Subsidio litúrgico para el 2 de Febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, en el que se celebra la Jornada Mundial de Vida Consagrada, publicado en folleto para su celebración.
Fiesta de la presentación del Señor
MONICIÓN DE ENTRADA
Queridos hermanos todos. Convocados por el Señor celebramos hoy en la Iglesia la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo. María y José, fieles a la tradición de su pueblo, entran en el Templo con su Hijo a los 40 días de su nacimiento. Del mismo modo, también nosotros, 40 días después de la Navidad, somos llevados y presentados por nuestra Madre la Iglesia ante el Dios vivo y verdadero, al tiempo que sentimos y agradecemos la paternal custodia de nuestro obispo diocesano.
Los consagrados y consagradas hemos recibido en la Comunidad Cristiana esta extraordinaria vocación de vivir entregados totalmente a Dios y al servicio del prójimo en la caridad. El lema de esta Jornada de la Vida Consagrada es Caminos de consagración. Cristo, el Señor, es nuestro único Camino, y todos nosotros somos caminantes con Él. Cristo, Camino, Verdad y Vida, ha abierto en su propio Cuerpo diversos caminos de consagración para que recorriéndolos en fidelidad seamos conducidos al Cielo.
Nos disponemos ahora a escuchar la Palabra de Dios y a celebrar el sacramento de la Eucaristía, donde somos transformados en ofrenda permanente, consagrados al Padre, siguiendo al Hijo, y habitados por el Espíritu.
Hoy, todos nosotros renovamos la elección de Dios presididos por nuestro obispo, y salimos al encuentro del Señor con la luz de la Fe, la fuerza de la Esperanza y el fuego del Amor que el Padre ha encendido en nuestros corazones.
RENOVACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN
[Acabada la homilía, los miembros de los Institutos de Vida Consagrada renuevan su consagración en el seguimiento de Cristo y en la misión de la Iglesia].
El celebrante:
Hermanos y hermanas:
En esta fiesta de la Presentación –popularmente conocida por la Candelaria–, somos invitados al agradecimiento sincero por nuestra vocación consagrada, suscitada en la Iglesia como una luz que el Padre ha puesto en el candelero, para que alumbre a todos los de la Casa. Nosotros, llamados por la misericordia de Dios, hacemos presente en este mundo el Amor Trinitario. La diversidad de carismas en las distintas formas de consagración pone de manifiesto la múltiple gracia con que el Dios tres veces Santo ha querido adornar y embellecer a su Iglesia. Hoy renovamos nuestro particular seguimiento de Cristo pobre, casto y siempre obediente al Padre.
(Todos oran en silencio durante algún tiempo).
El celebrante:
Bendito seas, Señor, Padre Nuestro, porque en tu gran misericordia, con el susurro de tu Espíritu, no has dejado de llamar, a lo largo de la historia, a hombres y mujeres que, consagrados a Ti, fuesen en la Iglesia manifestación viva del seguimiento radical de Cristo, testigos creíbles del Evangelio, profetas humildes y valientes de tu Reino, hijos fieles de la Iglesia, peregrinos hacia la patria del Cielo. Por ello ¡te glorificamos!
Cantor: Gloria a Ti, por los siglos.
Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.
(I) Lector 1.º:
Te glorificamos, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque en tu Hijo Jesús nos has mostrado el camino del amor sin medida en el servicio solícito y generoso. Cristo ha hecho de Tu voluntad su alimento y su descanso, su fortaleza y su alegría.
Lector 2.º:
Gracias, Padre, por habernos querido asociar íntimamente a este misterio de Obediencia filial, en Cristo, por Cristo y con Cristo. La Virgen María, la Sierva obediente, siempre dócil a tu Palabra, nos toma de su mano para renovar hoy nuestra sincera adhesión a tu Santa Voluntad, confesada mediante el voto de obediencia que un día profesamos en el seno de tu Iglesia.
Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.
(II) Lector 1.º:
Te glorificamos, Padre, y te bendecimos, porque en Jesucristo, nuestro Dios y Señor, nos has dado la Verdad de tu Amor, donación sin reservas y entrega sin límite. Él, que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, nos ha mostrado la dicha evangélica reservada para los mansos y humildes de corazón, los pobres de espíritu, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, los perseguidos y los que sufren a diario por causa de tu Reino.
Lector 2.º:
Gracias, Padre, porque en Cristo nos lo has entregado todo. Él es tu Hijo Amado, en quien tienes puestas todas tus complacencias. Él, nuestro maestro y nuestro hermano, es el Hombre-Dios paciente y misericordioso, compasivo y fiel, que ha venido a buscar lo que estaba perdido y a enseñarnos el camino de regreso a la Casa del Padre. De Él aprendemos que no tenemos, aquí en la tierra, otro lugar donde reclinar nuestra cabeza que no sea su pecho, cerca de su corazón. Junto a Él estamos felices de vivir desprendidos y generosos, compartiendo nuestros bienes con los necesitados y proclamando que sólo Cristo es nuestra Riqueza y nuestro Tesoro.
Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.
(III) Lector 1.º:
Te glorificamos, Padre, y te damos gracias, porque en Jesucristo, el Hijo Bendito de la Bendita María, hemos sido seducidos por tu Amor, enamorados de tu Reino y conducidos a la virginidad de nuestros corazones. Como María, podemos hoy decir: ¡Somos de Cristo y le pertenecemos solo a Él!
Lector 2.º:
Gracias, Padre, por tu Hijo Jesucristo, Esposo fiel de la Iglesia. Renueva Tú en nosotros el fuego de tu Amor, la dicha y la alegría de vivir la verdadera castidad y la pureza sincera, de cuerpo, mente y corazón, una auténtica humanidad plena en la santidad de nuestra consagración.
Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.
El celebrante:
Oh, Señor: mira con ojos de misericordia a estos hijos tuyos y a estas hijas tuyas: un día les llamaste y ellos te siguieron. Lo dejaron todo por Ti. Renueva hoy en sus vidas el fuego ardiente del amor primero. Ayúdales a caminar presurosos tras tus huellas e infunde en sus corazones el auténtico discipulado que nace de tu llamada. Dales la adhesión del corazón a tu Santo Evangelio y la communion sin fisuras con nuestra Madre la Iglesia. Hazlos fieles cooperadores de la Verdad y leales colaboradores de tu Reino. Te lo pedimos en el Nombre de Jesús, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Asamblea: (Cantando) Amén, amén, amén.
PRECES
[A las preces completas de la Solemnidad, se propone añadir estas cuatro específicas].
• Señor, tu Palabra es Camino, Verdad y Vida. Te pedimos hoy por todos los jóvenes que te buscan aun sin saberlo; conduce sus vidas con la Luz radiante del Evangelio. Roguemos al Señor.
• Te pedimos también Señor por todos los religiosos, los miembros de institutos seculares y de nuevas formas de vida consagrada, por el orden de las vírgenes, por cuantos han recibido el don de la llamada a la consagración, para que, alcanzados por Cristo, sean auténticos testigos de la Resurrección y firmes defensores de la Vida, en nuestra sociedad y en el mundo entero. Roguemos al Señor.
• Por todas las familias, elegidas por Dios para transmitir la fe a la próxima generación, para que impulsadas por la fuerza del Espíritu y el amor de Jesús puedan ejercer su misión de engendrar vocaciones para el Cielo. Roguemos al Señor.
• Por quienes estamos participando en esta celebración de acción de gracias por la vida consagrada, para que todos seamos uno en el amor, y el mundo crea en Jesucristo, único Salvador de todos los hombres. Roguemos al Señor.