Domingo, 31 de enero de 2010

Homilía de Nochebuena de monseñor Antonio Marino, obispo auxiliar de La Plata (Parroquia Nuestra Señora de Pompeya,
La Plata, 24 de diciembre de 2009) . (
AICA)


Dios con nosotros 

Queridos hermanos:

Tras una larga espera de muchos siglos, en el silencio de la noche, vino a este mundo aquel a quien han esperado y siguen esperando, sin saberlo, todos los hombres de la historia. Pero entonces como hoy, el Salvador ha venido y viene a nosotros sin hacer ruido, en la más desconcertante pobreza de apariencias. Sólo quienes tienen alma de pobres descubren su venida. Sólo quienes aprendieron la sabiduría de volverse como niños, advierten su presencia.

Aquel a quien llamamos Señor del universo y de la historia, nace en la pobreza y en la marginación, como en la orilla del mundo juzgado más culto según los criterios humanos. Todos ignoran su origen y su verdadera identidad, excepto su Madre, la Virgen, y su esposo San José.

Resulta claro que a Dios le gusta sorprender y desconcertar. Permitiendo el libre juego de las libertades de los hombres y de las causalidades de este mundo, hace brillar su Providencia llena de sabiduría y de benevolencia hacia nosotros.

Aquel que es la Sabiduría increada y eterna, anterior a todos los siglos, se somete a las leyes del tiempo. El que es la Palabra omnipotente y creadora, asume la debilidad de la carne. Aquel a quien todo obedece en el cielo y en la tierra, se somete en obediencia al edicto de un emperador, y así nace en Belén dando cumplimiento a las Escrituras. El que da alimento a toda vida, necesita ser amamantado. Si contemplamos con ojos de fe el misterio de la Navidad, no salimos del asombro: ¡el Creador depende de su criatura! Se hizo uno de nosotros para darnos lo suyo y tomar lo nuestro. Aquel que es rico con toda riqueza, “por nosotros se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8,9).

La noche de Navidad, que llamamos “Nochebuena”, sigue teniendo un poder especial de convocatoria, a pesar del oleaje adverso de una cultura secularizada. Las familias y los amigos se reúnen en torno a una mesa e intercambian buenos deseos. La actividad comercial se intensifica. Con frecuencia comprobamos, sin embargo, un extraño fenómeno: hay fiesta y hay alegría pero nadie o muy pocos saben el motivo profundo de estar reunidos. Aquel cuyo nacimiento da origen a la fiesta, suele ser el gran ausente y olvidado. ¿Nos habremos reunido sólo para comer y pasar un buen rato en familia y entre amigos?

Los cristianos no menospreciamos estas expresiones de fiesta y alegría, pero queremos vivir la Navidad desde su sentido más profundo. No despreciamos los signos de regalo, a condición de no olvidarnos del gran e inmenso regalo que nos ha venido del cielo: el Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos; hecho niño para convencernos con su ternura de que Dios tiene para con nosotros entrañas de misericordia.

Con los ojos de la carne, contemplamos en el pesebre a un niño con su madre. Como cualquier otro niño es claro que no habla. Sólo emite vagidos y llora. Los niños siempre enternecen a cualquier persona normal. Pero este niño, igual a los otros niños en sus manifestaciones, no es un niño más. En su aparición a los pastores, el Ángel les dice: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, es el Mesías, el Señor” (Lc 2,10-11).

Si miramos con los ojos de la fe, el infante de Belén es la más elocuente palabra que Dios pronuncia en el tiempo de la historia humana. Aun sin poder hablar, Él es la Palabra hecha carne, el Verbo eterno, que es Dios igual al Padre (Jn 1,1). Él es Hijo engendrado eternamente por el Padre, con quien vive en una eterna comunión personal de amor mutuo, que es el Espíritu Santo. Ahora se ha convertido en el “Emanuel”, Dios con nosotros.

Cuando Dios quiere revelarnos su misterio, obra así: envía a su Hijo que nace de María por obra del Espíritu Santo. De este modo, el misterio trinitario es revelado en el tiempo en forma de lenguaje humano. El Verbo eterno se hace palabra humana, aun antes de poder articular discursos.

Al obrar así, nos está revelando nuestro propio misterio. Nos está diciendo cuánto valemos para Dios. El Padre nos dice su amor por nosotros en forma comprometida. En este niño nos entrega al “Hijo de su amor” (Col 1,13). En este Hijo quiere hacernos hijos suyos. El apóstol San Pablo nos dice: “Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abba!, es decir, ¡Padre!” (Gal 4,6).  También el prólogo del Evangelio de San Juan nos dice: “Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios” (Jn 1,11-12).

Así, al revelarse la paternidad de Dios sobre Jesús, y la identidad divina del hijo que nace de María, se revela también nuestra propia identidad, nuestro propio misterio. En Jesús, el Hijo de Dios nacido de María, se encuentran de manera inseparable el misterio de Dios y el misterio del hombre, la gloria divina y la glorificación del hombre. Por eso el Papa San León en el siglo V exclamaba en un célebre sermón de Navidad: “Reconoce, oh cristiano, tu dignidad y, ya que ahora participas de la misma naturaleza divina, no vuelvas a tu antigua vileza con una vida depravada”.

En este niño, además, se han unido el cielo y la tierra, los coros de los ángeles y la humildad de un establo. Israel es representado por pastores rudos y el oriente por la sabiduría de los magos. Dios nos convoca a todos. Cristo vino para convertirnos en hermanos. Por eso los ángeles cantan la gloria de Dios y la paz para los hombres amados por Él.

La celebración litúrgica de la Navidad, con el cántico de villancicos y diversas manifestaciones de regocijo, debe trasladarse y prolongarse en nuestros hogares y en todos los ámbitos donde transcurre nuestra vida cotidiana. Si la Navidad nos revela nuestra altísima dignidad de hijos de Dios, la consecuencia debe ser el crecimiento en la fraternidad, en el deseo de reconciliación fraterna, en el respeto profundo por el prójimo, en la sensibilidad con el que sufre, en la prontitud para ayudar al necesitado.

Celebrar la Navidad en las circunstancias actuales de la patria, que se apresta a conmemorar los doscientos años de vida independiente, implica proyectar la luz siempre humanizadora del misterio de Cristo, bajo la cual nació, sobre las sombras de muerte y las tinieblas que se ciernen hoy sobre nuestra convivencia social. Oíamos al profeta Isaías exclamar: “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz” (Is 9,1).

Los obispos reunidos en la última Asamblea Plenaria hemos llamado la atención sobre el preocupante clima de crispación social que todos podemos comprobar. Hemos hablado de “la violencia verbal y física en el trato político y entre los diversos actores sociales, la falta de respeto a las personas e instituciones, el crecimiento de la conflictividad social, la descalificación de quienes piensan distinto, limitando así la libertad de expresión”.

Sabemos también que ingresan en el Congreso de la Nación proyectos de leyes que atentan gravemente contra el orden natural, tales como pretender consagrar el aborto como un derecho de la mujer; o pervertir el sentido del matrimonio, extendiendo su significado a uniones de personas del mismo sexo; o bien seguir profundizando un programa educativo donde el Estado invade el derecho inalienable de los padres a controlar los valores morales que en materia de sexualidad se transmiten a sus hijos.

La situación de pobreza e indigencia que afecta a un extenso sector de la población, la crisis de la familia como institución fundamental, la difusión de la droga entre adolescentes y jóvenes, junto con la inseguridad física ante el dato no resuelto de la violencia delictiva, son problemas cuya raíz última es moral y religiosa, pues se conectan con el sentido de la vida. ¿No debemos ver aquí el resultado de una cultura que ha caído en el individualismo egocéntrico y en el relativismo de la verdad?

Volvamos la mirada hacia el pesebre, pues en este Niño está el secreto para renovar nuestra vida personal y para sanar nuestra convivencia familiar y social. El misterio de la Encarnación del Señor fue el principio de una nueva concepción de la vida y ha inspirado a lo largo de dos mil años de historia lo mejor que ha tenido la civilización occidental marcada por la fe en Jesucristo.

Lo mismo que en la noche de Belén, donde todo comenzaba, también hoy desde la humildad de nuestras apariencias, de nosotros depende que el misterio de la Navidad siga siendo una realidad que abre paso en este mundo a la gracia de Dios, a su paz y su alegría.

¡Feliz Navidad para todos ustedes, con mi bendición extensiva a sus hogares! 

Mons. Antonio Marino, obispo auxiliar de La Plata


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Artículo de opinión de monseñor Eduardo Horacio García, obispo auxiliar de Buenos Aires, publicado en el Diario Crítica. (AICA)
(24 de noviembre de 2008)


Navidad: sin ñatas contra el vidrio 

¡Navidad!

¿Navidad?

Mientras paso sin escalas de la admiración a la pregunta, veo todo lo que la rodea desde las imágenes: coronas de muérdago, renos sobre la nieve cuando en esta parte del hemisferio hace un calor que raja el pavimento, Papá Noel abrigado y sudando la gota gorda con su risa ante no sabemos bien qué y la pregunta toma otra densidad. ¿Quién robó la Navidad? ¿En qué momento alguien se descuidó y cambiaron la escenografía? ¿Qué pasó que en el lugar de los protagonistas pusieron extras?

Sigo mirando y buscando detrás de las vidrieras algo de verdad, algo con sentido y no nieve de telgopor. Ya se largó la carrera: muchas familias –las que pueden– hacen esfuerzos para que nada –¿nada?– falte para celebrar el 24: comida y bebida a rabiar, no se puede estar solo, más regalos, saludamos con una alegría obligatoria, mandamos tarjetas reales y virtuales… ¿Queremos asegurarnos un espacio de cariño en medio de los tantos y agazapados miedos que nos acechan?

¿Quien robó la Navidad? ¿Estará secuestrada esperando que alguien descubra su ausencia y se anime a pagar el rescate? Qué difícil cuando de la Noche de Paz y de Amor nos queda resaca y acidez estomacal. No me resigno a no salir a buscarla como los pastores, como aquel pueblo que tenía tantos miedos como nosotros.

Tengamos bien clarito que para la Navidad Dios Padre no se anduvo con vueltas ni escatimó recursos: nos mandó a su Hijo. Y acá estamos. Mirando asombrados sus gestos, escuchando sus palabras, siguiendo su huella después de más de 2.000 años. Y, aunque no podemos “innovar” –porque aquella historia que nos atrapa cada diciembre es inalterable– podemos “evocar”. Oler los perfumes del aire de Belén.

Pisar esos suelos polvorientos. Imaginar los pies de María, hinchados y apurados, en un embarazo que ya bordea el nacimiento. Sentir los brazos de José, fuertes ante lo imposible. Y al elevar los ojos, ver un cielo de estrellas cómplices, que hacen juego con la luz del vientre de María.

Hoy, igual que hace dos mil tantos años, en la Tierra hay sombras de muerte, muchos flagelos camuflados. En ese ayer la dominación de los romanos y los impuestos que se llevaba el Imperio. El pueblo pobre se quedaba afuera mirando a Dios por la cerradura.

Hoy hay otras formas solapadas de totalitarismos que seducen dominando vidas y conciencias. Los impuestos a la vida han hipotecado la esperanza. Sigue el miedo. Miedo a lo que puede pasar, miedo a lo que le dejamos a los que vienen detrás nuestro, miedo a no ser queridos, miedo a estar solos, a no ser reconocidos, a que nuestra vida pase de largo y nadie se acuerde de que transcurrimos este tiempo, miedo al miedo. Y miramos pasar la oportunidad de la esperanza con la ñata contra el vidrio.

Miremos para atrás, pero bien atrás para animarnos a mirar adelante. La frase que resonó esa noche y despertó a los dormidos, sacudió a los quedados y empujó a los miedosos. ¡No teman! Ésas fueron las primeras palabras del Ángel a los que cuidaban el rebaño muy cerca del lugar donde nacía Jesús.

¡No teman! La Nochebuena es noche de paz porque Dios optó por un camino nuevo: acercarse y amarnos primero sin pedirnos cuentas.

A partir de Belén, ha llegado el Señor de la historia: Emmanuel, es decir, Dios-con-nosotros. Dios está en Jesús para nosotros, su ser es un ser para los hombres. Jesús pertenece a la historia de la humanidad, es totalmente Dios y es totalmente hombre, es totalmente nuestro y con esa misma totalidad se comprometió con la historia de su pueblo. Sin caretas ni vestido para la ocasión. Jesús no es una idea o doctrina, no es un mito o una leyenda. Es realidad histórica; liberando y haciendo historia.

Belén es hora de gracia de la humanidad. Jesús aparece en este mundo como un niño, con la sencillez y la sonrisa de un recién nacido, conquistando con delicadeza nuestro corazón.

Navidad, grito, llamada, invitación a tomar la iniciativa, como Él, desde la generosidad, la ternura y el perdón. Vayamos al encuentro del otro con la caricia y no sólo con la copa, rompiendo distancias y no sólo nueces, regalando alegría verdadera y no sólo electrodomésticos. Caminemos la vida, no una pasarela.

Qué paradójico, quizás con un poco menos hagamos mucho más. Y por favor: sin ñatas contra el vidrio.

Dejemos entrar en nuestro tiempo el soplo del viento sin sombras del Niño Santo. Y no simulemos asombro, como decía Nietzsche. Sintámonos seguros de que esta Navidad vamos a asombrarnos ante la caricia porque los cristianos no nos contentamos con un “optimismo navideño”. Vamos por más. Un más de esperanza que toca tu corazón con ternura y te ofrece redes ante los vacíos y las soledades. Una esperanza hecha de pesebre. Una esperanza que abraza nuestras fragilidades, las esquinas más esquivas del alma y que también nos impulsa porque va al rescate de lo mejor que hay en nosotros.

Monseñor Eduardo Horacio García, obispo auxiliar de Buenos Aires


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Mensaje de monseñor Luis Urbanč, obispo de Catamarca, para la Navidad 2009. (AICA)


MENSAJE DE NAVIDAD 

La luz brilló en las tinieblas, a los que la reciben los hace Hijos de Dios, de la luz, del día, de la vida … 

Una vez más nos preparamos para celebrar el Misterio del Amor, la ternura, la bondad y cariño del Dios que despojándose de su categoría divina se METIÓ EN NUESTRA HISTORIA, con rostro humano y cercano. Poniendo su carpa entre nosotros, mezclándose con nuestra naturaleza humana, “metiéndose en el barro”. Todo esto por el SÍ libre y consciente e María.

Para iluminar la oscuridad de la historia y de los hombres: “La luz brilló en las tinieblas”. Al aparecer el Emanuel (Dios con nosotros) para que el que crea en Él y lo acepte en su corazón pueda ser y vivir en la libertad de los Hijos de Dios, y no ser esclavo de nada ni de nadie, ni vivir en el temor ni en la desesperación, sino en la esperanza de que camina con nosotros y que somos portadores y herederos de las promesas.

Para los que creemos en Él y para todos los hombres de buena voluntad la celebración de la navidad nos invita cambiar las tinieblas en luz:

Donde haya violencia verbal y física, ser constructores de paz, de diálogo.

Donde se atropelle a la persona por su condición, su origen, o pensamiento distinto… poner la luz del respeto, el amor y la aceptación.

Donde la vida se vea despreciada o atropellada en todas sus formas: del no nacido, del niño, del anciano, por la violencia delictiva, la droga, luchar por la vida.

Donde haya hermanos excluidos, sobrantes, descartables, luchar por políticas públicas más justas, universales y equitativas para generar inclusión.

Donde existan situaciones dramáticas y escandalosas de pobreza, no ser indiferentes y acostumbrarse a ello, sino buscar una distribución más justa y equitativa de los bienes, generar fuentes de trabajo.

Donde exista corrupción, poner la luz de la transparencia, la participación, el servicio y compromiso ciudadano.

Donde el liderazgo y el poder se aprovechen en beneficio propio, entender y utilizar el poder como servicio al prójimo, al bien común, a los más débiles, respaldado con el testimonio y la coherencia de vida.

Donde haya individualismo, indiferencia, insensibilidad ante la pobreza, el sufrimiento y los problemas del otro, poner la luz de la cercanía, del compromiso y la solidaridad.

Donde exista la ausencia de Dios, de lo trascendente, llenarlo con el anuncio de la buena Nueva de la vida del Evangelio.

Consciente de que para el creyente nada de lo humano le tiene que resultar extraño y que sin Dios en nuestros corazones y en nuestras vidas y en nuestros asuntos, andaremos desamparados, angustiados, quiero, como discípulo-misionero de Jesús y Pastor de esta Diócesis de Catamarca, ser portador de BUENA NOTICIA, de esperanza, de justicia y de Paz y no profeta de desventura (Doc. De Aparecida, nº 30).

A todos y a cada uno de ustedes les hago llegar mi cordial saludo navideño y los votos para un 2010, Año Jubilar Diocesano, de justicia, amor, unidad y paz. 

Mons. Luis Urbanč, obispo de Catamarca


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Comentario al evangelio de domingo cuarto del Tiempo Ordinario, publicado en Diario de Avisos el domingo 31 de Enero de 2009 bajo el epígrafe DOMINGO CRISTIANO

El ídolo caído

Daniel Padilla

Así se titulaba aquel bello relato de Graham Green que luego fue lle­vado al cine. Era la historia de un niño inglés de clase media, al que le toca vivir mucho tiempo solitariamente, con la única compañía de su mayordomo y su mujer, la cocinera, ya que sus padres via­jaban constantemente. El niño siente una admiración ciega por ese mayordomo, el cual le cuenta historias vividas por él en épocas lejanas. Pero un día este niño sufre un tremendo choque emocional. No puede evitar el ver cómo el mayordomo mata a su mujer por el amor a una muchacha, mucho más joven que él. ¡El ídolo caído! Y pienso en otros títulos céle­bres -Más dura será la caída, El ocaso de los dioses- que nos han pintado justamente eso: el desmoronamiento fulminante que, tarde o temprano, les llega a ciertas figuras a las que, antes, habíamos encum­brado. Recientemente, todos hemos con­templado, con la desmembración de la URSS -incluso en escenas televisadas- o, más reciente áun, con la destrucción del régimen de Sadam, la caída de sus ído­los, el fin de sus símbolos. Gigantescas estatuas que se desmoronaban. Pues he aquí que también a Jesús le tocó vivir esa situación, tan propia por lo visto, de la condición humana. Primero, le admira­ron al máximo: "En la sinagoga todos expresaban su admiración", dice el evan­gelio de hoy. Pero, unas líneas más abajo, el mismo evangelista anota: "Todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, empu­jándolo fuera hasta un barranco, intenta­ban despeñarlo". Ya lo ven: el ídolo caído. Conviene reflexionar sobre este fenó­meno. De una u otra manera, a todos nos afecta. Porque en el vaivén de la vida pasamos de días de vino y rosas a la noche es negra, muy negra. Y conviene estu­diarlo en su doble dirección. De nosotros a nuestros prójimos. En nuestra primera infancia, nuestros padres, más tarde nuestros profesores, fueron nuestros pri­meros ídolos. Sólo veíamos en ellos virtu­des y una especie de capacidad casi omnipotente". Pero fueron pasando los años y descubrimos su verdadera talla. Enton­ces se convirtieron en ídolos caídos. Todo padre, tarde o temprano, siente esa sen­sación: su hijo, que le idolatró en los días de su infancia, lo ha ido abandonando poco a poco dejándolo en una nube de indiferencia. De nuestros prójimos a nos­otros. También nosotros, aunque parezca mentira, por muy menesterosos que nos sintamos, somos -o hemos sido- ídolos para alguien. Quizá sea nuestro carácter, o la habilidad que hemos demostrado en esto o aquello, lo cierto es que hemos podido causar admiración y afecto. Pero, estemos preparados, amigos. Porque, de la noche a la mañana suelen cambiar los vientos. Y las palmas se vuelven pitos. Y pasamos del aprecio al desprecio. Que lo cuenten los héroes del domingo -los deportistas- que tan pronto salen a hom­bros por la puerta grande, como por la puerta pequeña, custodiados por la poli­cía. Pasamos de la niñez a la ancianidad. Del rosa al amarillo. ¿Vieron la película de Summers así titulada? Pues, véanla. ¡Cuánto jolgorio y arrumaco junto al niño recién nacido! ¡Cuánta soledad y tristeza en la residencia del anciano!


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S?bado, 30 de enero de 2010

Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA
(27 de diciembre de 2009)
 

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA 

Este domingo, el siguiente a Navidad, celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia. Nuestra mirada se abre hoy al conjunto del pesebre y contemplamos, junto al Niño, a María y a José; esta imagen forma parte del Evangelio y es un signo que nos revela la voluntad de Dios. La realidad de la familia, en cuanto ámbito elegido y querido por Dios para entregarnos a su Hijo participa de la buena noticia del Evangelio. Por ello hablamos del Evangelio de la Familia como de una realidad que tiene su raíz en el designio creador de Dios, que ha creado al hombre varón y mujer y ha puesto en ellos el misterio de la generación de la vida. La Familia se convierte, así, en un signo que nos revela el amor de Dios creador y la verdad del hombre. Ella es escuela de amor y cuidado de la vida, pero es también profecía para el mundo. Por ello a la Familia hay que predicarla como parte del Evangelio de Jesucristo que vino a darnos Vida plena.

La Familia fundada sobre el matrimonio, es decir, la unión libre y estable del hombre y la mujer, además de una realidad es un ideal. Esto nos habla de un hecho que tiene una estructura propia basada en la diversidad y complementariedad sexual, que se ordena a la vida y a la realización de sus miembros pero es, al mismo tiempo, un ideal que requiere actitudes de entrega, de presencia y de solidaridad. El nivel de la Familia va a depender del nivel de vida y compromiso de sus miembros. Como todo lo que pertenece al ámbito de la libertad del hombre, también la familia necesita de conductas y gestos que le permitan ser lo que está llamada a ser: esa escuela única de amor y de vida, donde cada uno va creciendo y descubriendo su dignidad y responsabilidad como persona. Por ello, Juan Pablo II, decía: “Familia sé lo que eres”, es decir, profundiza y vive tu vocación. La Familia tiene algo dado por la naturaleza, pero debe ser asumida, enriquecida y cuidada por sus miembros como por la sociedad.

Recuerdo cuando en la Mesa del Diálogo santafesino, que es un ámbito de encuentro y de reflexión formado por miembros provenientes de distintos credos religiosos, rectores de las tres universidades de Santa Fe, como de instituciones del quehacer económico y social, nos propusimos destacar tres ejes sobre las cuales trabajar para recuperar el nivel de vida y autoestima de nuestra ciudad, ellos fueron: la familia, la educación y el trabajo. En la ausencia y descuido de estas realidades veíamos la causa del deterioro de la calidad de vida en nuestra sociedad. Estamos acostumbrados a ver y a manejar estadísticas de los efectos de este deterioro social, por ejemplo, cuando hablamos de la violencia y el número de muertes, de la droga y el robo, de la inseguridad y la marginalidad, todo ello es cierto. Pocas veces hablamos de las causas, de aquello que genera este estado. Aquí aparecía el valor insustituible de la Familia como escuela de vida y de aprendizaje social, que cuida y orienta el camino del niño. Es criminal, por ello, una sociedad que no sostiene cultural y económicamente a la Familia.

Que al mirar en el pesebre a la Sagrada Familia de Jesús, sepamos valorar el significado de esa realidad tan cercana que es nuestra propia Familia, a la cual nos debemos, pero que también ella espera y depende de cada uno de nosotros. Reciban de su Obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús.

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz 


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Homilía de monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario en la Fiesta de la Sagrada Familia. (AICA)
(26 de diciembre de 2009)


SAGRADA FAMILIA
 

Queridos hermanos:

celebramos la fiesta de la Sagrada Familia; tan cercana a la Navidad, que me permite una vez más saludarlos, especialmente a todas las familias, a quienes están en la Iglesia Catedral, y todos los que nos siguen por la televisión, especialmente en los geriátricos y hospitales.

La Navidad entre nosotros es  también una fiesta de la familia.

Esta fiesta dedicada a la familia tiene un estrecho vínculo con la Navidad, y al mismo tiempo nos ayuda a ahondar en su  significado. El hecho de que consideremos tan importante reunirnos en familia,  compartir la cena, intercambiarnos saludos, pone de relieve  el hondo aprecio entre quienes forman una familia, que en estos días se pone especialmente más de manifiesto. En realidad, podemos decir que la Navidad entre nosotros es  también una fiesta de la familia.

“Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres” (Lucas 2, 52). Estas palabras del Evangelio de San Lucas, que acabamos de leer, nos muestran que el niño Jesús que acaba de nacer en Belén, y que contemplamos durante estos días en el pesebre, junto a María y a  José; ha ido creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia.

La liturgia de hoy, se detiene a presentarnos de esta manera a la Sagrada Familia de Nazaret, con una imagen que es, como una continuación en el tiempo de lo sucedido después del nacimiento de Jesús. Él creció con sus padres  en Nazaret, y como nos dice el Evangelio que leímos, Jesús  “vivía sujeto a ellos” (Lucas 2, 41 – 52).

La unión de un hombre y de una mujer en la alianza del matrimonio ha podido ser asumida por Dios como símbolo de la historia de la salvación.

Toda la revelación del plan de Dios “es ante todo expresión de una historia de amor, la historia de la alianza de Dios con los hombres”. Por este motivo podemos decir, que” la historia del amor y de la unión de un hombre y de una mujer en la alianza del matrimonio ha podido ser asumida por Dios como símbolo de la historia de la salvación" (Benedicto XVI, 6.VI.2005). De suyo, la familia es comunión de amor, que se origina en la unión de los esposos, del padre y de la madre,  y que se enriquece profundamente con la presencia de los hijos.

Asimismo, la celebración de la Navidad ilumina a cada familia, y nos permite valorar aún más su vocación natural, en cuanto cimentada en el matrimonio para siempre, llamada a vivir la fe, a permanecer unida en el amor  y  a tener proyectos en común, enriquecida por una verdadera esperanza.

Esta esperanza, es al mismo tiempo esperanza para nosotros y para los demás, en la medida que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como Él nos ordenó (cfr. 1Juan 3, 1 – 2, 21 – 24). La Sagrada Familia de Jesús, José y María es el verdadero modelo de este amor; y nos mueve a mirar también a nuestras familias en una perspectiva más amplia, como vínculo de perdón y de solidaridad.

Salvaguardar por medio de la familia las condiciones morales de una auténtica «ecología humana»

Queridos hermanos, tenemos una convicción: en la vida y en la sociedad necesitamos a las familias. Más aún, la familia es fundamental para considerar la importancia de ambiente humano, al que, siempre debemos prestar una especial atención. Así como necesitamos preocuparnos justamente, de preservar los espacios naturales de nuestro planeta, como  los ecosistemas, la fuente vital del agua, el calentamiento global y tantos otros aspectos, porque ofrecen su contribución al equilibrio general de la tierra; así también debemos salvaguardar por medio de la familia las condiciones morales de una auténtica «ecología humana» (cfr. Juan Pablo II, Centessimus annus, nº 39).

Dios no le ha dado al hombre y a  la mujer solamente  la tierra, y los demás bienes que tiene a su alcance; sino que el hombre también es un don de Dios para sí mismo y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral que le ha sido dada.

Por ello, podemos decir con Juan Pablo II, “La primera estructura fundamental a favor de la «ecología humana» es la familia”, ya que aquí es donde cada persona recibe  las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado, y por consiguiente qué quiere decir en concreto ser una persona (cfr. ibídem).

Se entiende que hablamos de la familia fundada en el matrimonio, en el que el don recíproco por parte del hombre y de la mujer crea un ambiente en el cual el niño puede nacer y crecer, conocer y amar a su papá y a su mamá, y  hacerse consciente de su dignidad.

Esto exige amor y estabilidad por parte de los esposos. La propia vida y el llamado a la convivencia entre el varón y la mujer no son un conjunto de sensaciones pasajeras que solamente  hay que experimentar por un tiempo. Sino un profundo llamado al amor mutuo, y a  vincularse de manera estable  como marido y mujer, de quienes podrán  nacer los hijos.

El profundo valor de la vida y de la familia                           

Por esto, cuando tratamos temas que tocan el profundo valor de la vida humana y de la familia, fundada  en el matrimonio indisoluble entre el varón y la mujer ordenado a la vida; lo hacemos con convicción y pasión,  no solo para alcanzar el bien de la familia cristiana, sino también de la sociedad.

De este modo, nunca es intolerancia preocuparnos profundamente por leyes que van contra la vida,  a la que defendemos  contra  el aborto como una práctica injusta y gravísima violación; o si alteran el sentido del matrimonio, y queremos proteger  su raíz originaria, como la unión estable  del varón y de la mujer para toda la vida, y su relación a la procreación.

Esto mismo lo expresé oportunamente hace tiempo al matrimonio Presidente del Secretariado de la Familia, como a los movimientos e instituciones de la Junta arquidiocesana de Apostolado laico, y a las autoridades de la Universidad Católica; con el fin de  invitarlos a estudiar, a profundizar y hacer propia la defensa de la vida humana y del matrimonio, como una garantía para la vida en familia. Precisamente porque a ellos, y a ustedes como laicos, les corresponde colaborar en esta misión; a fin de clarificar que no se puede hablar de verdadero  matrimonio, si consideramos como tal  las uniones de hecho de parejas del mismo sexo, aunque se ofrezca la imagen de un matrimonio legal, o de una legítima convivencia matrimonial.

Dicha convivencia no tiene que ver con la familia verdadera centrada en el matrimonio, en la unión estable de un hombre y de una mujer.

Y les agregaba también: una equiparación jurídica de dichas uniones a los matrimonios o a las familias no corresponde porque se cambia la identidad de estos últimos y no se puede comparar con su realidad antropológica. Las uniones de hecho de parejas del mismo sexo, que buscan asemejarse al matrimonio no tienen las características propias del amor conyugal de un hombre y de una mujer, ni tampoco su carácter procreador que fundamentan la institución del matrimonio.

Gracias a todos los matrimonios y familias por participar de esta celebración, sabiendo que necesitamos a nuestras familias, santuarios de la vida,  y  que el futuro de la humanidad pasa por la familia. Gracias por enriquecer espiritualmente  la identidad y misión de la Iglesia doméstica, que es cada familia,   y que ocupa un puesto privilegiado en la vida de la familia diocesana de Rosario, particularmente en este Año jubilar arquidiocesano.

Con María y José adoremos al niño que nació en Belén,   que ilumine y bendiga a nuestra propia familia, y también a todas las  familias.

Mons. José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario


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Mensaje de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para la Navidad 2009. (AICA) 

“EL SEÑOR NACE, VAYAMOS A ADORARLO” 

Podemos decir que si un pueblo no adora, no ha llegado a la plenitud del conocimiento. Ante los avatares de la vida, las agitaciones, los conflictos que pululan por doquier, las incertidumbres políticas, sociales, familiares y personales, las heridas provocadas en el sujeto persona que somos cada uno de nosotros,  la aridez y la sequía espiritual, a pesar de la “lluvia” pretenden herir gravemente el interior de cada uno de nosotros. Nos podríamos situar como en la soledad  del “desierto”.

Hoy más que nunca debemos concentrar nuestra atención en este Niño que nos vuelve a traer la luz, y el sentido de toda nuestra vida. Nace el Niño Dios, surge de nuevo la esperanza.

Esta visita debe ser acogida por cada uno de nosotros. Pero más allá de lo moral, toca profundamente nuestra existencia, la vida humana. Dios se hace hombre, para que el hombre llegue a Dios. Esto es lo más original del misterio cristiano. Su presencia define, su cercanía ilumina, su amor da sentido a toda nuestra vida. En esta Noche Buena se nos da de nuevo la esperanza.

Adoremos el misterio, contemplemos a este Niño, vivamos con alegría su amor. Con Él es posible vivirlo, recibirlo y entregarlo a los demás. Todos somos llamados. Nadie está excluido ni descartado. El pecado, la mentira, la corrupción, la injusticia, el odio, el resentimiento, la venganza, la destrucción, son vencidas. Es la Noche Buena, porque es la Noche del Amor que nace, del Amor que llama, del Amor que exige.

Le deseo a cada uno de Uds., que esta Nochebuena y hermosa Navidad, podamos vivirla en familia, pensando que si viene Dios, nadie puede quedar solo. Abramos nuestro corazón y nuestra casa, para recibir a algún hermano o hermana que esta solo, para que nuestra fe sea más creíble y juntos podamos vivir como HERMANOS. Y que como los pastores, vayamos  a ver a Jesús, adorar a Jesús y anunciar a Jesús

Feliz Nochebuena, Feliz Navidad.

Los bendigo como Padre y Pastor.  

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús 


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Artículo de monseñor Carlos María Franzini, obispo de Rafaela, con motivo de la Solemnidad de la Natividad del Señor. (AICA)
(diciembre de 2009)



¿FELIZ NAVIDAD? 

