Carta Pastoral de los obispos de Zimbabwe titulada “Sanación nacional y reconciliación”. Octubre de 2009.
CONFERENCIA DE OBISPOS CATÓLICOS DE ZIMBABWE
Carta Pastoral sobre la
SALUD NACIONAL Y LA RECONCILIACIÓN
Dios puede sanar las heridas de los Afligidos
1 de octubre 2009
1. Introducción
El Espíritu del Señor está sobre nuestra tierra y Dios está dispuesto a curarnos. Hoy día, mientras luchamos con el Acuerdo Político Global, la recuperación económica nacional, el proceso constitucional nacional, la reconciliación nacional, la visión nacional, etc., debemos conocer y reconocer la importancia de este momento histórico. Dios nos ha dado una oportunidad de afrontar y resolver nuestras crisis.
Nosotros, vuestros Obispos, dijimos en 2007 que "Nuestra crisis es una crisis no sólo política y económica, sino, ante todo, una crisis espiritual y moral".1 Cada problema tiene una dimensión religiosa. El corazón de ninguna persona puede estar tranquilo mientras la gente está angustiada por el recuerdo del mal, nunca reconocido y rectificado. Esta crisis sólo puede resolverse si nosotros, el pueblo de Zimbabwe, confesamos nuestros pecados, somos perdonados, nos aceptamos íntegramente entre sí y, una vez más, nos comprometemos a trabajar juntos en la solidaridad, la justicia y la paz.
Nosotros, los Zimbabuenses, nos hemos ofendido unos a otros de muchas formas diferentes y durante largos períodos de tiempo. Todos somos culpables, porque quienes han sido víctimas en algún momento han sido los agresores en otro y muchos más no han hecho nada frente a las atrocidades perpetradas ante sus ojos. Hoy en día, todos necesitamos la curación de estas heridas y de nuestra culpa. Esta curación facilitará la reconciliación dentro y entre nosotros mismos y también con nuestro Creador. Con la curación y la reconciliación, nuestra nación se recuperará y se abrirá al desarrollo político, social, cultural y económico.
2. Por qué todos necesitamos curación
Sin pretender minimizar o desviar la atención de las injusticias actuales, podemos volver a nuestra historia para ayudar a explicar por qué tenemos los conflictos de hoy.
2.0 La época pre-colonial, la época colonial, y la era post-colonial sirven de períodos históricos fácilmente identificables en los que nuestros conflictos han tenido lugar. Cada época tiene sus propias fuentes de conflicto que pueden ser vistas como políticas, económicas y culturales. Sin embargo, las distintas épocas se han influenciado profundamente entre sí. Lo que hace la situación compleja es el hecho de que conflictos que existían antes del colonialismo fueran utilizados por división del sistema colonial y por estrategias con fines de mantener el poder y el control, sólo para tener algunos de los mismos modos de pensar, estrategias e instituciones heredadas y perpetuadas en el período post-colonial. Esto hace muy complejos los retos de curación, la reconciliación, la justicia y la paz en Zimbabwe al llegar a ser necesario hacer frente a las actuales lesiones y heridas, así como a descubrir heridas del pasado. Las heridas históricas se han traído hasta el presente a través de recuerdos, tradiciones orales e informes registrados. Miembros de un grupo que fueron víctimas de violencia en una época a veces han resultado ser los autores en otra. Los siguientes son algunos de los principales conflictos históricos que necesitan nuestra atención en aras de la reconciliación nacional.
