Jueves, 31 de diciembre de 2009

“Para que todos los creyentes en Cristo tomen conciencia de que la unidad entre todos los cristianos constituye una condición para hacer más eficaz el anuncio del Evangelio” - Comentario a la Intención Misionera del mes de enero del 2010

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La unidad de todos los discípulos de Cristo, es uno de los deseos más profundos de su corazón. Ya en la Última Cena, el Señor manifiesta a sus Apóstoles, en ese ambiente de intimidad y confidencia, su deseo de unidad. Ese deseo se transforma en súplica confiada al Padre: “Que todos sean uno” (Jn 17, 21). Nosotros debemos unirnos a la oración de Cristo, y rogar intensamente por la unidad. Todo el misterio pascual de Jesús está dirigido a ese fin. Él va a morir, como profetizó Caifás incluso sin saberlo, para “reunir a los hijos de Dios dispersos” (Jn 11, 52).

El 25 de enero de 2007, afirmaba Benedicto XVI: “Al concluir la Semana de oración por la unidad de los cristianos, somos aún más conscientes de que la obra del restablecimiento de la unidad, que requiere nuestra energía y nuestro esfuerzo, es en cualquier caso infinitamente superior a nuestras posibilidades. La unidad con Dios y con nuestros hermanos y hermanas es un don que viene de lo alto, que brota de la comunión de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que en ella se incrementa y se perfecciona”. Al tomar conciencia de que la unidad es un don que sólo Dios puede conceder, debe acrecentarse nuestra oración pidiendo esa gracia.

La unidad tiene una fuerza apostólica imparable. En las primeras comunidades cristianas que nos describe Tertuliano, el amor entre los creyentes era su fuerza de conquista: “Mirad cómo se aman”. La división produce ante los ojos de los que observan, una gran desconfianza. No pueden sentir atracción a participar en la vida y en la fe de aquellos que están divididos. La unidad procede del amor y es manifestación de éste, y el amor siempre cautiva. La caridad es el vínculo de la unidad consumada. La falta de unidad debilita inmensamente el anuncio del Evangelio.

Por eso, ante la división, debemos ser conscientes de que la unidad requiere una conversión. Hablando de esta conversión, explica el Santo Padre: “La conversión implica dos dimensiones. En el primer paso se conocen y reconocen a la luz de Cristo las culpas, y este reconocimiento se transforma en dolor y arrepentimiento, en deseo de volver a empezar. En el segundo paso se reconoce que este nuevo camino no puede venir de nosotros mismos. Consiste en dejarse conquistar por Cristo” (25-1-2009). En el caso de S. Pablo, su conversión no fue el paso de una vida inmoral a una moralidad cabal, sino que consistió en ser conquistado por el amor de Cristo, renunciar a la propia perfección. «Sólo en la renuncia a nosotros mismos, en esta conformidad con Cristo podemos estar unidos también entre nosotros, podemos llegar a ser “uno” en Cristo. La comunión con Cristo resucitado es lo que nos da la unidad» (25-1-2009).

La Iglesia nació como fruto del misterio pascual de Cristo, por la acción del Espíritu Santo. Los Apóstoles estaban en oración con María, reunidos junto a Ella. Aquella que era el recuerdo vivo de Jesús, se convierte en vínculo de unidad para los que le aman. Pidámosle a Ella, Madre de la unidad, que interceda ante su Hijo para conseguir la anhelada unidad entre los miembros de Cristo.


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ZENIT publica la segunda meditación de Adviento que dirigió en la mañana del viernes, 11 de Diciembre de 2009, el padre Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., a Benedicto XVI y a sus colaboradores de la Curia Romana en la capilla "Redemptoris Mater" del Vaticano.


Ministros de la nueva alianza del Espíritu


1. El servicio del Espíritu

La otra vez comentamos la definición que Pablo da de los sacerdotes como "servidores de Cristo". En la segunda carta a los Corintios encontramos una afirmación aparentemente distinta. Escribe: " Él nos capacitó para ser ministros de una nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu. Pues la letra mata mas el Espíritu da vida. Que si el ministerio de la muerte, grabado con letras sobre tablas de piedra, resultó glorioso hasta el punto de que no poder los hijos de Israel fijar su vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, aunque pasajera, ¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu!" (2 Corintios 3, 6-8).

Pablo se define a sí mismo y a sus colaboradores "ministros del Espíritu" y el ministerio apostólico un "servicio del Espíritu". La confrontación con Moisés y el culto de la antigua alianza, no deja en duda de que en este pasaje, como en muchos otros de la misma Carta, él habla del papel de los guías de la comunidad cristiana, es decir, de los apóstoles y de sus colaboradores.

Quien conoce la relación que para Pablo existe entre Cristo y el Espíritu sabe que no hay contradicción entre ser servidores de Cristo y el ser ministros del Espíritu, sino continuidad perfecta. El Espíritu del que se habla aquí es de hecho el Espíritu de Cristo. Jesús mismo explica el papel del Paráclito respecto a él mismo, cuando dice a los apóstoles: él tomará de lo mío y os lo anunciará, él os hará recodar lo que os he dicho, él dará testimonio de mí...

La definición completa del ministerio apostólico y sacerdotal es: servidores de Cristo en el Espíritu Santo. El Espíritu indica la cualidad o la naturaleza de nuestro servicio que es un servicio "espiritual" en el sentido fuerte del término; es decir, no solo en el sentido de que tiene por objeto el espíritu del hombre, su alma, sino también en el sentido de que tiene por sujeto, o por "agente principal", como decía Pablo VI, al Espíritu Santo. San Ireneo dice que el Espíritu Santo es "nuestra misma comunión con Cristo" (San Ireneo, Adv. Haer. III, 24, 1.).

Poco antes, en la misma segunda Carta a los Corintios, el Apóstol había ilustrado la acción del Espíritu Santo en los ministros de la nueva alianza con el símbolo de la unción: "Y es que es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió,y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones" (2 Corintios 1, 21 s.).

San Atanasio comenta así este texto: "El Espíritu está llamado y es unción y sello... la unción es el soplo del Hijo, de modo que el que posee el Espíritu pueda decir: ‘Nosotros somos el perfume de Cristo'. El sello representa a Cristo, de modo que quien está marcado con el sello pueda tener la forma de Cristo" (San Atanasio, Epístolas a Serapión, III, 3 (PG 26, 628 s.). En cuanto unción, el Espíritu Santo nos transmite el perfume de Cristo; en cuanto sello, su forma, o imagen. Ninguna dicotomía hay por tanto entre el servicio de Cristo y servicio del Espíritu, sino unidad profunda.

Todos los cristianos son "ungidos"; su mismo nombre no significa otra cosa que esto: "ungidos", a semejanza de Cristo, que es el Ungido por excelencia (cf. 1 Juan 2, 20.27). Pablo sin embargo está hablando aquí de la obra suya y de Timoteo ("nosotros") hacia la comunidad ("vosotros"); es evidente por ello que se refiere en particular a la unción y al sello del Espíritu recibidos en el momento de ser consagrados al ministerio apostólico, para Timoteo mediante la imposición de las manos del Apóstol (cf. 2 Timoteo 1,6).

Debemos absolutamente redescubrir la importancia de la unción del Espíritu porque en ella, estoy convencido, está encerrado el secreto de la eficacia del ministerio episcopal y presbiteral. Los sacerdotes son esencialmente consagrados, es decir, ungidos. "Nuestro Señor Jesús -se lee en la Presbyterorum ordinis - que el Padre santificó y envió al mundo (Juan 10,36), hizo partícipe a todo su cuerpo místico de esa unción del Espíritu que él ha recibido". El mismo decreto conciliar se preocupa sin embargo en seguida en claro la especificidad de la unción conferida por el sacramento del Orden. Por eso, dice, " los sacerdotes, en virtud de la unción del Espíritu Santo, están marcados por un carácter especial que los configura a Cristo Sacerdote, de modo que puedan actuar en nombre de Cristo cabeza" (PO, 1, 2).

2. La unción: figura, acontecimiento y sacramento

La unción, como la Eucaristía y la Pascua, es una de esas realidades que están presentes en todas las tres fases de la historia de la salvación. Está presente de hecho en el Antiguo Testamento como figura, en el Nuevo Testamento como acontecimiento y en el tiempo de la Iglesia como sacramento. En nuestro caso, la figura es dada por las diversas unciones practicadas en el Antiguo Testamento; el acontecimiento está constituido por la unción de Cristo, el Mesías, el Ungido, al que todas las figuras tendían como a su realización; el sacramento, está representado por ese conjunto de signos sacramentales que prevén una unción como rito principal o complementario.

En el Antiguo Testamento se habla de tres tipos de unción: la unción real, sacerdotal y profética, es decir, la unción de los reyes, de los sacerdotes y de los profetas, aunque en el caso de los profetas se trata en general de una unción espiritual y metafórica, es decir, sin un óleo material. En cada una de estas tres unciones, se delinea un horizonte mesiánico, es decir, la esperanza de un rey, de un sacerdote y de un profeta que será el Ungido por antonomasia, el Mesías.

Junto con la investidura oficial y jurídica, por la que el rey se convierte en el Ungido del Señor, la unción confiere también, según la Biblia, un real poder interior, comporta una transformación que viene de Dios y este poder, esta realidad vienen cada vez más identificados con el Espíritu Santo. Al ungir a Saúl como rey, Samuel dice: "¿No es el Señor quien te ha ungido como jefe de su pueblo Israel? Tu regirás al pueblo del Señor... Te invadirá entonces el Espíritu del Señor, entrarás en trance con ellos y quedarás cambiado en otro hombre" (1 Samuel 10, 1.6). El vínculo entre la unción y el Espíritu está sobre todo puesto a la luz en el conocido texto de Isaías: "El espíritu del Señor está sobre mi, por cuanto que me ha ungido" (Isaías 61, 1).

El Nuevo Testamento no duda en presentar a Jesús como el Ungido de Dios, en el que todas las unciones antiguas encuentran su cumplimiento. El título de Mesías, Cristo, que significa precisamente Ungido, es la prueba más clara de ello.

El momento o el acontecimiento histórico al que se hace remontar este cumplimiento es el bautismo de Jesús en el Jordán. El efecto de esta unción es el Espíritu Santo: "Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hechos 10, 38); Jesús mismo, inmediatamente después de su bautismo, en la sinagoga de Nazaret, declaró: "El Espíritu del Señor está sobre mí; pues me ha ungido" (Lucas 4, 18). Jesús estaba ciertamente lleno del Espíritu Santo desde el momento de la encarnación, pero se trataba de una gracia personal, ligada a la unión hipostática, y por ello, incomunicable. Ahora en la unción recibe esa plenitud de Espíritu Santo que, como cabeza, podrá transmitir a su cuerpo. La Iglesia vive en esta gracia capital (gratia capitis).

Los efectos de la triple unción - real, profética y sacerdotal - son grandiosos e inmeditados en el ministerio de Jesús. En virtud de la unción real, él derrota al reino de Satanás e instaura el Reino de Dios: "Si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios" (Mt 12.28); en virtud de la unción profética, "anuncia la buena noticia a los pobres"; en virtud de la unción sacerdotal, ofrece oraciones y lágrimas durante su vida terrena y al final se ofrece a si mismo en la cruz.

Tras haber estado presente en el Antiguo Testamento como figura y en el Nuevo Testamento como acontecimiento, la unción está presente ahora en la Iglesia como sacramento. El sacramento toma de la figura el signo y del acontecimiento el significado; toma de las unciones del Antiguo Testamento el elemento - el óleo, el crisma o ungüento perfumado - y de Cristo la eficacia salvífica. Cristo nunca fue ungido con óleo físico (aparte de la unción de Betania), ni nunca ungió a nadie con óleo físico. En él el símbolo ha sido sustituido por la realidad, por el "óleo de alegría" que es el Espíritu Santo.

Más que un sacramento único, la unción está presente en la Iglesia como un conjunto de ritos sacramentales. Come sacramentos en sí mismos, tenemos la confirmación (que a través de todas las transformaciones sufridas remite, como atestigua su nombre, al antiguo rito de la unción con el crisma) y la unción de los enfermos; como parte de otros sacramentos tenemos: la unción bautismal y la unción en el sacramento del orden. En la unción crismal que sigue al bautismo, se hace referencia explícita a la triple unción de Cristo: "Él mismo os consagra con el crisma de salvación; insertados en Cristo sacerdote, rey y profeta, sed siempre miembros de su cuerpo para la vida eterna".

De todas estas unciones, nos interesa en este momento la que acompaña al momento en que se confiere el Orden sagrado. En el momento en que unge con el sagrado crisma las palmas de cada ordenando arrodillado ante él, el obispo pronuncia estas palabras: "El Señor Jesucristo que el Padre ha consagrado en Espíritu Santo y poder te custodie para la santificación de su pueblo y para ofrecer el sacrificio".

Aún más explícita es la referencia a la unción de Cristo en la consagración episcopal. Ungiendo con óleo perfumado la cabeza del nuevo obispo, el obispo ordenante dice: "Dios, que te ha hecho partícipe del sumo sacerdocio de Cristo, infunda en tí su mística unción y con la abundancia de su bendición dé fecundidad a tu ministerio".

3. La unción espiritual

Hay un riesgo, que es común a todos los sacramentos: el de quedarse en el aspecto ritual y canónico de la ordenación, en su validez y licitud, y no dar suficiente importancia a la "res sacramenti", al efecto espiritual, a la gracia propia del sacramento, en este caso al fruto de la unción en la vida del sacerdote. La unción sacramental nos capacita para realizar ciertas acciones sagradas, como gobernar, predicar, instruir; nos da, por así decirlo, la autorización para hacer ciertas cosas, no necesariamente la autoridad al hacerlas; asegura la sucesión apostólica, ¡no necesariamente el éxito apostólico!

La unción sacramental, con el carácter indeleble (el "sello") que imprime en el sacerdote, es una fuente a la que podemos acudir cada vez que sentimos necesidad de ella, que podemos, por así decirlo, activar en cada momento de nuestro ministerio. Se realiza aquí la que en teología se llama la "reviviscencia" del sacramento. El sacramento, recibido en el pasado, "reviviscit", vuelve a revivir y a liberar su gracia: en los casos extremos para que sea quitado el obstáculo del pecado (el obex), en otros casos, para que se remueva la pátina de la costumbre y se intensifique la fe en el sacramento. Sucede como con una ampolla de perfume. Nosotros podemos tenerlo en el bolsillo o apretarlo con la mano mientras queramos, pero si no lo abrimos el perfume no se difunde, es como si no estuviera.

¿Cómo nació esta idea de una unción actual? Una etapa importante la constituyó, una vez más, Agustín. Él interpreta el texto de la primera carta de Juan: "Habéis recibido la unción..." (1 Juan 2, 27), en el sentido de una unción continua, gracias a la cual el Espíritu Santo, maestro interior, nos permite comprender dentro lo que escuchamos desde fuera, A él se remonta la expresión "unción espiritual", spiritalis unctio, recogida en el himno Veni creator (San Agustín, Sobre la primera carta de Juan, 3,5 (PL 35, 2000); cf. 3, 12 (PL 35, 2004). San Gregorio Magno, como en muchas otras cosas, contribuyó a hacer popular, durante todo el medioevo, esta intuición agustiniana (Cf. San Agustín, Agostino, Sobre la primera carta de Juan, 3,13, PL 35, 2004 s.; cf. San Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios 30, 3, PL 76, 1222)..

Una nueva fase en el desarrollo del tema de la unción se abre con san Bernardo y san Buenaventura. Con ellos se afirma la nueva acepción, espiritual y moderna de unción, no unida tanto al tema del conocimiento de la verdad, cuanto al de la experiencia de la realidad divina. Comenzando a comentar el Cantar de los Cantares, san Bernardo dice: "Semejante cántico, sólo la unción lo enseña, solo la experiencia lo hace comprender" (San Bernardo, Sobre el Cántico --Sul Cantico--, I, 6, 11, ed. Cistercense, I, Roma 1957, p.7).. San Buenaventura identifica la unción con la devoción, concebida por él como "un sentimiento suave de amor hacia Dios suscitado por el recuerdo de los beneficios de Cristo" (San Bonaventura, IV, d.23,a.1,q.1, ed. Quaracchi, IV, p.589; Sermone III su S. Maria Maddalena, ed. Quaracchi, IX, p. 561).. Esta no depende de la naturaleza, ni de la ciencia, ni de las palabras o de los libros, sino del "don de Dios que es el Espíritu Santo" (Ibídem, VII, 5).

En nuestros días, se usan cada vez más los términos ungido y unción (anointed, anointing) para describir el actuar de una persona, la calidad de un discurso, de una predicación, pero con una diferencia de acento. En el lenguaje tradicional, la unción sugiere, como se ha visto, sobre todo la idea de suavidad y dulzura, tanto que da lugar, en su uso profano, a la acepción negativa de "eloquio o actitud meliflua e insinuante, a menudo hipócrita", y al adjetivo "untuoso", en el sentido de "persona o actitud desagradablemente ceremoniosa y servil".

En el uso moderno, más cercano al bíblico, sugiere más bien la idea de poder y fuerza de persuasión. Una predicación llena de unción es una predicación en la que se percibe, por así decirlo, el estremecimiento el Espíritu; un anuncio que mueve, que convence de pecado, que llega al corazón de la gente. Se trata de un componente exquisitamente bíblico del término, presente por ejemplo en el texto de los Hechos, donde se dice que Jesús "fue ungido en Espíritu y poder" (Hechos 10, 38).

La unción, en esta acepción, parece más un acto que un estado. Es algo que la persona no posee establemente, sino que la supera, la "inunda" en el momento, en el ejercicio de un cierto ministerio o en la oración.

Si la unción es dada por la presencia del Espíritu y es don suyo, ¿que podemos hacer para tenerla? Ante todo rezar. Hay una promesa explícita de Jesús: "El Padre celeste dará el Espíritu Santo a quien se lo pida!" (Lucas 11,13). Después romper también nosotros el vaso de alabastro como la pecadora en casa de Simón. El vaso es nuestro yo, quizás nuestro árido intelectualismo. Romperlo, significa negarnos a nosotros mismos, ceder a Dios, con un acto explícito, las riendas de nuestra vida. Dios no puede entregar su Espíritu a quien no se entrega enteramente a él. 

4. Cómo lograr la unión del Espíritu

Apliquemos a la vida del sacerdote este riquísimo contenido bíblico y teológico ligado al tema de la unción. San Basilio dice que el Espíritu Santo "siempre estuvo presente en la vida del Señor, convirtiéndose en la unción y el compañero inseparable", de manera que "toda la actividad de Cristo se desarrolló en el Espíritu" (San Basilio, Sobre el Espíritu Santo XVI, 39 (PG 32, 140C). Recibir la unción significa, por tanto, tener al Espíritu Santo como "compañero inseparable" en la vida, hacer todo "en el Espíritu", en su presencia, con su guía. Ésta comporta una cierta pasividad, ser empujados, movidos, o, como dice Pablo "dejarse guiar por el Espíritu" (cf. Gálatas 5,18).

Todo esto se traduce exteriormente a veces en suavidad, calma, paz, dulzura, devoción, conmoción, otras veces en autoridad, poder, credibilidad, según las circunstancias, el carácter de cada quien y el cargo que desempeña. El ejemplo vivo es Jesús que, movido por el Espíritu, se manifiesta como manso y humilde de corazón, pero también, lleno de autoridad sobrenatural. Se trata de una condición caracterizada por una cierta luminosidad interior que permite hacer las cosas con facilidad y dominio. Algo así como el atleta que "está en forma" o como sucede cono la inspiración en el caso del poeta: un estado en el que logra dar lo mejor de sí mismo.

Nosotros, sacerdotes, tendremos que acostumbrarnos a pedir la unción del Espíritu antes de emprender una acción importante al servicio del Reino: cuando hay que tomar una decisión, cuando hay que hacer un nombramiento, cuando hay que escribir un documento, cuando hay que presidir una comisión, cuando hay que preparar una predicación. Yo lo he aprendido a cuenta propia. En ocasiones, he tenido que dirigir la palabra a un gran auditorio, en un idioma extranjero, quizá recién llegado de un largo viaje. Oscuridad total. El idioma en el que tenía que hablar me parecía que nunca la había hablado, sentía incapacidad para concentrarme en un esquema, en un tema. Y el canto inicial estaba a punto de acabar... Entonces me he acordado de la unción y, de prisa, he elevado una breve oración: "¡Padre, en nombre de Cristo, te pido la unción del Espíritu!".

A veces, el efecto es inmediato. Se experimenta casi físicamente la venida sobre sí mismo de la unción. Una cierta conmoción atraviesa al cuerpo: claridad de mente, serenidad de alma; desaparece el cansancio, el nerviosismo, todo miedo y toda timidez; se experimenta algo de la calma y de la autoridad misma de Dios.

Muchas de mis oraciones, como me imagino las de todo cristiano, no han sido escuchadas, sin embargo, casi nunca queda sin escuchar esta oración por la unción. Parece que ante Dios tenemos una especie de derecho a reclamarla. Después he reflexionado algo en esta posibilidad. Por ejemplo, si tengo que hablar de Jesucristo, hago una alianza secreta con Dios Padre, sin que lo sepa Jesús, y digo: "Padre, tengo que hablar de tu Hijo, Jesús, a quien tú tanto amas: dame la unción de tu Espíritu para llegar al corazón de la gente". Si tengo que hablar de Dios Padre, por el contrario, llego a un acuerdo secreto con Jesús... La doctrina de la Trinidad es maravillosa también en este sentido.

5. Ungidos para difundir en el mundo el buen olor de Cristo

En el mismo contexto de la segunda carta a los Corintios, el apóstol, haciendo siempre referencia al ministerio apostólico, desarrolla la metáfora de la unción con la del olor que es su efecto. Escribe: "¡Gracias sean dadas a Dios, que nos lleva siempre en su triunfo, en Cristo, y por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento! Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo" (2 Corintios 2, 14-15).

Esto es lo que debería ser el sacerdote: ¡el buen olor de Cristo en el mundo! Pero el apóstol nos pone en guardia, añadiendo después: "llevamos este tesoro en recipientes de barro" (2 Corintios 4,7). Sabemos demasiado bien, por la dolorosa y humillante experiencia reciente, todo lo que esto significa. Jesús decía a los apóstoles: "Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres" (Mateo 5, 13). La verdad de esta frase de Cristo se encuentra dolorosamente ante nuestra mirada. También el ungüento, si pierde el olor y se desvirtúa, se transforma en lo contrario, en olor nauseabundo, en vez de atraer a Cristo aleja de él.

En parte para responder a esta situación, el Santo Padre ha convocado este año sacerdotal. Lo dice abiertamente en la carta de convocación: "hay situaciones, nunca bastante deploradas, en las que la Iglesia misma sufre por la infidelidad de algunos de sus ministros. En estos casos, es el mundo el que sufre el escándalo y el abandono".

La carta del Papa no se limita a esta constatación, de hecho añade: "lo más conveniente para la Iglesia no es tanto resaltar escrupulosamente las debilidades de sus ministros, cuanto renovar el reconocimiento gozoso de la grandeza del don de Dios, plasmado en espléndidas figuras de pastores generosos, religiosos llenos de amor a Dios y a las almas".

La revelación de las debilidades también debe hacerse para hacer justicia a las víctimas y la Iglesia ahora lo reconoce y la aplica lo mejor que puede, pero debe hacerse en otra sede y, en todo caso, no vendrá de ahí el empuje para una renovación del ministerio sacerdotal. Yo he pensado en este ciclo de meditaciones sobre el sacerdocio precisamente como una pequeña contribución en la dirección auspiciada por el Santo Padre. Quisiera que dejar que hable en mi lugar el seráfico padre, san Francisco. En un momento en el que la situación moral del clero era sin comparación más triste que la de hoy, en su Testamento, escribe: "El Señor me dio, y me sigue dando, tanta fe en los sacerdotes que viven según la norma de la santa Iglesia romana, por su ordenación, que, si me persiguieran, quiero recurrir a ellos. Y si tuviese tanta sabiduría como la que tuvo Salomón y me encontrase con los pobrecillos sacerdotes de este siglo, en las parroquias donde viven, no quiero predicar al margen de su voluntad. Y a todos los demás sacerdotes quiero temer, amar y honrar como a mis señores. Y no quiero ver pecado en ellos, porque en ellos miro al Hijo de Dios y son mis señores. Y lo hago por esto: porque en este siglo no veo nada físicamente del mismo altísimo Hijo de Dios, sino su santísimo cuerpo y santísima sangre, que ellos reciben y solos ellos administran a los demás".

En el texto citado al inicio, Pablo habla de la "gloria" de los ministros de la Nueva Alianza del Espíritu, inmensamente más elevada que la antigua. Esta gloria no procede de los hombres y no puede ser destruida por los hombres. El santo cura difundía ciertamente alrededor suyo el buen olor de Cristo y por este motivo las muchedumbres acudían a Ars; más cerca de nosotros, el padre Pío de Pietrelcina difundía el olor de Cristo, a veces incluso con un perfume físico, como lo atestiguan innumerables personas dignas de fe. Muchos sacerdotes, ignorados por el mundo, son en su ambiente el buen olor de Cristo y del Evangelio. El "cura rural" de Bernanos tiene innumerables compañeros difundidos por el mundo, en la ciudad como en el campo.

El padre Lacordaire trazó un perfil del sacerdote católico, que hoy día puede parecer demasiado optimista e idealizado, pero volver a encontrar el ideal y el entusiasmo por el ministerio sacerdotal es precisamente lo que hace falta en este momento y, por este motivo, lo volvemos a escuchar al concluir esta meditación: "Vivir en medio del mundo sin ningún deseo por los propios placeres; ser miembro de toda familia, sin pertenecer a ninguna de ellas; compartir todo sufrimiento; quedar al margen de todo secreto; curar toda herida; ir todos los días desde los hombres hacia Dios para ofrecerles su devoción y sus oraciones, y regresar desde Dios a los hombres para llevarles su perdón y su esperanza; tener un corazón de acero por la castidad y un corazón de carne para la caridad; enseñar y perdonar, consolar y bendecir y ser bendecido para siempre. Oh Dios, ¿qué tipo de vida es éste? ¡Es tu vida, sacerdote de Jesucristo!" (H. Lacordaire, citado por D. Rice, Shattered Vows, The Blackstaff Press, Belfast 1990, p.137).

[Traducción del original italiano realizada por Inma Álvarez y Jesús Colina]


Publicado por verdenaranja @ 14:37  | Espiritualidad
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(De Fuente de la Guancha)


25 AÑOS AL SERVICIO DE LOS ENFERMOS EN LA PASTORAL DE SALUD

16 de Diciembre

(De NOTICIERO “JUANDEDIANO) El día 15 de Noviembre, tuvo lugar la Misa de Acción de Gracias por los 25 años de sacerdocio del Padre Fernando Lorente, Capellán del nuestro Hospital de San Juan de Dios.
En la Eucaristía, a la que asistieron un gran número de invitados, familiares y amigos del Padre Fernando, tuvimos ocasión de enterarnos que es natural de Poyales del Hoyo, un pintoresco pueblo de la Provincia de Ávila, situado en un lugar privilegiado y al respaldo de la Sierra de Gredos.
El Padre Fernando, cumple ya 25 en el Servicio de Pastoral del Hospital y en Tenerife, donde fue destinado nada más ordenarse de sacerdote. Supimos también de que durante su vida como Hermano de San Juan de Dios, desempeñó puestos de mucha responsabilidad a nivel de la Orden y de que tuvo un especial interés en la Formación de los Hermanos. Padre Fernando, le deseamos que siga todos los años que el Señor quiera tenerlo entre noso­tros, aquí lo apreciamos y queremos todos. Desde el Noticiero le enviamos nuestra cordial felicitación. 

EL PORTAL DE LA PARROQUIA

22 de Diciembre

Miembros de la Cofradía de la Santa Pasión han elaborado un portal con el misterio del nacimiento de Jesús. Este año lo han confeccionado en un lateral del templo, en concreto en el interior de la puerta que da al Norte, que ordinariamente se mantiene cerrada. 

VISITA A LOS BELENES

27 de Diciembre

Ya es tradición organizar a nivel parroquial una visita a los Belenes. Este año pudimos contemplar el artístico nacimiento, obra de arte del hermano Joaquín Sanz, del Hospital de San Juan de Dios. Luego nos trasladamos hasta Santa Cruz donde pudimos deleitarnos con los Portales de Caja-Canarias con la novedad de la reproducción de la tumba del rey Herodes, el del Parlamento y el del Cabildo. En la tarde pasamos por el de Taco, confeccionado al aire libre. Al regreso paramos en La Orotava para contemplar dos belenes: uno  de grandes dimensiones en la Plaza del Ayuntamiento y el otro que constituyó la admiración de todos, situado en la calle Calvario y realizado a base de la arquitectura tradicional canaria y con la representación de los usos y costumbres rurales. 

VISITA AL MUSEO DE LA CIENCIA Y EL COSMOS

27 de Diciembre

Antes de comenzar el recorrido de la visita a los Belenes el grupo parroquial hizo parada en La Laguna para visitar en MUSEO DE LA CIENCIA Y EL COSMOS (MCC), lugar único, mezcla de museo tradicional y parque de atracciones, donde los componentes tuvieron la oportunidad de acercarse a las leyes y principios que rigen la Naturaleza a  través de los experimentos interactivos y se sintieron miembros activos manejándolos con sus propias manos.
El Museo de la Ciencia y el Cosmos fue inaugurado en 1993, por iniciativa del Cabildo de Tenerife y el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), y ha servido para traducir a un lenguaje popular los fascinantes descubrimientos que está proporcionando el estudio del Universo. 

PEREGRINACIÓN PARROQUIAL A LA ERMITA DE SAN VICENTE

27 de Diciembre

En la ermita de San Vicente de Los Realejos se está celebrando desde el 22 de Enero de 2009 el AÑO JUBILAR DE SAN VICENTE, gracia concedida por el Papa Benedicto XVI con motivo de cumplirse los 400 años de que el pueblo, agradecido a la intercesión del santo Mártir por librarle de la peste de Landres, se comprometió a tener como festivo el 22 de Enero.
Un grupo de fieles de las parroquias de La Guancha y de San José con su párroco peregrinó con el fin de alcanzar las indulgencias anejas al IV Centenario. 

LA ORDEN HOSPITALARIA INAUGURA EN CANARIAS EL PRIMER CENTRO PSICOPEDAGÓGICO

29 de Diciembre

(De NOTICIERO “JUANDEDIANO”) El Hospital San Juan de Dios ha puesto en marcha en Canarias el primer Centro Psicopedagógico destinado a personas adultas con discapacidad intelectual, trastornos de conducta y trastornos mentales asociados, con edades comprendidas entre los 17 y 64 años.
Este nuevo espacio, pio­nero en las Islas, se pone en funcionamiento con la fina­lidad de mejorar la calidad de vida de estas personas y de sus familiares, intervenir sobre los trastornos de conducta y proporcionar una atención integral.
De esta manera, se ga­rantiza una calidad de vida digna para los pacientes y sus familias.
Debido a la gran deman­da y escasez de recursos, el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife propusieron a la Orden de San Juan de Dios construir una residencia y un centro de día más amplio en los te­rrenos anexos al Hospital, dicha construcción ha sido cofinanciada por ambas en­tidades y el Gobierno Estatal, lo que ha hecho que este centro sea hoy una realidad.


REDACCIÓN DE "IGLESIA NIVARIENSE"
C. San Agustín, nº 28
38201. La Laguna. Tenerife.
Tfno. 922-25 86 40 / Extensión 8
e-mail: [email protected]

Boletín 367  

 PUEDES VER AMPLIADAS ALGUNAS DE ESTAS INFORMACIONES EN:
http://www.odisur.es/index.php?mod=diocesis&dioc=16&idsecc=46&opm=n21
www.cope.es/tenerife 

Las campanas de todos los templos de la isla de La Palma repicarán a las 18 horas del primero de enero anunciado así el comienzo de un Año de Bajada, ya que en 2010 se celebrará la sesenta y siete edición de las lustrales fiestas en honor a Nuestra Señora de Las Nieves. El próximo mes de febrero se presentarán oficialmente los actos pastorales de la misma.  

Con numerosos esfuerzos fue retirada la cruz de la bóveda central de la Catedral. Los trabajos previos y el esfuerzo de los operarios hicieron posible que una gran grúa retirara la cruz del primer templo de la diócesis, momento que fue acogido por un emotivo aplauso por parte de los trabajadores. Ahora se proseguirán los trabajos que permitirán desmontar la cúpula principal y las bóvedas que conforman las cubiertas. Está previsto que estas labores concluyan en mayo por lo que los trabajos de reposición empezarán en junio. 

Alexis González de León es el nuevo prior de la Basílica de Candelaria, servicio en el que sustituye al padre Jesús Mendoza tras su elección, el pasado día 5, por la comunidad de dominicos reunida en el Capítulo conventual. Su labor es, indicó, "animar, motivar la vida comunitaria y apostólica de cada fraile. Prior significa el primero entre los iguales. Quiere decir que en  la comunidad no es un rango, sino un servicio que se ha de prestar con generosidad a los hermanos. Es el responsable del convento y quien, en diálogo con los demás frailes, coordina la labor pastoral de la comunidad". 

Como es tradicional por los días de Navidad, los catequistas de la isla de La Gomera se reunieron en un encuentro formativo-festivo. En esta ocasión, la parroquia anfitriona fue la de S. Juan en Vallehermoso. Tras la acogida, el Vicario General presidió la Eucaristía en el templo parroquial. Posteriormente, Antonio Pérez, reflexionó con los catequistas sobre el objetivo preferente de la diócesis para este curso, esto es, la Iniciación Cristiana. Pérez invitó a los presentes a capacitarnos para los retos hermosos que tenemos por delante y para las necesarias reformas que hemos de emprender ya que estamos “no en una época de cambios, sino en un cambio de época”.  

Esta semana, la delegación de Jóvenes se ha reunido en Tegueste para revisar la asamblea pasada que llevó por título “Enredando juntos”. Además, dicho encuentro sirvió para programar las actividades del próximo trimestre con especial atención en las iniciativas que se llevarán a cabo durante la presencia en la Diócesis de la Cruz de los Jóvenes, del 2 al 8 de mayo. 

La parroquia de Santa María de Gracia acogió un encuentro de diáconos en el que se abordó el tema del diaconado y la caridad. Tras la oración de inicio, el vicario general, Domingo Navarro disertó sobre el núcleo temático del encuentro. Posteriormente, tuvo lugar una puesta en común en donde los cuatros diáconos de nuestra diócesis que asistieron a esta jornada compartieron inquietudes y sentimientos. El obispo, Bernardo Álvarez se hizo presente en la última parte del encuentro. 

El director de Cáritas Diocesana, Leonardo Ruiz, ha anunciado con ilusión que, pese a los recortes en las subvenciones que les han obligado a cerrar para 2010 su programa de asesoramiento legal y social a inmigrantes, Contamíname, se están estudiando nuevos proyectos. Uno de los más significativos es la creación de un centro de día dentro del proyecto Lázaro, que gestiona la única casa de acogida para personas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) de Canarias, ubicada en Finca España y que alberga a 14 personas seropositivas y que se encuentran en situación de exclusión social o que, como señala Ruiz, "han sido rechazadas por sus familias y expulsadas de sus casas por tener esta enfermedad".  

La parroquia de San Marcos Evangelista, en Tegueste, ha acogido una eucaristía en acción de gracias por once matrimonios que celebraron sus bodas de oro y doce que festejaron sus bodas de plata. El acto estuvo organizado por el Movimiento de Familias Cristianas. 

Antena 3 Televisión, emitirá las campanadas de fin de año desde la torre de La Concepción de La Laguna. Los últimos minutos de 2009 en las islas se verán en directo no sólo en todo el archipiélago, sino también en toda España y en el resto del mundo a través del Canal Internacional de Antena 3. 

Como ocurre desde hace más de un siglo, el próximo martes 5 de enero el pueblo de Tejina acogerá una nueva representación de su Auto Sacramental de los Reyes Magos, una de las piezas dramáticas más antiguas y valiosas del teatro navideño en Canarias y una joya de la cultura del Archipiélago. 

El seis de Enero, los herreños celebrarán el aniversario de la “arribada” de la imagen de la Virgen de Los Reyes a la isla. Con tal motivo, en esa tarde, el santuario de la Dehesa acogerá una especial celebración. 

Lourdes Almendariz ha recibido la mención honorífica que cada año otorga el Cabildo a las personas que destacan por su labor de voluntariado, un premio que refleja 16 años de entrega desinteresada como doctora en Proyecto Hombre, labor que desempeña con la comprensión de su familia.  

Por otro lado, la Asociación de Electrodomésticos de Canarias (ACADESA-Expert) ha hecho entrega de un donativo a Cáritas Diocesana de Tenerife fruto de una campaña solidaria realizada entre las empresas asociadas. La aportación fue entregada en la Sede de Cáritas Diocesana de Tenerife por Carlos Javier Rodríguez, director gerente. 

La Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado se celebrará durante los días 16 y 17 de enero bajo el lema: “Hoy acogemos, mañana compartimos”. El nuevo delegado de migraciones de la diócesis, Jesús Alberto González, ha enviado una misiva en la que recuerda que en España contamos con 803.857 menores de edad nacidos en el extranjero, que representan el 17% del total de extranjeros. 

La delegación de migraciones ha organizado dos momentos celebrativos para esos días. Por un lado, la vigilia de oración que tendrá lugar en la parroquia de Santa Úrsula Mártir en Santa Úrsula, el viernes 15 de enero a las 20:00 horas. Por otro lado, la eucaristía de la Jornada de Migraciones se celebrará el domingo 17 de enero a las 11:00 horas, en el Santuario del Cristo de Tacoronte. 

El asilo del Cristo, en La Laguna, ha recaudado desde el pasado día 16, jornada en la que se celebró el festival benéfico en su favor en el Teatro Leal, un total de 1.240 euros. Dicho centro se ha visto obligado a paralizar su reforma por una deuda de 800.000 euros, que desde hace unos meses comienza a ser paliada.


Mi?rcoles, 30 de diciembre de 2009

Carta pastoral de monseñor Luis Urbanč, obispo de Catamarca, con motivo de Centenario de la diócesis de Catamarca. (AICA)
 (8 de diciembre de 2008)


CENTENARIO DE LA DIÓCESIS 

¡Estimados Hermanos y Hermanas en Cristo!

1.- Por la gracia de Dios y la maternal protección de Nuestra Señora del Valle, hemos llegado a nuestros primeros cien años de vida diocesana. Te Deum laudamus, te Dominum confitemur…(A Ti, oh Dios, te alabamos; a Ti, oh Señor, te reconocemos…). 

Año Jubilar 

2.- Con esta solemne celebración de la Inmaculada Concepción de la Virgen María damos inicio a nuestro año jubilar. *Año de Júbilo porque podemos y debemos alabar y dar gracias al Único y Verdadero Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, por tantos favores recibidos; *Año de Júbilo porque hemos crecido como Iglesia de Jesucristo con un marcado sello mariano que nos distingue en medio de tantos pueblos de la Patria y del mundo; *Año de Júbilo porque tantos hermanos y hermanas sueñan con verse libres de ataduras materiales y espirituales, estructurales y subjetivas por medio del arduo y fecundo camino de la conversión y la experiencia del perdón fraterno; *Año de Júbilo porque con toda la Patria vamos a celebrar el Bicentenario en Justicia y solidaridad; y, *Año de Júbilo porque juntos como hermanos, con generosidad y creatividad, queremos ser una ‘Iglesia discípula-misionera’, atractiva ‘casa y escuela de comunión’ y verdaderamente ‘samaritana y cordial’. 

Los contenidos del Año Jubilar 

Profesión de fe eclesial en Jesucristo

3.- En este año Jubilar deberemos realizar una profunda, convencida, responsable y duradera profesión de fe en Jesucristo: ‘Camino, Verdad y Vida; Dios, Hermano, Amigo, Maestro y Salvador de todos los hombres’; y, a la vez, internalizar la índole eclesial de nuestra fe, por medio de una comunión afectiva y efectiva con el Papa Benedicto XVI, fundamento visible del Cuerpo Místico de Jesucristo, la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica. 

Discípulos-misioneros de Jesucristo

4.- También, la de asumir de un modo permanente el mandato misionero de Jesús: ‘Vayan por todo el mundo y hagan que todos los hombres sean mis discípulos’ (cf. Mt 28,19). Así estaremos en sintonía con lo resuelto en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrado en Aparecida, entre el 15 al 31 de mayo de 2007: ser discípulos-misioneros que lleguemos a todos, empezando por los últimos y excluidos, y llegando con la fuerza del Evangelio a todos los ambientes donde vive y actúa el ser humano, de cualquier raza, cultura y nación. 

Estilo evangelizador mariano

5.- Como supe decirles al inicio de mi ministerio episcopal, en este año Jubilar hemos de profundizar y comprometernos a que todos, personalmente y como miembros de instituciones eclesiales y, por qué no civiles, demos un neto corte mariano a nuestra vida cristiano-eclesial. Es decir, que no podemos concebir, en la Diócesis de Catamarca, una vida y compromiso cristianos que adolezcan del estilo evangelizador que vemos en la Santísima Virgen María. Para ilustrarlo me remito a algunos pasajes de las Sagradas Escrituras.: a) Ante el mensaje del ángel Gabriel dirá: ‘Soy la esclava del Señor, que se haga en mí lo que has dicho’ (cf. Lc 1,38), es decir, disponibilidad incondicional para hacer la voluntad de Dios. b) Con premura y ya embarazada irá a ayudar a su prima Isabel, la que exclamará: ‘¿De dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a visitarme? (Lc 1,43). Aquí tenemos un hermoso ícono (modelo) para que todos los bautizados seamos discípulos-misioneros. c) En las Bodas de Caná, al acabarse el vino dirá a Jesús y se lo sigue diciendo: ‘No tienen vino’ (Jn 2,3); cabe acotar que el concepto vino significa hoy: amor, paz, trabajo, alegría, unidad, justicia, inclusión, educación, salud, respeto, vida, esperanza, diálogo, perdón, verdad, fe, compromiso, responsabilidad, lealtad, fidelidad, civilidad, amistad, etc. Asimismo, a los que servían en la fiesta, que ahora somos nosotros, dirá: ‘Hagan lo que Él les diga’ (Jn 2,5). Por eso, mis queridos hermanos, hoy y siempre quien quiera ser un fiel hijo de María, cuando la invoque o la contemple deberá escuchar de sus maternales labios: ‘Haz lo que mi Hijo Jesús  te dice’. d) Por último, junto a la Cruz y ante su Hijo agonizante, escuchará de Él, refiriéndose al ‘discípulo amado’: ‘ahí tienes a tu hijo’ (Jn 19,26). No pudimos recibir mejor herencia, después de la filiación divina, que la maternidad de María. 

Vínculo entre evangelización y promoción humana

6.- El año Jubilar nos tiene que hacer ver, de una vez para siempre, el estrecho vínculo que existe entre evangelización y promoción humana. ‘La Iglesia cuando evangeliza, civiliza; y cuando civiliza, evangeliza’. El carácter jubilar con que celebraremos el Centenario nos debe llevar a gestos concretos de liberación según el espíritu bíblico: ‘liberación del pecado’, ‘liberación de esclavitudes y de diversas formas de opresión’ y ‘liberación de deudas injustas’.

De un modo particular, por ser miembros de la sociedad civil, la vivencia del Centenario de nuestra Iglesia particular nos convoca a trabajar por el Bien Común, erradicando los intereses sectarios y mezquinos que nos vienen dividiendo y enfrentando; y apostando por el diálogo fraterno, respetuoso y generoso para reconstruir una Patria para todos, sin excluidos de ningún tipo. 

Festejos y examen de conciencia

7.- Si bien, el Jubileo, con ocasión del Centenario, nos hace pensar en festejos, que debe haberlos, no obstante necesitamos, sobre todo, hacer un profundo examen de conciencia, personal y colectivo, para animarnos al arrepentimiento y a la penitencia por nuestros innumerables y gravísimos pecados, tanto de obra como de omisión. No dejemos de escuchar a Dios que nos dice: ‘Si dicen que no tienen pecado, se engañan a ustedes mismos y la verdad no está en ustedes’ (1 Jn 1,8)... Por cierto, no es la Iglesia, somos sus hijos quienes pecamos y la manchamos; nosotros debemos hacer penitencia y purificarnos, para que Ella resplandezca como la Esposa incontaminada de Jesucristo.

Hoy, de nuevo, tenemos que hacer nuestras las palabras de Juan Pablo II: ‘A las puertas del nuevo milenio los cristianos debemos ponernos humildemente ante el Señor para interrogarnos sobre las responsabilidades que tenemos en relación con los males de nuestro tiempo, como ser: *La indiferencia religiosa que lleva a muchos a vivir como si Dios no existiera y a conformarse con una religión vaga, incapaz de enfrentarse con el problema de la verdad y con el deber de la coherencia. *La pérdida del sentido trascendente de la existencia humana y el extravío en el campo ético, incluso en los valores fundamentales del respeto a la vida y a la familia. *El haber ido creando una atmósfera de secularismo y relativismo ético. *La cooperación que hicimos a la desbordante irreligiosidad por no haber dado una auténtica y madura muestra de fe que transforma nuestra vida personal y social según los valores evangélicos. Y, por último, *en el escaso conocimiento y puesta en práctica de las enseñanzas del Concilio Vaticano II y otros documentos magisteriales (cf. TMA 36, 12). 

La respuesta de la Iglesia de Catamarca 

8.- Frente a este panorama nos corresponde dar una respuesta como Iglesia de Catamarca en base a las siguientes coordenadas: 1.- Que nuestra Diócesis se convierta, toda ella, en misionera, para ser fieles al impulso de toda la Iglesia. 2.- Que inspiremos nuestro modo de vivir la fe en el ejemplo de María, para ser fieles a nuestra identidad diocesana. 

1º Iglesia Misionera 

El acontecimiento de Aparecida

9.- El acontecimiento de Aparecida ha sido para la Iglesia una invitación a renovar nuestro ardor apostólico y nuestro fervor, en clave de misión. 

El contenido esencial de la misión 

El anuncio de Dios

10.- Por tanto nuestra tarea permanente será “anunciar a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas” (DA 30). 

Los agentes de la misión 

Discípulos-misioneros

11.- Los cristianos, por y desde el bautismo, tenemos una única vocación discipular y misionera al mismo tiempo: el discipulado nos lleva a la misión y la misión nos modela como discípulos. 

Presencia y acción del Espíritu Santo

12.- En esta tarea no estamos solos, todo lo contrario, quien impulsa la misión es el Espíritu Santo. Él nos ayuda a encontrar lo nuevo en lo ordinario, renovando lo cotidiano. Él es quien ‘acompaña a las comunidades diocesanas y parroquiales y a los ámbitos y áreas pastorales en la apasionante tarea de reflotar el celo evangelizador, en el horizonte exigente y comprometido de la pastoral ordinaria’ (NMA 70). 

Misión permanente

13.- La Misión que propone Aparecida no está limitada en el tiempo, sino pensada de forma tal que después que se inicie continúe, que sea una misión permanente.

        Por tal motivo fue madurando la necesidad de una “conversión pastoral” y un estilo misionero en toda actividad pastoral ordinaria. Así la misión no aparece como punto de partida, sin tener en cuenta el camino anterior, sino que potencia y renueva lo que se viene haciendo. 

Signos de contradicción

14.- El anuncio integral de la verdad de Jesucristo es y será siempre “signo de contradicción”. Hoy abundan modelos antropológicos incompatibles con la naturaleza y dignidad del hombre. Por ello, la tarea misionera nos exigirá coraje y espíritu profético, conscientes de que la fe deberá engendrar modelos culturales alternativos para la sociedad actual. 

Conversión pastoral

15.- Si hablamos de “conversión pastoral”, es porque reconocemos que hubo “errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes” pastorales que hay que abandonar para que la transmisión del Evangelio sea más fecunda. Ello exige del misionero, la acogida cordial, la disponibilidad, la pobreza, la bondad y la atención a las necesidades de los demás (cfr. Mt 10, 5-10). Por este motivo la ‘conversión pastoral’ tiene que tocar la pastoral ordinaria, empezando por la parroquia, las capillas, las comunidades, la catequesis, la celebración de los sacramentos, las estructuras diocesanas, decanatales, etc. 

Abandonar estructuras caducas

16.- Y es allí, en nuestra tarea pastoral ordinaria, donde debemos reconocer que hay “estructuras caducas” y que es necesario abandonarlas, para favorecer la transmisión de la Fe. Es necesario comunicar los valores evangélicos de manera positiva y propositiva. Son muchos los que se dicen descontentos, no tanto con el contenido de la doctrina de la Iglesia, sino con la forma como ésta es presentada (DA 497). Hemos de liberarnos de la explícita o implícita actitud del ‘mantengamos las cosas como están’. ‘Muchas comunidades necesitan despojarse de arraigadas formas de clericalismo, que distraen valiosas capacidades de los presbíteros y de los diáconos, e impiden el despliegue de las energías latentes en el laicado’ (LPNE 41). 

Interlocutores de la misión

17.- La “conversión pastoral”, también, pasa por el modo de relacionarnos con los demás, sobre la base de una espiritualidad de comunión que lleva a la santidad, la cual nos permite descubrir al ‘prójimo como un don de Dios para mí’. La riqueza del hermano enriquece al evangelizador. Por tanto, más que hablar de “destinatarios” de la misión, tenemos que pensar en “interlocutores”. 

Características de la misión 

Relación comunional con el prójimo

18.- El fuerte de la pastoral son los vínculos y las relaciones, a fin de que los programas pastorales no terminen siendo “máscaras de comunión”. Antes de la organización de tareas, importa el “cómo” las voy a hacer, el modo, la actitud, el estilo. Las tareas deben ser herramientas de un estilo comunional, cordial, discipular, que transmite lo fundamental: la bondad de Dios. Luego, no habrá misión si no me relaciono con el prójimo. La misión necesita de la cercanía cordial. Y el desafío, desde esta cercanía, es llegar a todos sin excluir a nadie. La opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9). 

Plasticidad y agilidad pastoral

19.- En los tiempos que vivimos tenemos que lograr una mayor plasticidad en toda la pastoral y una mayor agilidad en las propuestas pastorales, con tiempos breves, densos y significativos. Evitemos la imagen o sensación de que ‘se secuestra el tiempo a las personas’. La consigna sería: ‘poco, bueno y significativo’, que la gente pueda marcharse con silencio gozoso, y no atosigada de cosas. 

Mirar la realidad con espíritu de fe

20.- La relación que une al ‘discípulo-misionero’ con Jesús no es, en primer lugar, de orden intelectual, sino la adhesión a su Persona por la fe. La fe nos libera del aislamiento, porque nos lleva a la comunión: al encuentro con Dios y al encuentro con los hermanos; es un acto de unificación y de responsabilidad hacia Dios y hacia los demás. Y nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia católica. De allí que debemos partir de una mirada de la realidad con espíritu de fe, sobre todo, en un tiempo en el que la sociedad, en su conjunto, se ha vuelto impersonal, competitiva y hasta despiadada. Nuestro servicio a la dignificación de la vida en Cristo estará en los ejes ‘inclusión - exclusión’; ‘comunión - aislamiento’, puesto que la gente busca y necesita ámbitos de acogida y confianza. 

Prioridades 

21.- En fin, para que la Misión no quede sólo en un gesto misionero, es preciso que  subraye algunas prioridades, a saber: 

a.- La parroquia

22.- Es fundamental poner la mirada en la Parroquia como institución pastoral privilegiada en la tarea evangelizadora. Tendremos que ‘ajustar sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean discípulos-misioneros de Jesucristo en comunión” (DA 172).

Cada parroquia ha de renovarse en orden a aprovechar sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos le están encomendados (NMA 72), fortaleciendo, sobre todo, la acogida cordial de quienes se acercan a nuestras comunidades y yendo al encuentro de los más alejados y excluidos.

Aquí se nos presenta el desafío de pensar en serio una pastoral urbana. 

b.- La pastoral bautismal

23.- Todos somos conscientes de la dificultad que existe en la trasmisión familiar de la fe. Por eso, se impone encarar con fuerza una decidida pastoral bautismal. La novedad misionera debe estar en agregar a la preparación pre-bautismal, una pastoral post-bautismal, donde la Iglesia haga visible que se hace cargo de los hijos que engendra, sosteniendo a lo largo de la vida la conciencia de la vocación bautismal de ‘discípulos-misioneros’, por medio de la recepción asidua de los sacramentos y el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios, de Jesucristo vivo, en la Iglesia, que es nuestra casa.

        Ello implica, por cierto, una continua animación bíblica de toda la pastoral. 

c.- La Doctrina Social de la Iglesia

24.- Trabajar desde la Doctrina Social de la Iglesia en un camino formativo y de compromiso con la construcción de la sociedad y en especial poniendo énfasis en la pastoral familiar y educativa (cf.NMA 97; HB 32). La misión, desde esta perspectiva, debe ayudar a revertir la carencia importante de participación de los cristianos, y la ciudadanía en general, como agentes de transformación de la vida social, económica y política del país, alentando el paso de habitantes a ciudadanos responsables (HB 34) y ‘saliendo como buenos samaritanos, al encuentro de las necesidades de los pobres y los que sufren para crear las estructuras justas que son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad’ (DA 537) y desde aquí proyectar, “como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos” (HB 5).

En este contexto tendremos que encontrar nuevas formas de cercanía con los pobres y opciones más decididas por la promoción social, superando el asistencialismo. 

d.- Pastoral diocesana de conjunto

25.- Para lograr una diócesis en permanente estado de misión debemos llevar adelante una pastoral diocesana de conjunto. Es el obispo junto a todo el presbiterio, consagrados, consagradas y los fieles laicos, quienes decidimos cuáles van a ser las características de esta misión ya que es un servicio a la Iglesia toda, a la diócesis. Todos: parroquias, movimientos laicales, comunidades educativas en todos sus niveles, pastorales específicas, grupos de lectura orante de la Palabra de Dios, Catequistas, etc., debemos participar con gestos misioneros comunes.

En este marco urge que tomemos decisiones más valientes en lo que respecta a la administración económica y la comunión de bienes, procurando implementar el ‘Plan Compartir’ 

2º Ejemplo de María 

La presencia de María Santísima

26.- Nuestra ciudad de San Fernando del Valle y la Diócesis de Catamarca han nacido bajo el amparo ininterrumpido de la Santísima Virgen María, en su advocación del Valle. Ella es parte esencial de nuestra identidad como pueblo y como creyentes. Ella estuvo acompañándonos en las buenas y en las malas. Siempre al lado de sus hijos. Con su sencilla imagen morena ha sido, es y será el faro que orienta a las generaciones de catamarqueños que pueblan este bendito suelo. Ella asumió un compromiso de honor a favor nuestro; nosotros hemos de corresponderle con generosidad, valentía y fidelidad, tanto en las horas prósperas como en las difíciles de nuestra historia. 

Imitar a María

27.- Por cierto, hoy más que nunca se nos pide que la contemplemos e imitemos como hombres y mujeres de esperanza, como ciudadanos comprometidos con la Provincia y la Patria y como discípulos-misioneros para que todos los hombres en Cristo tengan vida plena.

El ejemplo de su fe sencilla y comprometida, su caridad incansable y creativa y su esperanza viva y alegre tienen que inspirar el cultivo de la fe, esperanza y caridad de cada uno de los bautizados que formamos esta querida Diócesis de Catamarca. Su figura señera es el emblema de nuestra diocesaneidad. Ciertamente cada hijo e hija de este suelo catamarqueño no puede ir hacia Cristo si no es de la mano de nuestra Santa Madre, la Virgen del Valle. Por eso, no pocos trovadores, escritores y poetas han cantado loas, ensalzando a la Bendita entre todas las mujeres, porque Bendito es el fruto de su vientre. 

Conclusión  

28.- Por último, los invito a que durante todo este año Jubilar recen personalmente, en familia, en el trabajo y en las comunidades la siguiente oración con la que pedimos que Jesucristo sea Todo en  todos y que, bajo el cuidado materno de la Virgen del Valle nos conduzca diocesanamente a ser una Iglesia incansablemente misionera. 

Dios y Padre nuestro, impulsados por tu Espíritu hemos llegado a nuestro Centenario, jubiloso encuentro con Jesucristo, tu amado Hijo y nuestro Señor.

+Por Él, con Él y en Él, te bendecimos y te damos gracias por el regalo de la fe cristiana, por el anuncio continuo del Evangelio y por la maternal presencia de la Virgen del Valle.

+Por Él, con Él y en Él, imploramos que perdones nuestras dudas y miedos, nuestras infidelidades y nuestras indolencias.

+Por Él, con Él y en Él, te suplicamos que renueves nuestra condición de ‘discípulos-misioneros’, nuestro original rostro mariano y nuestro compromiso con el Bien Común.

Que esta Iglesia Centenaria dé nuevo vigor a la patria Bicentenaria, y que la Gracia y la Alegría de nuestra Iglesia sea una esperanza para toda la Nación.

En la maternal compañía de la Virgen del Valle, te lo pedimos, Padre, por tu Hijo Jesucristo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. AMÉN 

Mons. Luis Urbanc, obispo de Catamarca  

Siglas

Documento de Aparecida (DA)
Tertio Millennio Adveniente (TMA)
Navega Mar Adentro (NMA)
Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización (LPNE)


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Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA)
(5 de diciembre de 2009)
 

TRATADO DE PAZ Y AMISTAD
ENTRE LA ARGENTINA Y CHILE
 

El pasado 29 de noviembre se cumplieron 25 años del Tratado de Paz y Amistad entre la Argentina y Chile. Hoy es momento de celebrarlo con gratitud por todo lo que ello significó en el camino de dos Naciones hermanas. Las circunstancias, para quienes las hemos vivido y recordamos, habían llegado a un punto que parecía inevitable una guerra, que hubiera sido un acto irracional y de debilidad política para resolver un diferendo. Recuerdo que la firmeza de algunas posturas iba engendrando actitudes que nos alejaban de la búsqueda de un entendimiento pacífico. Todas las instancias de relación directa entre nuestros países aparecían como agotadas. La guerra era el camino hacia el cual nos encaminábamos. Fue un momento de movimiento de tropas, formadas por nuestros jóvenes, y de armamentos para algo que, se decía, era inevitable. Es en este momento, precisamente, cuando aparece el camino de la paz como una pequeña luz.

Con motivo de esta conmemoración los obispos decíamos en una reciente declaración: “Los argentinos y chilenos nunca agradeceremos suficientemente a Dios haber evitado la demencia de la guerra y mantenido el don de la paz. Puede ser que todavía no hayamos medido de manera cabal el abismo en el cual estuvimos a punto de caer. E incluso que no hayamos valorado en plenitud los amplios campos que se han abierto para la cooperación e integración de nuestros pueblos, y cuánto podemos aún beneficiarnos” (CEA 11-11-09). Mons. Carmelo J. Giaquinta ha escrito un libro sobre este tema, basado en documentos y testigos directos, en el que muestra cómo se gestó y se llevó a cabo la mediación de Juan Pablo II. Considero a esta obra como un texto imprescindible para conocer las personas, circunstancias y acontecimientos que nos permitieron arribar a este Tratado ejemplar de Paz y Amistad.

En esta gestión, junto al Santo Padre y al Cardernal Antonio Samoré, adquiera una importancia decisiva la gestión de nuestro Cardenal Primatesta. Los testigos de esta historia cuentan los viajes y las llamadas telefónicas del Cardenal con el Santo Padre pidiendo la mediación, como así también con las autoridades del país, hasta lograr su aceptación. Fue un hombre que conoció la gravedad del momento y actuó con la urgencia y responsabilidad que se requería. Como Obispo tuvo la mirada y sabiduría de un verdadero estadista. Su gestión y su persona ya forman parte de los grandes hechos que hacen a nuestra historia. Por ello nos pareció un acto de justicia en la citada declaración, afirmar: “queremos hacer memoria de los obispos chilenos y argentinos, en especial del Cardenal Raúl F. Primatesta, los cuales, valorando el inestimable bien de la Paz, lograron con santa obstinación abrir el único camino que quedaba para preservarla: la mediación del Papa”. Gracias Cardenal Raúl Francisco Primatesta.

Reciban de su Obispo, junto a mis oraciones, mi bendición. 

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz 


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Homilía de monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario en la misa por los 50 años de la creación de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Argentina en Rosario. (AICA)
(4 de diciembre de 2009)

50 Años de la Facultad de Derecho de la UCA en Rosario 

Queridos hermanos:

Hoy celebramos los cincuenta años de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Argentina en la Arquidiócesis de Rosario. Celebrar un aniversario jubilar es dar gracias a Dios que ha guiado nuestros pasos durante estos años pasados, y al mismo tiempo es reconocer con gratitud este momento presente que vive la Universidad en nuestra iglesia arquidiocesana, con  la firme esperanza de continuar con una renovada voluntad de servir a la Iglesia y a la sociedad. Es decir, es una ocasión de lo más propicia para contemplar la actividad llevada a cabo y para trazar las líneas del camino por venir y de  los compromisos futuros.

Por ello es motivo de profunda alegría celebrar juntamente con el Señor Arzobispo emérito de Rosario,  con el Rector  de la Universidad Católica y con los sacerdotes vinculados a la Universidad Católica; así como también que nos acompañen  las autoridades que hoy están presnete: el representante del Señor Gobernador de la Provincia,  el Representante de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, el  Sr. Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Rosario, al Secretario Académico de la Universidad Católica Argentina, y  el Director Ejecutivo de la Universidad.

Así como también, el Sr. Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias. Sociales del Rosario,  Decanos y profesores de las otras Facultades, autoridades del Poder judicial provincial y federal,  autoridades de Instituciones de Educación Superior Universitaria de Rosario y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  

Creación de la Universidad bajo el patrocinio de la Virgen

La Universidad Católica Argentina fue creada bajo el patrocinio de la Santísima Virgen y lleva su nombre “Santa María de los Buenos Aires. Y María, sede de la sabiduría, cuya misa estamos celebrando, ha sido para la Universidad una invitación permanente a buscar y encontrar en Ella, la sabiduría de Dios.

¿Es que acaso podríamos haber caminado estos cincuenta años en la Facultad y en la Universidad  sin contar con la presencia maternal de la Virgen? ¿No fue Ella que acompañó desde el comienzo a aquellos religiosos y profesionales del derecho, que sentían el desafío que implicaba iniciar las tareas de una Facultad  Católica en esta iglesia local de Rosario? Y por eso la Facultad se llamó aquí con este nombre, del Rosario, evocando la advocación mariana que le dio origen no solo a nuestra iglesia diocesana, sino también a esta Ciudad.

No hubiera sido posible seguir la meta propuesta, creciendo y mejorando cada día, - lo cual se ha visto plasmado en más de cuarenta promociones de abogados, y muchas otras de las distintas carreras de pregrado, grado y posgrado- ; si no se  hubiera recurrido  a esta Sede de la sabiduría, que nos anima y sostiene, y nos muestra en forma permanente a su Hijo Jesucristo.          

Agradezcamos por ello, la confianza depositada en la Madre de Dios, así como  la firme convicción de los Obispos que impulsaron y acompañaron esta obra, desde el Cardenal Antonio Caggiano, en sus orígenes,  hasta Monseñor Eduardo Mirás, Arzobispo emérito, en cuya diócesis de Rosario iba a crecer la Universidad Católica, y su primera Facultad del Rosario; así como al primer Rector de la Universidad, Monseñor Octavio Derisi, hasta Monseñor  Alfredo Zecca por su entrega a esta misión evangelizadora.

La Universidad católica se planta y está llamada a crecer en la iglesia diocesana. La Arquidiócesis le ofrece a la Universidad, en su circunscripción, un magnífico campo para su obra científica y pastoral, a través de sacerdotes, religiosos y laicos ;  asimismo la Universidad a medida que va creciendo le ofrece también aquello que es específico de su tarea, sobre todo la evangelización de la cultura. 

Asimismo también deseo agradecer a su primer decano el Dr. Juan Casiello, a la inolvidable jurista María Antonia Leonfanti, a los  profesores tan valorados como  Ragasiano Lo Celso, Manuel Tomás Marull, y Lorenzo Gardella, y a tantos otros, que hasta el presente, con la conducción del actual Decano Dr. Guillermo Peyrano,  y junto a todos sus colaboradores,  han ido afianzando   nuestra institución con su enseñanza y dedicación (cfr. Anuario 50º aniversario, 2009).  

Las Lecturas de la Misa  

Volviendo a las lecturas de esta Misa, queridos hermanos, la sabiduría creadora de Dios,  como leímos en el libro de los Proverbios, hizo el cielo y la tierra, “cuando colocaba los cielos ya estaba allí, cuando asentaba los cimientos de la tierra, ya estaba junto a él….y era su encanto cotidiano”. Esta sabiduría dio realce a toda la creación, y la colmó de belleza, “y gozaba con los hijos de los hombres”.

La sabiduría eterna de Dios se hizo carne en seno de la Virgen, en ella se puso a nuestro alcance, y se acercó a nosotros. Por esto podemos decir que la Virgen, también  le ha mostrado a la Universidad a su Hijo Jesús; y en Ella lo encontramos siempre, como la sede y el trono de esta sabiduría del Verbo de  Dios encarnado.

Así como nos dice el Evangelio, que  los sabios del Oriente, que venían desde tierras lejanas, encontraron al niño con su Madre; en Ella también nosotros encontramos la luz divina de su Hijo, que necesitamos; no solo para la Universidad, sino también para nuestra vida; esa sabiduría escondida, que sólo pueden encontrar los sencillos de corazón, para vivir conforme a su Palabra.

La sabiduría y la Universidad

La Universidad Católica, que es fiel a su propia identidad debe hacer de la inspiración cristiana un punto cualificado, y está llamada a promover una “nueva síntesis humanística”, un saber que sea una sabiduría capaz de orientar al hombre a la luz de sus primeros principios y de sus fines últimos, un saber iluminado por la fe (cfr. Benedicto XVI, “Las universidades…”, 19.XI.2009).  Por ello necesitamos acudir a María, la Madre de la sabiduría, para pedir por lnuestras Facultades; a fin de que ellas iluminen con la luz de la verdad y transmitan el conocimiento de tu amor.    

Como nos dice el Papa recientemente en su Encíclica  “Caritas in veritate”: “…una de las causas del subdesarrollo es una falta de sabiduría, de reflexión, de pensamiento capaz de elaborar una síntesis orientadora, y que requiere una clara visión de todos los aspectos económicos, sociales, culturales y espirituales” (Caritas in veritate, nº 31). Por ello, tanto la Universidad, como nuestras Facultades en Rosario tienen que continuar contribuyendo a  formar pensadores y personas que estén en los niveles de la ciencia y de la decisión y contribuyan en la vida social. Para eso debemos emplear esfuerzo y creatividad en la evangelización de la cultura.; así como también  procurando que sea “cada vez más, lugar de producción e irradiación del diálogo entre fe y razón y  del pensamiento católico” (D.A, nº 498).

Precisamente, hoy necesitamos una vez más superar la brecha existente entre la fe y la cultura, invitando a un mayor compromiso de evangelización, en la firme convicción de que la Revelación cristiana es una fuerza transformadora, destinada a penetrar las formas de pensar, los criterios de juicio, las normas de actuación. Es capaz de iluminar, purificar y renovar las costumbres de los hombres y sus culturas (cfr. Benedicto XVI, Las Universidades, ibidem).

También debemos agradecer y afianzar la presencia pastoral, formativa  y solidaria de la Universidad Católica, con sus diversas Facultades,  a través de la labor desarrollada por la Pastoral universitaria de nuestra Arquidiócesis,  mirando no sólo por la formación científica,  sino también  por extender su presencia y la de la misma Iglesia.

Misión pastoral

Por ello, la misión pastoral de la Universidad es también diocesana, y en esta misión, “Jesucristo no sólo mira a los cristianos, o sólo a los creyentes, sino a todos los hombres, porque Él, que es el centro de la fe, es también el fundamento de la esperanza . Es la esperanza que todo ser humano necesita constantemente” (Angelus, 29.XI.2009).

En esta celebración, nuestra Universidad que está en marcha en la Iglesia de Rosario,  le quiere ofrecer humildemente a Dios, como los pastores y los sabios venidos de Oriente,  los frutos  de sus cincuenta años de trabajo y de vida. Se suman a estos dones, también otros que hoy podemos ofrecer, el testimonio de la fe,  la convivencia en el campus universitario con las diversas facultades, la biblioteca puesta al servicio de la comunidad, edificada con tanto esfuerzo, y tantos otros proyectos.

La Universidad encuentra su más pleno sentido, cuando al enriquecernos humanamente, nos ayuda a creer, a dar testimonio de la fe y adorar a Dios.  Pidamos entonces que,  a nuestras  queridas Facultades,   siempre la oriente la estrella, que comenzó a guiar a los sabios venidos de Oriente,  hasta que se detuvo donde estaba el niño: “Y allí lo vieron con María su Madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron” (Mateo 2,12).

Mons. José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario


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HOJA INFORMATIVA
CARITAS ARCIPRESTAL DE ICOD
TENERIFE
 

03 de Enero de 2010 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Primer Domingo  de mes

 

 

 Esperamos de todo corazón que los usuarios de nuestro arciprestazgo, con ayuda de todos: Sacerdotes, equipo arciprestal, voluntarios parroquiales y seglares  hayan tenido una respuesta a sus demandas en estas pasadas fiestas.

 En estas navidades ha cobrado especial importancia la palabra solidaridad, precisamente, acudir a la caridad para tener lo básico es la única opción para muchas personas que llevan meses exprimiendo sus bolsillos.

 

NOTICIAS

 

 08-01-10  Cumpleaños de D. Carlos González Quintero, cura párroco de San Marcos y Vicario de la zona norte.

17-01-10  Dia de las migraciones.

20-01-10  Onomástica de D. Sebastián García Martín, cura párroco del Dulce Nombre de Jesús y Arcipreste.

20/21-01-10  Inicio  III Curso Manipulador de alimentos.

26-01-10 Convocatoria de la Permanente de Cáritas Arciprestal.          

29/30/31-1-10 Celebración Asamblea General de Cáritas Españolas.

 

  NUESTRO AGRADECIMIENTO POR SU APOYO Y COLABORACIÓN


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Martes, 29 de diciembre de 2009

Homilía de monseñor Antonio Marino, obispo auxiliar de La Plata en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. (AICA)
(La Plata, 8 de diciembre de 2009)

“Llena de gracia” 

En el día de la Inmaculada, la alabanza y el canto, antes que la reflexión y el discurso, son medios más eficaces y fecundos para vivir esta solemnidad como expresión de nuestra fe y de nuestra filial alegría. Pero es bueno también –y así lo reclama este oficio pastoral– que junto con el recurso a la belleza, procuremos iluminar nuestra inteligencia con las verdades que la contemplación amante de la Iglesia fue descubriendo a lo largo de los siglos.

Antes de dejar este mundo, en la última cena, Jesús anunció a los suyos: “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los introducirá en toda la verdad (…).  Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes” (Jn 16,12-14).

Este protagonismo del Espíritu de la verdad en la explicitación de las verdades contenidas en el tesoro de la Revelación, se manifiesta con claridad en la formulación dogmática de las doctrinas. Primero estuvo el culto y la alabanza, la celebración gozosa de la Cena del Señor, junto con la lectura comentada de la Palabra divina y de los escritos de los Apóstoles. Se fue formando así una tradición interpretativa, que el Espíritu de Cristo guiaba secretamente, y que sería el ámbito en el cual la mente de la Iglesia iría descubriendo, siempre más y más, las muchas cosas que Jesús tenía para decirnos, y que estaban implícitas en su actuación y en sus enseñanzas.

La madre de nuestro Redentor, tan íntimamente vinculada con la obra de su Hijo, desde la Encarnación hasta la Pascua y el nacimiento de la Iglesia, fue pronto percibida en los albores de la reflexión patrística como la “nueva Eva”, y la piedad de la Iglesia desde temprano fue acuñando nombres de amor y de alabanza para referirse a ella, aun antes de toda controversia sobre el misterio de su concepción: “toda santa”, “purísima”, “inmaculada”, “santísima”.

Y cuando por inevitable ley interna de la fe, llegó a plantearse el escollo de la exención de la herencia del pecado original, el sentir de los fieles se anticipó a la fórmula teológica; la intuición certera de los sencillos prevaleció sobre las serias dificultades argumentativas de los doctos; la fiesta litúrgica de los orientales se fue afirmando en forma progresiva. La fe de los simples, bajo la guía del Espíritu Santo, abrió un camino que terminaría en la comprensión teológica de los sabios y, por último, en la sanción definitiva del Magisterio solemne de la Iglesia.

Fue el mérito del Beato Juan Duns Escoto haber dado respuesta doctrinal acabada a la objeción que veía en la Inmaculada Concepción de María una errónea excepción a la universal redención de Cristo, como si afirmar dicha doctrina implicara también afirmar que ella no necesitó ser salvada por él. El ilustre franciscano responderá con maestría que lejos de ser una excepción a la mediación salvadora universal de Cristo, su Hijo, la Inmaculada Concepción de aquella que sería la Madre de Dios, es la actuación más radical de su mediación redentora, por preservación y no por curación del contagio del pecado original.

 Cuando el Beato Papa Pío IX, desde la basílica vaticana de San Pedro, el 8 de diciembre de 1854 proclamaba el dogma de la Inmaculada, tenía detrás la asistencia del Espíritu y el eco infalible de los siglos. La fiesta litúrgica iniciada en el oriente bizantino y difundida luego, en idéntica fecha, en el occidente latino, alcanzaba un significado preciso y normativo cuyos términos nos es grato escuchar: “declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano, está revelada por Dios; y, por consiguiente, ha de ser creída firme y constantemente por todos los fieles” (DS 2803).

* * *

La liturgia de este día nos presenta el relato de la Anunciación: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!” (Lc 1,28). Estas palabras de saludo que el ángel Gabriel dirige a la Virgen María, de parte de Dios, antes de anunciarle el designio divino de convertirla en Madre del Salvador, encierran el misterio al que la Iglesia con el paso del tiempo puso el nombre de Inmaculada Concepción de la Virgen María. En efecto, “llena de gracia” aparece como su nombre propio, e indica un estado anterior y permanente, fruto del don gratuito de Dios y que, a su vez, atrae su favor. Por eso el concilio Vaticano II dirá de la Virgen que ha sido “plasmada y hecha una nueva creatura por el Espíritu Santo. Enriquecida desde el primer instante de su concepción con el resplandor de una santidad enteramente singular, la Virgen Nazarena, por orden de Dios, es saludada por el ángel de la Anunciación como llena de gracia” (LG 56).

Sin confundir el misterio de la Concepción Inmaculada de María con el misterio de la concepción virginal de Cristo, percibimos que ambos misterios se encuentran en íntima armonía: lo primero se ordena a lo segundo. Así lo expresa la oración inicial de la Misa compuesta en el siglo XV: “Dios nuestro que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preservada de todo pecado, preparaste a tu Hijo una digna morada…”. Según esto, el misterio de la Inmaculada Concepción equivale a la edificación de una morada dignísima, la que convenía a la presencia del Hijo de Dios, que años más tarde vendría a habitar por nueve meses en sus entrañas.

Oímos también en el saludo del ángel la invitación a la alegría: “alégrate”; y la exclusión del temor: “no temas”, porque “el Señor está contigo”. Su Hijo le es presentado como Rey y Salvador. Muchos anuncios proféticos resuenan detrás de estas palabras (Sof 3,14-18; Zac 2,14; 9,9-10; Joel 2,21-27), evocando la invitación dirigida a la ciudad santa de Jerusalén, la “hija de Sión”, con la que el Dios de la Alianza deseaba volver a desposarse después de purificarla plenamente. Interpretar a María de este modo, equivale a contemplarla como la realización plena del misterio de alianza esponsal que Dios quiso celebrar con su pueblo en los tiempos mesiánicos. Según el designio benevolente de Dios, del que nos habla la segunda lectura, tomada de la Carta a los Efesios, desde la eternidad Dios nos eligió en Cristo para ser “santos e inmaculados en su presencia por el amor” (Ef 1,4). En esa misma carta el Apóstol nos presenta el misterio de la Redención como un misterio nupcial: “(Cristo) quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada” (Ef 5,27). Cuando la Iglesia proclama el misterio de la Inmaculada proclama su propio misterio y descubre admirada su propia vocación, al contemplar –como oiremos en el Prefacio de la plegaria eucarística– a “la Madre digna de tu Hijo, comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo, llena de juventud y de limpia hermosura”. María Inmaculada es el ejemplar acabado de la Iglesia llamada a ser santa e inmaculada.

Las lecturas bíblicas de hoy han comenzado con el diálogo dramático entre Dios y nuestros primeros padres después de la caída original, donde Dios desenmascara su desobediencia y al mismo tiempo anuncia el triunfo de la descendencia de la mujer sobre la serpiente: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Él te aplastará la cabeza y tú le aplastarás el talón” (Gn 3,15). Si comparamos este relato con la actitud de María en la Anunciación, ésta aparece como la antítesis de Eva, mediante su obediencia, su libre consentimiento y su fe. De este modo, la Virgen aparece íntimamente asociada a Cristo, antítesis de Adán, y por ser la madre de aquel que aplastará la cabeza de la serpiente, aparece como la nueva Eva, la madre de los vivientes. Con el Papa Juan Pablo II, en su encíclica Redemptoris Mater, podemos decir que “María está situada en el centro mismo de aquella enemistad, de aquella lucha que acompaña la historia de la humanidad en la tierra y en la historia misma de la salvación” (RM 11). Así la mujer y su descendencia, comparten las mismas enemistades respecto del demonio.

* * *

Al elevar hoy nuestros ojos hacia ella, nos dejamos deslumbrar ante su belleza incomparable. En ella entendemos la lógica de nuestro camino evangelizador, en esta hora particularmente difícil de la historia. La venida del Reino de Cristo no será el resultado, sin más, de nuestros planes pastorales ni de nuestro esfuerzo perseverante, al margen del auxilio de la gracia. El misterio de la Purísima hoy nos dice con evidencia: “¡todo es gracia!”. Pero, liberados de todo impedimento de pecado, es el mismo Cristo quien nos exhorta a convertirnos en instrumentos de su Reino, como lo fue su Madre. Así la Inmaculada nos invita a dejar toda actitud de mera pasividad y nos recuerda el misterio de la Alianza. Ni sólo el hombre sin el auxilio de Dios, ni sólo Dios sin la correspondencia del hombre.

María Inmaculada nos permite también entender en su exacto sentido uno de los valores más apreciados y menos comprendidos de la cultura contemporánea: la libertad. Después de Cristo y en dependencia de él, María es la mujer libre por excelencia, pero con una libertad que es gracia. Liberada desde el primer instante de su concepción por la gracia que la preserva intacta de todo contagio de pecado original, ella es radicalmente libre para decir siempre sí a la voluntad divina. Admiremos en ella la paradoja del cristianismo: la más humilde “esclava del Señor”, es el ícono perfecto de la libertad.

Retornemos a la alabanza y cantemos a nuestra Madre. No se equivoca la piedad al afirmar: “todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza”. Y como final de esta meditación deseo repetir una letrilla popular de nuestra América colonial, donde los simples fieles expresaban su defensa del dogma de la Inmaculada:

“Fue concebida María,
remedio de nuestro mal,
más pura que el sol del día,
sin pecado original”.

Mons. Antonio Marino, obispo auxiliar de La Plata

 

 


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Artículo de opinión de monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social publicado en el Diario "La Nación" . (AICA)
(9 de diciembre de 2009)
 

Consumismo y depredación 

Separados por 20 años y un mes, ambos acontecimientos, la caída del Muro de Berlín y la Cumbre de Copenhague, están unidos casi como causa y efecto. El 9 de noviembre de 1989 se procedió a derrumbar el Muro de Berlín. Y, ante los ojos de un mundo necesitado de algo que todavía no ponía en palabras, aquel suceso tuvo consecuencias contrastantes. Se empezaba a poner fin a décadas de libertades avasalladas, persecuciones, cárcel y hasta muerte para quien pensara diferente. La caída del Muro era signo de la caída de la experiencia marxista. Su fracaso.

Pronto se comenzaron a reconstruir nacionalidades, familias, pueblos. Algunos pudieron simplemente cruzar una calle y así recomponer sus lazos afectivos. Surgieron también expectativas de cambios en la humanidad. Aunque por poco tiempo, emergieron sueños de paz universal, fin del hambre y la pobreza: un mundo para todos, una sola familia humana. Al fin nacieron las palabras para deseos tanto tiempo acallados.

La caída del Muro también significó un golpe duro para las utopías y para las ideologías, al abrir paso al pragmatismo político y económico. Y también la debilidad y la inconsistencia de los regímenes marxistas fueron leídas por algunos como un triunfo del capitalismo.

Los hechos se encargaron de mostrar que muy pronto quedarían atrás los ideales de paz, justicia y de una sola gran familia humana.

La aparición en el escenario mundial de la arrogancia del neoliberalismo con aires triunfadores, en lugar de hacer del mundo una aldea global, ha procurado construir un gran mercado. Mejor dicho una gran boutique en la que sólo puede pasearse y comprar una reducida porción de la humanidad. El resto de la gran familia se reparte entre ferias populares, mercados para pobres. En el peor de los casos, revuelve entre las sobras y los residuos. Los fuertes han acordado pasar de la ética del trabajo a la estética del consumo.

El papa Benedicto XVI lo expresaba así en su encíclica: "La riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades. En los países ricos, nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas. En las zonas más pobres, algunos grupos gozan de un tipo de superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora. Se sigue produciendo el escándalo de las disparidades hirientes".

El modelo de vida no es "pienso, luego existo", sino "consumo, luego existo". Y surge el deseo desenfrenado de comprar-usar-tirar.

Más que libertad de comercio hubo y hay hegemonía de los mercados. Para afianzar esta dinámica, se instituyeron los tratados de "libre" comercio (TLC), que buscaron más bien proteger al mercado interno de los EE.UU. y garantizar las ventas de los productos elaborados por sus empresas y las de vecinos amigos.

Esta hegemonía de mentalidad mercantilista que promueve el hiperconsumo de algunos y el hambre de inmensas mayorías ¿cómo se sostiene? Por una cultura hedonista y egoísta. El clima narcisista imperante introduce la indolencia ante el sufrimiento de muchos, mientras que el imperio de la injusticia es sostenido con la prepotencia del dinero.

En estas dos décadas, se ha expandido también un relativismo escéptico -que deriva en ironía y en nihilismo- y tirano: despótico, sordo y ciego, pero no mudo. La falta de cohesión social nos lleva por el tobogán de la fragmentación, que alienta la disgregación y el individualismo, mientras que casi sin darnos cuenta nos encierra en la soledad.

Pues bien: la hegemonía del neoliberalismo, la sobreproducción de artículos innecesarios ha llevado al uso de fuentes de energía más allá de lo sostenible. Toda actividad humana requiere de energía para desarrollarla y ella se obtiene actualmente sobre la base del petróleo y el desmonte, lo que se traduce en emisiones de gases de efecto invernadero (CO2 principalmente), y éstos en calentamiento terrestre.

El consumo exacerbado, casi lujurioso, se ha impuesto como único camino para sostener el "desarrollo" de los países occidentales del Norte.

También aquí se percibe la brecha cada vez más profunda entre pueblos pobres y pueblos ricos. Queda esto graficado en los números de las Naciones Unidas: un 25% de la población mundial consume (devora) el 80% de los recursos naturales del planeta, muchos de los cuales son no-renovables. Pensemos en una humanidad que estuviera formada por mil habitantes, todos viviendo en un mismo barrio, tal cual lo grafica la imagen de la aldea global. Imaginemos ahora que hay mil platos de comida por día disponibles para la subsistencia de todos. ¿Cómo juzgaríamos si 250 habitantes se quedaran con 800 platos? ¿Cómo imaginamos que pueden sobrevivir los otros 750 habitantes con los 200 platos que quedan? ¿Cuánto pensamos que puede durar la paz en esa aldea?

Al estilo de vida de los 250 primeros es a lo que llamamos consumista y depredador. A la situación de los otros 750 la llamamos de varias maneras: algunos consumen medio plato, otros un cuarto y otros sólo migajas. ¿Vamos sin eufemismos? Pobreza, hambre, desnutrición, muerte. ¿No es esto, acaso, un muro de violencia?

El calentamiento terrestre es resultado de un modelo social, cultural y económico que ya no va más y estamos en el límite del agotamiento. Un científico lo expresaba con este ejemplo: el calentamiento de la tierra es como la fiebre del cuerpo, que nos advierte que una perturbación mayor del equilibrio interno está afectando la salud global; es decir, estamos enfermos.

