Exposición de monseñor Jorge Lugones SJ, obispo de Lomas de Zamora, en el Encuentro Nacional de Comunicadores de Radios Católicas. (AICA) (Unquillo. Córdoba, 28 y 29 de noviembre de 2009)
ENCUENTRO NACIONAL DE COMUNICADORES DE RADIOS CATÓLICAS
Es oportuno recordar y meditar lo que nos dicen las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización del Episcopado Argentino: “Para que el anuncio de Jesucristo y la promoción de la dignidad humana sean ofrecidos a toda la sociedad argentina, convocamos a cada uno de los bautizados a ser protagonista activo de esta gesta evangelizadora nueva en los sectores y ambientes que le son propios: en la vida familiar; las instituciones civiles; el solidario y fraterno compromiso con los pobres y los jóvenes… en el vasto campo de la educación y de la cultura; en la pluralidad de las artes y de las actividades de los medios de comunicación social (Nº 40).
Desde esta Comisión Episcopal de medios, queremos impulsar a todos los agentes de pastoral de la comunicación, y de un modo especial a los que colaboran en los medios radiales católicos, a “navegar mar adentro y echar las redes” no sólo desde el anuncio explícito, que con constancia muchas de nuestras radios vienen realizando, con gran esfuerzo y entrega, sino también, pudiendo llegar a una audiencia no católica, diría no religiosa, y en muchos casos secularizada, que prescinde de Dios.
El criterio personal y el criterio espacial de la evangelización
En su misión pastoral de evangelización la Iglesia debe alcanzar al hombre en su realidad integral, en su existir histórico y cultural. Es en esta realidad integral del hombre que se verifica su relación con los ambientes, que asumen, por tanto, un significado antropológico. Los ambientes, en realidad, no se reducen a ser algo exterior que circunda al hombre, sino que se configuran como elementos interiores que penetran en el hombre y en su vida.
“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda criatura”(1)
Aquí Jesús nos señala los dos criterios de la misión: el criterio personal y el criterio espacial.
El criterio personal: se trata de llegar y alcanzar a “toda criatura”, esto es, a cada persona.
El criterio espacial que hace referencia a la extensión geográfica y que debe abarcar toda la tierra. Así también lo expresa explícitamente Jesús cuando les dice a los Apóstoles: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” (2).
Se trata, específicamente, de la pastoral territorial. Esta pastoral tiene como sujeto a la comunidad parroquial. Pero el criterio espacial hace referencia también a todos los lugares donde se desarrolla la vida del hombre, sea individual sea asociadamente, a todos los espacios materiales y espirituales en donde se realiza la existencia humana: a todos los ambientes, diríamos hoy. Así la evangelización debe alcanzar, también, los diversos ambientes sociales y culturales. Los cristianos que actúan en los diversos ambientes deben ser los “misioneros” en esos ambientes (3).
Está claro que los dos criterios, personal y espacial se relacionan íntimamente, ya que el ambiente se debe entender como realidad antropológica, y que cada persona no puede prescindir de los ambientes en donde vive y actúa.
Integrar el mensaje a la cultura implica inculturar el Evangelio
Anuncien la Buena Noticia a toda criatura. El hombre es el destinatario de la misión. La pastoral de la Iglesia se dirige al hombre: a todos los hombres y a cada uno en particular. Pero ¿A cuál hombre? ¿Al hombre creyente o al hombre agnóstico? ¿Al joven del grupo parroquial o al que esta excluido de toda contención familiar? ¿A la mujer que sabe rezar y medita la palabra de Dios, o la que esta convencida de que la iglesia es un negocio? ¿Al político catolicón, que hace la suya o al dirigente barrial que critica su actuar como católico? ¿Al esfuerzo denodado para que se rece el rosario a las tres de la tarde, o al apoyo de los vecinos para que la fábrica del barrio deje de contaminar?.... Evidente Jesús dice a toda criatura.
Creemos que puede ser un desafío duro pero no menos importante, el buscar una audiencia que no tiene como base nuestra práctica de la fe, pero que no debemos excluir sino intentar evangelizar.
Multiplicar el mensaje y además multiplicarlo mal, es lo más común, porque varios de los medios católicos son meros ‘repetidores’, como sucede en muchos casos por la falta de creatividad. Mientras que integrar el mensaje en la cultura implica inculturar el evangelio, dialogar con todos y no solo con los cristianos, y dialogar con el lenguaje de la cultura, con la realidad que vive la gente y con su modo de hablar.