2.1 Los conflictos étnicos pre-coloniales acerca del control de recursos y demarcación de los territorios son las fuentes profundas de los conflictos en nuestra historia. Uno de los conflictos más significativos es aquel que involucra las incursiones Ndebele sobre los grupos de Shona. Los Shona han transmitido en sus cuentos para niños las redadas que implicaron la confiscación de ganado, alimentos, hombres jóvenes y fuertes y las mujeres hermosas por parte de los Ndebele. Los Shona, a lo largo de los años, han cultivado sentimientos negativos hacia los grupos Ndebele. Estos sentimientos incluyen odio, desprecio, sospecha y el deseo de tomar represalias. Estos sentimientos pueden explicar la rivalidad continua de los grupos que se ha manifestado durante las luchas de liberación y en el deporte, actividades culturales y políticas. Necesitamos sanar las memorias dolorosas de esta rivalidad étnica. Para que la reconciliación tenga lugar, tendremos que plantearnos preguntas pertinentes. Por ejemplo, ¿Cuáles son estas historias? ¿Con qué finalidad se han contado estas historias durante años? ¿Qué utilidad tienen estas historias? ¿Estas historias pueden contarse de otra manera? ¿Cómo se ha formado la psique de los grupos rivales por estos acontecimientos históricos? ¿Qué efecto ha tenido la necesidad de puestos de trabajo que los grupos étnicos han visto establecerse en todas partes del país?
2.2 La época colonial fue dominada por conflictos raciales derivados de la discriminación racial en todos los sectores. Los complejos de inferioridad se desarrollaron entre los negros y los complejos de superioridad se desarrollaron entre los blancos. Esto creó resentimiento entre los negros que entonces libraban luchas de liberación. Estas luchas provocaron más el odio entre los grupos raciales. Estas percepciones y sentimientos todavía nos afectan hoy en día. Necesitamos la curación de los mismos. Pero antes de que se pueda lograr, los grupos raciales necesitan de arrepentirse de sus pecados respectivos. ¿Cómo puede la gente negra y blanca tener una verdadera integración y solidaridad con los demás?
2.3 La era post colonial comenzó con la alegría de la independencia del colonialismo. Después de la independencia se registró expansión en educación, salud, servicios sociales y libertades en general. Como señalamos en El Zimbabwe que queremos, "Fuimos capaces de construir sobre la sólida infraestructura que el régimen colonial había conseguido para mantenerse a pesar de las sanciones económicas impuestas por las Naciones Unidas después de la Declaración Unilateral de independencia en 1965"2.
Sin embargo, como nación, hemos cometido errores en la euforia de la independencia. Nos olvidamos de atender a las necesidades de los que quedaron traumatizados por la guerra, especialmente los ex combatientes. Ignoramos a los que estaban físicamente y psicológicamente asolados por la pobreza, la discriminación y la opresión. A todos ellos ni se les aconsejó ni se les trató. Los blancos que perdieron el poder político no se les ayudó a sanar del trauma de esa pérdida. Algunos de ellos trataron de recrear Rhodesia, incluso en medio de una nueva nación y un gobierno negro. Todos pretendíamos que podíamos empezar de nuevo en un nuevo Zimbabwe sin tratar con nuestro pasado, o sin definir colectivamente el futuro que desearíamos para nuestra nación. Pretendimos que la ira y el odio que estaban acumulados durante muchos años podrían desaparecer simplemente con la independencia. Esta falta de acuerdo con nuestro pasado sigue acosándonos. Ahora tenemos, sin embargo, una segunda oportunidad. Debemos usarla.
2.3.1 Las fuentes políticas de conflicto incluyen la búsqueda incesante de poder que han manifestado los grupos e individuos de nuestra historia. Algunos grupos e individuos han demostrado el deseo de monopolizar el poder y el control político a expensas de otros grupos e individuos. Aquellos que han sido marginados se han resistido a la exclusión. Los conflictos resultantes han constituido la base de los conflictos políticos que han surgido entre nosotros y los contextos en los que nos hemos hecho mal uno contra otro y pecamos contra Dios.
Nuestra historia política se caracteriza por el uso de las instituciones del Estado como herramientas partidistas para apoyar al partido gobernante. Los que se han opuesto al partido gobernante han sido marginados y a veces criminalizados. En nuestra historia, no ha habido espacio creado para permitir el sano debate político y la contestación. Esto ha causado mucha frustración y resentimiento.
La formación de fuertes partidos políticos de oposición se ha convertido en una fuente de fuertes conflictos políticos y violencia. Las mujeres, los jóvenes y las minorías sienten que no están plenamente integrados en el desarrollo del país. Así que, políticamente, nuestro país está profundamente dividido.
2.3.2 Las fuentes económicas del conflicto tienen que ver con el control de los recursos del país, como la riqueza, tierras, minerales, bienes y otros recursos nacionales. La pobreza de la mayoría marginada, corrupción, mala gestión de los recursos, sanciones, falta de transparencia y rendición de cuentas son fuentes continuas de conflicto. En la lucha por nuestra dignidad socavada y en la defensa de nuestras ventajas económicas, hemos perdido de vista la humanidad de los demás.
Hemos sido divididos por desacuerdos sobre cómo los recursos nacionales y los bienes sociales se deben apropiar, usar y distribuir. En el centro de los conflictos económicos ha estado la distribución y redistribución de la tierra. El descenso económico posterior a la independencia que se debió en parte a la experimentación con los programas de ajuste estructural y la crisis de liderazgo que ha continuado persiguiendo a nuestro país llevado a la frustración. Esta frustración e impaciencia eventualmente llevó a la gente a recurrir al uso de violencia y a los medios no transparentes de acceder a la tierra. Corrupción, incompetencia, mala gestión, arrogancia y codicia económica llevaron al colapso de nuestra economía. Con alta inflación, desempleo y pobreza, muchos huyeron a la diáspora donde continuaron y continúan experimentando dificultades económicas.
2.3.3 Las fuentes sociales de conflicto tienen que ver con diferencias culturales observadas, grupos y divisiones étnicas, diferencias religiosas, y divisiones de raza, género y clase. El deseo y los intentos de algunos grupos por dominar a los demás ha dado lugar a conflictos sociales y culturales. En Zimbabwe, la intolerancia, la desconfianza, la falta de respeto de otros grupos culturales se aumentó por las tácticas de dividir y gobernar de los sistemas coloniales. Estas tácticas han sido re-inventadas en el contexto post-colonial, donde los partidos políticos y las facciones se han etnitizado y tribalizado. La distinción de los que se supone que han participado en las luchas de liberación y los que se consideran que no han contribuido en nada a las luchas también han sido utilizados como fuente de división socialmente destructiva.
Los conflictos sociales han sido complejos y profundos. Los derechos humanos fundamentales han sido violados. La violencia se ha institucionalizado como se ha demostrado en varias ocasiones sucesivas en el período previo a la guerra de independencia, Gukurahundi, redistribución de la tierra, Murambatsvina, violencia durante las elecciones de las cuales lo peor fue el período después de las elecciones armonizadas de 29 de marzo de 2008. Muchas personas en Matabeleland todavía sienten que Gukurahundi fue hecho por los Shona para eliminar al pueblo Ndebele. Ellos están heridos y no sienten que tienen suficiente solidaridad desde los conciudadanos de Zimbabwe incluso si luchan con los retos del desarrollo regional. Esto ha ayudado a crecentar frustración e ira que han de ser tratadas si vamos a tener la curación y la reconciliación nacional. La nación debe reconocer y responder a las profundas heridas de Gukurahundi. La violencia que tuvo lugar después de las elecciones armonizadas de 29 de marzo 2008 ha dejado profundas cicatrices en el pueblo de Zimbabwe. En su comunicado de prensa de 30 de abril de 2008, la Comisión Católica para la Justicia y la Paz (CCJP) informó sobre “informes en todo el país de la violencia sistemática en la forma de asaltos, asesinatos, secuestros, intimidación y destrucción indiscriminada de bienes contra civiles inocentes cuyo presunto crimen es haber votado 'mal' ".3
Los conflictos sociales post coloniales son el resultado de diferentes formas de pensar, respuestas emocionales e instituciones sociales que hemos construido para nosotros mismos como individuos y grupos sociales. Lo que creemos de nosotros mismos y de nuestras relaciones con los demás denuncia cómo nos relacionamos unos con otros. Hasta ahora, nuestras formas de pensar han sido divisivas, exclusivistas y agresivas. Esto ha sido cierto de nuestros partidos políticos, conflictos raciales, divisiones étnicas, cismas de género y generacionales. Debemos conocer y reconocer las animosidades culturales diversas que han influido en nuestra política, economía, Iglesia y otras reuniones y actividades sociales. Esta es un área seria con necesidad de sanación y reconciliación.
3. Hemos pecado
Como Zimbabwenses, hemos cometido errores muy graves sociales, políticos y económicos al paso de los años. Es esencial identificar las áreas en las que hemos cometido estos errores con el fin de responder a ellos. La principal causa de los conflictos en Zimbabwe es la constante violación de la dignidad humana y por lo tanto los derechos humanos. Nos hemos impedido unos a otros alcanzar la plenitud humana privando a los demás de la vida, educación, vivienda, salud, información, libertad de expresión y de asociación, libertad de conciencia, la justicia y la paz.
Como Zimbabwenses, deberíamos centrarnos en lo que nos une más que en lo que nos separa. La Buena Noticia de Cristo nos dice que nosotros somos uno. Es importante que esta Buena Noticia nos transforme para ver este hecho. Si somos verdaderamente transformados, nuestra fe se convertirá en nuestra cultura. Como el Papa Juan Pablo II señala, "una fe que no se hace cultura no es plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida".4
Recomendamos que exista reconocimiento abierto y público de que la violencia ha sido parte de nuestra vida y la historia. La verdad acerca de esta violencia debe ser contada. Las víctimas necesitan contar sus historias en un entorno libre y de apoyo. Los autores también tienen que asumir la responsabilidad por sus pecados, pero también en un entorno humano. El ciclo de violencia, humillación, opresión y explotación debe cesar. Cualquiera que haya utilizado su posición para dirigir, ordenar, planear o directamente cometer actos de violencia no se le debe permitir ejercer ningún cargo público que él o ella pueda utilizar para perpetrar nuevos actos de violencia en el futuro.
4. Estamos heridos
Desde los tiempos pre-coloniales, Zimbabwe ha experimentado una gran cantidad de sufrimiento. No obstante, hemos visto muchas bendiciones en nuestro camino. Tenemos un país que es rico en diversidad humana y en recursos. Nos hemos beneficiado de muchas culturas y tradiciones locales e internacionales. Con el compromiso y el trabajo duro, los zimbabuenses desde muchos orígenes durante años han desarrollado decente infraestructura social, política, económica. Nuestra herencia cultural y religiosa en general ha respondido bien a la Buena Nueva de Nuestro Señor Jesucristo.
Y sin embargo, no hemos utilizado nuestras bendiciones bien. Hemos permitido desde diversos ámbitos ser fuentes de sufrimiento en lugar de la felicidad. La riqueza en nuestros campos racial, étnico, edad, clase y niveles educativos se ha convertido en fuentes de nuestro sufrimiento, cuando podría ser la razón de nuestra alegría. Durante los últimos diez años las divisiones realmente han sumido a nuestro país en un abismo sin precedentes, caracterizado por problemas económicos, sociales y políticos, y por formas inimaginables de intimidación política y violencia. Rompimos el récord mundial de alta inflación. Nuestra crisis económica permitió a la mayoría de nuestras industrias e infraestructura fracasar en la medida en que más del 90% de las personas están en paro, las enfermedades como el VIH y el SIDA, el cólera y la malaria se han extendido a un ritmo alarmante. La pobreza se ha aumentado. Las escuelas y universidades han dejado de funcionar correctamente, si es que funcionan en absoluto. Los conflictos políticos han destrozado individuos, familias y comunidades. En abril de 2007, se describió la situación como "extremadamente volátil".5 En 2008, esa descripción se convirtió en un eufemismo tristemente burdo. Hoy nuestra nación está profundamente traumatizada. Como nación, estamos heridos física, emocional y espiritualmente. "Hay cristianos de todas las partes del conflicto,"6 hemos observado en 2007. La Iglesia misma no se ha librado de los conflictos, la intimidación y la violencia.
En la actualidad existe admisión general y abierta de que nuestra situación es una crisis real que no puede dejarse desatendida. Estamos agradecidos de que a través de negociaciones facilitadas por la SADC, los principales partidos políticos en el país llegaron a un Acuerdo Político Global (GPA) en septiembre de 2008, aunque el acuerdo en sí tiene algunas limitaciones. Se llegó a él a través de un proceso que no incluía a todos. Se trata básicamente de un acuerdo político y sin embargo, nuestras crisis son más que políticas. Sin embargo, consideramos el Acuerdo como un momento de gracia que puede y debe convertirse en "un nuevo comienzo"7.
En este acuerdo entre el ZANU PF y las dos formaciones del MDC, los principios para el acuerdo, admiten la realidad de las "divisiones, conflictos e intolerancia que han caracterizado a la sociedad de Zimbabwe".8 Los datos acerca de nuestra crisis hablan por sí mismos a pesar de los intentos de minimizar la gravedad de la situación. Leyendo el "Preámbulo" del Acuerdo, está claro que los directores admiten la gravedad de la situación. Cuando ellos dicen que están "decididos a construir una sociedad libre de violencia, miedo, intimidación, clientelismo y corrupción" reconocen cómo estos males han debilitado Zimbabwe y su pueblo. Este punto es confirmado en el artículo 18, titulado, "La seguridad de las personas y la prevención de la violencia". La aceptación más explícita de lo que ha ocurrido en el país se encuentra en el artículo 7, con el título "Promoción de la igualdad, la reconciliación nacional, la cohesión y unidad". Las partes en el acuerdo coinciden en que el gobierno de unidad:
c) Considerará el establecimiento de un mecanismo para asesorar sobre qué medidas podrían ser necesarias y factibles para lograr la reconciliación nacional, la cohesión y la unidad de las víctimas de la violencia pre y post independencia.
El acuerdo reconoció el hecho de que hubo períodos en la historia de Zimbabwe que estuvieron plagados de conflicto y en los que se cometieron actos de violencia política, y también el hecho de que a menos que la herida, el dolor y el sentimiento de pérdida que fueron ocasionados por estos conflictos se aborden con eficacia, los Zimbabuenses nunca experimentarán una paz genuina, unidad y cohesión nacional. También se desprende de la sección c) del artículo 18 que los directores deben ayudar a establecer mecanismos para la reconciliación nacional. En este ámbito, la Iglesia está dispuesta a ofrecer el mecanismo, no sólo a asesorar, a desempeñar un papel importante no sólo en la curación y la cohesión, sino también en la reconciliación tan necesaria. Pero la curación real y verdadera reconciliación sólo pueden tener lugar cuando el ambiente es abierto, libre y democrático. Cuando ese entorno no existe, como es el caso actualmente, la iglesia misma se compromete a trabajar para su establecimiento.
5. Papel de la Iglesia
Nosotros, como líderes de la Iglesia, estamos comprometidos en ayudar a este país a alcanzar la normalidad. Como el tema del Segundo Sínodo Africano nos anima, nos comprometemos a que Iglesia esté al servicio de la reconciliación, la curación, la justicia y la paz. La Iglesia aspira a la mayor justicia del Reino, que va más allá de la ley; es una virtud. No niega la justicia humana, sino que la integra y la trasciende. De esta manera, la justicia se convierte en un camino que conduce al perdón y a la reconciliación verdadera, y así restaurar la comunión. Instamos al Gobierno a mostrar voluntad política mediante la creación de un entorno propicio para la curación nacional, la reconciliación y la integración.