La reciente crisis financiera y económica que provocó el derrumbe de los mercados internacionales, las empresas y los bancos no es un problema solamente de dinero. Es la crisis de un modelo sociocultural, económico, neoliberal y consumista que habrá que reemplazar por otro más racional, solidario y a medida humana, que incluya el cuidado de la creación entera.

Del 7 al 18 de diciembre en Copenhague se realizará la Cumbre del Clima. Es una conferencia mundial impulsada por Naciones Unidas. Allí se intentará firmar otro protocolo que reemplace al de Kyoto, que no llegó a ser suscripto por algunos países industrializados, supuestamente más desarrollados.

Esta cumbre constituye una nueva oportunidad para revertir o mitigar los efectos del cambio climático.

Los estudios científicos son indiscutibles. Hay que hacer algo para detener el proceso. Los efectos negativos del cambio climático son sufridos por los países más pobres del planeta, aunque su origen es el modelo productivo de los países más ricos. Revertir el cambio climático implica combatir la pobreza, y viceversa. El hombre y el ambiente inseparables son creación de Dios. El nos puso en el jardín para que lo cultivemos y lo cuidemos.

Decía Joseph Stiglitz en un reportaje: "Si tuviéramos mil planetas podríamos seguir con este modelo de producción en este plantea y ver si resulta. Si nos equivocamos, como cree el 99,9% de los científicos, podemos pasar al planeta de al lado y listo. Pero no tenemos esa elección".

Tras la caída del Muro, no todo ha sido beneficio para los países del Este y tampoco para los del Sur. Entramos en la dinámica producción-consumo occidental y se zanjó la herida mortal del calentamiento terrestre para el planeta y para su gente. Con dolor para muchos, otros muros y abismos se profundizaron como divisiones infranqueables. La frontera entre Estados Unidos y México, entre Israel y Palestina son ejemplos de que hoy los capitales y los intereses pueden circular sin fronteras, pero las personas, no. Pero es el muro de la arrogante ignorancia el peor de los ejemplos, que no deja ver la verdad de los hechos.

Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú 


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Delegado de Migraciones de la Diócesis de Tenerife envía materiales y anuncia diversas actividades que con  motivo de la 96ª Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado se han organizado a nivel diocesano. 

Delegación  de Migraciones 
San Cristóbal de La Laguna, 21 de diciembre de 2009

96a JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y DEL REFUGIADO
 Los menores inmigrantes y los refugiados
"Hoy acogemos, mañana compartimos"

2° Domingo del Tiempo Ordinario        17 de enero de 201

Estimado sacerdote:

Ante todo un saludo cordial y fraterno y mi felicitación en estos días de Navidad c petición al Niño Dios que te bendiga a ti y a las comunidades parroquiales donde estás reali2 tu ministerio.

Recientemente nuestro Obispo D. Bernardo me ha encomendado la tarea de animar la pastoral de migraciones a través de Delegación Diocesana de Migraciones. Desde estas líneas quiero, antes de nada, agradecer el trabajo realizado durante estos años desde la puesta en marcha de la delegación por el anterior delegado, D. Oscar Guerra Pérez, y al mismo tiempo aprovecho para desde este momento ponerme a tu disposición en este nuevo servicio que asumo con ilusión aunque consciente de mis limitaciones. Además de la aportación generosa de las personas que conforman actualmente el equipo de trabajo de la delegación, espero contar desde ahora con tu oración, tu apoyo y colaboración.

Por medio de la presente te hago llegar los materiales de la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado que, como cada año, viene desarrollándose en el domingo segundo del Tiempo Ordinario, terminado el Tiempo de Navidad. En esta ocasión, por tanto, la Jornada se celebrará I6 y 17 de enero del año que vamos a comenzar.

De nuevo la celebración de esta jornada nos sitúa ante este fenómeno global, que hemos de contemplar con mirada de fe. En su mensaje para este año, el Papa nos invita a fijarnos especialmente en los emigrantes y refugiados menores. En España contamos con 803.857 menores de edad nacidos en el extranjero, que representan el 17% del total de extranjeros

En sintonía con lo expresado en el mensaje de la Comisión Episcopal de Migraciones y que compartimos: "es una realidad que nos preocupa, sobre todo la de aquellos especialmente desamparados, los menores no acompañados. Una situación que en nuestra Comunidad Autónoma se ha agudizado de forma significativa en los últimos años, puesto hasta aquí llegan en condiciones dramáticas muchos de estos menores procedentes del continente africano y posteriormente algunos son derivados a otras comunidades. Pero, en muchas ocasiones  nadie sabe de verdad cuántos son, dónde o cómo están. Parece como si, apenas conocida su minoría de edad, emprendiéramos una carrera para quitárnoslos de en medio manteniéndolos unos años, para que al cumplir los dieciocho años de edad, se queden literalmente en la calle convertidos en "sin papeles", permanentemente amenazados por la expulsión, sin posibilidad de trabajar o de una vida digna."

Como recuerdan los obispos en su mensaje: "La llegada y presencia de los hermnanos emigrantes y refugiados son para nosotros una gracia y, al mismo tiempo, una interpelación, un reto y una oportunidad. El lema de este año hace referencia al reconocimiento gozoso de que  nuestra Iglesia hoy sigue abriendo sus brazos a los emigrantes. La acogida de hoy, anuncio del Evangelio de la solidaridad fraterna, samaritana, es la mejor garantía para un futuro integrador donde nuestro compartir fraterno sea el signo que seguimos ofreciendo. Nuestros menores emigrantes y refugiados, que hoy son acogidos, mañana compartirán con nosotros, como adultos, los valores que hayamos intercambiado. La fe, que les hemos propuesto o hemos compartido con ellos, la viviremos fraternalmente, y nuestras comunidades serán verdaderos signos de catolicidad."

Aunque sabemos que el mes de enero está lleno de actividades y jornadas eclesiales, queremos pedirte que, en la medida de lo posible, cuides de una manera especial la referencia en el fin de semana del 16 y 17 de enero a la Jornada de la Migraciones haciendo para ello uso del cartel y de los materiales que te adjuntamos.

Desde la Delegación de Migraciones y contando con la colaboración del Arciprestazgo de Tacoronte, hemos organizado dos momentos celebrativos para esos días. Queremos que te sientas invitado y lo trasmitas a aquellas personas de tu comunidad parroquial que pudieran y quisieran participar:

  • La Vigilia de Oración que tendrá lugar en la Parroquia de Santa Úrsula Mártir en Santa Úrsula, el viernes 15 de enero a las 20:00, en la que queremos hacer presente esta realidad de la inmigración en nuestra diócesis y como invitación poner en práctica lo que celebramos en estos días.
  • La Eucaristía de la jornada de Migraciones que celebraremos el domingo 17 de enero a las 1 1:00 de la mañana en el Santuario del Cristo de Tacoronte, teniendo especialmente presente este año a los menores inmigrantes y los refugiados.

Esperamos poder contar con tu apoyo para poder llevar a cabo el trabajo de la Delegación de Migraciones en lo referente a la tarea de sensibilización y de la acogida de cuantas personas se acercan a nuestras parroquias, así como también de aquellos que viven entre nosotros y necesitan nuestra cercanía y testimonio.

Estamos seguros que en la Diócesis existen ya iniciativas interesantes de trabajo pastoral con personas inmigrantes. Si en tu parroquia tienes alguna experiencia, por sencilla que sea, nos gustaría que pudieras compartirla con nosotros ya que puede servir de referencia para otras comunidades parroquiales. Asimismo agradecemos que nos hagas llegar cualquier sugerencia o aportación que consideres necesaria para el trabajo de esta delegación.

Te adelantamos que, como viene siendo habitual, en el próximo mes de marzo celebraremos las Jornadas de Formación y Sensibilización sobre las Migraciones. De las mismas iremos dando cumplida información y concretando en su momento contenidos y fechas. Te animamos a que te sientas invitado ya desde ahora.

Recibe un afectuoso saludo en Crist? en nombre del todo el equipo de la delegación y en el mío propio.  

Jesús Alberto González Concepción
Delegado Diocesano de Migraciones


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Ideas para la homilía del día de la 96ª Jornada Munidal del Emigrante y Refugiado bajo el lema "Hoy acogemos, mañana compartimos", a celebrar el 17 de Enero de 2010, 2º domingo del Tiempo Ordinario.


IDEAS PARA LA HOMILÍA

  • "Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido". (Primera Lectura, de Isaías)

Para Dios, el ser humano, creado a su imagen y semejanza, está llamado a ser alguien y algo importante en la vida: corona fúlgida...diadema real...Y, entre los seres humanos, los más necesitados, como pueden ser los menores inmigrantes, son los favoritos de Dios, los preferidos por Él...

No pueden quedar abandonados a su suerte ....Debernos acompañarlos y ayudarlos a ser ellos mismos, hasta que en sus vidas rompa la aurora de la justicia. Y esto, siempre con mucho amor y con mucha cons­tancia: Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré...

  •  "Contad las maravillas del Señor a todas las naciones." (Salmo 95. Salmo responsorial)

España residen inmigrantes que pertenecen a más de 113 países como puede verse en la Tabla. Hay que tener en cuenta que el INE incluye en cada continente un apartado titulado "Resto de países", por lo que podemos intuir que el número real de países distintos puede que oscile entre 130 y 150.

Esta diversidad de países conlleva una diversidad de culturas, confesiones religiosas, situaciones sociales, políticas y económicas. etc. La inmigración representa, pues, una magnífica oportunidad de cantar, con la prudencia pastoral adecuada en cada ocasión, las maravillas del Señor, cuya mayor gloria es que el hombre viva (San Ireneo) ¿Dónde y cómo se encuentra nuestra comunidad en relación con estas opor­tunidades que el hecho migratorio nos presenta?

  • "Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en, todos. En cada uno se manifiesta el Es­píritu para el bien común. [...1 El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece". (2a lectura. Efesios)

La inmigración pone de manifiesto que vivimos en una sociedad donde la pluralidad cobra rasgos de identidad. En esta sociedad plural hay o debe haber tarea para todos, si distinción de origen geográfico, clase social o religión. A todos los que vivimos en ella nos une un mismo Dios que nos invita a trabajar siempre por el bien común y no por el bien exclusivo de nuestro propio grupo de pertenencia.

  • "Haced lo que Él diga" (Evangelio de S.Juan)

En la pastoral con inmigrantes debemos siempre movernos con criterios evangélicos. Estos criterios tienen que constituir nuestra seña de identidad. El Señor se nos manifiesta constantemente de dife­rentes maneras y en contextos muy diversos. En este sentido, lo que Él nos vaya diciendo debemos tra­ducirlo en gestos y planes concretos de actuación para hacer de nuestro mundo la casa común de todos y cada uno de los que la habitamos.

  • En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él.

El crecimiento de la fe de los discípulos, nos dice el texto evangélico, es consecuencia de la presencia de signos concretos en los que Jesús manifiesta la gloria de Dios. En Caná de Galilea, Jesús comenzó estos signos que luego continuaría mostrando a lo largo de toda su vida pública.

A través de nuestras vidas y de nuestras acciones también nosotros estamos llamados a transparentar la gloria de Dios y hacer que todos los que entran en contacto con nosotros, autóctonos o extranjeros, puedan llegar a conocerle.

  • Recalcar la idea de que Jesús en la Bodas de Caná es acogido como invitado (igual que nuestros emi­grantes) para compartir la mesa de la fiesta ( María le invita a hacer la serial de la conversión del agua en vino) y de la fraternidad. Ofreciendo siempre lo mejor — de nosotros mismos- (el mejor vino)
  • María, la mujer fuerte y sensible, se fija en lo que "falta". Cuando nuestra atención se dirige a los me­nores se trata de atender y estar atento a lo que les falta a nuestros menores emigrantes y refugiados. La acogida es muy estrecha si no observamos lo que le falta a nuestros menores y refugiados. Hay que agudizar la sensibilidad cristiana para detectar las carencias mayores: la de los más débiles

 


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AYUDAS LITÚRGICAS para la 96ª JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y DEL REFUGIADO, que se celebrará el 17 de Enero de 2010, 2º Domingo del Tiempo Ordinario, recibido con los materiales bajo el lema “Los menores inmigrantes y los refugiados: hoy acogemos, mañana compartimos”.         

 AMBIENTACIÓN DE ENTRADA

A lo largo del tiempo litúrgico que llamamos "Ordinario", la Iglesia nos expone los misterios de la vida de Jesús para que lo conozcamos y amemos más y así lo imitemos mejor.

En la primera lectura, el profeta Isaías anuncia la gloria futura de Jerusalén en la relación de amor entre Dios y Jerusalén de la que dice: "ya no te llamarán "abandonada", sino "Mi Complacencia y Desposada". Por eso, dice: "se casará contigo tu edificador y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios" (v.5).

En la segunda lectura, San Pablo habla de los carismas y dones que el Espíritu concede a los fieles para común utilidad y para edificación del Cuerpo de Cristo: "a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común" (v.7).

En el Evangelio, San Juan nos refiere el primer signo que realiza Jesús a ruegos de su Madre: convierte el agua en vino en al bodas de Caná de Galilea: "manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos.

Y es en el marco de la liturgia de este día donde la Iglesia quiere celebrar la Jornada Mundial del Emi­grante y del Refugiado. En este año el Papa nos invita a sensibilizarnos y a comprometernos sobre la presencia en nuestra sociedad de los menores inmigrantes y de los refugiados.

Que esta Eucaristía que vamos a celebrar nos ayude a tomar conciencia de ello. Pidamos que Dios ilumine nuestro caminar en la búsqueda de un mundo más justo y fraterno donde todos nos sintamos herma­nos/as e hijos/as de un mismo Padre.

IDEAS PARA LA HOMILÍA

  • "Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido". (Primera Lectura, de Isaías)

Para Dios, el ser humano, creado a su imagen y semejanza, está llamado a ser alguien y algo importante en la vida: corona fúlgida...diadema real...Y, entre los seres humanos, los más necesitados, como pueden ser los menores inmigrantes, son los favoritos de Dios, los preferidos por Él...

No pueden quedar abandonados a su suerte ....Debernos acompañarlos y ayudarlos a ser ellos mismos, hasta que en sus vidas rompa la aurora de la justicia. Y esto, siempre con mucho amor y con mucha cons­tancia: Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré...

  •  "Contad las maravillas del Señor a todas las naciones." (Salmo 95. Salmo responsorial)

España residen inmigrantes que pertenecen a más de 113 países como puede verse en la Tabla. Hay que tener en cuenta que el INE incluye en cada continente un apartado titulado "Resto de países", por lo que podemos intuir que el número real de países distintos puede que oscile entre 130 y 150.

Esta diversidad de países conlleva una diversidad de culturas, confesiones religiosas, situaciones sociales, políticas y económicas. etc. La inmigración representa, pues, una magnífica oportunidad de cantar, con la prudencia pastoral adecuada en cada ocasión, las maravillas del Señor, cuya mayor gloria es que el hombre viva (San Ireneo) ¿Dónde y cómo se encuentra nuestra comunidad en relación con estas opor­tunidades que el hecho migratorio nos presenta?

  • "Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en, todos. En cada uno se manifiesta el Es­píritu para el bien común. [...1 El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece". (2a lectura. Efesios)

La inmigración pone de manifiesto que vivimos en una sociedad donde la pluralidad cobra rasgos de identidad. En esta sociedad plural hay o debe haber tarea para todos, si distinción de origen geográfico, clase social o religión. A todos los que vivimos en ella nos une un mismo Dios que nos invita a trabajar siempre por el bien común y no por el bien exclusivo de nuestro propio grupo de pertenencia.

  • "Haced lo que Él diga" (Evangelio de S.Juan)

En la pastoral con inmigrantes debemos siempre movernos con criterios evangélicos. Estos criterios tienen que constituir nuestra seña de identidad. El Señor se nos manifiesta constantemente de dife­rentes maneras y en contextos muy diversos. En este sentido, lo que Él nos vaya diciendo debemos tra­ducirlo en gestos y planes concretos de actuación para hacer de nuestro mundo la casa común de todos y cada uno de los que la habitamos.

  • En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él.

El crecimiento de la fe de los discípulos, nos dice el texto evangélico, es consecuencia de la presencia de signos concretos en los que Jesús manifiesta la gloria de Dios. En Caná de Galilea, Jesús comenzó estos signos que luego continuaría mostrando a lo largo de toda su vida pública.

A través de nuestras vidas y de nuestras acciones también nosotros estamos llamados a transparentar la gloria de Dios y hacer que todos los que entran en contacto con nosotros, autóctonos o extranjeros, puedan llegar a conocerle.

  • Recalcar la idea de que Jesús en la Bodas de Caná es acogido como invitado (igual que nuestros emi­grantes) para compartir la mesa de la fiesta ( María le invita a hacer la serial de la conversión del agua en vino) y de la fraternidad. Ofreciendo siempre lo mejor — de nosotros mismos- (el mejor vino)
  • María, la mujer fuerte y sensible, se fija en lo que "falta". Cuando nuestra atención se dirige a los me­nores se trata de atender y estar atento a lo que les falta a nuestros menores emigrantes y refugiados. La acogida es muy estrecha si no observamos lo que le falta a nuestros menores y refugiados. Hay que agudizar la sensibilidad cristiana para detectar las carencias mayores: la de los más débiles

ORACIÓN DE LOS FIELES

1. Por toda la Iglesia Universal para que sea siempre fiel a la misión que ha recibido de Jesús y la sepa transmitir a la sociedad de hoy, Roguemos al Señor.

Por todos/as los que en la Iglesia tienen algún tipo de responsabilidad pastoral para que sea siempre ejercida en función del bien común de las comunidades que tienen encomendadas, Roguemos al Señor.

2. Para que cada uno de sus miembros sintamos la urgencia de contar las maravillas de Dios a los hom­bres y mujeres de nuestro entorno, especialmente a los más necesitados, Roguemos al Señor.

3. Para que seamos Signos de Dios con nuestros hermanos y hermanas inmigrantes especialmente con los menores y refugiados, Roguemos al Señor.

4. Para que seamos capaces de compartir cuanto somos y tenemos con todos los necesitados de nuestro entorno, sean de donde sean, especialmente con aquellos que viven más en circunstancias más des­favorables, Roguemos al Señor.

5. Para que Dios ilumine a nuestras autoridades políticas en la tarea de elaboración de leyes y regla­mentos que recojan adecuadamente los legítimos derechos y deberes de los emigrantes para una in­tegración mutua con la sociedad de acogida, Roguemos al Señor

6. Para que Dios acoja en su seno a todos los inmigrantes y refugiados que mueren en su intento de lo­grar mejores condiciones de vida para ellos o para sus familias, Roguemos al Señor.

IDEAS PARA LAS OFRENDAS

  • Cartel de las Jornadas (con una breve explicación tanto de su composición como del lema)
  • Algún signo externo representativo de los países con mayor presencia inmigratoria en la parroquia o en el barrio.
  • Un símbolo de alguna actividad que se lleve a cabo a nivel parroquial o diocesano en el ámbito de la pastoral migratoria.

ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS

1. Padre de todos,
te damos gracias
porque todos los hombres, mujeres y niños
nacemos libres e iguales en dignidad y derechos.
Ayúdanos a vivir en tu presencia
como hermanos y hermanas.

2. Señor Jesús,
llegaste entre nosotros como uno más
y no te aceptamos.
Todavía hoy, en muchos países,
a multitud de nuestros hermanos y hermanas
se le niegan sus derechos humanos.
Tú sigues siendo crucificado en ellos.
Perdónanos y sálvanos.

3. Espíritu Santo,
luz de nuestros corazones,
ven y enséñanos la sabiduría
que nace de nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios.
Danos poder para crear
un mundo donde quepamos todos.
Señor, ya que nacemos seres libres,
deja que permanezcamos libres
hasta que retornemos a Ti.


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Lunes, 28 de diciembre de 2009

Homilía de monseñor Oscar Vicente Ojea, obispo coadjutor de San Isidro en la misa de bienvenida a la diócesis. (AICA)
(7 de diciembre de 2009)

MISA DE PRESENTACIÓN COMO OBISPO COADJUTOR 

Querido hermano Jorge, hermanos obispos, queridos sacerdotes, seminaristas, autoridades y representantes del gobierno municipal, gobierno provincial, hermanos de otros credos, laicos de las distintas comunidades de la diócesis y de Buenos Aires.

Hoy celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el día en que la mirada de Dios se detiene ante la Virgen y enamorado de su humildad, la invita a ser su madre. La luminosa belleza de su sencillez la convierte en el reflejo más nítido y perfecto de la imagen divina. El es el único que pudo elegir a su madre y eligió la mejor.

Esta mirada de elección preserva a María de toda mancha de pecado en previsión de los méritos de la Redención de Cristo. La transforma en una morada digna para que el Verbo se establezca para siempre entre nosotros por el Misterio de su Encarnación.

En esta Solemnidad que es como la aurora de nuestra salvación yo me incorporo a la historia de esta diócesis de San Isidro como obispo coadjutor. En mi primer encuentro con el clero, les decía que las bienvenidas son más lucidas y brillantes que las despedidas y los renunciamientos. Estos son más opacos y silenciosos. Pero es necesario resaltar que el hecho de que Monseñor Jorge Casaretto haya querido preparar con tiempo y con prolijidad su retiro de la diócesis después de un discernimiento en la oración, pidiendo a la Santa Sede un obispo que lo ayudara, pone de manifiesto su nobleza de espíritu, su coraje y su amor a la diócesis. Pertenece al corazón del Evangelio el trabajo de Dios en el interior hondo de la semilla para que esta pueda dar fruto. Vengo a ser entre ustedes, en este tiempo, un pastor que ayuda, acompaña y aprende. Llego a una diócesis con una historia muy rica en recursos humanos, espirituales y apostólicos, con una gran creatividad y actividad pastoral, y que ha sido modelo en el País de generosidad misionera entregando numerosos sacerdotes que colaboran en distintas diócesis nuestras y del exterior.

Pido al Señor y a la Virgen la sabiduría humilde del que escucha sintiéndome desde ya en profunda comunión con todos ustedes en la oración, cuya fuerza vengo sintiendo durante este último tiempo, en el que me fui despidiendo de Buenos Aires y preparándome para la nueva misión.

Al querido siervo de Dios, Cardenal Eduardo Pironio, le gustaba destacar en este Evangelio de la Anunciación que hemos escuchado, tres palabras del ángel a María que yo desearía compartir brevemente con ustedes.

Las palabras son, alégrate, no tengas miedo, no hay nada imposible para Dios.

Alégrate. El evangelio se abre con estas palabras que son una invitación a la alegría. Una alegría que no es una ficción ni una postura, sino que está fundada en la verdad del amor de Dios. Esa alegría verdadera. Una alegría que brota de la serenidad interior que no es ruidosa sino hija del silencio. Una alegría que nace de la cruz, que la hace fecunda. Una alegría contagiosa, que está al comienzo de todo impulso misionero. La misma alegría que lleva a María a partir sin demora a visitar a su prima Isabel y transmitírsela.

Deseo vivamente que podamos crecer juntos en la conciencia del amor incondicional de Dios, que nos ayude a salir de nosotros mismos construyendo una iglesia misionera.

No tengas miedo. Son tantas nuestras inseguridades de todo tipo. Pero el miedo más grande es el de no ser amado, no ser valorado ni reconocido, sentirse al margen, rechazado o abandonado.

María reconoce su fragilidad de criatura delante de Dios pero se abandona totalmente a El porque tiene la certeza de la fe en su amor. Aún en medio de la oscuridad se arroja segura en sus manos de padre. Solo experimentando como ella nuestra nada, descubriendo nuestros propios límites y debilidades, y confiando plenamente en la voluntad de Dios, podremos tener un corazón compasivo para nuestros hermanos y amar a los pobres de verdad. Vengo a unirnos a todos ustedes en la tarea apasionante de continuar caminando hacia una iglesia en donde todos tengan su lugar y cada uno pueda aportar lo mejor de sí mismo para enriquecer a todos, así recorriendo un sendero que tienda puentes de diálogo paciente entre todos, llegaremos a ser una iglesia que sea verdadera casa y escuela de comunión

No hay nada imposible para Dios. Estas palabras desencadenan el sí de María, aceptando con su corazón y con su vida, ser la madre de Dios.

Cambiar el corazón es el más difícil de todos los milagros. Pero a Dios todo le es posible. Necesitamos para este tiempo de nuestra iglesia una auténtica conversión personal y pastoral, cristalizándola en una nueva actitud y un nuevo estilo evangelizador como nos pide con un espíritu lleno de esperanza la Conferencia de Aparecida.

Lo ponemos en manos de María que es la gran figura del Adviento. Que ella nos regale el aliento de un nuevo espíritu para estar a la altura de la responsabilidad que el Señor nos confía.

Agradezco al Santo Padre la confianza que me ha dispensado al designarme para esta nueva misión pastoral. Agradezco particularmente a mi hermano Jorge, a sus vicarios, a los sacerdotes, seminaristas y a todas las comunidades de la diócesis, su cálido recibimiento y su hospitalidad. A todos mis hermanos obispos y sacerdotes, su apoyo y su oración y a todos los fieles de las distintas comunidades de Buenos Aires, su cariño y su compañía.

Le pido a la Virgen Inmaculada el corazón de su Hijo, el buen pastor, que camina delante de su rebaño, lo acompaña, lo alimenta y le entrega su vida. Deseo de todo corazón aportar a la diócesis la experiencia de lo que el Señor ha obrado en mí en estos 37 años de ministerio, de los cuales 25 fui párroco y estos 3 años de episcopado que fueron un verdadero aprendizaje, junto al Cardenal Bergoglio y a mis hermanos obispos auxiliares, a quienes agradezco su cercanía y su aliento.

Los invito a continuar unidos en este fuerte abrazo de comunión que es la Eucaristía para que el Señor Jesús entregado a nosotros por María Virgen pueda encontrarse con la verdad de cada uno de nosotros y nos dé la gracia de vivir y trabajar en comunión fraterna. Muchas gracias a todos.

Monseñor Oscar Ojea, obispo coadjutor de San Isidro

 


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Palabras de bienvenida de monseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro con motivo de la misa de presentación de mons. Oscar Ojea como obispo coadjutor. (AICA)
(7 de diciembre de 2009)
 

BIENVENIDA A MONS. OSCAR OJEA   

En primer lugar muchas gracias a todos por su presencia. A los hermanos obispos, los sacerdotes, los intendentes, representantes del gobernador, representante de la secretaría de culto, a las religiosas, a los laicos. Una noche de gran alegría para nosotros, celebrando las vísperas de la Inmaculada Concepción.

Un autor sagrado  dejó este pensamiento, la Inmaculada Concepción es María Santísima infinitamente amada por Dios. El amor de Dios toma una posición tan  pero tan fuerte que el pecado no tiene lugar. Por eso esta fiesta de hoy es la fiesta del amor de Dios sobre una criatura signo de todos nosotros. Podemos decir que este amor de Dios se pone de manifiesto en nuestra diócesis con la llegada de Monseñor Ojea. Por eso una gratitud muy grande al Santo Padre que lo ha nombrado, al señor Nuncio que colaboró mucho para  que esto pudiera ser posible. Esta gratitud es como el sentimiento fundamental de todo cristiano, el que nace en todos nosotros.

Monseñor Oscar es obispo de la iglesia de Dios. El Concilio Vaticano II nos dice que por una particular efusión del Espíritu Santo, hay una presencia especial de Cristo en los obispos. Por eso, la mirada que debemos tener sobre este hombre que llega a nuestra diócesis es, ante todo, la mirada de fe, de esperanza y de caridad. Tiene enormes virtudes, pero, como todo hombre, tendrá defectos también. Pero nuestra religión es una religión encarnada, y esto significa, Cristo se va a manifestar a través de gestos humanos, a través de personas humanas en la sucesión del tiempo y esa presencia de Cristo en él es lo primero que debemos mirar. Por eso, cuando el ángel la visita a la virgen, le dice alégrate María, la alegría a la que está aludiendo el ángel es la alegría que produce en nosotros la presencia del Espíritu. Por eso esta noche, es una noche de mucha gratitud y mucha alegría, pero fundamentada en la gracia de Dios, en ese amor profundo de Dios del cual es un signo de este obispo que llega hacia nosotros.

Todos los que lo conocen a Monseñor Ojea saben, yo lo conozco no mucho, pero poco a poco y con mucha facilidad nos vamos conociendo, saben que, ante todo, es un gran sacerdote, es un hombre de oración, es un hombre de mucha caridad. Esos son los signos de la presencia de Cristo en su vida. Y, a estos signos, como dice la bula papal, debemos abrirnos con mucha disposición, de saber recibir de él todo lo que Dios quiera transmitir.

Dios mediante, tendremos unos años de transición, pocos años de transición y después será el tercer obispo de San Isidro. Por eso, para esta diócesis, es una noche fundamental.

Yo le voy a decir tan solo, le voy a transmitir un pensamiento, lo que me transmitieron a mí el día que me hicieron obispo. Se acercó un sacerdote y me dijo: que tu corazón y tu espíritu estén donde están tus pies. Estoy seguro que el corazón y el espíritu de Monseñor Ojea van a estar donde están sus pies, porque llega a una diócesis que es una diócesis apasionante. San Isidro es realmente, una diócesis apasionante. Donde no es difícil poner el corazón, poner el alma, poner todo el amor. No solamente por las riquezas, sobre todo en las riquezas de los miembros de la iglesia, las riquezas humanas, sino por los desafíos. Un pastor como lo que es Monseñor Oscar, se va a sentir muy demandado por los desafíos de toda esta riqueza que fundamentalmente radica en la diversidad. Esta diócesis tiene todas las culturas de este tiempo. Tiene todos los sectores sociales de este tiempo. Tiene todo lo que humanamente existe en la Argentina.

Es como una especie de concentración de vida de nuestro país.

Por eso le decimos a Monseñor, poné tu corazón, tu mente, tu espíritu, en donde están tus pies y, estoy absolutamente seguro que esto te va a apasionar y que te va a llenar de gozo, que vas a poner todo el amor de Dios a través tuyo en esta diócesis.

Bienvenido Monseñor, la Virgen te recibe con los brazos abiertos.

Mons. Jorge Casaretto, obispo de San Isidro

 


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Dalat (Agencia Fides) – Es un acontecimiento que “llena de esperanza” los corazones de los católicos vietnamitas, abre nuevas perspectivas, suscita grandes expectativas: el encuentro entre el Papa Benedicto XVI y el Presidente de Vietnam, Nguyen Minh-Triet, anunciado para el 11 de diciembre, en Vaticano, cataliza la atención de la Iglesia vietnamita que ha abierto hace poco su Año Santo y que vive el Adviento en “alegre espera de las gracias del Señor”: es cuanto declara en una entrevista a la Agencia Fides Su Excelencia Mons. Pierre Nguyen Van Nhon, Obispo de Dalat y Presidente de la Conferencia Episcopal de Vietnam.

¿Excelencia, cuales son sus sentimientos y sus esperanzas en la víspera de este historico encuentro?

Somos vietnamitas y somos católicos: y estamos orgullosos de serlo. Todavía resuena en nuestros corazones la invitación del Cardenal Roger Ethegaray que, en el curso de una histórica visita en Vietnam en el 1989, nos dijo: “¡Amad el Vietnam! ¡Amad a la Iglesia!” Por eso hoy estamos honrados por este encuentro en Vaticano entre Su Santidad Benedicto XVI y el Presidente Nguyen Minh-Triet. Para nosotros este encuentro es señal del recíproco respeto, que permitirá un cambio muy útil. La comunicación sirve en vista de una mutua comprensión, que abrirá así nuevas promesas y esperanzas para Vietnam y para la Iglesia católica.

¿Cuáles argumentos estarán a la orden del día?

Según las informaciones circulantes, sabemos que esta visita del Presidente en Vaticano tiene el objetivo de hacer progresar el proceso de normalización de las relaciones entre Vietnam y la Santa Sede. No tenemos otras informaciones particulares sobre los contenidos del encuentro.

¿Qué se espera la comunidad católica de Vietnam de esta visita?

Durante la visita ad limina de los Obispos vietnamitas a Roma, en junio pasado, Benedicto XVI, ha recordado a los Obispos que “una sana colaboración entre la Iglesia y la comunidad política es posible” y a tal propósito la Iglesia invita todos sus miembros a comprometerse lealmente por la edificación de una sociedad justa, solidaria y ecuánime”. Con este espíritu, nosotros rezamos mucho por esta visita: todos los católicos vietnamitas desean que el encuentro traiga frutos copiosos y duraderos para nuestro pueblo y para la Iglesia católica.
¿Cuál es el significado del encuentro, a la luz del Jubileo que vive la Iglesia vietnamita?
Estamos viviendo este Año Jubilar, abierto el 24 de noviembre, sobre el tema “La Iglesia de Cristo en Vietnam: misterio, comunión y misión”. Esta celebración se introduce en el surco de la milenaria tradición de la Iglesia como un tiempo propicio de gracia, de conversión, de reconciliación, en vista de la evangelización. Somos conscientes que la Buena Noticia ha sido sembrada por los misioneros en siglos pasados y que nuestra Iglesia ha nacido de la sangre de nuestros antiguos mártires. Hoy queremos ser dignos de la gracia de nuestros orígenes: en el Jubileo queremos profundizar y enriquecer la comunión eclesial para construir el bien común de la sociedad. Por esto deseamos que el encuentro ponga de relieve que la Iglesia no entiende en ningún modo sustituirse a los responsables gubernativos. Deseamos solamente, en un espíritu de diálogo y colaboración respetuosa, poder dar una justa contribución a la vida de la nación, al servicio de todo el pueblo.

¿Cómo es la situación de la Iglesia en Vietnam hoy?

Es una comunidad que, como el Cardenal Roger Etchegaray ha subrayado durante la ceremonia de abertura de nuestro Año Jubilar, vive de “reconciliación y esperanza”. La Iglesia católica en Vietnam comparte plenamente la suerte de todos los hermanos y las hermanas vietnamitas y tiene un único objetivo: amar y servir a Nuestro Señor Jesucristo, que ha venido al mundo a traer la Buena Noticia: “Dios es nuestro Padre, Dios es amor”(PA) (Agencia Fides 10/12/2009)


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DOMINGO SEGUNDO DE NAVIDAD
3 de Enero de 2010

 

La paz y el amor de Dios, nuestro Padre, que se ha mani­festado en Cristo, nacido para nuestra salvación, esté con todos vosotros.

Hemos empezado un nuevo año, y aquí estamos otra vez, reunidos para celebrar la Eucaristía del domingo. En medio de la alegría y quizá también el agobio de estas fiestas, hoy es un día pacífico, que nos invita a meditar con sencillez el misterio del niño de Belén.

- El Hijo de Dios, el Dios hecho hombre, ha venido a vivir nuestra misma vida. Su palabra, su amor fiel hasta la muerte, es luz para todos. Seguirle a él, intentar vivir como él, es el camino de la felicidad.

A. penitencial: En silencio, oremos al Señor.

Hijo de Dios, que, nacido de María, te hiciste nuestro hermano. SEÑOR, TEN PIEDAD.
Palabra eterna del Padre, por la que todo ha venido a la existencia. CRISTO, TEN PIEDAD.
Luz verdadera, que has venido al mundo para traernos la paz y la salvación. SEÑOR, TEN PIEDAD:

1. lectura (Eclesiástico 24,1-2.8-12): La primera lectura de este domingo es un escrito de un sabio del AntiguoTes­tamento. La lectura imagina a la sabiduría de Dios como si fuese una persona, que explica sus obras de salvación en medio del pueblo elegido. Nosotros, los cristianos, vemos en esta Sabiduría un anuncio deJesucristo, que nos ha mostrado la vida y el amor de Dios.

2. lectura (Efesios 1,3-6.15-18): La segunda lectura es una gozosa acción de gracias por todo lo que hemos reci­bido de Jesucristo. Escuchémosla con alegría.

Antes del aleluya (ey.:Juan 1,1-8): Preparémonos ahora para la proclamación del evangelio. Escucharemos un texto muy conocido, que nos invita a contemplar a Jesús, que es la Palabra hecha carne, la luz y la vida para todos. Recibámoslo con el canto del aleluya.

Oración universal: Jesús es nuestro camino hacia el Padre. Aquel niño de Belén nos abrirá, con su vida y su muerte, las puertas de la esperanza. Por eso ahora, con la esperanza que Jesús nos da, oremos a nuestro Dios diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.

1. Por los cristianos y cristianas de todo el mundo. Para que con nuestra vida y nuestra palabra, demos buen testimonio del evangelio de Jesucristo. OREMOS:

2. Por todas las naciones de la tierra. Para que en todas arraigue la justicia y la concordia, y todo el mundo pueda tener lo necesario para vivir. OREMOS:

3. Por los que viven el dolor de la muerte de algún ser querido. Para que encuentren fortaleza y compañía para salir adelante. OREMOS:

4. Por nosotros. Para que estas fiestas de Navidad nos ayuden a tener un espíritu más abierto y generoso. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestras plegarias.Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro hermano, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Padrenuestro: Hemos esuchado en el evangelio: "A cuan­tos le recibieron les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre". Nosotros le hemos recibido, nosotros creemos en su nombre. Por eso somos hijos e hijas de Dios, y nos dirigimos a él diciéndole:

CPL


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SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
1 de Enero de 2010

 Hermanas y hermanos, que la paz de Dios esté con todos vosotros.

Bienvenidos en este inicio del año 2010. Nos reuni­mos hoy en esta iglesia, justo una semana después de celebrar el nacimiento del Hijo de Dios. Y hoy, en este día que coincide con el inicio del año, recordamos con un gozo especial a aquella que nos lo trajo al mundo: María, la mujer fiel, la mujer que supo responder como nadie a la llamada que Dios le hizo, y así se convirtió en la madre del sal­vador.

Con la alegría de la Navidad, unidos a María, y poniendo ante Dios nuestros más sinceros anhelos de paz para el mundo entero en este año que comienza, iniciemos nuestra celebración).

A. penitencial: En silencio, pidamos la paz y el amor del Señor.

Hijo de Dios, que, nacido de María, te hiciste nuestro hermano. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Palabra eterna del Padre, por la que todo ha venido a la existencia. CRISTO, TEN PIEDAD.

Luz verdadera, que has venido al mundo para traernos la paz y la salvación. SEÑOR, TEN PIEDAD. 

Oración universal: Al empezar este año 2010, presente­mos al Padre nuestra oración y pidamos que derrame su amor sobre nosotros y sobre el mundo entero. Oremos diciendo: PADRE, ESCÚCHANOS.

1. Oremos por el papa Benedicto, por los obispos, sacer­dotes y diáconos, y por todos los cristianos y cristianas. Para que todos sepamos transmitir alegría y mostremos en nuestras vidas el rostro misericordioso de Dios. OREMOS:

2. Oremos por todos los pueblos de la tierra, y de un modo especial por los que sufren los horrores del hambre o de la guerra. Para que todo el mundo pueda vivir en paz y prosperidad. OREMOS:

3. Oremos por los que a lo largo de este año vivirán acon­tecimientos importantes para sus vidas. Por los niños que nacerán, las parejas que se casarán, los que se consagrarán a la vida sacerdotal o religiosa. Que Dios les bendiga y les acompañe siempre. OREMOS:

4. Oremos por los trabajadores del campo y del mar, por los que se ganan la vida en las fábricas y en los talleres, por los que están en las oficinas y en los centros de enseñanza. Para que su trabajo les permita una vida digna y tranquila. OREMOS:

5. Oremos también por los que no tienen empleo o han de trabajar en condiciones precarias y sin seguridad ante el futuro. Para que se terminen estas situaciones dolorosas e injustas. OREMOS:

6. Oremos finalmente por todos los hombres y mujeres, de cualquier lugar del mundo. Para que a todos llegue el amor, la paz y la vida que Dios nos da. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestra oración, y llénanos con tu luz. Por Jesucristo, tu Hijo, el hijo de María, nuestro hermano, que vive y reina por los siglos...

Padrenuestro: El Hijo de Dios se hizo hombre para hacer de nosotros hijos e hijas de Dios. Por eso ahora, siguiendo su enseñanza, nos atrevemos a decir:


CPL


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Domingo, 27 de diciembre de 2009

ZENIT nos ofrece el discurso pronunciado el jueves 10 de Diciembre de 2009 por el Papa Benedicto XVI al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Cuba ante la Santa Sede, Eduardo Delgado Bermúdez.

Señor Embajador:

1. Con sumo gusto le recibo en este solemne acto en el que presenta las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de Cuba ante la Santa Sede, iniciando así la importante misión que su Gobierno le ha confiado. Le agradezco sus atentas palabras y el saludo que me ha transmitido de parte del Excelentísimo Señor Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, al que correspondo con mis mejores deseos para su alta responsabilidad.

2. Entre ilusiones y dificultades, Cuba ha logrado un decidido protagonismo, principalmente en el contexto económico y político del Caribe y América Latina. Por otra parte, algunos signos de distensión en sus relaciones con el vecino Estados Unidos dejarían presagiar nuevas oportunidades para un acercamiento mutuamente beneficioso, en el pleno respeto de la soberanía y el derecho de los Estados y de sus ciudadanos. Cuba, que sigue ofreciendo a numerosos países su colaboración en áreas vitales como la alfabetización y la salud, favorece así la cooperación y solidaridad internacionales, sin que éstas estén supeditadas a más intereses que la ayuda misma a las poblaciones necesitadas. Es de esperar que todo ello pueda contribuir a hacer realidad el llamado que mi venerado Predecesor, el Papa Juan Pablo II, lanzó en su histórico viaje a la Isla: “Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba” (Discurso en la ceremonia de llegada a La Habana, 21 enero 1998).

3. Como otros muchos países, su Patria sufre también las consecuencias de la grave crisis mundial que, añadida a los devastadores efectos de los desastres naturales y al embargo económico, golpea de manera especial a las personas y familias más pobres. En esta compleja situación general, se aprecia cada vez más la urgente necesidad de una economía que, edificada sobre sólidas bases éticas, ponga a la persona y sus derechos, su bien material y espiritual, en el centro de sus intereses. En efecto, el primer capital que se ha de salvaguardar y salvar es el hombre, la persona en su integridad (cf. Caritas in veritate, 25).

Es importante que los Gobiernos se esfuercen por remediar los graves efectos de la crisis financiera, sin desatender por ello las necesidades básicas de los ciudadanos. La Iglesia Católica en Cuba, que en estos momentos, y como siempre, se siente cercana a la población, quiere contribuir con su modesta y efectiva ayuda. Deseo destacar asimismo cómo la mayor cooperación alcanzada con las Autoridades de su País ha permitido la realización de importantes proyectos de asistencia y reconstrucción, especialmente con ocasión de las catástrofes naturales.

4. Espero que se sigan multiplicando los signos concretos de apertura al ejercicio de la libertad religiosa, tal como se ha venido haciendo en los últimos años, como por ejemplo la oportunidad de celebrar la Santa Misa en algunas cárceles, la realización de procesiones religiosas, la reparación y devolución de algunos templos y la construcción de algunas casas religiosas, o la posibilidad de contar con seguridad social para los sacerdotes y religiosos. Así la comunidad católica ejercerá con más soltura su específica tarea pastoral.

Con vistas a avanzar en este camino, sobre todo en beneficio de los ciudadanos cubanos, sería también deseable que se pudiera continuar dialogando para fijar conjuntamente, siguiendo formas similares a las que se establecen con otras Naciones y respetando las características propias de su País, el marco jurídico que defina convenientemente las relaciones existentes y nunca interrumpidas entre la Santa Sede y Cuba, y que garantice el desarrollo adecuado de la vida y la acción pastoral de la Iglesia en esa Nación.

5. La Iglesia Católica se está preparando en su Patria con toda intensidad para la celebración, en el año 2012, del Cuarto Centenario del hallazgo y presencia de la bendita imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, Madre y Patrona de Cuba. Esta querida advocación mariana es un símbolo luminoso de la religiosidad del pueblo cubano y de las raíces cristianas de su cultura. En efecto, la Iglesia, que no se puede confundir con la comunidad política (cf. Gaudium et spes, 76), es depositaria de un extraordinario patrimonio espiritual y moral que ha contribuido a forjar de manera decisiva el "alma" cubana, dándole carácter y personalidad propia.

A este respecto, todos los hombres y mujeres y, en especial, los jóvenes, necesitan hoy, como en cualquier otra época, redescubrir aquellos valores morales, humanos y espirituales, como por ejemplo el respeto a la vida desde su concepción hasta su ocaso natural, que hacen la existencia del hombre más digna. En este sentido, el principal servicio que la Iglesia presta a los cubanos es el anuncio de Jesucristo y su mensaje de amor, perdón y reconciliación en la verdad. Un pueblo que recorre este camino de concordia es un pueblo con esperanza de un futuro mejor. La Iglesia, además, consciente de que su misión quedaría amputada sin el testimonio de la caridad que brota del Corazón de Cristo, ha puesto en marcha en su Patria numerosas iniciativas de asistencia social que, aunque de reducidas dimensiones, llegan a muchos enfermos, ancianos y desvalidos. Una muestra elocuente de este amor es también la vida y labor de tantas personas que se han dejado iluminar y transformar por el mensaje de Cristo, como el Beato José Olallo Valdés, a cuya beatificación, la primera que se ha realizado en suelo cubano, asistió el Excelentísimo Señor Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

Confío además en que este clima, que ha posibilitado a la Iglesia dar su modesta contribución caritativa, favorezca también su participación en los medios de comunicación social y en la realización de tareas educativas complementarias, de acuerdo a su específica misión pastoral y espiritual.

6. No quiero concluir mis palabras sin dirigir un último recuerdo al siempre noble, luchador, sufrido y trabajador pueblo cubano, expresándole de corazón mi cercanía y afecto, al mismo tiempo que no dejo de encomendarlo en mi plegaria al Señor, autor de todo don.

Señor Embajador, le ruego que tenga la bondad de reiterar mi saludo deferente a las más Altas Autoridades de la República de Cuba, a la vez que formulo a Vuestra Excelencia mis mejores deseos para que cumpla felizmente y con fruto la alta Misión que hoy comienza ante la Santa Sede, e invoco sobre usted, su familia y colaboradores abundantes dones del Altísimo, por intercesión de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.

[©Libreria Editrice Vaticana]


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Homilía de monseñor Oscar Domingo Sarlinga, obispo de Zárate-Campana, en la celebración de la Inmaculada Concepción y dedicación de la iglesia "María, Esposa del Espíritu Santo" en la comunidad "Cenáculo de Exaltación de la Cruz. (AICA)
(5 de diciembre de 2009)
 

INMACULADA CONCEPCIÓN

La Virgen Santísima, concebida Inmaculada en razón de la misión que el Señor le confió, esto es, el ser Madre del Salvador del mundo, Jesucristo, tenía también en grado eminente el carisma de la profecía, y por ello profetizó sobre sí misma: «Bienaventurada me llamarán todas las generaciones», es por esto que queremos decirle hoy: ¡Bienaventurada!, ¡Feliz de Ti!. Feliz de Ti porque has creído, porque dijiste tu «Sí» confiado, esperanzado, Mujer Revestida de Sol (Cf Ap. 12) que nos has dado al «Amor de los Amores», y que nos devolviste la esperanza.  

En este lugar, en el partido de Exaltación de la Cruz, del que no podemos dudar la elección de la Virgen para que haya sido fundada por vez primera en la Argentina esta «comunidad de esperanzados y esperanzadores», tampoco podríamos dejar de ver la presencia luminosa de la «Cruz Pascual», cruz que estos jóvenes han vivido en su vida –y que tal vez, con dolor, la hayan hecho vivir a otros- pero que se han inundado de esperanza, que brilla en sus ojos, y que hace que se despierte también en otros, sí, que se despierte la esperanza, a fuerza de ver ojos esperanzados, como se despierta la fe, a fuerza de escuchar «la predicación de la fe», en el concepto paulino. Todos estamos necesitados de la esperanza, del «realismo de la esperanza» como nos lo enseña el Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et Spes. 

Hoy dedicamos esta iglesia a la titularidad de María Santísima, en su advocación de «Esposa del Espíritu Santo», el Espíritu «Alma de la Iglesia», el Espíritu que descendió sobre la Virgen y la cubrió con su Sombra, razón por la cual el Niño es el Hijo del Altísimo. Esta ha sido la misión de la Virgen en el designio más profundo de Dios.

La Inmaculada Concepción esto es, que María fue concebida sin el pecado original, en vistas a la Misión que el Señor le confiaba, ser la Madre del Salvador del mundo, pertenece al patrimonio de fe de la Iglesia desde siempre, pues Ella siempre fue venerada como la «Toda Santa». El dogma de fe fue proclamado por el Papa Pío IX en 1854. Su concepción inmaculada es un Faro Iluminador y Esperanzador para una humanidad tan necesitada de Amor y de Esperanza, como nos lo dijo en el año 2007 el Papa Benedicto XVI, en el «Angelus»:

 “(…) la fiesta de la Inmaculada ilumina como un faro el período de Adviento, que es un tiempo de vigilante y confiada espera del Salvador. Mientras salimos al encuentro de Dios que viene, miramos a María que «brilla como signo de esperanza segura y de consuelo para el pueblo de Dios en camino» (Lumen Gentium, 68)”[1].

Esta acción de Dios posee un profundísimo sentido, conforme a la Misión de María en el plan divino: Ella fue concebida sin pecado, porque de Ella nacería el Redentor, cuyo Nombre es «Jesús», que significa, precisamente, «Salvador». Este mismo Jesús, que vivió treinta años en Nazaret, en Galilea, es el Hijo Eterno de Dios, «concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de María Virgen»[2]. La Iglesia, pues, profesa y proclama que Jesucristo fue concebido y nació de una hija de Adán, descendiente de Abraham y de David, la Virgen María. El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios se identifica con la concepción prodigiosa sucedida por obra del Espíritu Santo en el instante en que María pronunció su “sí”: “Hágase en mi según tu palabra” (Lc 1, 38); y allí nos hermanó, a todos los hombres, para siempre.

Veamos esperanza, que se haga en nosotros también la Palabra de Dios, abramos nuestro corazón en un «sí» radiante; para la transformación del mundo con la Gracia de Cristo, para que el Amor reine, para que se disipen las tinieblas del desamor, del hastío, de la desorientación profunda, del sinsentido de la vida y para que cierto nihilismo imperante, inundado de tanta luz amorosa, se transforme en nueva fuerza para una nueva humanidad, bajo el manto protector de María, la Madre que acompañó a los Apóstoles y a los discípulos reunidos en oración en los inicios de la Iglesia, y nos seguirá acompañando siempre, hasta el fin de los siglos.

Amén

Mons. Oscar Sarlinga, obispo de Zarate-Campana

Notas


 

[1] Benedicto XVI, Angelus del 8 de diciembre de 2007.
[2] ”Lo proclaman los Símbolos de la Fe, el Símbolo de los Apóstoles y el niceno-constantinopolitano; lo han enseñado los Padres de la Iglesia y los Concilios. Según esto, Jesucristo, Hijo eterno de Dios, es «ex substantia matris in saeculo natus» (cf. Símbolo «Quicumque», DS 76).

 


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Mensaje de Navidad de los Obispos de la Región Patagonia-Comahue. (AICA)
(diciembre de 2009)


“NO HABÍA LUGAR PARA ELLOS”  

Queridas hermanas y hermanos,

Una vez más las festividades de la Navidad nos unen en la gozosa meditación del gran amor de Dios Padre que “tanto amó al mundo que quiso enviarnos a su Hijo, para que tuviéramos vida por medio de él” (1 Jn. 4,9).

No tendría sentido hacer fiesta, comer pan dulce y brindar con sidra si no pensáramos, al menos un momento, por qué estamos haciendo fiesta y por qué intercambiamos los augurios de felicidad.

1- “No había lugar para ellos”

En la narración del nacimiento de Jesús hay una  afirmación que nos parece muy importante reflexionar. El Evangelio de S.Lucas dice que José y María, cuando llegaron a Belén, tuvieron que refugiarse en una gruta porque “NO HABÍA LUGAR PARA ELLOS” (Lc. 2,7) en el albergue de la ciudad. La triste realidad era que el mundo que había nacido de Dios Padre como un proyecto de amor para ser “casa de todos”, no hacía lugar para hospedar una mujer que estaba a punto de dar a luz.

Situación que se ha vuelto muy frecuente en la historia de la humanidad. Hoy se torna cada vez más difícil que todos “tengan un lugar”. No sólo no hay viviendas para todas las nuevas familias, en particular las más pobres que tienen que amontonarse en asentamientos inhumanos, sino también porque se multiplican los lugares donde la vida humana ya no es posible por la contaminación y la desertificación.

El drama de Belén hoy se repite. Hay quienes no tienen lugar porque se les niega el derecho a la vida antes de nacer, así como existen ancianos que sufren el desalojo y alejamiento de su propia familia. Hay familias que por la inseguridad y la violencia sufrida pierden su casa y sus bienes. Y de no tomarse en serio el cuidado del suelo, el aire y el agua muchos más quedarán sin “un lugar” para vivir. Es por eso que, en sintonía con el lema del año 2010: “SI QUIERES CULTIVAR LA PAZ, CUIDA LA CREACIÓN”,  propuesto  por Benedicto XVI, quisiéramos llamar su atención sobre el cuidado del universo  para que no transformemos este mundo en un lugar inhabitable

2- La tierra, el aire y el agua don de Dios para todos

La familia humana necesita una casa a su medida, un ambiente donde vivir sus propias relaciones. Esta casa es la tierra, el ambiente que Dios Creador nos ha dado para que lo habitemos.

El Papa Benedicto XVI nos dice: “Cuando Dios, con la creación, ha dado al hombre las llaves de la tierra, espera de él que sepa usar de este gran don haciéndolo fructificar en modo responsable y respetuoso”.

Solamente así con responsabilidad y respeto esa naturaleza que nos alberga y que hemos recibido como un don será capaz de ser la casa de nosotros y de nuestros descendientes.

Existen dos formas de relacionarse con la creación: usarla de manera respetuosa, para que nos conceda lo necesario para la vida, o explotarla de forma irresponsable, para sacarle todo lo que tiene y dejarla inservible y nociva para las futuras generaciones.

Dice Benedicto XVI: “Hoy se ha de ayudar a las personas a que sepan ver en la creación algo más que una simple fuente de riqueza o de explotación en manos del hombre”. La Creación es la casa común de todos nosotros y  de nuestros sucesores. Una casa que debemos cuidar, que no podemos explotar  bajo pena de destruirla para siempre.

En la vida cotidiana cuando alguien puede llegar a tener una casa propia se esmera para hacerla habitable, trata de mejorarla cada día y no permite que alguien la arruine o destruya. Así tendría que ser nuestra relación con la naturaleza que nos cobija, tanto más para aquellos que vivimos en este rincón maravilloso del planeta: la Patagonia. Un lugar ciertamente muy codiciado por ser aún natural, por no haber sido dañado por la mano del hombre, por ser uno de los reservorios de agua dulce más importante del mundo.

Es por eso que nos preguntamos: ¿Qué intenciones pueden inspirar a ciertos proyectos que terminan transformando una naturaleza llena de vida en tierra de muerte? La explicación posible parece ser la búsqueda del lucro inmediato sin alguna preocupación por el futuro. Esta actitud no tiene en cuenta “el bien común” y  prioriza el interés de unos pocos en desmedro de las necesidades de la familia humana de hoy y  de mañana.

Constatamos que con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales, que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo. Generalmente al cesar sus actividades y al retirarse dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos contaminados y algunas pocas obras sociales que ya no se pueden sostener.

La pesca y la minería son actividades necesarias, nobles y dignas de ser aprobadas, siempre que se ejerzan evitando la depredación impune y la contaminación.  Hay que cultivar la tierra, sin intoxicarla y sin agotarla. Todas las actividades productivas y extractivas, deben respetar un determinado orden inscrito en las leyes y en la finalidad de la naturaleza para que no se vuelvan contra el hombre.

Debemos entonces ser consientes y estar preocupados por  las consecuencias de la actividad del hombre, sobre los frágiles equilibrios del planeta. La afirmación del Evangelio que estamos comentando, es dramática y muy triste: “no había lugar”, más dramática y triste cuando es producto del egoísmo humano y de una ausencia total de solidaridad.

3- Todos somos responsables

Frente a la situación de María y José al “no encontrar un lugar” para cuidar la vida de Jesús, queremos llamar al compromiso para que el mundo pueda ser  siempre la casa de todos. Compromiso entonces de cuidar y defender la tierra, el agua y el aire, para que sea en definitiva un “mundo habitable”, como Dios quiere (cf. Is. 45,18).

Cuidar de la creación requiere la participación responsable de todos en lo que atañe al bien común.

Invitamos a nuestros legisladores para que pongan reparo a esta situación mejorando las leyes existentes, haciendo más rigurosos los controles necesarios y estableciendo regalías e impuestos que permitan a los gobiernos provinciales y municipales pensar en la economía futura cuando las empresas hayan dejado el lugar.

Pedimos a los gobernantes que no se dejen ilusionar por las promesas y el dinero que empresas sin escrúpulos pudieran ofrecer. Que piensen políticas de estado a mediano y largo plazo apropiadas en la búsqueda de un desarrollo sustentable para las actuales y futuras generaciones.

Comprometemos a todos, y en especial a los medios de comunicación social, a incentivar la responsabilidad que nos compete a todos de cuidar el ‘eco sistema’ en función del bien común. 

Exhortamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad  para que estén alerta y se organicen para impedir proyectos que no tengan en cuenta la preservación del medio ambiente y de la vida, que no se dejen ilusionar por beneficios inmediatos que comprometen negativamente el futuro.

Invitamos a todos los empresarios a tener en cuenta la responsabilidad social de sus emprendimientos, la explotación de los recursos naturales tiene una hipoteca social.

Alentamos a cada familia, y al mundo de la educación, que siembren en las nuevas generaciones un estilo de vida marcado por la sobriedad y austeridad solidaria, como camino seguro para que el planeta sea siempre “casa para todos”.

Valoramos a todos aquellos, especialmente a los pueblos originarios, que consideran a la tierra como madre, fuente de vida y casa común, y los alentamos a promover esta verdad en los demás.

4. Imploremos la gracia de la Navidad.

Pedimos al Señor, por intercesión de María que buscaba albergue para dar a luz a su Niño, para que todas las mujeres y los hombres, especialmente los más pobres, puedan encontrar un lugar digno en el mundo, y que el nuevo año nos encuentre comprometidos viviendo el lema de la jornada mundial de la paz que nos propone el Papa: “Si quieres cultivar la paz, cuida la creación”.

Los Obispos de la Región patagónica muy fraternalmente compartimos con ustedes y sus familias la alegría del Nacimiento del Salvador, y  el compromiso que su presencia suscita  de hacer de nuestro suelo y de nuestra historia un lugar feliz, de bendición, de gracia y de progreso sustentable para todos.

Les damos nuestra afectuosa bendición personal en estas fiestas de Navidad y del Nuevo Año del Bicentenario de nuestro camino como Nación Argentina.

Rezamos por ustedes, recen por nosotros. 

Mons. Marcelo Melani, sdb, obispo de Neuquén
Mons. Néstor Hugo Navarro, obispo de Alto Valle
Mons. Esteban Laxague, sdb, obispo de Viedma
Mons. Fernando Maletti, obispo de San Carlos de Bariloche
Mons. José Slaby, cssr, obispo Prelado de Esquel
Mons. Virgino Bressanelli, scj, obispo de Comodoro Rivadavia
Mons. Juan Carlos Romanín, sdb, obispo de Río Gallegos 


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Comentario al evangelio del domingo de la fiesta de la Sagrada Familia, publicado en Diario de Avisos el domingo 27 de Diciembre de 2009 bajo el epígrafe DOMINGO CRISTIANO.

¿Devaluación de la familia?

Daniel Padilla

Ya lo ven. La Iglesia, después de la Navidad, erre que erre, nos suele presentar el cuadro litúrgico de la Sagrada Familia. Es decir, la cámara enfoca, en un primer plano, como tiene que ser, la figura de Emmanuel. Y, después, el objetivo amplía su campo y aparece el marco en el que el Dios eterno va a gastar su tiempo: el hogar de Nazaret. ¡El trián­gulo humano al que desciende el Hijo desde el triángulo divino! Quizá muchos no entiendan esta insistencia de la Iglesia. ¡Invitarnos a contemplar hoy la vida de aquella familia, de corte tradicional y quieto, casera y artesana, en la que cada día era igual al anterior y en donde María, José  y el Niño eran personajes poco noticiables! ¿Qué sentido tiene? Porque, hoy, cuando se habla de la familia, suele hacerse para mostrarnos sus aspectos biológicos, o su evolución socio-cultural, o sus facetas psi­cológicas, o el índice estadístico de sus fra­casos matrimoniales. Y, sin embargo, ahí está la fiesta de hoy. ¿Por qué? Permí­tanme, amigos, que yo me limite, sin más, a subrayar dos pensamientos al hilo del Evangelio de hoy. A lo mejor resulta que son absolutamente actuales.

1. "Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de la Pascua". Los gestos religiosos. La educación de la fe trans­mitida, de padres a hijos, con la palabra y el testimonio. Ir creciendo en un hogar en el que, junto con los otros aprendizajes, se vaya desarrollando, con normalidad, la dimen­sión hacia Dios. Pero, ¿qué ocurre? Suelen llegar los novios a nuestros despachos parro­quiales con vistas a preparar su boda. Brotan entonces las reflexiones que hay que plan­tear a quienes quieren acceder a tan gran sacramento. Y uno constata muchas veces que aquella pareja no está muy dispuesta a ir a Jerusalén a la Pascua. Es decir, adivina que los hijos que de ese matrimonio nazcan no van a mamar, junto con la leche materna, esos gestos de lo religioso, alimento indis­pensable en el crecimiento de la fe.

2. "El niño, cuando lo encontraron sus padres, dijo: ¿Por qué me buscaban? Yo debo ocuparme en las cosas de mi Padre". He aquí algo que, tarde o temprano, tiene que suceder: la emancipación del hijo para vivir su vida. Lo que pasa es que hay dos modos de vivir su vida. Uno negativo, triste y egoísta. Es el de quienes deciden liarse la manta a la cabeza, evadiéndose de todo compromiso y responsabilidad, tratando de beber frenéticamente todos los placeres epidérmicos del siglo. Como hizo aquel hijo pródigo del que habló Jesús. Se fue a vivir su vida. Pero hay otro modo positivo y gene­roso. Es el del joven que un día se siente lla­mado a un determinado rol en la vida y decide realizarlo. Llámenle vocación o como quieran. Los hijos, todos, en un momento determinado de su existencia, son llamados a un determinado compro­miso. Y aceptar el vivir así su vida y com­prometer en ello su existencia, aunque sea a costa de dejar un viento de soledad en sus padres, es algo que ennoblece a los hijos y a los padres.


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S?bado, 26 de diciembre de 2009

Subsidio litúrgico para la fiesta de la Sagrada Familia, Domingo, 27 de diciembre de 2009, publicado por Conferencia Episcopal Española y recibido entre los materiales par su celebración.
 

Monición de entrada 

Después del saludo inicial: 

Coincidiendo con la fiesta de la Sagrada Familia, el Hogar santo donde María y José realizaron la misión de ser los primeros maestros de la educación humana del Verbo encarnado, celebramos cada año la Jornada de la Familia, que este año tiene por lema “Crecer en familia. Los padres: primeros maestros y testigos en la fe”.  

Cada vez con mayor insistencia nuestra sociedad reclama una educación de los niños y de los jóvenes que dé sentido a sus vidas y que considere a los padres protagonistas principales. Hagamos nuestro este anhelo e invoquemos en nuestra celebración al Espíritu Santo, para que impulse y sostenga la misión de los padres de educar a sus hijos en el amor verdadero y transmitir la fe. 

Oración de los fieles 

Unidos a la Sagrada Familia de Nazaret, modelo e imagen de la humanidad nueva, elevemos al Padre nuestra oración para que todas las familias sean lugar de crecimiento en sabiduría y gracia, y digámosle:  Renueva nuestras familias, Señor 

- Por la santa Iglesia de Dios: para que sus hijos vivan siempre unidos en el amor. Oremos.

- Por los gobernantes: para que respeten el derecho esencial de los padres de ser los primeros educadores de sus hijos y para que procuren con tenacidad la solución de los graves problemas que, en estos tiempos de dificultades económicas, afectan a las familias. Oremos.

- Por todos los hogares cristianos: para que sean verdaderas Iglesias domésticas e imágenes vivas de la Sagrada Familia de Nazaret. Oremos.

- Por los padres, para que asuman con renovado vigor su misión de ser los primeros maestros y testigos de la fe de sus hijos y, movidos por el Espíritu Santo, les guíen en el camino del amor y de la santidad. Oremos.

- Por los novios: para que vivan su noviazgo con Jesucristo y se capaciten para realizar su vida familiar según el proyecto de Dios y comprender su vida como una vocación al amor y a la santidad familiar. Oremos.

- Por nuestra sociedad: para que comprenda el valor sagrado de la vida humana y rechace lo que la destruye, como el aborto, la eutanasia, el terrorismo y otras formas de violencia. Oremos.

- Por los ancianos: para que en los últimos años de su vida no les falte el cariño familiar. Oremos.

- Por los miembros difuntos de nuestras familias: para que el Señor les conceda el descanso eterno. Oremos. 

Oh Dios, que en Jesús, José y María nos has dado una viva imagen de tu eterna comunión de amor; renueva en todos los hogares las maravillas de tu Espíritu para que nuestras familias puedan experimentar tu presencia y protección. Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén. 

Bendición de los matrimonios

Dicha la oración de después de la Comunión, el sacerdote puede impartir la bendición a los matrimonios presentes en la celebración. Con las manos juntas invita a los presentes a orar: 

Invoquemos, hermanos, sobre los esposos de nuestra comunidad la bendición de Dios, para que proteja con su auxilio a quienes ha unido en el sacramento del Matrimonio. 

Todos, durante un espacio de tiempo, oran en silencio. Luego, el sacerdote continúa: 

Padre santo, autor del universo, que creaste al hombre y a la mujer a tu imagen, y has bendecido la unión matrimonial; te rogamos humildemente por estos hijos tuyos unidos en alianza esponsal.

Descienda, Señor, sobre estos esposos, tu abundante bendición, que la gracia del Espíritu Santo inflame desde el cielo sus corazones y renueve su caridad conyugal.

Que en la alegría te alaben, Señor, y en la tristeza te busquen; en el trabajo encuentren el gozo de tu ayuda y en la necesidad sientan cercano tu consuelo.

Que participen en la oración de tu Iglesia y den testimonio de ti entre los hombres.

Que sus hogares sean auténticas iglesias domésticas y que un día participen en la alegría del banquete eterno.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R/. Amén.

V/. Y a todos vosotros, cuantos estáis aquí presentes, os bendiga Dios todopoderoso,

Padre, Hijo + y Espíritu Santo.

R/. Amén. 

Monición de despedida 

El sacerdote o el diácono despiden al pueblo diciendo: 

Iluminados por la luz de Cristo, vivamos en el amor y la unidad, de modo que nuestros hogares sean en el mundo una luz para todos los hombres y todas las familias. 

Podéis ir en paz.

R/. Demos gracias a Dios. 

Bendición del Belén 

Reunida la familia, el padre o la madre dice: 

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:

Amén. 

El que dirige la celebración puede decir: 

Alabemos y demos gracias al Señor, que tanto amó al mundo y le entregó a su Hijo.

Todos responden: 

Bendito seas por siempre, Señor. 

Oración de Bendición 

Luego el ministro, con las manos juntas, dice: 

Oh Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos has entregado a tu único Hijo Jesús, nacido de la Virgen María, para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti, te pedimos que con tu bendición + estas imágenes del nacimiento nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor.

Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.


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Nota de los Obispos de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida con Motivo de la Jornada de Familia (27 de diciembre de 2009), publicada en díptico par su difusión. 

JORNADA DE LA FAMILIA 2009

1. Formar la libertad en la familia 

El amor es “la vocación fundamental e innata de todo ser humano”. Esta es la verdad que orienta y da sentido a una educación humana integral que se vería extraordinariamente empobrecida si se “limitara a proporcionar nociones e informaciones dejando a un lado la gran pregunta acerca de la verdad, especialmente de la que puede servir de guía en la vida” . 

Esta vocación al amor tiene como fin la libre entrega a otra persona para construir con ella una comunión de personas. La educación, por lo tanto, está orientada a formar a la persona para que sea capaz de vivir la expresión plena de la libertad: entregar la propia vida con el don sincero de sí misma, a imagen de la donación plena que Jesucristo hace permanentemente a la Iglesia .

El lugar propio y más fundamental donde la persona recibe esta educación es la familia. En el clima de confianza propio del hogar, los hijos reciben la experiencia fundamental de ser amados, y son instruidos de modo natural para aprender el significado de la verdad y del bien en sus distintas manifestaciones que les abren a una vida social. 

Sin embargo, esta primera educación moral es insuficiente. El paso a una libertad madura requiere que los hijos sean capaces de elegir, en las múltiples circunstancias de su vida ordinaria, aquellos bienes concretos que posibilitan ir construyendo su vida en el amor. Se requiere, por lo tanto, una adecuada educación en las virtudes para que los hijos adquieran los hábitos que formen su carácter e inclinen permanentemente su libertad a la verdad. 

Para ello es necesario, en primer lugar, el testimonio moral de los propios padres, “que educan no tanto por lo que dicen cuanto por lo que viven”. Son ellos, con la coherencia de la propia vida, los primeros testigos de la verdad y del bien. Unido a esto, se hace especialmente necesario, en una sociedad carente de auténticos ejemplos, la presentación de testigos morales que fomenten en los hijos el deseo de una vida virtuosa. La vida de los santos se muestra así como un medio educativo de gran eficacia. 

La educación en las virtudes que se realiza en la familia requiere el equilibrio entre libertad y disciplina: “Sin unas reglas de conducta y de vida, aplicadas día tras día incluso a las pequeñas cosas, no se forma el carácter ni queda uno preparado para afrontar las dificultades” . De esta manera se va creciendo en la colaboración con otras personas en el sentido del bien común. 

Por último, esta educación para adquirir una vida virtuosa reclama un acompañamiento intenso por parte de sus padres, dedicando el tiempo necesario para ayudar a sus hijos a discernir la verdad, especialmente en aquellos ámbitos que tienen una mayor presencia. Este es el caso de los medios de comunicación, cuyo crecimiento y disponibilidad han brindado oportunidades excepcionales para enriquecer la vida de los individuos, y de las familias, pero al mismo tiempo que son una riqueza, son también un desafío para la ecuación de los hijos por la ingente cantidad de mensajes, a menudo contradictorios y de una extraordinaria relevancia moral. 

En este seguimiento permanente, la cohesión y unidad de los padres, fruto de la fidelidad conyugal, constituye el medio imprescindible para la tarea educativa de la familia. La ruptura del vínculo conyugal supone un doloroso obstáculo en la educación de los niños y de los jóvenes. 

2. Educar la fe en la familia 

Con palabras del Santo Padre, “en el origen de la crisis de la educación existe una crisis de confianza en la vida”10. De esta manera, dar razones de la esperanza constituye un elemento básico en la labor educativa que los padres tienen que realizar. Y en concreto, presentar la fuente de toda esperanza, el Amor eterno de Dios que acompaña a la persona durante toda su vida y que no se rinde ante ninguna infidelidad. 

La misión de los padres en este punto es insustituible, ya que ellos son los primeros transmisores de la fe y los custodios del crecimiento de la vida recibida en el bautismo. De esta manera participan de la autoridad y del amor de Dios Padre y de Jesucristo Pastor, recibiendo del Espíritu Santo los dones que necesitan para el crecimiento humano y cristiano de sus hijos11. 

Los padres llevan a cabo esta misión iluminando los acontecimientos de la vida familiar con la fe, la oración y la celebración de los acontecimientos, y con una colaboración activa en la formación religiosa que sus hijos reciben en la parroquia o en los colegios. “En la catequesis y todo el proceso de educación en la fe es esencial la cooperación de los padres para que exista una verdadera transmisión de la iniciación cristiana de la fe”12. 

Cada vez con más insistencia, se está poniendo de relieve en nuestra sociedad cómo la educación de los niños y de los jóvenes constituye un problema social grave. Los recientes actos de violencia juvenil, dados a conocer por los medios, incrementan una preocupación que se hace cada vez más intensa en la sociedad. 

Constatamos con inquietud que algunos padres han hecho dejación de una misión que les compete a ellos de modo principal: ser los primeros educadores de sus hijos. Compartimos la preocupación de muchos padres que comprueban la injusta injerencia del sistema educativo al pretender imponer una determinada educación moral, suplantando así una responsabilidad que les compete sólo a ellos. 

Además, muchos maestros ven cómo su autoridad se pone en tela de juicio y su labor educativa, en muchas ocasiones, no encuentra respaldo institucional ni apoyo por parte de los padres de sus alumnos. 

Por ello el Santo Padre ha hablado “de una «gran emergencia educativa», confirmada por los fracasos en los que con demasiada frecuencia desembocan nuestros esfuerzos por formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar sentido a la propia vida”. 

3. Colaboración con el colegio 

Los padres son los primeros maestros que educan a sus hijos. Se trata de un deber y de un derecho “esencial, primario, insustituible e inalienable”13. 

Esta responsabilidad, por lo tanto, no puede ser delegada a otras instituciones que, lejos de suplantar la misión educativa de los padres, se deben poner a su servicio. Los padres no pueden dejar la tarea educativa en manos del Estado o de las distintos centros educativos. En este sentido, hay que insistir en la participación activa de los padres en el proyecto educativo del colegio y en las diferentes asociaciones de padres de alumnos14. 

Por otro lado, el respeto al protagonismo que los padres deben tener en la educación de los hijos reclama que el Estado les facilite la elección de los centros educativos y que no vulnere el derecho primario que tienen los padres para determinar el tipo de formación moral que deseen para sus hijos. “El Estado no puede imponer legítimamente ninguna formación de la conciencia moral de los alumnos al margen de la libre elección de sus padres”15. 

Conclusión 

En estas fechas navideñas, ponemos la mirada y el corazón en María y José, a quienes el Padre encomendó la misión de ser los primeros maestros de la educación humana del Verbo encarnado. En su hogar santo, “el niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él”16. 

Queremos alentar a los padres, que, a ejemplo del hogar de Nazaret, están construyendo sus familias como Iglesias domésticas. En medio de las dificultades, los sacrificios y los obstáculos, cuentan con la gracia que recibieron en el sacramento del Matrimonio para educar a sus hijos en la fe y en el amor. ¡No tengáis miedo! El don del Espíritu Santo sostiene y anima los desvelos de los padres que “calan profundamente en el corazón de sus hijos, dejando huellasque los posteriores acontecimientos de la vida no lograrán borrar”17. 

Los Obispos la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar 

1 Benedicto XVI, Carta sobre la tarea urgente de la educación (21 de enero de 2008).
2 Juan Pablo II, Familiaris consortio, 11 .
3 Benedicto XVI, Carta sobre la tarea urgente de la educación (21 de enero de 2008).
4 Cf. Conferencia Episcopal Española, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España, 34.
5 “Desde los tiempos de Platón, la instrucción no consiste en una mera acumulación de conocimientos o de habilidades, sino de una paideia: una formación humana en las riquezas de una tradición intelectual encaminada a una vida virtuosa”, Benedicto XVI, Discurso en el encuentro académico en el salón Valdislav del Castillo de Praga (27-09-2009).
6 Conferencia Episcopal Española, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España, 178.
7 Cf. Benedicto XVI, Carta sobre la tarea urgente de la educación (21 de enero de 2008).
8 Ibid
9 Conferencia Episcopal Española, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España, 179.
10 Benedicto XVI, Carta sobre la tarea urgente de la educación (21 de enero de 2008).
11 Cf. Juan Pablo II, Familiaris consortio, 38.
12 Conferencia Episcopal Española, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España, 183.
13 Ibíd, 176.
14 Cf. Conferencia Episcopal Española, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España, 180-184.
15 Id., La Ley Orgánica de Educación (LOE), los reales decretos que la desarrollan y los derechos fundamentales de padres y escuelas. Declaración de la Comisión Permanente (28 de febrero de 2007).
16 Lc 2, 40.
17 Juan Pablo II, Familiaris consortio, 60


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ZENIT Publicamos el comentario al evangelio del domingo de la Sagrada Familia - C, redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, arzobispo electo de Oviedo.

El evangelio de este domingo navideño nos sitúa ante una escena de la Sagrada Familia. José discreto, Jesús en las cosas de su Padre y María guardando lo que entiende o no entiende en Dios dentro de su corazón. Dios no es un dios solitario, que se aburre en su sillón de nubes pescando con un mando a distancia algo en lo que entretenerse sin más. Dios es un Dios comunión, relación amorosa de tres Personas que se quieren: un Padre que ama al Hijo en el Espíritu, un Amante, un Amado y un Amor, como diría san Agustín. Y este Dios familiar, nos ha hecho a su imagen y semejanza. Sin familia el hombre se deshumaniza. Y por eso Dios, puesto a huma­narse, no ha querido prescindir de esta realidad. Jesús, María y a José, tienen una palabra que decirnos. Han querido vivir divinamente la aventura hu­mana. Como dice Benedicto XVI, "la revelación bíblica es ante todo expresión de una historia de amor, la historia de la alianza de Dios con los hombres: por este motivo, la historia del amor y de la unión de un hombre y de una mujer en la alianza del matrimonio ha podido ser asumida por Dios como símbolo de la historia de la salvación". Pero no lo tuvo fácil la Sagrada Familia. Tuvo que afrontar el habitar un mundo muy condicionado por los proyectos ajenos al proyecto de Dios. El Hijo de Dios, ya desde el inicio de su andadura terrestre tendrá que ha­bérse­las con la inseguridad, la insidia, la hostilidad. La vida será amenazada no sólo en el fi­nal de un calvario, sino ya en el principio cuando la palabra y los ges­tos de esta nueva criatura, parecían lejanos de presentar un problema a to­dos los poderes estableci­dos. La vida del Mesías era preciso controlarla, y ante la imposibilidad de esto, era mejor eliminarla o, al menos, censurarla.

Hoy, ante esta vida de Dios que se ha manifestado no sólo hace dos mil años en Belén, sino que a diario se manifiesta en nosotros y entre nosotros, po­demos pregun­tarnos qué tipos de censuras practicamos... ¡respecto del mismo Dios! Porque podemos ser creyentes de un Dios inofensivo, lejano; creyentes en un Dios con domicilio en cualquier panteón clásico, que no nos denuncie los malos vivires y que no nos anuncie cómo son los vivires buenos, un Dios que nos deje en paz. Hay muchas formas de censurar la vida, la vida que Dios es y que nos da, la vida que Dios pide de nosotros: abortos y eutanasias, injusti­cias y matanzas, egoísmos e insolidaridades. Aquella Santa Familia, como aque­llos pri­meros cristianos, tratándose como eran tratados por Dios, fueron capaces de transfor­mar el mundo... sacando al Dios desconocido de los panteones para reconocerlo en lo cotidiano, en los días laborables, en lo familiar de una vida humana.


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Reflexión de José Antonio Pagola para la Fiesta de la Sagrada Familia - C, ofrecida por la Delgación de Ensenñanza de la Diócesis de Tenerife.

¿QUÉ FAMILIA?                 

         Hoy es el Día de la familia cristiana. Una fiesta establecida recientemente para que los cristianos celebremos y ahondemos en lo que puede ser un proyecto familiar entendido y vivido desde el espíritu de Jesús.

         No basta defender de manera abstracta el valor de la familia. Tampoco es suficiente imaginar la vida familiar según el modelo de la familia de Nazaret, idealizada desde nuestra concepción de la familia tradicional. Seguir a Jesús puede exigir a veces cuestionar y transformar esquemas y costumbres muy arraigados en nosotros.

         La familia no es para Jesús algo absoluto e intocable. Más aún. Lo decisivo no es la familia de sangre, sino esa gran familia que hemos de ir construyendo los humanos  escuchando el deseo del único Padre de todos. Incluso sus padres lo tendrán que aprender, no sin problemas y conflictos.

         Según el relato de Lucas, los padres de Jesús lo buscan acongojados, al descubrir que los ha abandonado sin preocuparse de ellos. ¿Cómo puede actuar así? Su madre se lo reprocha en cuanto lo encuentra:«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús los sorprende con una respuesta inesperada: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais  que yo debía estar en la casa de mi Padre ? ».

         Sus padres «no le comprendieron ». Solo ahondando en sus palabras y en su comportamiento de cara a su familia, descubrirán progresivamente que, para Jesús, lo primero es la familia humana: una sociedad más fraterna, justa y solidaria, tal como la quiere Dios.

         No podemos celebrar responsablemente la fiesta de hoy sin escuchar el reto de nuestra fe. ¿Cómo son nuestras familias? ¿Viven comprometidas en una sociedad mejor y más humana, o encerradas exclusivamente en sus propios intereses? ¿Educan para la solidaridad, la búsqueda de paz, la sensibilidad hacia los necesitados, la compasión, o enseñan a vivir para el bienestar insaciable, el máximo lucro y el olvido de los demás?

         ¿Qué está sucediendo en nuestros hogares? ¿Se cuida la fe, se recuerda a Jesucristo, se aprende a rezar, o sólo se transmite indiferencia, incredulidad y vacío de Dios?. ¿Se educa para vivir desde una conciencia moral responsable, sana, coherente con la fe cristiana, o se favorece un estilo de vida superficial, sin metas ni ideales, sin criterios ni sentido último?. 

José Antonio Pagola 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
 27 de diciembre de 2009
Sagrada Familia (c)
Lucas 2, 41-52


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Viernes, 25 de diciembre de 2009

Para el AÑO SACERDOTAL 2009 - 2010: Venerable José Gabriel Brochero (AICA)

Exposición de monseñor Domingo S. Castagna,
arzobispo emérito de Corrientes 

¿Quién es Brochero?  Es difícil decir algo sobre lo mucho que expresa la vida de un hombre como Brochero. Me pregunto por qué este sacerdote ejemplar ha sido sometido a prejuicios inexplicables y minimizada su gravitación pastoral y social. Las razones que habitualmente se exponen no logran justificar el cerco histórico que le han impuesto. Algo parecido ha ocurrido con el proceso canónico del hoy Beato Ceferino Namuncurá. El camino a la Beatificación del Padre Brochero está hoy despejado y espera ser recorrido con mayor celeridad. El gran empujón proviene de un movimiento sacerdotal que no deja de organizar encuentros al amparo de su original imagen de incansable surcador de caminos. Detrás de ese cascarón de hombre campechano, montado en su “mala cara”, está lo que interesa a nuestros sacerdotes, mayores y jóvenes, en el intento contemporáneo de llegar a los corazones de los hombres hambrientos de Dios. ¿Quién es Brochero? ¿De dónde saca la pasión apostólica que lo domina? Para comprenderlo es preciso remontar el vuelo hacia los Apóstoles y entender el fervor evangelizador que aparece en ellos. El Padre Brochero es un apóstol, de la estirpe de aquellos, formados diligentemente por Jesús en la intimidad de su Colegio. Se corre el riesgo de sindicarlo entre quienes se dedican a resolver los graves problemas de los más pobres y excluidos. También lo logra, de manera eminente, pero la motivación principal de su generosa entrega es el amor a Cristo. No es el cura agauchado, de armas tomar, más movilizador social que siervo paciente. Es capaz de jugarlo todo al ideal misterioso que el Evangelio le propone. Para él, el Evangelio es Cristo, y se interna con valiente y tierna devoción en su constante y principal contemplación.

Testigo humilde y fiel de Jesús.  Cuando llega el fin de su vida, ciego y solitario, se sacia con breves frases evangélicas leídas por una humilde y piadosa religiosa. El final es la rúbrica de una existencia de fidelidad a la Eucaristía y al servicio humilde de sus feligreses. No deja de pensar en las necesidades de la gente, hambrienta de la gracia que él dispensa incansablemente en el ejercicio de su ministerio sagrado. Para ello se hace cargo de sus necesidades y, abriendo nuevos caminos a través de las altas sierras, conduce a su rebaño a la ciudad de Córdoba, donde, mediante el método de los Ejercicios ignacianos produce un movimiento evangelizador que transforma a los fieles más difíciles de su vasta parroquia. No es un fenómeno hecho cura, popular y líder, en una población que busca ampararse en él como el niño al prestigio de su padre. Es un apóstol, testigo humilde y fiel de Jesús; no tiene otro propósito que cumplir la misión recibida, como su Maestro cumplió la encomendada por su Padre. Quiere ser el servidor de todos, muy lejos de servirse de ellos, y, con su estilo y temperamento peculiares, terminar calladamente su vida en el silencio agónico de su aisladora enfermedad.

El gran secreto es la santidad.  Siempre hay un secreto que explica lo inexplicable de una vida heroica y socialmente incomprendida como la suya. Me refiero a la santidad. El sacerdote Brochero aprende, sorteando dificultades, a no desaprovechar las oportunidades que le brindan las diversas etapas del Seminario. Avanza sin estridencias hacia la grave responsabilidad de un ministerio sólo comprensible por la fe y vivido en el amor. Su temperamento generoso no autoriza otro movimiento espiritual  sino el que acaba en el don total y silencioso de su vida. Alimenta su espiritualidad bajo la conducción de sus formadores y responde, atravesando las vacilaciones propias de una juventud normal, hasta decidirse definitivamente por el Reino. Las vísperas de su Ordenación constituyen un verdadero Getsemaní. Aprende de su Maestro a conformarse con la voluntad del Padre. Aquel “fiat” es para siempre y ya no vuelve su mirada atrás. Su vida sacerdotal es el crecimiento, hasta la heroicidad, de aquel consentimiento inicial.  Sin elucubraciones piadosas amaneradas se mantiene fiel a lo aprendido: amor a la Eucaristía y a la Virgen, rezo piadoso del Breviario y atención a la salud espiritual de su pueblo. Todo lo hace como naturalmente. No se le ocurre proponerse como modelo a nadie, hace lo que debe, interiormente animado por el amor a Cristo y a su gente. Brochero es un amigo de Dios que, por serlo, no puede dejar de ser amigo de los hombres. Su modelo es Jesús, que desborda su amor al Padre en su amor a los más desamados, hasta la Cruz. El Evangelio que medita y predica es la fuente innegable de la dignidad de sus feligreses, humildes serranos, que él defiende contra viento y marea. Su  fidelidad a Cristo se traduce en fidelidad a la Iglesia. Su celo pastoral no tiene fronteras, por ello se atreve a todo y reduce a nada las dificultades que se interponen en su proyecto misionero.

Su método evangelizador.  Confía en el poder de la gracia y echa mano a medios ya consagrados por la Iglesia. El que atrae su particular empeño es el método ignaciano de los Ejercicios Espirituales. Los populariza de tal modo que su feligresía se acostumbra a confesarse de no haber acudido a ellos al expirar cada año. Él mismo se pone al frente y realiza esfuerzos heroicos para superar los obstáculos que impiden su cumplimiento. Me refiero a las largas travesías por las altas sierras, el cuidado del ganado familiar y tantos otros detalles, presentes en una ausencia prolongada, que miran las casas y tareas de campo de aquella humilde gente. El Padre Brochero, por temperamento y, principalmente, por convicción, no rehúye el desafío proveniente de las personas y lleva adelante su propósito de cambiarlas, sea cual fuere el estado moral en que se encuentren. Su trayectoria de Pastor está colmada de anécdotas, algunas de original colorido. Es verdad que abre senderos en la dura piedra serrana; esa tarea ímproba no responde al intento demagógico de acumular poder, su intención es abrirse paso en los corazones de todos para depositar la gracia del Evangelio y de los sacramentos. De otra manera no se entienden sus pintorescas predicas y su extremo empeño por acercar la Eucaristía a sus distantes comunidades y la santa Unción a los enfermos.

El leproso heroico.  Los hombres revelan su auténtica calidad cuando sobreviene la ancianidad, la enfermedad, la soledad y la muerte. Brochero entra en esa misteriosa y apasionante etapa final sin dejar de comportarse como lo había hecho siempre. Se enferma de lepra, la recibe como contagio de otro leproso a quien recupera del pecado. Transcribo el relato de una testigo de su tiempo: “En la salida del Tránsito a Pocho vivía un leproso. Era este de tan mala condición y hablar que nadie se arrimaba por no oírle los insultos y blasfemias. Brochero, con todo, no temía visitarlo. Le llevaba ropas y alimentos y hasta se supo que tomaba mate con él. Le disuadíamos, más Brochero respondía con gracia: “Pero, por favor; si allí hay un alma”. Al fin, lo confesó y le llevó la Santa Comunión. Murió el leproso en sus brazos, resignado como un santo”. (“Pregonero del Amor” – Del Forno  pág.102) El Padre Brochero acepta con humildad el aislamiento al que lo reduce la temible enfermedad. Se preocupa de disponer de lo necesario para celebrar diariamente la Santa Misa en su pobre pieza de enfermo. Se lo ve en silencio, sereno, “desgranando rosarios”. Allí está el secreto de su vigor apostólico y de la santidad sacerdotal que lo identifica. Ciego, ya no ve sino desde el corazón, pero, se abre camino, como lo hacía en las altas sierras, entre las tinieblas de la tierra, en busca de la Luz que supo y sabe dispensar, incansablemente, a sus feligreses y amigos.

Brochero santo.  No dudo que Brochero llegará a ser venerado como santo. El santo constituye la obra exclusiva de Dios. Para ello es preciso que su libertad active un consentimiento personal, del todo necesario, para que la obra de santidad se cumpla. Brochero aprende a dejarlo hacer a Dios. Su santidad sacerdotal es silenciosa, como la brisa en la que Dios se hace presente, pasando a veces desapercibida o disimulada. La identificación del venerable sacerdote con su pueblo y su cultura, que aún atrae ciertas miradas de incomprensión y sospecha, sabe ocultar, “a los perfectos de este mundo”, la verdadera identidad del Brochero santo. Finalmente lo que es desde el momento de su tránsito al cielo se revela por el reconocimiento y dictamen de la Iglesia peregrina. Han pasado muchos años desde su muerte (1914) y aún no se llega al término deseado. El pueblo capta su virtud heroica, la Iglesia la reconoce y los sacerdotes de todas las edades la constituyen en modelo para sus vidas. A medida que se avanza en el conocimiento de su temple de hombre de Dios, la sorpresa y la veneración brotan espontáneamente. La santidad que se observa en él es consecuencia de un proceso oculto en el que actúa principalmente la gracia. Brochero descubre, desde su corazón humilde y silencioso, que es simple y doloroso abrir el alma a la acción del Espíritu. Su vida no es fácil; sabe ser pobre con su Señor y, desde esa pobreza, “hacer la voluntad del Padre”.

Como lo quiere Dios y el pueblo lo necesita.  No nació santo, ni le fue fácil la santidad. Acabo de leer una afirmación suya sobre el sacerdote que me ha conmovido: “el sacerdote que no tiene mucha lástima de los pecadores, es medio sacerdote - y no tanto- estos trapos benditos que llevo encima no son los que me hacen sacerdote: si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano llego”. (Referido por el P. L.Castellani) Los testigos de su vida afirman que Brochero podría haber desempeñado, por su talento y cultura, una función destacada en el clero cordobés. Se decide por un heroico anonadamiento y se hace serrano con su humilde feligresía: adopta su lenguaje, sus imágenes ingenuas, su estilo pobre de vida. Aprende de Dios que, en su Hijo divino, se hace Hombre por amor. Se goza al referir todos los gestos de su ministerio al comportamiento ejemplar de su Maestro. ¡Qué clara su enseñanza al señalar que el sacerdote debe seguir a Jesús en el “anonadamiento” o desacredita la imagen sacerdotal! Mi breve reflexión sobre la personalidad del Cura Brochero es una invitación tímida a conocerlo en su intimidad de hombre santo, de sacerdote como Dios lo quiere y el pueblo lo necesita.

Mons. Domingo Salvador Castagna, arzobispo emérito de Corrientes


Publicado por verdenaranja @ 20:34  | A?o Sacerdotal
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Carta que ha escrito el cardenal Cláudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero, a los sacerdotes sobre la importancia de la oración.
Diciembre de 2009
 

Queridos Presbíteros:

La oración ocupa necesariamente un sitio central en la vida del Presbítero. No es difícil entenderlo, porque la oración cultiva la intimidad del discípulo con su Maestro, Jesucristo. Todos sabemos que cuando ella falta la fe se debilita y el ministerio pierde contenido y sentido. La consecuencia existencial para el Presbítero será aquella de tener menos alegría y menos felicidad en el ministerio de cada día. Es como si, en el camino del seguimiento a Cristo, el Presbítero, que camina junto a otros, comenzase a retardarse siempre más y de esta manera se alejase del Maestro, hasta perderlo de vista en el horizonte. Desde este momento, se encuentra perdido y vacilante.

San Juan Crisóstomo, comentando en una homilía la Primera Carta de San Pablo a Timoteo, advierte sabiamente: “El diablo interfiere contra el pastor […] Esto es, si matando las ovejas el rebaño disminuye, eliminando al pastor, él destruirá al rebaño entero”. El comentario hace pensar en muchas de las situaciones actuales. El Crisóstomo advierte que la disminución de los pastores hace y hará disminuir siempre más el número de los fieles de la comunidad. Sin pastores, nuestras comunidades quedarán destruidas.

Pero quisiera hablar aquí de la necesidad de la oración para que, como dice el Crisóstomo, los Padres venzan al diablo y no sean cada vez menos. Verdaderamente sin el alimento esencial de la oración, el Presbítero enferma, el discípulo no encuentra la fuerza para seguir al Maestro y, de esta manera, muere por desnutrición. Consecuentemente su rebaño se pierde y, a su vez, muere.

Cada Presbítero, pues, tiene una referencia esencial a la comunidad eclesial. Él es un discípulo muy especial de Jesús, quien lo ha llamado y, por el sacramento del Orden, lo ha configurado a sí, como Cabeza y Pastor de la Iglesia. Cristo es el único Pastor, pero ha querido hacer partícipe de su ministerio a los Doce y a sus Sucesores, por medio de los cuales también los Presbíteros, aunque en grado inferior, participan de este sacramento, de tal manera que también ellos llegan a participar en modo propio al ministerio de Cristo, Cabeza y Pastor. Esto comporta una unión esencial del Presbítero a la comunidad eclesial. El no puede hacer menos de esta responsabilidad, dado que la comunidad sin pastor muere. Como Moisés, el Presbítero debe quedarse con los brazos alzados hacia el cielo en oración para que el pueblo no perezca.

Por esto, el Presbítero debe permanecer fiel a Cristo y fiel a la comunidad; tiene necesidad de ser hombre de oración, un hombre que vive en la intimidad con el Señor. Además, tiene la necesidad de encontrar apoyo en la oración de la Iglesia y de cada cristiano. Las ovejas deben rezar por su pastor. Pero cuando el mismo Pastor se da cuenta de que su vida de oración resulta débil es entonces el momento de dirigirse al Espíritu Santo y pedir con el ánimo de un pobre. El Espíritu volverá a encender la pasión y el encanto hacia el Señor, que se encuentra siempre allí y que quiere cenar con él.

En este Año Sacerdotal queremos orar con perseverancia y con tanto amor por los Sacerdotes y con los Sacerdotes. A tal efecto, la Congregación para el Clero, cada primer jueves de mes, a las cuatro de la tarde, durante el Año Sacerdotal, celebra una Hora eucarística-mariana en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, con los Sacerdotes y por los Sacerdotes. Con gran alegría, muchas personas acuden a rezar con nosotros.

Queridísimos Sacerdotes, la Navidad del Señor está a la puerta. Quisiera daros mis más y mejores augurios de Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2010. Junto al pesebre, el Niño Jesús non invita a renovar hacia El aquella intimidad de amigo y de discípulo para enviarnos de nuevo como sus evangelizadores. 

Cardenal Cláudio Hummes
Arzobispo Emérito de San Pablo
Prefecto de la Congregación para el Clero

[Traducción distribuida por la Congregación para el Clero]


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ZENIT   nos ofrece la catequesis del Papa Benedicto XVI hoy, durante la audiencia general, a los peregrinos reunidos en el Aula Pablo VI, el miércoles 9 de Dciembre de 2009.

Queridos hermanos y hermanas

hoy conoceremos a otro monje benedictino del siglo doce. Su nombre es Ruperto de Deutz, una ciudad cercana a Colonia, sede de un famoso monasterio. Ruperto mismo habla de su propia vida en una de sus obras más importantes, titulada La gloria y el honor del Hijo del hombre, que es un comentario parcial al Evangelio de Mateo. Aún niño, fue acogido como “oblato” en el monasterio benedictino de San Lorenzo en Lieja, según la costumbre de la época de confiar a uno de los hijos a la educación de los monjes, pretendiendo hacer un don a Dios. Ruperto amó siempre la vida monástica. Aprendió bien pronto la lengua latina para estudiar la Biblia y para gozar de las celebraciones litúrgicas. Se distinguió por su integrísima rectitud moral y por el fuerte apego a la Sede de san Pedro.

Su tiempo estuvo marcado por los enfrentamientos entre el Papado y el Imperio, a causa de la llamada “lucha de las investiduras”, con la que – como he señalado en otras catequesis – el Papado quería impedir que el nombramiento de los obispos y el ejercicio de su jurisdicción dependieran de las autoridades civiles, que estaban guiadas ante todo por motivaciones políticas y económicas, y no ciertamente pastorales. El obispo de Lieja, Otberto, se resistía a las directrices del Papa, y mandó al exilio a Berengario, abad del monasterio de San Lorenzo, precisamente por su fidelidad al Pontífice. En este monasterio vivía Ruperto, que no dudó en seguir a su abad al exilio, y sólo cuando el obispo Otberto volvió a entrar en comunión con el Papa volvió a Lieja y aceptó convertirse en sacerdote. Hasta aquel momento, de hecho, había evitado recibir la ordenación de un obispo en disensión con el Papa. Ruperto nos enseña que cuando surgen controversias en la Iglesia, la referencia al ministerio petrino garantiza la fidelidad a la sana doctrina y da serenidad y libertad interior. Tras la disputa con Otberto, tuvo que abandonar su monasterio dos veces más. En 1116 los adversarios querían incluso procesarle. Aunque absuelto de toda acusación, Ruperto prefirió dirigirse por un tiempo a Siegburg, pero dado que las polémicas no habían cesado cuando volvió al monasterio de Lieja, decidió establecerse definitivamente en Alemania. Nombrado abad de Deutz en 1120, permaneció allí hasta 1129, año de su muerte. Se alejó de allí sólo para una peregrinación a Roma, en 1124.

Escritor fecundo, Ruperto ha dejado numerosísimas obras, aún hoy de gran interés, también porque participó en varias importantes discusiones teológicas de su tiempo. Por ejemplo, intervino con determinación en la controversia eucarística, que en 1077 había llevado a la condena de Berengario de Tours. Este había dado una interpretación reduccionista de la presencia de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía, definiendola como sólo simbólica. En el lenguaje de la Iglesia no había entrado aún el término “transustanciación”, pero Ruperto, utilizando a veces expresiones audaces, se hizo decidido defensor del realismo eucarístico y, sobre todo en una obra titulada De divinis officiis (Los oficios divinos), afirmó con decisión la continuidad entre el Cuerpo del Verbo encarnado de Cristo y el presente en las Especies eucarísticas del pan y del vino. Queridos hermanos y hermanas, me parece que en este punto debemos también pensar en nuestro tiempo; también hoy existe el peligro de redimensionar el realismo eucarístico, es decir, de considerar la Eucaristía casi como solo un rito de comunión, de socialización, olvidando muy fácilmente que en la Eucaristía está presente realmente Cristo resucitado - con su cuerpo resucitado – que se pone en nuestras manos para hacernos salir de nosotros mismos, incorporarnos a su cuerpo inmortal y guiarnos así a la vida nueva. ¡Ese gran misterio de que el Señor esta presente en toda su realidad en las especies eucarísticas es un misterio que hay que adorar y amar siempre de nuevo! Quisiera citar aquí las palabras del Catecismo de la Iglesia Católica que traerán en sí el fruto de la meditación de la fe y de la reflexión teológica de dos mil años: “Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente de hecho de modo cierto, real, sustancial: con su Cuerpo y su Sangre, con su Alma y su Divinidad. En ella está por tanto presente de forma sacramental, es decir, bajo las Especies eucarísticas del pan y del vino. Cristo todo entero: Dios y hombre” (CCC, 1374). También Ruperto contribuyó, con sus reflexiones, a esta precisa formulación.

Otra controversia, en la que el abad de Deutz se vio envuelto, tiene que ver con el tema de la conciliación de la bondad y la omnipotencia de Dios con la existencia del mal. Si Dios es omnipotente y bueno, ¿cómo se explica la realidad del mal? Ruperto reaccionó contra la postura asumida por los maestros de la escuela teológica de Laon, que con una serie de razonamientos filosóficos distinguían en la voluntad de Dios el “aprobar” y el “permitir”, concluyendo que Dios permite el mal sin aprobarlo y, por tanto, sin quererlo. Ruperto, en cambio, renuncia al uso de la filosofía, que considera inadecuada frente a un problema tan grande, y permanece sencillamente fiel a la narración bíblica. Parte de la bondad de Dios, de la verdad de que Dios es sumamente bueno y no puede sino querer el bien. Así identifica el origen del mal en el mismo hombre y en el uso equivocado de la libertad humana. Cuando Ruperto afronta este argumento, escribe páginas llenas de inspiración religiosa para alabar la misericordia infinita del Padre, la paciencia y la benevolencia de Dios hacia el hombre pecador.

Como otros teólogos del Medioevo, también Ruperto se preguntaba: ¿por qué el Verbo de Dios, el Hijo de Dios, se hizo hombre? Algunos, muchos, respondían explicando la encarnación del Verbo con la urgencia de reparar el pecado del hombre. Ruperto, en cambio, con una visión cristocéntrica de la historia de la salvación, ensancha la perspectiva, y en una obra suya titulada La glorificación de la Trinidad sostiene la postura de que la Encarnación, acontecimiento central de toda la historia, había sido prevista desde la eternidad, aún independientemente del pecado del hombre, para que toda la creación pudiese alabar a Dios Padre y amarlo como una única familia reunida en torno a Cristo, el Hijo de Dios. Él ve entonces en la mujer encinta del Apocalipsis toda la historia de la humanidad, que está orientada a Cristo, así como la concepción está orientada al parto, una perspectiva que ha sido desarrollada por otros pensadores y valorada también por la teología contemporánea, la cual afirma que toda la historia del hombre y de la humanidad es concepción orientada al parto de Cristo. Cristo está siempre en el centro de las explicaciones exegéticas proporcionadas por Ruperto en sus comentarios a los Libros de la Biblia, a los que se dedicó con gran diligencia y pasión. Encuentra así una unidad admirable en todos los acontecimientos de la historia de la salvación, desde la creación hasta la consumación final de los tiempos: “Toda la Escritura”, afirma, “es un solo libro, que tiende al mismo fin [el Verbo divino]; que viene de un solo Dios y que ha sido escrito por un solo Espíritu” (De glorificatione Trinitatis et processione Sancti Spiritus I,V, PL 169, 18).

En la interpretación de la Biblia, Ruperto no se limita a repetir la enseñanza de los Padres, sino que muestra su originalidad. Él, por ejemplo, es el primer escritor que ha identificado a la esposa del Cantar de los Cantares con María santísima. Así su comentario a este libro de la Escritura se revela como una especie de summa mariológica, en la que se presentan los privilegios y las excelentes virtudes de María. En uno de los pasajes más inspirados de su comentario escribe Ruperto: "Oh predilectísima entre las predilectas, Virgen de las vírgenes, ¿qué alaba en ti tu Hijo predilecto, que exalta el entero coro de los ángeles? Se alaban la sencillez, la pureza, la inocencia, la doctrina, el pudor, la humildad, la integridad de la mente y de la carne, es decir, la virginidad incorrupta" (In Canticum Canticorum 4,1-6, CCL 26, pp. 69-70). La interpretación mariana del Cantar de Ruperto es un feliz ejemplo de la sintonía entre liturgia y teología. De hecho, varios pasajes de este Libro bíblico eran ya usados en las celebraciones litúrgicas de las fiestas marianas.

Ruperto, además, procura insertar su doctrina mariológica en la eclesiológica. En otras palabras, él ve en María santísima la parte más santa de la Iglesia entera. De ahí que mi venerado predecesor, el papa Pablo VI, en el discurso de clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II, proclamando solemnemente a María Madre de la Iglesia, citó precisamente una proposición tomada de las obras de Ruperto, que define a María como portio maxima, portio optima – la parte más excelsa, la parte mejor de la Iglesia (cfr In Apocalypsem 1.7, PL 169,1043).

Queridos amigos, de estas rápidas pinceladas nos damos cuenta de que Ruperto fue un teólogo fervoroso, dotado de gran profundidad. Como todos los representantes de la teología monástica, supo conjugar el estudio racional de los misterios de la fe con la oración y con la contemplación, considerada como la cumbre de todo conocimiento de Dios. Él mismo habla alguna vez de sus experiencias místicas, como cuando confía la inefable alegría de haber percibido la presencia del Señor: “En ese breve momento – afirma – experimenté qué verdadero es eso que él mismo dice: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (De gloria et honore Filii hominis. Super Matthaeum 12, PL 168, 1601). También nosotros podemos, cada uno de su propia forma, encontrar al Señor Jesús, que incesantemente acompaña nuestro camino, se hace presente en el pan eucarístico y en su Palabra para nuestra salvación.

[Al final de la audiencia, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, afirmó:] 

Queridos hermanos y hermanas:

Como en las últimas catequesis, hoy quisiera presentar la figura de otro monje del siglo doce. Se llama Ruperto di Deutz. Según una costumbre de la época, siendo aún niño fue acogido en el monasterio benedictino de San Lorenzo, donde recibió una esmerada educación. Desde muy temprana edad, manifestó su amor por la vida monástica y su adhesión total a la Sede de Pedro. En el año mil ciento veinte lo nombraron Abad de Deutz, donde vivió hasta su muerte.

Ruperto nos ha dejado una gran cantidad de obras que todavía hoy suscitan un enorme interés. Fue muy activo en diversas discusiones teológicas, como por ejemplo en la defensa de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, o en su convicción de que el origen del mal se encuentra en un uso erróneo de la libertad humana, defendiendo así la absoluta bondad de Dios. En el centro de su reflexión teológica y bíblica nos encontramos siempre con Jesucristo, como punto de unidad de toda la historia de la salvación, desde la Creación hasta el final de los tiempos.

Queridos amigos, Ruperto de Deutz es una figura ejemplar de un teólogo fervoroso que, como todos los representantes de la teología monástica, supo conjugar el estudio racional de los misterios de la fe con la oración y la contemplación, considerada ésta como el culmen de todo conocimiento de Dios.

Saludo a los fieles de lengua española, en particular a los miembros de la Hermandad del Santo Entierro y de Nuestra Señora de la Soledad, de Dos Hermanas, a los jóvenes de Cancún-Chetumal y a los estudiantes de Monterrey, así como a los demás grupos venidos de España y otros países latinoamericanos. A todos os invito a reconocer con agradecimiento la presencia de Cristo en el Pan eucarístico y en su Palabra. Muchas gracias.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez
© Libreria Editrice Vaticana]


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Jueves, 24 de diciembre de 2009

Oración al Sagrado Corazón de Jesús por los sacerdotes, publicada en la revista de los MISIONEROS SIERVOS DE LOS POBRES DEL TERCER MUNDO – OPUS CHISTI SALVATORIS MUNDI, n. 3 Navidad 2009, en el año sacerdotal.

 

Oración al Sagrado Corazón
de Jesús por los sacerdotes

 

¡Oh Jesús, eterno sacerdote! Guarda a tus
sacerdotes al abrigo de tu corazón.

Especialmente te pedimos por los sacerdotes
del Movimiento, para que guardes sin mancha
sus manos consagradas, que diariamente
tocan tu Santo Cuerpo, y limpios sus labios,
teñidos por tu preciosa Sangre.

Guarda puro
su corazón, marcado por el sello sublime del
sacerdocio.

No permitas que el espíritu del
mundo los contamine, y que tu santo Amor los
proteja de todo peligro.

Bendice sus trabajos
y que el fruto de sus desvelos sea la salvación
de muchas almas, que serán su consuelo aquí
y su corona eterna. Divino Corazón de Jesús,
Corazón lleno de celo por la gloria del Eterno
Padre, te rogamos por todos los sacerdotes;
en tu Corazón Sagrado llénalos de celo, de
pureza, de bondad, de amor y de caridad
apostólica.

Amén


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Mensaje del  Padre Giovanni Salerno, msp para la Navidad de 2009, publicado en revista "n. 3 Navidad 2009" de MISIONEROS SIERVOS DE LOS POBRES DEL TERCER MUNDO - OPUS CHISTI SALVATORIS MUNDI.

Queridos amigos: 

También este año hemos llegado al umbral de la fiesta solemne de la Navidad, tan esperada por los niños, y no sólo por ellos.

Se trata, en efecto, de una solemnidad que siempre nos prepara-mos a vivir con alegría, convencidos de que todo el mundo la vivirá con ese mismo espíritu, de manera especial los pobres. Y los medios de comunicación social hacen grandes esfuerzos para transmitir este gozoso mensaje, propo­niendo narraciones y escenificaciones conmovedoras, que llegan incluso a convencernos de que de veras este período, de un modo mágico, se trans-forma también para los pobres en un oasis feliz. La realidad, sin embargo, es muy diferente: a dos mil años de distan­cia de la venida de Jesús, en muchos territorios del Tercer Mundo, incluida la Cordillera de los Andes, sigue escu­chándose incesantemente el grito de Raquel: "Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen" (Mt 2, 18).

Se trata de un grito que la Iglesia desde siempre ha hecho suyo en

favor de los muchos pobres del Tercer Mundo. ¿Cómo no recordar las palabras angustiosas del Papa Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio?

"Hoy en día nadie puede ya ignorarlo: en continentes enteros son innumerables los hombres y mujeres torturados por el hambre, son innumera­bles los niños subalimentados, hasta tal punto que un buen número de ellos muere en la tierna edad; el crecimiento físico y el desarrollo mental de muchos otros se ven con ello comprometidos, y regiones enteras se ven así condenadas al más triste desaliento" (PP, 45).

Este mismo grito ha sido evoca-do nuevamente por el Santo Padre Benedicto XVI en su última encíclica "Caritas in veritate", en la que, remon­tándose precisamente a un pasaje de la encíclica de Pablo VI, reafirma que "los pueblos hambrientos interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulen­tos" (CV, 17. Cfr. PP, 3).

Nuestro Movimiento, nacido precisamente como respuesta al grito desgarrador de la Populorum progres­sio, no admite desalientos o retrocesos, sino que avanza para realizar en medio de los más pobres los deseos del Santo Padre, haciendo propias las preocupa­ciones de la Iglesia. 

Justamente por eso nuestras Hermanas Misioneras Siervas de los pobres del Tercer Mundo, viendo a tantos niños morir de hambre fren­te a la indiferencia del gobierno que rehúsa hacerse cargo de la dramáti­ca situación, han abierto una nueva misión en el pueblo de Cusibamba, a 4.300 m.s.n.m., para aliviar el hambre de muchos niños pobres y al mismo tiempo evangelizarlos. 

Si todos los "hombres de Iglesia" pensaran en los pobres del Tercer Mundo, ¡cómo se enriquece-rían espiritualmente, experimentan-do que "quien ayuda a los pobres le presta a Dios" (Pr 19, 17)! 

En la alta Cordillera, la situa­ción de la gente indígena y sobre todo de tantos y tantos niños se vuelve cada vez más dramática, también como consecuencia del hecho que los gobernantes han declarado "triunfalmente" que el Perú es hoy un país de gran desa­rrollo, y por eso rehúsan orgullosa-mente las ayudas económicas ofre­cidas a favor de los más pobres. 

Tal vez olvidan que tan sólo en los primeros meses de este año 2009 en las regiones de Puno, Cuzco, Huancavelica y Huancayo se han registrado más de doscien­tos decesos de niños por neumonía a causa del intenso frío. 

Estos datos se refieren úni­camente a los niños registrados en alguna oficina del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC). Se trata entonces de datos poco indicativos de la realidad en todo su conjunto, pues se sabe que en la sola región de Cuzco hay más de 60.000 niños no registrados. 

El futuro de los pobres no depende por cierto de los gobernan­tes, a menudo carentes de fe o con una fe moribunda y el corazón duro como piedra. 

El futuro de tantos y tantos niños pobres depende de las deci­siones valientes, heroicas, de jóve­nes dispuestos a ponerse al servicio de los más pobres. 

Siempre me pregunto: "¿Cuál hubiese sido el futuro de tanta gente indígena a la que asistimos en los diferentes pueblos de la Cordillera, y cuál hubiese sido el futuro de los más de mil niños a los que asistimos diaria-mente en nuestros centros, si no hubiese surgido nuestro Movimiento con tantos corazones generosos deci­didos a socorrerlos?". 

Nuestros jóvenes sacerdotes y hermanos consagrados, nuestras jóvenes hermanas, y nuestros jóvenes matrimonios y familias misioneras que desde varias naciones han escuchado claramente el grito de los más pobres no han dudado en dejar casa, trabajo, comodidades y afectos familiares para venir a salvar la almas de tantos ino­centes. 

Todos ellos han respondido al grito de los más pobres con el corazón ardiente de amor, buscando única-mente la Gloria de Dios. 

Mi corazón misionero arde del \' deseo de que este grito en el cual se reconocen distintamente el llanto de tantos niños hambrientos, así como el silencio doloroso de tantos hermanos nuestros que viven en el más triste abandono, penetre, en esta Santa Navidad, en el corazón de muchos jóvenes como una verdadera "llamada a las armas" para salvar a tantos her-manos condenados a una vida inhu­mana. 

¡Feliz Navidad a todos! 

P. Giovanni Salerno, msp


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Mi?rcoles, 23 de diciembre de 2009

Mensaje de monseñor José María Arancibia, arzobispo de Mendoza, con motivo de la presentación del Plan Diocesano de Pastoral. (AICA)
(26 de noviembre de 2009)
 


PLAN DIOCESANO DE PASTORAL 

“Discípulos misioneros de Jesucristo, en comunión,
para la vida de nuestra pueblo”

1. Una nueva presentación del Plan Diocesano de la Iglesia en Mendoza

   Desde el año pasado, venimos presentado el Plan Diocesano de Pastoral (2008-2012) a las comunidades católicas de Mendoza. Nos mueve el deber de pastores y una gran ilusión. Al prepararlo y entregarlo, confiamos en Dios, que como Padre sabe siempre lo que necesitamos (cf Mt 6,32). Nosotros sólo nos sentimos instrumentos de Jesús, el buen Pastor, que sigue dando la vida por sus ovejas (cf Jn 10,11). Pero atentos al Evangelio, queremos ser ingeniosos y previsores, como el mismo Jesús recomendó: “¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? (Lc 14,28). Sabio consejo, tanto para el mundo civil como para el religioso.  

   Hoy presentamos este Plan a la sociedad civil de Mendoza. No es la primera vez, porque también dimos a conocer el anterior (PDP 1999-2004). ¿Qué nos mueve a presentarlo? Ojalá pueda explicarlo con esta intervención. El título del plan ya contiene cierta respuesta: Discípulos misioneros de Jesucristo, en comunión para la vida de nuestra pueblo. Como Iglesia, queremos trabajar muy unidos e interesados por la vida plena y dichosa del pueblo, porque en él nos sentimos insertos, y con él comprometidos.  

2. Los cristianos son parte de un pueblo y se disponen a servirlo

    Los cristianos somos parte del pueblo en el cual nacemos, en donde habitamos y trabajamos. Con él tenemos todo en común. Gozamos y sufrimos con sus alegrías y sus penas. Somos parte de una misma historia. Vibramos con todo lo que sucede. Vivimos juntos los sueños, anhelos y temores. Compartimos muchas preocupaciones.

   Una carta escrita en el siglo II dice de los cristianos: “... no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres. En ninguna parte establecen ciudades exclusivas, ni usan una lengua extraña, ... se muestran llevando un tenor de vida admirable ... Habitan en sus propias patrias, pero como extranjeros; participan en todo como los ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña les es patria, y toda patria les es extraña” (Carta a Diogneto). También hoy y aquí, aunque los cristianos no sean siempre ejemplares, subsiste en ellos este fuerte sentido de pertenencia.

   Por tanto, la fe no los aleja ni desliga de la condición de vida que afecta a todos. Al contrario, otorga a los creyentes una sensibilidad especial, brotada del amor a Dios y del amor al prójimo. Así, pues, cuando hoy los católicos de Mendoza programan sus objetivos y metas, quieren ofrecer el mejor servicio a la sociedad a la que pertenecen y a la que aman.  

3.  La fe cristiana en Mendoza y en su historia

   ¿Qué identifica a los cristianos de hoy y de siempre? La fe religiosa en Jesucristo, a quien confiesan como Mesías, Salvador y Redentor. Creen en Él como Hijo de Dios, que con el Padre y el Espíritu Santo recibe una misma adoración y gloria. Nacido de María, por obra del Espíritu Santo, murió y resucitó para perdonar y reconciliar a la humanidad toda. Esta fe tiene que ver con la manera de encarar la vida, de gastarla y de compartirla.

   ¿Cómo surgió esta fe en nuestra tierra? “La fe cristiana llegó a Mendoza en el siglo XVI, con los españoles que fundaron nuevos pueblos en Cuyo. Esa misma fe fue compartida pronto con los pueblos originarios, y más tarde con las corrientes inmigratorias, que vinieron sobre todo de España e Italia. Varias culturas en una misma tierra, constituyeron un desafío de convivencia pacífica y de trabajo común. La fe católica fue sin duda una decidida fuerza de comunión entre todos, que debemos agradecer” (Carta Pastoral 2009). Por ello, esta experiencia religiosa es parte de nuestra historia, que no puede prescindir de ella, ni negarla al interpretar cuanto ha sucedido y todavía acontece.

   A su vez, la misma fe nos exige de manera permanente revisar con sinceridad hechos y conductas. Sólo así se aprende de la historia, a vivir en la verdad y a buscar el verdadero progreso humano. A mi entender, éste es el sentido de la antigua sentencia: La historia es maestra de vida (CICERÓN, De oratore).

   Ahora bien, la relación entre la fe y la cultura como forma de vida, es siempre un verdadero desafío. No sólo porque la experiencia religiosa se encarna en la cultura, sino porque también la ilumina y la cuestiona. ¡Cuántos valores que nos enorgullecen se han forjado en este intenso intercambio! Y a su vez, ¡cuántos de esos valores adquiridos, se consideran hoy perdidos, o son añorados y buscados! Pensemos por ejemplo en: la dignidad de la vida humana; la unión y la concordia de la familia por el amor; el deseo de progresar y el derecho de todos al progreso; la educación necesaria para salir adelante; el respeto a los mayores y a las sanas tradiciones; la responsabilidad para el trabajo; el sentido de patria y de bien común; la preocupación por los enfermos y los más pobres; etc.

   Hoy la fe cristiana es compartida por muchas Iglesias y comunidades religiosas, que no viven en plena comunión. Es una realidad que nos aflige y avergüenza. En varias de ellas existe el deseo de una relación ecuménica más intensa, hecha de diálogo y cooperación. Esperamos incentivarla y lograrla. Por otra parte, otras posturas religiosas y el mismo ateísmo tienen un lugar más destacado. Sin embargo, aún reconociendo la necesidad del diálogo, se valora el aporte de los credos a la vida ciudadana. Sería de lamentar que prevaleciera el rechazo de toda perspectiva trascendente en la concepción del hombre y de la sociedad. Recuerdo con alegría la experiencia de diálogo y oración que tuvimos con otras religiones, en momentos cruciales, tanto en Mendoza como en el país.  Eso fueron: las Mesas del Dialogo Argentino y las diversas Jornadas por la Paz.   

4. Analizar la realidad y reconocer desafíos

   Se escucha con frecuencia criticar a los dirigentes, porque no conocen bien la realidad o la interpretan mal. Una protesta cada vez más insistente. La conducción de una comunidad requiere observar, escuchar y discernir cuanto en ella sucede, como también descubrir sus preocupaciones y expectativas. Incluso la capacidad de ayudarle a repasar sus grandes ideales y a superar los obstáculos que le impiden luchar por ellos.

   La Iglesia Católica comparte esta necesidad. Por eso ensaya nuevos modos de conocer la realidad para encauzar bien su tarea. El Evangelio es ya una luz que penetra la existencia, y un proyecto completo para una vida feliz. No obstante, Jesús no ha querido ahorrarnos el esfuerzo de diagnosticar la situación y de planificar la misión. Al contrario, en su enseñanza advierte la urgencia de reconocer los signos de los tiempos para encarar el presente y el futuro (cf Mt 16,3-6). Para muchos es conocido el método llamado: VER - JUZGAR - ACTUAR,  que la Iglesia y otras instituciones utilizan. En las mismas palabras del método, se deja intuir su valiosa propuesta.

   Por todo esto, la preparación del Plan estuvo precedida por pasos decisivos; menciono sólo algunos:

-el plan anterior se trazó sobre un primer diagnóstico de la realidad mendocina (1997-1998)
-terminado el quinquenio (1999-2004), se hizo una amplia evaluación (2005-2006)
-se recogieron entonces provechosos “aprendizajes”
-fue actualizada la mirada sobre la realidad
-y se reconocieron nuevos desafíos
-se repasaron las motivaciones y las actitudes necesarias
-el pueblo fue consultado en una asamblea diocesana (2007)
-se tuvieron en cuenta las propuestas pastorales para la Argentina y para toda América.

   Es interesante detenerse un poco en la noción de DESAFÍOS. La palabra sola ya indica que la realidad no se estudia sólo para describirla en sus aspectos positivos o negativos. Se intenta más bien un análisis comprometido y comprometedor, de manera que la situación aparezca como una interpelación a la acción responsable de todos. Cada uno según su responsabilidad. No es un estudio indiferente para quienes lo emprenden, sino un llamado imperioso a reconocer, asumir, programar y volver a evaluar.

   ¿Cuáles fueron los desafíos reconocidos? Me permito mencionar unos diez:

-Quienes se llaman cristianos, deben vivir más intensamente su encuentro con Jesucristo, y con gozo descubrirlo como un tesoro para sus vidas
-Cuando muchos se han apartado de Dios o apenas lo conocen, han de emprender una decidida acción misionera, en favor de todos y sobre todo de los alejados
-En una cultura materialista, tienen que ser testigos de valores trascendentes
-En medio de una sociedad dividida y hasta enfrentada, están llamados a ser constructores de unidad, de consenso, de armonía y de paz
-El Evangelio que enriqueció la cultura, ha de ser propuesto de nuevo, para suscitar una convivencia basada en la verdad, la justicia y el amor solidario
-Si la dignidad humana no es respetada, tienen que defenderla como primer derecho
-En un ambiente individualista, han de educar ciudadanos para el bien común y una verdadera amistad social
-Conociendo la crisis familiar, les urge animar a todas las familias a vivir con alegría y esperanza la belleza de su vocación y misión
-Puesto que la educación ha sido criticada y con razón, es necesario impulsar una revisión integral, con la activa participación de familias y docentes, para que todos consigan su madurez personal y la debida inserción social
-Para responder a estos desafíos, es necesaria una conversión personal y pastoral, que suscite la responsabilidad de todos los bautizados, y que aliente vocaciones de especial consagración a Dios.  

5. Una planificación comprometida y esperanzada

   Como toda programación, la nuestra necesita ser estudiada y puesta en práctica progresivamente. Los cambios deseados no se logran de golpe ni fácilmente. Las dificultades y resistencias son varias y previsibles. Pero no se superan sin esfuerzo y constancia. Los fieles católicos comparten las limitaciones y hasta los vicios del ambiente en el cual viven y trabajan. Como suelen decir los estudiosos de la cultura argentina: somos hábiles para observar y criticar; rápidos y audaces para imaginar soluciones. Pero confiamos que otros las pongan en práctica; y si emprendemos los cambios, nos falta el decidido compromiso, que supone un trabajo compartido, honesto, y perseverante.

   Los grandes ideales sólo se consiguen perseverando en ellos y dedicando tiempo suficiente y trabajo paciente. Así sucede en la vida de las personas, de las familias y de los pueblos. Por eso los programas que se abandonan, o se modifican sin buscar la debida continuidad, no dan los frutos esperados.

   Somos conscientes de que esta experiencia de vida debe ser asumida en la programación. Por eso el Plan Diocesano, asumiendo los DESAFÍOS señalados, propone ante todo: PRIORIDADES y OBJETIVOS precisos; luego las ESTRATEGIAS para alcanzar los objetivos; y también las ACTITUDES interiores, sin las cuales los objetivos y las estrategias no resultan motivadores. En el último capítulo, y con saludable realismo, se marca un proceso de ASIMILACIÓN y aplicación, con las oportunas EVALUACIONES. Es sabido que, sólo revisando con audacia y franqueza la marcha, se pueden alcanzar las metas propuestas y anheladas.

   En toda la tarea de planificación, ha sido útil contar también con aportes de la ciencia y de la técnica, de las cuales hace tiempo se vale la pastoral. Sin embargo, la principal confianza está en la fe que engendra alegría, en la esperanza que no defrauda, y en el amor de Dios experimentado cada día. Desde esa visión he presentado el Plan actualizado, diciendo:

“El Plan Diocesano de Pastoral es un proyecto común que hemos ido madurando juntos porque Cristo es nuestra esperanza. Hoy no resulta fácil sostener en el tiempo un proyecto común de largo alcance. Los objetivos y estrategias de nuestro Plan se resuelven en esta gran meta. En palabras del Santo Padre: "La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando "hasta el extremo", "hasta el total cumplimiento" (cf. Jn 13,1; 19,30). Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente "vida"... Si estamos en relación con Aquel que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la vida.  Entonces "vivimos"." [SS 27] (Carta 8/12/07/ n. 10)

6. Una decidida contribución al bien común

   La Iglesia en Mendoza, dentro de sus limitaciones, quiere cumplir su misión con la seguridad de ofrecer un decidido aporte al bien común. Mucho se habla de “crisis” en nuestro país, mencionando causas y soluciones desde diversas posturas. En esos comentarios sobresale una constatación reiterada: nuestra crisis tiene componentes morales más importantes aún que los económicos, políticos y sociales.

   En este tiempo se lamenta la pérdida de valores. En un estudio interesante sobre la Argentina, el autor afirma de la religión: “Los grandes valores sociales, que son racionales, y por ello son aceptados también por los ateos, pueden ser reforzados gracias a los valores religiosos, que agregan nuevas y profundas motivaciones a su cumplimiento, ya que una opción religiosa toca la intimidad de las personas y sus convicciones más personales. Las creencias religiosas otorgan al cultivo de los valores una fuerza peculiar, porque los conectan con el sentido último de la existencia”.[1]   

   El Plan Pastoral para Mendoza quiere promover -desde la fe cristiana- muchos e importantes valores. Unas diez veces menciona el Bien Común, y otros vocablos relacionados aparecen con frecuencia: la justicia es mencionada 19 veces; la verdad 15; la solidaridad 6; la amistad 6; la fraternidad 7; el amor más de 70; el compromiso unas 40 veces; y la palabra “vida” aparece nada menos que 170 veces.

   En sintonía con este Plan, se pueden nombrar otros programas de la Iglesia en la Argentina: De habitantes a ciudadanos; Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad; Tu voto vale (ACA); Cáritas y Más por Menos, que de varias maneras colaboran con la promoción integral de los más necesitados.

   Para terminar, agradezco a todos los presentes su participación en este encuentro. Al expresarles mi gratitud en nombre de la Iglesia Católica en Mendoza, expreso nuestro profundo y vivo interés de seguir colaborando -respetuosa pero eficazmente- con el bien integral de todo el pueblo, con el cual estamos todos comprometidos. 

  
Mons. José María Arancibia, arzobispo de Mendoza 

Notas

[1]. V. M. FERNÁNDEZ, Valores argentinos o un país insulso, Ed Bouquet, Bs As 2006.


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Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia para el segundo domingo de Adviento. (AICA)
(6 de diciembre 2009)


“Dios dirigió su palabra a Juan…” 

I. “El año 15º del reinado del emperador Tiberio…”

1. El segundo domingo de Adviento trae siempre la figura de Juan Bautista, a quien Dios dirige su palabra para preparar la venida del Mesías: “Una voz grita en el desierto: ‘Preparen el camino del Señor…’” (Lc 3,2-4). La figura de Juan y su mensaje son tan importantes que la liturgia dedica dos domingos seguidos a contemplarla. San Lucas le da un realce especial, pues enmarca su aparición dentro de la historia universal: “El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea…” (v. 1). Como si el evangelista nos quisiese decir: “Lo que voy a narrar, y que acontece en un oscuro lugar del Imperio, está dirigido, no sólo a los judíos, sino a los hombres de todo el mundo”.

En Lucas, la perspectiva de la salvación ofrecida por Jesucristo a todos los hombres sin distinción, es muy fuerte. La remarca nuevamente cuando termina su Evangelio: “…Y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados” (24,47). Y comienza su segundo escrito, los Hechos de los Apóstoles, de la misma manera: “Ustedes serán mis testigos en Jerusalén,… y hasta los confines de la tierra” (1,8).

II. “Juan anunciaba un bautismo de conversión”

2. El bautismo de conversión, que anuncia Juan, no es una simple purificación. Apunta a la transformación interior de la manera de pensar la vida y de conducirse en ella: “Éste comenzó a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados” (Lc 3,3). La palabra “conversión” en el texto original griego se dice “metanoia”, que significa literalmente “cambio de mentalidad”. “Conversión” es algo más profundo que arrepentirse de una acción mala. Es extirpar de nosotros la raíz espiritual depravada que nos conduce al mal, y cambiarla por una raíz nueva, que nos capacite para sentir, querer y pensar la vida con los ojos de Dios nuestro Creador. Para lo cual – como leeremos el domingo próximo –hace falta otro bautismo, “en el Espíritu Santo y en el fuego”, que imparte “el que es más poderoso que yo” (vv. 15-16).

3. Es muy conveniente que en esta segunda semana de Adviento nos dejemos interpelar por Juan el Bautista y nos preguntemos si el bautismo que un día hemos recibido actúa en nosotros como impulso permanente a cambiar nuestra mente y nuestro corazón para conformarlos a la mente y corazón de Jesucristo. Pues sólo de esa manera nos prepararemos de veras a recibir a Jesucristo en su Vuelta definitiva, y a celebrar dignamente en la próxima Navidad su primera Venida en nuestra naturaleza mortal.

III. “Orar por las autoridades”

4. En este domingo, la Comisión Nacional Justicia y Paz nos exhorta “para pedir a Dios que ilumine a todas aquellas personas que tienen alguna responsabilidad pública y, en especial, a quienes asumirán en los próximos días como legisladores”. La oración por la autoridad pública es un deber grave del cristiano, que recomendaban los Apóstoles aún cuando la autoridad los perseguía cruentamente. Así San Pablo: “Recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador” (1 Tm 2,1-3). El Misal Romano trae varios formularios de Misas por las autoridades. Con ello, la liturgia nos recuerda tres cosas: 1ª) que la autoridad debe ser respetada, pues viene de Dios; 2ª) que la autoridad es débil y necesita ser sostenida por nuestra oración; 3ª) que la autoridad sufre la tentación de extralimitarse y debe ser resistida firme y pacíficamente por el ciudadano cristiano.

IV. La vocación política: la más noble de las vocaciones

5. Ante la exhortación de la Comisión Justicia y Paz, conviene recordar que la vocación política es doble. Una, es universal. Todo hombre es por naturaleza un ser “político”. “Animal político”, lo definía Aristóteles. Es decir, todo hombre tiene derecho y obligación de contribuir a la organización de la “pólis”, de la ciudad; o sea de la convivencia civil. Hay una segunda vocación política, que es particular, subordinada a la universal, por la que algunos se sienten llamados a procurar el bien común de manera concreta. Y ello, mediante: a) el servicio a la República en la administración pública; b) la militancia en un partido político a fin de ofrecer a la ciudadanía un proyecto de País en torno al cual dialogar con las otras fuerzas políticas; c) el ejercicio de la autoridad en algunos de los tres poderes, y en los diversos órdenes: municipal, provincial y nacional.

6. En razón de su ordenación a procurar el bien común, la vocación política particular es la más noble de las vocaciones terrenas. Pues ella, al procurar la justicia y la paz social, crea el clima en el cual florecen las demás vocaciones. Desde las vocaciones humanas fundamentales: formar familia, tener trabajo, vivir en paz. Hasta las vocaciones más avanzadas: la científica, la técnica, la artística, incluso la misma vocación religiosa.

V. La degradación de la vocación política en la Argentina

7. “Corruptio optimi, pessima”, dice el proverbio latino. “La corrupción del mejor es la peor”. En la Argentina, la vocación política, la más noble de las vocaciones particulares, desde hace muchos decenios está en gran medida en estado de descomposición. En décadas pretéritas se la quiso sanear con golpes militares, que le agregaron siempre nuevos males, y acabaron engendrando al peor monstruo de la historia argentina. Si fue terrible la subversión guerrillera, que pretendió instaurar la “Patria socialista” mediante un estado de terror que puso en jaque a las comisarías policiales y a los cuarteles militares, infinitamente más horrible fue el Terror de Estado instaurado por los militares en el poder, cuyas consecuencias todavía lloramos.

Pero hemos de reconocer que mientras las Fuerzas Armadas hicieron su “mea culpa”, los grandes partidos no han intentado el mínimo reconocimiento de las responsabilidades que les caben en los grandes traumas del pasado y en la decadencia política de la República después de la restauración de la Democracia, la cual no ha cesado después del colapso del 2001.

El último invento, el de las “candidaturas testimoniales”, impuesto por uno de los grandes partidos, es una vergüenza nacional. “Testimonio” es una palabra viril, que traduce la palabra griega “martyrion”. “Testigo” o “mártir” es, en el lenguaje cristiano, aquel que muere por la verdad y la justicia perdonando a su verdugo. “Testimonial” en la Argentina ha llegado a significar todo lo contrario. Indica más bien a un hombre falso, pues se candidatea para un cargo público en virtud de alguna cualidad secundaria que lo hace expectable ante la sociedad, pero sin la menor voluntad de asumirlo. ¿En esta situación, pueden los partidos políticos merecer algún crédito? La responsabilidad en el descrédito es compartida. Es de los partidos. Y es de los ciudadanos que los votamos.

VI. Orar para repechar la cuesta de la decadencia

9. Orar por las autoridades, y en particular por los legisladores que asumirán el 10 de diciembre, es orar para tener el valor de mirar de frente la miseria a la que los argentinos, y en especial nuestras autoridades, han reducido la más noble de las vocaciones humanas, con terribles consecuencias para toda la sociedad. Es orar para repechar la cuesta. Es orar para que los legisladores tengan la humildad de saberse sometidos a una ley superior, escrita por Dios en el corazón y en la naturaleza de las cosas, que ellos también deben obedecer.

Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia


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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el 2do. domingo de Adviento. (AICA)
(6 de diciembre de 2009)
 

El valor de la pureza  

Estamos caminando el tiempo del Adviento con el propósito de convertirnos y “volver a Dios”, para celebrar bien la Navidad. En algunas reflexiones anteriores señalaba que para comprender el Reino que anuncia Jesucristo, el Señor, debemos entender el mensaje del “código de la cruz”, o bien de la pequeñez y la humildad. En este tiempo nos preparamos para penetrar el misterio de Dios desde el pesebre de Belén. Dios se manifiesta en lo pequeño y desde ese ángulo podemos comprender más el misterio de Dios.

En este segundo domingo de Adviento el Evangelio (Lc. 3,1-6), nos propone la figura de San Juan Bautista, el precursor del Señor. El texto nos dice de Juan: “…como está escrito en el libro del profeta Isaías: “Una voz grita en el desierto: preparen el camino del Señor, allanen sus senderos… Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios”.

El domingo pasado en el inicio del adviento reflexionaba sobre el contenido de la esperanza cristiana, y que la expresión bíblica y litúrgica “Ven Señor Jesús”, no implica que nos quedemos en la pasividad; esto sería una espera alienante y la esperanza cristiana por el contrario nos exige comprometernos con el presente y evangelizar nuestra cultura y tiempo. Por esta razón el documento del año jubilar “Jesucristo Señor de la historia” nos decía: “Los creyentes encontramos en nuestra fe un nuevo motivo para trabajar en la edificación de un mundo más humano. La esperanza en un futuro más allá de la historia nos compromete mucho más con la suerte de esta historia. ¡Cómo deseamos que esta esperanza activa empape la conciencia y la conducta de cada uno de nuestros hermanos! (16).

El 8 de diciembre celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, fecha tan querida por el pueblo de Dios. En relación a esa celebración habitualmente he tratado de reflexionar sobre el valor de “la pureza”, especialmente ligada a nuestros jóvenes. Debemos reconocer que el contexto no los ayuda demasiado. Desde las propuestas consumistas que bombardean en las programaciones de los medios de comunicación. Hasta problemas que no solo no terminan de resolverse, sino por el contrario se multiplican gravemente como el problema de la droga y alcohol.

Sabemos que en algunos lugares han trabajado algunas formas legislativas para cuidar a nuestros jóvenes y cada tanto se encuentran algunos cargamentos de droga, pero somos concientes que “este mundo de la droga” sigue creciendo. También tenemos conciencia que si esto crece “infernalmente”, es porque hay complicidades… Nos preocupa que cuando tocamos especialmente este tema que “mata” humanamente a muchos de nuestros jóvenes, quedan muchos silencios…

La droga no es el único mal que padecen nuestros jóvenes, hay muchos otros males, el alcoholismo, la promoción de una sexualidad promiscua, incluso en planteos “educativos”… todo esto fruto de una visión del hombre (varón y mujer) materialista y sin ninguna dimensión de lo trascendente. Sabemos que el ambiente determina en gran medida la voluntad y la libertad de aquellos que en la adolescencia empiezan a realizar sus primeras opciones fundamentales.

En este contexto tendremos que acentuar con más fuerza el valor de “la pureza”, como clave para la vida de nuestros jóvenes y para todas las edades. En nuestras escuelas hoy se ha logrado introducir un poco más el tema de la ecología, de lo natural, pero lamentablemente no se introdujo el valor de “la ecología humana”, del respeto y cuidado de nuestra propia naturaleza humana. Hablar de la pureza de vida, como una opción fundamental parece ir a contrapelo del consumismo que con tal de ganar plata, no tiene escrúpulos en destrozar a los niños y jóvenes y la misma dignidad humana. Debemos subrayar que los mismos padres y educadores como primeros responsables de nuestros jóvenes necesitan ahondar sobre el valor de la pureza. La pureza es un valor que va más allá de lo sexual. ¡Qué maravilloso y testimonial es ver la pureza de una anciana, que ha vivido tantas cosas, que ha luchado tanto, que es madre, abuela y su rostro refleja en medio de sus arrugas, la pureza de vida.

La esperanza cristiana porque tiene a Dios como su meta y absoluto, nos compromete a trabajar activamente con nuestra historia. Los jóvenes son el presente y el futuro y por lo tanto todo lo que invirtamos en ellos será un signo de esperanza.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

 

 


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REDACCIÓN DE "IGLESIA NIVARIENSE"
C. San Agustín, nº 28
38201. La Laguna. Tenerife.
Tfno. 922-25 86 40 / Extensión 8
e-mail: [email protected]

Boletín 366:  

El Obispo preside la llamada Misa del Gallo en la Sede Catedralicia, a las 00:00 horas. El prelado ha felicitado la Navidad recordando que Jesús viene a nosotros para traernos paz y alegría, por lo que hemos de recibirlo con el corazón. “Todo lo exterior ha de ser expresión de la alegría interior que sólo Él puede dar. Todos, prosiguió Álvarez, necesitamos ser salvados por el Señor que está cerca de cada uno de nosotros y nos abre sus brazos para acogernos y decirnos: aquí estoy.” Navidad es, dijo el Obispo, “acoger esta presencia de Dios, con amor y con fe.” 

Por otro lado, el domingo 27 de diciembre se celebra litúrgicamente la Jornada de la Familia. Por tal motivo, el obispo presidirá la eucaristía en La Catedral de La Laguna, a las 13:00 horas. A la misma están invitadas todas las familias de la Diócesis que puedan hacerse presentes.  

Ha fallecido en Gran Canaria el sacerdote José Francisco Pérez Bello, párroco de la parroquia del Sagrado Corazón de La Garita y natural de San Andrés, en Tenerife. Tras presidir el Obispo canariense la Misa exequial, sus restos serán trasladados en la tarde del miércoles, 23 de diciembre, hasta el barrio de San Andrés para recibir cristiana sepultura, un día más tarde, a las 10:00 horas. 

Cáritas Diocesana cerrará dos de sus proyectos sociales antes de que finalice este año debido al "recorte de la financiación económica" por la crisis, como destacó el director de esta organización, Leonardo Ruiz, quien también explicó que los arciprestazgos están haciendo lo posible para recaudar fondos y poder mantener otros programas, como Lázaro o Café y Calor y hacer sostenible la actividad de esta ONG católica, que ha atendido a más de 1.500 personas en la provincia entre enero y octubre de este año, lo que supone que la demanda de ayuda ha subido más del 15 por ciento respecto al año anterior. Los proyectos que deberán cerrar en pocos días son Contamíname, de asistencia a inmigrantes, y Nuevos Hogares, que gestiona una vivienda tutelada.  

El suplemento dominical del grupo Vocento XL, recoge en su última edición un reportaje titulado: “Héroes del Año, los 57.000 voluntarios de Cáritas”. En el mismo se da a conocer cómo trabaja esta ONG Católica que está en primera línea contra los efectos de la crisis. Dicho suplemento se distribuirá con el periódico Diario de Avisos el domingo, 27 de diciembre. 

Por cierto que el instituto de enseñanza secundaria César Manrique de Santa Cruz de Tenerife ha entregado recientemente el premio la Excelencia que lleva el nombre del centro y que, en esta primera edición, se otorga en la categoría de Voluntariado Social. Entre las tres organizaciones galardonadas se encontró Cáritas Diocesana. 

La Asociación Cultural TAICARE de El Pinar organizará de forma novedosa para el próximo domingo 27 de diciembre una Gala de villancicos con una motivación solidaria para el Proyecto Lázaro que gestiona Cáritas Diocesana, con la colaboración de El Ayuntamiento de El Pinar, el Cabildo Insular de El Hierro y el grupo de Cáritas Juvenil de la Comunidad Parroquial de El Pinar, “Campos Viejos”.  

El domingo en la localidad gomera de Vallehermoso celebrarán las parroquias gomeras su tradicional encuentro de agentes de pastoral. La cita tendrá una parte formativa que correrá a cargo del Vicario General, Antonio Pérez, y otra más lúdica.  

Obispado y Ayuntamiento de La Laguna han desarrollado una sesión de la comisión formada por ambas instituciones para analizar diversas cuestiones relativas a la colaboración entre la iglesia y el municipio.  

La Esclavitud del Cristo de La Laguna ha venido desarrollando estos días una campaña de recogida de alimentos no perecederos, destinada a ayudar a las distintas organizaciones benéficas que trabajan en La Laguna con las familias más necesitadas. 

Ibercaja ha donado la cantidad de 1.500 Euros para la Casa de Acogida Madre del Redentor, en El Sauzal. 

El Ayuntamiento de La Laguna financiará con 10.998,96 euros la adquisición de nuevo mobiliario de cocina para el Comedor Benéfico Interparroquial de La Laguna, situado en la parroquia de San Juan, debido al deterioro que experimenta el anterior y la necesidad de reforma del mismo. 

“Del Mester de Juglaría, guardamos la tradición…", así comienzan las estrofas de la Danza de Enanos del año 2010, después de que el jurado del II Premio Letra y Música de la Tradicional Danza de Enanos eligiera como ganadora la propuesta presentada por Luis Cobiella Cuevas (compositor de la partitura), y Luis Ortega Abraham (autor del texto). Los ganadores han resultado ser dos personas íntimamente ligadas a las fiestas de la Bajada de la Virgen. 

Manos Unidas reconoce que la cumbre del clima en Copenhague ha sido un fracaso de toda la comunidad internacional, según una nota de prensa de esta Organización de la Iglesia Católica que lucha por erradicar la pobreza en el mundo 

Se ha celebrado un acto de homenaje a las hermanas de la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl que, tras 115 años, han concluido su labor en el Hospital Insular de Nuestra Señora de los Dolores. En este acto, la presidenta del Cabildo de La Palma, Guadalupe González Taño, señaló que “la huella de su cariño y desprendimiento pervivirá en la memoria de esta ciudad y de esta Isla, donde han llevado a cabo una labor encomiable de atención a desamparados y enfermos”. Por otro lado, el Vicario General, Domingo Navarro, presidió una eucaristía de acción de gracias en la que destacó la importante labor que han desarrollado estas hermanas en el servicio a los menos favorecidos. 

Falta poco para la clausura del Año Jubilar que concedió su Santidad el Papa Benedicto XVI, por medio de la Penitenciaria Apostólica, al pueblo de Los Realejos con motivo de la celebración de los 400 años del Voto de este pueblo a San Vicente. Una de las muchas acciones que se han llevado a cabo durante todo el año y organizadas por la Comisión creada al efecto con la inestimable colaboración del consistorio realejero, ha sido la edición de un  cómic en el que se recoge, de forma didáctica, la vida y obra de San Vicente mártir y su relación con el pueblo realejero.  

El pasado 19 de diciembre tuvo lugar el primer encuentro entre los agentes de Vida Ascendente de las comunidades parroquiales de La Dama y Valle Gran Rey. Dicho encuentro se celebró en Taguluche y en él participaron feligreses de Chipude y Arure. Fue una jornada para compartir el tiempo, la fe y el almuerzo, todo ello en ambiente navideño. Los villancicos y los bailes fueron los protagonistas en este cuarto domingo de Adviento.  

El colegio de Santa Rosa de Lima de las Dominicas, en La Laguna, acaba de editar su primer disco titulado “Navidanciones”, en el que el coro del centro, formado por más de 100 alumnos y alumnas interpretan diez temas con letras originales, entre las que figuran “Noticias de un nacimiento”, “Navidad en mi ciudad” y “Duerme mi niños Jesús”, entre otras melodías navideñas. 

El Archivo Histórico Diocesano ha abierto sus puertas a la exposición: "Tesoro de Papel", que muestra documentos tan valiosos como, por ejemplo, la partida de bautismo del Padre Anchieta. El público podrá admirar documentos de las 32 parroquias históricas de la provincia. Esta exposición estará abierta hasta el 27 de febrero, en horario de 10:00 a 14:00  y de 17:00 a 20:00 horas, de lunes a viernes, y los sábados de 10:00 a 14:00 horas. Posteriormente, esta exposición recorrerá las islas de La Palma, La Gomera y Gran Canaria.  

Ya están marcadas las fechas de la 44º Peregrinación Diocesana a Tierra Santa. Las mismas se realizarán en dos grupos con un itinerario particular para cada uno. El Grupo A realizará esta iniciativa del 10 al 22 de febrero y el Grupo B del 11 al 21 del mismo mes. Para más información se puede llamar al 922 25 86 40.  

La Asociación Amigos de la Catedral de La Laguna ha publicado un nuevo número de su boletín informativo en el que se abordan cuestiones sobre el reinicio de las obras del principal templo de la diócesis, la asamblea general 2008-2009 y un reportaje sobre el patrimonio lagunero. 

Las cruces y fuegos de mayo, una de las fiestas más emblemáticas de Los Realejos, ha sido la primera en obtener la declaración de Fiesta de Interés Turístico de Canarias, otorgada por la Dirección General de Ordenación y Promoción Turística del Gobierno canario. 

En el marco del Año Sacerdotal convocado por Benedicto XVI han sido Admitidos a las Sagradas Órdenes (diaconado y presbiterado) los seminaristas: David Socas, de la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria (Icod de los Vinos); Elisuán Delgado, perteneciente a la comunidad parroquial San Luis Rey de Francia, en Charco del Pino; Francisco Javier Regalado, de Nuestra Señora del Carmen, en Puerto Santiago; Honorio José Campos, cuya parroquia es San Pedro Apóstol, en Güimar; Juan Francisco Lugo, de San Juan Bautista (La Laguna) y Carmelo José González, que es miembro de la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, en Los Realejos. Además, Francisco Javier Regalado ha sido instituido en el ministerio del Lectorado y Honorio  y Carmelo han sido instituidos en el ministerio del Acolitado.  


Proponemos leer hoy las lecturas optativas propuestas para el ciclo C, que se encuentran en las últimas ediciones del lecciona­rio y que publicamos también en una hoja incluida en este envío de MD. El resto de material de MD para este domingo tiene en cuenta estas lecturas. Esta hoja de moniciones, sin embargo, puede utilizarse tanto si se leen dichas lecturas como si no.

La paz y el amor de Dios, nuestro Padre, que se ha mani­festado en Cristo, nacido para nuestra salvación, esté con todos vosotros.

Con toda la alegría nos reunimos en este domingo, en medio de las fiestas de Navidad. Dios se ha hecho uno de los nuestros, Dios ha venido a compartir nuestra vida. El día de Navidad contemplábamos aquel niño nacido en Belén, y reconocíamos en él la luz y la vida de Dios. Y hoy lo contemplamos formando parte de una familia humana como las nuestras, con María y José que lo cuidan y le quieren, y donde él va abriéndose camino en este mundo.

Así pues, recordamos este domingo la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Y rezamos también por nuestras familias y por todas las familias del mundo, cada una con sus alegrías, con sus dolores, con sus temores y sus esperanzas. Para que Dios las bendiga a todas.

A. penitencial: En silencio, preparémonos para celebrar esta Eucaristía.

Hijo de Dios, que, nacido de María, te hiciste nuestro hermano. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Palabra eterna del Padre, por la que todo ha venido a la existencia. CRISTO, TEN PIEDAD.

Luz verdadera, que has venido al mundo para traernos la paz y la salvación. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Antes de las lecturas: Escuchemos ahora las lecturas de la Pa­labra de Dios. Nos invitarán a mirar hacia atrás, hacia los tiempos antiguos, y nos invitarán a reflexionar también sobre qué actitudes debemos tener nosotros en la vida.Y en el evangelio, nos invitarán a contemplar a Jesús, que se va haciendo mayor, acompañado de sus padres y llamado a seguir el camino de Dios.

Oración universal: Presentemos nuestras plegarias a Dios, el Padre de todos, que hace de nosotros su familia. Oremos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.

Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que el Señor nos llene de su gracia, y demos siempre un buen testimonio de su bondad. OREMOS:

Por nuestras familias. Que nos amemos cada día más, que sepamos superar las dificultades, que pongamos amor y alegría a nuestro alrededor, que tengamos el espíritu abierto a todos los que nos necesiten. OREMOS:

Por las familias que se encuentran con problemas graves: las que viven en la pobreza y el abandono, las que sufren tensiones y rupturas. Que encuentren ayuda y fortaleza para salir adelante. OREMOS:

Por nosotros. Que estas fiestas de Navidad nos llenen de alegría y de confianza. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestra oración, y bendice al mundo entero con el don de la paz. Por ...

Padrenuestro: El Hijo de Dios se hizo hombre para hacer de nosotros hijos e hijas de Dios. Por eso ahora, siguiendo su enseñanza, nos atrevemos a decir:

CPL


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Martes, 22 de diciembre de 2009

Homilía de monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario en la Fiesta de la Inmaculada Concepción. (AICA)
(8 de diciembre de 2009)
 

LA INMACULADA CONCEPCIÓN 

Queridos hermanos:

Con gran alegría las parroquias del Decanato de Villa Constitución se reúnen esta tarde para celebrar con sus sacerdotes y fieles  la Misa de la Inmaculada Concepción. Lo hacemos, después de la peregrinación que acaba de concluir y de la consagración a María, a los pies de su imagen,  colocada en esta Plaza tan concurrida, en el ingreso de la  Ciudad.

Esta tarde han peregrinado hasta aquí la Parroquia  de San Pablo, con sus capillas y colegios; la Parroquia Nuestra Señora de Luján,  con sus capillas, la Parroquia Nuestra Señora de Fátima con sus Capillas;, todas acompañadas por sus párrocos y sacerdotes, participando un gran número de religiosas y fieles.

Es una ocasión para felicitarlos y  agradecerles este gesto en torno a la Fiesta de la Virgen María, gesto mariano y misionero; agradecer la presencia del Señor Intendente y autoridades del lugar, a los párrocos, y a tantos fieles; y de un modo especial a los niños que hacen su primera comunión.

La  Santísima Virgen, está junto a Dios en la victoria sobre el mal

Después de la caída de Adán y Eva,  encontramos  en la Sagrada Escritura las palabras  que prefiguran el lugar de la Virgen,  y en particular haciendo referencia a la revelación de su plan de salvación: Dios le dice a la serpiente, que encarna el mal: «Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la suya: ella te pisará la cabeza mientras tu acechas su talón» (Gn 3,15).

Pero ¿Quién es esta mujer, que se convierte según el plan de Dios, en su primera elegida y su aliada ? La lectura del Génesis, no habla de su nombre, pero si  nos enseña que está llamada a manifestar  la dignidad de la mujer, y a contribuir mediante su misión a cambiar  el destino de la humanidad, Ella estará junto a Dios, en la victoria sobre el mal.

Eva, que fue aliada de la serpiente arrastró al hombre al pecado. En cambio,  la mujer será para siempre la enemiga de la serpiente. Su descendencia, que es la protagonista del triunfo de Dios,  será  quien la vencerá.

El relato de Lucas y del Génesis (Gn 3,15) nos hablan de la verdad de la Inmaculada Concepción de María: «Ella te aplastará la cabeza». Frente al pecado, el Señor quiso  abrir un camino de salvación. Por esto, a lo largo de la historia de nuestra fe, la Virgen inspiró muchas representaciones de la Inmaculada que aplasta a la serpiente bajo sus pies.

A la luz del Nuevo Testamento y de la enseñanza de la Iglesia sabemos que la mujer nueva es María, y reconocemos en «su descendencia» (Gn 3,15), a su hijo, Jesús, vencedor del mal.

Alégrate María, llena de gracia.

A lo largo de los siglos la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" había sido  redimida por Dios desde su concepción. Se trata de un don singular concedido a María, era necesario que ella estuviese totalmente enriquecida por la gracia de Dios para responder adecuadamente al plan de Dios. El Padre eligió a María "antes de la creación del mundo para que fuera santa e inmaculada en su presencia en el amor" (Cfr. Ef 1,4).

La Santísima Virgen, cuando fue preservada de toda mancha de pecado había sido elegida para este triunfo sobre el mal, de su Hijo Jesucristo. De este modo, Ella fue  asociada a la obra de su Hijo, y estuvo plenamente unida a Él en la lucha contra el espíritu del mal.

Es justamente Pio XII quien nos enseña, al conmemorar le centenario del dogma de la Inmaculada, que María, si consideramos su santidad personal, debía estar libre desde el primer momento de su existencia, de cualquier  mancha heredada del pecado (cfr. Fulgens corona, AAS 45 [1953], 579).

La  enemistad entre la mujer y el demonio, exige en María, la Inmaculada Concepción, una ausencia total de pecado, desde el inicio de su vida. Su  Hijo  venció al mal, y benefició anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado.  

Por eso el ángel le dice: Alégrate María, llena eres de gracia, el Señor está contigo. En Ella se manifiesta la gloria de su gracia. La llama así, dándole un nuevo nombre. Ella es la llena de gracia.

La Inmaculada Concepción de María  contribuye a poner de relieve mejor los efectos de la gracia redentora de Cristo en nuestra naturaleza humana. María es totalmente santa en virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador (Juan Pablo II, catequesis, Oss. Rom. 31-V-96).

A Ella, queridos hermanos, a María, primera redimida por Cristo, que no quedó sometida ni por un instante al poder del mal y del pecado, la contemplamos como al modelo perfecto y a la imagen de la santidad (cf. Lumen Gentium, 65) que queremos alcanzar, con la ayuda de la gracia del Señor. Ella es la mujer   vestida de sol (Ap 12,1),

Ella nos señala el camino, nos enseña la fidelidad nos une en esta meta común que es la santidad.

Por esto es tan importante celebrar esta la fiesta de la Inmaculada Concepción, para comprender que Ella nos señala el camino, nos enseña la fidelidad, y  nos une en esta meta común que, por medio de la gracia,  es la santidad.

En esta ejemplaridad de María para nosotros, como en la familia humana, la Iglesia crece en torno a una Madre,  se enriquece con su grandeza, recibe de Ella su ternura.” Ella atrae a multitudes a la comunión con Jesús y su Iglesia, como experimentamos a menudo en los santuarios marianos. Por eso la iglesia como la Virgen María, es madre… “ (D.A.nº 268).

Al contemplar a María Inmaculada apreciamos la belleza sin par de la creatura sin pecado: "Toda hermosa eres María". La gracia concedida a María inaugura todo el camino de la gracia que animará a la humanidad hasta el fin de los tiempos.

Y también experimentamos la invitación de Dios para que, como hombres y mujeres, vivamos en gracia, y luchemos contra el pecado, y el mal. Precisamente en María descubrimos al hombre tal como ha sido «querido» por Dios, tal como Él lo ha «elegido» eternamente, llamado, destinado a la gracia y a la gloria, tal es precisamente «cada» hombre; es decir , el hombre «más concreto», el «más real» (cfr. Redemptro Hominis, nº 13).

Los hombres tenemos necesidad de Dios, tenemos  necesidad de vivir en gracia de Dios para ser realmente felices, y alcanzar nuestro fin.

María y el Adviento 

La fiesta de la Inmaculada, también nos ayuda a entrar más profundamente en este tiempo de Adviento. El relato de la Anunciación que leímos nos muestra que la venida del Señor, nos permite comprender que por María, El Señor esta cerca.

Si su "visita" es tan cercana, y reconocemos con fe que Él viene a nosotros y está muy cerca en esta Navidad y en cada momento de nuestra vida; también nosotros debemos acercarnos a los demás,  y  salir a anunciar su presencia,  y  ayudarnos a ver el mundo con una mirada nueva. Esto de algún modo es lo que han hecho ustedes esta tarde, en esta peregrinación provenientes de varias comunidades parroquiales, haciendo visible su fe en Cristo, su devoción a María Inmaculada.

Precisamente la Virgen María, fiel absolutamente a la Palabra de Dios, nos enseña ese camino de fidelidad y a hacer lo que Jesús nos diga. De este modo, la Navidad no es solo el deseo de paz, sino el poder vivir esa paz. Interiormente,  en la familia y en la sociedad, porque "un Niño nos ha nacido" (Is.9,5).                         

Por esto, la esperanza en la Navidad es llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, como María; y en el fondo, como nos dice el Santo Padre, “eso es lo que significa recibir esperanza" (Spes  Salvi nº 3)

Les deseo a todos  un buen tiempo de Adviento y una feliz Navidad.

Mons. José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario


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ZENIT   publica las palabras que pronunció Benedicto XVI en el homenaje que ofreció en la tarde de este martes, solemnidad de la Inmaculada Concepción, ante la imagen de la Virgen María, que se encuentra en la Plaza de España.

Queridos hermanos y hermanas:
En el corazón de las ciudades cristianas, María constituye una presencia dulce y tranquilizadora. Con su estilo discreto, da a todos la paz y la esperanza en momentos alegres y tristes de la existencia. En las iglesias, en las capillas, en las paredes de los edificios: un cuadro, un mosaico, una estatua, recuerda la presencia de la Madre que vela constantemente por sus hijos. También aquí, en la Plaza de España, María está colocada en lo alto, como velando por Roma.

¿Qué le dice María a la ciudad? ¿Que les recuerda a todos con su presencia? Recuerda que "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Romanos 5, 20), como escribe el apóstol Pablo. Ella es la Madre Inmaculada que repite también a los hombres de nuestro tiempo: no tengáis miedo, Jesús ha vencido al mal; ha vencido su dominio desde su raíz.

¡Cuánta necesidad tenemos de esta hermosa noticia! Cada día, de hecho, a través de los periódicos, la televisión, la radio, el mal es narrado, repetido, amplificado, acostumbrándonos a las cosas más horribles, haciéndonos insensibles y, en cierto sentido, intoxicándonos, pues lo negativo no se digiere plenamente y día tras día se acumula. El corazón se endurece y los pensamientos de hacen sombríos. Por este motivo, la ciudad tiene necesidad de María, que con su presencia nos habla de Dios, nos recuerda la victoria de la Gracia sobre el pecado, y nos lleva a esperar incluso en las situaciones humanamente más difíciles.

En la ciudad viven --o sobreviven-- personas invisibles, que de vez en cuando saltan a las primeras páginas o a las pantallas de televisión, y son aprovechadas hasta el final, mientras la noticia y su imagen llaman la atención. Es un mecanismo perverso, ante el cual por desgracia es difícil oponer resistencia. La ciudad primero esconde y luego expone al público. Sin piedad o con una falsa piedad. Sin embargo, en todo hombre se da el deseo de ser acogido como persona y considerado como una realidad sagrada, pues cada historia humana es una historia sagrada y exige el mayor respeto.

¡La ciudad, queridos hermanos y hermanas, somos todos nosotros! Cada quien contribuye a su vida y a su clima moral, para el bien o para el mal. En el corazón de cada uno de nosotros pasa la frontera entre el bien y el mal y ninguno de nosotros debe sentirse con el derecho de juzgar a los demás, sino que más bien cada uno debe sentir el deber de mejorarse a sí mismo. Los medios de comunicación tienden a hacer que siempre nos sintamos "espectadores", como si el mal sólo afectara a los demás, a ciertos eventos que a nosotros no podrían sucedernos nunca. Sin embargo, todos somos "actores" y, tanto en el mal como en el bien, nuestro comportamiento tiene una influencia sobre los demás.

Con frecuencia nos quejamos por la contaminación del aire, que en ciertos lugares de la ciudad es irrespirable. Es verdad: se requiere el compromiso de todos para hacer más limpia la ciudad. Y, sin embargo, hay otra contaminación, menos perceptible por los sentidos, pero igualmente peligrosa. Es la contaminación del espíritu, que hace que nuestros rostros sonrían menos, sean más tristes, que nos lleva a no saludarnos, a no mirarnos a la cara... La ciudad está hecha de rostros, pero por desgracia las dinámicas colectivas pueden hacernos perder la percepción de su profundidad. Todo lo vemos superficialmente. Las personas se convierten en cuerpos y estos cuerpos pierden el alma, se convierten en cosas, objetos sin rostros, intercambiables, objetos de consumo.

María Inmaculada nos ayuda a redescubrir y defender la profundidad de las personas, pues en ella se da una perfecta transparencia del alma en el cuerpo. Es la pureza en persona, en el sentido de que espíritu, alma y cuerpo son en ella plenamente coherentes entre sí y con la voluntad de Dios. La Virgen nos enseña a abrirnos a la acción de Dios para ver a los demás como los ve Él: a partir de corazón. Y a verlos con misericordia, con amor, con ternura infinita, especialmente a los más solos, despreciados, los que sufren abusos. "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia".

Quiero rendir homenaje públicamente a todos aquellos que, en silencio, sin palabras pero con hechos, se esfuerzan por practicar esta ley evangélica del amor, que saca adelante al mundo. Son tantos, incluso aquí, en Roma, y pocas veces hacen noticia. Hombres y mujeres de todas las edades, que han comprendido que no sirve de nada condenar, quejarse, echar la culpa, sino que es mejor responder al mal con el bien. Esto es lo que cambia la realidad; o mejor dicho, cambia a las personas, por consiguiente, mejora la sociedad.

¡Queridos amigos romanos y todos los que vivís en esta ciudad! Mientras estamos ocupados por las actividades cotidianas, escuchemos la voz de María. Escuchemos su llamamiento silencioso, pero apremiante. Ella nos dice a cada uno de nosotros: ¡que donde ha abundado el pecado pueda sobreabundar la gracia, a partir precisamente de tu corazón y de tu vida! Y la ciudad será más hermosa, más cristiana, más humana.

Gracias, Madre Santa, por este mensaje de esperanza. Gracias por tu silenciosa pero elocuente presencia en el corazón de nuestra ciudad. Virgen Inmaculada, Salus Populi Romani, ¡reza por nosotros!

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT nos ofrece el discurso que Benedicto XVI pronunció este sábado, al recibir a los obispos de las Regiones Sur 3 y Sur 4 de la Conferencia Episcopal de Brasil, presentes en el Vaticano con motivo de la visita "ad limina Apostolorum".


Queridos hermanos en el episcopado:
Os doy la bienvenida y os saludo a todos y a cada uno de vosotros, al recibiros colegialmente en el marco de vuestra visita ad limina. Agradezco a monseñor Murilo Krieger las expresiones de devota estima que me ha dirigido en nombre de todos vosotros y del pueblo confiado a vuestros cuidados pastorales en las Regiones Sur 3 y 4, exponiendo también los desafíos y esperanzas. Oyendo esto, siento elevarse en mi corazón acciones de gracias al Señor por el don de la fe misericordiosamente concedido a vuestras comunidades eclesiales y celosamente conservado por ellas y valientemente transmitido, en obediencia al mandamiento que Jesús nos dejó de llevar su Buena Noticia a toda criatura, tratando de impregnar de humanismo cristiano la cultura actual.

Por lo que se refiere a la cultura, el pensamiento se dirige a dos ámbitos clásicos en los que ésta se forma y comunica --la universidad y la escuela--, concentrando la atención principalmente en las comunidades académicas que han nacido a la sombra del humanismo cristiano y que se inspiran en él, honrándose con el nombre de "católicas". Ahora bien, "precisamente por la referencia explícita y compartida por todos los miembros de la comunidad escolar, a la visión cristiana --aunque sea en grado diverso-- es por lo que la escuela es "católica", porque los principios evangélicos se convierten para ella en normas educativas, motivaciones interiores y al mismo tiempo metas finales" (Congregación para la Educación Católica, La escuela católica, n. 34). Que con una convencida sinergia con las familias y con las comunidades eclesiales, promueva esa unidad entre fe, cultura y vida que constituye el objetivo fundamental de la educación cristiana.

También se les puede ayudar a las escuelas estatales, de diferentes formas, en su tarea educativa con la presencia de profesores creyentes --en primer lugar, pero no exclusivamente, los profesores de religión católica-- y de alumnos formados cristianamente, así como con la colaboración de las familias y de la misma comunidad cristiana. En efecto, una sana laicidad de la escuela no implica la negación de la trascendencia, y ni siquiera una mera neutralidad frente a aquellos requisitos y valores morales que constituyen la base de una auténtica formación de la persona, incluyendo la educación religiosa.

La escuela católica no puede concebirse ni vivir separada de las demás instituciones educativas. Está al servicio de la sociedad: desempeña una función pública y un servicio de pública utilidad que no está reservado sólo a los católicos sino abierto a todos aquellos que desean beneficiarse de una propuesta educativa calificada. El problema de su equiparación jurídica y económica con la escuela estatal sólo se planteará correctamente si comenzamos por el reconocimiento del papel primario de las familias y del subsidiario de las demás instituciones educativas. En el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre puede leerse: "Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos". El compromiso de siglos de la escuela católica apunta hacia esta dirección, impulsado por una fuerza aún más radical, es decir, por la fuerza de que hace de Cristo el centro del proceso educativo.

Este proceso, que comienza en las escuelas primaria y secundaria, se realiza de modo más alto y especializado en las universidades. La Iglesia ha sido siempre solidaria con la universidad y con su vocación de llevar al hombre hacia los más altos niveles de conocimiento de la verdad y del dominio del mundo en todos sus aspectos. Me agrada expresar mi viva gratitud eclesial a las diferentes congregaciones religiosas que, entre vosotros, han fundado y sostenido universidades de renombre, recordándoles, sin embargo, que éstas no son propiedad de quien las ha fundado o de quien estudia en ellas, sino expresión de la Iglesia y de su patrimonio de fe.

En este sentido, amados hermanos, vale la pena recordar que, en el pasado mes de agosto, se han cumplido veinticinco años de la instrucción Libertatis nuntius de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre algunos aspectos de la teología de la liberación; en ella se subrayaba el peligro que implicaba la aceptación acrítica, por parte de algunos teólogos, de tesis y metodologías provenientes del marxismo. Sus consecuencias más o menos visibles, hechas de rebelión, división, disenso, ofensa, anarquía, todavía se dejan sentir, creando en vuestras comunidades diocesanas un gran sufrimiento y una grave pérdida de fuerzas vivas. Suplico a todos los que, de algún modo, se han sentido atraídos, involucrados y tocados en su interior por ciertos principios engañosos de la teología de la liberación que vuelvan a confrontarse con la mencionada instrucción, recibiendo la luz benigna que ella ofrece a manos llenas; recuerdo a todos que "la 'suprema norma de su fe' [de la Iglesia] proviene de la unidad que el Espíritu ha puesto entre la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los tres no pueden subsistir de forma independiente" (Juan Pablo II, Fides et ratio, n. 55). Que, en el ámbito de los organismos y comunidades eclesiales, el perdón ofrecido y recibido en nombre y por amor de la Santísima Trinidad, que adoramos en nuestros corazones, ponga fin al sufrimiento de la amada Iglesia que peregrina en las tierras de la Santa Cruz.