Aproximándonos a la fiesta de Navidad solemos saludarnos con la expresión y el deseo de “feliz Navidad”, o el menos definido “felices fiestas”. Las tarjetas de salutación, la ornamentación de locales comerciales y de la vía pública también nos ponen en el clima festivo navideño.  La publicidad en sus distintas expresiones nos provoca y estimula a hacer fiesta consumiendo,  recogiendo -algo deformada- la práctica generosa del simpático  Papá Noel o Santa Klaus, que no es más que  el viejo San Nicolás, que ha llegado hasta nosotros desde los países nórdicos con una importante y decisiva escala previa en Estados Unidos de Norte América. Es cierto, todavía en el marco íntimo de muchos hogares y en algunos lugares públicos se realizan gestos y celebraciones que nos hablan de otra realidad para esta fiesta: niños que interpretan tradicionales y conmovedoras canciones populares; imágenes que aluden a un Niño frágil, a sencillos pastores, a un pesebre y a gente común, en medio de animales. Pero, debemos reconocerlo, la competencia los  va arrinconando poco a poco. Tanto que para muchos casi ni se los tiene en cuenta, baste para ello observar los motivos de la inmensa mayoría de las tarjetas navideñas.

Este ritual que se repite año tras año corre el riego de todo rito reiterado. A fuerza de repetido se va desconectando de su origen y de su sentido más profundo y así, casi sin advertirlo, le vamos cambiando su significado y –por tanto- su eficacia. Si la Navidad es sólo la fiesta de los simples saludos sociales, del gasto y del consumo, de la comida y la bebida abundantes, de los regalos y la pirotecnia, en realidad ha perdido toda su fuerza y su capacidad de hacernos auténticamente felices. Una noche de fiesta, aunque sea en lujosos salones o con manjares exquisitos, no puede darnos una felicidad duradera. El regalo más costoso o la experiencia  más extravagante también son fugaces. El 26 de diciembre todo seguirá igual…

La institución familiar que está en crisis, la sociedad crispada, la seguridad ciudadana cada día más amenazada, las instituciones de la República vulneradas en sus distintos niveles, el evidente deterioro económico que afecta sobre todo a los más pobres, el medio ambiente que acusa un destrato manifiesto y una creciente pérdida del rumbo en la escala de los valores que nos han dado identidad como pueblo…  Todo esto, y mucho más, seguirán lastimándonos después de Navidad.

¿Será entonces inútil desearnos feliz Navidad? ¿Seremos ingenuos o alienados si lo hacemos? ¿Seremos felices por un imperativo voluntarista expresado en este deseo? ¿Seremos hipócritas al augurarnos felicidad?

Me parece que la mejor respuesta a estas preguntas pasa por volver a las fuentes. No descarguemos nuestro enojo en  el buen Nicolás o Papá Noel. Él, con su carro lleno de regalos, no es un precursor del consumismo contemporáneo. Más bien nos lleva al origen de la alegría navideña y nos hace recordar que el Niño del pesebre es el Gran Regalo  que Dios nos ha hecho hace dos mil años y nos sigue regalando día a día, si sabemos descubrirlo. La Navidad pierde toda su posibilidad de hacernos felices si se la vacía de este Niño pobre y frágil que tiene la capacidad de darnos la verdadera alegría y de fundar una auténtica esperanza.

Para volver a las fuentes necesitamos entrar en la “lógica del pesebre”.  Aquella noche, hacen ya más de dos mil años, sólo pudieron acoger la buena noticia unos sencillos pastores.  El nacimiento pasó inadvertido para muchos. Para los “ricos y famosos”  no sucedió nada de extraordinario. Tan preocupados estaban de comprar regalos, de comer y brindar, de reventar cohetes y encender bengalas que no advirtieron que algo nuevo estaba sucediendo.

Entrar en la lógica del pesebre es volver a descubrir la belleza y la eficacia del encuentro familiar sereno y  sosegado, hecho de diálogo, respeto y servicio. Es descubrir que, a pesar de tantas amenazas, la familia formada por mamá, papá y sus  hijos; los abuelos y los nietos, los tíos y los primos, es fuente de alegría verdadera, maduración progresiva, identidad lograda. No en vano, según indican estadísticas serias, la familia sigue siendo el primer lugar de referencia para la inmensa mayoría de los argentinos.

La lógica del pesebre nos enseña a recomponer vínculos sociales desde el servicio concreto y perseverante, desde el perdón y el reencuentro; pequeños gestos capaces de ir gestando la amistad cívica y un entramado social donde nadie quede excluido, porque se privilegia el bien común, por encima de intereses particulares. Esta lógica nos regala la capacidad de recuperar el valor de la palabra empeñada,  de la responsabilidad cumplida, de la conciencia limpia y del trabajo honrado. Y todo esto más allá de los reconocimientos y las recompensas. 

Sin duda, los graves y persistentes problemas que nos  preocupan seguirán existiendo. Pero cada uno tiene a su alcance la capacidad de responder desde su pequeño o gran ámbito de responsabilidad. Esa respuesta que sólo yo puedo dar será entonces gesto profético y germen de una realidad nueva, que en realidad ya ha comenzado hace más de dos mil años de la mano de un Niño frágil y pobre que hizo cantar a quienes anunciaban su nacimiento: “¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres amados por Él…!” (Lc 2,14)

Si no perdemos de vista la sencillez y austeridad del pesebre podemos celebrar, hacernos regalos y decirnos ¡feliz Navidad¡ Este saludo y deseo serán expresión del compromiso que cada uno asume de hacer realidad entre nosotros lo que el Niño ha venido a regalarnos. 

Mons. Carlos María Franzini, obispo de Rafaela


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Viernes, 29 de enero de 2010

Mensaje de navidad de monseñor Luis Héctor Villalba, arzobispo de Tucumán, para la Navidad 2009. (AICA)


NAVIDAD - VALE LA PENA SER NIÑO 

"Un niño nos ha nacido"
(Is. 9,6)  

1. Navidad crea en todas partes un "clima especial" de alegría, de apertura al hermano. En Navidad tenemos necesidad de felicitarnos, de dar un tono de cordialidad a nuestra vida, de acercarnos con rostro sonriente aún a aquellos de los que vivimos un poco distanciados.

Este paréntesis navideño puede hacernos a todos mucho bien, si caemos en cuenta de lo que significa.

La vida, por diversas razones, se ha hecho agresiva, tensa. Las tensiones se convierten fácilmente en conflictos y los conflictos en tragedias, porque nos falta durante todo el año esa alegría, esa serenidad, esa paz, esa ingenuidad infantil que caracteriza estos días.

Si fuésemos capaces de convencernos de que vale la pena hacernos un poco niños - sencillos, alegres y, sobre todo, puros y limpios de corazón - desaparecerían o amenguarían en gran parte los enfrentamientos, las tensiones, las posturas cerradas y las agresiones. 

2. El Hijo de Dios quiso hacerse niño para decirnos, con su ejemplo, la importancia que tienen esas virtudes infantiles - que nos parecen incompatibles con nuestra seriedad de hombres- y que podrían dar paz a esta vida, que ya es bastante complicada por sí misma para que nosotros nos empeñemos en hacerla más difícil y hasta trágica.

Por eso Jesucristo nos dijo que debemos hacernos como niños si queremos entrar en el Reino de los Cielos: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos" (Mt. 18,3).

Durante las fiestas de Navidad debemos acercarnos a este Niño recién nacido que nos ofrece la serenidad y la paz; que siendo el Hijo de Dios quiso parecer débil, pequeño, sin poderse valer por sí mismo, para enseñarnos el camino de la sencillez, de la humildad, de la verdadera fraternidad.

Si acertáramos a ser instrumentos de alegría, de perdón de sencillez, de servicio a los demás, y si supiésemos difundir la cordialidad, daríamos a los hombres angustiados de hoy e testimonio de luz y esperanza que tanto necesitan.

La vida es un don que hemos recibido de Dios y puede ser alegre en medio de las contrariedades y penas, si logramos sustituir el egoísmo por el amor.

"Un Niño nos ha nacido" (Is. 9,6). Y ha convertido las tinieblas en luz; la noche oscura en una "noche de paz, noche de amor", abriendo al hombre horizontes de paz, de alegría, de esperanza, de eternidad.

Este Niño es el enviado del Padre que, en su amo misericordioso, "envió a su Hijo nacido, de mujer" (Gal. 4,4) para salvarnos.

¡Feliz Navidad a todos! 

Mons. Luis Héctor Villalba, arzobispo Tucumán
Diciembre de 2009


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Artículo de monseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro publicado en el diario Clarín el 24 de diciembre de 2009. (AICA)


LA DEUDA DE SENTIDO DE LA VIDA
   

Llegamos nuevamente al mes de diciembre, otra vez estamos frente a las fiestas. Llega el tiempo de Navidad: árboles, villancicos, pesebres ... y muchos se preguntan ¿qué festejamos? ¿hay algo para festejar?

Fue un año difícil: dificultades económicas, mucha gente sin trabajo, la inseguridad de las calles se cobró muchas vidas ... junto a ello la droga, la corrupción. A nivel político y social hemos tenido también muchas dificultades para el diálogo, para entendernos, para hacer acuerdos ... Todo esto repercute también a nivel familiar, interpersonal ... No nos limita solamente la falta de medios económicos, encontramos también muchos corazones diezmados por la desesperanza; entre las personas está el miedo presente a salir a la calle, miedo a que los seres queridos no vuelvan, a las dificultades de hoy, pero también hay miedo por mañana. Miedo a que los hijos no reciban la educación adecuada, a no poder ofrecerles posibilidades a los jóvenes, a que no encuentren trabajo. Es así que descubrimos que, además de tener deudas económicas, en nuestro país estamos padeciendo una deuda de sentido.

¿A qué me refiero? A que todas estas adversidades pueden hacernos perder el norte, la dirección de nuestra vida. Ya no sabemos adónde vamos, y perdemos los motivos para vivir, trabajar y amar.

En el documento que los obispos escribimos en noviembre del año pasado, con motivo del Bicentenario de la Patria, decíamos: "La nueva cuestión social abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia". Esta es nuestra deuda mayor: la deuda de sentido de la vida. Hoy y siempre se hacen atractivas las ideas y las personas que sean capaces de devolvernos las razones para vivir, de darnos motivos para seguir luchando.

Los cristianos reconocemos en Jesús, que en esta Navidad vuelve a nacer en el pesebre de Belén, el gran sentido de nuestras vidas. Hacia Él confluyen todas las esperanzas y lo reconocemos como el único que es capaz de darle sentido aun a lo que no lo tiene, porque al hacerse uno de nosotros y atravesar el dolor y la muerte, renovó y le dio un nuevo significado a todo. Significado que nosotros creemos que nos será plenamente manifestado cuando termine nuestra peregrinación por este mundo. Por eso la Navidad es para nosotros una alegría tan grande, una fiesta tan importante.

Ahora bien, la venida de Jesús nos compromete en la transformación del mundo y de la historia: si Él se jugó por nosotros, esto significa que debemos jugarnos unos por otros, porque nuestra capacidad de recibir la plenitud total de la vida en el más allá se juega en el más acá: Jesús dice en el evangelio "lo que hiciste a tu hermano, a Mí me lo hiciste". La salvación definitiva que se concretará en la vida eterna comienza aquí en la tierra, generando justicia, paz, equidad, en la solidaridad y el respeto por todos. Sólo así se hace visible el sentido de la vida.

Dando un paso más, esto que digo para los cristianos, en coherencia con lo que creemos, lo pienso para todos, ya que todos tenemos en el corazón el impulso hacia la felicidad, la vida, la realización personal y comunitaria. Démosle a ese impulso el nombre que queramos, pero lo tenemos todos y es algo que se manifiesta con fuerza, tanto cuando está y se canaliza hacia la realización de nuestras metas, como cuando nos falta, ya que no podemos vivir sin un ideal, sin una estrella que nos marque el camino.

La estrella de Belén les indicó a los magos de Oriente (que no pertenecían al pueblo de los creyentes) dónde iba a nacer Jesús. Ellos, hombres abiertos y sabios, siguieron esa estrella y encontraron el sentido de su camino. Hoy, somos nosotros, los que estamos invitados a volvernos estrellas (humildes pero eficaces), que marquen el sentido del caminar de nuestra vida personal y de nuestra historia social.

¿Cómo lo haremos? Generando vínculos nuevos de pertenencia y convivencia y nuevos estilos de vida más fraternos y solidarios. Viviendo en la justicia y la equidad, favoreciendo la paz. Atendiendo especialmente a los menos favorecidos: a los pobres de cualquier pobreza, a los ancianos, a los enfermos. Dialogar, pertenecer, ser incluidos, ser escuchados y atendidos, ser justos y solidarios son acciones al alcance de todos.

Sólo si llevamos adelante esta manera de vivir podremos devolverle a nuestro pueblo el sentido de vivir y de luchar, y como argentinos podremos volver a levantar la cabeza y buscar la estrella que nos guíe en el camino. En esta Navidad, le pido especialmente al Señor por las personas que más sufren: los pobres, las víctimas de la droga, de la inseguridad, los inundados. Mi deseo en estas fiestas es que demos pasos firmes en este camino que nos señala la estrella de Belén. Le pido a Dios que nos ayude. Feliz Navidad para todos. 

Mons. Jorge Casaretto, obispo de San Isidro


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Desde caritas de Tenerife se nos informa sobre el plan de emergencia para Haití.

HAITÍ: LA RED CÁRITAS PONE EN MARCHA UN PLAN DE EMERGENCIA POR VALOR DE 30 MILLONES DE EUROS PARA ATENDER A 200.000 DAMNIFICADOS

Cáritas Española aporta una partida inicial de 1 millón de euros, que se irá incrementando en las próximas semanas 

La red Cáritas ha lanzado un llamamiento de ayuda  urgente por valor de 30 millones de euros para financiar en Haití un plan de asistencia humanitaria a 200.000 damnificados por el terremoto, durante dos meses.

Este plan de respuesta a la emergencia ha sido puesto en marcha de forma conjunta por los responsables de Cáritas Haití y un equipo de 27 expertos de Cáritas Internationalis desplazados en el terreno. El plan incluye un amplio capítulo de intervenciones humanitarias, que abarcan desde servicios médicos y medicinas de urgencia al suministro de agua potable e instalaciones higiénicas, alojamientos temporales, alimentación, materiales de desescombro y programas de reunificación familiar.

Caritas Haití va a gestionar directamente las necesidades y la logística de 20 campamentos temporales para las víctimas, además de distribuir ayuda humanitaria a través de 32 comunidades parroquiales. Terminada esta primera etapa de respuesta a la emergencia, comenzará a ejecutarse un primer programa de reconstrucción de 12 meses de duración.

La red Caritas en Haití desde el inicio de la emergencia viene distribuyendo ayuda de primera necesidad a los damnificados en Puerto Príncipe, Jacmel y otras localidades. La última de estas operaciones ha tenido lugar en la localidad de Léogâne, a 30 km de Puerto Príncipe y que quedó prácticamente arrasada por el terremoto.

En colaboración con otras organizaciones católicas de ayuda humanitaria, Cáritas ha comenzado a transportar hasta Puerto Príncipe 100 toneladas de comida, para ser distribuidas a los 50.000 damnificados que residen en el campo de Petionville Club, uno de los mayores asentamientos de desplazados por el terremoto de la capital. 

Apoyo masivo de los donantes a Cáritas

Hasta la fecha, el conjunto de la red internacional de Caritas ha recibido 23, 5 de euros en donaciones. Cáritas Española, por su parte, ha superado ya los 5 millones de euros de recaudación a través de su campaña “Cáritas con Haití”.

Cáritas Diocesana de Tenerife ha recibido hasta la fecha aportaciones por valor de 215.083 € en las cuentas abiertas para la emergencia. De esa cantidad se han enviado ya a Cáritas Española 200.000 € para el fondo común de respuesta.

Cáritas Española no está enviando donaciones en especie a Haití ya que por razones operativas los materiales necesarios en estos momentos se están adquiriendo en las zonas cercanas.

El Obispo Nivariense ha dispuesto además que las colectas del primer fin de semana de febrero (6 y 7), que tradicionalmente en nuestra Diócesis están dedicadas a Cáritas, sean íntegramente para apoyar a Cáritas Haití.

CUENTAS ABIERTAS PARA ESTA CAMPAÑA EN S/C DE TENERIFE 

CajaCanarias:       2065-0002-11-1400119717
Banco Santander: 0049-1849-19-2110603823
Banco BBVA:                  0182-5717-28-0010073775
La Caixa:              2100-2327-71-0200109501

 

* Para más información, contactar con Jesús Alberto González Concepción, responsable del Área de Cooperación Internacional de Cáritas Diocesana de Tenerife. Tlfno. 636 571 715


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Desde la Vicaría de Pastoral nos envían la celebración de los Escrutinios en el proceso catecumenal


ESCRUTINIOS 

Los escrutinios forman parte del tiempo de Cuaresma, inmediatamente anterior a la celebración del Bautismo. Pero también durante el tiempo preparatorio podemos hacer algún escrutinio de los tres que se nos invitan a realizar.
La finalidad de los escrutinios es primordialmente espiritual, y se completa con ayuda de los exorcismos. Porque el objeto de los escrutinios es purificar las almas y los corazones, proteger contra las tentaciones, rectificar la intención y mover la voluntad, para que los catecúmenos se unan más estrechamente a Cristo y prosigan con mayor decisión en su esfuerzo por amar a Dios.
La celebración de los escrutinios puede realizarse dentro de la misa dominical o dentro de la misa de los días de entre la semana, o en su defecto en una celebración. Aunque sería muy importante la participación de la comunidad.

 

Esquema de la Celebración (fuera de la misa) 

Monición Inicial (Catequista, Acompañante, Lector, Celebrante): 

Habéis comenzado un camino de profundización en el misterio de Jesús, para conocerlo mejor, para saber de su vida y de sus enseñanzas, estáis aprendiendo a vivir como Él, a orar como Él, a celebrar la vida como el Señor Jesús nos enseñó. Por eso, en medio de este camino de preparación para el Bautismo, la Iglesia os invita a descubrir el pecado, mal que aleja al hombre de Dios y de su vocación a la felicidad, y a que con su ayuda y bendición podáis ir renunciando a la tentación que conduce al pecado y vivir a sí la vida nueva en Cristo, con cuya muerte por nuestro pecados nos ha traído la salvación.  

         Canto de Inicial o de Entrada (que conozca la comunidad y/o catecúmenos) 

Celebrante: En nombre del Padre, y del hijo y del Espíritu Santo. Amén 

Invitación al acto de contrición.

         Tú que has venido a sanar los corazones afligidos. Señor, ten piedad.
         Tú que has venido a salvar a los pecadores. Cristo, ten piedad.
         Tú que has venido a traer la luz al mundo. Señor, ten piedad.

            Dios todopoderoso, tenga misericordia de nosotros, perdones nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén 

Lecturas (puede elegirse las lecturas que se crean más oportunas) 

         El Evangelio debe ser el de la Samaritana (ciclo A): Juan 4, 5-42        

         Homilía (el celebrante, basándose en las lecturas de la sagrada Escritura, expone en la homilía el objeto del primer escrutinio, fijándose tanto en la liturgia cuaresmal como en el itinerario espiritual de los elegidos). 

         Oración en silencio (Después de la homilía, los elegidos con sus padrinos y madrinas se ponen de pie delante del celebrante) 

         Se invita a orar en silencio por los elegidos, pidiendo el espíritu de penitencia y el sentido del pecado y la verdadera libertad de los hijos de Dios.         

         Celebrante: Elegidos de Dios, inclinad la cabeza (o arrodillaos) y orad. 

         Súplicas por los elegidos (Mientras se hacen las súplicas por los elegidos, los padrinos y madrinas apoyan su mano derecha sobre el hombro de su elegido). 

         Celebrante: Oremos por estos elegidos, a los que eligió la Iglesia confiadamente después de un camino ya largo, para que, acabada la preparación, en las fiestas pascuales encuentren a Cristo en sus sacramentos.  

         (Elegir las que se crea más conveniente)

Lector:

Para que mediten en su corazón las palabras divinas y las saboreen más profundamente cada día, roguemos al Señor.

R./  Escúchanos, Señor. 

Lector:

Para que conozcan a Cristo, que vino a salvar lo que había perecido, roguemos al Señor.

R./  Escúchanos, Señor. 

Lector:

Para que confiesen con humildad de corazón que son pecadores, roguemos al Señor.

R./  Escúchanos, Señor. 

Lector:

Para que rechacen sinceramente en sus costumbres todo lo que desagrada a Cristo y le es contrario, roguemos al Señor.

R./  Escúchanos, Señor. 

Lector:

Para que el Espíritu Santo, que escruta los corazones de todos los hombres, fortalezca su debilidad, roguemos al Señor.

R./  Escúchanos, Señor. 

Lector:

Para que enseñados por el mismo Espíritu aprendan lo que es de Dios y lo que le agrada, roguemos al Señor.

R./  Escúchanos, Señor. 

Lector:

Para que también sus familias pongan en Cristo su esperanza, y encuentren en él la paz y la santidad, roguemos al Señor.

R./  Escúchanos, Señor. 

Lector:

Para que nosotros mismos nos preparemos a las fiestas pascuales corrigiendo nuestros pensamientos, levantando el corazón y practicando con caridad las obras de misericordia, roguemos al Señor.

R./  Escúchanos, Señor. 

Lector:

Para que en el mundo entero se fortalezca lo débil, se restaure lo ruinoso, se encuentre lo perdido y se rescate lo encontrado, roguemos al Señor.

R./  Escúchanos, Señor. 

Exorcismo  (después de las súplicas, vuelto hacia los elegidos) 

Oremos.

Oh Dios, que nos enviaste como Salvador a tu Hijo,
concédenos que estos catecúmenos,
que desean sacar agua viva como la Samaritana,
convertidos como ella con la palabra del Señor,
se confiesen cargados de pecados y debilidades.
No permitas, te suplicamos,
que con vana confianza en sí mismos,
sean engañados por la potestad diabólica,
mas líbralos del espíritu pérfido,
para que, reconociendo sus maldades,
merezcan ser purificados interiormente
para comenzar el camino de la salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor. 

Todos: Amén. 

         A continuación, si se puede hacer con comodidad, el celebrante impone la mano en silencio a cada uno de los elegidos. 

         Después, con las manos extendidas sobre los elegidos, el celebrante prosigue: 

Señor Jesús, que eres la fuente
a la que acuden estos sedientos
y el maestro al que buscan.
Ante ti, que eres el único santo,
no se atreven a proclamarse inocentes.
Confiadamente abren sus corazones,
confiesan su suciedad,
descubren sus llagas ocultas.
Líbrales, pues, bondadosamente de sus flaquezas,
cura su enfermedad,
apaga su sed,
y otórgales la paz.
Por la virtud de tu nombre,
que invocamos con fe,
sénos propicio y sálvanos.
Domina al espíritu maligno,
derrotado cuando resucitaste.
Por el Espíritu Santo
muestra el camino a tus elegidos
para que caminando hacia el Padre,
le adoren en la verdad.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. 

Todos: Amén. 

         Despedida de los elegidos

         Celebrante: Marchad en paz, y no faltéis al próximo escrutinio. Y que el Señor esté siempre con vosotros. 

Elegidos: Amén. 

         Canto final de despedida 


Desde la Vicaría de Pastoral nos envían los esquemas de celebraciones para las entregas del Credo y el Padrenuestro en el proceso catecumenal.

  

LAS ENTREGAS

 1º ENTREGA: EL SIMBOLO O CREDO 

Puede realizarse dentro de la celebración eucarística dominical o de diario, tras la liturgia de la Palabra. También puede realizarse en una celebración a parte en la que deben estar presentes miembros de la comunidad, su grupo de catequesis si es un niño que está preparándose para la primera comunión y a ser posible también los padrinos.
Si es dentro de la Eucaristía, la celebración se desarrolla normalmente -saludo inicial, acto de contrición, gloria, oración colecta, lecturas,…- hasta después de la homilía.
Si es posible, las lecturas utilizadas ese día sean escogidas para la ocasión, siempre y cuando el tiempo litúrgico lo permita.
En la monición inicial, que recoge la motivación de toda la celebración, ha de hacerse referencia a la entrega que se va a realizar. 

Esquema de la Celebración (fuera de la misa) 

Monición Inicial (Catequista, Acompañante, Lector, Celebrante): 

Habéis comenzado un camino de profundización en el misterio de Jesús, para conocerlo mejor, para saber de su vida y de sus enseñanzas, estáis aprendiendo a vivir como Él, a orar como Él, a celebrar la vida como el Señor Jesús nos enseñó. Por eso, en medio de este camino de preparación para el Bautismo, la Iglesia les entrega con amor los documentos que desde la antigüedad constituyen un compendio de su fe y de su oración. Hoy se les entregará el Símbolo o Credo, en el que se recoge la fe de la Iglesia Católica y donde está expresado en palabras lo que nosotros estamos llamados a creer, a vivir a conocer. Por eso, se les invita a que en este tiempo os aprendáis de memoria este texto, para que podáis proclamarlo el día de vuestro Bautismo.  

         Canto inicial o de entrada (que conozca la comunidad y/o catecúmenos) 

Celebrante: En nombre del Padre, y del hijo y del Espíritu Santo. Amén 

Invitación al acto de contrición.        

Tú que has venido a sanar los corazones afligidos. Señor, ten piedad.
Tú que has venido a disipar la oscuridad de nuestras vidas. Cristo, ten piedad.
Tú que en el misterio de tu Palabra guías nuestros pasos. Señor, ten piedad.

Dios todopoderoso, tenga misericordia de nosotros, perdones nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén 

Lecturas (puede elegirse las lecturas que se crean más oportunas)

         1º lectura: Deuteronomio 6, 1-7
         Salmo responsorial: Salmo 18, 8-11. R/. Señor en tus palabras hay vida eterna.
         2ª lectura: Romanos 10, 8-13 o 1 Corintios 15, 1-4
         Evangelio: Mateo 16, 13-18 o Juan 12, 44-50        

Homilía

Entrega del Símbolo:

Después de la homilía, el catequista o lector: Acérquense los elegidos, para recibir de la Iglesia el Símbolo de la fe. 

Celebrante: Queridos hermanos, escuchad las palabras de la fe, por la cual recibiréis la salvación y la renovación. Las palabras son pocas pero contienen grandes misterios. Recibidlas y guardadlas con sencillez de corazón.  

A continuación el celebrante y los catequistas, padrinos y resto de la comunidad recita el altavoz el Credo:
Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra;
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilatos; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió al cielo, y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén
 

Oración sobre los elegidos (se invita a los fieles que participen a orar) 

Oremos por nuestros elegidos para que Dios nuestro Señor, les ilumine interiormente, les abra con amor las puertas de la Iglesia, y así encuentren en el bautismo el perdón de sus pecados y la incorporación plena a Cristo nuestro Señor.  

Todos en silencio. Luego en celebrante con las manos extendidas dice: 

Te suplicamos, Señor,
Fuentes de luz y de verdad, que tu eterna y justísimo piedad,
Descienda sobre estos siervos tuyos N y N:
Purifícalos y santifícalos
Dales la verdadera ciencia, firme esperanza y santa doctrina.
Para que se hagan dignos de acercarse a la gracia del Bautismo.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 

Si celebra la misa, se sigue con las preces, ofrendas, etc. En caso de ser una celebración cualquiera, termina con la bendición del que preside.        

         Despedida y Canto final

 

2º ENTREGA: EL PADRENUESTRO 

Puede realizarse dentro de la celebración eucarística dominical o de diario, tras la liturgia de la Palabra. También puede realizarse en una celebración a parte en la que deben estar presentes miembros de la comunidad, su grupo de catequesis si es un niño que está preparándose para la primera comunión y a ser posible también los padrinos.
Si es dentro de la Eucaristía, la celebración se desarrolla normalmente -saludo inicial, acto de contrición, gloria, oración colecta, lecturas,…- hasta después de la homilía.
Si es posible, las lecturas utilizadas ese día sean escogidas para la ocasión, siempre y cuando el tiempo litúrgico lo permita.
En la monición inicial, que recoge la motivación de toda la celebración, ha de hacerse referencia a la entrega que se va a realizar.

 

Esquema de la Celebración (fuera de la misa)

 

Monición Inicial (Catequista, Acompañante, Lector, Celebrante): 

Habéis comenzado un camino de profundización en el misterio de Jesús, para conocerlo mejor, para saber de su vida y de sus enseñanzas, estáis aprendiendo a vivir como Él, a orar como Él, a celebrar la vida como el Señor Jesús nos enseñó. Por eso, en medio de este camino de preparación para el Bautismo, la Iglesia les entrega con amor los documentos que desde la antigüedad constituyen un compendio de su fe y de su oración. Hoy se les entregará la oración dominical o Padrenuestro, en la que se recogen las palabras de Jesús, quien viviendo una vida de oración y de amistad profunda con su Padre del cielo, ante la petición de sus discípulos de que les enseñara a orar, Él les transmitió con sus palabras la oración por excelencia del cristiano. Por eso, se les invita a que en este tiempo os aprendáis de memoria esta oración, para que la repitáis en vuestra oración y la proclaméis el día de vuestro Bautismo.  

         Canto inicial o de entrada (que conozca la comunidad y/o catecúmenos) 

Celebrante: En nombre del Padre, y del hijo y del Espíritu Santo. Amén 

Invitación al acto de contrición.

         Tú que has venido a sanar los corazones afligidos. Señor, ten piedad.
         Tú que has venido a unir nuestras vidas al Padre del cielo. Cristo, ten piedad.
         Tú que nos enseñaste a orar para dirigirnos a Dios Padre. Señor, ten piedad.

         Dios todopoderoso, tenga misericordia de nosotros, perdones nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén 

Lecturas (puede elegirse las lecturas que se crean más oportunas) 

         1ª lectura: Oseas 11, 1b. 3-4, 8-9
         Salmo responsorial: Salmo 22: El señor es mi pastor nada me falta o el Salmo 102: Como un padre siente cariño por sus hijos, siente el Señor cariño por sus fieles.
         2ª lectura: Romanos 8, 14-17. 26-27 o Gálatas 4, 4-7        

         Lector o catequista: Acérquense los que van a recibir la Oración dominical

         Celebrante: Ahora escuchad cómo el Señor enseñó a orar a sus discípulos        

EVANGELIO: MATEO 6, 9-13 

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Vosotros rezad así:
Padre Nuestro, que estás en el cielo,
Santificado sea tu nombre;
Venga a nosotros tu reino;
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
A los que nos ofenden;
No nos dejes caer en la tentación
Y líbranos del mal. 

PALABRA DEL SEÑOR 

         Homilía 

         Oración sobre los elegidos (se invita a los fieles que participen a que oren) 

         Celebrante: Oremos por nuestro elegidos, para que Dios nuestro Señor les ilumine interiormente, les abra con amor las puertas de la Iglesia, y así encuentre en el bautismo el perdón de sus pecados y la incorporación plena a Cristo, nuestro Señor.  

         Todos oran en silencio. Y luego el celebrante con las manos extendidas dice: 

         Dios todopoderoso y eterno,
Que hacer fecunda a tu Iglesia dándole constantemente nuevos hijos,
Acreciente la fe y la sabiduría de nuestros elegidos,
Para que, al renacer en la fuente del Bautismo
Sean contados entre los hijos de adopción.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.  

Si celebra la misa, se sigue con las preces, ofrendas, etc. En caso de ser una celebración cualquiera, termina con la bendición del que preside.        

         Despedida y Canto final.

 


Jueves, 28 de enero de 2010

El Card. Bergoglio ofrece su reflexión en la Misa de Gallo.
Buenos Aires, 28 Dic. 09 (
AICA)  


(Desgrabación de la homilía)

     En la primera lectura, el profeta Isaías enmarcaba el acontecimiento que celebramos hoy, el pueblo que caminaba en tinieblas ha visto la gran luz, sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado la luz. El anuncia algo muy grande, anuncia el desborde de la presencia de Dios en medio de todas las cadenas, de todos engaños de la idolatría. Y lo anuncia en términos de tinieblas y la luz.

     El Señor a lo largo de los siglos iba inculcando a su pueblo él era el único Dios y que él era quien los iba a conducir en el camino de la verdad, era el único que lo iba a conducir en el camino de la verdad.

     El pueblo siempre tuvo la tentación de caer en idolatría. La historia no cambia hoy nos pasa lo mismo. Tenemos oscuridades en el corazón, oscuridades en la familia, en la ciudad, en el país, en el mundo. Oscuridades existenciales que las queremos solucionar con más oscuridades. Nos dejamos engañar por luces que no son verdaderas. Por farolitos de artificiales, o por grandes fuegos artificiales que iluminan un minuto y después se van. La luz de Dios es mansa y se nos mete en la vida y nos va acompañando con mansedumbre a lo largo de toda la vida. Así nos ilumina el Señor con mansedumbre y con paciencia. Siglos y siglos de paciencia que todavía tiene hoy. Paciencia para con nuestro corazón rebelde que prefiere la lucecita del momento propia de un ídolo a la gran luz del Hijo que se manifiesta.