La cultura en la que desarrolla su trabajo cada una de las Radios, en Argentina, esta llena de ejemplos de valores que la gente común vive y defiende, como la solidaridad, etc., sobre los que nosotros podemos hacer pie para presentar el Evangelio, pero hablándoles desde sus propias realidades y en su propio lenguaje.
El objetivo es integrar el mensaje en la cultura, pero hoy la tecnología de por sí es el ‘lenguaje’ de la cultura; la tecnología crea una cultura nueva porque es el lenguaje con el que la gente se maneja.
Como decía Juan Pablo II: "el trabajo en estos medios no tiene solamente el objetivo de multiplicar el anuncio. Se trata de un hecho más profundo, porque la evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo".
"No basta, pues, usarlos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta 'nueva cultura' creada por la comunicación moderna"(4).
En el Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año, al subrayar la importancia que tienen las nuevas tecnologías –decía Benedicto XVI- alenté a los responsables de los procesos comunicativos a todos los niveles, a promover una cultura del respeto por la dignidad y el valor de la persona, un diálogo arraigado en la búsqueda sincera de la verdad, de la amistad que no es fin en sí misma, sino capaz de desarrollar los dones de cada uno para ponerles al servicio de la comunidad humana. De este modo, la Iglesia ejerce lo que podríamos definir una "diaconía de la cultura" en el actual "continente digital", recorriendo sus caminos para anunciar el Evangelio, única Palabra que puede salvar al hombre (5).
Despertar a este riesgo del apostolado es dejar que el don recibido para cumplir la misión que se nos confía prosiga su natural cauce y se propague fecundante. Esta creatividad en la misión necesariamente debe inquietar sanamente para no atrincherarse en el propio límite. La gracia de Dios y la confianza en El, animan a llevar las fronteras un poco más allá.
La parábola de la oveja perdida nos ayuda a la reflexión, a pensar desde mi limitación, desde mi rutina misionera, hacia el límite que se propone a los que están seguros. Es la oveja que ha quedado en tierra de nadie, no demarcada por fronteras. Esta perdida porque se encuentra sin pastor, sin rebaño y sin referencia..
Tener agresividad apostólica significa dejar que la gracia recibida para cumplir la misión que se nos ha asignado, prosiga libremente su natural fuerza expansiva y se difunda. Por esto, actuar con agresividad apostólica supone confianza en que la gracia divina puede actuar. Supone no contentarse con lo que se tiene… ser capaz de actuar como el buen pastor que convencido de su función primordial de conducir, deja en el redil a quienes ya están encuadrados, para buscar a quienes no tienen conducción. Y este sentido, lleva los límites un poco mas allá, no los límites del encuadramiento que siguen siendo los mismos, sino los límites de su acción(6).
El desafío de comunicar a los que no están en el redil
Sabemos que el desafío en la radiodifusión es arduo y necesita de agentes, con una creatividad nueva, preparados para incursionar en un ambiente que no es el católico, que puedan llegar a ser “formadores de opinión”, que se metan en el barro del mundo, pero sin renunciar a nuestros valores humanos y cristianos.
Ante los programas de radio, sobre todo, los que opinan sobre la realidad actual, la última información, los comentarios al aire en respuesta a llamados de los oyentes, para opinar etc, se va dando primero un proceso de escucha de los oyentes, y luego la adhesión o el rechazo parcial o total, o con muchos matices, pero genera siempre una reacción de la acción producida en el medio, lo cual puede llegar a producir una crítica, en el verdadero sentido de la palabra, un juicio del oyente, sea sólo del pensamiento o que pueda expresarlo.
Nos parece que si los temas propuestos son presentados con altura, con profundidad y respetando la sensibilidad del oyente, podemos incursionar en el pensamiento crítico de muchos argentinos, que están un tanto hartos, de tanta chabacanería pseudoilustrada. No todo en la radio es entretenimiento o pasar el rato. Mucha gente prende la radio para informarse, y lo más importante, para formarse una opinión propia, desde lo que escucha. Y si nuestros argumentos son claros, contundentes (que no quiere decir excluyentes) desde los valores que queremos inculcar, se puede ir dando esta formación de lo opinión colectiva, que es nuestra finalidad. Creo que nuestras opiniones deben ser firmes pero no rígidas, la rigidez es fanatismo, mientras que la firmeza otorga la tolerancia. Hoy en día hacer pensar a otros no es poca cosa, y si de ese pensar saco un razonamiento que puede llevarme a un horizonte de lo trascendente, me parece que estaríamos colaborando implícitamente a que la evangelización de la cultura pueda hacerse realidad, es más dejaría un campo preparado para la inculturación del evangelio.
La creatividad del desafío, desde los valores permanentes
Y nosotros decimos que es un desafío pero desde la creatividad.