Venerados hermanos en el episcopado, en la unión con Cristo nos precede y nos guía la Virgen María, tan amada y venerada en vuestras diócesis y en todo Brasil. En Ella encontramos la verdadera esencia, pura y no deformada, de la Iglesia y así, por medio de ella, aprendemos a conocer y amar el misterio de la Iglesia que vive en la historia, nos sentidos profundamente parte de ella, nos convertimos en "almas eclesiales", aprendiendo a resistir a esa "secularización interna" que amenaza a la Iglesia y sus enseñanzas.

Mientras pido al Señor que difunda la abundancia de su luz sobre todo el mundo brasileño de la escuelo, encomiendo sus protagonistas a la protección de la Virgen Santísima, y os imparto a vosotros, a vuestros sacerdotes, a los religiosos y religiosas, a los laicos comprometidos, y a todos los fieles de vuestras diócesis, una paterna bendición apostólica.

[Traducción por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]


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A un mes de la publicación de la Carta del Secretario de Estado Vaticano, Card. Tarciso Bertone, a los sacerdotes chinos con ocasión del Año Sacerdotal (ver Fides 16/11/2009), con fecha 10 de noviembre 2009, llegó a la Agencia Fides un texto escrito por un grupo de Obispos y sacerdotes chinos que, después de haberla estudiado atentamente a la luz de la Carta del Santo Padre a los católicos chinos en el 2007, comparten sus propias esperanzas e impresiones. 

La esperanza vista desde la Carta del Secretario de Estado, el cardenal Bertone
La voz de los sacerdotes
  

El 10 de noviembre de 2009, el Secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Tarcisio Bertone, escribió a todos los sacerdotes de la Iglesia Católica en la República Popular de China. La carta fue publicada por la Agencia Fides de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos el 16 de noviembre. 

Esta carta abierta dirigida por el mismo Secretario de Estado a todos los sacerdotes en China es muy significativa en este Año Sacerdotal, especialmente en un momento en que la Iglesia católica china se enfrenta a diversos retos nuevos y cuando el clero y los fieles chinos se sienten desconcertados por algunos nuevos problemas. 

La carta del cardenal Bertone no critica o habla de las interminables discusiones del pasado ni de los nuevos conflictos de hoy. Ni siquiera menciona algunos incidentes concretos que ocurrieron recientemente. Tampoco  utiliza un vocabulario duro. En cambio, el cardenal Bertone, con un corazón paternal, exhorta amablemente a sus "queridos sacerdotes" (n. 5 de la carta), en nombre del Santo Padre y les aconseja a aprender de San Juan Vianney a ser "hombres de oración"; a desarrollar su espiritualidad y cultivar las virtudes sacerdotales (n. 3); a promover la comunión por medio de la Sagrada Eucaristía basada en la caridad (n. 4); a amar y adorar la Eucaristía (n. 9); a fomentar la formación de su vocación sacerdotal (núm. 7); a acentuar la formación permanente (n. 8); a proclamar la Palabra de Dios y participar en la evangelización (n. 5); a servir y dar testimonio de nuestra fe con la caridad (no. 2); a construir su diócesis en una comunidad de compromiso y de comunión; y en última instancia, a darse cuenta de "la reconciliación espiritual de los corazones" (n. 10). Los sacerdotes en China están fuertemente animados y sumamente inspirados por la exhortación de esta alta personalidad de la Santa Sede y por su invitación que da esperanza. 

Tanto esta carta como la carta anterior dirigida por el Papa Benedicto XVI a la Iglesia católica en China confirman la profunda preocupación de la Iglesia católica en China y la comprensión y el amor por los sacerdotes chinos mostrado por el Papa, el Secretario de Estado y otras altas personalidades de la Santa Sede. Mientras tanto, la comunidad de sacerdotes chinos se siente también apoyada por estas cartas. Las intenciones positivas expresadas en las cartas nos impulsan a reflexionar profundamente sobre ellas. Su amor hacia la Iglesia en China exhorta, alienta y nos ayuda a progresar. Los sacerdotes chinos están muy agradecidos al Papa y al Secretario de Estado de su amor y preocupación, y están de acuerdo con ellos sobre los puntos que destacan en su exhortación: cultivar las virtudes sacerdotales, promover la maduración de su formación humana, y organizar mejor la comunidad de la iglesia. 

El cardenal Bertone no da simples respuestas "verdadero-falso" o "negro-blanco a los nuevos fenómenos y a los nuevos problemas que han surgido en la Iglesia Católica China hoy día. En cambio, su carta abierta indica de manera explícita el principio básico, "quiero destacar la reconciliación dentro de la comunidad católica y un diálogo respetuoso y constructivo con las autoridades civiles, sin renunciar a los principios de la fe católica." (n. 1) Esta carta, con su esperanza brillante, clara dirección y sabios principios, se extiende y en la nueva situación complementa lo que se dijo en la carta del Papa Benedicto XVI a la Iglesia católica en China en 2007. El cardenal Bertone, en su carta cita una vez al Papa Pablo VI, tres veces al Papa Juan Pablo II y 15 veces al Papa Benedicto XVI. Esto demuestra que la carta del cardenal Bertone está en consonancia con la espiritualidad y los pensamientos teológicos de los papas. Es volver a hacer hincapié en el principio y la dirección del diálogo y la reconciliación de acuerdo a las circunstancias actuales y la evolución de las relaciones entre China y el Vaticano. 

Dado que la carta dirigida por el Papa Benedicto XVI a la Iglesia católica en China se publicó en 2007, la inquietante atmósfera persistente de confrontación y la tensión se han amortiguado en cierta medida y una atmósfera de reconciliación se ha ido creando gradualmente. Todavía pasará algún tiempo para llegar a la plena reunión y comunión total antes de que las relaciones entre China y el Vaticano se normalicen. Sin embargo, gracias a los grandes esfuerzos del Papa Benedicto XVI, el canal de diálogo, de cooperación y de reconciliación dentro de la Iglesia católica de China y entre la Iglesia y la sociedad se ha abierto y se han manifestado fructíferos resultados en algunas diócesis.

Si bien el diálogo entre China y el Vaticano y la negociación están en curso no es anormal que  nuevos problemas y conflictos surjan con respecto a la reconciliación interna dentro de la Iglesia católica china. Podemos prever que en el camino de la reconciliación  habrá altas y bajas. Sin embargo, no es correcto que un sacerdote, basándose en algunas apariencias externas, sacara una presuntuosa conclusión que la carta del Papa Benedicto XVI es obsoleta, o incluso si alguien tratara de llamar la atención por noticias negativas. Esto no puede de ninguna manera representar la mayoría de los sacerdotes en China. Tampoco algunos informes negativos, unilaterales y mal informados desde el extranjero pueden representar la corriente principal de la Iglesia católica china. No obstante, es alentador que las autoridades eclesiásticas no estén influidas por esos informes externos, ni en la desesperación debida a los conflictos continuos y nuevos problemas. Como cuestión de hecho, si uno sólo se centra en los discípulos que se quedaron dormidos en el Jardín del Getsemani (Mateo 26: 36-46) o en esos que huyeron (Marcos 14: 27, 50), uno ciertamente no verá la luz. Algo que deberíamos tener en cuenta es que Jesús no se olvidó de exhortar y proteger a sus discípulos en el último momento peligroso  antes de su detención. Después de su resurrección, Jesús sanó a los discípulos cuyos corazones estaban llenos de pesar, los sacó de su valle oscuro (Juan 20: 19-29, 21: 15-17). "Lo que es más útil a la Iglesia en estos casos es... una realización gozosa y renovada de la grandeza del don de Dios "(n. 2). En la medida que ponemos nuestra atención y nos centramos en el clero y numerosos fieles chinos que sufrieron humillación y se ofrecieron a sí  mismos a la gran causa de Dios, ciertamente podemos encontrar la presencia de Dios y la obra de su Espíritu Santo a través de sus hermosos testimonios. 

El cardenal Bertone entiende muy bien la situación social en la que la Iglesia china existe y sus propios problemas persistentes: "Para enfrentar la situación eclesial actual y socio-política en la que viven, y para avanzar en el camino de la reconciliación y el diálogo, es urgente para cada uno de ustedes sacar luz y fuerza de las fuentes de la espiritualidad sacerdotal, que son el amor de Dios y el seguimiento incondicional de Cristo”. El cardenal Bertone no pide a los sacerdotes de China seguir discutiendo, “quien está en la verdad y quien está equivocado". En cambio, dirige nuestra atención al sumo sacerdote, Jesucristo y al modelo de los sacerdotes de San  Juan Vianney, y nos dice que en la situación actual, la tarea más urgente de la Iglesia católica china es fomentar formación espiritual y moral del clero, para ayudar a los obispos de acuerdo a la Ley Canónica a estructurar mejor las normas y reglamentos diocesanos y por lo tanto cultivar una comunidad de sacerdotes comprometida que se caracterice por la solidaridad, asistencia mutua y cooperación fraternal. 

Basados en eso,  los sacerdotes chinos de la Iglesia de hoy en China deben hacer que sus fieles sean conscientes  de las dificultades posibles. Al vivir en una situación cómoda deben ser conscientes de las dificultades del futuro, identificar los problemas y diferencias, alentarse unos a otros, hacer frente a los desafíos juntos, y reaccionar oportunamente a los conflictos y problemas de acuerdo a la nueva situación y la evolución de la nueva Iglesia católica china. Aunque todavía se tomará algún tiempo para normalizar las relaciones entre China y el Vaticano, y aunque los avances probablemente sean muy difíciles, no se puede negar el hecho de que las relaciones entre China y el Vaticano han entrado en un período de transición. En consecuencia, nosotros, los sacerdotes chinos tenemos que prepararnos para esto y crear gradualmente nuestra propia conciencia del tiempo que seguirá a la normalización de las relaciones entre China y el Vaticano. 

El Cardenal Bertone alienta a los sacerdotes chinos a no sentirse frustrados, decepcionados o preocupados acerca de sus propias limitaciones cuando se enfrentan a nuevas situaciones, eventos y nuevos desafíos. Tomando un ejemplo de la interpretación del Papa  Benedicto XVI del milagro de Jesús de la multiplicación de los panes (Juan 6: 1-15), el cardenal Bertone invita a los sacerdotes chinos que recurrir a nuestro Salvador Jesucristo y, al unirse a Cristo, llegar a ser "instrumentos de la salvación” (n. 2) y proclamar la Palabra de Dios, a participar en la evangelización, a desarrollar obras de caridad, tanto como sea posible y a vivir el amor de Jesús practicando la fe que profesamos (no. 2). 

Esta carta dadora de esperanza escrita por el Cardenal Bertone inspira los sacerdotes chinos a ser más fieles a su propia vocación sacerdotal, a seguir y servir a Jesucristo más verazmente para demostrar su amor inquebrantable a las tradiciones de la fe transmitida por los apóstoles y a estar en comunión con la Iglesia universal a través de la Eucaristía. "De hecho, cada celebración de la Eucaristía supone la unión no sólo con el Obispo local, sino también con el Papa, los Obispos,  todo el clero y todo el pueblo de Dios" (n. 4). La inspiración obtenida del Papa Benedicto XVI y del cardenal Bertone llevará sin duda más fruto y estamos seguros de que la Iglesia católica en China va a revivir y a tener un futuro brillante.   

(Traducción particular no oficial desde el inglés)


El texto integral de la carta a los sacerdotes chinos, en inglés


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Lunes, 21 de diciembre de 2009

Mensaje de monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario sobre la misión de Adviento y Navidad (2009). (AICA)


MISIÓN DE ADVIENTO Y NAVIDAD 

Queridos sacerdotes, religiosas, religiosos y fieles laicos.

Después de saludarlos cordialmente, deseo que tengan un Adviento bendecido por Dios.  Este tiempo nos invita a la oración, a la escucha de la Palabra de Dios y a adorar el misterio de su nacimiento, para que la Luz de Cristo brille en nosotros con su amor.

Como reflexionamos en el Consejo Pastoral arquidiocesano, con los laicos y sacerdotes de los Movimientos e instituciones  arquidiocesanas, y con el Consejo Presbiteral, deseo pedirles a los párrocos, a los sacerdotes, a los religiosos, religiosas y laicos,  que se unan a la Misión de Adviento y Navidad; ya que la celebración del nacimiento de Jesús, también depende del fervor pastoral de su preparación, y de los gestos concretos de evangelización.

Dios va a bendecir el ciento por uno nuestra entrega  y la de todos los fieles, al celebrar mejor dispuestos la Navidad de su Hijo Jesucristo, en el Año sacerdotal y en el Jubileo de nuestra familia diocesana, si salimos a su encuentro y  abrimos los corazones al prójimo, "porque encontrarán  un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lucas 2,12).   

Alégrense y no teman

"No teman. Miren, les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo" (Lucas 2, 10). La certeza de la venida de Jesús nos invita en primer lugar a recibirlo con fe, y adorarlo como hicieron los pastores; y al mismo tiempo  nos mueve también a  nosotros cristianos  a anunciarlo a los demás.  Si su "visita" es tan cercana, y reconocemos que Él viene a nosotros y está muy cerca en cada momento de nuestra vida; también nosotros debemos acercarnos a los demás,  y  salir a anunciar su presencia,  y  ayudarnos a ver el mundo con una mirada nueva.  La Navidad no es solo el deseo de paz, sino el poder vivir esa paz en la familia y en la sociedad, porque "un Niño nos ha nacido" (Is.9,5).                         

Sin embargo, la paz que anuncia la Navidad, se contrapone a un cono de sombra, formado por la violencia y la inseguridad que padecen muchos. Quienes han sobrellevado una agresión, o sus familiares y conocidos, fruto de este mal, quedan profundamente heridos en su interior, y necesitan ser reconfortados. 

Por eso es muy fácil que sin quererlo, haya crecido  el temor; o se hayan dejado algunas costumbres o tareas, incluso solidarias,  que antes se realizaban con mayor entrega; o se llegue a imaginar equivocadamente que quien no está bien vestido, o está en la calle; excluido o abandonado pueda ser más fácilmente causa de esta situación. En cambio, tenemos que reconocer que la violencia y la inseguridad la padece el hombre y la mujer de cualquier condición social;  y en realidad proviene de varias razones, entre ellas del olvido de Dios, y de la falta de amor, y de un trato más humano.   

Otra de las causas centrales de esta situación de fragilidad que vivimos está en la cultura relativista que se ha impuesto, donde pareciera que  nos acostumbramos a  ver  como en el negativo de una fotografía, donde lo blanco aparece como negro, y lo negro blanco. Además, ésta contribuye a encerrarnos en el egoísmo, nos hace indolentes ante el sufrimiento de los demás, o nos acostumbra a la injusticia. 

También se experimenta un desprecio por la vida, aún desde el seno materno; se percibe crueldad en la violencia delictiva, frecuentemente vinculada  al tráfico y al consumo de drogas, "que no solo causan dolor y muerte en muchas familias, sino también pone a los jóvenes en el riesgo de perder el sentido de la existencia" (CEA, 13. XI. 2009, nº 4 y 8).

En el fondo  se trata de una crisis moral, porque constatamos que se han debilitado valores fundamentales de la vida en familia, y de la convivencia social; que  a la vez llevan consigo  un debilitamiento  de la vida religiosa, porque "no hemos tenido en cuenta a Dios como Creador y Padre, fundamento de verdadera fraternidad" (cfr. ibidem, nº9 y 10).

Por ello, recordemos lo que  nos dice el Santo Padre: " Dios no es del todo invisible para nosotros, no ha quedado fuera de nuestro alcance. Dios nos ha amado primero...y este amor de Dios ha aparecido entre nosotros, se ha hecho visible, pues Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él (1 Juan 4,9)" (Dios es amor,  nº 17). La fe ilumina todo con una nueva luz, y manifiesta el plan divino sobre toda la vocación del hombre. Por ello nos orienta hacia soluciones plenamente humanas (cfr. Gaudium et Spes , nº 11).

Es la luz de Cristo, que nace en Navidad, la que ilumina, y nos permite ver y obrar con la claridad de la verdad y del amor. Su venida nos invita a confiar más en Dios, y nos ayuda a compartir los dones recibidos, ya que necesitamos que Él llegue a todos con su mensaje de esperanza. 

Como expresan los Obispos en Aparecida: "los cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, desde la contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la plenitud del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido. Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender de Él, en su seguimiento, la dignidad y la plenitud de la vida. Y necesitamos, al mismo tiempo, que nos consuma el celo misionero para llevar al corazón de la cultura de nuestro tiempo, aquel sentido unitario y completo de la vida humana que ni la ciencia, ni la política, ni la economía ni los medios de comunicación podrán proporcionarle".

Y luego afirman también: "En Cristo Palabra, Sabiduría de Dios, la cultura puede volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio y su dimensión adecuada (D.A. nº 41).                 

Por esto alégrense y no teman, como anuncian los ángeles, porque Dios va a nacer en Belén. De un modo particular, este anuncio debe llegar a todos, a las familias, a los mayores y a los jóvenes, que nos colocan ante el desafío de trasmitirles la esperanza y la alegría por la venida de Jesús.        

El pesebre, signo visible de la Navidad 

Frecuentemente, en  la preparación de las Fiestas,  ya no se ve al Niño Jesús en los negocios y lugares públicos; y por eso podemos invitar a preparar el pesebre en sus vidrieras; así como también en las casas, destacando el papel central de su venida, recordando  que no hay Navidad sin Jesús. 

Sabemos que no es algo indiferente en este tiempo, armar  el pesebre  en  alguna plaza o calle de la parroquia, en la puerta de la iglesia o  en su interior, sino que forma parte visible de la Misión de Adviento, y ayuda a recordar o descubrir que la Navidad es verdaderamente el nacimiento del Salvador. 

También podemos bendecir la imágenes del Niño Jesús en las parroquias, que después  se colocarán en los nacimientos de  las casas, en los geriátricos y hospitales; y  ofrecer una oración para rezar al colocar la imagen del Niño Jesús en el nacimiento. Esto también  ayuda a que Él  sea acogido por todos, y   nuestras casas se transformen en un nuevo Belén.

Confiamos que al pesebre que realizarán los jóvenes el próximo 22 de diciembre por la noche, en el Monumento a la Bandera, con la colaboración del Decanato Centro, al que están  invitados a participar; se sumen muchos otros pesebres en nuestras ciudades y pueblos de la Arquidiócesis.

También la Pastoral de Migraciones y Turismo se une a esta Misión, invitando a las colectividades a celebrar este tiempo de Adviento y Navidad con profunda fe en varios lugares de la Arquidiócesis.

La preparación interior 

En el Adviento, podemos crecer en la fe. La preparación exterior de la que hablamos, requiere al mismo tiempo entrar en comunión con Dios; necesitamos una vez más su gracia; y por eso estamos invitados a acercarnos al Sacramento de la Reconciliación. Seguramente que para ello, nuestros sacerdotes dedicarán un mayor tiempo para recibir a los fieles, y escuchar confesiones con mayor disponibilidad;  inclusive podremos contar en algunas ocasiones con algún otro sacerdote invitado, que visite la parroquia y pueda estar dispuesto para este fin.

También si  logramos hacer un retiro espiritual en cada comunidad, éste nos va a ayudar notablemente a alcanzar una visión más interior de la Navidad, y veremos que esta posibilidad del encuentro con Jesús, abrirá los ojos de nuestra fe. 

Asimismo, si  los misioneros de la Parroquia visitan las casas del barrio para invitar a la Misa de Nochebuena y de Navidad, y a participar en esta celebración de la venida de Jesús, seguramente serán muchos los que se sientan motivados a acercarse a las parroquias y capillas. De este modo, la fiesta en familia adquiere un sentido más hondo, cuando  recibimos al Niño, que viene a salvarnos; porque así  revivimos la noche de Belén.

Por ello es importante que sean muchos los que sientan el llamado a preparar estas Fiestas; participen colaborando en la liturgia parroquial, se reunan para cantar villancicos,  reciban cordialmente a quienes se acercan por primera vez a la misa de Nochebuena y  Navidad; de tal manera que todos puedan sentirse en la Casa de Dios, como en su propia casa, y se acerquen a adorarlo.

La solidaridad

Durante este tiempo, algunas comunidades parroquiales y los movimientos van preparando un encuentro fraterno, o  la cena de Nochebuena, o el almuerzo de Navidad, con aquellos que más necesitan; descubriendo la importancia que tienen estas actitudes fraternas  en la sensibilidad de nuestro pueblo. Hagamos la prueba y comprobemos que la multiplicación de estos gestos solidarios,  movidos por la caridad,  cambian profundamente  nuestro corazón. 

En este sentido, también ha sido un aporte grande la preparación de las cajas de Navidad,  que ya se han comenzado a recibir en nuestra  Caritas arquidiocesana. También el arbolito solidario, y otras iniciativas solidarias ayudan a ver que Él nos ama y nos hace experimentar su amor a través de la comunidad cristiana.

Asimismo, la visita  del sacerdote y de los misioneros a los hospitales y a los enfermos del territorio parroquial , en los días previos a la Navidad son una  presencia que alivia y reconforta, no solo a quienes no tienen salud, sino también a sus familiares y acompañantes.

Que Dios  abra nuestros corazones para  recibirlo en la esperanza y la alegría, y hagamos siempre lo que Él nos pide, descubriendo su presencia entre nosotros. Tengamos presente la spalabras del Santo Padre: “Jesucristo no sólo mira a los cristianos, o sólo a los creyentes, sino a todos los hombres, porque Él, que es el centro de la fe, es también el fundamento de la esperanza. Es la esperanza que todo ser humano necesita constantemente” (Benedicto XVI, Angelus, 29.XI.2009).

Pidiendo la protección y la guía de la Santísima Virgen, la elegida del Señor, de quien nace el autor de la vida, me encomiendo a sus oraciones y les deseo un Adviento y una Navidad llena de esperanza.

Mons. José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario


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Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”. (AICA)
(5 de diciembre de 2009)


¿Inseguridad? Más bien droga y delito 

“Uno de los problemas más graves que sufrimos, y que es también una manifestación del desquicio de la Argentina de hoy, es la proliferación del delito. Lo que se llama popularmente “la inseguridad”. A veces se traban discusiones acerca de si la inseguridad es algo real o es una mera sensación subjetiva. Es más claro y concreto decir que nos abruma la proliferación del delito. Y a propósito de esto quisiera hacer un doble comentario”.

“En primer lugar, es impresionante escuchar algunas reacciones, con propuestas acerca de lo que habría que hacer para que esto no continúe así. Sobre todo me llama la atención cierto lenguaje empleado por parientes de las víctimas. Lenguaje dictado por el dolor, la indignación y la impotencia porque el delito se expresa hoy de manera cruel, salvaje, inhumana”.

“Muchas veces se expresan deseos de justicia como clamores de venganza. Diría que hasta con un odio apenas contenido, y se filtra también una idea teológica equivocada, cuando se dice, por ejemplo: “mi hijo, o mi padre, o mi pariente, no va a descansar en paz hasta que el asesino no se pudra en la cárcel”. Pongo una de las tantas expresiones, que son a veces muy variadas pero que se oyen con excesiva frecuencia”.

“Esa idea de que el difunto, víctima injusta de un crimen horrendo, no descansa en paz hasta que el otro no es castigado con severidad, no es correcta. Y no me parece un pensamiento cristiano. No hay relación entre una cosa y la otra. Seguramente descansará en paz si ha vivido bien, si ha muerto en gracia de Dios”.

“En estas ideas se manifiesta una consecuencia cultural y espiritual del terrible fenómeno que estamos padeciendo. Un daño que va mucho más allá del daño material irreparable que es la pérdida de vidas inocentes; se produce también un daño espiritual. Mientras no se pueda controlar la creciente proliferación del delito nos vamos a encontrar con estas situaciones de ambigüedad moral y espiritual y es así como se extiende una tremenda inquietud en la sociedad argentina, la percepción de que estamos siempre en peligro. Es una “sensación” que corresponde a una realidad innegable y que desencadena reacciones desmesuradas, clamores tales como: “nos están matando a todos”.

“Y paso al segundo comentario. Hay que admitir que el Estado no puede cumplir cabalmente su función de tutelar la vida y los bienes de la población. Esto es una deficiencia gravísima, porque es esa la primera función del Estado, la más elemental”.

“Se debate sobre este asunto, y con razón se apunta a las raíces del mal. Sabemos que prevenir el delito y controlarlo, reducir la amplitud que ha adquirido actualmente no es tan sencillo. Hacen falta medidas serias, sostenidas a lo largo del tiempo; mejores leyes y una recta administración de la justicia. Hace falta revertir, en todo caso, esta espantosa decadencia material y moral que afecta a la sociedad argentina”.

“Voy a hacer referencia sólo a una de las causas del mal que nos aflige. Se subraya, cada vez con mayor frecuencia, el influjo de la droga en la crueldad de los delitos que se cometen, en la facilidad con que se desprecia la vida. La difusión imparable de la droga muestra que no se está haciendo lo suficiente por resolver ese problema”.

“Los vecinos, en cualquier barrio, suelen señalar que en tal o cual lugar, a tal hora, se vende droga; se sabe a qué hora pasa el distribuidor. Y quizá lo más terrible sea que los pobres se convierten en traficantes. Un comercio de muerte asumido como medio de vida”.

“En la Provincia de Buenos Aires últimamente se han hecho procedimientos importantes contra el narcotráfico; sin embargo, parece que el frente latinoamericano de la droga está descendiendo hacia el sur y ya ha penetrado en la Argentina”.

“Por otra parte, las fronteras de nuestro territorio parecen totalmente permeables. Se sabe muy bien que no están custodiadas como se debe, que no se cuenta con los elementos técnicos necesarios para impedir que ese frente latinoamericano de la droga siga avanzando y finalmente nos invada por completo. ¿Estamos en esta materia muy lejos de Colombia o de México?”

“Aquí hay responsabilidades muy serias que están en juego. Se sabe bien que poderosos intereses se mueven detrás y que esa red de complicidades es muy difícil de desmontar. Pero ésta es una prioridad insoslayable y tenemos que insistir, en virtud del derecho que nos compete como ciudadanos, para que el Estado se aplique seriamente a buscar una solución”.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


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La Santa Sede ilustra en la ONU la cultura de la paz

Intervención vaticana ante la asamblea general

ZENIT   publica la intervención que pronunció el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, en la asamblea general de esa institución dedicada a analizar "La cultura de la paz".


La cuestión de la religión y la contribución de las religiones a la paz y al desarrollo se ha planteado de nuevo en las Naciones Unidas durante los últimos años porque resultan urgentes e ineludibles según la opinión del mundo. Hace un siglo y medio, al inicio de la revolución industrial, se presentaba a la religión como "el opio de los pueblos". Hoy, en el contexto de la globalización, se la considera cada vez más la "vitamina de los pobres".

La contribución única de las religiones y el diálogo y la cooperación entre ellas forman parte de su razón de ser, que consiste en servir a la dimensión espiritual y trascendente de la naturaleza humana. De igual modo, tienden a elevar el espíritu, tutelar la vida, dar fuerza a los débiles, traducir ideales en acción, purificar las instituciones, contribuir a solucionar las desigualdades económicas y no económicas, inspirar a sus responsables e ir más allá del sentido normal del deber, permitir a las personas lograr una realización mayor de su potencial natural y contrastar situaciones de conflicto a través de la reconciliación, los procesos de reconstrucción después de los conflictos y la purificación de memorias marcadas por la injusticia.

Es sabido que a lo largo de la historia algunas personas y líderes han manipulado las religiones. Del mismo modo, los movimientos ideológicos y nacionalistas han visto las diferencias religiosas como una oportunidad de obtener apoyo para sus causas. Recientemente, la manipulación y el mal uso de la religión con fines políticos han suscitado debates y estimulado deliberaciones en las Naciones Unidas sobre este tema, insertándolo en el contexto de los derechos humanos.

De hecho, ya desde hace tiempo se viene debatiendo en las Naciones Unidas sobre el papel de las religiones y se siente profundamente la necesidad de una visión coherente de este fenómeno y de su enfoque adecuado. Mi delegación quiere presentar algunas consideraciones sobre esta cuestión, para contribuir a una interacción apropiada y eficaz de la religión y de las religiones con los objetivos y las actividades de las Naciones Unidas.

El diálogo interreligioso, o entre confesiones diversas, orientado a estudiar los fundamentos teológicos y espirituales de las diferentes religiones con vistas a una comprensión y una cooperación recíprocas, está resultando cada vez más urgente, una convicción y un esfuerzo concreto entre muchas religiones.

Me alegra recordar aquí el papel guía asumido por la Iglesia católica hace aproximadamente cuarenta años al dirigirse a las demás tradiciones religiosas con la promulgación del documento conciliar Nostra aetate. Hoy, muchas confesiones cristianas y otras religiones están comprometidas en el diálogo con programas propios, y de este modo han seguido progresando hacia una mayor comprensión recíproca. A este propósito, la Santa Sede ha puesto en marcha una serie de iniciativas para promover el diálogo entre las confesiones cristianas, con creyentes judíos, budistas e hindúes. Hace más de cuarenta años se creó un Consejo para el diálogo interreligioso y, más recientemente, se ha puesto en marcha una iniciativa, la primera de su género, con los representantes de los 138 firmantes musulmanes del documento Una palabra común entre nosotros y vosotros. Este compromiso mira a promover un respeto, una comprensión y una cooperación mayores entre creyentes de diversas confesiones, a estimular el estudio de las religiones y a promover la formación de personas que se dediquen al diálogo.

Este tipo de diálogo teológico y espiritual requiere que se realice entre creyentes y adopte una metodología apropiada. Al mismo tiempo, pone una premisa y una base indispensables para esa cultura del diálogo y la cooperación mucho más amplia que la que varias instituciones académicas, políticas, económicas e internacionales han emprendido durante los últimos decenios.

Recientes acontecimientos sociales y políticos han renovado el compromiso de las Naciones Unidas por integrar sus reflexiones y su acción orientadas a la consolidación de una cultura del respeto con una solicitud específica por la comprensión interreligiosa. Los protagonistas de este diálogo son los Estados miembros en su interacción con la sociedad civil. Su enfoque y su metodología brota de la misión y del objetivo mismos de las Naciones Unidas.

Sin embargo, considerando el espíritu y la letra de la Carta de las Naciones Unidas, así como de los instrumentos jurídicos más importantes, es justo afirmar que la responsabilidad específica y primaria de las Naciones Unidas ante la religión consiste en discutir, explicar y ayudar a los Estados a garantizar plenamente, en todos los niveles, la realización del derecho a la libertad religiosa, tal como se afirma en los documentos pertinentes de las Naciones Unidas, que incluyen el pleno respeto y la promoción no sólo de la libertad fundamental de conciencia sino también de la libertad de expresión y de práctica de la religión de cada uno, sin restricciones.

De hecho, el objetivo y el fin definitivos de las Naciones Unidas en la búsqueda de la comprensión y la cooperación interreligiosa son lograr comprometer a los Estados, así como a todos los sectores de la sociedad humana, a que reconozcan, respeten y promuevan la dignidad y los derechos de toda persona y de toda comunidad en el mundo.


Publicado por verdenaranja @ 22:10  | Hablan los obispos
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Desde la Delegación  Diocesana de Misiones se nos remite el material 2009 de OMP para la celebración del Envío de los Sembradores de Estrellas en el esta Navidad 2009. Llevamos  relizando este acto en nuestra parroquia desde hace  muchos años.

MOTIVACIÓN

La campaña “Sembradores de estrellas” tiene la finalidad de dar un sentido misionero a las fiestas navideñas; por ello, los niños son invitados a felicitar en nombre de los misioneros a todos los que encuentren por las calles de su barrio o población, anunciando el nacimiento de Jesús y viviendo lo que fue el lema del III Encuentro Nacional de Infancia Misionera: Hoy y mañana ¡somos misioneros! De este modo, los niños son misioneros en y de la Navidad, como lo fueron durante dicho Encuentro.

También tenemos en cuenta el lema de la Jornada de Infancia Misionera de 2010: Con los niños deÁfrica... encontramos a Jesús. La Navidad supone un doble encuentro:

· De Dios-Niño con la humanidad.
· De los hombres con Dios.

En este doble encuentro se produce simultáneamente un tercero: el de los hombres entre sí, es decir, el encuentro de los niños con otros niños, ya sea porque compartimos una misma actividad (sembrar estrellas, participar en un encuentro...), ya sea porque nos interesamos por conocer la vida, las necesidades, etc., de los niños de otro lugar, esta vez los de África.

PREPARACIÓN

Aprovechamos la preparación a las fiestas de Navidad que los niños viven en sus hogares y escuelas. Desde la parroquia y la catequesis se les invita a entrar en el ambiente navideño, disponiéndoles para el encuentro con Jesús, con los demás y con los niños de África. Les animamos a ir asumiendo el papel de los pastores de Belén, invitados por los ángeles a encontrar al Niño Jesús en el pesebre; podrían acudir a la celebración vestidos de pastores o con otros motivos navideños.

Es importante ir motivándoles para que vivan este envío a felicitar la Navidad desde la alegría y la gratuidad, asumiendo que se trata de compartir una buena y gran noticia. Si ellos la han recibido gratuitamente, deben comunicarla del mismo modo, sin esperar nada a cambio. Reciben las estrellas para entregarlas a otros en un ambiente de alegría, paz y amor.

CELEBRACIÓN del ENVÍO

CANTO DE ENTRADA

Puede ser o bien un villancico, o bien una canción misionera.

(Ver el CD “Somos misioneros”, del III Encuentro Nacional de Infancia Misionera).

SALUDO

Tras el saludo habitual, se les puede motivar con estas o parecidas palabras: “Amigos, nos encontramos aquí para vivir un encuentro y ayudar a otras personas a vivirlo. Lo primero debe ser encontrarnos unos a otros –por eso nos saludamos– y, todos unidos, encontrarnos con Jesús. Así podemos invitar a otros a encontrarse con Él. No hablamos de un encuentro cualquiera, sino de un encuentro alegre, como el que se vivió en Madrid en mayo pasado, y de un encuentro con otras culturas, como el que Infancia Misionera nos invita a llevar a cabo en 2010, acercándonos a la realidad de los niños que viven en África o proceden de allí”.

Se proyectan unas imágenes del DVD del III Encuentro Nacional de Infancia Misionera. Pueden servir los minutos dedicados a África.

Tras las imágenes, el presidente dialoga con los niños sobre el contenido e introduce la lectura del Evangelio –que puede ser representado por varios de ellos– con estas o parecidas palabras: “En la Biblia y en los Evangelios también se nos presentan encuentros. Así, el evangelista San Lucas nos cuenta el encuentro que tuvieron unos pastores con unos ángeles, cómo estos les dan la noticia de que ha nacido Jesús, y ellos con alegría van juntos a buscarlo… y lo encuentran”.

PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO: Lc 2, 8-20

Cabe la posibilidad de que el texto sea representado por algunos niños. Habría un cronista, unos hacen de pastores, otro de ángel, y se tiene la representación de un Belén viviente, con una niña de María y un niño de José. Esto queda a criterio del responsable de la celebración, según las posibilidades pastorales con las que cuente.

HOMILÍA

Interesa subrayar el aspecto del ENCUENTRO. Los pastores, como nosotros, se hallaban reunidos, juntos, y a ellos se les aparece el ángel, que los encuentra y les comunica una buena noticia; luego con alegría y gozo se encuentran con otros ángeles y esto lleva a los pastores a decidir ir todos unidos al encuentro de Jesús. No van solos ni cada uno por su lado, sino todos juntos, aunque cada pastor era distinto al otro y podía proceder de un lugar diferente. Van ilusionados y se encuentran con María, José y Jesús, en un encuentro festivo y lleno de   alegría. Esto es lo que los niños deben hacer al salir a la calle en compañía de los catequistas: no ir solos,sino juntos, y de manera alegre y festiva ir ofreciendo las estrellas a quienes se encuentren, felicitándoles la Navidad y anunciando una Buena Noticia: Jesús ha nacido.


Se inicia con estas o semejantes palabras:  

Antes de comenzar la siembra de estrellas, oremos con confianza a Dios:

ORACIÓN DE LOS FIELES

Por los niños del mundo, especialmente por los niños que viven en África, para que todos puedan vivir en alegría y paz. Oremos…

Por todos aquellos que durante estos días recibirán una estrella o una felicitación navideña, para que la acojan con alegría y esperanza. Oremos…

Por todos los misioneros, que pasarán estas Navidades lejos de sus familias, para que sientan nuestra compañía y solidaridad y no olviden que pueden contar siempre con nosotros. Oremos…

Por todos nosotros, para que vivamos en amor y paz estas fiestas, y recordemos siempre a Jesús, a quien encontramos en las demás personas con las que compartimos la alegría de la Navidad. Oremos…

PADRENUESTRO

BENDICIÓN Y ENTREGA DE LAS ESTRELLAS

Tras el padrenuestro, unos niños presentan en bandejas las estrellas, que son bendecidas con estas o semejantes palabras:
 

“Que Dios Padre, que por el Espíritu Santo hizo nacer a su Hijo Jesús en Belén, bendiga estas estrellas, que serán señal de la alegría de esta Buena Noticia; bendiga a los niños que también con alegría las van a repartir; y bendiga a todos aquellos que las van a recibir y llevar.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Mientras se canta “Sembradores de estrellas”, se reparten dichas estrellas y los niños van saliendo para cumplir con su misión.


José Luis Bleda. Delegación Diocesana de Misiones. Murcia


Publicado por verdenaranja @ 20:45  | Misiones
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Domingo, 20 de diciembre de 2009

ZENIT publica la primera meditación de Adviento que dirigió en la mañana de este viernes el padre Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., a Benedicto XVI y a sus colaboradores de la Curia Romana en la capilla "Redemptoris Mater" del Vaticano.

 "Siervos y amigos de Jesucristo" 

1. Al manantial de todo sacerdocio

En la elección del tema de estas predicaciones a la Casa Pontificia siempre trato de dejarme guiar por la gracia particular que está viviendo la Iglesia. El año pasado era la gracia del año paulino, este año es la gracia del año sacerdotal, cuya proclamación, Santo Padre, le agradecemos profundamente.

El Concilio Vaticano II ha dedicado al tema del sacerdocio todo un documento, el Presbyterorum ordinis; Juan Pablo II, en 1992, dirigió a toda la Iglesia la exhortación postsinodal Pastores dabo vobis, sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual; el actual sumo pontífice, al convocar este año sacerdotal, trazó un breve pero intenso perfil del sacerdote a la luz de la vida del santo cura de Ars. Son innumerables las intervenciones de los obispos sobre este tema, por no hablar de los libros escritos sobre la figura y la misión del sacerdote en el siglo que ha concluido recientemente, algunos de los cuales son obras literarias de primer orden.

¿Qué puede añadirse a todo esto en el breve tiempo de una meditación? Me alienta el dicho con el que un predicador comenzaba su curso de ejercicios: "Non nova ut sciatis, sed vetera ut faciatis"; lo importante no es conocer cosas nuevas, sino aplicar las conocidas. Renuncio, por tanto, a todo intento de síntesis doctrinal, de presentaciones globales o de perfiles ideales del sacerdote (no tendría ni el tiempo ni la capacidad) y trataré de hacer vibrar nuestro corazón sacerdotal con el contacto de la Palabra de Dios.

La Palabra de la Escritura, que nos servirá como hilo conductor, se encuentra en I Corintios 4,1, que muchos de nosotros recordamos en la traducción latina de la Vulgata: "Sic nos existimet homo ut ministros Christi et dispensatores mysteriorum Dei": "Que nos tengan los hombres por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios". Podemos complementarla, en ciertos aspectos, con la definición de la carta a los Hebreos: "Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados" (Hebreos 5,1).

Estas frases tienen la ventaja de replantearnos la raíz del sacerdocio, es decir, ese estadio de la revelación en el que el ministerio apostólico todavía no se ha diversificado, dando lugar a los tres grados canónicos de obispos, presbíteros y diáconos, que, al menos en lo que se refiere a las respectivas funciones, llegarán a aclararse con san Ignacio de Antioquía, a inicios del siglo II. Esta raíz común es subrayada por el Catecismo de la Iglesia Católica que define el orden sagrado como "el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico" (n. 1536).

En nuestras meditaciones trataremos de referirnos lo más posible a ese estadio inicial con el objetivo de comprender la esencial del ministerio sacerdotal. En este Adviento, sólo tomaremos en consideración la primera parte de la frase del apóstol: "Servidores de Cristo". Si Dios quiere, continuaremos en Cuaresma nuestra reflexión, meditando en lo que significa para un sacerdote ser "administrador de los misterios de Dios" y cuáles son los misterios que debe administrar.

"¡Siervos de Cristo!" (con signos de exclamación, para indicar la grandeza, dignidad y belleza de este título): es la frase que debería tocar nuestro corazón en la presente meditación y hacer que vibre de santo orgullo. Aquí no hablamos de los servicios prácticos o ministeriales, como administrar la palabra y los sacramentos (de esto, como decía, hablaremos en Cuaresma); en otras palabras, no hablamos del servicio como "acto", sino del servicio como "estado", como vocación fundamental y como identidad del sacerdote; hablamos en el mismo sentido y con el mismo espíritu con que lo hacía Pablo, que al inicio de sus cartas siempre se presenta así: "Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación".

En el pasaporte invisible del sacerdote, con el que se presenta cada día ante la presencia de Dios y de su pueblo, en el apartado "profesión" debería decir: "Siervo de Jesucristo". Todos los cristianos son obviamente siervos de Cristo, pero el sacerdote lo es con un título y un sentido totalmente particular, como todos los bautizados son sacerdotes, pero el ministro ordenado lo es con un título y un sentido diferente y superior.

2. Continuadores de la obra de Cristo

El servicio esencial que el sacerdote está llamado a ofrecer a Cristo consiste en continuar su obra en el mundo: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Juan 20, 21). El papa san Clemente, en su famosa Carta a los Corintios, comenta: "Cristo es enviado por Dios y los apóstoles por Cristo... Éstos, predicando por doquier, en el campo y en la ciudad, nombraron a sus primeros sucesores, habiendo sido puestos a prueba por el Espíritu para ser obispos y diáconos". Cristo es enviado por el Padre, los apóstoles por Cristo, y los obispos por los apóstoles: es la primera formulación clara del principio de la sucesión apostólica.

Pero esa palabra de Jesús no tiene sólo un significado jurídico y formal. Es decir, no sólo fundamenta el derecho de los ministros ordenados a hablar como "enviados" por Cristo; indica también el motivo y el contenido de este mandato, que es el mismo por el que el Padre envió al Hijo al mundo. Y, ¿por qué envió Dios a su Hijo al mundo? También en este caso renunciamos a respuestas globales, completas, para las que haría falta leer todo el Evangelio; nos limitamos alguna de las declaraciones programáticas de Jesús.

Ante Pilato, afirma solemnemente: "para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad" (Juan 18, 37). Continuar con la obra de Cristo comporta, por tanto, que el sacerdote dé testimonio de la verdad, hacer que brille la luz de lo verdadero. Basta tener en cuenta el doble significado de la palabra verdad, aletheia, en Juan. Oscila entre la "realidad" divina y el "conocimiento" de la realidad divina, entre un significado ontológico u objetivo y uno gnoseológico o subjetivo. Verdad es "la realidad eterna en cuanto revelada a los hombres, que hace referencia tanto a la misma realidad como a su revelación" (H. Dodd, L'interpretazione del Quarto Vangelo, Paideia, Brescia 1974, p. 227).

La interpretación tradicional ha entendido "verdad" sobre todo en el sentido de revelación y conocimiento de la verdad; en otras palabras, como verdad dogmática. Esta es ciertamente una tarea esencial. La Iglesia, en su conjunto, la desempeña por medio del magisterio, de los concilios, de los teólogos, y de cada sacerdote, predicando al pueblo la "sana doctrina".

Pero no hay que olvidar el otro significado que Juan da a la verdad: el de realidad conocida, más que conocimiento de la realidad. Desde esta perspectiva, la tarea de la Iglesia y de cada sacerdote no se limita a proclamar las verdades de fe, sino que debe ayudar a experimentarlas, a entrar en contacto íntimo y personal con la realidad de Dios, a través del Espíritu Santo.

"La fe --escribió santo Tomás de Aquino-- no termina con la enunciación, sino con la realidad" ("Fides non terminatur ad enuntiabile sed ad rem"). Del mismo modo, los maestros de la fe no pueden contentarse con enseñar las verdades de fe, tienen que ayudar a las personas a alcanzar el objetivo, a no tener sólo una "idea" de Dios, sino a hacer la experiencia de Él, según el sentido bíblico de conocer, diferente, como se sabe, del griego y filosófico.

Otra declaración programática de intenciones es la que Jesús pronuncia ante Nicodemo: "Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él" (Gv 3, 17). Esta frase hay que leerla a la luz de la precedente: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna". Jesús vino a revelar a los hombres la voluntad salvífica y el amor misericordioso del Padre. Toda su predicación se resume en la palabra que dirige a los discípulos en la Última Cena: "¡El Padre os quiere!" (Juan 16, 27).

Ser continuador en el mundo de la obra de Cristo significa asumir esta actitud de fondo ante la gente, incluidos los más alejados. No juzgar, sino salvar. No debería descuidarse el trato humano, sobre el que la Carta a los Hebreros, insiste particularmente a la hora de presentar la figura de Cristo Sumo Sacerdote y de cada sacerdote: la simpatía, el sentido de solidaridad, la compasión con el pueblo.

Se ha dicho de Cristo: "No tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino que fue probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado". Del sacerdote humano afirma que "es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; y puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en flaqueza. Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los del pueblo" (Hebreos 4,15-5, 3).

Es verdad que Jesús, en los Evangelios, también se muestra severo, juzga y condena, pero ¿con quién lo hace? No lo hace con la gente sencilla, que venía a escucharle, sino con los hipócritas, los autosuficientes, los maestros y los guías del pueblo. Jesús no era, como se dice de algunos políticos: "fuerte con los débiles y débil con los fuertes". ¡Todo lo contrario!

3. Continuadores, no sucesores

Pero, ¿cómo es posible hablar de los sacerdotes como continuadores de la obra de Cristo? En toda institución humana, como sucedía en tiempos del Imperio Romano y como sucede hoy con las órdenes religiosas y todas las empresas, los sucesores continúan la "obra", pero no continúan con la "persona" del fundador. Éste, en ocasiones, es corregido, superado e incluso repudiado. Esto no sucede con la Iglesia. Jesús no tiene sucesores, pues no ha muerto, sino que está vivo; "resucitado de la muerte, la muerte ya no tiene poder sobre Él".

¿Cuál es entonces la tarea de sus ministros? La de representarle, es decir, hacerle presente, dar forma visible a su presencia invisible. En esto consiste la dimensión profética del sacerdocio. Antes de Cristo, la profecía consistía esencialmente en anunciar una salvación futura, "en los últimos días", después de Él consiste en revelar al mundo la presencia escondida de Cristo, en gritar como Juan Bautista: "En medio de vosotros hay uno que no conocéis". Un día unos griegos se dirigieron al apóstol Felipe con esta pregunta: "Señor, queremos ver a Jesús" (Juan 12, 21); la misma pregunta, más o menos explícita, lleva en el corazón quien se acerca hoy al sacerdote.  

San Gregorio de Nisa acuñó una famosa expresión, que normalmente se aplica a la experiencia de los místicos: "Sentimiento de presencia" (Sobre el Cántico, XI, 5, 2 --PG 44, 1001--, aisthesis parousias). El sentimiento de presencia es algo más que la sencilla fe en la presencia de Cristo; es tener el sentimiento vivo, la percepción casi física de su presencia como Resucitado. Si esto es propio de la mística, entonces quiere decir que todo sacerdote tiene que ser un místico, o por lo menos un "mistagogo", quien introduce a las personas en el misterio de Dios y de Cristo, como llevándolas de la mano.  

La tarea del sacerdote no es diferente, aunque esté subordinada, a la que el Santo Padre presentaba como prioridad absoluta del sucesor de Pedro y de toda la Iglesia en la carta dirigida a los obispos, el 10 de marzo pasado: "En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado... Conducir a los hombres hacia Dios, hacia el Dios que habla en la Biblia: Ésta es la prioridad suprema y fundamental de la Iglesia y del Sucesor de Pedro en este tiempo". 

4. Siervos y amigos

Pero ahora tenemos que dar un paso adelante en nuestra reflexión. "¡Siervos de Jesucristo!": este título nunca debería ir solo; le debe acompañar siempre, al menos en lo profundo del corazón, otro título: ¡el de amigos!

La raíz común de todos los ministerios ordenados que se perfilarán posteriormente es la elección que un día hizo Jesús de los Doce; esto es lo que de la institución sacerdotal se remonta hasta el Jesús histórico. La liturgia presenta, es verdad, la institución del sacerdocio el Jueves Santo, a causa de la palabra que Jesús pronunció después de la institución de la Eucaristía: "Haced esto en memoria mía". Pero esta frase también presupone la elección de los Doce, sin contar que, si se toma aislada, justificaría el papel de sacrificador y de liturgo del sacerdote, pero no el de anunciador del Evangelio, que es asimismo fundamental.

¿Qué dijo en aquella ocasión Jesús? ¿Por qué escogió a los Doce, después de haber rezado durante toda la noche? "Instituyó Doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar" (Marcos 3,14-15). Estar con Jesús e ir a predicar: estar e ir, recibir y dar: en pocas palabras se presenta lo esencial de la tarea de los colaboradores de Cristo.

Estar "con" Jesús no significa sólo una cercanía física; en embrión implica ya toda la riqueza que Pablo encerrará en la fórmula "en Cristo" o "con Cristo". Significa compartir todo de Jesús: su vida itinerante, ciertamente, pero también sus pensamientos, su objetivos, su espíritu. La palabra compañero procede del latín medieval y significa quien tiene en común (con-) el pan (panis), que come el mismo pan.

En los discursos de adiós, Jesús da un paso adelante, completando el título de compañeros con el de amigos: "No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer" (Juan 15.15).

Hay algo conmovedor en esta declaración de amor de Jesús. Siempre recordaré el momento en el que recibí la gracia, por un instante, de experimentar algo de esta conmoción. En un encuentro de oración, alguien había abierto la Biblia y había leído ese pasaje de Juan. La palabra "amigos" me tocó con una profundidad nunca antes experimentada; removió algo en lo profundo de mí mismo, hasta el punto de que durante todo el resto del día me repetía a mí mismo, lleno de maravilla e incredulidad: "¡Me ha llamado amigo! ¡Jesús de Nazaret, el Señor, mi Dios! ¡Me ha llamado amigo! ¡Soy su amigo! Y me parecía que con esa certeza era posible volar por los aires y atravesar el fuego.

Cuando habla del amor de Jesucristo, san Pablo siempre da la impresión de que se conmueve: "¿Quién nos separará del amor de Cristo?" (Romanos 8, 35), "¡me amó y se entregó a sí mismo por mí!" (Gálatas 2, 20). Tendemos a desconfiar de la conmoción e incluso a avergonzarnos de ella. No sabemos la riqueza que nos perdemos. Jesús "se conmovió profundamente" y lloró ante la viuda de Naím (cf Lucas 7, 13) y ante las hermanas de Lázaro (cf Juan 11, 33.35). Un sacerdote capaz de conmoverse cuando habla del amor de Dios y del sufrimiento de Cristo o cuando recibe la confidencia de un gran dolor, convence más que con agudos razonamientos. Conmoverse no significa necesariamente echarse a llorar; es algo que se percibe en los ojos, en la voz. La Biblia está llena del pathos de Dios.

5. El alma de todo sacerdocio

Una relación personal, llena de confianza y de amistad con la persona de Jesús, es el alma de todo sacerdocio. De cara al año sacerdote, he vuelto a leer el libro del abad Jean-Baptiste Chautard, "El alma de todo apostolado", que hizo tanto bien y sacudió a tantas conciencias en los años anteriores al Concilio. En un momento en el que se daba un gran entusiasmo por las "obras parroquiales": cine, juegos, iniciativas sociales, círculos culturales, el autor volvía a centrar bruscamente la atención sobre el problema, denunciando el peligro de un activismo vacío. "Dios --escribía-- quiere que Jesús sea la vida de las obras".

No reducía la importancia de las actividades pastorales, todo lo contrario, sin embargo, afirmaba que sin una vida de unión con Cristo, no eran más que "muletas" o, como las definía san Bernardo, "malditas ocupaciones". Jesús le dijo a Pedro: "Simón, ¿me amas? Apacienta mis ovejas". La acción pastoral de todo ministro de la Iglesia, desde el Papa hasta el último sacerdote, no es más que la expresión concreta del amor por Cristo. "¿Me amas? Entonces, ¡apacienta!". El amor por Jesús marca la diferencia entre el sacerdote funcionario o ejecutivo y el sacerdote siervo de Cristo y dispensador de los misterios de Dios.

El libro del abad Chautard podría llevar por título "El alma de todo sacerdocio", pues en toda la obra habla de él como agente y responsable en primera línea de la pastoral de la Iglesia. En aquella época, el peligro ante el que se trataba de reaccionar era el llamado "americanismo". El abad se remonta con frecuencia, de hecho, a la carta de León XIII "Testem benevolentiae", que había condenado esa "herejía".

Hoy esta herejía, si de herejía se puede hablar, ya no sólo es "americana", sino una amenaza que, incluso a causa de la disminución de la proporción de sacerdotes, afecta al clero de toda la Iglesia: se llama activismo frenético. (Por otra parte, muchas de las instancias que procedían en aquel tiempo de los cristianos de los Estados Unidos, y en particular del movimiento creado por el siervo de Dios Isaac Hecker, fundador de los Paulist Fathers, tachadas de "americanismo", por ejemplo, la libertad de conciencia y la necesidad de un diálogo con el mundo moderno, no eran herejías, sino instancias proféticas que el Concilio Vaticano II hará en parte suyas).

El primer paso para hacer de Jesús el alma del propio sacerdocio consiste en pasar del personaje Jesús al Jesús persona. El personaje es uno "de" quien se puede hablar con gusto, pero "a" quien nadie puede dirigirse y "con" quien nadie puede hablar. Se puede hablar de Alejandro Magno, de Julio César, de Napoleón todo lo que se quiera, pero si uno dijera que habla con algunos de ellos, le mandarían inmediatamente con un psiquiatra. La persona, por el contrario, es alguien con quien se puede hablar y a quien se puede hablar. Cuando Jesús no es más que un conjunto de noticias, de dogmas o de herejías, alguien del pasado, una memoria, no una presencia, se queda en un personaje. Es necesario convencerse de que está vivo y presente. Es más importante hablar con él que hablar de Él.

Uno de los aspectos más hermosos de la figura de don Camilo de Giovanni Guareschi, teniendo obviamente en cuenta el género literario, se aprecia cuando habla en voz alta con el Crucifijo sobre todo lo que le sucede en la parroquia. Si nos acostumbráramos a hacerlo, con tanta espontaneidad, con nuestras palabras, ¡cuánto cambiaría en nuestra vida sacerdotal! Nos daremos cuenta de que no hablamos al vacío, sino a alguien que está presente, que escucha y responde, quizá no en voz alta como a don Camilo.

6. En primer lugar, las "piedras grandes"

Al igual que en Dios toda la obra exterior de la creación mana de su vida íntima, "del incesante flujo de su amor", y así como toda la actividad de Cristo mana de su diálogo ininterrumpido don el Padre, del mismo modo todas las obras del sacerdote deben ser la prolongación de su unión con Cristo. "Como el Padre me ha enviado, así os envío yo", también significa esto: "Yo he venido al mundo sin separarme del Padre, vosotros id al mundo sin separaros de mí".

Cuando se interrumpe este contacto, sucede como en una casa, cuando se va la electricidad y todo se detiene y queda a oscuras, o, en el caso del agua corriente, cuando los grifos dejan de dar agua. A veces se escucha: ¿cómo quedarnos tranquilos rezando cuando tantos necesitados reclaman nuestra presencia? ¿Cómo no correr cuando se está quemando la casa? Es verdad, pero imaginemos lo que le sucedería a un equipo de bomberos que acudiera, con las sirenas encendidas, a apagar un incendio y, al llegar al lugar, se diera cuenta de que no tiene ni una gota de agua. Es lo que nos sucede cuando corremos a predicar o a ejercer otros ministerios vacíos de oración y de Espíritu Santo.

He leído una historia que me parece que se aplica de manera ejemplar a los sacerdotes. Un día, un anciano profesor fue invitado como experto para hablar sobre la planificación más eficaz del propio tiempo a los ejecutivos de grandes compañías estadounidenses. Decidió hacer un experimento. De pie, sacó de debajo de la mesa un gran jarrón de cristal vacío. Tomó después una docena de piedras del tamaño de pelotas de tenis que depositó con cuidado, una por una, en el jarrón hasta llenarlo. Cuando ya no había espacio para otras piedras, preguntó a los alumnos: "Creéis que el jarrón está lleno?", y todos respondieron: "¡sí!".

Se agachó de nuevo y sacó de debajo de la mesa una caja llena de grava que derramó encima de las grandes piedras, moviendo el jarrón para que la grava pudiera penetrar entre las piedras grandes hasta llegar al fondo. "Ahora, ¿se ha llenado?", preguntó. Con más prudencia, los alumnos comenzaron a comprender y respondieron: "Quizá no todavía". El anciano profesor se agachó de nuevo y esta vez sacó un saco de arena, que derramó en el jarrón. La arena llenó los espacios entre las piedras y la grava. Preguntó nuevamente: "Ahora, ¿está lleno el jarrón?". Y todos, sin pensarlo dos veces, respondieron: "¡No!". El anciano tomó una garrafa que se encontraba en la mesa y derramó el agua hasta llenar el jarrón.

Entonces, pregunta: "¿Cuál es la gran verdad que nos muestra este experimento?". El más atrevido respondió: "Demuestra que, aunque nuestra agenda esté totalmente llena, con algo de buena voluntad siempre se puede añadir algún compromiso, algo más por hacer". "No", respondió el profesor. "Lo que demuestra el experimento es que si no se meten en primer lugar las piedras gruesas en el jarrón después no podrán entrar". "¿Cuáles son las grandes piedras, las prioridades de nuestra vida? Lo importante es poner estas grandes piedras en el primer lugar de nuestra agenda?".

San Pedro indicó de una vez por todas cuáles son las grandes piedras, las prioridades absolutas, de los apóstoles y de sus sucesores, obispos y sacerdotes: "nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra" (Hechos 6, 4).

Nosotros, sacerdotes, más que cualquier otro, estamos expuestos al peligro de sacrificar lo importante por lo urgente. La oración, la preparación de la homilía o de la misa, el estudio y la formación, son cosas importantes, pero no urgentes; si se aplazan, en apariencia, no se hunde el mundo, mientras que hay muchas cosas pequeñas --un encuentro, una llamada por teléfono, un trabajito material-- que son urgentes. De este modo, se acaba aplazando sistemáticamente lo importante a un "después" que nunca llega.

Para un sacerdote, poner en primer lugar en el vaso las grandes piedras puede significar concretamente comenzar la jornada con un tiempo de oración y de diálogo con Dios, de manera que las actividades y los diferentes compromisos no acaben ocupando todo el espacio.

Concluyo con una oración del abad Chautard que se encuentra en el programa de estas meditaciones: "Oh Dios, dad a la Iglesia muchos apóstoles, pero suscitad en su corazón una sed ardiente de intimidad con Vos y, al mismo tiempo, un deseo de trabajar por el bien del prójimo. Dad a todos una actividad contemplativa y una contemplación activa". ¡Así sea!

[Traducción del original italiano por Jesús Colina]


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 Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el 1er. domingo de Adviento (29 de noviembre de 2009). (AICA)

SOBRE LA ESPERANZA 

El año va llegando a su fin. Finalizan las clases, se acercan las vacaciones y las fiestas. Sentimos el cansancio de un año intenso. En este contexto la liturgia del adviento, que nos prepara para celebrar la Navidad, nos invita a animarnos en la esperanza.

El Evangelio de este domingo (Lc. 21,25-28; 34-36), nos dice que estemos atentos y prevenidos en la esperanza: “Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes” (Lc.21,34). Este texto y la liturgia del adviento, también nos recuerdan la esperanza de los cristianos en la segunda venida del Señor. Es el reclamo esperanzador del Apocalipsis, hecho en medio de dificultades y signos de muerte y que la liturgia retoma en las celebraciones en el adviento: “Ven Señor Jesús”.

Las celebraciones que nos preparan para la Navidad subrayan el sentido pleno de la esperanza cristiana, la esperanza “escatológica”, la del final de los tiempos, pero de ninguna manera esta proyección que nos hace reclamar “Ven Señor Jesús”, nos deja en la pasividad. Esto sería una espera alienante y la esperanza cristiana por el contrario nos exige comprometernos con el presente y evangelizar nuestra cultura y nuestro tiempo.

El tema de la esperanza es clave en la espiritualidad del adviento y en la preparación del nacimiento de Jesús en la Navidad. Es importante que entendamos que la esperanza cristiana tiene un profundo contenido teológico. Es necesario aclararlo porque a la palabra esperanza podemos darle “solo” un significado temporal y reducirla a expectativas inmediatas, que aunque puedan ser válidas no son suficientes para captar la esperanza cristiana. Si bien la misma nos compromete en el presente, no puede desligarse del futuro.

Creo conveniente recordar el texto escrito con motivo de los 2000 años del nacimiento del Señor por la Conferencia Episcopal Argentina: “Jesucristo, Señor de la Historia”, en donde desarrolla el tema de la esperanza. El mismo señala” “El camino de la vida es muy diferente de acuerdo al final que uno presiente o imagine. ¿Es acaso lo mismo si al final del camino no hay nada ni nadie, o si en la meta de la existencia hay una Presencia y un abrazo?. Peregrinar la vida, engendrar y educar hijos, construir historia, apostar al amor y forjar futuro no tienen los mismos motivos si el vacío lo ha devorado todo o si al final nos espera Alguien. La situación cultural actual, crecientemente plural, nos invita a redescubrir la originalidad del mensaje judeo-cristiano sobre la historia: un camino personal y comunitario con origen, sentido y plenitud final en Dios” (15).

Es cierto que se multiplica una gran variedad de propuestas sobre el futuro de la humanidad y lo que vendrá: “Para algunos, el mundo está cerca de su final catastrófico, la destrucción estaría a las puertas y hasta tendría fecha precisa. Extrañas predicciones, antiguas y nuevas, asegurarían que el final está cerca. Para otros, el universo está en su infancia, recién a concluido su primera etapa de vida, ha comenzado una nueva era. Hay quienes piensan que simplemente no hay futuro, el porvenir posee tan poco significado como lo tiene el presente y lo tuvo el pasado. Otros viven como si todo se redujera al instante, al hoy y aquí, para alcanzar el mayor bienestar posible… el futuro sería una ilusión que distrae del presente e impide vivirlo a fondo. La falsa idea de la reencarnación, la afirmación de que tenemos varias vidas sucesivas, lamentablemente gana hoy adeptos, incluso entre los cristianos” (J.S.H. 15)

En este contexto la liturgia del adviento nos prepara para celebrar el nacimiento de Jesús. Hace cada año presente la posibilidad que convirtamos nuestro corazón a la sencillez del pesebre. Desde antiguo la liturgia del adviento nos invita a renovar nuestra esperanza, a tener en cuenta “la escatología”, o sea la segunda venida del Señor. La lectura del libro del Apocalipsis nos hace reclamar: “Ven Señor Jesús”, algo que para muchos es espantoso o bien no les significa nada, que es el fin de la historia y la plenitud. Esta esperanza nos hace comprometernos con el presente, sin absolutizar cosas, ni crearnos expectativas, ni mesianismos falsos que siempre terminan frustrándonos. Solo Dios, Jesús, el Emmanuel; el Dios con nosotros, es nuestro absoluto, y desde Él tenemos una comprensión más profunda de la esperanza. ¡Ojalá que en la Navidad podamos “volver” al Señor que nace en el pesebre!

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas 

 


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(De Fuente de la Guancha)


ENCUENTRO DIOCESANO DE FAMILIAS  

16 de Octubre 

Organizado por la Delegación Diocesana de Familia y Vida tendrá lugar en el Colegio de los Padres Salesianos de La Orotava el Encuentro Diocesano de Familias el 22 de Noviembre de 2009.

La Familia , fuente de vida, fuente de fe será el lema que estará presente durante el día de convivencia. Comenzará a las diez de la mañana con la acogida y palabras el Sr. Obispo, seguirá un tiempo dedicado a la reflexión para dar paso a la Santa Misa al mediodía. Después del almuerzo la tarde se llenará con actuaciones diversas. 

VIGILIA DE LA ESPERANZA

24 de Octubre

Dentro de las diversas actividades programadas para la Delegación Diocesana de Vocaciones está la celebración de la “Vigilia de la Esperanza”, este año en su IV edición. Tendrá lugar el viernes 30 de Octubre a las 9 de la noche en el marco del espacio religioso de la Cueva del Santo hermano Pedro (El Médano-Granadilla). Esta experiencia ha sido considerada por la Delegación como muy positiva. 

DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA 2009

3 de Noviembre 

El próximo día 15 de Noviembre celebraremos el DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA, un día para caer en la cuenta de nuestra pertenencia a una comunidad diocesana, para tomar conciencia de cómo tenemos que ser, los católicos y los que valoran la labor que realiza la Iglesia, y de colaborar económicamente para que pueda seguir cumpliendo con su misión. Un cartel a todo color con un lema “Somos parte de una Iglesia que acompaña y ayuda”, sobres para donativo, subsidio litúrgico y una carta del obispo diocesano dentro de un sobre componen el material que nos ayudará a esta celebración. El obispo nos dice en esta ocasión: “Para que quienes acuden a la Iglesia buscando ayuda puedan encontrar en ella una respuesta adecuada, es necesario que disponga de los medios necesarios. La colaboración de los católicos y de los que valoran su labor es indispensable. En estas circunstancias es, más que nunca, expresión de vuestro compromiso eclesial. Todos tenemos que participar en la Iglesia y colaborar económicamente en su sostenimiento. Todos somos necesarios”. 

PRESENCIA DEL SEMINARIO DIOCESANO EN LA PARROQUIA

7 y 8 de Noviembre

Este fin de semana contamos en nuestras parroquias de La Guancha y San José con la visita del seminarista Valentín González, que estudia el curso segundo de Institucionales en el Seminario Diocesano de Tenerife. Su presencia entra dentro del Plan de la  Pastoral Vocacional de crear conciencia sobre la importancia del seminario en la diócesis y de la necesidad de orar y trabajar por las vocaciones. Tuvo la oportunidad de expresar su experiencia vocacional a jóvenes y a fieles en las eucaristías del sábado y domingo. Su testimonio suscitó admiración en muchas personas que le hicieron pregunta y le animaron a perseverar.   

JORNADAS DE FORMACIÓN CRISTIANA

10 de Noviembre

Con el lema “Siempre el paso de un hombre de Dios deja huella” se organizan unas Jornadas de Formación Cristiana en la parroquia de Santa Ana de Garachico  del 16 al 19 de Noviembre de 2009 en horas de 7,30 a 8,30. Serán dirigidas por el obispo emérito de la diócesis Don Damián Iguacen Borau, quien las clausurará con la Eucaristía el domingo 22  a las seis de la tarde.  

CELEBRACIÓN DE SANTA CECILIA EN SAN JOSÉ

22 de Noviembre

La Banda de Música “XIX de Marzo” de San José de San Juan de la Rambla rindió homenaje a Santa Cecilia en el día de su fiesta litúrgica. Los músicos y la directiva se hicieron presentes en la Eucaristía del mediodía en la que participaron interpretando una pieza religiosa durante la comunión. Después de la misa se tuvo una procesión con la imagen. 

JORNADAS DE RETIRO Y REFLEXIÓN PARA EVANGELIZADORES

23 de Noviembre

Desde la Delegación Diocesana de Pastoral Misionera se organiza un curso para evangelizadores. Se realizará en un clima de retiro y reflexión durante los días 4 al 6 de Diciembre en la Casa de la Iglesia de La Laguna preferiblemente en régimen interno. Lleva por título “Vida Nueva”. Nos dice el Vicario Genral con esta ocasión: “Pongamos el máximo interés en esta acción. Sería estupendo que invitaramos personalmente y facilitemos a algún agente de pastoral de cada una de las parroquias su asistencia de cara a ir progresivamente adquiriendo competencias básicas para realizar el primer anuncio y  la pastoral misionera. A ninguno se nos escapa el gran reto que esto supone y la necesaria formación que cada uno de nosotros necesitamos para poner realizar esta tarea”. 

PÓSTER PARA ADVIENTO. DELEGACIÓN DIOCESANA DE LITURGIA

24 de Noviembre

Con el lema “PARA NACER A LA FE: ¡ESCUCHA!” la Delegación Diocesana de Liturgia pone a nuestra disposición diverso material para la celebración del Adviento en su página web. Igualmente en la web: www.delegaciondecatequesis.com, se pueden encontrar diversas catequesis para todas las edades: pasapalabras, comics, teatro y demás material interesante para las próximas fechas. Asimismo, el área de Pastoral Social ha elaborado otro material para este tiempo. se podrá acceder él es entrando en la página web de Cáritas Diocesana

BELÉN DEL HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS

27 de Noviembre

Un año más hemos recibido cartel e invitación del Superior del Hospital San Juan de Dios a visitar el Belén confeccionado por los hermanos de San Juan de Dios que cuentan con una larga tradición en el montaje y construcción de “Belenes” intentando no sólo la obra artística sino que sea una auténtica catequesis.

El Belén estará abierto desde el 8 de Diciembre de 2009 a 8 de Enero de 2010 en horas de 10 a 13 en la mañana y de 17 a 20  en la tarde. Dentro de la programación parroquial de excursiones y peregrinaciones se encuentra este belén que visitaremos D.m. el 27 de Diciembre. 

FIESTA LITÚRGICA DE LA VIRGEN DE LA ESPERANZA

18 de Diciembre

Un grupo numeroso de fieles se reunieron en la tarde del día 18 de Enero para la celebración litúrgica de la Virgen de la Esperanza, copatrona del municipio de La Guancha. La Eucaristía fue presidida por el párroco con el que  concelebró el sacerdote de El Toscal de Los Realejos quien pronunció la homilía. Las partes cantadas estuvieron a cargo del coro parroquial. 

REPRESENTACIÓN NAVIDEÑA

20 de Diciembre

Al terminar la Eucaristía del domingo, los niños del año primero de Comunión hicieron una pequeña escenificación navideña en la que rindieron homenaje al Niño de Belén con sus ofrendas y versos. Vestían trajes del folklore canario. Sus padres y familiares presenciaron emocionados la representación. 

BENDICIÓN Y ENTREGA DE LAS ESTRELLAS

20 de Diciembre

Con la finalidad de dar sentido misionero a las fiestas navideñas también los niños de nuestra parroquia participaron en la campaña “Sembradores de estrellas” salieron a la calle, acompañados de sus catequistas y de los componentes del coro parroquial, felicitando en nombre de los misioneros a todos los que encontraron y colocando una  estrella en la solapa. Prepararon la salida con una celebración en la que el sacerdote bendijo las estrellas y a los niños y pidió por aquellos que las iban a recibir.


Comentario al Evangelio del domingo cuarto de Adviento – C, publicado en el Diario de Avisos el domingo 20 de Diciembre de 2009 bajo el epígrafe DOMINGO CRISTIANO

Causa de nuestra alegría

Daniel Padilla

 No hay cosa más bella en el mundo que comunicar alegría. "¡Bastantes penas tiene la vida!", solemos decir. Cuando alguien consigue contagiar alegrías a los demás, hacerle esbozar una sonrisa, arrancarle una buena carcajada, tengo para mí que algún nuevo lucero se ha encendido en el fir­mamento nocturno de la Humanidad. Contar un buen chiste, hacer un comen­tario inocentemente jocoso a su tiempo, aliviar con humor una pena, es aumentar en los hombres el caudal de la esperanza. Todo el evangelio es alegría porque todo él es esperanza. Por eso se llama "buena noticia". Y, si no, que se lo pregunten al ciego, al mudo, al paralítico, a los lepro­sos, a la samaritana, a la adúltera. Estoy seguro que ellos, por toda respuesta, nos contestarían: "El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres". Pues, bien, vean a María en el Evangelio de hoy. Acaba de recibir la visita del ángel que le ha traído la buena noticia: "Concebirás y darás a luz un hijo, le pondrás por nom­bre Emmanuel, será grande y se llamará Hijo de Dios...". Ella se dio cuenta de que la larga esperanza de Israel podía conver­tirse en realidad, si ella se comprometía a aquellos planes. No podían traerle una alegría mayor. Y se abandonó en el abismo de Dios: ¡Sea! Pero, ¡ojo! Que ella no se guardó la alegría en el paladeo per­sonal de la maravilla. Ella, tan intimista y amiga de "guardarlo todo en su corazón", se desbordó. Consciente de que la ale­gría, como el bien, es difusiva, se fue a la montaña de Ain-Karín, a casa de su prima. Y aquel encuentro fue el triángulo de la alegría, un sin par "aleluya, a tres voces": el Niño "dio saltos de gozo en sus entrañas"; Isabel no pudo menos que can­tar: "Bendita tú entre las mujeres y ben­dito el fruto de tu vientre". Y María... ¡Bueno! María salmodió la Oda de la Ale­gría por excelencia: "Mi alma glorifica al Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvado?'. Andando el tiempo, San Pablo dirá: "Estén alegres en el Señor...". Y es natural. Una vez que "el Verbo se hizo carne", con todo lo que esto supone, y que "pasó por la vida haciendo el bien", la tris­teza no puede tener cabida en el cristiano. "Un santo triste es un triste santo", decía dolorosamente Santa Teresa. Por eso, como oro en paño, guardan aún sus mon­jas, en el convento de San José, unas alpargatas, unas castañuelas y unas chiri­mías, con las que la santa bailaba para alegrar su "conventico". Ejemplos como los de la castiza santa castellana echan por tierra los ataques de todos los Nietzs­ches que han afirmado que el cristia­nismo es "una religión pesimista que entenebrece el mundo con su tristeza". ¡Mentira! Hombre, no podemos negar que ha solido haber aguafiestas que han confundido santidad con sequedad. Sé yo que, en seminarios y noviciados, se dudaba de la vocación de quienes eran "demasiado abiertos, joviales, dichara­cheros". Pero esas posturas no pasaron de ser desenfoques del verdadero evan­gelio que, lo repito, es alegría. Óiganme una cosa. las tres virtudes teologales son cuatro: fe, esperanza, caridad y alegría.


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S?bado, 19 de diciembre de 2009

ZENIT  publica la homilía que pronunció Benedicto XVI en la misa que celebró con los miembros de la Comisión Teológica Internacional, en la Capilla Paulina del Vaticano, el martes 1 de diciembre.

Queridos hermanos y hermanas:

Las palabras del Señor, que acabamos de escuchar en el pasaje evangélico, son un desafío para nosotros, teólogos, o más bien, siendo más precisos, una invitación a un examen de conciencia: ¿qué es la teología? ¿Qué somos nosotros, los teólogos? ¿Cómo hacer verdadera teología? Hemos escuchado que el Señor alaba al Padre porque ha ocultado el gran misterio del Hijo, el misterio trinitario, el misterio cristológico, a los sabios y a los doctos --no lo han conocido-- y lo ha revelado a los pequeños, a los nepioi, a aquellos que no son doctos, que no tienen una gran cultura. A ellos se les ha revelado este gran misterio.

Con estas palabras, el Señor describe sencillamente un hecho de su vida; un hecho que comienza ya en tiempos de su nacimiento, cuando los Magos de Oriente preguntan a los expertos, a los escribas, a los exegetas, el lugar del nacimiento del Salvador, del Rey de Israel. Los escribas lo saben, porque son grandes especialistas; pueden decir inmediatamente dónde nace el Mesías: ¡en Belén! Pero no se sienten invitados a emprender el camino: para ellos, sigue siendo un conocimiento académico que no toca su vida, se quedan fuera. Pueden dar información pero la información no se convierte en formación para la propia vida.

 

Después, durante toda la vida pública del Señor, nos encontramos con lo mismo. Es inaccesible para los doctos comprender que este hombre, que no era un docto, galileo, pueda ser realmente el Hijo de Dios. Para ellos es inaceptable el que Dios, el grande, el único, el Dios del cielo y de la tierra, pueda estar presente en este hombre. Lo saben todo, conocen incluso Isaías 53, todas las grandes profecías, pero el misterio permanece escondido. Se revela, por el contrario, a los pequeños, desde la Virgen hasta los pescadores del lago de Galilea. Ellos saben, como lo sabe también el centurión romano bajo la cruz que éste es el Hijo de Dios.

Los hechos esenciales de la vida de Jesús no pertenecen sólo al pasado sino que están presentes, de maneras diferentes, en todas las generaciones. Y así también en nuestro tiempo, en los últimos doscientos años, observamos lo mismo. Hay grandes eruditos, grandes especialistas, grandes teólogos, maestros de la fe, que nos han enseñado muchas cosas. Han penetrado en los detalles de la Sagrada Escritura, de la historia de la salvación, pero no han podido ver el misterio mismo, el verdadero meollo: que Jesús era realmente Hijo de Dios, que el Dios trinitario entra en nuestra historia, en un determinado momento histórico, en un hombre como nosotros. ¡Lo esencial ha quedado oculto! Se podrían citar con facilidad grandes nombres de la historia de la teología de estos doscientos años, de los cuales hemos aprendido mucho, pero no han abierto los ojos de su corazón al misterio.

Y, sin embargo, también en nuestro tiempo hay "pequeños" que han conocido este misterio. Pensemos en santa Bernadette Soubirous, en Santa Teresa de Lisieux, con su nueva lectura de la Biblia, "no científica", pero que penetra en el corazón de la Sagrada Escritura; hasta llegar a los santos y beatos de nuestro tiempo: santa Josefina Bakhita, la beata Teresa de Calcuta, san Damián de Veuster. ¡Podríamos nombrar muchos!

Pero de todo esto surge la pregunta: ¿por qué es así? ¿El cristianismo es la religión de los necios, de las personas sin cultura, que no están formadas? ¿Se apaga la fe donde se despierta la razón? ¿Cómo se explica esto? Tal vez tenemos que volver a analizar la historia. Sigue siendo cierto lo que dijo Jesús, lo que se puede observar a través de todos los siglos. Y, sin embargo, hay un "tipo" de pequeños que son también sabios. A los pies de la cruz está la Virgen, la humilde esclava de Dios y gran mujer iluminada por Dios. Y está también Juan, pescador del lago de Galilea, ese Juan a quien la Iglesia llamará precisamente "el teólogo", porque realmente supo ver el misterio de Dios y anunciarlo: con ojos de águila penetró en la luz inaccesible del misterio divino. Así, también después de su resurrección, el Señor, en el camino hacia Damasco, toca el corazón de Saulo, que es uno de los sabios que no ven. Él mismo, en la primera carta a Timoteo, se define como "ignorante" en aquel tiempo, a pesar de su ciencia. Pero el Resucitado lo toca: se queda ciego y, al mismo tiempo, se convierte en alguien que ve, comienza a ver. El gran sabio se hace pequeño, y precisamente por eso ve la necedad de Dios que es sabiduría, sabiduría más grande que todas las sabidurías humanas.

Podríamos seguir leyendo toda la historia de esta manera. Sólo quisiera hacer una observación más. Estos eruditos sabios, sofoi y sinetoi, en la primera lectura, aparecen de otro modo. Aquí sofia y sínesis son dones del Espíritu Santo que reposan en el Mesías, en Cristo. ¿Qué significa? Se puede ver un doble uso de la razón y un doble modo de ser sabios o pequeños. Hay una manera de usar la razón que es autónoma, que se pone por encima de Dios, en toda la gama de las ciencias, comenzando por las naturales donde un método apto para la investigación de la materia es universalizado: en éste método Dios no tiene sitio, por lo tanto, Dios no existe. Y así, finalmente, también sucede con la teología: se pesca en las aguas de la Sagrada Escritura con una red que sólo permite atrapar peces de una cierta medida, y todo aquello que está más allá de esta medida no entra en la red y, por lo tanto, no puede existir. De este modo, el gran misterio de Jesús, del Hijo hecho hombre, se reduce a un Jesús histórico: una figura trágica, un fantasma sin carne y hueso, un hombre que ha quedado en el sepulcro, se ha corrompido, y que realmente un muerto. El método sabe "atrapar" ciertos peces, pero excluye el gran misterio, porque el hombre adopta él mismo la medida: tiene esa soberbia que, al mismo tiempo, es una gran necedad, porque absolutiza ciertos métodos que no son adecuados para las grandes realidades; entra en este espíritu académico que hemos visto en los escribas, quienes responden a los Reyes Magos: no me toca el corazón; sigo cerrado en mi existencia, que no se conmueve. Es la especialización que ve todos los detalles pero deja de ver la totalidad.

Y hay otro modo de usar la razón, de ser sabios, que es el del hombre que reconoce quién es; reconoce la propia medida y la grandeza de Dios, abriéndose en la humildad a la novedad del actuar de Dios. De este modo, precisamente aceptando la propia pequeñez, haciéndose pequeño como es realmente, llega a la verdad. De este modo, también la razón puede expresar todas sus posibilidades, no se apaga, sino que se amplía, se hace más grande. Se trata de otra sofia o sínesis, que no excluye el misterio, sino que es precisamente comunión con el Señor en el cual reposan la prudencia y la sabiduría, y su verdad.

En este momento, queremos rezar para que el Señor nos conceda la humildad verdadera: que nos dé la gracia de ser pequeños para poder ser realmente sabios; que nos ilumine, nos haga ver su misterio del gozo del Espíritu Santo, nos ayude a ser verdaderos teólogos, que pueden anunciar su misterio, porque hemos quedado tocados en la profundidad de nuestro corazón y de nuestra existencia. Amén.

[Traducción del original italiano por Jesús Colina
© Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT Publicamos a continuación el mensaje del Papa Benedicto XVI con ocasión de la 18ª Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el 11 de febrero de 2010.

¡Queridos hermanos y hermanas!

El próximo 11 de febrero, memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes, se celebrará en la Basílica Vaticana la XVIII Jornada Mundial del Enfermo. La feliz coincidencia con el 25º aniversario de la institución del Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios constituye un motivo más para agradecer a Dios el camino recorrido hasta ahora en el sector de la pastoral de la salud. Deseo de corazón que ese aniversario sea ocasión para un celo apostólico más generoso en el servicio a los enfermos y a todos los que cuidan de ellos.

Con la Jornada Mundial del Enfermo anual la Iglesia intenta, en efecto, sensibilizar sobre el terreno a la comunidad eclesial sobre la importancia del servicio pastoral en el vasto mundo de la salud, servicio que es parte integrante de su misión, ya que se inscribe en el surco de la misma misión salvífica de Cristo. Él, Médico divino, "pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo" (Hechos. 10,38). En el misterio de su pasión, muerte y resurrección, el sufrimiento humano alcanza el sentido y la plenitud de la luz. En la Carta apostólica Salvifici doloris, el Siervo de Dios Juan Pablo II tiene palabras iluminadoras al respecto: "El sufrimiento humano -escribió él- ha alcanzado su culmen en la pasión de Cristo. Y a la vez ésta ha entrado en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo: ha sido unida al amor, a aquel amor del que Cristo hablaba a Nicodemo, a aquel amor que crea el bien, sacándolo incluso del mal, sacándolo por medio del sufrimiento, así como el bien supremo de la redención del mundo ha sido sacado de la cruz de Cristo, y de ella toma constantemente su arranque. La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva" (n. 18).

El Señor Jesús en la Última Cena, antes de volver al Padre, se inclinó para lavar los pies a los Apóstoles, anticipando el supremo acto de amor de la Cruz. Con ese gesto ha invitado a sus discípulos a entrar en su misma lógica del amor que se da especialmente a los más pequeños y a los necesitados (cf. Juan 13, 12-17). Siguiendo su ejemplo, todo cristiano está llamado a revivir, en contextos diversos y siempre nuevos, la parábola del buen Samaritano, el cual, pasando al lado de un home dejado medio muerto por los ladrones en el borde del camino, "al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva" (Lucas 10, 33-35).

Al final de la parábola, Jesús dice: "Vete y haz tú lo mismo" (Lucas 10,37). Con estas palabras se dirige también a nosotros. Nos exhorta a descender a las heridas del cuerpo y del espíritu de tantos hermanos y hermanas nuestras que encontramos en los caminos del mundo; nos ayuda a comprender que, con la gracia de Dios acogida y vivida en la vida de cada día, la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento puede convertirse en escuela de esperanza. En verdad, como he afirmado en la Encíclica Spe salvi, "Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito" (n. 37).