     Un obispo dijo públicamente “nos han secuestrado la Navidad”. Parece que la Navidad es correr detrás de las lucecitas, colmar los shopping abiertos hasta las cuatro de la mañana, todos apurados, y con la cabeza en mil cosas. Después cuando reposamos un poco, ya se nos pasó. Ese es el sentido de la Navidad, ese es el sentido de la luz de Dios en medio de las tinieblas. Me gustó la frase. Nos han secuestrado la Navidad y hay que rescatarla. Rescatarla abriendo el corazón a la luz. ¿Cómo se hace en medio de las tinieblas? Al igual que los pastores, el ángel les dice: “No teman, esto les servirá de señal” Y cuál es la señal, un niño, nos marca la ternura de Dios.

     Dios nuestro padre se vuelca con ternura. Ese Dios manso que fraguó su mansedumbre en la paciencia, se acerca de la manera más indefensa. La señal es la ternura y hoy, al desearles feliz Navidad, quiero decirles, simplemente, les quiero decir que no le tengan miedo a la caricia de Dios, a la ternura de Dios, ténganle miedo sí, a la espectacularidad de los ídolos de moda, piensen en esta Navidad secuestrada y rescátenla, dejándose acariciar por la ternura de Dios, no le tengan miedo.

     El nos decía a través del profeta Isaías: “Acaso una madre se puede olvidar del hijo que lleva en sus entrañas. Aunque una madre se olvidará, yo no me voy a olvidar de vos”. Nos tiene metido en su memoria, por eso al desearles Feliz Navidad, les pido esto: “Déjense querer por ese amor tan tierno, tan de madre y de padre con el cual Dios se manifiesta, y no se dejen engañar por los ídolos que no nos pueden prometer absolutamente nada. La ternura de Dios, la caricia de Dios, es la Feliz navidad de esta noche”.+


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Homilía que pronunció el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, durante la misa que congregó el domingo de la Sagrada Familia a familias de Europa en la plaza de Lima en Madrid.


Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Una vez más, una Plaza madrileña, la Plaza de Lima, nos ofrece un bello marco para celebrar la Fiesta de la Sagrada Familia públicamente ante la sociedad y ante el mundo como "una Misa de las Familias": de las familias de Madrid y de toda España. Así sucedió el pasado año. Hoy, además, como una Eucaristía de las familias de toda Europa. Me es muy grato, por ello, saludar con afecto fraterno en el Señor a los Sres. Cardenales, Arzobispos y Obispos de las Diócesis de España, pero, especialmente, a los hermanos venidos de Roma y de diversos países europeos. En un lugar destacado quisiera hacerlo con el Sr. Cardenal Prefecto del Pontificio Consejo para las Familias, que subraya con su presencia el valor pastoral que le merecen al Santo Padre y a sus colaboradores más próximos nuestra iniciativa a favor de la familia. El luminoso y siempre certero mensaje del Papa Benedicto XVI no nos ha faltado tampoco en esta ocasión en que la Eucaristía de las familias cristianas de España se abre a las Iglesias particulares de Europa. Mi saludo muy cordial se dirige también a los innumerables hermanos sacerdotes españoles y europeos, cercanos siempre a las familias que ellos atienden y sirven con cuidadoso celo y caridad pastorales. Nuestro más efusivo saludo va dirigido, sin embargo, a las innumerables familias - abuelos, padres, hijos, hermanos... - que se han sacrificado para venir a Madrid y poder celebrar en esta fría mañana madrileña, unidos en una extraordinaria asamblea litúrgica con los fieles de nuestra diócesis, la Acción de Gracias eucarística con alegría jubilosa por el inmenso don de la familia cristiana: familia que se mira en la Sagrada Familia de Nazareth como el modelo insuperable y decisivo para poder vivir en plenitud la riqueza de la gracia del matrimonio cristiano en el día a día del crecer y del quehacer de la propia familia. La familia cristiana sabe, además, que en Jesús, María y José, encuentra el apoyo sobrenatural necesario que le ha sido preparado amorosamente por Dios para que no desfallezca en la realización de su hermosa vocación.

Vuestra multitudinaria presencia, queridas familias, y vuestra participación atenta, piadosa y activa en esta celebración eucarística habla un claro y elocuente lenguaje: ¡queréis a vuestras familias! ¡queréis a la familia!; ¡mantenéis fresca y vigorosa la fe en la familia cristiana!; estáis seguras, compartiendo la doctrina de la Iglesia una, santa, católica y apostólica, de que el modelo de la familia cristiana es el que responde fielmente a la voluntad de Dios y, por ello, es el que garantiza el bien fundamental e insustituible de la familia para sus propios miembros -los padres y los hijos en eminente lugar-, para toda la sociedad y, no en último lugar, para la Iglesia. La Iglesia es, en definitiva, la "construcción de Dios", "en la que habita su familia", como enseña el Vaticano II; y la familia en ella es "Iglesia doméstica" (LG 6 y 11). Queridas familias cristianas: sois muy conscientes, incluso en virtud de vuestras propias experiencias de la vida en el matrimonio y en vuestra familia, de que ese otro lenguaje de los diversos modelos de familia, que parece adueñarse, avasallador y sin réplica alguna, de la mentalidad y de la cultura de nuestro tiempo, no responde a la verdad natural de la familia, tal como viene dada al hombre "desde el principio" de la creación y de que, por ello, es incapaz de resolver la problemática tantas veces cruel y dolorosa de los fracasos materiales, morales y espirituales que afligen hoy al hombre y a la sociedad europea de nuestro tiempo con una gravedad pocas veces conocida por la historia. Queridas familias: porque queréis vivir vuestra familia en toda la verdad, la bondad y la belleza que le viene dada por el plan salvador de Dios, estáis aquí como protagonistas del nuevo Pueblo y de la nueva Familia de Dios, que peregrina en este mundo hacia la Casa y la Gloria del Padre, celebrando con la Iglesia el Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, culmen y fuente de toda la vida cristiana -y consecuentemente ¡de la verdadera vida de vuestras familias!- como una Fiesta, iluminada por la memoria, hecha actualidad, de la Sagrada Familia de Nazareth.

Con la Sagrada Familia, formada por Jesús, María y José, se inicia el capítulo de la nueva y definitiva historia de la familia: el de la familia, que, fundada por el Creador en el verdadero matrimonio entre el varón y la mujer, va a quedar liberada de la esclavitud del pecado y transformada por la gracia del Redentor. Acerquémonos pues con la mirada de la fe, clarificada por la palabra de Dios, a la realidad de esta familia, sagrada y entrañable a la vez, que abre a las nuestras el tiempo nuevo del amor y de la vida sin ocaso. Llama la atención desde el primer momento de su preparación y constitución que lo que guía y mueve a María y a José a desposarse y acoger en su seno al Hijo, a Jesús, es el cumplimiento de la voluntad de Dios sin condiciones; aunque, humanamente hablando, les cueste comprenderla. María dice "Sí" a la maternidad de su Hijo, que era nada menos que el Hijo del Altísimo. Lo concibe por obra del Espíritu Santo, siendo Virgen y permaneciendo Virgen. José acepta acoger a María en su casa como esposa, castamente, sabiendo que el Hijo que lleva en sus entrañas no es suyo, ¡es de Dios! Se abandonan a su santísima voluntad, sabiendo que responden así a los designios inescrutables, pero ciertos, del amor de un Dios que quiere salvar al hombre por caminos que le sobrepasan por la magnitud infinita de la misericordia que revelan. Son cada vez más conscientes de que a ellos se les ha confiado la vida y la muerte terrena de un niño, que es el Hijo de Dios, el Mesías, el Señor. Sí, sobre todo, lo sabe su Madre María que lo acompaña, a veces desde la distancia física, pero siempre desde una inefable cercanía del corazón hasta el momento de la Cruz: ¡la hora de la expropiación total del Hijo y de la Madre en aras del Amor más grande! En la escena del adolescente Jesús, perdido y hallado por sus padres en el Templo de Jerusalén, que nos relata hoy el Evangelio de San Lucas, se confirmaba y se preludiaba hasta qué grado de entrega y oblación de la vida conllevaba la aceptación amorosa de la voluntad del Padre: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?". Y, aunque ellos no comprendieron del todo lo que les quería decir, su angustia precedente quedó enternecedoramente compensada por el Hijo: Jesús bajó con ellos a Nazareth y, bajo su autoridad, "iba creciendo en sabiduría, estatura, y en gracia ante Dios y ante los hombres". Y "su madre conservaba todo esto en su corazón". De aquel amor de María y José, amor de total entrega a Dios, y, por ello, de una fecundidad humanamente inimaginable, ¡sobrenatural!, surge la familia en la que nace, crece y vive el Salvador del hombre, el Autor de la Nueva Vida, el Cabeza del Nuevo Pueblo de Dios, el Primero entre una incontable multitud de hermanos, que habrían de configurar la nueva familia humana.

Queridas familias cristianas de España y de toda Europa: miraos a vosotras mismas como esposas y esposos, padres e hijos, en el límpido espejo de ese prototipo de la nueva familia querida y dispuesta por Dios en su plan de salvación del hombre, que es la familia de Jesús, María y José. ¿Verdad que también vosotros podéis certificar que, cuando todo ese edificio de íntimas relaciones personales entre vosotros y con vuestros hijos se fundamenta en la vivencia fiel y siempre renovada de vuestro compromiso contraído sacramentalmente en Cristo, ante Dios y ante la Iglesia, os es posible e incluso sencillo y gratificante configurar vuestra familia como esa íntima comunidad de vida y amor donde se va abriendo día a día, "cruz a cruz", el camino de la verdadera felicidad? Entonces os sentís "como elegidos de Dios, santos y amados, para revestiros "de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión". Sabéis pedir perdón y perdonáis. Sabéis sobrellevaros y ¿os santificáis mutuamente? Colocáis por encima de todo "el amor" que "es el ceñidor de la unidad consumada". ¿En quién y en dónde podrán encontrar los niños, que van a nacer, los discapacitados, los enfermos, los rechazados... etc., el don de la vida y del amor incondicional sino en vosotros, padres y madres de las familias cristianas? ¿Hay quien responda mejor y más eficazmente a las situaciones dramáticas de los parados, de los ancianos, de los angustiados por la soledad física y espiritual, de los rotos por las decepciones y fracasos sentimentales, matrimoniales y familiares, que la familia verdadera, la fundada en la ley de Dios y en el amor de Jesucristo?

En esta madrileña Plaza de Lima, el día 2 de noviembre de 1982, el inolvidable Juan Pablo II, declarado Venerable el pasado día 19 de diciembre por nuestro Santo Padre Benedicto XVI, celebraba una Eucaristía memorable, convocada como "la Misa para las familias" en el tercer día de su largo primer viaje por toda la geografía de las Diócesis de España ¡Viaje Apostólico inolvidable! En su vibrante homilía se encuentra un pasaje, cuya vigorosa fuerza profética no ha perdido ni un ápice de actualidad. Permitidme que os lo recuerde:

"Además, según el plan de Dios, -afirmaba el Papa- el matrimonio es una comunidad de amor indisoluble ordenado a la vida como continuación y complemento de los mismos cónyuges. Existe una relación inquebrantable entre el amor conyugal y la transmisión de la vida, en virtud de la cual, como enseñó Pablo VI, "todo acto conyugal debe permanecer abierto a la transmisión de vida". Por el contrario, -como escribí en la Exhortación Apostólica "Familiaris Consortio"-"al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal.

Pero hay otro aspecto aún más grave y fundamental, que se refiere al amor conyugal como fuente de la vida: hablo del respeto absoluto a la vida humana, que ninguna persona o institución, privada o pública, puede ignorar. Por ello, quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad."

Benedicto XVI nos enseña hoy, en medio de una crisis socio-económica generalizada, un cuarto de siglo después de la homilía de la Plaza de Lima, en su Encíclica "Cáritas in Veritate": "La apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica... Por eso, se convierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad".

El panorama que presenta la realidad de la familia en la Europa contemporánea no es precisamente halagüeño. El preocupante diagnóstico del estado de salud de la familia europea, que hacía en octubre de 1999 la II Asamblea Especial para Europa del Sínodo de los Obispos y que, después, Juan Pablo II recogía, detallaba y confirmaba en la Exhortación Postsinodal "La Iglesia en Europa", se ha ido agravando más y más. La actualidad del matrimonio y de la familia en los países europeos está marcada por la facilitación jurídica del divorcio hasta extremos impensables hasta hace poco tiempo y asimilables al repudio; por la aceptación creciente de la difuminación, cuando no de la eliminación, primero cultural y luego legal de la consideración del matrimonio como la unión irrevocable de un varón y una mujer en íntima comunidad de amor y de vida, abierta a la procreación de los hijos; por el crecimiento, al parecer imparable, de las rupturas matrimoniales y familiares con las conocidas y dramáticas consecuencias que acarrean para la suerte y el bien de los niños y de los jóvenes. A esta situación se ha añadido la crisis económica, con la inevitable secuela del paro y el desempleo como factor sobrevenido a la situación ya muy extendida de la crisis del matrimonio y de la familia. El derecho a la vida del niño, todavía en el vientre de su madre -del "nasciturus"-, se ve lamentablemente suplantado en la conciencia moral de un sector cada vez más importante de la sociedad, y en la legislación que la acompaña y la estimula, por un supuesto derecho al aborto en los primeros meses del embarazo. La vida de las personas con discapacidades varias, de los enfermos terminales y de los ancianos, sin un entorno familiar que las cobije, se ve cada vez más en peligro. Un panorama a primera vista oscuro y desolador. Sólo a primera vista. En el trasfondo alumbran los signos luminosos de la esperanza cristiana: ¡Aquí estáis vosotras, las queridas familias cristianas de España y de toda Europa, para dar testimonio de esa esperanza y corroborarla. Con el "sí" gozoso a vuestro matrimonio y a vuestra familia, sentida y edificada cristianamente como representación viva del amor de Dios -amor de oblación y entrega, ofrecido y fecundo también en "vuestra carne"- y con vuestro "sí" al matrimonio y a la familia como "el santuario de la vida" y fundamento de la sociedad, estáis abriendo de nuevo el surco para el verdadero porvenir de la Europa del presente y del futuro. Europa, sin vosotras, queridas familias cristianas, se quedaría prácticamente sin hijos o, lo que es lo mismo, sin el futuro de la vida. Sin vosotras, Europa se quedaría sin el futuro del amor, conocido y ejercitado gratuitamente; se quedaría sin la riqueza de la experiencia del ser amado por lo que se es y no por lo que se tiene. El futuro de Europa, su futuro moral, espiritual e, incluso, biológico, pasa por la familia realizada en su primordial y plena verdad. ¡El futuro de Europa pasa por vosotras, queridas familias cristianas!

Habéis recibido el gran don de poder vivir vuestro matrimonio y vuestra familia cristianamente, siguiendo el modelo de la Familia de Nazareth, y, con el don, una grande y hermosa tarea : la de ser testigos fieles y valientes, con obras y palabras, del Evangelio de la vida y de la familia en una grave coyuntura histórica de los pueblos de Europa, vinculados entre sí por la común herencia de sus raíces cristianas. Unidas en la Comunión de la Iglesia, alentadas y fortalecidas por la Sagrada Familia de Nazareth, por Jesús, María y José, la podréis llevar a un buen y feliz término. ¡Sí, con el gozo jubiloso de los que han descubierto y conocen que en Belén de Judá, hace dos mil años, nos nació de María, la Virgen y Doncella de Nazareth, el Mesías, el Señor, el Salvador, lo podréis!

Amén.


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ZENIT publica las palabras que pronunció Benedicto XVI desde la ventana de su estudio a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano con motivo del Ángelus. Las palabras del Papa, dirigidas en parte en español, fueron transmitidas en directo en la plaza de Lima de Madrid, donde se encontraban reunidas miles de familias de Europa con motivo de una celebración eucarística convocada en el día de la Sagrada Familia.


[En italiano]
Queridos hermanos y hermanas:

Se celebra hoy el domingo de la Sagrada Familia. Podemos seguir poniéndonos en el lugar de los pastores de Belén que, nada más recibir el anuncio del ángel, acudieron de prisa a la gruta y encontraron a "María, José y al niño, acostado en el pesebre" (Lucas 2,16). Detengámonos también nosotros a contemplar esta escena, y reflexionemos en su significado. Los primeros testigos del nacimiento de Cristo, los pastores, se encontraron no sólo ante el Niño Jesús, sino también ante una pequeña familia: la mamá, el papá y el hijo recién nacido. ¡Dios quiso revelarse naciendo en una familia humana, y por este motivo la familia humana se ha convertido en imagen de Dios! Dios es Trinidad, es comunión de amor, y la familia, con toda la diferencia que existe entre el Misterio de Dios y su criatura humana, es una manifestación que refleja el Misterio insondable del Dios amor. El hombre y la mujer, creados a imagen de Dios, se convierten en el matrimonio en "una sola carne" (Génesis 2, 24), es decir, en una comunión de amor que engendra nueva vida. La familia humana, en cierto sentido, es imagen de la Trinidad por el amor interpersontal y por la fecundidad del amor.

La liturgia de hoy presenta el famoso episodio evangélico de Jesús, a los doce años, que se queda en el Templo, en Jerusalén, sin que se dieran cuenta sus padres, quienes, sorprendidos y preocupados, vuelven a encontrarlo tres días después discutiendo con los doctores. A su madre que le pide explicaciones, Jesús le responde que tiene que estar "en la propiedad", en la casa de su Padre, es decir de Dios (Cf. Lucas 2, 49). En este episodio, el muchacho Jesús se nos presenta lleno de celo por Dios y por el Templo. Preguntémonos: ¿de quién había aprendido Jesús el amor por las "cosas" de su Padre? Ciertamente, como hijo, tuvo un íntimo conocimiento de su Padre, de Dios, una profunda relación personal permanente con Él, pero, en su cultura concreta, ciertamente aprendió las oraciones, el amor por el Templo y por las instituciones de Israel, de sus propios padres. Por tanto, podemos afirmar que la decisión de Jesús de quedarse en el Templo era sobre todo fruto de su íntima relación con el Padre, pero también fruto de la educación recibida de María y de José. Podemos entrever aquí el sentido auténtico de la educación cristiana: es el fruto de una colaboración que siempre hay que buscar entre los educadores y Dios. La familia cristiana es consciente de que los hijos son don y proyecto de Dios. Por tanto, no los puede considerar como una posesión propia, sino que, sirviendo en ellos al designio de Dios, está llamada a educarlos en la libertad más grande, que consiste precisamente en decir "sí" a Dios para hacer su voluntad. De este "sí" la Virgen María es ejemplo perfecto. A ella le encomendamos todas las familias, rezando en particular por su misión educativa.

Y ahora me dirijo, en lengua española, a los que participan en la fiesta de la Sagrada Familia en Madrid.

[En español]
Saludo cordialmente a los pastores y fieles congregados en Madrid para celebrar con gozo la Sagrada Familia de Nazaret. ¿Cómo no recordar el verdadero significado de esta fiesta? Dios, habiendo venido al mundo en el seno de una familia, manifiesta que esta institución es camino seguro para encontrarlo y conocerlo, así como un llamamiento permanente a trabajar por la unidad de todos en torno al amor. De ahí que uno de los mayores servicios que los cristianos podemos prestar a nuestros semejantes es ofrecerles nuestro testimonio sereno y firme de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, salvaguardándola y promoviéndola, pues ella es de suma importancia para el presente y el futuro de la humanidad. En efecto, la familia es la mejor escuela donde se aprende a vivir aquellos valores que dignifican a la persona y hacen grandes a los pueblos. También en ella se comparten las penas y las alegrías, sintiéndose todos arropados por el cariño que reina en casa por el mero hecho de ser miembros de la misma familia. Pido a Dios que en vuestros hogares se respire siempre ese amor de total entrega y fidelidad que Jesús trajo al mundo con su nacimiento, alimentándolo y fortaleciéndolo con la oración cotidiana, la práctica constante de las virtudes, la recíproca comprensión y el respeto mutuo. Os animo, pues, a que, confiando en la materna intercesión de María Santísima, Reina de las Familias, y en la poderosa protección de San José, su esposo, os dediquéis sin descanso a esta hermosa misión que el Señor ha puesto en vuestras manos. Contad además con mi cercanía y afecto, y os ruego que llevéis un saludo muy especial del Papa a vuestros seres queridos más necesitados o que se encuentran en dificultad. Os bendigo a todos de corazón.

[Al final del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. En este domingo de la Sagrada Familia, invito a todos a poner los ojos en el hogar de Nazaret, escuela incomparable de virtudes humanas y cristianas, para aprender de Jesús, José y María a vivirlas personalmente y dar ejemplo de ellas ante los que os rodean con humildad y convicción. De nuevo os deseo que, en estas fiestas de Navidad, la alegría del Señor Jesús, nacido en Belén, sea vuestra fortaleza. En su Nombre os bendigo con gran afecto.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT  publica el comentario al Evangelio de este domingo, cuarto del tiempo ordinario (Lucas 4, 21-30), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, arzobispo electo de Oviedo, sede de la que tomará posesión el sábado, 30 de Enero. 

La escena del evangelio de este domingo nos sitúa a Jesús en la Sinagoga de Nazaret. Jesús, pasó por allí al poco tiempo y en su fugaz regreso descubrió la indiferencia llena del prejuicio de sus paisanos hacia su Persona. Puesto de pie, Jesús dirá aquella frase que se ha hecho célebre: nadie es profeta en su tierra.

¿Cuál era la dificultad de los nazaretanos respecto de Jesús? Precisamente una familiaridad que les impedía reconocer en Él a alguien más que al hijo del carpintero, el de la Señora María. Creían conocer a quien, en el fondo, desconocían profundamente. Decimos en castellano ese dicho hermoso: "del roce nace la querencia". Pero ya se ve que no todo ni siempre es así: podemos querer a quienes no podemos tocar por la distancia, e ignorar calamitosamente a quien a diario vemos y tratamos. Viene a la memoria la pregunta decisiva de Jesús a sus discípulos: ¿qué dice la gente de mí? ¿y vosotros, quién decís que soy yo? Es una pregunta que se nos puede hacer hoy a nosotros.

Los nazaretanos conocían a Jesús como se conoce a un paisano, a alguien del barrio. Nosotros lo podemos conocer desde el barniz de las pinturas, el escorzo de algunas imágenes, o las literaturas que nos hablan de Él. Para no pocos, éste sería el barrio o el paisanaje en su conocimiento de Jesús. Podemos decir que queda un halo cultural que nos permite saber de Él algunas cosas comunes, quizás algunas cosas más de las que conocían sus paisanos. Ellos recordaban de Jesús lo que habían visto en su mocedad mientras crecían en el pueblo. Nosotros podemos recordar lo que hemos aprendido a vuelapluma y con alfileres. Pero sólo conoce a Jesús quien se ha fiado de su palabra y quien ha quedado seducido por su presencia.

Es hoy un día para desear conocer al Señor por dentro, desde el corazón que ora y que ama, desde el testimonio que narra con obras sencillas y cotidianas, el amor que le embarga y plenifica. Sólo así podemos decir que Jesús no es un extraño profeta en la tierra de nuestra vida, sino un Dios vecino, cuya casa tiene entraña y tiene hogar, una casa habitada, que abre las puertas de par en par. Con Él convivimos; a Él le vamos a contar nuestras cuitas buscando el consuelo en los sinsabores cuando la vida parece que nos quiere acorralar; a Él vamos también a agradecer los dones, las muchas alegrías con las que también esa vida nos sonríe. Y descubrimos que ese Buen Dios, el mejor vecino, saber reír y sabe llorar, porque le importa nuestra vida, nuestro destino y nuestra paz.

Dios, sin ser uno cualquiera quiere ser entre nosotros uno más, que no sólo es el Camino, sino también el caminante junto a cada cual.


Publicado por verdenaranja @ 22:14  | Espiritualidad
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REDACCIÓN DE "IGLESIA NIVARIENSE"
C. San Agustín, nº 28
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Boletín 371 

LAS MÁS RELEVANTES NOTICIAS AMPLIADAS PUEDEN VERLAS ENTRANDO EN LA WEB DEL OBISPADO EN LA VENTANA, A LA IZQUIERDA, LLAMADA: Odisur: Actualidad Diocesana  

Del 29 de enero al 2 de febrero, la Escuela Diocesana de Evangelización ha previsto un curso que lleva por título “Apolo”. El mismo se llevará a cabo en el Seminario Diocesano y está dirigido a agentes de pastoral que se dedican a llevar adelante el primer anuncio y que quieran formarse para predicar mejor el evangelio. Esta iniciativa será guiada por enrique Vilar e Ignacio Valle, director y miembro de la Escuela en España, respectivamente. El horario de comienzo será a las 20:00 horas y la matrícula tiene un coste de 25 euros. Los interesados pueden llamar al número de teléfono: 922 765 009. 

El sábado se reúnen los coordinadores arciprestales de catequesis. Los mismos prepararán el Encuentro Diocesano de marzo, a realizar en el Sauzal. Además, reflexionarán sobre “la implementación de toda la pastoral en clave iniciática” y se les presentará la nueva página web juvenil “Kankajo”. 

El 2 de febrero el sacerdote Domingo Ponce será nombrado Hijo Adoptivo de La Matanza. Ponce atendió como párroco las comunidades del citado municipio.  

La refinería de Tenerife entregó los premios Cepsa al valor social, reconociendo, entre otros, la labor del hogar Santísimo Cristo de La Laguna, que atienden las Hermanas de los Ancianos Desamparados.  

El consejero de Sanidad y Relaciones con la Universidad del Cabildo de Tenerife, Antonio Alarcó, y el director general de la Fundación Canónica Madre del Redentor, Julián de Armas, firmaron hoy un convenio por el que la Corporación insular se compromete a cofinanciar la atención sanitaria que reciben los residentes de una de las casas de acogida de la Diócesis. 

Se ha reunido esta semana en Gran Canaria, el Consejo de Administración de Popular TV-Canarias, a fin de estudiar la situación económica de la empresa, sus planes futuros y la reciente sentencia sobre la TDT autonómica.  

Tras décadas de espera, “hoy se cumple un sueño”. Con estas palabras, el párroco, Manuel Marrero, abrió el acto de bendición e inauguración de los salones socio-religiosos de la parroquia del Pilar y Santiago, en el barrio de la capital palmera del mismo nombre. 

Del viernes 29 de enero al martes 2 de febrero, se desarrollará una nueva tanda de ejercicios espirituales en la Casa Manresa. Se trata de un tiempo fuerte de encuentro con Dios mediante una iniciación a la espiritualidad ignaciana. El precio de los ejercicios es de 45 euros y los interesados pueden apuntarse llamando al 695 352 881 o enviando un correo electrónico a: [email protected].  

Por otro lado, el jesuita Lucas López dará ejercicios de forma personalizada a quien lo desee la próxima semana santa en la Casa Manresa de Tacoronte. Los interesados pueden llamar al 677 911 017 o enviar un correo a: [email protected]

Estos días se ha desarrollado, en el salón de actos del convento de los Padres Dominicos, las jornadas mariológicas con motivo de la clausura del 50 Aniversario de la Consagración de la Basílica de Candelaria. Por otro lado, el 1 de febrero a la misma hora, tendrá lugar la eucaristía en la que se bendecirán las candelas, seguida de una procesión. Asimismo, el 2 de febrero, día de la fiesta litúrgica en honor a la Virgen de Candelaria, el obispo presidirá la eucaristía a las 12:00 horas. A continuación se desarrollará la procesión por la plaza de la Patrona de Canarias.  

Además, el sábado 30 de Enero se realiza la tradicional ruta guiada por el Camino Viejo de Candelaria partirá de Tegueste y La Laguna transcurriendo por Los Baldíos, Llano del Moro, Machado, Barranco Hondo, Igueste y Santa Ana hasta llegar a la Basílica de Candelaria. Ese día será la Presentación del CD Misa de Conmemoración para solistas, coro y orquesta: 50 Aniversario de la Basílica de Candelaria del director Emilio Coello.  

Por cierto que el próximo 2 de febrero, en el transcurso de la eucaristía principal de la festividad de la Virgen de Candelaria, tendrá lugar el estreno de un nuevo himno. 

Hasta el domingo, La Orotava celebra con múltiples actos la festividad de San Juan Bosco. El Colegio Salesianos San Isidro acoge, siempre a partir de las 19.30 horas, un triduo presidido por el salesiano Ernesto Granja Corbacho, mientras que la conmemoración del domingo correrá a cargo del director del centro educativo, Francisco Villalobos Galiano. 

El próximo 6 de febrero se celebra la Jornada de la Vida Consagrada. Por tal motivo, la vicaría correspondiente organiza un encuentro para consagrados/as el sábado 6 de febrero, en el Colegio de las Dominicas de La Laguna. Su horario será de 16 h a 20 h, concluyendo con la eucaristía a las 20:30. Se trata de un encuentro organizado desde la CONFER. 

Por otro lado, el fin de semana del 29 al 31 de enero, la coordinadora arciprestal de Cáritas en Taco organiza un cursillo titulado “escuchar la voz de los sin voz”  en los salones parroquiales de Añaza. El mismo estará dirigido por el capellán de la prisión de Salto del Negro.  

El Obispo y el alcalde de Adeje, firmaron en la Sede del Obispado, un convenio que permitirá restaurar el Órgano barroco Alemán de la iglesia del citado municipio.  

La parroquia de El Médano, dentro de su campaña de recogida de fondos para la restauración del órgano de la iglesia, organizará una serie de conciertos de música sacra durante el primer trimestre de este año. El próximo sábado 30 de enero, a las 21h tendrá lugar el primero de ellos a cargo del organista de la catedral de S. Gallen en Suiza, Willibald Guggenmos. Los siguientes tendrán lugar en febrero y marzo. 

La campaña de Manos Unidas de este año tiene como lema: “Contra el hambre, defiende la tierra”, el cual se ha plasmado en los carteles y el resto de los materiales, así como en un árbol y un tenedor. El árbol como símbolo de la naturaleza y de la vida, y el tenedor como símbolo de eliminación del hambre en el mundo. El 12 de febrero, Día del Ayuno Voluntario, Manos Unidas ha invitado a quienes lo deseen a participar en la eucaristía que tendrá lugar en la parroquia de San Juan Bautista, en La Orotava, a las 19:30 horas, presidida por el obispo, Bernardo Álvarez. 

Impulsado por el gran interés que ha despertado en muchas personas de la diócesis, próximamente tendrá lugar en Tenerife un encuentro del Master de Pastoral Familiar del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia. El mismo se llevará a cabo durante los días 19, 20 y 21 de febrero. 

El obispo, Bernardo Álvarez, presidió una misa en la capilla del Hospital Universitario de Candelaria en la que impuso las nuevas coronas reales a la imagen de la Virgen de Candelaria, gracias a los donativos de usuarios del centro y personal del mismo. 

Las obras de restauración de la iglesia San Juan Bautista y alrededores, en Vallehermoso se esperan que concluyan en primavera. El Obispado, el Ayuntamiento y la Dirección General de Patrimonio Histórico han realizado un proyecto de renovación que ha corregido los desperfectos provocados por el paso del tiempo y la humedad. 

El próximo domingo, a las 11:00 horas, en las Casas Capitulares de La Laguna se celebrará un capítulo de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén formado por los caballeros de la sección de Canarias y de la archidiócesis de Sevilla. En dicha reunión estarán presentes el prior de la Orden en Sevilla, Ulpiano Martín y el prior de Canarias, Julián de Armas. A las 12:30 horas los miembros de esta Orden partirán hasta la Sede Catedralicia donde serán recibidos por el Cabildo Catedral. La Eucaristía tendrá lugar a las 13:00 horas.  

El próximo 6 de febrero el Teatro Leal acogerá un concierto a beneficio de los Hermanos de la Cruz Blanca, a partir de las 20:30 horas. Dicho recital contará con las actuaciones de tres cantantes líricos canarios: Alberto Feria, Celso Albelo y Francisco Corujo, acompañados al piano por Juan Francisco Parra. 

El colegio La Salle San Ildefonso, de Santa Cruz de Tenerife, se prepara para celebrar su 100 Aniversario. Previo a esta efemérides, el centro educativo ha convocado un concurso para la creación del cartel y el logo que será el punto de referencia del evento. 