Ser creativos implica que hay siempre un horizonte abierto. Y no se trata solamente de un optimismo espiritualista. Desde la afirmación: “lo que ves no es todo lo que hay”, nos anima al ingenio y la apertura, para que muchos puedan tener la oportunidad de un contacto con lo trascendente, presentado desde la competencia de ser un formador de opinión, pero con un sustrato convincente de la vigencia de la formación en los valores del reino, que proclamábamos en la misa de Cristo Rey: el valor de la vida y la verdad, de la gracia y la santidad, de la justicia, el amor y la paz .
Decía este año el Santo Padre: las nuevas tecnologías han abierto también caminos para el dialogo entre personas de diversos países, culturas y religiones. El nuevo espacio digital, llamado ciberespacio, permite encontrarse y conocer los valores y tradiciones de otros. Sin embargo para que esos encuentros den fruto, se requieren formas honestas y correctas de expresión, además de una escucha atenta y respetuosa. El dialogo debe estar basado en una búsqueda sincera y recíproca de la verdad, para potenciar el desarrollo en la comprensión y la tolerancia. La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, es más bien la búsqueda de la verdad, del bien de la belleza. A dichos fines se encaminan nuestras decisiones y el ejercicio de nuestra libertad, y en ellos – la verdad, el bien y la belleza- encontramos felicidad y alegría.
Cuando sentimos la necesidad de acercarnos a otras personas, cuando deseamos conocerlas mejor y darnos a conocer, estamos respondiendo a la llamada divina, una llamada que esta grabada en nuestra naturaleza de seres creados a imagen y semejanza de Dios, el Dios de la comunicación y de la comunión.
La sensibilidad frente al momento histórico, el realismo en la acción, no deben hacernos olvidar la defensa de los valores perennes que deben ser salvados en la sociedad. La necesaria apertura hacia las exigencias nuevas de la sociedad no debe hacer que dejemos de lado los valores permanentes que valen para el hombre de ayer, de hoy y de mañana.
Los cristianos estamos llamados a construir un orden social y civil respetuoso de la persona humana, de proponer la auténtica concepción del hombre y de sus verdaderas necesidades, de asegurar y promover a la familia, de usar el poder de los medios masivos de comunicación como servicio y no como medio de aprovecharnos de ellos.
Los comunicadores laicos hacia los nuevos desafíos de la comunicación
Los laicos son miembros de la Iglesia en el corazón del mundo. Evangelii Nuntiandi dice: “Los seglares, cuya vocación específica los coloca en el corazón del mundo y a la guía de las más variadas tareas temporales, deben ejercer por lo mismo una singular forma de evangelización. Su tarea primera e inmediata no es la institución y el desarrollo de la comunidad eclesial -ésa es la función específica de los pastores- sino el poner en práctica todas las posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero a su vez presentes y activas en las cosas del mundo” (N° 70).
El Evangelio pide encarnarse en la cultura misma del hombre, allí donde se forjan los juicios, su mentalidad, sus decisiones; allí donde se forma opinión, donde se investiga la verdad, donde se hace la ciencia, donde se expresa la belleza, donde se construye la ciudad humana, con el trabajo de cada día, en la costosa diagramación radial, y en el humilde reportaje a uno de los pequeños del Reino. Desde el llamado a la solidaridad, hasta el servicio de buscar anunciantes.
El testimonio cristiano no es sólo buena voluntad
Es evidente que no es suficiente ser “buen católico”, como se dice habitualmente, para ser un buen administrador, o un buen movilero, o un buen profesional, o un buen obrero, o un buen comunicador. Es necesario el esfuerzo de la preparación, la formación, la habilidad técnica.
La formación religiosa es necesaria también para el problema del individualismo, “la quintita propia”, la ilusión de ser estrella o de ganar plata con la Radio. Porque es difícil encontrar gente que trabaje para el plan pastoral de la diócesis, junto al obispo y en comunión con los otros que hacen lo mismo y respetando las diferencias, la diversidad de carismas y dones.
Lo común es que cada uno trabaja para si mismo y para sostener su propio proyectito personal. Y creo que ese es un problema mucho más serio, que, el de ‘pescar en la propia pecera’.
Se requiere competencia y eficiencia. Para ello hay que prepararse seriamente. Se debe huir de la improvisación.
La acción del cristiano en el mundo no es sólo una cuestión técnica, es también algo íntimamente unido a su vida personal. Para ser eficaz en la pastoral de la comunicación debe darse una coherencia en todos los momentos y aspectos de su personalidad: como fiel, como padre o madre de familia, respetuoso de la ley: en deberes y derechos, como profesional, como responsable en la vida social.
