en definitiva, el triunfo de la organización - la burocracia - sobre sus fines" (cf. /Diccionario de Política/.
Bajo la dirección de N. Bobbio, I).

 La renovación de la pastoral, por tanto, se inicia en nuestro corazón, del empezar a vivir plenamente, ya desde ahora, el Evangelio del amor fraternal.

 La base de nuestra confianza pastoral es la palabra de Jesús, es el estar con Él.

 Por lo tanto, deben ser utilizadas claves simples, y no hay que insistir en querer abrir a toda costa las puertas con claves pastorales sofisticadas.

 De aquí emana también cierto cansancio y desconfianza de una pastoral que parte de las reformas estructurales, y de un montón de actividades desconectadas entre ellas.

 A este punto, me sale espontáneo citar las consideraciones del entonces Cardenal Ratzinger: "Yo he repetido frecuentemente que creo que tenemos demasiada burocracia. En cualquier caso, necesitamos simplificar en muchos campos. No todo debe desarrollarse a través de medios  institucionales, siempre debe existir el contacto humano. ...
El cristianismo estaría condenado a la asfixia si ya no nos ejercitamos en la vida interior, buscando la fe en lo más hondo de nuestra propia vida, que es donde se halla, para que nos ilumine y nos reconforte. El activismo y la simple formación intelectual no son suficientes" (J. Ratzinger, /La sal de la tierra. Cristianismo e Iglesia Católica ante el nuevo milenio/).

 La Iglesia no se justifica por sí misma, sino como relación, como capacidad de escuchar al Esposo que le habla.

 Volvemos, de nuevo, una vez más, al /Documento de Aparecida/: "El acontecimiento de Cristo es, por lo tanto, el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la historia y al que llamamos discípulo: ‘No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva'.
Esto es justamente lo que, con presentaciones diferentes, nos han conservado todos los evangelios como el inicio del cristianismo: un encuentro de fe con la persona de Jesús" (n.º 243).

 Por lo tanto, la multiplicación de encuentros y convivencias inútiles, donde se pierde tiempo y se gasta en balde el dinero de los pobres, no es lo que se necesita y no debe constituir - como, por el contrario, de hecho acontece - la principal preocupación de los discípulos del Señor. Al Maestro lo encontramos en "la oración personal y comunitaria. Es este el lugar donde el discípulo, alimentado por la Palabra y la Eucaristía, cultiva una relación de profunda amistad con Jesucristo y procura asumir la voluntad del Padre. La oración diaria es un signo del primado de la gracia en el itinerario del discípulo misionero. Por eso, es necesario aprender a orar, volviendo siempre de nuevo a aprender este arte de los labios del Maestro" (/Documento de Aparecida/, 255).

 /E. G./


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Para el AÑO SACERDOTAL 2009 – 2010: El Siervo de Dios, cardenal Eduardo f. pironio. (AICA) 
 

Exposición de monseñor Domingo S. Castagna,
arzobispo emérito de Corrientes 

Nuestros contemporáneos, los santos.  No es fácil referirse a la santidad de alguien que comparte aún nuestra vida terrena. Está ensombrecida por la mediocridad generalizada que impide intuir el misterio de gracia que opera en el interior de las personas. En mi ya larga vida he conocido mucha gente santa; es un verdadero desafío de fe descubrir el final del camino que transitan: la santidad. Recuerdo a la Madre Teresa de Calcuta, a Juan Pablo II y al Cardenal Eduardo Pironio. Ya atravesado el umbral del tiempo, sus imágenes se desprenden del espeso velo que oculta la identidad causada por la gracia. Hoy quiero referirme, con sencillez y temor, al Siervo de Dios Cardenal Eduardo Pironio. Es una nítida figura sacerdotal para nuestro tiempo. He tenido el privilegio de mantener con él una amistad que llegó a su cumbre el 13 de enero de 1998, apenas veinte días antes de su santa muerte. No olvido su rostro sufrido, su ternura habitual, su intimidad a flor de labios y su súplica humilde al “hermano menor Obispo”: “Ahora dame tu bendición”. Recuerdo el abrazo de despedida y el beso fraterno que imprimí respetuosamente en su mejilla. Tuve el privilegio de hacer una extensa y formal declaración, por pedido de la postulación de la Causa de beatificación, ya en curso.

Santidad y fecundidad ministerial.  Hay mucho que decir, pero, en las dimensiones de estas semblanzas de sacerdotes santos, es preciso presentar los rasgos principales y más significativos de la personalidad del Siervo de Dios Cardenal Pironio. Para ello qué mejor que algunos aspectos de mi declaración en el proceso de beatificación. Muchos otros amigos, aún vivos, lo han conocido mejor que yo. De todos modos, como lo he intentado en la deposición canónica mencionada, procuraré exponer el resultado de mi personal visión. Me limitaré a observar los signos visibles de su vida sacerdotal santa. Sin duda, el propósito del Papa Benedicto XVI, en este Año, consiste en mostrar al ministerio sacerdotal como un sendero obligado de santidad. Más aún, señalar que la santidad del sacerdote constituye una exigencia urgente para la evangelización del mundo. Hace unos años formulé estremecido, con ocasión de un retiro para sacerdotes, esta frase conclusiva: “En el ejercicio del ministerio sacerdotal no hay alternativa, o santos o inútiles”.  Llegué a ella al examinar la vida y el comportamiento pastoral de estos grandes sacerdotes.

El Cardenal Eduardo Pironio.  El desempeño de su notable misión sacerdotal y episcopal está sólidamente sostenido por una  innegable y ascendente espiritualidad. El Cardenal Pironio se destaca como un hombre de profunda y constante oración, que aflora espontáneamente en su contacto personal. De allí el aprecio que le profesan los sectores diversos de la Iglesia: obispos, sacerdotes, consagrados y laicos. Su reconocida sensibilidad, informada por la gracia, lo acerca a los más humildes y pobres, a los atribulados, a cada persona que se relaciona con él. El trato cordial y amigable es como el distintivo de su personalidad y, no obstante, se manifiesta dotado de una excepcional ecuanimidad. Su espíritu abierto alienta el abordaje de múltiples y puntuales temas de teología, espiritualidad y pastoral. En mi entrevista con él, poco antes de su muerte, me confiesa su dolor por no haber dispuesto del tiempo necesario para escribir  sobre algunos temas, diferidos para el tiempo de su retiro como emérito.

Amor a la Virgen.  Un capítulo aparte merece su amor y devoción entrañables a la Santísima Virgen. Bien fundado teológicamente y, no obstante, provisto de una conmovedora sencillez, hasta contagiar su amor de hijo gozoso y agradecido.

Los sacerdotes.  No quiero olvidar su deferencia hacia los sacerdotes de toda edad. Su trato con ellos se distingue por una caridad ilimitada. Con motivo de recibir el Palio arzobispal me invita a almorzar a solas con él. Recuerdo con gratitud sus santos consejos, especialmente el de amar incondicionalmente a los sacerdotes como padre paciente y solícito: “¡Ama mucho a los sacerdotes!” - me dijo entonces - “No te canses de amarlos”. Ese sincero amor se expresa, de forma ejemplar, en sus palabras y gestos. Como consecuencia es profundamente amado y venerado por quienes lo conocen. Su proverbial apertura a todos y su solicitud, especialmente por quienes padecen cruel persecución durante los años violentos, son mal vistas, particularmente por los sostenedores de la ideología de la “seguridad nacional”, que acarrearía tanto dolor y muerte. Es entonces cuando su vida corre verdadero peligro. No obstante, mantiene una ejemplar reserva ante las agresiones y amenazas a su persona.

Los consagrados.   Su amor a la Iglesia, como lo conduce a amar profundamente a los sacerdotes y laicos, también enciende en él un aprecio destacable por la Vida Consagrada. Su designación como Prefecto de la Congregación para los Religiosos, Institutos Seculares y Vida Apostólica le ofrece la ocasión de dedicarse con mayor fervor y sabiduría a esa delicada misión. Promueve las mutuas relaciones entre Obispos y Superiores Mayores constituyéndose, sin proponérselo, en un verdadero modelo de Pastor de toda la Vida Consagrada. Cuando S. S. Pablo VI lo escoge para ese servicio, su nombramiento causa alegría en muchos y silencio en otros. Hombre joven - 54 años como Pro Prefecto y 55 años como Prefecto y Cardenal - constituye una esperanza entre los principales colaboradores del Santo Padre. Su paso por la Congregación es muy valorado por los consagrados de todo el mundo. Lo consideran un Pastor comprensivo y sostenedor de los valores esenciales de la Vida Consagrada en la Iglesia y en el mundo.

Sus virtudes.  Sé que en tan breves páginas debo renunciar a la mención de muchos aspectos importantes de su intensa y fecunda trayectoria de hombre de Iglesia. El cometido de estas semblanzas sacerdotales es descubrir el secreto profundo de la santidad que las modela. Deseo referirme - en el Cardenal - a su vivencia de las virtudes cristianas que hacen a la santidad.

La fe. Todo en él indica que vive en Dios. Sus gestos, sus reacciones, sus palabras y sus valiosos escritos proceden de una experiencia profunda, silenciosa y sólida de la fe. En las simples y familiares conversaciones aflora una lúcida conciencia de la presencia de Cristo, en el misterio adorable de la Pascua. Su fe se alimenta de la Palabra y de los Sacramentos, especialmente de la Eucaristía. En sus expresiones familiares y en sus sabias reflexiones teológico-pastorales se comprueba una constante referencia a la Escritura, a los Padres y al Magisterio, en el espacio propio causado por su intensa vida de contemplación. Es ejemplar su amor a la persona del Papa y su creyente adhesión al Magisterio pontificio. En los momentos difíciles, que los tiene, se mantiene sereno y seguro en Dios. De esa manera logra alentar a quienes, en grave crisis, acuden a su ejemplo y a su consejo.

La esperanza. Su excepcional confianza en Dios otorga a sus reacciones, ante las contradicciones que debe soportar, una notable seguridad y gozo en el Espíritu. Expone incansablemente, en su magisterio escrito y hablado, los valores cristianos de la esperanza y de la alegría. La Pascua de Cristo lo impulsa a vivir el misterio de la Cruz y anhelar la santidad como Vida nueva.

La caridad. Expresa, con mucha naturalidad, su profundo amor a Dios. Hace notar, sin afectación alguna, estar enamorado de Jesucristo, al modo de San Pablo y se aproxima a la práctica inspirada por Santo Domingo de Guzmán: “Hablar a Dios o de Dios”. No recuerdo, en nuestras entrevistas, haberme alejado sin una palabra o pensamiento que me ayudara a entusiasmarme por las cosas de Dios. Ante la descripción de acontecimientos bochornosos del mundo responde con su habitual referencia al amor de Dios por los hombres. Esa ejemplar actitud rige sus relaciones con las personas, por ello, no las discrimina ni las descalifica. No recuerdo que haya expresado una opinión negativa ante decisiones de la autoridad, o ante actitudes de sus iguales, quizás poco consideradas hacia su persona o contrarias a su pensamiento.

Fundamento de su vida virtuosa.  Quisiera concluir esta incompleta descripción con la mención de dos virtudes suyas básicas: la humildad y la fortaleza. En cuanto a la primera: su notable sencillez, expresada en las conversaciones, escritos y estilo de vida, indica un espíritu pobre y disponible al sacrificio. Su relación con las personas, especialmente con los jóvenes y los pobres, adopta gestos y actitudes muy expresivas de su cálida cercanía. Acostumbra a responder toda correspondencia, de quien viniere, con sorprendente rapidez y cordialidad. No manifiesta apego a bienes, funciones y personas; su testamento lo pone satisfactoriamente en claro. Manifiesta su humildad en la gratitud a Dios, que lo elige sintiéndose él - en su modestia – sin merecimientos. También expresa su humilde agradecimiento a quienes han posibilitado que fuera lo que fue: sus padres, hermanos, superiores y amigos, especialmente sus amados Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II. Su excepcional capacidad de diálogo con todos tiene su origen, sin duda, en la práctica secreta y silenciosa de la humildad. Las circunstancias difíciles, hasta dramáticas, que jalonan su rico y extenso ministerio, lo encuentran entero espiritual y psíquicamente. Goza de la fortaleza del que se siente necesitado de Dios y confía absolutamente en Él. No se habla con él de algunos temas que puedan dar motivo a una desmedida interpretación de acontecimientos públicos y desafortunados. Ante lo inexplicable del comportamiento de algunos protagonistas, guarda un discreto silencio. La enfermedad que lo aqueja, cuya naturaleza grave conoce desde sus orígenes, no le hace perder su cordialidad y dinamismo. Guarda un heroico silencio.

Concluyendo.  Es preciso conservar de este buen Pastor de la Iglesia argentina la sustancia de su mensaje. Se constituye en un testimonio fuerte de que el Misterio de la Pascua de Cristo suscita santos sacerdotes en quienes se dejan trabajar interiormente por su Espíritu.

Mons. Domingo Salvador Castagna, arzobispo emérito de Corrientes


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  Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”. (AICA)
(11 de octubre de 2009)

EL ROSARIO
UNA AYUDA PARA LA PACIFICACIÓN NACIONAL
 

“La crítica tradicional de la religión ha descalificado la actitud del hombre que se vincula con Dios porque pensaba que lo hacía siempre movido por una necesidad, como que Dios era una especie de tapa agujeros de las necesidades del hombre, sin advertir que el hombre s naturalmente religioso y que no se puede amputar esa dimensión trascendente que hace a la integridad de la persona”.

“Esto tiene mucho que ver con el recurso natural a la oración del cual todos disponemos y, de manera especial, en los momentos difíciles. Pero es verdad también que la gente no sólo reza para pedirle cosas Dios sino que reza para darle gracias”.

“Vale la pena notar que en las grandes concentraciones religiosas, en las peregrinaciones, cuando uno le pregunta a los participantes por qué va, hay muchos que señalan que van a pedir trabajo o por la salud de un ser querido; pero hay muchos, que dicen que van a dar gracias a Dios. Esta gente es la que reconoce que todo lo que somos y tenemos viene de Él”.

“Me parece que esto es interesante para advertir que tenemos que rezar pidiendo por las necesidades concretas que afectan a la vida nuestra y de los demás. Por ejemplo: la situación que vive la Argentina de hoy. Esta especie de crispación, de malestar generalizado, de incomodidad, de queja, de fastidio, de resentimiento… Parece como que somos víctimas de una especie de enfermedad social. Por eso hay que orar”.

“Claro que la oración no va necesariamente y de modo automático, cuasi mágico a resolver todos los problemas que enfrentamos cada día. Habría que apelar a una especie de gran conversión nacional, que todos nos volviéramos a Dios para salir de esta situación”.

“Y quiero insistir en esto porque estamos en el mes de octubre que es, tradicionalmente, en la Iglesia, el Mes del Rosario”

“Por eso digo: ¿este clima de tanta crispación, de tanta incomodidad, de tanta protesta, no se podrá aliviar un poco si nos abrimos a Dios, si recurrimos a la Virgen?”.

“El Rosario es una oración admirable, serena, calma, que nos da paz porque nos permite recorrer todos los misterios de la vida de Jesús y de su Madre y en ese lento discurrir de las Avemarías, con el Padrenuestro, con el Gloria, nos hace elevar nuestro corazón a Dios”.

“Yo creo que tenemos que aprovechar este mes de octubre. Hay muchas necesidades concretas que claman en la vida argentina y que, al parecer, no podemos resolver, no las estamos resolviendo. No quiero decir que no tengamos que poner todo el empeño, toda la lucidez, la racionalidad necesaria sino que debemos contar con todo eso, pero también contemos con la ayuda de Dios”.

“La oración y sobre todo la oración de súplica es una especie de inclusión del hombre en el orden de la Providencia de Dios, nos confiamos al orden de la Providencia de Dios que ha determinado ciertas cosas, concedernos ciertas gracias si se las pedimos y porque se las pedimos”.

“Por eso en este mes de octubre yo sugeriría tomar el rosario en mano y todos los días rezar el Rosario a la Santísima Virgen por nosotros, por la patria y por la paz en la sociedad argentina."

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata 


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ZENIT   publica el texto de la catequesis pronunciada el miércoles 14 de Octubre de 2009 por el Papa Benedicto XVI, durante la Audiencia General, ante los miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas,

la figura de Pedro el Venerable, que quisiera presentar en la catequesis de hoy, nos lleva otra vez a la célebre abadía de Cluny, a su “decoro” (decor) y a su “nitor” (nitor) – por utilizar los términos habituales en los textos cluniacenses – decoro y esplendor, que se admiran sobre todo en la belleza de la liturgia, camino privilegiado para llegar hasta Dios. Aún más que estos aspectos, sin embargo, la personalidad de Pedro recuerda la santidad de los grandes abades cluniacenses: en Cluny “no hubo un solo abad que no fuera santo”, afirmaba en el 1080 el papa Gregorio VII. Entre estos se coloca Pedro el Venerable, que recoge en sí un poco todas las virtudes de sus predecesores, aunque ya con él Cluny, frente a nuevas órdenes como la de Cîteaux (Císter, n.d.t.), empieza a mostrar algún síntoma de crisis. Pedro es un ejemplo admirable de asceta riguroso consigo mismo y comprensivo con los demás. Nacido alrededor del año 1094 en la región francesa de Alvernia, entró de niño en el monasterio de Sauxillanges, donde llegó a ser monje profeso y después prior. En 1122 fue elegido Abad de Cluny, y permaneció en este cargo hasta su muerte, que ocurrió en el día de Navidad de 1156, como él había deseado. “Amante de la paz – escribe su biógrafo Rodolfo – obtuvo la paz en la gloria de Dios en el día de la paz” (Vita, I,17; PL 189,28).

Cuantos lo conocieron destacan su señorial mansedumbre, su sereno equilibrio, su dominio de sí, su rectitud, su lealtad, su lucidez y su especial actitud de meditación. “Está en mi propia naturaleza escribía – el ser bastante indulgente; a ello me incita mi costumbre de perdonar. Estoy acostumbrado a soportar y a perdonar” (Ep. 192, in: The Letters of Peter the Venerable, Harvard University Press, 1967, p. 446). Decía también: “Con aquellos que odian la paz quisiéramos, en lo posible, ser siempre pacíficos” (Ep. 100, l.c., p. 261). Y escribía de sí mismo: “No soy de aquellos que no están contentos con su suerte... cuyo espíritu está siempre en ansia o en duda, y que se lamentan porque todos los demás descansan y ellos están solos trabajando” (Ep. 182, p. 425). De índole sensible y afectuosa, sabía conjugar el amor por el Señor con la ternura hacia sus familiares, particularmente hacia su madre, y hacia los amigos. Fue un cultivador de la amistad, de modo especial hacia sus monjes, que habitualmente se le confiaban, seguros de ser acogidos y comprendidos. Según el testimonio de su biógrafo, "no despreciaba y no rechazaba a nadie" (Vita, I,3: PL 189,19); "se mostraba amable con todos; en su bondad innata estaba abierto a todos” (ibid., I,1: PL, 189,17).

Podríamos decir que este santo Abad constituye un ejemplo también para los monjes y los cristianos de nuestro tiempo, marcado por un ritmo de vida frenético, donde no son raros los episodios de intolerancia y de incomunicación, las divisiones y los conflictos. Si testimonio nos invita a saber unir el amor a Dios con el amor al prójimo, y a no cansarnos de reanudar relaciones de fraternidad y de reconciliación. Así en efecto actuaba Pedro el Venerable, que tuvo que guiar al monasterio de Cluny en años no muy tranquilos por razones externas e internas a la Abadía, consiguiendo ser al mismo tiempo severo y dotado de humanidad. Solía decir: “De un hombre se podrá obtener más tolerándolo que no irritándolo con lamentaciones” (Ep. 172, l.c., p. 409). Por razón de su cargo tuvo que afrontar frecuentes viajes a Italia, a Inglaterra, a Alemania, a España. El abandono forzoso de la quietud contemplativa le costaba. Confesaba: “Voy de un lugar a otro, me afano, me inquieto, me atormento, arrastrado aquí y allí; tengo la mente dirigida ahora a mis asuntos, ahora a los de los demás, no sin gran agitación de mi alma" (Ep. 91, l.c., p. 233). Aun teniendo que hacer juegos malabares entre los poderes y los señoríos que rodeaban a Cluny, consiguió, gracias a su sentido de la medida, a su magnanimidad y a su realismo, conservar una habitual tranquilidad. Entre las personas con las que entró en relación estuvo Bernardo de Claraval, con el que mantuvo una relación de creciente amistad, aún en la diversidad de temperamentos y perspectivas. Bernardo lo definía como “hombre importante ocupado en asuntos importantes” y le tenía gran estima (Ep. 147, ed. Scriptorium Claravallense, Milán 1986, VI/1, pp. 658-660), mientras que Pedro el Venerable definía a Bernardo "faro de la Iglesia" (Ep. 164, p. 396), "columna fuerte y espléndida de la orden monástica y de toda la Iglesia" (Ep. 175, p. 418).

Con vivo sentido eclesial, Pedro el Venerable afirmaba que los acontecimientos del pueblo cristiano deben sentirlos “en lo íntimo del corazón” quienes se cuentan entre “los miembros del cuerpo de Cristo" (Ep. 164, l.c., p. 397). Y añadía: “No está alimentado por el Espíritu de Cristo quien no siente las heridas del cuerpo de Cristo", da igual donde se produzcan (ibid.). Mostraba además atención y solicitud por quienes estaban fuera de la Iglesia, en particular por judíos y musulmanes: para favorecer el conocimiento de estos últimos, hizo traducir el Corán. Al respecto, observa un historiador reciente: “En medio de la intransigencia de los hombres medievales – incluso de los más grandes – admiramos un ejemplo sublime de la delicadeza a la que conduce la caridad cristiana” (J. Leclercq, Pietro il Venerabile, Jaca Book, 1991, p. 189). Otros aspectos de la vida cristiana que le eran queridos eran el amor a la Eucaristía y la devoción hacia la Virgen María. Sobre el Santísimo Sacramento nos ha dejado páginas que constituyen “una de las obras de arte de la literatura eucarística de todos los tiempos” (ibid., p. 267), y sobre la Madre de Dios ha escrito reflexiones iluminadoras, contemplándola siempre en estrecha colaboración con Jesús Redentor y con su obra de salvación. Baste citar esta inspirada aclamación suya: “Salve, Virgen bendita, que has puesto en fuga a la maldición. Salve, madre del Altísimo, esposa del Cordero humildísimo. Tu has vencido a la serpiente, le has aplastado la cabeza, cuando el Dios engendrado por ti le destruyó... Estrella brillante de oriente, que pone en fuga las sombras de occidente. Aurora que precede al sol, día que ignora la noche... Reza al Dios que nació de ti, para que perdone nuestro pecado y, después del perdón, nos conceda la gracia y la gloria” (Carmina, PL 189, 1018-1019).

Pedro el Venerable sentía también predilección por la actividad literaria y tenía talento para ella. Anotaba sus reflexiones, persuadido de la importancia de usar la pluma casi como un arado para “esparcir en el papel la semilla del Verbo" (Ep. 20, p. 38). Aunque no fue un teólogo sistemático, fue un gran indagador del misterio de Dios. Su teología profundiza en las raíces de la oración, especialmente en la litúrgica y entre los misterios de Cristo, prefería el de la Transfiguración, en el que ya se prefigura la Resurrección. Fue precisamente él quien introdujo en Cluny esta fiesta, componiendo un oficio especial, en el que se refleja la característica piedad teológica de Pedro y de la orden Cluniacense, dirigida toda a la contemplación del rostro glorioso (gloriosa facies) de Cristo, encontrando en él las razones de esa ardiente alegría que marcaba su espíritu y que se irradiaba en la liturgia del monasterio.

Queridos hermanos y hermanos, este santo monje es ciertamente un ejemplo de santidad monástica, alimentada en las fuentes de la tradición benedictina. Para él el ideal del monje consiste en “adherirse tenazmente a Cristo” (Ep. 53, l.c., p. 161), en una vida claustral distinguida por la “humildad monástica” (ibid.) y por la laboriosidad (Ep. 77, l.c., p. 211), como también por un clima de contemplación silenciosa y de constante alabanza a Dios. La primera y más importante ocupación del monje, según Pedro de Cluny, es la celebración solemne del oficio divino – "obra celeste y de todas la más útil" (Statuta, I, 1026) – acompañada con la lectura, la meditación, la oración personal y la penitencia observada con discreción (cfr Ep. 20, l.c., p. 40). De esta forma toda la vida es atravesada por el amor profundo a Dios y el amor por los demás, un amor que se expresa en la apertura sincera al prójimo, en el perdón y en la búsqueda de la paz. Podríamos decir, concluyendo que este estilo de vida unido al trabajo cotidiano, constituye, para san Benito, el ideal del monje, nos concierne también a todos nosotros, puede ser, en gran medida, el estilo de vida del cristiano que quiere ser auténtico discípulo de Cristo, caracterizado precisamente por la adhesión tenaz a Él, la humildad, la laboriosidad y la capacidad de perdón y de paz.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 23:05  | Habla el Papa
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Al término del XXXI Encuentro Nacional del Movimiento Familiar Cristiano (MFC) y su XII Junta de Presidentes, que reunió a 900 delegados de 36 diócesis en Villa Giardino, Córdoba, la organización eclesial renovó su compromiso en “la promoción de la vocación materna, fundamento de responsabilidad propio, como protectora de la vida”. (AICA)

 Texto de la declaración

     Hombre y mujer son iguales en dignidad. Dos seres distintos y comple­mentarios, que aportan de su propio ser para transformar la sociedad. Esta transformación requiere, de las mujeres, una contribución fundamental para lograr una sociedad más viva, una cultura más rica y una paz más segura.

     El Movimiento Familiar Cristiano impulsa estos valores como una forma de promocionar la vocación materna, fundamento de responsabilidad propia, como protectora de la vida.

     El hombre no es dueño de la vida, don de Dios, sino que debe estar al servicio de la misma, y por tanto, defenderla, especialmente la del indefenso niño concebido. Por esto, toda promoción y emancipación de la mujer debe realizarse en un marco de responsabilidades que brotan de su vocación a la maternidad y nunca atentando contra la existencia humana en gestación, ya que por su naturaleza es templo de vida.

     Sostenemos que el matrimonio, la familia y la maternidad son valores fundamentales para transformar la sociedad.+


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Mi?rcoles, 21 de octubre de 2009

 (De Fuente de La Guancha

DOMUND 2009. MATERIALES

7 de Octubre

Valorar a los misioneros como ministros de la Palabra, promover entre los fieles una sensibilidad hacia los más necesitados, participar en las actividades del DOMUND, colaboración económica e intensificar la oración por las vocaciones misioneras son los objetivos con los que se presenta el DOMUND 2009. Con el lema “La Palabra, Luz para los Pueblos” la Delegación Diocesana de Misiones ha enviado unos materiales comprendidos por un cartel, estampas de María con oración por las misiones, pegatinas, tríptico, sobres para la ofrenda y la revista Iluminare en la que podemos encontrar la presentación de la Jornada de Monseñor Francisco Pérez, el mensaje del Papa, reflexión teológico-Pastoral, explicación del lema y cartel, guión litúrgico y diversos testimonios. 

CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO 2009

7 de Octubre

La imagen de Ntra. Sra. del Rosario cumple 275 años de presencia en nuestro templo parroquial. La Comisión Organizadora no ha querido que esta efemérides fuese desconocida por los fieles. Todos los actos religiosos y profanos llevarán la impronta de este aniversario.  Por eso este año de 2009 la celebración litúrgica de este día tuvo especial solemnidad. El coro parroquial de El Carmen de Los Realejos llevó las partes cantadas, la homilía fue pronunciada por el Vicario de justicia de la Diócesis Don Daniel Padilla, presencia de las autoridades locales y procesión extraordinaria hacia la ermita del Calvario. Con esta solemnidad comenzaron las fiestas 2009.

RECITAL POÉTICO EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

9 de Octubre

Dentro de las fiestas del Rosario de nuestra parroquia es tradicional que la Asociación Canaria de Poetas Universo se traslade a La Guancha. Así en la tarde del viernes 9 de Octubre y dentro del Triduo a la Virgen del Rosario los miembros de la Asociación, presentados por Don Manuel Pérez Rodríguez elevaron en verso alabanzas, súplicas y acción de gracias a María. El acto lo termina el presentador con la recitación de un acróstico en el que las letras iniciales de sus versos dicen “VIRGEN DEL ROSARIO”  y que bellamente encuadernado entregó al párroco.

BODA EN LA GUANCHA

10 de Octubre

En la mañana del día 9 de Octubre tuvo lugar la celebración de la boda de los jóvenes David Muñoz Knudsen, natural y vecino de Las Palmas de Gran Canaria, y  María Lorena León Luis, natural y vecina de La Guancha. Fueron sus padrinos Rodolfo León Lorenzo, padre de la contrayente, y María del Pino Ingrid Knudsen Vizcaíno, madre del contrayente. 

BODA EN LA GUANCHA

10 de Octubre

En la tarde del día 9 de Octubre se celebró el matrimonio canónico entre Pedro Manuel Reyes Delgado, natural y vecino de La Laguna, y María Anabel Barroso García, natural y vecino de La Guancha. Fueron sus padrinos José Antonio Reyes Delgado, padre del contrayente, y María Josefa García Afonso, madre de la contrayente.  

BODA EN LA GUANCHA

10 de Octubre

Dentro de la celebración eucarística de la tarde, víspera del domingo 28 del Tiempo Ordinario se casaron los jóvenes José Aníbal Luis Mesa, natural de San Juan de la Rambla y vecino de La Guancha, y Marí Coromoto Borges Socas, natural y vecina de La Guancha. Fueron sus padrinos David Jorge Socas y Sonia María Suárez Mesa. 

CELEBRACIÓN DEL ENVÍO DE LOS CATEQUISTAS

11 de octubre

Con la presencia  de muchos niños, jóvenes y padres se celebró el DÍA DE LA CATEQUESIS Y EL ENVÍO DE LOS CATEQUISTAS  en nuestras parroquias de La Guancha y de San José. Siguiendo el esquema de celebración enviado por la Delegación Diocesana, después de la homilía, fueron presentados los catequistas a los que se les preguntó sobre su voluntad de ser testigos de la fe de la Iglesia para después hacerles entrega del material. Ante la comunidad pedieron la ayuda del Señor Jesús y la fuerza del Espíritu Santo para cumplir con su misión. 

DÍA PRINCIPAL DE LAS FIESTAS DEL ROSARIO

11 de Octubre

Durante el día los repiques de campanas y cohetes anunciaban la solemnidad de la tarde que giró en torno a la Eucaristía, la Procesión y la representación alegórica de la Batalla de Lepanto. Don Daniel Padilla, vicario de justicia de la Diócesis pronuncia la homilía, el coro de San Andrés y Santa Mónica de Los Realejos canta la Misa, las autoridades locales asisten, se queman fuegos artificiales durante la procesión y una gran cantidad de personas asisten a la quema de  los barcos mientras el narrador recuerda la gesta de Lepanto.

El día terminó con un festival folklórico y la degustación de una tarta gigante por parte de los presentes. 

EXCURSIÓN PARROQUIAL A LA ERMITA DE MACHADO

12 de Octubre

De auténtica sorpresa fue la visita a la Ermita del Rosario del Barrio de Machado en el municipio del Rosario, que se halla ubicada en el antiguo camino de los peregrinos hacia el santuario de Candelaria. Desconocida para la mayoría de los componentes de la excursión que pudieron pisar el pavimento original desgastado por los años. El párroco, la teniente alcalde y el mayordomo nos dieron una calurosa acogida. Luego tuvo lugar la Santa Misa presidida por el párroco frente a la imagen de Nuestra Señora del Rosario que se encontraba con sus mejores galas por sus fiestas.

La visita a la Cueva del Santo Hermano Pedro y a la Iglesia de Santiago del Teide completó el día. 

ENCUENTRO DIOCESANO DE FAMILIAS

16 de Octubre

Organizado por la Delegación Diocesana de Familia y Vida tendrá lugar en el Colegio de los Padres Salesianos de La Orotava el Encuentro Diocesano de Familias el 22 de Noviembre de 2009.

La Familia, fuente de vida, fuente de fe será el lema que estará presente durante el día de convivencia. Comenzará a las diez de la mañana con la acogida y palabras el Sr. Obispo, seguirá un tiempo dedicado a la reflexión para dar paso a la  Santa Misa al mediodía. Después del almuerzo la tarde se llenará con actuaciones diversas. 

COMIENZA EL “TALLER DE ORACIÓN Y VIDA”

17 de Octubre

Con un grupo de veinticuatro personas dio comienzo el taller de oración y vida dirigido por un miembro del Equipo Local del Movimiento “Talleres de Oración y Vida”, cuya finalidad es enseñar a orar y a vivir cristianamente. Serán 15 sesiones a realizar en los sábados durante dos horas cada sesión.  El lugar de reunión se ubica en el Camarín de la Virgen a las 7,30 de la tarde. 

BODA EN SAN JOSÉ

17 de Octubre

En el templo parroquial de La Guancha, porque el de San José está en obras se celebró el matrimonio de los jóvenes Gustavo Abreu Gómez y María José González Álvarez, naturales y vecinos ambos de San Juan de la Rambla. Fueron sus padrinos Pedro González, padre de la contrayente y Emma Luisa Abreu Gómez, hermano del contrayente.


Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia para el vigésimo octavo domingo durante el año. (AICA)
(11 de octubre 2009)


¿Qué debo hacer para heredar la Vida eterna? 

1. El pasaje del Evangelio de este domingo consta de dos escenas bien articuladas, con sus respectivas cuestiones y respuestas de Jesús: 1ª) el hombre que corre hacia él preguntando por la Vida eterna; 2ª) Pedro que se pregunta por la suerte de los que dejan todo por seguir a Cristo.
 

I. “Un hombre corrió hacia él…”

El ansia de la plena felicidad
 

2. En la primera escena, llamada de ordinario del “joven rico”, no interesa la edad. Si bien Mateo lo llama “joven”, Lucas dice “un hombre importante”, y Marcos lo denomina vagamente “uno”. Más importante es la actitud de entusiasmo: “Corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó…”. Lo cual manifiesta la tendencia innata que hay en todo hombre por la búsqueda de la plena felicidad, que se ve reflejada en la primera lectura tomada del libro de la Sabiduría: “Oré,… supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de la Sabiduría” (Sab 7,7). Indica, además, la atracción que ejerce Jesús y la intuición de que él es el objeto de esa afanosa búsqueda.

3. Para encaminarnos hacia el objeto de la plena felicidad, Jesús recuerda que hay un camino necesario: los Mandamientos de Dios. A saber: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10,19). Se trata especialmente de los Mandamientos que hablan de nuestra relación con el prójimo. El hombre responde: “Todo eso lo he cumplido desde mi juventud” (v. 20). Entonces Jesús lo mira con amor, y lo corrige: “Te falta una cosa” (v. 21). Como si le dijese: “No es cierto que estés cumpliendo plenamente los Mandamientos, pues no amas a tu prójimo como a ti mismo. A tu lado hay gente que no tiene lo necesario, mientras tú abundas en riquezas”. Por ello, “te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme” (v.21).
 

II. “Te falta una cosa”

Un solo camino: los Mandamientos según el Evangelio
 

4. Nos equivocaríamos si interpretásemos que, para alcanzar la Vida eterna, Jesús establece dos caminos: uno, el de los Mandamientos; otro, el de los Consejos evangélicos. Para ser de veras discípulo de Jesús hay un solo camino: vivir los Mandamientos según el espíritu del Evangelio. Por tanto, compartiendo con el pobre los propios bienes.

5. Con esto, no se niega que cada discípulo de Cristo ha de vivir la pobreza evangélica según la propia vocación. Pues de una manera comparte todo lo suyo un hombre casado con hijos; de otra manera lo hace un célibe sin hijos.

Tampoco se niega el valor de algunas formas de vida cristiana, surgidas a lo largo de la historia, y que se inspiran en estas palabras de Jesús. Por ejemplo, las diversas órdenes y congregaciones de vida monástica y apostólica. Pero no al precio de apropiarse en exclusividad de una enseñanza de Jesús que él dio para todos sus discípulos. No todos los cristianos están llamados a hacer voto de pobreza, ni la han de vivir conforme a determinada regla aprobada por la Iglesia; pero todos los cristianos hemos de tener el corazón desprendido de los bienes materiales para poder compartirlos con el pobre. Mientras no sea ésta la actitud, nadie puede decir: “Todo eso lo he cumplido”. Y siempre será válida la corrección de Jesús: “Te falta una cosa”.
 

III. “El que haya dejado casa…, recibirá el ciento por uno”

El que comparte, sobreabunda en la comunidad cristiana
 

6. En la escena siguiente, ante a la cuestión planteada por Pedro, “nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mc 10,28), Jesús responde: “El que haya dejado casa… etc., desde ahora en este mundo, recibirá el ciento por uno…, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna” (v.30). La promesa de Jesús se cumplió en la primitiva comunidad: “Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos… Ninguno padecía necesidad” (Hch 4,32.34). Todos dejaban todo, y todos recibían el ciento por uno.

7. ¿Es ésta la experiencia de los cristianos hoy en la Iglesia? No me refiero a situaciones particulares. Por ejemplo, los que se asocian en comunidades religiosas y hacen voto de pobreza. La cuestión que importa plantearnos es si aquella experiencia se repite hoy en nuestras comunidades cristianas, por ejemplo, en nuestras diócesis, parroquias y colegios católicos. ¿O pensamos que lo que dice Jesús acerca de vender todo y abundar en bienes es sólo una manera de hablar?

8. Otra cuestión para pensar: en la sociedad argentina, compuesta en gran parte por cristianos, reina una gran injusticia social. De hecho no cumplimos con los impuestos, se los administra mal, hay alto índice de pobreza, y, en vez de compartir todo, sólo queremos redistribuir lo que se le puede sacar al otro. ¿Tiene algo que ver con esta forma enfermiza de practicar la justicia el hecho que los cristianos, no sabemos compartir nuestros bienes en la Iglesia?

Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia


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Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA)
(10 de octubre de 2009)

DÍA DE LAS MISIONES 

Este domingo celebramos el Día de las Misiones. Parecería que no es necesario que la Iglesia dedique un día a hablar de las Misiones cuando ella es esencialmente misionera. Toda su vida es Misión. Es más, ella recibió del mismo Jesucristo el mandato de predicar el Evangelio por todo el mundo (cfr. Mt. 28, 18-20). El fijar un día tiene, sin embargo, algo de pedagógico porque nos ayuda a reflexionar y actualizar el contenido y el compromiso de esta dimensión misionera. Recordemos que el primer misionero es Jesucristo: para esto he venido, nos dice, para comunicarles la Vida de Dios. La Misión tiene su fuente primera en Dios Padre que envía a su Hijo, su contenido y estilo en el mismo Jesucristo, y su fuerza en el don del Espíritu Santo.

Esta Vida Nueva que Dios nos comunica por su Hijo abarca a la totalidad de la vida del hombre, y se convierte en principio de recreación para todo el universo. Es decir, si bien esta Vida Nueva actúa directamente sobre el hombre, desde él ella ilumina y da sentido a todas sus relaciones, sea con Dios, con sus hermanos, como con la misma naturaleza. El camino de Dios es siempre el hombre. Aquí vemos su gran responsabilidad: un mundo nuevo necesita de hombres nuevos. La Misión es comunicación de la misma Vida de Dios, que nos hace “partícipes de la naturaleza divina” (2 Pe. 1, 4). El origen de la Misión es el amor de Dios, su camino Jesucristo y el destinatario el hombre. La Iglesia nos hace presente este camino de Jesucristo.

Como dice Aparecida la Misión es al “servicio de la vida plena”. No se puede entender la Misión sino miramos al hombre concreto en su misma realización, es decir, en su vida personal, familiar, social y cultural. “Yo he venido, nos dice Jesucristo, para dar vida a los hombres y para que la tengan en plenitud” (Jn. 10, 10). A esta Vida la recibimos por la fe a través de su Palabra y de los Sacramentos, que nos introducen en una vida de comunión con Jesucristo al servicio de nuestros hermanos. Por otra parte, Dios “no nos exige que renunciemos a nuestros anhelos de plenitud vital, porqué Él ama nuestra felicidad” (Ap. 355). La Misión, por lo mismo, está al servicio de una vida plena para todos.

Aquí llegamos a un punto en el que tenemos que reconocer que “las condiciones de vida de muchos abandonados, excluidos e ignorados en su miseria y su dolor, contradicen este proyecto del Padre e interpela a los creyentes a un mayor compromiso a favor de la cultura de la vida. El Reino de vida que Cristo vino a traer es incompatible con esas situaciones inhumanas (Ap.358). Esto también forma parte de la Misión de la Iglesia, porque en “la propuesta de Jesucristo, el contenido fundamental de esta misión, es la oferta de una vida plena para todos” (Ap. 361). En esto vemos la profunda relación que existe entre vida de Dios y amor al prójimo. “Cómo puede amar a Dios a quién no ve, el que no ama a su hermano, a quién ve”, nos dice san Juan (1 Jn. 4, 20).

Pensemos que sólo conservamos aquello que somos capaces de entregar y compartir, esto vale también con nuestra fe en el Dios de la Vida. El espíritu de misión es el que nos permite conservar y acrecentar la presencia de Dios en nosotros. Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

 

 


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Homilía de monseñor Mario Luis Bautista Maulión, arzobispo de Paraná con en la misa de clausura del Año Jubilar Arquidiocesano. (AICA)
(7 de octubre de 2009)

Año Jubilar Arquidiocesano 

Querido Cardenal Estanislao Karlic, Querido Monseñor Cé4sar Daniel Fernández, Queridos Sacerdotes, Diáconos y Consagrados, Altas Autoridades Provinciales, Municipales, de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad. Queridos Hermanos todos

1.- Estamos culminando el Año Jubilar Arquidiocesanos. Lo iniciamos el 28 de Junio del año al recordar los 150 años de vida como Iglesia Diocesana. El 13 de Junio de 1859 el Papa Pío IX – posteriormente beatificado por el Papa Juan Pablo II – la había creado. Uníamos esta celebración con los 2000 años del nacimiento de San Pablo. Nos propusimos como lema para este año jubilar la frase del Apóstol San Juan (I Jn 1,3) “Lo que hemos visto y oído se lo anunciamos para que Ustedes estén en comunión con nosotros”. Queríamos así, hacer memoria de nuestra historia como Diócesis y, más allá en el tiempo, de toda esa historia que arranca desde el mismo Jesús, Muerto y Resucitado. Una y otra constituyen la historia de testigos que recibiendo a Jesús en sus vidas lo fueron trasmitiendo: “Lo que hemos recibido se lo trasmitimos” como ya lo decía San Pablo, en los primeros tiempos de la Iglesia. Es una transmisión o entrega realizada por testigos. Al hacer memoria, quisimos y queremos agradecer el don de la Fe.

2.- A su vez, quisimos sentirnos renovados en el ardor, tanto personal como comunitario, como aquellos discípulos de Emaús, ese ardor que tuvieron muchos que nos precedieron y que los llevó a trasmitir abnegadamente la fe en el Señor Jesús. Quisimos renovarnos en obedecer el pedido y mandato de Jesús (“Vayan a todas partes”) en una actividad sin límites ni fronteras. Con una mirada desde los ojos de Jesús sobre la realidad que vivimos, que construimos y que por momentos es y aparece como dolorosa y desconcertante. Por eso nos propusimos afianzar en nuestra iglesia diocesana la unión cordial (unión de corazones) e integrarnos en servicialidad fraterna hacia todo hombre: es el camino que Jesús nos señala para que el mundo crea que Él es el Señor: amarnos como Él nos amó, hasta dar la vida.

3.- Durante el Año Jubilar recibimos y realizamos la peregrinación de las imágenes de Nuestra Señora del Rosario. Igualmente realizamos en nuestras comunidades un camino misionero hacia todas las familias y organizaciones con el mensaje y con el testimonio de Jesús. No siempre pudimos hacerlo como era deseable. Pero concretamos, con diversos tonos y alcances, este caminar hacia el hombre anunciando a Jesús. Quisimos hacer lo que es esencial a la Iglesia: evangelizar, es decir, anunciar que Jesús Resucitado vive y está con el hombre. Acercar Jesús al hombre para que el hombre vea y sienta que Jesús es su Salvador, que Jesús es el Señor. Y hacer este anuncio con palabras y con hechos, con amor servicial.

4.- El Evangelio proclamado nos recordó la Anunciación. El relato comienza con enviado: el ángel Gabriel es enviado desde la misteriosa realidad del cielo a una joven cuya vida era tan valiosa como insignificante humanamente hablando. El anuncio es primeramente alegría: ¡el Señor está contigo! La cercanía y la presencia del Dios invisible provocan alegría. Es también un anuncio sublime que causa desconcierto: “darás a luz porque Dios te cubrirá con su sombra”. Ante la pregunta de María, la respuesta que recibe es que en ella se realizará el misterio de una virgen que concibe por obra del Espíritu Santo: “Nada hay imposible para Dios”. Y la respuesta de María es “que se cumpla en mí lo que has dicho”. Es la acogida amorosa a lo que la asombrará. Ella desde ese momento, en su embarazo, en su parto, en su vida familia familiar y social, con su Hijo bebé, Niño, Adolescente, Joven, Adulto y con Él hasta la Cruz y desde su Resurrección hasta Pentecostés fue la que llevaba a Jesús y lo anunciaba. Fue Madre de Él y, luego, por mandato de Él, Madre de los creyentes. Fue, así, misionera, enviada y portadora de Cristo. La presencia de María en Pentecostés como escuchamos en la 2ª Lectura, nos la muestra en un rasgo que caracterizó toda su vida: orando en silencio, con los hermanos, esperando al Señor. Fue, así, Discípula – Misionera.

5.- Culminando el Año Jubilar queremos desde hoy abrirnos y lanzarnos a un estado de misión permanente o a un permanente estado de misión, afianzando las dos inseparables características del creyente: DISCIPULO – MISIONERO. Como discípulo queremos acrecentar en nosotros y en nuestras comunidades la escucha más frecuente de la Palabra de Dios. Queremos celebrar con alegría y con esperanza el encuentro con Jesús en la Eucaristía dominical y frecuente para estar, como hermanos, proclamando su Muerte y su Resurrección. Queremos sentirnos urgidos a amar como Él nos amó y nos pidió que amáramos en especial a los que más necesitan porque menos tienen, menos pueden o menos saben. Como enviados sentimos la urgencia de dar a conocer a Jesús, con palabras y con hechos. Los hechos han de ser el claro testimonio de nuestras vidas. Necesitamos convertirnos más al Señor para que nuestra conducta sea el anuncio más creíble de Jesús. El mundo en el que vivimos, que construimos que sufrimos necesita el testimonio del creyente en Jesús.-

6.- Junto con toda la Iglesia en Argentina necesitamos trabajar en este camino “hacia el Bicentenario en justicia y solidaridad”. No quiero hablar de lo que otros deberían hacer. Siento la urgencia de decirnos qué es lo que ha de ser nuestro aporte como creyentes para nuestra patria y nuestra sociedad

Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas. Es decir de toda vida humana, en todas sus etapas, en especial en los indefensos, los excluidos que finalmente son descartado. Trabajar en la solidez de la familia que ha de ser el lugar en el que se generen los valores más sólidos y dónde se aprenda a amar y a ser amado.

Avanzar en la reconciliación y en la capacidad de diálogo. Es decir educar y favorecer en nosotros y entre nosotros todos los gestos, obras y caminos de reconciliación y amistad social, de cooperación e integración. Oímos y hablamos con frecuencia de luchas. La lucha nunca ha de ser contra hombres sino contra lo malo.