Mi?rcoles, 27 de enero de 2010

Homilía que pronunció Benedicto XVI en la Misa del Gallo de la Noche Buena  de 2009, celebrada en la Basílica de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas:

"Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado" (Is 9,5). Lo que, mirando desde lejos hacia el futuro, dice Isaías a Israel como consuelo en su angustia y oscuridad, el Ángel, del que emana una nube de luz, lo anuncia a los pastores como ya presente: "Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor" (Lc 2,11). El Señor está presente. Desde este momento, Dios es realmente un "Dios con nosotros". Ya no es el Dios lejano que, mediante la creación y a través de la conciencia, se puede intuir en cierto modo desde lejos. Él ha entrado en el mundo. Es quien está a nuestro lado. Cristo resucitado lo dijo a los suyos, nos lo dice a nosotros: "Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mt 28,20). Por vosotros ha nacido el Salvador: lo que el Ángel anunció a los pastores, Dios nos lo vuelve a decir ahora por medio del Evangelio y de sus mensajeros. Ésta es una noticia que no puede dejarnos indiferentes. Si es verdadera, todo cambia. Si es cierta, también me afecta a mí. Y, entonces, también yo debo decir como los pastores: Vayamos, quiero ir derecho a Belén y ver la Palabra que ha sucedido allí. El Evangelio no nos narra la historia de los pastores sin motivo. Ellos nos enseñan cómo responder de manera justa al mensaje que se dirige también a nosotros. ¿Qué nos dicen, pues, estos primeros testigos de la encarnación de Dios?

Ante todo, se dice que los pastores eran personas vigilantes, y que el mensaje les pudo llegar precisamente porque estaban velando. Nosotros hemos de despertar para que nos llegue el mensaje. Hemos de convertirnos en personas realmente vigilantes. ¿Qué significa esto? La diferencia entre uno que sueña y uno que está despierto consiste ante todo en que, quien sueña, está en un mundo muy particular. Con su yo, está encerrado en este mundo del sueño que, obviamente, es solamente suyo y no lo relaciona con los otros. Despertarse significa salir de dicho mundo particular del yo y entrar en la realidad común, en la verdad, que es la única que nos une a todos. El conflicto en el mundo, la imposibilidad de conciliación recíproca, es consecuencia del estar encerrados en nuestros propios intereses y en las opiniones personales, en nuestro minúsculo mundo privado. El egoísmo, tanto del grupo como el individual, nos tiene prisionero de nuestros intereses y deseos, que contrastan con la verdad y nos dividen unos de otros. Despertad, nos dice el Evangelio. Salid fuera para entrar en la gran verdad común, en la comunión del único Dios. Así, despertarse significa desarrollar la sensibilidad para con Dios; para los signos silenciosos con los que Él quiere guiarnos; para los múltiples indicios de su presencia. Hay quien dice "no tener religiosamente oído para la música". La capacidad perceptiva para con Dios parece casi una dote para la que algunos están negados. Y, en efecto, nuestra manera de pensar y actuar, la mentalidad del mundo actual, la variedad de nuestras diversas experiencias, son capaces de reducir la sensibilidad para con Dios, de dejarnos "sin oído musical" para Él. Y, sin embargo, de modo oculto o patente, en cada alma hay un anhelo de Dios, la capacidad de encontrarlo. Para conseguir esta vigilancia, este despertar a lo esencial, roguemos por nosotros mismos y por los demás, por los que parecen "no tener este oído musical" y en los cuales, sin embargo, está vivo el deseo de que Dios se manifieste. El gran teólogo Orígenes dijo: si yo tuviera la gracia de ver como vio Pablo, podría ahora (durante la Liturgia) contemplar un gran ejército de Ángeles (cf. In Lc 23,9). En efecto, en la sagrada Liturgia, los Ángeles de Dios y los Santos nos rodean. El Señor mismo está presente entre nosotros. Señor, abre los ojos de nuestro corazón, para que estemos vigilantes y con ojo avizor, y podamos llevar así tu cercanía a los demás.

Volvamos al Evangelio de Navidad. Nos dice que los pastores, después de haber escuchado el mensaje del Ángel, se dijeron uno a otro: "Vamos derechos a Belén... Fueron corriendo" (Lc 2,15s.). Se apresuraron, dice literalmente el texto griego. Lo que se les había anunciado era tan importante que debían ir inmediatamente. En efecto, lo que se les había dicho iba mucho más allá de lo acostumbrado. Cambiaba el mundo. Ha nacido el Salvador. El Hijo de David tan esperado ha venido al mundo en su ciudad. ¿Qué podía haber de mayor importancia? Ciertamente, les impulsaba también la curiosidad, pero sobre todo la conmoción por la grandeza de lo que se les había comunicado, precisamente a ellos, los sencillos y personas aparentemente irrelevantes. Se apresuraron, sin demora alguna. En nuestra vida ordinaria las cosas no son así. La mayoría de los hombres no considera una prioridad las cosas de Dios, no les acucian de modo inmediato. Y también nosotros, como la inmensa mayoría, estamos bien dispuestos a posponerlas. Se hace ante todo lo que aquí y ahora parece urgente. En la lista de prioridades, Dios se encuentra frecuentemente casi en último lugar. Esto - se piensa - siempre se podrá hacer. Pero el Evangelio nos dice: Dios tiene la máxima prioridad. Así, pues, si algo en nuestra vida merece premura sin tardanza, es solamente la causa de Dios. Una máxima de la Regla de San Benito, reza: "No anteponer nada a la obra de Dios (es decir, al Oficio divino)". Para los monjes, la liturgia es lo primero. Todo lo demás va después. Y en lo fundamental, esta frase es válida para cada persona. Dios es importante, lo más importante en absoluto en nuestra vida. Ésta es la prioridad que nos enseñan precisamente los pastores. Aprendamos de ellos a no dejarnos subyugar por todas las urgencias de la vida cotidiana. Queremos aprender de ellos la libertad interior de poner en segundo plano otras ocupaciones - por más importantes que sean - para encaminarnos hacia Dios, para dejar que entre en nuestra vida y en nuestro tiempo. El tiempo dedicado a Dios y, por Él, al prójimo, nunca es tiempo perdido. Es el tiempo en el que vivimos verdaderamente, en el que vivimos nuestro ser personas humanas.

Algunos comentaristas hacen notar que los pastores, las almas sencillas, han sido los primeros en ir a ver a Jesús en el pesebre y han podido encontrar al Redentor del mundo. Los sabios de Oriente, los representantes de quienes tienen renombre y alcurnia, llegaron mucho más tarde. Y los comentaristas añaden que esto es del todo obvio. En efecto, los pastores estaban allí al lado. No tenían más que "atravesar" (cf. Lc 2,15), como se atraviesa un corto trecho para ir donde un vecino. Por el contrario, los sabios vivían lejos. Debían recorrer un camino largo y difícil para llegar a Belén. Y necesitaban guía e indicaciones. Pues bien, también hoy hay almas sencillas y humildes que viven muy cerca del Señor. Por decirlo así, son sus vecinos, y pueden ir a encontrarlo fácilmente. Pero la mayor parte de nosotros, hombres modernos, vive lejos de Jesucristo, de Aquel que se ha hecho hombre, del Dios que ha venido entre nosotros. Vivimos en filosofías, en negocios y ocupaciones que nos llenan totalmente y desde las cuales el camino hasta el pesebre es muy largo. Dios debe impulsarnos continuamente y de muchos modos, y darnos una mano para que podamos salir del enredo de nuestros pensamientos y de nuestros compromisos, y así encontrar el camino hacia Él. Pero hay sendas para todos. El Señor va poniendo hitos adecuados a cada uno. Él nos llama a todos, para que también nosotros podamos decir: ¡Ea!, emprendamos la marcha, vayamos a Belén, hacia ese Dios que ha venido a nuestro encuentro. Sí, Dios se ha encaminado hacia nosotros. No podríamos llegar hasta Él sólo por nuestra cuenta. La senda supera nuestras fuerzas. Pero Dios se ha abajado. Viene a nuestro encuentro. Él ha hecho el tramo más largo del recorrido. Y ahora nos pide: Venid a ver cuánto os amo. Venid a ver que yo estoy aquí. Transeamus usque Bethleem, dice la Biblia latina. Vayamos allá. Superémonos a nosotros mismos. Hagámonos peregrinos hacia Dios de diversos modos, estando interiormente en camino hacia Él. Pero también a través de senderos muy concretos, en la Liturgia de la Iglesia, en el servicio al prójimo, en el que Cristo me espera.

Escuchemos directamente el Evangelio una vez más. Los pastores se dicen uno a otro el motivo por el que se ponen en camino: "Veamos qué ha pasado". El texto griego dice literalmente: "Veamos esta Palabra que ha ocurrido allí". Sí, ésta es la novedad de esta noche: se puede mirar la Palabra, pues ésta se ha hecho carne. Aquel Dios del que no se debe hacer imagen alguna, porque cualquier imagen sólo conseguiría reducirlo, e incluso falsearlo, este Dios se ha hecho, él mismo, visible en Aquel que es su verdadera imagen, como dice San Pablo (cf. 2 Co 4,4; Col 1,15). En la figura de Jesucristo, en todo su vivir y obrar, en su morir y resucitar, podemos ver la Palabra de Dios y, por lo tanto, el misterio del mismo Dios viviente. Dios es así. El Ángel había dicho a los pastores: "Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2,12; cf. 16). La señal de Dios, la señal que ha dado a los pastores y a nosotros, no es un milagro clamoroso. La señal de Dios es su humildad. La señal de Dios es que Él se hace pequeño; se convierte en niño; se deja tocar y pide nuestro amor. Cuánto desearíamos, nosotros los hombres, un signo diferente, imponente, irrefutable del poder de Dios y su grandeza. Pero su señal nos invita a la fe y al amor, y por eso nos da esperanza: Dios es así. Él tiene el poder y es la Bondad. Nos invita a ser semejantes a Él. Sí, nos hacemos semejantes a Dios si nos dejamos marcar con esta señal; si aprendemos nosotros mismos la humildad y, de este modo, la verdadera grandeza; si renunciamos a la violencia y usamos sólo las armas de la verdad y del amor. Orígenes, siguiendo una expresión de Juan el Bautista, ha visto expresada en el símbolo de las piedras la esencia del paganismo: paganismo es falta de sensibilidad, significa un corazón de piedra, incapaz de amar y percibir el amor de Dios. Orígenes dice que los paganos, "faltos de sentimiento y de razón, se transforman en piedras y madera" (In Lc 22,9). Cristo, en cambio, quiere darnos un corazón de carne. Cuando le vemos a Él, al Dios que se ha hecho niño, se abre el corazón. En la Liturgia de la Noche Santa, Dios viene a nosotros como hombre, para que nosotros nos hagamos verdaderamente humanos. Escuchemos de nuevo a Orígenes: "En efecto, ¿para qué te serviría que Cristo haya venido hecho carne una vez, si Él no llega hasta tu alma? Oremos para venga a nosotros cotidianamente y podamos decir: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí (Ga 2,20)" (In Lc 22,3).

Sí, por esto queremos pedir en esta Noche Santa. Señor Jesucristo, tú que has nacido en Belén, ven con nosotros. Entra en mí, en mi alma. Transfórmame. Renuévame. Haz que yo y todos nosotros, de madera y piedra, nos convirtamos en personas vivas, en las que tu amor se hace presente y el mundo es transformado.

[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]


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Mensaje de Navidad que pronunció Benedicto XVI a mediodía del 25 de diciembre de 2009 desde el balcón de la fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano, antes de impartir su bendición "urbi et orbi".

 

Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero,
y a todos vosotros, hombres y mujeres a quien Dios ama

"Lux fulgebit hodie super nos,
quia natus est nobis Dominus.

Hoy brillará una luz sobre nosotros,
porque nos ha nacido el Señor"

(Misal Romano, Natividad del Señor, Misa de la aurora, Antífona de entrada).

La liturgia de la Misa de la aurora nos ha recordado que la noche ya pasó, el día está avanzado; la luz que proviene de la gruta de Belén resplandece sobre nosotros.

Pero la Biblia y la Liturgia no nos hablan de la luz natural, sino de una luz diferente, especial, de algún modo proyectada y orientada hacia un "nosotros", el mismo "nosotros" por el que el Niño de Belén "ha nacido". Este "nosotros" es la Iglesia, la gran familia universal de los creyentes en Cristo, que han aguardado con esperanza el nuevo nacimiento del Salvador, y hoy celebran en el misterio la perenne actualidad de este acontecimiento.

Al principio, en torno al pesebre de Belén, ese "nosotros" era casi invisible a los ojos de los hombres. Como nos dice el Evangelio de san Lucas, incluía, además de a María y José, a unos pocos sencillos pastores, que llegaron a la gruta avisados por los Ángeles. La luz de la primera Navidad fue como un fuego encendido en la noche. Todo alrededor estaba oscuro, mientras en la gruta resplandecía la luz verdadera "que alumbra a todo hombre" (Juan 1,9). Y, no obstante, todo sucede con sencillez y en lo escondido, según el estilo con el que Dios actúa en toda la historia de la salvación. Dios quiere ir poniendo focos de luz concretos, para dar luego claridad hasta el horizonte. La Verdad, como el Amor, que ella contiene, se enciende allí donde la luz es acogida, difundiéndose después en círculos concéntricos, casi por contacto, en los corazones y en las mentes de los que, abriéndose libremente a su resplandor, se convierten a su vez en fuentes de luz. Es la historia de la Iglesia que comienza su camino en la gruta pobre de Belén, y a través de los siglos se convierte en Pueblo y fuente de luz para la humanidad. También hoy, por medio de quienes van al encuentro del Niño Jesús, Dios sigue encendiendo fuegos en la noche del mundo, para llamar a los hombres a que reconozcan en Él el "signo" de su presencia salvadora y liberadora, extendiendo el "nosotros" de los creyentes en Cristo a toda la humanidad.

Dondequiera que haya un "nosotros" que acoge el amor de Dios, allí resplandece la luz de Cristo, incluso en las situaciones más difíciles. La Iglesia, como la Virgen María, ofrece al mundo a Jesús, el Hijo que ella misma ha recibido como un don, y que ha venido para liberar al hombre de la esclavitud del pecado. Como María, la Iglesia no tiene miedo, porque aquel Niño es su fuerza. Pero no se lo guarda para sí: lo ofrece a cuantos lo buscan con corazón sincero, a los humildes de la tierra y a los afligidos, a las víctimas de la violencia, a todos los que desean ardientemente el bien de la paz. También hoy, dirigiéndose a la familia humana profundamente marcada por una grave crisis económica, pero antes de nada de carácter moral, y por las dolorosas heridas de guerras y conflictos, la Iglesia repite con los pastores, queriendo compartir y ser fiel al hombre: "Vamos derechos a Belén" (Lc 2,15), allí encontraremos nuestra esperanza.

El "nosotros" de la Iglesia vive donde nació Jesús, en Tierra Santa, para invitar a sus habitantes a que abandonen toda lógica de violencia y venganza, y se comprometan con renovado vigor y generosidad en el camino hacia una convivencia pacífica. El "nosotros" de la Iglesia está presente en los demás Países del Medio Oriente. ¿Cómo no pensar en la borrascosa situación en Irak y en el aquel pequeño rebaño de cristianos que vive en aquella región? Sufre a veces violencias e injusticias, pero está siempre dispuesto a dar su propia contribución a la edificación de la convivencia civil, opuesta a la lógica del enfrentamiento y del rechazo de quien está al lado. El "nosotros" de la Iglesia está activo en Sri Lanka, en la Península coreana y en Filipinas, como también en otras tierras asiáticas, como fermento de reconciliación y de paz. En el continente africano, no cesa de elevar su voz a Dios para implorar el fin de todo abuso en la República Democrática del Congo; invita a los ciudadanos de Guinea y del Níger al respeto de los derechos de toda persona y al diálogo; pide a los de Madagascar que superen las divisiones internas y se acojan mutuamente; recuerda a todos que están llamados a la esperanza, a pesar de los dramas, las pruebas y las dificultades que los siguen afligiendo. En Europa y en América septentrional, el "nosotros" de la Iglesia impulsa a superar la mentalidad egoísta y tecnicista, a promover el bien común y a respetar a los más débiles, comenzando por los que aún no han nacido. En Honduras, ayuda a retomar el camino institucional; en toda Latinoamérica, el "nosotros" de la Iglesia es factor de identidad, plenitud de verdad y caridad que no puede ser reemplazado por ninguna ideología, un llamamiento al respeto de los derechos inalienables de cada persona y a su desarrollo integral, anuncio de justicia y hermandad, fuente de unidad.

Fiel al mandato de su Fundador, la Iglesia es solidaria con los afectados por las calamidades naturales y por la pobreza, también en las sociedades opulentas. Ante el éxodo de quienes emigran de su tierra y a causa del hambre, la intolerancia o el deterioro ambiental se ven forzados a marchar lejos, la Iglesia es una presencia que llama a la acogida. En una palabra, la Iglesia anuncia por doquier el Evangelio de Cristo, no obstante las persecuciones, las discriminaciones, los ataques y la indiferencia, a veces hostil, que más bien le permiten compartir la suerte de su Maestro y Señor.

Queridos hermanos y hermanas, qué gran don es formar parte de una comunión que es para todos. Es la comunión de la Santísima Trinidad, de cuyo corazón ha descendido al mundo el Enmanuel, Jesús, Dios-con-nosotros. Como los pastores de Belén, contemplemos embargados de maravilla y gratitud este misterio de amor y luz. Feliz Navidad a todos.

[Traducción distribuida por la Santa Sede
@ Libreria Editrice Vaticana]


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PLEGARIA DE AMOR A DIOS


Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último aliento de mi vida. Te amo, Dios infinitamente amoroso, y prefiero morir amándote, que vivir un solo instante sin ti. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido, es la de amarte eternamente.

Te amo, Dios mío, y sólo deseo el cielo para tener la felicidad de amarte perfectamente; te amo, Dios infinitamente bueno, y sólo temo el infierno porque allí no tendría el dulce consuelo de tu amor.

Dios mío, si mi lengua no puede decir constantemente que te ama, quiero que mi corazón lo repita tantas veces como yo respire. Dios mío, dame la gracia de sufrir amándote y de amarte sufriendo. Te amo, divino Salvador, porque has sido crucificado por mí; te amo, Dios mío, porque me tienes aquí abajo crucificado por Ti.

Dios mío, concédeme la gracia de morir amándote y sintiendo que te amo. Dios mío, a medida que se acerque mi fin, concédeme la gracia de aumentar y perfeccionar mi amor por Ti. Amen.

Juan María Vianney, Santo cura de Ars. 1848.


Publicado por verdenaranja @ 17:02  | A?o Sacerdotal
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Puntos para la reflexión en retiro sacerdotal de la diócesis de Tenerife con motivo del Año Sacerdotal en segundo trimestre de 2010...........



RETIRO A LOS SACERDOTES (2° trimestre, 2010)
LA SORPRESA DEL ENCUENTRO


O. PRESENTACIÓN
1. RELACIÓN INTERPERSONAL
2. SÍNTONÍA DE VIVENCIAS
3. VIVENCIA INCONDICIONAL
4.VIVENCIA DE PABLO, JUAN DE AVILA, JUAN MARÍA VIANNEY

0. PRESENTACIÓN

La vida humana, cuando es auténtica, acontece como "relación interpersonal, que se concreta en la verdad de la donación.

La gran sorpresa del cristiano es siempre la de un encuentro continuamente renovado con Cristo resucitado, presente en la historia, en los signos de la Iglesia y en los hermanos.

Es encuentro o relación personal que se traduce en sintonía vivencial con los "sentimientos" de Cristo (Fil 2,5), con sus amores, su compasión, su modo de mirar el mundo y a la humanidad entera.

De la relación vivencial nace una amistad incondicional: ya no se puede vivir sin Él. No hay ninguna página de Pablo que no haga referencia a Cristo como fuente de inspiración

1. RELACIÓN INTERPERSONAL

Los primeros discípulos de Cristo iniciaron su vivencia apostólica como relación: "Dónde vives? ... venid y los veréis... (Jn 1,38-48)

Al cabo de 3 años, Jesús describe la "identidad de los apóstoles: "Habéis estado conmigo desde el principio" (Jn 15,27) Esta relación de amistad es fruto de una declaración de amor: "como el Padre me amó, así...(Jn 15,9)

La oración cristiana es un trasunto de la oración de Jesús

La actitud oracional de Jesús es sintonía con el proyecto de Dios y la venida de su reino. Es una actitud de "si", que en Jesús es gozo en el E.Santo por la realización del proyecto del amor del Padre y de ver que los discípulos continúan su realización (Lc 1 0,21; Mt 11,25-27)

Esta actitud se traduce en deseo ardiente de salvación para todos (Mt 11,28; Lc 10,22)

Esta oración cristiana es prioridad pastoral (Sacramentum Caritatis 84)

La oración cristiana en todo proceso ministerial de actitud filial se concreta en un "si" que ya es simultáneamente proceso de contemplación y perfección:"Pues todas las promesas hechas por Dios han tenido su "Si" en Él; y por eso decimos por Él "Amen" a la gloria de Dios" (2 'Cor 1,20)

El "Sí de María, traducido "en estar de pie junto a la cruz," es el "sí" pronunciado por quien es icono de la Iglesia de todos los tiempos; por esto, "el sí de María es en nombre de toda la humanidad" (Santo Tomás de Aquino, III, 30, 1c)

La prioridad pastoral de la oración se descubre cuando uno toma conciencia de que la predicación de la palabra presupone contemplación (Lg 41)

Por esto, "el pastor bueno debe estar anclado en la contemplación" S Gregorio Magno. "El tiempo dedicado a Dios en la oración no sólo deja de ser un obstáculo para la eficacia y la dedicación al amor al prójimo, sino que es en realidad una fuente inagotable para ello" (Deus Caritas est, 36)

La actitud relacional de la oración es siempre una actitud de escucha de la Palabra personal de Dios, que es el mismo Jesús: "Este es mi Hijo amado, escuchadle" (Mt 17,5)

Una sociedad técnica e icónica, que pide signos, necesita ver testigos de la presencia de Dios.

El ministerio de guiar a los fieles por el camino de la unión e intimidad con Dios ("contemplación") está relacionado estrechamente con el ministerio de guiar por el camino de construir la historia personal y comunitaria amando ("perfección").

2. SINTONÍA DE VIVENCIAS

La oración es un itinerario permanente de dejar entrar la Palabra del Señor hasta el fondo del corazón sin "defensas ni escondrijos". La vida cristiana es siempre un proceso continuo de contemplación, entrega y misión, como y con María (cf. Lc 2,19.51).

La oración como encuentro con Cristo es una actitud de "silencio lleno". Su presencia "donada" hace posible nuestra presencia "donada". Es atención o "advertencia amorosa" (San Juan de la Cruz)

La contemplación es mirada de fe, fijada en Jesús :"Yo le miro y él me mira"(un vecino de Ars orante ante el Sagrario, a su Santo Cura).

La oración es "encuentro de la sed de Dios con la sed del hombre (S. Agustín). "Sed "equivale a saberse "pobre", "como tierra reseca, agostada, sin agua" ((Sal. 62)

La "buena semilla" de la Palabra (Mt 13,24) necesita encontrar un "corazón bueno".

La misión cristiana, como participación en la misión de Cristo, equivale a sintonía con los profundos deseos de Cristo.

"Ver" o "contemplar" a Jesús equivale a entrar en sintonía con su realidad más profunda, por medio de los signos "pobres" donde el quiere mostrarse.

La construcción de la humanidad como reflejo de la Trinidad de Dios amor necesita ver cristianos que vivan la realidad de Cristo presente en medio de los suyos, en su familia eclesial que refleja la unidad de Dios Uno y Trino (Lg 4)

La vida contemplativa de María es de sintonía y asociación a Cristo desde la Anunciación hasta la Cruz.

La comunidad eclesial aprende a meditar la Palabra en sintonía con el querer de Dios como resonaba en el corazón de María. Así se pone de manifiesto, que sus pensamientos están en sintonía con el pensamiento de Dios, y que su querer es un querer con Dios. Al estar íntimamente penetrada por la Palabra de Dios, puede convertirse en madre de la Palabra encarnada (cfr Deus Caritas est, 41)

Esta sintonía de vivencias con Cristo da sentido a la vida cristiana y apostólica:"Era tu palabra para mí un gozo y alegría del corazón" (Jer 15,16)

3. AMISTAD INCONDICIONAL

Santa Teresa hacía consistir la oración contemplativa en "tratar en amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama". San Juan de la Cruz:"Advertencia amorosa, simple y sencilla, como quien abre los ojos con advertencia de amor". S. Ignacio de Loyola: "conocimiento interno del Señor" para más amarle y seguirle". Carlos de Foucauld: " Pensar en Dios amándole".

Esta actitud de amor se basa en la amistad que Cristo ofrece a todos y especialmente a los "suyos". "Vosotros sois mis amigos... " (Jn 15,14-15)

Esta amistad, por parte de Cristo, tiene su máxima expresión en una donación total, porque "nadie tiene mayor

amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15,13) Amistad que propicia una respuesta generosa.

Los textos de la Última Cena indican una profunda amistad, que fundamenta la relación interpersonal.

"Habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo" (Jn 13,1).

Cuando se asume con confianza esta amistad de Cristo el encuentro con Él como relación habitual es posible y fuente de gozo. Toda la "oración sacerdotal" de Jesús es una expresión de su amistad profunda e inédita. A partir de esta amistad, por la que Cristo no antepone nada a nuestro amor, se hace posible el encontrar tiempo para estar con Él con una presencia donada como la suya. Todos tienen tiempo para la persona amada.

La amistad que Cristo ofrece nunca falla. Por esto, el apóstol "experimenta la presencia de Cristo que lo acompaña en todo momento de la vida... y le espera en el corazón de cada hombre" (Redemptoris Missio,88)

Sólo a partir de este encuentro vivencial con Cristo, se puede dar testimonio de Él. "En Cristo la caridad en la verdad se convierte en el Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos en la verdad de su proyecto. En efecto, Él mismo es la Verdad "(Caritas in veritate.1)

4. VIVENCIA DE PABLO, JUAN DE AVILA, JUAN MARÍA VIANNEY

a) Pablo

Relación y amistad con Cristo

"Mi vida es Cristo" (Fil 1,21)

"No quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y este crucificado" ( 1Cor 2,2)

La actitud filial de la oración cristiana en el Espíritu Santo

"Por Cristo, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu" (Ef 2,18) "La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!" (Gál 4,6)

La Palabra de Dios, anunciada, recibida y vivida

"La palabra de Dios siga propagándose y adquiriendo gloria" (2 Cor 2, 17) "No cesemos de dar gracias a Dios porque, al recibir la Palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes" (1 Tes 2,13)

b) Juan de Ávila

Oración cristiana de actitud filial y de intimidad

"Cuando nosotros oramos, Él (Cristo) ora en nosotros" (Audi Filia cap. 84)

"Por oración entendemos aquí una secreta e interior habla con que el ánima se comunica con Dios, ahora sea pensando, ahora pidiendo, ahora haciendo gracias, ahora contemplando, y generalmente por todo aquello que en aquella secreta habla se pasa con Dios... muy estrecha y familiar comunicación" (Audi Filia cap. 70)

"La oración que no es inspirada del Espíritu Santo poco vale; la que no se hace segúnÉl, la que no inspira y ordena Él, de muy poco fruto es, poco aprovecha" Sermón 30,41

Su oración ministerial

La oración sacerdotal es también "un trato muy familiar con Dios, un admitirlos Dios a su conversación como amigos suyos" (Plática 3)

"Esto, padres, es ser sacerdote, que amansen a Dios cuando estuviere, ¡ay! Enojado con su pueblo; que tengan experiencia que Dios oye sus oraciones y les da lo que piden, y tengan tanta familiaridad con Él" (Plática 1 a

"¿En qué los examinará Dios? En la caridad para con todos y en la oración, si saben bien orar e importunar a Dios por los prójimos y amansarlo y hacer amistades entre Dios y los hombres, y sentir males ajenos y llorarlos" (Sermón 10)

C) Juan María Vianney

Oración ante la Eucaristía

"El Santo Cura de Ars enseñaba a sus parroquianos sobre todo con el testimonio de su vida. De su ejemplo aprendían los fieles a orar, acudiendo con gusto al sagrario para hacer una visita a Jesús Eucaristía " (Benedicto XVI, Carta 16 de junio 2009) "No hay necesidad de hablar mucho para orar bien. Sabemos que Jesús está allí, en el sagrario: abrámosle nuestro corazón alegrémonos de su presencia. Esta es la mejor oración.

Necesidad y eficacia de la oración

"El hombre es un pobre que tiene necesidad de pedirlo todo a Dios" "¡ Cuántas almas podríamos convertir con nuestras oraciones"

Oración de permanente intimidad

"Todo bajo los ojos de Dios, todo con Dios, todo para agradar a Dios... ¡Qué maravilla!" Y les enseñaba a orar."Dios, concédeme la gracia de amarte tanto cuanto yo sea capaz".

"Ser amado por Dios, estar unido a Dios, vivir en la presencia de Dios, vivir para Dios: ¡Cuán hermosa vida, cuán bella muerte! "

¿Estamos realmente impregnados por la Palabra de Dios? ¿Es ella en verdad el alimento del que vivimos, más que lo pueda ser el pan y las cosas de este mundo? ¿La conocemos verdaderamente? ¿La amamos? ¿Nos ocupamos interiormente de esta Palabra hasta el punto de que realmente deja una impronta en nuestra vida y forma nuestro pensamiento? " (Benedicto XVI, Misa Crisma! 9 abril 2009)

Recuerda San Cipriano, recogiendo un pensamiento compartido por los Padres: "Asiste con asiduidad a la oración y a la Lectio divina. Cuando oras hablas con Dios, cuando lees es Dios el que habla contigo" (Ad Donatum, 15) "(Proposición 9 del Sínodo sobre la Palabra)

"Que se anime la praxis de la lectura orante, hecha con los textos litúrgicos, que la Iglesia propone para la celebración eucarística dominical y diaria, para comprender mejor la relación entre Palabra y Eucaristía; que se vigile a fin de que la lectura orante sobre todo comunitaria de las Escrituras tenga su desembocadura en un compromiso de caridad (cf Le 4,18-19) "Proposición 22 del Sínodo sobre la Palabra"


Publicado por verdenaranja @ 16:56  | A?o Sacerdotal
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La Delegación de Pastoral Vocacional de la Diócesis de Tenerife organiza Peregrinación Vocacional a Garachico para el día 21 de Febrero de 2010. Con tal motivo el delegado nos envía la siguiente carta:


DELEGACIÓN DIOCESANA DE PASTORAL VOCACIONAL
17 de enero de 2010

A/A de los sacerdotes y consagrados de la Diócesis:

Desde la Delegación de Pastoral Vocacional les invitamos a todos a animar a vuestras comunidades, parroquias y grupos a la "Peregrinación Vocacional" a Garachico el domingo 21 de febrero bajo el lema " En camino, para ser enviados" . Fue una experiencia muy positiva y de gran repercusión el año pasado. Por deseo del Obispo y de muchos sacerdotes, consagrados, grupos, movimientos... la repetiremos en medio de este Año Sacerdotal aunque de manera distinta y sólo un día, el domingo 21 de febrero.

El Horario será el siguiente:

De 4 a 7 de la tarde: ADORACION DEL SANTISIMO Y TESTIMONIOS simultáneos en todas las iglesias y ermitas de Garachico.

A las 7 de la tarde: CELEBRACION Y PEREGRINACION desde la "Puerta de Tierra" a la ermita de la Virgen de los Reyes.

Por la mañana hay posibilidad de celebrar la Eucaristía:

Hospital: 10. 30 h. Parroquia: 11 h. Monasterio: 12.30 h.

Es aconsejable, de cara a la organización, que los grupos organizados contacten con la Parroquia de Santa Ana a la hora de preparar la acogida, materiales, colaborar en las celebraciones, etc...Para cualquier información no dudar en llamar a la parroquia de Sana Ana (922 83 02 44) o al Delegado de Pastoral Vocacional (922 13 30 13).

Gracias por tu preocupación y sensibilidad por las vocaciones.

¡¡¡ Les esperamos !!!

Un cordial saludo del Equipo de la Delegación de Pastoral Vocacional

Delegado Diocesano de Pastoral Vocacional


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Martes, 26 de enero de 2010

Reflexión de José Antonio Pagola para el domingo cuarto del Tiempo Ordinario - C, ofrecido por la Delegación de Enseñanza de la Diócesis de Tenerife.


¿NO NECESITAMOS PROFETAS? 

         «Un gran profeta ha surgido entre nosotros». Así gritaban en las aldeas de Galilea, sorprendidos por las palabras y los gestos de Jesús. Sin embargo, no es esto lo que sucede en Nazaret cuando se presenta ante sus vecinos como ungido como Profeta de los pobres.

         Jesús observa primero su admiración y luego su rechazo. No se sorprende. Les recuerda un conocido refrán: «Os aseguro que ningún profeta es bien acogido en su tierra». Luego, cuando lo expulsan fuera del pueblo e intentan acabar con él, Jesús los abandona. El narrador dice que «se abrió paso entre ellos y se fué alejando». Nazaret se quedó sin el Profeta Jesús.

