Jueves, 10 de diciembre de 2009

 Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el domingo de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. (AICA
(22 de noviembre de 2009)

“LOS PEQUEÑOS Y EL REINO” 

Con la celebración de este domingo “Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo”, culminamos el año litúrgico. Desde el próximo domingo empezaremos a prepararnos para celebrar la “Navidad”, el nacimiento de Jesús y lo haremos durante varias semanas en el llamado tiempo de Adviento.

Esta celebración de “Cristo Rey”, puede confundir a varios, asociando esta denominación con el poder y la fastuosidad de los reyes contemporáneos. Aunque en realidad hay que señalar que hoy ya no quedan muchos reyes y no tienen tanto poder , tampoco en la época de Jesús entendieron demasiado que tipo de reinado tenía Jesús y como era su Reino. Pilato en el Evangelio de este domingo (Jn. 18,33b-37), expresa lo confundido que estaba sobre la realeza que tenía el Señor. “Pilato” le dijo “¿Entonces tu eres Rey? Jesús respondió: tu lo dices. Yo soy Rey” (Jn. 18,37). De todas maneras el Señor explica a Pilato, algo que seguramente por su alejamiento de Dios y ceguera, éste no podía comprender. “Mi realeza no es de este mundo…” (Jn. 18,35).

Es cierto que en general la ceguera e incomprensión del “reinado de Jesús” o bien de la misión de la Iglesia, está ligado al alejamiento de Dios y a la necesidad de tener una cierta mirada de fe. Es clave recordar que como Iglesia y como cristianos debemos seguir apostando en la cotidianidad, no al éxito, ni a triunfalismos pastorales, sino a la fidelidad, al seguimiento de Cristo, el Señor, que siempre implica el tomar la cruz de cada día, considerando que el discipulado debe ser siempre pascual. El Apóstol Pablo en la carta a los Filipenses nos señala el camino que la Iglesia debe guardar mirando a Jesucristo, el Señor: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo: El cual, siendo de condición divina no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de si mismo tomando la condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre: y se humilló a si mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil. 2,5-8).

Para cumplir nuestra misión evangelizadora siempre deberemos ubicarnos en la pequeñez y en la humildad, desde donde podemos servir en la construcción del Reino, la justicia, la paz y el bien común: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5,1).

Si bien este código de la pequeñez es parte de la fe del discipulado cristiano, e implica a todos los bautizados, especialmente es necesario que aquellos que tenemos distintas responsabilidades públicas y sociales tengamos una especial captación de esta dimensión esencial de la vida cristiana, por las consecuencias que esto debe tener en el sociedad, traducidas en actitudes que hacen al servicio y al bien común.

Hace pocos días los Obispos reunidos en la asamblea plenaria del episcopado argentino emitimos un documento denominado “Somos hermanos, queremos ser Nación”. En el mismo hemos señalado: “En el mes de noviembre de 2008, en el Documento: “Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad”, delineamos la necesidad de recorrer un camino basado en el diálogo y en la búsqueda de consensos y acuerdos que confluyeran en algunas políticas públicas, base de un verdadero proyecto de Nación. Ese Documento es fruto de nuestra experiencia pastoral, que nos muestra que en el pueblo existen hondos deseos de vivir en paz y en una convivencia basada en el entendimiento, la justicia y la reconciliación” (1-2).

Señalamos en dicho documento la preocupación “por un clima social alejado de esas sanas aspiraciones de nuestro pueblo. La violencia verbal y física en el trato político y entre los diversos actores sociales, la falta de respeto a las personas e instituciones, el crecimiento de la conflictividad social, la descalificación de quienes piensan distinto, limitando así la libertad de expresión, son actitudes que debilitan fuertemente la paz y el tejido social” (3).

Estamos celebrando el domingo de Cristo Rey. El texto del Evangelio de este domingo pone al descubierto que Pilato carecía de fe para comprender que le decía el Señor: “Pilato le dijo: ¿Entonces tu eres rey?. Jesús respondió: “tu lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz…”. Nosotros también necesitamos desde la fe y la pequeñez captar y comprometernos con este reino que nos hace discípulos y testigos de Jesucristo, promotores de algunos valores como la vida, la familia, la justicia, la verdad, que nos permiten tener un horizonte de esperanza.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

 

 


Publicado por verdenaranja @ 22:37  | Hablan los obispos
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