Alentar el paso de ser simplemente habitantes a ser ciudadanos responsables. Es preciso afirmarnos que es preciso cumplir los deberes que derivan de nuestra ser ciudadanos.

Animar a un incansable procesos para superar la pobreza que, guste o no, es un escándalo siempre. Nosotros necesitamos más que lamentarnos, trabajar para la superación del sufrimiento de tantos hermanos nuestros que lo sufren y estando con nosotros est5amos urgidos a elevarlos en la condición en que viven.

Necesitamos afianzar la educación y el trabajo: son la clave del desarrollo y de la justa distribución de los bienes. Porque una tenaz educación en valores y una formación para el trabajo junt6o con políticas generadoras de trabajos dignos harán superar la pobreza y el asistencialismo desordenado que terminan generando desigualdad y dependencias dañinas.

Reitero: mi palabra no son apreciaciones sobre otros. Sí son reflexiones que vienen dirigidas en primer lugar a quien les está hablando. Pero también quiero trasmitirlas a mis hermanos en la fe como un modo de realizar nuestra condición de enviados y misioneros de Jesús para nuestro mundo. Parafraseando al Martín Fierro no son para mal y condena de otros sino bien de todos.

Hermanos: nos es preciso

Crecer en nuestra condición de discípulos.

Vigorizar nuestra condición de testigos

Con una vida en y desde Jesús y hacia el hombre, hacia todo hombre, hacia cada hombre

María nuestra Madre y Patrona sea nuestro de creyente y sea nuestra intercesora.

Invoquemos a María.

Imitémosla

Mons. Mario Luis Bautista Maulión, arzobispo de Paraná


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Homilía de monseñor Mario Luis Bautista Maulión, arzobispo de Paraná con motivo de la fiesta de San Miguel Arcángel, patrono de la Provincia de Entre Ríos. (AICA)
(29 de septiembre de 2009)


San Miguel Arcángel,
patrono de la Provincia de Entre Ríos
 

Queridos hermanos:

1.- En este año jubilar de nuestra arquidiócesis de Paraná celebramos la fiesta de San Miguel Arcángel, patrono de la Provincia de Entre Ríos, uniéndola especialmente con la conmemoración con Nuestra Señora del Rosario, Patrona de nuestra ciudad y de la arquidiócesis.

Con alegría saludamos a los queridos obispos que han querido acompañarnos. Unos tienen una particular relación con nuestra Arquidiócesis: Mons. Juan Puiggari, Obispo de Mar del Plata y Mons. Ramón Dus, Obispo de Reconquista, son hijos de esta  Arquidiócesis.

 Y otros Obispos pastorean o han pastoreado varias diócesis que de una u otra manera formaron parte de la primitiva Diócesis cuya sede fue Paraná.

Son ellos:

Mons. José María Arancedo, Arzobispo de Santa Fe
Mons. Fabriciano Sigampa, Arzobispo de Resistencia
Mons. Andrés Stanovnik, Arzobispo de Corrientes
Mons. Luis Collazuol, Obispo de Concordia
Mons. Jorge Lozano, Obispo de Gualeguaychú
Mons. Carlos María Franzini, Obispo de Rafaela
Mons. Gustavo Help, Obispo de Venado Tuerto
Mons. Pedro Ronchino, Obispo Emérito de Comodoro Rivadavia
Mons. Reinaldo Bredice, Obispo Emérito de La Pampa
Mons. Ricardo Faifer, Obispo de Goya.
Mons. Hugo Santiago, Obispo de Santo Tomé
Mons. José Sartori, Obispo de Emérito de Presidencia Roque Sáenz Peña
Mons. Juan Martínez, Obispo de Posadas

También contamos con el saludo y el acompañamiento a distancia de Mons. Eduardo Mirás,  arzobispo Emérito de Rosario y de Mons. José Luis Mollaghan actual Arzobispo de Rosario.

A todos ustedes, queridos hermanos obispos, junto con el Cardenal Estanislao Karlic y con el Obispo Auxiliar Mons. César Daniel Fernández les manifestamos la gratitud por el acompañamiento con que ustedes nos dan en esta oportunidad.

También nos sentimos unidos con los hermanos creyentes de las Diócesis mencionadas.

2.- En este Año Jubilar, en nuestra Iglesia Arquidiocesana estamos viviendo la alegría y el compromiso por la fe, “por lo que hemos visto y oído”.

Lo que hemos recibido, lo queremos celebrar y transmitirlo para que viviendo la fe en el Señor, lo anunciemos formando y haciendo vigorosa nuestra comunión y nuestro servicio al mundo.

Es  la Fe la que nos vincula con el Señor Resucitado y nos lleva a tener una acción y una presencia testimonial de Jesús en nuestra Patria, en nuestras comunidades, en nuestro mundo.

Las lecturas de la Fiesta de hoy nos presentan nuestra fe de manera singular.

La primera Lectura nos presentó la lucha en el Cielo (que es el mundo divino, que está mas allá de nuestra percepción inmediata, de nuestra experiencia directa como hombres) entablada entre Miguel, el Arcángel, junto con sus Ángeles, contra el Dragón (llamado con varios muy significativos: Serpiente, Divisor, Diablo, Acusador) y sus ángeles.

3.- ¿Cuál es esta lucha entre los que obedecen a Dios y los que rechazan a Dios?

Es la lucha por la verdad frente a la mentira, la lucha por el amor frente al odio, la lucha por la belleza frente a la degradación, la lucha por la unión frente a la división, por la reconciliación frente a la desunión y al enfrentamiento. En esta lucha presentada por el Apocalipsis vence Miguel y el derrotado Satanás es arrojado en la tierra,  en la que continúa con su estrategia, ahora  no ya frente a ángeles sino frente a  los hombres. Sus armas siempre son la mentira, el engaño, la división, la muerte.

Esta lucha ahora no se da en el cielo sino en el corazón humano y en la misma convivencia humana, en la sociedad y en la historia humana.

En esta nueva lucha interviene un nuevo personaje: el Mesías, el Cordero: es decir Jesús Vivo y Resucitado.

La lucha se concentra entre el Dragón y el Cordero, entre el Diablo y el Señor Jesús. La Sangre del Cordero es su vida totalmente entregada hasta el último instante. Es la expresión del amor inclaudicable de Jesús:  que consistió en obedecer al Padre ¿En qué? En amar hasta lo último. Es esa Sangre derramada la que rescata y salva al hombre. Dios, al resucitar a Jesús, ha destruido el poder del Maligno. Es una victoria que se realiza en el corazón de cada  hombre.

La maravilla de la vida de cada hombre es también el escenario y el ámbito de esta lucha.

El mal y las tentaciones de las que pedimos al Padre que nos libre, son las que a cada momento nos acechan por la instigación y la envidia del maligno.

4.- Hermanos: ¿Es esto una hermosa fábula para niños o para mentes poco desarrolladas?

Lo que vivimos a diario nos muestran la dura realidad de un vertiginoso proceso de luchas entre lo bueno y lo malo. ¿No es así como a veces pretendemos justificar todo diciendo que la lucha es el nervio de la historia y la realidad, lucha que siempre busca la eliminación del opositor. Por el contrario, ¿no buscamos tapar este doloroso proceso diciendo que todo está bien y que nada está mal porque todo está bien y nada está mal.

¿La leyes  y normas que buscamos  establecer y definir para regir nuestras conductas ¿son simples constataciones de nuestras conductas invitándonos a justificar todo lo que se hace o señalan más bien una conducta a seguir?

Afirmar que lo bueno y lo malo depende de nosotros mismos, es pretender señalar como fuente del bien y de la verdad, el estrecho límite de nuestra opinión, muchas veces mezquino. ¿Esto dignifica al hombre? ¿Las normas que hicimos o hacemos los hombres promueven, desarrollan, potencian al hombre o lo achican, degradan, o hasta eliminan al hombre? Hablemos de lo que hablemos lo que está en juego es la dignidad o la degradación del hombre, la de cada hombre, en particular la del más débil e indefenso.

5.- Es en corazón del hombre y en el corazón de la sociedad donde se da esta lucha entre lo bueno y lo malo y de donde se seguirá la elevación o la degradación del hombre.

En esta lucha entre lo bueno y lo malo que nos afecta y alcanza a todos, “el Acusador” o Maligno, aunque no lo percibamos, busca destruir al hombre. Pero, igualmente, el “Cordero”, Jesucristo, por su Sangre, llega al corazón del hombre para curarlo vigorizarlo.

Es el “testimonio” de su vida, la de aquellos que optan por el amor, por el respeto, por la vida, por la familia sana  -no degradada-  por la justicia, a tal punto que hasta pueden parecer que desprecia su vida, porque están dispuestos hasta la muerte por vivir y promover los valores del Señor.

Precisamente en esta lucha es donde se juega el destino de cada uno y de la sociedad.

Con esto no se está haciendo una división entre precisar cuál es el bien que al hombre lo hace hombre y cuál es el mal que destruye al hombre.

6.- Es el bien al que el Señor Jesús con su Palabra nos orienta y con su Sangre nos cura y redime con su gracia y sus sacramentos. De esta manera el Señor los hace testigos. Son los que realizan el bien.

Fuera del Señor solo anida el mal e sus diversas manifestaciones.

Toda la vida humana, es alcanzada y afectada por esta lucha del bien y del mal. La Pobreza en sus distintas modalidades y medidas, la convivencia humana, con seguridad o con enfrentamientos, ses afectada según hagamos el bien o el mal.

Es  Jesús, quien venciendo al mal con el bien, abre el camino para vivir en plenitud.

Abrir el corazón al Señor por la fe es el comienzo de nuestra recuperación, del triunfo del Señor en nuestra vida

Este triunfo nos va haciendo testigos. Por    la Fe en Él queremos testimoniarlo ante el mundo para que el mismo Señor triunfe también en otros.

En esto consiste el permanente anuncio de que el Señor viene y viene a salvarnos. Por eso nos hemos de sentir  profundamente misioneros.

7.- El Evangelio nos mostraba a Natanael, el hombre sin doblez, transparente, de una pieza. Es el creyente que “ve al Hijo del Hombre” –Señor de la Historia- que actúa con los ángeles para que a los hombres llegue esa salvación……..

María Reina de los ángeles, creyente a carta cabal, es quien, por el poder que Jesús le dio (“Mujer ahí tienes a tu hijo”) es la Mujer que aplastara la cabeza del Dragón…..

Con ellos, vamos venciendo al mal a fuerza de bien.

Mons. Mario Luis Bautista Maulión, arzobispo de Paraná


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Homilía de monseñor Baldomero Carlos Martini, obispo de San Justo en la Peregrinación a Luján 2009. (AICA)

“Y el Discípulo la recibió como suya”         

Queridos Hermanos y hermanas:

1. Llegamos como peregrinos, concientes de nuestra pobreza y por gracia de Dios de nuestra dignidad de cristianos, cargados con el peso de nuestra  vida y de nuestro andar, con angustias y esperanzas, con tristezas y alegrías, con muchos sufrimientos pero con una gran confianza. Estamos juntos como hermanos y tocados por la mirada llena de amor, de Jesús y de María.

El Evangelio, que es Jesús vivo, nos lo ha revelado, ella es nuestra Madre, amorosa Madre.

¿Cómo nos ve ella, a cada uno de nosotros?... Estamos aquí, como Iglesia que peregrina en La Matanza. Pastores y fieles. Queremos presentarnos ante ella y con ella a Jesús, realmente, transparentes y sinceros,  pobres de corazón y disponibles, para dejarnos tocar por su ternura y por  sus benditas Palabras que tienen que ver con este Evangelio del amor hasta el extremo: “Hagan todo lo que Él les diga”  después de  contarle a Él  todo lo que falta.

Ella se llenaría de pena si nos viera llevando  una doble vida, heridos por la incoherencia entre la fe y la vida o por  hacer poco o nada  para cambiar. Pero al vernos aquí, se alegra  con  todo lo que hemos dejado hacer al Señor en nuestra existencia,  que nos hace cantar convencidos: ¡El Señor hizo en mí maravillas, Gloria al Señor!

 Como es Madre, le duele nuestra realidad social  de pobreza y de indigencia. Nos sentimos heridos  y agobiados, precisamos tu alivio y fortaleza,  como le decimos a su Hijo querido, en la oración por la Patria, queremos ser  nación, ciudadanos íntegros y responsables.

Mis queridos Sacerdotes y hermanos y hermanas:  aquí estamos como Pueblo sacerdotal  y me siento muy feliz de estar con ustedes  y como el más necesitado  de que María, de pie junto a la Cruz de su Hijo, me eduque en el camino de la santidad pues con ustedes soy cristianos y con ustedes  soy sacerdote, pero para todos ustedes soy   obispo , el que carga con el cuidado de la santidad de cada uno y como Pueblo de Dios que peregrina, como familia,  queriendo servir proféticamente, para que haya mas amor y mayor comunión. 

2. Estamos celebrando esta Peregrinación, en el Año Sacerdotal. Por eso  todos, Pastores y  fieles  somos urgidos para que como dice el Cardenal Martini y hago mias, “Contemplemos a María, que permanece en silencio, a los pies de la Cruz con el inmenso dolor de la muerte del Hijo amado y sin perder la fe en el Dios de la vida, espera la aurora luminosa del día de la Pascua. En esa espera revive toda su vida  y su compromiso con los  misterios de la Salvación y así habla a nuestros corazones de peregrinos, que estamos en el Sábado santo de la Historia, con todos los ruidos, cansancios, infidelidades y fracasos, necesitados de ser consolados.

Por eso le decimos: “Tú  que en el sábado santo del silencio de Dios eres y  permaneces Virgen Fiel, nos obtengas para nuestro camino, la consolación de la mente” y así discernir el paso  del Señor en nuestras vidas y hacer el ejercicio del recuerdo meditativo de los hechos salvadores, que tu María has practicado: “Guardabas  todo cuidadosamente meditándolo en tu corazón”  y le diste solidez a tu vida y a tu misión, bellamente expresado en tu Magnificat. Necesitamos esta consolación, para que nuestra inteligencia iluminada por la fe superemos el relativismo  que nos  hace poner a Dios entre paréntesis o muchas veces,  vivir como sino Él no existiera.

“Tú que en la espera del sábado de la desilusión eres la Madre de la Esperanza, nos obtengas la consolación del corazón”  Esta  consolación afectiva es una gracia que toca la sensibilidad y  los afectos profundos, muchas veces heridos,  inclinándonos a aceptar la Promesa de Dios, venciendo la impaciencia y la desilusión .

Madre de la esperanza, enséñanos a esperar con paciencia  la victoria del Resucitado, que nos llama a la eternidad y a sentir en la fe, la presencia de Dios en la realidad de cada uno que hoy nos toca vivir como cristianos, como sacerdotes y como ciudadanos. Nos sabemos llamados a construir una patria de hermanos, donde todos tengamos pasión sana por el bien común  y por todos los valores que brotan de la dignidad humana de todos, especialmente el derecho a nacer y a vivir con sentido y que nadie sobra.

“Tú que en el sábado de la ausencia y de la soledad eres y permaneces como la Madre del amor , nos obtengas la consolación de la vida” .

Necesitamos vivir en nosotros los mismos sentimientos de la Madre de la Vida, que afrontó el sufrimiento más profundo, como una espada que le atravesó el corazón. Así la vemos compartiendo los padecimiento de su amado Hijo en la Cruz y comparte también los nuestros, para que permanezcamos de pié en los momentos más duros que nos tocan vivir. y como  imagen o icono de la Iglesia del amor, nos educa como Discípulos misioneros de su Hijo, y  que  a pesar de la creciente cultura de la muerte  que nos envuelve , su resurrección proclama que la última palabra no la tiene la muerte,  sino la vida. 

3. Dejémonos abrazar por esta escena evangélica, cargada de amor y de vida y entremos en ella como María, que  nos consuela desde lo más profundo, y como el Discípulo amado que dice: “el que lo vio da testimonio y su testimonio es verdadero y el sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean”

Y que vio?  Contempló a Jesús en la Cruz , como Buen Pastor  que  murió de amor y nos revela el Amor del Padre que lo resucita y como manso cordero, llevado al matadero  paga el rescate por nosotros pecadores y necesitados de misericordia y de perdón.

El registra, las benditas palabras del Señor que asocia a su Madre en la obra redentora: Mujer aquí tienes a tu hijo y a nosotros: aquí tienes a tu madre.  La  une a la  Redención para que cuide como Madre, de la santidad de cada uno de nosotros.

“Tengo Sed” nos dice Jesús desde la Cruz. Él tiene sed de nuestra fe y de nuestro amor.

Frente a nuestros cansancios  apostólicos  y luchas sicológicas, las palabras que consuelan  sintetizan  todo  su Sacerdocio único y eterno se revelan en el “Todo está cumplido”  haciéndonos vivir en la comunión, porque  “inclinando la cabeza entregó el Espíritu”  quien  hace  crecer la Iglesia desde cada corazón que se abre como el de María  de la Anunciación.

Aquí los sacerdotes como pastores  del pueblo encontramos la alegría y la generosidad  de nuestra caridad pastoral como fuente de espiritualidad  y el llamado a hacer el camino pastoral con un solo corazón y una sola alma.

Desde esta escena Evangélica  que se hace actual en la Eucaristía les ruego a todos a que reavivemos el carisma de Dios, recibido por la imposición de las manos en  los sacerdotes y  todos por la unción bautismal, para recorrer juntos un camino jubilar hacia  los 50 años de la Diócesis,  comprometiéndonos a  vivir desde este año sacerdotal alentando y acompañando a los sacerdotes y a tener como prioridad pastoral y apostólica las vocaciones sacerdotales  y como el Discípulo amado  llevemos  a María a nuestra casa como madre para que nos cuide la fe  y su vivencia y no deje que nos roben la esperanza , porque siempre DIOS ES AMOR.

Los quiero mucho AMEN

Mons. Baldomero Carlos Martini, obispo de San  Justo


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Martes, 20 de octubre de 2009

Homilía  de monseñor Luis Armando Collazuol, obispo de Concordia y asesor nacional de la Acción Católica (Estadio del Club Atlético Témperley, 12 de octubre de 2009)  (AICA)

CLAUSURA DE LA 26ª ASAMBLEA FEDERAL DE LA ACCIÓN CATÓLICA ARGENTINA 

¡Alabado sea Jesucristo! 

1. Dos años atrás, en el acontecimiento de Aparecida, el soplo vivificante del Espíritu Santo nos convocó a laicos, consagrados y pastores de la Iglesia Latinoamericana y del Caribe a responder a nuestra vocación cristiana como discípulos y misioneros de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan Vida en Él.

La Acción Católica Argentina hizo y hace suyo este camino eclesial, uniéndose activamente a la Misión Continental, y expresa públicamente su compromiso en esta XXVI Asamblea Federal: "En Jesús, Vida digna y plena para todos".

El Espíritu Santo que guía este tiempo de la Iglesia de nuestro Continente nos invita e impulsa a renovar nuestro estilo evangelizador desde la identidad cristiana de la única vocación de discípulos y misioneros de Jesucristo, pero marcada con el sello propio de militantes de Acción Católica. 

2. ¡Ver!

El militante de Acción Católica tiene los ojos y el corazón bien abiertos a las vidas que pasan a su lado. La pobreza, la ruptura de los vínculos familiares, el desarraigo, la soledad, la enfermedad, las adicciones, la inseguridad, la cárcel, el sin sentido de la vida sin Dios, no son realidades virtuales; son rostros sufrientes que nos duelen y nos interpelan. La mirada de la realidad con espíritu de fe nos descubre situaciones de exclusión donde no hay vida digna de tal nombre.

Inmersos en la angustia de la dignidad humana oscurecida, la Palabra de Dios viene hoy a nuestro encuentro para iluminar nuestra fe, para sostener nuestra esperanza, para enseñarnos a amar. Cuando las fuerzas de las tinieblas parecen prevalecer, el creyente sabe que el mal y la muerte no tienen la última palabra. 

3. ¡Juzgar!

La Palabra de Dios es la única que puede dar una respuesta a los interrogantes que se agitan en nuestro ánimo. "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna" (Jn 6,68).

La Palabra proclamada sigue resonando para mostrarnos a María como Madre pero también discípula de Jesús, discípula feliz: "Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican" (Lc 11,28). Santa María Virgen es la discípula fiel, que "conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón" (Lc 2,19).

En esta Palabra descansa la esperanza cristiana; en ella se alimenta nuestra oración confiada; de ella brota nuestro compromiso. 

4. "Síganme" (Mt 4,19), dice Jesús como su primera palabra, la que nos hace discípulos.

Quien deja resonar en su corazón la voz del Maestro y hace la voluntad de Dios, se hace su discípulo. La condición del discípulo requiere de nosotros la escucha meditada y la contemplación orante de la Palabra, para percibir el paso y el llamado de Jesús en medio de la actividad cotidiana. Es un llamado a seguirle con confianza y obediencia. La escucha obediente abre a un proceso de conversión, de santidad, de seguimiento, de comunión. La fe de discípulos nos impulsa al servicio solidario y a la misión.

El Papa Benedicto XVI en el discurso inaugural de Aparecida nos decía: "¿Qué nos da Cristo realmente? ¿Por qué queremos ser discípulos de Cristo? Porque esperamos encontrar en la comunión con Él la vida, la verdadera vida digna de este nombre, y por esto queremos darlo a conocer a los demás, comunicarles el don que hemos hallado en él". 

5. "Yo he venido para que tengan Vida" (Jn 10,10), son las palabras de Jesús en el corazón de su mensaje, las que encierran una promesa: ser hijos de Dios.

Los cristianos hemos recibido el anuncio entusiasta y alegre: ¡En Jesús hay Vida! ¡Jesucristo ha resucitado! "¡Jesús es el Señor!" (1 Cor 12,3). En su resurrección se ha manifestado la gloria del amor obediente de su cruz.

Vida plena hay allí donde la Iglesia, los hombres, y también los pueblos, comienzan a vivir y a morir por la resurrección de Jesucristo.

Por el acontecimiento de la resurrección del Señor y el don del Espíritu de Pentecostés comenzaron a irradiarse para la humanidad el perdón, la reconciliación, la santificación, la comunión con Dios y entre los hombres. Y se ha abierto para nosotros y para todos la verdadera Vida, digna, plena, la que ninguna muerte puede ya matar.

Mediante la aparición del Resucitado y su presencia en el anuncio de los apóstoles, el kerygma, se ha encendido de nuevo la esperanza en la insondable grandeza de nuestra vida. En el morir y resucitar bautismal con Cristo nuestra vida ya está oculta y puesta a salvo con Él en Dios. Esto significa que debemos buscar esta Vida, y desechar el egoísmo que tanto invade la vida presente (Col 3,1ss).

En Cristo el futuro de la Vida en Dios se hace próximo, es don de gracia que comienza en nosotros por la fe; la esperanza se traduce en amor; el amor descubre al otro como hermano y se transforma en servicio solidario; la paciencia se exalta en el júbilo de la alegría. 

6. "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación" (Mc 16,15), nos manda el Señor, como su última palabra, la que nos constituye misioneros.

El llamado conduce al envío, que se renueva hoy en nuestra Asamblea: volver a la vida cotidiana, que es el ámbito de la creación que el Señor nos encomienda. Volver a nuestros ambientes para "buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales" que es la vocación propia del laico [1].  Volver al encuentro de los hermanos que sufren sin Dios y sin esperanza para anunciar a Jesucristo y su Evangelio a los que no lo conocen, a los que lo han recibido en su infancia y lo olvidaron, a los fieles cristianos débiles en su fe, a los que no practican, a las muchedumbres que expresan su fe sencilla en diversas formas de religiosidad popular.

Cuando encontramos en Jesús la Vida, sentimos el impulso interior a compartirla. Percibimos que ayudar a que nuestros hermanos puedan vivir más dignamente es un desafío y es tarea de todos. Lo hemos querido expresar en esta Asamblea a través de gestos misioneros hacia la comunidad que nos recibe, acompañando a quienes más lo necesitan en hospitales, comedores comunitarios, asentamientos, cárceles. Fueron, más bien, "signos misioneros" que orientan nuestra mirada a la "realidad misionera" permanente que compromete a la Acción Católica Argentina.

7. ¡Obrar!

El Señor Jesús, misionero, enviado del Padre, llama siempre a salir de uno mismo, a compartir con los demás los bienes que tenemos, empezando por el más valioso, que es la sabiduría de la fe.

¿Qué nos reclama esto?

Desde la novedad que siempre crea el Espíritu Santo, queremos adecuar nuestro camino misionero a los planes pastorales que se vienen trabajando en comunión con los pastores en nuestras Iglesias diocesanas y parroquiales. Se trata de "alentar un estilo misionero en la pastoral orgánica y diocesana, en especial desde la Parroquia" [2].

Queremos también renovar nuestra Acción Católica, grupos de militancia y proyectos personales de vida, desde un estilo discipular de formación y santidad en perspectiva misionera permanente.

Queremos "promover el compromiso misionero hacia una sociedad justa y responsable" [3], en la pastoral familiar, educativa, laboral, de la comunicación, la política, el arte y la cultura, conforme a la Doctrina Social de la Iglesia. Es tarea destacada particularmente para el compromiso temporal de los laicos en la hora actual de nuestra Nación, que camina hacia su Bicentenario (2010-2016), y que anhelamos celebrar construyendo la justicia y la solidaridad.

Percibimos que "hoy, fundamentalmente, en nuestra cultura la dignidad de la vida se juega en el eje inclusión –exclusión; comunión– aislamiento. Y éste pasa a ser el horizonte primero de la misión" [4].

La inclusión social es desafío y tarea. Asumimos el compromiso de ser protagonistas de un cambio positivo de la realidad como ciudadanos, como cristianos, como miembros de la Acción Católica, "como agentes de transformación de la vida social, económica y política del país, alentando el paso de habitantes a ciudadanos responsables" [5]. Nos proponemos seguir aportando nuestras energías apostólicas, seguir generando espacios de diálogo y comunión con las diversas áreas pastorales y seguir trabajando en colaboración con las organizaciones de la sociedad civil para construir el bien común de la Nación.

En este Año Sacerdotal roguemos especialmente que nuestra Acción Católica siga siendo cuna y escuela de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, y muchos de nuestros jóvenes respondan con generosidad al llamado que el Espíritu Santo susurra en sus mentes y corazones. 

8. Contemplemos a María orando con los discípulos reunidos en la comunidad pascual (He 1,12-14). El Espíritu Santo en Pentecostés se derrama sobre la Iglesia orante en torno a María. El último trazo biográfico de María nos la describe en oración; nos anuncia la presencia orante de María en la Iglesia naciente y en la Iglesia de todo tiempo. Ella, asunta al cielo, no ha abandonado su misión de intercesión y salvación.

El Espíritu Santo que nos anima es el mismo que santificó a María, que impulsó a Jesús, que encendió el ardor evangelizador de los Apóstoles. Dejemos que la brisa del Espíritu Santo entre en nuestras comunidades de Acción Católica para poder renovarlo y refrescarlo todo.

El Espíritu Santo nos hace participar de la misión del Salvador para ser testigos de Jesús en medio del mundo, para evangelizar, para transformar la sociedad. Que nuestra Acción Católica se deje impulsar mar adentro por el soplo del Espíritu. 

9. Queridos militantes:

¡Vayan! ¡En nombre de Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo, a ser testigos de la misericordia del Padre, para que en toda nuestra Argentina retoñe la Vida!

¡Vayan! ¡María Madre nos acompaña! 

Mons. Luis Armando Collazuol, obispo de Concordia y asesor nacional de la Acción Católica Argentina


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Carta de monseñor Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje con motivo de la Jornada Diocesana de lanzamiento de Aparecida. (AICA)
(1 de octubre de 2009)


Jornada Diocesana
de lanzamiento de Aparecida
 

Queridos Amigos:

Hace un poco más de un año que estoy entre ustedes y al acercarme por esta primera carta, quiero expresarles en primer lugar mi gratitud. Gracias por la apertura, gracias por la calidez, gracias por sus testimonios, gracias por la riqueza de esta Iglesia Diocesana que fueron haciendo en todos estos años, con la asistencia y ayuda del Espíritu Santo, los obispos Enrique Pechuán Marín y Omar Colomé, y tantos sacerdotes, vivos y difuntos, religiosas y religiosos, laicos y laicas que han hecho de Cruz del Eje, una Iglesia fraterna y solidaria. Soy conciente que esta tierra tiene la particular gracia de haber tenido entre otros al querido sacerdote P. José Gabriel del Rosario Brochero, quien es nuestro referente y compañero de camino.

A algunos de ustedes ya tuve la gracia de verlos, nos fuimos y nos vamos conociendo, nos vamos encontrando, voy recordando nombres y lugares.

Fui conociendo en este año donde viven y donde se encuentran a celebrar su fe.

He podido con algunos de ustedes y con algunas comunidades compartir la oración, la fiesta, el mate, los criollos y los dulces, las empanadas, el asado…la vida. Pero hay mucho que compartir todavía. Me anima y me ilusiona.

Surgió la idea de escribirles esta carta para convocarlos a un encuentro de oración para que juntos demos gracias a Dios por un acontecimiento del Espíritu Santo que sucedió en el 2007 en Brasil. La Iglesia de América Latina, reunida en el Santuario de la Virgen en Aparecida ha vivido un tiempo muy particular del Espíritu renovando en todos el deseo de ser auténticos misioneros de Jesús, servidores para los hermanos, pero desde la realidad de ser discípulos, seguidores del Señor. El mismo lo realizaremos en el Santuario Diocesano de Nuestra Señora del Tránsito, en Cura Brochero, el sábado 17 de octubre desde las 10 hs hasta las 17 hs. nadie queda excluido, todos estamos invitados a participar, aún los que no puedan unirse físicamente lo pueden hacer con la oración, y otros también con el ofrecimiento de sus dolores, enfermedades, dificultades. Todos podemos estar presentes aún en la distancia. Porque no es fácil andar mucho. A veces nos falta la salud, el tiempo o el dinero. Pero todos, como les decía podemos estar presente. La fe nos ilumina sobre la fuerza del espíritu. Queremos juntarnos y queremos rezar para que ese mismo Espíritu que animó a los Obispos en Brasil nos anime a nosotros y queremos que ese mismo Espíritu nos entusiasme para así anunciar a nuestros hermanos a Jesús, El es el Camino, la Verdad y El es la Vida verdadera. Desde la propia experiencia de sabernos amados por Dios y que Jesús nos ha hecho bien en su paso por nuestras vidas nos convertiremos en misioneros. Todos estamos llamados a “recomenzar desde Cristo”, desde la experiencia del encuentro con Cristo es que anunciamos a nuestros hermanos al Señor, lo anunciamos en nuestras familias, amigos, vecinos, comunidades.

Pero aprovecho la invitación para recordarles y quizá para contarles a algunos de ustedes que la Iglesia que peregrina en Cruz del Eje, desde hace muchos años está consolidando un plan de pastoral que ha ayudado a experimentar la Iglesia como la propia casa y a sentir y vivir la unidad y la pertenencia. Por ello queremos contemplar el camino recorrido, celebrando y descubriendo como pueblo de Dios los pasos que tenemos que seguir dando.

En La Diócesis hemos profundizado en estos últimos años en la Palabra, ella ha ocupado y ocupa un lugar importante en nuestras vidas. Hemos descubierto nuevamente que el primer espacio de encuentro con Jesucristo se da en el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios

Quiera Dios que la Palabra siga siendo para cada uno lámpara y luz para nuestro camino. La lectura orante de la Palabra nos ayudará a crecer en la oración, trato íntimo con el Señor. Y desde este trato íntimo seremos impulsados a anunciar la Buena Nueva, de lo contario: ¿cómo vamos a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocemos a fondo? Debemos fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios, nos lo recordaba el Papa Benedicto XVI al comienzo del encuentro de los Obispos en el Santuario de Ntra Sra de Aparecida. (DI 3)

En la Misa y en las celebraciones podremos seguir dando pasos privilegiados en el conocimiento del Señor, pero también en las pequeñas comunidades. Sería muy bueno que busquemos fortalecer o comenzar en aquellos lugares donde todavía no se ha comenzado con los grupos fraternos, es allí donde podemos experimentar mejor la pertenencia cordial a la Iglesia de modo personal y familiar.

Espero poder volver a escribirles para la Navidad. Con la esperanza de verlos y la seguridad de la oración unos por otros, les mando una muy fraternal bendición.

“Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado.” (DA 18)

Mons. Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje


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Homilía de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en la misa con motivo de la entrega de las distinciones “Divino Maestro”, del CONSUDEC. (AICA)
(25 de septiembre de 2009)


El ministerio del maestro cristiano 

La advertencia de Jesús a sus discípulos –que acabamos de escuchar– acerca del uso de los títulos honrosos de maestro, padre y doctor, fueron registradas por el evangelista en el contexto de fuertes invectivas del Señor contra escribas y fariseos. Se conocen exhortaciones rabínicas contemporáneas que alertaban sobre los peligros de desviación hacia la hipocresía y la vanidad; advertían que no se ha de poner la ley de Dios al servicio del propio honor. La tendencia a exhibir la propia religiosidad es una tentación característica del hombre religioso, y se la puede detectar en cualquier época. Notemos el tenor preciso de la prohibición. Jesús dice: no se hagan llamar maestros, no se dejen llamar doctores; el propósito es cohibir el afán por el título y las aspiraciones al poder y al honor. Durante el siglo I el tratamiento honorífico de rabbí, que significa señor mío, se convirtió en un término técnico que designaba a los rabinos, maestros de la ley. Padre –abba– se aplicaba a personas respetables de cierta edad, bienhechores, maestros y otros personajes relevantes, como también a los antepasados. El tercer título, que el leccionario traduce doctor, significa en el original griego guía, director, referido sobre todo a quien orienta en la vida.

Cuando San Mateo redactaba su evangelio, las comunidades de la Iglesia iban adquiriendo su estructura orgánica e institucional. Las advertencias de Jesús asumían entonces un valor especial: los jefes de las comunidades, los depositarios de carismas y ministerios, los miembros más destacados deben cuidarse de una deformación mundana o farisaica de su servicio. Todo el honor compete a Dios Padre y al Mesías; el adorno con bellos títulos no puede empañar la fraternidad de los discípulos. El magisterio y la paternidad son un servicio a los hermanos. El maestro cristiano es, ante todo, discípulo de Cristo; está ligado a su enseñanza y a su ejemplo de humildad. Explicando este pasaje del Evangelio, Santo Tomás de Aquino dice que hay un solo maestro que es Dios, pero son muchos los que tienen el oficio de enseñar; sólo Dios es maestro por naturaleza, los demás son maestros ministerialmente, por participación.

Honrosa tarea, glorioso ministerio el del educador cristiano, llamado a ser réplica del único maestro: de Dios nuestro Padre creador, fuente de toda sabiduría, que ha dotado a la naturaleza humana de la lumbre intelectual; de Jesucristo, maestro en cuanto Dios y en cuanto hombre, porque es el Verbo y porque ha sido enviado a la tierra como revelador del Padre, para enseñar. La del maestro ha sido, desde los orígenes, una figura de valor en la historia de la Iglesia. San Pablo enumera el ministerio del didáskalos junto al de los apóstoles, los predicadores del Evangelio y los pastores de la comunidad; son dones que Cristo distribuye para la edificación de su Cuerpo eclesial (cf. Ef. 4, 11 ss.). Conocemos nombres insignes de todas las épocas: Padres de la Iglesia y santos doctores, preceptores geniales que cultivaron las ciencias y las letras a la luz de la fe, fundadores de escuelas y de congregaciones dedicadas a la educación de los pobres y de las élites, forjadores de una tradición pedagógica específicamente cristiana que puede ser siempre actualizada porque responde a la naturaleza humana, a su dimensión trascendente, a su dinamismo de perfección y a su aspiración a la felicidad.

Al educador cristiano se le imponen hoy tareas excesivas. No me refiero a la necesidad de acudir a remediar carencias elementales de orden material, oficio que la escuela, en las circunstancias penosas que vive la Argentina, de ninguna manera puede rehuir. Pienso más bien en el fenómeno mundial que Sciacca caracterizaba como oscurecimiento de la inteligencia, y que antes, desde una perspectiva sociológica, señalaba Karl Mannheim como pérdida de capacidad de juicio propia del hombre medio. Es necesario enseñar a aprender, enseñar a pensar, ayudar a nuestros jóvenes a desarrollar hábitos rigurosos de pensamiento: de distinción, de crítica, de síntesis, de sistematización; ofrecerles motivaciones e incitarlos a la búsqueda y al amor de la verdad. Es éste un requisito para que la razón se abra de manera plenamente humana a la fe y para que se expanda gozosamente en el conocimiento de la fe. Así, como dice el Apóstol, no correrán el riesgo de ser arrastrados por el viento de cualquier doctrina, a merced de la malicia de los hombres y de su astucia para enseñar el error (Ef. 4, 14). ¿Cómo podrán resistir sin esos recursos nuestros chicos los intentos de imposición de un pensamiento hegemónico, que se ejercitan con presiones a veces sutiles, a veces grotescas, por obra de los ideólogos de turno?

Otro capítulo principal es la educación de la voluntad. El descalabro afectivo de tantos jóvenes, por hundimiento en una pereza patológica o por exaltación agresiva y violenta, resulta de la anulación de la voluntad y de su político influjo sobre los sentimientos y las emociones. Sin voluntad recta y recia la personalidad se diluye, se torna imposible la adquisición de las virtudes y el asumir la vida como una vocación. El sujeto se convierte en uno más del rebaño, en material disponible para ser modelado según las modas, para adoptar gregariamente los tics rituales de la cultura de boliche. El don de la gracia y el esfuerzo de la ascesis son los recursos que, según una idea plena del hombre, plasman la voluntad y hacen del varón y la mujer personas de ley. ¿Cómo se podrá aspirar a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo (Ef. 4, 13) sin fortaleza ni magnanimidad? No olvidemos nunca que nuestra tarea como educadores es un ministerio eclesial, y que nuestro propósito es formar buenos cristianos, si es posible santos, para que sean hombres y mujeres de bien. Lo peor que podríamos hacer es rebajar la altura fascinante del ideal y conformarnos resignadamente con la mediocridad.

La inteligencia y la voluntad son las fuentes de la libertad. Un proyecto educativo católico puede identificarse como educación para la libertad. Se entiende, para una libertad de cualidad y de perfección orientada a elegir y realizar el bien, para la libertad cristiana, que según San Pablo no debe ser un pretexto para satisfacer los caprichos y arbitrariedades del hombre viejo, sino la capacidad de someterse a la ley del amor, al régimen del Espíritu Santo, en el servicio fraterno (cf. Gál. 5, 13). Esto no se aprende en una clase, sino en la vida de la comunidad educativa a lo largo de los años de formación y contando con el testimonio ejemplar de los maestros. La autoridad educativa cumple auténticamente su esencia cuando es capaz de suscitar en los educandos, según el ritmo de maduración de la personalidad, el sentido y el ejercicio de la verdadera libertad; así el maestro promueve, engrandece, engendra, espiritualmente, cuando en el discípulo se perfila con nitidez la imagen divina. Porque Dios nos ha creado y Cristo nos ha redimido para ejercer aquella libertad que nos haga felices y nos encamine al cielo.

Es fácil hacerse llamar maestro, pero es difícil serlo de veras. Al menos, es difícil serlo gozosamente y poder percibir como recompensa los frutos del empeño. A las dificultades intrínsecas del proceso educativo, que tornan apasionante la tarea del educador, se suman las que proceden de las circunstancias. Son las que enfrentamos y sufrimos cotidianamente en un país desquiciado como la Argentina de hoy: el ambiente social y cultural de incertidumbre y crispación, de escepticismo y decadencia; los cambios en las costumbres, que arrasan, irreflexión mediante, con valores fundamentales de humanidad; el influjo ideológico anticristiano de centros de poder y de la mayoría de los medios de comunicación, por no hablar del cretinismo y la imbecilidad que se difunden a mansalva; la orientación contructivista y sociologizante de las pautas pedagógicas oficiales y la incesante mudanza de un sistema que periclita de reforma en reforma; la pobreza extrema de muchas familias y la falta de interés de muchas otras que abandonan a sus hijos en la puerta del colegio y están más dispuestas a la protesta y la denuncia que al diálogo y la colaboración.

No es fácil, en efecto, ser maestros de veras. Probablemente, nunca lo fue, y sin embargo muchos lo han logrado. Todos recordamos con gratitud y cariño a alguna maestra de nuestra infancia, a algún maestro de nuestra juventud. Si contemplamos la historia ya larga de la Iglesia, podemos reconocer una galería de santos educadores, a cuya intercesión queremos en esta Misa encomendarnos y de cuyo ejemplo deseamos valernos para asemejarnos un poco más a Cristo Maestro. Hoy homenajeamos a una treintena de educadores cristianos que no se arredraron ante los obstáculos y que con esperanza y paciencia, con alegría y mucho amor han ejercido y ejercen la tarea educativa como un ministerio eclesial. Sin contrariar la advertencia evangélica podemos llamarlos maestros y expresarles nuestro reconocimiento. Como bien explicó San Agustín, lo que después de todo hace el maestro cristiano es ayudar desde fuera para que el discípulo se vuelva al maestro interior y sea instruido por él. Amarlo y conocerlo –concluye- es la vida feliz, que todos declaman a gritos buscar, pero pocos son los que en verdad se alegran de haberla encontrado.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


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Una imagen de la Virgen de Luján fue entronizada este sábado en el cenotafio del cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas, hasta donde llegó el segundo contingente de familiares de los caídos en la guerra de 1982 para homenajear a sus seres queridos.  El grupo fue acompañado por el obispo de Río Gallegos, monseñor Juan Carlos Romanín, quien presidió una misa. (AICA)


 Texto completo de la homilia de Mons. Romanín

Queridos hermanos todos:

     Hoy hemos venido desde distintos y lejanos lugares para rendir nuestro homenaje de cariño y oración a nuestros seres queridos que han fallecido durante la guerra de 1982.

     Nos dice la Palabra de Dios en el libro de la Sabiduría: “Las almas de los justos están en las manos de Dios… Ellos gozan de la felicidad.” Así, tenemos la seguridad de que gozan del merecido “cara a cara” con Dios para siempre.

     La Cruz mayor que preside este cementerio de Darwin, y las cruces pequeñas en cada tumba, son signo de esperanza y de resurrección, porque allí Jesús ha vencido a la muerte y nos hizo participar de su gloria inmortal. Este lugar no es un desierto sin vida, es un campo sembrado con esperanzas.

     A partir de cada dolor, de cada separación, de cada muerte irreparable, tenemos la oportunidad y la posibilidad de poder encontrarnos con Dios, de construir algo distinto, de saber que algo nuevo puede nacer.

     Sólo desde el grito de Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” tenemos la certeza de que es el mismo Dios el que grita desde dentro de nosotros, que sufre con nosotros y desde nosotros, que hace suyos nuestros dolores, nuestras muertes, y que, por eso, da la vida, “la vida en abundancia”.

     No estamos solos. Dios no está lejano o ausente de nuestras historias. Peregrina por nuestros propios caminos, recorre nuestros mismos pueblos y ciudades. Está vivo “donde hay dos o más reunidos en su Nombre”. Sabe muy bien quiénes somos y qué necesitamos, cuáles son nuestras alegrías y nuestros gozos, nuestros sufrimientos y angustias. Porque nos ama hasta la locura... Porque hace realidad sus mismas palabras: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”.

     Nuestra presencia en este lugar, nos ayuda a buscar y a encontrarnos con Dios, a descubrirlo, a elegirlo, a amarlo en el rostro de cada uno de nuestros seres queridos cuyos restos veneramos, incluso en el rostro de aquellos de los que sólo conocemos por esa frase contundente: “Soldado argentino que sólo Dios conoce”. Ahora, para nosotros, el rostro crucificado de Dios tiene nombre y apellido.

     En su imagen sentimos el calor del abrazo de la cruz, el abrazo del “Dios amigo de la vida” que nos impulsa a encontrar lo bueno, lo bello, lo grande.

     El duelo es necesario e inevitable. Las pérdidas que tenemos que sufrir están constantemente presentes y deben afrontarse. Y esto implica sufrimiento, que, a su vez, exige un gran proceso de sanación. No se improvisa ni se hace de la noche a la mañana. Por eso, era necesario venir hasta aquí.

     Cada uno ha experimentado, de una manera u otra, el aturdimiento inicial, la lamentación, la negación, el rechazo, el miedo, la ansiedad, la culpa, la bronca, la tristeza profunda, la resignación, el reencuentro con Dios, la serenidad interior, la aceptación.

     Nuestros muertos ya murieron, y en nuestras mentes ya lo sabemos, pero nuestros corazones necesitan tiempo para saber y aceptar que ya partieron.

     Dejemos que Dios fecunde nuestro sufrimiento. Y cuando suframos, hagámoslo positivamente, al estilo de Jesús: por amor, y sólo por amor, como lo estamos haciendo esta mañana.

     Y hoy lo hacemos con la imagen de la Virgen Nuestra Señora de Luján, que ha recorrido miles de kilómetros para quedarse aquí. Es Ella la que se quiere quedar. Vivamos la certeza de saber que la Virgen, ofreciendo su ternura materna, intercederá y cuidará el descanso eterno de nuestros padres, hermanos, hijos, amigos, que reposan y recordamos en este “campo santo”.

     El Padre Peter Norris que nos acompaña, nos ha leído la página del Evangelio en la que Jesús dice al discípulo: “Ahí tienes a tu Madre. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa”.

     Creo que todos hemos hecho experiencia que cuando sufrimos momentos de intenso dolor, enseguida recurrimos a nuestra madre. Hoy también lo hacemos. Ella es la mamá que, como Jesús, nos conoce muy bien a cada uno, que nos escucha y sufre con nuestras lágrimas de dolor, que sana las heridas de nuestros corazones, que nos regala la esperanza de saber que un día nos vamos a volver a encontrar con nuestros seres queridos fallecidos.

     Le pedimos a Ella que interceda ante su Hijo Jesús para que Él dé:
     la paz de una vida sin fin a quienes dejaron su vida terrena en Malvinas,
     la paz en el corazón a quienes sufren heridas y las consecuencias de aquellos trágicos hechos,
     la paz y la esperanza a los familiares, compañeros y amigos de unos y otros,
     y nos dé a todos: días de justicia y de paz, de libertad y de fraternidad universal.
     Que así sea.+


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DOMINGO 30 DEL TIEMPO ORDINARIO
25 de Octubre de 2009

 

Que Jesús, nuestro camino y nuestra vida, esté con todos vosotros.

Aquí estamos, reunidos un domingo más en torno a Jesús. Aquí estamos como los ciegos y cojos y enfermos del evangelio, que sabían que Jesús podía curarles y darles ánimo y esperanza para vivir. Por eso hemos venido, por eso nos queremos acercar, con nuestras debilidades, a aquel que nos da su fortaleza y nos invita a caminar junto a él.

A. penitencial: En silencio, dejemos que Jesús nos llene con su bondad. (Silencio).

Tú, que eres nuestra luz. SEÑOR,TEN PIEDAD.
Tú, que eres nuestra paz. CRISTO,TEN PIEDAD
Tú, que eres nuestra alegría. SEÑOR,TEN PIEDAD.

1. lectura (Jeremías 31,7-9): Escuchemos una gozosa profe­cía. El profeta ve cómo el pueblo de Israel, abandonado y dispersado, se volverá a reunir un día en torno al Señor.Y en ese pueblo reunido, los más débiles tendrán los primeros lugares. Nosotros vemos en esta profecía un anuncio de lo que hará Jesús, como escucharemos en el evangelio.

