Homilía de monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario en la inauguración de la parroquia Cristo Rey. (AICA)
(Fisherton, 22 de noviembre de 2009)
INAUGURACIÓN DE LA PARROQUIA CRISTO REY
Queridos hermanos
La celebración de Cristo Rey
Hoy es la fiesta de Cristo Rey. Como cantamos en el salmo 92, “El Señor reina, vestido de majestad, el Señor se ha revestido y ceñido de poder”. Hoy proclamamos la grandeza y la soberanía de Dios, su primacía sobre toda la creación, que sólo a Él le corresponde; porque sólo Él es el Señor.
Por eso su trono está firme desde siempre (s.92, 2). Todos los señores de este mundo, algún día dejan de serlo, dejan sus coronas y sus cetros, su autoridad y su mandato. Apenas muere el rey, en seguida se aclama a su sucesor. En cambio nuestro Rey, venció inclusive a la muerte, el primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra; y precisamente en su muerte y resurrección hace visible su reino en medio nuestro, y nos enseña el Código de su Reino.
Inauguración de la nueva Iglesia
Nuestra celebración de hoy también mira a esta querida Parroquia que lleva su nombre; tan unida a esta localidad y a su gente.
En realidad cuando recorremos nuestros pueblos y ciudades, encontramos que la construcción de sus iglesias, y capillas, está muy unida a la historia de la fe, de la misión, de esos lugares y de sus comunidades.
A lo largo de la historia de la evangelización, la fe cristiana, profundamente enraizada en sus fieles, no dio origen solamente a obras espirituales, reflejadas en el pensamiento, en la literatura, o en la teología, sino que también inspiró sus obras materiales y artísticas más elevadas: que fueron las iglesias, las capillas y los templos, hermosamente ornamentados, donde también se manifiesta la fe religiosa de un pueblo que ama a Dios.
De este modo, desde la antigüedad, la comunidad cristiana y civil participaba en la construcción y decoración de las iglesias y catedrales; y lo hacían en forma diferente pero coordinada tanto los más humildes como los más pudientes, los jóvenes y los ancianos, porque en esta casa común todos los creyentes buscaban y encontraban a Dios. Donde todos, como nos decía Juna Pablo II, se sintieran como en su propia casa.
Cada Iglesia es fruto de un largo camino, durante el cual se va construyendo con elpasao del tiempo, y a la vez expresa la fe de una comunidad, su riqueza interior y su vida espiritual.
Hoy nos encontramos frente a la querida Iglesia de Cristo Rey; una iglesia notablemente ampliada, restaurada y embellecida. Una obra que tiene su propia historia, unida a la historia de este lugar, que parte de aquella antigua y querida construcción de 1888, en el barrio que iba a ser habitado por el personal de la empresa de ferrocarriles.
A lo largo de estos años, la comunidad parroquial fue creciendo, y a la expansión alcanzada por sus capillas, le faltaba no obstante una sede más amplia, adecuada a la fe de su población y de esta importante ciudad.
Hoy, después de muchos esfuerzos esta sede parroquial cuenta con su Iglesia edificada, y enriquecida como una verdadera expresión religiosa y artística por toda la comunidad parroquial y también por tantos otros vecinos del lugar; con la colaboración del Señor Intendente y autoridades municipales, arquitectos, ayudantes; una iglesia que podemos contemplar embellecida y enaltecida, gracias a la inspiración y la guía de su párroco, que llevó adelante esta ardua tarea.
Lo cierto es que esta restauración y ampliación, como las obras de arte nacidas en los siglos pasados, es incomprensible si no se tiene en cuenta el alma religiosa que la ha inspirado. Cuando la fe, de modo particular celebrada en la liturgia, se encuentra con el arte, se crea una sintonía profunda, porque ambas pueden y quieren hablar de Dios, haciendo visible lo Invisible.
Inspiración y realización del párroco y sus colaboradores
Su párroco e inspirador del proyecto, Pbro. Libio Gorza, con un equipo de colaboradores, trabajó desde hace años en el esplendor de esta obra, profundamente religiosa, entre las que se destacan un ícono de la Palabra de Dios, es decir un retablo con frases de la Sagrada Escritura en bronce patinado y dorado a la hoja, y además imágenes religiosas todas en bronce de tamaño natural.