         Jesús es y actúa como profeta. No es un sacerdote del templo ni un maestro de la ley. Su vida se enmarca en la tradición profética de Israel. A diferencia de los reyes y sacerdotes, el profeta no es nombrado ni ungido por nadie. Su autoridad proviene de Dios, empeñado en alentar y guiar con su Espíritu a su pueblo querido cuando los dirigentes políticos y religiosos no saben hacerlo. No es casual que los cristianos confiesen a Dios encarnado en un profeta.

         Los rasgos del profeta son inconfundibles. En medio de una sociedad injusta donde los poderosos buscan su bienestar silenciando el sufrimiento de los que lloran, el profeta se atreve a leer y a vivir la realidad desde la compasión de Dios por los últimos. Su vida entera se convierte en "presencia alternativa" que critica las injusticias y llama a la conversión y el cambio.

         Por otra parte, cuando la misma religión se acomoda a un orden de cosas injusto y sus intereses ya no responden a los de Dios,  el profeta sacude la indiferencia y el autoengaño, critica la ilusión de eternidad y absoluto que amenaza a toda religión y recuerda a todos que sólo Dios salva. Su presencia introduce una esperanza nueva pues invita a pensar el futuro desde la libertad y el amor de Dios.

         Una Iglesia que ignora la dimensión profética de Jesús y de sus seguidores, corre el riesgo de quedarse sin profetas. Nos preocupa mucho la escased de sacerdotes y pedimos vocaciones para el servicio presbiteral. ¿Por qué no pedimos que Dios suscite profetas? ¿No los necesitamos? ¿No sentimos necesidad de suscitar el espíritu profético en nuestras comunidades?.

         Una Iglesia sin profetas, ¿no corre el riesgo de caminar sorda a las llamadas de Dios a la conversión y el cambio? Un cristianismo sin espíritu profético, ¿ no tiene el peligro de quedar controlado por el orden, la tradición o el miedo a la novedad de Dios?

José Antonio Pagola 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
31 de enero de 2010
4 Tiempo ordinario(C)
Lucas 4, 22-30


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Desde el santuario de Ntra. Sra. de Candelaria hemos recibido el programa de actos  para la celebración de las Fiestas de Febrero 2010 en honor  de la Virgen morenita.

FIESTAS DE FEBRERO
VIRGEN DE CANDELARIA
CLAUSURA
50 ANIVERSARIO
DE LA
CONSAGRACIÓN DE LA BASÍLICA
 

PROGRAMA DE ACTOS 

JORNADAS MARIOLÓGICAS 

DÍAS: 27,28 Y 29 DE ENERO

A LAS 19.30.

SALON DE ACTOS DEL CONVENTO DE LOS PP. DOMINICOS 

DÍA 27:

APROXIMACIÓN BIBLICA A LOS DIÁLOGOS DE LA ANUNCIACIÓN, VISITACIÓN Y PURIFICACIÓN.
POR D. LUIS MARÍA GUERRA SUÁREZ 

DÍA 28:

LA ACTITUD DIALOGAL: EL AMOR Y LA COMUNIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE LO MUTUO: MARIA Y JESUS SUS REFERENTES.
PORFRAY ALEXIS GONZÁLEZ DE LEÓN O.P. 

DÍA 29:

PRESENCIAS Y AUSENCIAS DE MARIA EN LA FE DE LOS CRISTIANOS
POR FRAY JESUS MENDOZA GONZÁLEZ O.P. 

DIA 31 DE ENERO

A LAS 18.30:

HOMENAJE POETICO-MUSICAL A LA VIRGEN DE CANDELARIA:
POR POETAS UNIVERSO Y CORAL POLIFÓNICA VILLA DE CANDELARIA

DIRIGE: Mª ROSA DA COSTA 


ACTOS LITÚRGICOS
 

DÍA 1 DE FEBRERO

19:30 EUCARISTIA, BENDICION DE LAS CANDELAS, PROCESIÓN-ROSARIO. 

DIA 2 DE FEBRERO

FIESTA LITURGICA EN HONOR A LA VIRGEN DE CANDELARIA
(PURIFICACIÓN DE MARÍA Y LA PRESENTACIÓN DE JESÚS AL TEMPLO)

• EUCARISTIAS A LAS 8.00,10.00

• 12.00: FUNCIÓN SOLEMNE PRESIDIDA POR MONSEÑOR BERNARDO ALVAREZ AFONSO, OBISPO NIVARIENSE.

o CORAL SANTA CECILIA DE TACORONTE, DIRECTOR MUSICAL: RAFAEL FLORES.

• A CONTINUACIÓN PROCESIÓN POR LA PLAZA DE LA PATRONA DE CANARIAS

• A LAS 18.00 EUCARISTÍA DE LA

PRESENTACIÓN DE LOS NIÑOS Y NIÑAS NACIDOS DENTRO DEL ULTIMO AÑO 

DIA 3 DE FEBRERO

FIESTA DE SAN BLAS

A LAS 17 MISA EN LA CUEVA Y PROCESIÓN (LA CUEVA ESTARÁ ABIERTA TODO EL DÍA)


 Subsidio litúrgico para el 2 de Febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, en el que se celebra la Jornada Mundial de Vida Consagrada, publicado en folleto para su celebración. 

Fiesta de la presentación del Señor

MONICIÓN DE ENTRADA

Queridos hermanos todos. Convocados por el Señor celebramos hoy en la Iglesia la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo. María y José,  fieles a la tradición de su pueblo, entran en el Templo con su Hijo a los 40 días de su nacimiento. Del mismo modo, también nosotros, 40 días después de la Navidad, somos llevados y presentados por nuestra Madre la Iglesia ante el Dios vivo y verdadero, al tiempo que sentimos y agradecemos la paternal custodia de nuestro obispo diocesano.

Los consagrados y consagradas hemos recibido en la Comunidad Cristiana esta extraordinaria vocación de vivir entregados totalmente a Dios y al servicio del prójimo en la caridad. El lema de esta Jornada de la Vida Consagrada es Caminos de consagración. Cristo, el Señor, es nuestro único Camino, y todos nosotros somos caminantes con Él. Cristo, Camino, Verdad y Vida, ha abierto en su propio Cuerpo diversos caminos de consagración para que recorriéndolos en fidelidad seamos conducidos al Cielo.

Nos disponemos ahora a escuchar la Palabra de Dios y a celebrar el sacramento de la Eucaristía, donde somos transformados en ofrenda permanente, consagrados al Padre, siguiendo al Hijo, y habitados por el Espíritu.

Hoy, todos nosotros renovamos la elección de Dios presididos por nuestro obispo, y salimos al encuentro del Señor con la luz de la Fe, la fuerza de la Esperanza y el fuego del Amor que el Padre ha encendido en nuestros corazones.

RENOVACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN

[Acabada la homilía, los miembros de los Institutos de Vida Consagrada renuevan su consagración en el seguimiento de Cristo y en la misión de la Iglesia]. 

El celebrante:

Hermanos y hermanas:

En esta fiesta de la Presentación –popularmente conocida por la Candelaria–, somos invitados al agradecimiento sincero por nuestra vocación consagrada, suscitada en la Iglesia como una luz que el Padre ha puesto en el candelero, para que alumbre a todos los de la Casa. Nosotros, llamados por la misericordia de Dios, hacemos presente en este mundo el Amor Trinitario. La diversidad de carismas en las distintas formas de consagración pone de manifiesto la múltiple gracia con que el Dios tres veces Santo ha querido adornar y embellecer a su Iglesia. Hoy renovamos nuestro particular seguimiento de Cristo pobre, casto y siempre obediente al Padre.

(Todos oran en silencio durante algún tiempo).

El celebrante:

Bendito seas, Señor, Padre Nuestro, porque en tu gran misericordia, con el susurro de tu Espíritu, no has dejado de llamar, a lo largo de la historia, a hombres y mujeres que, consagrados a Ti, fuesen en la Iglesia manifestación viva del seguimiento radical de Cristo, testigos creíbles del Evangelio, profetas humildes y valientes de tu Reino, hijos fieles de la Iglesia, peregrinos hacia la patria del Cielo. Por ello ¡te glorificamos!

Cantor: Gloria a Ti, por los siglos.

Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.

 (I) Lector 1.º:

Te glorificamos, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque en tu Hijo Jesús nos has mostrado el camino del amor sin medida en el servicio solícito y generoso. Cristo ha hecho de Tu voluntad su alimento y su descanso, su fortaleza y su alegría.

Lector 2.º:

Gracias, Padre, por habernos querido asociar íntimamente a este misterio de Obediencia filial, en Cristo, por Cristo y con Cristo. La Virgen María, la Sierva obediente, siempre dócil a tu Palabra, nos toma de su mano para renovar hoy nuestra sincera adhesión a tu Santa Voluntad, confesada mediante el voto de obediencia que un día profesamos en el seno de tu Iglesia.

Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.

 (II) Lector 1.º:

Te glorificamos, Padre, y te bendecimos, porque en Jesucristo, nuestro Dios y Señor, nos has dado la Verdad de tu Amor, donación sin reservas y entrega sin límite. Él, que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, nos ha mostrado la dicha evangélica reservada para los mansos y humildes de corazón, los pobres de espíritu, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, los perseguidos y los que sufren a diario por causa de tu Reino.

Lector 2.º:

Gracias, Padre, porque en Cristo nos lo has entregado todo. Él es tu Hijo Amado, en quien tienes puestas todas tus complacencias. Él, nuestro maestro y nuestro hermano, es el Hombre-Dios paciente y misericordioso, compasivo y fiel, que ha venido a buscar lo que estaba perdido y a enseñarnos el camino de regreso a la Casa del Padre. De Él aprendemos que no tenemos, aquí en la tierra, otro lugar donde reclinar nuestra cabeza que no sea su pecho, cerca de su corazón. Junto a Él estamos felices de vivir desprendidos y generosos, compartiendo nuestros bienes con los necesitados y proclamando que sólo Cristo es nuestra Riqueza y nuestro Tesoro.

Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.

(III) Lector 1.º:

Te glorificamos, Padre, y te damos gracias, porque en Jesucristo, el Hijo Bendito de la Bendita María, hemos sido seducidos por tu Amor, enamorados de tu Reino y conducidos a la virginidad de nuestros corazones. Como María, podemos hoy decir: ¡Somos de Cristo y le pertenecemos solo a Él!

Lector 2.º:

Gracias, Padre, por tu Hijo Jesucristo, Esposo fiel de la Iglesia. Renueva Tú en nosotros el fuego de tu Amor, la dicha y la alegría de vivir la verdadera castidad y la pureza sincera, de cuerpo, mente y corazón, una auténtica humanidad plena en la santidad de nuestra consagración.

Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.

El celebrante:

Oh, Señor: mira con ojos de misericordia a estos hijos tuyos y a estas hijas tuyas: un día les llamaste y ellos te siguieron. Lo dejaron todo por Ti. Renueva hoy en sus vidas el fuego ardiente del amor primero. Ayúdales a caminar presurosos tras tus huellas e infunde en sus corazones el auténtico discipulado que nace de tu llamada. Dales la adhesión del corazón a tu Santo Evangelio y la communion sin fisuras con nuestra Madre la Iglesia. Hazlos fieles cooperadores de la Verdad y leales colaboradores de tu Reino. Te lo pedimos en el Nombre de Jesús, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Asamblea: (Cantando) Amén, amén, amén.

PRECES

[A las preces completas de la Solemnidad, se propone añadir estas cuatro específicas].

• Señor, tu Palabra es Camino, Verdad y Vida. Te pedimos hoy por todos los jóvenes que te buscan aun sin saberlo; conduce sus vidas con la Luz radiante del Evangelio. Roguemos al Señor.

• Te pedimos también Señor por todos los religiosos, los miembros de institutos seculares y de nuevas formas de vida consagrada, por el orden de las vírgenes, por cuantos han recibido el don de la llamada a la consagración, para que, alcanzados por Cristo, sean auténticos testigos de la Resurrección y firmes defensores de la Vida, en nuestra sociedad y en el mundo entero. Roguemos al Señor.

• Por todas las familias, elegidas por Dios para transmitir la fe a la próxima generación, para que impulsadas por la fuerza del Espíritu y el amor de Jesús puedan ejercer su misión de engendrar vocaciones para el Cielo. Roguemos al Señor.

• Por quienes estamos participando en esta celebración de acción de gracias por la vida consagrada, para que todos seamos uno en el amor, y el mundo crea en Jesucristo, único Salvador de todos los hombres. Roguemos al Señor.


Publicado por verdenaranja @ 21:07  | Liturgia
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 DOMINDO CUARTO DEL TIEMPO ORDINARIO
31 de Enero

La paz y el amor de Dios, nuestro Padre, que se ha mani­festado en Cristo, estén con vosotros.

Hermanas y hermanos. Sed bienvenidos, un domingo más, a vuestra casa, al lugar donde Cristo nos sale al encuentro a través de su palabra proclamada, a través de su cuerpo y de su sangre; al lugar donde Cristo viene a encontrarnos a través de nosotros mismos. Domingo tras domingo nos acercamos a la Pascua definitiva, en la que él se nos mostrará revestido de gloria. Pero en cada momento de nuestra vida y en cada persona, ya viene a nuestro encuentro para que lo recibamos en la fe y demos testimonio de su amor.

Es quizá esta presencia del Señor, la que más nos cuesta de reconocer. Porque la gente que cotidianamente nos rodea, los que son como de casa, a esos, ¡los conocemos tanto! Y de los que no conocemos, no acabamos fiarnos. Difícilmente acogeremos a Jesús que se nos manifiesta a través de estos hermanos y hermanas nuestros, si no nos disponemos a recono­cerlo).

A. penitencial: Porque cada vez que hemos rechazado, conscientemente o no, acoger a un hermano nuestro, hemos dejado de acoger a Jesucristo, somos pecado­res. Y es justo que lo reconozcamos en los primeros momentos de esta celebración:

Defensor de los pobres: SEÑOR, TEN PIEDAD.
Refugio de los débiles: CRISTO, TEN PIEDAD.
Esperanza de los pecadores: SEÑOR, TEN PIEDAD. 

1. lectura (Jeremías 1,4-5.17-19): Los profetas han sido hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, han anunciado la conversión y la salvación de parte de Dios a sus hermanos y hermanas.Y casi nunca han sido bien recibidos. Hoy escucharemos la llamada que Dios hace a Jeremías. Desde buen principio el Señor anuncia al profeta las dificultades por las que pasará. Pero también le hace ser consciente de que él es su roca de refugio, el Dios que inclina hacia él su oído y lo salva.

2, lectura (1 Corintios 12,31-13,13): Dispongámonos a escu­char un fragmento largo de la carta a los Corintios que empezamos a leer hace un par de domingos. Es largo, pero conocido. Se trata de un canto al amor por encima de todos los dones. Escuhémoslo como un buen con­trapunto a la lectura del evangelio de hoy: toda la vida de Jesús es amor, aunque no lo sepamos ver.

Oración universal: Alabemos e invoquemos a Dios, espe­rando su bendición para todos. Unámonos a cada petición diciendo: ESCÚCHANOS, SEÑOR.

Por la Iglesia: que manifieste a todos el verdadero rostro de Jesucristo. OREMOS.

Por los países que viven bajo el peso de la violencia: que llegue a imponerse la paz y el respeto por la dignidad de las personas. OREMOS.

Por los que no tienen trabajo, por los que viven en la miseria, por los marginados por causas sociales y eco­nómicas: que nuestra ayuda les manifieste el amor de Dios. OREMOS.

Por quienes trabajan para hacer de nuestro mundo un lugar más justo y habitable: que sean signos de la esperanza que nos viene de Dios. OREMOS.

Por los que han muerto: que encuentren el reposo en el reino de Dios. OREMOS.

Por todos nosotros: que Cristo, al que hemos acogid en su Palabra y que nos alimentará con su Cuerpo, nc ayude a vencer todo egoísmo. OREMOS.

Dios, fortaleza de quienes esperan en ti, concédeno tu ayuda para que podamos complacerte siempre en todo lugar. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Padrenuestro: Nosotros deseamos que Dios nos libre de todos los males y nos conceda la paz en nuestros días. Por eso, ahora, confiados, nos atrevemos a decir:

CPL


Publicado por verdenaranja @ 20:50  | Liturgia
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Palabras de Monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, Arzobispo de Oviedo, Presidente de la C.E. para la Vida Consagrada, para la Jornada Mundial de Vida Consagrada con el lema "Caminos de consagración" a celebrar el 2 de Febrero de 2010, publicadas en folleto recibido entre los materiales para su celebración.

Custodios de estelas

Los vemos caminar pausadamente, con una cadencia delicada y firme, con mochila en ristre y bastón de apoyo. Son los peregrinos que cada año pasean los diversos caminos que conducen a una meta singular: Santiago de Compostela. La  vida consagrada es también una peregrinación, que pone en marcha nuestra mejor pertenencia hacia el Tú que a cada uno ha convocado el Señor cuando pronunció con sus labios divinos nuestro nombre diciéndonos ¡ven!

El paso de los siglos ha ido dejando estelas en un camino que cruzó nuestra tierra, un camino que tenía como origen la búsqueda de la belleza y del bien que palpita en el corazón humano, y que ha hallado como respuesta a todas sus preguntas el encuentro con aquel Hombre Dios que no sólo nos dijo cuál era el camino sino que se puso a recorrerlo con nosotros. Cristo es Camino y caminante junto a cada uno de nosotros.

Entre los primeros testigos que Él llamó en la Palestina de entonces, algunos fueron luego enviados para que narrasen cuanto habían visto y oído. Aquellos primeros apóstoles, enviados, siguieron el mandado del Maestro y fueron hasta los confines de la tierra para anunciar una Buena Noticia portadora de la luz y la esperanza que Cristo mismo nos alumbró.

Santiago nos contó lo que escuchó en los labios del Maestro, quiso compartir su asombro agradecido al ver de mil modos la ternura y la misericordia de Dios que se hacía gesto liberador de tantas cautividades, y nos dejó plasmado en su predicación ese Evangelio que prendió en sus entrañas. Sus dificultades fueron no pocas en aquella Hispania romana que no se abría tan fácilmente a la novedad que el apóstol nos traía, pero dejó sembrada la palabra de Jesús, y nos repartió de tantas maneras su gracia, tanto, tanto, que al morir en Jerusalén irían los discípulos hispanos a recoger su cuerpo para traerlo hasta el finisterrae de sus andanzas apostólicas.

Desde entonces, tras el hallazgo milagroso que la tradición nos atestigua del cuerpo de Santiago en el Campus Stellae, Compostela, han sido muchos los que han querido hacer este camino, cuyo año jubilar estamos celebrando. Son muchas las estelas, tantas como estrellas, que nos han dejado el precioso testimonio del afán sincero de los romeros y peregrinos que han recorrido esta senda.

Compartimos con todos ellos la necesidad de salir de nosotros mismos, y poner hondura y verdad en tantas cosas que nos complican nuestro cotidiano caminar, haciendo torpe o mezquino lo que alguna vez hemos soñado como hermoso y grácil. Todas nuestras preguntas nos hacen peregrinos de una Verdad que tiene rostro y tiene nombre, y nos ponen en la andanza de un camino que tiene meta. Santiago peregrinó hasta aquí para darnos a Jesucristo, nosotros peregrinamos a Santiago para encontrarnos con Jesús el Señor.

Nuestra tierra se honra en el recuerdo de esta historia, y reconoce en las huellas que otros hombres y mujeres han dejado las señales iluminadoras que quieren orientar nuestros pasos de hoy y los que mañana recorreremos. El arte, la cultura, la hospitalidad, la vocación andariega y el sabernos peregrinos de lo mejor encuentran en este Camino de Santiago una senda que nos habla del hombre y que nos habla de Dios.

Y esto es lo que los santos fundadores han plasmado también con los charismas que, como estelas, Dios ha querido señalar. Son estelas que recuerdan palabras o gestos de Jesús, y que se confían a una familia religiosa como custodios de ese memorial evangélico. Los hombres y mujeres de una generación necesitan estas señales que representan los carismas de la vida consagrada. Somos caminantes y peregrinos, y recorriendo las sendas de la vida el Señor nos constituye en portadores y portavoces de una santa tensión, por la que, teniéndole a Él como origen y como destino de nuestra andadura, recordamos a los hermanos que este camino tiene meta.

@ Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

Presidente de la C.E. para la Vida Consagrada


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Lunes, 25 de enero de 2010

ZENIT   publica intervención pronunciada el 10 de diciembre de 2009 por monseñor Michael Banach, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas e Instituciones Especializadas en Viena, con ocasión de la decimotercera sesión de la Conferencia general de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (UNIDO).

Señor presidente,

la delegación de la Santa Sede desea añadir su propia voz al coro de las felicitaciones a usted y a los demás miembros del Bureau que han sido elegidos a principios de esta semana. Nuestras felicitaciones van también al Dr. Kandeh Yumkella porque ha sido nombrado nuevamente director general de la Organización para el Desarrollo Industrial de las Naciones Unidas (UNIDO). Estoy seguro de que él consolidará el trend positivo de la evolución de la organización y le dará un ulterior desarrollo.

En su Mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz del 2009, el Papa Benedicto XVI escribió: “combatir la pobreza implica considerar atentamente el fenómeno complejo de la globalización. Esta consideración es importante ya desde el punto de vista metodológico, pues invita a tener en cuenta el fruto de las investigaciones realizadas por los economistas y sociólogos sobre tantos aspectos de la pobreza. Pero la referencia a la globalización debería abarcar también la dimensión espiritual y moral... De todos modos, es verdad que cualquier forma de pobreza no asumida libremente tiene su raíz en la falta de respeto por la dignidad trascendente de la persona humana. Cuando no se considera al hombre en su vocación integral, y no se respetan las exigencias de una verdadera ecología humana, se desencadenan también dinámicas perversas de pobreza, como se pone claramente de manifiesto en algunos ámbitos”.

Estas palabras describen bien cuál es el centro de esta Decimotercera Conferencia que ofrece la ocasión para reflexionar sobre los progresos realizados en las tres áreas prioritarias de la UNIDO, es decir, la reducción de la pobreza a través de actividades productivas, la creación de la capacidad comercial, el medio ambiente y la energía. Mi delegación está interesada en los resultados de la Decimotercera Conferencia General porque la Santa Sede siempre ha reconocido la centralidad de la persona humana en la solicitud por un desarrollo equitativo, accesible y sostenible.

El respeto por la dignidad y por la libertad de toda persona interesada por los programas de desarrollo debe ser la fuerza impulsora de nuestra obra. De hecho, la Iglesia católica siempre ha subrayado que es necesario un equilibrio entre desarrollo social y económico-industrial. El debate sobre el desarrollo industrial revela que ninguna persona o ningún grupo vive aislado. Lo que afecta a uno afecta a los demás. Mi delegación cree que los beneficios de la discusión de las cuestiones y de la proposición de soluciones para superar los obstáculos que desafían al desarrollo sostenible se sentirán en cada lugar del mundo.

En esta idea de solidaridad humana no podemos perder de vista la necesidad de una administración responsable que requiere atención al bien común, que va más allá de los intereses individuales limitados a todos los niveles.

La administración responsable y la solidaridad humana auténtica están dirigidas a las tres áreas prioritarias y deben permanecer como punto de partida en el debate sobre el acceso al desarrollo industrial. Los efectos del cambio climático, la cuestión de los recursos hídricos y de la seguridad alimentaria, la movilización de los recursos energéticos y el turismo sostenible deben estar unidos a los debates sobre sanidad, educación, alimentación, política habitacional y seguridad.

Al hablar de seguridad es importante recordar que la energía es central para obtener objetivos sostenibles de desarrollo. Con casi dos mil millones de personas aún privadas del acceso a la electricidad en el mundo, y un número aún más alto de personas que usan biomasas tradicionales, mejorar el acceso a servicios energéticos seguros, al alcance de todos u con bajo impacto medioambiental es un importante desafío con el fin de erradicar la pobreza. Es también urgente transformar los sistemas globales de energía porque las modalidades actuales están causando grave daño a la salud humana, al clima de la tierra y a los sistemas ecológicos de los que depende toda la vida, y porque el acceso a los servicios energéticos seguros y limpios es un requisito previo vital para aliviar la pobreza. Aunque la cantidad absoluta del uso de la energía renovable mundial haya aumentado de modo significativo, el porcentaje de las energías renovables en la oferta primaria total de energía a nivel mundial ha aumentado sólo marginalmente en las últimas tres décadas. Algunas tecnologías energéticas renovables son ya maduras y económicamente competitivas, pero el desarrollo de las energías renovables sigue siendo una necesidad humana, ecológica, económica y estratégica y debería ser una prioridad en los proyectos públicos de investigación.

En consideración a los progresos realizados durante estos debates, la Santa Sede desea afirmar, una vez más, que prestar simplemente ayuda, por muy laudable y necesario que sea, no es suficiente para tratar todos los aspectos de la solidaridad humana que deben ser ofrecidos a los necesitados. Las naciones deben cooperar para una eficacia renovada y mayor de las estructuras internacionales en esferas como la economía, el comercio, el desarrollo industrial, las finanzas y la transferencia de tecnología.

¡Presidente!

Deseo asegurar a esta Asamblea el hecho de que la Iglesia católica continuará desarrollando y promoviendo en las áreas críticas programas específicos, que intentan mejorar la vida humana en algunas de las zonas más pobres y menos desarrolladas, y haciendo así contribuirá a mejorar ña vida de todos .

Mi delegación aplaude los progresos realizados en esta Conferencia General y espera las iniciativas futuras, que serán el próximo paso hacia la consecución de objetivos de un desarrollo equitativo, accesible y sostenible para todos.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]


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Homilía de la misión pronunciada por monseñor Antonio Marino, obispo auxiliar de La Plata (Capilla San Martín de Porres, Villa Catela, Ensenada, 18 de diciembre de 2009). (AICA)


“¡Vengan, hay lugar para todos
en la Casa de Dios!”
 

Queridos hermanos y hermanas, de esta comunidad de San Martín de Porres:

En la cercanía de la Navidad, este vecindario de Villa Catela recibe durante esta semana la visita de un grupo numeroso de seminaristas platenses, acompañados por sacerdotes formadores. En colaboración con las Hermanas Haydée e Isabel, han tomado a su cargo la más noble y la más hermosa de las tareas: anunciar a Jesucristo como el Salvador de los hombres.

Los misioneros han recorrido las calles y las casas de este barrio. Ellos saben que son enviados por el propio Jesús: “Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes” (Jn 20,21). Se sienten felices de anunciar el Evangelio, la Buena Noticia. Han venido a recordarles que Jesús es el Hijo eterno de Dios, que existía desde siempre como Dios igual al Padre. Para salvarnos del pecado y de la muerte eterna, se hizo hombre como nosotros en el seno purísimo de la Virgen María, por obra del Espíritu Santo. Y murió por nosotros y resucitó de la muerte al tercer día para darnos la gloria y la dignidad de ser hijos de Dios.

Acabamos de recorrer en procesión las calles de este barrio. Ha sido una manera de simbolizar que toda nuestra vida la debemos vivir como un camino hacia el Cielo. Es también el modo de seguir despertando las conciencias, de seguir llamando a los que están alejados de Jesús, de la Iglesia y de los sacramentos; de seguir invitando a los chicos y chicas que surcaban las calles con sus bicicletas, y a las personas que miraban desde la vereda o desde sus casas: “¡Vengan, hay lugar para todos en la Casa de Dios!”

Todos los bautizados debemos ser discípulos y misioneros de Jesús; lo que hemos recibido de Él como alumnos por medio de las enseñanzas de la Iglesia, debemos entregarlo a los demás como anunciantes, para que muchos otros sientan la alegría de ser cristianos, de pertenecer a la Iglesia Católica, la única fundada por el mismo Cristo.

Esta iniciativa misionera debe ser el comienzo para una renovación espiritual de este barrio. Debe ser un impulso para seguir creciendo. En Jesús, el Hijo de Dios nacido de la Virgen, se encuentra la respuesta verdadera a los problemas más serios que tenemos los hombres.

Él no desprecia a nadie y quiere recibir a todos. Es bueno con el pecador arrepentido, compasivo con el enfermo, con el pobre, con el que está triste; es misericordioso con el que se ha equivocado mucho, paciente con el débil. Él llama a cada cual por su nombre. A todos quiere perdonar, a todos quiere llevar por el camino verdadero de la felicidad verdadera. A todos trata con paciencia y amor. A todos llama a cambiar de vida y a convertirnos en hombres y mujeres de mucha fe, de mucha esperanza, de mucho amor.

Dentro de una semana estaremos celebrando la Navidad. Es la más enternecedora de las fiestas del Señor. Debemos prepararnos para recibir bien a Jesús, imitando a la Virgen y a San José. Cuando ellos llegaron a Belén, la Virgen estaba por dar a luz, y no encontraron un sitio para que Jesús naciera. Fueron entonces a refugiarse en un establo, y en pesebre, que es un lugar donde comen los animales, la Virgen recostó al Niño, envuelto en pañales.

Lo sucedido entonces, en la noche de la Navidad del Señor, se repite a lo largo de los siglos. El Señor Jesús quiere nacer espiritualmente en nuestras almas y no siempre encuentra sitio. Pero Él se complace en seguir naciendo en corazones bien dispuestos, aun en medio de nuestros problemas. Lo mismo que la Virgen María debemos confiar ciegamente en la Providencia de Dios y adorar con fe al Dios que nace en medio de nuestra pobreza, en medio de la oscuridad de la noche y del frío. Lo mismo que San José debemos ponernos a trabajar, limpiando el lugar del nacimiento y acomodando las pajas del pesebre de nuestro corazón.

Dios eligió a los pobres de este mundo como primeros destinatarios de su mensaje de salvación y de paz. Eso eran María y José; eso eran los pastores de Belén: pobres y privilegiados al mismo tiempo. Aun careciendo de bienes, tenían al Niño Jesús, el Salvador de todos los hombres de la historia, el regalo más grande que Dios Padre podía entregarnos. Tenían la única riqueza verdadera.

Si los hombres tuviéramos todos los bienes de este mundo y no tuviéramos a Jesús con nosotros, de nada valdrían todos nuestros bienes, pues carecerían de sentido. Pero si lo tenemos a Jesús con nosotros y le hablamos como a un amigo, aunque nos faltaran todos los bienes y estuviéramos en la indigencia y en la pobreza, nuestra vida estaría llena de esperanza y de riqueza.

Queridos hermanos y hermanas, el Señor nos llama a la conversión. Los sacerdotes estamos al servicio de ustedes. Las Hermanas de esta comunidad, los seminaristas que los visitan, quieren hacerles sentir la felicidad que hay en nuestro corazón cuando hacemos lugar para que nazca Cristo.

Hace unos años, en mis primeras visitas a esta comunidad, los fieles pedían con insistencia, de palabra y por escrito, una atención pastoral más estable. El Padre del cielo que es el dueño del campo de la Iglesia, los ha escuchado. Desde hace un tiempo, dos religiosas consagran aquí sus vidas y transcurren su tiempo en la alabanza divina, en la catequesis y en otros servicios pastorales. Los primeros frutos son manifiestos y deseo agradecerles. El P. Julio Britos les asegura la Santa Misa semanal. Además, como todos podemos ver, el lugar se ha transformado, ¡y cuánto!, aun manteniendo características de sencillez y sobriedad, y se ha convertido en un lugar de culto muy digno, del que pueden sentirse orgullosos. Vuelvo a agradecer a la arquitecta Diana Maggi por el desinterés con que prestó sus servicios.

Ustedes ven a muchos jóvenes seminaristas, que están aquí presentes. Es una alegría verlos juntos, y ustedes pueden pensar que son muchos. Pero nuestra arquidiócesis tiene muchos lugares sin suficiente atención pastoral o bien donde esta presencia es casi nula. Esto nos recuerda el pedido que hacía Jesús: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha” (Lc 10,2).

A todos les deseo una feliz Navidad, a todos les dejo mi bendición. 

Mons. Antonio Marino, obispo auxiliar de La Plata


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Mensaje de monseñor Marcelo Palentini, obispo de Jujuy y de monseñor Pedro Olmedo Rivero, obispo de Humahuaca
para la Navidad. (
AICA)

Navidad 2009 

LA LUZ BRILLÓ EN LAS TINIEBLAS A LOS QUE LA RECIBE LE HACE HIJOS DE DIOS, DE LA LUZ, DEL DÍA, DE LA VIDA… 

Una vez más nos preparamos para celebrar el Misterio del Amor, la ternura, la bondad y cariño del Dios que despojándose de su categoría divina se hizo Historia, rostro humano y cercano. Poniendo su carpa entre nosotros, mezclándose con nuestra naturaleza humana, “metiéndose en el barro”. Todo esto por el SI libre y consciente e María.

Para iluminar la oscuridad de la historia y de los hombres: “La luz brilló en las tinieblas”. Al aparecer el Emanuel (Dios con nosotros) para que el que crea en Él y lo acepte en su corazón pueda ser y vivir en la libertad de los Hijos de Dios, y no ser esclavo de nada ni de nadie, ni vivir en el temor ni en la desesperación, sino en la esperanza de que camina con nosotros y que somos portadores y herederos de las promesas.