Salmo (125): Unámonos a las palabras del salmo para cantar la alegría del pueblo de Israel que vuelve a su tierra. Es tam­bién nuestra alegría por la salvación que el Señor nos da.

2. lectura (Hebreos 5,1-6): Escuchemos ahora las palabras solemnes de la carta a los cristianos hebreos. Jesucristo es nuestro sacerdote, nuestro camino hacia Dios.

Oración universal: Como Bartimeo, el ciego del evangelio, también nosotros nos acercamos a Jesús y le pedi­mos que tenga compasión de nosotros, y de toda la familia humana. Con fe y confianza, le decimos: JESÚS, HIJO DE DAVID, ESCÚCHANOS.

Por los ciegos, por los inválidos, por todos los que sufren alguna disminución. OREMOS:

Por las personas y las organizaciones que trabajan al servicio de los enfermos y los disminu idos. OREMOS:

Por los que viven sin luz ni esperanza.OREMos:

Por los pueblos de África, marcados por el hambre y por las guerras interminables. OREMOS:

Por los jóvenes que trabajan al servicio de los pobres y que luchan por un mundo más justo. OREMOS:

Por todos los hombres y mujeres de buena voluntad que aún no creen en Jesucristo. OREMOS:

Por todos los que en este domingo, en el mundo entero, nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía. OREMOS:

Escucha, Señor Jesús, nuestras peticiones. Danos tu mano, danos tu luz.Y haz que, como el ciego de Jericó, te sigamos siempre en tu camino.Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Padrenuestro: Jesús nos ha abierto los ojos y nos ha mos­trado el camino que conduce al Padre. Por eso ahora, siguiendo su enseñanza, nos atrevemos a decir:

CPL


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Lunes, 19 de octubre de 2009

Informaciçon enviada por el Delegado Diocesano de Piedad popular de la Diçocesis de Tenerife sobre la novena, septenario, quinario, triduo, vaicrucis, señal de la cruz.


LA RELIGIOSIDAD POPULAR 

La religiosidad popular es un tema muy usado y que no goza de excesivos entusiasmos últimamente. Bueno es reproducir unas líneas de Benedicto XVI sobre el tema escritas cuando era cardenal: “La religiosidad popular es el humus sin el cual la liturgia no puede desarrollarse. Desgraciadamente muchas veces fue despreciada e incluso pisoteada por parte de algunos sectores del Movimiento Litúrgico y con ocasión de la reforma postconciliar. Y sin embargo, hay que amarla, es necesario purificarla y guiarla, acogiéndola siempre con respeto, ya que es la manera con la que la fe es acogida en el corazón del pueblo, aun cuando parezca extraña o sorprendente. Es la raigambre segura e interior de la fe”. Magníficas palabras para valorar ese fenómeno de la religiosidad popular uno de cuyos elementos más destacados son las Hermandades y Cofradías. El “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia” de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos nos ilustra sobradamente sobre las formas de culto y especialmente sobre las prácticas de la piedad popular.

Las formas de culto de las Hermandades y Cofradías, en su vertiente devocional más generalizadas, se resumen en novenas, septenarios, quinarios y triduos, teniendo siempre como centro celebrativo la Eucaristía.

         LA NOVENA: Es un ejercicio piadoso que dura nueve días, dedicado generalmente a la Virgen María y a otros santos y santas, así como a devociones particulares. Muchas de las novenas tiene indulgencias y la única novena que no era de devoción sino litúrgica fue la prescrita por León XIII en el año 1895 dedicada al Espíritu Santo para preparar Pentecostés.

         EL SEPTENARIO: Es un ejercicio de siete días especialmente dedicado a la Virgen en sus advocaciones dolorosas, como recuerdo de los siete dolores que padeció la Virgen al contemplar los padecimientos de Cristo ante la Cruz.

         EL QUINARIO: Ejercicio de cinco días que parece tener su origen en el recuerdo de las cinco llagas de Cristo (manos, pies y costado) y se celebran tanto para el culto a Cristo, como a la Virgen.

         EL TRIDUO: Ejercicio de tres días dedicado tanto a Cristo como a la Vírgen. Tres son las personas de la Trinidad y tres los días que conforman el Triduo Pascual. Se dedican también Triduos al Santísimo.

         EL VÍA CRUCIS CUARESMAL Y EL VÍA LUCIS, su equivalente pascual, son otras formas de devoción muy utilizados por las Cofradías, especialmente el ejercicio del Vía Crucis en el cual se recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo a través de sus catorce estaciones. De igual forma, en la Cuaresma, están bastante extendidas las meditaciones sobre el Stabat Mater y sobre las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, difundidas estas últimas en el S. XVII sobre todo gracias al tratado que sobre dicho tema escribió San Roberto Belarmino. El Sermón sobre las Siete Palabras es fuente importante de reflexión durante los días cuaresmales y en Valladolid adquiere su máximo exponente en la mañana del Viernes Santo en su Plaza Mayor.

         NO PODEMOS DEJAR DE NOMBRAR LA SEÑAL DE LA CRUZ. Hacer la señal de la cruz es el gesto fundamental del cristiano. Santiguarse es aceptar a Cristo en nuestra vida, reconocernos discípulos suyos. Si además utilizamos el agua bendita para santiguarnos nos trae recuerdos del bautismo. En definitiva es una profesión de fe en el Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hacer la señal de la cruz equivale a ponernos bajo la protección del Señor, equivale a un escudo que nos protege de las tribulaciones diarias y nos anima a seguir adelante.


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ZENIT publica las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo al concluir la misa de canonización de cinco nuevos beatos (Zygmunt Szczesny Felinski, Francisco Coll y Guitart, Jozef Daamian de Veuster, Rafael Arnáiz Barón y Marie de la Croix --Jeanne-- Jugan), cuando se disponía a introducir la oración mariana del Ángelus.


Al final de esta solemne celebración, el mediodía nos invita a la oración del Ángelus. Antes de rezarlo, deseo dirigir un cordial saludo a todos vosotros, que habéis querido, con vuestra fervorosa participación rendir homenaje a los nuevos santos. Dirijo un saludo particular a las autoridades con las delegaciones oficiales venidas de diferentes países: os doy las gracias por vuestra presencia.

[En francés]

Saludo con gusto a los peregrinos francófonos que han venido con motivo de las canonizaciones. Siguiendo el ejemplo de la santa Jeanne Jugan, os invito a preocuparos por los más pobres y más pequeños, los heridos de la vida y los marginados de nuestras sociedades sobre todo con motivo de la Jornada Mundial del Rechazo de la Miseria, que se celebrará en unos días. Recordando al santo padre Damián, os pido que os comprometáis al mismo tiempo en apoyar con vuestra oración y obras a las personas entregadas con generosidad en la lucha contra la lepra y contra las demás formas de lepra debidas a la falta de amor por ignorancia y cobardía. Que vuestra oración acompañe las sesiones de trabajo del segundo Sínodo de África. ¡Que Dios os bendiga a todos!

[En inglés]

Extiendo mis cordiales saludos a todos los peregrinos de habla inglesa presentes aquí en este domingo, en especial a los que han venido a Roma en gran número con motivo de la canonización de hoy. Que estos nuevos santos os acompañen con sus oraciones y os inspiren con el ejemplo de sus vidas santas. Saludo también a un grupo de supervivientes de los ataques nucleares de Hiroshima y Nagasaki, y rezo para que el mundo nunca más sea testigo de la destrucción masiva de vidas humanas inocentes. Que Dios os bendiga a todos vosotros, así como a vuestras familias y seres queridos en sus casas.

[En alemán]

Dirijo un saludo cordial a los peregrinos de habla alemana y saludo especialmente a los sacerdotes recién ordenados del Colegio Germanicum con sus huéspedes. ¡Que el Señor les dé valentía y la fuerza en su ministerio! Tomemos a los nuevos santos como modelos para nuestras vidas. Entre ellos se encuentra el santo sumamente querido en Alemania, el padre Damián, quien vivió entre los leprosos en la isla hawaiana de Molokai, y, finalmente con ellos sufrió la peste destructora. Por otra parte, invocamos la intercesión del santo obispo Zygmunt Szczesny Felinski, de los santos religiosos Francisco Coll y Guitart, Rafael Arnáiz Barón y Marie de la Croix Jugan, para que Dios nos dé también hoy muchas vocaciones religiosas. Que el Señor os acompañe a todos con su gracia.

[En español]

Dirijo un caluroso saludo a los peregrinos del lengua española, en particular a los que han participado en esta gozosa ceremonia de canonización, en especial a los señores cardenales, arzobispos y obispos que han venido con ellos de España, tierra tan fecunda en frutos de santidad. El dominico san Francisco Coll, con su entrega sacerdotal y misionera, y el trapense san Rafael Arnáiz Barón, con su alma enteramente contemplativa, ambos fervientes devotos de la Virgen María, hacen honor a la mejor tradición religiosa y a las profundas raíces cristianas de su pueblo. Que el ejemplo y la intercesión de estos nuevos Santos avive en todos, y particularmente en las Dominicas de la Anunciata, en la Orden de Predicadores y en los monjes Trapenses, el compromiso de seguir generosa y desinteresadamente a Cristo, según la propia vocación, dando testimonio de su Evangelio en la sociedad de hoy. Saludo también a los grupos procedentes de Colombia y otros países latinoamericanos.

[En flamenco]

Saludo a los peregrinos de lengua flamenca, que han venido a Roma para unirse a la acción de gracias de la Iglesia por la canonización del padre Damián. Consagrado al Corazón de Jesús y de María, este santo sacerdote se dejó guiar por Dios para que pudiera florecer su vocación con un "sí" total. Que la intercesión de Nuestra Señora y el apostolado de los leprosos libere al mundo de la lepra, haga que seamos acogedores del amor de Dios, y nos dé entusiasmo y alegría en el servicio de nuestros hermanos y hermanas. Os imparto mi bendición apostólica.

[En polaco]

Saludo cordialmente a los fieles que han venido de Polonia, con los cardenales, los arzobispos y los obispos. Saludo a todos los polacos, que celebran hoy la tradicional jornada del Papa, deseando que se alegren con el don de un nuevo santo: Zygmunt Szczesny Felinski. Encomiendo a su protección la Iglesia en Polonia y toda la nación. ¡Que Dios os bendiga!

[En italiano]

Queridos hermanos y hermanas, la Virgen María es la estrella que orienta todo camino de santidad. Su "fiat" es modelo de adhesión perfecta a la voluntad divina y su "magnificat" expresa el canto de júbilo de la Iglesia, que ya en esta tierra goza por las grandes obras de Dios y en el cielo alaba eternamente su gloria. Nos dirigimos a la Madre de Cristo con confianza filial, invocando por su intercesión y la de los nuevos santos, paz y salvación.

[Traducción de Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT  publica la carta que ha escrito el arzobispo monseñor Zygmunt Zimowski, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, a los enfermos y los que sufren en el mundo con ocasión del año sacerdotal.

 

Queridos Hermanos y Hermanas Enfermos
Venerados Hermanos Obispos y Sacerdotes, responsables de la pastoral de los enfermos
Estimadas asociaciones de enfermos
A todos vosotros que prestáis el precioso servicio a los enfermos:

Estamos en pleno desarrollo del Año Sacerdotal convocado por Benedicto XVI el 19 de junio de 2009 con ocasión del 150° aniversario del nacimiento de Juan María Vianney, el Santo Patrón de todos los párrocos del mundo. En la Carta para la convocación del Año Sacerdotal el Santo Padre escribe: «Este año es una ocasión para promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo». En este tiempo de gracia toda la comunidad cristiana está llamada a redescubrir la belleza de la vocación sacerdotal y, por tanto, a orar por los sacerdotes.

      A la cabecera del enfermo, el sacerdote representa al mismo Cristo, Médico Divino, que no es indiferente ante la suerte del que sufre. Antes bien, a través de los sacramentos de la Iglesia, que administra el sacerdote, Jesucristo ofrece al enfermo una curación mediante la reconciliación y el perdón de los pecados, por medio de la unción con el óleo sagrado y finalmente en la Eucaristía, en el viático en el cual, como acostumbraba decir San Juan Leonardi, Él mismo se convierte en «el fármaco de la inmortalidad por el que "somos confortados, nutridos, transformados en Dios y partícipes de la naturaleza divina" (cf. 2Pt 1,4)». Por tanto, en la persona del sacerdote está presente junto al enfermo el mismo Cristo que perdona, cura, consuela, toma de la mano y dice: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás" (Jn 11,25).

      El Año Sacerdotal se concluirá en el mes de junio de 2010, año en que el Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios celebrará el XXV aniversario de su institución. En efecto, el Siervo de Dios Juan Pablo II, de venerada memoria, instituyó este Dicasterio Pontificio el 11 de febrero de 1985, en la fiesta de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, para manifestar «la solicitud de la Iglesia para los enfermos, ayudando a quienes realizan un servicio para con los que están enfermos y los que sufren, con el fin de que el apostolado de la misericordia, al que se dedican, responda cada vez mejor a las nuevas exigencias» (Pastor Bonus, art. 152).

      En razón de esta providencial conmemoración, estoy cerca a cada uno de vosotros y os invito, queridos hermanos y hermanas enfermos, a dirigir incesantemente vuestras oraciones y el ofrecimiento de los sufrimientos al Señor de la vida en favor de la santidad de vuestros amados sacerdotes, a fin de que desempeñen con entrega y caridad pastoral el ministerio que Cristo Médico del cuerpo y del alma les ha confiado. Os exhorto a redescubrir la belleza de la oración del Santo Rosario en beneficio espiritual de los sacerdotes, en particular modo en el mes de octubre. Además de esto, cada primer jueves y cada primer viernes del mes, dedicados a la devoción eucarística y al Sagrado Corazón respectivamente, son días particularmente oportunos para participar en la Santa Misa y en la adoración del Santísimo Sacramento.

      Quisiera hacerles presente que, al orar por los sacerdotes, se pueden obtener este año indulgencias especiales. El Decreto de la Penitenciaría Apostólica dispone:

«A los ancianos, a los enfermos y a todos aquellos que por motivos legítimos no puedan salir de casa, si con el espíritu desprendido de cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres acostumbradas condiciones, en su casa o donde se encuentren a causa de su impedimento, en los días antes determinados rezan oraciones por la santificación de los sacerdotes y ofrecen con confianza a Dios, por medio de María, Reina de los Apóstoles, sus enfermedades y los malestares de su vida. Por último, se concede la indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco padrenuestros, avemarías y glorias, y otra oración aprobada específicamente, para que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida».

      Quisiera confiar también a vuestras oraciones la peregrinación de los capellanes hospitalarios que, con ocasión del XXV aniversario de la institución del Pontificio Consejo, se llevará acabo el mes de abril próximo, primero en Lourdes y luego en Ars. De hecho, existe una profunda vinculación entre estas dos ciudadelas francesas. Hablando precisamente de este nexo providencial en su Carta para la convocación del Año Sacerdotal, Benedicto XVI ha recordado la observación del beato Papa Juan XXIII que escribió: «"Poco antes de que el Cura de Ars terminase su carrera tan llena de méritos, la Virgen Inmaculada se había aparecido en otra región de Francia a una joven humilde y pura, para comunicarle un mesaje de oración y de penitencia, cuya inmensa resonancia espiritual es bien conocida desde hace un siglo. En realidad, la vida de este sacerdote cuya memoria celebramos, era anticipadamente una viva ilustración de las grandes verdades sobrenaturales enseñadas a la vidente de Massabielle" (...). El Santo Cura recordaba siempre a sus fieles que "Jesucristo, cuando nos dio todo lo que nos podía dar, quiso hacernos herederos de lo más precioso que tenía, es decir, de su Santa Madre"».

      A vosotros, pues, queridos hermanos y hermanas que estáis enfermos y a los que sufrís confío la Iglesia que tiene necesidad de vuestras oraciones y sufrimientos, la persona del Santo Padre Benedicto XVI y todos los obispos y sacerdotes del mundo, y todos los que trabajan diariamente por vuestra santificación. Os pido una oración especial por los sacerdotes enfermos y probados en el cuerpo que cada día experimentan como vosotros el peso del dolor, junto a la fuerza de la gracia salvífica que consuela y resana el alma. Asimismo, orad por la Beatificación y Canonización del Siervo de Dios Juan Pablo II. Orad con insistencia por las santas vocaciones sacerdotales y religiosas. Al respecto, os propongo una bella oración de Juan Pablo II que podeis recitar cada día. ¡Orad también por mí! También yo como sacerdote y obispo confío en vosotros y en el ofrecimiento de vuestros sufrimientos a fin de que desempeñe en el modo mejor y en el temor de Dios la tarea como Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, que me ha sido confiada por el Santo Padre. Por mi parte, os aseguro mi oración por vosotros, junto con mis colaboradores del Pontificio Consejo, cada día en la hora del "Angelus" con las palabras de Benedicto XVI:  

Oremos por todos los enfermos,
especialmente por los más graves,
que de ningún modo pueden proveer a sí mismos,
sino dependen totalmente de los cuidados de los demás:
que cada uno de ellos experimente,
en la soledad de quien le está  al lado,
el poder del amor de Dios y la riqueza de su gracia que salva.
¡María, salud de los enfermos, ruega por nosotros! (Angelus, 8.02.2009)  

      Con este espíritu de oración recíproca imparto a vosotros, a vuestros seres queridos y a los que se ocupan de vosotros mi bendición: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

+Zygmunt Zimowski

                                      Presidente del Pontificio Consejo

                                          para los Agentes Sanitarios  
 

Vaticano, 1 de octubre de 2009 
 
 

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES Y RELIGIOSAS

DE JUAN PABLO II 
 
 
 
 

 

Espíritu de Amor eterno,  
que procedes del Padre y del Hijo, 

Te damos gracias por todas las vocaciones
de apóstoles y santos que han fecundado la Iglesia.
Continúa, todavía, te rogamos, esta tu obra.

Acuérdate de cuando, en Pentecostés,
descendiste sobre los Apóstoles reunidos en oración
con María, la madre de Jesús,
y mira a Iglesia que tiene hoy
una particular necesidad de sacerdotes santos,
de testigos fieles y autorizados de tu gracia;
tiene necesidad de consagrados y consagradas,
que manifiesten el gozo de quien vive sólo para el Padre,
de quien hace propia la misión y el ofrecimiento de Cristo,
de quien construye con la caridad el mundo nuevo. 

Espíritu Santo, perenne Manantial de gozo y de paz,
eres tú  quien abre el corazón y la mente a la divina llamada:
eres tú  que hace eficaz cada impulso
al bien, a la verdad, a la caridad.

Tus ‘gemidos inenarrables'
suben al Padre desde el corazón de la Iglesia,
que sufre y lucha por el Evangelio.

Abre los corazones y las mentes de los jóvenes,
para que una nueva floración de santas vocaciones
manifieste la constancia de tu amor,
y todos puedan conocer a Cristo,
    luz verdadera del mundo,
para ofrecer a cada ser humano
la segura esperanza de la vida eterna. Amén.  

 Castel Gandolfo, 24 de setiembre de 1997


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Meditación que ha escrito para este domingo monseñor Santiago Agrelo OFM, arzobispo de Tánger.

Suponía que éramos más avispados que el bueno de Esaú, el hermano ‘rojillo' de Jacob, quien, más por tonto que por agotado, había malvendido, por un potaje de lentejas, sus derechos de primogénito. Pero la historia pone a cada uno en su sitio, y si Esaú me parecía ridículo por su elección entre lentejas y primogenitura, empiezo a taparme la cara de vergüenza por mis opciones entre ‘lentejas y Dios'.La devaluación de Dios podríamos verla sólo así, con la sugerente seriedad del buen humor, pero nos la muerta en su desnuda maldad la estupefacta incredulidad divina, expresada en las palabras del apóstrofe: "¡Espantaos, cielos, horrorizaos y pasmaos!, porque dos maldades ha cometido mi pueblo: me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y se cavaron aljibes, aljibes agrietados que no retienen el agua".

Algo me dice que a Esaú su plato de potaje lo dejó con hambre, y que al pueblo sediento sus muchos aljibes lo dejaron con sed.

Hoy, unidos en comunión por la fe y por la necesidad, oramos con las palabras del salmista: "Ten compasión de tus siervos. Sácianos de tu misericordia. Baje a nosotros la bondad del Señor".

Y mientras pronunciábamos la oración, la mirada buscaba ya, en la mesa de Dios, a Cristo Jesús. Él es para nosotros la compasión de Dios que nos visita, la misericordia de Dios que nos alcanza, su sabiduría que se nos ofrece y trae consigo todos los bienes.

Si consideras las palabras de tu oración, te reconoces pobre: pides como los pobres, insistes como los pobres y esperas como los pobres.

Si consideras la mesa a la que te invitan, sabes que está preparada para ti, pues en ella se te ofrece lo que tú has pedido. Pero sabes también que, si no eres pobre, la devaluarás, la depreciarás, la des-preciarás.

Porque de eso se trata, de lo que preferimos, de lo que apreciamos, tanto en la misa como en la vida.

En la escuela de la palabra de Dios comenzamos a vislumbrar que el acercamiento del hombre a la sabiduría divina no es posible si no la preferimos a cetros y tronos, a todas las riquezas, a salud y belleza. El acercamiento del hombre a Jesús de Nazaret no es posible sin una opción personal por la pobreza.

En realidad, el joven rico del que habla el evangelio, como tú y como yo, amado y llamado a seguir a Jesús, escogió todavía el viejo plato de lentejas: ¡Todos podemos ser Esaú!

Feliz domingo.


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VATICANO - “Ave Maria” por Mons. Luciano Alimandi - El poder del Rosario

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) -El pasado 7 de octubre se celebró la memoria de Nuestra Señora del Rosario, una advocación particularmente amada por innumerables fieles. La oración del Santo Rosario nutre la piedad mariana, ayuda a reconocer aquel indisoluble vínculo que une a Jesús y María, don extraordinario de la gracia para toda la humanidad. Esta milagrosa unión entre la Madre y el Hijo de Dios, la Iglesia la ha experimentado desde sus inicios, y a lo largo de los siglos ha contemplado e iluminado este profundo misterio. Ante esta luz de particular belleza se comprenden las palabras de Pablo VI, el Papa de la “Marialis Cultus”: “Si queremos ser cristianos debemos ser marianos, es decir; debemos reconocer la relación esencial, vital, providencial que une la Señora a Jesús y que nos abre el camino que nos conduce a Él” (Pablo VI, homilía en el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria, 24 de Abril de 1970)

El Rosario es, en efecto, “camino” de oración que conduce de la Madre al Hijo, aunque pueda parecer una oración “pobre” o incluso “monótona”. En el fondo, también del respirar se podría decir lo mismo: aparece débil y repetitivo, pero !cuan vital es!

La oración mariana por excelencia parece pobre pero es rica, aparentemente monótona, y sin embargo no cansa nunca. Quien la practica con fe recibe una fuerza y una serenidad particulares, incluso para afrontar los problemas cotidianos.

El Rosario es una práctica de oración tan simple que incluso los más pequeños la pueden aprender. En las familias y en las comunidades donde se recita el Rosario con los niños, se experimenta la particular benevolencia de Jesús, testimoniada por el Evangelio: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.» Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos (Mc 10, 14-16). Donde rezan los niños se renueva la efusión de esta bendición, se manifiesta la especial predilección del Señor por los pequeños y todos se ven beneficiados.

¡Cuántas gracias han atraído sobre el pueblo de Dios los tres pastorcitos de Fátima; Francisco, Jacinta y Lucía! Ellos recibieron del Cielo el mandato de recitar muchos rosarios por la paz, y Portugal, efectivamente, se salvó de la gran guerra.

El Santo Padre Benedicto XVI, recordando que el mes de octubre está dedicado a la oración del Rosario y al esfuerzo misionario, el 7 de octubre recordó, entre otras cosas, la invitación de Fátima: “La imagen tradicional de la Virgen del Rosario representa a María que con un brazo sostiene al Niño Jesús y con el otro presenta el Rosario a Santo Domingo. Esta significativa iconografía muestra que el Rosario es un medio que nos ofrece la Virgen para contemplar a Jesús y, meditando su vida, amarlo y seguirlo cada vez con más fidelidad. Es la consigna que la Virgen dejó también en diversas apariciones. Pienso, de modo particular, en la de Fátima, acontecida hace 90 años. A los tres pastorcillos Lucía, Jacinta y Francisco, presentándose como “la Virgen del Rosario”, les recomendó con insistencia rezar el Rosario todos los días, para obtener el fin de la guerra. También nosotros queremos acoger la petición materna de la Virgen, comprometiéndonos a rezar con fe el Santo Rosario por la paz en las familias, en las naciones y en el mundo entero”. (Benedicto XVI, Ángelus del 7 de octubre de 2007)

El mensaje de Fátima muestra la especial importancia que asume el rezo del Rosario desde niños. Confiando en la invitación del Señor, “dejad que los niños vengan a mí” y en aquel de Nuestra Señora de Fátima, las familias pueden recurrir a la oración del Rosario para recibir grandes beneficios. ¡Cuánta protección han experimentado las generaciones pasadas de creyentes, gracias a esta oración convertida por tantas familias en una práctica cotidiana! La Iglesia no se cansa de recomendar el rezo - sea individual o comunitario - especialmente a las “pequeñas iglesias domésticas”, que son, entre otras cosas, el primer seminario de las futuras vocaciones al sacerdocio.

El Siervo de Dios Juan Pablo II, proclamó el “año del Rosario” (octubre 2002 - octubre 2003) para relanzar, a nivel universal, esta oración, a la cual dedicó también una Carta Apostólica. En esta, decía: “Si en la Carta apostólica Novo millennio ineunte he alentado la celebración de la Liturgia de las Horas por parte de los laicos en la vida ordinaria de las comunidades parroquiales y de los diversos grupos cristianos, deseo hacerlo igualmente con el Rosario. Se trata de dos caminos no alternativos, sino complementarios, de la contemplación cristiana. Pido, por tanto, a cuantos se dedican a la pastoral de las familias que recomienden con convicción el rezo del Rosario. (...) La familia que reza unida el Rosario reproduce un poco el clima de la casa de Nazaret: Jesús está en el centro, se comparten con él alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el camino. “ (Juan Pablo II, “Rosarium Virginis Mariae”, n. 41) (Agencia Fides 9/10/2009; líneas 57 palabras 868)


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Comunicado que ha emitido la Conferencia Episcopal de Honduras el 8 de octubre de 2009 con motivo de su asamblea ordinaria.  

"Busquemos lo que contribuye a la paz y nos hace crecer juntos" (Rom. 14, 19)

1 - Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Honduras, reunidos en Asamblea Ordinaria, nos sentimos muy unidos a todas las personas que, dentro y fuera de Honduras, tienen puesta su atención en el diálogo que se está llevando a cabo para buscar una salida constructiva a la crisis política que vive el país.

2 - Hemos experimentado en carne propia, en la Iglesia y en la sociedad, los sufrimientos, divisiones y violencia que esta prolongada crisis ha traído consigo. Hemos vivido la preocupación y el temor de que se buscase la solución por caminos de violencia.

3 - Manifestamos nuestro apoyo al diálogo reiniciado el día 7 del presente mes. En todo momento hemos abogado por esta pedagogía del diálogo sincero, que busca diligentemente la solución mejor para todos en la caridad y en la verdad.

4 - Pedimos a los directamente implicados en el diálogo y a quienes ellos representan que "superando las tendencias particularistas cada uno se esfuerce en buscar la verdad y perseguir con tenacidad el bien común" (Palabras del Papa Benedicto XVI sobre la situación de Honduras en el Angelus del domingo 12 de julio de 2009).

5 - No podemos continuar en la incertidumbre, la tensión personal y social y en el deterioro económico. Es urgente una solución justa, pacífica y acordada que "asegure la convivencia pacífica y una auténtica vida democrática" (Palabras del Papa Benedicto XVI).

6 - La presencia de los miembros de la OEA, de la Comunidad Europea y de la prensa nacional e internacional, es un signo del interés que existe en que este diálogo lleve a buen puerto la nave del país. El pueblo de Honduras tiene puestas muchas esperanzas en este diálogo nacional, las cuales no pueden quedar frustradas pues nos llevaría a una decepción grande y a una creciente tensión personal y social.

7 - En este clima de diálogo que debe ser respetuoso y comprensivo cualquier forma de violencia, de palabra o de obra, sería perjudicial y atentaría contra las actitudes que lo favorecen, y llevaría a la perdida de credibilidad de quien la provoque.

8 - Creemos que el diálogo establecido no se reduce a una técnica de solución de conflictos sino que tiene una dimensión ética, pues su ejercicio implica actitudes morales y está al servicio de lo que es bueno, justo y verdadero para nuestro pueblo. En consecuencia, los que se sientan a "la mesa del diálogo" tienen una grave responsabilidad ante Dios y ante la sociedad, que no deben olvidar ni subestimar.

9 - Somos conscientes de que un acuerdo político no es la solución total a los graves problemas que aquejan a Honduras, pero por lo menos situaría al país en las condiciones institucionales aptas para afrontarlos, en el marco de un plan conjunto, con la participación de todos según el criterio de subsidiariedad y con un nuevo estilo de gestión política que "ponga el bien común como el principal imperativo para la construcción de nuestra sociedad" (Carta Pastoral de la Conferencia Episcopal de Honduras, "Por los caminos de la esperanza" nº 15, marzo 2006).

10 - Estamos orando con insistencia y confianza para que Dios nos conceda a todos, y en especial a los responsables de este diálogo, sabiduría, capacidad de escucha, sensibilidad social y espíritu de discernimiento. Sabemos que muchas otras personas están orando por esta intención. Invitamos a los fieles católicos y a todos los creyentes a intensificar esta oración para que Dios nos conceda tiempos de convivencia pacífica, justicia social y desarrollo solidario.

Tegucigalpa, 8 de Octubre de 2009

Firman el arzobispo y obispos del país


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Domingo, 18 de octubre de 2009

Homilía de monseñor Marcelino Palentini, obispo de Jujuy, en la Fiesta de la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya. (AICA)
(7 de octubre de 2009) 

“La palabra nos hace comunidad de hermanos” 

1. Este es un día de gracia y de bendiciones: María es proclamada nuevamente como Patrona de nuestra provincia y de nuestra Diócesis. Nos vuelve a enseñar que la felicidad está en escuchar a Jesús y hacer la voluntad del Padre Dios: es madre y hermana, patrona y modelo, intercesora y servidora de todos nosotros.

2. La grandeza de María es su humildad. Su voz potente es la de los humildes. Su lugar privilegiado es ser la última.

Qué hermoso ejemplo para todos nosotros, para los que tenemos responsabilidades en la sociedad, en la política, en la educación y en la familia. María nos enseña a ponernos al servicio, no en un pedestal. Para mí en especial que hoy agradezco con Uds. a Dios por este llamado gratuito de Él para ser servidor en el ministerio episcopal. Renuevo hoy mi compromiso de ser servidor de todos ustedes intentando tener las actitudes de María de quedar en medio de los hermanos, escuchar la palabra de Vida y esforzarme de cumplirla en las pequeñas actividades cotidianas. Por eso también pido perdón a todos ustedes por mis incoherencias y faltas de amor y de entrega.

María es modelo de escucha para todo cristiano: no importa el cargo o el lugar en la sociedad. Cada uno de nosotros debe escuchar en primer lugar la voz de Dios que habla al corazón y luego esforzarse de realizar su proyecto, no el propio…

3. En una sociedad donde el "dragón" intenta atraparnos con sus propuestas de alejamiento de Dios (el secularismo), de división entre nosotros, de violencia más o menos encubierta, de falta de valores éticos y morales, de rivalidades por intereses mezquinos de poder, de riqueza y de placer efímero… María nos habla de fidelidad al proyecto de Dios que pasa a través de la humildad, el servicio, la sensibilidad hacia el otro, la confianza en el Señor que sabe poner las cosas en su lugar… como ha cantado en el Magníficat que acabamos de escuchar…

4. No basta denunciar lo que no está bien: hay que luchar para hacer el bien. Una de las grandes tentaciones del hombre de hoy es quejarse y quedarse de brazos cruzados. María nos enseña otra cosa: En la Anunciación se pone a disposición de Dios.

Conociendo la necesidad de Isabel, acude en su ayuda En Caná interviene, da la cara delante de Jesús y de sus discípulos y busca la solución para esos novios Al pie de la cruz no se queja con Dios, sino acepta su designio de salvación, aunque no lo entienda plenamente.

En la Resurrección goza de la presencia de su Hijo resucitado.

En Pentecostés está junto a los discípulos y luego los acompaña en la Misión de llevar el Evangelio a todos los hombres.

(Son los misterios del Rosario que meditamos cada día…) En una palabra podemos decir que fue verdadera discípula de Jesús porque escuchó la voluntad del Padre Dios y la llevó a cabo.

5. No fue mezquina con su Hijo: lo había concebido por obra del Espíritu Santo para darlo a los hombres. Y nos recibe a nosotros al pie de la cruz como hijos para enseñarnos a ser como Jesús: vivir para Dios y para los hermanos.

Esta es su felicidad, porque este es el sentido de su maternidad divina.

6. Este párrafo del Evangelio nos enseña que la verdadera familia de Jesús traspasa las fronteras biológicas y étnicas y la constituyen todos los hombres y mujeres que quieren ponerse a la escucha de la Palabra de Dios y hacer la voluntad del Padre. No somos cristianos por herencia o por tradición, sino por opción y testimonio de vida.

7. María se hace discípula de Jesús y participa de la fraternidad universal; acepta ser parte de una sociedad solidaria y fraterna donde vale más la unidad que surge en torno al gran proyecto del Reino, que los lazos de consanguinidad. María es presentada desde el comienzo como modelo de oyente de la Palabra que escucha y medita en su corazón.

8. Nosotros también queremos ser hermanos de Cristo… debemos ponernos "como María a la escucha de la Palabra, aprenderla y meditarla en nuestro corazón y anunciarla con la palabra y la vida". Es nuestro lema, es nuestro proyecto de discípulos que quieren compartir como misioneros esta Palabra, para que todos lo hombres en Jesús tengan vida y la tengan en abundancia. Por eso la Misión que realizamos en este año jubilar: queremos que María nos enseñe y nos ayude a escuchar, meditar y anunciar. Así seremos verdaderos discípulos de Jesús, hijos de María, hermanos entre nosotros Ap.11, 19ª 12,1-6ª 10b Lc. 1, 45-55 Lc 8,19-21

Mons. Marcelino Palentini, obispo de Jujuy

 

 


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Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA)
(3 de octubre de 2009)


MES DE LA FAMILIA 

Tradicionalmente al mes de octubre se lo conoce como el Mes de la Familia, por celebrarse en él el Día de la Madre. Hay muchas razones para unir ambas celebraciones y agradecer en ellas tanto el don de la vida, como su necesario acompañamiento. La vida necesita del amor de la madre y del ámbito de una familia para su desarrollo, y la familia, a su vez, recibe con gozo el don de la vida que compromete y fortalece sus vínculos. El cuidado de la vida reclama la presencia de una familia. Qué triste cuando a este don no se lo vive con la responsabilidad que merece, las consecuencias se ven reflejadas en los hijos.

Es cierto que hay situaciones conflictivas que requieren una atención particular, incluso en defensa de la misma vida, pero separar vida y familia termina empobreciendo a los padres como a la sociedad, y compromete el normal crecimiento de los hijos. La Familia pertenece a esas realidades que es difícil de definir porque son un espacio natural de vida y afecto, como la fuente primera de esas relaciones fundantes de paternidad, maternidad y fraternidad que sostienen a la misma vida. Es común decir que la Familia es la primera escuela de vida y de los derechos humanos. No se proclaman, en ella se viven. Cuánta responsabilidad les cabe a los padres como maestros de esta escuela, asumir el rol que les pertenece.

Al mundo de hoy le cuesta entender o aceptar la noción de naturaleza como algo que nos antecede y acompaña, y que es la base del derecho natural. Parecería que todo depende de nuestra decisión creativa, como de un absoluto creador que no tiene límites. Hablar de la existencia de una ley natural, como fundamento de nuestra condición humana, no es un límite a mi condición de hombre libre, sino la comprensión de nuestra verdad como seres creados. Tocamos aquí, necesariamente, el ámbito de la filosofía y de la teología, como fundamentos últimos de la vida del hombre. La Familia vista desde la fe y según el designio de Dios creador del hombre, varón y mujer, es “el lugar primario de la humanización de la persona y de la sociedad” (Ch. L. 40). Dios Creador, en cuanto principio del orden natural, es garantía de la verdad del hombre.

Si bien la familia tiene aspectos culturales y presenta roles y actitudes marcados por el tiempo, sin embargo, hay algo que le es propio y la define. Por ello, defender a la familia fundada sobre la complementariedad del hombre y la mujer como fuente de vida y primer cuidado del niño, no es defender una bandera del pasado o un discurso de la derecha, sino un acto de profunda sabiduría sobre la condición humana que se convierte, por su misma razón, en una actitud profética respecto al mundo que debemos construir. En torno a la familia se juega, en gran medida, el nivel humano y moral de la humanidad. Su lugar no lo puede ocupar el Estado, pero sí le corresponde a él reconocerla y protegerla. Por ello el tema de la Familia es, también, un tema político que hace a la vida de la sociedad. Ella no puede quedar relegada al ámbito de lo privado sin la presencia de un Estado que con sus leyes la sostenga, garantice y promueva.

Acompañando de un modo especial a todas las familias que viven el dolor por la ausencia de un ser querido, como también a aquellas que sufren la precariedad de medios e incluso la pobreza, y a tantas otras que viven en silencio el dolor moral de algunos de sus miembros, quiero hacerles llegar una palabra de esperanza, que surge de mi fe en Dios, que es Padre de todos y de la verdad de lo que son ustedes, sus hijos, para que puedan mirar con ojos de amor, y tal vez de reconciliación, esa realidad que les pertenece y de la cual son testigos responsables. Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz


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Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia para el vigésimo septimo domingo durante el año. (AICA)
(4 de octubre 2009)

“El que no está contra nosotros,
está con nosotros”
 

1. La lectura del Evangelio de hoy trae dos escenas: 1ª) la pregunta sobre el divorcio: “¿es lícito al hombre divorciarse de su mujer? (Mc 10,2); 2ª) los discípulos que apartan a los niños de Jesús: “Le trajeron a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron” (v. 13). Si bien las dos escenas no están en los tres Evangelios sinópticos, están las enseñanzas que se desprenden de ellas, pues eran muy significativas para los cristianos de los primeros tiempos cuando se escribían los Evangelios. Y lo estarán siempre. Viviendo en el mundo donde la realidad de matrimonio está sometida a las leyes más diversas, es comprensible que uno se pregunte: ¿yo cristiano puedo, como los otros, separarme de mi mujer? Otro tanto vale de la escena de los niños: ¿desde cuándo estos tienen uso de razón y son responsables de sus actos? ¿Desde qué edad se los ha de iniciar en la fe en Jesús?

I. “El hombre no separe lo que Dios ha unido”

2. La cuestión del divorcio se ha vuelto especialmente complicada, pues en el mundo occidental se ha derrumbado el pilar legal, inspirado en el cristianismo, que sostenía al matrimonio. El matrimonio cristiano se basa en el plan de Dios al crear al varón y a la mujer: “Desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos serán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido” (vv. 6-8). El matrimonio civil, en cambio, si bien intenta basar el matrimonio en la naturaleza de los cosas, no siempre logra conocerla. Y lo fundamenta, entonces, en concepciones sujetivas de la relación varón-mujer. Jesús las llama “la dureza del corazón de Uds.” (v.5). Fundamento que es necesariamente endeble, y da pie a llamar matrimonio a cualquier fantasía, que en vez de fundamentarlo, lo destruye. Hoy está de moda llamar matrimonio a cualquier convivencia entre dos personas, así sean del mismo sexo, reconocerla como “familia” y darle el derecho de adoptar hijos.

3. La concepción del matrimonio que enseña Jesús y las múltiples concepciones de matrimonio de la cultura moderna son irreconciliables. Lo cual plantea el interrogante: ¿dónde la Iglesia ha de concentrar sus esfuerzos? ¿En frenar el derrumbe de la legislación civil en cuanto todavía defiende rasgos del verdadero matrimonio? ¿O en instaurar una pastoral más adecuada para los cristianos que quieren contraer matrimonio conforme a su fe? Habrá que hacer un poco de lo primero, por el peso que la ley tiene en moldear la conciencia de un pueblo. Pero, sobre todo, hemos de hacer lo segundo. ¿Ya estamos dando los primeros pasos? Ello nos corresponde a todos, a pastores y a fieles.

II. “Dejen que los niños se acerquen a mí”

4. Una cuestión no menos grave para la evangelización, es la edad de los niños para la iniciación cristiana. Es una cuestión que, desde los primeros tiempos del cristianismo, vuelve periódicamente sobre el tapete. Es probable que la cuestión se discutiese ya cuando San Marcos escribía su Evangelio. Se puso álgida durante el siglo II. El dicho de Jesús “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan” (v. 14), fue interpretado en forma arrevesada por Tertuliano, un gran pensador cristiano, pero rígido en sus actitudes, que lo llevaron fuera de la Iglesia: “Es cierto que el Señor dice ‘Dejen que los niños vengan a mí’. Si, que vengan cuando ellos sean más grandes; que vengan cuando estén en edad de ser instruidos; cuando hayan aprendido a conocer hacia quien ellos van. Que se hagan cristianos cuando sean capaces de conocer a Cristo”. Desde entonces, la edad de la catequesis no ha dejado de discutirse, no importa las normas que los episcopados den al respecto.

5. Ello sucede porque no se tiene en cuenta la naturaleza de la fe, se desconoce la capacidad del niño por lo religioso, se piensa en modelos pastorales de otras épocas o de otros países, y, sobre todo, no se tienen en cuenta las circunstancias reales, cambiadas y muy difíciles, en que vive el niño argentino. Si observásemos el mapa de la República, veríamos enseguida cómo la población se concentra, cada vez más, en el Gran Buenos y en las capitales de Provincia. Y que ello es producto de innumerables familias que, con sus hijos, dejan silenciosamente el campo y emigran a la gran ciudad, muchas veces sin la escuela primaria terminada y sin catequesis.

6. Ya que hablamos de “misión continental”: ¿no habremos de hacer un esfuerzo conjunto por parte de las parroquias rurales, de donde emigran lo niños, y de las de los suburbios de las ciudades que los reciben, para que los niños puedan tener su catequesis de iniciación cristiana? Mientras la sociedad piensa en proveer de píldora anticonceptiva a las adolescentes sin permiso de los padres, y se proyecta declarar imputables a los chicos de catorce años, no tiene sentido hacer discusiones bizantinas sobre la edad de los chicos para la catequesis de comunión y de confirmación.

No podemos soslayar más el mandato de Jesús: “Dejen que los niños se acerquen a mí” (v. 14).

Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia

 

 


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Homilía de monseñor Domingo S. Castagna, arzobispo emérito de Corrientes, en la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario. (AICA)
(7 de octubre de 2009)

nuestra señora del rosario 

María reúne en su Inmaculado Corazón todos los Misterios de su Hijo divino. El Evangelista Lucas afirma que los guarda en su Corazón: “Su madre conservaba estas cosas en su corazón”. (Lucas 2, 51) Pero no para ella, para su personal satisfacción espiritual, sino para la contemplación y para el servicio de sus hijos. La historia es testigo de esa reserva creyente y maternal. A través de las épocas diversas, algunas muy marcadas por el conflicto, la descubrimos sacar de su Corazón lo que atesoró para nosotros y que, en el Cielo, contempla con infinita más nitidez que en la tierra. Su advocación de Nuestra Señora del Rosario nos habla de una devoción que inspiró ella y confió a uno de sus más queridos hijos: Santo Domingo de Guzmán. En ella se cumple, de manera sencilla y real, su misión de mantener al mundo en contacto con su Hijo, el Salvador. Recorrer los diversos misterios de la Vida de Cristo, en el clima angélico de las “Aves Marías”, es tender el puente entre la muerte y la vida, el pecado y la gracia del perdón, la corrupción y la pureza, el error y la Verdad.

La Iglesia Catedral, y parroquia de Ntra. Sra. del Rosario, celebra hoy a su celestial Patrona. Las celebraciones cristianas no son homenajes sino actualizaciones de la realidad que recuerdan. Hemos llevado la sagrada Imagen por las calles, invocando piadosamente la intercesión de la Madre, hasta concluir en esta liturgia de la Palabra y en la Eucaristía. El Evangelio nos relata, por la pluma de San Lucas, la Anunciación del Arcángel Gabriel a María. En el transcurso de aquel misterioso diálogo se inicia el acontecimiento que salva a la humanidad del pecado y la impulsa hacia la reconciliación y la paz, bloqueadas, hasta entonces, por la trágica decisión de Adán y Eva. Cuando rezamos piadosamente el Santo Rosario renovamos en nuestro corazón la fe en los hechos iniciados en aquel encuentro de Dios – por medio del Ángel - con la humildísima joven llamada María. Casi por ósmosis se produce en nosotros un compromiso de fe, animado por la gracia del Espíritu que la cubre a ella. El Santo Rosario es un instrumento admirable de santificación. Muchos santos han comprobado su extraordinaria eficacia en sus vidas heroicamente virtuosas.

El Pueblo santo de Dios no ha cedido a la imprudente descalificación de este piadoso ejercicio, por parte de espíritus aparentemente fuertes, en el seno de la misma Iglesia. Nuestro pueblo cristiano sigue desgranando las “Aves Marías” y dejándose interpelar por la Palabra en la meditación de los diversos Misterios. Su consecuencia práctica es la preservación de la fe católica y el compromiso evangelizador en un mundo que desfallece por causa de la incredulidad, de la corrupción y del materialismo. Decía S. S. Pablo VI en su exhortación apostólica sobre la evangelización: “En este mundo moderno... No sería exagerado hablar de un poderoso y trágico llamado a ser evangelizado “.

Corrientes tiene a su favor un pueblo profundamente creyente y mariano. No podemos descansar “sobre los laureles”. Es verdad que ha dado muestras de heroicidad en diversas y dolorosas gestas históricas; como pueblo católico, hace apenas cinco años, ha asombrado a todo el país en las jornadas inolvidables del X° Congreso Eucarístico Nacional. No basta. La corrupción y la indiferencia siguen anidadas en los pliegues escondidos de su vida social. El único antídoto seguro es la fe religiosa. Los cristianos deben asumir su responsabilidad ciudadana aplicando los valores evangélicos en la construcción de una sociedad sin excluidos y en la restauración de un orden jurídico sano, que permita el ejercicio responsable del poder y de una justicia independiente que llegue bien y a tiempo.

Este pueblo orante, siempre peregrino, no cierra su respuesta de fe en los actos masivos de su innegable y ponderable religiosidad. La fe es respuesta a Dios que convierte el caos en orden, el odio en amor, la mezquindad en generosidad, la indiferencia ante el dolor callado de nuestros innumerables pobres en solidaridad. María es garante de los valores humanos y cristianos desde que, junto a la Cruz de su Hijo, se comprometió en velar por todos. Nuestra celebración patronal es un inmenso y definitivo gesto de confianza en su maternal protección. Que así sea.       

Mons. Domingo Salvador Castagna, arzobispo emérito de Corrientes

 

 


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EUROPA/BÉLGICA - El p. Damián de Veuster: biografía

Roma (Agencia Fides) – José (más tarde p. Damián) de Veuster nació el 3 de enero de 1840 en Tremelo, diócesis de Malines (Bélgica). Educado cristianamente por sus padres, realizó la escuela primaria en Wechter y luego cuatro años de trabajo en la empresa agrícola familiar. En enero de 1859 siguió a su hermano Augusto (más tarde p. Pánfilo) a la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María, en Lovaina. Aún no habiendo seguido los cursos normales de formación para el sacerdocio, los Superiores le permitieron llevar los estudios superiores, pues lo consideraban dotado intelectualmente.

Realizó el noviciado en Lovaina y en París, pero luego de dos años se sintió inesperadamente orientado hacia la misión en Oceanía. El 7 de octubre de 1860 emitió sus votos perpetuos en la Congregación y luego de un año de estudio de la filosofía en París, regresó a Lovaina para sus estudios de Teología. Su hermano, que había sido destinado como misionero a las islas de Hawai, se enfermó y el p. Damián se ofreció a tomar su puesto en la expedición. Se embarcó el 9 de noviembre de 1863, llegó a Honolulú el 19 de marzo de 1864, y allí fue ordenado subdiácono, diácono y luego sacerdote el 21 de mayo de 1864. Ejercitó su ministerio durante 9 años en la gran isla de Hawai.

Respondiendo a un llamado del Obispo, quien pedía a algunos sacerdotes realizar por turnos el ministerio pastoral entre los leprosos de Molokai, el p. Damián se ofreció como voluntario para consagrar su vida entera a los enfermos de lepra marginados por la sociedad y reducidos a condiciones de sufrimiento extremo, espiritual y material. El p. Damián desembarcó en la isla de Molokai el 10 de marzo de 1873. “Deseo sacrificarme por los pobres leprosos” escribió a su Superior provincial, y eligió permanecer solo entre los enfermos de lepra compartiendo sus miserias y sufrimientos, hasta contraer él mismo la terrible enfermedad. Al término de su vida como misionero al servicio de los leprosos escribió una carta a su hermano Pánfilo: “Soy el misionero más feliz del mundo…”. Luego de haber transformado un campo de dolor en una comunidad fraterna, murió en Molokai, víctima de la lepra, el 15 de abril de 1889.

En 1936, el cuerpo del p. Damián fue traído de vuelta a Bélgica, donde tuvo un funeral solemne de Estado, y fue colocado en Lovaina, en la Iglesia de los padres de los Sagrados Corazones. (SL) (Agencia Fides 7/10/2009)


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Comentario a las lecturas del domingo veintinueve del Tiempo Ordinario – B publicado en el Diario de Avisos el domingo 18 de Octubre de 2009  bajo el epígrafe “DOMINGO CRISTIANO”.

El cartero del Rey

Daniel Padilla

Cuánta belleza encerrada en El cartero del Rey, aquel poema dra­mático de Rabindranaz Tagore! Amal era un niño enfermizo, soñador de caminos. Pero su médico no le dejaba salir de casa, porque el viento y el sol le podían matar. Se tenía que contentar con ver y hablar a los que pasaban bajo su ven­tana: el lechero, el viejo, el guarda, el jefe, los niños y Sudda, la niña que vendía flo­res. Pero, cuando se enteró de que aquel edificio grande que había delante de su casa era del Correo del Rey, lo único que anhelaba era recibir una carta del Rey. Se convirtió en una obsesión. Lo veía como un derecho, que nadie le podía negar. Y así, se murió un buen día, nublándosele la vista y oyendo, entre sueños, la voz del Heraldo de la Corte, que le anunciaba la llegada del gran Rey. Se me antoja que ésa es la historia del Domund. Sobre todo, el de este año, cuyo lema dice: "La Palabra, luz de los pueblos". Efectiva­mente. El mundo está lleno de niños­Amal, de jóvenes-Amal, de mayores­-Amal, que, en todos los continentes, desde las raíces de su alma, desean reci­bir la Carta del Rey, el Mensaje del Rey. Nosotros, los cristianos, sabemos que ese gran Rey existe, dueño de los seres y de las cosas. Sabemos que "de muchos modos y en muchas ocasiones ha hablado en todos los tiempos a los hombres". Sabemos, sobre todo, que "en los últimos tiempos envió a su propio hijo" como gran cartero. Por otra parte, sabemos que su palabra -su carta-, no es letra muerta, sino que es principio de la verdadera luz y de la verdadera vida, según aquello que él mismo aseguró: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia". Por eso, concluimos que ese Jesús "es la Palabra para todos". Pero, ¿por qué no llega esa carta? Oigan el silogismo en cadena que hace San Pablo: "¿Cómo van a invocar al Señor, si no creen en él? ¿Y cómo van a creer, si no oyen hablar de él? ¿Y cómo van a oír sino hay alguien que se lo proclame? ¿Y cómo van a proclamar si no son enviados?". Todos debemos ser: "los carteros del Rey". Juan Pablo II, al escribir su encíclica Redemptoris missio, afirma claramente que, cuando la Iglesia pregona el "mensaje de Jesús" no coarta la libertad de nadie, imponiendo, sino, al revés: está tratando de responder al "derecho que tiene todo hombre de reci­bir esa carta" y que, a su vez, es una obli­gación que tiene ella de "ir por todo el mundo a repartir esa carta a toda cria­tura". ¿Es que no les entusiasma la idea de ser "carteros del Rey" para llevarle car­tas a Amal? En el evangelio de hoy obser­varán la actitud egoísta y cerrada de dos hermanos -Santiago y Juan- que quisie­ron detener la correspondencia de todos los hombres en su personal "saca de correos". O, al menos, postergarla: "Haz, Señor, que nosotros nos sentemos en tu Reino uno a tu derecha y otro a tu izquierda". Tuvo que recordarles Jesús que en el mundo hay muchos niños­Amal, enfermizos más bien, y con la ven­tana abierta a la luz, soñando en recibir la "carta del Rey".


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S?bado, 17 de octubre de 2009

Reflexión escrita por monseñor Santiago Agrelo Martínez OFM, arzobispo de Tánger (Marruecos), sobre la última tragedia de inmigrantes de las costas africanas a Europa.
 

Fue el 14 de octubre de 2009. En una parcela de cementerio, reservada no sé por quién para los muertos de nadie, fueron enterrados los que el mar devolvió del último naufragio en el Estrecho. Me pregunto por qué, de esa misericordia que es enterrar a los muertos, fuimos excluidos los vivos: familiares, amigos, hermanos de fe, hermanos de sufrimiento, hermanos de pan compartido. Me pregunto quién ha impuesto a la misericordia la condición de clandestina e invisible. Me pregunto si, además de enterrar a unos muertos, no se pretendió también enterrar en la misma parcela sus vidas: sus deseos, sus razones, sus derechos, sus gritos, sus sueños, su memoria, su historia.

Los muertos del último naufragio, los pocos que el mar devolvió, fueron enterrados como abortos a los que no se considera dignos, no digo ya de una oración o de una lágrima, ni siquiera de una mirada. Tal vez pretendamos ignorar a los que murieron, para olvidar a los que van a morir en el mismo camino. Tal vez para eso, para olvidar, sirvan parcelas, enterradores y silencio.

Enterrar muertos es un deber; enterrar vidas sería una infamia.

+ Fr. Santiago Agrelo Martínez

Arzobispo de Tánger

P. D. Cuando murieron, con ellos en su angustia, con Cristo en su cruz, rezamos esperanzados: "¡Oh Dios!, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder... escúchame... atiéndeme". Hoy, con ellos y con Cristo, rezamos también por quienes los crucifican y los olvidan: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".


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Artículo publicado por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas.

VER

Por la crisis económica globalizada, en nuestro país los desempleados han aumentado a casi tres millones. A éstos, hay que agregar los sub-empleados, los pluri-empleados, los eventuales, los vendedores ambulantes, las empleadas domésticas, y tantos que carecen de un trabajo digno y bien remunerado, como condición no sólo para sobrevivir, sino para desarrollarse integralmente y ser personas en plenitud. 

En los últimos tiempos, muchos sindicatos han perdido eficacia. Unos se han corrompido por intereses económicos de sus dirigentes; otros son cooptados por el sistema, o utilizados sólo como trampolín para ascensos políticos; otros han desparecido, o se obstruye su constitución y desarrollo. Los trabajadores, si no se organizan para defender sus justos derechos, pierden fuerza y sufren explotación. 

Sin hacer referencia directa a los últimos acontecimientos sindicales en nuestro país, transcribo lo que dice el Papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, y que vale para todo el mundo. 

JUZGAR

"Lamentablemente, hay corrupción e ilegalidad tanto en el comportamiento de sujetos económicos y políticos de los países ricos, nuevos y antiguos, como en los países pobres. La falta de respeto de los derechos humanos de los trabajadores es provocada a veces por grandes empresas multinacionales y también por grupos de producción local" (22). 

"El mercado ha estimulado nuevas formas de competencia entre los estados con el fin de atraer centros productivos de empresas extranjeras, adoptando diversas medidas, como una fiscalidad favorable y la falta de reglamentación del mundo del trabajo. Estos procesos han llevado a la reducción de la red de seguridad social a cambio de la búsqueda de mayores ventajas competitivas en el mercado global, con grave peligro para los derechos de los trabajadores... Las políticas de balance, con los recortes al gasto social, con frecuencia promovidos por las instituciones financieras internacionales, pueden dejar a los ciudadanos impotentes ante riesgos antiguos y nuevos; dicha impotencia aumenta por la falta de protección eficaz por parte de las asociaciones de los trabajadores. El conjunto de los cambios sociales y económicos hace que las organizaciones sindicales tengan mayores dificultades para desarrollar su tarea de representación de los intereses de los trabajadores, también porque los gobiernos, por razones de utilidad económica, limitan a menudo las libertades sindicales o la capacidad de negociación de los sindicatos mismos. La invitación de la doctrina social de la Iglesia, a dar vida a asociaciones de trabajadores para defender sus propios derechos ha de ser respetada, hoy más que ayer, dando ante todo una respuesta pronta y de altas miras a la urgencia de establecer nuevas sinergias en el ámbito internacional y local"(25). 

"Es oportuno hacer un llamamiento a las organizaciones sindicales de los trabajadores, desde siempre alentadas y sostenidas por la Iglesia. Están llamadas a hacerse cargo de los nuevos problemas de nuestra sociedad, superando las limitaciones propias de los sindicatos de clase. Sigue siendo válida la tradicional enseñanza de la Iglesia, que propone la distinción de papeles y funciones entre sindicato y política... para su necesaria actuación en defensa y promoción del mundo del trabajo, sobre todo en favor de los trabajadores explotados y no representados" (64). 

ACTUAR

Quien tenga trabajo, que lo cuide; sea responsable y cumpla su tarea, para no exponerse al despido. Hay que ser dinámicos y creativos, para buscar alternativas de trabajo y superarse, para no caer ni en el conformismo, ni en puras críticas al sistema. Dios da de comer hasta a los pájaros, pero no en el nido; deben salir a buscar y no mueren de hambre. 

Que los dueños de capitales generen empleos, venciendo el egoísmo de ganancias inmediatas y estratosféricas. 

Que los líderes de sindicatos den pruebas de madurez; que defiendan no sólo sus intereses personales, sino los de sus agremiados; que estén abiertos al diálogo y eviten métodos violentos de lucha y daños a terceros.


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Breve biografía de San Daniel Comboni, publicada en Boletín Trimestral "Misioneros de la  tercera edad", n. 29 OCTUBRE-DICIEMBRE 2009.

BREVE BIOGRAFIA DE SAN DANIEL COMBONI

Octubre es para la Iglesia católica el mes misionero por excelen­cia. Y precisamente el día 10 es la fecha que el papa Juan Pablo II escogió para la celebración de su fiesta litúrgica, que los Combonianos, sus hijos y herederos, celebraremos con alegría y solemnidad. Para que podáis asociaros a nosotros, os presenta­mos esta breve biografía.

1831: Daniel Comboni nace en Limone Sul Garda (Italia). 1854: Es ordenado sacerdote.

1857: Primer viaje a África (Sudán). Atacado por las fiebres, vuelve a Italia.

1861: Segundo viaje a África (Adén).

1864: En Roma concibe su "Plan para la Regeneración de África". 1865: Tercer viaje a África (Scelall)

1867: Se queda sólo para realizar su proyecto misionero.

1867: Cuarto viaje a África. Funda en El Cairo dos colegios para africanos. 1869: Quinto viaje a África con los dos primeros miembros de su instituto.

1870: Prepara un documento para al Concilio Vaticano I aprobado por el Pío IX. 1872: Sexto viaje a África (El Cairo, Jartum). Consagra la misión al Sagrado Corazón.

1877: Es consagrado obispo para el Vicariato del África Central.

1877: Séptimo viaje a África.

1880: Octavo viaje a África.

1881: Muere en Jartum. Su tumba es profanada en 1885.

05-10-2003: Es canonizado en Roma.


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Breve biografía de Fray Eustaquio Kugler, beatificado el 4 de Octubre de 2009. (Información de NOTICIERO "JUANDEDIANO", n. 24 de 15 de octubre de 2009).


UN HERMANO DE SAN JUAN DE DIOS
BEATIFICADO EL 4 DE OCTUBRE, EN ALEMANIA

Fray Eustaquio Kugler

El día 4 de octubre, fue Beatificado nuestro Hermano Eustaquio Kugler, en Regens- burg (Alemania). Eustaquio Kugler, nació en Baviera, el 15 de enero de 1867, en la aldea de Neuhaus,

a 4 kilómetros de Nittenau. El primer contacto de Eustaquio con la Orden Hospitalaria tuvo lugar en Reichenbach, el 11 de enero de 1893. Realizó el noviciado en Wórishofen durante el año 1894, con el Padre Agustín Koch. Fue admitido a la profesión temporal el 21 de octubre de 1895.

Tenía sólo 28 años, pero ya aparentaba una modesta gravedad que le hacía respeta­ble a todos. Su profesión solemne tuvo lugar en Reichenbach el 30 de octubre de 1898.

El Capitulo Provincial de 1905, le nombra Superior de la casa de Strabing, aquí fue donde Fray Eustaquio se revelaría como organizador y administrador, acreditándose como persona de verdadero talento.

Después de un largo período de superior en distintas casas, el 19 de junio de 1925, es elegido Provincial de la Orden de San Juan de Dios en Baviera. Fue reelegido Provincial en muchas ocasiones, hasta hacerlo Provincial de por vida. Se le verá partidario del progreso y la modernidad de los hospitales, pero insistirá en los valores que se viven y ejercitan, en la calidad humana y religiosa del servicio. No se era "verdadero" hermano de San Juan de Dios -enseñaba él- sólo por estar al lado del enfermo, sino por el espíritu y el modo en que se estaba.

Durante su tiempo como Provincial, tuvo lugar la Guerra Mundial y la llegada del nacionalsocialismo al poder y tuvo que sufrir duros ataques de la Gestapo por defender a los Hermanos y a los enfermos.

Murió en la tarde del 10 de junio de 1946. La fama de santidad de Fray Eustaquio Kugler no podía menos que incrementarse con su muerte. Ya la había tenido en vida, pero ahora podía ya hablarse de él con toda seguridad. Había sido un santo.

El 1 de marzo de 1963, comenzaba su proceso de beatificación, concluido el 14 de mayo de 1965. Ha sido bea­tificado en Regensburg, el 4 de octubre de este año 2009. A la ceremonia asistieron Hermanos y Colaboradores de todo el mundo. Nuestro centro estuvo representado por el Hermano Salustiano y D. José Borges (Mantenimiento).


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Hace unos días tuvimos la oportunidad de visitar, orar en los lugares santos de Paray-Le-Monial y contemplar la belleza de esa ciudad. (Información recogida en hojas de difusión).

PARAY-LE-MONIAL
HISTORIA Y MENSAJE

Paray-le-Monial, enclave privilegiado de la Borgoña románica, es una pequeña ciudad del departamento de Saône y Loire. Es celebre en el mundo entero gracias a la proyección del Mensaje del Corazón de Jesús.

De 1673 hasta 1675, Jesús aparece a una joven religiosa del Monasterio de la Visitación, Santa Margarita-María, enseñándole «este Coarazón que tanto amó a los hombres ».

El sacerdote Claudio La Colombiére, superior de los Jesuitas, autentifica de repente la experiencia mística de la joven religiosa. Después de estas apariciones de Cristo, el Papa Pío IX instituye, en 1856, la fiesta del Sagrado Corazón para toda la Iglesia, suscitando así un gran arranque de peregrinaciones hacia Paray-le-Monial. Desde hace 20 años, la ciudad y la peregrinación conocen un nuevo auge en particular gracias a la visita de Juan Pablo II el 5 de octubre de 1986. Desde 1975, la Comuninad de Emmanuel organiza y anima Sesiones Internacionales que atraen cada año muchedumbres cada vez más numerosas, y entre ellas muchas familias y muchos jóvenes.

Numerosos visitantes y peregrinos vienen cada año a Paray-le-Monial -y eso durante todo el año - para descubrir (o volver a descubrir) el inmenso amor de Dios para con los hombres. Un grupo de sacerdotes y de laicos están a su disposición en función continua para proponer a los peregrinos programas «a la carta» que sean solos, en familia o en grupos.

Además de la presencia de varias comunidades contemplativas, los visitantes y los peregrinos

pueden orar en diferentes lugares :

- la Capilla de las Apariciones donde descansa Santa Margarita-María

- la Capilla de la Colombiére: contiene las reliquias de San Claudio de la Colombiére

- la Basílica del Sagrado Corazón donde Juan Pablo II oró en peregrino en 1986

- la Capilla Nuestra Señora de Romay: antiguo lugar de peregrinación de María

- la Capilla San Juan edificada por la Dirección de la Peregrinación encima del nuevo espacio de acogida (en la entrada del Parc des Chapelains, detrás de la Basílica).


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Viernes, 16 de octubre de 2009

Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo 29 del Tiempo Ordinario - B, facilitado por la Delegación Enseñanza de la Diócesis de Tenerife.

NADA DE ESO ENTRE NOSOTR0S 

         Camino de Jerusalén, Jesús va advirtiendo a sus discípulos del destino doloroso que le espera a él y a los que sigan sus pasos. La inconsciencia de quienes lo acompañan es increíble. Todavía hoy se sigue repitiendo.

         Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, se separan del grupo y se acercan ellos solos a Jesús. No necesitan de los demás. Quieren hacerse con los puestos más privilegiados y ser los primeros en el proyecto de Jesús,tal como ellos lo imaginan. Su petición no es una súplica sino una ridícula ambición:«Queremos que hagas lo que te vamos a pedir ». Quieren que Jesús los ponga por encima de los demás.

         Jesús parece sorprendido. «No sabéis lo que pedís ». No le han entendido nada. Con paciencia grande los invita a que se pregunten si son capaces de compartir su destino doloroso. Cuando se enteran de lo que ocurre, los otros diez discípulos se llenan de indignación contra Santiago y Juan. También ellos tienen las mismas aspiraciones. La ambición los divide y enfrenta. La búsqueda de honores y protagonismos interesados rompen siempre la comunión de la comunidad cristiana. También hoy. ¿Qué puede haber más contrario a Jesús y a su proyecto de servir a la liberación de las gentes?

         El hecho es tan grave que Jesús «los reúne » para dejar claro cuál es la actitud que ha de caracterizar siempre a sus seguidores. Conocen sobradamente cómo actúan los romanos, «jefes de los pueblos » y «grandes » de la tierra: tiranizan a las gentes, las someten y hacen sentir a todos el peso de su poder. Pues bien, «vosotros nada de eso».

         Entre sus seguidores, todo ha de ser diferente:«El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». La grandeza no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos que se ostentan. Quien ambiciona estas cosas, en la Iglesia de Jesús, no se hace más grande sino más insignificante y ridículo. En realidad, es un estorbo para promover el estilo de vida querido por el Crucificado. Le falta un rasgo básico para ser seguidor de Jesús.

         En la Iglesia todos hemos de ser servidores. Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana, no desde arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado, sino desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás. Nuestro ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para ser servido, sino para servir». Éste es el mejor y más admirable resumen de lo que fue él: SERVIR. 

José Antonio Pagola 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS

18 de octubre de 2009

29 Tiempo ordinario ( B )

Marcos 10, 35-45


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REDACCIÓN DE "IGLESIA NIVARIENSE"
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Boletín 355 

Este domingo día 11 es el Día de la Catequesis. El mismo se celebra, este año, bajo el lema “Nacer a la fe”. En dicha jornada, además, se realiza en todas las comunidades parroquiales el llamado “envío” de los catequistas.  

A partir del viernes, y hasta el lunes 12 de octubre tendrá lugar la XVII Asamblea Regional de la Renovación Carismática Católica Canaria bajo el lema “Pondrán las manos sobre los enfermos y se sanarán”. Dicha asamblea se desarrollará en el Parque San Francisco, en el Puerto de la Cruz. 

La Formación Permanente del Clero ha comenzado este miércoles. Las ponencias están siendo emitidas, a través de Internet, para que los sacerdotes de La Palma, La Gomera y El Hierro puedan ver y escuchar, simultáneamente, las mismas desde las citadas islas. En cuanto a las ponencias que se  pronunciaron fueron dos: “La Palabra que explica la vida” por Joaquín Herba Meizoso. Y “la Palabra de Dios como fundamento de la vida de la Iglesia”, por Víctor Álvarez. 

El sábado será inaugurada y bendecida por el obispo el nuevo templo de la Inmaculada Concepción de Roque Faro en Garafía, isla de La Palma. En la puesta en marcha de este templo han colaborado el Cabildo Insular de La Palma, el Ayuntamiento de Garafía y la comunidad de vecinos del barrio.

La casa de ejercicios de la capital tinerfeña acoge este viernes y sábado un encuentro con los agentes de pastoral juvenil de la zona metropolitana. Además, los catequistas también de la zona metropolitana tuvieron una cita el jueves en el seminario para presentarles el curso pastoral cuyo objetivo preferente en la Iniciación Cristiana.

 El Consejo Diocesano de Asuntos Económicos se reunió por vez primera en este curso a fin de evaluar, entre otras cosas, la ejecución presupuestaria del presente ejercicio.  

 La revista diocesana “Iglesia Nivariense” de este mes comenzará a llegar estos días a las parroquias. En el mismo destaca una amplia entrevista al arzobispo Fernando Sebastián y una extensa información sobre la realidad del catecumenado. 

El ex magistrado y vicepresidente del Tribunal Constitucional, José Gabaldón, ha inaugurado esta semana, las I Jornadas  “El amor que da Vida”, organizadas por la plataforma cívica Canarias por el Derecho a Vivir, dentro de la campaña nacional de información a los ciudadanos sobre el proyecto de ley de aborto libre. Las jornadas divulgativas se celebraron en el hotel Príncipe Paz, de Santa Cruz de Tenerife. La conferencia de José Gabaldón versó sobre la Tutela jurídica del no nacido, según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. En las mismas también intervinieron ginecólogos, pedagogos y psicólogos.  

Diferentes enclaves de la diócesis han celebrado con especial devoción a la Virgen del Rosario. Destacamos, entre ellos, los actos desarrollados en la localidad de Machado. Allí se realizó la ofrenda a la Virgen de productos de la tierra, los cuales irán destinados a la Órden de los Hermanos de Belén y a Cáritas de Añaza.  

Por cierto, la parroquia de Azaña acogerá el próximo sábado día 24 el encuentro arciprestal de los agentes de pastoral del arciprestazgo de Taco. Además, durante la semana anterior se realizará un curso de formación centrado en la Biblia.  

Cáritas y la Caixa han firmado un convenio a través del cual la Casa de Acogida Guajara para personas sin hogar, se beneficiará de una subvención destinada a mejoras en sus instalaciones y el equipamiento industrial de la cocina.  

Los primeros viernes de cada vez, el arciprestazgo de Icod de los Vinos viene organizando una Vigilia para jóvenes. Además, también ofertó el primer fin de semana de octubre una acampada en el albergue de Vilaflor.  

La isla de La Gomera celebró con fervor la fiesta de su patrona, Nuestra Señora de Guadalupe. El Vicario General, Antonio Pérez, presidió la eucaristía central del día en el templo capitalino de la Asunción. Durante su homilía Pérez hizo una reflexión resaltando el valor de la vida y de la maternidad. El Vicario invitó a todos los presentes a ser conscientes de que “el Espíritu de Dios sigue actuando en el mundo y pide de todos que seamos conscientes de su presencia y realidad”. Al final de la Misa, Pérez explicó los trámites que se vienen realizando para acometer las obras en el Santuario de Puntallana, concretamente en su cubierta, sacristía, pavimento, sistemas de seguridad, etc. y auguró un pronto comienzo de las obras para, de este modo, poder retornar la imagen de la Gomerita de Puntallana a su residencia habitual.  

La ermita de Valle Tabares, en el término de La Laguna, ha sido abierta nuevamente al público, una vez que han finalizado los trabajos de rehabilitación. Tras el acto civil fuera del templo, se procedió a celebrar una Misa en el mismo presidida por el Obispo.  

Ya se ha procedido a  la apertura de curso 2009/10 del Aula Torres Padilla, en el templo parroquial de La Asunción, en La Gomera. La lección inaugural corrió a cargo de Jesús Gil Agüín, profesor del ISTIC y llevó por título “Hablar de los sacerdotes en el Año Sacerdotal”. 

En el Seminario Diocesano tuvo lugar la reunión del primer Consejo Diocesano de Cáritas del curso 2009-2010. En el mismo participaron 16 de las 17 Cáritas arciprestales y se abordaron los acuerdos de aprobación de la convocatoria de Asamblea General a celebrar en los días 26 y 27 de febrero de 2010 en las instalaciones de las MM. Dominicas de Vistabella y de disposición de los fondos económicos de Cáritas en La Diócesis, acuerdo este último, con carácter vinculante.

 El periódico “Diario de Avisos”, en su edición del 4 de octubre, recoge un reportaje sobre la vida de las monjas de clausura del convento lagunero de Santa Clara. En el mismo, la abadesa, Sor María Luz indica que la clausura se manifestará siempre. “Quizá dentro de unos años sea sin rejas, pero seguirá siendo clausura, porque es una misión vital en la Iglesia. No nos distanciamos del mundo, ni nos alejamos de él, porque precisamente cogemos los problemas del mundo y los hacemos nuestros”, señaló Sor María Luz. 

La Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Santísima de la Esperanza Macarena, está celebrando su 50 Aniversario. La parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción, en Santa Cruz de Tenerife, ha acogido los diferentes actos para conmemorar estas bodas de oro. El obispo, Bernardo Álvarez, preside el Triduo Solemne en dicho templo. 

El viernes, a las 11:00 horas, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Candelaria, el cantante Pepe Benavente, presentará su nuevo trabajo “Bailando en Navidad con Pepe”. El afamado artista canario ha querido contribuir con este disco a ayudar a Cáritas ya que de las ventas de cada álbum, un euro se destinará a esta organización católica. En el acto de presentación de este nuevo trabajo musical, estará presente el director de Cáritas Diocesana, Leonardo Ruiz del Castillo. 

El próximo 12 de octubre, a partir de las 18:00 horas, en la zona de Las Cucharas, en La Guancha, tendrá lugar el acto de inauguración de la ermita de San Lucas y Santa Dorotea. El acto estará presidido por el Obispo Nivariense 

La consejera de Bienestar Social, Juventud y vivienda del Gobierno de Canarias, Inés Rojas, inauguró, en La Laguna, el tercer centro del archipiélago para menores tutelados con trastornos de conducta y negativista. Dicho centro será gestionado por los Hermanos de la Cruz Blanca y, con sus once plazas, está enfocado a menores tutelados con problemas de comportamiento causados por una enfermedad neurológica y asociados a retraso mental. 

Con motivo de las fiestas parroquiales de San Francisco de Asís, en La Palma, el viernes se realizó la representación del oratorio barroco San Francisco, criatura de Dios. El mismo se realizó en el templo parroquial y es un oratorio a dos voces, órgano y coro que reúne varios textos de fray Andrés Abreu y de Anacleto Javonelli, así como algunos poemas anónimos del Barroco peninsular y una composición inédita de Luis Cobiella Cuevas. La primera parte de este montaje fue estrenada el pasado mes de mayo, con motivo de la reapertura de la iglesia de San Francisco de Asís tras su restauración, mientras que en esta ocasión pudo verse la primera y segunda parte del oratorio. 

El ayuntamiento de La Laguna ha realizado una invitación a todos los que deseen asistir, al acto de homenaje a Mateo Arvelo González, profesor del Colegio Los Hermanos, en el que se rotulará con el nombre de “Hermano Mateo”, la calle actualmente denominada “prolongación de la Higuera. Dicho acto tendrá lugar el 10 de octubre a las 12:00 horas en la citada vía. 

El próximo sábado, 31 de octubre, a las 19:00 horas, tendrá lugar la bendición de la iglesia de la Cruz del Señor en El Granel, en Puntallana, presidida por el obispo, Bernardo Álvarez. 

Las fiestas patronales de Adeje han comenzado con el acto litúrgico del descenso de la Virgen de la Encarnación del altar y el izado de la bandera con la enseña de María. Durante la eucaristía, los feligreses realizaron diversas ofrendas a la imagen de la Virgen. 

El próximo viernes, 30 de octubre, a las 20 horas, en el salón de plenos del ayuntamiento de los Realejos recibirá el título de hijo adoptivo de esta villa el sacerdote Antonio Hernández Oliva, párroco del apóstol Santiago y Nuestra Señora de los Dolores de este municipio.  

Cáritas a través de su proyecto “Comercio Justo” convoca el segundo concurso de postales de navidad. La postal ganadora será con la que Cáritas Diocesana felicite la navidad de 2009. 

El Cabildo de Tenerife invertirá siete millones en la rehabilitación de varios inmuebles que forman parte del patrimonio histórico de Tenerife. Entre ellos se encuentran el convento de las monjas Claras y el ex convento de Santo Domingo. 


ZENIT nos ofrece la intervención de Su Santidad Abuna Paulus, Patriarca de la Iglesia ortodoxa Etíope, y la respuesta del Papa Benedicto XVI, que tuvieron lugar durante la Terceera Congregación General del Sínodo, en la mañana del martes, 6 de Octubre de 2009.


REFLEXIÓN DEL DELEGADO FRATERNO SU SANTIDAD ABUNA PAULUS, PATRIARCA DE LA IGLESIA ORTODOXA ETÍOPE TEWAHEDO (ETIOPÍA) 

¡En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Único Dios, Amén!

Queridos participantes a esta gran asamblea de Cardenales y Obispos.

Me siento honrado y privilegiado por haber sido invitado a este gran Sínodo para dar un breve discurso sobre África y las Iglesias en este continente. Quisiera expresar mi profunda gratitud a Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, que me quiso hoy aquí entre ustedes y quien, personalmente, me ha dado testimonio de su amor por África y de su respeto por la Iglesia Etíope Ortodoxa Tewahedo, durante nuestro último fraternal encuentro aquí en Roma el pasado mes de junio.

África es el segundo continente más grande del mundo. Es hogar de todo tipo de pueblos con una gran variedad de colores que viven en armonía y equidad.

Este espectro de colores es un don que Dios le ha dado a África y ha dotado de belleza al continente. Ésta es, además, la prueba de que África es el continente en el que los pueblos de todas las clases viven en igualdad independientemente de la diferencia del color de la piel y de la raza.
Antropólogos, filósofos y académicos han corroborado que África, en general, y Etiopía, en particular, son “la cuna de la humanidad”, y la Sagrada Biblia confirma esta profunda convicción.

La historia, según el calendario etíope, comienza con Adán y Noé. Esto significa que para los etíopes, el inicio de la humanidad, nuestro presente y nuestro futuro, están marcados, hoy y siempre, por Dios y Su salvación.

África, cuya antigua dignidad de pueblo está grabada en las piedras del obelisco de Axum, en las pirámides de Egipto, en monumentos y en manuscritos, no fue sólo una fuente de humanidad. Según la Sagrada Biblia, África también fue refugio para los que padecieron el hambre: fue el caso de los judíos en tiempos de Jacob, cuando transcurrieron siete años en Egipto.

La Sagrada Biblia nos dice que los judíos y el profeta Jeremías, sufrieron mucho por la agresión de los babilónicos y fueron puestos a salvo en Etiopía y Egipto. Pueblos provenientes de la parte medio oriental del mundo saciaron su hambre en las tierras de Egipto y Etiopía.

Jesucristo mismo y Santa María fueron acogidos en Egipto, cuando huían de la cruel amenaza de Herodes. ¡Está claro que los africanos cuidan de la humanidad!

África sigue siendo un continente religioso cuyos pueblos han creído por siglos en Dios todo poderoso. La reina de Saba le enseñó a sus compatriotas el Antiguo Testamento que ella había aprendido en Israel. Desde entonces, el Arca de la Alianza se encuentra en la ciudad de Axum, en Etiopía.

El hijo de la reina de Saba, Manelik I, siguiendo el ejemplo de su madre fue quien logró llevar el Arca de la Alianza de Moisés a África, en Etiopía.

La historia del eunuco etíope y la Ley de Moisés, fuerte y bien organizada, unida a las profundas prácticas religiosas y culturales existentes en Etiopía indican que la Ley de Moisés se ponía en práctica más en Etiopía que en el mismo Israel. Se puede tener aun testimonio de ello al estudiar la cultura y el estilo de vida de los etíopes.

Fue en Alejandría, Egipto, donde la Sagrada Biblia fue traducida a lenguas no hebreas. Dicha traducción africana es conocida como “Traducción de los Setenta ” (Sebeka Likawunt)

Las Sagradas Escrituras nos dicen que, al igual que en los tiempos del Antiguo Testamento, los africanos tenían la costumbre de adorar según la ley de conciencia en el período del Nuevo Testamento.

El entonces rey de reyes de Etiopía, el emperador Bazen, fue uno de los reyes que se dirigió a Belén para adorar al niño Jesús.

El Evangelio nos cuenta que un africano, un hombre de Libia llamado Simón de Cirene, llevó él mismo la Cruz de Jesús mientras Él se dirigía al Gólgota.

Además, un eunuco etíope en el año 34 dC fue a Jerusalén a adorar a Dios de acuerdo a la Ley de Moisés. Por orden del Espíritu Santo el eunuco fue bautizado por Felipe. Cuando regresó a África, predicó el Cristianismo a su nación. De esta forma Etiopía se convirtió en la segunda nación después de Israel que creyó en Cristo; y la Iglesia etíope se convirtió en la primera Iglesia en África.

Grandes historias de fe han marcado los primeros siglos del Cristianismo en África, ya que los africanos han vivido siempre una profunda caridad y una gran devoción por el Antiguo Testamento.

África es la región de la que provienen eminentes eruditos y Padres de la Iglesia como san Agustín, san Tertuliano, san Cipriano, así como san Anastasio y san Kerlos. Estos Padres son venerados tanto en el continente como en resto del mundo.San Yared, que compuso preciosos himnos sacros para la Iglesia y que el mundo ensalza por su extraordinaria creatividad, también era originario de África. San Yared era un hijo de Etiopía. Sus himnos representan una de las maravillas del mundo por las que Etiopía es reconocida en el mundo. Las obras de todos estos Padres caracterizan a África.

Según los eruditos, el primer Canon de la Sagrada Biblia se definió en África .

La historia también nos recuerda el martirio de los cristianos en el norte de África, cuando su rey, un no creyente, blandió la espada contra ellos en su esfuerzo por destruir completamente el Cristianismo. Al mismo tiempo, los cristianos que fueron maltratados y perseguidos en todo el mundo fueron a África, especialmente a Etiopía, región en la que han vivido en paz.

Fieles devotos etíopes también han ofrecido su hospitalidad a los nueve Santos y a otros miles de cristianos perseguidos en Europa del Este y que fueron llegando a África por grupos. Las residencias y las tumbas de estos cristianos han sido conservadas como santuarios sagrados en varios lugares de Etiopía.

En África y en Etiopía encontramos fragmentos de la Santa Cruz. La parte derecha de la Cruz ha permanecido en Etiopía en un lugar llamado el monte de Gosén.

Los cristianos de África también han llevado a cuestas la Cruz de Cristo. Pienso en mi Iglesia que recientemente ha sufrido una terrible persecución durante la dictadura comunista, con muchos nuevos mártires, entre ellos el patriarca Teófilo y, antes que él Abuna Petros durante el periodo colonial.. Yo también, que entonces era obispo, pasé varios años en prisión antes del exilio. Cuando fui nombrado patriarca, al final del periodo comunista, había mucho que reconstruir. Esta ha sido nuestra tarea, con la ayuda de Dios, la oración de nuestros monjes y la generosidad de los fieles.

África es un continente potencialmente rico, con un suelo fértil, recursos naturales y una gran variedad de especies vegetales y animales. África tiene un buen clima y posee muchos minerales preciosos. Como es un continente con muchos recursos naturales sin explotar, muchos les han puesto ya sus ojos encima. Además es innegable que los progresos de la civilización en otras partes del mundo es el resultado del trabajo y de los recursos de África.

Los africanos han hecho muchas obras santas por el mundo.¿Qué ha echo el mundo por ellos?

África ha sido colonizada con brutalidad y sus recursos han sido explotados. Las naciones ricas que se han desarrollado explotando África se acuerdan de ella cuando necesitan algo. Jamás han apoyado el continente en su lucha por el desarrollo.

Todas y cada una de las naciones del continente afrontan distintos problemas y desafíos. Los problemas pueden ser sociales, políticos, económicos y también espirituales.

Mientras las condiciones de vida de los pueblos africanos son inferiores a las del resto del mundo, hay algunas causas que hacen que estos niveles de vida ya de por sí pobres empeoren y se vayan expandiendo por todo el continente. La falta de acceso a la educación representa el principal problema, porque los jóvenes no logran recibir una formación adecuada. Ningún país y ningún pueblo puede desarrollarse y prosperar sin instrucción ni conocimiento.

Como todos sabemos, no ha sido posible acabar con la pandemia del SIDA, a pesar de los incesantes esfuerzos. Sin embargo, tenemos que fomentar todas esas experiencias que nos enseñan a sanar y a resistir a la enfermedad, a dar esperanza creando una sinergia y proporcionando a África los mismos tratamientos que ha recibido Europa. Al mismo tiempo, otros tipos de patologías nos amenazan actualmente. Invitamos al mundo a que trabaje en armonía a este propósito. El Consejo de las Iglesias en África está haciendo grandes esfuerzos para limitar los problemas que han surgido en el continente, sobre todo el caos que están creando los extremistas. Los líderes religiosos de Cristianismo y los fieles en general deben unirse en este esfuerzo.África está oprimida por una enorme deuda global que ni las generaciones actuales ni las venideras podrán colmar.

¿Cómo podemos condenar la guerra civil, normalmente combatida por niños soldados, que son las propias víctimas de estos actos de trágica violencia? ¿ Cómo podemos condenar los desplazamientos y las migraciones evidentes y clandestinas de la población?

La legislación internacional sobre los derechos humanos afirma que las personas menores de 18 años no pueden formar parte de ningún grupo armado porque es un “menor”. Sin embargo algunos países siguen obligando a enrolarse a los menores de 18 años. Esta es una clara violación de los derechos humanos. Por ello es absolutamente necesario que las autoridades de las Iglesias africanas unan sus voces para que estos actos se acaben de una vez por todas.

También quisiera aprovechar esta oportunidad para instar a todas los líderes religiosos a que trabajen por la paz, a que protejan los recursos naturales que Dios nos ha dado y a que defiendan la inocencia de nuestros niños.

En muchos países africanos, algunas necesidades básicas como el alimento, el agua potable y una casa no están cubiertas. En general, la mayor parte de los africanos vive en una situación en la que escasean las infraestructuras y los servicios humanos básicos. Aunque África se liberó del colonialismo hace tiempo, aún existen muchas situaciones que la hacen depender de los países ricos. La enorme deuda, la explotación de sus recursos naturales por parte de pocos, la práctica agrícola tradicional y la insuficiente introducción de modernos sistemas de agricultura, la dependencia de la lluvia por parte de las poblaciones, tienen un impacto negativo sobre la seguridad alimentaria, y la emigración y la fuga de cerebros están afectando negativamente al continente.

Espero que, como los señores cardenales y obispos ya han discutido estos temas anteriormente, este sínodo pueda discutir y proponer unas posibles soluciones.

Creo que nosotros, como guías religiosos y cabezas de las Iglesias, tenemos una tarea y una responsabilidad verdaderamente únicas: reconocer y apoyar, cuando lo consideremos necesario, las sugerencias que nos llegan de la gente, y rechazarlas cuando sean contrarias al respeto y al amor por el hombre, cuyas raíces están en el Evangelio.

De los cristianos se espera que sean mensajeros de los cambios que traen justicia, paz, reconciliación y desarrollo. Es lo que he visto hacer con decisión y humildad a la Comunidad de San Egidio en toda África: los frutos de la paz y de la salvación son posibles y debilitan cualquier forma de violencia con la fortaleza y la inteligencia cristiana del amor. Los líderes religiosos africanos no sólo tienen que preocuparse por las obras sociales, sino que también deben responder a las grandes necesidades espirituales de los hombres y de las mujeres de África .

El apostolado y las obras sociales no se pueden tratar por separado. El compromiso social es el sentido del apostolado. Cada palabra debe traducirse en práctica. Por tanto a cada palabra, a cada promesa le tienen que seguir una acción práctica. Se espera además que los religiosos despierten la conciencia de la gente para que respeten los derechos humanos, la paz y la justicia. La sociedad necesita de las enseñanzas de sus religiosos, para que la ayude a resolver sus problemas en unidad y para que deje de ser la víctima de un problema.

Por eso, las autoridades de las Iglesias africanas, con el poder de Dios todo poderoso y del Espíritu Santo, debemos expresar el lenguaje de la Iglesia. Es necesario además saber cuándo, cómo y con quién hablar, y esto se debe hacer por el bien de las Iglesias.

Estoy verdaderamente muy contento de participar en este Sínodo de la Iglesia Católica sobre África. Yo soy africano. Mi Iglesia es la más antigua de África, una Iglesia de mártires, santos y monjes. Ofrezco mi apoyo como amigo y como hermano a este compromiso de la Iglesia Católica con África. Le doy las gracias de nuevo a Su Santidad por su invitación y le deseo una larga vida y un fructífero ministerio.

Hablemos del Evangelio de Jesucristo al corazón de los africanos y Jesús volverá a África, como hizo cuando era un niño junto a la Virgen María. Y con Jesús volverán la paz, la misericordia y la justicia.

¡Que Dios bendiga a las Iglesias en África y a sus pastores! ¡Amén!


RESPUESTA DEL PAPA BENEDICTO XVI 

Su Santidad,

Le doy las gracias de todo corazón por su presentación clarividente y por aceptar mi invitación a participar en la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Estoy seguro de que mi gratitud y reconocimiento son compartidos por todos los miembros de la Asamblea.

Su presencia es testimonio elocuente de la antigüedad y las ricas tradiciones de la Iglesia en África. Desde los tiempos apostólicos, entre las muchas personas que anhelaban escuchar el mensaje de la salvación de Cristo había algunos procedentes de Etiopía (cf. Hechos 8:26-40). La fidelidad de su gente al Evangelio sigue mostrándose no sólo por su obediencia a su ley del amor, sino tambien como usted nos ha recordado, por la perseverancia en medio de la persecución y el sacrificio supremo del martirio por el nombre de Cristo.

Su Santidad ha recordado que el anuncio del Evangelio no puede separarse del compromiso de construir una sociedad que se ajuste a la voluntad de Dios, que respete las bendiciones de su creación y que proteja la dignidad y la inocencia de todos sus hijos. ¡En Cristo, sabemos que la reconciliación es posible, que puede prevalecer la justicia, que la paz puede perdurar! Este es el mensaje de esperanza que estamos llamados a proclamar. Esta es la promesa que el pueblo de África espera ver cumplida en nuestros días.

Oremos, pues, para que nuestras iglesias puedan acercarse a la unidad que es don del Espíritu Santo, y den testimonio común de la esperanza traída por el Evangelio. Vamos a seguir trabajando por el desarrollo integral de todos los pueblos de África, el fortalecimiento de las familias que son el baluarte de la sociedad africana, la educación de los jóvenes que son el futuro de África, y contribuir a la construcción de sociedades marcadas por la honradez, la integridad y solidaridad. Que nuestras deliberaciones durante estas semanas ayuden a los seguidores de Cristo en todo el continente a ser un ejemplo convincente de la rectitud, la misericordia y de paz, y una luz que guíe el camino de las generaciones venideras.

Su Santidad, una vez más le doy las gracias por su presencia y sus apreciadas reflexiones. Que su participación en este Sínodo ser una bendición para nuestras Iglesias.

[Traducción del original en iglés por Inma Álvarez]


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ZENIT nos ofrece el texto de la catequesis del Papa pronunciada durante la Audiencia General del miércoles 7 de Octubre de 2009, con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

¡Queridos hermanos y hermanas!

Pasado mañana, 9 de octubre, se cumplirán 400 años de la muerte de san Juan Leonardi, fundador de la orden religiosa de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios, canonizado el 17 de abril de 1938 y elegido Patrón de los Farmacéuticos el 8 de agosto de 2006. Es recordado también por su gran anhelo misionero. Junto a monseñor Juan Bautista Vives y al jesuita Martín de Funes proyectó y contribuyó a la institución de una específica Congregación de la Santa Sede para las misiones, la de Propaganda Fide, y al futuro nacimiento del Collegio Urbano di Propaganda Fide, que en el transcurso de los años ha forjado a miles de sacerdotes, muchos de ellos mártires, para evangelizar a los pueblos. Se trata por tanto de una figura luminosa de sacerdote, que quiero señalar como ejemplo a todos los presbíteros en este Año Sacerdotal. Murió en 1609 por una gripe contraída mientras estaba prodigándose en el cuidado de cuantos, en el barrio romano de Campitelli, habían sido afectados por la epidemia.

Juan Leonardi nació en 1541 en Diecimo, en provincia de Lucca (Italia, n.d.t.). Último de siete hermanos, tuvo una adolescencia marcada por los ritmos de fe vividos en un núcleo familiar sano y laborioso, además de la asistencia continua en una botica de hierbas y medicinas de su pueblo natal. A los 17 años su padre le inscribió en un curso regular de farmacia en Lucca, con el objetivo de hacer de él un futuro farmacéutico, es más, un boticario, como entonces se decía. Durante una década Juan Leonardi lo frecuentó con atención y diligencia, pero cuando, según las normas previstas por la antigua República de Lucca, adquirió el reconocimiento oficial que le habría autorizado a abrir su propia botica, él comenzó a pensar si no habría llegado el momento de realizar un proyecto que siempre había tenido en el corazón. Después de una madura reflexión, decidió encaminarse hacia el sacerdocio. Así, abandonando la farmacia del boticario, y tras adquirir una adecuada formación teológica, fue ordenado sacerdote y el día de la Epifanía de 1572 celebró su primera Misa. Con todo, no abandonó la pasión por la farmacopea, porque sentía que la a través de su profesión de farmacéutico podría realizar plenamente su vocación, la de transmitir a los hombres, mediante una vida santa, “la medicina de Dios”, que es Jesucristo crucificado y resucitado, “medida de todas las cosas”.