Ya el Concilio Ecuménico Vaticano II recordaba la importante tarea de la Iglesia de atender el sufrimiento humano. En la constitución dogmática Lumen gentium leemos que "como Cristo... he sido enviado por el Padre 'para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos' (Lucas 4,18), 'a buscar y salvar lo que estaba perdido' (Lucas 19,10); de manera semejante la Iglesia abraza a todos los afligidos por la debilidad humana, más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en aliviar sus necesidades y pretende servir en ellos a Cristo" (n. 8).

Esta acción humanitaria y espiritual de la comunidad eclesial hacia los enfermos y los que sufren a lo largo de los siglos se expresa en múltiples formas y estructuras sanitarias también de carácter institucional. Querría aquí recordar las que están directamente gestionadas por las diócesis y las que han nacido de la generosidad de varios Institutos religiosos. Se trata de un precioso "patrimonio" que responde al hecho de que "el amor necesita también una organización, como presupuesto para un servicio comunitario ordenado" (encíclica Deus caritas est, 20). La creación del Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios, hace veinticinco años, forma parte de esa solicitud eclesial por el mundo de la salud. Y debo añadir que, en el actual momento histórico-cultural, se experimenta todavía más la exigencia de una presencia eclesial atenta y sobre el terreno al lado de los enfermos, así como de una presencia en la sociedad capaz de transmitir de manera eficaz los valores evangélicos para la tutela de la vida humana en todas sus fases, desde su concepción hasta su fin natural.

Querría aquí retomar el Mensaje a los pobres, a los enfermos y a todos los que sufren, que los Padres conciliares dirigieron al mundo al final del Concilio Ecuménico Vaticano II: "Todos vosotros que sentís más el peso de la cruz --dijeron-- ... vosotros que lloráis... vosotros los que experimentáis el dolor, tened ánimo: vosotros sois los preferidos del reino de Dios, el reino de la esperanza, de la bondad y de la vida; vosotros sois los hermanos de Cristo paciente y con El, si queréis, salváis al mundo". Agradezco de corazón a las personas que, cada día, " realizan un servicio para con los que están enfermos y los que sufren", haciendo que "el apostolado de la misericordia, al que se dedican, responda cada vez mejor a las nuevas exigencias" (Juan Pablo II, constitución apostólica. Pastor Bonus, art. 152).

En este Año Sacerdotal, mi pensamiento se dirige particularmente a vosotros, queridos sacerdotes, "ministros de los enfermos", signo e instrumento de la compasión de Cristo, que debe llegar a todo hombre marcado por el sufrimiento. Os invito, queridos presbíteros, a no escatimar al ofrecer vuestro cuidado y consuelo. El tiempo transcurrido al lado de quien se encuentra en la prueba se revela fecundo de gracia para todas las demás dimensiones de la pastoral. Me dirijo finalmente a vosotros, queridos enfermos, y os pido que recéis y ofrezcáis vuestros sufrimientos por los sacerdotes, para que puedan mantenerse fieles a su vocación y su ministerio sea rico en frutos espirituales, a beneficio de toda la Iglesia

Con esos sentimientos, imploro sobre los enfermos, así como sobre los que les asisten, la maternal protección de María Salud de los Enfermos, y a todos imparto de corazón la Bendición Apostólica.

Desde el Vaticano, 22 de Noviembre de 2009, Solemnidad de N.S. Jesucristo, Rey del Universo. 

[Traducción del original italiano por Patricia Navas
© Libreria Editrice Vaticana]


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Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA)
(28 de noviembre de 2009)



SOMOS HERMANOS. QUEREMOS SER NACIÓN II

tomando el tema de nuestro encuentro anterior, en el que comentábamos el reciente documento del Episcopado Argentino sobre la situación del país, y en donde señalábamos que las causas que nos debilitan como comunidad tiene sus raíces en “una crisis cultural, moral y religiosa”. Creemos que esto es algo que no se lo tiene suficientemente en cuenta a la hora de examinar nuestra vida personal y social. Queremos modificar lo que aparece, porque lo que vemos en la sociedad nos asusta, pero no valoramos la importancia de aquello que sostiene y motiva nuestras conductas. Es como no valorar el significado y la calidad de la tierra o el aire que se respira, cuando contemplamos la vida de un árbol con dificultades. Los valores “culturales, morales y religiosos” son, precisamente, como el “humus y la atmósfera” que da vida a ese árbol, en nuestro caso el hombre, que es la base de la vida social.

En primer lugar hablamos de una “cultura relativista imperante” (8), que no sólo debilita el sentido de la verdad y las certezas que sostienen nuestra vida y relaciones, sino que va creando un individualismo que nos encierra en nuestros pequeños proyectos y nos hace indiferentes frente al sufrimiento ajeno. Ese individualismo nos lleva, además, a un “consumismo exacerbado” que nos aleja de todo espíritu solidario. Nos hace ajenos, y no próximos a nuestros hermanos. Vamos creando, sin proponerlo explícitamente, una sociedad dual, es decir, donde hay unos y otros. A esto se agrega, en segundo lugar, “una crisis moral” (9), que debilita el sentido y la exigencia de los valores en nuestra vida. Nuestra voluntad no se siente llamada a dar una respuesta frente al bien y al que me necesita, ello implica algo de renuncia y austeridad, sino que nos movemos hacia lo que es placentero para mí. Una vida guiada por los valores necesita, por otra parte, de la fortaleza de las virtudes, que no son algo primariamente religioso, sino la firmeza de la voluntad para responder a la nobleza y exigencia de un valor que me compromete moralmente. Una cultura de los valores sin una educación en las virtudes, puede presentar objetivos pero no nos capacita para vivirlos. Creo que en esto hay un déficit educacional.

Finalmente hay “una crisis religiosa” (10), entendiéndola, decíamos, como la ausencia de Dios que es “fundamento de verdadera fraternidad y de toda razón y justicia”. Dios no ocupa el lugar de nadie, pero sí ilumina y da fundamento a todo. Negar a Dios es empobrecer al hombre. Por ello concluíamos que: “Sin Dios estamos como huérfanos y la sombra del desamparo se expande sobre los que están a la intemperie social”. Cuando una madre enseña a rezar a su hijo, cuando lo pone en contacto con Dios, le está dando la mayor riqueza que su hijo necesita. En la aparente fragilidad de la oración está la fortalece del hombre. El tema de Dios hace a la verdad profunda del misterio del hombre, en cuanto es un ser creado y espiritual. El encuentro con Dios es camino de verdad, de paz y plenitud para el hombre. Por ello el tema religioso es también un tema político, porque es una dimensión inherente a la vida del hombre y debe ser tenida en cuenta por la sabiduría del gobernante. Todos los paraísos sin Dios han terminado esclavizando al hombre.

Deseándoles un buen fin de semana, les hago llegar junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor. 

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz


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La diócesis de Gorakhpur, pequeña ciudad del Norte en el estado de Uttar Pradesh en la India, celebró el veinticinco aniversario conjunto de su erección y de su primer obispo. Gorakhpur es la última estación de la línea ferroviaria que parte de la capital Delhi y que atraviesa Uttar Pradesh siguiendo la frontera entre India y Nepal.

Intervención del Obispo de Gorakhpur con ocasión del Jubileo diocesano 

Diócesis de Gorakhpur en la conclusión del doble vigésimo quinto aniversario

El 4 de octubre de 2009, la  Diócesis de Syro-Malabar de Gorakhpur tendrá una modesta ceremonia de conclusión de las celebraciones del vigésimo quinto aniversario conjunto de su erección, así como de la ordenación episcopal de Mar Dominic Kokkat CCT, el primer obispo emérito de Gorakhpur. El punto culminante de la celebración es el Santo Solemne Qurbana (Eucaristía) que estará presidido por el obispo jubilar Dominic. Se espera que Su Excelencia Pedro López Quintana, Nuncio Apostólico en India y Nepal, sea el invitado principal del día. Se espera que las autoridades civiles, obispos, superiores mayores de las diferentes congregaciones religiosas, los misioneros anteriores, personas de las diferentes partes de la diócesis y simpatizantes honren la ocasión. Para la organización armoniosa se formó un comité de grupo central de jubileo con diferentes subcomisiones con la participación activa de cada sección del pueblo de Dios bajo la guía y el liderazgo del Obispo Thomas Thuruthimattam CCT, el actual obispo de Gorakhpur.  

La larga celebración del año tuvo dos prioridades: la renovación espiritual del Pueblo de Dios y Compromiso por los Pobres. Bajo el aspecto espiritual, la diócesis publicó una oración jubilar especial que incluye el pasado, presente y futuro de la diócesis, se recitaba todos los días durante la Santa Misa en cada parroquia y comunidad de la misión. Además de esto, la oración, el ayuno y la adoración marcaban las iniciativas. Se llevaron a cabo retiros de Renovación jubilar de los sacerdotes, hermanas, laicos, católicos y las parejas con la colaboración de eminentes predicadores y guías espirituales. Una capilla en el Campus del Hospital diocesano Fátima en honor de Nuestra Señora de Fátima y dedicada a las Bodas de Plata de la Ordenación Episcopal del obispo Dominic, una capilla de adoración perpetua en construcción en Campierganj Shantivan Ashram, a 40 kms de Gorakhpur son parte de los compromisos para la potenciación y renovación espiritual.  

Un plan para la construcción de veinticinco viviendas para los católicos pobres, Asara-Hogar de niños discapacitados mentales de Campierganj y Casa de Huéspedes de San José para las niñas rurales pobres en Dumrikhas, a unos 25 kms de Gorakhpur son parte de nuestro compromiso con los pobres y marginados. En la celebración de la conclusión del día del jubileo, tendrá lugar también la distribución de las llaves de las casas construidas hasta ahora para los pobres. Estos proyectos se realizan a través de la distribución de los recursos locales y la generosidad de las personas de buena voluntad. Un Souvenir describiendo todo el evento y los preparativos se dará a conocer más adelante. 

La Diócesis Católica de Gorakhpur de rito Syro-Malabar se erigió en el 19 de junio de 1984 por Su Santidad el Papa Juan Pablo II a través de la Bula "Ex quo Divinum Concilium". El Rev. P. Dominic Kokkat, CCT, fue nombrado su obispo. San José y Santa Teresa del Niño Jesús son sus santos patronos. La diócesis está compuesta de siete distritos del Noreste del estado de Uttar Pradesh, a saber: Gorakhpur, Deoria, Sant Kabirnagar, Basti, Kushinagar, Maharajganj Siddharthnagar cubriendo un área de 19.070 kilómetros cuadrados. Tiene una población de alrededor de 17 millones, de los cuales los católicos y otros cristianos son una minoría muy pequeña. La región cuenta con el Hindi, Bhojpuri and Urdu como sus principales lenguas habladas y tiene un clima tropical con humedad alta. Sólo a una distancia de una noche de viaje de Nueva Delhi por tren, la región comparte frontera internacional con la nación del Himalaya de Nepal. 

Ecuménicamente hablando, la ciudad de Gorakhpur y la región tiene una presencia de las iglesias protestantes de la CNI y otras denominaciones pentecostales. El colegio San Andrés, Gorakhpur actualmente dirigido por la diócesis de la CNI de Lucknow se inició como una escuela primaria allá por 1828 y fue elevado a la condición de la universidad en 1899. Esta institución protestante fue pionera en la enseñanza superior para esta región por lo demás subdesarrollada. El origen cristiano católico en Gorakhpur se remonta a un grupo de católicos nativos de la entonces Bethiaraj que migraron a esta ciudad como trabajadores agrícolas al comienzo de 1800 durante el período británico. Sin embargo, el Manual de la Misión Bengal menciona la labor de la Iglesia Católica Romana llevada a cabo por Fr. José María alrededor de 1740 y algunos padres italianos, bajo la guía del Vicario Apostólico de Patna parecían haber prestado servicio pastoral en Gorakhpur. En 1860 Fr. Rafael de Livorno fue el primer capellán en ser nombrado en Gorakhpur. Él construyó la iglesia de San José, ahora Catedral, en 1860. En 1886 Gorakhpur pasó a formar parte de la Diócesis de Allahabad.  

La Prefectura de Gorakhpur - Banaras fue erigida en el año 1947 y fue confiada a la dinámica dirección del antiguo venerable Monseñor Jerome Malefant, OFM Cap. En 1958, la sede de la Prefectura se trasladó a Varanasi. En 1967, la Prefectura de Gorakhpur-Banaras cambió su nombre en Prefectura de Banaras-Gorakhpur. En 1970, la Prefectura se convirtió en la diócesis de Varanasi con el obispo Patrick D'Souza, como su primer obispo. El Obispo de Varanasi cuidó de esta región con habilidad y con seriedad hasta que se entregó al apostolado misionero activo de los Padres CST de Thrikkakara, Kerala, teniendo en cuenta el acuerdo del Prefecto Apostólico con el Reverendísimo Basilio Panat CST, el fundador de la Congregación de la Pequeña Flor (Padres CST). 

En el año 1970 Monseñor Jerome Malefant invitó a los Padres CST para venir y trabajar en Gorakhpur. En la reunión del CBCI, celebrada en enero de 1970 en Ernakulum mons. Malefant había expresado su voluntad de confiar los tres distritos de Deoria, Gorakhpur y Basti a las Iglesias católicas orientales para la evangelización. Los padres Robert y Bonifacio son los misioneros pioneros de CST de esta zona. En 1974 se firmó un contrato por el obispo Patrick D´Souza y el Superior General de la Congregación de Pequeña Flor. En consecuencia en 1975 un grupo de seis sacerdotes llegaron a trabajar en la diócesis de Varanasi. En 1976 el obispo Patrick retiró a todos los sacerdotes diocesanos de los distritos de Deoria, Gorakhpur y Basti y los padres CST se hicieron cargo de las estaciones de la misión y la parroquia principal indivisa de la iglesia de San José, Gorakhpur. El Rvdo. Fr.Robert Kalaran Padres CST fue nombrado el primer Párroco CST de la Iglesia de San José, Gorakhpur. Más y más padres CST llegaron a trabajar en el área asignada a ellos. La dedicación y el arduo trabajo de los Padres CST y la cooperación de los laicos llevaron a la erección de esta diócesis. Los padres CST siguen haciendo apostolado dentro de la diócesis de los ochos ashrams CST establecidos aquí y en Nepal bajo la guía de la Provincia de Pequeña Flor, Gorakhpur-Nepal.

 El apostolado diocesano en gran medida está dirigido y gestionado por los 43 sacerdotes diocesanos jóvenes con la colaboración activa de alrededor de 200 religiosas, 8 hermanos religiosos y laicos representantes. Esta presencia del clero diocesano se hizo posible por un sueño que Mar Domingo Kokkat CST quiso para la diócesis desde sus inicios. Inmediatamente después de la creación de la diócesis, comenzó un seminario menor diocesano para formar los futuros sacerdotes de acuerdo con la cultura y el ambiente del lugar. En este esfuerzo, los padres CST colaboraron generosamente con él a través de la formación del clero diocesano en la etapa de seminario menor, hasta 1998. Para acelerar el trabajo de la misión rural, fundó en 1988 la Congregación diocesana de las hermanas de LST con la espiritualidad Teresiana (Pequeña Flor). El Papa Benedicto XVI nombró obispo a Thomas Thuruthimattam CST como sucesor al obispo Dominic.  

Él se involucra sin descanso infundiendo al personal misionero y al pueblo de Dios a ser fieles a Cristo, a la Iglesia y a los pobres y los marginados. Su lema propio "El ser humano liberado es la gloria manifiesta de Dios" revela su visión y su mensaje.  

Teniendo en cuenta los problemas típicos de esta vasta zona, la diócesis trabajó en apostolados pastorales, ecuménicos, entre religiosos, de educación, rurales y de atención sanitaria bajo la guía del obispo Dominic. Siguen creciendo y desarrollándose bajo el nuevo liderazgo del Obispo Thomas. Deseando llegar a todas las categorías, la diócesis ha entrado en la educación superior para chicas jóvenes mediante la creación del Colegio de Grado de San José para Mujeres y la recién creada Escuela de Enfermería de Fátima con una capacidad de proceso por lotes de 40 estudiantes hacia la creación de recursos locales de salud. Las obras llevadas a cabo por PGSS (Purvanchal Gramin Seva Samiti), la sociedad de servicios sociales diocesanos, en más de 1000 aldeas de siete distritos civiles son a menudo consideradas y admiradas por su intervención pionera en la potenciación y elevación social.  

Aunque hacia atrás en desarrollo social y humano, la región tiene, irónicamente, un rico patrimonio cultural. Gorakhpur es nombrada después del conocido gurú Gorakshnath que llevó a cabo "Hath Yoga" y es la sede de la secta Nath, con el templo bien conocido Gorakhnath. Gorakhpur es también el hogar de la Prensa Gita, los editores de las principales escrituras hindúes, incluyendo el Bhagavad Gita. Kushinagar, a 53 km al oeste de la ciudad de Gorakhpur, es reverenciado como el sitio de Mahaparinirvana de Buda. Es conocido como el lugar de la muerte y la cremación, que marcó su liberación final de los ciclos de muerte y renacimiento que es un lugar muy sagrado para los seguidores de Buda. El poeta místico y famoso santo Kabir vivió y trabajó en Maghar, una aldea a 20 km de Gorakhpur. Aquí, fueron compuestos la mayoría de sus poemas, instando a sus compatriotas a vivir en paz y armonía religiosa. El lugar de enterramiento de Kabir en Maghar atrae a un gran número de peregrinos. Munshi Premchand, uno de los grandes novelistas de la India hindú, había vivido en Gorakhpur. Firaq Gorakhpuri (RAGUPATI Sahay), el poeta Urdu famoso, creció en Gorakhpur, donde su casa de infancia sigue en pie. Gorakhpur se convirtió en uno de los principales centros de la insurrección famosa de 1857 hacia la lucha por la libertad con el incidente de “Chauri Chaura” de 1922. Sin embargo, lamentablemente Gorakhpur es también una región infectada por los problemas comunes y desafíos fundamentalistas. La presencia considerable de musulmanes se suma a la diversidad demográfica y a la riqueza de esta región. 

Palpablemente con los preparativos y los planes la diócesis permanece renovada y entusiasmada en la coyuntura del jubileo. Uno puede sentir esto de las palabras del obispo Thomas dadas en la carta circular. Él escribe, "Me siento feliz por la expectativa de oración que hemos creado como familia de la Iglesia local comprometida con Dios en Jesucristo. Durante el pasado un año estábamos orando a Dios con corazón agradecido y renovado. Nos tomó un tiempo para evaluar, reflexionar sobre nuestra vida y los ministerios y para lograr la renovación en nuestra vida personal y la vida diocesana. Que nuestra celebración jubilar nos dé la gracia de una nueva visión y convicción en el testimonio de nuestro Maestro y Salvador Jesucristo". A esto el obispo Dominic, el jubilar añade,"25 años atrás llegué aquí con las manos vacías, el Señor ha llenado mi manos y el corazón con las personas y los programas para su gloria. Sigamos siendo agradecidos y fieles". La Diócesis recuerda con gratitud en sus oraciones a todos aquellos que han sido asociados con ella en grande o pequeña escala, a todos los que trabajaron y se durmieron en el Señor y a todos los que siguen prestando una mano amiga a la misma. 

Aquellos que deseen ponerse en contacto con el obispo pueden escribir a [email protected]

(Traducción particular no oficial desde el inglés)

La intervención del Obispo de Gorakhpur con ocasión del Jubileo diocesano 


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Viernes, 18 de diciembre de 2009

Carta pastoral de monseñor Adolfo Armando Uriona FDP, obispo de Añatuya, para el Adviento 2009. (AICA)


ADVIENTO 2009 

A los sacerdotes, religiosos/as, consagrados
y a todo el pueblo fiel de Dios
Queridos hermanos: 

“Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad (Jn 1,14) 

El próximo domingo 29 de noviembre comenzamos el tiempo fuerte de Adviento que nos preparar a celebrar la Navidad.

El Adviento es un tiempo de gracia y esperanza dado que en él los cristianos nos disponemos a la venida del Niño Dios. Así, escuchando su Palabra y celebrando la Eucaristía, nos vamos introduciendo en el Misterio del Dios que “se hace carne y habita entre nosotros”.

En nuestra diócesis queremos celebrar este “tiempo fuerte” en el espíritu del Documento de Aparecida (2007) y en el contexto del triduo de años que nos vienen preparando para el Gran Jubileo diocesano del 2011.

Este año hemos caminado bajo el lema: 

“Acompañemos a nuestras familias
hacia el pleno encuentro con Jesucristo” 

La propuesta consistía en que nuestras familias, tan vulnerables a los ataques de esta cultura actual que no reconoce sus valores fundamentales, pudieran encontrar en Jesús el sentido para la vivencia de los mismos.

Siguiendo al Papa Benedicto XVI expresábamos:

“La respuesta cristiana ante los desafíos que debe afrontar la familia y la vida humana en general consiste en reforzar la confianza en el Señor y el vigor que brota de la propia fe, la cual se nutre de la escucha atenta de la Palabra de Dios.

La familia es un fundamento indispensable para la sociedad y los pueblos, así como un bien insustituible para los hijos. Es una verdadera escuela de humanidad y de valores perennes.

La familia “está llamada a ser evangelizada y evangelizadora, humana y humanizadora"...(1)

A través de distintos medios, particularmente el de las visitas casa por casa, buscamos llegar a la mayor cantidad de familias posibles. Teníamos un instrumento que era el tríptico el cual nos facilitaba llegar de una manera concreta a nuestra gente.

En este sentido fue muy interesante la experiencia, al principio con bastante temor, que realizaran la mayor parte de nuestras escuelas y colegios durante la semana de aniversario de la creación de la diócesis (1º de octubre) de “salir como misioneros” a los barrios.

Estoy convencido que el compartir la fe y la vida hizo mucho bien a todos. Primeramente a los maestros, profesores y alumnos que salieron a misionar y luego a la gente que los recibió. Este “compartir” enriquece, revitaliza y hace más fuerte el compromiso cristiano.

Hoy más que nunca, debido al individualismo que se vive en nuestra sociedad, los cristianos necesitamos de este intercambio de “las cosas del Señor”, que alimenta nuestra vida de fe, siempre amenazada.

Nos dice el documento Navega Mar Adentro: “…por los peligros a los que está expuesta la fe sencilla de nuestra gente, es necesario orientar los esfuerzos pastorales para que cada bautizado pueda vivir plenamente su dignidad de hijo de Dios y, aun en medio de una existencia muy dura, experimente la alegría de pertenecer a la Iglesia”(2).

Esto nos desafía a ser muy creativos en nuestra tarea evangelizadora a la hora de ayudar a nuestro pueblo a superar los peligros que amenazan su fe tales como: la indiferencia del medio ambiente, la influencia negativa de los medios de comunicación, la prédica insidiosa de los nuevos movimientos religiosos, la falta de una catequesis adecuada, la ignorancia y/o superstición que atemoriza, etc.

Por eso les propongo a todos los agentes pastorales reiterar esta experiencia aprovechando el adviento. 

LA MISIÓN DE ADVIENTO 

Ya se está haciendo tradicional, al menos en la ciudad de Añatuya, “la misión durante el Adviento” llevando la imagen del Niño Dios casa por casa y haciendo en familia una sencilla celebración.

Creo que, en el contexto del camino diocesano hacia el Jubileo y la Gran Misión continental, es una propuesta concreta y en un tiempo propicio a fin de que nuestra gente pueda ir disponiendo su corazón al maravilloso Acontecimiento de la Encarnación y el Nacimiento del “que debía venir a este mundo”. 

a. La misión nos da la oportunidad de llegar a los bautizados que no practican:

Decíamos en la Carta de Cuaresma respecto al Sacramento del Bautismo:

“La iniciativa del Bautismo proviene de Dios. Él por una libre y amorosa elección no deja de inspirar a las familias, especialmente a las más humildes, a pedirlo con gozo a la Iglesia para sus hijos recién nacidos… La Nueva Evangelización se dirige, primaria y principalmente, a los bautizados no practicantes que todavía no se sienten Iglesia, pero tienen derecho a recibir de ella la plenitud del Evangelio y de la gracia de Jesucristo”(3)

Lamentablemente nos encontramos con la realidad de que la mayor parte de los bautizados no practican… Eso debería despertar el deseo y el compromiso concreto de llevarle al Jesús que nosotros conocemos y vivimos.

“No podemos contentarnos con esperar a los que vienen: Dios tomó la iniciativa de nuestra salvación, amándonos primero. Por tanto, imitando al Buen Pastor que fue a buscar a la oveja perdida, una comunidad evangelizadora se siente movida continuamente a expandir su presencia misionera en todo el territorio confiado a su cuidado pastoral y también en la misión orientada hacia otros pueblos. Para ello, cabe destacar la importancia de las misiones populares y de los misioneros de manzana; la creación de comunidades de base y de grupos de oración en las casas; la multiplicación de capillas, centros de culto y de catequesis; los movimientos eclesiales…”(4)

“Acoger cordialmente a los que vienen y salir a buscar a los que no practican” ha de ser el objetivo de nuestros desvelos misioneros. ¡No podemos quedarnos ni tranquilos ni pasivos! ¡Sería contrariar al Espíritu que habita en nosotros y nos capacita para la misión!!! 

b. Aprovechando los hermosos medios de Gracia que tenemos en nuestra Iglesia Católica, y que muchas veces descuidamos, tales como:

La “lectura orante” de la Palabra de Dios, en forma personal y grupal, que nos conduce al conocimiento y al encuentro real con Aquel que habla en ella.

La participación en la Misa, especialmente el Domingo que es el día del Señor y de la comunidad. La Eucaristía es fuente y cumbre de la vida de la Iglesia; alimento de la fe en nuestro peregrinar hacia la Casa del Padre.

La celebración más asidua del Sacramento de la Reconciliación, que purifica nuestras conciencias del pecado, dándonos la nueva vida de la gracia santificante. Noto con preocupación qué poco se acercan los fieles cristianos, en muchas partes de nuestra dilatada diócesis, a este sacramento que lleva a la conversión.

Los momentos de oración personal y comunitaria frente al Santísimo Sacramento (la Adoración Eucarística) o también en nuestra habitación donde podemos “orar al Padre que ve en los secreto”.

El rezo del Santo Rosario que nos une a María Santísima contemplando los misterios de la vida de su Hijo.

¡Cuántos medios que nos motivan y nos alientan para el encuentro comunitario y el servicio misionero!

Ojalá qué podamos redescubrir “la alegría de la misión”, particularmente con los que están más alejados.

Qué María Santísima, la Virgen del Sí y de la Espera, nos acompañe siempre y que su presencia nos sirva de estímulo a la misión. 

CUESTIONARIO PARA UN TRABAJO PERSONAL O GRUPAL: 

1. ¿Tomo conciencia de lo que significa la Navidad para mí?

2. ¿Cómo me dispongo a vivir este Adviento? ¿Busco los medios concretos para prepararme?

3. ¿Dispongo de tiempo para visitar a mis vecinos, particularmente los más alejados o indiferentes, recordándoles que Jesús vino para salvarlos? 

Notas:

(1) Discurso enviado para la clausura del  VI Encuentro Mundial de las Familias celebrado en México del 14 al 18 de enero de 2009 bajo el tema: “La familia formadora de los valores humanos y cristianos” (2) Navega Mar Adentro, 91
(3) N. M. A., N° 90
(4) N. M. A., N° 94 

Mons. Adolfo A. Uriona fdp, obispo de Añatuya


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Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia para el primer domingo de Adviento. (AICA)
(29 de noviembre 2009)


SE VERÁ AL HIJO DE HOMBRE VENIR
LLENO DE GLORIA

I. “Y DE NUEVO VENDRÁ CON GLORIA…” 

1. Una de las afirmaciones que hacemos todos los domingos en la Santa Misa al recitar el Credo es: “Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y a muertos”. La repetimos permanentemente. Después de la consagración del pan y del vino: “Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas”. Después del Padre Nuestro: “Líbranos, Señor, de todos los males…, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo”. Por lo demás, Cristo lo dice abiertamente: “Entonces se verá a Hijo del hombre venir sobre una nube” (Lc 21,27). 

2. La vuelta de Cristo está siempre en labios de la Iglesia. No podría ser de otra manera. ¿Qué puede querer más la esposa enamorada que la vuelta del esposo? La Santa Escritura se cierra con el suspiro de la Iglesia Esposa: “El Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’”. Y el Señor le responde: “¡Sí, volveré pronto! ¡Amén!”. Y la Iglesia, a su vez: “¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22,17.20). 

3. La Vuelta del Señor, verdad luminosa y reconfortante: ¿es de veras anhelada por los cristianos contemporáneos? ¿En qué medida integra nuestra espiritualidad? ¿Está presente en la catequesis y en la predicación? En 56 años que llevo de ministro ordenado, no sabría decir si alguna vez he participado de una Jornada de Espiritualidad o de Pastoral en torno al misterio de la Vuelta del Señor. Me da la impresión de que es una verdad creída a medias. Al lado de las verdades de la encarnación del Verbo de Dios y de su muerte y resurrección, la Vuelta del Señor juega como parienta pobre. Conviene prestar atención a esta situación, pues si se debilita la fe en la Vuelta de Cristo, se debilita simultáneamente la fe en su encarnación y en su resurrección. Y con ello, se frena la evangelización.  

II. “VIGILEN Y OREN INCESANTEMENTE” 

4. El tiempo de Adviento no es sólo de preparación a celebrar la primera Venida del Salvador, que festejaremos en la Navidad. Es un tiempo destinado a reavivar la fe y el amor a Cristo que vuelve glorioso. Si no hubiese Segunda Venida, la primera valdría de poco. Sería, a lo sumo, el aniversario de un ser famoso de la antigüedad. 

5. Ante su Segunda Venida Jesús nos exhorta a estar “vigilantes y en oración” (Lc 21,36). Y a vivir con sensatez: “Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa” (v. 34-35ª). Nada de histeria, por tanto, ante la Vuelta del Señor. Sino más bien confianza: “Tengan ánimo y levanten la cabeza” (v. 28). Y, como dice el mismo evangelista en otro pasaje: a proseguir nuestra vida de cada día cumpliendo nuestro servicio al prójimo con responsabilidad: “¡Feliz aquel a quien su señor al llegar encuentre ocupado en este trabajo (de servir a sus compañeros)!” (Lc 12,43). 

III. EL CIUDADANO CRISTIANO HA DE RESISTIR LA INSENSATEZ 

6. Hablando de sensatez, ésta no sobra. Palpamos a diario expresiones preocupantes de insensatez, en especial en personas constituidas en autoridad, que deberían ser la expresión acabada de la sabiduría práctica que procura el bien común. Aludo a las actitudes frente al matrimonio gay que se ventila en estos días. En especial, la intervención de una jueza que declara inconstitucional dos artículos del Código civil que prohíbe este tipo de uniones. Y el “laissez faire” del Jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que decide no apelar el fallo. 

7. No entro a analizar el caso. Sólo quiero recordar una verdad importante: el cristiano, además de miembro de la Iglesia, lo es también de la sociedad civil. Por ello debe respeto a su autoridad y ha de orar por ella, pues creemos que la autoridad viene de Dios: “No hay autoridad que no provenga de Dios” (Rom 12,1). Pero, en virtud del mismo principio, ha de resistir firme y democráticamente a la autoridad civil cuando ésta se extralimita en su misión y, en vez de defender el bien común, lo pervierte o hiere gravemente: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5,29).  

8. Nuestra catequesis social enfatizó en demasía el primer aspecto: el respeto a la autoridad. Y muchas veces olvidó el segundo: la resistencia democrática ante sus desbordes. De allí que el cristiano no siempre juegue su papel como ciudadano, y se queda esperando a que opine el pastor sobre los problemas sociales más variados. Si queremos tener un Patria fraterna, es preciso que el cristiano crezca como ciudadano. Que no se haga merecedor del juicio de Jesús: “Los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz” (Lc 16,8). 

9. Aguardar a Cristo que vuelve y dedicarse a construir la patria terrena: no son actitudes contrapuestas. Como enseña el Concilio: “La espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana” (GS 39). 

Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia


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Carta de +Mons. Francisco Pérez González, Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tutela, con motivo de la Fiesta de San Francisco Javier, 3 de diciembre 2009 

Evangelizadores como Javier
Misioneros con tu Iglesia diocesana  ¡Tú también!


San Francisco Javier fue convertido y transformado por la fuerza del Espíritu Santo y no se volvió atrás. Fue un enamorado de Cristo; alguien a quien Cristo inundó de su amor y que se dejó conducir por él, no sin una profunda lucha interior hasta dejarlo todo, como pide el evangelio. Dijo Jesús a sus discípulos: “Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?" (Mt 16, 24-26).

El misionero es alguien que lo ha dejado todo por Cristo, y no por un Cristo idealizado o lejano, sino por un Cristo Dios que le salió al encuentro y le cautivó, lo venció y lo convenció como a Pablo, a Pedro, a Felipe, a Juan y Andrés... Es imposible anunciar auténticamente a Cristo si no se ha tenido experiencia de él. Y tanta mayor será la fuerza y eficacia de la palabra del misionero, cuanto más fuerte haya sido su experiencia del Señor y de su Palabra. La fe cristiana no se fundamenta en teorías aprendidas en los libros o en las universidades, aunque esto también sea conveniente, sino más bien en el silencio del amor, en la escucha y respuesta de la Palabra, en la oración y en la decisión generosa ordinariamente después de haber sostenido alguna lucha.

Sobre la importancia de la experiencia de Cristo y de su Espíritu, en la historia de la Iglesia y en la del misionero, escribía Juan Pablo II: "La misión de la Iglesia, al igual que la de Jesús, es obra de Dios o, como dice a menudo Lucas, obra del Espíritu. Después de la resurrección y ascensión de Jesús, los Apóstoles viven una profunda experiencia que los transforma: Pentecostés. La venida del Espíritu Santo los convierte en testigos o profetas (cf. Hch 1, 8; 2, 17-18), infundiéndoles una serena audacia que les impulsa a transmitir a los demás su experiencia de Jesús y la esperanza que los anima. El Espíritu les da la capacidad de testimoniar a Jesús con «toda libertad» (RM 24). "El misionero es un testigo de la experiencia de Dios y debe poder decir como los Apóstoles: «Lo que contemplamos acerca de la Palabra de vida, os lo anunciamos» (1 Jn 1, 1-3)" (RM 91).

Francisco Javier nació y creció en el seno de una familia y de un grupo inundados de Dios. El misionero no es alguien que se decide a ser testigo de Cristo por un momento de euforia personal. El misionero nace en el seno de una comunidad penetrada, caldeada y guiada por el Espíritu Santo. Seguramente la primera de estas comunidades ha sido la familia. Luego pudo haber sido la comunidad parroquial o el grupo. Cuando existe una comunidad viva surgen vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, a la vida misionera. Aquel pequeño grupo de jóvenes fogueados por Ignacio o mejor por el espíritu de Jesús que resplandecía en Ignacio fue capaz de renovar la Iglesia en tantos lugares y de llevar a cabo misiones delicadas e importantes como es el caso de Francisco Javier.

Ello quiere decir que hemos de potenciar en nuestras parroquias estos grupos vivificados por la presencia del Espíritu de Cristo. De ahí saldrán vocaciones genuinas que podrán "relevar" a nuestros misioneros y misioneras, porque en estos grupos se vive el amor recíproco, la palabra de Dios, la comunicación de vida y experiencias, el acompañamiento o dirección espiritual, la alegría del Espíritu, la disponibilidad. Que esta Jornada de la Misión Diocesana de Navarra haga vibrar de esperanza a nuestras familias, a nuestras parroquias y a todas las comunidades cristianas. 

+Mons. Francisco Pérez González
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela


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Video-Mensaje enviado a los participantes de la Cumbre de la ONU sobre los cambios climáticos, que se realizó el 22 de setiembre en New York, retomando las palabras pronunciadas por el Santo Padre Benedicto XVI sobre este tema, durante la audiencia general del miércoles 26 de agosto de 2009. 


COMUNICADO POR VIDEO DE BENEDICTO XVI A LA CUMBRE DE LA ONU 2009 SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO


A la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, fue enviada la siguiente declaración-video del Santo Padre, conteniendo las palabras que dijo al respecto el 26 de agosto de 2009 durante la audiencia general del miércoles:  

Quisiera reflexionar hoy sobre la relación entre el Creador y nosotros mismos como guardianes de su creación. Al hacerlo también quiero ofrecer mi apoyo a los líderes de gobiernos y organismos internacionales que pronto se reunirán en las Naciones Unidas para examinar la cuestión urgente de cambio climático. 

La Tierra es un don precioso del Creador quien, en el diseño de su orden intrínseco, nos ha dado las directrices que nos ayudan como administradores de su creación. Precisamente dentro de este marco, la Iglesia considera que las cuestiones relativas al medio ambiente y su protección están íntimamente relacionadas con el desarrollo humano integral. En mi reciente encíclica, Caritas in Veritate, me referí a esas cuestiones recordando la "urgente necesidad moral de una solidaridad renovada" (n. 49), no sólo entre países sino también entre los individuos, puesto que el entorno natural es dado por Dios a todos, y así nuestro uso de él implica una responsabilidad personal hacia la humanidad en su conjunto, en particular hacia los pobres y hacia las generaciones futuras (cf. núm. 48). 

¡Qué importante es entonces, que la comunidad internacional y los gobiernos individuales envíen las señales correctas a sus ciudadanos y tengan éxito en contrarrestar formas perjudiciales de tratar el medio ambiente! Los costos económicos y sociales de agotar los recursos compartidos deben ser reconocidos con transparencia y sobrellevados por quienes incurren en ellos, y no por otros pueblos y las generaciones futuras. La protección del medio ambiente, y la salvaguardia de los recursos y del clima, obliga a todos los líderes a actuar de manera conjunta, respetando la ley y promoviendo la solidaridad con las regiones más débiles del mundo (cf. núm. 50). Juntos podemos construir un desarrollo humano integral beneficioso para todos los pueblos, presentes y futuros, un desarrollo inspirado en los valores de la caridad en la verdad. Para que esto suceda es esencial que el modelo actual de desarrollo mundial se transforme a través de una mayor, y compartida, aceptación de la responsabilidad por la creación: esto es demandado no sólo por factores ambientales, sino también por el escándalo del hambre y la miseria humana.

Con estos sentimientos quiero animar a todos los participantes en la cumbre de las Naciones Unidas a entrar en los debates de manera constructiva y con ánimo generoso. De hecho, todos estamos llamados a ejercer una administración responsable de la creación, a utilizar los recursos de tal manera que cada individuo y la comunidad puedan vivir con dignidad, y a desarrollar "esa alianza entre los seres humanos y el medio ambiente, que debe reflejar el amor creador de Dios "(Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2008, 7)!
Gracias.

(Tradución particular no oficial desde el inglés)


El texto original del Video-mensaje, en inglés


Publicado por verdenaranja @ 22:40  | Habla el Papa
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Comentario al Evangelio del domingo (Lucas 1, 39-45), cuarto de adviento - c, redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, arzobispo electo de Oviedo.

Evangelio del domingo: ¿Tentar a Dios? 

Nos vamos acercando al verdadero Acontecimiento que ha marcado la historia de los hombres, ese día en el que Dios dejó de enviarnos más mensajeros para hacerse Él mismo mensaje y mensajero a la vez. Portador y portavoz de un proyecto amoroso por el que volvía a estrenar el ensueño truncado y fallido por el mal uso de la libertad de los hombres. Eso fue la pascua de su Natividad, gozne verdadero entre la pascua de la Creación y la pascua de la Resurrección.

Pero en este cuarto domingo de Adviento, escala última antes de Navidad, se nos presenta a María como contrapunto de obediencia y fidelidad. Hay formas de "respetar" a Dios, que en el fondo son maneras elegantes de tenerle bajo control para que no influya ni modifique nuestra vida real. Era la pretensión del rey Acaz: no quería "tentar" a Dios, ni importunarle, dejándole donde estaba en su nimbo de nubes y en sus divinas la­bores. Pero el profeta no aplaudirá este respeto que en el fondo desprecia, esta veneración que termina ignorando. También a nosotros se nos ha anunciado esta Buena noticia prome­tida: Dios sin dejar de ser el Altísimo, será un Dios-con-nosotros, un Dios que ha querido acam­parse en nuestro suelo, hablar nuestro lenguaje, sufrir en nuestros do­lores y brindar en nuestros gozos.

Si fuera Dios pero no estuviese con noso­tros, sería una divinidad lejana, opresora o inútil. Si estuviera con-nosotros pero no fuese Dios, estaríamos ante alguien bondadoso, mas incapaz de acceder a los entresijos de nuestro corazón y de nuestra his­toria, en donde nuestra felicidad se hace o se deshace. Él es Dios y con-nosotros para que nosotros estemos con Él y con cuantos Él ama, para que podamos estar hasta con nosotros mismos, sin censura acalladora y sin traición reductora de cuanto nos constituye. En este horizonte aparece María, como alguien que se fió de Dios, que le dejó ser Dios (tremendo misterio de nuestra libertad humana y de la condescendencia divina), consintiendo que su Palabra eterna se hiciera biográfica en la entraña de su historia de mujer creyente. María co-protagonizó el primer Adviento y recibió la misión al pie de la cruz de co-protagonizar todos los Advientos desde su intercesión maternal hacia los hermanos de su Hijo.

Debemos descubrir que jamás molestamos a un Dios que ha querido amarnos hasta ser-estar con nosotros. Y pedimos que nos conceda tratarnos entre nosotros como somos tratados por Él: que acogiendo y contemplando al Dios-con-nosotros, podamos a nuestra vez ser también hermanos-entre-hermanos.


Publicado por verdenaranja @ 10:36  | Espiritualidad
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Jueves, 17 de diciembre de 2009

ZENIT nos  ofrece el texto de la catequesis pronunciada por Benedicto XVI durante la Audiencia General, celebrada el miércoles, 2 de Diciembre de 2009, en la plaza de San Pedro del Vaticano, dedicada a recoger la herencia espiritual de Guillermo de San Thierry.

Queridos hermanos y hermanas:

En una catequesis anterior he presentado la figura de Bernardo de Claraval, el "doctor de la dulzura", gran protagonista del siglo duodécimo. Su biógrafo -amigo y admirador- fue Guillermo de San Thierry, sobre el cual me detengo en la reflexión de esta mañana.

Guillermo nace en Lieja entre el 1075 y el 1080. De noble familia, dotado de una inteligencia viva y de un innato amor por el estudio, estudió en famosas escuelas de la época, como la de su ciudad natal y la de Reims, en Francia. Entró en contacto personal también con Abelardo, el maestro que aplicaba la filosofía a la teología de manera tan original que suscitaba mucha perplejidad y oposiciones. También Guillermo expresa sus propias reservas, solicitando a su amigo Bernardo que tome posición frente a Abelardo. Respondiendo a esa misteriosa e irresistible llamada de Dios que es vocación a la vida consagrada, Guillermo entra en el monasterio benedictino de Saint-Nicaise de Reims en 1113, y algunos años después se convierte en abad del monasterio de San Thierry, en la diócesis de Reims. En aquel periodo estaba muy difundida la exigencia de purificar y renovar la vida monástica, de hacerla auténticamente evangélica. Guillermo obró en este sentido en el interior del propio monasterio, y en general en la Orden benedictina. Sin embargo, encontró no pocas resistencias frente a sus tentativas de reforma y así, a pesar del consejo contrario del amigo Bernardo, en 1135, dejó la abadía benedictina, dejó el hábito negro y se puso el blanco, para unirse a los cistercienses de Signy. Desde aquel momento hasta la muerte, acaecida en 1148, se dedicó a la contemplación orante de los misterios de Dios, desde siempre objeto de sus más profundos deseos, y a la composición de escritos de literatura espiritual, importantes en la historia de la teología monástica.

Una de sus primeras obras se titula De natura et dignitate amoris (De la naturaleza y la dignidad del amor). En ella se expresa una de las ideas fundamentales de Guillermo, válida también para nosotros. La energía principal que mueve al alma humana -dice él- es el amor. La naturaleza humana, en su esencia más profunda, consiste en amar. En definitiva, una sola tarea es confiada a todo ser humano: aprender a querer, a amar sinceramente, auténticamente, gratuitamente. Pero sólo en la escuela de Dios esta tarea se cumple y el hombre puede alcanzar el fin para el que ha sido creado. Escribe en efecto Guillermo: "El arte de las artes es el arte del amor... El amor es suscitado por el Creador de la naturaleza. El amor es una fuerza del alma, que la conduce como por un lugar natural al lugar y al fin que le es propio" (La natura e la dignità dell'amore 1, PL 184,379). Aprender a amar requiere un largo y comprometido camino, que es articulado por Guillermo en cuatro etapas, correspondientes a la edad del hombre: la infancia, la juventud, la madurez y la vejez. En este itinerario la persona debe imponerse una ascética eficaz, un fuerte control de sí mismo para eliminar todo afecto desordenado, toda concesión al egoísmo, y unificar la propia vida en Dios, fuente, meta y fuerza del amor, hasta alcanzar la cima de la vida espiritual, que Guillermo define como "sabiduría". Al final de este itinerario ascético, se experimenta una gran serenidad y dulzura. Todas las facultades del hombre -inteligencia, voluntad, afectos- reposan en Dios, conocido y amado en Cristo.

También en otras obras, Guillermo habla de esta radical vocación al amor a Dios, que constituye el secreto de una vida de éxito y feliz, y que él describe como un deseo incesante y creciente, inspirado por Dios mismo en el corazón del hombre. En una meditación él dice que el objeto de este amor es el Amor con la "A" mayúscula, es decir, Dios. Es él quien se traslada al corazón de quien ama y le hace apto para recibirle. Se da hasta saciar y de tal modo, que desde esta saciedad, el deseo no disminuye nunca. Este torrente de amor es la plenitud del hombre" (De contemplando Deo 6, passim, SC 61bis, pp. 79-83). Llama la atención el hecho de que Guillermo, al hablar del amor de Dios, atribuya una notable importancia a la dimensión afectiva. En el fondo, queridos amigos, nuestro corazón está hecho de carne, y cuando amamos a Dios, que es el Amor mismo, ¿cómo no expresar en esta relación con el Señor también nuestros sentimientos más humanos, como la ternura, la sensibilidad, la delicadeza? ¡El Señor mismo, haciéndose hombre, ha querido amarnos con un corazón de carne!

Según Guillermo, el amor tiene otra propiedad importante: ilumina la inteligencia y permite conocer mejor y de manera más profunda a Dios y, en Dios, a las personas y los acontecimientos. El conocimiento que procede de los sentidos y de la inteligencia reduce, aunque no elimina, la distancia entre el sujeto y el objeto, entre el yo y el tú. El amor en cambio produce atracción y comunión, hasta el punto que se da una transformación y una asimilación entre el sujeto que ama y el objeto amado. Esta reciprocidad de afecto y de simpatía permite a la vez un conocimiento mucho más profundo que el que obra sólo la razón. Esto explica una célebre expresión de Guillermo: "Amor ipse intellectus est - ya en sí mismo el amor es principio de conocimiento". Queridos amigos, nos preguntamos: ¿no es propiamente así en nuestra vida? ¿No es verdad que conocemos realmente sólo a quien y lo que amamos? ¡Sin una cierta simpatía no se conoce a nadie ni nada! Y esto vale sobre todo en el conocimiento de Dios y de sus misterios, que superan la capacidad de comprensión de nuestra inteligencia: ¡a Dios se le conoce si se le ama!

Una síntesis del pensamiento de Guillermo de San Thierry figura en una larga carta dirigida a los Certosini de Mont-Dieu, a los que realizó una visita y que quería alentar y consolar. El docto benedictino Jean Mabillon ya en 1960 dio a esta carta un título significativo: Epistola aurea (Epístola áurea). En efecto, las enseñanzas sobre la vida espiritual contenidas en ella son preciosas para todos los que desean crecer en la comunión con Dios, en la santidad. En este tratado, Guillermo propone un itinerario en tres etapas. Es necesario -dice él- pasar del hombre "animal" al "racional" para llegar al "espiritual". ¿Qué intenta decir nuestro autor con estas tres expresiones? Al principio una persona acepta la visión de la vida inspirada en la fe con un acto de obediencia y de confianza. Después con un proceso de interiorización, en el que la razón y la voluntad desempeñan una gran función, la fe en Cristo es acogida con profunda convicción y se experimenta una armoniosa correspondencia entre lo que se cree y se espera y las aspiraciones más secretas del alma, nuestra razón, y nuestros afectos. Se llega así a la perfección de la vida espiritual, cuando las realidades de la fe son fuente de íntima alegría y de comunión real y gratificante con Dios. Se vive sólo en el amor y para el amor. Guillermo funda este itinerario en una sólida visión del hombre, inspirada en los antiguos Padres griegos, sobre todo en Orígenes, los cuales, con un lenguaje audaz, habían enseñado que la vocación del hombre es llegar a ser como Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza. La imagen de Dios presente en el hombre lo empuja hacia la semejanza, es decir hacia una identidad cada vez más plena entre la propia voluntad y la divina. A esta perfección, que Guillermo llama "unidad de espíritu" no se llega con el esfuerzo personal, aunque sea sincero y generoso, porque es necesaria otra cosa. Esta perfección se alcanza por la acción del Espíritu Santo, que habita en el alma y la purifica, absorbe y transforma en caridad todo impulso y todo deseo de amor presente en el hombre. "Hay después otra semejanza a Dios", leemos en la Epistola aurea, "que ya no se llama semejanza, sino unidad de espíritu, cuando el hombre llega a ser uno con Dios, un espíritu, no sólo por la unidad de un idéntico querer, sino por no ser capaz de querer otra cosa. De esa manera, el hombre merece convertirse no en Dios, sino en lo que Dios es: el hombre se convierte por gracia en lo que Dios es por naturaleza" (Epístola áurea 262-263, SC 223, pp. 353-355).

Queridos hermanos y hermanas, este autor, que podemos definir como el "Cantor del amor, de la caridad", nos enseña a obrar en nuestra vida la elección de fondo, que da sentido y valor a todas las demás elecciones: amar a Dios y, por amor suyo, amar a nuestro prójimo; sólo así podremos encontrar la verdadera alegría, anticipo de la bienaventuranza eterna. Introduzcámonos por tanto en la escuela de los Santos para aprender y amar de manera auténtica y total, para entrar en este itinerario de nuestro ser. Con una joven santa, Doctora de la Iglesia, Teresa del Niño Jesús, digamos también nosotros al Señor que queremos vivir de amor. Y concluyo propiamente con una oración de esta Santa: "Yo te amo, y tú lo sabes, divino Jesús! El Espíritu de amor me inflama con su fuego. Amando Te atrae el Padre, que mi débil corazón conserva, sin escape... ¡Oh Trinidad! Sé prisionera de mi amor. Vivir de amor, aquí abajo, es un darse desmesurado, sin pedir salario... cuando se ama no se hacen cálculos. ¡Yo he dado todo al Corazón divino, que está lleno de ternura! Y corro ligera. No tengo nada más, y mi única riqueza es vivir de amor".

 [Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy me detengo en Guillermo de San Thierry, nacido en Lieja en torno al año mil ochenta. De familia noble, y dotado de gran inteligencia y un amor innato por el estudio, fue a las escuelas más famosas de su tiempo, como la de su ciudad natal y la de Reims, en Francia. Ingresó en los benedictinos de Saint-Nicaise de Reims y, poco después, fue abad del monasterio de Saint Thierry, comunidad que, no obstante sus grandes deseos, no pudo reformar, por lo cual la abandonó para pasar a la abadía cisterciense de Signy, en la que se dedicó a la contemplación de los misterios de Dios y a escribir obras de espiritualidad. Llamó la atención sobre los errores teológicos de Abelardo, solicitando a su amigo San Bernardo de Claraval que tomara posiciones ante ellos. De la doctrina de Guillermo, que se centró particularmente en la ciencia del amor, podemos encontrar una síntesis en una larga carta que escribió a los cartujos de Mont-Dieu, a quienes visitó para animarlos y consolarlos. En este escrito, que lleva el significativo nombre de Epístola áurea, enseña que, por el amor, el ser humano llega a ser por gracia lo que Dios es por naturaleza.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a las Religiosas dominicas de la Presentación de la Santísima Virgen, al grupo de artistas del Estado de Yucatán, a los fieles de la Diócesis de Zacatecoluca, acompañados por el Señor Obispo, así como a los demás grupos procedentes de España, Bolivia y otros países latinoamericanos. Que siguiendo las enseñanzas de Guillermo de San Thierry, al que podemos definir como cantor de la caridad, aprendamos a conocer a Dios amándolo. Muchas gracias. 

[Traducción del original italiano por Patricia Navas
© Libreria Editrice Vaticana]


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 Carta de monseñor Aurelio José Kühn Ofm, obispo prelado de Deán Funes para el Adviento 2009. (AICA)

ADVIENTO 2009 

Queridos hermanos, sacerdotes y fieles de la Prelatura,  PAZ Y BIEN.

Quiero comunicarme con ustedes al comenzar el nuevo año litúrgico, compartir anhelos, inquietudes, esperanzas, y juntos abrirnos al soplo del Espíritu.

Comparto primero unas preguntas: ¿Qué nos está diciendo o pidiendo el Señor hoy, a través de tantos signos? ¿Estamos realmente atentos a lo que pasa en el mundo, en nuestra sociedad, en nuestras familias, en nosotros mismos, en nuestras comunidades parroquiales, en la comunidad diocesana? ¿Seremos capaces de dar respuestas sabias y valederas a los desafíos de la realidad?

La Liturgia de adviento es un constante llamado a la esperanza. El color mismo que se usa, el morado, simboliza el color del cielo antes del amanecer. Mientras pasa la  noche y aparece el sol, todo se ilumina  y cobra vida.

Pasamos también una noche oscura, pero confiamos y esperamos la venida de Jesucristo, el Salvador, que “viene de lo alto a visitarnos cual sol naciente, a iluminar a los que viven en tinieblas y guiar nuestros pasos por un sendero de paz” (Lc 1, 78s). Él mismo dice “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida” (Jn 8, 12); “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6).

En este tiempo de adviento preparamos su venida en Navidad. Aunque, en realidad, Jesús, el Salvador, sigue viniendo, se sigue haciendo presente a través de su Espíritu, permanentemente, en la escucha de la Palabra, en los sacramentos celebrados, especialmente en la Eucaristía; se hace presente cada vez que amamos y servimos sincera y desinteresadamente a los hermanos.

Como decía el Papa Juan Pablo II, a pesar de todas las dificultades, tenemos confianza porque Jesús camina con nosotros. Tenemos la certeza tranquilizadora de que, aún cuando todo se hunda a nuestro alrededor, y quizás incluso en nosotros mismos, Cristo sigue siendo nuestro más firme apoyo. Los Obispos en el Documento de Aparecida dicen que “no tenemos otro tesoro que Jesucristo. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a los todos, no obstante todas las dificultades y resistencias” (DA. N. 14). También los Obispos argentinos, en el Doc. “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad”, de noviembre 2008, nos aseguran que “Jesucristo es la respuesta total, sobreabundante y satisfactoria de las peguntas humanas sobre la verdad, el sentido de la vida y de la realidad, la felicidad, la justicia y la belleza” (n. 1).

Aquí esta, pues, nuestro primer desafío: conocer y hacer conocer, amar y seguir a Jesucristo.

En la Prelatura, como en el resto del país, son muchos los bautizados. Pero, ¿cuántos realmente conocen, aman y siguen a Jesucristo, y viven con fidelidad y alegría su fe cristiana y católica? ¿Cuántos son los que buscan en la Palabra de Dios y en la coherencia de vida, la luz, la fuerza y la esperanza que necesitan? También hay otras preguntas, que nos comprometen a los pastores y catequistas: ¿Somos capaces de despertar el hambre de la Palabra, la nostalgia de Dios, en el corazón de nuestra gente? ¿Los sabemos guiar hacia el encuentro personal con Cristo? “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DA n. 243). “Quien acepta a Cristo: Camino, Verdad y Vida, en su totalidad, tiene garantizada la paz y la felicidad, en esta vida y en la otra” (DA n. 246). Para ello es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios. Por eso la Iglesia nos reclama a los pastores y catequistas educar al pueblo de Dios en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida (DA n. 247).

Hemos ya lanzado la misión diocesana. Queremos que esa Buena Noticia, la Palabra de Dios, llegue a todos los rincones, a todas las familias y personas de la Prelatura. Todos necesitamos una luz de esperanza y nuevas razones para vivir y servir. La realidad que vivimos nos golpea con muchas crisis, sociales, políticas, económicas, climáticas y la más grave, raíz de todas, la crisis cultural, moral y religiosa. Todos los días los noticieros nos sacuden con su panorama de violencias, resentimientos descontrolados, violaciones, etc.. Manifiestan toda la inseguridad que vive nuestro pueblo, afectado por una terrible epidemia de corrupción. Las mismas relaciones interpersonales y familiares se ven afectadas. Ya nadie puede decir, “a mí no me toca”. Si no es la violencia física, es la violencia sicológica, o la presión de un sistema que no tiene en cuenta a la persona y al bien común. También nos afectan de sur a  norte los desastres climáticos, de una naturaleza que se defiende quizás de las agresiones del hombre.

Sufro por esta situación  de nuestro pueblo y oro constantemente para que el Señor nos libere de tanto mal.

La Palabra de Dios que escucharemos en este tiempo de Adviento nos llama a confiar y esperar. Pero también a cambiar y convertirnos. Desde lo más profundo surge el clamor: “Ven Señor Jesús” (Ap 22,20) y danos tu luz; enséñanos a amar, como tú  amaste, hasta dar la vida en rescate de muchos. La liturgia insiste es este súplica: “¡Ven, Señor, Jesús, no tardes!”. “Perdona los pecados de tu pueblo”. “Despierta en tus fieles el deseo de prepararse a la avenida de Cristo por la práctica de las buenas obras”. Sí, por la práctica de las buenas obras. El Evangelio dice de Jesús que “pasó haciendo el bien”. Es lo que nos pide también el Señor a nosotros, y lo necesita la familia y toda la sociedad. De nada valen los buenos deseos, las palabras y las promesas, sino las ponemos por obra.

Les prepongo, pues, que preparemos la venida del Señor, en Navidad, y también el Bicentenario de nuestra Patria (2010-2016) en justicia y solidaridad. Ir creando, en sintonía con la liturgia, un clima adecuado, en las familias y en las parroquias, por ejemplo, preparando el pesebre. Jesús siempre dejará un mensaje tanto a los niños que necesitan aprender y asumir valores, como a los grandes, que necesitan despojarse y curarse de muchas ruindades, y empezar a pensar y actuar con nuevos criterios, aquellos que nos propone Jesús en su Evangelio. Tenemos mucho para aprender, y más todavía para cambiar. Porque no se ha llegado al estado de inseguridad y desesperanza actual sin una o muchas razones. Que sea un tiempo también de discernimiento.

Termino con un texto de Aparecida: “¡No teman!¡Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo”…quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada – de la que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera…¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí, abran, abran de par en par las puertas a Cristo y encontrarán la verdadera vida” (DA n. 15)

Que este tiempo de Adviento, tiempo de espera y de búsqueda del Señor, nos encuentre con un corazón abierto y bien dispuesto. Dios los bendiga. 

Mons. Aurelio José Kühn OFM, obispo prelado de Deán Funes 


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ZENIT  publica el mensaje enviado por Benedicto XVI con ocasión del congreso Del telescopio de Galileo a la cosmología evolutiva. Ciencia, Filosofía y Teología en diálogo, inaugurado el lunes, 30 de Noviembre de 2009,  en la Pontificia Universidad Lateranense.

Al Venerado Hermano
Monseñor Rino Fisichella
Rector Magnífico de la Pontificia Universidad Lateranense

Estoy contento de dirigir mi saludo a todos los participantes en el Congreso internacional sobre el tema Del telescopio de Galileo a la cosmología evolutiva. Ciencia, Filosofía y Teología en diálogo. Lo dirijo de modo particular a Usted, Venerado Hermano, que se ha hecho promotor de este importante momento de reflexión, en el contexto del Año Internacional de la Astronomía, para celebrar el cuarto centenario del descubrimiento del telescopio. Mi pensamiento va también al profesor Nicola Cabibbo, presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias, que ha colaborado en la preparación del presente encuentro. Saludo cordialmente a las personalidades venidas de diversos países del mundo que, con su presencia, cualifican estas jornadas de estudio.

Cuando se abre el Sidereus nuncius y se leen las primeras expresiones de Galileo, se advierte en seguida la maravilla del científico de Pisa ante cuanto él mismo había realizado: “Grandes cosas – escribe – en este breve tratado propongo a la observación y a la contemplación de los estudiosos de la naturaleza. Grandes, digo, tanto por la excelencia de la materia en sí misma, como por la novedad nunca oída en los siglos, como por el instrumento a través de las cuales estas mismas cosas se han manifestado a nuestros sentidos” (Galileo Galilei, Sidereus nuncius, 1610, tr. P.A. Giustini, Lateran University Press 2009, p. 89). Era el año 1609 cuando Galileo apuntó por primera vez hacia el cielo un instrumento “diseñado por mí – escribirá – iluminándome antes la gracia divina”: el telescopio. Lo que se presentó a su mirada es fácil imaginarlo; la maravilla se transformó en emoción y ésta en entusiasmo que se hizo escribir: “Gran cosa es ciertamente añadir a la inmensa multitud de las estrellas fijas, que con la natural facultad visual han podido observarse hasta hoy, otras innumerables estrellas, nunca vistas antes que ahora y que superan más de diez veces el número de las estrellas antiguas ya observadas” (Ibid.). El científico podía observar con sus propios ojos cuanto, hasta aquel momento, era sólo fruto de hipótesis controvertidas. No se equivoca quien piensa que el alma profundamente creyente de Galileo, ante esa visión, se haya abierto casi naturalmente a la oración de alabanza, haciendo suyos los sentimientos del Salmista: “¡Oh, Señor, Señor nuestro, qué glorioso es tu nombre por toda la tierra! Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas, que fijaste tú, ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? ... le hiciste señor d ellas obras de tus manos, todo fue puesto por tí bajo sus pies” (Sal 8, 1.4-5.7).

Con este descubrimiento creció en la cultura la conciencia de encontrarse ante un punto crucial de la historia de la humanidad. La ciencia se convertía en algo distinto de como los antiguos la habían pensado siempre. Aristóteles había permitido llegar al conocimiento cierto de los fenómenos partiendo de principios evidentes y universales; ahora Galileo mostraba concretamente cómo acercarse y observar los propios fenómenos, para comprender sus causas secretas. El método deductivo cedía el paso al inductivo y abría el camino a la experimentación. El concepto de ciencia que había durado durante siglos era ahora modificado, emprendiendo el camino hacia una nueva concepción del mundo y del hombre. Galileo se había adentrado en los caminos desconocidos del Universo; él abría la puerta para observar espacios cada vez más inmensos. Más allá probablemente de sus intenciones, el descubrimiento del científico de Pisa permitía también retroceder en el tiempo, provocando preguntas sobre el origen mismo del cosmos y poniendo de manifiesto que también el universo, salido de las manos del Creador, tiene su historia; que “gime y sufre los dolores del parto” – por usar la expresión del apóstol Pablo – con la esperanza de ser liberado “de la esclavitud de la corrupción para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Rm 8, 21-22).

También hoy el universo sigue suscitando preguntas a las cuales la simple observación, sin embargo, no consigue dar una respuesta satisfactoria: por sí mismas las ciencias naturales y físicas no bastan. El análisis de los fenómenos, de hecho, si se queda cerrado en sí mismo, corre el riesgo de presentar el cosmos como un enigma irresoluble: la materia posee una intelegibilidad capaz de hablar a la inteligencia del hombre y de indicar un camino que va más allá del simple fenómeno. Es la lección de Galileo la que lleva a esta consideración. ¿Acaso no era el científico de Pisa quien sostenía que Dios ha escrito el libro de la naturaleza en la forma del lenguaje matemático? Y sin embargo, la matemática es un invento del espíritu humano para comprender la creación. Pero si la naturaleza está realmente estructurada con un lenguaje matemático y la matemática inventada por el hombre puede llegar a comprenderla, esto significa que se verifica algo extraordinario: la estructura objetiva del universo y la estructura intelectual del sujeto humano coinciden, la razón objetiva y la razón objetivada en la naturaleza son idénticas. Al final, hay una “razón” que une a ambas y que invita a mirar a una única Inteligencia creadora (cfr. Benedicto XVI, Discurso a los jóvenes de la Diócesis de Roma, en: Enseñanzas II, [2006], 421-422).

Las preguntas sobre la inmensidad del universo, sobre su origen y sobre su fin, como también sobre su comprensión, no admiten una única respuesta de carácter científico. Quien mira al cosmos siguiendo la lección de Galileo, no podrá detenerse sólo en aquello que observa con el telescopio, deberá proceder además a interrogarse sobre el sentido y el fin al que se orienta toda la Creación. La filosofía y la teología, en esta fase, revisten un papel importante, para allanar el camino hacia ulteriores conocimientos. La filosofía ante los fenómenos y la belleza de la Creación busca, con su razonamiento, entender la naturaleza y la finalidad última del cosmos. La teología, fundada sobre la Palabra revelada, escruta la belleza y la sabiduría del amor de Dios, que ha dejado Sus huellas en la naturaleza creada (cfr. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, ia. q. 45, a. 6). En este movimiento gnoseológico están implicadas tanto la razón como la fe; ambas ofrecen su luz. Cuanto más aumenta la comprensión de la complejidad del cosmos, tanto más requiere una pluralidad de instrumentos capaces de poder satisfacerla; no hay ningún conflicto en el horizonte entre los diversos conocimientos científicos y los filosóficos y teológicos; al contrario, sólo en la medida en que éstos consigan entrar en diálogo e intercambiarse sus respectivas competencias, serán capaces de presentar a los hombres de hoy resultados verdaderamente eficaces.

El descubrimiento de Galileo fue una etapa decisiva para la historia de la humanidad. De ella han surgido otras grandes conquistas, con la invención de instrumentos que hacen precioso el progreso tecnológico al que se ha llegado. Desde los satélites que observan las diversas fases del universo, convertido paradójicamente cada vez en más pequeño, a las máquinas más sofisticadas utilizadas en la ingeniería biomédica, todo muestra la grandeza del intelecto humano, que según el mandato bíblico, está llamado a “dominar” toda la creación (cfr. Gen 1, 28), a “cultivarla” y a “custodiarla” (cfr. Gen 2, 15). Existe siempre un riesgo sutil, sin embargo, unido a tantas conquistas: que el hombre confíe sólo en la ciencia y se olvide de levantar los ojos más allá de sí mismo hacia ese Ser trascendente, Creador de todo, que en Jesucristo ha revelado su rostro de Amor. Estoy seguro de que la interdisciplinariedad con la que se realiza este congreso permitirá captar la importancia de una visión unitaria, fruto de un trabajo común para el verdadero progreso de la ciencia en la contemplación del cosmos.

Acompaño con agrado, venerado Hermano, vuestro empeño académico, pidiendo al Señor que bendiga estas jornadas, como también la investigación de cada uno de vosotros.

En el Vaticano, 26 de noviembre de 2009

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]


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Boletín 365:  

El próximo domingo, 20 de diciembre, a las 12:00 horas, en la capilla del Seminario Diocesano, serán admitidos a las Sagradas Órdenes: David Socas, de Nuestra Señora de la Candelaria, en Icod de los Vinos; Elisuán Delgado, perteneciente a la comunidad parroquial San Luis Rey de Francia, en Charco del Pino; Francisco Javier Regalado, de Nuestra Señora del Carmen, en Puerto Santiago; Honorio José Campos, cuya parroquia es San Pedro Apóstol, en Güímar; Juan Francisco Lugo, de San Juan Bautista, en La Laguna; y Carmelo José González, perteneciente a Nuestra Señora de la Concepción, en Los Realejos. Además, ese mismo día Francisco Javier Regalado será instituido en el ministerio del Lectorado y Honorio José Campos y Carmelo José González serán instituidos en el ministerio del Acolitado. 

Por cierto, la Televisión Canaria emitió el pasado sábado, dentro de su programa Report 7, un espacio dedicado al seminario y las vocaciones en la diócesis. El mismo se puede visionar en la web: http://www.rtvc.es/television/emision/repor7-7686.aspx 

La Congregación de las Hijas de la Caridad concluye durante esta semana su labor en el Hospital Insular de Nuestra Señora de los Dolores, en La Palma, al que se han dedicado durante 115 años realizando una importante labor asistencial. En este sentido, este viernes se celebrará una eucaristía y el Cabildo Insular ha organizado un acto de homenaje. Esta decisión, adoptada desde la congregación, la motiva el hecho de que las últimas hermanas que permanecen hoy en el Hospital Insular están en edad de jubilación y pasarán a dedicarse a una labor de carácter más pastoral. Sólo una de las hermanas y, probablemente dos más que llegarán con posterioridad, continuarán con el trabajo asistencial donde sean requeridas. 

Por otro lado, el director de Cáritas Diocesana de Tenerife, Leonardo Ruiz, ha señalado que, al término de este año 2009, la organización católica que dirige se ha visto obligada a cerrar dos centros, debido al recorte de la financiación económica por parte del Gobierno de Canarias. “Con todo el dolor de nuestro corazón cerramos el proyecto ‘Contamíname’ que ha estado dedicado a acoger emigrantes proporcionándoles orientación jurídica. Por otro lado, también nos vemos abocados a cerrar el centro ‘Nuevos Hogares’, en el Camino La Villa, en La Laguna, ya que no podemos ocupar las plazas que teníamos previsto para esta vivienda tutelada”. 

El mal tiempo que ha hecho estos días ha retrasado un poco los trabajos de desmontaje de las cubiertas de la Catedral. Sin embargo, el arquitecto, José Miguel Márquez Zárate, aseguró que "en los primeros días de la próxima semana" se podrán acometer. Está previsto que los trabajos se inicien en la cúpula principal. Lo primero que se desmontará será la cruz, que "se pretende sacar de manera íntegra", siempre y cuando no aparezcan dificultades. Para ello la cruz será protegida y se procederá a cortarla en su base. A pesar de que se han tenido que suspender en ocasiones los trabajos para levantar el andamiaje, que rodeará completamente la cúpula principal, "las labores en el interior del templo continúan", precisó el  técnico. 

Este sábado, 19 de diciembre, tendrá lugar un año más, la campaña “Sembradores de Estrellas”, que tiene la finalidad de dar un sentido misionero a las fiestas navideñas. Por tal motivo, los niños están invitados a felicitar en nombre de los misioneros a todos los que se encuentren por las calles de su barrio o población, anunciando el nacimiento de Jesús. 

Jesús González ha sido nombrado recientemente delegado de Pastoral de Migraciones, responsabilidad que con anterioridad realizaba el sacerdote Oscar Guerra. 

El próximo día 21 de diciembre, en Gran Canaria, se reúne el Consejo de Administración de Popular TV-Canarias. Al mismo asistirán los dos obispos de las diócesis del Archipiélago.  

El Instituto Superior de teología llevará a cabo este sábado la sesión ordinaria del Consejo de Profesores de 11:00 a 13:00 horas. En dicho acto, se presentará el balance económico del ejercicio 2009. Asimismo, se aprobará, si procede, el presupuesto económico para el ejercicio 2010.  

Por otro lado, esta semana los miembros del Centro de Orientación Familiar (COF) se han reunido para presentar los diferentes informes de gestoría, sociológico y económico. El perfil del usuario sigue siendo una persona casada, residente en la zona metropolitana, con uno o dos hijos, que acude al centro por cuestiones como la deficiente comunicación con los hijos y la pareja, procesos derivados de la situación económica y laboral, conflictos domésticos, etc.  

Ya ha sido ultimado el programa pastoral de las fiestas lustrales de Vallehermoso en honor a su patrona la Virgen del Carmen. El día de la Bajada será el 16 de Julio, programándose la subida para el 22 del mismo mes. Al menos desde 1697, está documentada la devoción a la Virgen del Carmen en su ermita situada en barranco del El Ingenio. La imagen de la patrona, ha sido testigo del devenir del pueblo, presente en todos los momentos. Hasta el año 1950, parece que la imagen de la Virgen bajaba al pueblo de manera anual. Será a partir de esa fecha que se acuerda, que la visita sea una vez cada lustro, los años terminados en 5 y en 0.  

El Gobierno de Canarias suma al Patrimonio Histórico de las islas, con la declaración de Bien de Interés Cultural la representación teatral de la Batalla de Lepanto que se celebra en el municipio de Barlovento. La representación teatral se celebra cada tres años, antiguamente el 13 de octubre, último día de las octavas de la Virgen del Rosario y por las "inclemencias del tiempo" se ha trasladado al mes de agosto. 

El Archivo Histórico Diocesano ha abierto sus puertas a la exposición: "Tesoro de Papel", que muestra documentos tan valiosos como, por ejemplo, la partida de bautismo del Padre Anchieta. El público podrá admirar documentos de las 32 parroquias históricas de la provincia. Esta exposición estará abierta hasta el 27 de febrero, en horario de 10:00 a 14:00  y de 17:00 a 20:00 horas, de lunes a viernes, y los sábados de 10:00 a 14:00 horas. Posteriormente, esta exposición recorrerá las islas de La Palma, La Gomera y Gran Canaria.  

Los futbolistas de la primera plantilla tinerfeñista han hecho entrega en la persona de su capitán, Marc Bertrán, de un cheque de 6000 euros a Cáritas Diocesana de Tenerife. Los jugadores blanquiazules, por segundo año consecutivo, han renunciado al regalo que habitualmente les entrega el club en la tradicional comida de Navidad, y han empleado el importe de dichos presentes en esta donación a Cáritas Diocesana. Asimismo, el Colegio Oficial de Odontólogos ha hecho lo propio con la cantidad de 1.250 euros.  

Por su parte, la directora del Instituto Canario de la Mujer y el director de Cáritas han clausurado la edición de este año del programa Clara, un recurso que ofrece a las mujeres la posibilidad de mejorar su inserción formativa y laboral. 

El pasado fin de semana en San Matías, Taco, se celebraron los actos organizados con motivo de las fiestas en honor a la Virgen de Guadalupe. Los mismos congregaron a muchas personas, la mayoría de ellas gomeros.   

Ya están marcadas las fechas de la 44º Peregrinación Diocesana a Tierra Santa. Las mismas se realizarán en dos grupos con un itinerario particular para cada uno. El Grupo A realizará esta iniciativa del 10 al 22 de febrero y el Grupo B del 11 al 21 del mismo mes. Para más información se puede llamar al 922 25 86 40.  

La parroquia de El Médano tiene previsto acoger su segundo concierto benéfico pro restauración del órgano de la parroquia, el sábado 19 de diciembre, a las 20:30 horas. Se trata de un concierto de villancicos navideños a cargo de la banda de música de Granadilla. 

El periódico La Opinión ha publicado, en su edición del 13 de diciembre, un reportaje sobre la labor que está desarrollando Félix Delgado en Perú. Este joven tinerfeño está trabajando como voluntario para una ONG jesuita y con jóvenes en situación de riesgo social en la localidad de Ayacucho. Delgado señala en el reportaje que ver a niños viviendo en la miseria te obliga a “replantearte la vida, los valores y prioridades”. 

El Hospital San Juan de Dios ha acogido una jornada de sensibilización destinada tanto a sus trabajadores como a los usuarios del centro. Entre las actividades que se llevaron a cabo, alrededor de un centenar de personas visitaron la exposición fotográfica “San Juan de Dios en África”, donde se mostraron 33 imágenes que exhiben la realidad social y sanitaria de Camerún. 

Ayuntamiento de La Laguna y vecinos ya conocen el proyecto de rehabilitación de la antigua iglesia de San Agustín. La actuación, valorada en nueve millones de euros, tiene como objetivo la transformación del viejo inmueble, así como del edificio contiguo de los Bethlemitas, en un sugerente espacio multifuncional, dedicado a la cultura y el esparcimiento. 

La música barroca protagonizará el Concierto Extraordinario de Navidad organizado por la Coral Reyes Bartlet, que inicia los actos de celebración del 40 aniversario de la agrupación tinerfeña. Interpretará junto al Ensemble Fontegara El Mesías de Handel, en la Iglesia de la Peña de Francia del Puerto de la Cruz, el día 20, a las 19.30 horas.


La evangelización, la paz y la reconciliación son el centro del documento de presentación del Instrumentum Laboris de la Segunda Asamblea Especial para el África del Sínodo de los Obispos, publicado por el Simposio de las Conferencia Episcopales de África y Madagascar (SECAM). En el documento, enviado a la Agencia Fides, se recuerda en particular el difundido compromiso de la Iglesia Católica en los últimos decenios por la paz y la reconciliación en el continente africano.


APORTACIÓN DE LOS DEPARTAMENTOS DE PASTORAL DE SECAM: EVANGELIZACIÓN Y JUSTICIA Y PAZ

1.0 Introducción

Fue "en conformidad con los deseos del episcopado de África" (IL Prefacio, p. iii) que el siervo de Dios,  el Papa Juan Pablo II anunció su intención de convocar una Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos en noviembre de 2004. Esto fue confirmado por su sucesor, el Papa Benedicto XVI en junio de 2005. Y "después de la debida consulta, el Obispo de Roma, la Cabeza del Colegio Episcopal y Presidente del Sínodo de los Obispos", eligió como tema de la Asamblea (IL p. iii), la Iglesia en África al servicio de la reconciliación, la justicia y la Paz: "Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5,13-14)".

El Instrumentum laboris (IL), de la Segunda Asamblea Especial o simplemente conocido como el Segundo Sínodo Africano está dirigido a  "generar reflexión, provocar el debate y orientar y sostener el discernimiento colegiado de los Pastores, que se reunirán en asamblea sinodal” en comunión con obispo de Roma, el Papa Benedicto XVI (IL no. 2). Es por esta razón que los dos departamentos de pastoral del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM) desean hacer una presentación formal a los padres sinodales.  

Al igual que lo hizo en el caso de la Primera Asamblea Especial para África, celebrada en 1994, la Iglesia en África atribuye gran importancia a la Segunda Asamblea. De hecho, el compromiso de los Obispos de África a las cuestiones de reconciliación, justicia y paz se remonta al "principio", como se señala en el Instrumentum laboris de la Primera Asamblea (no. 122) y se afirma en el Instrumentum laboris de la segunda (no. 19). Una rápida revisión de los esfuerzos de SECAM hacia la reconciliación, la justicia y la paz en los últimos 40 años de su existencia pone de manifiesto que en la inauguración del Simposio en julio de 1969, los obispos del continente se comprometieron a apoyar al Papa Pablo VI en su misión de paz en África y emitió dos declaraciones sobre la paz y el desarrollo al final de la Asamblea inaugural.

Posteriormente, los Obispos de África hicieron una declaración sobre la reconciliación y la penitencia en África al final de la 6 ª Asamblea General del Sínodo de los Obispos en Roma en 1983 en respuesta para calmar las divisiones y tensiones en el continente. El tema de la 7ª Asamblea Plenaria de SECAM en Kinshasa, República Democrática del Congo en julio de 1984 fue "la Iglesia y promoción humana en África hoy". Un Seminario Panafricano fue celebrado en Lesotho en mayo-junio de 1988 sobre Justicia y Paz, y se publicó una declaración sobre Justicia y evangelización en África.

En 2000, SECAM, en colaboración con la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) organizó una reunión de África-América sobre la Reconciliación, Resolución de Conflictos y Consolidación de la Paz Cívica en Maputo, Mozambique. Más tarde en el mismo año, SECAM celebró su 12 ª Asamblea Plenaria en Roma, Italia, en septiembre-octubre de 2000 sobre el tema "Cristo, nuestra Paz (Ef 2,14): Cómo puede ser la Iglesia-Familia de Dios un Sacramento de Reconciliación en África". En octubre de 2001 fue publicada una carta pastoral sobre el tema por el Simposio. La carta que sigue siendo pertinente hoy día expone los problemas, conflictos y guerras en África, habla de la paz que ofrece el mundo con respecto a la ofrecida por Cristo y exhorta a todos los pueblos de África a abrazar la paz, la reconciliación y el amor. Además, la sesión de estudio de la 14ª Asamblea plenaria de SECAM celebrada en Dar es Salaam, Tanzania en enero de 2007 se dedicó a la revisión de la Iglesia en África y para compartir ideas sobre cómo hacer que la Segunda Asamblea para África tenga un gran éxito.

Como veremos más adelante, todas estas cosas han contribuido juntas a lograr "un cambio significativo" en la sociedad africana, expresada en el Instrumentum laboris de la Segunda Asamblea (núm. 19). No obstante, "algunos problemas básicos, problemas humanos" que requieren un mayor debate aún existen (IL n º 6. Cfr. No. 14).

2.0 Un breve resumen del Instrumentum laboris

El documento es de 62 páginas y contiene 149 números. Se divide en cuatro capítulos, con un prefacio y la introducción al principio y una conclusión y la oración a la Virgen María, Reina de África, al final. El prólogo destaca la importancia de la reconciliación, la justicia y la paz en África contemporánea. Constata que la reconciliación "va más allá de las relaciones entre las personas y pueblos y se extiende a toda la creación» (cf. Rom 8:19; IL p. iv). La continuidad de la Segunda Asamblea Especial para África con la Primera Asamblea (1994) y la Exhortación Apostólica post-sinodal Ecclesia in Africa (1995) se subraya en el prefacio y la introducción. Nociones importantes (elaboradas más tarde), son mencionadas en el prefacio, por ejemplo, la idea de pecado personal, la atención a las personas "en la periferia de la sociedad africana", la urgente necesidad de la reconciliación, la justicia y la paz en África, etc (pp IL. iii-VI).

2.1 Capítulo Uno: La Iglesia en África hoy día

2.1.1 La evolución positiva desde la Primera Asamblea Especial para África


El primer capítulo del Instrumentum laboris (nn. 5-47) "comienza con una breve descripción de la sociedad africana contemporánea en el período transcurrido desde la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos (1994). Destaca el nuevo contexto o la época en que se han realizado algunos logros notables en el nivel socio-político, como "la liberación de personas del yugo de los regímenes dictatoriales", la aparición constante de "una cultura basada en principios democráticos", aunque frágiles, los líderes africanos llegando a ser cada vez más conscientes de su responsabilidad para hacer frente a los conflictos, mediar en los países en crisis o en la búsqueda de soluciones pacíficas y establecer Estados “regidos por la ley”, etc (nos IL. 7-8).  

En el ámbito eclesiástico, ha habido un aumento en el número de bautismos, las vocaciones sacerdotales y religiosas, movimientos laicales y asociaciones, etc.  "De varias maneras, África está mostrando signos de una gran sed de Dios" (IL no. 10). Algunas Conferencias Episcopales y diócesis en África han elaborado planes de acción pastoral en la reconciliación, la justicia y la paz. La traducción de la Biblia a las lenguas indígenas ha llevado a una renovación del interés en la lectura de la Sagrada Escritura y ha hecho celebraciones de la Palabra de Dios más dinámicas, más participativas y más eficaces, y las pequeñas comunidades cristianas han sido testigos de un enorme crecimiento, etc (IL no. 19). En general, la sociedad africana, ha "experimentado un cambio significativo" desde la Primera Asamblea Especial para África.

2.1.2 Evolución negativa desde la Primera Asamblea Especial para África

Algunas cuestiones básicas destacadas ya durante la Primera Asamblea Especial hace 15 años en las esferas religiosas, políticas, económicas y culturales aún existen. Éstas incluyen: la insensibilidad demostrada por los dirigentes a las necesidades de su pueblo (IL no. 6), la falta de principios democráticos, la promoción del etnocentrismo, etc (IL no. 23), los bajos precios de los productos indígenas, a menudo determinados por los propios compradores (IL no. 25), laxitud moral, corrupción, materialismo, impregnación de la noción de la familia humana, abandono de los ancianos y la negación de la infancia, etc (IL no. 31).

2.1.3 Desafíos en África hoy

Los números 21-33 del Instrumentum laboris hablan acerca de los desafíos actuales de África. Estas "tareas" (cf. IL nos. 6, 20) o problemas que requieren atención urgente incluyen: i) la familia; ii) la dignidad de la mujer, iii) la paz y la justicia y la proclamación de la Iglesia del Evangelio (cf. Lc 4,16 -19), vi) los medios de comunicación y, v) la autosuficiencia. Sin embargo, se señaló que "los problemas presentados a los Padres Sinodales tienen un gran impacto en la conciencia cristiana. Debido a que los cristianos son también los hijos e hijas de determinadas sociedades, los mismos problemas existen en la sociedad y la Iglesia. "Las Iglesias en África.... llevan en ellas la fragilidad de la situación actual de los países africanos en los planos institucional, financiero, teológico cultural y jurídico». Estas situaciones pueden ser reagrupados para incluirse bajo tres categorías principales, político, económico y cultural "(IL n º. 21).