Para los que creemos en Él y para todos los hombres de buena voluntad la celebración de la navidad nos invita cambiar las tinieblas en luz:

Donde haya violencias verbal y física, ser constructores de paz, de diálogo.

Donde se atropelle a la persona por su condición, su origen, o pensamiento distinto… poner la luz del respeto, el amor y la aceptación.

Donde la vida se vea despreciada o atropellada en todas sus formas: del no nacido, del niño, del anciano, por la violencia delictiva, la droga, luchar por la vida.

Donde haya hermanos excluidos, sobrantes, descartables, luchar por políticas públicas más justas, universales y equitativas para generar inclusión.

Donde existan situaciones dramáticas y escandalosas de pobreza, no ser indiferentes y acostumbrarse a ello, sino buscar una distribución más justa y equitativa de los bienes, generar fuentes de trabajo.

Donde exista corrupción, poner la luz de la transparencia, la participación, el servicio y compromiso ciudadano.

Donde el liderazgo y el poder se aprovechen en beneficio propio, entender y utilizar el poder como servicio al prójimo, al bien común, a los más débiles, respaldado con el testimonio y la coherencia de vida.

Donde el individualismo, la indiferencia, la insensibilidad ante la pobreza, el sufrimiento y los problemas del otro, poner la luz de la cercanía, del compromiso y la solidaridad.

Donde exista la ausencia de Dios, de lo trascendente, llenarlo con el anuncio de la buena Nueva de la vida del Evangelio.

Consciente que para el creyente nada de lo humano nos tiene que resultar extraño y que sin Dios en nuestros corazones y en nuestras vidas y en nuestros asuntos, andaremos desamparados, angustiados. Queremos como seguidores de Jesús y Pastores de su Pueblo peregrino en nuestra Provincia, ser portadores de BUENA NOTICIA, de esperanza, de justicia y de Paz y no profetas de desventura (DA 30).

Esperando que la celebración del Misterio de la cercanía de Dios a nosotros nos ayude a buscar la verdadera paz y felicidad que es fruto de la justicia, la libertad, la verdad y el amor.

Sus hermanos y Pastores.

Mons. Marcelo Palentini, obispo de Jujuy

Mons. Pedro Olmedo Rivero, obispo de Humahuaca

 

 


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Texto bíblico al tema del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)


Texto bíblico: Lc 24

El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Al llegar, se encontraron con que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida. Entraron, pero no encontraron el cuerpo de Jesús, el Señor. Estaban aún desconcertadas ante el caso, cuando se les presentaron dos hombres vestidos con ropas resplandecientes que, al ver cómo las mujeres se postraban rostro en tierra llenas de miedo, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recordad que él os habló de esto cuando aún estaba en Galilea. Ya os dijo entonces que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores y que iban a crucificarlo, pero que resucitaría al tercer día.

Ellas recordaron, en efecto, las palabras de Jesús y, regresando del sepulcro, llevaron la noticia a los Once y a todos los demás. Así pues, fueron María Magdalena, Juana, María la madre de Santiago, y las otras que estaban con ellas, quienes comunicaron a los apóstoles lo que había pasado. Pero a los apóstoles les pareció todo esto una locura y no las creyeron.

Pedro, sin embargo, se decidió, y echó a correr hacia el sepulcro. Al inclinarse a mirar, sólo vio los lienzos; así que regresó a casa lleno de asombro por lo que había sucedido.

Ese mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llamada Emaús, distante unos once kilómetros de Jerusalén. Mientras iban hablando de los recientes acontecimientos, conversando y discutiendo entre ellos, Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar a su lado. Pero tenían los ojos tan ofuscados, que no lo reconocieron. Entonces Jesús les preguntó: ¿Qué es eso que discutís mientras vais de camino? Se detuvieron con el semblante ensombrecido, y uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: Seguramente tú eres el único en toda Jerusalén que no se ha enterado de lo que ha pasado allí estos días. Él preguntó: ¿Pues qué ha pasado? Le dijeron: Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de nuestros sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Nosotros teníamos la esperanza de que él iba a ser el libertador de Israel, pero ya han pasado tres días desde que sucedió todo esto. Verdad es que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro y, al no encontrar su cuerpo, volvieron diciendo que también se les habían aparecido unos ángeles y les habían dicho que él está vivo. Algunos de los nuestros acudieron después al sepulcro y lo encontraron todo tal y como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron.

Jesús, entonces, les dijo: ¡Qué lentos sois para comprender y cuánto os cuesta creer lo dicho por los profetas! ¿No tenía que sufrir el Mesías todo esto antes de ser glorificado? Y, empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó cada uno de los pasajes de las Escrituras que se referían a él mismo. Cuando llegaron a la aldea adonde se dirigían, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le dijeron, insistiendo mucho: Quédate con nosotros, porque atardece ya y la noche se echa encima. Él entró y se quedó con ellos. Luego, cuando se sentaron juntos a la mesa, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En aquel momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron; pero él desapareció de su vista.

Entonces se dijeron el uno al otro: ¿No nos ardía ya el corazón cuando conversábamos con él por el camino y nos explicaba las Escrituras? En el mismo instante emprendieron el camino de regreso a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a todos los demás, que les dijeron: Es cierto que el Señor ha resucitado y que se ha aparecido a Simón. Ellos, por su parte, contaron también lo que les había sucedido en el camino y cómo habían reconocido a Jesús cuando partía el pan.

Todavía estaban hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: ¡La paz sea con vosotros! Sorprendidos y muy asustados, creían estar viendo un fantasma. Pero Jesús les dijo: ¿Por qué os asustáis y por qué dudáis tanto en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo. Tocadme y miradme. Los fantasmas no tienen carne ni huesos, como veis que yo tengo.

Al decir esto, les mostró las manos y los pies. Pero, aunque estaban llenos de alegría, no se lo acababan de creer a causa del asombro. Así que Jesús les preguntó: ¿Tenéis aquí algo que comer? Le ofrecieron un trozo de pescado asado, que él tomó y comió en presencia de todos. Luego les dijo: Cuando aún estaba con vosotros, ya os advertí que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos.

Entonces abrió su mente para que comprendieran el sentido de las Escrituras. Y añadió: Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y también que en su nombre se ha de proclamar a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión y de perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de todas estas cosas. Mirad, yo voy a enviaros el don prometido por mi Padre. Quedaos aquí, en Jerusalén, hasta que recibáis la fuerza que viene de Dios.

Más tarde, Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta las cercanías de Betania. Allí, levantando las manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén llenos de alegría. Y estaban constantemente en el Templo bendiciendo a Dios.

(BTI, Biblia Traducción Interconfesional)


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Contexto ecuménico de Escocia  publicado en folleto de Materiales para Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)

El contexto ecuménico de Escocia

De 1910 a 2010

El movimiento ecuménico moderno nació en la Conferencia de Edimburgo en 1910. ¿Por qué precisamente Edimburgo? Escocia, desde un punto de vista intelectual y cultural, tenía una fuerte tradición internacional remontándose a las misiones célticas. Grandes teólogos y responsables de la Iglesia escocesa fomentaron esta apertura al mundo. A eso vino a asociarse en el siglo XIX una preocupación misionera importante del protestantismo escocés que, además del aspecto evangelizador, contemplaba una reforma de la expansión económica del Imperio británico. Este compromiso en la misión incitó a las Iglesias a aportar directamente su apoyo a una Conferencia misionera mundial, más que dejar el cuidado a los organismos misioneros. Por fin, la Iglesia y la sociedad escocesa cruzaban un tiempo de rápidos cambios que fomentaban las Iglesias a una mayor apertura.

En 2000, John Pobee (Ghana) viajó a Escocia donde incitó a los responsables cristianos a celebrar el centenario de 1910. Los años siguientes, un círculo cada vez más extenso de pensadores y de protagonistas de la misión han reconocido el inmenso potencial de 2010; una colaboración en la acción era pues necesaria. En 2005, un encuentro internacional que se celebró en Edimburgo, permitió definir temas claves para la misión del siglo XXI. Entre éstos: los fundamentos de la misión; la misión en un contexto interreligioso; la misión y sus relaciones con el postmodernismo y el poder; las formas de compromiso misionero; la formación teológica; las comunidades cristianas contemporáneas; la misión y la unidad y la espiritualidad de la misión.

Las manifestaciones se celebrarán del 2 al 6 de junio de 2010 en Edimburgo, lugar de convergencia elegido para la celebración de este aniversario. La coordinación de Edimburgo 2010 está garantizada a través del sitio internet www.edinburgh2010.org.

Los años intermedios

Desde 1940 hasta hoy, la situación ecuménica de Escocia se ha desarrollado alrededor de tres hilos directores distintos.

La investigación teológica

Basta con mencionar el informe anglicano/presbiteriano de 1956 (habitualmente llamado Informe de los obispos), los 30 años aproximadamente de Conversaciones multilaterales (1967-1994) en los cuales seis Iglesias de Escocia se comprometieron, o también la Iniciativa de las Iglesias escocesas para la unidad de los cristianos (SCIFU - 1996-2003) para darse cuenta que se abordó un gran número de temas doctrinales. Eso nos condujo a una mejor comprensión de nuestras distintas tradiciones y al descubrimiento creciente que entre nuestras Iglesias existe un extenso acuerdo teológico. El hecho de que esto no haya conducido a un proceso de unión al cual todos se podrían adherir, no depende tanto de cualquier antagonismo entre las Iglesias sino de la toma de conciencia que la unidad va más allá de la creación de un gran proyecto. Nos hizo reconocer que la unidad es posible en la diferencia.

La colaboración concreta

A nivel nacional, los años cincuenta vieron nacer dos organizaciones que fueron una poderosa fuente de dinamismo y proyectos. A principios de los años sesenta, este impulso se concretó en la creación del Scottish Churches House (Casa de las Iglesias escocesas) en Dunblane, un centro de conferencias y de retiros, “un lugar administrado conjuntamente por las Iglesias, donde comenzaron a crecer juntas al servicio de Escocia”. En 1962 se ha creado el Scottish Churches Council (Consejo de las Iglesias escocesas), constituido en su mayoría de Iglesias no católicas y de una serie de grupos y organizaciones ecuménicas. Se realizaron un gran número de actividades a nivel nacional -por ejemplo los cursos de Cuaresma, la acción para los jóvenes, el trabajo misionero en la sociedad- que nació un poco por todas partes en Escocia la aparición rápida de consejos de Iglesias locales que colaborarron en la oración y la acción comunes. En 1986, un curso de Cuaresma organizado en todo Reino Unido fue el catalizador que hizo nacer de nuevos “instrumentos de unidad” entre los cuales figuraba por primera vez la Iglesia Católica. Así nació la Action for Churches Together in Scotland (Compromiso común de las Iglesias en Escocia) (en inglés ACTS), que se creó en 1990.

La voz profética

El tercer hilo conductor es el que las Iglesias tienen como más difícil de integrar en su vida. Con todo, sin él, el ecumenismo perdería su carácter incisivo. Mientras que las Iglesias se acercaban unas a otras, el ecumenismo tuvo una dimensión profética. En el trabajo de Christian Aid se reflejaban la expresión concreta de la compasión por los muertos de hambre de este mundo, y también las palabras proféticas de protesta en favor de la justicia en el mundo. La Comunidad de Iona, siempre muy empeñada en el ecumenismo, no ha dudado en desafiar abiertamente a las Iglesias y al mundo con respecto a su desunión y la injusticia. Se consideraron algunos momentos como proféticos, por ejemplo en 1982 donde, en su visita a Escocia, el Papa Juan Pablo II declaraba: “Hagamos juntos este peregrinaje, mano a mano”.

En estos últimos años, el ecumenismo ha ampliado su campo de acción al contexto interreligioso y al testimonio cristiano en una sociedad cada vez más secularizada y más multicultural. La experiencia ecuménica en Escocia nos mostró que para responder a este reto, estos tres hilos conductores deben mantenerse juntos. No podemos hacer una elección entre ellos ya que sólo cuando obran recíprocamente el uno con el otro entonces podemos hablar de teología, de colaboración y de la voz profética que está en el corazón del proyecto ecuménico.

Los tartanes son uno de los tesoros de Escocia. El hábito quiere que cada modelo corresponda a un “clan” o a una familia particular pero los tartanes se benefician de una tradición viva, y numerosos modelos siguen dibujándose según los distintos objetivos y organizaciones. Poseen un color básico sobre el cual se aplican algunas líneas horizontales y verticales. Nuestro color básico es el texto citado que ofrece un panorama general de la situación ecuménica en Escocia. En los apartados que siguen, presentamos una serie de líneas horizontales y verticales que permiten hacerse una idea ciertamente no exhaustiva del modo por el cual las Iglesias se comprometen unas y otras, y más generalmente con la sociedad.

Líneas horizontales: la búsqueda de la unidad entre las Iglesias

Comisión doctrinal mixta de la Iglesia de Escocia y de la Iglesia Católica

Este diálogo bilateral resultó rico en bendiciones. El más reciente documento que publicó, “Bautismo: católico y reformado”, ofrece una síntesis de los progresos realizados en la comprensión del bautismo común pero invita igualmente a proseguir la reflexión sobre las implicaciones para la misión de la Iglesia hoy. La Comisión Mixta es un ejemplo positivo de diálogo teológico ecuménico y muestra a la vez personas e instituciones verdaderamente dispuestas a escucharse mutuamente. Esta Comisión Mixta estudia actualmente la cuestión de la purificación de las memorias así como la doctrina de la justificación.

La raya EMU

Con la Iniciativa de las Iglesias escocesas para la Unión, tres confesiones se comprometieron a buscar métodos que les permitían trabajar, servir y dar testimonio juntas. Así comenzaron las conversaciones del EMU. Dos veces al año, los representantes de la Iglesia Episcopal Escocesa, de la Iglesia Metodista y de la Iglesia Reformada Unida se reúnen para encontrar maneras de realizar juntas a nivel nacional y local las acciones que no es necesario emprender separadamente. Se alegran cuando sus responsables se preguntan y encuentran medios que hacen crecer la cooperación, por ejemplo en el ámbito de la educación y de la formación. El EMU constituye una reciente red de relaciones y posee un fuerte potencial dinámico.

Desarrollar las relaciones con minorías étnicas cristianas

En 2007 las Iglesias de Escocia celebraron el Bicentenario de la abolición de la esclavitud. Este acontecimiento ha servido de catalizador en el desarrollo de relaciones más estrechas entre las Iglesias tradicionales y las minorías étnicas cristianas hoy en gran número creciente en Escocia. El Scottish Churches Racial Justice Group (Grupo de las Iglesias escocesas para la justicia racial) cuenta ahora con representantes de Iglesias de África y de Comunidades cristianas de Asia. Las propias minorías étnicas cristianas formaron un organismo destinado a desarrollar las relaciones entre ellas, con las Iglesias tradicionales y con ACTS.

Rayas verticales: Las Iglesias se comprometen en la sociedad escocesa

Las Iglesias y el Parlamento

La Mesa parlamentaria de las Iglesias escocesas (en inglés SCPO) es el fruto del compromiso de las Iglesias en el proceso que condujo a la creación del Parlamento escocés. Aunque podían trabajar juntas sobre este tema, las Iglesias constituyeron el SCPO para poder comprometerse lo más eficazmente posible con el Parlamento y el Gobierno escoceses, no para establecer una línea de partido sino para garantizar que un intercambio tiene lugar y que se oyera la voz de las Iglesias. Es claro que ganamos en eficacia cuando podemos hablar por unanimidad de nuestra visión del bien común en Escocia pero allá donde nuestras voces son diferentes, nosotros somos honestos y nos expresamos abiertamente.

Las Iglesias y la “Conversación nacional”

Líderes/representantes de doce Iglesias de Escocia aceptaron la invitación del Gobierno escocés de participar en una “conversación nacional” sobre las elecciones pendientes para el futuro de Escocia. El grupo publicó la siguiente declaración:

“Reconocemos que la Iglesia está en camino, como lo está nuestra nación; todos haremos lo posible para llegar a la fase que sentimos deber alcanzar. Sin embargo deseamos que nuestra vida común en Escocia, tanto como Iglesia y también como nación y comunidades, tenga lugar en el respeto a ciertos valores cristianos. Aspiramos a:

— una nación modelada por los principios del amor de Dios y de todos los seres humanos;
— una nación promotora de la dignidad y la justicia para todos;
— una nación que fomenta la fidelidad en las relaciones personales y comunitarias;
— una nación solidaria, que tenga la preocupación por los más débiles y abandonados;
— una sociedad en la cual la voz de cada uno puede oírse;
— un pueblo menos interesado en su propio bienestar cuanto por el de los otros;
— una nación esforzándose en buscar la excelencia y en la cual cada uno puede conocer la vida en toda su plenitud;
— una nación alegrándose de la notable contribución de los que están construyendo la nueva Escocia;
— un estado que se haga promotor del bienestar de todos sus ciudadanos sin menosprecio de los límites de su autoridad.

Para nosotros, estos valores se arraigan en Jesucristo y han señalado claramente Escocia a lo largo de su historia; allá donde se viven estos valores y son practicados, observamos que encuentran una resonancia en los fieles de otras religiones y en las personas sin religión.

Pastores de calle

La misión de los Pastores de calle es una iniciativa que existe ahora en toda Escocia. Equipos de Pastores de calle de las Iglesias locales, benévolas y especialmente formadas al efecto, están disponibles desde la tarde hasta la noche en los centros-ciudad para aconsejar y ofrecer un apoyo concreto a todos los que pasan. “Queremos ir al encuentro de las personas, hablar con ellas y comprometernos frente a ellas a través de una escucha, un apoyo y una ayuda concreta. Eso puede significar acompañar a una muchacha hasta parar un taxi de noche, tranquilizar a alguien que se siente amenazado o escuchar a los que necesitan saber que alguien se interesa por ellos”, declara James Duce del City Church d’Aberdeen, primera ciudad escocesa que ha puesto en marcha el programa de los Pastores de calle.


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Domingo, 24 de enero de 2010

Mensaje de monseñor Baldomero Carlos Martini, obispo de San Justo, para la Navidad. (AICA)
(diciembre de 2009)



“UN NIÑO QUE RECLAMA NUESTRO AMOR"
          

¡“Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído”!(Hc 4,20))

Queridos hermanos y hermanas: Vivimos con gozo la Natividad y les deseo inmensa alegría, mucho amor y  la paz del corazón, que nos haga a todos,  instrumentos de amor y de paz , para hacer juntos una fiesta  de Dios  y del hombre.

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.. y habrá una paz sin fin.”(Is9,1-6)

Un Dios que se hace niño y un niño en quién se revela Dios , porque este niño es Dios y reclama nuestro amor.

Dios que es grande, eligió  el camino de la pequeñez, de la humildad y de la pobreza para hacerse cercano, manifestarnos su ternura y salvarnos del orgullo del pecado, que nos hace creernos muchas veces, grandes y  ricos ,  poderoso y soberbios.

El Evangelio  nos lleva a descubrir y a vivir, que la Navidad es Cristo, el Emmanuel, Dios con nosotros , quien nos trae el amor del Padre y nos muestra el camino de la bondad y de la paz.

“ No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el Pueblo: Hoy en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto  en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 1-14)
 

1. DIOS SE INCLINA UN LA NUBE DE LA MISERIA DE UN NIÑO SIN POSADA.

  Haciendo mías las palabras del Santo Padre en la Navidad,  les ruego recibirlas con un corazón abierto: “ Dios se inclina. El inclinarse de Dios, asumió un realismo inaudito y antes inimaginable. Dios se inclina. Él baja como un niño hasta la miseria de un establo, símbolo de toda necesidad  y de todo estado de abandono de los hombres. Dios baja realmente. Se hace niño y se pone en la condición de dependencia total, propia de un ser humano recién nacido. El Creador que tiene todo en sus manos, del que todos dependemos, se hace pequeño y necesitado del amor humano. Dios está en la nube de la miseria de un niño sin posada” (B XVI)

¡Hasta donde llega el amor de Dios!. Necesitamos abrir los ojos del corazón ante el pesebre, para ver a Dios en un establo maloliente, como lo es en gran parte la realidad que vivimos y también experimentemos que la eternidad entró en el tiempo para que el tiempo y todo lo nuestro, tome dimensiones de eternidad y su profundo sentido y significado.
 

2. EL ANUNCIO DE LA NAVIDAD ESTÁ DESTINADO A TODOS LOS HOMBRES .

Nos  enseña Benedicto XVI : “Jesús ha nacido para todos y como María lo ofreció en Belén, a los  humildes pastores, en este día, la Iglesia lo presenta a toda la humanidad, para que en cada persona y situación, se sienta el poder de la gracia salvadora de Dios, la única que puede transformar el mal en bien, la única que puede cambiar el corazón del hombre y convertirlo en un “oasis” de paz”

Mis hermanos y hermanas, abrámosle la puertas del corazón, de la familia y de esta pobre realidad argentina, a este Niño que es la luz que disipa las tinieblas de adentro y  las de afuera.

“Ahora nos dice ese Dios que se hizo niño. Ya no pueden tener miedo de mi, ya solo pueden amarme.” Soy un niño que pueden tomarme en sus brazos y me dejo amar.
 

3. NOS ACERCAMOS AL NIÑO, PARA SER SORPRENDIDOS POR TANTO AMOR.

En este Niño se nos acerca el Dios que es Amor. Tocados por este amor se nos abre un horizonte nuevo  y un camino de amor para  sanar lo que el egoísmo  corrompe y hace morir .

Los hombres  de hoy necesitamos ser sacudidos en lo profundo, para que descubramos como enseña el Papa :” En cada niño hay un reflejo del Niño de Belén. Cada niño reclama nuestro amor .Por tanto en esta Nochebuena pensemos de modo particular también en los niños a los que se les niega el amor de los padres, en los niños de la calle que no tienen el don de un hogar, en los niños que son utilizados como instrumentos de violencia en lugar de ser portadores de reconciliación y de paz; en los niños heridos en lo más profundo de su alma, por medio de la industria de la pornografía y todas las demás formas abominables de abuso”

Pensemos en los niños de nuestra realidad a quienes se le niega el derecho de nacer o que viven en algunas de estas situaciones, especialmente, de los que deambulan en calles y circulan en  ciertos  lugares, a merced de posibles abusos por un poco de comida y con el aval de sus madres. Todo lo que hiere a un niño hiere al Niño Dios. No repitamos la historia de Herodes.
 

4.   SER UN PUEBLO ELEGIDO Y LLENO DE CELO EN LA PRÁCTICA DEL BIEN

“El niño de Belén, nos recuerda el  Santo Padre, es un nuevo llamamiento que se nos dirige a hacer todo lo posible con el fin de que termine la tribulación de esto niños; a hacer todo lo posible para que la Luz de Belén toque el corazón de los hombres. Sólo si los hombres cambiamos, cambia el mundo”. En cada niño, el Niño Dios nos interpela y nos pide jugarnos por ellos que son tan débiles y desprotegidos.

“El pueblo que caminaba en las tinieblas, ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad,  ha brillado una luz”(Is.9,1)“La Gracia de Dios...se ha manifestado. Ella nos enseña  a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza...(Tito2,11-14)
 

5. MARÍA CONSERVABA ESTAS COSAS Y LAS MEDITABA EN SU CORAZÓN

 En sus brazos, María contempla al Niño: “ Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”(Jn 1,14),  lo ofreció a los pastores, que se acercaron humildes y pequeños y nos lo entrega a nosotros y nos dice “hagan todo lo que El les diga” (Jn2,5).

La Iglesia , y la Iglesia somos todos los cristianos, lo presenta , lo anuncia , lo comunica como una Buena Noticia a toda la humanidad , para que encuentre su rumbo , se edifique en el amor y alcance así, su meta  , Él es el Señor de la vida y de la Historia. Es el Hombre nuevo que hace nuevas todas las cosas y nos hace entrar en su misterio de amor.

La Eucaristía  que convoca , celebra y envía,  nos hace encontrarnos hoy con la ternura de este Niño que es Dios quien amó hasta el extremo de la Cruz  “y es el mismo ayer y hoy y para siempre.”(Hb 13,8) No hay Navidad sin Cristo y sin los hermanos, sin Dios y el hombre.

Les deseo una santa y  dichosa Navidad  cristiana, con un amor especial a los menos amados. En el Niño Dios, los bendigo de corazón y que tengan todos un Año Nuevo, sano, santo y  feliz.
 

¡DIOS ES AMOR!


Mons. Baldomero Carlos Martini, obispo de San Justo


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Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio". (AICA)
(20 de diciembre de 2009)
 

“¡Dichosa Tú que has creído!”  

San Lucas 1, 39-45

Estamos ante un relato tan simple, tan breve, tan rico, tan profundo ¡y con tantos elementos! La presencia del Señor, la presencia de Jesús, engendrado por el Padre en el seno virginal de María. Que fue concebida sin mancha del pecado original en atención a su maternidad divina. Que el Hijo de Dios se nutre de la sangre de María. Que acompaña a la Virgen la figura del Patriarca San José. Y que Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, quiere estar con nosotros para enseñarnos el camino, para fortalecernos en nuestro andar, para levantarnos de nuestras caídas, para sacarnos el peso tremendo del pecado.

Este Niño, en este pesebre que nos prepara, es el altar donde va a consumar la redención. Cristo, el Niño que nace, este Niño Dios que nos ha sido dado, esta Palabra que fue pronunciada en silencio y en silencio debe ser escuchada, el Verbo que se hizo carne, este Niño nos trae la Salvación.

La Iglesia, en Navidad, repite el misterio: la presencia del Niño Dios, el Niño Jesús, ¡el Redentor que viene a iluminar nuestras oscuridades; que viene a hacernos ver en nuestras cegueras; que viene a fortalecer nuestros corazones débiles, enfermos y vacilantes!

Este Niño viene a devolvernos la dignidad en lo humano y a enaltecer nuestra vida cristiana. Porque la presencia de Cristo en nuestra vida ¡tiene una fuerza tal que nosotros no podemos estar distraídos! Tenemos que estar atentos y presentar a Jesús, para que nazca en nuestro pesebre personal, en nuestro corazón que necesitamos sea fortalecido.

Necesitamos que se nos ilumine la mente para que podamos volver a pensar y pensar bien. ¡Quien piensa bien, hace el bien!, ¡quien piensa mal, se equivoca en la respuesta! No podemos vivir desorientados. ¡Cuánta gente vive sin sentido! Y porque vive sin sentido, vaga sin sentido, destruye sin sentido a los demás, porque está destruido interiormente.

Pensemos en los excesos de la bebida; pensemos en la droga; pensemos en la violencia; pensemos en la indiferencia; pensemos en la corrupción. ¡Pensemos en tantas otras cosas van debilitando el tejido social y el tejido de nuestra querida Iglesia!

Pidamos al Señor que en esta Nochebuena y en esta Navidad podamos recibirlo como merece. Y, al festejar y celebrar, al reunirnos con los demás y con los que están solos –porque nadie puede quedar solo esa noche y ese día- sepamos por qué nos reunimos. ¿Y saben por qué nos reunimos? ¡Porque nace el Hijo de Dios y surge de nuevo la esperanza!

¡Feliz Nochebuena!

¡Feliz Navidad!

Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús 


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Mensaje que ha enviado Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (16 de mayo de 2010), con el tema "El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra".

El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra

Queridos Hermanos y Hermanas,

El tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales - "El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra" - se inserta muy apropiadamente en el camino del Año Sacerdotal, y pone en primer plano la reflexión sobre un ámbito pastoral vasto y delicado como es el de la comunicación y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra. Las comunidades eclesiales, han incorporado desde hace tiempo los nuevos medios de comunicación como instrumentos ordinarios de expresión y de contacto con el propio territorio, instaurado en muchos casos formas de diálogo aún de mayor alcance. Su reciente y amplia difusión, así como su notable influencia, hacen cada vez más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal.

La tarea primaria del sacerdote es la de anunciar a Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, y comunicar la multiforme gracia divina que nos salva mediante los Sacramentos. La Iglesia, convocada por la Palabra, es signo e instrumento de la comunión que Dios establece con el hombre y que cada sacerdote está llamado a edificar en Él y con Él. En esto reside la altísima dignidad y belleza de la misión sacerdotal, en la que se opera de manera privilegiada lo que afirma el apóstol Pablo: "Dice la Escritura: 'Nadie que cree en Él quedará defraudado'... Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará". Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo si no creen en Él? ¿Cómo van a creer si no oyen hablar de Él? ¿Y cómo van a oír sin alguien que les predique? ¿Y cómo van a predicar si no los envían?" (Rm 10,11.13-15).

Las vías de comunicación abiertas por las conquistas tecnológicas se han convertido en un instrumento indispensable para responder adecuadamente a estas preguntas, que surgen en un contexto de grandes cambios culturales, que se notan especialmente en el mundo juvenil. En verdad el mundo digital, ofreciendo medios que permiten una capacidad de expresión casi ilimitada, abre importantes perspectivas y actualiza la exhortación paulina: "¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!" (1 Co 9,16). Así pues, con la difusión de esos medios, la responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz. A este respecto, el sacerdote se encuentra como al inicio de una "nueva historia", porque en la medida en que estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y cuanto más se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto más se verá llamado a ocuparse pastoralmente de este campo, multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios al servicio de la Palabra.

Sin embargo, la creciente multimedialidad y la gran variedad de funciones que hay en la comunicación, pueden comportar el riesgo de un uso dictado sobre todo por la mera exigencia de hacerse presentes, considerando internet solamente, y de manera errónea, como un espacio que debe ocuparse. Por el contrario, se pide a los presbíteros la capacidad de participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, para ejercer su papel de animadores de comunidades que se expresan cada vez más a través de las muchas "voces" surgidas en el mundo digital. Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis.

El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia mediante estos modernos medios de comunicación, y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo. Para ello, ha de unir el uso oportuno y competente de tales medios - adquirido también en el período de formación - con una sólida preparación teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por su constante diálogo con el Señor. En el contacto con el mundo digital, el presbítero debe trasparentar, más que la mano de un simple usuario de los medios, su corazón de consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral que le es propio, sino al continuo flujo comunicativo de la "red".

También en el mundo digital, se debe poner de manifiesto que la solicitud amorosa de Dios en Cristo por nosotros no es algo del pasado, ni el resultado de teorías eruditas, sino una realidad muy concreta y actual. En efecto, la pastoral en el mundo digital debe mostrar a las personas de nuestro tiempo y a la humanidad desorientada de hoy que "Dios está cerca; que en Cristo todos nos pertenecemos mutuamente" (Discurso a la Curia romana para el intercambio de felicitaciones navideñas, 22 diciembre 2009).

¿Quién mejor que un hombre de Dios puede desarrollar y poner en práctica, a través de la propia competencia en el campo de los nuevos medios digitales, una pastoral que haga vivo y actual a Dios en la realidad de hoy? ¿Quién mejor que él para presentar la sabiduría religiosa del pasado como una riqueza a la que recurrir para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro? Quien trabaja como consagrado en los medios, tiene la tarea de allanar el camino a nuevos encuentros, asegurando siempre la calidad del contacto humano y la atención a las personas y a sus auténticas necesidades espirituales. Le corresponde ofrecer a quienes viven éste nuestro tiempo "digital" los signos necesarios para reconocer al Señor; darles la oportunidad de educarse para la espera y la esperanza, y de acercarse a la Palabra de Dios que salva y favorece el desarrollo humano integral. La Palabra podrá así navegar mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del ciberespacio, y afirmar el derecho de ciudadanía de Dios en cada época, para que Él pueda avanzar a través de las nuevas formas de comunicación por las calles de las ciudades y detenerse ante los umbrales de las casas y de los corazones y decir de nuevo: "Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye y me abre, entraré y cenaremos juntos" (Ap 3, 20).

En el Mensaje del año pasado animé a los responsables de los procesos comunicativos a promover una cultura de respeto por la dignidad y el valor de la persona humana. Ésta es una de las formas en que la Iglesia está llamada a ejercer una "diaconía de la cultura" en el "continente digital". Con el Evangelio en las manos y en el corazón, es necesario reafirmar que hemos de continuar preparando los caminos que conducen a la Palabra de Dios, sin descuidar una atención particular a quien está en actitud de búsqueda. Más aún, procurando mantener viva esa búsqueda como primer paso de la evangelización. Así, una pastoral en el mundo digital está llamada a tener en cuenta también a quienes no creen y desconfían, pero que llevan en el corazón los deseos de absoluto y de verdades perennes, pues esos medios permiten entrar en contacto con creyentes de cualquier religión, con no creyentes y con personas de todas las culturas. Así como el profeta Isaías llegó a imaginar una casa de oración para todos los pueblos (cf. Is 56,7), quizá sea posible imaginar que podamos abrir en la red un espacio - como el "patio de los gentiles" del Templo de Jerusalén - también a aquéllos para quienes Dios sigue siendo un desconocido.