Animado por la convicción de que los seres humanos necesitan de esta medicina más que de otra cosa, san Juan Leonardi intentó hacer del encuentro personal con Jesucristo la razón fundamental de su propia existencia. “Es necesario volver a empezar desde Cristo”, le gustaba repetir a menudo. La primacía de Cristo sobre todo se convirtió para él en el criterio concreto e juicio y de acción y el principio generador de su actividad sacerdotal, que ejerció mientras se estaba produciendo un vasto y difundido movimiento de renovación espiritual de la Iglesia, gracias al florecimiento de nuevos Institutos religiosos y al testimonio luminoso de santos como Carlos Borromeo, Felipe Neri, Ignacio de Loyola, José de Calasanz, Camillo de Lellis, Luis Gonzaga. Con entusiasmo se dedicó al apostolado entre los chicos, a través de la Compañía de la Doctrina Cristiana, reuniendo alrededor suyo a un grupo de jóvenes con los cuales, el 1 de septiembre de 1574, fundó la Congregación de los Sacerdotes reformados de la Beata Virgen, posteriormente llamado Orden de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios. A sus discípulos recomendaba “tener ante los ojos de la mente sólo el honor, el servicio y la gloria de Cristo Jesús crucificado” y, como buen farmacéutico habituado a dosificar las pociones gracias a una referencia precisa, añadía: “Elevad un poco más vuestros corazones a Dios y medid con Él las cosas”.

Movido por el celo apostólico, en mayo de 1605, envió al Papa Pablo V, recien elegido, un Memorial en el que sugería los criterios para una verdadera renovación en la Iglesia. Observando que era “necesario que quienes aspiran a la reforma de las costumbres de los hombres busquen, sobre todo y ante todo, la gloria de Dios”, añadía que estos tenían que brillar “por la integridad de la vida y la excelencia de sus costumbres, de modo que, en lugar de obligar, atraigan dulcemente a la reforma”. Observaba también que “quienes quieran hacer una reforma seria de la religión y la moral deben hacer en primer lugar, como un buen médico, un cuidadoso diagnóstico de los males que afligen a la Iglesia para que podamos ser capaces de prescribir para cada uno de ellos el remedio más apropiado”. Señaló que “la renovación de la Iglesia debe llevarse a cabo por igual en los jefes y empleados, por arriba y por abajo. Debe comenzar por quienes gobiernan para extenderse después a sus súbditos”. Es por esta razón que, al tiempo que instaba al Papa a promover una “reforma universal de la Iglesia”, mientras que se preocupaba por la formación cristiana del pueblo y especialmente de los niños, de educarlos “desde los primeros años... en la pureza de la fe cristiana y de las santas costumbres”.

Queridos hermanos y hermanas, la figura luminosa de este santo invita a los sacerdotes en primer lugar, y a todos los cristianos a tender constantemente “medida alta de la vida cristiana”,, que es la santidad, cada uno naturalmente según su propio estado. Sólo desde la fidelidad a Cristo puede brotar la verdadera renovación eclesial. En esos años, en el cambio cultural y social entre el siglo XVI y el siglo XVII, comenzaron a tomar forma las premisas de la futura cultura contemporánea, caracterizada por una indebida división entre fe y razón, que ha producido entre sus efectos negativos la marginación de Dios con la ilusión de una autonomía posible y total del hombre que decide vivir “como si Dios no existiera”. Es la crisis del pensamiento moderno, que muchas veces he tenido ocasión de destacar y que aparece a menudo en formas de relativismo. Juan Leonardi intuyó cuál era la verdadera medicina para estos males espirituales, y la resumió en la expresión “Cristo ante todo, Cristo en el centro del corazón, en el centro de la historia y el cosmos. Y de Cristo – afirmaba con fuerza – la humanidad tiene extrema necesidad, porque Él es nuestra 'medida'. No hay ambiente que no pueda ser tocado por su fuerza; no hay ningún mal que no pueda encontrar en Él un remedio, no hay ningún problema que en Él no se resuelva. ¡O Cristo o nada!” Esta es su receta para todo tipo de reforma espiritual y social.

Hay otro aspecto de la espiritualidad de San Juan Leonardi que me gusta subrayar. En la mayoría de circunstancias, tuvo que afirmar que el encuentro vivo con Cristo se lleva a cabo en su Iglesia, santa, pero frágil, enraizada en la historia y en su devenir a veces oscuro, donde el trigo y la cizaña crecen juntos (cf. Mt 13:30), pero sin embargo siempre Sacramento de salvación. Teniendo clara conciencia de que la Iglesia es el campo de Dios (cf. Mt 13,24), no se escandalizó de sus debilidades humanas. Para combatir la cizaña eligió ser un buen trigo; decidió, por tanto, a amar a Cristo en la Iglesia y a contribuir a que fuese cada vez más signo transparente de Él. Con gran realismo veía a la Iglesia, su fragilidad humana, pero también a su ser “campo de Dios”, el instrumento de Dios para la salvación de la humanidad. No solo. Por amor a Cristo trabajó duramente para purificar a la Iglesia, para hacerla más hermosa y santa. Comprendió que toda reforma debe hacerse dentro de la Iglesia y nunca contra la Iglesia. En este sentido, san Juan Leonardi fue verdaderamente extraordinario y su ejemplo sigue siendo actual. Cualquier reforma interesa ciertamente a las estructuras, pero primero debe incidir en los corazones de los creyentes. Sólo los santos, hombres y mujeres que se dejan guiar por el Espíritu divino, dispuestos a tomar decisiones radicales y valientes a la luz del Evangelio, renuevan a la Iglesia y contribuyen de manera decisiva a construir un mundo mejor.

Queridos hermanos y hermanas, la existencia de san Juan Leonardi estuvo siempre iluminada por el esplendor del “Santo Rostro” de Jesús, conservado y venerado en la Catedral de Lucca, que se convirtió en el símbolo elocuente y la síntesis de fe incuestionable que lo animaba. Cautivado por Cristo como el apóstol Pablo, señaló a sus discípulos, y sigue apuntando a todos nosotros, el ideal cristocéntrico para el cual “es necesario desnudarse de todo interés propio y buscar sólo el servicio de Dios”, teniendo “ante los ojos sólo el honor, servicio y la gloria de Jesucristo crucificado”. Junto al rostro de Cristo, fijó su mirada en el rostro materno de María. Ella, a la que eligió Patrona de la Orden fue para él maestra, hermana, madre, y experimentó su protección constante. Que el ejemplo y la intercesión de este hombre “fascinante hombre de Dios” sean, sobre todo en este Año Sacerdotal, recuerdo y estímulo para los sacerdotes y para todos los cristianos a vivir con pasión y entusiasmo su vocación.

[Al final de la audiencia general, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:

Dentro de dos días se cumplen los cuatrocientos años de la muerte en Roma de san Juan Leonardi, elegido patrono de los farmacéuticos el pasado ocho de agosto de dos mil seis. Nació en Diecimo, provincia de Luca, en mil quinientos cuarenta y uno. Último de siete hermanos, abandonó los estudios de farmacia por los de teología para ser ordenado sacerdote. Convencido de que los hombres necesitan más que cualquier otra cosa a Cristo, medicina de Dios, se dedicó con entusiasmo a la predicación, especialmente a enseñar a los niños la doctrina cristiana, reuniendo a su alredor un grupo de jóvenes con los que fundó la Orden de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios. A sus discípulos les recomendaba que sólo tuvieran ante sus ojos el honor, el servicio y la gloria de Jesús crucificado. Su celo apostólico lo impulsó a enviar al Papa Pablo Quinto un memorial con criterios para la auténtica renovación de la Iglesia. Estos mismos deseos le llevaron, junto a Juan Bautista Vives y Martín de Funes, a contribuir a la creación del Dicasterio de Propaganda Fide y al nacimiento del Colegio Urbano de Propaganda Fide, en el que se han formado muchos sacerdotes para la evangelización de los pueblos.

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los miembros de la Corte de Honor de la Virgen de los Desamparados, de Valencia; a los fieles de la Diócesis de Engativá, en Colombia, así como a los demás grupos procedentes de España, Argentina, México, Venezuela y otros países latinoamericanos. En este Año Sacerdotal, que el ejemplo y la intercesión de san Juan Leonardi estimulen a los pastores y a los laicos a vivir con fidelidad la vocación que les es propia. Muchas gracias.

[Traducción del original italiano de Inma Ávarez
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]


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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el vigésimo séptimo domingo durante el año. (AICA)
 (4 de octubre de 2009)

Mes de las Misiones 

Este mes está especialmente dedicado a las misiones, a la oración y reflexión sobre la dimensión misionera que es la razón de ser de la misma Iglesia. El próximo domingo de hecho celebraremos la Jornada Mundial de las Misiones y el Santo Padre cada año nos envía un mensaje que este año se denomina: “Las naciones caminarán en su luz” (Ap. 21,24).

En estos domingos reflexionaremos sobre este tema de las misiones tomando algunos de los textos del Papa y también de la riquísima Carta pastoral de los obispos argentinos con ocasión de la Misión Continental, donde reflexionamos sobre este tema ligado a como vivir más hondamente el mandato del Señor: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt. 28,18-20). Este mandato hemos experimentado especialmente en Aparecida en 2007, que nos necesita a los cristianos, a todos, como discípulos y misioneros de Jesucristo, el Señor.

El Santo Padre reflexiona sobre porque la Iglesia misiona: “Las naciones caminarán en su luz” (Ap 21,24). Objetivo de la misión de la Iglesia es en efecto iluminar con la luz del Evangelio a todos los pueblos en su camino histórico hacia Dios, para que en Él tengan su realización plena y su cumplimiento. Debemos sentir el ansia y la pasión por iluminar a todos los pueblos, con la luz de Cristo, que brilla en el rostro de la Iglesia, para que todos se reúnan en la única familia humana, bajo la paternidad amorosa de Dios.

Es en esta perspectiva que los discípulos de Cristo dispersos por todo el mundo trabajan, se esfuerzan, gimen bajo el peso de los sufrimientos y donan la vida. Reafirmo con fuerza lo que ha sido varias veces dicho por mis venerados Predecesores: la Iglesia no actúa para extender su poder o afirmar su dominio, sino para llevar a todos a Cristo, salvación del mundo. Nosotros no pedimos sino el ponernos al servicio de la humanidad, especialmente de aquella más sufriente y marginada, porque creemos que “el esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres de nuestro tiempo... es sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad” (Evangelii Nuntiandi, 1), la cual “está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia” (Redemtoris Missio, 2).

El Papa señala la necesidad que la humanidad tiene de Dios, que en el silenciamiento, omisión u oposición a su creador se desdibuja hasta la misma maravillosa dignidad humana: “La humanidad entera tiene la vocación radical de regresar a su fuente, que es Dios, el único en Quien encontrará su realización final mediante la restauración de todas las cosas en Cristo. La dispersión, la multiplicidad, el conflicto, la enemistad serán repacificadas y reconciliadas mediante la sangre de la Cruz, y reconducidas a la unidad”. En este sentido podemos señalar que cuando en diversos espacios, como en el ámbito científico, educativo…, se lo pretende eliminar a Dios, se niega la necesaria dimensión religiosa que hay en todo hombre, varón y mujer, y se toma una postura ideológica por una visión  materialista del hombre. El Papa Benedicto en Aparecida señalaba que analizar la realidad sin Dios, que es la causa fundante de la misma realidad, siempre llevó a conclusiones erróneas que terminan siendo motivo de sufrimiento para la humanidad.

En la acción misionera la Iglesia tiene su misma razón de ser: “La misión universal debe convertirse en una constante fundamental de la vida de la Iglesia. Anunciar el Evangelio debe ser para nosotros, como lo fue para el apóstol Pablo, un compromiso impostergable y primario.

La Iglesia universal, sin confines y sin fronteras, se siente responsable del anuncio del Evangelio a pueblos enteros. Ella, germen de esperanza por vocación, debe continuar el servicio de Cristo al mundo… La Iglesia busca transformar el mundo con la proclamación del Evangelio del amor, “que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar”

Al ahondar sobre la dimensión misionera en este mes de octubre, no dudamos en tener conciencia que desde este anuncio se juega un servicio clave a la cultura de nuestro tiempo.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas 


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Carta de los obispos de La Matanza, monseñor Baldomero Carlos Martini, obispo de San Justo y monseñor Juan Horacio Suárez, obispo de Gregorio de Laferrere y monseñor Damían Bitar, obispo auxiliar de San Justo al Sr. Fernando Espinoza, intendente del Partido de La Matanza con motivo de la distribución de pastillas abortivas en caso de violación. (AICA)
(16 de septiembre de 2009)
        

Querido Señor Intendente:

Reciba  nuestros cordiales y respetuosos saludos de Paz y Bien en Jesucristo, Señor de la Vida y de la Historia.

El Periódico El 1, que publica la Universidad Nacional de La Matanza, en su edición  del 17 de Agosto de 2009 (Año 5 Nº 133) informa que en los hospitales municipales de La Matanza se entregan kits de medicamentos a mujeres que han sufrido una violación. En ese kit se incluyen “drogas de amplio espectro” para evitar todo tipo de enfermedades de transmisión sexual. El artículo agrega que también se proporcionarán  píldoras de anticoncepción de emergencia (levonorgestrel).

Los Obispos de La Diócesis de San Justo, S.E.R. Mons. Baldomero Carlos Martini; S.E.R. Mons. Damián Bitar, Obispo Auxiliar y el Obispo de Gregorio de Laferrere S.E.R. Mons. Juan Horacio Suárez, mediante el estudio de expertos, queremos precisar que la acción del levonorgestrel, se basa en impedir la implantación del embrión en el endometrio (pared interna del útero), tras ser fecundado el óvulo por el espermatozoide, lo cual significa que produce el aborto del embrión que no ha podido anidar.

En todos los casos el aborto es un crimen abominable porque quita el primero de los derechos, el derecho a vivir, a un ser absolutamente indefenso que sólo cuenta con la protección de quien lo lleva en su vientre, de su madre.

Desde una visión antropológica, toda mujer que utiliza la “píldora del día después”, adquirida por sus medios o entregada por el Estado, tiene la clara intención de evitar el embarazo, interrumpir la gestación o eliminar el embrión gestado. Grupos muy radicalizados, con el supuesto derecho a decidir por cuenta propia o del Estado, pretenden justificar moral y jurídicamente la interrupción del embarazo. Nadie es dueño de la vida de su prójimo, no importa en qué grado de madurez psicofísica se encuentre éste. Sólo Dios es el que da la vida y sólo Él puede quitarla.

Exhortamos a  que desde la acción gubernamental no se promueva la utilización de una sustancia que produce la muerte de los no nacidos, asumiendo un principio moral fundamental de la Ley natural: no matarás.

La Iglesia como Madre, comprende el dolor de aquellas mujeres que sufren un acto de violencia, del cual puede surgir un embarazo no buscado ni deseado. Sin embargo no puede tolerar el asesinato de los inocentes bajo la justificación del derecho de la madre a decidir. El hecho de haber sido violada, que es una situación de por sí traumática, no puede nunca dar derecho a eliminar al bebé inocente. Eso sería pretender curar una herida terrible, con un acto de violencia mayor. La mujer pasaría de ser víctima a ser victimaria de un acto aún más violento, por la situación de absoluta indefensión del niño y por ser un homicidio.

Como nos enseña Juan Pablo II “No pocas veces se considera que la vida de quien aún no ha nacido o está gravemente debilitado es un bien sólo relativo: según una lógica proporcionalista o de puro cálculo, deberá ser cotejada y sopesada con otros bienes. Y se piensa también que solamente quien se encuentra en esa situación concreta y está

personalmente afectado puede hacer una ponderación justa de los bienes en juego; en consecuencia, sólo él podría juzgar la moralidad de su decisión. El Estado, por tanto, en interés de la convivencia civil y de la armonía social, debería respetar esta decisión, llegando

incluso a admitir el aborto y la eutanasia. (Evangelium Vitae 68) Por consiguiente se perciben dos tendencias diametralmente opuestas en apariencia. Por un lado, los individuos reivindican para sí la autonomía moral más completa de elección y piden que el Estado no asuma ni imponga ninguna concepción ética, sino que trate de garantizar el espacio más amplio posible para la libertad de cada uno, con el único límite externo de no restringir el espacio de autonomía al que los demás ciudadanos también tienen derecho. Por otro lado, se considera que, en el ejercicio de las funciones públicas y profesionales, el respeto de la libertad de elección de los demás obliga a cada uno a prescindir de sus propias convicciones para ponerse al servicio de cualquier petición de los ciudadanos, que las leyes reconocen y tutelan, aceptando como único criterio moral para el ejercicio de las propias funciones lo establecido por las mismas leyes. De este modo, la responsabilidad de la persona se delega a la ley civil, abdicando de la propia conciencia moral al menos en el ámbito de la acción pública” ( EV 69)

“Los delitos contra la vida se quieren presentar como derechos democráticos que el Estado debe autorizar y proteger y hasta realizar con la intervención gratuita de las estructura sanitarias”

Lo que el Santo Padre nos señala es que en la actual mentalidad relativista el derecho de cada uno se pone por encima del derecho de los demás y del bien común y que basta con un acuerdo social para que una ley justifique lo que moralmente es ilícito.

Es por ello, de ser cierta esta información que los Pastores llamamos a las Autoridades a reflexionar sobre el particular y a los médicos y a todo el personal de la Salud les recordamos que tienen el derecho a renunciar al suministro de esta sustancia, dado que la objeción de conciencia es un derecho humano fundamental que no puede ser violentado por ninguna autoridad.

Al mismo tiempo proponemos como solución una educación humana integral, en la que participemos todos los actores sociales, sobre todo en las zonas más desfavorables, que ayude al hombre y a la mujer a descubrir su dignidad personal y a orientarse hacia un amor pleno y gratuito en la vida familiar y conyugal.

Sabiendo de su sensibilidad por los valores  y todo lo que puede  hacer crecer a nuestra querida Matanza, como Obispos de la dos Diócesis paternalmente le hacemos llegar nuestra  preocupación y exhortación y lo abrazamos con nuestra Bendición pastoral en el Señor, Buen Pastor que da la vida  para salvarnos y dignificarnos.

Mons. Baldomero Carlos Martini, obispo de San Justo


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Con motivo del nombramiento de monseñor Oscar Vicente Ojea como obispo coadjutor, el obispo de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto, envió hoy a sus sus fieles una carta, con pedido de que sea leída en todas las misas del sábado 10 y del domingo 11 de octubre, en la que tras manifestar su alegría y su agradecimiento al Santo Padre, explica que el pedido de un obispo coadjutor se debe a que “la diócesis ha crecido mucho. Tanto los sacerdotes como las comunidades manifiestan la necesidad de mayor presencia y acompañamiento episcopal”. A ello agrega que “las tareas que demanda la Pastoral Social a nivel nacional -de la que él es el responsable en la Conferencia Episcopal- se han incrementado”.

San Isidro (Buenos Aires), 7 Oct. 09 (AICA)



     El texto del “Comunicado a los fieles” dice:

     Queridos amigos: El pasado mes de abril, en Roma, con motivo de la “visita ad limina” planteé en la Congregación para los Obispos la posibilidad de la designación de un Obispo Coadjutor para la Diócesis de San Isidro.

     La petición fue aceptada por el Santo Padre Benedicto XVI quien ha designado a monseñor Oscar Vicente Ojea, hasta hoy obispo auxiliar de Buenos Aires.

     Los motivos que me llevaron a realizar esta petición son que la diócesis ha crecido mucho. Tanto los sacerdotes como las comunidades manifiestan la necesidad de mayor presencia y acompañamiento episcopal. Asimismo las tareas que demanda la Pastoral Social a nivel nacional se han incrementado.

     Yo estoy muy contento y agradecido por esta designación.

     Contento porque monseñor Ojea posee una personalidad fuertemente sacerdotal y tiene destacadas condiciones pastorales que le permitirán, con la gracia y la ayuda del Señor, responder a las responsabilidades de esta misión.

     Agradecido en primer término a Dios, que con diversos signos me fue confirmando la necesidad de dar este paso y nos ha bendecido con esta respuesta. Agradecido también al Santo Padre que asumió mi petición con benevolencia paternal y al Sr. Nuncio Apostólico, monseñor Adriano Bernardini, quien desde el primer momento facilitó los pasos necesarios para concretar este nombramiento.

     Desde ahora y en estos próximos años podremos trabajar conjuntamente en una serena transición en la conducción de la diócesis.

     Estoy seguro de que el Pueblo de Dios que peregrina en la diócesis de San Isidro recibirá a monseñor Ojea como alguien que viene a ejercer su ministerio episcopal en nombre del Señor.

     Los invito a rezar por él y poner su misión en las manos del Buen Pastor y de María Santísima, invocando la protección de San Isidro Labrador.

     Los saludo con afecto en el Señor Jesús, Jorge Casaretto, Obispo de San Isidro.+

 


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Jueves, 15 de octubre de 2009

La humildad fue la virtud que hizo santa a Juana Jugan Fundadora de las Hermanitas de los Pobres, será canonizada el domingo.

(ZENT) Juana Jugan renunció siempre a los reconocimientos del mundo, incluso figurar como la fundadora de su comunidad, las Hermanitas de los Pobres.

La beata Soeur Marie de la Croix, nombre que tomó cuando inició su vida religiosa, será canonizada el próximo 11 de octubre por el Papa Benedicto XVI.

“La verdadera medida de la santidad es la humildad”. Ella repetía constantemente esta frase Juan Eudes, a quien tuvo gran devoción.

No figurar ante los ojos del mundo

La localidad de Cancale, ubicada al norte de Francia, en la costa de Bretaña, fue la que vio nacer a Juana Jugan en 1792.

Su infancia no fue fácil. Aparte del contexto histórico en el que creció – la Revolución Francesa había estallado tres años antes de su nacimiento –, su hogar tenía muchas dificultades económicas.

Su padre, un sencillo pescador, desapareció en alta mar cuando ella tenía cuatro años. “Esta muerte le marco también en el clima de aceptación del sufrimiento y de sensibilidad con los que sufren”, dijo en diálogo con ZENIT, el postulador de su causa, el sacerdote dominico español Vito T. Gómez O.P.

A los 16 años entró a trabajar como empleada doméstica y se dedicó a estas labores durante nueve años. “Trabajó duro, y en ese trabajo fue forjando una personalidad muy sólida”, asegura el padre Vito. A los 25 años entró a formar parte de la Tercera Orden de María, congregación fundada por San Juan Eudes.

La suya fue una espiritualidad cristocéntrica. Leía y meditaba los escritos de algunos maestros de la Escuela Francesa de Espiritualidad como san Francisco de Sales y san Vicente de Paúl. Esto la hizo aumentar su devoción especial hacia la Eucaristía y a la Virgen María.

Juana vivía inquieta por servir a los más pobres. Invitaba a los mendigos para que entraran a su casa. Incluso les cedía su cama. “Esa virtud de la caridad, yo diría que es como la constelación en torno a la cual fueron girando todas las otras virtudes”, señala el padre Vito.

El 15 de octubre de 1840 decidió fundar una pequeña asociación de caridad dirigida por el párroco Augusto Le Pailleur, vicario de Saint-Servan. Así nació la orden de las Hermanitas de los pobres. Las primeras jóvenes hicieron sus votos de obediencia el 8 de diciembre de 1842.

Esta naciente comunidad vivió el objetivo de “participar en la felicidad de la pobreza espiritual, caminando hacia la expoliación total que eleva el alma a Dios”, según señalan sus constituciones.

La nueva comunidad la eligió como su primera superiora. Cargo en el que duro sólo dos semanas porque el padre Le Pailleur decidió revocarla. Años más tarde el sacerdote le ordenó vivir de manera retirada, preocupada sólo por las tareas domésticas y alejada de sus bienhechores, hecho que ella aceptó sin ninguna protesta. Así permaneció 27 años.

“Ella llevó a la práctica el hecho de que 'no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha', hasta desaparece en aquel grupo del que es verdaderamente fundadora”, dice el postulador de su causa.

Juana murió en agosto de 1879 cuando la congregación contaba con 2.488 religiosas y 177 casas de acogida. El Papa León XIII había aprobado meses atrás los estatutos de la congregación.

Cuenta el padre Vito que la futura santa fue reconocida como la fundadora oficial de las Hermanitas de los pobres sólo hasta principios del siglo XX, cuando algunos miembros de esta orden decidieron escribir la historia de esta comunidad.

“Nunca se rebeló contra esa marginación sino al contrario, se dedicó a su Congregación más intensamente” asegura el sacerdote.

Testimonio vivo

Juana no dejó nada escrito pero, en cambio, repetía palabras llenas de espiritualidad que hoy son el faro que ilumina el carisma de las Hermanitas de los pobres.

“Jesús os espera en la capilla. Id a encontrarlo cuando esteis al límite de la paciencia y de la fuerza, cuando os sintáis solas y débiles”, les repetía Juana.

“Decidle: 'Tu sabes lo que me ocurre mi buen Jesús. Yo no tengo nada más que tú. Ven en mi auxilio...' y después iros. Y no os turbéis pensando en cómo haréis. Es suficiente con que se lo hayáis dicho al buen Dios. ¡El tiene buena memoria”, aseguraba la fundadora.

Hoy las Hermanitas están presentes en 31 países de los cinco continentes. Además de los votos de pobreza, castidad y obediencia, viven también la hospitalidad a los ancianos, a cuyo cuidado dedican su vida.

Buscan transmitir su alegría y su espiritualidad así como aprender de la sabiduría de quienes están en la recta final de sus vidas, preparándolos para el encuentro con Dios en la Eternidad.

Así, se esfuerzan por hacer vida el espíritu de las bienaventuranzas: “Ser hermanita de los pobres nos recuerda nuestro deseo de ir siempre hacia los más pobres, de crear una corriente de colaboración apostólica y de caridad fraterna para socorrer a Cristo en los pobres”, dicen los estatutos de la congregación.

“Soyez petites, bien petites! Gardez l'esprit d'humilité, de simplicité! Si nous venions à nous croire quelque chose, la congrégation ne ferait plus bénir le Bon Dieu, nous tomberions” (“¡Sed pequeñas, muy pequeñas! ¡Conservad ese espíritu de humildad y de sencillez! Si llegáramos a creernos que somos algo, la congregación dejaría de bendecir al buen Dios, sería nuestro fin”), les dijo el Papa Juan Pablo II durante la homilía de beatificación de Juana Jugan, en octubre de 1982.

[Por Carmen Elena Villa]

www.hermanitasdelospobres.cl y [email protected].+


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     La ceremonia de canonización de sor Juana Jugan, junto a otros cuatro beatos que serán elevados al honor de los altares, podrá verse en directo a través de EWTN o en la página de esa señal de cabe www.ewtn.com. Breve reseña de la Congregación de las hermanitas de los Pobres. (AICA)

  La congregación

      Sor Juana Jugan nació el 25 de octubre de 1792 en Ille-et-Vilaine, Francia y murió el 29 de agosto de 1879, a los 87 años.

     Su espiritualidad y su carisma, transmitidas a la Congregación de las Hermanitas de los Pobres, conjuga su dedicación al servicio hospitalario hacia los pobres que se trasuntará luego en una dedicación exclusiva a los ancianos.

Hoy, las Hermanitas de los Pobres continúan y actualizan, como congregación misionera, la iniciativa de Juana Jugan en los cinco continentes.

     Ellas acogen, reconfortan, cuidan y acompañan hasta el fin a los ancianos que Dios pone en su camino: con un gran respeto de la vida, de las relaciones familiares, de las convicciones; en colaboración con el personal asalariado, miembros de la Asociación Juana Jugan y voluntarios.

     Lo hacen respondiendo a la llamada de Cristo que las consagra en su amor por los votos de castidad, pobreza, obediencia y hospitalidad, en el servicio gozoso a los ancianos, en el seno de comunidades fraternas internacionales.

     El espíritu de las bienaventuranzas fundamenta y sustenta el compromiso de las Hermanitas. Ellas buscan vivir en humildad, sencillez y una confianza incondicional en la bondad de Dios, que se traduce, como en sus orígenes, por la fidelidad a la colecta, pues Dios ha confiado a cada uno al amor de todos.

     Para mayor información: (011) 4743-5656,


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Homilía de monseñor Mario Aurelio Poli, obispo de Santa Rosa en la misa de clausura de la peregrinación Santa Rosa - Anguil . (AICA)
(4 de octubre de 2009)


PEREGRINACIÓN SANTA ROSA-ANGUIL 2009 

“Madre, tu mirada renueva nuestra esperanza”… ¡que lindo título que tiene la Virgen, tan familiar y tan querido! Es nuestra Madre, nuestra Mamá. Antes de ser Reina, Princesa, Emperatriz, Señora, la Virgen es “Madre”, es “la Madre”, es la Madre que nos dio Jesús al pie de la cruz.

Siempre que escuchamos este Evangelio hay algo que se agita en nuestro corazón, que arde, así como ardía nuestro corazón en el camino, y no se nos ocurría abandonar a pesar del cansancio, sentíamos el ardor de los discípulos de Emaús teniendo cerquita a Jesús, porque Ella nos lo hace más cercano, lo traduce, lo hace fácil… es “la Madre”. Esta Madre mira, porque está en cuerpo y alma en el cielo y en la tierra y su mirada de ternura, su mirada maternal nos cubre a sus hijos y a sus hijas, renovando algo que necesitamos para seguir caminando en la vida: la esperanza.

La esperanza es un don que recibimos todos en el bautismo; la esperanza fogonea en nuestro corazón el deseo de conseguir la vida eterna, como en aquél joven que se acercó a Jesús: “¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?”. Nosotros ya lo sabemos: dejarnos mirar por Ella. Cuando ella nos mira, recordamos aquella frasecita fácil y cortita, -la que le dijo a los discípulos en las Bodas de Caná-: ustedes peregrinos, ustedes pampeanos, hagan todo lo que Jesús les diga… hagan todo lo que Jesús les diga.

Y a partir de esta peregrinación, después de esta gracia que hemos tenido, …-porque ha sido una gracia que muchos enfermos no pudieron conseguir-; tampoco aquellos que tuvieron que trabajar en este día; los que tuvieron que hacer guardia…; aquellos que vinieron el año pasado y este año no pudieron por distintas razones y se quedaron con las ganas. Esta gracia que recibimos tiene que cambiar algo en nuestra vida: por lo menos dejarnos mirar siempre por Ella, dejarnos atraer por esos ojos de ternura.

La Virgen cumple una delicada misión: la Virgen mira y ordena nuestros días para que no le saquemos el cuerpo al Evangelio, para que nos juguemos por el Evangelio de Jesús, para que recibamos la gracia que es Cristo mismo. Ella nos dio a Cristo, Ella dijo el “sí” y dejó entrar la gracia del Padre que es Jesucristo.

Ante esta Madre de ternura, en esta tarde, volvemos a poner nuestra mirada, diciéndole como el “negrito Manuel”, aquella tarde en la que no había peregrinos en su ermita, puso sus manos negras en estas manitos delicadas de la Virgen y prometió ser su esclavo. “Mandá lo que quieras, Virgen Santa”, y a todos les decía:“¡Yo soy de la Virgen nomás!”.

Vamos a renovar como cristianos nuestra fidelidad a Ella, pero la fidelidad no viene de “fervorines” ni de entusiasmos pasajeros, sino que la renovamos en cada peregrinación, todos los años, ahora con el deseo de dejarnos mirar por sus ojos de Madre. Esa mirada atrae; atrae como Jesús en la cruz, que nos atrae continuamente como Él anticipó: “Cuando sea elevado, atraeré a todos hacia mí”. Esta mirada de la Virgen también nos atrae y persuade. Por eso te susurramos: “Madre, tu mirada renueva nuestra esperanza”. Y devolviéndole la mirada, podemos renovar la esperanza para seguir caminando. La esperanza que tenemos los cristianos de encontrar una vida más solidaria, más fraterna, más justa, más preocupados y “calientes” por el bien común, nunca fríos y menos indiferentes. Porque somos hijos de una misma Madre. El corazón tiene que arder cuando se nos convoca para el bien común, tiene que arder ante la pobreza, ante la injusticia. Esta es la mujer fuerte del Evangelio, la que alabó a su Señor que exalta a los humildes y deja a los ricos con las manos vacías.

Madrecita de Luján, esta tarde queremos renovar nuestra filiación. Somos tus hijos, a pesar de que a veces nos olvidamos de vos… y te queremos pedir ¡tantas cosas! Entre el pan y el vino de las ofrendas, los sacerdotes y yo vamos a poner las intenciones de los peregrinos, las escritas y las que están en los corazones de Uds.

Como obispo de La Pampa, te pido Madre, especialmente por las vocaciones para la iglesia que peregrina en La Pampa.

Las vocaciones a la vida del matrimonio: al amor y a la fidelidad; necesitamos matrimonios jóvenes que formen familias cristianas y buenas, con la alegría de la esperanza. Madrecita de Luján, “mamita” nuestra, te pedimos por las vocaciones a la vida religiosa, a la vida consagrada: necesitamos testigos que sean fieles en la pobreza, en la obediencia y en la castidad. Necesitamos laicos comprometidos; necesitamos gente buena que en todos lados se convierta en discípulos y testigos de tu Hijo amado. Y sobre todas las cosas, para nuestra diócesis, Madre mía, te pido sacerdotes, sacerdotes según el corazón de tu Hijo, del Buen Pastor.

Intercede por estas cosas de tus hijos, Madre nuestra, ante tu Hijo, el Buen Pastor.

Mons. Mario Aurelio Poli, obispo de Santa Rosa y Capellán Nacional Scout 


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  Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”. (AICA)
(3 de octubre de 2009)


¿Cómo medir la pobreza? 

“Periódicamente se suscita en la Argentina una discusión acerca del índice de pobreza. Por ejemplo, el cómputo oficial denuncia, en este momento, el 13 % pero otras investigaciones privadas, dignas de confianza, registran cifras mucho más altas, que llegan al 35%”

“Sería bueno ponerse de acuerdo en un parámetro objetivo que permita medir la realidad tal cual es, porque la limpieza de la casa no se asegura barriendo la basurita debajo de la alfombra”.

“Además, en la medición de la pobreza habría que incluir otros capítulos; no sólo el penoso hecho de que tantas familias argentinas carezcan de lo suficiente para una vida digna, que tantísimos padres no puedan llevar la comida a la mesa (lo que se llama “canasta básica”).

“Habría que incorporar otros factores de la vida humana esencialmente relacionados con la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales. Pienso, por ejemplo, en la educación”.

“Es verdad que las dos penurias: la pobreza en el sentido material de la palabra y la falta de educación están muy vinculadas. Sabemos todos muy bien que en determinados niveles de pobreza los chicos no pueden ir a la escuela, o no pueden completar su escolaridad hasta egresar perfectamente alfabetizados. Consideremos la gravedad de este fenómeno cuando se extiende de tal modo que la deficiencia de la educación se va convirtiendo en un dato estructural de la sociedad en una época determinada. Si no se logra poner remedio a esta desgracia se hunde en una dolorosa decadencia la cultura popular.

“A propósito de la relación entre pobreza extrema y falta de educación, recuerdo que Santo Tomás de Aquino decía que es necesario un cierto nivel de bienes materiales para poder practicar la virtud; vale decir, para alcanzar el desarrollo de la personalidad que corresponde a la dignidad humana. Me parece que en la categoría de pobreza, ampliamente extendida, tendría que entrar también esta especie de decadencia de la cultura popular que se torna irremediable si no se van poniendo remedios, si no se procura lo necesario para que nuestras familias puedan vivir dignamente, para que puedan educar dignamente a sus hijos, para que las ayudas que reciban estén orientadas a elevarlos en un sentido integral”.

“La medición de la pobreza puede ampliarse a otros campos: El Papa Benedicto XVI en su reciente Encíclica “Caritas in veritate” hace una sugerencia interesante en el parágrafo 28, cuando dice: “Uno de los aspectos más destacados del desarrollo actual es la importancia del tema del respeto a la vida, que en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos. Es un aspecto que últimamente está asumiendo cada vez mayor relieve, obligándonos a ampliar el concepto de pobreza y de subdesarrollo a los problemas vinculados con la acogida de la vida, sobre todo donde ésta se ve impedida de diversas formas”.

“El Papa recuerda cómo ha ocurrido y ocurre, en muchos lugares, que las ayudas destinadas al desarrollo están ligadas necesariamente a la adopción de planes de disminución de la natalidad, y cómo se intenta legitimar los atentados contra la vida, desde el aborto a la eutanasia”.

“Esto es un problema fundamental del desarrollo y el reconocimiento de la realidad multiforme de la pobreza es imprescindible para hacer algo eficaz en orden a superar un flagelo que castiga injustamente a tantos argentinos”.

“El mismo Papa hace un par de meses, al dirigir un mensaje a los organizadores de la Colecta Anual Más por Menos, ha hablado del escándalo de la pobreza. No hay que extrañarse de que se vea la pobreza extrema como un escándalo. Lo es aquí como en otros lugares del mundo. Es necesario luchar seriamente contra ello, pero para eso hace falta asumir un concepto amplio de pobreza y éste debe sustentarse en la idea correcta del hombre”.

“Este es el problema de hoy. Benedicto XVI afirma que la cuestión social hoy equivale a la cuestión antropológica. Es decir: ¿qué idea nos hacemos del hombre, de su dignidad, de sus derechos, de su futuro? ¿Qué es lo que le corresponde en justicia? ¿Qué deuda tenemos con él? Al ocultar o disimular la situación social estamos demorando e impidiendo la posible solución.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


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Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h, publicado en EL DÍA el miércoles 14 de Octubre de 2009 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe "LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H.

Teresa de Ávila

MAÑANA, es "la Santa", como decimos los abulenses por aquellas tierras de Ávila. Lo mismo diremos en esta tierra de Canarias. Teresa de Cepeda y Ahumada nació en esta capital castellana, en una familia aristocrática, el 28 de marzo de 1515.

A los veinte años ingresó en el convento carmelita de Ávila tras haber sido educada por las monjas Agustinas. En 1562 fundó el monasterio de San José, al que se retiró con otras 13 hermanas. A pesar de las oposiciones iniciales a su proyecto, la observancia de la Regla fue aprobada por el general de la Orden, de modo que la reforma se extendió también a la rama masculina en 1568, con la colaboración de san Juan de la Cruz y de otros santos españoles de la época. Teresa de Ávila murió en Alba de Tormes (Salamanca) el 11 de octubre de 1582.

Santa Teresa pudo haber nacido en otro lugar fuera de Ávila, y en este caso, la santa nunca hubiera podido valorar lo que ha significado su nacimiento en Ávila, ni esta ciudad hubiera podido conocer el valor de esta santa en el mundo y en la Iglesia. Por eso Ávila y Teresa son deudoras mutuamente. Algunos puntos de referencia y reflexión:

Esta ciudad castellana, donde nació la santa, fue la hecha a su medida de lo que habría de ser su caracterología de vida:

-Su contorno, delimitado por las murallas, le invitaba al recogimiento, a la reflexión y a la oración.

-Las diversas puertas de esta muralla para entrar a los diversos lugares de la ciudad inspiraban a la Santa el testimonio de la comunicación con los demás.

-La piedra granítica de sus murales, catedral, iglesias, conventos, edificios públicos le hablaban a la santa de la resistencia en la vida.

-El frío seco, de la resistencia para no dejarse apagar el amor.

-Sus habitantes, como hijos de la Ciudad de los Caballeros, le recordaban la fidelidad y la lealtad.

Los de Teresa contemplaban esta maravillosa realidad y su corazón la hacía vivir con tanta más profundidad cuanto con más la inmolaba con su existencia para Dios:

-Su alma se transformó en un castillo pleno de mansiones donde recogerse en la intimidad y así crear un nuevo estilo de vida claustral en sus nuevos conventos.

-Su espíritu, fuerte como el frío de esta tierra abulense, crea una coraza contra toda inclemencia.

-Frente a la marginación de la mujer de entonces, la santa, descubre y desarrolla en sus conventos un nuevo mundo para la rehabilitación de la mujer, dando un verdadero sentido a la fe y a la fidelidad de sus obligaciones.

-Teresa demostró con hechos, absoluta lealtad a sus amigos que encontró en las diversas circunstancias de la vida como fruto de la que vivía con el amigo por excelencia: Jesucristo.

-Su espíritu se enriquece con los diversos avatares de sus viajes recorridos, en donde siempre vertió este espíritu.

-Pero en Ávila permaneció la mayor parte de su existencia. Fue aquí donde llegó a cristalizar su ideal. Por eso Teresa y su tierra fraternizaron a un nivel tal que, para comprender a la santa, hay que hacerlo desde Ávila. Y, a la vez, esta ciudad no se deja comprender nada más que de la mano de Teresa.

Esta santa sabe cómo describir sus experiencias con Dios. Usa un lenguaje que produce un impacto inmediato. Emplea un estilo lleno de humor e ingenio. Apenas ha sido igualado por otras mujeres. Cuenta con mucha precisión las circunstancias concretas que rodean la fundación de los conventos.

Y una y otra vez escribe sobre el camino espiritual de la oración interior con la claridad y una sencillez que desde entonces fascinan al lector.

Son conocidas las palabras que Teresa escribió en un trozo de papel que siempre llevaba consigo: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta; sólo Dios basta". A menudo se han interpretado estas palabras como si el ser humano sólo necesitara a Dios, y nada más; pero Teresa no habla en sentido ascético: en su vida ella demuestra que necesita no sólo de Dios, sino también de las personas. Se le ha llamado con razón la "santa de la amistad". Cuando Teresa escribe "sólo Dios basta" nos dice que el ser humano tiene en sí mismo un anhelo tan grande que sólo Dios puede satisfacerlo realmente. Sólo Dios es lo bastante grande como para llenar la amplitud del corazón humano. En la proximidad de Dios, Teresa se siente libre, para poder vivir la verdad de Dios y la de las personas. Este es su mensaje, para su tiempo y para el nuestro.

* Capellán de la clínica S. Juan de Dios


Publicado por verdenaranja @ 20:50  | Espiritualidad
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Mi?rcoles, 14 de octubre de 2009

Breve biografía de Santa Faustina Kowalsca

Santa Faustina

Sor María Faustina, apóstol de la Divina Misericordia, forma parte del círculo de santos de la Iglesia más conocidos. A través de ella el Señor Jesús transmite al mundo el gran mensaje de la Divina Misericordia y presenta el modelo de la perfección cristiana basada sobre la confianza en Dios y la actitud de caridad hacia el prójimo.

     Nació el 25 de agosto de 1905 en la aldea de G³ogowiec (Polonia). El 1 de agosto de 1925 entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia donde, como sor María Faustina, vivió trece años. Trabajó en distintas casas de la Congregación. Pasó los períodos más largos en Cracovia, P³ock y Vilna cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera.

     Era una fiel hija de la Iglesia a la que amaba como a Madre y como el Cuerpo Místico de Jesucristo. Consciente de su papel en ella, colaboró con la Divina Misericordia en la obra de salvar a las almas perdidas. Con este propósito se ofreció como víctima cumpliendo el deseo del Señor y siguiendo su ejemplo. Su vida espiritual se caracterizó por el amor a la Eucaristía y por una profunda devoción a la Madre de la Divina Misericordia.

     Los años de su vida en el convento abundaron en gracias extraordinarias: revelaciones, visiones, estigmas ocultos, la participación en la Pasión del Señor, el don de bilocación, los dones de leer en las almas humanas, de profecía y de desposorios místicos.

     La misión de sor Faustina consistió en tres tareas:

     - Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.

     - Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde).

     - Inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la Santa.

     Sor Faustina murió en Cracovia el 5 de octubre de 1938, con apenas 33 años. La fama de la santidad de su vida iba creciendo junto con la propagación de la devoción a la Divina Misericordia y a medida de las gracias alcanzadas por su intercesión. Entre los años 1965-67 en Cracovia fue llevado a cabo el proceso informativo sobre su vida y sus virtudes y en 1968 se abrió en Roma el proceso de beatificación, concluido en diciembre de 1992.

     Juan Pablo II la beatificó el 18 de abril de 1993 y la canonizó el 30 de abril de 2000. Sus reliquias yacen en el santuario de la Divina Misericordia de Cracovia.+


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Homilía de monseñor José María Arancibia, arzobispo de Mendoza, en la misa por las fiesta patronal diocesanas. (AICA)
(4 de octubre de 2009)


Anunciar a Jesucristo es nuestro gozo 

1. Este es el momento central de  nuestro Año jubilar y misionero

Gracias a todos ustedes por estar aquí. Hoy la Virgen María nos reúne en nombre del Señor, y estamos felices en torno suyo. Celebramos a María del Rosario, como patrona de Mendoza. La admiramos y veneramos en esta bella imagen, que nos acompaña y protege desde hace mucho tiempo.    

La fiesta patronal diocesana tiene esta vez un sentido especial. Estamos contentos y agradecidos en esta tierra, por una larga historia de trabajo y de fe. De esfuerzo constante y de vida en familia. De lucha perseverante y de confianza en Dios. Nunca nos ha faltado el anuncio del Evangelio y la gracia de los sacramentos. La providencia divina nos ha cuidado mucho, aún en tiempos difíciles. María ha estado siempre presente en nuestros ruegos. Entre tantos regalos, recordamos que: hace 75 años el Papa nos constituyó en porción del pueblo de Dios, en torno a un obispo, sucesor de los apóstoles. Ésta fue una nueva gracia y fuente de abundantes dones, que hoy agradecemos. Aunque debemos reconocer que no siempre supimos responder a este regalo. La gratitud sincera, se prolonga a menudo en pedido de perdón.

Cuando el año pasado nos preguntamos cómo vivir este año, brotó del corazón un doble deseo: mostrarnos felices y agradecidos a Dios; y renovar nuestra conciencia de ser Iglesia, seguidora de Jesucristo y misionera. Así lo he comentado con ustedes, en muchos encuentros, visitas y fiestas patronales. En este momento quiero invitarlos a vivir intensamente estos sentimientos. Nos acompañan los hermanos obispos de las Iglesias vecinas a quienes saludamos con afecto.  

2. Admiramos a María como modelo de Iglesia diocesana

Apenas comenzado este año, y en la fiesta de Lourdes, que atrae multitudes al Challao,  decía a todos: La Iglesia diocesana, de la cual soy padre y pastor,  reconoce a María como modelo de la Iglesia, para vivir como ella la fe, la esperanza y la caridad, en perfecta unión con Cristo, y como Esposa amadísima del Señor. En su cántico encontramos las actitudes espirituales que -animados por el Espíritu Santo-, nos sentimos llamados a vivir como Iglesia diocesana.    

María es amada como Madre y Modelo de la Iglesia. La invocamos además como signo de esperanza, sabiendo que hay mucho desaliento y tristeza en nuestro pueblo. Por eso, a la vez, nos anima y nos cuestiona, proclamar con fuerza algunas frases de nuestro Plan. Son un auténtico grito de fe y un compromiso valiente:

Como María, queremos ser:

Humildes y felices creyentes en Cristo
Testigos valientes de la misericordia de Dios
Servidores abnegados de los pobres
Miembros vivos de la Iglesia de Cristo.