Debido a la inestabilidad política y la falta de una política agrícola coherente (entre otros), la economía de África es frágil. Esto da lugar al éxodo rural, las ciudades superpobladas, el desempleo, la invasión de África por las organizaciones multinacionales en busca de recursos naturales, etc "La situación pone en peligro la identidad africana y pone en peligro la estructura misma de las sociedades africanas"  

Y "el estar fundamentada en la cultura se entiende para condicionar el desarrollo integral de los individuos y las comunidades" (IL no. 30). Sin embargo, "un proceso organizado para destruir la identidad de África parece estar teniendo lugar bajo el pretexto de la modernidad" (IL no. 31, cf. Núms. 70, 73). La explicación en el ámbito socio-cultural del continente está destinado a "salvaguardar los valores propios de África: un respeto a los mayores, el respeto a la mujer como madre, una cultura de solidaridad, ayuda mutua, la hospitalidad y la unidad, el respeto por la vida , la honestidad, la verdad, mantener la palabra dada, etc "(IL no. 30).  

La última sección del capítulo primero se ocupa de la reflexión teológica sobre el tema del Sínodo. Se señala "cómo las comunidades eclesiales están llamados a servir a la reconciliación, la justicia y la paz", es decir, como "sal de la tierra" y "luz del mundo" (Mt 5,13). Con estos símbolos "Jesús exhorta a los oyentes a transformar la sociedad humana a través de su presencia y para indicar, a través del ejemplo de sus vidas, los caminos que conducen al Reino de Dios, que se ha prometido a los que son maltratados, arruinados y marginados de la sociedad. De esta manera, el Reino de Dios aparecerá como una tierra de consolación, de saciedad y de misericordia y de herencia de los hijos e hijas de Dios "(IL n º. 39).  

Todo esto, en efecto, significa responder al desafío de Jesús a amar al prójimo (cf. Jn 13,35) o de estar "estar enamorados unos de otros" (IL n º. 43). De esta manera, cada miembro del Cuerpo Místico, la Iglesia, mostrará a otros hermanos en África cómo "ser reconciliados con Dios y entre sí (cf. Mt 5.23ss; 2 Cor 5,20). La Iglesia mostrará entonces su aspecto sacramental como un signo eficaz que hace presente en África, la gracia de la reconciliación entre Dios y la humanidad y entre los pueblos mismos "(IL no. 43).

2.2 Capítulo dos:  Reconciliación, Paz y Justicia: una necesidad urgente

El segundo capítulo del documento (nn. 48-69) describe los «inicios» y, sobre todo, los "obstáculos" encontrados por la Iglesia y la sociedad en el camino de la reconciliación, la justicia y la paz. Observa que "el compromiso de los fieles al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz es urgente" (IL n º. 48). Las tres cuestiones objeto de debate (la reconciliación, la justicia y la paz) se presentan en tres pasos, es decir, las experiencias en la sociedad, las experiencias dentro de la Iglesia, y qué cuestiones deben abordarse.

Los aspectos socio-políticos, socio-económicos y socio-culturales de la reconciliación se ponen de relieve en los números 49-52 del Instrumentum laboris. Los párrafos sobre la justicia (nos. 55-63) describen los problemas sociales en África, que incluyen, prisiones superoscurecidas, la cultura de la impunidad, la ecología, los alimentos genéticamente modificados, el cambio climático y la política agrícola, así como la cuestión de los derechos de la mujer tanto en la sociedad como en la Iglesia.  

Los párrafos "en el camino a la paz" (nos. 63-69) dan una visión más profunda de algunas de las causas raíz de la crisis africana, abordando la cuestión de la discriminación y el desprecio por la cultura africana ... "una razón más básica de la inestabilidad de las sociedades en el continente está ligada a la alienación cultural y la discriminación racial, que han generado a lo largo del curso de la historia de África un complejo de inferioridad, el fatalismo y el miedo. Un desprecio de las lenguas africanas y la literatura oral africana ha provocado el rechazo de los valores que son debidamente africanos. La ausencia de estos puntos de referencia ha generado inestabilidad entre los jóvenes "(IL no. 66).

2.3 Capítulo tres: La Iglesia-Familia de Dios: "Sal de la Tierra" y "Luz del Mundo"

El tercer capítulo (nos. 70-102) establece las características de la Iglesia como Familia de Dios en su deseo de servir como una fuerza abriendo caminos a la reconciliación, la justicia y la paz. Expone sobre la Iglesia-Familia de Dios, sal de la tierra, luz del mundo y hace un llamamiento "para que se abran caminos para lograr la reconciliación, la justicia y la paz en el continente" (IL no. 70). Se subraya la importancia de la inculturación por la encarnación de la fe cristiana en África (cf. IL ns.74).

Con el fin de sacar fuerza de la fe en Cristo, es necesaria la participación activa en los sacramentos, sobre todo, la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación (IL no. 75, cf. nos. 79-80, 86); aplica lo mismo a "vivir en la solidaridad y el compartir con los pobres, los enfermos, los huérfanos y las viudas, todos los cuales están identificados con Cristo (cf. Mt 25) toda vez que ellos transmiten su amor, su bondad y su compasión "(IL no. 76). "La Eucaristía es el sacramento del amor. Desde que el mismo amor permanece aquí, no hay lugar para el odio, la venganza y la injusticia "(IL n º. 81); también “reconcilia a los discípulos de Cristo con el Padre y proporciona la sanación de divisiones a través de una preparación penitencial, el intercambio de la paz de Cristo y la participación del Pan de Vida, donde Jesús mismo alimenta los miembros de la Iglesia con su Cuerpo y su Palabra "(IL n º. 82).  

El resto del capítulo destaca las esferas de especial preocupación donde la Iglesia-Familia de Dios es llamada a servir a las sociedades africanas, a saber, a través de sus instituciones educativas y de salud y programas por el  desarrollo (IL no. 92), programas comunes que claramente muestran "los esfuerzos de la Iglesia por la paz y la resolución de conflictos "(IL no. 95), y el diálogo ecuménico con otras hermanas y hermanos cristianos, los seguidores de la religión tradicional africana así como el Islam (IL nos. 99-102). 

2.4 Capítulo IV: La Iglesia-Familia de Dios en el trabajo: testigos y nuevas perspectivas

El cuarto y último capítulo del documento (nos. 103-145) es un relato de lo que los miembros y las instituciones de la Iglesia ya han realizado y que todavía pueden hacer para promover la reconciliación, la justicia y la paz en África. Todos los agentes de la evangelización en África, es decir, los obispos (nos. 107-110), los sacerdotes (nos. 111-112), las personas consagradas (nos. 113-114), los fieles laicos (nos. 115-118) están llamados a participar activamente en la labor de la reconciliación, la justicia y la paz.  

Entre otros detalles, los Obispos han de intensificar su papel profético en "respuesta a la sed de la gente por la justicia y la paz" (IL no. 107; los sacerdotes han de ayudar a los cristianos, sobre todo, a través de sus homilías y catequesis para "escuchar su llamada a la ser trabajadores de la justicia, la paz y la reconciliación "(IL no. 111); las personas consagradas ha de "extender el Reino de la justicia, la paz y el amor de Cristo a través del trabajo pastoral con la juventud (escuelas, el ministerio de la calle, etc.), asistencia a los pobres, servicios a las mujeres (especialmente las viudas) y el cuidado de los enfermos y minusválidos (IL no. 113; y los fieles laicos han de ser "trabajadores de la reconciliación, la justicia y la paz en las distintas asociaciones”, movimientos y lugares en los que se encuentran (IL no. 118).  

Aparte de los agentes mencionados anteriormente, también se espera que las instituciones de la Iglesia contribuyan a la reconciliación, la justicia y la paz, llevando normalmente "la marca del espíritu del Evangelio cuyos frutos", que son «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley "(Gal 5,22-23; IL no. 119). Las instituciones incluyen SECAM (nos. 121-122), las Conferencias Episcopales (no. 120), las Comisiones de Justicia y Paz (nos. 123-125), Seminarios mayores, Casas de Formación (nos. 126-127), los Programas de Formación (nos. 128-130), las instituciones de la Salud (nos. 131-132), las instituciones educativas (nos. 133-134) y Universidades (nos. 135-136).  

Los últimos párrafos del capítulo cuarto (nos. 137-145) se dedican a las diversas funciones de los fieles cristianos en la sociedad, por ejemplo, en la política (no. 138), en las fuerzas armadas (no. 139), en la economía (no.140), en la educación (no. 141), en la salud (no. 142), en el ámbito cultural (no. 143 ), en los medios de comunicación (no. 144), y en los organismos internacionales u organizaciones (no. 145).  

Con series de referencias bíblicas, la conclusión del Instrumentum laboris reitera la necesidad de reconciliación como un medio de justicia y paz, tanto en África como más allá. "La Iglesia-Familia de Dios en África, fiel a su vocación de anunciar la Buena Nueva del Evangelio, quiere abrirse más y más a la misión ad intra en el propio continente y ad extra hacia las Iglesias de otros continentes en contacto con ella"(IL no. 148). Como se mencionó anteriormente, el documento termina con una oración a la Santísima Virgen María, la Madre de Dios y la Reina de África. 

3.0 Algunas cuestiones del Instrumentum laboris y Propuestas

El documento plantea cuestiones que requieren reflexiones y soluciones. Estos incluyen:

3.1 El egoísmo y la sed de poder como un signo de falta de conversión 

La primera cuestión general planteada por primera vez en el Instrumentum laboris es que mucha gente en África sigue dando muestras de la actitud egoísta o centrada en sí misma. El egoísmo, se dice:

"Nutre la codicia, la corrupción y el atractivo de la ganancia. Es la fuerza impulsora de la apropiación indebida de bienes y riquezas destinadas a poblaciones enteras "(IL no. 11).

Del mismo modo, la sed de poder

"conduce al desprecio de todas las normas elementales de buen gobierno, se aprovecha de la falta de conocimiento de la gente, manipula las diferencias políticas, étnicas, tribales y religiosas y crea las culturas donde los guerreros son considerados héroes y la gente necesita ser pagada por los sacrificios del pasado y las injusticias cometidas. Básicamente, lo que ennegrece la sociedad africana viene del corazón humano (cf. Mt 15,18-19; Marcos 7,15; Gen 4, IL no. 11).  

En suma, el corazón se dice ser:

"el escondite final de la causa de todo lo que  desestabiliza el continente africano" (IL no. 11).

Esto indica claramente la falta de una verdadera conversión por parte de los cristianos en África, a pesar de todos los esfuerzos de evangelización de la Iglesia. Por lo tanto hay necesidad de reflexionar cuidadosamente sobre cómo la gente del continente puede vencer el egoísmo y llegar a estar verdaderamente convertidos a Cristo, como individuos y como comunidades. 

3.1.1 Propuesta sobre la Proclamación, la catequesis y homilías

Puesto que la fe, que supone la conversión, es un don gratuito de Dios, proponemos que:

• Cada Iglesia particular en el continente africano debe analizar críticamente su enfoque a la proclamación y la catequesis. La proclamación de la fe cristiana o la catequesis debe centrarse en el encuentro personal con Cristo. De hecho, se nos recuerda en el no. 104 del Instrumentum Laboris que "el núcleo de la evangelización es un encuentro personal con Jesús en la oración cotidiana, los sacramentos y la vida espiritual, plenamente convencido de que," si el Señor no construye la casa, los que construyen es trabajan en vano "(Sal 127,1).

• Cada sermón u homilía debe tener en cuenta "las necesidades concretas a los que uno se dirige, nunca imponer interpretaciones arbitrarias e insuficientes, pero siempre favoreciendo la única cosa necesaria, un verdadero encuentro con Dios a los hermanos y hermanas confiados a nuestro cuidado".

• Debería haber una evangelización profunda para que la gente vuelva a descubrir su verdadera identidad como hijos de Dios, hechos a su imagen y semejanza.

3.2 Conflictos, guerras y el Racismo

Se informa en el Instrumentum laboris que:

"Algunos líderes políticos muestran una insensibilidad a las necesidades de su pueblo. Siguen sus propios asuntos y desprecian cualquier idea del bien común. Al carecer de un sentido del Estado y de principios democráticos, llevan a cabo acuerdos políticos, que son unilaterales, partidistas, impulsados a favor y etnocéntricos. Al mismo tiempo, fomentan la división para asegurar su imperio "(no. 23).

"Divisiones basadas en factores étnicos, tribales, regionales o nacionales, y una mentalidad xenófoba se han observado en algunas comunidades eclesiales y en las palabras y actitudes de algunos pastores" (no. 53).

"La asamblea sinodal proporcionará la oportunidad de discutir las causas subyacentes de los conflictos que son una parte tan importante del continente africano" (no. 54).

Como resultado de todo esto (y otros factores), muchos países de África siguen buscando más y más como un campo de batalla, donde sólo cuentan los intereses egoístas y prevalece la ley de la fuerza, la ley que fatalmente distancia a la humanidad de la deseada civilización de amor "(EIA no. 79).

3.2.1 Propuesta de Reconciliación

Para lograr la reconciliación, la unidad y la coexistencia pacífica en el continente, todo cristiano debería aceptar el mensaje de la reconciliación, como se muestra en 2 Corintios 2.17-20. En su muerte en la cruz, Cristo reconcilia a todos nosotros con Dios y los unos con los otros y establece la paz y la unidad entre nosotros. Como se expresa en Efesios:

"Los que solían estar muy lejos, se han acercado, por la sangre de Cristo. Porque él es la paz entre nosotros, y ha hecho los dos en una sola entidad y derribado el muro que los mantenía separados al destruir en su propia persona la hostilidad, que es la ley de los mandamientos con sus decretos. Su propósito en esto era, al restablecer la paz, crear un solo Hombre Nuevo a partir de los dos, y mediante la cruz, reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, en su propia persona él dio muerte a la hostilidad "(2.13 - 16).

Esto pide a todas las personas del continente africano y también al mundo como individuos y comunidades a:

• Resolver los conflictos y perdonar sin condiciones. Porque la Buena Nueva de la reconciliación en 2 Corintios 2.17-20 nos desafía a hacer todo lo posible para resolver de manera urgente las tensiones, los conflictos y las controversias en las relaciones humanas y laborales, en la lucha por la justicia social y la igualdad, la paz y la unidad, por la democracia y el desarrollo etc en todas partes de África y del mundo. También pide a cada uno de nosotros romper con los sentimientos de odio, la hostilidad, la ira, el sesgo o el perjuicio que mantenemos unos contra otros y a apresuremos a reconciliarnos, y perdonarnos unos a otros, incondicionalmente como Dios nos ha perdonado en Cristo.
• Un perdón incondicional implica que la víctima no debería esperar a la confesión del autor antes de que él / ella sea perdonado, ni tampoco significa que la víctima no pueda recordar el daño o el perjuicio causado, sino que a pesar de ello, uno sigue relacionándose con los otros con una mente abierta, confianza mutua profunda, buen humor y espíritu. Del mismo modo, este desafío nos obliga a dar el primer paso hacia la reconciliación y el perdón, incluso cuando el delincuente o el autor no lo hace, y a aceptar fácilmente la reconciliación y el perdón de aquellos que nos ofenden. Pablo exhorta a cada uno de nosotros, “que nunca se ponga el sol sobre vuestro enojo o de lo contrario daréis lugar al diablo" (Ef 4. 26). "Toda la amargura o mal humor, ira o gritos o abuso se debe eliminar de vosotros de igual modo que todo tipo de malicia. Sed generosos unos para con otros, compresivos, perdonándoos mutuamente con la facilidad que Dios os perdonó en Cristo "(Ef 4,31-32; ver Col 3,9-15).
• La reconciliación de la humanidad con Dios ya está objetivamente perfeccionada en Cristo, de una vez por todas, pero tiene que ser subjetivamente realizada en las personas en el mundo. Así que a pesar de estar reconciliados con Dios, la persona humana, los bautizados cristianos inclusive, sigue siendo libre, y por esa razón es posible para él / ella permanecer a sí mismo de nuevo en enemistad con Dios. Por lo tanto, cada persona tiene que continuamente hacer su acto individual de reconciliación y renovación de su relación personal de amor con Dios y con su prójimo. Cada cristiano en África, y en todos los campos del quehacer humano, debe convertirse en un embajador de la reconciliación y el perdón. Del mismo modo, todos los pueblos de África y del mundo, sin excepción, deben participar en la promoción de la paz, la unidad, la solidaridad, el diálogo, la comprensión mutua y el respeto.
• Nuestra reconciliación con Dios y de unos para con otros, nos obliga a adoptar una nueva visión del mundo y una visión en la que no vivamos ya para nosotros, sino para Cristo y para los demás. Para Pablo, todo al que Dios ha reconciliado consigo mismo por Cristo es re-creado por Dios como una persona nueva o una nueva criatura, porque él / ella ha entrado en un nuevo campo de ser y Dios es la fuente de este nuevo orden de la creación. En esta novedad de vida  él / ella ha adquirido un nuevo conjunto de normas. Él / ella ya no juzga las cosas por las normas del mundo, sino por las normas de Dios. "Os habéis despojado de vuestro comportamiento anterior con vuestro antiguo yo, y os habéis puesto en un nuevo yo que progresará hacia el verdadero conocimiento cuanto más se renueva la imagen de su Creador, y en esa imagen, no hay lugar para la distinción entre Griego y Judío, entre circuncisos e incircuncisos, o entre los bárbaros y escitas, esclavos o libres. Hay sólo Cristo; él es todo y está en todo "(Col 3,10-11; cf. Ef 4,22-24).• A pesar de que inevitablemente necesitamos la gracia de Dios para alcanzar el nuevo reino de existencia, tenemos que hacer esfuerzos concretos todos los días para superar nuestros malos deseos y tendencias. Se trata de una disposición interior hacia Dios y un encuentro personal con Cristo, alcanzado mejor a través de profunda reflexión, de oración y devoción. Es a través de un encuentro personal con Cristo que puede transformar a cada uno de nosotros en una nueva persona, un nuevo ser, una criatura nueva y un auténtico testimonio de él.
• Para trabajar por un África reconciliada, se debería alentar la celebración comunitaria frecuente del sacramento de la reconciliación.

3. 3 No aplicación de las recomendaciones de Ecclesia in Africa

El Instrumentum laboris señala que:

"En algunos lugares, la exhortación no ha sido suficientemente distribuida y aplicada, a pesar de sus recomendaciones claras (no.18).

"La Segunda Asamblea debe corregir la falta de un seguimiento sistemático en la aplicación de los resultados de la Primera Asamblea y el contenido de la Exhortación Apostólica Post-sinodal" (n. 20).

3.3.1 Propuesta sobre evaluación y aplicación de Ecclesia in Africa

En consonancia con el "Instrumentum Laboris" los especialistas en este campo en todo el continente deben "hacer una evaluación completa de la recepción de la Exhortación Apostólica Post-Sinodal para mostrar lo que se ha hecho y lo que aún queda por hacer" (nos. IL. 13, 20).

• Esto debería incluir esfuerzos continuos por parte de cada Iglesia particular en el continente africano para difundir el mensaje de "Ecclesia in África", que es siempre pertinente y oportuno "(IL no. 18).
• Cada Iglesia particular en el continente africano debería encargarse de la traducción de Ecclesia in Africa, en todos los idiomas para que su gente pueda entender mejor.
• Cada Iglesia particular debería ocuparse más de velar para que Ecclesia in Africa sea incorporada en las clases de catequesis, seminarios y programas de formación

3.3.2 Imagen de la Iglesia-Familia de Dios

El Instrumentum Laboris llama la atención sobre la imagen de la Iglesia-Familia de Dios adoptada por los padres sinodales presentes en la Primera Asamblea Especial para África para el continente en particular y para el mundo en general. Fundada sobre la Paternidad de Dios, la imagen “destaca los valores de la solidaridad, el compartir, el respeto por los demás, la hospitalidad, convivencia, etc. de la  familia Africana.

Este modelo ha abierto los corazones y los espíritus en la gestión de conflictos mediante la combinación de diálogo bajo el árbol de "palabrería" y los ritos de la reconciliación, que son para los discípulos de Cristo la palabra de Dios, escuchada y compartida, el sacramento de la Penitencia y la Eucaristía, que sella la comunión "(no. 88). Es, por tanto, importante resolver de forma concreta el vivir la imagen de la Iglesia-Familia de Dios en todo el continente (cf. Nos. IL. 15, 17, 40, 45, 54).

Con el fin de actuar como la Iglesia-Familia de Dios, hijos e hijas del mismo Padre en el Hijo unigénito se debe tener siempre en cuenta que:

• "La pertenencia a Cristo pone las diferencias de origen a un lado y reúne a la gente como verdaderos hermanos y hermanas en una familia de los hijos e hijas de Dios" (IL no. 87).
• Todos los cristianos en África debe imitar la vida ejemplar de la Sagrada Familia.
• La Iglesia en África debe promover la solidaridad entre todos los pueblos en todos los niveles (parroquial, diocesano, nacional, regional continental).

3.3.3 Formación de los cristianos y las responsabilidades de los laicos

La Primera Asamblea Especial para África también recomendó, entre otras cosas, la formación de los cristianos, pero no se ha hecho mucho en esta dirección. Y el Instrumentum laboris "aborda la cuestión de la identidad eclesial que a menudo está estrechamente vinculada con la jerarquía cuando los laicos no se dan o no asumen sus responsabilidades también dentro de la Iglesia".

• La Iglesia en África debería intensificar esfuerzos hacia la formación de los fieles laicos en todos los niveles (parroquia, diócesis, nacional, regional y continental). Es de esta manera que estarán "comprometidos con su fe, para que puedan trabajar en política con el fin de que traigan a las muchas diferentes personas en la sociedad a vivir juntos en paz". Lo mismo se aplica a la formación de sacerdotes y religiosos "que están ansiosos de ser signos y testigos del Reino" (IL no. 54).• La Iglesia en África debería desarrollar una noción de liderazgo basado en la participación y subsidiariedad, estas son, de hecho, tareas desde hace tiempo.
• Cada Iglesia particular en África debería trabajar sobre los ministerios laicales y sus responsabilidades. 

3.3.4 La Familia

Las respuestas a los Lineamenta muestran que la creatividad es necesaria para hacer frente a las necesidades espirituales y morales de la familia (cf. IL no. 20).

• Dado el importante papel de la familia como Iglesia doméstica, el apostolado de la familia debería formar parte integrante del plan o programa pastoral de cada Iglesia particular en el continente. 

3.4  Desafíos tradicionales culturales y negativos

Se señala en el Instrumentum laboris que en todas partes en el continente africano:

"Las mujeres siguen siendo objeto de muchas formas de injusticia, violencia doméstica, actos de dominación por parte de sus maridos, la poligamia, que deforma el carácter sagrado del matrimonio y la familia y crea una rivalidad entre los cónyuges y los hijos que tienen, falta de respeto a la  dignidad y los derechos de las viudas, la prostitución y la mutilación genital de las mujeres "(n. 59).

En el nombre de la cultura o las tradiciones ancestrales, las mujeres son víctimas y se abusa de diferentes maneras.

3.4.1 Propuesta sobre la dignidad de la mujer

Para lograr lo anterior:

• Líderes de la Iglesia y de la sociedad deberían urgentemente fomentar y promover la dignidad de la mujer. Esto puede lograrse mejor mediante la educación y la participación concreta de la mujer en la Iglesia y en las estructuras y los programas estatales. Tal como se aconseja en el Instrumentum laboris, "el papel de las mujeres será más eficaz, si la Iglesia-Familia las reclute en su misión de manera directa más visible. De esta manera, se puede dar un tono más humano a las sociedades africanas "(no. 117).
 
3.4.2 Propuesta sobre Brujería:

Instrumentum laboris observa que "algunas creencias y prácticas falsas de las culturas africanas demandan atención especial", por ejemplo, la brujería se dice estar "rompiendo los pueblos y las sociedades urbanas" (n. 32).

• Cada Iglesia particular en África debería embarcarse en una campaña en contra de la creencia en brujería y otras prácticas tradicionales negativas y perjudiciales.

3.4.3 Propuesta sobre inculturación

Muy relacionado con lo anterior es "el desafío de inculturación", que se dice que es "más crucial que nunca para las sociedades africanas, cuyas culturas están amenazadas" (IL no. 70). "El Evangelio está basado en el terreno de la cultura humana. Las sociedades africanas muestran qué impotentes son con la ruptura de culturas. Si la Iglesia debe formar cristianos auténticos, debe prestar seria atención en sembrar el mensaje del Evangelio en la cultura "(IL no. 73). Además, "la brecha entre la fe cristiana y la vida del día a día en África sólo será superada por una profunda inculturación no sólo de las liturgias y ritos, sino también de las estructuras de la Iglesia y de las instituciones administradas por la Iglesia". Una "profunda inculturación ha de tener en cuenta la ambivalencia tanto de la cultura tradicional de África... como de las culturas dominantes de hoy  día, llamadas modernidad, que de muchas maneras han cambiado la vida de los africanos". Por lo tanto:

• Cada Iglesia particular debería procurar para ello que los teólogos, así como las facultades de teología en su entorno afronten este problema y proporcionen un modelo de cómo el Evangelio puede ser encarnado en la cultura africana.
• Cada Iglesia particular en el continente africano debe intensificar los esfuerzos en la promoción de las lenguas indígenas de África y la literatura oral, que en la actualidad son tratados con desdén (cf. IL no. 66).
• Cada Iglesia particular debería seguir promoviendo el estudio de la antropología y religiones africanas tradicionales.

3.5 Una llamada a la Justicia

El Instrumentum laboris señala que:

"Buscar la paz y la justicia es una parte integral de la misión profética de la Iglesia al proclamar el Evangelio (cf. Lc 4, 16-19; IL no. 20).

La Iglesia por tanto es llamada a servir a la justicia del reino viviendo esta justicia en sí misma, es decir, en sus miembros, de modo que los hermanos y hermanas de África elijan el arduo camino de la redención y lo siguan (IL no. 45). Sin embargo, un salario justo para los trabajadores de la Iglesia sigue siendo una preocupación crítica (IL no. 17). Los sueldos de los trabajadores son insuficientes, si es que se les paga (IL no. 25). Lo que necesita atención es: "cómo se puede mostrar la unidad intrínseca entre la búsqueda de la paz y la justicia y la proclamación de la Iglesia del Evangelio" (IL no. 20.)

3.5.1 Propuestas sobre la justicia

• Cada institución de la Iglesia debe pagar salarios justos y promover la dignidad de los trabajadores.
• La Iglesia en África debería intensificar esfuerzos sobre la autosuficiencia en todos los niveles. Cada Iglesia particular debe invertir en proyectos de microfinanzas.
• Cada Iglesia particular debería velar para que "la autonomía" esté incluida en el currículo de los seminarios y casas de formación.• Los líderes de la Iglesia en niveles parroquial, diocesano, nacional y regional deberían participar en los foros donde se analizan  las formulaciones e implementaciones de política a fin de dar una orientación moral sobre cuestiones que afectan a las vidas de las personas, especialmente de los pobres y los grupos desfavorecidos en la sociedad.
• Los líderes de la Iglesia en todos los niveles de la Iglesia en África deberían seguir comprometidos, y proporcionar recursos adecuados para sus Comisiones Justicia y Paz.
• Los líderes de la Iglesia en todos los niveles deben participar activamente en la defensa y hablar en contra de la injusticia, aun cuando los intereses de una tribu estén en riesgo. 

3.6 Desafíos Teológicos

A nivel teológico, el Instrumentum laboris habla acerca de las dos imágenes de la sal y la luz, el cual  dice "expresan la doble dimensión de la identidad del discípulo de Cristo" (IL no. 37). "La imagen de 'sal de la tierra'  ve a los discípulos como los medios activos de la transformación de los lugares donde sus hermanas y hermanos viven. En efecto, al igual que la sal cambia el sabor de los alimentos a los que se añade, de igualo modo los discípulos de Cristo están llamados a vivir en su entorno local de tal manera que mejoren el sabor de la humanidad. Así como la sal se disuelve y se vuelve invisible, el impacto inicial de la vida del discípulo escapa a la noticia" (IL no. 37).

La segunda imagen  "exhorta a los discípulos a identificarse a sí mismos como la 'luz del mundo'... .. la luz está destinada a brillar, no se puede ocultar". Por esta razón, "los discípulos, que son la luz, no pueden pasar desapercibidos".  Hacen esto a través de sus "buenas obras de dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, acogida al forastero, vestir al desnudo, visitar al enfermo y al anciano, mostrar preocupación por el prisionero, etc (cf. Mt 25,35-36; IL no. 38).

3.6.1 Propuesta sobre ser sal y  luz del mundo

• Para llegar a ser "sal de la tierra" y "luz del mundo" (Mt 5,13-14) todos los cristianos en África deben evitar cualquier forma de egoísmo y codicia, y deben poner el interés de los demás por encima del interés personal.

3.6.2 Propuesta sobre el examen de conciencia

En general, hablando de  reconciliación,  justicia y  paz, de manera indirecta se enfrenta la Iglesia en África con la cuestión de su propia credibilidad. Por ejemplo en la presentación de informes sobre las experiencias de  reconciliación,  justicia y paz dentro y fuera de la Iglesia en el capítulo dos, el análisis de los obstáculos en la sociedad es lamentablemente más elaborado que aquel dentro de la Iglesia.

• Esto exige un examen crítico de conciencia por parte de todos los miembros de la Iglesia en África.

3.7 Una llamada a unos medios de comunicación católicos mejorados

El Instrumentum laboris señala que hacer "radio auténticamente católica todavía requiere un esfuerzo" (n. 20). Alienta además  que:

"Los Medios de comunicación deben ser evangelizados a través de la formación de quienes trabajan en sus distintos segmentos". Las nuevas tecnologías de la comunicación son hoy un lugar ineludible para la Evangelización (no. 20).

Las cuestiones que se abordarán son, cómo la Iglesia puede hacer uso de estas tecnologías, y de qué manera  puede llegar a estar más involucrada.

3.7.1 Las propuestas sobre los Medios Católicos

• Cada Iglesia particular en África debería establecer estaciones de radio, televisiones, revistas y periódicos católicos donde no existen.
• Cada Iglesia particular en el continente debería fortalecer y mejorar la capacidad y calidad de aquellos que ya están trabajando en las instituciones de medios de comunicación.
• Cada Iglesia particular debería participar activamente en la red y colaboración de los medios de comunicación en África.
• La Iglesia en África debería organizar talleres y seminarios sobre resolución de conflictos,  ecumenismo y  diálogo interreligioso a todos los niveles. 

3.8 El reto de la globalización

El Instrumentum laboris señala que la globalización,

"Tiende a marginar a África. Hablar de problemas y soluciones en África es imposible sin considerar los otros continentes, sus instituciones económicas, financieras y su red de información, todos los cuales tienen un impacto considerable en la sociedad africana "(IL no. 13).

Por esta razón, las "comunidades eclesiales en África miran a los Padres sinodales para examinar esta situación formidable para la que las sociedades africanas son en parte responsables y en parte víctimas" (IL no. 13) y ofrecer soluciones. Es en "el contexto de este fenómeno "que se espera que los Padres sinodales  "busquen maneras por las que la Iglesia pueda fomentar una mayor integración de las sociedades y los países del continente" (IL no. 72).

3.8.1 Propuestas sobre la globalización

• La Iglesia en África debería mejorar en la red y colaboración con las instituciones (por ejemplo, Misereor, CIDSE, Caritas, la Unión Africana y el Parlamento Panafricano) para influir en el cambio a todos los niveles de toma de decisiones.
• Cada Iglesia particular en el continente debería esforzarse por participar, cuando sea posible, en las conferencias nacionales, regionales y, o internacionales y dar aportes sobre los asuntos que afectan a la vida de muchas sociedades.
• Cada Iglesia particular en África debería crear capellanías parlamentarias u oficinas de enlace en su localidad.
• Cada Iglesia particular debería igualmente establecer consejos asesores o de expertos, grupos de trabajo en materia social y política para ayudar en la labor de promoción. 
• Cada Iglesia particular debería desarrollar y fomentar el uso del concepto de la Cesta de Necesidades Básicas (BNB) como una herramienta de promoción para su Comisión de Justicia y Paz.

Conclusión

En nuestra personalidad corporativa, todo africano no sólo está implicado en los males del continente, sino que cada uno también debe estar implicado personalmente en el esfuerzo por transformar África, empezando por nosotros los cristianos. De la parroquia a los niveles regionales, todos los sacerdotes, religiosos y obispos deben vivir como miembros de una familia y llegar a ser puntos de unidad dondequiera que estemos.

Esto debe ir acompañado de un compromiso firme por parte de cada uno de nosotros hacia el perdón y la reconciliación. Es de esta manera que la Iglesia en África llegue a "ser para todos, a través del testimonio ofrecido por sus propios hijos e hijas, un lugar de verdadera reconciliación", de justicia y  paz. "Perdonados y reconciliados mutuamente, estos hijos e hijas, serán capaces así de llevar al mundo el perdón y la reconciliación que Cristo, nuestra Paz (cf. Ef 2:14) ofrece a la humanidad a través de su Iglesia" (cf. IL no. 86) .

A la materna intercesión de María, Nuestra Señora de África y la Reina de la Paz, confiamos la labor apostólica de los Padres Sinodales en la Segunda Asamblea Especial para África, "bajo la sabia y fiel guía del Santo Padre, el Papa Benedicto XVI" ( Prefacio p. vi).

Preparado en Accra, septiembre de 2009 por: Sr. Firmin Adjahossou (Oficial de Programa), el Sr. Simson Mwale (Oficial de Programa), Rev. Terwase H. Akaabiam (Secretario, Dept de Evangelización), Fr. Martinho Maulano (Secretario, Departamento de Justicia y Paz) 


(Traducción particular no oficial desde el inglés)

El documento completo del SECAM (en ingles) 


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Mi?rcoles, 16 de diciembre de 2009

 Exposición de monseñor Jorge Lugones SJ, obispo de Lomas de Zamora, en el Encuentro Nacional de Comunicadores de Radios Católicas. (AICA) (Unquillo. Córdoba, 28 y 29 de noviembre de 2009)

ENCUENTRO NACIONAL DE COMUNICADORES DE RADIOS CATÓLICAS 

Es oportuno recordar y meditar lo que nos dicen las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización del Episcopado Argentino: “Para que el anuncio de Jesucristo y la promoción de la dignidad humana sean ofrecidos a toda la sociedad argentina, convocamos a cada uno de los bautizados a ser protagonista activo de esta gesta evangelizadora nueva en los sectores y ambientes que le son propios: en la vida familiar; las instituciones civiles; el solidario y fraterno compromiso con los pobres y los jóvenes…  en el vasto campo de la educación y de la cultura; en la pluralidad de las artes y de las actividades de los medios de comunicación social (Nº 40).

Desde esta Comisión Episcopal de medios, queremos impulsar a todos los agentes de pastoral de la comunicación, y de un modo especial a los que colaboran en los medios radiales católicos, a “navegar mar adentro y echar las redes” no sólo desde el anuncio explícito, que con constancia muchas de nuestras radios vienen realizando, con gran esfuerzo y entrega, sino también, pudiendo llegar a una audiencia no católica, diría no religiosa, y en muchos casos secularizada, que prescinde de Dios

El criterio personal y el criterio espacial de la evangelización

En su misión pastoral de evangelización la Iglesia debe alcanzar al hombre en su realidad integral, en su existir histórico y cultural. Es en esta realidad integral del hombre que se verifica su relación con los ambientes, que asumen, por tanto, un significado antropológico. Los ambientes, en realidad, no se reducen a ser algo exterior que circunda al hombre, sino que se configuran como elementos interiores que penetran en el hombre y en su vida.

“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda criatura”(1)

Aquí Jesús nos señala los dos criterios de la misión: el criterio personal y el criterio espacial.

El criterio personal: se trata de llegar y alcanzar a “toda criatura”, esto es, a cada persona.

El criterio espacial que hace referencia a la extensión geográfica y que debe abarcar toda la tierra. Así también lo expresa explícitamente Jesús cuando les dice a los Apóstoles: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” (2).

Se trata, específicamente, de la pastoral territorial. Esta pastoral tiene como sujeto a la comunidad parroquial. Pero el criterio espacial hace referencia también a todos los lugares donde se desarrolla la vida del hombre, sea individual sea asociadamente, a todos los espacios materiales y espirituales en donde se realiza la existencia humana: a todos los ambientes, diríamos hoy. Así la evangelización debe alcanzar, también, los diversos ambientes sociales y culturales. Los cristianos que actúan en los diversos ambientes deben ser los “misioneros” en esos ambientes (3).

Está claro que los dos criterios, personal y espacial se relacionan íntimamente, ya que el ambiente se debe entender como realidad antropológica, y que cada persona no puede prescindir de los ambientes en donde vive y actúa.  

Integrar el mensaje a la cultura implica inculturar el Evangelio

Anuncien la Buena Noticia a toda criatura. El hombre es el destinatario de la misión. La pastoral de la Iglesia se dirige al hombre: a todos los hombres y a cada uno en particular. Pero ¿A cuál hombre? ¿Al hombre creyente o al hombre agnóstico? ¿Al joven del grupo parroquial o al que esta excluido de toda contención familiar? ¿A la mujer que sabe rezar y medita la palabra de Dios, o la que esta convencida de que la iglesia es un negocio? ¿Al político catolicón, que hace la suya o al dirigente barrial que critica su actuar como católico? ¿Al esfuerzo denodado para que se rece el rosario a las tres de la tarde, o al apoyo de los vecinos para que la fábrica del barrio deje de contaminar?.... Evidente Jesús dice a toda criatura.

 Creemos que puede ser un desafío duro pero no menos importante, el buscar una audiencia que no tiene como base nuestra práctica de la fe, pero que no debemos excluir sino intentar evangelizar.

Multiplicar el mensaje y además multiplicarlo mal, es lo más común, porque varios de los medios católicos son meros ‘repetidores’, como sucede en muchos casos por la falta de creatividad. Mientras que integrar el mensaje en la cultura implica inculturar el evangelio, dialogar con todos y no solo con los cristianos, y dialogar con el lenguaje de la cultura, con la realidad que vive la gente y con su modo de hablar.

La cultura en la que desarrolla su trabajo cada una de las Radios, en Argentina, esta llena de ejemplos de valores que la gente común vive y defiende, como la solidaridad, etc., sobre los que nosotros podemos hacer pie para presentar el Evangelio, pero hablándoles desde sus propias realidades y en su propio lenguaje.

El objetivo es integrar el mensaje en la cultura, pero hoy la tecnología de por sí es el ‘lenguaje’ de la cultura; la tecnología crea una cultura nueva porque es el lenguaje con el que la gente se maneja.

Como decía Juan Pablo II: "el trabajo en estos medios no tiene solamente el objetivo de multiplicar el anuncio. Se trata de un hecho más profundo, porque la evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo".

"No basta, pues, usarlos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta 'nueva cultura' creada por la comunicación moderna"(4).

En el Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año, al subrayar la importancia que tienen las nuevas tecnologías –decía Benedicto XVI- alenté a los responsables de los procesos comunicativos a todos los niveles, a promover una cultura del respeto por la dignidad y el valor de la persona, un diálogo arraigado en la búsqueda sincera de la verdad, de la amistad que no es fin en sí misma, sino capaz de desarrollar los dones de cada uno para ponerles al servicio de la comunidad humana. De este modo, la Iglesia ejerce lo que podríamos definir una "diaconía de la cultura" en el actual "continente digital", recorriendo sus caminos para anunciar el Evangelio, única Palabra que puede salvar al hombre (5).

Despertar a este riesgo del apostolado es dejar que el don recibido para cumplir la misión que se nos confía prosiga su natural cauce y se propague fecundante. Esta creatividad en la misión necesariamente debe inquietar sanamente para no atrincherarse en el propio límite. La gracia de Dios y la confianza en El, animan a llevar las fronteras un poco más allá.

La parábola de la oveja perdida nos ayuda a la reflexión, a pensar desde mi limitación, desde mi rutina misionera, hacia el límite que se propone a los que están seguros. Es la oveja que ha quedado en tierra de nadie, no demarcada por fronteras. Esta perdida porque se encuentra sin pastor, sin rebaño y sin referencia..

Tener agresividad apostólica significa dejar que la gracia recibida para cumplir la misión que se nos ha asignado, prosiga libremente su natural fuerza expansiva y se difunda. Por esto, actuar con agresividad apostólica supone confianza en que la gracia divina puede actuar. Supone no contentarse con lo que se tiene… ser capaz de actuar como el buen pastor que convencido de su función primordial de conducir, deja en el redil a quienes ya están encuadrados, para buscar a quienes no tienen conducción. Y este sentido, lleva los límites un poco mas allá, no los límites del encuadramiento que siguen siendo los mismos, sino los límites de su acción(6). 

El desafío de comunicar a los que no están en el redil

Sabemos que el desafío en la radiodifusión es arduo y necesita de agentes, con una creatividad nueva, preparados para incursionar en un ambiente que no es el católico, que puedan llegar a ser “formadores de opinión”, que se metan en el barro del mundo, pero sin renunciar a nuestros valores humanos y cristianos.

Ante los programas de radio, sobre todo, los que opinan sobre la realidad actual, la última información, los comentarios al aire en respuesta a llamados de los oyentes, para opinar etc, se va dando primero un proceso de escucha de los oyentes, y luego la adhesión o el rechazo parcial o total, o con muchos matices, pero genera siempre una reacción de la acción producida en el medio, lo cual puede llegar a producir una crítica, en el verdadero sentido de la palabra, un juicio del oyente, sea sólo del pensamiento o que pueda expresarlo.

Nos parece que si los temas propuestos son presentados con altura, con profundidad y respetando la sensibilidad del oyente, podemos incursionar en el pensamiento crítico de muchos argentinos, que están un tanto hartos, de tanta chabacanería pseudoilustrada. No todo en la radio es entretenimiento o pasar el rato. Mucha gente prende la radio para informarse, y lo más importante, para formarse una opinión propia, desde lo que escucha. Y si nuestros argumentos son claros, contundentes (que no quiere decir excluyentes) desde los valores que queremos inculcar, se puede ir dando esta formación de lo opinión colectiva, que es nuestra finalidad. Creo que nuestras opiniones deben ser firmes pero no rígidas, la rigidez es fanatismo, mientras que la firmeza otorga la tolerancia. Hoy en día hacer pensar a otros no es poca cosa, y si de ese pensar saco un razonamiento que puede llevarme a un horizonte de lo trascendente, me parece que estaríamos colaborando implícitamente a que la evangelización de la cultura pueda hacerse realidad, es más dejaría un campo preparado para la inculturación del evangelio. 

La creatividad del desafío, desde los valores permanentes

Y nosotros decimos que es un desafío pero desde la creatividad.

Ser creativos implica que hay siempre un horizonte abierto. Y no se trata solamente de un optimismo espiritualista. Desde la afirmación: “lo que ves no es todo lo que hay”, nos anima al ingenio y la apertura, para que muchos puedan tener la oportunidad de un contacto con lo trascendente, presentado desde la competencia de ser un formador de opinión, pero con un sustrato convincente de la vigencia de la formación en los valores del reino, que proclamábamos en la misa de Cristo Rey: el valor de la vida y la verdad, de la gracia y la santidad, de la justicia, el amor y la paz .

Decía este año el Santo Padre: las nuevas tecnologías han abierto también caminos para el dialogo entre personas de diversos países, culturas y religiones. El nuevo espacio digital, llamado ciberespacio, permite encontrarse y conocer los valores y tradiciones de otros. Sin embargo para que esos encuentros den fruto, se requieren formas honestas y correctas de expresión, además de una escucha atenta y respetuosa. El dialogo debe estar basado en una búsqueda sincera y recíproca de la verdad, para potenciar el desarrollo en la comprensión y la tolerancia. La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, es más bien la búsqueda de la verdad, del bien de la belleza. A dichos fines se encaminan nuestras decisiones y el ejercicio de nuestra libertad, y en ellos – la verdad, el bien y la belleza- encontramos felicidad y alegría.

Cuando sentimos la necesidad de acercarnos a otras personas, cuando deseamos conocerlas mejor y darnos a conocer, estamos respondiendo a la llamada divina, una llamada que esta grabada en nuestra naturaleza de seres creados a imagen y semejanza de Dios, el Dios de la comunicación y de la comunión.

La sensibilidad frente al momento histórico, el realismo en la acción, no deben hacernos olvidar la defensa de los valores perennes que deben ser salvados en la sociedad. La necesaria apertura hacia las exigencias nuevas de la sociedad no debe hacer que dejemos de lado los valores permanentes que valen para el hombre de ayer, de hoy y de mañana.

Los cristianos estamos llamados a construir un orden social y civil respetuoso de la persona humana, de proponer la auténtica concepción del hombre y de sus verdaderas necesidades, de asegurar y promover a la familia, de usar el poder de los medios masivos de comunicación como servicio y no como medio de aprovecharnos de ellos.  

Los comunicadores laicos hacia los nuevos desafíos de la comunicación

Los laicos son miembros de la Iglesia en el corazón del mundo. Evangelii Nuntiandi dice: “Los seglares, cuya vocación específica los coloca en el corazón del mundo y a la guía de las más variadas tareas temporales, deben ejercer por lo mismo una singular forma de evangelización. Su tarea primera e inmediata no es la institución y el desarrollo de la comunidad eclesial -ésa es la función específica de los pastores- sino el poner en práctica todas las posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero a su vez presentes y activas en las cosas del mundo” (N° 70).

El Evangelio pide encarnarse en la cultura misma del hombre, allí donde se forjan los juicios, su mentalidad, sus decisiones; allí donde se forma opinión, donde se investiga la verdad, donde se hace la ciencia, donde se expresa la belleza, donde se construye la ciudad humana, con el trabajo de cada día, en la costosa diagramación radial, y en el humilde reportaje a uno de los pequeños del Reino. Desde el llamado a la solidaridad, hasta el servicio de buscar anunciantes.  

El testimonio cristiano no es sólo buena voluntad

Es evidente que no es suficiente ser “buen católico”, como se dice habitualmente, para ser un buen administrador, o un buen movilero, o un buen profesional, o un buen obrero, o un buen comunicador. Es necesario el esfuerzo de la preparación, la formación, la habilidad técnica.

La formación religiosa es necesaria también para el problema del individualismo, “la quintita propia”, la ilusión de ser estrella o de ganar plata con la Radio. Porque es difícil encontrar gente que trabaje para el plan pastoral de la diócesis, junto al obispo y en comunión con los otros que hacen lo mismo y respetando las diferencias, la diversidad de carismas y dones.

Lo común es que cada uno trabaja para si mismo y para sostener su propio proyectito personal. Y creo que ese es un problema mucho más serio, que, el de ‘pescar en la propia pecera’.

Se requiere competencia y eficiencia. Para ello hay que prepararse seriamente. Se debe huir de la improvisación.

La acción del cristiano en el mundo no es sólo una cuestión técnica, es también algo íntimamente unido a su vida personal. Para ser eficaz en la pastoral de la comunicación debe darse una coherencia en todos los momentos y aspectos de su personalidad: como fiel, como padre o madre de familia, respetuoso de la ley: en deberes y derechos, como profesional, como responsable en la vida social.

La teoría o la práctica de la doble verdad, que sostiene que la profesión, los negocios, la política se realizan prescindiendo de las convicciones religiosas, puede ser una fuerte tentación de querer separar la religión de toda realidad humana.

 El comunicador inmerso en la historia

El cristiano comprometido en el apostolado de la comunicación debe conocer la realidad de la sociedad en la que vivimos, no solamente a través de una lectura, que podríamos llamar fotográfica, limitándose a registrar lo que sucede ante nuestros ojos, sino intentando ir un poco más a fondo para recoger las raíces de los fenómenos que observamos. Se trata de comprender las razones de fondo que está en el origen de algunos comportamientos. Veremos que existen presupuestos culturales que informan el pensamiento y el modo de obrar de las personas. Se hace necesario una lectura de la realidad, un trabajo de discernimiento para interpretar el significado de los acontecimientos.

Debe conocer las ideas, correctas o erróneas (toda idea puede tener algo de verdad) que circulan en el mundo y de alguna manera lo dirigen, Debe conocer las causas y los componentes que han influido en la configuración de las ideologías. Debe conocer las condiciones objetivas, espirituales y materiales en que viven los hombres de nuestro tiempo, cuál es el cuadro cultural, económico, político en el que se encuentran. Debe conocer las razones de las protestas contra la situación actual.  

El comunicador nos es un providencialista

Aunque la historia de los hombres sigue el misterioso plan de la Providencia y si la garantía de toda acción en la sociedad del cristiano consiste en la vitalidad y profundidad de vida religiosa, esto no lo dispensa de saber con que medios y recursos cuenta en la situación objetiva en la cual se mueve y que condiciona su accionar.

Es el “sentarse a calcular” de la parábola evangélica que pone en práctica el rey sabio antes de emprender la guerra contra el rey más poderoso o del constructor que antes de iniciar la obra cuenta lo que tiene para saber si la podrá concluir (7). La confianza en la Providencia no debe “tentar a Dios”. La competencia técnica, la habilidad y las dotes humanas son ciertamente necesarias (8).

Somos mujeres y hombres de fe por eso confiamos este gran desafío, al Maestro interior: El  Espíritu Santo, que anima a la apertura y a la comunión entre los hombres, invitando a la aceptación de la diversidad, propiciando el encuentro,  implicándonos como iglesia, a recrear continuamente la cultura del encuentro, con el mundo y la sociedad.

El horizonte de la Iglesia como el de Jesús es el Reino, de allí la importancia de que la Iglesia pronuncie su voz. Como peregrinos del cielo, pero con la mente abierta, el corazón en la mano y los pies sobre la tierra. La articulación de todo dialogo debe nacer de la apertura al Espíritu Maestro de comunicación, El puede vencer  con su auxilio todo lo que nos atemoriza y detiene, todo lo que divide y separa, para hacer crecer el espíritu de la verdad y de unidad, para que el mundo crea. 

Que María Santísima “mujer sin retórica” la que supo escuchar al gran comunicador, al Espíritu Santo. María mujer de no muchas palabras, pero oportunas, que supo discernir entre tantos comentarios de pueblo, la Palabra verdadera. María la del sí como un susurro, que se convertiría en el gran hecho comunicado y comunicador de la historia. María de la antirretórica, que no imposta la voz y no posa para nadie. Queremos que nos acompañes en este desafío de la evangelización de nuestros  medios radiales, para llegar a los que no se sienten del redil.

María mujer sin retórica,  líbranos del aplauso, del estremecimiento instantáneo y de la intoxicación de las palabras. Haz que nuestra comunicación parta de la solidez de los valores y llevando el perfume del silencio, trasunte la apertura de la tolerancia, el don de la libertad de espíritu y la verdad en la caridad, que el creador nos ha insuflado. 

Preguntas para trabajar en grupo

¿Cómo puede una radio católica, provocar la escucha de los no formados en la fe?
¿Qué creatividad necesita una radio católica para ser escuchada con interés por una audiencia indiferente a la religión? 

Notas

(1) Mc 16,15
(2) Hch. 1,8
(3) Villalva L., “El laico y su responsabilidad en el mundo temporal” 2005
(4) Discurso de Benedicto XVI a la plenaria del CPCS (29-10-2009), cita a Juan Pablo II
(5) Benedicto, Ibid
(6) Bergoglio j.M., “Reflexiones espirituales sobre la vida apostólica”. Ed. Diego de Torres. Bs As 1988.
(7) Lc. 14,28-32
(8) Villalva, ibid 

Mons. Jorge Lugones S.J., obispo de Lomas de Zamora

 

 


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Homilía de monseñor Marcelo Daniel Colombo, obispo de Orán en la ordenación presbiteral del diácono Darío Billordo. (AICA)
(San Ramón de la Nueva Orán, 27 de noviembre de 2009)

ORDENACIÓN PRESBITERAL
 

Con gran alegría hemos venido a acompañarte querido Darío, en este paso trascendental para tu vida y para nuestra Iglesia diocesana. En algunos minutos, te impondré las manos y rezaré sobre vos la consagración presbiteral, en la que el Señor te configurará con Cristo, buen Pastor, servidor de nuestro Pueblo.

Ciertamente los años transcurridos te han ido preparando el corazón para esta respuesta generosa de hoy. Los años de formación primero en Córdoba y después en Tucumán, el tiempo de experiencia pastoral en la diócesis, posibilitan tu sí de hoy. Damos gracias a Dios por todos los que colaboraron en este camino formativo de la Iglesia: los obispos que te recibieron y formaron, los sacerdotes, religiosas y laicos de las distintas comunidades de nuestra diócesis y la hermana arquidiócesis de Tucumán, donde te has desempeñado. Su presencia entre nosotros constituye un testimonio elocuente del vínculo que te une a todos ellos. Gracias, hermanos y hermanas, por venir y acompañarnos en un día jubilar para nuestra Iglesia diocesana.

El lema que has escogido “Consuelen a mi pueblo” nos introduce en lo que constituye buena parte de nuestro ministerio: acompañar el dolor de nuestra gente, sostener su esperanza, caminar junto a ellos confiados en la fuerza del amor de Dios, vencedor sobre la muerte y el pecado. Dios te invita a hacerte presente en esta realidad concreta de Orán, tu diócesis, para consolar las aflicciones de nuestro Pueblo, no como quien pide una resignación esperanzada en un más allá demasiado lejano, sino como el que pone el oído y ayuda a entender, a abrir puertas donde todo parece cerrado, a alivianar el sufrimiento cuando la congoja y la angustia se apoderan de alguien y no lo dejan libre. Nunca tu consuelo implicará dependencia de vos, de tu persona. Estás llamado a consolar haciendo más libre al otro, más responsable de su propio destino, más consciente de lo que Dios quiere de él. Consolar será entonces una actitud que te identificará con una Iglesia auténticamente samaritana, que no pasa de largo sino que asume las consecuencias del mandamiento del amor.

El evangelio nos invita a considerar el testamento apostólico de Jesús. Junto a sus discípulos, después de haberles lavado los pies, el Señor los invita a vivir su condición de amigos, de discípulos elegidos por Él, en el amor. Sólo así será posible dar fruto duradero, permaneciendo unos junto a otros, viviendo en el marco del amor fraterno. 

La rica historia pastoral de nuestra diócesis, a la que queremos ser fieles, la gran extensión geográfica que la constituye así como el número creciente de su población, la multiplicidad de los desafíos presentes que nos interpelan en el mundo familiar y juvenil así como en la pastoral aborigen, la pastoral social y de la caridad, el incipiente y sostenido desarrollo de las ciudades que exigen una pastoral urbana acorde, hacen todavía más urgente esta invitación de Jesús de permanecer unidos para dar ese fruto que nuestro pueblo ansía. Despliego ante vos, con trazo grueso, el horizonte en el cual se desenvolverá tu ministerio pastoral junto a nosotros.

Querido Darío, consciente de que Dios te ha elegido, hoy te incorporás a un presbiterio, nuestro querido presbiterio de la diócesis de Orán. Estás llamado a integrarte a él, con todos tus dones, tus riquezas personales, y por supuesto, con tus límites. Cada uno de nosotros los tiene y eso nos hermana en la condición de personas en crecimiento. Nosotros te conocemos. Valoramos tus ganas de serle fiel a Dios, siempre y en todo, tu simpatía, tu servicialidad, tu capacidad de relacionarte, de generar vínculos de amistad buenos y duraderos, de convertir el dolor en posibilidad de seguir creciendo. 

También vos nos conocés, a algunos más, a otros menos. Es ésta tu comunidad apostólica al servicio del Pueblo de Orán, discípulos y misioneros del Pan y la Palabra, seguidores de Aquél que nos amó primero. ¡Bienvenido!

Te invito a que te hagas disponible a tus hermanos sacerdotes, que seas capaz de apostar una y otra vez a una verdadera fraternidad sacerdotal, condición indispensable para el ejercicio fecundo de la caridad pastoral según el corazón de Jesús, que pongas palabras y gestos de amistad que nos esperancen y consuelen. Alegráte con cada alegría de tus hermanos sacerdotes y experimentá como propio el dolor que los aflija, el fracaso que los agobie, la incomprensión que los abata. Nunca los sientas extranjeros en tu corazón. Ocupáte de visitar al enfermo o aquél que esté alejado. Poné siempre tu carisma de amistad al servicio de la unidad del Cuerpo de Cristo.

Seguramente todo esto, dicho en el marco de tu ordenación sacerdotal, te parecerá mucho, muy importante, pero difícil de realizar solo. ¡Es así, nomás! Pero tenés toda la vida para vivir esta caridad pastoral alimentada en la fraternidad presbiteral. Estamos para acompañarte. Te equivocarás y volverás a empezar, y estará allí el Señor con su misericordia, para reanimarte, para restaurar tus energías, para restañar las heridas del camino. Y también estará tu obispo para sostenerte y alentarte, para exhortarte y contenerte, para decirte que siempre el Amor de Jesús es más fuerte que nuestros dolores, que nuestros fracasos, que cualquier incomprensión. 

Querido Darío, Dios te está invitando a un ministerio feliz y fecundo. Gracias por decir que sí al llamado de Dios. Nunca dejes de orar y trabajar para que otros sigan este camino de servicio al Pueblo de Dios.

Que Él te acompañe y haga de vos un testigo fiel, como su hijo Jesucristo.  

Mons. Marcelo Daniel Colombo, obispo de Orán


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Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA el miércoles 16 de Diciembre de 2009 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H. * 

Llega la Navidad del Señor 

Y PUNTUALMENTE y para todos, sin discriminación. Alcanza a todos, como el pan y la palabra, como la luz y el rocío del cielo, que se nos da con abundancia, incluso a aquellos que no quieren enterarse, pero que aun sin pretenderlo quedan como tocados, en estos días de propiciación y de salud, por el influjo y la gracia, difundidos sobre todas las cosas, de la presencia del Señor, humanado en Belén, que se nos acerca por los caminos de la humildad y de la alegría del corazón.

La luz está entre los seres humanos: los astros, la tierra y el mar, todo cuanto existe bajo el cielo saluda con un canto nuevo al Autor de este beneficio de la luz, porque nos da la clave para comprender que el centro de gravitación de la vida y de la historia está en Belén de Judea, desde que una noche feliz nos trajo el día, que ahuyentó la cautividad y descifró los enigmas del hombre y del universo. Toda la liturgia de la Navidad se ordena según este tema de la exultación y de la gratitud, "porque Dios ha nacido para nuestro bien, y alrededor de Él van a desplegarse la realidad y el símbolo y la gracia de lo divino".

La Navidad llega para todos, ciertamente, pues Dios a nadie niega ni su palabra ni su presencia, a través de las cosas más desvalidas, cuando hay disposición de oír y de entender. Pero en estos días propicios parece que al Niño desvalido de Belén se le comprende y descubre con más seguridad y prontitud de espíritu, que es cuando, en realidad, el ser humano se siente más necesitado de Dios y de irle al encuentro.

Para descubrir este horizonte y vivirlo, no olvidemos las dificultades que nos lo pueden impedir, como son la abundancia excesiva de bienes materiales, no bien ganados muchas veces; y por otra parte, está la alegría alborotada, que ciega y retiene a los seres humanos, clausurados dentro de su propia limitación. También se suman la prisa y el afán de disfrute, que tanto ciegan la fuente del deseo, que les hacen vivir en una desdichada conformidad, sin enterarse, como los moradores remisos de Belén, de que Dios está cerca, de que está llegando para todos; pero le dejan ir de paso, sin notar ni descubrir su presencia, porque no tienen tiempo ni atención más que para procurarse las satisfacciones incompletas de su egoísmo.

Ya S. Pablo pedía fidelidad a la luz para soportar el gran misterio de la humanización de Dios, que es un misterio y es, a la vez, la evidencia de la caridad y benignidad del Señor para con los seres humanos. En el establo de Belén, desde el pesebre, sobre unas pajas, nos da el Señor la primera lección permanente de humildad y de abatimiento, para que los seres humanos, que tanto necesitan para hacerse infelices y fatigar el corazón, conozcan que la verdadera alegría les vendrá por la comprensión de que Dios llega para todos en la noche santa de Dios: ¡Navidad!

* Capellán de la clínica S. Juan de Dios


Publicado por verdenaranja @ 20:52  | Espiritualidad
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 Reflexión de José Antonio Pagola para el domingo cuerto de Adviento - C 2009, ofrecido por la Delegación de Enseñanza de la Diócesis de Tenerife

RASGOS DE MARÍA   

 

         La visita de María a Isabel le permite al evangelista Lucas poner en contacto al Bautista y a Jesús antes incluso de haber nacido. La escena está cargada de una atmósfera muy especial. Las dos van a ser madres. Las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios. No hay varones. Zacarías ha quedado mudo. José está sorprendentemente ausente. Las dos mujeres ocupan toda la escena.

         María que ha llegado aprisa desde Nazaret se convierte en la figura central. Todo gira en torno a ella y a su Hijo. Su imagen brilla con unos rasgos más genuinos que muchos otros que le han sido añadidos posteriormente a partir de advocaciones y títulos más alejados del clima de los evangelios.

         María, «la madre de mi Señor». Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo. Es cierto: para los seguidores de Jesús, María es, antes que nada, la Madre de nuestro Señor. Éste es el punto de partida de toda su grandeza. Los primeros cristianos nunca separan a María de Jesús. Son inseparables. « Bendecida por Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a Jesús, «fruto bendito de su vientre».

         María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque «ha creído». María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.

         María, la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio Hijo. Ésa es su gran misión y su servicio. Según el relato, María evangeliza no sólo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.

         María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera  en escuchar la invitación de Dios: «Alégrate...el Señor está contigo». Ahora, desde una actitud de servicio y de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la Iglesia el mejor modelo de una evangelización gozosa    

  

José Antonio Pagola

 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
20 de diciembre de 2009
4 Adviento (C)
Lucas 1, 39-45


Publicado por verdenaranja @ 20:29  | Espiritualidad
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Plegaria sacerdotal de Antonio Díaz TORTAJADA, sacerdote-periodista, rezada  y meditada en retiro sacerdotal en la diócesis de Tenerife el 16 de Diciembre de 2009

 

Plegaria Sacerdotal

Señor Jesús:

Sacerdote eterno, presente en el sacramento eucarístico,
Tú buscaste el corazón de cada hombre
para hacer de él una nueva criatura.
De ti nació un pueblo nuevo.

Un pueblo que, al principio, fue sólo un grupo reducido,
pero dueño de una magnífica promesa: Integrar a toda la humanidad. Tú llamaste a los que quisiste
para que participaran de tu sacerdocio;
no te elegimos nosotros a ti,
sino que fuiste tú quien nos eligió a nosotros.

Más aún, tú nos has descubierto que,
detrás de tu llamada, está la elección misteriosa de Dios Padre. Nos llamaste a seguirte;
es decir, a ir en pos de ti, a recorrer tu propio camino;
por tanto, nos exiges sobre todo una gran confianza en ti; confianza total, entrega completa a tu persona.

Sacerdote eterno: Tú nos llamas a ser tus discípulos
a repetir, acompañados por ti, tu propia vida y misión.
Y esa habrá de ser en adelante nuestra tarea fundamental como llamados a prolongar tu sacerdocio.

Una tarea que englobará y dará nuevo sentido
a toda nuestra existencia.

Somos tus discípulos,
y sientes un gran amor por nosotros.

Nos consideras como tu auténtica familia, tus amigos, no tus siervos. Te preocupas de nosotros como una madre solícita
se esfuerza por no perder a sus hijos;
nos corriges con dulzura,
nos educas con una paciencia infinita.

Queremos aceptarte como el sentido único y absoluto de la vida: Nos exiges el desprendimiento total de los bienes y la renuncia a formar una familia.
Tú eres el objetivo prioritario de nuestra vida: Tú por encima de todo.
Cada mañana vuelves a poner delante de nuestras miradas la exigencia con que comenzó toda nuestra historia personal: "Sal de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tu padre, y ven a la tierra que te mostraré".
¡Qué difícil resulta cortar amarras y seguirte..,! Cada mañana nos propones un camino de amor; y no hay amor sin libertad.
La respuesta a este amor ha de ser personal, consciente y libre, e implica a toda la persona.

Para seguirte como sacerdotes
hay que tomar una decisión personal e intransferible, Negarse a sí mismo y tomar tu cruz...

Más pronto o más tarde,
en nuestra vida sacerdotal si esta abierta al amor aparecerá el sufrimiento que lo cambia todo. Es una prueba que. o destruye o madura.

El sufrimiento mal encajado rebela,
endurece y agría el corazón humano;
el sufrimiento aceptado como fruto del amor
ensancha la capacidad de amar y comprender, humaniza y fecunda. El amor a los hermanos que has puesto en nuestra vida, ese vaciarse para que tengan vida y vida abundante produce dolor y sufrimiento;
aceptar este sufrimiento es tratar de vivirlo con amor y situarlo en la perspectiva de la esperanza,
vivirlo como dolor de parto y no como dolor de muerte. 

Además, Señor Jesús:

Estamos vocacionados a llevar también las cruces de los otros. Y tomar la cruz de nuestros hermanos
significa también saberse complicar la vida en favor de ellos; no sólo preocuparse por lo propio, sino
hacer del dolor y sufrimiento de los otros nuestro propio sufrimiento.

Señor Jesús:

Tú nos has llamado a compartir tu sacerdocio.
Aquí está el secreto.
Porque se trata de un camino difícil,
imposible de recorrer con nuestras propias fuerzas.

Sólo hay una forma de hacerlo:
Ponernos detrás de ti
y hacer que nuestros pies vayan pisando tus mismas huellas, vivir contigo y como Tú.

Aprenderemos de esta forma a convivir contigo:
Así Tú, Sacerdote eterno, nos vas moldeando como discípulos para que seamos imagen viva de tu presencia en el mundo.

El resultado de este seguimiento será la plena identificación contigo. Ya no seremos nosotros los que viviremos,
será tu sacerdocio, quien vivirá en nosotros.

Señor Jesús:

Nos has enviado a predicar
con el poder de expulsar a los demonios.

Nos has enviado a ejercitar una tarea:
Nos has llamado a proclamar el Reino de Dios.

Que no seamos aprendices de un mensaje para después repetirlo sino que te anunciemos a ti como camino, verdad y vida; para ello, tenemos que estar contigo en intimidad constante, escuchándote e identificándonos con tu estilo de vivir.
Sólo así podremos predicarte, anunciarte y comunicarte, es decir, dar testimonio de lo que hemos visto y oído.

En definitiva,
podremos decir que los sacerdotes en nuestro mundo
somos Jesús mismo, que prolongamos tu acción,
que somos otro Cristo en la historia,
que transmitimos a Jesús que se ensancha para poder llegar a todos. ¡Sublime poder otorgado a los frágiles hombres!

¡Gran tesoro llevado en vasijas de barro!

Señor Jesús, Sacerdote eterno:
La dignidad de nuestra vocación sacerdotal,
se expresa en nuestra disponibilidad para servir, según tu ejemplo, que no viniste al mundo para ser servido sino para servir.

A la luz de esta actitud tuya,
sólo sirviendo podremos verdaderamente reinar.

Es decir,
que toda nuestra vida la entendamos y la vivamos como un servicio, sólo así reinaremos como Tú, Señor.

Ahora nos volvemos a tu madre y señora nuestra, María. Reina de los sacerdotes:
¡Tú eres nuestro refugio y esperanza en este tiempo! ¡Tú eres la reina de la esperanza!

Como una vez oraste en medio de los Apóstoles de tu Hijo Jesús pidiendo el don prometido del Espíritu Santo, intercede ahora por nosotros tu sacerdotes para que por el poder de este mismo Espíritu seamos verdaderos testigos de Cristo tu Hijo. A Él sea la gloria por los siglos.

Amén.

Antonio Díaz TORTAJADA - Sacerdote-periodista


Publicado por verdenaranja @ 17:04  | A?o Sacerdotal
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Puntos de reflexión de retiro sacerdotal realizado el 16 de Diciembre de 2009.

Introducción: Dios tiene un sueño para cada ser humano que se va desplegando con el paso de los años. Se unen el proyecto de Dios y el anhelo del ser humano que busca siempre la verdad y el bien. Él pensó en nosotros y nos ha creado por amor. Su deseo es que disfrutemos de su amor y que colaboremos para hacer más feliz la vida de los que nos rodean. Los santos son aquellos que han llevado a la práctica este camino de amor y hoy son felices plenamente (Ef 1, lss). Los santos se modelaron al unísono con los latidos del Corazón de Cristo y su testimonio es herencia y memoria por actualizar e imitar en cada período histórico de la Iglesia peregrina

Los sacerdotes están llamados a vivir la santidad como novedad de vida, hecha posible por la comunicación especial del Espíritu Santo a través de la imposición de manos del obispo y la oración de la iglesia. La fidelidad de Cristo exige y hace posible la fidelidad del sacerdote. "Aunque no se puede olvidar que la eficacia sustancial del ministerio no depende de la santidad del ministro, tampoco se puede dejar de lado la extraordinaria fecundidad que se deriva de la confluencia de la santidad objetiva del ministro con la subjetiva del ministro" (Benedicto XVI, Carta 16 de junio 2009)

"La santidad de los presbíteros contribuye poderosamente al cumplimiento fructuoso del propio ministerio –porque aunque la gracia de Dios puede realizar la obra de la salvación también por medio de ministros indignos-, sin embargo, por ley ordinaria, Dios prefiere manifestar sus maravillas por medio de quienes, hechos más dóciles al impulso y guía del Espíritu Santo, por su íntima unión con Cristo y su santidad de vida, ya pueden decir con el Apóstol: "Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mi" (PO 12).

El proyecto sorprendente de Dios amor

A Nuestra fisonomía es el Amor

1. Cada uno somos una "biografia" complementaria del mismo Cristo ahora presente en nuestra historia. Nuestra vida se construye descubriendo a Dios en la Iglesia, en la naturaleza, en los acontecimientos, en nosotros mismos y en los demás.

2. Cristo revela plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación.

3. Convertirse significa abrir el corazón al amor para ser transparencia de este amor eterno e infinito que nos amó primero y avanzar siendo un don para los demás construyendo la historia con amor de gratuidad y de solidaridad.

B El Espíritu Santo ha derramado el amor en nuestro corazón

1. Vivimos con esperanza porque estamos inundados de amor

2. Ya tenemos "el ánimo" que necesitamos para vivir en el amor, la verdad y la libertad

C La respuesta de los santos

1. Los santos son los que se han dejado seducir por el amor de Dios más allá de sus planes y esquemas.

2. Los santos (las reliquias nos recuerdan que han sido hombres de carne y hueso) son testigos de que el amor a Dios y al prójimo es posible

3. Los santos han sabido acoger el amor de Dios y lo han renovado constantemente en la celebración y adoración de la Eucaristía

4. Los santos han ensayado todos los días su sí a Dios en las circunstancias ordinarias. Se han revestido de Cristo cotidianamente.

5. Los santos han entendido el amor no como un mandamiento sino como una respuesta al don del amor , con el cual Dios viene a nuestro encuentro (Lee 1)

6. Los santos se han acogido a María como madre pues ella ha conocido y vivido de manera excepcional la misericordia de Dios.

D Algunos testigos de la santidad

1. San Pablo:

"Me amó y se entregó por mi. El amor de Cristo nos apremia. No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Arraigados y cimentados en el amor"

"Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo. El que crea estar en pie, mire no caiga. Nuestra capacidad viene de Dios. La gracia de Dios conmigo".

2. San Juan de Ávila:

"No nos escogió por nuestros merecimientos... sino por su propia gracia. No nos escogió porque éramos buenos, sino para que fuésemos buenos. El mismo Dios se da a sí mismo a aquel que le ama. Dios es amor nutritivo y transformante. La persona que camina hacia Dios hácese una cosa con él por amor. Demos nuestro todo, que es chico todo, por el gran todo, que es Dios. No mira tanto Nuestro Señor el don cuanto a la voluntad y amor con que se da".

3. San Juan María Vianney:

"El Sacerdocio es el amor del corazón de Jesús. La misericordia divina es poderosa como un torrente desbordado que arrastra los corazones a su paso. Dios está pronto a perdonar más aun que lo estaría una madre para sacar del fuego a un hijo suyo".

"Este buen Salvador está tan lleno de amor que nos busca por todas partes. El buen Dios lo sabe todo. Antes incluso de que se lo confeséis, sabe ya que pecaréis nuevamente y sin-embargo os perdona. ¡Qué grande es el amor de nuestro Dios que le lleva incluso a olvidar voluntariamente el futuro, con tal de perdonarnos!".

"Lloro porque vosotros no lloráis. Si el Señor no fuese tan bueno... pero lo es. Hay que ser un bárbaro para comportarse de esta manera ante un Padre tan bueno".

4. Pistas para la reflexión:

  • ¿Vivo el ministerio en clave de amor y santidad?
  • ¿Busco aliento y testimonio en los santos?
  • En lo ordinario de cada día ¿vivo amando agradecido a Dios y con gratuidad y solidaridad hacia mis hermanos?
  • ¿Renuevo el amor a Dios y al prójimo en la celebración de la Eucaristía?
  • ¿Junto a la Virgen María fortalezco el sí dado a Dios la ordenación?

Publicado por verdenaranja @ 16:54  | A?o Sacerdotal
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Martes, 15 de diciembre de 2009

Homilía de monseñor Marcelo Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú, para el 1º domingo de Adviento (AICA)
(29 de noviembre de 2009)
 

1º DOMINGO DE ADVIENTO 

“Señor que esperemos con un corazón puro
la venida del Salvador” (1 Tes. 3,13) 

Desde el principio de la humanidad, después del pecado de nuestros padres, la humanidad entera espera la salvación, ser sacados del pecado y de la muerte y sabiéndose débil e incapaz de hacerlo por el mismo, el hombre -la humanidad entera- espera el Salvador prometido por Dios.

Los Profetas lo anunciaron a lo largo de la historia de la salvación, lo proclamaron y esperaron los Reyes de Israel. Los Profetas no tuvieron retaceos en el anuncio del Salvador. Jeremías dice: “He aquí que vienen días, oráculo del Señor, en que yo cumpliré la buena noticia que yo mismo he pronunciado sobre la casa de Israel….Suscitaré a David un renuevo de Justicia”, el Salvador, “él restablecerá la justicia y el derecho sobre la tierra”. Es decir, salvará a los hombres y los conducirá de nuevo a Dios (Cfr. Jer. 33,14-15).

La realización de este gran acontecimiento -que se llevó a cabo en la historia y en el tiempo a través de la intervención de Dios, el Espíritu Santo, y la aceptación de la Virgen María- es uno de los puntos focales del Adviento. La venida del Salvador nos hace esperar en la oración y la piedad a Jesucristo Señor de la historia que por el misterio de la liturgia y del Espíritu nace de nuevo, quien ya nació de una vez para siempre, con el fin de hacernos por la espera del Señor más semejantes a él, identificándonos con él a través de las obras de la caridad, la justicia y el amor, el cumplimiento de los mandamientos y la perseverancia de la fe.

El otro punto focal del Adviento es la venida del Señor que nos prometió que al final de los tiempos vendría para el juicio definitivo. Toda la Iglesia vive en esa espera, cada día, cada Eucaristía, ella grita diciendo: ¡Ven Señor Jesús! esperando que al final de los tiempos, cuando “se verá venir al Hijo del Hombre con toda su majestad y su gloria” (Luc.21, 27). La Iglesia nos exhorta a vivir siempre en un continuo adviento, y esto significa, transformar nuestro corazón, mientras esperamos, en un corazón semejante al de Jesucristo. Siendo imitadores de Cristo -como nos dice el Apóstol- viviendo en la caridad y cumpliendo los mandamientos…porque de verdad no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Señor en su gloria y ciertamente que vendrá y nos preguntará sobre esa herencia fabulosa que nos dejó: “vivir en el amor”.

Esta espera, a la que nos invita el Adviento y en la que la Iglesia nos exhorta a la penitencia y a la oración, no es para que llenemos el corazón de temor y menos aún de miedo, sino que es la advertencia de que esta vida no es la definitiva –sino que es pasajera- y que esta ciudad terrena no puede ser el final de nuestra meta. La Iglesia quiere que nuestro corazón, lleno de esperanza, perciba la alegría del encuentro definitivo con el Señor que vendrá en la plenitud de su gloria, pero también de su amor.

Velemos pues y oremos para encontrarnos con aquel Señor que nos preguntará al final con cuánto amor vivimos en la fe la vida presente. Él nos está dando la gracia para poder amar con la medida de su amor. ¡Ánimo, esperemos la Navidad, con espíritu cristiano! Y que si viene el Señor nos encuentre haciendo el bien y amando a nuestro prójimo.

Que María, nos ayude a esperar al Señor con el amor que ella lo esperó. Amén. 

Mons. Marcelo Raúl Martorell, obispo Puerto Iguazú


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Carta pastoral de monseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro para el Adviento 2009 (Noviembre de 2009). (AICA)


DISCÍPULOS  MISIONEROS 

Queridos Amigos;

En este camino de Adviento, que nos lleva a celebrar una vez más el nacimiento del Señor en nuestras vidas, quiero que reflexionemos juntos sobre el desafío misionero que se nos plantea en estos tiempos.

En nuestra última Asamblea Diocesana se pusieron de manifiesto las múltiples acciones de nuestras comunidades que reflejan una intensa acción evangelizadora y misionera.

Al término de la misma quedó vivo en nosotros el deseo de comprometernos en el desafío misionero que la Iglesia latinoamericana nos planteó en el Santuario de Aparecida, en mayo de 2007. De hecho, en agosto de este año, los Obispos argentinos hemos escrito un documento con algunas sugerencias.

Por eso, por medio de estas líneas, desearía que empecemos a reflexionar y a madurar la idea de un nuevo impulso misionero en la diócesis. Sería importante que el Adviento de 2009, fuera el inicio de un nuevo camino evangelizador. Para ello les propongo algunos de los puntos que desarrollamos los obispos argentinos en el último documento.(1) 

- Renovación de nuestro estilo evangelizador

El acontecimiento de Aparecida ha sido para la Iglesia una novedad y una invitación a renovar nuestro ardor apostólico y nuestro fervor misionero. Sabemos que la Iglesia está para evangelizar, esa es su vocación y su alegría, como nos decía ya hace años el Papa Pablo VI.

Anunciar el Evangelio, no es nada nuevo para la Iglesia, pero sí son nuevos los desafíos que nos plantea nuestro tiempo. Dichos desafíos requieren que nosotros también renovemos nuestra propuesta evangelizadora.

Así reflexionábamos los Obispos: “Esta es la maravilla de la presencia del Espíritu en la Iglesia. El Espíritu siempre sopla para encontrar lo nuevo en lo ordinario, renovando lo cotidiano, porque es Cristo el que hace nuevas todas las cosas: “yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?” (Is. 43, 19).”(2)

¿Qué nos dice el Espíritu? Nos está hablando acerca de la necesidad de renovar (hacer nuevo) nuestro estilo evangelizador.

Todos comprendemos lo que significa un “estilo”: significa un modo, una manera y en el caso de la evangelización no nos referimos tanto a las palabras, como a los gestos, a los comportamientos, a las formas de actuar. La novedad misionera tiene que ver con un nuevo modo de comportarnos. Nos invita a revisar nuestra manera de actuar en cada uno de los espacios en los que se desenvuelve nuestra vida: hogar, trabajo, barrio, estudio, deporte, etc. 

- Somos discípulos misioneros

El Documento de Aparecida en mayo de 2007, nos viene a decir que la novedad está en darnos cuenta que, como cristianos, tenemos una única vocación: discípulos misioneros de Jesucristo.(3)

Uno podría entender que son dos vocaciones distintas: que uno es primeramente discípulo y después, si se siente llamado, será misionero. Como si esta última fuera una segunda vocación, optativa.

El discípulo es alguien que aprende de su maestro. Éste término nos habla más de “recibir de otro” y no tanto de “dar a otro”. La palabra misionero, por el contrario, nos parece más referido a actividad,  acciones, ir de un lugar a otro, anunciar, tratar de convertir a otros al Evangelio.

Sin embargo, el documento nos hace ver que los cristianos tenemos una única vocación de discípulos y de misioneros al mismo tiempo, que ser discípulos nos hace misioneros y que por ser misioneros, somos discípulos. Son dos caras de una misma moneda.

En realidad, muchos de nosotros ya tenemos la experiencia de ser discípulos misioneros. Tal vez, por ejemplo, fuimos alguna vez a misionar con un grupo de la parroquia a un pueblo del interior del país. No teníamos mucha formación, pero descubrimos que nuestra fe crecía a medida que anunciábamos el Evangelio. Juan Pablo II, en un documento sobre la misión decía “la fe se fortalece dándola”, ¡es verdad! Cuanto más anunciamos a Jesús, más lo conocemos y creemos en Él.  

- Un gran desafío

Este es el gran desafío de nuestro tiempo. Renovarnos interior y exteriormente, dándonos cuenta y comunicando que somos discípulos misioneros.

Todo esto es para lanzarnos a la misión. En Aparecida se habló de la Misión Continental. Esa misión no está limitada en el tiempo (solamente unos días o semanas) sino pensada de forma tal que, después que se inicie, continúe en el tiempo, que sea una misión permanente.

No se trata solamente de programar una serie de acciones, sino el comienzo de algo con un alcance mayor. Esto no significa que no se hagan “misiones” concretas, pero queda claro que la Misión Continental no debe agotarse en ellas. Se trata más bien de vivir en una constante conversión personal y pastoral. 

¿Qué es la Conversión Pastoral? (4)

Para el Documento de Aparecida la “conversión pastoral”, es un estilo misionero que debe “empapar” toda actividad de la Iglesia.

Si hablamos de “conversión”, es porque tenemos que volver a Dios, no sólo por los pecados cometidos personal o comunitariamente, sino por aquellos que hemos hecho como Iglesia, en la trasmisión del Evangelio.

Si la conversión es verdadera, tiene que traducirse en actitudes concretas. La conversión pastoral se expresa en la firme intención de asumir la forma de evangelizar de Jesucristo en todo lo que hacemos. Forma que exige, del evangelizador, la acogida cordial, la disponibilidad, la pobreza, la bondad y la atención a las necesidades de los demás. (cfr. Mt 10, 5-10) Por este motivo la conversión pastoral tiene que tocar y modificar toda la acción de la Iglesia, empezando por las parroquias, las capillas, las comunidades, la catequesis, la celebración de los sacramentos, las estructuras diocesanas, decanales, etc.

Para detectar cuáles son los cambios que debemos realizar en nuestra acción pastoral, debemos encarar un “discernimiento pastoral”, es decir, un trabajo de reflexión y de oración que nos permita saber el modo en que debemos anunciar hoy a Jesucristo. 

Un nuevo modo de relacionarse con los demás

En la vida cotidiana de la Iglesia la gran “conversión pastoral” pasa por el modo de relacionarse con los demás. Es un tema “relacional”. Importan mucho los vínculos que se crean, y que permiten transmitir “actitudes” evangélicas. Como Jesús en el encuentro con el ciego de Jericó, que lo llamó, le abrió un espacio para que compartiera su dolor, le devolvió la vista, y así finalmente, en un vínculo nuevo, el ciego “lo siguió por el camino” (cfr. Mc 10, 46 – 52).

La misión lleva al encuentro personal para transmitir a Cristo. La misión es relación, es vínculo. No hay misión si no me relaciono con el prójimo. La misión necesita de la cercanía cordial. Y el desafío, desde esta cercanía, es llegar a todos sin excluir a nadie.

Antes de la organización de tareas, importa el “cómo” las vamos a hacer, el modo, la actitud. Así entonces las tareas son herramientas de una forma de relacionarnos comunional,  cordial, discipular, que transmite lo fundamental: la bondad de Dios.

Cada cristiano está llamado a dar testimonio de la bondad de Dios con sus propias actitudes, siguiendo las enseñanzas del Apóstol: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Fil 2, 5).

Esta nueva actitud lleva a que las personas a quienes se dirige el mensaje, sean apreciadas no tanto como “destinatarios”, sino como “interlocutores”, con quienes nos encontramos y a quienes escuchamos y ofrecemos nuestro testimonio, abriéndonos a un diálogo mutuamente enriquecedor. 

Nuevo punto de partida

Para saber cuál tiene que ser el estilo misionero que debemos llevar adelante hay que partir de una mirada de la realidad con espíritu de Fe y descubrir algunos elementos esenciales.

Por ejemplo:

- La cuestión social, que “abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia” (HB 25).(5) 

- el “crecimiento del individualismo y el debilitamiento de los vínculos personales y comunitarios” (HB 25).

Hoy, fundamentalmente, en nuestra cultura la dignidad de la vida se juega en la inclusión como remedio a la exclusión; y la comunión como salida al aislamiento. Estas deben ser metas de nuestra actividad misionera.

