Comentario a las lecturas de la fiesta de Todos los Santos publicado en el Diario de Avisos el domingo 1 de Noviembre de 2009 bajo el epígrafe “DOMINDO CRISTIANO”.
Al soldado
Desconocido
Daniel Padilla
Creo que esta festividad de Todos los Santos puede inscribirse en ese capítulo de homenajes "al soldado desconocido". Viene a ser, efectivamente, el reconocimiento que hace la Iglesia a tantos y tantos hombres -"una muchedumbre que nadie podría contar"- que han pasado su vida luchando, como verdaderos soldados del Reino. Miren, a esta Iglesia que ahora llamamos "pueblo de Dios peregrinante" la llamábamos "Iglesia militante", en clara alusión a su actitud de milicia-lucha. Sí. Cuando terminan las grandes hecatombes humanas, las naciones, al hacer balance, en sus fiestas patrióticas, sienten el deber de reconocer públicamente la entrega total de muchos soldados anónimos hasta dar la vida. Encienden para ellos una llama plural y simbólica en un cementerio sin nombres. Es como si se proclamara que, sin ellos -artesanos del valor humilde y oculto-, no se habría podido conseguir ninguna victoria. En múltiples ocasiones, acontecimientos e instituciones, sólo es posible funcionar a base de voluntariado anónimo. Por ahí va la fiesta de hoy. La Iglesia que, a lo largo del año, en días estratégicos del calendario, conmemora y nos pone delante la figura de un mártir excelso, de una insigne doctora, de un penitente de excepción, nos dice, de pronto: "Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día la fiesta de Todos los Santos". Es como si se nos dijera: aunque se trata de "una muchedumbre inmensa imposible de contar que pertenecen a toda raza, pueblo y nación", su gesta no la podemos callar. Son "paisanos en su rincón", que, a lo largo de su vida no pretendieron hacer "cosas extraordinarias" sino hacer extraordinariamente "las cosas ordinarias". Son seguidores fieles de aquellos versos que dice Ignacio de Loyola a Javier en El divino impaciente:
"No hay virtud más eminente
que hacer sencillamente
lo que tenemos que hacer.
El encanto de las rosas
es que, siendo tan hermosas,
no conocen lo que son".
Todos los componentes de esa muchedumbre han tenido en común tres cosas: