Desde el Area de Pastoral Social de la diócesis de Tenerife se ha recibido subsidio litúrgico para el domingo cuarto de Adviento - Ciclo C - 20 de diciembre de 2009
MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos y hermanas: En este último domingo de Adviento, en vísperas de la Navidad, nos unimos de corazón a María que espera el nacimiento de su hijo. Por el anuncio del ángel hemos conocido que Dios viene a nosotros, y nos disponemos a recibirle, queremos que su venida transforme nuestras vidas.
En nuestra ciudad (barrio, pueblo) ya todo está preparado. Los escaparates repletos de cosas; la iluminación especial de estos días ya está encendida; las invitaciones a pasarlo bien y las felicitaciones son numerosas.
Nosotros volvemos nuestros oídos y nuestra mirada a la Palabra de Dios para escuchar su llamada y dejarnos iluminar y transformar por ella.
A lo largo del Adviento, se nos han estado haciendo dos avisos fundamentales:
- la venida del Señor será una realidad,
- es necesario prepararnos para acogerle.
En las semanas anteriores, los profetas y Juan Bautista han estado llamando nuestra atención e invitándonos a vivir en justicia, en paz y en verdad. Hoy, como broche de oro, la Virgen María se pone en camino porque le invade el gozo de creer en las promesas de Señor, para compartirlo con Isabel. Y se pone en camino, con amor, dispuesta a servir.
Ponerse en camino implica salir, desplazarse hacia todas las personas y, de modo especial, hacia aquellas que más nos necesitan. Esto nos exige esfuerzo, pero cuando se ama no importa. El mensaje cristiano no es para "guardarlo en nosotros", sino para celebrarlo con gozo y compartirlo con los demás, como hizo María de Nazaret.
Con esta disposición, nos ponemos de pie para, cantando, recibir al sacerdote que va a presidir esta celebración.
AL ENCERDER LA ÚLTIMA VELA DE LA CORONA
Encendemos hoy el último cirio de la corona de Adviento. Jesús, con su luz, nos ilumina.
Señor, al encender estos cuatro cirios, pensamos en María, tu madre.
Nadie te esperó con más ansia y amor que ella.
Nadie te recibió con más alegría.
También nosotros queremos prepararnos así: En la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!
ACTO PENITENCIAL
Jesús, queremos prepararte un pesebre, hecho con las pajas de nuestra vida en este año que va terminando, antes de celebrar la Nochebuena...
Por las llamadas tuyas que no quise oír…
Por las veces que me negué al hermano.
Por mis egoísmos, orgullos, soberbias, vanidades.
Por estas pajas secas, Señor, ten piedad….
Por mi corazón cerrado a la necesidad del otro.
Por mi incapacidad para comprender y perdonar.
Por mi lengua desbordada tantas veces, para criticar al otro.
Por estas pajas secas, Cristo, ten piedad….
Por mis malos pensamientos, mis rencores, mis envidias.
Por las veces que no quise rezar, que dejé de ir a Misa,
Por los momentos que me rebelé contra tu voluntad.
Por estas pajas secas, Señor, ten piedad.
Monición a la Primera Lectura. Miqueas 5,2-5
En la primera lectura que vamos a proclamar escuchamos un nuevo anuncio profético que nos prepara para la venida del Señor. El profeta nos presenta una característica de Dios: Él se encuentra siempre en lo pequeño. Escuchemos.
Monición a la Segunda lectura: Hebreos 10,5-10
El texto de la carta a los Hebreos que vamos a escuchar resume el sentido de la venida de Jesús al mundo. Él cumplió la voluntad de Dios Padre con una fidelidad heroica: presentó el Reino de Dios, sufrió la muerte en cruz, resucitó y nos da su Espíritu por el que todos podemos ser hijos de Dios.
Monición al Evangelio: Lucas 1,39-45
La visita de María a su prima Isabel es un encuentro en el que el Espíritu de Dios se hace presente en la familia del Bautista.
Isabel, inspirada por este Espíritu, confiesa la maternidad divina de María y ésta proclama la grandeza del Señor que se ha fijado en la pequeñez de su esclava. Juan, el hijo de Isabel todavía en su seno, es el testigo gozoso de Jesús.
Escuchemos con atención la proclamación del Evangelio.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Dios no defrauda nuestras pequeñas y grandes esperas. Confiando en Él, le presentamos nuestras súplicas. Cada una de ellos, todos responderemos: ¡Ven, Señor, Jesús!
1. Para que la Iglesia, a ejemplo de la Virgen María viva y anuncie la esperanza que brota de la fe, y que se transforma en servicio a cada persona. Oremos
2. Para que en nuestra sociedad crezca la esperanza y para que, cada persona desde sus posibilidades, hagamos posible el desarrollo sostenible de todos los pueblos de la tierra. Oremos
3. Para que los que sufren sientan cercanos el consuelo de Dios y el cariño y atenciones de los que están cerca de ellos. Oremos
4. Para que experimentemos en nuestra vida el gozo de creer y de servir a Dios en nuestro prójimo. Oremos
5. Para que nuestra comunidad parroquial esté atenta a las necesidades del barrio (pueblo) y responda con generosidad y espíritu de fe, a los problemas y situaciones dolorosas de sus habitantes. Oremos
Señor, en ti ponemos nuestras esperanzas. Tú eres nuestra paz. Escucha nuestras súplicas, y ven a salvarnos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Una cesta con pajas:
Ofrecemos al Señor, pajas suaves y delicadas para no lastimarlo...
Las del amor que hemos podido derramar sin esperar recompensa.
Las del perdón que hemos dado de corazón.
Las de nuestra paciencia y ternura con los que sufren en el alma y en el cuerpo.
Las del amor y nuestra entrega cotidiana a nuestra familia.
Las de la alegría de servirte y servir a los hermanos.
Las del sufrimiento físico, moral y espiritual, que tantas veces nos desborda.
Las de la fe, la esperanza y el amor a Ti y a los hermanos.
Al entregar la colecta:
Al presentarte, Señor, la colecta, fruto de nuestro compartir económico, queremos expresar nuestros deseos de vivir sencilla y austeramente, de ser solidarios con las necesidades de los pobres y corresponsables con las necesidades de la Parroquia.
ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS
Hoy, Padre Dios, te bendecimos con María, la Madre de Jesús, porque Tú colmas el gozo de los pobres y humildes con su venida.
Te bendecimos -Señor Jesús- porque, aunque nuestra fe es pequeña e inmadura y no sabemos creer con firmeza, con tu venida a morar entre nosotros, nos sigues llamando y acompañando en la adversidad.
Te bendecimos, Espíritu del Señor, por María de Nazaret, la mujer creyente, la primera cristiana, la que se fio de ti. Ella es el ejemplo que debemos seguir para ser de verdad discípulos de Jesús.
Te damos gracias, Señor, porque nos has regalado poder celebrar esta Eucaristía., y nos has hecho compartir el mismo gozo que Isabel al sentir tu presencia. Abre nuestros oídos, prepara nuestros corazones para que podamos recibir y testimoniar en nosotros a Jesús, tu Hijo, que nace entre nosotros.