  3. María nos alienta a revisar los desafíos reconocidos

El Espíritu de Dios sopla sobre la Iglesia de Cristo y en el mundo. Es un viento impetuoso que sacude e impulsa. Fue el que cubrió a María con su sombra. Lo hemos sentido en medio nuestro, suscitando una vida cristiana renovada y una evangelización más intensa. La Palabra de Dios y la invitación de la misma Iglesia, han resonado con fuerza entre nosotros. La diócesis de Mendoza ha querido acoger este llamado e intenta una repuesta sincera. En esa búsqueda, las experiencias negativas, tantos propias como ajenas, se han convertido en “desafíos” que no podemos olvidar. Comprobar de cerca el olvido de Dios o la indiferencia religiosa; el dolor de la injusticia, la deshonestidad y la corrupción; el clamor de los pobres y excluidos, no puede ser sólo motivo de quejas y lamentos El Espíritu de Jesús resucitado sigue llamando a decidida conversión personal y pastoral. A un cambio imperioso y posible.

reparemos entonces nuestra entrega confiada a María, que realizaremos al fin de la Misa, revisando con Ella  los desafíos que hemos asumido:    

3.1. La fe de los discípulos de Jesús ha de ser un encuentro gozoso con Él: Tenemos delante la figura de María, que acogió a Jesús primero en su corazón y luego en su vientre. Ella fue feliz creyendo y guardando la Palabra en su interior. Fue dichosa sobre todo al cumplirla, como dijo el mismo Jesús. Al pie de la cruz siguió creyendo y esperando, con el corazón traspasado. En oración confiada esperó la venida del Espíritu, que la había hecho Esposa y Madre. A María confiaremos el vivo deseo de ser discípulos maduros y alegres.  

3.2. Todo discípulo debe ser misionero entusiasta y convencido: En el Evangelio proclamado contemplamos a María partir de prisa a la montaña. Va para compartir con Isabel el misterio del Emmanuel, del Dios con nosotros. LLeva al recién engendrado hasta su familia, elegida por Dios, que se conmueve y alegra. Les canta las maravillas del Dios que hace cosas grandes, que se acuerda de los pobres y levanta a los humildes. En Caná, percibirá luego la necesidad de una familia, y les dirá: Hagan lo que Él les diga. Bellas imágenes para prepararnos a pedir a la Virgen una actitud más misionera, para ofrecer a todos el Evangelio de la Salvación. 

3.3. A cada cristiano le urge descubrir y acompañar a Cristo sufriente: Por el Evangelio sabemos que María y José, anduvieron largos caminos y no encontraron albergue. Tuvieron que huir a Egipto porque eran perseguidos. Más tarde, perdieron a su Hijo en el templo, y lo hallaron sin comprender qué pasaba con él. Por la vía dolorosa y hasta el Calvario, María acompañó a su Hijo cargado con los pecados y miserias de los hombres. Junto a la cruz, lloró como madre al verlo traspasado por nuestros delitos. ¿Cómo no confiar que María nuestra Madre nos hace descubrir miles de rostros del Cristo sufriente y abandonado, que hoy espera de nosotros gestos de amor generoso, solidario y comprometido?   

 3.4. Confiamos emprender todos juntos un cambio muy importante: En la Virgen María encontramos la antigua fe y esperanza del pueblo judío, y a su vez la novedad absoluta de la nueva Alianza. Ella es la madre del hombre nuevo, contrapuesto al viejo Adán; el que hace nuevas todas las cosas. Ella ha visto y tocado con sus manos a la Palabra de Vida. Siguió paso a paso su predicación y sus milagros, pendiente de esa Palabra, que es Espíritu y Vida. Después de la Pascua, imploró con los apóstoles la venida del Espíritu, que renueva la faz de la tierra. Ella comparte ahora en el cielo la gloria y belleza de Cristo resucitado, que es fuente de salud y redención para el universo entero. ¿Cómo no confiar en María, cuando actuales estructuras demandan del cristiano el compromiso de una audaz renovación?     

4. Renovemos la esperanza para lanzarnos a la misión

Hemos abierto el corazón a la Palabra que penetra y transforma la vida, movidos por nuestro cariño a María. Celebramos la Eucaristía por mandato del Señor, confiando que esta Pascua actualizada acreciente nuestra unión con Cristo y con los hermanos. Estamos felices de ser el pueblo de Dios y la familia de Jesús, que se alimenta con este pan en el duro camino recorrido. Entonces se nos hace más patente la misión encomendada. La vida plena que procede de estos misterios, tiene que ser vida para el mundo. Nadie puede quedar excluido. Nadie puede guardar para sí este tesoro. Aunque lo llevamos en vasijas de barro, tiene el poder de transformar el mundo con la justicia, el amor y la paz, que son dones de gracia y tarea de todos. Pastores y fieles, estamos convocados para renovar la fe y la esperanza en Cristo, de donde brota el compromiso gozoso de la misión. Jesús nos envía de nuevo. Hay mucha gente esperando. María nos acompaña siempre.   

Mons. José María Arancibia, arzobispo de Mendoza


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Homilía de Monseñor Carlos Ñàñez, arzobispo de Córdoba en la fiesta de la Virgen del Rosario del Milagro patrona de la diócesis. (AICA)
(4 de octubre de 2009)


Virgen del Rosario del Milagro
 

Queridos hermanos y hermanas:

Como comunidad católica que peregrina en Córdoba, honramos de un modo especial a nuestra Patrona, la Santísima Virgen María en su advocación de nuestra Señora del Rosario del Milagro. Su imagen, que está entre nosotros desde hace más de cuatrocientos años, y que llevamos por las calles de nuestra ciudad es un vivo recuerdo de su compañía, de su protección y de su constante intercesión en favor nuestro.

A esas oraciones de nuestra Madre del cielo nos encomendamos y confiamos a nuestros seres queridos. Encomendamos también de modo especial las necesidades de nuestra Patria que el próximo 25 de mayo celebrará el bicentenario del comienzo del proceso que la llevará a declarar su independencia en Tucumán el 9 de julio de 1816.

La Palabra de Dios que acabamos de escuchar nos presenta en el evangelio el episodio de la visitación de María a su pariente Isabel, visita prefigurada a su vez en el traslado del Arca de la alianza a la ciudad de Jerusalén, bajo el reinado de David.

La visitación es expresión de la fe de la Virgen que busca reconocer el signo que el ángel le ha dado al anunciarle que sería la madre del Mesías y que muestra la obra de Dios en su prima: "también tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez..." (Lc. 1, 36). A la luz de dicho signo María redescubre con particular intensidad el inefable don del que es depositaria y reafirma su incondicional entrega a Dios: "yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mi lo que has dicho" Lc. 1, 38).

El encuentro de María con Isabel es ocasión para que ambas compartan la gracia peculiar con la que cada una ha sido enriquecida y para que se dé entre ellas un verdadero intercambio de dones. María, por fin, puede hablar con alguien que sabe su secreto y se alegra por él. Isabel, por su parte, goza con la cercanía inaudita de la salvación, más aún, del mismo Salvador.

El evangelio nos ilustra acerca de los frutos de este encuentro entre María e Isabel: la bendición y el gozo. El gozo y la bendición reflejados en las palabras de Isabel: "apenas oí tu saludo el niño saltó de alegría en mi seno" (Lc. 1, 44). La bendición y el gozo manifestados por María en su canto de alabanza y acción de gracias: "mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se estremece de gozo en Dios mi salvador" (Lc. 1, 46-47).

El episodio de la visitación de la Santísima Virgen nos ilumina y nos inspira en el camino que intentamos recorrer como comunidad católica en Córdoba. A lo largo de los últimos tres años hemos repetido en los sucesivos lemas pastorales que "con Jesús salimos..." Con Jesús queremos salir y, gracias a Dios, lo hemos ido realizando con resultados reconfortantes, si bien es cierto todavía "germinales". Ahora estamos ante el desafío de renovar y profundizar esta actitud y de evitar todo achatamiento de nuestro espíritu y todo estancamiento en nuestro impulso pastoral.

Por eso, acogiendo la iniciativa de la comisión arquidiocesana de misiones queremos realizar, con sencillez pero también con verdadero entusiasmo, una misión en el tiempo de adviento que nos prepara a la celebración de la navidad y prolongar esa experiencia en otros momentos del próximo año y de los próximos años.

Decimos "los próximos años" porque la Quinta Conferencia General del Episcopado de Latinoamérica y El Caribe, celebrada en Aparecida -Brasil- en mayo de 2007, nos ha invitado a una misión permanente. La Conferencia Episcopal Argentina, por su parte, acogiendo la invitación de Aparecida, en su reciente carta pastoral de agosto de este año nos ha invitado también a llevar a cabo -desde cada una de las Iglesia diocesanas- la llamada "misión continental".

En Córdoba quisiéramos que esa misión tenga la característica de una "visitación" y, como se señala en la carta pastoral del episcopado argentino, más que hablar de destinatarios hablemos de interlocutores. En efecto, la misión, la visitación, no es una acción de proselitismo, no es la búsqueda ansiosa de adherentes a nuestra comunidad eclesial, sino que quiere ser una propuesta convencida sí, pero al mismo tiempo sumamente respetuosa del evangelio de la gracia de Jesús.

Como María al llegar a la casa de Zacarías e Isabel, podremos así descubrir que Dios de algún modo ya está allí a donde vamos y que está realizando su obra de misericordia y de salvación y que al visitar a nuestros hermanos, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, podremos reconocer los dones con que Dios los favorece, los enriquece, intercambiarlos con los nuestros y alegrarnos con ellos.

La misión-visitación que estamos proponiendo quiere ser como una concreción privilegiada del lema que nos inspira este año 2009: "Con Jesús salimos, acortamos distancias, nos reconocemos hermanos".

¡Y cuánto lo necesitamos en nuestra Patria atravesada por tantos desencuentros y enfrentamientos! Los diversos conflictos sociales, políticos y gremiales en curso nos plantean con apremiante urgencia la necesidad de apostar al diálogo que lleve a una búsqueda razonable, justa, equitativa y efectiva de alivios y de soluciones permanentes.

Soluciones para el problema de la pobreza y de la indigencia. Camino al bicentenario y al considerar las posibilidades de nuestra Patria, no podemos aceptar sin más la realidad de la inequidad que nos aqueja, de las deficiencias en la educación, de la falta de oportunidades especialmente para los jóvenes, de la desnutrición que afecta a los niños y a los miembros más frágiles de la sociedad.

Consecuencias inevitables de todo ello son la inseguridad que vivimos y que nos hace sufrir, la violencia irracional, la pérdida del sentido de la vida, las consecuentes adicciones buscadas como evasiones de una realidad dura y afligente, la cultura de la muerte, que entre otras cosas nuevamente se insinúa en el propósito de dar pretendida legalidad a la supresión del niño por nacer. ¡Y pensar que Dios nos ha creado para la vida y que Jesucristo ha venido y se ha ofrecido sobre la cruz para que tengamos vida y la tengamos en abundancia..!

Desde el año pasado hemos querido tener en cuenta en nuestra Arquidiócesis de un modo especial el anuncio de la buena noticia de Jesús a los jóvenes. En efecto, no queremos para ellos la herencia de una cultura de la muerte sino anunciarles con alegría el tesoro del evangelio que humaniza, dignifica y plenifica toda vida.

Nuevamente invitamos, por tanto, a toda la comunidad a tener presentes a los jóvenes de un modo especial, a acoger la novedad, más aún, la originalidad de su aporte, a compartir con ellos la riqueza del evangelio. Invitamos también a los jóvenes a recibir ese don precioso y a transmitirnos a los adultos el eco de ese anuncio que nos renueve y alegre.

Finalmente, junto a la imagen María Santísima queremos hacer memoria de todos los sacerdotes en este año sacerdotal proclamado por el Papa Benedicto XVI. Esta es una ocasión más que propicia para agradecer el servicio que ellos nos brindan, para alentarlos en su entrega generosa a los intereses del Reino y para pedir al Señor que en su bondad los haga fieles hasta el fin. En breve, en nuestra Arquidiócesis recibiremos la visita de las reliquias de dos grandes santos: San Juan Bosco, en este mes de octubre, y San Juan María Vianney, el Cura de Ars, el próximo mes de noviembre. Ésas serán también oportunidades providenciales para orar con nuestros sacerdotes y para orar por todos los sacerdotes.

María Santísima nos dice a los sacerdotes, les dice a los jóvenes, y nos dice a todos: "hagan lo que Jesús les diga" (cf. Jn. 2, 5). Allí, en lo que Jesús nos dice, está la razón y la causa de toda verdadera alegría. Acojamos convencidos entonces la invitación de María y que se convierta para todos en fuente de bendición y de auténtico gozo. Que así sea.  

Mons. Carlos José Ñáñez, arzobispo de Córdoba


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El obispo de Río Gallegos, monseñor Juan Carlos Romanín SDB, viajará el sábado 10 de octubre a las Islas Malvinas acompañando a la delegación de Familiares de Caídos durante el conflicto del Atlántico Sur en 1982. Este viaje fue acordado oportunamente por las autoridades de ambos países y tiene la finalidad de rendir homenaje a los argentinos que murieron durante la guerra e inaugurar un monumento en el cementerio de Darwin. (AICA) 


Oración por las Islas Malvinas


Dios de la vida y del amor,
Padre de todos los hombres,
lleno de ternura y de misericordia:
tienes proyectos de libertad y dignidad
para cada uno de nosotros.

Padre Bueno: que en tu Hijo Jesús
buscaste reunir a los hombres
de toda raza y origen, credo y cultura,
en una sola familia.
Que condenas la guerra,
y a todo poder que dañe a las personas y su convivencia:
escucha la oración de tus hijos
que reclaman justicia como única garantía
para afianzar los derechos de las naciones.

Creemos que la paz se construye con el diálogo,
creemos que la diplomacia es el mejor camino
para lograr una solución justa, humana y duradera,
a la controversia sobre la soberanía de las Islas Malvinas.

En comunión con María, Nuestra Señora de Luján,
te pedimos que los responsables de nuestros pueblos
privilegien el respeto, la sensatez histórica
y el cuidado de las personas y los pueblos,
en la negociación que tanto necesitamos.

Te encomendamos,
a quienes murieron en el campo de batalla,
a quienes al volver,
no encontraron motivos para seguir viviendo,
a quienes quedaron heridos y enfermos,
a quienes con su empeño
se integraron a nuestra sociedad argentina,
todavía deudora de cuidado y protección
para los ex combatientes,
a todas sus familias
y las comunidades de las que forman parte.

Regala a nuestros corazones tu Espíritu Santo,
para construir en este tiempo:
días de paz y de justicia,
de libertad y de fraternidad universal.
Amén.+


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ZENIT nos ofrece la homilía pronunciada el domingo 4 de Octubre de 2009 por el Papa Benedicto XVI durante la Eucaristía de apertura de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, en la Basílica de San Pedro.

¡Venerados hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,
ilustres señores y señoras,
queridos hermanos y hermanas!

Pax vobis - ¡paz a vosotros! Con este saludo litúrgico me dirijo a todos vosotros, reunidos en la Basílica Vaticana, donde hace quince años, el 10 de abril de 1994, el Siervo de Dios Juan Pablo II abrió la primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. El hecho de que hoy nos encontremos aquí para inaugurar la segunda, significa que ese fue un evento ciertamente histórico, pero no aislado. Fue el punto de llegada de un camino, que después continuó, y que ahora llega a una nueva y significativa etapa de verificación y de relanzamiento. ¡Alabemos al Señor por ello!

Doy mi más cordial bienvenida a los miembros de la Asamblea sinodal, que concelebran conmigo esta santa Eucaristía, a los expertos y los oyentes, en particular a cuantos provienen de la tierra africana. Saludo con especial reconocimiento al Secretario General del Sínodo y a sus colaboradores. Estoy muy contento por la presencia entre nosotros de Su Santidad Abuna Paulos, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía, a quien doy las gracias de corazón, y de los delegados fraternos de las otras Iglesias y de las comunidades eclesiales. Me complace también acoger a las autoridades civiles y a los señores embajadores que han querido participar en este momento; saludo con afecto a los sacerdotes, las religiosas y los religiosos, los representantes de organismos, movimientos y asociaciones, y al coro congolés que, junto con la Capilla Sixtina, anima nuestra Celebración eucarística.

Las lecturas bíblicas de este domingo hablan del matrimonio. Pero, más estrictamente, hablan del designio de la creación, del origen y, por lo tanto, de Dios. En este plano converge también la segunda lectura, tomada de la Carta a los Hebreos, donde dice: “Santificador - es decir, Jesucristo - y santificados – es decir, los hombres – tienen todos el mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Hb 2,11). Así pues, del conjunto de las lecturas aparece de manera evidente el primado de Dios Creador, con la perenne validez de su impronta originaria y la precedencia absoluta desde su señorío, ese señorío que los niños saben acoger mejor que los adultos, y por esto Jesús los indica como modelo para entrar en el reino de los cielos (cfr Mc 10,13-15). Ahora bien, el reconocimiento del señorío absoluto de Dios es ciertamente uno de los rasgos característicos y unificadores de la cultura africana. Naturalmente, en África existen múltiples y diversas culturas, pero todas parecen concordar en este punto: Dios es el Creador y la fuente de la vida. Pero la vida - lo sabemos bien - se manifiesta primariamente en la unión entre hombre y mujer y en el nacimiento de los hijos; la ley divina, inscrita en la naturaleza, es pues más fuerte y preeminente que cualquier ley humana, según la afirmación clara y concisa de Jesús: “Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre” (Mc 10,9). La perspectiva no es ante todo moral: ésta, antes que el deber, se refiere al ser, al orden inscrito en la creación.

Queridos hermanos y hermanas, en este sentido la liturgia de la Palabra de hoy - más allá de la primera impresión – se revela especialmente adecuada para acompañar la apertura de una Asamblea sinodal dedicada a África. Querría hacer especial hincapié en algunos aspectos que emergen con fuerza y guardan una relación con el trabajo que nos espera. El primero, ya mencionado: el primado de Dios, Creador y Señor. El segundo: el matrimonio. El tercero: los niños. Sobre el primer aspecto, África es depositaria de un tesoro inestimable para el mundo entero: su profundo sentido de Dios, que he tenido modo de percibir directamente en los encuentros con los obispos africanos en visita ad Limina, y aún más durante el reciente viaje apostólico a Camerún y Angola, del que conservo un grato y emocionante recuerdo. Ahora querría remitirme precisamente a esa peregrinación en tierra africana, porque en aquellos días abrí idealmente esta Asamblea sinodal, entregando el Instrumentum laboris a los Presidentes de las Conferencias Episcopales y a los Jefes de los Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales Católicas.

Cuando se habla de los tesoros de África, en seguida se piensa en los recursos en los que es rico su territorio y que desgraciadamente se han vuelto y siguen siendo motivo de explotación, de conflicto y de corrupción. En cambio, la palabra de Dios nos hace mirar otro patrimonio: el espiritual y cultural, que la humanidad necesita aún más que las materias primas. “Pues - diría Jesús - ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?” (Mc 8,36). Desde este punto de vista, África representa un inmenso “pulmón” espiritual, para una humanidad que sufre una crisis de fe y esperanza. Pero este “pulmón” puede enfermar. Y, por el momento, al menos dos peligrosas patologías lo están atacando: ante todo, una enfermedad que ya está extendida en el mundo occidental, es decir, el materialismo práctico, combinado con el pensamiento relativista y nihilista. Sin entrar en los motivos de la génesis de estos males del espíritu, sin embargo es indiscutible que a veces el llamado “primer” mundo ha exportado, y sigue exportando, tóxicos desechos espirituales, que contagian a las poblaciones de los demás continentes, en especial las africanas. En este sentido el colonialismo, terminado en el plano político, no se ha acabado del todo. Pero precisamente en esta misma perspectiva hay que señalar un segundo “virus”que podría afectar también a África, como es el fundamentalismo religioso, mezclado con los intereses políticos y económicos. Grupos que pertenecen a diferentes afiliaciones religiosas se están extendiendo en el continente africano; lo hacen en nombre de Dios, pero según una lógica opuesta a la divina, es decir, enseñando y practicando no el amor y el respeto de la libertad, sino la intolerancia y la violencia.

En cuanto al tema del matrimonio, el texto del capítulo 2° del Libro del Génesis nos ha recordado el perenne fundamento, que Jesús mismo ha confirmado: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gen 2, 24). ¿Cómo no recordar el admirable ciclo de catequesis que el Siervo de Dios Juan Pablo II ha dedicado a este argumento, a partir de una exégesis muy profunda de este texto bíblico? Hoy, proponiéndonoslo precisamente en la apertura del Sínodo, la liturgia nos ofrece la luz sobreabundante de la verdad revelada y encarnada de Cristo, con la cual se puede examinar la compleja temática del matrimonio en el contexto africano eclesial y social. Pero también sobre este punto quisiera recordar brevemente una idea que precede cada reflexión e indicación de tipo moral, y que enlaza una vez más con el primado del sentido de lo sagrado y de Dios. El matrimonio, así como la Biblia nos lo presenta, no existe fuera de la relación con Dios. La vida conyugal entre el hombre y la mujer, y por lo tanto de la familia que aquella genera, está inscrita en la comunión con Dios y, a la luz del Nuevo Testamento, se vuelve un icono del Amor trinitario y sacramento de la unión de Cristo con la Iglesia. En la medida en que custodia y desarrolla su fe, África podrá encontrar unos recursos inmensos para donar en provecho de la familia fundada en el matrimonio.

Incluyendo en la perícope evangélica también el texto sobre Jesús y los niños (Mc 10,13-15), la liturgia nos invita a tener presente desde ahora, en nuestra tarea pastoral, la realidad de la infancia, que constituye una parte grande y por desgracia doliente de la población africana. En la escena de Jesús que acoge a los niños, oponiéndose con desdén a los mismos discípulos que querían alejarles, vemos la imagen de la Iglesia que en África, y en cualquier otra parte de la tierra, manifiesta su maternidad sobre todo hacia los más pequeños, incluso cuando aún no han nacido. Como el Señor Jesús, la Iglesia no ve principalmente en éstos a los destinatarios de la asistencia, y todavía menos del pietismo o de la instrumentalización, sino a personas de pleno derecho, que con su mismo modo de ser indican la vía maestra para entrar en el reino de Dios, es decir, la de confiarse sin condiciones a su amor.

Queridos hermanos, estas indicaciones provenientes de la Palabra de Dios se integran en el amplio horizonte de la Asamblea sinodal que hoy comienza, y que se enlaza con la ya dedicada anteriormente al continente africano, cuyos frutos fueron presentados por el Papa Juan Pablo II, de venerada memoria, en la Exhortación apostólica Ecclesia in Africa. Sigue siendo naturalmente válida y actual la tarea primaria de la evangelización, es más, de una nueva evangelización que tenga en cuenta los rápidos cambios sociales de nuestra época y del fenómeno de la globalización mundial. Lo mismo se debe decir de la decisión pastoral de edificar la Iglesia como familia de Dios (cfr. ivi, 63). Tras esta gran estela se sitúa la segunda Asamblea, que tiene por tema: “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz.’Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo’ (Mt 5,13.14)”. En los últimos años la Iglesia Católica en África ha conocido un gran movimiento, y la Asamblea sinodal es la ocasión para dar gracias al Señor por ello. Y puesto que el crecimiento de la comunidad eclesial en todos los campos comporta también unos retos ad intra y ad extra, entonces el Sínodo es un momento propicio para replantearse la actividad pastoral y renovar el impulso de evangelización. Para ser luz del mundo y sal de la tierra hay que aspirar siempre al “listón más alto” de la vida cristiana, es decir, la santidad. Los pastores y todos los miembros de la comunidad eclesial están llamados a ser santos; los fieles laicos están llamados a difundir el perfume de la santidad en la familia, en los lugares de trabajo, en la escuela y en cualquier otro ámbito social y político. Que la Iglesia en África sea siempre una familia de auténticos discípulos de Cristo, donde la diferencia entre etnias se convierta en motivo y estímulo para un recíproco enriquecimiento humano y espiritual.

Con su obra de evangelización y promoción humana, la Iglesia sin duda puede aportar en África una gran contribución a toda la sociedad, la cual por desgracia conoce en varios países la pobreza, las injusticias, guerras y violencias. La vocación de la Iglesia, comunidad de personas reconciliadas con Dios y entre ellas, es la de ser profecía y fermento de reconciliación entre los distintos grupos étnicos, linguísticos y también religiosos, dentro de cada una de las naciones y en todo el continente. La reconciliación, don de Dios que los hombres deben implorar y acoger, es el cimiento estable sobre el que construir la paz, condición indispensable para el auténtico progreso de los hombres y de la sociedad, según el proyecto de justicia querido por Dios. Abierta a la gracia redentora del Señor resucitado, África estará cada vez más iluminada por su luz y, dejándose guiar por el Espíritu Santo, se convertirá en una bendición para la Iglesia universal, aportando su propia y cualificada contribución a la edificación de un mundo más justo y fraterno.

Queridos Padres sinodales, gracias por la contribución que cada uno de vosotros aportará a los trabajos de las próximas semanas, que serán para nosotros una renovada experiencia de comunión fraterna que redundará en beneficio de toda la Iglesia, especialmente en el contexto de este Año Sacerdotal. Y a vosotros, queridos hermanos y hermanas, os pido que nos acompañéis con vuestra oración. Se lo pido a los presentes; se lo pido a los monasterios de clausura y a las comunidades religiosas extendidas en África y en todo el mundo, a las parroquias y a los movimientos, a los enfermos y a los que sufren: a todos os pido que recéis para que el Señor haga fructuosa esta segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Invocamos la protección sobre la misma de san Francisco de Asís, que hoy recordamos, de todos los santos y las santas africanas y, de manera especial, de la Beata Virgen María, Madre de la Iglesia y Nuestra Señora de África ¡Amén!

[©Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 22:47  | Habla el Papa
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ZENIT nos ofrece el discurso pronunciado por el Papa el domingo 4 de Actubre de 2009 durante el rezo del Ángelus, con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, tras la Eucaristía de apertura del Sínodo.

¡Queridos hermanos y hermanas!

Esta mañana, en la Basílica de San Pedro, ha tenido lugar la celebración eucarística de apertura de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, durante la cual se rezó también en diversas lenguas africanas. Mi venerado predecesor Juan Pablo II convocó el primer “Sínodo africano” en 1994, en la perspectiva del año 2000 y del tercer milenio cristiano. Él, que con su celo misionero, se hizo muchas veces peregrino en tierra africana, recogió los contenidos emergidos de aquella cita en la Exhortación Apostólica Ecclesia in Africa, relanzando la evangelización del Continente. A distancia de quince años, esta nueva Asamblea se pone en continuidad con la primera, para verificar el camino realizado, profundizar algunos aspectos y examinar los retos más recientes. El tema elegido es “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz” – acompañado por una palabra de Cristo dirigida a los discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra.... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,13.14).

El Sínodo constituye siempre una intensa experiencia eclesial, una experiencia de responsabilidad pastoral colegial respecto a un aspecto específico de la vida de la Iglesia, o mas bien, como en este caso, de una parte del Pueblo cristiano determinada en base al área geográfica. El Papa y sus más estrechos colaboradores se reúnen junto con los Miembros designados de la Asamblea, con los Expertos y los Auditores, para profundizar la temática elegida. Es importante subrayar que no se trata de un congreso de estudio, ni una asamblea programática. Se escuchan relaciones e intervenciones en el aula, se confrontan en los grupos, pero todos sabemos bien que los protagonistas no somos nosotros: es el Señor, su Espíritu Santo, que guía a la Iglesia. Lo más importante, para todos, es escuchar: escucharse unos a otros y, todos juntos, escuchar lo que el Señor quiere decirnos. Por esto, el Sínodo se desarrolla en un clima de fe y de oración, de obediencia religiosa a la Palabra de Dios. Al Sucesor de Pedro le toca convocar y guiar las Asambleas sinodales, recoger cuanto surja de los trabajos y ofrecer después las indicaciones pastorales oportunas.

Queridos amigos África es un continente que tiene una extraordinaria riqueza humana. Actualmente, su población llega casi a mil millones de habitantes y su tasa de natalidad total es la más alta a nivel mundial. África es una tierra fecunda de vida humana, pero esta vida está marcada por desgracia por muchas pobrezas y sufre además graves injusticias. La Iglesia está empeñada en superarlas con la fuerza del Evangelio y la solidaridad concreta de tantas instituciones e iniciativas de caridad. Oremos a la Virgen María para que bendiga la II Asamblea sinodal para África y obtenga paz y desarrollo para ese grande y amado continente.

[Tras el Ángelus]

Mi pensamiento va, en este momento, a las poblaciones del Pacífico y del Sudeste asiático, golpeadas en los últimos días por violentas calamidades naturales: el tsunami en las Islas Samoa y Tonga; el tifón en las Filipinas, que sucesivamente ha afectado también a Vietnam, Laos y Camboya; el devastador terremoto en Indonesia. Estas catástrofes han causado graves pérdidas en vidas humanas, numerosos desperdigados y sin techo e ingentes daños materiales. Pienso, además, en cuantos sufren a causa de las inundaciones en Sicilia, especialmente en la zona de Messina. Invito a todos a unirse a mí en la oración por las víctimas y sus seres queridos. Estoy espiritualmente cercano a los refugiados y a todas las personas en pruebas, implorando de Dios alivio en su pena. Hago un llamamiento para que no les falte a estos hermanos y hermanas nuestra solidaridad y el apoyo de la Comunidad Internacional.

Al término de la oración del Angelus de este domingo particular, en el que he abierto la Segunda Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos, no puedo olvidar los conflictos que, actualmente ponen en riesgo la paz y la seguridad de los Pueblos del Continente africano. En estos días he seguido con aprensión los graves episodios de violencia que han tocado a la población de Guinea. Expreso mis condolencias a las familias de las víctimas, invito a las partes al diálogo, a la reconciliación y estoy seguro de que no se ahorrarán los esfuerzos para llegar a una solución ecuánime y justa.

El sábado próximo por la tarde, 10 de octubre, junto con los padres sinodales, conduciré en el Aula Pablo VI una recitación especial del santo Rosario “con África y para África”, animada por los jóvenes universitarios de Roma. Se unirán a la oración, en conexión vía satélite, estudiantes de algunos países africanos. Queridos jóvenes universitarios, os espero en gran numero, para confiar a María Sedes Sapientiae el camino de la Iglesia y de la sociedad en el continente africano.

[En español dijo]

Saludo con afecto a los fieles de lengua española presentes en esta oración mariana, y a aquellos que se unen a la misma a través de la radio y la televisión. A la luz del Evangelio de este domingo, os invito a encomendar fervientemente en vuestra oración a todas las familias, en particular a las más necesitadas, para que sus miembros, con la ayuda de la gracia divina, afiancen su unión en el amor y la comprensión mutua, sin dejarse vencer por las dificultades de la vida, sino siendo en todo momento lámparas vivas de fe, esperanza y caridad. Muchas gracias.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]


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DOMINGO 29 DEL TIEMPO ORDINARIO
18 de Octubre de 2009

 

Jesucristo, el enviado del Padre, la luz para todos los pueblos, esté con vosotros.

Hace dos mil años se inició en nuestra historia humana un camino nuevo, el camino de Jesús de Nazaret. Un camino que es el camino de la vida y de la felicidad.

Desde entonces, muchos han sido los que han dedi­cado su vida a dar a conocer a Jesús hasta los rincones más alejados de la tierra. Hoy, en este día del Domund, tenemos especialmente presentes a los misioneros y misioneras que continúan esta tarea.

A. penitencial: En silencio pongámonos ante Dios.

Jesús, que eres nuestro camino. SEÑOR,TEN PIEDAD.
Jesús, que eres nuestra vida. CRISTO, TEN PIEDAD.
Jesús, que eres luz y misericordia para todos los pueblos. SEÑOR,TEN PIEDAD.

1. lectura (Isaías 3,10-11): Escuchemos en esta primera lectura unas palabras antiguas, proféticas, que noso­tros vemos realizadas en Jesús, que ha sido fiel hasta la muerte y vive ahora para siempre.

2. lectura (Hebreos 4,14-16): La carta a los Hebreos que leemos en estos domingos como segunda lectura, nos hace poner de nuevo los ojos en Jesús, quien vivió nues­tras mismas debilidades y ahora ofrece su salvación a la humanidad entera.

Oración universal: A Jesucristo, luz y salvación para todos los pueblos, le rogamos llenos de confianza diciendo: SEÑOR JESÚS, ESCÚCHANOS.

Por todos los cristianos. Que demos siempre un buen testimonio de nuestra fe. OREMOS:

Por los que no creen en Jesucristo, porque no le cono­cen o porque se han alejado de él, aquí y en cualquier lugar del mundo. Que puedan llegar a descubrir un día la alegría del Evangelio. OREMOS:

Podas Iglesias de los países de misión. Que sean luz de esperanza en medio de sus pueblos, y fuente de reno­vación para las comunidades de más antigua tradición. OREMOS:

Por los misioneros y misioneras. Que sientan la paz y la fortaleza de Dios que les bendice y les acompaña en su labor. OREMOS:

Por todos los que participamos en esta misa dominical. Que nos sintamos responsables de la acción misionera de toda la Iglesia. OREMOS:

Escucha, Señor Jesús, nuestra oración, y derrama tu gracia ytu bondad sobretodos los pueblos de la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Padrenuestro: Unidos a Jesucristo, y siguiendo su ense­ñanza, nos atrevemos a decir:


CPL


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Martes, 13 de octubre de 2009

ZENIT publica la presentación de la II Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos sobre África que hizo el viernes 9 de Octubre de 2009, a los periodistas en la Sala de Prensa de la Santa Sede el secretario general del Sínodo de los Obispos, el arzobispo Nikola Eterovic.


En el Discurso de la montaña sobre las Bienaventuranzas Jesús reveló la dignidad de sus discípulos afirmando: "Vosotros sois la sal de la tierra...Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13. 14). Tales palabras, que son válidas para los cristianos de todos los tiempos, se dirigen de manera particular a los fieles de África en este momento de su historia eclesial y social. La actualidad de esta llamada fue subrayada también por el Santo Padre Benedicto XVI que la utilizó como lema de su primera Visita Apostólica al corazón de África, en Camerún y en Angola, donde estuvo del 17 al 23 de marzo de 2009.

Es simultáneamente una constatación y una exhortación. Los cristianos, regenerados en el bautismo por la gracia del Espíritu Santo, se han revestido de Jesucristo, "luz del mundo" (cfr. Jn 8, 12) que "ilumina a todo hombre" (Jn 1,9). Ellos, por lo tanto, deben vivir el espíritu de las bienaventuranzas y de esta forma reflejar la Luz Jesucristo, según sus propias palabras: "Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 16). Los discípulos del Señor, al comprometerse en una vida cristiana auténtica, tratan de seguirlo, van detrás de Él negándose a sí mismos y tomando su propia cruz (cfr. Mc 8, 34). Dejándose guiar por la luz de Cristo, se convierten cada vez más en la sal de la tierra que, renovada por la gracia del Espíritu Santo, no sólo no perderá su sabor, sino que podrá dar un verdadero gusto de Evangelio a toda la realidad humana en África y en el mundo entero.

Ser sal de la tierra y luz del mundo es la vocación de todo cristiano. Aplicada a la realidad africana, esta verdad nos permite comprender el espíritu con el cual se quiere celebrar la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos sobre el tema: La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz. "Vosotros sois la sal de la tierra...Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13.14). La prioridad, por lo tanto, se relaciona con la urgente obra de evangelización que posee como inseparable reflejo la promoción humana en el contexto del continente africano.

El tema de la Asamblea sinodal es muy significativo ya que retoma el título de la Exhortación Apostólica Post-sinodal Ecclesia in Africa, que recoge los resultados de la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos celebrada del 10 de abril al 8 de mayo de 1994 sobre el tema La Iglesia en África y su misión evangelizadora de cara al año 2000. "Seréis mis testigos"(Hch 1,8). Con esa elección se quiso subrayar la continuidad entre las dos Asambleas. La primera ofreció un cuadro general y de conjunto de la situación de la Iglesia Católica en el continente. Además afrontó los distintos desafíos, eclesiales, sociales y políticos que, desgraciadamente, hoy son todavía actuales en su gran mayoría. Teniendo presente este cuadro que aún posee validez, con la Segunda Asamblea Especial los Padres sinodales, guiados por el Santo Padre Benedicto XVI, desean analizar en profundidad la misión de la Iglesia al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz. Son temas fundamentales para el presente y el futuro de la Iglesia Católica en África. En esta urgente obra la Iglesia está dispuesta a colaborar con las demás Iglesias y comunidades cristianas, con quienes pertenecen a otras religiones no cristianas, y también con todos los hombres de buena voluntad. A este propósito, el primer día de comienzo de los trabajos está previsto un informe de unos 30 minutos sobre cómo fue recibida la Ecclesia in Africa, y luego seguirá un debate libre sobre el tema.

La preparación de la Segunda Asamblea Especial para África comenzó cinco años atrás, cuando el 14 de junio del 2004 el Siervo de Dios Juan Pablo II expresó el deseo de convocar la Segunda Asamblea sinodal para África. Esta dio comienzo específicamente con la publicación de los Lineamenta, el 27 de junio del año 2006. Durante su visita a Yaundé, Camerún, el 19 de marzo de 2009, el Santo Padre Benedicto XVI entregó el Instrumentum laboris de la Asamblea sinodal a los Presidentes de las 36 Conferencias Episcopales y a los Jefes de dos Iglesias Orientales Católicas sui iuris así como de la Asamblea de la Jerarquía Católica de Egipto.

La Iglesia en África ha tenido un gran actividad. Desde el año1978 al 2007, el número de los católicos africanos paso de 55.000.000 a 146.000.000. También las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada han crecido notablemente (cfr. Anexo).

Debemos completar este prometedor cuadro recordando a los 521 agentes pastorales que desde el año 1994 al 2008 fueron asesinados en África a causa del nombre de Jesucristo (cfr. Mt 10, 22). Se trata de africanos, de origen y de adopción, es decir, misioneros en tierras africanas. En 2008, por ejemplo, de 20 agentes pastorales católicos asesinados en el mundo, 5 eran africanos: 3 sacerdotes, 1 religioso y 1 voluntario laico, provenientes respectivamente de Kenia, Guinea Conakry, Nigeria y de la República Democrática del Congo. El Evangelio que ellos anunciaron es la verdadera sal de la tierra, garantía de una evangelización con raíces profundas, capaz de poder resistir ante cualquier adversidad. La Buena Noticia, acompañada por el límpido testimonio de su servicio eclesial, se convierte en luz que brilla en las tinieblas del mundo, a veces demasiado densamente concentradas en algunas zonas del continente africano.

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Ser cada vez más la sal de la tierra y la luz del mundo es una gracia que se obtiene con la oración. La celebración de la Asamblea sinodal estará acompañada por intensos momentos de oración.

El Santo Padre Benedicto XVI, Presidente del Sínodo de los Obispos, presidirá tres celebraciones Eucarísticas en la Basílica Papal de San Pedro. Además de la de inauguración del domingo 4, y la de conclusión de los trabajos sinodales, el domingo 25 de octubre, Su Santidad canonizará, el domingo 11 de octubre, a 5 beatos: Zygmunt Szczesny Felinski, Francisco Coll y Guitart, Josef Damiaan de Veuster, Rafael Arnáiz Barón y Marie de la Croix (Jeanne) Jugan. Estos santos enseñan de una forma concreta cómo nos convertimos en la sal de la tierra y la luz del mundo.

La oración acompañará las reflexiones de los Padres sinodales cada día por la mañana y por la tarde. La oración de la Hora Tercia estará acompañada por una breve homilía, preparada por los Padres sinodales. Un momento especial está previsto para el sábado 10 por la tarde. El Santo Padre guiará el rezo del Santo Rosario con África y por África, en conexión vía satélite, desde el Aula Pablo VI, con las universidades de 9 capitales africanas: El Cairo (Egipto), Antananarivo (Madagascar), Kinshasa (Rep. Dem. del Congo), Nairobi (Kenia), Johanesburgo (Sudáfrica), Maputo (Mozambique), Jartún (Sudán), Onitsha (Nigeria) o Ouagadougou (Burkina Faso).

En la Segunda Asamblea Especial para África participarán 244 Padres sinodales, de los cuales 228 son obispos. Los mismos participarán con carácter de: 79 ex officio, 129 elegidos y 36 de nombramiento pontificio. Entre ellos encontramos 33 cardenales, 75 arzobispos, 120 obispos y 8 religiosos, elegidos por la Unión de los Superiores Generales. Con respecto a los cargos encontramos 37 Presidentes de Conferencias Episcopales, 189 obispos ordinarios, 4 coadyutores, 2 auxiliares y 8 arzobispos eméritos.

En referencia al art. VII del Ordo Synodi Episcoporum, el Santo Padre Benedicto XVI había establecido que ex officio participaran en la Asamblea sinodal, 25 Presidentes de discasterios de la Curia romana, todos los cardenales africanos, actualmente son 14, los Presidentes de las Conferencias Episcopales, nacionales, regionales y los de las reuniones Internacionales. En la elección de los Padres sinodales se siguió también el criterio de elegir un obispo de cada 5 participantes. De todas maneras se trató de tener por lo menos un obispo por cada uno de los 53 Países de África.

La mayoría de los Padres sinodales, en concreto 197, provienen de África. Otros 27 vienen de otros continentes: 34 de Europa, 10 de América, 2 de Asia y uno de Oceanía. Entre ellos hay Presidentes de Conferencias Episcopales de otros 4 continentes, que al inicio de la Asamblea dirigirán su palabra a la Asamblea. Este hecho evidencia que la Segunda Asamblea Especial para África afecta a toda la Iglesia Católica.

Por lo que se refiere a los trabajos sinodales, se han previsto 20 Congregaciones Generales y 9 Sesiones de los Círculos menores, divididos en las tres lenguas oficiales de la Asamblea: francés, inglés y portugués. Los Padres sinodales podrán usar también el italiano.

En estas lenguas 4 los encargados de prensa informarán regularmente a los periodistas sobre los trabajos sinodales. La primera Conferencia de Prensa se celebrará el lunes, 5 de octubre. En ella participarán Su Eminencia, Card. Peter Kodwo Appiah TURKSON, Arzobispo de Cape Coast, Ghana, Relator General.

Como se sabe, el Santo Padre Benedicto XVI ha nombrado tres Presidentes Delegados: los Eminentísimos Cardenales: Francis ARINZE, Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; Théodore-Adrien SARR, Arzobispo de Dakar, Senegal, y Wilfrid Fox NAPIER, O.F.M., Arzobispo de Durban, África del Sur. Al mismo tiempo, Su Santidad ha nombrado dos Secretarios Especiales: Su Excelencia Mons. António Damião FRANKLIN, Arzobispo de Luanda, Angola y Su Excelencia Mons. Edmond DJITANGAR, Obispo de Sarh, Chad.

En la Asamblea sinodal participarán también los Delegados fraternos, representantes de 6 Iglesias y comunidades eclesiales, presentes de modo significativo en África, con quienes la Iglesia Católica mantiene relaciones de diálogo y colaboración.

Estarán presentes, también, 29 Expertos, 19 hombres y 10 mujeres, y 49 Oyentes, 29 hombres y 20 mujeres, dispuestos a ofrecer su contribución para el buen desarrollo de los trabajos sinodales, enriqueciendo la reflexión con sus significativos testimonios.

Junto con los Asistentes, Traductores y personal técnico y, en particular, con los Oficiales de la Secretaría General, participarán en la Asamblea unas 400 personas.

Acogiendo la invitación del Santo Padre Benedicto XVI, participarán en la Asamblea sinodal tres Invitados especiales.

En primer lugar, el martes del próximo 6 de octubre, participará en la Tercera Congregación General el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo Etíope Su Santidad Abuna Paulos. Se trata de una participación en el Sínodo del representante de la mencionada Iglesia cristiana, presente en África de forma ininterrumpida desde los tiempos apostólicos.

El viernes 9 de octubre se espera al Señor Rudolf Adada, que fue Jefe de la Joint United Nations/African Union Peacekeeping Mission para el Dafur, que afecta no sólo a los Países africanos sino también a todo el mundo.

El lunes 12 de octubre dirigirá la palabra a los Padres sinodales el Sr. Jacques Diouf, Director General de la FAO, para informar sobre los esfuerzos de la FAO dirigidos a garantizar la seguridad alimenticia en África.

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"Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13.14). La Iglesia que peregrina en África desde hace 2000 años, trata de poner en práctica esta invitación del Señor. Lo está haciendo en las regiones del Nordeste de África desde los tiempos apostólicos (Cfr. Hch 8, 26-39). En algunas zonas, como por ejemplo en la actual Angola, la Buena Noticia ha sido anunciada hace más de 500 años. En otras regiones, la luz del Evangelio ha penetrado con los misioneros hace unos 100 años. Gracias a Dios, los resultados han sido abundantes. Uno de los signos de fecundidad apostólica son las vocaciones misioneras africanas. Cada vez hay más sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que realizan el servicio pastoral en otras Iglesias particulares en África o en otros continentes. Junto con la Buena Noticia, se esfuerzan en promover las actividades educativas y asistenciales de la Iglesia, ofreciendo una formación integral, humana y cristiana, a las nuevas generaciones. Al mismo tiempo, tratan de aliviar las heridas abiertas en el espíritu y en el cuerpo de sus hermanos, afrontando los grandes desafíos del subdesarrollo y, por tanto, del hambre, de las enfermedades, de las violencias, incluidas las guerras. Con sus acciones continúan la obra de Jesús Buen Samaritano en favor de todo hombre africano, sin distinción de etnia, lengua, religión, ofreciendo una preciosa contribución al proceso de la justicia y de la paz que brota de un corazón reconciliado con Dios y con el prójimo.

Invocando la intercesión de tantos santos africanos y, en particular, de la Virgen María, Nuestra Señora de África, rezamos para que la celebración de la Segunda Asamblea Especial se convierta en una ocasión propicia para que todo el Pueblo de Dios se dedique a la oración y a la profunda reflexión sobre el presente de la actividad pastoral en África, en unión con los Pastores y bajo la guía del Obispo de Roma y Pastor universal de la Iglesia. Bendecida por el Espíritu Santo, la Iglesia en África desea emprender, con nuevo celo, la obra de evangelización y de promoción humana en el gran continente. Una Iglesia reconciliada en su interior se convertirá en anunciadora creíble de la reconciliación, también a nivel de la sociedad, aportando una insustituible contribución a la promoción de la justicia y al logro de la paz.

[Traducción distribuida por la Secretaría General del Sínodo]


Publicado por verdenaranja @ 22:31  | Hablan los obispos
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Oración que Benedicto XVI ha compuesto por el segundo Sínodo de Obispos de África. 

Oración por el Sínodo de África

"Santa María, Madre de Dios, Protectora de África"


Santa María, Madre de Dios, Protectora de África,
tú has dado al mundo la luz verdadera, Jesucristo.
Por tu obediencia al Padre y por la gracia del Espíritu Santo,
nos has dado la fuente de nuestra reconciliación y de nuestra justicia,
Jesucristo, nuestra paz y nuestro gozo.  

Madre de ternura y de sabiduría,
muéstranos a Jesús, tu Hijo e Hijo de Dios,
ayúdanos en nuestro camino de conversión
para que Jesús haga brillar su Gloria sobre nosotros
en todos los aspectos de nuestra vida personal, familiar y social. 

Madre, llena de misericordia y de justicia,
por tu docilidad al Espíritu Consolador
alcánzanos la gracia de ser testigos del Señor Resucitado,
para que seamos cada vez más
la sal de la tierra y la luz del mundo. 

Madre del Perpetuo Socorro,
confiamos a tu maternal intercesión
la preparación y los frutos del Segundo Sínodo para África.
¡Reina de la Paz, ruega por nosotros!
¡Nuestra Señora de África, ruega por nosotros!


Publicado por verdenaranja @ 22:25  | Oraciones
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ZENIT  publica el discurso que dirigió Benedicto XVI el 27 de septiembre de 2009 a rectores, profesores y estudiantes de universidades de la República Checa en el Salón Vladislav del Castillo de Praga.