La Iglesia ya ha estado contribuyendo a la curación de aquellos que han sido heridos y cuyas vidas han sido destruidas. Pedimos la ayuda de todos los cristianos y personas de buena voluntad, el gobierno, la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, todos los órganos de nuestra Iglesia, parroquias en todas sus secciones y los socios financieros para apoyar este esfuerzo de curar a los que han sido heridos durante los años de nuestra historia. Creemos que la justicia restaurativa ayudará a sanar las personas cuyos derechos fueron destruidos y con la ayuda del Señor, van a alcanzar la reconciliación y la paz. Nuestro Señor Jesús da el mejor ejemplo del que paga el precio final en la cruz por el bien de nuestra reconciliación con Dios. "Porque en él toda la plenitud de Dios tuvo a bien vivir, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, ya sea en tierra o en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz" (Colosenses 1:19-20). "Ciertamente él cargó con nuestras dolencias y soportó nuestros dolores, él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestras iniquidades; sobre él estuvo el castigo que nos trae la paz, y por sus llagas fuimos nosotros curados" (Isaías 53, 4 - 5).
Esto no es en absoluto una tarea fácil a corto plazo. Hemos aceptado sin discriminación y hemos cuidado de aquellos cuyas manos fueron cortadas, de aquellos cuyas casas se quemaron y de los heridos en el fuego cruzado. Vimos a las víctimas de la inhumana tortura en nuestros hospitales. A través de nuestros fieles, fuimos hechos el buen samaritano, preparados para curar, a menudo a nuestras expensas (Lucas 10:25-37). Este trabajo que hemos comenzado, queremos terminarlo con la guía del Espíritu Santo. Hacemos un llamamiento a aquellos de entre nosotros que pueden permitirse contribuir a los gastos de hacer frente a las injusticias de las eras pre-coloniales, coloniales y post-coloniales a unirse a nosotros en esta gran tarea.
Hacemos un llamamiento a los autores de estas atrocidades, cómplices e instigadores de violencia a reconocer el mal y en conciencia confesar y hacer restitución como hizo Zaqueo (Lc 19,8). Ustedes necesitan ser justificados ante Dios para encontrar la paz.
Por último, hacemos un llamamiento a las víctimas de cualquiera de los actos de mal en nuestro país, los ofendidos, a perdonar. No es fácil. No esperen la compensación total, sino lo que la comunidad puede permitirse en las circunstancias que nos encontramos. Que las siguientes palabras de la carta de San Pablo a los romanos les dé una actitud que favorezca la curación, la paz y la reconciliación, aunque lo que se disponga pueda resultar corto de encontrar los requisitos para la plena justicia retributiva:
"No devolváis a nadie mal por mal, sino tened el pensamiento de lo que es noble en la vista de todos. Si es posible, en la medida que dependa de vosotros, estad en paz con todos. Amad, nunca os venguéis a vosotros mismos, sino dejadlo a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. No os dejéis vencer por el mal, sino vencer el mal con el bien "(Romanos 12,17-19)
Perdonar no significa que usted se rinda a la injusticia o permitir que la gente camine sobre ti o que no defiendan sus derechos. Tampoco significa que el perdón debe ser todo de un solo lado. La persona que causa el daño debería ayudar a traer perdón diciendo: "Me equivoqué, lo siento, no debería haber hecho eso, perdóname". Es mucho más fácil reducir el rencor si dos personas resuelven hacerlo juntas. Pero incluso si la otra parte no tuviera ninguna culpa, o se encontrara a medio camino, el mensaje cristiano es: Usted no tiene que cometer el mismo error otra vez - pero permita que su amargura se vaya. Jesús pidió el perdón para sus verdugos, aun cuando le habían clavado en la cruz y estaban arrepentidos. Incluso en el calor de su odio él estaba perdonándolos. "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen" (Lucas 23:34).
6. Recomendación
La reconciliación es una responsabilidad muy exigente que requiere gran compromiso, dedicación y sacrificio. Debemos apoyar los procesos que ya están sucediendo en diversas comunidades. En mayo de 2009 las Iglesias y la Sociedad Civil presentaron un marco para la curación y la reconciliación nacional, que propone un proceso integral de intervención por parte del Gobierno, la Iglesia, la sociedad civil y todos los niveles de nuestra sociedad. El marco podría servir como un punto de partida para la curación de nuestro país.
