Carta pastoral de monseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro para el Adviento 2009 (Noviembre de 2009). (AICA)
DISCÍPULOS MISIONEROS
Queridos Amigos;
En este camino de Adviento, que nos lleva a celebrar una vez más el nacimiento del Señor en nuestras vidas, quiero que reflexionemos juntos sobre el desafío misionero que se nos plantea en estos tiempos.
En nuestra última Asamblea Diocesana se pusieron de manifiesto las múltiples acciones de nuestras comunidades que reflejan una intensa acción evangelizadora y misionera.
Al término de la misma quedó vivo en nosotros el deseo de comprometernos en el desafío misionero que la Iglesia latinoamericana nos planteó en el Santuario de Aparecida, en mayo de 2007. De hecho, en agosto de este año, los Obispos argentinos hemos escrito un documento con algunas sugerencias.
Por eso, por medio de estas líneas, desearía que empecemos a reflexionar y a madurar la idea de un nuevo impulso misionero en la diócesis. Sería importante que el Adviento de 2009, fuera el inicio de un nuevo camino evangelizador. Para ello les propongo algunos de los puntos que desarrollamos los obispos argentinos en el último documento.(1)
- Renovación de nuestro estilo evangelizador
El acontecimiento de Aparecida ha sido para la Iglesia una novedad y una invitación a renovar nuestro ardor apostólico y nuestro fervor misionero. Sabemos que la Iglesia está para evangelizar, esa es su vocación y su alegría, como nos decía ya hace años el Papa Pablo VI.
Anunciar el Evangelio, no es nada nuevo para la Iglesia, pero sí son nuevos los desafíos que nos plantea nuestro tiempo. Dichos desafíos requieren que nosotros también renovemos nuestra propuesta evangelizadora.
Así reflexionábamos los Obispos: “Esta es la maravilla de la presencia del Espíritu en la Iglesia. El Espíritu siempre sopla para encontrar lo nuevo en lo ordinario, renovando lo cotidiano, porque es Cristo el que hace nuevas todas las cosas: “yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?” (Is. 43, 19).”(2)
¿Qué nos dice el Espíritu? Nos está hablando acerca de la necesidad de renovar (hacer nuevo) nuestro estilo evangelizador.
Todos comprendemos lo que significa un “estilo”: significa un modo, una manera y en el caso de la evangelización no nos referimos tanto a las palabras, como a los gestos, a los comportamientos, a las formas de actuar. La novedad misionera tiene que ver con un nuevo modo de comportarnos. Nos invita a revisar nuestra manera de actuar en cada uno de los espacios en los que se desenvuelve nuestra vida: hogar, trabajo, barrio, estudio, deporte, etc.
- Somos discípulos misioneros
El Documento de Aparecida en mayo de 2007, nos viene a decir que la novedad está en darnos cuenta que, como cristianos, tenemos una única vocación: discípulos misioneros de Jesucristo.(3)
Uno podría entender que son dos vocaciones distintas: que uno es primeramente discípulo y después, si se siente llamado, será misionero. Como si esta última fuera una segunda vocación, optativa.
El discípulo es alguien que aprende de su maestro. Éste término nos habla más de “recibir de otro” y no tanto de “dar a otro”. La palabra misionero, por el contrario, nos parece más referido a actividad, acciones, ir de un lugar a otro, anunciar, tratar de convertir a otros al Evangelio.
Sin embargo, el documento nos hace ver que los cristianos tenemos una única vocación de discípulos y de misioneros al mismo tiempo, que ser discípulos nos hace misioneros y que por ser misioneros, somos discípulos. Son dos caras de una misma moneda.
En realidad, muchos de nosotros ya tenemos la experiencia de ser discípulos misioneros. Tal vez, por ejemplo, fuimos alguna vez a misionar con un grupo de la parroquia a un pueblo del interior del país. No teníamos mucha formación, pero descubrimos que nuestra fe crecía a medida que anunciábamos el Evangelio. Juan Pablo II, en un documento sobre la misión decía “la fe se fortalece dándola”, ¡es verdad! Cuanto más anunciamos a Jesús, más lo conocemos y creemos en Él.
- Un gran desafío
Este es el gran desafío de nuestro tiempo. Renovarnos interior y exteriormente, dándonos cuenta y comunicando que somos discípulos misioneros.