El nuevo altar y el ambón están sostenidos por ángeles realizados también en bronce, inspirados por el párroco y su equipo de colaboradores; así como la cruz a la derecha del altar. También pueden contemplarse otras dos cruces con Cristo, en la Capilla del Santísimo Sacramento y en el área reservada al Sacramento de la Reconciliación.
En el ingreso a la Iglesia, puede contemplarse la fuente bautismal de bronce, de la que continuamente brota agua, con un profundo significado del agua que es Cristo, que da la vida y purifica a los fieles.
Igualmente el sagrario conforma con el ángel que lo sostiene una obra de gran importancia y da realce a la Capilla del Santísimo Sacramento, queva a ser bendecida e inaugurada hoy, cuando llevemos al Santísimo. La expresión de la belleza de esta Iglesia, y sus múltiples símbolos ricos de significados, son una catequesis, y nos ofrecen acercarnos y gustar el Misterio de Dios y de la vida de fe.
Obras de evangelización y solidaridad
Quiero destacar al mismo tiempo que esta inmensa tarea, no descuidó las obras de evangelización y de solidaridad que lleva adelante la parroquia, tanto en la misma sede, como en las capillas y colegios de la Parroquia, tanto por parte de su párroco conjuntamente con los vicarios parroquiales, así como de otros sacerdotes, religiosos, religiosas y colaboradores laicos.
Por estas razones, en este día de Cristo Rey, Señor del universo, al contemplar terminada esta hermosa obra religiosa de la comunidad parroquial de Fisherton, deseo también como su Obispo y Pastor, agradecer con sencillez y afecto al querido Párroco de esta comunidad, Padre Libio Gorza, y particularmente en este año sacerdotal, sobre todo por brindar desinteresadamente sus talentos; por su constancia y entrega, ofreciendo inclusive su propia salud, y por su testimonio sacerdotal. Gracias Padre Libio.
Reino de Dios y verdad
Queridos hermanos: el ciclo litúrgico culmina con esta fiesta de Cristo Rey, fiesta de toda la comunidad cristiana que mira al reino definitivo de Jesús. Acabamos de leer el diálogo entre Pilato y Jesús. Como un contraste, el evangelista ha ido llevándonos a la presentación de Cristo Rey, como en medio del ceremonial de coronación de los reyes en el Antiguo Testamento: la entrada triunfal sobre una mula, la proclamación oficial, las aclamaciones populares, la entronización, y la coronación, pero los hizo en la forma en que se viera que Jesús es Rey, pero su Reino no es igual a los de este mundo. Es un rey humilde y misericordioso, que nos trae un reinado de amor; y viene a anunciarnos la verdad del designio de Dios, la verdad, que es el centro de su anuncio salvador.
Así le dice ante Pilato: “para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad”. No se trata de una verdad especulativa, es una verdad que tiene rostro, que genera verdadera esperanza y gusto por la vida. Por eso el comienzo de fe, no empieza por una gran idea, sino por esta verdad viva, es el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida, y con ello la orientación decisiva (Dios es amor, nº 1).
El reino de Dios ya está iniciado entre nosotros, aunque no llegó a su plenitud. La verdad de la vida, la verdad del amor, la verdad de la justicia, la verdad de la paz, la verdad de Dios y la del hombre, que es su creatura tienen un único rostro, una única voz, un único nombre: Jesucristo. Y su reino crece en la verdad, hasta que llegamos al fin, donde todo sea verdad, justicia, amor y paz.
Sólo la Verdad nos hace libres, sólo el reinado de Jesucristo, que nos trae la gracia de la verdad, nos permite borrar toda esclavitud y vivir como hijos de Dios y hermanos entre nosotros.
Nosotros anunciamos y esperamos el reino, lo hacemos junto a Nuestra Madre, la Reina, reina del amor y la misericordia, que nos ama tiernamente como a sus hijos; y , lo hacemos en esta Parroquia en la que Cristo Rey llama, invita a encontrar y vivir a Dios en su Templo.
Sobre todo, llama a compartir la vida con Cristo vivo y resucitado que espera a cada uno en un Sagrario, “horno ardiente de Caridad” siempre encendido y que junto con el ángel que lo acompaña están totalmente suspendidos en el aire. Como dice Jesús en el Evangelio: “Pan de ángeles bajado del cielo”.
Mons. José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario