Jueves, 05 de noviembre de 2009

Reflexión para el Día de la Iglesia Diocesana 2009, publicado en el subsidio litúrgico para su celebración el 15 de Noviembre bajo el lema “somos parte de una Iglesia que acompaña y ayuda” 

LA IGLESIA MERECE SER AYUDADA

La Iglesia hace el bien de muchas maneras que sería prolijo enumerar y merece ser ayudada por los católicos -para quienes colaborar con ella es un deber de corresponsabilidad- y por aquellas otras personas que lo deseen.

Y es que, al menos, son ocho las grandes aportaciones que la Iglesia presta a la sociedad. La primera de ella es la constatación de que la Iglesia está presente en los acontecimientos más importantes y más cotidianos de millones de ciudadanos. La Iglesia -en segundo lugar- brinda a la sociedad valores permanentes que nos ayuden a crecer como personas y mejorar la convivencia entre las personas. La Iglesia es la gran abanderada de la causa del ser humana y de sus verdaderos derechos.

La Iglesia ayuda a los más necesitados de la sociedad y lo hace con la entrega generosa de la vida de sus agentes de pastoral y de tantos y tantos colaboradores, benefactores y voluntarios con que cuenta.

Asimismo, la Iglesia contribuye al desarrollo cultural y educativo de sus miembros y de todas aquellas personas que participan en sus iniciativas de esta naturaleza. La Iglesia a lo largo de la historia y también en la hora presente ha creado, conserva y fomenta un impresionante patrimonio cultural y artístico, que configura la imagen de nuestras ciudades y pueblos y que es expresión de su fe.

Finalmente, la vida de la Iglesia como comunidad cristiana da lugar a múltiples asociaciones y a un amplio voluntariado que promueven actividades sociales, religiosas, recreativas y culturales, como acontece con cofradías, movimientos laicales e iniciativas de ocio, tiempo libre y promoción humana emanadas desde la Iglesia.

La Iglesia no busca privilegios, ni vive de las arcas públicas. Vive de la libre voluntad de sus miembros y el Estado es únicamente el gestor, el cursor de esta voluntad de los contribuyentes en lo relativo al 0,7% del IRPF, que, en cualquier caso, le será deducido al ciudadano. La financiación de la Iglesia a través de la asignación tributaria abarca sólo un cuarto de los recursos que precisa para poder realizar su misión. Los otros tres cuartos llegan de donativos, suscripciones periódicas, cuotas, aranceles, colectas, rendimientos financieros y buena y austera administración.

Así, pues, desde 2008 el sostenimiento económico de la Iglesia católica en España depende exclusivamente de la voluntad de sus fieles y simpatizantes, a través de la declaración de la renta y de los donativos y aportaciones en sus parroquias y diócesis. Es necesaria una nueva mentalidad, acorde a la realidad de la nueva regulación y acorde al bien que la Iglesia hace a tantas personas y a la entera sociedad. Porque la Iglesia no busca privilegios y porque la Iglesia es una institución que merece ser ayudada.


Publicado por verdenaranja @ 20:35  | Espiritualidad
Comentarios (0)  | Enviar
Comentarios