Todo esto es para lanzarnos a la misión. En Aparecida se habló de la Misión Continental. Esa misión no está limitada en el tiempo (solamente unos días o semanas) sino pensada de forma tal que, después que se inicie, continúe en el tiempo, que sea una misión permanente.
No se trata solamente de programar una serie de acciones, sino el comienzo de algo con un alcance mayor. Esto no significa que no se hagan “misiones” concretas, pero queda claro que la Misión Continental no debe agotarse en ellas. Se trata más bien de vivir en una constante conversión personal y pastoral.
¿Qué es la Conversión Pastoral? (4)
Para el Documento de Aparecida la “conversión pastoral”, es un estilo misionero que debe “empapar” toda actividad de la Iglesia.
Si hablamos de “conversión”, es porque tenemos que volver a Dios, no sólo por los pecados cometidos personal o comunitariamente, sino por aquellos que hemos hecho como Iglesia, en la trasmisión del Evangelio.
Si la conversión es verdadera, tiene que traducirse en actitudes concretas. La conversión pastoral se expresa en la firme intención de asumir la forma de evangelizar de Jesucristo en todo lo que hacemos. Forma que exige, del evangelizador, la acogida cordial, la disponibilidad, la pobreza, la bondad y la atención a las necesidades de los demás. (cfr. Mt 10, 5-10) Por este motivo la conversión pastoral tiene que tocar y modificar toda la acción de la Iglesia, empezando por las parroquias, las capillas, las comunidades, la catequesis, la celebración de los sacramentos, las estructuras diocesanas, decanales, etc.
Para detectar cuáles son los cambios que debemos realizar en nuestra acción pastoral, debemos encarar un “discernimiento pastoral”, es decir, un trabajo de reflexión y de oración que nos permita saber el modo en que debemos anunciar hoy a Jesucristo.
Un nuevo modo de relacionarse con los demás
En la vida cotidiana de la Iglesia la gran “conversión pastoral” pasa por el modo de relacionarse con los demás. Es un tema “relacional”. Importan mucho los vínculos que se crean, y que permiten transmitir “actitudes” evangélicas. Como Jesús en el encuentro con el ciego de Jericó, que lo llamó, le abrió un espacio para que compartiera su dolor, le devolvió la vista, y así finalmente, en un vínculo nuevo, el ciego “lo siguió por el camino” (cfr. Mc 10, 46 – 52).
La misión lleva al encuentro personal para transmitir a Cristo. La misión es relación, es vínculo. No hay misión si no me relaciono con el prójimo. La misión necesita de la cercanía cordial. Y el desafío, desde esta cercanía, es llegar a todos sin excluir a nadie.
Antes de la organización de tareas, importa el “cómo” las vamos a hacer, el modo, la actitud. Así entonces las tareas son herramientas de una forma de relacionarnos comunional, cordial, discipular, que transmite lo fundamental: la bondad de Dios.
Cada cristiano está llamado a dar testimonio de la bondad de Dios con sus propias actitudes, siguiendo las enseñanzas del Apóstol: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Fil 2, 5).
Esta nueva actitud lleva a que las personas a quienes se dirige el mensaje, sean apreciadas no tanto como “destinatarios”, sino como “interlocutores”, con quienes nos encontramos y a quienes escuchamos y ofrecemos nuestro testimonio, abriéndonos a un diálogo mutuamente enriquecedor.
Nuevo punto de partida
Para saber cuál tiene que ser el estilo misionero que debemos llevar adelante hay que partir de una mirada de la realidad con espíritu de Fe y descubrir algunos elementos esenciales.
Por ejemplo:
- La cuestión social, que “abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia” (HB 25).(5)
- el “crecimiento del individualismo y el debilitamiento de los vínculos personales y comunitarios” (HB 25).
Hoy, fundamentalmente, en nuestra cultura la dignidad de la vida se juega en la inclusión como remedio a la exclusión; y la comunión como salida al aislamiento. Estas deben ser metas de nuestra actividad misionera.
El Papa Benedicto XVI presenta estos desafíos y da pistas de reflexión en el discurso inaugural de Aparecida. Y dice:
“¿Qué nos da Cristo realmente? ¿Por qué queremos ser discípulos de Cristo? Porque esperamos encontrar en la comunión con Él la vida, la verdadera vida digna de este nombre, y por esto queremos darlo a conocer a los demás, comunicarles el don que hemos hallado en él.”
En un tiempo donde la sociedad, en su conjunto, se ha vuelto impersonal, competitiva y, a veces hasta despiadada, la gente busca y necesita de lugares de acogida y de confianza.
Sigue el Papa:
“Todavía nos podemos hacer otra pregunta: ¿Qué nos da la fe en este Dios? La primera respuesta es: nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás.” (6)
De esta manera la tarea de la Misión Continental en nuestro país puede concretarse en una transmisión de la fe que dignifica nuestra vida y le permite encontrar un sentido, a través de experiencias concretas de inclusión y comunión. Teniendo en cuenta que nuestra relación con Jesús está marcada, sobre todo por nuestra fe en ÉL.
Queridos Hermanos, quisiera que empezáramos éste camino de reflexión y conversión en el tiempo de Adviento. Así como hemos conocido el rostro misericordioso y bondadoso del Dios-con-nosotros, a través de la vida de Jesús, a quien celebramos nacido en Belén; quisiera que este tiempo de Adviento y Navidad sea el comienzo de una nueva etapa en nuestras comunidades. Que las personas puedan saber que Dios es bueno y nos ama, a través de nuestros gestos concretos de cercanía y amor.
¡Qué así sea!
¡Muy feliz Navidad!
Con este saludo navideño anticipado, quiero invitarlos a todos a participar de la Eucaristía del lunes 7 de diciembre, Vísperas de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, a las 20:30 hs, en la Catedral, en la cual asumirá Mons. Oscar Vicente Ojea como nuestro Obispo Coadjutor. Es ésta una verdadera gracia para la diócesis que debemos celebrar con alegría y verdadero espíritu eclesial.
Notas:
(1) Carta Pastoral de los obispos argentinos con ocasión de la Misión Continental. 20 de agosto de 2009.
(2) Carta Pastoral… N°2.
(3) Aparecida. “Documento Conclusivo”. CELAM, Mayo de 2007. Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan Vida. -Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida- (Jn 14, 6).
(4) Aparecida. “Documento Conclusivo”. Nº 365 y ss.
(5) Se trata del documento de los Obispos de Argentina, con motivo del bicentenario de la patria. Se llama Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016). Está fechado el 14 de noviembre de 2008.
(6) cfr. Benedicto XVI, “Discurso Inaugural”, nº 3.
Mons. Jorge Casaretto, obispo de San Isidro
GUÍA DE TRABAJO
Estas son una serie de preguntas que nos ayudarán a interiorizar los contenidos de la CARTA PASTORAL. No se trata de encontrar la "respuesta correcta", sino de preguntarnos acerca de lo que estamos reflexionando, para ver qué repercusión tienen estas realidades en la vida de cada uno de nosotros. Sería bueno que escribamos las respuestas, ya que el ejercicio de escribir nos ayuda a concentrarnos y a ponernos en contacto con nuestro interior. Si queremos, después podemos compartir lo que hemos reflexionado, con nuestra familia o comunidad.
1. ¿Conozco el Documento de Aparecida? ¿Sé de qué se trató esa reunión de Obispos Latinoamericanos? Si no conozco el documento, puedo conseguir la versión impresa o (si tengo acceso a internet), puedo leerlo en www.celam.org dentro de esta página, busco “V Conferencia”.
2. ¿Qué opinión tengo acerca del estilo evangelizador de la Iglesia Católica hoy? ¿Es adecuado a la situación de las personas que reciben el mensaje? ¿Por qué?
Me hago la misma pregunta respecto de la comunidad (parroquia, capilla, grupo o movimiento) al que pertenezco.
3. ¿Comprendo qué significa la expresión discípulos-misioneros? ¿Cómo podría traducirlo a mi realidad concreta?
4. En la carta hablamos sobre “conversión pastoral”, como un nuevo estilo en nuestra actividad misionera. Miro mi acción pastoral y mi comunidad ¿Qué actitudes o actividades deberíamos cambiar?
5. Hablamos de un modo de relacionarnos con los demás que manifieste la bondad de Dios. Miro mi historia ¿Qué personas me reflejaron con sus actitudes la bondad de Dios? ¿Qué aprendí de ellas?
6. ¿Mi modo de vincularme con las personas, refleja la bondad de Dios? ¿Qué puedo decir respecto de nuestra actividad pastoral comunitaria?
7. Hago una oración frente al pesebre y le pido a Jesús, rostro humano del amor de Dios, que me enseñe a ser con mi presencia, reflejo de ese amor en el lugar donde vivo y trabajo.