El Papa Benedicto XVI presenta estos desafíos y da pistas de reflexión en el discurso inaugural de Aparecida. Y dice:

“¿Qué nos da Cristo realmente? ¿Por qué queremos ser discípulos de Cristo? Porque esperamos encontrar en la comunión con Él la vida, la verdadera vida digna de este nombre, y por esto queremos darlo a conocer a los demás, comunicarles el don que hemos hallado en él.”

En un tiempo donde la sociedad, en su conjunto, se ha vuelto impersonal, competitiva y, a veces hasta despiadada, la gente busca y necesita de lugares de acogida y de confianza.

Sigue el Papa:

“Todavía nos podemos hacer otra pregunta: ¿Qué nos da la fe en este Dios? La primera respuesta es: nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás.” (6)

De esta manera la tarea de la Misión Continental en nuestro país puede concretarse en una transmisión de la fe que dignifica nuestra vida y le permite encontrar un sentido, a través de experiencias concretas de inclusión y comunión. Teniendo en cuenta que nuestra relación con Jesús está marcada, sobre todo por nuestra fe en ÉL.

Queridos Hermanos, quisiera que empezáramos éste camino de reflexión y conversión en el tiempo de Adviento. Así como hemos conocido el rostro misericordioso y bondadoso del Dios-con-nosotros, a través de la vida de Jesús, a quien celebramos nacido en Belén; quisiera que este tiempo de Adviento y Navidad sea el comienzo de una nueva etapa en nuestras comunidades. Que las personas puedan saber que Dios es bueno y nos ama, a través de nuestros gestos concretos de cercanía y amor.

¡Qué así sea!

¡Muy feliz Navidad!

Con este saludo navideño anticipado, quiero invitarlos a todos a participar de la Eucaristía del lunes 7 de diciembre, Vísperas de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, a las 20:30 hs, en la Catedral, en la cual asumirá Mons. Oscar Vicente Ojea como nuestro Obispo Coadjutor. Es ésta una verdadera gracia para la diócesis que debemos celebrar con alegría y verdadero espíritu eclesial. 

Notas: 

(1) Carta Pastoral de los obispos argentinos con ocasión de la Misión Continental. 20 de agosto de 2009.
(2) Carta Pastoral… N°2.
(3) Aparecida. “Documento Conclusivo”. CELAM, Mayo de 2007. Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan Vida. -Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida- (Jn 14, 6).
(4) Aparecida. “Documento Conclusivo”. Nº 365 y ss.
(5) Se trata del documento de los Obispos de Argentina, con motivo del bicentenario de la patria. Se llama Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016). Está fechado el 14 de noviembre de 2008.
(6) cfr. Benedicto XVI, “Discurso Inaugural”, nº 3.  

Mons. Jorge Casaretto, obispo de San Isidro 

GUÍA DE TRABAJO 

Estas son una serie de preguntas que nos ayudarán a interiorizar los contenidos de la CARTA PASTORAL. No se trata de encontrar la "respuesta correcta", sino de preguntarnos acerca de lo que estamos reflexionando, para ver qué repercusión tienen estas realidades en la vida de cada uno de nosotros. Sería bueno que escribamos las respuestas, ya que el ejercicio de escribir nos ayuda a concentrarnos y a ponernos en contacto con nuestro interior. Si queremos, después podemos compartir lo que hemos reflexionado, con nuestra familia o comunidad. 

1.      ¿Conozco el Documento de Aparecida? ¿Sé  de qué se trató esa reunión de Obispos Latinoamericanos? Si no conozco el documento, puedo conseguir la versión impresa o (si tengo acceso a internet), puedo leerlo en www.celam.org dentro de esta página, busco “V Conferencia”.
2.      ¿Qué opinión tengo acerca del estilo evangelizador de la Iglesia Católica hoy? ¿Es adecuado a la situación de las personas que reciben el mensaje? ¿Por qué?
Me hago la misma pregunta respecto de la comunidad (parroquia, capilla, grupo o movimiento) al que pertenezco.
3.      ¿Comprendo qué significa la expresión discípulos-misioneros? ¿Cómo podría traducirlo a mi realidad concreta?
4.      En la carta hablamos sobre “conversión pastoral”, como un nuevo estilo en nuestra actividad misionera. Miro mi acción pastoral y mi comunidad ¿Qué actitudes o actividades deberíamos cambiar?
5.      Hablamos de un modo de relacionarnos con los demás que manifieste la bondad de Dios. Miro mi historia ¿Qué personas me reflejaron con sus actitudes la bondad de Dios? ¿Qué aprendí de ellas?
6.      ¿Mi modo de vincularme con las personas, refleja la bondad de Dios? ¿Qué puedo decir respecto de nuestra actividad pastoral comunitaria?
7.      Hago una oración frente al pesebre y le pido a Jesús, rostro humano del amor de Dios, que me enseñe a ser con mi presencia, reflejo de ese amor en el lugar donde vivo y trabajo.

 


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Carta pastoral de monseñor Oscar Domingo Sarlinga, obispo de Zárate-Campana, con motivo del inicio del Adviento. (AICA)
(26 de noviembre de 2009)
 

INICIO DEL ADVIENTO 

La purificación de nuestra mirada
nos consiga la gracia que tuvo el Centurión:
este hombre es verdaderamente el hijo de Dios,
«el Dios que es, que viene y que vendrá» 

Queridos hermanos y hermanas, hijos e hijas en Cristo

Se renueva en nosotros el clamor: ¡Ven, Señor! La perenne «novedad» del cristianismo nos lleva a ver de nuevo, en la interioridad de nuestro espíritu, que el Hijo de Dios se hizo Hombre en un momento preciso de la historia humana, para poder hacerse contemporáneo a cada uno de nosotros, quienes llevamos el sello de su Amor, e intimo a nuestros corazones. Más aun, compartiendo nuestra condición humana en todo, menos en el pecado, El se ha hecho contemporáneo e intimo a todo ser humano, aunque muchos no conozcan -o no acepten- su sacrificio redentor.

La belleza y sapiencia de la Liturgia nos introduce, ya en las vísperas de este próximo domingo, en el tiempo de Adviento, tiempo de gracia e iluminación, de conversión y de pacificación interior y exterior, tiempo de esperanza, en el que necesitamos acallar tanta vociferación que hay dentro de nosotros, tanto ruido y, quizá, desasosiego, para dejar que el Espíritu clame en nuestros corazones: « ¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22, 20). Luego del Año Paulino, que nos infundió nuevas fuerzas para la misión, hoy en el Año Sacerdotal, convocado por nuestro Papa Benedicto XVI, Sucesor de Pedro, pedimos al Espíritu Santo, Alma de la Iglesia, que nos anime cada día, y que no permita que la dejadez, la desidia o la pereza invadan nuestras vidas, sino que, aun en medio de no pocas dificultades, nos alegremos siempre en Cristo, el que «visitó y redimió a su Pueblo».

Si, ven, Señor, le decimos; ven a enseñarnos el silencio interior, ven a enseñarnos a orar de verdad, a compartir, a ser más justos, misericordiosos y solidarios, ven a profundizar en nosotros el «ser Iglesia», Iglesia convocada en el Espíritu y convocante por la reevangelización, su vocación más profunda. Ven, Señor, a infundirnos esperanza, don del Espíritu y tan grande virtud, de la que necesitamos perenne renovación. Ven, Señor, a darnos luz para que veamos que es dando como se recibe, consolando como somos consolados, y «muriendo» en ti, como tenemos anticipo de la resurrección, unidos a tu Pasión, que aceptaste por todos y cada uno de los seres humanos, incluso por quienes no te conocen o no te aman: Passio Christi, passio hominis. Es así, con esta disposición espiritual, como queremos prepararnos para el Advenimiento de tu Natividad, de tu «Navidad», preparándonos para que nos dejes nacer de nuevo en Tu Amor, en tu Nacimiento que llenó al mundo de Luz y que disipó para siempre las tinieblas del desamor.

Navidad y Redención: en los bracitos del Nino despunta una Cruz

¿Podríamos dejar de ver la relación entre la Navidad y la Pasión de Cristo, su muerte en la Cruz? En los bracitos del Nino, despunta, nace, una Cruz, como bellamente lo dice nuestra «Misa criolla». El Nino del Pesebre es el mismo que crecerá, en tanto Hombre,  «en edad, sabiduría y gracia» (Lc 2, 52), y es el mismo Jesús que Serra rechazado, condenado, humillado y muerto en Cruz, el mismo Jesús que, también en su humanidad, sintió el abandono (el más terrible sufrimiento humano, podríamos decir), y que lo llevó a clamar: «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado» (Mt 27, 46).

El Adviento será entonces también un tiempo de reflexión acerca de cuál es nuestra actitud de vida hacia quien se siente solo, abandonado, deprimido, fracasado, ante quien ya no tiene razones para creer o para esperar, y me refiero a esperar «con esperanza». Será una privilegiada oportunidad de revisar en nosotros nuestra actitud para quien sufre enfermedad, miseria y dolor, o marginación.

Lejos de toda autocomplacencia, o de formas -por nuestra poquedad, a veces sutiles- de demagogia, sino antes bien, en «la caridad de la verdad», los invito de corazón (y me lo propongo a mi mismo) a procurar ver con los ojos de la fe esa «nueva dimensión del sufrimiento humano» de la que hablaba el Siervo de Dios Juan Pablo II en su encíclica sobre el sufrimiento, "Salvifici doloris" (n. 18) y a procurar vivir cada día mas la Misericordia, que supone pero trasciende la Justicia, y que liga aquélla (esa nueva dimensión) al Amor que todo lo transforma. Pongamos atención, les pido, en no disociar: precisamente, porque el Amor todo lo transforma, nuestra renovación del Adviento ha de llevarnos a poner también, con renovado ardor,  nuestras fuerzas, dones, carismas, dotes, «al servicio» de los hermanos; todo espiritualismo y todo materialismo ha de ser descartado. En esto radica la perenne novedad del cristianismo. No hay otro «poder» mayor; es el de dar, día a día, la vida por «los amigos» y también por quienes no nos aman o quienes nos hacen daño. Nadie duda que, humanamente, es difícil, alguna vez incluso torturante, el querer perdonar (y no siempre poder).

Pero «nada», sencillamente «nada» es imposible para Dios. Nos ayudara en esto la penitencia, pues Adviento es tiempo penitencial.  Ofrecer... ofrecerle a Dios cosas que nos cuestan hacer -o dejar-, cosas que nos autocomplacen, que nos dan «seguridades» humanas. Es una actitud penitencial que Dios, que todo lo ve, no dejará sin recompensa.

La Madre del Niño que viene, es la Madre que purifica nuestros ojos y nuestra mirada

Nuestro Pueblo católico invoca la intercesión de la Virgen, le reza, tiene aprecio por las peregrinaciones, conserva en sus casas una imagen, también para la Navidad muchos todavía preparan el pesebre. María es Madre del Amor Hermoso, del Divino Amor, desde que pronuncio su «si», sin reservas, poniéndose toda entera, en cuerpo y alma, a disposición de lo que el Ángel le anuncio de parte del Omnipotente.

Los ojos de María miraron al verdadero Dios hecho Hombre. Pidamos a Ella que nos ayude a purificar nuestra mirada, «viendo a Cristo» en nosotros mismos, para «amarnos bien» (muchas veces no nos amamos a nosotros mismos rectamente, pues, creyendo hacerlo, en realidad lo que estamos es «apegados» a nuestro propio yo, pero sin Amor de verdad). No deja de ser una forma de ceguera espiritual. Ni necesidad tendríamos de decir cuánto esto nos ocurre con los demás, incluso con quienes tenemos más cerca.

Mirando a la Virgen a quien el Ángel le anuncio ser Madre del Salvador, al Pesebre, y a la Cruz (la cual puede causar estupor en unos, horror en otros, o simplemente irrisión o indiferencia) podremos pedir la gracia, en este Adviento, de «la purificación de los ojos -los espirituales y también los exteriores-  purificación de la mirada», como la gracia que obtuvo el centurión del Evangelio, el cual, ante los acontecimientos, ante «el teodrama» que transformo su vida, simplemente «vio» y «creyó», clamando, vencido: «Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios» (Mc 15, 39). Así, nuestros ojos se inundarán de Luz, nuestro juicio será recto, y nuestro obrar será santo, «constructor en el Espíritu».

Nos ayude María, Madre de la Iglesia, en su advocación de Nuestra Señora de Lujan, Patrona de nuestra diócesis y de la Argentina,

Con afecto y bendición 

Mons. Oscar Sarlinga, obispo de Zarate-Campana
26 de noviembre de 2009


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Carta Pastoral de los obispos de Zimbabwe titulada “Sanación nacional y reconciliación”. Octubre de 2009.  

CONFERENCIA DE OBISPOS CATÓLICOS DE ZIMBABWE 
Carta Pastoral sobre la
SALUD NACIONAL Y LA RECONCILIACIÓN
Dios puede sanar las heridas de los Afligidos
1 de octubre 2009

 

1. Introducción 

El Espíritu del Señor está sobre nuestra tierra y Dios está dispuesto a curarnos. Hoy día, mientras luchamos con el Acuerdo Político Global, la recuperación económica nacional, el proceso constitucional nacional, la reconciliación nacional, la visión nacional, etc., debemos conocer y reconocer la importancia de este momento histórico. Dios nos ha dado una oportunidad de afrontar y resolver nuestras crisis.

Nosotros, vuestros Obispos, dijimos en 2007 que "Nuestra crisis es una crisis no sólo política y económica, sino, ante todo, una crisis espiritual y moral".1 Cada problema tiene una dimensión religiosa. El corazón de ninguna persona puede estar tranquilo mientras la gente está angustiada por el recuerdo del mal, nunca reconocido y rectificado. Esta crisis sólo puede resolverse si nosotros, el pueblo de Zimbabwe, confesamos nuestros pecados, somos perdonados, nos aceptamos íntegramente entre sí y, una vez más, nos comprometemos a trabajar juntos en la solidaridad, la justicia y la paz. 

Nosotros, los Zimbabuenses, nos hemos ofendido unos a otros de muchas formas diferentes y durante largos períodos de tiempo. Todos somos culpables, porque quienes han sido víctimas en algún momento han sido los agresores en otro y muchos más no han hecho nada frente a las atrocidades perpetradas ante sus ojos. Hoy en día, todos necesitamos la curación de estas heridas y de nuestra culpa. Esta curación facilitará la reconciliación dentro y entre nosotros mismos y también con nuestro Creador. Con la curación y la reconciliación, nuestra nación se recuperará y se abrirá al desarrollo político, social, cultural y económico. 

2. Por qué todos necesitamos curación 

Sin pretender minimizar o desviar la atención de las injusticias actuales, podemos volver a nuestra historia para ayudar a explicar por qué tenemos los conflictos de hoy.  

2.0 La época pre-colonial, la época colonial, y la era post-colonial sirven de períodos históricos fácilmente identificables en los que nuestros conflictos han tenido lugar. Cada época tiene sus propias fuentes de conflicto que pueden ser vistas como políticas, económicas y culturales. Sin embargo, las distintas épocas se han influenciado profundamente entre sí. Lo que hace la situación compleja es el hecho de que conflictos que existían antes del colonialismo fueran utilizados por división del sistema colonial y por estrategias con fines de mantener el poder y el control, sólo para tener algunos de los mismos modos de pensar, estrategias e instituciones heredadas y perpetuadas en el período post-colonial. Esto hace muy complejos los retos de curación, la reconciliación, la justicia y la paz en Zimbabwe al llegar a ser necesario hacer frente a las actuales lesiones y heridas, así como a descubrir heridas del pasado. Las heridas históricas se han traído hasta el presente a través de recuerdos, tradiciones orales e informes registrados. Miembros de un grupo que fueron víctimas de violencia en una época a veces han resultado ser los autores en otra. Los siguientes son algunos de los principales conflictos históricos que necesitan nuestra atención en aras de la reconciliación nacional. 

2.1 Los conflictos étnicos pre-coloniales acerca del control de recursos y  demarcación de los territorios son las fuentes profundas de los conflictos en nuestra historia. Uno de los conflictos más significativos es aquel que involucra las incursiones Ndebele sobre los grupos de Shona. Los Shona han transmitido en sus cuentos para niños las redadas que implicaron la confiscación de ganado, alimentos, hombres jóvenes y fuertes y las mujeres hermosas por parte de los Ndebele. Los Shona, a lo largo de los años, han cultivado sentimientos negativos hacia los grupos Ndebele. Estos sentimientos incluyen odio, desprecio, sospecha y el deseo de tomar represalias. Estos sentimientos pueden explicar la rivalidad continua de los grupos que se ha manifestado durante las luchas de liberación y en el deporte, actividades culturales y políticas. Necesitamos sanar las memorias dolorosas de esta rivalidad étnica. Para que la reconciliación tenga lugar, tendremos que plantearnos preguntas pertinentes. Por ejemplo, ¿Cuáles son estas historias? ¿Con qué finalidad se han contado estas historias durante años? ¿Qué utilidad tienen estas historias? ¿Estas historias pueden contarse de otra manera? ¿Cómo se ha formado la psique de los grupos rivales por estos acontecimientos históricos? ¿Qué efecto ha tenido la necesidad de puestos de trabajo que los grupos étnicos han visto establecerse en todas partes del país? 

2.2 La época colonial fue dominada por conflictos raciales derivados de la discriminación racial en todos los sectores. Los complejos de inferioridad se desarrollaron entre los negros y los complejos de superioridad se desarrollaron entre los blancos. Esto creó resentimiento entre los negros que entonces libraban luchas de liberación. Estas luchas provocaron más el odio entre los grupos raciales. Estas percepciones y sentimientos todavía nos afectan hoy en día. Necesitamos la curación de los mismos. Pero antes de que se pueda lograr, los grupos raciales necesitan de arrepentirse de sus pecados respectivos. ¿Cómo puede la gente  negra y blanca tener una verdadera integración y solidaridad con los demás? 

2.3 La era post colonial comenzó con la alegría de la independencia del colonialismo. Después de la independencia se registró expansión en educación, salud, servicios sociales y libertades en general. Como señalamos en El Zimbabwe que queremos, "Fuimos capaces de construir sobre la sólida infraestructura que el régimen colonial había conseguido para mantenerse a pesar de las sanciones económicas impuestas por las Naciones Unidas después de la Declaración Unilateral de independencia en 1965"2.  

Sin embargo, como nación, hemos cometido errores en la euforia de la independencia. Nos olvidamos de atender a las necesidades de los que quedaron traumatizados por la guerra, especialmente los ex combatientes. Ignoramos a los que estaban físicamente y psicológicamente asolados por la pobreza, la discriminación y la opresión. A todos ellos  ni se les aconsejó ni se les trató. Los blancos que perdieron el poder político no se les ayudó a sanar del trauma de esa pérdida. Algunos de ellos trataron de recrear Rhodesia, incluso en medio de una nueva nación y un gobierno negro. Todos pretendíamos que podíamos empezar de nuevo en un nuevo Zimbabwe sin tratar con nuestro pasado, o sin definir colectivamente el futuro que desearíamos para nuestra nación. Pretendimos que la ira y el odio que estaban acumulados durante muchos años podrían desaparecer simplemente con la independencia. Esta falta de acuerdo con nuestro pasado sigue acosándonos. Ahora tenemos, sin embargo, una segunda oportunidad. Debemos usarla.  

2.3.1 Las fuentes políticas de conflicto incluyen la búsqueda incesante de poder que han manifestado los grupos e individuos de nuestra historia. Algunos grupos e individuos han demostrado el deseo de monopolizar el poder y el control político a expensas de otros grupos e individuos. Aquellos que han sido marginados se han resistido a la exclusión. Los conflictos resultantes han constituido la base de los conflictos políticos que han surgido entre nosotros y los contextos en los que nos hemos hecho mal uno contra otro y pecamos contra Dios. 

Nuestra historia política se caracteriza por el uso de las instituciones del Estado como herramientas partidistas para apoyar al partido gobernante. Los que se han opuesto al partido gobernante han sido marginados y a veces criminalizados. En nuestra historia, no ha habido espacio creado para permitir el sano debate político y la contestación. Esto ha causado mucha frustración y resentimiento.

La formación de fuertes partidos políticos de oposición se ha convertido en una fuente de fuertes conflictos políticos y violencia. Las mujeres, los jóvenes y las minorías sienten que no están plenamente integrados en el desarrollo del país. Así que, políticamente, nuestro país está profundamente dividido. 

2.3.2 Las fuentes económicas del conflicto tienen que ver con el control de los recursos del país, como la riqueza, tierras, minerales, bienes y otros recursos nacionales. La pobreza de la mayoría marginada, corrupción, mala gestión de los recursos, sanciones, falta de transparencia y rendición de cuentas son fuentes continuas de conflicto. En la lucha por nuestra dignidad socavada y en la defensa de nuestras ventajas económicas, hemos perdido de vista la humanidad de los demás. 

Hemos sido divididos por desacuerdos sobre cómo los recursos nacionales y los bienes sociales se deben apropiar, usar y distribuir. En el centro de los conflictos económicos ha estado la distribución y redistribución de la tierra. El descenso económico posterior a la independencia que se debió en parte a la experimentación con los programas de ajuste estructural y la crisis de liderazgo que ha continuado persiguiendo a nuestro país llevado a la frustración. Esta frustración e impaciencia eventualmente llevó a la gente a recurrir al uso de violencia y a los medios no transparentes de acceder a la tierra.  Corrupción, incompetencia, mala gestión, arrogancia y codicia económica llevaron al colapso de nuestra economía. Con alta inflación, desempleo y pobreza, muchos huyeron a la diáspora donde continuaron y continúan experimentando dificultades económicas.  

2.3.3 Las fuentes sociales de conflicto tienen que ver con diferencias culturales observadas, grupos y divisiones étnicas, diferencias religiosas, y divisiones de raza, género y clase. El deseo y los intentos de algunos grupos por dominar a los demás ha dado lugar a conflictos sociales y culturales. En Zimbabwe, la intolerancia, la desconfianza, la falta de respeto de otros grupos culturales se aumentó por las tácticas de dividir y gobernar de los sistemas coloniales. Estas tácticas han sido re-inventadas en el contexto post-colonial, donde los partidos políticos y las facciones se han etnitizado y tribalizado. La distinción de los que se supone que han participado en las luchas de liberación y los que se consideran que no han contribuido en nada a las luchas también han sido utilizados como fuente de división socialmente destructiva. 

Los conflictos sociales han sido complejos y profundos. Los derechos humanos fundamentales han sido violados. La violencia se ha institucionalizado como se ha demostrado en varias ocasiones sucesivas en el período previo a la guerra de independencia, Gukurahundi, redistribución de la tierra, Murambatsvina, violencia durante las elecciones de las cuales lo peor fue el período después de las elecciones armonizadas de 29 de marzo de 2008. Muchas personas en Matabeleland todavía sienten que Gukurahundi fue hecho por los Shona para eliminar al pueblo Ndebele. Ellos están heridos y no sienten que tienen suficiente solidaridad desde los conciudadanos de Zimbabwe incluso si luchan con los retos del desarrollo regional. Esto ha ayudado a crecentar frustración e ira que han de ser tratadas si vamos a tener la curación y la reconciliación nacional. La nación debe reconocer y responder a las profundas heridas de Gukurahundi.          La violencia que tuvo lugar después de las elecciones armonizadas de 29 de marzo 2008  ha dejado profundas cicatrices en el pueblo de Zimbabwe. En su comunicado de prensa de 30 de abril de 2008, la Comisión Católica para la Justicia y la Paz (CCJP) informó sobre “informes en todo el país de la violencia sistemática en la forma de asaltos, asesinatos, secuestros, intimidación y destrucción indiscriminada de bienes contra civiles inocentes cuyo presunto crimen es haber votado 'mal' ".3  

Los conflictos sociales post coloniales son el resultado de diferentes formas de pensar, respuestas emocionales e instituciones sociales que hemos construido para nosotros mismos como individuos y grupos sociales. Lo que creemos de nosotros mismos y de nuestras relaciones con los demás denuncia cómo nos relacionamos unos con otros. Hasta ahora, nuestras formas de pensar han sido divisivas, exclusivistas y agresivas. Esto ha sido cierto de nuestros partidos políticos, conflictos raciales, divisiones étnicas, cismas de género y generacionales. Debemos conocer y reconocer las animosidades culturales diversas que han influido en nuestra política, economía, Iglesia y otras reuniones y actividades sociales. Esta es un área seria con necesidad de sanación y reconciliación.  

3. Hemos pecado

Como Zimbabwenses, hemos cometido errores muy graves sociales, políticos y económicos al paso de los años. Es esencial identificar las áreas en las que hemos cometido estos errores con el fin de responder a ellos. La principal causa de los conflictos en Zimbabwe es la constante violación de la dignidad humana y por lo tanto los derechos humanos. Nos hemos impedido unos a otros alcanzar la plenitud humana privando a los demás de la vida, educación, vivienda, salud, información, libertad de expresión y de asociación, libertad de conciencia, la justicia y la paz.

Como Zimbabwenses, deberíamos centrarnos en lo que nos une más que en lo que nos separa. La Buena Noticia de Cristo nos dice que nosotros somos uno. Es importante que esta Buena Noticia nos transforme para ver este hecho. Si somos verdaderamente transformados, nuestra fe se convertirá en nuestra cultura. Como el Papa Juan Pablo II señala, "una fe que no se hace cultura no es plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida".4
Recomendamos que exista reconocimiento abierto y público de que la violencia ha sido parte de nuestra vida y la historia. La verdad acerca de esta violencia debe ser contada. Las víctimas necesitan contar sus historias en un entorno libre y de apoyo. Los autores también tienen que asumir la responsabilidad por sus pecados, pero también en un entorno humano. El ciclo de violencia, humillación, opresión y explotación debe cesar. Cualquiera que haya utilizado su posición para dirigir, ordenar, planear o directamente cometer actos de violencia no se le debe permitir ejercer ningún cargo público que él o ella pueda utilizar para perpetrar nuevos actos de violencia en el futuro. 

4. Estamos heridos

Desde los tiempos pre-coloniales, Zimbabwe ha experimentado una gran cantidad de sufrimiento. No obstante, hemos visto muchas bendiciones en nuestro camino. Tenemos un país que es rico en diversidad humana y en recursos. Nos hemos beneficiado de muchas culturas y tradiciones locales e internacionales. Con el compromiso y el trabajo duro, los zimbabuenses desde muchos orígenes durante años han desarrollado decente infraestructura social, política, económica. Nuestra herencia cultural y religiosa en general ha respondido bien a la Buena Nueva de Nuestro Señor Jesucristo.

Y sin embargo, no hemos utilizado nuestras bendiciones bien. Hemos permitido desde diversos ámbitos ser fuentes de sufrimiento en lugar de la felicidad. La riqueza en nuestros campos racial, étnico, edad, clase y niveles educativos se ha convertido en fuentes de nuestro sufrimiento, cuando podría ser la razón de nuestra alegría. Durante los últimos diez años las divisiones realmente han sumido a nuestro país en un abismo sin precedentes, caracterizado por problemas económicos, sociales y políticos, y por formas inimaginables de intimidación política y violencia. Rompimos el récord mundial de alta inflación. Nuestra crisis económica permitió a la mayoría de nuestras industrias e infraestructura fracasar en la medida en que más del 90% de las personas están en paro, las enfermedades como el VIH y el SIDA, el cólera y la malaria se han extendido a un ritmo alarmante. La pobreza se ha aumentado. Las escuelas y universidades han dejado de funcionar correctamente, si es que funcionan en absoluto. Los conflictos políticos han destrozado individuos, familias y comunidades. En abril de 2007, se describió la situación como "extremadamente volátil".5 En 2008, esa descripción se convirtió en un eufemismo tristemente burdo. Hoy nuestra nación está profundamente traumatizada. Como nación, estamos heridos física, emocional y espiritualmente. "Hay cristianos de todas las partes del conflicto,"6 hemos observado en 2007. La Iglesia misma no se ha librado de los conflictos, la intimidación y la violencia.

En la actualidad existe admisión general y abierta de que nuestra situación es una crisis real que no puede dejarse desatendida. Estamos agradecidos de que a través de negociaciones facilitadas por la SADC, los principales partidos políticos en el país llegaron a un Acuerdo Político Global (GPA) en septiembre de 2008, aunque el acuerdo en sí tiene algunas limitaciones. Se llegó a él a través de un proceso que no incluía a todos. Se trata básicamente de un acuerdo político y sin embargo, nuestras crisis son más que políticas. Sin embargo, consideramos el Acuerdo como un momento de gracia que puede y debe convertirse en "un nuevo comienzo"7. 

En este acuerdo entre el ZANU PF y las dos formaciones del MDC, los principios para el acuerdo, admiten la realidad de las "divisiones, conflictos e intolerancia que han caracterizado a la sociedad de Zimbabwe".8 Los datos acerca de nuestra crisis hablan por sí mismos a pesar de los intentos de minimizar la gravedad de la situación. Leyendo el "Preámbulo" del Acuerdo, está claro que los directores admiten la gravedad de la situación. Cuando ellos dicen que están "decididos a construir una sociedad libre de violencia, miedo, intimidación, clientelismo y corrupción" reconocen cómo estos males han debilitado Zimbabwe y su pueblo. Este punto es confirmado en el artículo 18, titulado, "La seguridad de las personas y la prevención de la violencia". La aceptación más explícita de lo que ha ocurrido en el país se encuentra en el artículo 7, con el título "Promoción de la igualdad, la reconciliación nacional, la cohesión y unidad". Las partes en el acuerdo coinciden en que el gobierno de unidad: 

c) Considerará el establecimiento de un mecanismo para asesorar sobre qué medidas podrían ser necesarias y factibles para lograr la reconciliación nacional, la cohesión y la unidad de las víctimas de la violencia pre y post independencia.

El acuerdo reconoció el hecho de que hubo períodos en la historia de Zimbabwe que estuvieron plagados de conflicto y en los que se cometieron actos de violencia política, y también el hecho de que a menos que la herida, el dolor y el sentimiento de pérdida que fueron ocasionados por estos conflictos se aborden con eficacia, los Zimbabuenses nunca experimentarán una paz genuina, unidad y cohesión nacional. También se desprende de la sección c) del artículo 18 que los directores deben ayudar a establecer mecanismos para la reconciliación nacional. En este ámbito, la Iglesia está dispuesta a ofrecer el mecanismo, no sólo a asesorar, a desempeñar un papel importante no sólo en la curación y la cohesión, sino también en la reconciliación tan necesaria. Pero la curación real y verdadera reconciliación sólo pueden tener lugar cuando el ambiente es abierto, libre y democrático. Cuando ese entorno no existe, como es el caso actualmente, la iglesia misma se compromete a trabajar para su establecimiento. 

5. Papel de la Iglesia

Nosotros, como líderes de la Iglesia, estamos comprometidos en ayudar a este país a alcanzar la normalidad. Como el tema del Segundo Sínodo Africano nos anima, nos comprometemos a que Iglesia esté al servicio de la reconciliación, la curación, la justicia y la paz. La Iglesia aspira a la mayor justicia del Reino, que va más allá de la ley;  es una virtud. No niega la justicia humana, sino que la integra y la trasciende. De esta manera, la justicia se convierte en un camino que conduce al perdón y a la reconciliación verdadera, y así restaurar la comunión. Instamos al Gobierno a mostrar voluntad política mediante la creación de un entorno propicio para la curación nacional, la reconciliación y la integración.  

La Iglesia ya ha estado contribuyendo a la curación de aquellos que han sido heridos y cuyas vidas han sido destruidas. Pedimos la ayuda de todos los cristianos y personas de buena voluntad, el gobierno, la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, todos los órganos de nuestra Iglesia, parroquias en todas sus secciones y los socios financieros para apoyar este esfuerzo de curar a los que han sido heridos durante los años de nuestra historia. Creemos que la justicia restaurativa ayudará a sanar las personas cuyos derechos fueron destruidos y con la ayuda del Señor, van a alcanzar la reconciliación y la paz. Nuestro Señor Jesús da el mejor ejemplo del que paga el precio final en la cruz por el bien de nuestra reconciliación con Dios. "Porque en él toda la plenitud de Dios tuvo a bien vivir, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, ya sea en tierra o en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz" (Colosenses 1:19-20). "Ciertamente él cargó con nuestras dolencias y soportó nuestros dolores, él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestras iniquidades; sobre él estuvo el castigo que nos trae la paz, y por sus llagas fuimos nosotros curados" (Isaías 53, 4 - 5). 

Esto no es en absoluto una tarea fácil a corto plazo. Hemos aceptado sin discriminación y hemos cuidado de aquellos cuyas manos fueron cortadas, de aquellos cuyas casas se quemaron y de los heridos en el fuego cruzado. Vimos a las víctimas de la inhumana tortura en nuestros hospitales. A través de nuestros fieles, fuimos hechos el buen samaritano, preparados para curar, a menudo a nuestras expensas (Lucas 10:25-37). Este trabajo que hemos comenzado, queremos terminarlo con la guía del Espíritu Santo. Hacemos un llamamiento a aquellos de entre nosotros que pueden permitirse contribuir a los gastos de hacer frente a las injusticias de las eras pre-coloniales, coloniales y post-coloniales a unirse a nosotros en esta gran tarea. 

Hacemos un llamamiento a los autores de estas atrocidades, cómplices e instigadores de violencia a reconocer el mal y en conciencia confesar y hacer restitución como hizo Zaqueo (Lc 19,8). Ustedes necesitan ser justificados ante Dios para encontrar la paz.
Por último, hacemos un llamamiento a las víctimas de cualquiera de los actos de mal en nuestro país, los ofendidos, a perdonar. No es fácil. No esperen la compensación total, sino  lo que la comunidad puede permitirse en las circunstancias que nos encontramos. Que las siguientes palabras de la carta de San Pablo a los romanos les dé una actitud que favorezca la curación, la paz y la reconciliación, aunque lo que se disponga pueda resultar corto de encontrar los requisitos para la plena justicia retributiva: 

"No devolváis a nadie mal por mal, sino tened el pensamiento de lo que es noble en la vista de todos. Si es posible, en la medida que dependa de vosotros, estad en paz con todos. Amad, nunca os venguéis a vosotros mismos, sino dejadlo a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. No os dejéis vencer por el mal, sino vencer el mal con el bien "(Romanos 12,17-19) 

Perdonar no significa que usted se rinda a la injusticia o permitir que la gente camine sobre ti o que no defiendan sus derechos. Tampoco significa que el perdón debe ser todo de un solo lado. La persona que causa el daño debería ayudar a traer perdón diciendo: "Me equivoqué, lo siento, no debería haber hecho eso, perdóname". Es mucho más fácil reducir el rencor si dos personas resuelven hacerlo juntas. Pero incluso si la otra parte no tuviera ninguna culpa, o se encontrara a medio camino, el mensaje cristiano es: Usted no tiene que cometer el mismo error otra vez - pero permita que su amargura se vaya. Jesús pidió el perdón para sus verdugos, aun cuando le habían clavado en la cruz y estaban arrepentidos. Incluso en el calor de su odio él estaba perdonándolos. "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). 

6. Recomendación

La reconciliación es una responsabilidad muy exigente que requiere gran compromiso, dedicación y sacrificio. Debemos apoyar los procesos que ya están sucediendo en diversas comunidades. En mayo de 2009 las Iglesias y la Sociedad Civil presentaron un marco para la curación y la reconciliación nacional, que propone un proceso integral de intervención por parte del Gobierno, la Iglesia, la sociedad civil y todos los niveles de nuestra sociedad. El marco podría servir como un punto de partida para la curación de nuestro país. 

7. El arrepentimiento para traer sanación

Para tenga lugar la reconciliación nacional y la curación de manera efectiva, es necesario que toda la nación participe en un amplio, incluyente, integral y claramente definido proceso nacional respaldado por una firme voluntad política y el deseo de reconciliar y sanar a la nación. Prevemos la Curación y Reconciliación Nacional como un proceso inclusivo de casa que sentará las bases de una sociedad pacífica y solidaria en Zimbabwe, donde se garantice la seguridad de los individuos y las comunidades, donde se respete la dignidad de la persona, donde se curen las relaciones rotas; donde la confianza se restablezca, y donde se celebre la diversidad. 

En 2007, nosotros, vuestros pastores, señalamos que "nuestro país está en crisis profunda. ... Sin embargo, también se puede convertir en un momento de gracia y de un nuevo comienzo, si los causantes de la crisis se arrepienten, escuchan el clamor del pueblo y promueven un cambio de corazón y de mente..."9  Necesitamos este momento de gracia y el nuevo comienzo, ahora más que nunca. Necesitamos más y más gente, tanto dentro como fuera de Zimbabwe a ser lo suficientemente humildes para admitir su responsabilidad por acción u omisión de los males que han ocurrido en este país. Todos tenemos que arrepentirnos por el sufrimiento del pueblo negro que se vio obligado a abandonar sus hogares, esclavizado, explotado y oprimido durante el colonialismo; la mucha gente blanca que se convirtió en víctimas de las circunstancias, las comunidades de migrantes que han sufrido la humillación y la explotación; las víctimas de Gukurahundi y Murambatsvina  que han sufrido persecución y violencia; mujeres, jóvenes y niños que luchan por el reconocimiento y vidas libres de violencia; y por muchas más heridas que plagan nuestra nación. Estamos heridos, pero también podemos ser los sanadores, si hacemos un esfuerzo deliberado para seguir el ejemplo del Sanador Herido mientras colgaba de la Cruz. Por sus heridas se nos permite ser sanados.
  En efecto, Dios puede y va a sanar las heridas de los afligidos. 

+Robert C. Ndlovu, Arzobispo de Harare              
(ZCBC Presidente)
+Alex Thomas, Arzobispo de Bulawayo
+Alexio Churu Muchabaiwa, Obispo de Mutare 
      (ZCBC Secretario/Tesorero)
+Michael D. Bhasera, Obispo de Masvingo
+Angel Floro, Obispo de Gokwe                           
(ZCBC Vice Presidente)
+Martin Munyanyi, Obispo de Gweru
+Dieter B. Scholz SJ, Obispo de Chinhoyi
+Albert Serrano, Obispo de Hwange
+Patrick M. Mutume, Auxiliary Obispo de Mutare 

1. ZCBC, God Hears the Cry of the Oppressed, Carta Pastoral sombre la presente crisis en Zimbabwe, Viernes Santo, 5 Abril, 2007:6.
2. ZCBC, ZCC, EFZ, The Zimbabwe We Want: Towards a National Vision for Zimbabwe, 2006:5
3. CCJP, Grave Concern over post 29 March 2008 political Situation in Zimbabwe, 30 April 2008.
4. Pope John Paul II, Ecclesia in Africa #78, 2005
5. ZCBC, God Hears the Cry of the Oppressed, Carta Pastoral sombre la presente crisis en Zimbabwe, Viernes Santo, 5 Abril, 2007:6.
6. Ibid., 2007:3
7. Ibid., 2007:3
8.  A People’s Guide to the Agreement, Produced by the Bookteam, Africa Community and Development Trust, 2009:10.
9. ZCBC, 5 April 2007:3 

(Traducción particular no oficial desde el inglés)

Carta Pastoral (en inglés) 


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DOMINGO 4 DE ADVIENTO
20 de Diciembre de 2009

Que Jesús, el Hijo de María, nuestra luz y nuestra paz, esté con todos vosotros.

 Estamos ya a punto de celebrar la venida del Hijo de Dios en medio de nosotros. Hoy contemplamos a María, su madre, que lo está esperando gozosamente. En el evangelio la veremos de camino hacia la casa de su prima Isabel, que también espera un hijo, y allí, en el encuentro de las dos madres, sentiremos que realmente Dios nos ama y viene a visitarnos.
Nosotros, como María y como Isabel, también que­remos vivir esta alegría de la espera del Mesías. Y recibirlo con el espíritu muy abierto a su amor.

Corona de Adviento: Ahora, ya en el cuarto domingo de Adviento, encendemos los cuatro cirios de la corona. Porque el Señor está cerca.

Alguien de la asamblea, o el propio celebrante, enciende los cuatro cirios de la Corona de Adviento. Entretanto, se puede cantar otra estrofa del canto de entrada, o bien decir las siguien­tes invocaciones, o lo que sea costumbre en el lugar.

Luz del mundo, que vienes a iluminar a los que viven en las tinieblas. SEÑOR, TEN PIEDAD.
Guía de la humanidad, que vienes a conducir a tu pueblo por las sendas de la verdad y de la justicia. CRISTO, TEN PIEDAD.
Fuente de vida, que vienes a curar las heridas de nuestra debilidad. SEÑOR,TEN PIEDAD.

1. lectura (Miqueas 5,1-4a): Ya a las puertas de la Navidad, escuchemos hoy el último anuncio profético de lo que celebraremos dentro de pocos días. Un anuncio lleno de alegría y esperanza.

2. lectura (Hebreos 10,5-10): Escuchemos ahora un nuevo anuncio de lo que significa la venida entre nosotros del Hijo de Dios.

Oración universal: Cuando nos acercamos ya a la fiesta del nacimiento de aquel que viene a mostrarnos la bondad de Dios y su amor a todos los hombres y mujeres del mundo entero, orémosle diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

Para que la Iglesia entera, todos los cristianos, viva­mos con mucha fe la espera del nacimiento de Jesús. OREMOS:

Para que los gobernantes de todos los países busquen sinceramente la paz y la concordia entre todos los pue­blos de la tierra. OREMOS:

Para que todas las madres que están esperando un hijo puedan vivir este momento tan importante con mucha alegría y confianza en el futuro. OREMOS:

Para que los que llegan a estas fiestas marcados por la pobreza y las dificultades de la crisis económica, encuentren las ayudas que necesitan para poder seguir adelante. OREMOS:

Para que todos nosotros sepamos encontrar en estos días momentos de silencio y de oración, para vivir de verdad en nuestros corazones la venida del Hijo de Dios. OREMOS:

Escúchanos, Señor Jesús, y ven a salvarnos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Padrenuestro: Mientras esperamos la venida de su Hijo Jesucristo, y la venida definitiva del Reino que él mismo nos anunció, nos dirigimos al Padre del cielo diciendo:

CPL


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Lunes, 14 de diciembre de 2009

ZENIT Ofrecemos a continuación la homilía pronunciada por el Papa Benedicto XVI el sábado, 28 DE nOVIEMBRE DE 2009,  durante la celebración de las Primeras Vísperas del I Domingo de Adviento, al comienzo del nuevo Año Litúrgico.

Queridos hermanos y hermanas,

con esta celebración vespertina entramos en el tiempo litúrgico del Adviento. En la lectura bíblica que acabamos de escuchar, tomada de la Primera Carta a los Tesalonicenses, el apóstol Pablo nos invita a preparar la "venida del Señor nuestro Jesucristo" (5,23) conservándonos irreprensibles, con la gracia de Dios. Pablo usa precisamente la palabra “venida”, en latín adventus, de donde viene el término Adviento.

Reflexionemos brevemente sobre el significado de esta palabra, que puede traducirse como “presencia”, “llegada”, “venida”. En el lenguaje del mundo antiguo era un término técnico utilizado para indicar la llegada de un funcionario, la visita del rey o del emperador a una provincia. Pero podía indicar también la venida de la divinidad, que sale de su ocultación para manifestarse con poder, o que es celebrada presente en el culto. Los cristianos adoptaron la palabra “adviento” para expresar su relación con Jesucristo: Jesús es el Rey, que ha entrado en esta pobre “provincia” llamada tierra para visitarnos a todos; hace participar en la fiesta de su adviento a cuantos creen en Él, a cuantos creen en su presencia en la asamblea litúrgica. Con la palabra adventus se pretendía sustancialmente decir: Dios está aquí, no se ha retirado del mundo, no nos ha dejado solos. Aunque no lo podemos ver y tocar como sucede con las realidades sensibles, Él está aquí y viene a visitarnos de múltiples maneras.

El significado de la expresión “adviento” comprende por tanto también el de visitatio, que quiere decir simple y propiamente "visita"; en este caso se trata de una visita de Dios: Él entra en mi vida y quiere dirigirse a mí. Todos tenemos experiencia, en la existencia cotidiana, de tener poco tiempo para el Señor y poco tiempo también para nosotros. Se acaba por estar absorbidos por el “hacer”. ¿Acaso no es cierto que a menudo la actividad quien nos posee, la sociedad con sus múltiples intereses la que monopoliza nuestra atención? ¿Acaso no es cierto que dedicamos mucho tiempo a la diversión y a ocios de diverso tipo? A veces las cosas no “atrapan”. El Adviento, este tiempo litúrgico fuerte que estamos empezando, nos invita a detenernos en silencio para captar una presencia. Es una invitación a comprender que cada acontecimiento de la jornada es un gesto que Dios nos dirige, signo de la atención que tiene por cada uno de nosotros. ¡Cuántas veces Dios nos hace percibir algo de su amor! ¡Tener, por así decir, un “diario interior” de este amor sería una tarea bonita y saludable para nuestra vida! El Adviento nos invita y nos estimula a contemplar al Señor presente. La certeza de su presencia ¿no debería ayudarnos a ver el mundo con ojos diversos? ¿No debería ayudarnos a considerar toda nuestra existencia como "visita", como un modo en que Él puede venir a nosotros y sernos cercano, en cada situación?

Otro elemento fundamental del Adviento es la espera, espera que es al mismo tiempo esperanza. El Adviento nos empuja a entender el sentido del tiempo y de la historia como "kairós", como ocasión favorable para nuestra salvación. Jesús ilustró esta realidad misteriosa en muchas parábolas: en la narración de los siervos invitados a esperar la vuelta del amo; en la parábola de las vírgenes que esperan al esposo; o en aquellas de la siembre y de la cosecha. El hombre, en su vida, está en constante espera: cuando es niño quiere crecer, de adulto tiende a la realización y al éxito, avanzando en la edad, aspira al merecido descanso. Pero llega el tiempo en el que descubre que ha esperado demasiado poco si, más allá de la profesión o de la posición social, no le queda nada más que esperar. La esperanza marca el camino de la humanidad, pero para los cristianos está animada por una certeza: el Señor está presente en el transcurso de nuestra vida, nos acompaña y un día secará también nuestras lágrimas. Un día no lejano, todo encontrará su cumplimiento en el Reino de Dios, Reino de justicia y de paz.

Pero hay formas muy distintas de esperar. Si el tiempo no está lleno por un presente dotado de sentido, la espera corre el riesgo de convertirse en insoportable; si se espera algo, pero en este momento no hay nada, es decir, si el presente queda vacío, cada instante que pasa parece exageradamente largo, y la espera se transforma en un peso demasiado grave, porque el futuro es totalmente incierto. Cuando en cambio el tiempo está dotado de sentido y percibimos en cada instante algo específico y valioso, entonces la alegría de la espera hace el presente más precioso. Queridos hermanos y hermanas, vivamos intensamente el presente donde ya nos alcanzan los dones del Señor, vivamoslo proyectados hacia el futuro, un futuro lleno de esperanza. El Adviento cristiano se convierte de esta forma en ocasión para volver a despertar en nosotros el verdadero sentido de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe que es el misterio de Cristo, el Mesías esperado por largos siglos y nacido en la pobreza de Belén. Viniendo entre nosotros, nos ha traído y continua ofreciéndonos el don de su amor y de su salvación. Presente entre nosotros, nos habla de múltiples modos: en la Sagrada Escritura, en el año litúrgico, en los santos, en los acontecimientos de la vida cotidiana, en toda la creación, que cambia de aspecto según si detrás de ella está Él o si está ofuscada por la niebla de un origen incierto y de un incierto futuro. A nuestra vez, podemos dirigirle la palabra, presentarle los sufrimientos que nos afligen, la impaciencia, las preguntas que nos brotan del corazón. ¡Estamos seguros de que nos escucha siempre! Y si Je´sus está presente, no existe ningún tiempo privado de sentido y vacío. Si Él está presente, podemos seguir esperando también cuando los demás no pueden asegurarnos más apoyo, aún cuando el presente es agotador.

Queridos amigos, el Adviento es el tiempo de la presencia y de la espera de lo eterno. Precisamente por esta razón es, de modo particular, el tiempo de la alegría, de una alegría interiorizada, que ningún sufrimiento puede borrar. La alegría por el hecho de que Dios se ha hecho niño. Esta alegría, invisiblemente presente en nosotros, nos anima a caminar confiados. Modelo y sostén de este íntimo gozo es la Virgen María, por medio de la cual nos ha sido dado el Niño Jesús. Que Ella, fiel discípula de su Hijo, nos obtenga la gracia de vivir este tiempo litúrgico vigilantes y diligentes en la espera. Amén.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 22:41  | Habla el Papa
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Desde el Area de Pastoral Social de la diócesis de Tenerife  se ha recibido subsidio litúrgico para el domingo cuarto de Adviento - Ciclo C  - 20 de diciembre de 2009 

MONICIÓN DE ENTRADA 

Hermanos y hermanas: En este último domingo de Adviento, en vísperas de la Navidad, nos unimos de corazón a María que espera el nacimiento de su hijo. Por el anuncio del ángel hemos conocido que Dios viene a nosotros, y nos disponemos a recibirle, queremos que su venida transforme nuestras vidas.

En nuestra ciudad (barrio, pueblo) ya todo está preparado. Los escaparates repletos de cosas; la iluminación especial de estos días ya está encendida; las invitaciones a pasarlo bien y las felicitaciones son numerosas.

Nosotros volvemos nuestros oídos y nuestra mirada a la Palabra de Dios para escuchar su llamada y dejarnos iluminar y transformar por ella.

A lo largo del Adviento, se nos han estado haciendo dos avisos fundamentales:

- la venida del Señor será una realidad,
- es necesario prepararnos para acogerle.

En las semanas anteriores, los profetas y  Juan Bautista han estado llamando nuestra atención e invitándonos a vivir  en justicia, en paz y en verdad.  Hoy, como broche de oro, la Virgen María se pone en camino porque le invade el gozo de creer en las promesas de Señor, para compartirlo con Isabel. Y se pone en camino, con amor, dispuesta a servir.

Ponerse en camino implica salir, desplazarse hacia todas las personas y, de modo especial, hacia aquellas que más nos necesitan. Esto nos exige esfuerzo, pero cuando se ama no importa.  El mensaje cristiano no es para "guardarlo en nosotros", sino para celebrarlo con gozo y compartirlo con los demás, como hizo María de Nazaret.

Con esta disposición, nos ponemos de pie para, cantando, recibir al sacerdote que va a presidir esta celebración. 

AL ENCERDER LA ÚLTIMA VELA DE LA CORONA

Encendemos hoy el último cirio de la corona de Adviento.  Jesús, con su luz, nos ilumina. 
Señor, al encender estos cuatro cirios, pensamos en María, tu madre.
Nadie te esperó con más ansia y amor que ella.
Nadie te recibió con más alegría.
También nosotros queremos prepararnos así: En la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.

                              ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos! 

ACTO PENITENCIAL  

Jesús, queremos prepararte un pesebre, hecho con las pajas de nuestra vida en este año que va terminando, antes de celebrar la Nochebuena... 

Por las llamadas tuyas que no quise oír…
Por las veces que me negué al hermano.
Por mis egoísmos, orgullos, soberbias, vanidades.

         Por estas pajas secas, Señor, ten piedad…. 

Por mi corazón cerrado a la necesidad del otro.
Por mi incapacidad para comprender y perdonar.
Por mi lengua desbordada tantas veces, para criticar al otro.

         Por estas pajas secas, Cristo, ten piedad…. 

Por mis malos pensamientos, mis rencores, mis envidias.
Por las veces que no quise rezar, que dejé de ir a Misa,
Por los momentos que me rebelé contra tu voluntad. 

       Por estas pajas secas, Señor, ten piedad.  

Monición a la Primera Lectura. Miqueas 5,2-5 

En la primera lectura que vamos a proclamar escuchamos un nuevo anuncio profético que nos prepara para la venida del Señor. El profeta nos presenta una característica de Dios: Él  se encuentra siempre en lo pequeño. Escuchemos. 

Monición a la Segunda lectura: Hebreos 10,5-10

El texto de la carta a los Hebreos que vamos a escuchar resume el sentido de la venida de Jesús al mundo. Él cumplió  la voluntad de Dios Padre con una fidelidad heroica: presentó el Reino de Dios, sufrió la muerte en cruz, resucitó y nos da su Espíritu por el que todos podemos ser hijos de Dios.

Monición al Evangelio: Lucas 1,39-45 

La visita de María a su prima Isabel es un encuentro en el que el Espíritu de Dios se hace presente en la familia del Bautista.

Isabel, inspirada por este Espíritu, confiesa la maternidad divina de María y ésta proclama la grandeza del Señor que se ha fijado en la pequeñez de su esclava.  Juan, el hijo de Isabel todavía en su seno, es el testigo gozoso de Jesús.

Escuchemos con atención la proclamación del Evangelio. 

ORACIÓN DE LOS FIELES 

Dios no defrauda nuestras pequeñas y grandes esperas. Confiando en Él, le presentamos nuestras súplicas. Cada una de ellos, todos responderemos: ¡Ven, Señor, Jesús!

1. Para que la Iglesia, a ejemplo de la Virgen María viva y anuncie la esperanza que brota de la fe, y que se transforma en servicio a cada persona. Oremos

2. Para que en nuestra sociedad crezca la esperanza y para que, cada persona desde sus posibilidades, hagamos posible el desarrollo sostenible de todos los pueblos de la tierra. Oremos

3. Para que los que sufren sientan cercanos el consuelo de Dios y el cariño y atenciones de los que están cerca de ellos. Oremos 

4. Para que experimentemos en nuestra vida el gozo de creer y de servir a Dios en nuestro prójimo.  Oremos 

5. Para que nuestra comunidad parroquial esté atenta a las necesidades del barrio (pueblo) y responda con generosidad  y espíritu de fe, a los problemas y situaciones dolorosas de sus habitantes. Oremos 

Señor, en ti ponemos nuestras esperanzas. Tú eres nuestra paz. Escucha nuestras súplicas, y ven a salvarnos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS  

Una cesta con pajas:

Ofrecemos al Señor,  pajas suaves y delicadas para no lastimarlo...
Las del amor que hemos podido derramar sin esperar recompensa.
Las del perdón que hemos dado de corazón.
Las de nuestra paciencia y ternura con los que sufren en el alma y en el cuerpo.
Las del amor y nuestra entrega cotidiana a nuestra familia.
Las de la alegría de servirte y servir a los hermanos.
Las del sufrimiento físico, moral y espiritual, que tantas veces nos desborda.
Las de la fe, la  esperanza y el amor a Ti y a los hermanos.

 

Al entregar la colecta:

Al presentarte, Señor, la colecta, fruto de nuestro compartir  económico, queremos expresar nuestros deseos de vivir sencilla y austeramente, de ser solidarios con las necesidades de los pobres y corresponsables con las necesidades de la Parroquia.

ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS 

Hoy, Padre Dios, te bendecimos con María, la Madre de Jesús, porque Tú colmas el gozo de los pobres y humildes con su venida.  

Te bendecimos -Señor Jesús- porque, aunque nuestra fe  es pequeña e inmadura y no sabemos creer con firmeza, con tu venida a morar entre nosotros,  nos sigues llamando y acompañando  en  la adversidad.  

Te bendecimos, Espíritu del Señor,  por  María de Nazaret, la mujer creyente, la primera cristiana, la que se fio de ti. Ella es el ejemplo que debemos seguir para ser de verdad discípulos de Jesús.  

Te damos gracias, Señor, porque nos has regalado poder celebrar esta Eucaristía., y nos has hecho compartir el mismo gozo que Isabel al sentir tu presencia. Abre nuestros oídos,  prepara nuestros corazones  para que podamos recibir y testimoniar en nosotros a Jesús, tu Hijo, que nace entre nosotros.


Publicado por verdenaranja @ 20:53  | Liturgia
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 Lectio Divina para el domingo cuarto de adviento - C 2009, ofrecido por la Delegación Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Tenerife.


LECTURA:           “Lucas 1, 39‑45”

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

MEDITACIÓN:            “Se cumplirá”

Como María y como Isabel, vivimos nuestro tiempo de esperanza personal, eclesial, universal. Llevamos en nuestro interior unos anhelos de vida nueva, de que surjan y se realicen los mejores sueños de los que somos portadores sobre nuestra propia realización y de la humanidad. Ansiamos alcanzar la paz, la felicidad, que se nos escapan siempre por muchas fisuras de nuestra propia vida personal y social, pero no renegamos de ellas, y las llevamos como un germen en espera de su culminación en algún momento, en algún día, aquí y allá.

Y de esos sentimientos, estas dos mujeres se nos convierten en modelo. “Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” es una frase que sirve para las dos, aunque la grite una. Y es una frase que sirve para cada uno de nosotros y para toda la humanidad. Lo que ha dicho el Señor se cumplirá, en lo que tiene de gozo y de dolor, que también lo experimentaron ellas, tal vez porque todo parto conlleva dolor. Dar a luz algo nuevo significa romper con lo viejo, supone esfuerzo, entrega, donación; pero, sobre todo, ilusión, ilusión y esperanza, porque se abre una nueva realidad, una nueva posibilidad, un sueño de algo nuevo y bueno.

El adviento nos ha querido abrir a mantener vivo ese sueño, esa esperanza, que es algo más que un deseo de buena voluntad, es realización de algo que llevamos inscrito en nuestro ser. Y la Navidad, el nacimiento de Jesús, es la garantía, la certeza de la realización, sencillamente porque Dios se ha implicado más, camina con nosotros, a nuestro ritmo de amor y dolor, pero abriéndonos camino.

Sí, podemos decirnos todos “dichosos”, porque lo que ha dicho, lo que sigue diciendo, el Señor, se ha cumplido y se cumplirá.

ORACIÓN:            “Seguir trabajando”

Cada día tu palabra, Señor, me abre a una acción de gracias. Gracias, porque en este mundo confuso que nos está tocando vivir, nos abres el resquicio de luz que necesitamos para seguir esperando, para seguir soñando, para seguir trabajando y luchando.

Gracias, Señor, porque en ti tenemos la garantía de que la humanidad está abocada al sentido, no al absurdo. A veces nos puede costar creerlo, pero tú eres la llama encendida de que el amor es posible, y la garantía de que la humanidad terminará buscando y encontrando el camino.

Y gracias, porque a pesar de no saber muy bien cómo, pero me recuerdas que soy una pieza imprescindible en esa tarea, que los gestos de mi vida sencilla, el amor que pueda poner, el bien que realice, todo lo bueno que proyecte, está haciendo posible que la esperanza se mantenga viva. Ayúdame a que no desfallezca, a que no tire la toalla, a que, como decías estos días, mantenga alta la cabeza y el corazón, y viva mi fe, mi confianza plena en ti.

CONTEMPLACIÓN:          “Sueños”

 Espero, Señor,
espero la realización
de tus sueños
y mis sueños.

Sueños que hablan de paz,
de amor, de armonía,
de humanidad reconciliada,
entre ella y contigo.

Sueños de plenitud,
de totalidad,
de unificación,
de liberación de ataduras,
que sujetan mi alma
y mi cuerpo,
mi corazón y mi mente.

Sueños que me permiten caminar
ilusionado y expectante,
abrazando la risa y el llanto,
sabedor en la incertidumbre,
que tú sigues viniendo,
que tu estás,
que tú me empujas,
me llamas
y me amas.


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 Lectio Divina para el domingo tercero de Adviento - C 2009, ofrecida por la Delegación Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Tenerife.

 

TEXTO:           “Lucas 3, 10‑18”

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué hacemos?» Él contestó: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.»

Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué hacemos nosotros?» Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido.»

Unos militares le preguntaron: «¿Qué hacemos nosotros?» Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.»

El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»

Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

MEDITACIÓN:         “¿Qué hacemos nosotros?”

¿Qué hacemos nosotros? ¿Qué debo hacer yo? Es una pregunta que sería bueno que fuésemos capaces de hacérnosla de vez en cuando. Nuestra capacidad de despiste, de ir perdiendo fuerza e ilusión, de dejarnos llevar por lo fácil y cómodo,…, es bastante habitual. Sin darnos cuenta nos vamos deslizando y, si no nos paramos un poco, tenemos el riesgo de acabar muy lejos de donde iniciamos.

Las respuestas que da Juan a cada uno de sus interlocutores parecen cargadas de lógica, sin más, y sin embargo, casi sonaban a novedad. Y puede ser que a mí me resuene también a nuevo que me recuerden que tengo que ser coherente con mi vocación y vivirla con ilusión y entrega, como una donación generosa que es como la inicié. Y nos puede resultar novedoso a cada uno que nos recuerden, sin más, que tenemos que ser buenos profesionales y responsables, entregados de lleno a lo que tenemos entre manos, buenos padres y madres e hijos, trabajando el crecimiento y el fortalecimiento del amor, con lo que supone de gozo y de sacrificio; ser hombres y mujeres de bien, solidarios en todo lo que podamos con los dolores y alegrías de nuestro mundo y de los “otros concretos”.

Sí, son muchas las preguntas que nos podemos ir haciendo y que es importante que las integremos en la cotidianidad de nuestra vida, porque no estamos solos, porque hemos sido puestos en un mundo cuyo bien depende de todos y cada uno de nuestros gestos, de nuestras actitudes, de nuestros deseos.

Y en nuestro caso con más razón, porque estamos inmersos en la corriente de una buena noticia, de tu buena noticia, Señor. Hemos sido bautizados con Espíritu y fuego. Es decir, con tu misma fuerza, con la fuerza del amor. Ciertamente que la podemos ahogar, que podemos taparla y hasta negarla, pero tenemos que dar lugar a esos espacios, en los que nos dejemos preguntar qué hacemos con ellos, qué he hecho y qué hago con esos dones que he recibido y que poseo. Porque, no lo puedo olvidar, no son sólo para mí, aunque sean en primer lugar a mí a quien me afectan y me llenan de sentido, sino para que todos se puedan beneficiar de ellos.

Y tú, Señor, de nuevo me recuerdas que vienes, que estás, que me llamas y me interpelas. Y yo ¿qué puedo responderte?

ORACIÓN:          “Responder con ilusión”

Señor, soy consciente de que en muchos momentos no estoy a la altura de la tarea y la responsabilidad que he asumido. Muchas veces ni yo mismo sé por qué. Ayúdame a ilusionar constantemente mi caminar, mis opciones, que sepa responder con ilusión y fidelidad a lo que conforma el núcleo de mi vida.

Gracias por la fuerza de tu palabra que me acompaña y me interpela, me exige y me ilusiona. Gracias porque te empeñas en mantener vivo lo mejor de mí, y me permites hacer consciente mi camino. Gracias por recordarme que no estoy condenado a llevarme ni por mis sentimientos internos ni por las corrientes, porque tu presencia, que me acompaña siempre, aunque no la haga consciente, es la mayor fuerza.

Que no me falte nunca tu palabra, Señor. Que tenga el coraje y la valentía de no apartarme de ella, aunque a veces sienta que me molesta, que me incordia, que me interpela, porque sé que siempre en ella, sólo late la fuerza auténtica del amor.

CONTEMPLACIÓN:          “Tu llama”

Te empeñaste en prender
mi leño verde
y me ilusioné al ver las llamas,
y sentir su calor profundo.

Tardé en descubrir
que eran tuyas,
hasta que se apagaron
dejando paso a mi humo,
denso y negro,
que apretaba mi corazón
y enrojecía mis ojos abatidos.

Ahora mi tronco está seco
y carcomido,
dispuesto como nunca
a recibir tu llama,
que ahora  tú,
solo tú,
puedes volver a prender,
con el fuego de tu amor,
con tu Espíritu de vida.


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Lectio divina para el segundo domingo ded Adviento - C 2009 ofrecido por la Delegación de Liturgia de la Diócesis de Tenerife. 

TEXTO:           “Lucas 3, 1‑6”

En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»

MEDITACIÓN:            “Preparad el camino”

Muchas veces nos quejamos de que las cosas no van bien, de que seguimos inmersos en nuestras contradicciones y en nuestras negatividades. Es como si esperásemos el milagro de fuera, de que una especie de varita mágica con el nombre de “dios” tuviese que venir a arreglarlo todo y, si no sucede, volcamos todas las fuerzas o desencantos en ese dios que nos gustaría que fuese, pero que no es y no actúa.

En este clima de adviento en el que nos adentramos tu palabra trata de ponernos las cosas en su sitio, una vez más. Tú vienes, quieres situarte en medio, dentro, de nuestra realidad, de nuestro corazón, de nuestra historia, pero no a golpe de varita, no a golpe de milagro o de imposición. Para que puedas situarte y quedarte necesitas que te dejemos, que creemos el espacio. No podemos meter a un huésped en casa si la tenemos llena totalmente o si no abrimos la puerta.

El profeta Juan quiso y quiere ayudarnos a hacer sitio, a adecuarlo. El Señor viene y hay que preparar el marco. Hay que allanar, hay que elevar, hay que quitar, hay que enderezar,  hay que remodelar actitudes, hay que cambiar esquemas, hay que replantear principios, hay que poner de nuestra parte toda nuestra verdad de fondo, para que tú puedas quedarte en nosotros, para que puedas ir tocando nuestro corazón, calentarlo con tu presencia amorosa, ilusionarlo con tu palabra, iluminarlo y fortalecerlo con tu esperanza, convencernos de que tú, sólo tú, puedes ir liberando nuestro corazón de todo lo que le condiciona, de todo lo que no le permite ser él mismo frente a sí mismo y frente a toda la realidad externa agresiva, indiferente o ridiculizadora.

Tú vienes, Señor, tú estás llamando continuamente a nuestra puerta, con el empeño de dar respuesta a nuestros anhelos más profundos y auténticos, y yo tengo mucho terreno que preparar para facilitarte el acceso, y contigo sé que puedo hacerlo, porque tú eres esperanza y fuerza.

ORACIÓN:           “Portador de esperanza”

Señor, tu palabra no sólo es llamada, es también reto. Reto para poner en juego la fuerza que hay en mí en la construcción de mi existencia.  Ayúdame a responder no sólo a tu llamada que me viene de fuera, sino a la que pronuncias desde mi interior más auténtico. Dame valor, fuerza e ilusión para hacer frente a lo que me ata, me condiciona, a lo que no me deja ser yo, a lo que frena lo que hay de más auténtico en mí.

Que sea, Señor, accesible. Que elimine obstáculos que te cierren el paso a ti y a todos los que quieren acercarse a mí; que sea portador de una sonrisa, portador de esperanza, portador de ti.

CONTEMPLACIÓN:          “Grito de amor”

Voz que grita
en mi corazón desierto.

Ansias de un Dios
que sale a mi encuentro
para ofrecerme
una palabra de vida,
para abrir la puerta
de mi esperanza ahogada.

Grito de amor
que ansía una respuesta
que abra un resquicio
para su caricia suave,
y la fuerza transformadora
de mi terreno accidentado
y pobre.

Cercanía de un Dios
que viene,
que está,
que llama,
para ofrecerme la vida
de su Vida.


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Domingo, 13 de diciembre de 2009

ZENIT nos ofrece el mensaje que el Papa Benedicto XVI ha hecho llegar al Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, con motivo de la solemnidad del Apóstol san Andrés. El mensaje fue entregado por el presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, cardenal Walter Kasper.

A Su Santidad Bartolomé I
Arzobispo de Constantinopla
Patriarca Ecuménico
Santidad,

Con gran alegría me dirijo a Su Santidad con ocasión de la visita de la delegación guiada por mi Venerable Hermano cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, a quien he confiado la tarea de hacerle llegar mis más calurosas felicitaciones fraternas en la Fiesta de San Andrés, el hermano de San Pedro y el protector del Patriarcado Ecuménico.

En esta gozosa ocasión en que se conmemora el nacimiento a la vida eterna del Apóstol Andrés, cuyo testimonio de la fe en el Señor culminó con su martirio, expreso también mi respetuoso saludo al Santo Sínodo, al clero y a todos los fieles que, bajo Su cuidado y guía pastoral continúan, también en situaciones difíciles, dando testimonio del Evangelio de Jesucristo.

El recuerdo de los mártires empuja a todos los cristianos a dar testimonio de su propia fe ante el mundo. Esta llamada es particularmente urgente en nuestro tiempo, en el que el cristianismo debe afrontar desafíos cada vez más complejos. El testimonio de los cristianos será ciertamente más creíble cuanto más los creyentes en Cristo sean “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32).

En las últimas décadas, nuestras Iglesias se han empeñado con sinceridad a recorrer el camino hacia el restablecimiento de la comunión plena y, aunque aún no hemos alcanzado nuestro objetivo, se han realizado muchos pasos, que nos han permitido profundizar en nuestros vínculos de unión. Nuestra creciente amistad, nuestro respeto recíproco, nuestra voluntad de encontrarnos y de reconocernos unos a otros como hermanos en Cristo no deberían ser obstaculizados por cuantos permanecen anclados en en recuerdo de diferencias históricas: esto les impide abrirse al Espíritu Santo, que guía a la Iglesia y que es capaz de transformar todas las debilidades humanas en oportunidades para el bien.

Esta apertura ha guiado el trabajo de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico, que tuvo su undécima sesión plenaria en Chipre, el mes pasado. El encuentro se caracterizó por un sentido de compromiso solemne y por un afectuoso sentimiento de cercanía. Una vez más expreso mi sincera gratitud a la Iglesia de Chipre por su generosísima acogida y hospitalidad. Es fuente de gran ánimo el hecho de que, a pesar de algunas dificultades e incomprensiones, todas las Iglesias participantes en la Comisión Internacional haya expresado su propia intención de proseguir el diálogo.

El tema de la sesión plenaria, “El papel del Obispo de Roma en la comunión de la Iglesia en el primer milenio”, es ciertamente complejo y requerirá un estudio amplio y un diálogo paciente, si queremos aspirar a una integración compartida de las tradiciones de oriente y occidente. La Iglesia católica comprende el ministerio petrino como un don del Señor a su Iglesia. Este ministerio no debe ser interpretado desde una perspectiva de poder, sino más bien en el ámbito de una eclesiología de comunión, como servicio a la unidad en la verdad y en la caridad. El Obispo de la Iglesia de Roma, que preside en la caridad (san Ignacio de Antioquía), se entiende como el Servus servorum Dei (san Gregorio Magno). Por tanto, como escribió mi venerado predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, y como repetí con ocasión de mi visita al Fanar en noviembre de 2006, se trata de buscar juntos, dejándonos inspirar por el modelo del pirmer milenio, las formas en las cuales el ministerio del Obispo de Roma pueda realizar un servicio de amor reconocido por todos (cfr. Ut unum sint, n. 95). Oremos por tanto a Dios que nos bendiga; que el Espíritu Santo pueda guiarnos a lo largo de este camino difícil y sin embargo prometedor.

En todo caso, mientras estamos llevando a cabo este camino hacia la comunión plena, ya debemos ofrecer un testimonio común, cooperando al servicio de la humanidad, en particular de la defensa de la dignidad de la persona humana, en la afirmación de los valores morales fundamentales, en la promoción de la justicia y de la paz y en dar respuesta al sufrimiento que sigue afligiendo a nuestro mundo, en particular al hambre, a la pobreza, al analfabetismo y a nuestra no equitativa distribución de los recursos.

Además, nuestras Iglesias pueden trabajar juntas para llamar la atención sobre la responsabilidad de la humanidad hacia la tutela de la Creación. A propósito de esto, expreso una vez más mi aprecio por las numerosas y válidas iniciativas que Usted, Santidad, ha apoyado y animado y que han dado testimonio del don de la Creación. El reciente simposio internacional sobre “Religión, Ciencia y Medio Ambiente”, dedicado al río Mississippi, y los encuentros mantenidos por Usted con ilustres personalidades del mundo político, cultural y religioso, son un ejemplo de Su compromiso.

Santidad, en la solemnidad del gran Apóstol Andrés, deseo expresar, a Usted y al Patriarcado Ecuménico, mi estima llena de respeto y mi cercanía espiritual, mientras que elevo mi oración para que el Dios Uno y Trino pueda conceder abundantes bendiciones de gracia y luz a Su ministerio por el bien de la Iglesia.

Con estos sentimientos Le envío un abrazo fraterno en el nombre de nuestro único Señor Jesucristo, renovando mi oración para que la paz y la gracia del Señor Nuestro pueda estar con Usted, Santidad, y con todos cuantos han sido confiados a Su eminente guía pastoral.

En el Vaticano a 25 de noviembre de 2009

[Traducción de la versión italiana por Inma Álvarez]


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Homilía de monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario en la inauguración de la parroquia Cristo Rey. (AICA)
(Fisherton, 22 de noviembre de 2009)
 

INAUGURACIÓN DE LA PARROQUIA CRISTO REY 

Queridos hermanos

La celebración de Cristo Rey

Hoy es la fiesta de Cristo Rey. Como cantamos en el salmo 92,  “El Señor reina, vestido de majestad, el Señor se ha revestido y ceñido de poder”. Hoy proclamamos la grandeza y la soberanía de Dios, su primacía sobre toda la creación, que  sólo a Él le corresponde; porque sólo Él es el Señor.

Por eso su trono está firme desde siempre (s.92, 2). Todos los señores de este mundo, algún día dejan de serlo, dejan sus coronas y sus cetros, su autoridad y su mandato. Apenas muere el rey, en seguida se aclama a su sucesor.  En cambio nuestro Rey,  venció inclusive a la muerte, el primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra; y precisamente en su muerte y resurrección hace visible su reino en medio nuestro, y nos enseña el Código de su Reino. 

Inauguración de la nueva Iglesia

Nuestra celebración de hoy también mira a esta querida Parroquia que lleva su nombre; tan unida a esta localidad y a su gente.

En realidad cuando recorremos nuestros pueblos y ciudades, encontramos que la construcción de sus iglesias, y capillas, está muy unida a la historia de la fe, de la misión,  de esos lugares y de sus comunidades.

A lo largo de la historia de la evangelización, la fe cristiana, profundamente enraizada en sus fieles, no dio origen solamente a obras espirituales, reflejadas en el pensamiento, en la literatura,  o en la  teología, sino que también inspiró sus obras materiales y artísticas más elevadas: que fueron las iglesias, las capillas y los templos, hermosamente ornamentados, donde también se manifiesta la fe religiosa de un pueblo que ama a Dios.

De este modo, desde la antigüedad, la comunidad cristiana y civil  participaba en la construcción y decoración de las iglesias y catedrales; y lo hacían en forma  diferente pero coordinada tanto los más  humildes como los más pudientes, los jóvenes  y los ancianos, porque en esta casa común todos los creyentes buscaban y encontraban  a Dios.  Donde todos, como nos decía Juna Pablo II, se sintieran como en su propia casa.        

Cada Iglesia es fruto de un largo camino, durante el cual se va construyendo con elpasao del tiempo, y a la vez expresa la fe de una comunidad, su riqueza interior y su vida  espiritual. 

Hoy nos encontramos frente a la querida Iglesia de Cristo Rey; una iglesia notablemente ampliada, restaurada y embellecida. Una obra que tiene su propia historia, unida a la historia de este lugar, que parte de aquella antigua y querida construcción de 1888, en el barrio que iba a ser habitado por el personal de la empresa de ferrocarriles.

A lo largo de estos años, la  comunidad parroquial fue creciendo, y a la expansión alcanzada por sus capillas, le faltaba no obstante una sede más amplia, adecuada a la fe de su población y de esta importante ciudad.

Hoy, después de muchos esfuerzos  esta sede parroquial cuenta con su Iglesia edificada, y  enriquecida como una verdadera expresión religiosa y artística por toda la comunidad parroquial y también por tantos otros vecinos del lugar; con la colaboración del Señor Intendente y autoridades municipales, arquitectos, ayudantes;  una iglesia que podemos contemplar embellecida y enaltecida, gracias a la inspiración y  la guía de su párroco, que llevó adelante esta ardua tarea.

Lo cierto es que esta restauración y ampliación, como las obras de arte nacidas en los siglos pasados, es incomprensible si no se tiene en cuenta el alma religiosa que la ha inspirado. Cuando la fe, de modo particular celebrada en la liturgia, se encuentra con el arte, se crea una sintonía profunda, porque ambas pueden y quieren hablar de Dios, haciendo visible lo Invisible.  

Inspiración y realización del párroco y sus colaboradores

Su párroco  e inspirador del proyecto, Pbro.  Libio Gorza, con un equipo de colaboradores, trabajó desde hace años en el esplendor de esta obra, profundamente religiosa, entre las que se destacan un ícono de la Palabra de Dios, es decir un retablo con frases de la Sagrada Escritura en bronce patinado y dorado a la hoja, y además imágenes religiosas todas en bronce de tamaño natural.

El nuevo altar y el ambón están sostenidos por ángeles realizados también en bronce, inspirados por el párroco y su equipo de colaboradores; así como la cruz a la derecha del altar. También pueden contemplarse otras dos cruces con Cristo, en la Capilla del Santísimo Sacramento y en el área reservada al Sacramento de la Reconciliación. 

En el ingreso a la Iglesia, puede contemplarse la fuente bautismal de bronce, de la que continuamente brota agua, con un profundo significado del agua que es Cristo, que da la vida y purifica  a los fieles. 

Igualmente el sagrario conforma con el ángel que lo sostiene una obra de gran importancia y da realce a la Capilla del Santísimo Sacramento, queva a ser bendecida e inaugurada hoy, cuando llevemos al Santísimo. La expresión de la belleza de esta Iglesia, y sus múltiples símbolos ricos de significados, son una catequesis, y nos ofrecen  acercarnos y gustar el Misterio de Dios y de la vida de fe.

Obras de evangelización y solidaridad 

Quiero destacar al mismo tiempo que esta inmensa tarea, no descuidó las obras de evangelización y de solidaridad que lleva adelante la parroquia, tanto en la misma sede, como en las capillas y colegios de la Parroquia, tanto por parte de su párroco conjuntamente con los vicarios parroquiales, así como de otros sacerdotes, religiosos, religiosas y colaboradores laicos.

Por estas razones, en este día de Cristo Rey, Señor del universo, al contemplar terminada esta hermosa obra religiosa de la comunidad parroquial de Fisherton, deseo también como su Obispo y Pastor, agradecer con  sencillez y  afecto al querido Párroco de esta comunidad, Padre Libio Gorza, y particularmente  en este año sacerdotal, sobre todo por brindar desinteresadamente sus talentos;  por su constancia y entrega, ofreciendo inclusive su propia salud,  y por su testimonio  sacerdotal. Gracias Padre Libio.

 Reino de Dios y verdad

Queridos hermanos: el ciclo litúrgico culmina con esta fiesta de Cristo Rey, fiesta de toda la comunidad cristiana que mira al reino definitivo de Jesús. Acabamos de leer el diálogo entre Pilato y Jesús. Como un contraste, el evangelista ha ido llevándonos a la presentación de  Cristo Rey, como en medio del ceremonial de coronación de los reyes en el Antiguo Testamento: la entrada triunfal sobre una mula, la proclamación oficial, las aclamaciones populares, la entronización, y la coronación, pero los hizo en la forma en que se viera que Jesús es  Rey, pero su Reino no es igual a los de este mundo. Es un rey humilde y misericordioso,  que nos trae un reinado de amor; y  viene  a anunciarnos la verdad   del designio de Dios, la verdad, que es el centro de su anuncio salvador.

Así le dice ante Pilato: “para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad”. No se trata de una verdad  especulativa, es una verdad que tiene rostro, que genera verdadera esperanza y gusto por la vida. Por eso el comienzo de fe, no empieza por una gran idea, sino por  esta verdad viva, es el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida, y con ello la orientación decisiva  (Dios es amor, nº 1).

El reino de Dios ya está iniciado entre nosotros, aunque no llegó a su plenitud. La verdad de la vida, la verdad del amor, la verdad de la justicia, la verdad de la paz, la verdad de Dios y la del hombre, que es su creatura tienen un único rostro, una única voz, un único nombre: Jesucristo. Y su reino crece en la verdad, hasta que llegamos al fin, donde todo sea verdad, justicia, amor y paz.

Sólo la Verdad nos hace libres, sólo el reinado de Jesucristo, que nos trae la gracia de la verdad,  nos permite borrar toda esclavitud y vivir como hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

Nosotros anunciamos y esperamos el reino, lo hacemos junto a Nuestra Madre, la Reina, reina del amor y la misericordia, que nos ama tiernamente como a sus hijos; y , lo hacemos en esta Parroquia en la que  Cristo Rey llama, invita a  encontrar y vivir a Dios en su Templo. 

Sobre todo, llama a compartir la vida con Cristo vivo y resucitado que espera a cada uno en un Sagrario, “horno ardiente de Caridad” siempre encendido y que junto con el ángel que lo acompaña están totalmente suspendidos en el aire. Como dice Jesús en el Evangelio: “Pan de ángeles bajado del cielo”.  

Mons. José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario  

 


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Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellanda-Lanús en las ordenaciones sacerdotales de Pablo Andrés Balario y Rodolfo Gustavo Veliz (Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, Lanús, 25 de noviembre de 2009) (AICA)


ORDENACIONES SACERDOTALES 

Queridos hermanos y hermanas:

Esta tarde estamos providencialmente reunidos en este lugar, con la Reliquia del Santo Cura de Ars, que vino de visita a la Argentina y a esta parroquia que lleva el nombre del Sagrado Corazón de Jesús. Recordamos que en la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús -el pasado 19 de junio-, el Papa promulgó el Año Sacerdotal, y al hacerlo habló a los sacerdotes y al Pueblo Santo de Dios, diciéndonos que tenemos que ser fieles al Corazón de Jesús, a Cristo; subrayando así la fidelidad de Cristo para con nosotros y la fidelidad de los sacerdotes para con Cristo.

Esta celebración y esta ordenación, donde contamos con la presencia de la Reliquia del Santo Cura de Ars, es para nosotros un bien enorme. Pedimos a Dios que estos dos nuevos sacerdotes, que serán consagrados dentro de pocos instantes, tengan un corazón semejante al de Jesús. Y que también nosotros, sacerdotes, tengamos un corazón semejante al de Jesús. Porque la Iglesia brota y surge del Corazón de Jesús; brota del amor de Dios; brota del sacrificio de Cristo que se inmoló por nosotros en la cruz y su corazón traspasado por la lanza nos muestra que de él brota la Iglesia, brota la gracia, brota la vida.

El Cura de Ars decía que un sacerdote es lo más grande que hay en este mundo, porque “por medio de dos palabras traía el cielo a la tierra”, trae a Cristo, la Eucaristía. La figura y la presencia del Cura de Ars, un sacerdote a quien le costó mucho ser ordenado por causa del latín y porque tuvo muchas dificultades hasta ser ordenado y enviado a una parroquia insignificante donde brilló. Porque el sacerdote no brilla por los lugares donde está, sino que brilla si hace, si vive y si cumple la voluntad de Dios.

Es allí donde nosotros queremos vivir  este misterio y ustedes también tendrán que vivirlo: el misterio escondido de Dios revelado por medio de Jesucristo y compartido por nosotros, para que ustedes -unidos a Cristo- sean fieles a Dios y fieles al Pueblo de Dios que Él les confía. El buen pastor va donde es enviado. “¡Tú vas donde Yo te envío, y es allí donde tienes que fructificar!”  

La misión del sacerdote es la misión unida con el presbiterio al Obispo, que es la cabeza de la Iglesia y tiene la gracia sacramental de enviar: así como Cristo fue enviado por el Padre, así el obispo envía a sus sacerdotes para ser fieles a Jesucristo.

Yo les diría que tengan muy en cuenta que están incorporados, o van a ser incorporados, al presbiterio y en comunión con el Obispo. ¡Esta es su familia! ¡Familia que no desprecia la familia de la sangre ni de la carne! ¡Estimen, amen, trabajen y sirvan por la unión de los presbíteros con el obispo y del obispo con los presbíteros!, para formar un único presbiterio. En este caso, sin agotar la realidad del presbiterio de Avellaneda Lanús, somos los que somos, estamos los que estamos, y tenemos que expresar el amor a Dios, el amor a Cristo, en ese amor concreto a nuestra Iglesia diocesana. 

El pastor tiene que servir y tiene que hacer la voluntad de Dios. Tiene que hacerlo de “buena gana” no de “mala gana”, no de mal humor, sino con mucho entusiasmo. El sacerdote, además de ser cargado con tantas vicisitudes y tantos problemas, ¡no puede ser amargado! El sacerdote tiene que ser un hombre enamorado de Dios y de allí sacar la fuerza para que con ganas pastoree a su rebaño, sirva a su rebaño y se entregue por su rebaño ya que Dios se lo confió.

Queridos hijos, futuros sacerdotes, ¡trabajen con ganas!, ¡con voluntad de amor!, ¡con voluntad de servicio!, ¡con voluntad de decisión! El sacerdote también es padre y como tal tendrá que crecer en la relación con sus hijos. También tendrá que crecer en los vínculos: vínculos con Dios, vínculos con Jesucristo, vínculos con la Iglesia, vínculos  con los hermanos.

Y esto es muy importante porque ¿cuánto uno podrá crecer?, ¿cómo uno debe crecer?, ¡se crece amando!, ¡se crece equivocándose!, ¡se crece reconociendo y reconociendo uno se da cuenta que ha sido llamado y recibe la gracia para amar y amar más!  

¡El sacerdote está en la Iglesia y en el mundo para amar y para amar más!

¡No se dejen secar!
¡No se dejen cortar las piernas!
¡No pierdan el entusiasmo!
¡La alegría de uno es vivir conforme al corazón de Jesucristo!
¡Conforme al corazón del Cura de Ars!

¿Qué hizo el Cura de Ars? Hizo lo que tenía que hacer: un gran catequista, un gran rezador, un gran confesor, que amó entrañablemente la Eucaristía. ¡Eso es lo que tiene que hacer un sacerdote!

Sé que las características de ciento cincuenta años atrás, ahora han cambiado. Pero las realidades y los valores no han cambiado. El sacerdote tiene que estar disponible para que uno se pueda confesar. ¡El Pueblo de Dios necesita de la confesión! No lo va a confesar un psicólogo; no lo va a confesar un terapeuta; lo tiene que confesar un sacerdote porque de ahí vienen la gracia de Dios y el perdón.

No hablo mal ni del terapeuta ni del psicólogo, pero hay algo que se nos ha confiado y que ningún otro podrá hacer por nosotros. No somos constructores, no somos profesores, no somos genios, ¡pero sí somos “confesores” del amor de Dios!, a través de los medios que el Señor mismo nos ha comunicado: la confesión, la catequesis y la Eucaristía. ¡Estas cosas ustedes no las pueden olvidar jamás!

En esta noche, como Pueblo de Dios, ante las reliquias del corazón del Cura de Ars, hay que pedir por el mundo y la Iglesia que necesitan tener corazón de pastores conformes al corazón de Dios. Esto es posible porque Dios lo concede, porque Dios lo quiere, porque el Pueblo de Dios lo necesita y lo reclama; no está pidiendo algo indebido, pide algo que necesita y que nosotros solamente como sacerdotes lo podemos dar.

El sacerdote no vive para sí, vive para lo que fue elegido; no se busca a sí mismo sino que tiene que entregarse y tendrá que gastarse; gastar el corazón, gastar la vida por Dios y por su Reino; por Dios y por la gente. ¡No se guarden a ustedes mismos! Porque si se guardan, dejarán de amar y si dejan de amar pierden lo esencial en vuestra vida.

Le pedimos a la Virgen -que como Madre nos tiene que ayudar porque Dios quiere estar presente y será esa presencia en ustedes- que los ayude a no olvidar este día, que no pierdan memoria; que el día de la gracia de la ordenación sacerdotal -y del ingreso al presbiterio por mano del obispo de un modo definitivo y de un modo presbiteral- no lo olviden jamás.

Comunión. Unión. Entrega. Alegría. Disponibilidad y Servicio. En la Iglesia no hay francotiradores. En la Iglesia, por más razones que uno tenga, no se puede aislar, porque si se aísla, debilita  y si debilita, quebranta la unidad.

Pidamos al Señor que trabajemos por esta común unión entre Dios con el Obispo, con el presbiterio y con el Pueblo a ustedes confiados.

Que el Cura de Ars los ayude a tener un corazón sacerdotal son unos privilegiados. Hoy es un día memorable, muy especial, que no terminen de dar gracias por este día y por la presencia excepcional del corazón del Cura de Ars en vuestra ordenación.

Que Dios nos bendiga a todos como Pueblo de Dios, porque también recibimos esta gracia y esta invitación a la que tenemos que volver a anhelar. ¡La santidad es posible! ¡Tenemos que ser santos! ¡Tenemos que ser buenos cristianos! ¡Debemos ser buenas personas!

Que el Corazón de Dios palpite en el corazón de ustedes y el de ustedes, hoy y para siempre, se revista de los sentimientos del corazón de Dios.

Que así sea 

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


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Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”. (AICA)
(28 de noviembre de 2009)



LAS “CANDIDATURAS TESTIMONIALES”: UNA BURLA A LA CIUDADANÍA 

Periódicamente surge entre la gente común, en la opinión pública podríamos decir, quejas contra lo que suele llamarse “la política”… No sólo contra las personas que participan activamente en la política o tienen cargos de orden político sino en general contra la actividad política misma, la cual se ha cubierto de un cierto velo de sospecha como si fuera algo que contamina a aquel que se atreve a introducirse en ese campo.

Esto es realmente penoso, porque si lo pensamos bien, tanto desde el punto de vista humano, natural, cuanto considerando la enseñanza social de la Iglesia, la actividad política tiene un carácter nobilísimo.

La Doctrina Social de la Iglesia exhorta a los laicos católicos a participar activamente en la vida política. Presenta esa participación como un ejercicio de la caridad, porque se trata de un servicio público, de un servicio a la sociedad.

Ahora bien: ¿a qué se debe que se haya convertido “la política” en una especie de campo minado, y objeto de continuas sospechas? Muchas veces se debe a que incluso sus mismos protagonistas principales no advierten la nobleza de esa actividad.

Voy a poner un ejemplo muy reciente. En la pasada elección de cargos legislativos hubo muchos candidatos, tanto en el orden municipal como en el provincial y en el nacional, que se presentaron, ofrecieron su nombre -generalmente encabezando las listas- con el rotulo de “candidaturas testimoniales”. Se sospechaba, ya desde entonces, y se discutió en su momento la cosa, que no tenían la intención de asumir los cargos para los cuales se postulaban. Era lógico sospechar, ya que los “testimoniales” o eran personajes que provenían de otros campos o estaban desempeñando importantes cargos ejecutivos. Eran nombres con “gancho” para arrastrar votos.

Ahora, cuando llega el momento de asumir esos cargos para los cuales han sido elegidos, se advierte que efectivamente no tenían la intención y que no los asumirán. Mucha gente se siente burlada, con razón, y esto es otro de los elementos que añade descrédito al mundo de la política.

Pienso, por ejemplo, la reticencia de tantos jóvenes, que porque participan de esa sospecha general, no quieren adentrarse en un terreno pantanoso. Con este nuevo episodio de las “testimoniales” que es una burla a la ciudadanía, van a retraerse aún más.

Porque se trata de eso: de una burla a la ciudadanía. A esos candidatos que han sido votados para que desempeñaran determinados cargos les corresponde, efectivamente, no defraudar a quienes los votaron y asumir esos cargos.

Se trata entonces de la seriedad de la acción política misma. Lo que está detrás de todo este asunto es, en definitiva, que la Argentina necesita de una vida política sana, y que estamos todavía lejos de lograrlo.

Muchas veces se habla de la calidad de las instituciones, se reconoce que hay que mejorar la calidad de las instituciones de la República, pero esa calidad es menoscabada continuamente por gestos que desvalorizan la actividad política, como si la relación entre quien vota y el candidato votado no implicara un compromiso que tiene un fundamento ético importantísimo.

Entones es el carácter, la cualidad ética de la actividad política la que está aquí en juego. Desgraciadamente, nos vamos acostumbrando a que, en nombre de la democracia, reducida a una defectuosa gimnasia electoral, se vulneren las instituciones de la República y se postergue indefinidamente la solución de los problemas crónicos de la Argentina. 

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


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Comentario al Evangelio del domingo tercero de Adviento – C, publicado en Diario de Avisos el domingo 13 de Diciembre de 2009 bajo el epígrafe “DOMINGO CRISTIANO”

Mal de muchos...

Daniel Padilla

Es evidente que impresionaba Juan. Impresionaba su figura: adusto y severo, "alimentándose con saltamontes y miel silvestre, vestido con una piel de camello ceñida a la cin­tura", recortaba su silueta en el desierto. Impresionaba también su personalidad: "No te es lícito vivir con la mujer de tu her­mano", le decía sin miedo a Herodes, pasara lo que pasara. Y Jesús afirmaba de él que "no era una caña agitada por el viento, ni un hombre ricamente vestido", sino "el hombre más grande nacido de una mujer". Impresionaba igualmente la claridad con que seguía su vocación: "Yo soy la voz que clama: preparen los cami­nos del Señor; enderezcan sus sendas". Y eso es lo que hacía en su profetismo: lan­zar limpiamente su mensaje de conver­sión desde su voz y su testimonio. Pero hay algo que aún impresionaba más: la concreción de su mensaje. No se andaba por las ramas en el campo de los princi­pios genéricos. El eslogan de Isaías lo des­menuzaba en programas prácticos, urgentes y concretos, acomodados a cada situación de la vida: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga comida, lo mismo". A unos publicanos, les dijo: "No exijan más de lo establecido". Ya unos soldados: "No hagan extorsión a nadie, ni se aprove­chen con denuncias".

Y es que Juan tenía prisa. Era partida­rio de no dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. Era consciente de que la implantación del Reino no podía hacerse a la ligera, con optimistas programas eté­reos ni con zurcidos superficiales: "El que tenía que venir", diría más tarde: "No se puede poner un paño nuevo sobre un ves­tido viejo, porque tirará de él y lo rom­perá". Y eso es lo que trataba de recomen­dar Juan. Por eso predicaba una conver­sión personal. Que consistía primordial­mente en un cambio radical de mentali­dad y, consecuentemente, en un cambio de actitud ante los problemas.Hoy día todos hablamos de "cambiar estructu­ras". Y, en ese empeño, decimos que exis­ten: la opresión, la injusticia, la explota­ción, la marginación, el consumismo abe­rrante... Pero todos esos anhelos y denun­cias pueden quedarse en música celestial, si no trabaja cada uno en liberarse él de sus propios pecados. Los grandes peca­dos de todos suelen terminar siendo pecados de nadie. Y está claro que, cuando decimos enfáticamente "todos somos opresores, o asesinos", lo que hace­mos es absolver alegre y confusamente el pecado personal de cada uno. Muy bien sintetizó aquel que dijo: "¡Mal de muchos, consuelo de tontos!" O de listos. Porque suele ser un listillo el que se lava las manos como Pilatos. Vivimos en una curiosa paradoja. Cuando se trata de nuestros derechos, aquilatamos al máximo lo que se nos debe: "Esto, y esto, y esto. Más el IVA". Pero cuando se trata de nuestros compromisos con la ciudad secular o con la implantación del reino, solemos caer en un lenguaje ambiguo, insípido y fofamente grandilocuente que no dice nada: "Hay que hacer... Qué bonito sería si todos...".


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S?bado, 12 de diciembre de 2009

Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la 96ª Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, que se celebrará el domingo 17 de enero del 2010 con el tema “Los emigrantes y los refugiados menores de edad”.

MENSAJE DEL SANTO PADRE PARA LA 96ª JORNADA MUNCIAL DEL MIGRANTE Y DEL REFUGIADO (17 ENERO 2010): LOS EMIGRANTES Y LOS REFUGIADOS MENORES DE EDAD

Queridos hermanos y hermanas:

La celebración de la Jornada Mundial del emigrante y del refugiado me ofrece nuevamente la ocasión para manifestar la solicitud constante de la Iglesia por los que viven, de distintas maneras, la experiencia de la emigración. Se trata de un fenómeno que, como escribí en la encíclica Caritas in veritate, impresiona por el número de personas implicadas, por las problemáticas sociales, económicas, políticas, culturales y religiosas que plantea, y por los desafíos dramáticos que supone para las comunidades nacionales y para la internacional. El emigrante es una persona humana con derechos fundamentales inalienables que todos deben respetar siempre (cf. n. 62). El tema de este año -"Los emigrantes y los refugiados menores de edad"- toca un aspecto al que los cristianos prestan gran atención, recordando la advertencia de Cristo, que en el juicio final considerará referido a Él mismo todo lo que se ha hecho o dejado de hacer "con uno sólo de estos más pequeños" (cf. Mt 25, 40-45). Y ¿cómo no considerar entre "los más pequeños" también a los emigrantes y los refugiados menores de edad? El propio Jesús de pequeño vivió la experiencia del emigrante porque, como narra el Evangelio, para huir de la amenaza de Herodes tuvo que refugiarse en Egipto junto con José y María (cf. Mt 2, 14).

Si la Convención de los Derechos del Niño afirma con claridad que hay que salvaguardar siempre el interés del menor (cf. art. 3), al cual hay que reconocer los derechos fundamentales de la persona de la misma manera que se reconocen al adulto, lamentablemente en la realidad esto no siempre sucede. Aunque en la opinión pública crece la conciencia de la necesidad de una acción concreta e incisiva para la protección de los menores de edad, de hecho, muchos de ellos son abandonados y, de varias maneras, corren el riesgo de ser explotados. De la dramática condición en la que se encuentran se hizo intérprete mi venerado predecesor Juan Pablo II en el mensaje enviado el 22 de septiembre de 1990 al Secretario General de las Naciones Unidas con ocasión de la Cumbre Mundial para los Niños. "He sido testigo -escribió- de la desgarradora tragedia de millones de niños en los distintos continentes. Ellos son los más vulnerables porque son los que menos pueden hacer oír su voz" (L'Osservatore Romano, edición española, 14 de octubre de 1990, p. 11). Deseo de corazón que se dedique la debida atención a los emigrantes menores de edad, que necesitan un ambiente social que permita y favorezca su desarrollo físico, cultural, espiritual y moral. Vivir en un país extranjero sin puntos de referencia reales les genera innumerables trastornos y dificultades, a veces graves, especialmente a los que se ven privados del apoyo de su familia.

Un aspecto típico de la emigración infantil es la situación de los chicos nacidos en los países de acogida o la de los hijos que no viven con sus padres, que emigraron después de su nacimiento, sino que se reúnen con ellos más tarde. Estos adolescentes forman parte de dos culturas, con las ventajas y las problemáticas ligadas a su doble pertenencia, una condición que sin embargo puede ofrecer la oportunidad de experimentar la riqueza del encuentro entre diferentes tradiciones culturales. Es importante que se les dé la posibilidad de acudir con regularidad a la escuela y de acceder posteriormente al mundo del trabajo, y que se facilite su integración social gracias a estructuras formativas y sociales oportunas. Nunca hay que olvidar que la adolescencia representa una etapa fundamental para la formación del ser humano.

Una categoría especial de menores es la de los refugiados que piden asilo, huyendo por varias razones de su país, donde no reciben una protección adecuada. Las estadísticas revelan que su número está aumentando. Se trata, por tanto, de un fenómeno que hay que estudiar con atención y afrontar con acciones coordinadas, con medidas de prevención, protección y acogida adecuadas, de acuerdo con lo previsto en la Convención de los Derechos del Niño (cf. art. 22).

Me dirijo ahora especialmente a las parroquias y a las numerosas asociaciones católicas que, animadas por espíritu de fe y de caridad, realizan grandes esfuerzos para salir al encuentro de las necesidades de estos hermanos y hermanas nuestros. A la vez que expreso mi gratitud por todo lo que se está haciendo con gran generosidad, quiero invitar a todos los cristianos a tomar conciencia del desafío social y pastoral que plantea la condición de los menores emigrantes y refugiados. Resuenan en nuestro corazón las palabras de Jesús: "Era forastero y me acogisteis" (Mt 25, 35); como también el mandamiento central que Él nos dejó: amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, pero unido al amor al prójimo (cf. Mt 22, 37-39). Esto nos lleva a considerar que cada intervención concreta nuestra tiene que alimentarse ante todo de fe en la acción de la gracia y de la divina Providencia. De este modo, también la acogida y la solidaridad con el extranjero, especialmente si se trata de niños, se convierte en anuncio del Evangelio de la solidaridad. La Iglesia lo proclama cuando abre sus brazos y actúa para que se respeten los derechos de los emigrantes y los refugiados, estimulando a los responsables de las naciones, de los organismos y de las instituciones internacionales para que promuevan iniciativas oportunas en su apoyo. Que la Santísima Virgen María vele maternalmente sobre todos y nos ayude a comprender las dificultades de quienes están lejos de su patria. A cuantos tienen relación con el vasto mundo de los emigrantes y refugiados les aseguro mi oración e imparto de corazón la Bendición Apostólica.

Vaticano, 16 de octubre de 2009

BENEDICTUS PP. XVI


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INTENCIÓN MISIONERA - “Para que en Navidad los Pueblos de la tierra reconozcan en el Verbo Encarnado la luz que ilumina a toda la humanidad, y las Naciones abran las puertas a Cristo, Salvador del mundo” - Comentario a la Intención Misionera indicada por el Santo Padre para el mes de diciembre de 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Entre los países de tradición cristiana, nadie podrá negar que la Navidad es el tiempo más entrañable del año. Es cierto que el materialismo reinante, intenta minimizar cada vez más el sentido cristiano de esta fiesta, dando más importancia al nuevo año, o presentándola simplemente como afable encuentro familiar.

De cualquier modo, Cristo nacido de María, es el Verbo, es la luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo (cf. Jn 1, 9). Todos los hombres tienen en su corazón la necesidad de un Salvador. Aquellos que sinceramente buscan el sentido profundo de su existencia más allá de lo efímero, encuentran en su propio ser una sed de infinito que nada ni nadie puede llenar. Se saben deseosos de lo eterno, y al mismo tiempo se experimentan incapaces de alcanzarlo por sí mismos. La Iglesia tiene la misión de presentar al mundo la luz de Cristo, porque la plenitud de verdad que ha recibido, no puede guardarla para ella sola. Como un nuevo Juan Bautista, cada bautizado debe ser “testigo de la luz”.

Afirma Benedicto XVI que “para llegar a Jesús, luz verdadera, sol que disipó todas las tinieblas de la historia, necesitamos luces cercanas a nosotros, personas humanas que reflejen la luz de Cristo e iluminen así el camino por recorrer” (8-12-2007). Este “reflejar” la luz es esencial a la misión de la Iglesia. Debemos hacernos limpios para reflejar, para transparentar a Dios. La aspiración a la santidad hace creíble el testimonio de la luz. Pero podemos preguntarnos, ¿qué es la luz? ¿Es sólo una metáfora sugestiva, o a la imagen corresponde una realidad? La palabra del Papa nos ayuda a aclarar este interrogante: “El apóstol san Juan escribe en su primera carta: ‘Dios es luz, en él no hay tiniebla alguna’ (1 Jn 1, 5); y, más adelante, añade: ‘Dios es amor’. Estas dos afirmaciones, juntas, nos ayudan a comprender mejor” (6-1-2006). Dios es luz porque es amor, y nosotros nos convertimos en personas que “iluminan” en la medida en que amamos. Somos testigos de la luz en la medida en que somos testigos del amor.

Cuando el Papa pide que “los Pueblos de la tierra reconozcan en el Verbo Encarnado la luz que ilumina a toda la humanidad”, está pidiendo que los hombres reconozcan el amor de Dios sobre ellos. “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que no perezca ninguno de los creen en Él sino que tengan vida eterna” (Jn 3, 16).

El teólogo medieval Guillermo de S. Thierry dijo una vez: Dios ha visto que su grandeza – a partir de Adán – provocaba resistencia; que el hombre se siente limitado en su ser él mismo y amenazado en su libertad. Por lo tanto, Dios ha elegido una nueva vía. Se ha hecho un niño. Se ha hecho dependiente y débil, necesitado de nuestro amor. Ahora – dice ese Dios que se ha hecho niño – ya no podéis tener miedo de mí, ya sólo podéis amarme.

Cuando se comprende que el Dios-amor se ha hecho carne por nosotros en el Niño de Belén, es más fácil abrir las puertas a Cristo, porque todos quieren abrir las puertas al amor.

Para aprender a ser personas que transparentan la luz, contemplemos a María. ¿Qué criatura ha sido más luminosa que Ella? María, aurora que anuncia al Sol de justicia que nace de lo alto (cf. Lc 1, 78), será para todos los hombres estrella de esperanza, maestra que nos enseña a ser “transparencia de la Luz”. (Agencia Fides 28/11/2009)


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Extracto de la nota final de la XCIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, hecha pública el pasado viernes 27DE 2009, en la que los obispos españoles manifiestan su postura ante la reforma de la Ley del Aborto actualmente en curso.

 

La Asamblea concluye cuando el Congreso de los Diputados ha comenzado el debate sobre el Proyecto de Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. Ante un asunto de tanta trascendencia para la sociedad española, los obispos quieren hacer las siguientes consideraciones:

1. La Asamblea Plenaria hace expresamente suya la Declaración del pasado 17 de junio de la Comisión permanente titulada Sobre el anteproyecto de ley del aborto: atentar contra la vida de los que van a nacer convertido en “derecho”. Los obispos recomiendan encarecidamente su lectura.

2. Según decía la Declaración de la Comisión Permanente, este Proyecto de Ley “constituye un serio retroceso respecto de la actual legislación despenalizadora, ya de por sí injusta”. Nadie que atienda a los imperativos de la recta razón puede aprobar ni dar su voto a este proyecto de ley. En particular, los católicos deben recordar que si lo hacen, se ponen a sí mismos públicamente en una situación objetiva de pecado y, mientras dure esta situación, no podrán ser admitidos a la Sagrada Comunión (Cf. Carta del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de junio de 2004, al Presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos de América).

3. Los católicos estamos por el “sí” a la vida de los seres humanos inocentes e indefensos que tienen derecho a nacer; por el “sí” a una adecuada educación afectivo-sexual que capacite para el amor verdadero; por el “sí”  a la mujer gestante, que ha de ser eficazmente apoyada en su derecho a la maternidad; por el “sí”  a leyes justas que favorezcan el bien común y no confundan la injusticia con el derecho.

Los obispos invitan a proseguir sin descanso el trabajo a favor de estas nobles metas y exhortan a no desfallecer en la plegaria, especialmente durante este año dedicado a la oración por la vida.


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ZENIT nos ofrece el discurso pronunciado por el Papa el domingo 29 de Noviembre de 2009 durante el rezo del Ángelus, con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

¡Queridos hermanos y hermanas!

Este domingo iniciamos, por la gracia de Dios, un nuevo Año litúrgico, que se abre naturalmente con el Adviento, tiempo de preparación a la Natividad del Señor. El Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la liturgia, afirma que la Iglesia “en el ciclo anual presenta todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Natividad hasta la Ascensión, el día de Pentecostés y la espera de la bienaventurada esperanza y del retorno del Señor”. De esta manera, “recordando los misterios de la Redención, abre a los fieles las riquezas de las acciones salvíficas y de los méritos de su Señor, de manera que están presentes de alguna manera en todos los tiempos, para que los fieles puedan acercarse a ellas y llenarse de la gracia de la salvación” (Sacrosantum Concilium, 102). El Concilio insiste en el hecho de que el centro de la liturgia es Cristo, como el sol en torno al cual, como los planetas, rotan la Bienaventurada Virgen María –la más cercana- y los mártires y los demás santos que “en el cielo cantan a Dios la alabanza perfecta e interceden por nosotros” (Ibidem, 104).

Ésta es la realidad del Año litúrgico vista, por así decirlo, “desde el lado de Dios”. ¿Y desde el lado –digamos- del hombre, de la historia y de la sociedad? ¿Qué importancia puede tener? La respuesta la sugiere propiamente el camino del Adviento, que hoy emprendemos. El mundo contemporáneo necesita sobre todo esperanza: la necesitan las poblaciones en vías de desarrollo, pero también las económicamente desarrolladas. Cada vez más advertimos que nos encontramos en una misma barca y debemos salvarnos todos juntos. Sobre todo nos damos cuenta viendo caer tantas falsas seguridades, de que necesitamos una esperanza fiable, y ésta se encuentra sólo en Cristo, quien, como dice la Carta a los Hebreos, “es el mismo ayer, hoy y siempre” (13,8). El Señor Jesús vino en el pasado, viene en el presente y vendrá en el futuro. Él abraza todas las dimensiones del tiempo, porque ha muerto y resucitado, es “el Vivo” y, compartiendo nuestra precariedad humana, permanece para siempre y nos ofrece la estabilidad misma de Dios. Es “carne” como nosotros y es “roca” como Dios. Quien anhela la libertad, la justicia y la paz puede volverse a levantar y alzar la cabeza, porque en Cristo la liberación está cerca (cf. Lc 21,28) –como leemos en el Evangelio de hoy. Podemos por tanto afirmar que Jesucristo no sólo mira a los cristianos, o sólo a los creyentes, sino a todos los hombres, porque Él, que es el centro de la fe, es también el fundamento de la esperanza. Es la esperanza que todo ser humano necesita constantemente.

Queridos hermanos y hermanas, la Virgen María encarna plenamente la humanidad que vive en la esperanza basada en la fe en el Dios vivo. Ella es la Virgen del Adviento: está bien arraigada en el presente, en el “hoy” de la salvación; en su corazón recoge todas las promesas pasadas; y se extienden al cumplimiento futuro. Introduzcámonos en su escuela, para entrar de verdad en este tiempo de gracia y acoger, con alegría y responsabilidad, la venida de Dios a nuestra historia personal y social.

[Después del Ángelus, dijo:]

El próximo 1 de diciembre se celebra el Día mundial contra el sida. Mi pensamiento y mi oración se dirigen a toda persona afectada por esta enfermedad, en particular a los niños, a los más pobres, a los que son rechazados. La Iglesia no cesa de luchar para combatir el sida, a través de sus instituciones y del personal dedicado a ello. Exhorto a todos a dar su propia contribución con la oración y la atención concreta, para que los que están afectados por el virus VIH experimenten la presencia del Señor que da apoyo y esperanza. Auspicio finalmente que, multiplicando y coordinando los esfuerzos, se llegue a detener y erradicar esta enfermedad.

[En francés, dijo:]

Queridos peregrinos francófonos, en este primer domingo de Adviento, estamos invitados a permanecer firmes y a levantar la cabeza porque la venida de Dios entre nosotros está muy próxima. Cristo nuestra Esperanza, nuestro presente y nuestro futuro vendrá en cualquier momento. ¡Velemos por tanto, para acogerlo! ¡Guardemos nuestro corazón disponible y acogedor a esta venida y confiemos a la Virgen María nuestro deseo de descubrir que su Hijo está muy cerca de nosotros en cada una de nuestras vidas! ¡A todos os deseo que viváis un buen Año litúrgico!

[En inglés, dijo:]

Saludo cordialmente a todos los peregrinos y visitantes de habla inglesa presentes en este Ángelus. En este primer domingo de Adviento unámonos a María en oración confiada, vigilante por la presencia de Jesús en nuestro mundo, conscientes de nuestra necesidad de crecer en compasión y misericordia, y preparados para aceptar la voluntad de Dios como un signo de esperanza. Para vosotros y vuestras familias, invoco abundantes bendiciones de Dios de alegría y de paz.

[En alemán, dijo:]

Con alegría saludo a todos los peregrinos y visitantes de lengua alemana. Con este domingo, entramos en el tiempo litúrgico de Adviento. Adviento significa levantarse, despertar, salir de la noche. Así, esta vez, particularmente se nos invita a dejar atrás la oscuridad de la tristeza y la falta de amor y a abrirnos a la oración, a la escucha de la Palabra de Dios y a la recepción del sacramento de la reconciliación para que brille la Luz de Cristo y el mundo sea iluminado con su amor. Que Dios os guarde a vosotros y a vuestras familias durante el tiempo de gracia del Adviento.

[En español, dijo:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, así como a quienes se unen a ella a través de la radio y la televisión. Al comenzar el Adviento, invito a todos a avivar el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, intensificando la oración, participando frecuentemente en la Eucaristía y dando un testimonio elocuente de caridad. Que a ello os ayude la intercesión de la Virgen Santísima, a cuyas manos de Madre encomendamos el compromiso por la paz y la justicia entre los pueblos. Feliz Domingo.

[En polaco, dijo:]

En el espíritu del Adviento, saludo a los polacos. Estimados, Cristo viene a cada uno de nosotros y a toda la humanidad como Salvador. Por eso el Evangelio de la liturgia de hoy nos invita: “Levantaos y alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación” (Lc 21,28). Que este pensamiento nos acompañe en el tiempo de la gozosa espera de la venida del Señor. ¡Dios os bendiga!

[En italiano, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua italiana, en particular a los que han participado en la marcha promovida por el Movimiento del Amor Familiar para manifestar amor profundo al Crucifijo, reconociendo su valor religioso, histórico y cultural. Saludo también a la asociación “Juntos para crecer” de Durazzano y al grupo “Reina de la Paz” de Andria. A todos auguro un buen domingo y un fructuoso camino de Adviento. 

[Traducción del original plurilingüe por Patricia Navas
©Libreria Editrice Vaticana]


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Documento en 15 puntos del  solemne Congreso Misionero Indiano, celebrado en Bombay y concluido el 18 de octubre de 2009, en coincidencia con la Jornada Misionera Mundial. El acontecimiento ha visto reunidos más de 1.500 delegados, de 160 diócesis de la India que han dialogado sobre el sentido y las formas de la evangelización en India.  

PRABHU Yesu Mahotsav

QUE VUESTRA LUZ BRILLE
LLEGAR A SER EL MENSAJE Y EL MENSAJERO


MENSAJE AL FINAL DEL PRABHU Yesu Mahotsav


1. "Dios es luz, en quien no hay tinieblas" (1 Jn. 1, 5). En los albores de la creación, dio la orden: "Hágase la luz y hubo luz» (Gn 1, 4). Al final del tiempo, reunirá las naciones en la Nueva Jerusalén, la ciudad que "no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella porque la gloria de Dios es su luz y su lámpara es el Cordero" (Apocalipsis 21,  22). Durante este hermoso festival de Deepavali, el festival de luces, nosotros 1.200 delegados procedentes de 160 diócesis, junto con los 107 obispos de todas las tres iglesias rituales reunidas en St. Pius College, Goregaon, 14 -18 de octubre de 2009 para el primer Congreso de Misión India, Prabhu Yesu Mahotsav. Nuestro lema era: "Que vuestra luz brille" (Mt 5:16) 

2. Prabhu Yesu Mahotsav ha sido para nosotros una fiesta, una celebración de nuestra fe en Jesús la luz del mundo (Jn 8, 12). Nos sentimos bendecidos durante estos días marcados por la oración, la adoración inter-ritual, las aportaciones, testimonios personales, debates y actividades culturales según cada una de las 13 regiones que componen la Iglesia Católica de la India interpretó cómo la luz de Jesús ha brillado en su región. Hacia el final del Congreso, sentimos la necesidad de dirigir este mensaje a ustedes, nuestros hermanos y hermanas en la fe.  

3. Durante estos días, en primer lugar, contemplamos el Señor Jesús, que es la luz que ilumina a todo hombre que llega al mundo. (Juan 1:9). Jesús en el Evangelio de Lucas comienza su ministerio con las palabras: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buena nueva a los pobres" (Lc 4, 18). Jesús proclama la Buena Noticia que Dios, nuestro Padre, nos ama y nos ha hecho sus hijos en Jesucristo, con el derramamiento de su Espíritu en nuestros corazones (Rom 8, 14). Jesús nos asegura que quien lo sigue, no andará en tinieblas (Juan 8, 12). Creemos que Jesús es la respuesta a la antigua oración de los sabios de nuestro país: "Llévame desde la oscuridad a la luz". 1. De manera misteriosa, ha estado trabajando en los corazones de muchos en nuestro país durante siglos. 

4. La Iglesia, bajo el impulso del Espíritu, ha continuado la misión de Jesús. El mandato del Señor resucitado a sus apóstoles fue: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda criatura" (Marcos 16, 15). Los apóstoles hicieron precisamente eso: "Y ellos salieron y proclamaron la buena noticia en todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando el mensaje con las señales que los acompañaban." (Marcos 16,  20). Dos apóstoles, Tomás y Bartolomé trajeron la Buena Noticia a nuestro propio país.  

5. La proclamación de la Buena Nueva se llama "Evangelización". El Papa Juan Pablo II afirmó categóricamente: "La Iglesia evangeliza por obediencia al mandato de Cristo, con el convencimiento de que toda persona tiene derecho a conocer la Buena Noticia de Dios que se revela y se da en Cristo" 2. Jesús no es "nuestra posesión”, vino para todos. El actual Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, nos recuerda que compartir la Buena Nueva es el mayor servicio que podemos prestar a la  humanidad3.  

6. La misión evangelizadora de la Iglesia ha tomado diferentes formas: una es las obras de misericordia y la compasión. Ella hace lo que Jesús mismo hizo: proclamó la Buena Noticia con palabras y con hechos ocupándose de los enfermos y los afligidos (Marcos 1, 32). La Madre Teresa y tantos otros como ella hacen visible el compromiso de la Iglesia a la evangelización a través de la compasión. Los hospitales de la Iglesia y asilos, los esfuerzos para llegar a los presos, son ejemplos de la Iglesia continuando la obra de Jesús que «pasó haciendo el bien" (Hechos 10, 32) 

7. La obra de desarrollo de la Iglesia es otra forma de evangelización. La Iglesia se preocupa por los seres humanos desde el útero hasta la tumba, al permanecer a favor de la vida y a favor de todo lo que promueve la vida. Su tarea en el campo de la educación es una prueba de su interés en el desarrollo de todo el humano. Esto está relacionado con la participación de la Iglesia en cuestiones de justicia para liberar a los oprimidos y los marginados. A través de todos estos, la Iglesia ha contribuido a la construcción de la nación. 

8. Otra forma que la evangelización ha tomado en el mundo de hoy es el diálogo interreligioso. Viviendo en un mundo pluralista, la Iglesia trata de apreciar la riqueza religiosa de los demás porque "no rechaza nada de lo que es verdadero y santo en estas religiones" 4. Este diálogo, como el Papa Juan Pablo II nos recuerda "debería traducirse en la colaboración, la armonía y el enriquecimiento mutuo" 5. A través de las iniciativas de diálogo inter-religioso, la Iglesia se ha esforzado por promover la paz y la armonía en nuestro país. 

9. Durante el Congreso, hemos rezado y reflexionado sobre lo que nuestra vocación como discípulos del Señor Jesús implica. Él nos ha llamado a ser la luz del mundo, como él mismo es la luz. "Vosotros sois la luz del mundo", nos dice. (Mt 5, 14). Nuestra misión es irradiar la luz de Jesús, para que todas las personas sean iluminadas por su luz divina.

10. Al haber reflexionado y rezado, hemos llegado  a ser aún más vivamente conscientes de la necesidad de ser nosotros mismos re-evangelizados. Nos hemos dado cuenta más claramente del papel de todos nosotros, especialmente los laicos-mujeres y jóvenes en particular - en la tarea de la evangelización. Jesús proclama la Buena Noticia de su vida. Vamos a hacer lo mismo con el testimonio de nuestras vidas porque estamos llamados a ser "santos y sin mancha delante de él en el amor" (Eph.1, 4). Recordamos las palabras del Papa Pablo VI: "Por encima de todo, el Evangelio debe ser proclamado por el testigo", que implica "la presencia, el compartir, la solidaridad" 6. Cada uno de nosotros está llamado a ser tanto el mensajero como el mensaje.  

11. Vamos a proclamar la Buena Nueva por la vida del servicio humilde a todos los que nos rodean a partir de nuestros hogares y barrios. Nos comprometemos a luchar contra la corrupción en la vida pública por la probidad de nuestras vidas. Para detener la ola de consumismo vamos a vivir una vida marcada por la sencillez y la alegría.

12. Por último, no vamos a tener miedo de proclamar lo que Jesús significa para nosotros por la palabra. El Papa Juan Pablo II reiteró enérgicamente lo que el Papa Pablo VI había dicho: "No hay evangelización si el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino y el misterio de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, no se proclaman" 7. Este es un derecho humano consagrado en la Constitución de nuestra nación. Ni oposición, ni temor a la persecución nos detendrá.

13. Como hemos hecho a través del arte y de otros canales, nos encontraremos con nuevas vías de proclamar la Buena Nueva especialmente a través de los medios de comunicación que nos ofrece enormes posibilidades de llegar amplia y eficazmente sobre todo a los jóvenes.

14. Sin duda, vamos a anunciar a Jesús de una manera respetuosa de las creencias y prácticas religiosas de los demás. Trataremos de estar familiarizados con las tradiciones nacionales y religiosas de nuestro país, descubriendo "con gozo y respeto las semillas de la palabra escondida en estas tradiciones" 8. Vemos la necesidad de volver a contar la historia de Jesús en una forma "inculturada" -en un lenguaje y forma que sea significativa para nuestro país con su pluralidad de culturas y religiones. En todos los sentidos, debemos proclamar: "¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio" (I Cor. 9, 16).

15. Al acabar nuestro primer Congreso Misionero de la India, rogamos al Espíritu Santo que nos ungió en el Bautismo pidiéndole que nos dé fuerza para llevar la Buena Noticia a nuestro amado país. Pasamos en la oración a María, la Estrella de la Evangelización. La Visitación nos la muestra  como la primera evangelizadora llevando a Jesús en su interior (Lucas 1:39-45). Como ella, vamos a llevar a Jesús a un mundo que espera con impaciencia la Buena Noticia.


1 jyotirgamaya Tamasoma, Brihadaraka Upanishad 1, 3,28
2 Papa Juan Pablo II, Carta Apostólica, Ecclesia in Asia, 20
3 2009 Mensaje de la Jornada Misionera Mundial
4 El Concilio Vaticano II, Declaración sobre la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas, Nostra aetate, 2.
5 Ecclesia in Asia, 31
6 Papa Pablo VI, Evangelii Nutiandi 21
7 Citado por Juan Pablo II, Ecclesia in Asia, 19
8. El Concilio Vaticano II, Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, Ad Gentes, 11. 

(Traducción particular no ofical desde el inglés)

Texto original:
Mensaje final del Congreso Misionero Indiano en inglés 


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Viernes, 11 de diciembre de 2009

Discurso que pronunció el cardenal Tarcisio Berton S.D.B., secretario de Estado de Benedicto XVI; durante la ceremonia conmemorativa del XXV aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, que se celebró en la Casina Pío IV en los Jardines Vaticanos.

Excelentísimas Señoras Presidentas de Argentina y Chile,
eminencias reverendísimas,
queridos hermanos en el episcopado,
excelentísimos señores embajadores,
queridos amigos:

El 18 de octubre de 1984, en este mismo lugar de la Casina Pío IV, y en presencia del Cardenal Agostino Casaroli, se les entregó a los Representantes de las Delegaciones de las Repúblicas de Argentina y Chile el texto oficial del Tratado que, para la solución del diferendo austral, se había previamente concordado en distintas sesiones de estudio. Más tarde, el 29 de noviembre de ese mismo año, en el marco incomparable de la Sala Regia del Palacio Apostólico, fue firmado el mencionado Tratado de Paz y Amistad que, bajo el amparo moral de la Santa Sede, ponía fin a dicha controversia.

En el día de hoy, transcurridos 25 años desde aquel histórico Tratado, queremos rendir homenaje a todas aquellas personas que, con generosa dedicación y firme voluntad de paz, lograron llevarlo felizmente a término, a pesar de las aparentemente insuperables dificultades que se presentaban en su camino. En particular, recordamos al querido Papa Juan Pablo II que, confiando en la gran experiencia diplomática y en la prudencia del Cardenal Antonio Samorè, emprendió el proceso de Mediación, como respuesta al pedido de los Episcopados argentino y chileno, los cuales se hicieron así intérpretes de la angustia e inquietud tanto de los fieles de sus respectivas Iglesias locales como de la población en general de ambos Países. Debemos reconocer, asimismo, la labor determinante de los miembros de los dos gobiernos y sus respectivas delegaciones diplomáticas, que en momentos de especial gravedad y tensión ofrecieron ante el mundo un ejemplo de sensatez y voluntad pacificadora.

Chile y Argentina, aunque separadas físicamente por los Andes, son dos naciones hermanas que están estrechamente unidas por un idéntico patrimonio religioso, cultural y lingüístico. Esta insondable riqueza espiritual, junto al inquebrantable anhelo de paz, integración y concordia de sus gentes, es la base de este histórico Tratado de Paz y Amistad. En efecto, el texto del Acuerdo comienza con estas palabras: "En el nombre de Dios Todopoderoso", aludiendo así a ese tesoro común de fe y valores morales que constituye una fuente continua de inspiración para no dejarse vencer por los obstáculos, ni permitir que las discordias, la rivalidad o la cerrazón, tengan la última palabra, sino la perseverancia incansable en la búsqueda de la convivencia, el respeto y el entendimiento recíproco.

Señoras Presidentas, quisiera terminar renovándoles el compromiso de la Santa Sede de seguir ofreciendo su sincera y humilde aportación en todo aquello que contribuya a incrementar y consolidar los frutos del Tratado de Paz y Amistad que hoy conmemoramos, deseando además que el clima de cooperación y la concordia alcanzada en el extremo austral se extienda por todo el Continente americano y el mundo entero. Muchísimas gracias.


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ZENIT   publica el discurso que pronunció Benedicto XVI el sábado 28 de Noviembre de 2009 en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano al recibir en audiencia a las delegaciones de Argentina y Chile, representadas por Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de la República de Argentina, y por Michelle Bachelet, presidenta de la República de Chile, con motivo del vigésimo quinto aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre los dos países.

Señoras presidentas de Argentina y Chile,
señores cardenales,
queridos hermanos en el episcopado,
señores embajadores,
amigos todos:

1. Con sumo gusto les recibo y les doy la bienvenida en esta Sede de Pedro, con motivo de la celebración del 25 aniversario del Tratado de Paz y Amistad, que clausuró el diferendo territorial que mantuvieron durante largo tiempo sus respectivos Países en la zona Austral. En efecto, es una oportuna y feliz conmemoración de aquellas intensas negociaciones que, con la mediación pontificia, concluyeron con una solución digna, razonable y ecuánime, evitando así un conflicto armado que estaba a punto de enfrentar a dos pueblos hermanos.

2. El Tratado de Paz y Amistad, y la mediación que lo hizo posible, está indisolublemente unido a la amada figura del Papa Juan Pablo II, el cual, movido por sentimientos de afecto hacia esas queridas Naciones y en sintonía con su incansable labor como mensajero y artífice de paz, no dudó en aceptar la delicada y crucial tarea de ser mediador en dicho contencioso. Con la ayuda inestimable del Cardenal Antonio Samorè, él mismo siguió personalmente todos los avatares de esas largas y complejas negociaciones, hasta la definición de la propuesta que llevó a la firma del Tratado, en presencia de las delegaciones de ambos Países y del entonces Secretario de Estado de Su Santidad y Prefecto del Consejo para los Asuntos Públicos de la Iglesia, Cardenal Agostino Casaroli.

La intervención pontificia fue una respuesta también a un expreso pedido de los Episcopados de Chile y Argentina, los cuales, en comunión con la Santa Sede, ofrecieron su decisiva colaboración para la consecución de dicho acuerdo. Es de agradecer, además, los esfuerzos de todas las personas que, en los Gobiernos y delegaciones diplomáticas de ambos Países, dieron su positiva contribución para llevar adelante ese camino de resolución pacífica, cumpliendo así los profundos anhelos de paz de la población argentina y chilena.

3. A veinticinco años de distancia, podemos constatar con satisfacción cómo aquel histórico evento ha contribuido benéficamente a reforzar en ambos Países los sentimientos de fraternidad, así como una más decidida cooperación e integración, concretada en numerosos proyectos económicos, intercambios culturales e importantes obras de infraestructura, superando de este modo prejuicios, sospechas y reticencias del pasado. En realidad, Chile y Argentina no son sólo dos Naciones vecinas sino mucho más: son dos Pueblos hermanos con una vocación común de fraternidad, de respeto y amistad, que es fruto en gran parte de la tradición católica que está en la base de su historia y de su rico patrimonio cultural y espiritual.

Este acontecimiento que hoy conmemoramos forma ya parte de la gran historia de dos nobles Naciones, pero también de toda América Latina. El Tratado de Paz y Amistad es un ejemplo luminoso de la fuerza del espíritu humano y de la voluntad de paz frente a la barbarie y la sinrazón de la violencia y la guerra como medio para resolver las diferencias. Una vez más, hay que tener presente las palabras que mi Predecesor, el Papa Pío XII, pronunció en momentos especialmente difíciles de la historia: «Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra» (Radiomensaje, 24 agosto 1939). Por tanto, es necesario perseverar en todo momento con voluntad firme y hasta las últimas consecuencias en tratar de resolver las controversias con verdadera voluntad de diálogo y de acuerdo, a través de pacientes negociaciones y necesarios compromisos, y teniendo siempre en cuenta las justas exigencias y legítimos intereses de todos.

4. Para que la causa de la paz se abra camino en la mente y el corazón de todos los hombres y, de modo especial, de aquellos que están llamados a servir a sus ciudadanos desde las más altas magistraturas de las naciones, es preciso que esté apoyada en firmes convicciones morales, en la serenidad de los ánimos, a veces tensos y polarizados, y en la búsqueda constante del bien común nacional, regional y mundial. La consecución de la paz, en efecto, requiere la promoción de una auténtica cultura de la vida, que respete la dignidad del ser humano en plenitud, unida al fortalecimiento de la familia como célula básica de la sociedad. Requiere también la lucha contra la pobreza y la corrupción, el acceso a una educación de calidad para todos, un crecimiento económico solidario, la consolidación de la democracia y la erradicación de la violencia y la explotación, especialmente contra las mujeres y los niños.

5. La Iglesia católica, que continúa en la tierra la misión de Cristo, que con su muerte en la cruz trajo la paz al mundo (cf. Ef 2, 14-17), no deja de proclamar a todos su mensaje de salvación y de reconciliación y, uniendo sus esfuerzos a todos los hombres de buena voluntad, se entrega con ahínco para cumplir las aspiraciones de paz y concordia de toda la humanidad.

Excelentísimas Señoras Presidentas, queridos amigos, agradeciéndoles nuevamente su significativa visita, dirijo mi mirada al Cristo de los Andes, en la cumbre de la Cordillera, y le pido que, como un don constante de su gracia, selle para siempre la paz y la amistad entre argentinos y chilenos, al mismo tiempo que como prenda de mi afecto les imparto una especial Bendición Apostólica.

[© Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 22:28  | Habla el Papa
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Desde el área de Pastoral Social de la diócesis se nos remite un díptico con un comunicado de la Comisión General de Justicia y Paz para España para su difusión.

MANIFIESTO
IGLESIAS Y ORGANIZACIONES CRISTIANAS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO CON MOTIVO DE LA CUMBRE DE NACIONES UNIDAS EN COPENHAGUE 
 

Las Iglesias y Organizaciones Cristianas firmantes, ante la grave situación generada por los efectos del Cambio Climático y la injusta e ineficaz gestión de los recursos del Planeta,  

MANIFESTAMOS  

 Que el Cambio Climático y sus efectos están agravando los problemas humanitarios (hambre, enfermedades, conflictos, desastres naturales, migración y desplazamiento de población, etc.), convirtiéndose en uno de los problemas más graves de nuestro tiempo.  

 Que la injusta y negligente gestión de los recursos globales, junto a los desastres naturales están causando la muerte y el sufrimiento de millones de personas, la destrucción de ecosistemas y la extinción de especies en todo el planeta.  

Señalamos, a modo de ejemplo, algunos de los daños que está causando:  

 El aumento de los desplazados y refugiados. Según datos de Naciones Unidas, el número de personas afectadas en África por desastres naturales se ha acercado a los 17 millones en 2008; en el mundo, más de 65 millones de personas fueron afectados por inundaciones y tormentas en el mismo año.  

 La muerte, cada año, de más de 150.000 personas, según los datos facilitados por la Organización Mundial de la Salud.  

 El agotamiento del agua dulce en distintos puntos del planeta está provocando un proceso alarmante de desertización e incrementa la escasez de alimentos. Un ejemplo es el lago Chad, del que depende la supervivencia de una gran región habitada de África (Camerún, Níger, Nigeria y Chad) que se encuentra abocado, en los diez próximos años, a la sequía total y a posibles conflictos por la desaparición de las fronteras naturales. Esta situación está en gran parte provocada por el hombre.  

También en España podemos constatar la huella de esta crisis ambiental y de la mala gestión de los recursos, a través de un proceso lento pero imparable de desertización, que amenaza ya a un 30% del territorio. Todos tenemos noticia del daño y desaparición de algunos de los humedales más representativos; la creciente contaminación de ciudades y pueblos; la progresiva llegada de inmigrantes, que han sido desplazados por el hambre, las enfermedades y las catástrofes naturales.  

La conciencia de la gravedad y la urgente necesidad de encontrar soluciones a esta crisis global nos empuja a los firmantes a tomar una postura común y fraterna a favor de toda la vida que habita la Tierra y sus ecosistemas, fruto y don precioso del Creador para toda la humanidad. Ante ello, como cristianos, queremos manifestar nuestro compromiso fraterno y solidario con los que ya son víctimas de estas dramáticas consecuencias climáticas (inundaciones, hambre, muertes...), asumiendo también nuestra responsabilidad presente y el legado que dejamos a las siguientes generaciones.  

Movidos por nuestra fe en Cristo, alumbrados por la palabra de Dios y en sintonía con los diversos documentos y declaraciones de las Iglesias Cristianas europeas sobre este tema, como las recogidas en la III Asamblea Ecuménica Europea de 2007 en Sibiu (Rumanía), respecto a la “protección de la Creación y la promoción de estilos de vida sostenibles para invertir la tendencia del cambio climático”, nos unimos a la iniciativa de las Iglesias Cristianas de Europa (www.bellringing350.org) –representadas conjuntamente por el Consejo de Iglesias Europeas y el Consejo Europeo de Conferencias Episcopales (http://cec-kek.org/pdf/ENClimatechange.pdf)- de cara a la Conferencia de la ONU sobre el Clima que se celebrará del 7 al 18 de diciembre en Copenhague (Dinamarca).  

Pedimos a nuestros representantes políticos: 

 Un compromiso urgente y eficaz, un pacto real, sincero y vinculante en el ámbito social, político y económico para frenar las consecuencias del Cambio Climático y mejorar la gestión de los recursos naturales.

  Una reducción urgente de las emisiones de anhídrido carbónico (CO2) en la atmósfera hasta mantenerlas en un límite sostenible (que, según los científicos, se cifra en unas 350 partículas por millón, frente a la estimación de las 390 que ya hemos alcanzado).  

 El cumplimiento de los compromisos políticos y medioambientales adquiridos a nivel internacional, desde el Protocolo de Kyoto (1997).  

 La creación de los organismos y la aplicación de los medios necesarios para traducir en hechos reales los acuerdos alcanzados respecto a:  

 La desertización.  

 El desarrollo y aplicación de tecnologías y estrategias que aporten alternativas de desarrollo sostenible frente al uso de las energías basadas en combustibles fósiles.  

 Los planes de urbanismo, exigiendo que sean compatibles con los recursos naturales del entorno.  

 La aplicación urgente de estos correctivos: su demora puede invalidar los acuerdos y agravar los daños producidos hasta ahora, en algunos casos irreparables.

Hacemos también una llamada personal a tomar conciencia de nuestra responsabilidad individual y familiar como ciudadanos y gestores de nuestra Tierra común. Esto nos exige un cambio en nuestros hábitos de conducta y consumo, además de un compromiso ético frente al desastre ecológico y el desequilibrio en el reparto de los recursos en el planeta.  

Desde nuestras iglesias queremos fomentar alianzas, pactos e iniciativas que nos ayuden a comprender la magnitud de este problema así como aportar ideas y soluciones factibles, fruto del diálogo y la responsabilidad de toda la sociedad. A ello nos comprometemos desde la formación, la acción y la oración, en diálogo abierto y fraterno con todos en la sociedad.

Pedimos a Dios que nos conceda la valentía y la sabiduría precisas para afrontar, desde el Evangelio de Jesús y en solidaridad con los que sufren, el reto de hacer de este mundo un lugar más justo, fraterno y sostenible.  

Unidos a Dios en su Creación, y solicitando Su bendición para todos los que habitamos y poblamos esta Tierra.  

Firmado en Madrid, a día 7 de diciembre de 2009 por los presentes:  

Arzobispado Ortodoxo de España y Portugal. Patriarcado Ecuménico de Constantinopla
Comisión General de Justicia y Paz España
Comunidad Evangélica de Habla Alemana. Madrid
Iglesia Española Reformada Episcopal (Comunión Anglicana)
Iglesia Evangélica Española
Iglesia Ortodoxa Rumana en Madrid
Iglesia Ortodoxa Rusa en España - Patriarcado de Moscú
Foro Ecuménico Pentecostés


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Comentario al Evangelio de este domingo (Lucas 3,10-18), tercero de adviento - c, redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, arzobispo electo de Oviedo.

Evangelio del domingo: Un gozo que no caduca

Fue como una extraña lotería que tocó sin haber jugado, sin merecerla, pero que tuvo tino. Y explotó una alegría regalada y sin fecha de caducidad. Todos los profetas que en el mundo han sido, han sufrido el vértigo de anunciar esperanza a un pueblo desesperanzado; anunciar alegría, a gentes resignadas a tristeza y luto: ¿veis el desierto y los yermos, el páramo y la estepa? Pues florecerán como el narciso, y sonreirán con un gozo verdadero. ¿Os abruma la soledad,que vuestra situación no hay nada ni nadie que la pueda cambiar? Pues no pactéis con la tristeza y que el miedo no llene vuestro corazón, sed fuertes, no temáis: vuestro Dios viene en persona, para resarciros y salvaros. Y como quien está ciego y vuelve a la luz, como quien renquea de cojera y salta cual cervatillo, como mudo amilanado que consigue cantar... así veréis terminar vuestro destierro, soledad, tristeza, pesadumbre..., y volveréis a vuestra tierra como rescatados del Señor. Esta explosión de vida que tiene la huella creadora el único Hacedor, se prolonga en el evangelio: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. La alegría profetizada por Isaías encontrará su plenitud en Jesús.

Cada uno tendrá que reconocer cuáles son sus desiertos, sus yermos, sus páramos; y poner biográficamente nombre a la ceguera, la sordera, la cojera o la mudez que nos embargan. Pero es en toda esa situación donde hemos de esperar a quien viene para rescatarnos de la muerte, de la tristeza, del fatalismo. Somos llamados a testimoniar ante el mundo esa alegría que nos ha acontecido, que se ha hecho también para nosotros el Rostro, la Carne y la Historia de Jesucristo: id y anunciad no las fantasías que se os ocurran, sino lo que estáis viendo y oyendo. Así hicieron los primeros cristianos, y así transformaron ya una vez el mundo. Entonces la alegría deja de ser un lujo conquistado o un pose fingido, y se convierte en una urgencia, en una evangelización, en un catecismo. Esta es la alegría que esperamos y que se nos dará por quien está viniendo. Una alegría que no nos podrán arrebatar, como ya profetizó Cristo. La alegría que consiste en reconocer ese factor nuevo que se ha introducido en la historia, que permite ver las cosas de modo distinto, y abrazarlas, y disponerse de la mejor manera para llegar a cambiarlas. Ese factor se llama gracia, y tiene el nombre y el rostro de quien nos la da: Jesús el esperado, Jesús el que vino, Jesús el que volverá sin haber dejado nunca nuestro camino. 

 


Publicado por verdenaranja @ 21:36  | Espiritualidad
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Con motivo de la Jornada Mundial del Sida, que se celebró en todo el mundo el 1 de diciembre, Padre Fratern Masawe, jesuita, moderador de Jesam, la Conferencia de los Superiores Mayores de África y Madagascar, ha mandado un mensaje a todos los jesuitas del Continente africano. 

Mensaje para el Día Mundial del SIDA, 1 de diciembre 2009
A todos los jesuitas de África y Madagascar
 
Aprender a hacer frente al SIDA como una familia  

Queridos compañeros y amigos en el Señor, en este Día Mundial del SIDA les invito a meditar conmigo en nuestro aprendizaje de hacer frente al SIDA como una familia. 

Cuando el SIDA empezó a afligir  África hace unos 25 años, pocos de nosotros reaccionamos bien. Las personas que eran VIH-positivos o sufrían a causa del SIDA podrían fácilmente encontrarse condenadas, rechazadas, echadas fuera y tratadas "como si estuvieran muertas". Qué diferentes deben ser las cosas  ahora, donde pertenecer a la familia de Dios significa reaccionar como Jesús nos enseñó. 

Muchas arañas que trabajan juntas pueden amarrar a un león.
Hace quince años el primer Sínodo para África  inculturó y de hecho africanizó el Vaticano II con la inspiradora expresión Iglesia-Familia de Dios en África. La Iglesia ha invitado a sus hijos e hijas a volver a imaginar lo que significa ser cristiano como una comunidad familiar. Durante los últimos siete años, la Red Jesuita Africana del SIDA (AJAN) ha permitido nuestra Asistencia para desarrollar caminos de afrontar el VIH y el SIDA en nuestras obras y comunidades, de forma individual y con nuestros compañeros de trabajo, como familia ignaciana. 

Se necesita más de un riachuelo para llenar un río.
No podemos acometer "el problema", sin entender el contexto, el rico grupo de factores complejos que rodean cualquier situación humana. “El SIDA es una pandemia, junto con la malaria y la tuberculosis, que está diezmando las poblaciones africanas y dañando gravemente su vida económica y social. No es para ser considerado como simplemente un problema médico-farmacéutico, o únicamente como una cuestión de un cambio en el comportamiento humano. Es realmente una cuestión de desarrollo integral y justicia, que requiere un enfoque global y la respuesta de la Iglesia (Sínodo)”. Así que el VIH-SIDA, ni “el más importante” ni “el más insignificante”, toma su lugar en medio de los grandes retos y problemas interrelacionados que enfrentan a África. 

Quien quera que haya visto el sol antes de ti, te pasa la luz de la vida.
Nuestra familia africana es una comunidad sin costuras que comprende a los vivos y a los aún no-nacidos y los muertos vivientes que han pasado antes. Así hacer frente al SIDA incluye a los antepasados, y una cosa que sin duda tienen en cuenta es la sexualidad. La sexualidad siempre ha sido vista en África como moralmente neutral, ni buena ni mala, parte de lo que significa ser humano. La comparación es ilustrativa. El fuego, si se controla y domestica, es útil en la preparación de una comida; fuera de control, se puede quemar el techo y arder toda la casa. Del mismo modo, la sexualidad tiene que ser canalizada y disciplinada para que su potencial de dar vida sea realizado y su capacidad de destrucción frenado. Tanto nuestras culturas tradicionales de África como nuestra forma de vida como cristianos dan normas para vivir nuestra sexualidad para el bien a largo plazo de todos. 

Así no es como todo el mundo lo ve, por supuesto. La comprensión de la Iglesia de la sexualidad es a menudo despreciada por ser rígida, poco realista o moralista. Algunos piensan que el fuego debería arder libre y salvaje, incluso frente al SIDA. Esto puede ser un mensaje seductor para los miembros más jóvenes de nuestra familia que apenas están descubriendo su sexualidad y para los mayores, también. Pero, en verdad muchos buscan orientación sobre la manera de vivir de una manera saludable. Así que es muy importante para la Iglesia obtener su mensaje de afirmación de la vida a través de hoy día a todo el mundo. La abstinencia y la fidelidad no sólo son las mejores maneras de evitar el VIH y luchar contra el SIDA, sino que son el camino para la realización real y personal. La educación moral honesta fomenta un enfoque saludable para las relaciones y la sexualidad basada en el respeto y el amor por los demás. En particular, los jóvenes solteros que quieran practicar la abstinencia sexual antes del matrimonio - probablemente una mayoría significativa entre cristianos y musulmanes, e incluso en la sociedad en su conjunto - necesitan la Iglesia para formarlos y cuidarlos pastoralmente y defenderlos en público. 

Fuego que está rodeado por los mayores no puede quemar.
Dentro de nuestra familia, las parejas que son discordantes o doblemente infectados se enfrentan a  una situación particularmente difícil. Merecen “apoyo pastoral que informa y forma sus conciencias, para que puedan elegir lo que es correcto, con toda la responsabilidad por el bien mejor de cada uno, su unión y su familia (Sínodo)”. Los pastores jesuitas y los consejeros deberían estar dispuestos a acompañarlos con sensibilidad, a ayudarles con la formación y la información, y apoyarlos en su fidelidad.  

Además de la sexualidad, existen otras causas importantes que alimentan la propagación del VIH. Miles de personas, por ejemplo, están infectados por la pobreza, el hambre, la guerra y el desplazamiento forzado, la violencia doméstica y el comercio sexual. Por lo tanto, el pecado provoca destrucción, daña a nuestros hermanos y hermanas, y pesa mucho sobre todos nosotros. Cualquier persona que quiera comprender cómo el VIH-SIDA repercute en la vida humana debe tener en cuenta la economía, política, sociedad y cultura, así como las más inmediatas cuestiones personales y familiares. 

El SIDA afecta a todas las disciplinas que promueven la justicia social en África. Muchos programas de la Iglesia, incluyendo el nuestro, luchan por el acceso a los tratamientos de atención integral, con las pruebas, medicamentos para infecciones oportunistas, alimentos y apoyo para ganar una vida. El objetivo es vivir como una familia: el respeto a la dignidad y la vida de cada uno, para mostrar solidaridad con cualquier persona en necesidad. 

Un dedo no puede hacer todo el trabajo.
No deberíamos tener miedo, menos aún estar desanimados, por la enormidad de los problemas de nuestro continente entre los cuales el VIH y el SIDA. Es parte de la vida y será por mucho tiempo. Como una gran familia, nos enfrentamos al reto con confianza. Abogamos por un apoyo sostenido para satisfacer las necesidades de muchos para su asistencia. Sabemos que nuestro Padre todo-providente está a nuestro lado. Esta fe nos da la compasión y la perseverancia. 

Un ejército de hormigas bien organizado puede derribar a un elefante.
Al igual que Jesús, María y José en la Sagrada Familia, también la Iglesia-Familia de Dios en África conoce sus hijos e hijas, sus necesidades, fortalezas y debilidades, temores y esperanzas. Ella  manifiesta este conocimiento amoroso en sus formas tradicionales de prevención del VIH y cuidado de los enfermos y de los afectados por el SIDA, trabajando por la reconciliación, la justicia y la paz. Con el Sínodo, JESAM da gracias a todos los que generosamente participan en este difícil apostolado de amor y cuidado.

Fratern Masawe SJ - JESAM Moderador
Karen, 1 de diciembre 2009 

(Traducción particular no oficial desde el inglés

texto original en ingles  


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Jueves, 10 de diciembre de 2009

ZENIT  nos ofrece el mensaje del Papa Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial del Migrante, que ha sido dada a conocer el 27 de Noviembre de 2009 públicamente en rueda de prensa en la Santa Sede.

Queridos hermanos y hermanas:

La celebración de la Jornada Mundial del emigrante y del refugiado me ofrece nuevamente la ocasión para manifestar la solicitud constante de la Iglesia por los que viven, de distintas maneras, la experiencia de la emigración. Se trata de un fenómeno que, como escribí en la encíclica Caritas in veritate, impresiona por el número de personas implicadas, por las problemáticas sociales, económicas, políticas, culturales y religiosas que plantea, y por los desafíos dramáticos que supone para las comunidades nacionales y para la internacional. El emigrante es una persona humana con derechos fundamentales inalienables que todos deben respetar siempre (cf. n. 62). El tema de este año -"Los emigrantes y los refugiados menores de edad"- toca un aspecto al que los cristianos prestan gran atención, recordando la advertencia de Cristo, que en el juicio final considerará referido a Él mismo todo lo que se ha hecho o dejado de hacer "con uno sólo de estos más pequeños" (cf. Mt 25, 40-45). Y ¿cómo no considerar entre "los más pequeños" también a los emigrantes y los refugiados menores de edad? El propio Jesús de pequeño vivió la experiencia del emigrante porque, como narra el Evangelio, para huir de la amenaza de Herodes tuvo que refugiarse en Egipto junto con José y María (cf. Mt 2, 14).

Si la Convención de los Derechos del Niño afirma con claridad que hay que salvaguardar siempre el interés del menor (cf. art. 3), al cual hay que reconocer los derechos fundamentales de la persona de la misma manera que se reconocen al adulto, lamentablemente en la realidad esto no siempre sucede. Aunque en la opinión pública crece la conciencia de la necesidad de una acción concreta e incisiva para la protección de los menores de edad, de hecho, muchos de ellos son abandonados y, de varias maneras, corren el riesgo de ser explotados. De la dramática condición en la que se encuentran se hizo intérprete mi venerado predecesor Juan Pablo II en el mensaje enviado el 22 de septiembre de 1990 al Secretario General de las Naciones Unidas con ocasión de la Cumbre Mundial para los Niños. "He sido testigo -escribió- de la desgarradora tragedia de millones de niños en los distintos continentes. Ellos son los más vulnerables porque son los que menos pueden hacer oír su voz" (L'Osservatore Romano, edición española, 14 de octubre de 1990, p. 11). Deseo de corazón que se dedique la debida atención a los emigrantes menores de edad, que necesitan un ambiente social que permita y favorezca su desarrollo físico, cultural, espiritual y moral. Vivir en un país extranjero sin puntos de referencia reales les genera innumerables trastornos y dificultades, a veces graves, especialmente a los que se ven privados del apoyo de su familia.

Un aspecto típico de la emigración infantil es la situación de los chicos nacidos en los países de acogida o la de los hijos que no viven con sus padres, que emigraron después de su nacimiento, sino que se reúnen con ellos más tarde. Estos adolescentes forman parte de dos culturas, con las ventajas y las problemáticas ligadas a su doble pertenencia, una condición que sin embargo puede ofrecer la oportunidad de experimentar la riqueza del encuentro entre diferentes tradiciones culturales. Es importante que se les dé la posibilidad de acudir con regularidad a la escuela y de acceder posteriormente al mundo del trabajo, y que se facilite su integración social gracias a estructuras formativas y sociales oportunas. Nunca hay que olvidar que la adolescencia representa una etapa fundamental para la formación del ser humano.

Una categoría especial de menores es la de los refugiados que piden asilo, huyendo por varias razones de su país, donde no reciben una protección adecuada. Las estadísticas revelan que su número está aumentando. Se trata, por tanto, de un fenómeno que hay que estudiar con atención y afrontar con acciones coordinadas, con medidas de prevención, protección y acogida adecuadas, de acuerdo con lo previsto en la Convención de los Derechos del Niño (cf. art. 22).

Me dirijo ahora especialmente a las parroquias y a las numerosas asociaciones católicas que, animadas por espíritu de fe y de caridad, realizan grandes esfuerzos para salir al encuentro de las necesidades de estos hermanos y hermanas nuestros. A la vez que expreso mi gratitud por todo lo que se está haciendo con gran generosidad, quiero invitar a todos los cristianos a tomar conciencia del desafío social y pastoral que plantea la condición de los menores emigrantes y refugiados. Resuenan en nuestro corazón las palabras de Jesús: "Era forastero y me acogisteis" (Mt 25, 35); como también el mandamiento central que Él nos dejó: amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, pero unido al amor al prójimo (cf. Mt 22, 37-39). Esto nos lleva a considerar que cada intervención concreta nuestra tiene que alimentarse ante todo de fe en la acción de la gracia y de la divina Providencia. De este modo, también la acogida y la solidaridad con el extranjero, especialmente si se trata de niños, se convierte en anuncio del Evangelio de la solidaridad. La Iglesia lo proclama cuando abre sus brazos y actúa para que se respeten los derechos de los emigrantes y los refugiados, estimulando a los responsables de las naciones, de los organismos y de las instituciones internacionales para que promuevan iniciativas oportunas en su apoyo. Que la Santísima Virgen María vele maternalmente sobre todos y nos ayude a comprender las dificultades de quienes están lejos de su patria. A cuantos tienen relación con el vasto mundo de los emigrantes y refugiados les aseguro mi oración e imparto de corazón la Bendición Apostólica.

Vaticano, 16 de octubre de 2009

BENEDICTUS PP. XVI

[©Libreria Editrice Vaticana]


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Washington (Estados Unidos), 27 Nov. 09 (AICA)

 Representantes religiosos de distintas confesiones firman la "Declaración de Manhattan"

Una importante coalición de más de 150 líderes cristianos: obispos católicos, ministros evangélicos y diversos académicos firmaron una titulada "Declaración de Manhattan", un manifiesto en el que instan a defender la sacralidad de la vida humana, el matrimonio y la libertad religiosa.

     Esta declaración dada a conocer el viernes 20 de noviembre en el National Press Club de Washington, es un "fuerte llamado" a los cristianos de Estados Unidos para adherirse a ella e informa a las autoridades civiles que los firmantes "bajo ninguna circunstancia" abandonarán su conciencia cristiana.


Texto abreviado de la “Declaración de Manhattan”

     “Los cristianos, cuando dieron vida a los más altos ideales de su fe, defendieron al débil y al vulnerable y trabajaron incansablemente para proteger y reforzar las instituciones vitales de la sociedad civil, comenzando por la familia.

     Somos cristianos ortodoxos, católicos y evangélicos que se han unido en esta hora para reafirmar verdades fundamentales sobre la justicia y el bien común, y para hacer un llamado a nuestros conciudadanos, creyentes o no creyentes, para que se unan a nosotros en la defensa que hacemos de ellos. Estas verdades son: la sacralidad de la vida humana, la dignidad del matrimonio como unión conyugal del esposo y la esposa, y los derechos de conciencia y libertad religiosa.

     En la medida que estas verdades son fundamentales para la dignidad humana y el bienestar de la sociedad, son inviolables y no negociables. Dado que están sometidos cada vez más al ataque de poderosas fuerzas en nuestra cultura, hoy nos sentimos en el deber de alzar nuestra voz en su defensa, y de comprometernos en rendirles honor, sin importar las presiones que nos sobrevengan sobre nosotros y nuestras instituciones para que los abandonemos o que cedamos respecto a ellos. Hacemos este compromiso no como partidarios de un grupo político, sino como seguidores de Jesucristo, el Señor crucificado y resucitado, que es el Camino, la Verdad y la Vida. 

Vida humana

     Las vidas de los no nacidos, de los discapacitados y de los ancianos están cada vez más amenazadas. Mientras la opinión pública se mueve en una dirección 'pro-life', fuerzas poderosas y decididas están trabajando para expandir el aborto, la investigación que destruye embriones, el suicidio asistido y la eutanasia.

     A pesar de que la protección del débil y vulnerable es la primera obligación del gobierno, hoy el poder del gobierno está frecuentemente enrolado en la causa de promover lo que el Papa Juan Pablo II llamó "la cultura de muerte".

     Nos esforzamos en trabajar incesantemente por la igual protección de todo ser humano inocente en cualquier etapa de desarrollo y en cualquier condición. Rechazaremos el permitirnos a nosotros o a nuestras instituciones el involucrarnos en la eliminación de una vida humana, y daremos nuestro apoyo de todas las formas posibles a aquellos que, en conciencia, hagan lo mismo. 

Matrimonio

     La institución del matrimonio, ya herido por la promiscuidad, la infidelidad y el divorcio, está en riesgo de ser redefinido, y por lo tanto, trastornado. El matrimonio es la institución originaria y más importante para sostener la salud, la educación y el bienestar de todos. Donde el matrimonio es erosionado, surgen las patologías sociales. El impulso de redefinir el matrimonio es un síntoma, más que la causa, de la erosión de la cultura del matrimonio. Ello refleja que ya no se entiende el significado del matrimonio como incorporado en nuestras leyes civiles así como en nuestras tradiciones religiosas.

     Es decisivo que ese impulso sea resistido, ya que ceder a él significaría abandonar la posibilidad de restaurar una justa concepción del matrimonio, con ello, la esperanza de una saludable cultura del matrimonio. Pondrá en su lugar la falsa y destructiva creencia de que el matrimonio es lo mismo que una aventura sentimental y otras satisfacciones para personas adultas, y no por su naturaleza intrínseca, con el único carácter y valor de acto y relación cuyo significado está dado por su capacidad de generar, promover y proteger la vida.

     El matrimonio no es una "construcción social", sino más bien una realidad objetiva: la unión pactada entre esposo y esposa, que es deber de la ley reconocer, honorar y proteger. 

Libertad religiosa

     La libertad de religión y los derechos de conciencia están gravemente en peligro. La amenaza a estos principios fundamentales de justicia es evidente en los esfuerzos por debilitar o eliminar la objeción de conciencia para los profesionales y las instituciones de la salud, y en las disposiciones antidiscriminatorias que son usadas como armas para forzar a las instituciones religiosas, de caridad, negocios, y proveedores de servicios el aceptar (y hasta facilitar) actividades y relaciones que juzgan inmorales, o que van más allá del negocio.

     Los ataques a la libertad religiosa son serias amenazas no sólo para los individuos, sino también para las instituciones de la sociedad civil incluyendo a las familias, caridades y comunidades religiosas. La salud y bienestar de esas instituciones ofrecen un indispensable amortiguador contra el prepotente poder de gobierno y es esencial para el florecimiento de cualquier otra institución –incluyendo al mismo gobierno– de la que la sociedad depende. 

Leyes injustas

     Como cristianos, creemos en la ley y respetamos la autoridad de los gobernantes terrenos. Consideramos un privilegio especial el vivir en una sociedad democrática donde las exigencias morales de la ley son aún más fuertes en nosotros en virtud de los derechos de todos los ciudadanos a participar en el proceso político.

     Pero también en un régimen democrático las leyes pueden ser injustas. Y desde el inicio, nuestra fe nos ha enseñado que la desobediencia civil es necesaria frente a leyes gravemente injustas o leyes que pretenden que hagamos lo que es injusto o inmoral. Tales leyes carecen del poder vinculante en conciencia porque ellas no pueden reivindicar ninguna autoridad más allá de la mera voluntad humana.

     Por lo tanto, ha de saberse que no daremos nuestro consentimiento a ningún edicto que nos obligue a nosotros o a las instituciones que dirigimos a participar en o facilitar abortos, investigaciones que destruyen embriones, suicidio asistido, eutanasia, o cualquier otro acto que viole el principio de la profunda, inherente e igual dignidad de todos y cada uno de los miembros de la familia humana.

     Además, ha de saberse que no nos inclinaremos ante ninguna ley que nos obligue a bendecir asociaciones sexuales inmorales, a tratarlas como matrimonios o sus equivalentes, o que nos impida proclamar la verdad, como la conocemos, sobre la moralidad, el matrimonio y la familia.

     Además, ha de saberse que no nos dejaremos reducir al silencio o a la aceptación sumisa o a la violación de nuestras conciencias por ningún poder en la tierra, sea este cultural o político, sin importar las consecuencias que esto pueda tener para nosotros".

     Daremos al César lo que es del César, en todo y con generosidad. Pero bajo ninguna circunstancia le daremos al César lo que es de Dios.+


Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio". (AICA
(22 de noviembre de 2009)



Solemnidad de Cristo Rey 


Evangelio según San Juan 18, 33b-37 (Ciclo B)

Recordar:

El 25 de noviembre, en la parroquia Sagrado Corazón de Lanús con las reliquias del Santo Cura de Ars allí presente, voy a tener la dicha y la gracia -junto a mi presbiterio- de ordenar a dos nuevos sacerdotes: el padre Pablo Andrés Balario y el padre Rodolfo Gustavo Veliz.

Al día siguiente, el 26, los obispos de la Región Buenos Aires, es decir las once diócesis más los obispados que son del Rito Oriental, tendremos un encuentro sacerdotal en la Iglesia Catedral Metropolitana de la Arquidiócesis de Buenos  Aires.

A las 08 hs, estaremos con  la reliquia, el Corazón Sacerdotal del Santo Cura de Ars. A las 09 hs, dará una conferencia el Cardenal Emérito de Paraná Mons. Estanislao Karlic, y a las 10.30 hs, tendremos la Eucaristía presidida por el Cardenal Jorge Bergoglio concelebrada por los obispos y los sacerdotes presentes.

Pediremos a Dios, por medio del Santo Cura de Ars, por la santificación, la fidelidad y la perseverancia de nuestros pastores. Para que siga llamando a jóvenes de nuestras familias y que ellas sean generosas en ese llamado que Dios sigue haciendo y que a veces no se lo escucha debidamente.

Finalmente, el 27 regresan las sagradas reliquias a Francia, a Belley Ars. Agradecemos la bondad de esa diócesis, de esa Iglesia hermana que tanto nos ha servido regalándonos lo más precioso: el Corazón Sacerdotal de San Juan María Vianney. 

Evangelio: “¡Tú lo dices, Yo soy Rey!”

¡Esta clarísimo! ¡Jesucristo es Rey! Pero su reino no es de este mundo. Los criterios del Evangelio, los criterios del Señor, son superiores y distintos a los criterios mundanos. Esto no significa una separación, pero tampoco es una identificación, ¿por qué? Porque están las dos ciudades: la de la tierra -la ciudad de los hombres- y la ciudad de Dios, que es la que da sentido y forma a la ciudad de la tierra, a nuestra sociedad.

Él es Rey, pero su reino no es de este mundo.

¡Incide en este mundo!

¡Gravita en este mundo!

¡Da luz a este mundo!

¡Da sal a este mundo!

La presencia de Cristo ilumina, no impone pero sí propone. Su doctrina, su persona, su enseñanza, no impone pero propone. Uno tiene que ejercerla y recibirla en su libertad; aceptarla y dar frutos.

Veamos: Cristo Rey nos ha liberado ¿de qué? ¡De todo pecado! ¿Mediante qué? ¡Mediante su pasión y muerte! ¿Qué ha hecho de nosotros? ¡Al liberarnos por medio de su propia cruz, ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes! ¡Nos ha participado! Y nosotros participamos de la misma realeza de Cristo; de los mismos criterios de Cristo; de la misma actitud de Cristo.

Por lo tanto, Cristo tiene que reinar en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestras actitudes, en nuestras conductas, en nuestros valores, en nuestra pertenencia, en nuestras vinculaciones para con los demás. ¡Todo tiene que ver, porque todo concluye en ÉL, en su Amor y en la Verdad!

Lo que está excluido es el demonio, el maligno y la mentira. El padre de la mentira es el demonio y allí no hay lugar para la verdad; y en la verdad no hay lugar para la mentira. Cristo se nos da. Aceptó la muerte por nosotros “para que tengamos vida y vida en abundancia”

Le pedimos al Señor que ¡reine en nuestra vida! y que nosotros vivamos libres en lo humano, en lo cristiano y en nuestra pertenencia. Sabemos cuáles son los criterios para acceder a esa libertad: cada uno tendrá la responsabilidad de escuchar, de responder, de asentir o disentir, de involucrarse, de comprometerse.

Y es justamente por eso que siempre deberemos ser “discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida, y vida en abundancia”

Les dejo mi bendición, y que Cristo Rey reine en nuestra vida; en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén 

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


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 Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el domingo de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. (AICA
(22 de noviembre de 2009)

“LOS PEQUEÑOS Y EL REINO” 

Con la celebración de este domingo “Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo”, culminamos el año litúrgico. Desde el próximo domingo empezaremos a prepararnos para celebrar la “Navidad”, el nacimiento de Jesús y lo haremos durante varias semanas en el llamado tiempo de Adviento.

Esta celebración de “Cristo Rey”, puede confundir a varios, asociando esta denominación con el poder y la fastuosidad de los reyes contemporáneos. Aunque en realidad hay que señalar que hoy ya no quedan muchos reyes y no tienen tanto poder , tampoco en la época de Jesús entendieron demasiado que tipo de reinado tenía Jesús y como era su Reino. Pilato en el Evangelio de este domingo (Jn. 18,33b-37), expresa lo confundido que estaba sobre la realeza que tenía el Señor. “Pilato” le dijo “¿Entonces tu eres Rey? Jesús respondió: tu lo dices. Yo soy Rey” (Jn. 18,37). De todas maneras el Señor explica a Pilato, algo que seguramente por su alejamiento de Dios y ceguera, éste no podía comprender. “Mi realeza no es de este mundo…” (Jn. 18,35).

Es cierto que en general la ceguera e incomprensión del “reinado de Jesús” o bien de la misión de la Iglesia, está ligado al alejamiento de Dios y a la necesidad de tener una cierta mirada de fe. Es clave recordar que como Iglesia y como cristianos debemos seguir apostando en la cotidianidad, no al éxito, ni a triunfalismos pastorales, sino a la fidelidad, al seguimiento de Cristo, el Señor, que siempre implica el tomar la cruz de cada día, considerando que el discipulado debe ser siempre pascual. El Apóstol Pablo en la carta a los Filipenses nos señala el camino que la Iglesia debe guardar mirando a Jesucristo, el Señor: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo: El cual, siendo de condición divina no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de si mismo tomando la condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre: y se humilló a si mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil. 2,5-8).

Para cumplir nuestra misión evangelizadora siempre deberemos ubicarnos en la pequeñez y en la humildad, desde donde podemos servir en la construcción del Reino, la justicia, la paz y el bien común: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5,1).

Si bien este código de la pequeñez es parte de la fe del discipulado cristiano, e implica a todos los bautizados, especialmente es necesario que aquellos que tenemos distintas responsabilidades públicas y sociales tengamos una especial captación de esta dimensión esencial de la vida cristiana, por las consecuencias que esto debe tener en el sociedad, traducidas en actitudes que hacen al servicio y al bien común.

Hace pocos días los Obispos reunidos en la asamblea plenaria del episcopado argentino emitimos un documento denominado “Somos hermanos, queremos ser Nación”. En el mismo hemos señalado: “En el mes de noviembre de 2008, en el Documento: “Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad”, delineamos la necesidad de recorrer un camino basado en el diálogo y en la búsqueda de consensos y acuerdos que confluyeran en algunas políticas públicas, base de un verdadero proyecto de Nación. Ese Documento es fruto de nuestra experiencia pastoral, que nos muestra que en el pueblo existen hondos deseos de vivir en paz y en una convivencia basada en el entendimiento, la justicia y la reconciliación” (1-2).

Señalamos en dicho documento la preocupación “por un clima social alejado de esas sanas aspiraciones de nuestro pueblo. La violencia verbal y física en el trato político y entre los diversos actores sociales, la falta de respeto a las personas e instituciones, el crecimiento de la conflictividad social, la descalificación de quienes piensan distinto, limitando así la libertad de expresión, son actitudes que debilitan fuertemente la paz y el tejido social” (3).

Estamos celebrando el domingo de Cristo Rey. El texto del Evangelio de este domingo pone al descubierto que Pilato carecía de fe para comprender que le decía el Señor: “Pilato le dijo: ¿Entonces tu eres rey?. Jesús respondió: “tu lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz…”. Nosotros también necesitamos desde la fe y la pequeñez captar y comprometernos con este reino que nos hace discípulos y testigos de Jesucristo, promotores de algunos valores como la vida, la familia, la justicia, la verdad, que nos permiten tener un horizonte de esperanza.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

 

 


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Presentación de Mons. Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, en ocasión del 25º aniversario de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre las Repúblicas de Argentina y Chile. (AICA)
(Auditorio Juan Pablo II, Edificio San José de la UCA, 26 noviembre 2009)


EL TRATADO DE PAZ Y AMISTAD ENTRE LA ARGENTINA Y CHILE
CÓMO SE GESTÓ Y PRESERVÓ LA MEDIACIÓN DE JUAN PABLO II
 

1. El  12 de diciembre de 1980, el Papa Juan Pablo II, al entregar su Propuesta como Mediador, dijo a las delegaciones chilena y argentina: “En aquellos días de finales de 1978 y comienzo de 1979 – tan nerviosos y tensos para vosotros y para todos vuestros conciudadanos y también tan preocupantes para mi recién estrenado corazón de Pastor común- Dios, Padre de todos, me impulsó a llevar a cabo un gesto de paz no fácil y sí audaz, arriesgado, comprometedor, también esperanzador”.  

2. En verdad, gesto audaz, arriesgado, comprometedor

Pero ¿cuáles fueron los medios de los que Dios se valió para impulsar al Papa a tal gesto? Sólo Dios los conoce todos. Pero, en su bondad, nos concede verificar algunos. Como dice el Cardenal Jorge M. Bergoglio, en el prólogo del libro que presento, la mediación papal “no cayó del cielo por arte de magia. Si el cuerpo no puede trabajar sin la cabeza, tampoco la cabeza (se refiere al Papa) puede hacerlo sin el cuerpo”. Hubo muchas mediaciones que procuraron persuadir al Papa de la necesidad de su intervención. De los dos episcopados: argentino y chileno. De las dos Nunciaturas Apostólicas. De los dos gobiernos. Del gobierno de los Estados Unidos. Quizá de otros gobiernos. Pero, de acuerdo al estudio que llevé adelante, especialmente en el Archivo de la Conferencia Episcopal Argentina, la acción decisiva fue realizada por el Cardenal Raúl Francisco Primatesta, arzobispo de Córdoba y Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Sin su santa obstinación en motivar al Papa a intervenir, muy probablemente la guerra habría estallado, y todavía hoy estaríamos llorando sus desastrosas consecuencias.