7. El arrepentimiento para traer sanación
Para tenga lugar la reconciliación nacional y la curación de manera efectiva, es necesario que toda la nación participe en un amplio, incluyente, integral y claramente definido proceso nacional respaldado por una firme voluntad política y el deseo de reconciliar y sanar a la nación. Prevemos la Curación y Reconciliación Nacional como un proceso inclusivo de casa que sentará las bases de una sociedad pacífica y solidaria en Zimbabwe, donde se garantice la seguridad de los individuos y las comunidades, donde se respete la dignidad de la persona, donde se curen las relaciones rotas; donde la confianza se restablezca, y donde se celebre la diversidad.
En 2007, nosotros, vuestros pastores, señalamos que "nuestro país está en crisis profunda. ... Sin embargo, también se puede convertir en un momento de gracia y de un nuevo comienzo, si los causantes de la crisis se arrepienten, escuchan el clamor del pueblo y promueven un cambio de corazón y de mente..."9 Necesitamos este momento de gracia y el nuevo comienzo, ahora más que nunca. Necesitamos más y más gente, tanto dentro como fuera de Zimbabwe a ser lo suficientemente humildes para admitir su responsabilidad por acción u omisión de los males que han ocurrido en este país. Todos tenemos que arrepentirnos por el sufrimiento del pueblo negro que se vio obligado a abandonar sus hogares, esclavizado, explotado y oprimido durante el colonialismo; la mucha gente blanca que se convirtió en víctimas de las circunstancias, las comunidades de migrantes que han sufrido la humillación y la explotación; las víctimas de Gukurahundi y Murambatsvina que han sufrido persecución y violencia; mujeres, jóvenes y niños que luchan por el reconocimiento y vidas libres de violencia; y por muchas más heridas que plagan nuestra nación. Estamos heridos, pero también podemos ser los sanadores, si hacemos un esfuerzo deliberado para seguir el ejemplo del Sanador Herido mientras colgaba de la Cruz. Por sus heridas se nos permite ser sanados.
En efecto, Dios puede y va a sanar las heridas de los afligidos.
+Robert C. Ndlovu, Arzobispo de Harare
(ZCBC Presidente)
+Alex Thomas, Arzobispo de Bulawayo
+Alexio Churu Muchabaiwa, Obispo de Mutare
(ZCBC Secretario/Tesorero)
+Michael D. Bhasera, Obispo de Masvingo
+Angel Floro, Obispo de Gokwe
(ZCBC Vice Presidente)
+Martin Munyanyi, Obispo de Gweru
+Dieter B. Scholz SJ, Obispo de Chinhoyi
+Albert Serrano, Obispo de Hwange
+Patrick M. Mutume, Auxiliary Obispo de Mutare
1. ZCBC, God Hears the Cry of the Oppressed, Carta Pastoral sombre la presente crisis en Zimbabwe, Viernes Santo, 5 Abril, 2007:6.
2. ZCBC, ZCC, EFZ, The Zimbabwe We Want: Towards a National Vision for Zimbabwe, 2006:5
3. CCJP, Grave Concern over post 29 March 2008 political Situation in Zimbabwe, 30 April 2008.
4. Pope John Paul II, Ecclesia in Africa #78, 2005
5. ZCBC, God Hears the Cry of the Oppressed, Carta Pastoral sombre la presente crisis en Zimbabwe, Viernes Santo, 5 Abril, 2007:6.
6. Ibid., 2007:3
7. Ibid., 2007:3
8. A People’s Guide to the Agreement, Produced by the Bookteam, Africa Community and Development Trust, 2009:10.
9. ZCBC, 5 April 2007:3
(Traducción particular no oficial desde el inglés)
Carta Pastoral (en inglés)