La teoría o la práctica de la doble verdad, que sostiene que la profesión, los negocios, la política se realizan prescindiendo de las convicciones religiosas, puede ser una fuerte tentación de querer separar la religión de toda realidad humana.
El comunicador inmerso en la historia
El cristiano comprometido en el apostolado de la comunicación debe conocer la realidad de la sociedad en la que vivimos, no solamente a través de una lectura, que podríamos llamar fotográfica, limitándose a registrar lo que sucede ante nuestros ojos, sino intentando ir un poco más a fondo para recoger las raíces de los fenómenos que observamos. Se trata de comprender las razones de fondo que está en el origen de algunos comportamientos. Veremos que existen presupuestos culturales que informan el pensamiento y el modo de obrar de las personas. Se hace necesario una lectura de la realidad, un trabajo de discernimiento para interpretar el significado de los acontecimientos.
Debe conocer las ideas, correctas o erróneas (toda idea puede tener algo de verdad) que circulan en el mundo y de alguna manera lo dirigen, Debe conocer las causas y los componentes que han influido en la configuración de las ideologías. Debe conocer las condiciones objetivas, espirituales y materiales en que viven los hombres de nuestro tiempo, cuál es el cuadro cultural, económico, político en el que se encuentran. Debe conocer las razones de las protestas contra la situación actual.
El comunicador nos es un providencialista
Aunque la historia de los hombres sigue el misterioso plan de la Providencia y si la garantía de toda acción en la sociedad del cristiano consiste en la vitalidad y profundidad de vida religiosa, esto no lo dispensa de saber con que medios y recursos cuenta en la situación objetiva en la cual se mueve y que condiciona su accionar.
Es el “sentarse a calcular” de la parábola evangélica que pone en práctica el rey sabio antes de emprender la guerra contra el rey más poderoso o del constructor que antes de iniciar la obra cuenta lo que tiene para saber si la podrá concluir (7). La confianza en la Providencia no debe “tentar a Dios”. La competencia técnica, la habilidad y las dotes humanas son ciertamente necesarias (8).
Somos mujeres y hombres de fe por eso confiamos este gran desafío, al Maestro interior: El Espíritu Santo, que anima a la apertura y a la comunión entre los hombres, invitando a la aceptación de la diversidad, propiciando el encuentro, implicándonos como iglesia, a recrear continuamente la cultura del encuentro, con el mundo y la sociedad.
El horizonte de la Iglesia como el de Jesús es el Reino, de allí la importancia de que la Iglesia pronuncie su voz. Como peregrinos del cielo, pero con la mente abierta, el corazón en la mano y los pies sobre la tierra. La articulación de todo dialogo debe nacer de la apertura al Espíritu Maestro de comunicación, El puede vencer con su auxilio todo lo que nos atemoriza y detiene, todo lo que divide y separa, para hacer crecer el espíritu de la verdad y de unidad, para que el mundo crea.
Que María Santísima “mujer sin retórica” la que supo escuchar al gran comunicador, al Espíritu Santo. María mujer de no muchas palabras, pero oportunas, que supo discernir entre tantos comentarios de pueblo, la Palabra verdadera. María la del sí como un susurro, que se convertiría en el gran hecho comunicado y comunicador de la historia. María de la antirretórica, que no imposta la voz y no posa para nadie. Queremos que nos acompañes en este desafío de la evangelización de nuestros medios radiales, para llegar a los que no se sienten del redil.
María mujer sin retórica, líbranos del aplauso, del estremecimiento instantáneo y de la intoxicación de las palabras. Haz que nuestra comunicación parta de la solidez de los valores y llevando el perfume del silencio, trasunte la apertura de la tolerancia, el don de la libertad de espíritu y la verdad en la caridad, que el creador nos ha insuflado.
Preguntas para trabajar en grupo
¿Cómo puede una radio católica, provocar la escucha de los no formados en la fe?
¿Qué creatividad necesita una radio católica para ser escuchada con interés por una audiencia indiferente a la religión?
Notas
(1) Mc 16,15
(2) Hch. 1,8
(3) Villalva L., “El laico y su responsabilidad en el mundo temporal” 2005
(4) Discurso de Benedicto XVI a la plenaria del CPCS (29-10-2009), cita a Juan Pablo II
(5) Benedicto, Ibid
(6) Bergoglio j.M., “Reflexiones espirituales sobre la vida apostólica”. Ed. Diego de Torres. Bs As 1988.
(7) Lc. 14,28-32
(8) Villalva, ibid
Mons. Jorge Lugones S.J., obispo de Lomas de Zamora