El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en su dimensión más amplia, todo el mundo digital, representan un gran recurso para la humanidad en su conjunto y para cada persona en la singularidad de su ser, y un estímulo para el debate y el diálogo. Pero constituyen también una gran oportunidad para los creyentes. Ningún camino puede ni debe estar cerrado a quien, en el nombre de Cristo resucitado, se compromete a hacerse cada vez más prójimo del ser humano. Los nuevos medios, por tanto, ofrecen sobre todo a los presbíteros perspectivas pastorales siempre nuevas y sin fronteras, que lo invitan a valorar la dimensión universal de la Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos en el mundo actual de la vida renovada que surge de la escucha del Evangelio de Jesús, el Hijo eterno que ha habitado entre nosotros para salvarnos. No hay que olvidar, sin embargo, que la fecundidad del ministerio sacerdotal deriva sobre todo de Cristo, al que encontramos y escuchamos en la oración; al que anunciamos con la predicación y el testimonio de la vida; al que conocemos, amamos y celebramos en los sacramentos, sobre todo en el de la Santa Eucaristía y la Reconciliación.

Queridos sacerdotes, os renuevo la invitación a asumir con sabiduría las oportunidades específicas que ofrece la moderna comunicación. Que el Señor os convierta en apasionados anunciadores de la Buena Noticia, también en la nueva "ágora" que han dado a luz los nuevos medios de comunicación.

Con estos deseos, invoco sobre vosotros la protección de la Madre de Dios y del Santo Cura de Ars, y con afecto imparto a cada uno la Bendición Apostólica.

Vaticano, 24 de enero 2010, Fiesta de San Francisco de Sales.

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Libreria Editrice Vaticana]


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Textos, meditaciones y oraciones para el día octavo del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)


Día octavo: Testimoniar por la hospitalidad
“¿Tenéis aquí algo que comer?” (Lc 24,41)

Gn 18, 1-8  Voy a buscar algo de comer para que repongáis fuerzas
Sal 146 (145)       Hace justicia a los oprimidos y da pan a los que tienen hambre
Rm 14, 17-19       Busquemos con afán lo que contribuye a la paz y a la convivencia mutua
Lc 24, 41-48         Entonces abrió su mente para que comprendieran el sentido de las Escrituras

Comentario

Hoy, gracias a los medios de comunicación electrónica, todos estamos cercanos unos de otros en este planeta pequeño y superpoblado. Como en el tiempo de Lucas, numerosas son las personas y las comunidades que han tenido que abandonar sus casas y encontrar refugio en tierra extranjera. Nuestras comunidades han descubierto nuevas religiones y culturas extranjeras gracias a la llegada de fieles de las grandes religiones mundiales.

Durante la Semana de oración por la unidad de los cristianos, reconocemos en nuestro camino común hacia la unidad la hospitalidad y la fraternidad de los cristianos de todas las Iglesias. Cristo nos pide también acoger al extranjero y dejarnos acoger por él que es en adelante nuestro vecino. Queda claro que si no podemos ver a Cristo en el otro, entonces no podemos verlo de ninguna manera. La historia que se nos dice en el Génesis describe cómo Abraham recibió a Dios al abrir su casa y al ofrecer la hospitalidad a los extranjeros.

El Dios de toda la creación sostiene también al preso, al ciego y al extranjero. El salmo de hoy es una alabanza a Dios por su fidelidad eterna y por todo lo que hace por nosotros.

La carta a los Romanos nos recuerda que el Reino de Dios se realiza a través de la justicia, la paz y la alegría en el Espíritu Santo.

Cristo resucitado reúne a sus discípulos, come con ellos y lo reconocen. Les recuerda lo que las Escrituras decían de él y les explica lo que no habían comprendido hasta entonces. Así les libera de sus dudas y temores y los envía a dar testimonio de todo eso. Al crear este espacio de encuentro con él, les da recibir su paz, que implica la justicia para los oprimidos, la solicitud hacia los hambrientos, y el estímulo mutuo que son los dones del nuevo mundo de la resurrección. Como ellos, podemos encontrar a Cristo cuando nos ofrecemos a compartir nuestra vida y nuestros talentos.

Oración

Dios de amor, nos has mostrado tu hospitalidad en Cristo. Reconocemos que es compartiendo nuestros dones con los otros como te encontramos a ti. Danos la gracia de estar unidos cuando caminamos juntos y de reconocerte en cada uno de nosotros. Acogiendo al extranjero en tu nombre, haz que demos testimonio de tu hospitalidad y de tu justicia.

Cuestiones para la reflexión

1. ¿En qué medida el país donde vivimos se muestra acogedor hacia los extranjeros?

2. ¿Entre nosotros, cómo se acoge al extranjero? ¿Se le concede un espacio donde vivir?

3. ¿Cómo podemos manifestar la gratitud hacia los que supieron acogerlos mostrándose disponibles?

4. ¿Cómo la Cruz nos muestra que la hospitalidad de Dios es una hospitalidad vivida en el don total de sí?


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Comentario al Evangelio del domingo tercero del Tiempo Ordinario publicado en Diario de Avisos el domingo 24 de Enero de 2009 bajo el epígrafe DOMINGO CRISTIANO.

Dar la talla

Daniel Padilla

"Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír". Lo dijiste, Señor, ante toda la sinagoga de Naza­ret, que tenía los ojos fijos en ti. Y lo dijiste apropiándote un pasaje de Isaías al que diste lectura. Aquel que dice: "El Espíritu del Señor está sobre mí y me ha enviado para dar...". Me impresiona tu afirmación y tu contundencia. Pero me impresiona aún más que, no sólo en ese momento, sino en cada situación, en cada actitud y actuación tuya, se cumplían siempre las escrituras en ti. Tú mismo lo subrayaste en diferentes ocasiones. Por ejemplo, un día dijiste a los Apóstoles: "Muchos reyes y profetas desearon ver los que ustedes ven y oyen, y no pudieron". Como dando a entender que los profetas hicieron el anuncio acerca de ti como Mesías, pero quienes lo vieron fueron tus paisanos y contemporáneos. Otro día te referiste a tu palabra ya cercana: "Ha de cumplirse en mí toda escritura". Y, ya resucitado, alcanzando a aquéllos dos que se iban a Emaús, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicaste lo que se refería a ti en toda la escritura. Sí, fuiste realizando en todo momento lo anunciado. Incluso, en el momento de morir -es algo que de verdad conmueve-, para que se cumpliera la escritura, dijiste: "Tengo sed". También los apóstoles lo reconocieron así. Y de diferentes modos los resaltaron. Felipe, cuando encontró a Natanael , dijo: "Hemos encontrado a aquél de quien habló Moisés y los profe­tas: Jesús, el hijo de José de Nazaret". Y, cuando, formando ya iglesia, comiencen a predicar de Cristo resucitado, no sólo apoyarán su argumento en el hecho visi­ble de las apariciones, sino que añadirán con fuerza: "Resucitó según las escritu­ras". Los evangelistas, igualmente. Al narrar cualquier hecho, añadirán: "Según de él estaba escrito". O: "Para que se cumplieran las escrituras". Sin embargo, este actuar tuyo no quiere decir que fueras un autómata, que te dedicaras a copiar el diseño que los profetas hicie­ron de ti. A lo que tú te dedicaste es a "hacer la voluntad del Padre". Eso era tu alimento. Lo que hicieron, por tanto, los profetas es anticiparnos, por amabilidad de Dios, a través del túnel del tiempo, un retrato anticipado tuyo, el negativo que tú ibas a poner en positivo en la Nueva Alianza. El Nuevo Testamento lo que hace es llevar a la perfección en ti todos los vaticinios, rasgos y descripciones de la vieja Ley. San Agustín lo decía con fuerza: "La ley estaba preñada de Cristo". Hoy quiero quedarme ahí, Señor. Contem­plando tu ir y venir, observando que todo tu hablar y actuar fue un exacto cumpli­miento de la voluntad del Padre minucio­samente anunciada. Y, al contemplarte así, quiero pedirte, desde mi debilidad tambaleante, pero desde mi confianza en ti, que me ayudes a `hacer la voluntad del Padre así en la tierra como en el cielo". Que me hagas ver en la Escritura lo que quizá, de alguna manera, también de mí está escrito. Que tu palabra, por tanto, sea mi alimento. Para que se fortalezca mi voluntad y sepa ir caminando según el modelo y el borrador que Dios tiene tra­zado de mí en su mente divina. Y que todos mis pensamientos, palabras y obras, es decir, toda mi silueta, no se aleje demasiado del ideal que un día proyectó Dios, de mí, en su taller de Creador. Con otras palabras, ayúdame a dar la talla Para que también en mí, se cumpla toda escritura.


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S?bado, 23 de enero de 2010

Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el 4to. domingo de Adviento. (AICA)
(20 de diciembre de 2009)
 

“La Grandeza del pesebre” 

Estamos próximos a celebrar la noche buena. El gozo del nacimiento de Jesús, el Dios con nosotros. En este domingo vamos terminando el tiempo del adviento, la espera y la expectativa de los contemporáneos de Jesús en la llegada del Mesías. El texto del Evangelio (Lc. 1,39-45), nos propone la visitación en el que Isabel se llena de gozo por la visita de María embarazada: “Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno…”.

Sabemos que vamos transitando caminos exigentes. En nuestra vida cotidiana nos encontramos con muchas circunstancias complejas, inquietudes que no nos dejan discernir aquello que es importante. La Navidad, el nacimiento de Jesús en el pesebre, del Dios hecho hombre nos permite comprender “el lenguaje de Dios” y ubicarnos en aquello que es “central” para responder mejor a tantas urgencias que nos agobian.

En reflexiones anteriores subrayamos la necesidad de evaluarnos, o bien de realizar un examen de conciencia, hecho con humildad desde “la verdad” de nuestras vidas, también desde el respeto a la verdad en los otros, y como base para construir sólidamente en nuestra sociedad. Este camino de evaluación, o bien de “examen de conciencia” en este adviento que termina, y en el fin de año, tiene como efecto principal la posibilidad de “volver a Dios”, y ponerlo a Jesucristo en el centro de nuestras vidas. De alguna manera nos puede ayudar a que no seamos cristianos que vivimos con un pesebre sin “el Niño Jesús”.

La noche buena y la Navidad es una oportunidad que tenemos como cristianos y como discípulos de volver a tenerlo a Jesucristo, el Señor, su Persona, como Aquel a quien queremos seguir. Aparecida nos señala: “En el seguimiento de Jesucristo, aprendemos y practicamos las bienaventuranzas del Reino, el estilo de vida del mismo Jesucristo: su amor y obediencia filial al Padre, su compasión entrañable ante el dolor humano, su cercanía a los pobres y a los pequeños, su fidelidad a la misión encomendada, su amor servicial hasta el don de su vida. Hoy contemplamos a Jesucristo tal como nos lo transmiten los Evangelios para conocer lo que Él hizo y para discernir lo que nosotros debemos hacer en las actuales circunstancias” (139).

Es cierto que muchos celebran la Navidad y se olvidan del nacimiento de Jesús vaciándola en su contenido central. Pero aún así debemos señalar que nuestra gente tiene una gran religiosidad, y la mayoría somos cristianos. La Navidad es un tiempo oportuno para colocar a “Jesucristo, el Señor” en el centro de nuestras vidas y madurar la fe. En las capillas se multiplican los pesebres y las Misas navideñas. La fe necesita ser compartida, y requiere nuestro compromiso y búsqueda de comunión con otros hermanos que están en el mismo camino. El pesebre nos ayuda a convertirnos. Nos permite comprender aquello que necesitamos para ser amigos de Dios. Ante el pesebre descubrimos que para ingresar al camino que nos conduce a Dios debemos hacernos pequeños, y que la humildad es generadora de esperanza, en una sociedad excesivamente cargada de soberbia. Orando ante el pesebre comprendemos más profundamente la bienaventuranza: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los cielos” (Mt. 5,3).

Una de las dificultades para recuperar la centralidad de Jesucristo, es el creciente subjetivismo e individualismo de la fe. Cuando nos pasa esto es porque fuimos acomodando la fe a nuestro parecer, afectos y criterios. Es una tendencia muy fuerte el adecuar la Palabra de Dios a lo que nos parece, porque su propuesta es exigente, pero siempre es el camino que nos lleva a la verdadera felicidad.

Al finalizar esta reflexión próxima a la Navidad, no quiero dejar de tener especialmente presente a aquellos que padecen alguna forma de sufrimiento, a los que están presos, a los que padecen alguna enfermedad, o en la noche buena estarán en alguna sala de un hospital, a los que están solos, a los que tienen poco para comer. El Señor los considera sus privilegiados y a ellos especialmente los invita a su mesa. Nosotros como cristianos también los queremos tener presentes en nuestro corazón y oración.

¡Feliz Navidad y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas 


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Saludo que envió a sus fieles para la Navidad 2009 el obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Eduardo Lozano.
Gualeguaychú (Entre Ríos), 24 Dic. 09 (
AICA) 

     Era de noche en Belén. Mucha gente iba de un lado para el otro. Algunos vieron pasar a una mujer que estaba con los pies hinchados. Era bonita, muy bonita, cansada y bonita.

     Panzona y rítmica, le daba la mano a su esposo que también estaba cansado pero de su boca sólo salían palabras de aliento para la marcha.

     Esa mujer seguía caminando con los pies hinchados, la panza premiada de hijo, el esposo cercano bastón humano, y un aliento de vida divina rondando desde su vientre el mundo entero.

     Nada es tan cierto como que esta noche, Espíritu y Gloria mediante, nace un bebé eterno como su mensaje.

     Humano como sus dolores.
     Tierno como su Madre.
     Cercano en la marcha como su Padre.
     Signo de amor vivo.

     Y tan vivo como que hoy esperamos su llegada chiquita como siempre y desde siempre.

     Ese niño, arcilla en nuestras manos, encarnó un tiempo de intentos, ese principio para dar los primeros pasos en el amor hacia toda la humanidad.

     Hay parto de esta noche y los bebés cuando llegan, llegan. Y tenemos que estar preparados. A veces me pregunto si hace 2009 años hubiera tenido el coraje de hacerlo entrar en mi casa.

     Hoy sólo me atrevo a adorarlo con un corazón encendido de alegría y proclamarlo en cada gesto de mi propia vida.

     Espío su cuna y no puedo no amarlo.

     Conocemos parte de la historia pero su transcurrir en nuestras vidas depende de cada uno de nosotros.

     Compartamos este tiempo de intentos.
     Amemos su luz que no deja espacios para la oscuridad.
     Amor que cada año convierte el pesebre en cuna, “en milagro el barro”.
     ¡Nos ha nacido el Salvador!

     ¡Feliz Navidad!

Jorge Lozano

Obispo de Gualeguaychú


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Homilía de monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma para el tercer domingo de Adviento. (AICA)
(13 de diciembre de 2009)


Navidad y la Sociedad Argentina 

Todavía queda un inconsciente social de lo que es la Navidad… que haya paz… encuentro familiar… saludos y regalos de amistad… buena comida… Fiesta…

Pero, en muchos, falta lo principal de la fiesta: EL ENCUENTRO CON JESÚS.

Todo el mundo se está preparando para la Fiesta de Navidad… Seamos conscientes que una Navidad sin Cristo es como una nuez podrida. Por muy “sabroso” aspecto que tenga la cáscara, si al romperla encontramos su interior en mal estado, espontáneamente hacemos una mueca de desagrado. Una Navidad sin un encuentro con Jesús no es NAVIDAD, aunque en el almanaque así figure y será una fiesta falseada

Los que tenemos Fe en que Dios nos ama y por eso, nos ha enviado a su propio Hijo, nacido de mujer, la joven de Nazaret, preparemos cuidadosamente la Navidad 2009. Recuperemos la celebración navideña para gozar el plan salvador de Dios. Escuchemos su Palabra. El Evangelio de Jesús nos habla claro sobre qué tenemos que hacer para ser felices. Cómo nos tenemos que comportar entre nosotros para vivir de acuerdo al proyecto salvador. Nos orienta para que logremos las más íntimas y grandes aspiraciones del ser humano. Para que vivamos en armonía fraterna  transformados en hermanos de Jesús e hijos de Dios. Para que vivamos la alegría de la igualdad de familia de Dios. Para que, ciudadanos de esta Patria, demos signos de la Patria Celestial conforme al proyecto liberador integral del Dios de Jesucristo. En clave cristiana, Navidad es la Fiesta del amor, la Fiesta de la igualdad en un compartir fraternal. Seamos realistas ¿así será la Fiesta de Navidad en la Argentina de hoy?, ¿cómo se está preparando? Seamos sinceros… Abiertamente, en forma contraria al plan salvador de Dios al enviarnos a Jesús. Ante tanta desigualdad, injusticia, violencia, hambre, niñez abandonada en la calle, juventud destruida por el alcohol y la droga, adultos decepcionados por falta de trabajo y engañados por el juego, ancianos traicionados en sus ahorros, asoma una pregunta: ¿ dónde está Dios y su plan salvador? NO. La pregunta es ¿dónde están los creyentes en el Dios Jesucristo? ¿Dónde están los católicos en la Argentina de hoy? ¿Cómplices de los responsables de la Patria en ruinas? Ó ¿cooperadores de Dios en el plan salvador del Dios de Jesús? El mensaje bíblico es lapidario. Jesús que esperamos en Navidad convoca a construir una nueva historia en justicia y santidad. En Navidad de Jesús  se cantó la Gloria de Dios a tiempo que se comprometió a hombres y mujeres de buena voluntad a construir la PAZ. Mensaje  que encierra la voz de profetas de todos los tiempos que llaman a la tarea de combatir la avidez del rico, la iniquidad de quienes deben dictar leyes justas y no las dictan, el orgullo tiránico y dominador  de   gobernantes arrogantes, el vacío del Culto a Dios sin compromiso de un compartir generoso y efectivo con el que menos tiene.

Por eso, en la inmediatez del acontecimiento de Jesús nacido en Belén  la pregunta cristiana es ¿qué tenemos que hacer? El más grande y último de los profetas, Juan el Bautista responde en forma terminante: compartan. “El que tenga comida, compártala con quien no tenga nada para comer” Lucas 3,1-18.  El compartir produce igualdad de familia creando una sociedad comunitaria. Común-unidad  

Ante la Argentina partida en dos clases de ciudadanos: quienes tienen hasta un consumismo irritante y vergonzoso y quienes no tienen lo mínimo para consumir,  generador de violencia de todo tipo: violencia de dirigentes sin  reales políticas  de una real justicia social desde una sincera solidaridad; violencia criminal generada por la desesperación y drogadicción, al amparo del vil enriquecimiento con la extrema pobreza  ¿qué significa una auténtica celebración de Navidad 2009? Tomar el  compromiso, con suma urgencia, de formar chicas y muchachos en la dimensión social del Evangelio de Jesús, nacido en la pobreza de un pesebre. La Argentina necesita dirigentes honestos y servidores. De lo contrario, la sociedad argentina seguirá autodestruyéndose por la injusticia,  la violencia y  la droga.

Mons. Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma
([email protected]


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Reflexión de José Antonio Pagola para el domingo tercero del Tiempo Ordinario - c, 24 de Enero de 2010, enviada por la Delegaciòn Diocesana de Enseñanza de Tnerife.


EN LA MISMA DIRECCIÓN 

         Antes de comenzar a narrar la actividad de Jesús, Lucas quiere dejar muy claro a sus lectores cuál es la pasión que impulsa al Profeta de Galilea y cuál es la meta de toda su actuación. Los cristianos han de saber en qué dirección empuja a Jesús el Espíritu de Dios, pues seguirlo es precisamente caminar en su misma dirección.

         Lucas describe con todo detalle lo que hace Jesús en la sinagoga de su pueblo: se pone de pie, recibe el libro sagrado, busca él mismo un pasaje de Isaías, lee el texto, cierra el libro, lo devuelve y se sienta. Todos han de escuchar con atención las palabras escogidas por Jesús pues exponen la tarea a la que se siente  enviado por Dios.

         Sorprendentemente, el texto no habla de organizar una religión más perfecta o de implantar un culto más digno, sino de comunicar liberación, esperanza, luz y gracia a los más pobres y desgraciados. Esto es lo que lee. «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor ». Al terminar, les dice :«Hoy se cumple esta Escritura  que acabáis de oír».  

          El Espíritu de Dios está en Jesús enviándolo a los pobres, orientando toda su vida hacia los más necesitados, oprimidos y humillados. En esta dirección hemos de trabajar sus seguidores. Ésta es la orientación que Dios, encarnado en Jesús, quiere imprimir a la historia humana. Los últimos han de ser los primeros en conocer esa vida más digna, liberada y dichosa que Dios quiere ya desde ahora para todos sus hijos e hijas.

         No lo hemos de olvidar. La "opción por los pobres" no es un invento de unos teólogos del siglo veinte, ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la opción del Espíritu de Dios que anima la vida entera de Jesús, y que sus seguidores hemos de introducir en la historia humana. Lo decía Pablo VI : es un deber de la Iglesia "ayudar a que nazca la liberación...y hacer que sea total".

         No es posible vivir y anunciar a Jesucristo si no es desde la defensa de los últimos y la solidaridad con los excluidos. Si lo que hacemos y  proclamamos desde la Iglesia de Jesús no es captado como algo bueno y liberador por los que más sufren, ¿qué evangelio estamos predicando? ¿a qué Jesús estamos siguiendo? ¿qué espiritualidad estamos promoviendo? Dicho de manera clara: ¿qué impresión tenemos en la iglesia actual? ¿estamos caminando en la misma dirección que Jesús? 

José Antonio Pagola 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIA
24 de enero de 2009
3 Tiempo ordinario (B)

Lucas 1, 1-4; 4, 14-21


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Textos, meditaciones y oraciones para el día séptimo del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)



Día séptimo:         Dar testimonio por la esperanza y la caridad

“¿Por que os asustáis y por qué dudáis tanto en vuestro interior?”
(Lc 24,38)

Jb 19, 23-27         Yo mismo lo contemplaré
Sal 63 (62)  Mi alma tiene sed de Dios
Hch 3, 1-10 Te daré lo que poseo
Lc 24, 36-40         Los discípulos estaban sorprendidos y muy asustados 

Comentario

En su curso de vida y fe, todos los cristianos atraviesan momentos de duda. Cuando no llegan a reconocer la presencia de Cristo resucitado, el encuentro entre ellos puede a veces reforzar estas dudas más bien que reducirlas.

Los cristianos tienen el reto de seguir creyendo que, si no ven ni sienten la presencia de Dios, Dios está con ellos. Las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad les dan poder testimoniar que con la fe, pueden ir más allá de sus propias capacidades.

El personaje de Job nos ofrece el ejemplo del que tiene de afrontar duras tribulaciones y pruebas y que pide tener un apretado debate con Dios. A pesar de todo, en la fe y la esperanza estaba convencido de que Dios permanecería con él. Encontramos esta confianza y esta convicción en las acciones de Pedro y Juan durante el relato del minusválido que es relatado en los Hechos. Su fe en el nombre de Jesús les permite dar un poderoso testimonio delante de todas las personas presentes.

El salmo de hoy es una oración que refleja nuestra profunda aspiración en el amor inquebrantable de Dios.

Nuestro encuentro durante esta Semana de oración por la unidad de los cristianos ofrece a nuestras comunidades la posibilidad de crecer juntos en la fe, la esperanza y el amor. Damos prueba del amor inquebrantable de Dios para todos los seres humanos y de su fidelidad hacia la Iglesia una que estamos llamados a ser.

Cuanto más testimonio demos juntos, mucho mas fuerte será nuestro mensaje.

Oración

Dios de la esperanza, haznos descubrir el proyecto que tienes para tu Iglesia y haz que superemos nuestras dudas. Refuerza nuestra fe en tu presencia para que todos los que profesen su fe en ti puedan celebrarte juntos en espíritu y en verdad. Te pedimos especialmente por todos los que dudan actualmente o cuya vida se obscurece por el peligro o el miedo. Permanece con ellos y dales tu presencia que es consolación.

Cuestiones para la reflexión

1. ¿Cómo afrontamos nuestros propios miedos y dudas?

2. ¿En qué medida nuestro comportamiento puede ser fuente de temor o ansiedad para otros?

3. ¿En qué circunstancias afrontamos nuestros propios miedos y dudas y damos testimonio de fe en Cristo superando estas dificultades?

4. ¿Cómo las comunidades cristianas pueden fomentar unas y otras la fe y la esperanza?


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Viernes, 22 de enero de 2010

Mensaje de monseñor Carlos Humberto Malfa, obispo de Chascomús para la Navidad 2009. (AICA)


MENSAJE DE NAVIDAD 

“Del Verbo divino la Virgen preñada
viene de camino si le dais posada”
San Juan de la Cruz

 

Queridos hermanos y hermanas:

El siempre antiguo y siempre nuevo misterio de la Natividad pone ante nuestros  ojos una lógica totalmente nueva; lógica que siembra en nuestros corazones y nuestras entrañas esa extraña inquietud que despierta la admirable noticia de este día: ¡Dios se ha hecho hombre! ¡El rico se hace pobre! ¡El sabio se hace ignorante! ¡El todopoderoso se hace débil! ¡El glorioso que habita en el cielo se deja contener en la humildad de un pesebre! ¡Qué admirable intercambio entre el cielo y la tierra! Una Virgen da a luz a Aquel que los cielos no han podido contener: ¡qué escandalosa noticia para los hombres! El Evangelista Juan expresa poéticamente la belleza de esta realidad al decir: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (1, 14). El Apóstol Pablo afirmará con claridad: “se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres” (Fil 2, 7).

Esta verdad que resonó por primera vez en la noche de Belén, vuelve a resonar hoy. Esta gran noticia no nos puede dejar indiferentes, en ella encontramos la respuesta de Dios a todos los deseos de plenitud que inundan nuestro corazón. Cuánta dificultad encontramos para orientar nuestra vida, el profeta Jeremías se hace eco de esta experiencia: "Nada más tortuoso que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas" (Jr 17, 9-10). Realmente ¡somos un misterio aún para nosotros mismos! Pero en medio de la noche del sentido surgió una Luz ¡Dios se ha hecho hombre! El concilio Vaticano II ha dicho que “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado”(G.S. 22). Contemplemos al recién nacido, bajo el esplendor de su luz se irá esclareciendo en nuestra vida el proyecto amoroso del Padre, el único camino que puede colmar de plenitud y dicha nuestros corazones.

La Encarnación de Dios es esa nueva lógica que recapitula al hombre en su ser y su obrar, ella se nos propone como modelo de todo accionar humano: el poder es transfigurado por el servicio; la riqueza es desbordada por la pobreza; Dios es contenido por una joven virgen. De este modelo de existencia brota el ser del cristiano, que no puede pensarse ya al margen de la lógica de la Encarnación. Sólo es cristiano aquel que “cabe” en la medida de este admirable intercambio. Quizás la siempre antigua y siempre nueva invitación de las obras de misericordia nos recuerde este misterio:

el que tiene de comer, alimente al que sufre hambre;
el que tiene de beber, comparta con el sediento;
el que tiene hogar y casa, albergue a quien no tiene techo;
el que tiene compañía y amor, visite a los presos y solitarios;
el que goza de buena salud, atienda a quienes se han enfermado;
el que tiene con qué vestirse, comparta su ropa con los desnudos;
el que sabe, enseñe a quien no sabe;
el que acierta, oriente a quien se equivoca;
el que tiene alegría, irrádiela a los desesperados;
el que se sienta feliz, rece por los que no encuentran sentido.

Sólo de este modo, escandaloso para los superficiales y egoístas criterios del mundo, estaremos seguros de vivir en la entraña del cristianismo. Toda otra enseñanza empalidece ante este admirable intercambio que los hombres estamos llamados a vivir en la media que fue asumido en primer lugar por el Señor del cielo y de la tierra. ¿Cuándo aprenderemos que el poder no es para quedarse solitario en una cima de esplendor sino para inclinarse a servir a los débiles? ¿Cuándo comprenderemos que el dinero que no se comparte nos va encerrando en la estrechez de un corazón mezquino e individualista? ¿Cuándo asumiremos que si hasta la vida nos es regalada, todo lo que somos y tenemos es para regalarlo a manos llenas a los que “no son” ni tienen? Si Dios, que es Señor y Maestro, ya ha hecho este intercambio naciendo entre nosotros, hagámoslo también nosotros para llegar a ser como él (cf. Jn 13, 13-15; Ireneo de Lyon, Adversus haereses III, 19, 1=PG 7, 939s; III 18, 7=PG 937; IV 33, 4=PG 1074; V prólogo=PG 1120).

Este intercambio es un mensaje de alegría, porque viene a poner en su lugar los deseos del hombre desmedidos y desmadrados, salidos de cauce a causa del pecado. Es la alegría que impregna la celebración eucarística de este día y que es rescatada, de modo especial, por la liturgia de la palabra: “Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo y ellos se regocijan en tu presencia” (Is 9, 2, de la 1º lectura de la Misa de la Noche); Es la alegría de la Buena Noticia que nos trasmite el texto evangélico de la Navidad: “el Ángel les dijo (…) les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo” (Lc 2, 10, de la Misa de la Noche). Una alegría que, porque brota de Dios, puede plenificar el corazón, las acciones y los pensamientos de los hombres. Alegría de vivir en nosotros la vida de un Dios que ha querido vivir nuestra vida.

“Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño” (Lc. 2, 17) Con estas palabras, el evangelista Lucas, describe el recorrido de fe de los pastores de Belén. El itinerario comienza de rodillas frente al misterio del Niño Dios y  termina en el anuncio a todos de lo visto y oído. El admirable intercambio, suscita en ellos el impulso evangelizador. Se hacen portadores de la Buena Nueva: Dios se ha hecho hombre para que todo lo humano esté impregnado por la presencia de Dios. Nosotros también, movidos por la contemplación del Hijo de Dios y el Hijo de María, podemos y debemos asumir un compromiso efectivo para extender la lógica de la encarnación a todas las realidades temporales, especialmente a los márgenes de nuestro pueblo, de nuestra civilización, de nuestra cultura donde tantos hermanos nuestros esperan ser alcanzados por el amor de Dios que devuelve la dignidad y propicia la inclusión. La marginación y la pobreza; la desesperanza y  la soledad;  la ignorancia, el abandono y  la muerte; las búsquedas frustradas de plenitud y la incredulidad: esos son los pesebres donde el Señor nos espera y adonde, guiados por los ángeles, debemos dirigirnos.

San Juan de la Cruz, en esa admirable copla con la que he querido abrir este mensaje, lo dice bien: la Virgen trae en su preñez al Verbo de Dios: pero el Verbo sólo puede quedarse con nosotros si le damos posada: las obras de misericordia son esas posadas que se abren para acoger a los pequeños del reino, con ellos él se ha querido identificar, en ellos también quiso perpetuar su presencia. La caridad que se expresa en las obras de misericordia abre de par en par nuestra vida para recibir al Señor, porque cada cosa que hemos hecho  con el más pequeño de nuestros hermanos, lo hemos hecho al mismísimo Señor (cf. Mt. 25, 31-46).

“Vayamos a Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha anunciado (...) Los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido” (Lc 2, 15.17.20).

Dios se ha hecho hombre y se nos ha manifestado gratuitamente  en Belén. Y porque su amor se ha encontrado con nuestra libertad, y desde ahora ha comenzado a orientar nuestra vida y a llenar de plenitud nuestra existencia puedo desearles: ¡Feliz Navidad!  y bendecirlos de corazón en Cristo y María Santísima.

Mons. Carlos H. Malfa, obispo de Chascomús


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Mensaje de monseñor Andrés Stanovnik, arzobispo de Corrientes para la Navidad. (AICA)
(diciembre de 2009)


MENSAJE DE NAVIDAD 

La Navidad es una fiesta que despierta sentimientos de ternura, tiene un aire de familia y de regalos. Es una fiesta que nos hace sentir más buenos. Sin embargo, eso todavía no alcanza para que sea Navidad. Para que la Navidad sea, hay que dejarla ser lo que es y no hacerla a nuestro gusto. Esto nos cambia totalmente la perspectiva. En lugar de preocuparnos cómo la vamos a hacer, es decir, qué comprar, a quiénes invitar, a dónde ir, etc., deberíamos dejar que la Navidad “tenga lugar”, que acontezca, que sea lo que debe ser. Sólo así puede sorprendernos. Pero para eso hay que aprender a esperarla.

La cuestión es cómo. Les propongo que nos dejemos guiar por algunos expertos. En primer lugar, por María de Nazaret, “Tiernísima Madre de Dios y de los hombres” como la invocamos con mucho amor en la bella imagen de Nuestra Señora de Itatí. De ella sabemos que se sorprendió con el anuncio del Ángel (cf. Lc 1,29), que se dejó llevar por el Espíritu Santo (cf. Lc 1,35-38) y que luego “conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19). Ella nos enseña a esperar, a sorprendernos y a dejarnos conducir por Dios. Hay que saber resistir a la tentación del consumo y a la diversión compulsiva, para “hacer lugar” y estar atentos a la visita de Dios.

