Desde el Área de Pastoral Social de la Diócesis de Tenerife nos envían el subsidio litúrgico para el segundo domingo de Adviento C - 13 de Diciembre de 2009.
13 de diciembre de 2009
MONICIÓN DE ENTRADA:
Reunidos en el nombre del Señor, que nos ha congregado ante su altar, celebramos el misterio de la fe, en el tercer domingo de Adviento.
Las lecturas de la Palabra de Dios de este domingo nos hablan y nos hacen una llamada a que estemos alegres. Con la alegría propia de quienes saben que con Jesucristo sus vidas pueden cambiar, y que este mundo puede ser distinto.
San Pablo en la segunda lectura de hoy nos dice: “No hay que tener miedo ni que preocuparse, porque el Señor quiere que ustedes sean felices, y Él está cerca de ustedes”.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer nosotros, gente sencilla y de a pie, para estar alegres y comprometernos a que las situaciones cambien?
Podemos comenzar de forma sencilla, actuando con responsabilidad en nuestro propio pequeño rincón, con la gente que nos rodea, y haciendo bien todo lo que tenemos que hacer. Éste es el consejo de Juan el Bautista a los que se acercan a él para la conversión.
Con estos deseos, nos ponemos de pie para recibir al sacerdote que va a presidir la Celebración, cantando.
SALUDO DEL CELEBRANTE
Mientras se enciende el tercer cirio de Adviento, con el que expresamos nuestro gozo porque se acerca la Navidad y nuestro deseo de estar siempre alegres en el Señor, ORAMOS, diciendo:
Oremos:
En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. ¡Ya llega el mensajero!
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Al encender estas tres velas queremos ser antorcha tuya para que brilles en nuestros corazones. ¡Ven, Señor, a salvarnos!
El lector enciende el tercer cirio
ACTO PENITENCIAL
Porque estás cerca de nosotros y no estamos debidamente preparados para recibirte, te decimos: ¡Señor, ten piedad!
Porque estás de camino con nosotros y no llegamos a reconocerte, te rogamos: ¡Cristo, ten piedad!
Porque estás en medio de nosotros y no te damos gozosa acogida, te pedimos: ¡Señor, ten piedad!
Oh Dios que vives en medio de nosotros, sana nuestros miedos y nuestras cegueras para reconocerte, otórganos la alegría de tu perdón y llévanos a la vida eterna. Amén
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA Sof 3,14-18a)
A un pueblo rodeado de enemigos, el profeta anuncia: “El Señor les va a perdonar y les traerá alegría. Vivirá en medio de ustedes y les renovará con su amor”.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA (Filp 4,4-7)
Los cristianos deberíamos estar siempre alegres, dice San Pablo. Su alegría debe ser contagiosa, porque el Señor está siempre cerca de ellos. Escuchemos con atención y gozo la segunda lectura.
MONICIÓN AL EVANGELIO (Luc 3, 10-18)
Esperamos y nos preparamos para la venida del Señor haciendo bien las cosas de cada día que el Señor nos pide, como respuesta a su llamada, especialmente con referencia a los otros.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN EN LOS MOMENTOS DE SILENCIO ORACIONAL DESPUÉS DE LA HOMILÍA
¿Me creo de verdad que el Señor está con nosotros, que nos quiere y nos salva?
¿Vivo con alegría esta experiencia?... ¿Cómo trasmito esta experiencia a las personas que viven junto a mí?
¿Cómo voy a responder en concreto, desde hoy, a este amor que el Señor me tiene?
ORACIÓN DE LOS FIELES
Si hay poca alegría entre nosotros, si no estamos alegres, quizás sea porque no somos suficientemente cristianos… Pidamos al Dios de toda alegría que podamos vivir siempre en su alegría y en su paz, y digamos: R/ Señor, tú eres nuestra alegría.
Por la Iglesia, que somos nosotros, para que proclamemos siempre el Evangelio como Buena Noticia de gran alegría, como mensaje de liberación y esperanza para todas las personas y para todos los pueblos, roguemos al Señor.
R/ Señor, tú eres nuestra alegría.
Por los necesitados de pan, de trabajo, de comprensión, de amor y de sentido, por los necesitados de Dios, para que encuentren en nuestra solidaridad y en nuestro compromiso a favor de la justicia, el rostro cercano del Señor que quiere la liberación y la alegría de todos, roguemos al Señor.
Por el mundo frío de hoy, el mundo de los negocios, de la producción y del consumo para que, con el esfuerzo de todos los hombres y mujeres descontentos de esta situación, se vaya transformando, recuperando la atención preferente a las personas y el sentido de la justicia, de la fiesta y la celebración roguemos al Señor.
Para que los representantes de los Estados, reunidos en Copenhague, se comprometan de modo efectivo a disminuir las amenazas del “cambio climático”, que tanto dolor está produciendo ya en los más pobres, roguemos al Señor.
Por los cristianos del mundo entero, dondequiera que estemos, para que aprendamos a guardar nuestra serenidad en las pruebas -que son parte de la vida-, y para que veamos que las cosas de este mundo tienen sólo un valor relativo, roguemos al Señor.
Y por todos nosotros, para que tengamos sentido del humor, que seamos capaces de reírnos a nuestra propia costa, y que gocemos también de sentido de gratuidad, que nos capacite para hacer cosas gratis y por la pura alegría de servir a los hermanos, roguemos al Señor.
Señor Dios nuestro: Tú nos has traído libertad por medio de Jesús, tu Hijo. Queremos vivir en tus manos como personas auténticas y libres, gozando de gran alegría. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE OFRENDAS – Lenguaje de los signos
Globos, llevados por los niños:
Te presentamos, Señor, estos globos, símbolos de la ilusión con que te esperamos y la alegría de sentir que ya estás pronto en visitarnos.
Colecta:
Con la alegría de que Tú estás con nosotros, te presentamos esta colecta como una pequeña respuesta a tu amor, para compartir con la comunidad.
El pan
Te presentamos, Señor, este pan que es expresión simbólica de nuestros trabajos y esfuerzos, con la esperanza de su transformación y la nuestra en beneficio de la humanidad que te busca.
El vino:
Te presentamos este vino, memoria de todas las víctimas de la historia y de tanta sangre derramada en el transcurso del tiempo, para que transformes el dolor y el sufrimiento en alegría y esperanza.
ACCIÓN DE GRACIAS, DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Hoy, Señor, te bendice a boca llena el canto gozoso de nuestros corazones convertidos a tu verdad, tu amor y tu justicia.
Éramos tierra seca y desértica por el egoísmo, pero tú eres capaz de hacer florecer el desierto. Una aurora de justicia, de paz y de verdad despejan la raya de nuestro horizonte, y la alegría es nuestra gratitud por tanto don recibido del Señor.
Enséñanos a vivir en tu presencia y alabarte siempre con el corazón alegre por tu amorosa gratuidad de Padre, porque todo es presencia y gracia, ternura y cariño tuyo.
Conviértenos, Señor, a la alegría, el amor, la verdad y la justicia; y regenerados por ti, mantennos en la fidelidad. Amén.
MONICIÓN AL CANTO A LA VIRGEN, ANTES DE LA BENDICIÓN FINAL
María corrió a visitar y a acompañar a su prima Isabel al conocer la noticia de su próxima maternidad. Su actitud de servicio atento y desinteresado es una invitación para todos nosotros.
Cantamos juntos a la Virgen.