Señor presidente;
ilustres rectores y profesores;
queridos estudiantes y amigos:

El encuentro de esta tarde me brinda la grata oportunidad de manifestar mi estima por el papel indispensable que desempeñan en la sociedad las universidades y los institutos de estudios superiores. Doy las gracias al estudiante que me ha saludado amablemente en vuestro nombre, a los miembros del coro universitario por su óptima interpretación, y al ilustre rector de la Universidad Carlos, el profesor Václav Hampl, por sus profundas palabras. El mundo académico, sosteniendo los valores culturales y espirituales de la sociedad y a la vez dándoles su contribución, presta el valioso servicio de enriquecer el patrimonio intelectual de la nación y consolidar los cimientos de su desarrollo futuro. Los grandes cambios que hace veinte años transformaron la sociedad checa se debieron, entre otras causas, a los movimientos de reforma que se originaron en la universidad y en los círculos estudiantiles. La búsqueda de libertad ha seguido impulsando el trabajo de los estudiosos, cuya diakonía de la verdad es indispensable para el bienestar de toda nación.

Quien os habla ha sido profesor, atento al derecho de la libertad académica y a la responsabilidad en el uso auténtico de la razón, y ahora es el Papa quien, en su papel de Pastor, es reconocido como voz autorizada para la reflexión ética de la humanidad. Si es verdad que algunos consideran que las cuestiones suscitadas por la religión, la fe y la ética no tienen lugar en el ámbito de la razón pública, esa visión de ninguna manera es evidente. La libertad que está en la base del ejercicio de la razón -tanto en una universidad como en la Iglesia- tiene un objetivo preciso: se dirige a la búsqueda de la verdad, y como tal expresa una dimensión propia del cristianismo, que de hecho llevó al nacimiento de la universidad.

En verdad, la sed de conocimiento del hombre impulsa a toda generación a ampliar el concepto de razón y a beber en las fuentes de la fe. Fue precisamente la rica herencia de la sabiduría clásica, asimilada y puesta al servicio del Evangelio, la que los primeros misioneros cristianos trajeron a estas tierras y establecieron como fundamento de una unidad espiritual y cultural que dura hasta hoy. Esa misma convicción llevó a mi predecesor el Papa Clemente VI a instituir en el año 1347 esta famosa Universidad Carlos, que sigue dando una importante contribución al más amplio mundo académico, religioso y cultural europeo.

La autonomía propia de una universidad, más aún, de cualquier institución educativa, encuentra significado en la capacidad de ser responsable frente a la verdad. A pesar de ello, esa autonomía puede resultar vana de distintas maneras. La gran tradición formativa, abierta a lo trascendente, que está en el origen de las universidades en toda Europa, quedó sistemáticamente trastornada, aquí en esta tierra y en otros lugares, por la ideología reductiva del materialismo, por la represión de la religión y por la opresión del espíritu humano. Con todo, en 1989 el mundo fue testigo de modo dramático del derrumbe de una ideología totalitaria fracasada y del triunfo del espíritu humano.

El anhelo de libertad y de verdad forma parte inalienable de nuestra humanidad común. Nunca puede ser eliminado y, como ha demostrado la historia, sólo se lo puede negar poniendo en peligro la humanidad misma. A este anhelo tratan de responder la fe religiosa, las distintas artes, la filosofía, la teología y las demás disciplinas científicas, cada una con su método propio, tanto en el plano de una atenta reflexión como en el de una buena praxis.

Ilustres rectores y profesores, juntamente con vuestra investigación, hay otro aspecto esencial de la misión de la universidad en la que estáis comprometidos, es decir, la responsabilidad de iluminar la mente y el corazón de los jóvenes de hoy. Ciertamente, esta grave tarea no es nueva. Ya desde la época de Platón, la instrucción no consiste en una mera acumulación de conocimientos o habilidades, sino en una paideia, una formación humana en las riquezas de una tradición intelectual orientada a una vida virtuosa. Si es verdad que las grandes universidades, que en la Edad Media nacían en toda Europa, tendían con confianza al ideal de la síntesis de todo saber, siempre estaban al servicio de una auténtica humanitas, o sea, de una perfección del individuo dentro de la unidad de una sociedad bien ordenada. Lo mismo sucede hoy: los jóvenes, cuando se despierta en ellos la comprensión de la plenitud y unidad de la verdad, experimentan el placer de descubrir que la cuestión sobre lo que pueden conocer les abre el horizonte de la gran aventura de cómo deben ser y qué deben hacer.

Es preciso retomar la idea de una formación integral, basada en la unidad del conocimiento enraizado en la verdad. Eso sirve para contrarrestar la tendencia, tan evidente en la sociedad contemporánea, hacia la fragmentación del saber. Con el crecimiento masivo de la información y de la tecnología surge la tentación de separar la razón de la búsqueda de la verdad. Sin embargo, la razón, una vez separada de la orientación humana fundamental hacia la verdad, comienza a perder su dirección. Acaba por secarse, bajo la apariencia de modestia, cuando se contenta con lo meramente parcial o provisional, o bajo la apariencia de certeza, cuando impone la rendición ante las demandas de quienes de manera indiscriminada dan igual valor prácticamente a todo. El relativismo que deriva de ello genera un camuflaje, detrás del cual pueden ocultarse nuevas amenazas a la autonomía de las instituciones académicas.

Si, por una parte, ha pasado el período de injerencia derivada del totalitarismo político, ¿no es verdad, por otra, que con frecuencia hoy en el mundo el ejercicio de la razón y la investigación académica se ven obligados -de manera sutil y a veces no tan sutil- a ceder a las presiones de grupos de intereses ideológicos o al señuelo de objetivos utilitaristas a corto plazo o sólo pragmáticos? ¿Qué sucedería si nuestra cultura se tuviera que construir a sí misma sólo sobre temas de moda, con escasa referencia a una auténtica tradición intelectual histórica o sobre convicciones promovidas haciendo mucho ruido y que cuentan con una fuerte financiación? ¿Qué sucedería si, por el afán de mantener un laicismo radical, acabara por separarse de las raíces que le dan vida? Nuestras sociedades no serían más razonables, tolerantes o dúctiles, sino que serían más frágiles y menos inclusivas, y cada vez tendrían más dificultad para reconocer lo que es verdadero, noble y bueno.

Queridos amigos, deseo animaros en todo lo que hacéis por salir al encuentro del idealismo y la generosidad de los jóvenes de hoy, no sólo con programas de estudio que les ayuden a destacar, sino también mediante la experiencia de ideales compartidos y de ayuda mutua en la gran empresa de aprender. Las habilidades de análisis y las requeridas para formular una hipótesis científica, unidas al prudente arte del discernimiento, ofrecen un antídoto eficaz a las actitudes de ensimismamiento, de desinterés e incluso de alienación que a veces se encuentran en nuestras sociedades del bienestar y que pueden afectar sobre todo a los jóvenes.

En este contexto de una visión eminentemente humanística de la misión de la universidad, quiero aludir brevemente a la superación de la fractura entre ciencia y religión que fue una preocupación central de mi predecesor el Papa Juan Pablo II. Como sabéis, promovió una comprensión más plena de la relación entre fe y razón, entendidas como las dos alas con las que el espíritu humano se eleva a la contemplación de la verdad (cf. Fides et ratio, Introducción). Una sostiene a la otra y cada una tiene su ámbito propio de acción (cf. ib., 17), aunque algunos quisieran separarlas. Quienes defienden esta exclusión positivista de lo divino de la universalidad de la razón no sólo niegan una de las convicciones más profundas de los creyentes; además impiden el auténtico diálogo de las culturas que ellos mismos proponen. Una comprensión de la razón sorda a lo divino, que relega las religiones al ámbito de subculturas, es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas que nuestro mundo necesita con tanta urgencia. Al final, "la fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad" (Caritas in veritate, 9). Esta confianza en la capacidad humana de buscar la verdad, de encontrar la verdad y de vivir según la verdad llevó a la fundación de las grandes universidades europeas. Ciertamente, hoy debemos reafirmar esto para dar al mundo intelectual la valentía necesaria para el desarrollo de un futuro de auténtico bienestar, un futuro verdaderamente digno del hombre.

Con estas reflexiones, queridos amigos, formulo mis mejores deseos y oro por vuestro arduo trabajo. Pido a Dios que todo ello se inspire y dirija siempre por una sabiduría humana que busque sinceramente la verdad que nos hace libres (cf. Jn 8, 28). Sobre vosotros y sobre vuestras familias invoco las bendiciones divinas de alegría y paz.

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Publicado por verdenaranja @ 22:19  | Habla el Papa
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Decreto del Obispo de Tenerife, Don Bernardo Álvarez,  concretando los días en que se pueden luchar indulgencias con motivo del ciento cincuenta aniversario de la muerte del santo Cura de Ars. 

Nos, Don BERNARDO ÁLVAREZ AFONSO, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife,

HACEMOS SABER QUE:

En conformidad con el apartado B del Decreto de la Penitenciaría Apostólica sobre concesión de Indulgencias en Particulares actos de piedad, a tenerse durante el Año Sacerdotal proclamado en honor de San Juan María Vianney, en virtud de nuestras facultades, otorgadas por la Santa Sede, por el presente, junto a las formas previstas en el mismo, además, para nuestra Diócesis, designamos como fechas donde se podrá lucrar la indulgencia si participan devotamente en la Santa Misa y dirigen oraciones a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, a favor de los sacerdotes de la Iglesia y ofrecen cualquier obra realizada ese día con el fin de que El los santifique y los plasme según su Corazón, y, una vez cumplidas las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística, oración según las intenciones del Papa), las siguientes:

  • Misa Crismal, 30 de marzo de 2010.
  • Jueves Santo, 1 de abril de 2010.
  • San Juan de Ávila, 10 de mayo de 2010.
  • Jesucristo Sumo y Eterno sacerdote, 27 de mayo de 2010.

Infórmese adecuadamente a nuestros fieles en lo referido a ellos en el apartado B. del Decreto de la Penitenciaría Apostólica y en concreto a impedidos, ancianos y enfermos, y que se adjunta a este decreto.

Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense


Juan Carlos Jorge González
Vicecanciller - Vicesecretario


Decreto de la Penitenciaría Apostólica promulgando indulgencias con motivo del ciento cincuenta aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el Cura de Ars. 

URBIS ET ORBIS

DECRETO

Se enriquecen con el don de sagradas indulgencias algunas prácticas edad que se realicen durante el Año sacerdotal convocado en honor de san Juan María Vianney.

Ya se acerca el día en que se conmemorará el 150° aniversario de la piadosa muerte de san Juan María Vianney, cura de Ars, que aquí en la tierra fue un admirable modelo de auténtico pastor al servicio de la grey de Cristo.

Dado que su ejemplo ha impulsado a los fieles, y principalmente a los sacerdotes, a imitar sus virtudes, el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha establecido que, con esta ocasión, desde el 19 de junio de 2009 hasta el 19 de junio de 2010 se celebre en toda la Iglesia un Año sacerdotal especial, durante el cual los sacerdotes fortalezcan cada vez más en la fidelidad a Cristo con piadosas meditaciones, prácticas de piedad y otras obras oportunas.

Este tiempo sagrado comenzará con la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, Jornada de santificación de los sacerdotes, cuando el Sumo Pontífice celebre las Vísperas ante las sagradas reliquias de san Juan María Vianney, traídas a Roma por el obispo de Belley-Ars. Benedicto XVI concluirá el Año sacerdotal en la plaza de San Pedro, en presencia de sacerdotes procedentes de todo el mundo, que renovarán su fidelidad a Cristo y su vínculo de fraternidad.

Esfuércense los sacerdotes, con oraciones y obras buenas, por obtener de Cristo, sumo y eterno Sacerdote, la gracia de brillar por la fe, la esperanza y la caridad, y otras virtudes, y muestren con su estilo de vida, pero también con su aspecto exterior, que están plenamente entregados al bien espiritual del pueblo, que es lo que la Iglesia siempre ha buscado por encima de cualquier otra cosa.

Para conseguir mejor este fin, ayudará en gran medida el don de las sagradas indulgencias que la Penitenciaría apostólica, con este Decreto, promulgado de acuerdo con con la voluntad del Sumo Pontífice, otorga benignamente durante el Año sacerdotal.

A. A los sacerdotes realmente arrepentidos, que cualquier día recen con devoción al menos las Laudes matutinas o las Vísperas ante el Santísimo Sacramento, expuesto a la adoración pública o reservado en el sagrario, y, a ejemplo de san Juan María Vianney, se ofrezcan con espíritu dispuesto y generoso a la celebración de los sacramentos, sobre todo al de la Penitencia, se les imparte misericordiosamente en Dios la indulgencia plenaria, que podrán aplicar también a los presbíteros difuntos como sufragio si, de acuerdo con las normas vigentes, se acercan a la confesión sacramental y al banquete eucarístico, y oran según las intenciones del Sumo Pontífice.

A los sacerdotes se les concede, además, la indulgencia parcial, también aplicable a los presbíteros difuntos, cada vez que recen con devoción oraciones aprobadas, para llevar una vida santa y cumplir santamente las tareas a ellos encomendadas.

B. A todos los fieles realmente arrepentidos que, en una iglesia u oratorio, asistan con devoción al sacrificio divino de la misa y ofrezcan por los sacerdotes de la Iglesia oraciones a Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, y cualquier obra buena realizada ese día, para que los santifique y los modele según su Corazón, se les concede la indulgencia plenaria, a condición de que hayan expiado sus pecados con la penitencia sacramental y hayan elevado oraciones según la intención del Sumo Pontífice: en los días en que se abre y se clausura el Año sacerdotal, en el día del 150° aniversario de la piadosa muerte de san Juan María Vianney, en el primer jueves de mes o en cualquier otro día establecido por los Ordinarios de los lugares para utilidad de los fieles.

Será muy conveniente que, en las iglesias catedrales y parroquiales, sean los mismos sacerdotes encargados del cuidado pastoral quienes dirijan públicamente estas prácticas de piedad, celebren la santa misa y confiesen a los fieles.

También se concederá la indulgencia plenaria a los ancianos, a los enfermos y a todos aquellos que por motivos legítimos no puedan salir de casa, si con el espíritu desprendido de cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres acostumbradas condiciones, en su casa o donde se encuentren a causa de su impedimento, en los días antes determinados rezan oraciones por la santificación de los sacerdotes, y ofrecen con confianza a Dios, por medio de María, Reina de los Apóstoles, sus enfermedades y las molestias de su vida.

Por último, se concede la indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco padrenuestros, avemarías y glorias, u otra oración aprobada específicamente, para que los sacerdotes se      conserven    en      pureza         y          santidad       de      vida. Este Decreto tiene vigor a lo largo de todo el Año sacerdotal. No obstante cualquier disposición contraria.

Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 25 de abril, fiesta de San Marcos evangelista, año de la encarnación del Señor 2009.

Cardenal James Francis Stafford
Penitenciario mayor

Gianfranco Girotti, o.f.m.conv.
Obispo titular de Meta, Regente


Acróstico compuesto y pronunciado por Don Manuel Pérez Rodríguez, miembro de la Asociación Canaria de Poetas Universo en el recital poético que tuvo lugar el 9 de Octubre en la iglesia parroquial de La Guancha con motivo de las Fiestas del Rosario.

                                  

Volvemos otro año
Ilusionados, a tus pies
Rezando con los versos
Germen de nuestra devoción
En el sendero de la vida
Natero de la Verdad.

Dando gracias a tu hijo
Eres corazón grande
Liberándonos de cadenas

Remanso de nuestras peñas
¡Oh Virgen del Rosario!
Señora de La Guancha.
Ábrenos siempre tu corazón
Riéganos con tu gracia
Ilumínanos en el camino
Opaco con nuestras miserias y olvidos



Manuel Pérez Rodríguez
9 de Octubre de 2009


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Palabras introductorias al Programa de Fiestas 2009 en honor de Nuestra Señora del Rosario que se venera en la parroquia El Dulce Nombre de Jesús de La Guancha, Tenerife, y que celebra el 275 aniversario de la imagen.


“Desde ahora me felicitarán todas las generaciones”
275 aniversario de una imagen

El año 2003 nos convocó a la celebración del Cuatrocientos Aniversario de la Fundación en nuestra parroquia de la Cofradía del Rosario coincidiendo con el “Año del Rosario” proclamado el Papa Juan Pablo II. Esa efemérides  constituyó un verdadero hito histórico en nuestro municipio por la visita de la imagen a los barrios y el fortalecimiento de la devoción al rezo del Rosario.

Seis años más tarde, en este año de 2009, nos vuelve a convocar el Rosario. La imagen que veneramos cumple 275 años de presencia en nuestro templo. En el año 1734 fue traída  desde La Laguna. Probablemente esculpida en alguno de los talleres que allí se dedicaban a enriquecer con su labor el patrimonio artístico religioso de las islas por encargo de fieles devotos. Este acontecimiento quedó reflejado en el libro de la Cofradía del Rosario: “Ytem se le avonan sinco rs qe dice dio para aiuda de pasaje los  hombres qe  fueron pr la Virgen a la ciudad… Ytem se le avonan dos reales de plata qe dio pr una piesa de voladores para el resivito de la Virgen”. Después vendría el dotarla de ornamentos y vestiduras; el encargo de las andas, la corona de plata de la imagen y del niño, la luna, estandarte y los rosarios; también reformas en el retablo y  nicho y las celebraciones anuales de la Naval. Todo llevado por la Cofradía del Rosario hasta 1856, fecha de su extinción. Sin embargo la devoción al Rosario no decayó. Durante estos años el pueblo se ha mantenido fiel a la cita anual de su fiesta litúrgica el 7 de Octubre  y la venerada imagen no ha dejado de recorrer las calles de nuestro pueblo. Unas veces han organizado su fiesta unos fieles devotos, otras han sido los jóvenes, más tarde un grupo de mujeres. En estos últimos años se ha hecho cargo el grupo presidido por Don Carmelo Padilla González  y don José Fuentes Peraza que no sólo ha enriquecido la imagen con nuevos trajes y mantos, aureola de plata dorada en la corona, rosa de plata en la mano  y nuevas andas sino  que también ha elevado la devoción al Rosario con la solemnidad de las Celebraciones Litúrgicas, rezo del Rosario y Sabatina.

Este pequeño recorrido histórico de devoción a la virgen a través de la mediación de una imagen me hace recordar las palabras de María en casa de su prima Isabel: “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones” (Lc 1, 48). Sí, a través de una imagen doscientos setenta y cinco años de devoción y felicitación a María en los que nuestros antepasados y nosotros hemos tenido la oportunidad de unirnos a todas las generaciones que han aclamado a María “feliz”, feliz para siempre, feliz porque está unida a Dios, porque vive con Dios y en Dios. María es «feliz» porque se ha convertido -totalmente, con cuerpo y alma, y para siempre- en la morada del Señor.

Que este año nuestra presencia festejando a María demuestre que se cumple su profecía. ¡Que nosotros seamos testigos de esa gran verdad que se esconde detrás de esa frase que nadie se hubiera atrevido a inventar si no hubiera sido pronunciada por una mujer que vivía en una aldea de Galilea en el siglo primero!  ¡Una mujer que es la Madre de Dios!

Os invite a la colaboración y a la participación en las fiestas 2009 en honor de Ntra. Sra. del Rosario. 

Sebastián García Martín
Párroco


Lunes, 12 de octubre de 2009

ZENIT  Publica el discurso que dirigió Benedicto XVI el 27 de septiembre a representantes de las Iglesias y comunidades cristianas de la República Checa en la Sala del Trono del Arzobispado de Praga.

Señores cardenales;
excelencias;
hermanos y hermanas en Cristo:

Doy gracias al Señor omnipotente por la oportunidad que me brinda de encontrarme con vosotros, los representantes de las distintas comunidades cristianas de este país. Agradezco al doctor Cerný, presidente del Consejo mundial de Iglesias en la República Checa, las amables palabras de bienvenida que me ha dirigido en vuestro nombre.
Queridos amigos, Europa sigue estando sometida a muchos cambios. Es difícil creer que han pasado sólo dos decenios desde que la caída de los anteriores regímenes puso en marcha una difícil pero provechosa transición hacia estructuras políticas más participativas. En este período, los cristianos se han unido a otros hombres de buena voluntad para ayudar a reconstruir un orden político justo, y siguen comprometidos en el diálogo para abrir nuevos caminos hacia el entendimiento mutuo, la colaboración con vistas a la paz y el progreso del bien común.

A pesar de ello, están emergiendo, con formas nuevas, algunos intentos de marginar el influjo del cristianismo en la vida pública, a veces bajo el pretexto de que sus enseñanzas son perjudiciales para el bienestar de la sociedad. Este fenómeno nos impulsa a detenernos a reflexionar. Como sugerí en mi encíclica sobre la esperanza cristiana, la separación artificial del Evangelio de la vida intelectual y pública debería impulsarnos a comprometernos en una recíproca "autocrítica de la edad moderna" y "autocrítica del cristianismo moderno", especialmente por lo que atañe a la esperanza que pueden ofrecer a la humanidad (cf. Spe salvi, 22). Podemos preguntarnos: ¿qué tiene que decir hoy el Evangelio a la República Checa y, más en general, a toda Europa, en un tiempo marcado por la proliferación de distintas concepciones del mundo?

El cristianismo tiene mucho que ofrecer en el ámbito práctico y moral, pues el Evangelio nunca deja de inspirar a hombres y mujeres a ponerse al servicio de sus hermanos y hermanas. Pocos podrían negarlo. Sin embargo, quienes fijan la mirada en Jesús de Nazaret con ojos de fe saben que Dios ofrece una realidad más profunda y, sin embargo, inseparable de la "economía" de la caridad operante en este mundo (cf. Caritas in veritate, 2): él ofrece la salvación.

El término "salvación" encierra muchos significados, pero expresa algo fundamental y universal del anhelo humano de felicidad y plenitud. Alude al deseo ardiente de reconciliación y comunión que brota espontáneamente en lo más profundo del espíritu humano. Es la verdad central del Evangelio y el objetivo hacia el que se dirige todo esfuerzo de evangelización y de solicitud pastoral. Y es el criterio según el cual se guían siempre los cristianos en su esfuerzo por sanar las heridas de las divisiones del pasado.
Con ese fin -como ha notado el doctor Cerný- la Santa Sede organizó en 1999 un Congreso internacional sobre Jan Hus para facilitar el debate sobre la compleja y turbulenta historia religiosa en este país y más en general en Europa (cf. Juan Pablo ii, Discurso al Congreso internacional sobre Jan Hus, 1999: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 31 de diciembre de 1999, p. 6). Rezo a fin de que esas iniciativas ecuménicas den fruto no sólo para proseguir el camino de la unidad de los cristianos, sino también para el bien de toda la sociedad europea.
Nos infunde confianza saber que el anuncio, por parte de la Iglesia, de la salvación en Jesucristo es siempre antiguo y siempre nuevo, impregnado de la sabiduría del pasado y lleno de esperanza para el futuro. Cuando Europa escucha la historia del cristianismo, escucha su propia historia. Sus nociones de justicia, libertad y responsabilidad social, juntamente con las instituciones culturales y jurídicas creadas para defender estas ideas y transmitirlas a las futuras generaciones, están plasmadas por su herencia cristiana. En verdad, la memoria del pasado anima sus aspiraciones para el futuro.
De hecho, precisamente por eso los cristianos acuden al ejemplo de figuras como san Adalberto y santa Inés de Bohemia. Su compromiso por difundir el Evangelio se fundaba en la convicción de que los cristianos no deben replegarse en sí mismos, temerosos del mundo, sino más bien compartir con confianza el tesoro de verdades que les ha sido confiado. Del mismo modo los cristianos de hoy, abriéndose a la situación actual y reconociendo todo lo que hay de bueno en la sociedad, deben tener la valentía de invitar a hombres y mujeres a la conversión radical que deriva del encuentro con Cristo e introduce en una nueva vida de gracia.
Desde esta perspectiva, comprendemos más claramente por qué los cristianos tienen el deber de unirse a otros para recordar a Europa sus raíces. No es porque estas raíces se hayan marchitado desde hace tiempo. Al contrario. Es porque siguen proporcionando al continente -de manera tenue pero al mismo tiempo fecunda- el apoyo espiritual y moral que permite entablar un diálogo significativo con personas de otras culturas y religiones. Precisamente porque el Evangelio no es una ideología, no pretende bloquear dentro de esquemas rígidos las realidades sociopolíticas que evolucionan. Más bien, trasciende las vicisitudes de este mundo y arroja nueva luz sobre la dignidad de la persona humana en cada época. Queridos amigos, pidamos al Señor que infunda en nosotros un espíritu de valentía para compartir las eternas verdades salvíficas que han plasmado, y seguirán plasmando, el progreso social y cultural de este continente.
La salvación llevada a cabo por Jesús con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo, no sólo nos transforma a los que creemos en él, sino que también nos impulsa a compartir esta buena nueva con otros. Que nuestra capacidad de conocer la verdad enseñada por Jesucristo, iluminada por los dones del Espíritu de conocimiento, sabiduría e inteligencia (cf. Is 11, 1-2; Ex 35, 31) nos impulse a trabajar incansablemente en favor de la unidad que él desea para todos sus hijos renacidos en el Bautismo, más aún, para todo el género humano.
Con estos sentimientos y con afecto fraterno hacia vosotros y hacia los miembros de vuestras respectivas comunidades, os expreso mi profundo agradecimiento y os encomiendo a Dios omnipotente, que es nuestra fortaleza, nuestro refugio y nuestra liberación (cf. Sal 144, 2). Amén.

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VATICANO - “AVE MARÍA” por Mons. Luciano Alimandi - Los ángeles, mensajeros de felicidad

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El grande Doctor de la Iglesia, San Bernardo abad, nos exhorta a amar afectuosamente a los ángeles y a confiar en ellos, porque estos espíritus celestiales nos han sido dados por Dios para acompañarnos y protegernos en el camino de nuestra vida: “Amemos entrañablemente a estos espíritus, que han de ser algún día nuestros coherederos. ¿Qué podremos temer bajo su custodia? Ni pueden ser vencidos ni sobornados. Ni pueden engañar, ni hay medio de que los engañen. Son fieles, prudentes y poderosos. ¿Por qué temer? Sigámosles, escuchémosles, y vivamos bajo la protección de Dios”. (Cfr. Oficio de Lectura para la memoria de los Santos Ángeles custodios)

La memoria de los Santos Ángeles Custodios, que leemos hoy, 2 de octubre, invita a renovar la devoción en estos celestiales compañeros que la Providencia divina nos ha dado para acompañarnos en el sendero, a veces arduo, de la existencia humana. En el designio salvífico de Dios para toda la humanidad, los Ángeles no tienen un rol secundario pues nos ayudan a alcanzar la meta de todas las metas: la felicidad eterna. Ellos, quienes ya la viven plenamente porque están inmersos en la gloria divina y, como afirma Jesús, “contemplan el rostro de Dios’ (Cfr. Mt 18,10), anhelan que también nosotros, algún día, con ellos y con los santos del cielo, glorifiquemos al Señor viviendo con Él en una felicidad que no tendrá fin.

Los ángeles son mensajeros de felicidad que nos indican constantemente la dirección a seguir para escoger el bien y evitar el mal, viviendo según la libertad de los hijos de Dios. En medio a todos nuestros combates, ellos están junto a nosotros para defendernos de los espíritus del mal y sostenernos en el combate más difícil: el que tenemos contra nuestro egoísmo.

Nosotros, que estamos a la búsqueda de un “bienestar”, de una satisfacción interior y de una realización, debemos aliarnos con los Ángeles para poder alcanzar, gracias a su ayuda, aquella felicidad que continuamente buscamos.

La felicidad del hombre – como afirmó el Santo Padre Benedicto XVI –tiene un nombre, un rostro, una identidad, que los Ángeles conocen perfectamente y que nosotros, creyentes, también conocemos gracias a la Divina Revelación: “Queridos amigos, Jesús es vuestro verdadero amigo y Señor; entablad una relación de verdadera amistad con él. Él os espera y sólo en él encontraréis la felicidad. ¡Cuán fácil es contentarse con los placeres superficiales que nos ofrece la existencia diaria! ¡Cuán fácil es vivir sólo para sí mismos, gozando aparentemente de la vida! Pero antes o después nos damos cuenta de que no se trata de verdadera felicidad, porque esta es mucho más profunda: sólo la encontramos en Jesús. Como dije en Colonia, ‘la felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret’ “ (Benedicto XVI, Mensaje a los jóvenes de Holanda, 21 de noviembre de 2005).

Ciertamente sólo de Jesús afirma la Palabra de Dios: “Pues de su plenitud hemos recibido todos y gracia por gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Jn 1,16-17). Justamente a sus apóstoles, a aquellos que serían los primeros “consagrados” del Señor en el sacerdocio ministerial, les viene explícitamente revelada por el Señor la acción de los Ángeles: “en verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los Ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre” (Jn 1, 50-51)
La gracia de este Año Sacerdotal, podrá hacernos redescubrir, en primer lugar a nosotros sacerdotes, la cooperación de los Ángeles con el ministerio sacerdotal. Contando también con su ayuda, podremos profundizar en nuestra identidad para anunciar al mundo que el cristianismo es “la religión de la felicidad”: “El sacerdote, ciertamente hombre de la Palabra divina y de lo sagrado, debe ser hoy más que nunca hombre de alegría y de esperanza. A los hombres que ya no pueden concebir que Dios sea Amor puro él dirá siempre que la vida vale la pena vivirla, y que Cristo le da todo su sentido porque ama a los hombres, a todos los hombres. La religión del cura de Ars es una religión de la felicidad, no una búsqueda morbosa de la mortificación, como a veces se ha creído: ‘Nuestra felicidad es demasiado grande; no, no, nunca podremos comprenderlo’ (Nodet, p. 110)” Benedicto XVI, Video Mensaje a los participantes en el retiro sacerdotal internacional en Ars, 29 de septiembre de 2009). (Agencia Fides 2/10/2009; líneas 50 palabras 750)


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ZENIT noas ofrece el discurso de Benedicto XVI el viernes 2 de Octubre de 2009,  al nuevo Embajador de los Estados Unidos ante la Santa Sede, Miguel Humberto Díaz, al aceptar sus cartas credenciales.

Excelencia,

Me complace aceptar las Cartas que le acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de los Estados Unidos de América. Recuerdo con agrado mi reunión con el presidente Barack Obama y su familia en julio pasado, y quiero corresponder a los saludos que me trae de su parte. También quiero aprovechar esta ocasión para expresar mi confianza en que las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y la Santa Sede, iniciadas formalmente hace veinticinco años, han estando marcadas por el diálogo fructífero y la cooperación en la promoción de la dignidad humana, el respeto de los derechos humanos fundamentales, y el servicio de la justicia, la solidaridad y la paz para toda la familia humana.

En el curso de mi visita pastoral a su país el año pasado tuve el placer de encontrar una democracia vibrante, comprometida con el servicio al bien común e inspirada en una visión de igualdad y de igualdad de oportunidades basada en la dignidad y la libertad dad por Dios a cada ser humano. Esa visión, consagrada en los documentos de fundación de la nación, continúa inspirando el crecimiento de los Estados Unidos como una sociedad cohesionada y, al mismo tiempo, pluralista, constantemente enriquecida por los dones aportados por las nuevas generaciones, incluyendo muchos inmigrantes que siguen mejorando y rejuveneciendo a la sociedad estadounidense. En los últimos meses, la reafirmación de esta dialéctica entre tradición y originalidad, unidad y diversidad ha captado la imaginación del mundo, muchos de cuyos pueblos miran a la experiencia norteamericana y a su visión fundacional en su propia búsqueda de modelos viables para una democracia responsable y un desarrollo firme en una sociedad cada vez más interdependiente y global.

Por esta razón, aprecio su reconocimiento de la necesidad de un mayor espíritu de solidaridad y de compromiso multilateral para afrontar los problemas urgentes a los que se enfrenta nuestro planeta. El cultivo de los valores de “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” ya no puede ser visto sólo en términos individuales o nacionales, sino que debe verse desde la perspectiva superior del bien común de toda la familia humana. La continua crisis económica internacional exige claramente una revisión de las actuales estructuras políticas, económicas y financieras a la luz del imperativo ético de garantizar el desarrollo integral de todas las personas. Lo que se necesita, en efecto, es un modelo de globalización inspirado en un auténtico humanismo, en el que los pueblos del mundo se vean no sólo como vecinos, sino como hermanos y hermanas.

El multilateralismo, por su parte, no debe restringirse a cuestiones meramente económicas y políticas, sino que debe plasmarse en la resolución de dirigirse a a todo el espectro de cuestiones relacionadas con el futuro de la humanidad y con la promoción de la dignidad humana, incluyendo el acceso seguro a alimentos y agua, atención sanitaria básica, políticas justas que rijan el comercio y la inmigración, en particular cuando se trate de familias, el control climático y el cuidado del medio ambiente y la eliminación de la amenaza de las armas nucleares. Con respecto a esta última cuestión, deseo expresar mi satisfacción por la reciente Reunión de las Naciones Unidas del Consejo de Seguridad presidido por el presidente Obama, que aprobó por unanimidad la resolución sobre el desarme atómico y que presentó ante la comunidad internacional el objetivo de un mundo libre de armas nucleares armas. Este es un signo prometedor en la víspera de la Conferencia de Revisión del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares.

Un progreso auténtico, como insiste la enseñanza social de la Iglesia, debe ser integral y humano; no puede prescindir de la verdad sobre los seres humanos y debe estar siempre dirigida a su auténtico bien. En una palabra, la fidelidad al hombre requiere la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de la libertad y de desarrollo real. Por su parte la Iglesia en los Estados Unidos desea contribuir al debate sobre importantes cuestiones éticas y sociales para la formación del futuro de Estados Unidos, proponiendo argumentos respetuosos y razonables, basados en la ley natural y confirmados por la perspectiva de la fe. El punto de vista religioso y la imaginación religiosa no reducen, sino enriquecen, el discurso político y ético, y las religiones, precisamente por tratar sobre el destino final de todo hombre y mujer, están llamadas a ser una fuerza profética de cara a la liberación humana y el desarrollo en todo el mundo, en particular en las zonas asoladas por hostilidades y conflictos. En mi reciente visita a Tierra Santa, hice hincapié en el valor de la comprensión y la cooperación entre los seguidores de las diversas religiones al servicio de la paz, y por eso observo con satisfacción el deseo de su Gobierno de promover la cooperación, como parte de un amplio diálogo entre las culturas y los pueblos.

Permítame, señor Embajador, que insista en la convicción que expresé al principio de mi viaje apostólico a los Estados Unidos. La libertad - esa libertad que para los estadounidenses justamente es tan querida - “no es sólo un don, sino también una llamada a la responsabilidad personal” -, es “una oportunidad para cada generación, que debe ser conquistada para la causa del bien” (Discurso en la Casa Blanca, 16 de abril de 2008). La preservación de la libertad está indisolublemente unida con el respeto de la verdad y la búsqueda de la prosperidad humana auténtica. La crisis de las democracias contemporáneas exige un compromiso renovado de diálogo razonado en el discernimiento de políticas sabias y justas que respeten la naturaleza y la dignidad humanas. La Iglesia en los Estados Unidos contribuye a este discernimiento, en particular mediante la formación de las conciencias y su apostolado educativo, por la que realiza una contribución significativa y positiva a la vida cívica estadounidense y al debate público. Pienso especialmente en la necesidad de un discernimiento claro con respecto a las cuestiones que afectan a la protección de la dignidad humana y el respeto del derecho inalienable a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, así como la protección del derecho a la objeción de conciencia por parte de los trabajadores de la salud, y de todos los ciudadanos. La Iglesia insiste en el vínculo indisoluble entre la ética de la vida y todos los demás aspectos de la ética social, pues está convencida de que, en las palabras proféticas del anterior papa Juan Pablo II, “una sociedad carece de bases sólidas, cuando, por una parte, afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz, pero por otro lado, actúa radicalmente en contra al permitir o tolerar una variedad de formas en que la vida humana es despreciada y violada, sobre todo cuando es débil o marginada” (Evangelium Vitae, 93, cf. Caritas in veritate, 15).

Señor Embajador, en este comienzo de su nueva misión al servicio de su país, le ofrezco mis buenos deseos y la promesa de mis oraciones. Tenga la seguridad de que siempre podrá contar con las oficinas de la Santa Sede para prestarle asistencia y apoyo que en el cumplimiento de sus funciones. Sobre usted y su familia, y sobre todo el querido pueblo estadounidense, invoco de corazón las bendiciones de Dios de la sabiduría, la fuerza y la paz.

[Traducción del original inglés por Inma Álvarez
© Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT   publica el discurso que entregó el viernes, 2 de octubre de 2009,  Benedicto XVI a la nueva embajadora de los Países Bajos ante la Santa Sede, la baronesa Henriette Johanna Cornelia Maria van Lynden-Leijten, con motivo de la presentación de las cartas credenciales.

Su excelencia:

Con mucho gusto le doy la bienvenida al Vaticano al aceptar las cartas que le acreditan como embajadora extraordinaria pleniponteciario del Reino de los Países Bajos ante la Santa Sede. Quisiera expresarle mi gratitud por los buenos deseos que trae de la reina Beatrix. Por favor, transmita a Su Majestad mis mejores deseos y asegúrele mis oraciones por todas las personas de vuestra nación.

En un mundo que está cada vez más interconectado, las relaciones diplomáticas de la Santa Sede con los diferentes estados proporcionan muchas oportunidades para la cooperación en cuestiones globales importantes. Desde esta perspectiva, la Santa Sede valora sus lazos con los Países Bajos y busca reforzarlos en los próximos años. Vuestro país, como uno de los miembros fundadores de la Comunidad Económica Europea y sede de varias instituciones jurídicas internacionales, ha estado durante mucho tiempo en la vanguardia de pasos orientados a intensificar la cooperación internacional para mayor bien de la familia humana. Por este motivo, la misión que usted está emprendiendo está llena de oportunidades para una acción común orientada a promover la paz y la prosperidad a la luz del deseo de la Santa Sede y de los Países Bajos de ayudar a la persona.

La defensa y la promoción de la libertad es un elemento clave en el compromiso humanitario sobre el que tanto la Santa Sede como el Reino de los Países Bajos llaman la atención con frecuencia. Ahora bien, debe entenderse que la libertad necesita anclarse en la verdad, la verdad de la naturaleza de la persona humana, y necesita estar orientada hacia el bien de los individuos y de la sociedad. En la crisis financiera de los últimos doce meses, todo el mundo ha sido capaz de observar las consecuencias de un individualismo exagerado, que tiende a favorecer la búsqueda unilateral de lo que es percibido como ventaja personal, excluyendo otros bienes.

Se ha reflexionado mucho sobre la necesidad de una profunda actitud ética ante el proceso de integración política y económica, y cada vez más gente está reconociendo que la globalización tiene que estar dirigida hacia la meta del desarrollo humano integral de los individuos, de las comunidades y los pueblos, conformado no por fuerzas mecánicas o deterministas sino por valores humanos que están abiertos a la trascendencia (cf. Caritas in Veritate, 42). Nuestro mundo, "debe recuperar el verdadero sentido de la libertad, que no consiste en la seducción de una autonomía total, sino en la respuesta a la llamada del ser, comenzando por nuestro propio ser" (ibídem, 70). De aquí se deriva la convicción de la Santa Sede sobre el insustituible papel de las comunidades religiosas en la vida pública y en el debate público.

Si bien parte de la población de los Países Bajos podría declararse agnóstica o incluso atea, más de la mitad profesa el cristianismo, y los números crecientes de inmigrantes que siguen otras tradiciones religiosas hace que sea más necesario que nunca el que las autoridades reconozcan el lugar de la religión en la sociedad holandesa. Una indicación que muestra cómo su gobierno ya lo hace es el hecho de que las escuelas religiosas reciben apoyo estatal en vuestro país, y es justo que así sea, dado que estas instituciones están llamadas a ofrecer una contribución significativa al entendimiento mutuo y a la cohesión social, transmitiendo los valores que están arraigados en una visión trascendente de la dignidad humana.

Desde este punto de vista, son más básicas aún que las escuelas las familias basadas sobre los cimientos de un matrimonio estable y fecundo entre un hombre y una mujer. No hay nada que pueda igualar o sustituir al valor formativo de crecer en un ambiente familiar seguro, aprendiendo a respetar y favoreciendo la dignidad de los demás, alcanzando la capacidad de "acogida cordial, encuentro y diálogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso y solidaridad profunda" (Familiaris Consortio, 43; cf. Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, 221), en resumen, aprendiendo a amar. Por otro lado, una sociedad que alienta modelos alternativos de vida familiar en aras de una supuesta diversidad, acumulará consecuencias que apuntan hacia el desarrollo humano integral (cf. Caritas in Veritate, 44, 51). La Iglesia católica en su país quiere desempeñar su papel apoyando y promoviendo la vida familiar estable, como ha declarado la Conferencia Episcopal de los Países Bajos en su reciente documento sobre la atención pastoral de los jóvenes y la familia. Tengo la más profunda esperanza de que la contribución católica al debate ético sea escuchada y atendida por todos los sectores de la sociedad de los Países Bajos de manera que la noble cultura que ha distinguido a vuestro países desde hace siglos continúe siendo conocida por su solidaridad con los pobres y los necesitados, por su promoción de la auténtica libertad y por su respeto de la dignidad y del inestimable valor de toda vida humana.

Excelencia, al presentarle mis mejores deseos de éxito en su misión, quiero asegurarle que los diferentes departamentos de la Curia Romana están dispuestos a ofrecerle ayuda y apoyo en el cumplimiento de sus responsabilidades. Sobre su excelencia, su familia y el pueblo del Reino de los Países Bajos, invoco cordialmente las abundantes bendiciones de Dios.

[Traducción del original inglés realizada por Jesús Colina
© Libreria Editrice Vaticana]


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Comentario al Evangelio del domingo XXVII del tiempo ordinario, 4 de Octubre de 2009, (Marcos 10,2-16), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca.

METRIMONIO, ¿VOLVER A EMPEZAR?

Este domingo nos presenta una incomodísima página evangélica en la que Jesús se distancia de una verdad que dependa de la manipulable opinión colectiva. La nuestra es una época montada en el caballo del relativismo subjetivo: las cosas ya no "son", sino que "a mi me parecen que son". La verdad reside en lo que la mayoría piensa, en lo que la mayoría decide, en lo que la mayoría rechaza. De modo que la nueva sabiduría se llama "estadística" y su seno partoriente son las "urnas". Las consecuencias educativas, sociales, políticas y familiares de estos principios son impresionantes.

¿Cuál era la usanza extendidísima entre los judíos respecto del matrimonio? Que tal unión podía ser disuelta, casi siempre en beneficio del varón y, a veces, por razones tan extremadamente pintorescas como el habérsele quemado el cocido a la mujer. El hecho es que unos fariseos se acercan a Jesús, y para ponerlo a prueba le preguntaron: ¿es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?

Como en otras ocasiones a los fariseos no les interesaba mayormente la institución del matrimonio, o los derechos de la mujer, acaso ni siquiera los del hombre en este caso, sino ver cómo respondía Jesús a una pregunta tan hábilmente capciosa. Si respondía que no era lícito, se oponía a importantes escuelas rabínicas, y a una mayoritaria práctica por parte de tantos judíos (empezando por el mismo Herodes que vivía adúlteramente con la mujer de su hermano, cuya denuncia costó la vida al Bautista). Si respondía que era lícito, podían reprocharle que iba contra el Génesis como proyecto originario de Dios.

La respuesta de Jesús fue clara: la verdad es la verdad, independientemente de lo que digan los sondeos de opinión, la praxis mayoritaria o cualquier muestreo estadístico.

Lo propuesto por Jesús al respecto no se trata de una piedra al cuello, sino de estar siempre comenzando, es decir, estar siempre alimentando la llama que un día hizo nacer el amor entre dos personas. Ni el amor ni el odio pueden improvisarse: la indiferencia es fruto de una dejadez, de haber apagado lentamente el fuego del amor. El día de la boda es el día en que un hombre y una mujer comienzan a casarse, repitiéndose cada día, en cada circunstancia aquél "sí" que fue solamente el punto de partida. Por lo complejo que tantas veces es ser fiel, perdonarse, acogerse, volver a empezar, Dios no asiste a la boda como espectador, sino como contrayente (¡es un sacramento!): el matrimonio cristiano es cosa de tres, el hombre, la mujer y Dios. Lo que es imposible tantas veces para la pareja humana, Dios -que también forma parte de ese matrimonio- lo hace posible.


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Domingo, 11 de octubre de 2009

Comentario al Evangelio del domingo XXVIII del tiempo ordinario, 11 de Octubre de 2009, (Marcos 10,17-30), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca.

"Maestro, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?". Estamos ante la pregunta religiosa del hombre de todos los tiempos: qué hacer para salvarse. Quien hace esa pregunta no es un cualquiera que se contenta con esas cuatro cosas que durante cuatro días que vivimos se pueden mantener y acrecentar.

Hasta aquí no había nada que objetar al preguntante, sino ensalzar una actitud tan honesta con las exigencias de su corazón, con sus preguntas infinitas e inmensas. Pero este hombre que busca a un Maestro Bueno, se encontrará con alguien insospechado que pondrá en crisis sus usos y costumbres. Jesús irá repasando lo que su interlocutor sabía: no matar, no cometer adulterio, no robar, no engañar ni estafar, honrar a los padres...

Suponemos la cara de satisfacción de aquel hombre ante su brillante currículum espiritual. Todo cuanto el Maestro Bueno iba enumerando... él lo cumplía, él lo sabía, ¡desde su más tierna infancia! ¿Estaría seguro de su entrada en la vida eterna? ¿tenía todos sus papeles en regla para merecer la salvación definitiva? ¿había pagado todos los plazos de su eternidad en moneda de mandamiento cumplido, ya desde pequeño?

Llegados a este punto el diálogo se queda suspendido en el aire. "Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: una cosa te falta". ¿Qué pensaría aquel hombre sobre ese requisito que le faltaba según el Maestro Bueno? ¿Algún nuevo mandamiento? Aquel buen hombre practicaba una especie de "consumismo religioso". Él era rico de tantas cosas, y también quería acumular su tesoro de virtud, su cofre de mandamientos y cumplimientos para no ser pobre en nada. ¿Cuánto hay que pagar? ¿Qué hace falta para tener también la vida eterna? La sorpresa es que Jesús no le dice "añade" esto que te falta en tu acopio, sino más bien deja lastre, abandona cosas, déjate a ti mismo... y sígueme, vente conmigo, comparte mi vida, anuncia mi Palabra, construye mi Reino.

Este era el nuevo mandamiento, el único mandamiento, la gran novedad: seguir al Maestro Bueno, dejando todo lo demás. La salvación no es fruto de nuestras conquistas, de nuestros pagos cumplidores y cumplimentadores, es un don, un regalo, una gracia, que Dios da en su Hijo: la salvación es encontrarse con Jesucristo. Seguirle e imitarle, ha sido lo que han hecho los que verdaderamente se han encontrado con Él. Un encuentro que no se ha quedado en intimismo privado, sino en una santidad que da gloria a Dios y que bendice a los hermanos fructificando en mil empresas de caridad, de humanización, de libertad, de justicia y de paz.


Publicado por verdenaranja @ 17:22  | Espiritualidad
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Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio". (AICA)
(27 de septiembre de 2009)
 

"no quedarnos en las cosas
que nos separan de Cristo"

Evangelio según San Marcos 9, 38-43.45.47-48

Este domingo, 27 de septiembre, es el Día Bíblico Nacional. Es importante saber que en la Palabra de Dios es Dios mismo quien nos habla, quiere que lo escuchemos, lo leamos y respondamos a su Palabra que nos salva y que nos da vida.

El próximo jueves, 1 de octubre, recordamos a Santa Teresita del Niño Jesús y comienza el mes del Santo Rosario

En el texto de este domingo encontramos varias afirmaciones que concluyen siempre en algo importante y principal: uno no puede monopolizar a Dios ni secuestrarlo. Es evidente que siempre buscamos a Dios; está presente en la Iglesia pero ella no agota Su presencia, porque Dios está en todos los ámbitos y cada uno tendrá que buscarlo, sabiendo que existe y que es remunerador. Algo que debemos tener en cuenta en las grandes religiones monoteístas: judíos, musulmanes y cristianos.

La Iglesia católica tiene la experiencia de la Verdad, que no puede ser de un modo exclusivo y excluyente. Es un modo importante, pero no tiene que excluir a nadie porque a Dios se lo puede encontrar en todos lados y toda persona está llamada al conocimiento de Dios.

Pensemos en todo el mundo, en todos los continentes, en todos los pueblos, donde el Señor quiere estar con todos, porque es universal a todos, aunque se utilicen distintos caminos.

Entrando más en el tema: a veces uno pretende, por celos, por competencia o por envidia, arrogarse una cierta propiedad espiritual sobre Dios. Y esto no construye, no edifica, no hace bien. Recordemos que somos todos peregrinos y tenemos que buscar y hacer la voluntad de Dios, alegrándonos por todo lo que Dios hace también en los demás. ¡Alegrarnos! ¡Tener grandeza de espíritu! ¡Grandeza de alma!

Luego, la experiencia del discípulo que tiene que vivir con convicciones y decisiones. El que tiene caridad, el que da un vaso de agua a alguien, ya tienen un mérito; también no escandalizar, cuidar a los otros, a la opinión pública, a los pequeños, cuidar a los ancianos. ¡Cuando uno escandaliza a otro, es muy grave!, ¡hace mal al bien común en cualquier área o nivel!, ¡se tergiversan las cosas!

Cuando alguien tiene una función de bien común, sea eclesial, institucional o de gobierno, de no cumplirlas se dice “¡que Dios y la Patria me lo demanden!” porque hay una responsabilidad pública de todas las cosas que se nos encomendaron.

También está la radicalidad evangélica, que habla fundamentalmente de la integridad del corazón y de la vida; de no quedarse en aquellas cosas que nos separan de Cristo. En el evangelio de hoy: la mano del pecado, el pie, el corazón, los ojos, todo aquello que impide acercarnos a Dios en la total integridad de nuestra vida.

¡Cristo, su Reino! Lo demás es lo demás.

El cristiano tiene que seguir a Cristo, que es su Reino, y lo demás seguirá siendo lo demás. No sea que por seguir lo demás perdamos a Cristo.

Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

 

 


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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el vigésimo sexto domingo durante el año. (AICA)
 (27 de septiembre de 2009)

“los estradas” (II) 

Continuando con la reflexión del domingo pasado sobre la grave necesidad que en nuestro tiempo haya cristianos comprometidos, gente de recta conciencia, sobre todo laicos que comprendan que la santidad en su propia vocación está ligada no solo con aspectos de su piedad personal que de hecho son imprescindibles, sino en la transformación de las realidades temporales, apostando por opciones que impliquen la evangelización de la cultura.

El domingo anterior hemos tomado la figura ejemplar de un argentino, José Manuel Estrada, laico católico, educador, político, periodista que comprendió su rol y momento histórico que le tocó vivir. En este sentido en noviembre de 2008, los Obispos argentinos hemos publicado un documento de preparación hacia el bicentenario denominado: “Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016)”.

En dicho documento señalamos el estilo de liderazgo que necesitamos hoy según nuestro parecer y que puede servir para revisar y tener una medida desde donde evaluar a nuestra dirigencia política y social en nuestra Patria y Provincia, Sobre todo en un contexto donde a veces podemos tener la tentación de la desesperanza cuando aparece más como horizonte el pragmatismo, los posesionamientos sectoriales que la necesidad de la magnanimidad y referencia al bien común. Reiteramos que en nuestros días necesitamos la multiplicación de Estradas que con el testimonio público de sus vidas sean signos de esperanza para nuestra gente.

El texto “Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad 2010-2016)”, señala: “En este tiempo necesitamos tomar conciencia de que “los cristianos, como discípulos y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos”. Para nosotros, este es el verdadero fundamento de todo poder y de toda autoridad: servir a Cristo, sirviendo a nuestros hermanos.

En un cambio de época, caracterizado por la carencia de nuevos estilos de liderazgo, tanto sociales y políticos, como religiosos y culturales, es bueno tener presente esta concepción del poder como servicio. Como Iglesia, este déficit nos cuestiona. En un continente de bautizados, advertimos la notable ausencia, en el ámbito político, comunicacional y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos, con fuerte personalidad y abnegada vocación, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas.

Alentamos a los líderes de las organizaciones de la sociedad a participar en “la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política”. Les pedimos que se esfuercen por ser nuevos dirigentes, más aptos, más sensibles al bien común, y capacitados para la renovación de nuestras instituciones. También queremos reconocer con gratitud a quienes luchan por vivir con fidelidad a sus principios. Y a los educadores, comunicadores sociales, profesionales, técnicos, científicos y académicos, que se esfuerzan por promover una concepción integral de la persona humana. A todos ellos, les pedimos que no bajen los brazos, que reafirmen su dignidad y su vocación de servicio constructivo. Uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo es recuperar el valor de toda sana militancia” (20-.21.23)..

En estos días en la liturgia de las horas que es una oración que rezamos sobre todo los sacerdotes, religiosos, monjes y es también para los laicos se leen en “el oficio de lecturas” unos textos dirigidos a los pastores escritos por San Agustín, quien reflexiona con profundidad y dureza contra los pastores que buscan servirse a sí mismos y no sirven a las ovejas, que se valen de su ministerio para engordar su poder y riqueza, y no ayudan, ni buscan a las ovejas que se desvían o se alejan… También podemos extender esto que San Agustín señala a los pastores a nuestros dirigentes políticos y sociales, fundamentalmente a los que se confiesan católicos. El Evangelio de este domingo (Mc. 9, 38-43. 45.47-48), es especialmente categórico cuando señala: “Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la gehena, al fuego inextinguible…” (Mc.9,43). O bien el texto de Santiago que también leemos en la Misa de este domingo, en sintonía con las expresiones de San Agustín: “Ustedes llevaron en este mundo una vida de lujo, y de placer, y se han cebado a sí mismos para el día de la matanza… Han condenado y han matado al Justo, sin que él les opusiera resistencia” (Sant. 5,5-6).

El mejor aporte a la esperanza en el contexto actual, y en camino a celebrar bien el bicentenario en nuestra Patria es aumentando la magnanimidad en nuestra sociedad y saliendo de nuestras mezquindades que siempre nos dañan.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

 

 


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VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA a cargo de don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - Iglesia y unidad del género humano en la Encíclica Caritas in Veritate

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Pablo VI entendió claramente que la cuestión social se había hecho mundial y captó la relación recíproca entre el impulso hacia la unificación de la humanidad y el ideal cristiano de una única familia de los pueblos, solidaria en la común hermandad” (Caritas in Veritate, n 13). El mundo anhela, en cierto sentido, la unidad y la hermandad universal, pero percibe, al mismo tiempo, como estas no son el resultado de “compromisos” personales, sino que viene, en cierto modo… “dada”. La convicción cristiana, en efecto, es que esta unidad sólo puede llegar cuando nos convertimos a Cristo. Sin embargo los esfuerzos que desde muchas partes se operan, cuando reproponen la presunción de la “torre de Babel”, es decir de construir la unidad del mundo prescindiendo de Dios, podrían resultar totalmente ineficaces y portadores de una unidad incompleta que amenazaría con desmoronarse sobre si misma. Tales esfuerzos humanos, si son sinceros, son, en realidad, señales de búsqueda de aquella unidad que la Iglesia anuncia desde hace dos mil años, sabiendo bien sobre cuál fundamento tienen que ser construidas para ser sólidas.

En mérito, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña algunas verdades a tener en atenta consideración de modo unitario. La primera es que la unidad del género humano viene de la creación: “Debido a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad”, citando el magisterio del Papa Pío XII y el Concilio Vaticano II (360). La segunda se refiere a al redención: “La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano … es el primer fin de la Iglesia … la Iglesia es "signo e instrumento" de la plena realización de esta unidad que aún está por venir” (775). Jesús ha fundado la Iglesia para hacer la señal y la primicia de la unidad del género humano que ha redimido con su sangre: es esta la piedra de no desechar para que llegue a cumplimiento la obra de la salvación. La tercera verdad viene de la escatología la unidad de que la Iglesia es signo y germen en misterio es la del Reino de Dios dónde “Los que estén unidos a Cristo formarán la comunidad de los rescatados […]Ya no será herida por el pecado, las manchas, el amor propio, que destruyen o hieren la comunidad terrena de los hombres. La visión beatífica […]será la fuente inmensa de felicidad, de paz y de comunión mutua” (1045).

El cristiano sabe que está en el mundo pero no es del mundo, de ser la “sal de la tierra” que, como dicen los Padres, sirve a mantener incorrupto el mundo. Se puede decir por lo tanto que sin la Iglesia de Cristo, de que los cristianos son miembros, el mundo, el hombre “tiende constitutivamente a ser más” (CV, n. 14), no pueden ver realizado el propio anhelo de unidad porque es incapaz de auto-transformarse. Se comprende así el porqué “la necesidad de alcanzar una auténtica fraternidad” (CV, n. 20) y la urgencia dictada por la caridad en la verdad. Si se prescindiese de esto, ninguna autoridad mundial podría obrar auténticamente en la realización del bien común. (cf. n. 67). (Agencia Fides 1/10/2009)


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ZENIT nos ofrece las palabras de despedida del Papa al personal religioso y civil de Castel Gandolfo, a quienes recibió el 1 de octubre de 2009 en la Sala de los Suizos del Palacio Apostólico, antes de su regreso a la Ciudad del Vaticano.

Queridos hermanos y hermanas,

está por concluirse también este año el periodo veraniego que habitualmente transcurro en la residencia de Castel Gandolfo. Estos meses me han dado la oportunidad de constatar desde cerca la generosa dedicación y el competente trabajo que prodigan tantas personas para asegurar toda asistencia a mí y a mis colaboradores, a los huéspedes y a los peregrinos que vienen a visitarme, especialmente el domingo para la cita habitual del Angelus. Por todo ello renuevo mi sincera gratitud a cada uno de vosotros, en el momento en que me despido de esta bella y encantadora localidad, a la que quiero.

Saludo y agradezco ante todo al obispo de Albano Laziale, monseñor Marcello Semeraro, al párroco y a la comunidad parroquial de Castel Gandolfo, junto con las diversas comunidades religiosas que viven y trabajan aquí. A través de los diversos encuentros, he podido constatar la tensión espiritual que anima a toda la Iglesia local de Albano, a la que animo a progresar con renovado entusiasmo en el anuncio y en el testimonio del Evangelio.

Dirijo un saludo deferente también al señor Alcalde y a los componentes de la Administración del Ayuntamiento, que siempre trabajan para facilitar mi estancia aquí en el Castillo. Al agradeceros por la fructífera colaboración que mantenéis durante todo el año con la Dirección de las Villas Pontificias, aprovecho con gusto esta ocasión para extender mis sentimientos de afecto y reconocimiento a toda la población de Castel Gandolfo.

Me dirijo ahora a los dirigentes y a los trabajadores de los diversos servicios de la Gobernación, comenzando por el Cuerpo de la Gendarmería, la Floreria (servicio de organización de los actos papales, n.d.t.), los Servicios técnicos. Queridos amigos, también aquí en Castel Gandolfo puedo apreciar la abnegación que os distingue en vuestro trabajo al servicio del Sucesor de Pedro. Para vosotros y para vuestras familias aseguro un recuerdo constante en la oración. Dirijo con viva cordialidad mi saludo y mi reconocimiento también a la Guardia Suiza Pontificia, cuya presencia aquí en el Palacio apostólico y en los encuentros del Papa con los peregrinos contribuye visiblemente a ofrecer a los visitantes una acogida aún más eficiente.

Un pensamiento de sincera gratitud va también a los funcionarios y a los agentes de las diversas Fuerzas del Orden italianas, por su constante colaboración, como también a los oficiales y aviadores del 31 escuadrón de la Aeronáutica Militar. Agradezco a todos su cualificado servicio, que contribuye a hacer serena mi permanencia y la de mis colaboradores, y que me es tan útil en mis desplazamientos en helicóptero.

Queridos hermanos y hermanas, a todos una vez más os repito mi agradecimiento de verdadero corazón. Hoy la Iglesia recuerda a santa Teresita del Niño Jesús, carmelita del monasterio de Lisieux. Su testimonio muestra que sólo la palabra de Dios, acogida y comprendida en sus exigencias concretas, se convierte en fuente de vida renovada. A nuestra sociedad, a menudo permeada por una cultura racionalista y de difundido materialismo práctico, la pequeña Teresa de Lisieux indica, como respuesta a los grandes interrogantes de la existencia, el “pequeño camino”, que mira en cambio a lo esencial de las cosas. Es el sendero humilde del amor, capaz de envolver y de dar sentido y valor a toda circunstancia humana. Queridos amigos, seguid el ejemplo de esta santa; el camino recorrido por ella está al alcance de todos, porque es el camino de la confianza total en Dios, que es Amor y que nunca nos abandona.

Gracias una vez más por vuestra presencia en este encuentro; gracias de modo especial a aquellos que se han hecho intérpretes de vuestros sentimientos. Os confío a todos a la intercesión maternal de la Virgen Santa, y os imparto de corazón la Bendición Apostólica, que extiendo a vuestras familias y seres queridos.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]


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ZENIT nos ofrece la intervención  del Papa durante la Audiencia General del miércoles 30 de Septiembre de 2009, celebrada en la Plaza de San Pedro, con miles de peregrinos de todo el mundo.

Queridos hermanos y hermanas,

Como es costumbre tras los viajes apostólicos internacionales, aprovecho la Audiencia general para hablar de la peregrinación que he realizado en estos días a la República Checa. Lo hago ante todo como acto de acción de gracias a Dios, que me ha concedido realizar esta visita y que la ha bendecido ampliamente. Ha sido una verdadera peregrinación y, al mismo tiempo, una misión en el corazón de Europa: peregrinación, porque Bohemia y Moravia son desde hace más de un milenio tierra de fe y de santidad; misión, porque Europa necesita volver a encontrar en Dios y en su amor el fundamento firme de la esperanza. No es casual que los santos evangelizadores de aquellas poblaciones, Cirilo y Metodio, sean copatrones de Europa junto con san Benito. “El amor de Cristo es nuestra fuerza”: este ha sido el lema del viaje, una afirmación que resuena la fe de tantos testigos heroicos del pasado remoto y reciente, pienso en particular en el siglo pasado, pero que sobre todo quiere interpretar la certeza de los cristianos de hoy. ¡Sí, nuestra fuerza es el amor de Cristo! Una fuerza que inspira y anima las verdaderas revoluciones, pacíficas y liberadoras, y que nos sostiene en los momentos de crisis, permitiendo que volvamos a levantarnos cuando la libertad, arduamente recuperada, corre el riesgo de perderse a sí misma, su propia verdad.

La acogida que se me ha dispensado ha sido cordial. El Presidente de la República, al que renuevo la expresión de mi reconocimiento, quiso estar presente en varios momentos y me recibió junto con sus colaboradores en su residencia, el histórico Castillo de la Capital, con gran cordialidad. Toda la Conferencia Episcopal, en particular el cardenal arzobispo de Praga y el obispo de Brno, me hicieron sentir, con gran calor, el vínculo profundo que une a la comunidad católica checa con el Sucesor de san Pedro. Les agradezco también por haber preparado cuidadosamente las celebraciones litúrgicas. Agradezco también a las Autoridades civiles y militares y a cuantos de diversas formas han cooperado al buen éxito de mi visita.

El amor de Cristo ha comenzado a revelarse en el rostro de un Niño. Llegado a Praga, de hecho, realicé la primera parada en la iglesia de Santa María de la Victoria, donde se venera al Niño Jesús, conocido precisamente como “Niño de Praga”. Esa efigie remite al misterio de Dios hecho Hombre, al “Dios cercano”, fundamento de nuestra esperanza. Ante el “Niño de Praga” recé por todos los niños, por sus padres, por el futuro de la familia. ¡La verdadera “victoria”, que hoy pedimos a María, es la victoria del amor y de la vida en la familia y en la sociedad!

El Castillo de Praga, extraordinario tanto a nivel histórico como arquitectónico, sugiere una ulterior reflexión más general: éste recoge en su vastísimo espacio múltiples monumentos, ambientes e instituciones, casi representando una polis, en la que conviven en armonía la Catedral y el Palacio, la plaza y el jardín. Así, en el mismo contexto, mi visita ha podido tocar el ámbito civil y el religioso, no yuxtapuestos, sino en cercanía armónica dentro de la distinción. Dirigiéndome por tanto a las Autoridades políticas y civiles y al Cuerpo diplomático, quise referirme al vínculo indisoluble que debe existir siempre entre la libertad y la verdad. No es necesario tener miedo de la verdad, porque ésta es amiga del hombre y de su libertad; al contrario, sólo en la búsqueda sincera de lo verdadero, de lo bueno y de lo bello, se puede ofrecer realmente un futuro a los jóvenes de hoy y a las generaciones que vendrán. Por lo demás, ¿qué es lo que atrae a tantas personas a Praga si no su belleza, una belleza que no es solo estética, sino histórica, religiosa, humana en sentido amplio? Quienes ejercen responsabilidades en el campo político y educativo debe saber entresacar de la luz de aquella verdad que es el reflejo de la eterna sabiduría del Creador; y está llamado a dar testimonio de ella en primera persona con su propia vida. ¡Solo un compromiso serio de rectitud intelectual y moral es digno del sacrificio de cuantos han pagado caro el precio de la libertad!

Símbolo de esta síntesis entre verdad y belleza es la espléndida catedral de Praga, dedicada a los santos Vito, Wenceslao y Adalberto, y donde tuvo lugar la celebración de las Vísperas con los sacerdotes, los religiosos, los seminaristas y una representación de laicos comprometidos en las asociaciones y movimientos eclesiales. Para la Comunidad de la Europa centro-oriental este es un momento difícil: a las consecuencias del largo invierno del totalitarismo ateo, se están añadiendo los efectos nocivos de un cierto secularismo y consumismo occidental. Por ello he animado a todos a sacar nuevas energías del Señor resucitado, para poder ser levadura evangélica en la sociedad y comprometerse, como ya sucede, en actividades caritativas, y aún más en las educativas y escolares.

Este mensaje de esperanza, fundado en la fe en Cristo, lo extendí a todo el Pueblo de Dios en las dos grandes Celebraciones eucarísticas celebradas respectivamente en Brno, capital de Moravia, y en Stará Boleslav, lugar del martirio de san Wenceslao, Patrón principal de la Nación. Moravia hace pensar inmediatamente a los santos Cirilo y Metodio, evangelizadores de los pueblos eslavos, y por tanto a la fuerza inagotable del Evangelio, que como un río de aguas curativas atraviesa la historia y los continentes, llevando a todas partes la vida y la salvación. Sobre el portal de la catedral de Brno están impresas las palabras de Cristo: “Venid a mí vosotros todos que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28). Estas mismas palabras resonaban el domingo pasado en la liturgia, resonando la voz perenne del Salvador, esperanza para las gentes ayer, hoy y siempre. Del señorío de Cristo, señorío de gracia y de misericordia, es signo elocuente la existencia de los santos Patronos de las diversas naciones cristianas, como precisamente Wenceslao, joven rey de Bohemia del siglo X, que se distinguió por su testimonio cristiano ejemplar y que fue asesinado por su hermano. Wenceslao antepuso el reino de los cielos a la fascinación del poder terreno y ha permanecido para siempre en el corazón del pueblo checo, como modelo y protector en las diferentes vicisitudes de la historia. A los numerosos jóvenes presentes en la Misa de san Wenceslao, procedentes también de las naciones cercanas, dirigí la invitación a reconocer en Cristo al amigo más verdadero, que satisface las aspiraciones más profundas del corazón humano.

Debo finalmente mencionar, entre otros, dos encuentros: el ecuménico y el de la comunidad académica. El primero, celebrado en el arzobispado de Praga, ha visto reunidos a los representantes de las diversas comunidades cristianas de la República Checa y al responsable de la comunidad judía. Pensando en la historia de este país, que por desgracia ha conocido ásperos conflictos entre cristianos, es motivo de vivo agradecimiento a Dios el habernos reunido juntos como discípulos del único Señor, para compartir la alegría de la fe y la responsabilidad histórica frente a los desafíos actuales. El esfuerzo de progresar juntos haca una unidad más plena y visible entre nosotros, creyentes en Cristo, hace más fuerte y eficaz el común empeño por el redescubrimiento de las raíces cristianas de Europa. Este último aspecto, que llevaba tanto en el corazón mi amado predecesor Juan Pablo II, surgió también en el encuentro con los rectores de las Universidades, los representantes de los profesores y de los estudiantes y demás personalidades relevantes en el ámbito cultural. En este contexto quise insistir en el papel de la institución universitaria, una de las estructuras básicas de Europa, que tiene en Praga un Ateneo entre los más antiguos y prestigiosos del continente, la Universidad Carlos, que lleva el emperador Carlos IV que la fundó, junto con el papa Clemente VI. La universidad de los estudios es un ambiente vital para la sociedad, garantía de libertad y de desarrollo, como lo demuestra el hecho que precisamente de los círculos universitarios comenzó a moverse en Praga la llamada “Revolución de terciopelo”. Veinte años después de aquel histórico acontecimiento, he vuelto a proponer la idea de la formación integral, basada en la unidad del conocimiento enraizado en la verdad, para responder a una nueva dictadura, la del relativismo combinado con el dominio de la técnica. La cultura humanística y la científica no pueden estar separadas, al contrario, son las dos caras de una misma medalla: nos lo recuerda una vez más la tierra checa, patria de grandes escritores como Kafka, y del abad Mendel, pionero de la genética moderna.

Queridos amigos, agradezco al Señor porque, con este viaje, me ha permitido encontrar un pueblo y una Iglesia con profundas raíces históricas y religiosas, que conmemora este año diversas efemérides de alto valor espiritual y social. A los hermanos y hermanas de la República Checa renuevo un mensaje de esperanza y una invitación al valor del bien, para construir el presente y el mañana de Europa. Confío los frutos de mi visita pastoral a la intercesión de María Santísima y a la de todos los santos y las santas de Bohemia y Moravia. Gracias.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]


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Comentario a las lecturas del domingo veintiocho del Tiempo Ordinario – B, publicado en el Diario de Avisos el domingo 11 de Octubre de 2009 bajo el epígrafe “DOMINGO CRISTIANO”.

Sobre pobres y ricos

Daniel Padilla

Muy pronto empezó Jesús a mostrar sus preferencias: "Dichosos los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Fue en el sermón de la montaña, al comenzar su vida pública. Y muy pronto también señaló el gran peligro de la situación con­traria: "¡Ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!". El pasaje evangélico de hoy es un "ejemplo al canto" de estas líneas maestras que Cristo trazó para los que quisieran emprender el camino del Reino: "No se puede servir a Dios y al dinero". Buen camino, pues, la pobreza. Peligroso camino, por el contrario, la riqueza. Y, sin embargo, la riqueza en sí misma, no es un mal. Es un bien. Dios no sólo es "rico en misericordia". Es rico en todo. Suyos son el cielo y la tierra, el tiempo y la eternidad. Él hizo el universo, "vio que era bueno", y se lo dio dadivosamente al hombre: "Sometan la tierra". Lean el Antiguo Testamento y verán que, a los que Dios ama, los colma de bienes. A Abraham le dijo Dios: "Toda esta tierra te daré para ti y tus descendientes". Por eso luego se nos dice: "Abraham era muy rico en ganado, plata y oro". En cuanto a su pueblo, recuerden lo que le dijo: "Te daré una tierra que mana leche y miel, allí no faltará de nada". Por otra parte, la Sagrada escritura consideraba las rique­zas como premio a la sagacidad, al tra­bajo, a la audacia y a otras virtudes: "No ames el sueño, que te harás pobre. Ten abiertos los ojos y te hartarás de pan", dicen Los Proverbios. Pero cuando el hombre no se da cuenta de que las rique­zas sólo son un camino para conseguir la "otra" riqueza, la única, la "perla pre­ciosa", entonces se le desmorona toda su jerarquía de valores, y convierte en "fin" lo que sólo es un "medio". Ante ese "medio", que es el "becerro de oro", se arrodilla, después de haber fundido en él todos los ideales. Eso le pasó al joven rico. No era malo. Era bueno. Pero su corazón estaba ganado por las riquezas. Eso le pasó igualmente a aquel otro hacendado, que, después de una gran cosecha, se dijo: "Amigo, tienes bienes para muchos años; come, bebe y date buena vida". Eso mismo les pasó a aquellos tres invitados que rechazaron el convite del Señor, aga­rrándose a "unas yuntas de bueyes", una "finca" y una "esposa". Todos ellos pen­saban que "sus riquezas" eran ya la dicha, la seguridad, el verdadero reino. No es que el rico sea más malo que el pobre. Lo que pasa es que, al saberse rico, primero cree bastarse él solo; y eso se llama orgu­llo. Después, prescinde de Dios, para confiar en sus riquezas; y eso es idolatría. Luego se olvida de los que "no son ricos". Y eso va contra "el amo?'. Pero sigan, ya que no suele terminar ahí: "El que tiene cinco quiere tener diez", ya lo saben. Y eso se llama "avaricia". Y el que nada en la abundancia, no se priva de nada. Y se le van pegando la lujuria, la gula, la pereza, etcétera. No es que el pobre sea más bueno, no. Lo que pasa es que, al ser pobre, siente todas las necesidades y entonces, se pone a confiar en Dios.


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S?bado, 10 de octubre de 2009

 Palabras conclusivas de monseñor Martín de Elizalde OSB, obispo de Nueve de Julio, en la en la Jornada “El desafío de vivir hoy en familia” en la localidad de Trenque Lauquen. (AICA)
(19 de septiembre de 2009

LA FAMILIA:
UNA SENTIDA PREOCUPACIÓN DE LA IGLESIA
 

Me han pedido que presente una visión desde la “preocupación” de la Iglesia, frente a la situación que vive hoy la institución familiar. Al principio, el enunciado de la intervención que me proponían los organizadores, me pareció demasiado negativa, como prejuzgando sobre la realidad, pero después lo encontré adecuado, puesto que la enseñanza y la predicación de pastores y maestros, siguiendo en esto con fidelidad el Evangelio, nos señala la distancia creciente que existe entre la propuesta de Cristo y la realidad de la familia en nuestra sociedad. Como no basta señalar las deficiencias sin aportar caminos de solución y de respuesta, es que, a las “preocupaciones” quiero agregar las “ocupaciones”, es decir proponer algunas de las maneras para llegar a la meta de santidad y de felicidad que es ofrecida en el matrimonio sacramental, del cual toma su principio la familia cristiana.

No es posible abarcar en esta conversación la totalidad del ámbito familiar, por lo que me ceñiré a tres puntos que considero muy importantes en una perspectiva pastoral: 1. La familia como iglesia doméstica; 2. La vocación de los laicos en la Iglesia; 3. La educación de los hijos. Y de cada uno de estos puntos, veremos primero los aspectos que más nos “preocupan”, para luego señalar la tarea que nos espera, que nos debe “ocupar”.

I. PREOCUPACIONES

La familia como iglesia doméstica

El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda la importancia que tiene la familia en el marco de la vida eclesial, citando dos importantes documentos del Magisterio: “La familia cristiana constituye una revelación y una actuación específicas de la comunión eclesial; por eso ... puede y debe decirse iglesia doméstica” (Juan Pablo II: Familiaris consortio, 21; cf. Lumen Gentium,11)[1]. Más abajo prosigue: “La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es evangelizadora y misionera”[2].

Al referirse al sacramento del matrimonio, el Catecismo pone de relieve el valor simbólico de la unión conyugal, “signo eficaz, sacramento de la alianza de Cristo y de la Iglesia”[3]. Es “iglesia doméstica” porque las “familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora”[4]. Viven, en primer lugar, el misterio de la unión de los miembros de la Iglesia con Cristo, su Cabeza, y anticipan ya en este tiempo la felicidad que todos esperamos por el amor, a imagen del amor de Cristo. Asociados a la creación por la propagación de la vida, son colaboradores de Dios.  Por la educación de sus hijos, el testimonio de su caridad y adhesión al Evangelio, su participación en la sociedad, son difusores del Evangelio, tal como se puede expresar en la existencia ordinaria, contribuyendo al desarrollo y al bien de sus hermanos. Cenáculo de amor y de comprensión, la familia está abierta a los demás, y se sostiene por la Eucaristía, la Palabra de Dios y la oración. Los miembros de la familia, y en particular los cónyuges, son, como lo quiere la Iglesia hoy, de una manera privilegiada discípulos y misioneros.

Por eso es motivo de hondo sufrimiento para la conciencia de los cristianos, cuando entre los bautizados no se aprecia el matrimonio sacramental, y que cada vez con mayor frecuencia se lo postergue u omita. Al formar familias prescindiendo de la gracia, no solamente se hace manifiesta la indiferencia o el desconocimiento, sino que estos hermanos y hermanas nuestras inician su vida común sin la orientación y la ayuda que el mismo sacramento les ofrece, y cuyas consecuencias habrán de sufrir sus hijos, privados así de un ambiente cristiano.

Cómo no preocuparse, cuando la comunidad familiar no llega a ser o deja de ser esa iglesia doméstica. Ello acontece por diferentes razones: ya sea que los cónyuges no contraigan matrimonio, porque no aceptan su condición de estabilidad e indisolubilidad y no asumen el compromiso que conlleva, de mutua ayuda y comprensión y de trasmisión de la vida, para alcanzar esa unidad de sentimientos y de obras; ya sea porque la unidad, aceptada y prometida una vez, no ha durado en el tiempo, no superó las pruebas, no se afianzó en una mayor identificación espiritual como para superar las inevitables dificultades de la existencia; o, en fin, porque al no haber profundizado en la vida de fe, en la continuidad espiritual y comprometida del sacramento del matrimonio que recibieron, dejaron adormecerse la gracia, hasta perder el sentido de su unión y la vocación de ser una familia.

La crisis de la familia no es solamente una crisis de conductas, de aplicación de los valores, ni resultado de las agresiones que vienen del exterior y del exceso de tensiones y de actividades. Podríamos decir que todo esto se vuelve verdaderamente grave y peligroso cuando se ha debilitado el ardor de la fe, la generosidad de la caridad y la confianza en el cumplimiento de todo aquello que ya se debe vivir en la esperanza cristiana. Como cristianos, nos debe preocupar que nuestras familias no tengan presente y no puedan vivir como iglesias domésticas.

La vocación de los laicos en la Iglesia

Es en la iglesia doméstica – dice todavía el Catecismo – “donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia, ‘en la recepción de los sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras’ (Lumen Pentium, 10). El hogar es así la primera escuela de vida cristiana y ‘escuela del más rico humanismo’ (Gaudium et spes, 52.1). Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de su vida”[5]. La vocación del laico se desarrolla por lo general en el estado matrimonial: nacido en el seno de una familia cristiana, formado en la fe, ejercitándose en las buenas obras, constituye a su vez su propio hogar, y así trasmite en el ámbito social aquello que corresponde a su condición de testigo de Jesucristo, procurando el bien de sus hermanos; se enriquece y conforta en la intimidad de su familia, en el misterio del amor de Cristo por su Iglesia, del cual ella es imagen y símbolo eficaz.

La problemática hodierna de las familias hace que muchos bautizados se encuentren alejados de la participación en la vida de la Iglesia, de los sacramentos, de la acción apostólica, de la colaboración con los pastores, y no puedan aportar su testimonio de cristianos. Porque en muchas familias no se vive con hondura la fe, se ha diluido la identidad cristiana, no se propone ni fomenta el compromiso evangelizador. Así la sociedad se encuentra privada del anuncio del Evangelio por muchos laicos, que no lo experimentan como camino, verdad y vida, proyecto y anticipo de la felicidad que Dios ha prometido.

¿Cómo no preocuparnos, entonces, si la crisis de la familia aleja de una vivencia gozosa del cristianismo a muchos hermanos y hermanas nuestros? Desgraciadamente, para muchos la enseñanza de Cristo no es motivo de alegría e invitación a la plenitud, sino una prueba insuperable, que los aleja de la irradiación y la ejemplaridad del testimonio evangélico.

La ausencia de laicos comprometidos en el apostolado y en la vida social y política de las comunidades, causada por la falta de una vivencia sacramental y de una espiritualidad profunda, se origina a veces en una ruptura familiar, en la formación de una familia al margen de la vida sacramental, lo que produce mucha aflicción y a la vez los aleja de la comunidad eclesial, en la cual se sienten, injustificadamente, extraños.

La educación de los hijos

Una consecuencia directa del debilitamiento de la conciencia cristiana es manifiesta en la educación de los hijos. Hay hogares donde los padres, si bien se profesan cristianos, en los hechos son indiferentes: no frecuentan la Eucaristía, no rezan en común ni enseñan a rezar a sus hijos, no les trasmiten la doctrina de la fe, no los acercan a la Palabra de Dios ni los llevan con ellos al templo para las celebraciones litúrgicas. Es así que cuando esos niños comienzan la catequesis para completar los sacramentos de iniciación (Confirmación, Eucaristía), no solamente desconocen los rudimentos de la fe cristiana, sino que no han podido desarrollar el sentido religioso por la experiencia de la cercanía de un Dios que es Padre, y hacia quien nos conduce la mediación de su Hijo Jesucristo por el Espíritu Santo que habita en todo bautizado. Les es extraña la protección y la intercesión de la Santísima Virgen María, de los ángeles protectores y de los santos. Se ha perdido así un tiempo muy valioso para la formación de esas almas inocentes, y se vuelve tanto más difícil la iniciación en la catequesis, cuanto que los niños sufren la influencia de muchos factores externos, que los atraen y los distraen.

Más preocupante aún es la situación creada donde los padres posponen el bautismo de sus hijos, aduciendo como razón la libertad de elección de los mismos a una edad que consideran más adecuada. Esta costumbre, que se va difundiendo de manera preocupante, aún en familias cristianas, priva en primer lugar del auxilio de la gracia de hijos de Dios a estos niños. Pues al no tener la gracia y por la falta de una instrucción cristiana gradual que acompañe su crecimiento hacia una opción madura, la elección esperada no tendrá las condiciones de la verdadera libertad, por desconocimiento, y también por la ausencia del ejercicio habitual de la búsqueda de Dios en la virtud. Desconocer los testimonios de fidelidad cristiana disminuye y hace muy difícil la trasmisión de la fe y el crecimiento por una formación que no sea solamente intelectual, sino expresada en un proceso dinámico, integral, que abarque a la totalidad de la persona.

En muchos hogares, en fin, es débil la intensidad de la vivencia cristiana, por falta de convicción, de conocimiento, de constancia, y al no estar presente la familia en los distintos momentos y acciones de la vida eclesial en su comunidad, difícilmente se incorporarán a ella los niños y adolescentes. La catequesis no es acompañada ni sostenida por el apoyo de sus padres y hermanos mayores, ni se sentirán los niños motivados para participar con asiduidad y provecho de los sacramentos de la Iglesia.

La preocupación de la Iglesia por la familia, no puede dejar de mostrarse también en el vasto ámbito de la formación de los hijos, ya que es el tiempo y el lugar más adecuado, dispuesto por la misma sabiduría divina, para que la vida engendrada por los padres tenga el necesario desarrollo en la fe.

II. OCUPACIONES

En nuestro recorrido por las “preocupaciones” hemos podido señalar aquellas carencias que, en forma positiva, ahora nos debemos proponer cubrir y reparar, con acciones pastorales que ayuden a recuperar los espacios de la vida familiar para una mayor presencia evangélica en ese núcleo esencial de la condición humana.

La iglesia doméstica

La vida sacramental es el alimento que sostiene la vocación de los esposos y padres en su vida familiar, y que compartida con los hijos, funda sobre la gracia divina las relaciones entre quienes conforman la familia, sostiene el crecimiento y la educación en la fe, aumenta la caridad y los proyecta con confianza y alegría por la esperanza. Celebrándolos en unidad, como familia, la gracia de los sacramentos edifica ya en la tierra la construcción espiritual que tendrá su perfección en el cielo. La familia es iglesia, porque vive en la Iglesia, y desde el recinto de su intimidad, se despliega en la comunión más vasta de la comunidad eclesial. La oración acerca los hombres a Dios, es el medio para reconocerse en su presencia, adorarlo, darle gracias, implorar el perdón y pedir las fuerzas necesarias para llevar adelante su vocación cristiana, como iglesia doméstica.

Hay que ahondar en la espiritualidad familiar y conyugal, para acercarse a las fuentes de la gracia, y practicar con generosidad aquellas virtudes que posibilitan la convivencia en la armonía, procuran la felicidad verdadera y alcanzan las bendiciones que enriquecen a padres e hijos, y se prolongan en la descendencia, como en los enunciados bíblicos, de generación en generación. Ello será imposible sin una formación, que vaya más allá de lo meramente sicológico y social, para abarcar a la persona en su integralidad; que les haga conocer los medios ofrecidos por Dios y cómo alcanzar por ellos los fines prometidos; que los motive y los fortalezca para ser perseverantes en el esfuerzo, agradecidos por los logros alcanzados, formadores de quienes deben recibir de ellos, pues les fueron confiados.

La participación eclesial, parroquial, diocesana, además de ser la expresión de una vocación plenamente vivida, sostendrá al mismo tiempo a quienes tienen esta vocación, en la unidad con quienes, como ellos, se entregan con generosidad al llamado de Dios. Ella les demostrará también que el fruto de su testimonio, prolongado en otros hermanos y hermanas, extiende los lazos de su familia, que se vuelve universal, católica, y procura vida a muchos otros.

Laicos en la Iglesia

Todos los bautizados tienen un lugar designado en la Iglesia. En ella reciben la gracia para conocer a Dios, llevar una vida conforme al Evangelio y alcanzar después de transitar por este tiempo la visión gloriosa de Dios y la felicidad eterna. La crisis de las familias, con las elecciones que muchos hermanos y hermanas han hecho, y generalmente a partir de situaciones dolorosas, por discernimientos que los han separado del modelo cristiano de matrimonio, termina por alejarlos de la participación sacramental y de la colaboración misionera. Pero ello no debería ser así. El arzobispo de Milán, Cardenal Tettamanzi, en una carta pastoral dirigida a las parejas en nueva unión, les ha recordado que siguen siendo miembros de la comunidad eclesial[6]. Son miembros amados y buscados, que conservan un vínculo que no puede ser roto, y que los tiene que llevar a seguir sintiéndose parte de la Iglesia, aunque no puedan recibir los sacramentos. Sigue abierta para ellos la puerta del templo, para unirse a la asamblea que ora y celebra, y hacerlo desde su propia condición, sin confusión ni concesiones engañosas. Siguen teniendo, como padres, la misión de educar a sus hijos en la fe, de introducirlos en la comunidad y de hacerlos parte activa de la misma. Su conciencia evangélica, su formación y capacidades, su lugar en la sociedad, les colocan en una posición adecuada, que debe ser tenida en cuenta, para manifestar y difundir siempre el mensaje de Cristo. Y pueden estar presentes y colaborar en las actividades de la parroquia, con su acción y conocimiento, en todos aquellos lugares y momentos que su situación sacramental se lo permita.

Llevar el Evangelio a los demás, ayuda a conocer e impregnarse del Evangelio, a buscar caminos de superación, a enriquecerse espiritualmente con los ejemplos y la respuesta de los demás, aún los más humildes. Ello podrá hacer que se fortalezca la fe, y creciendo en la caridad, se alimente la esperanza de no estar lejos de Dios. La inspiración cristiana en la vida profesional y social es otro aspecto importante, y en este ámbito pueden encontrar las parejas el lugar y modo de vivir con alegría su fe.

La educación de los hijos

Todos los pastores, así como los catequistas que colaboran con ellos, saben por experiencia que muchas familias hoy día no acompañan a su hijos en el camino de la fe. Esta es una preocupación que debe sugerir respuestas a través de las iniciativas de catequistas y pastores, para encontrar el acceso a los corazones de los padres, para que se hagan presentes junto a sus hijos en su formación cristiana.

Primero, es necesario volver a la catequesis implícita, espontánea, del testimonio de la fe vivida en familia. Es preciso proponer los medios para que revivan ellos mismos la fe adormecida, tal vez, invitándolos a unirse en gestos y acciones que sean enseñanza y también expresión de deseo y de búsqueda de la comunión con Dios: la oración con los niños desde pequeños, el relato de la vida y las enseñanzas de Jesús, los ejemplos de la Historia de la salvación, su continuidad en la Iglesia por los sacramentos, la introducción en la Palabra de Dios, en el silencio orante, en la visita al templo, en la participación en la Eucaristía y en las celebraciones sacramentales, con las explicaciones necesarias.

Viene después el tiempo de la catequesis formal, en el hogar y en la parroquia. Esta última no se puede delegar totalmente en los catequistas, desinteresándose los padres cristianos de algo que es responsabilidad suya. Con su seguimiento personal junto a sus hijos podrán afianzar lo que estos reciben, y expresarlo juntamente en las celebraciones y en las actividades  apostólicas, caritativas y misioneras, que deben acompañar siempre a la catequesis en todos sus estadios para introducir verdaderamente en la plenitud de la vida eclesial. El método de la catequesis familiar, bastante difundido entre nosotros, es muy valioso y tiene innumerables posibilidades para su aplicación y desarrollo, aún introduciendo en la misma catequesis tradicional sus sugerencias y prácticas.

La elección de la escuela, con el apoyo a la enseñanza religiosa, para la trasmisión de una visión cristiana del mundo y de la existencia, de la moral personal y social, es también misión indeclinable de los padres. En los momentos actuales, con las modificaciones introducidas en los planes y métodos educativos, son justamente ellos, los padres, en primer lugar quienes tienen que defender su derecho a elegir el modelo educativo y la orientación de la enseñanza que quieren para su hijos, con una conciencia formada en los valores cristianos. Esta intervención de las familias es necesaria, no solo para el proceso de aprendizaje y de interiorización de dichos valores en cada uno de los casos, sino también como ejercicio de un derecho que les pertenece, que va a redundar en beneficio de toda la comunidad cristiana.

CONCLUSIÓN

Discípulos y misioneros, es la invitación que nos dirige al Iglesia en este tiempo de misión, que debe ocupar todos los espacios de la vida eclesial. Los obispos argentinos proponen, en continuidad con la llamada que nos dirige Aparecida, las siguientes acciones destacadas:

alentar un estilo misionero en la pastoral orgánica y diocesana, en especial desde la parroquia

priorizar una pastoral misionera desde la catequesis de iniciación

promover el compromiso misionero hacia una sociedad justa y responsable. Pastoral familiar y Doctrina Social de la Iglesia[7].

En este contexto de renovación espiritual y de dinamismo misionero, las preocupaciones de la Iglesia por la familia, encuentran su respuesta en las acciones (ocupaciones) que nos estimula a realizar. Pedimos a Dios en este tiempo de gracia, que nos conceda llevar adelante la tarea que nos confía, y que bendiga y asista a todas las familias, para que alcanzando el cumplimiento de su vocación, las premie con su abundante generosidad, concediéndoles unidad y felicidad aquí en la tierra, como anticipo de cuanto les espera en el Cielo. Y confiamos a la Madre de Dios, que nos dejó un ejemplo tan pleno y luminoso de Esposa y de Madre, el que conceda reproducir en cada hogar la riqueza de amor y de alegría que vivió en su Sagrada Familia.

Mons. Martín de Elizalde OSB, obispo de Nueve de Julio


Notas 


[1] Catecismo de la Iglesia Católica, 2204
[2] Ib., 2205
[3] Ib., 1617
[4] Ib. 1656
[5] Ib. 1657
[6] “EL SEÑOR ESTÁ CERCA DE QUIEN TIENE EL CORAZÓN HERIDO”. Carta del Cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Milán, a los esposos en situación de separación, divorcio y nueva unión (6 enero 2008)
[7] Carta Pastoral de los obispos argentinos con motivo de la Misión continental (20 agosto 2009)

 

 


Publicado por verdenaranja @ 23:37  | Hablan los obispos
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Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA)
(26 de septiembre de 2009)

FE Y COMPROMISO SOCIAL  

Cuando la Iglesia habló del escándalo de la pobreza y la ha presentado como una urgencia moral y política de la sociedad, algunos se preguntan si le corresponde a la Iglesia hablar de estos temas. Si la Iglesia no tendría que dedicarse sólo a una tarea espiritual, entendiéndola en un sentido restringido o espiritualista, y a lo sumo realizar alguna tarea asistencial. Estos planteos desconocen la dimensión de la fe en un Dios que es Padre y Creador de todos los hombres y de todo el hombre, y que esta fe cristiana se apoya en el testimonio y en la palabra de Jesucristo, que nos ha revelado la grandeza de la vida del hombre y que es garantía de su dignidad. Podemos distinguir en la vida aspectos materiales y espirituales pero no separarlos, porque ambas dimensiones forman una única realidad que es el hombre, y que es varón y mujer.

Por ello una fe que no tenga en cuenta al hombre en su totalidad no es la fe en el Dios que nos ha enseñado Jesucristo, quién además tuvo una particular atención y preferencia por los pobres, por los que sufren. Una Iglesia fiel a Jesucristo es, por lo mismo, una Iglesia que contempla al hombre en su totalidad y se compromete a acompañarlo en el camino de su vida, elevando su voz y su denuncia ante situaciones, si es necesario, que dañan sus derechos y dignidad. Esto no debe ser interpretado como una postura demagógica u opositora, sino como un acto de fidelidad a Jesucristo. Una Iglesia que no esté cerca del que sufre no sería fiel al mandato del Señor. En este sentido la fe, en cuanto expresa la verdad del hombre a partir del Evangelio, tiene una dimensión social y política, porque contempla la vida y realización plena del hombre en lo concreto de su historia. No podemos desde la fe desentendernos de la angustia y el dolor de nuestro hermano. Como Jesucristo, debemos ver, amar y servir al hombre en su totalidad.

Como vemos, la fe no nos encierra en un espiritualismo ajeno a la realidad, sino por el contrario, orienta nuestro compromiso con esta misma realidad. Podríamos decir que nada de lo que es humano es ajeno a la fe en un Dios que es Padre y guardián de todos sus hijos. La ofensa al hombre es una ofensa a Dios. Para la Iglesia, una auténtica evangelización siempre va unida “a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana”, porque su mirada abarca a todo el hombre en su realidad humana como espiritual. Desde esta concepción de la fe decíamos los Obispos en “vistas al Bicentenario 2010-2016, “creemos que existe la capacidad (hoy agregaría la urgencia) de proyectar, como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos. Anhelamos poder celebrar un Bicentenario con justicia e inclusión social” (Hacia el Bicentenario, 5). Estas palabras y el compromiso social que ello implica, son una auténtica expresión de fe cristiana.

Que sepamos dar testimonio de nuestra fe a través del compromiso social con el que asumimos las necesidades de nuestros hermanos. Que nuestra mirada de fe sepa descubrir el dolor y la pobreza en nuestros hermanos y como hizo Jesucristo, detenernos y acompañarlos para que recuperen su dignidad. Reciban junto a mi afecto y oraciones, mi bendición de Padre y de amigo en el Señor.

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz 


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