Consultemos otros especialistas en “hacer que la Navidad sea”: son los pastores y los sabios de Oriente. Entre ellos coinciden en la necesidad de darse tiempo y de vigilar para captar lo que es importante y distinguirlo de lo superfluo. Si no, las cosas insustanciales ocupan el lugar de las importantes y terminan asfixiando la vida. Es lo que le pasó a Herodes. En cambio, los pastores y los sabios, captaron la señal: un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre (cf. Lc 2,12; Mt 2,11). El misterio de la Navidad les cambió la vida. Unos, conmovidos, contaban lo que habían visto y todos los que escuchaban quedaban admirados (cf. Lc 2,17-18). Otros, después de ver al niño con María, su madre, lo adoraron y, cambiando el rumbo de sus vidas “se volvieron por otro camino” (cf. Mt 2,12).

Hay que detenerse y prestar cuidadosa atención a la señal de la Navidad: es tan pequeña y frágil, que nuestra insensata omnipotencia descuida y pasa por alto. Sin embargo, allí, en “la misericordiosa ternura de nuestro Dios” (Lc 1,78) está la fortaleza para no caer en la tentación. Dejemos que esa ternura nos toque el corazón y ablande las durezas que nos encierran en nosotros mismos, nos hacen insensibles a Dios y distraídos ante la indefensión y la pobreza que viven tantos hermanos nuestros. Para que esto no suceda, se necesita mucho más que una reunión, un brindis y algunos cohetes. Hagamos un lugar para Dios Niño en nuestro corazón y en la mesa familiar, en nuestra convivencia social y en el servicio de la función pública. Recemos juntos la oración “Tiernísima Madre”, repitámosla varias veces con intervalos de breves silencios, esperando que Dios nos visite con su ternura y nos dé “paciencia en la vida y fortaleza en las tentaciones”.

Llevemos la visita de Dios, representada en los signos de la Cruz de los Milagros y la Virgen de Itatí, a las instituciones y hogares que desean recibirla. Con este gesto misionero queremos celebrar la gracia del Centenario de nuestra Diócesis y, al mismo tiempo, abrirnos al Bicentenario del nacimiento de nuestra Patria, don que nos viene de Dios y que ponemos bajo la protección de María Santísima.

Feliz y santa Navidad para todos, y bendiciones para el Año Nuevo 2010.

Mons. Andrés Stanovnik OFMCap, arzobispo de Corrientes


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Mensaje de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, con motivo de la Navidad. (AICA)
 (diciembre de 2009)



mensaje de NAVIDAD 

Navidad es el comienzo de una Vida Nueva, es la certeza de que Dios no abandona al hombre, sino que viene a su encuentro en Jesucristo para ser su camino y hacerlo partícipe de su misma Vida. Este es el motivo profundo de la alegría y la esperanza con la que celebramos la Fiesta de Navidad. Tomar conciencia de la realidad de este camino de Dios es el comienzo de la vida cristiana. Esta presencia tiene un rostro concreto en la persona y la vida de Jesucristo, que se hace mensaje de vida, de amor y de paz para todos los hombres que quieran recibirlo.

Nuestra mirada se dirige en este día a Jesucristo, que nació en la humildad y el silencio para enseñarnos el camino de Dios. Pero no podemos dejar de mirar esa otra realidad tan cercana y dolorosa, con la que él ha querido identificarse y desde la cual nos interpela, que es la situación de muchos hermanos nuestros que viven en circunstancias de carencias materiales y espirituales. Ellos son los destinatarios preferidos del amor de Dios. Conocemos esas circunstancias y tal vez nos acostumbramos a que el mundo sea así. Se adormece nuestra conciencia y convivimos en un mundo que aparenta crecer y vive la sola expectativa de un consumo mayor, pero que deteriora y pisotea la dignidad de la imagen de Dios en el hombre.

Pienso en el drama de la pobreza, la desocupación y la marginalidad; en el flagelo de la droga y el aumento del juego; el clima de inseguridad y el desprecio por la vida; el negocio de la prostitución que avanza sobre la adolescencia en nuestros barrios y no encuentra una suficiente reacción moral en la comunidad. Hay una cultura que se empobrece y en la cual viven nuestros niños, que se aíslan en un presente sin proyecto de futuro. Frente a este drama social y cultural ellos no encuentran en la sociedad la necesaria ejemplaridad ni el camino de una propuesta que les presente la grandeza y el sentido de una vida fundada sobre la solidez de la verdad y la solidaridad, sobre la vivencia del amor y la belleza y el compromiso con el bien y la paz. Navidad es un don de Dios, pero es también una tarea ofrecida a todos los hombres de buena voluntad.

Cuánta necesidad tiene el mundo de que se abra nuestro corazón y nos comprometamos a hacer realidad este Mensaje de Dios al hombre para elevarlo y desde él, recrear las condiciones de un mundo que esté a la altura de la dignidad del hombre. Dios llega al hombre a través del hombre. Qué bueno que seamos nosotros mensajes vivos de Navidad para nuestros hermanos. Deseándoles una feliz Noche Buena, reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor. 
 
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe


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ZENIT   publica el comentario al Evangelio del domingo, tercero del tiempo ordinario (Lucas 1,1-4; 4,14-21), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, arzobispo electo de Oviedo.  

Evangelio del domingo: Hoy, una Noticia Buena 

Lucas comienza su evangelio comunicando algo que es el corazón del Cristianismo: ha ocurrido un hecho, que no es una bella fábula, sino un acontecimiento. Hay testigos que lo han visto con sus ojos, lo han proclamado con sus labios. Se sitúa la escena en la sinagoga de Nazaret. Jesús, puesto en pie, lee una profecía especialmente querida y esperada por los fieles judíos: "el Espíritu del Señor está sobre mí, me ha ungido, me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los prisioneros la libertad y a los ciegos la vista..." (Lc 4,18). Una lectura más o menos conocida y deseada, pero lectura al fin. El suceso viene a continuación, cuando devuelve el libro y ante la mirada de "toda la sinagoga que tenía los ojos fijos en él" (Lc 4,20), les dice: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír" (Lc 4,21).

Toda la carga emotiva de aquella escena, estaba en ese adverbio: "hoy". Él decía: ya, hoy es tiempo de buenas noticias. Como cuando los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento de Jesús: "hoy os ha nacido un salvador" (Lc, 2,11), o como cuando Jesús encuentra a Zaqueo y le dice: "hoy ha entrado la salvación a esta casa" (Lc 19,1-10). O como cuando le dice al buen ladrón, Dimas: "yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lc 23,43). La catequesis de los primeros cristianos, la que hace Lucas con Teófilo, no consiste en contar cosas de Jesús sino la transmisión de una Palabra y una Presencia ¡vivas!

Sólo podremos entender a Jesús y alegrarnos de su anuncio, si éste nos trae una salvación real para nuestras prisiones, pobrezas y cegueras. Tendremos que reconocer, sin maquillaje ni ignorancias culpables, cuáles son las cosas que nos esclavizan, las que nos empobrecen y ciegan. Aguantar el tirón y el vértigo de que no todo es tan libre, ni tan autosuficiente, ni tan claro como nos creemos o nos hacen creer. Pero en el realismo de nuestras dificultades cotidianas, allí donde brotan los barrotes que esclavizan, los consumos que empobrecen nuestro corazón y la dignidad de los verdaderamente pobres, las oscuridades que nos ciegan, allí es donde somos convocados para escuchar el hoy de nuestra salvación, el hoy de nuestra libertad, de nuestra alegría y de nuestra luz. Somos llamados al abrazo de Dios en su hoy, y a prolongarlo desde nuestra comunidad cristiana, desde nuestro hogar, desde nuestro corazón, para que los cautivos de hoy, los pobres de hoy y los ciegos de hoy, puedan experimentar otra historia, otro "hoy" que sepa a buena noticia, a evangelio. Para que aquel "hoy" de hace dos mil años, nos sea tan actual, como presente está Dios entre nosotros.


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Textos, meditaciones y oraciones para el día sexto del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)


Día sexto:   Dar testimonio fiel según las Escrituras

“¿No nos ardía ya el corazón cuando conversábamos con él por el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lc 24,32)

Is 55, 10-11         La palabra que sale de mi boca no volverá a mí sin cumplir su cometido
Sal 119 (118), 17-40     Abre mis ojos para que vea las maravillas de tu ley
2 Tm 3, 14-17      Toda Escritura está inspirada por Dios
Lc 24, 28-35         Jesús explica las Escrituras a los discípulos 

Comentario

Los cristianos tienen el privilegio de descubrir la Palabra de Dios en la lectura de las Santas Escrituras y la celebración de los sacramentos. Por la escucha fiel a la proclamación de las Escrituras y la lectura fervorosa de los distintos libros de la Biblia, abren sus corazones y su espíritu para acoger la Palabra misma de Dios. Jesús prometió a sus discípulos que enviaría el Espíritu Santo para que comprendieran la Palabra de Dios y guiarlos hacia la verdad completa.

Desde un punto de vista histórico, los cristianos se dividieron tanto con respecto a la lectura como a la comprensión de la Palabra de Dios. A menudo han utilizado la Biblia para destacar su desacuerdo más que para buscar reconciliarse. Afortunadamente, gracias a las Santas Escrituras los cristianos recientemente se acercaron unos a otros en su búsqueda de la unidad. El estudio común de la Biblia pasó a ser uno de los principales medios de crecer juntos en la fe. Como cristianos, el camino que celebramos durante esta Semana de oración por 1a unidad de los cristianos es afianzada firmemente en nuestra escucha común de la Palabra de Dios, en nuestro esfuerzo para comprenderla y vivirla juntos.

El profeta Isaías nos recuerda que cuando se proclama con fuerza, la Palabra de Dios es verdaderamente eficaz. No vuelve de nuevo hacia Dios sin resultado sino que hace efectivo el objetivo para el cual Dios la envió. Encontramos este mismo mensaje en las palabras dirigidas a Timoteo, cuando es invitado a creer en la eficacia de las Escrituras que son, para los fieles, un instrumento para hacer el bien. El salmo alaba las palabras y las disposiciones del Señor y nos ayuda en nuestro discernimiento para que amemos la Ley sagrada.

Durante esta Semana de oración por 1a unidad de los cristianos, oramos para que todos los cristianos puedan penetrar más profundamente el misterio de la maravillosa revelación divina tal como se nos muestra en las Santas Escrituras. Suplicamos que el Espíritu Santo nos ayude a comprender mejor la Palabra de Dios y orientarnos en nuestro camino común en la fe, hasta que estemos reunidos de nuevo alrededor de la única mesa del Señor.

Oración

Oh Dios, alabamos y agradecemos tu Palabra que nos salva y que las Santas Escrituras nos ofrecen. Te agradecemos también compartir tu Palabra y descubrir la abundancia de tu amor en los hermanos y hermanas. Te pedimos nos concedas la luz del Espíritu Santo para que tu Palabra nos guíe y oriente nuestros pasos en nuestra búsqueda de una mayor unidad.

Cuestiones para la reflexión

1. ¿Cuáles son los pasajes de la Escritura que, para nosotros, son los más significativos?

2. ¿Quién o qué hace nacer una ardiente pasión por el Evangelio y el deseo de testimoniar a Cristo?

3. ¿Qué pasajes de las Escrituras nos ayudan a comprender mejor el testimonio de los otros cristianos?

4. ¿A vuestro modo de ver, cómo las Iglesias podrían utilizar las Escrituras de manera más eficaz en sus vidas y en su oración diaria?


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Jueves, 21 de enero de 2010

ZENIT   nos ofrece una extensa nota del portavoz vaticano, padre Federico Lombardi, sobre las reacciones suscitadas por la firma, por parte del Papa, del decreto de reconocimiento de las virtudes heroicas de Pío XII, el pasado sábado 19 de diciembre de 2009.

 

NOTA DE P. FEDERICO LOMBARDI, S.I.
PARA RADIO VATICANO
SOBRE LA FIRMA POR PARTE DEL PAPA
DEL DECRETO SOBRE LAS "VIRTUDES HEROICAS"
DEL SIERVO DE DIOS PÍO XII 

La firma por parte del Papa del decreto "sobre las virtudes heroicas" de Pío XII ha suscitado un cierto número de reacciones en el mundo judío, probablemente porque se trata de una firma cuyo significado está claro en el ámbito de la Iglesia católica y de los que “conocen los interiores”, y puede necesitar algunas explicaciones para un público más amplio, en particular el judío, comprensiblemente muy sensible a todo lo que tiene que ver con el periodo histórico de la segunda guerra mundial y del Holocausto.

Cuando el Papa firma un decreto "sobre las virtudes heroicas" de un Siervo de Dios, es decir de una persona de la que se ha comenzado la causa de beatificación, confirma la valoración positiva que la Congregación para las Causas de los Santos ha ya votado – tras un examen atento de los escritos y de los testimonios – sobre el hecho de que el candidato ha vivido de modo eminente las virtudes cristianas y manifestado su fe, su esperanza y su caridad en grado superior a lo que se espera normalmente de los fieles. Por eso puede ser propuesto como modelo de vida cristiana al pueblo de Dios. Naturalmente se tienen en cuenta en esta valoración las circunstancias en las que la persona ha vivido, por lo que es necesario un examen desde el punto de vista histórico, pero la valoración se refiere esencialmente al testimonio de vida cristiana dado por la persona (su intensa relación con Dios y la continua búsqueda de la perfección evangélica – como decía el Papa el pasado sñabado en su discurso a la Congregación para las Causas de los Santos), y no la valoración de la importancia histórica de todas sus decisiones operativas.

También una eventual beatificación sucesiva se coloca en la misma línea, de proponer al pueblo de Dios – con el ulterior consuelo del signo de las gracias extraordinarias dadas por Dios por intercesión del Siervo de Dios – un modelo de vida cristiana eminente. Con ocasión de la beatificación de Juan XXIII y de Pío IX, Juan Pablo II afirmaba: "La santidad vive en la historia y cada santo no se sustrae a los límites y condicionamientos propios de nuestra humnaidad. Beatificando a un hijo suyo, la Iglesia no celebra particulares opciones históricas realizadas por él, sino que más bien lo señala para la imitación y la veneración por sus virtudes en alabanza de la gracia divina que resplandece en ellas" (3.9.2000).

Esto no pretende en absoluto limitar la discusión sobre las elecciones concretas llevadas a cabo por Pío XII en la situación en la que se encontraba. Por su parte, la Iglesia afirma que se realizaron con la pura intención de proceder lo mejor posible al servicio de altísima y dramática responsabilidad del Pontífice. En todo caso, la atención y la preocupación de Pío XII por la suerte de los judíos – cosa que ciertamente es relevante para la valoración de sus virtudes – están ampliamente atestiguadas y reconocidas también por muchos judíos.

Queda por tanto abierta también en el futuro la búsqueda y la valoración de los historiadores en su campo específico. Y en el caso concreto se comprende la petición de tener abiertas todas las posibilidades de investigación de los documentos. Ya Pablo VI había querido favorecer rápidamente esta investigación con la publicación de los volúmenes de las Actas y Documentos. Para la apertura completa de los archivos – como ser ha dicho muchas veces – es necesario proveer a la ordenación y a la catalogación de una masa enorme de documentos, que requiere un tiempo técnico aún de algunos años.

En cuanto al hecho de que los decretos sobre las virtudes heroicas del Papa Juan Pablo II y de Pío XII hayan sido promulgadas el mismo día, esto no significa un “emparejamiento” de ambas Causas de ahora en adelante. Las dos Causas son del todo independientes y seguirán cada una su propio recorrido. No hay por tanto ningún motivo para hipotizar sobre una eventual beatificación contemporánea.

Finalmente, las disposiciones de gran amistad y respeto del Papa Benedicto XVI hacia el pueblo judío han sido ya atestiguadas muchísimas veces y encuentran en su propio trabajo teológico un testimonio innegable. Está claro por tanto que la reciente firma del decreto no debe de ningún modo leerse como un acto hostil contra el pueblo judío y se augura que no se considere como un obstáculo en el camino del dialogo entre el judaísmo y la Iglesia católica. Se augura al contrario que la próxima visita del Papa a la Sinagoga de Roma sea ocasión para reafirmar y reforzar con gran cordialidad estos vínculos de amistad y estima.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]


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ZENIT nos ofrece las palabras del Papa el miércoles 23 de diciembre de 2009, durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro con los peregrinos procedentes de todo el mundo.

Queridos hermanos y hermanas,

con la Novena de Navidad que estamos celebrando en estos días, la Iglesia nos invita a vivir de modo intenso y profundo la preparación del Nacimiento del Salvador, ya inminente. El deseo, que todos llevamos en el corazón, es que la próxima fiesta de Navidad nos de, en medio de la actividad frenética de nuestros días, serena y profunda alegría para hacernos tocar con la mano la bondad de nuestro Dios e infundirnos nuevos ánimos.

Para comprender mejor el significado de la Navidad del Señor quisiera hacer una breve referencia al origen histórico de esta solemnidad. De hecho, el Año litúrgico de la Iglesia no se desarrolló inicialmente partiendo del nacimiento de Cristo, sino de la fe en la resurrección. Por eso la fiesta más antigua de la cristiandad no es la Navidad, sino la Pascua; la resurrección de Cristo funda la fe cristiana, está en la base del anuncio del Evangelio y hace nacer a la Iglesia. Por tanto ser cristianos significa vivir de forma pascual, implicándonos en el dinamismo originado por el Bautismo que lleva a morir al pecado para vivir con Dios (cfr Rm 6,4).

El primero que afirmó con claridad que Jesús nació el 25 de diciembre fue Hipólito de Roma, en su comentario del Libro del profeta Daniel, escrito hacia el 204. Algún exegeta observa, además, que ese día se celebraba la Dedicación del Templo de Jerusalén, instituido por Judas Macabeo en el 164 antes de Cristo. La coincidencia de fechas vendría entonces a significar que con Jesús, aparecido como luz de Dios en la noche, se realiza verdaderamente la consagración del templo, el Adviento de Dios sobre esta tierra.

En la cristiandad la fiesta de Navidad asumió una forma definida en el siglo IV siglo, cuando esta tomó el sitio de la fiesta romana del "Sol invictus", el sol invencible; se puso así en evidencia que el nacimiento de Cristo es la victoria de la verdadera luz sobre las tinieblas del mal y del pecado. Con todo, la particular e intensa atmósfera espiritual que circunda la Navidad se desarrolló en el Medioevo, gracias a san Francisco de Asís, que estaba profundamente enamorado del hombre Jesús, del Dios-con-nosotros. Su primer biógrafo, Tomás de Celano, en la Vita seconda narra que san Francisco “Por encima de las demás solemnidades, celebraba con inefable premura la Navidad del Niño Jesús, y llamaba fiesta de las fiestas el día en que Dios, hecho un niño pequeño, había mamado de un seno humano” (Fonti Francescane, n. 199, p. 492). De esta particular devoción al misterio de la Encarnación tuvo origen la famosa celebración de la Navidad en Greccio. Esta, probablemente, le fue inspirada a san Francisco por su peregrinación a Tierra Santa y por el pesebre de Santa María la Mayor en Roma. Lo que animaba al Pobrecillo de Asís era el deseo de experimentar de forma concreta, viva y actual la humilde grandeza del acontecimiento del nacimiento del Niño Jesús y de comunicar su alegría a todos.

En la primera biografía, Tomás de Celano habla de la noche del belén de Greccio de una forma viva y conmovedora, ofreciendo una contribución decisiva a la difusión de la tradición navideña más hermosa, la del belén. La noche de Greccio, de hecho, ha devuelto a la cristiandad la intensidad y la belleza de la fiesta de la Navidad, y ha educado al Pueblo de Dios a aprehender su mensaje más auténtico, su calor particular, y a amar y adorar la humanidad de Cristo. Este particular acercamiento a la Navidad ha ofrecido a la fe cristiana una nueva dimensión. La Pascua había concentrado la atención sobre el poder de Dios que vence a la muerte, inaugura una nueva vida y enseña a esperar en el mundo que vendrá. Con san Francisco y su belén se ponían en evidencia el amor inerme de Dios, su humildad y su benignidad, que en la Encarnación del Verbo se manifiesta a los hombres para enseñar una forma nueva de vivir y de amar.

Celano narra que, en esa noche de Navidad, le fue concedida a Francisco la gracia de una visión maravillosa. Vio yacer inmóvil en el pesebre a un niño pequeño, que se despertó el sueño precisamente por la cercanía de Francisco. Y añade: “Esta visión no era contraria a los hechos, pues, por obra de su gracia que actuaba por medio de su santo siervo Francisco, el niño Jesús fue resucitado en el corazón de muchos, que le habían olvidado, y se marcó profundamente en su memoria amorosa” (Vita prima, op. cit., n. 86, p. 307). Este cuadro describe con mucha precisión cómo la fe viva y el amor de Francisco por la humanidad de Cristo se han transmitido a la fiesta cristiana de la Navidad: el descubrimiento de que Dios se revela en los tiernos miembros del Niño Jesús. Gracias a san Francisco, el pueblo cristiano ha podido percibir que en Navidad Dios verdaderamente se ha convertido en el “Enmanuel", el Dios-con-nosotros, del que no nos separa barrera ni lejanía alguna. En ese Niño, Dios se ha hecho tan próximo a cada uno de nosotros, tan cercano, que podemos tratarle de tu y mantener con él una relación confiada de profundo afecto, como lo hacemos con un recién nacido.

En ese Niño, de hecho, se manifiesta el Dios-Amor: Dios viene sin armas, sin la fuerza, porque no pretende conquistar, por así decirlo, desde fuera, sino que quiere más bien ser acogido por el hombre en libertad; Dios se hace Niño inerme para vencer la soberbia, la violencia, el ansia de poseer del hombre. En Jesús Dios asumió esta condición pobre y desarmada para vencer con el amor y conducirnos a nuestra verdadera identidad. No debemos olvidar que el título más grande de Jesucristo es precisamente el de “Hijo”, Hijo de Dios; la dignidad divina se indica con un término que prolonga la referencia a la humilde condición del pesebre de Belén, aún correspondiendo de manera única a su divinidad, que es la divinidad del “Hijo”.

Su condición de Niño nos indica además cómo podemos encontrar a Dios y gozar de su presencia. Es a la luz de la Navidad como podemos comprender las palabras de Jesús: “Si no os convertís y os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 18,3). Quien no ha entendido el misterio de la Navidad no ha entendido el elemento decisivo de la existencia cristiana. Quien no acoge a Jesús con corazón de niño, no puede entrar en el reino de los cielos; esto es lo que Francisco quiso recordar a la cristiandad de su tiempo y de todos los tiempos hasta hoy. Oremos al Padre para que conceda a nuestro corazón esa simplicidad que reconoce en el Niño al Señor, precisamente como hizo Francisco en Greccio. Entonces nos podría suceder también a nosotros lo que Tomás de Celano – refiriéndose a la experiencia de los pastores en la Noche Santa (cfr Lc 2,20) – narra a propósito de cuantos estuvieron presentes en el acontecimiento de Greccio: "cada uno volvió a su casa lleno de inefable alegría" (Vita prima, op. cit., n. 86, p. 479).

Este es el augurio que formulo con afecto a todos vosotros, a vuestras familias y a vuestros seres queridos. ¡Feliz Navidad a todos!

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]


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Textos, meditaciones y oraciones para el día quinto del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)

Día quinto:   Testimoniar en el sufrimiento

“¿No tenía que sufrir el Mesías todo esto antes de ser glorificado?” (Lc 24,26)

Is 50, 5-9    Él es mi ayuda
Sal 124       Nuestro auxilio es el nombre del Señor
Rm 8, 35-39         El amor que Dios nos tiene en Cristo Jesús
Lc 24, 25-27         Les explicó cada uno de los pasajes que se referían a él mismo 

Comentario

Durante los últimos años, dos acontecimientos ocurridos en Escocia han hecho que este pequeño país se haya convertido repentinamente en el centro de la atención de los medios de comunicación del mundo entero. El atentado aéreo sobre Lockerbie y la masacre de los niños en la escuela de Dunblane aportaron notoriedad a una nación que se acordará siempre de estas atroces pérdidas de vidas humanas. Los dos acontecimientos causaron sufrimientos y aflicciones increíbles a un gran número de personas, y sus consecuencias se sintieron más allá de los límites físicos de estas dos localidades. Inocentes encontraron la muerte en circunstancias espantosas.

La realidad del sufrimiento es algo de lo que habla con fuerza el profeta Isaías en el pasaje de hoy donde nos recuerda que Dios no renuncia nunca a ver la humanidad sufriente. En cambio, el salmo declara la necesaria confianza que guarda el creyente hacia su Salvador.

La Carta a los Romanos declara la certeza que el amor es todavía más fuerte, y que el dolor y el sufrimiento nunca prevalecerán ya que antes de ofrecer al mundo la resurrección, Cristo entró en una agonía atroz y en la oscura cavidad de la tumba para estar totalmente con nosotros hasta en nuestras peores miserias.

Tras el Señor, los cristianos en búsqueda de la plena unidad manifiestan su solidaridad hacia aquellos que se enfrentan en la existencia con situaciones trágicas de sufrimientos, confesando que el amor es más fuerte que la muerte. Y de la humillación extrema de la tumba, la resurrección llegó a ser como un nuevo sol para la humanidad; como un clamor anunciante de vida, de perdón y de inmortalidad.

Oración

Dios Padre nuestro, que ves con compasión nuestras situaciones de miseria, sufrimientos, pecado y muerte, te pedimos el perdón, la curación, la consolación y el apoyo en la prueba. Te damos gracias por los que llegan a percibir tu luz en su aflicción. Que tu Espíritu divino nos enseñe la inmensidad de tu compasión para volvernos solidarios en el dolor. Y que colmados de sus bendiciones, podamos en la unidad proclamar y compartir con el mundo la victoria de tu Hijo que vive para siempre.

Cuestiones para la reflexión

1. ¿Cómo se puede mostrar empatía hacia los que sufren y están en el dolor?

2. ¿Qué sabiduría y qué profundizaciones hemos adquirido a través del sufrimiento que hemos conocido en la propia vida?

3. ¿Cómo vivimos la solidaridad con el sufrimiento y la opresión de numerosas personas que conocen la pobreza en este mundo y qué experiencia tenemos?

4. ¿Cómo podemos darnos cuenta de la misericordia de Dios y de la esperanza que ponemos en la luz de la cruz de Cristo?


Publicado por verdenaranja @ 22:26  | Espiritualidad
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Desde la oficina de Prensa del Obispado de Tenerife nos envían la siguiente información:


FIESTAS DE FEBRERO
VIRGEN DE CANDELARIA

 

CLAUSURA
50 ANIVERSARIO
DE LA
CONSAGRACIóN de la basílica

 

PROGRAMA DE ACTOS 

Jornadas mariológicas

 días:  27,28 y 29 de enero  a las 19.30.

Salon de actos del convento de los pp. Dominicos 

Día 27:

APROXIMACIóN BIBLICA   A LOS DIÁLOGOS DE LA ANUNCIACIóN, VISITACIóN Y PURIFICACIÓN.

 Por D. Luis María guerra suárez  

Día 28:

La actitud dialogal: el amor y la comunión desde la perspectiva de lo mutuo: MARIA Y JESUS sus REFERENTES. Por Fray Alexis González de león  o.p. 

Día 29:

PRESENCIAS Y AUSENCIAS DE MARIA EN LA FE DE LOS CRISTIANOS

Por fray JESUS Mendoza González o.p. 

Dia 31 de enero

a las 18.30:

HOMENAJE POETICO-musical A LA VIRGEN DE candelaria:

Por Poetas universo

Y  coral polifónica villa de candelaria

Dirige: Mª Rosa da costa 

Actos litúrgicos 

Día 1 de febrero

19:30 EUCARISTIA, BENDICION DE LAS CANDELAS, procesión-rosario. 

Dia 2 de febrero

FIESTA LITURGICA EN HONOR A LA

VIRGEN DE CANDELARIa

(Purificación de maría y la presentación de Jesús al templo)        

Eucaristias a las 8.00,10.00 

12.00: FUNCIóN SOLEMNE PRESIDIDA POR MONSEÑOR BERNARDO ALVAREZ AFONSO, OBISPO NIVARIENSE.

Coral santa Cecilia de tacoronte,

Director musical: Rafael flores.

A continuación Procesión por la plaza de la patrona de canarias

A las 18.00 eucaristía de la presentación de los niños y niñas nacidos dentro del ultimo año 

Dia 3 de febrero

FIESTA DE SAN BLAS

A LAS 17 MISA EN LA CUEVA Y PROCESIóN (la cueva ESTARá ABIERTA TODO EL DíA)

 


REDACCIÓN DE "IGLESIA NIVARIENSE"
C. San Agustín, nº 28
38201. La Laguna. Tenerife.
Tfno. 922-25 86 40 / Extensión 8
e-mail: [email protected]

Boletín 370

 

LAS MÁS RELEVANTES NOTICIAS AMPLIADAS PUEDEN VERLAS ENTRANDO EN LA WEB DEL OBISPADO EN LA PESTAÑA, A LA IZQUIERDA, LLAMADA: Odisur: Actualidad Diocesana 

La colecta de las misas del primer fin de semana de febrero, habitualmente dedicada a Cáritas, irá destinada en esta ocasión a los damnificados por el terremoto de Haití, a través de la Caritas del lugar. Además, como sabemos, existen varias cuentas donde aún se pueden realizar los donativos para esta causa.

CUENTAS ABIERTAS PARA ESTA CAMPAÑA POR CÁRITAS DIOCESANA 

CajaCanarias:       2065-0002-11-1400119717
Banco Santander: 0049-1849-19-2110603823
Banco BBVA:         0182-5717-28-0010073775
La Caixa:              2100-2327-71-0200109501 

 

Esta semana se viene desarrollando el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos con el lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas”. La celebración diocesana en la que se dará testimonio de la fe común existente en las distintas confesiones que hay en nuestra Diócesis, tendrá lugar en la iglesia de San Francisco del Puerto de la Cruz, el lunes 25 de enero, a las 19:30 horas. Dicha celebración estará presidida por el obispo. 

La Iglesia celebra en el mes de enero, la jornada de la Infancia Misionera, este año con el lema: “Con los niños de África… encontramos a Jesús”. Como es tradicional en nuestra diócesis, celebraremos el día de la Marcha Misionera  el sábado 23 de enero de 2010 desde la zona de Caletillas hasta la Basílica de Candelaria. La acogida de los participantes tendrá lugar a las 10:30 horas y la eucaristía, presidida por el Obispo se desarrollará sobre las 12:30 horas.   

El VIERNES se clausurará el Año Jubilar dedicado a San Vicente Mártir, en Los Realejos. COPE Tenerife retransmitirá desde el municipio norteño la Eucaristía, que se celebra en la plaza de San Vicente a las 12:00 horas, así como los programas “La Recova” y “El Espejo de la Diócesis”. Igualmente, a nivel nacional se emite el Espejo y la Misa del domingo a las ocho, desde el citado lugar, para todo el país.  

Un día más tarde, el 23 de enero, a las 17:00 horas, el Obispo presidirá la bendición e inauguración de los salones parroquiales de El Pilar, en el barrio de la llamada Huerta Nueva de la capital palmera. Al acto asistirá el presidente del Gobierno Canario, institución que ha subvencionado la obra. 

El nuevo número de la revista diocesana aborda, entre otros temas, el comienzo de un año de Bajada en La Palma, la preparación de las lustrales de Vallehermoso, en La Gomera, el homenaje a las hijas de la caridad y la gratitud de la diócesis a la obra del recientemente fallecido empresario, Jesús Guzmán. 

La campaña de Manos Unidas de este año tiene como lema: “Contra el hambre, defiende la tierra”, el cual se ha plasmado en los carteles y el resto de los materiales, así como en un árbol y un tenedor. El árbol como símbolo de la naturaleza y de la vida, y el tenedor como símbolo de eliminación del hambre en el mundo. El 12 de febrero, Día del Ayuno Voluntario, Manos Unidas ha invitado a quienes lo deseen a participar en la eucaristía que tendrá lugar en la parroquia de San Juan Bautista, en La Orotava, a las 19:30 horas, presidida por el obispo, Bernardo Álvarez. 

Este mes comenzarán las obras de restauración de la Ermita de Ntra. Sra. de Guadalupe en Puntallana, la Gomera. La empresa que llevará a cabo los trabajos será ÁRIDOS HERRERA, S.L. Está previsto que el plazo de ejecución de los trabajos sea de cinco meses.  

Los catequistas gomeros han participado en un cursillo sobre la Iniciación Cristiana. Además, los agentes de pastoral de la salud de esta isla han realizado en Gran Canaria un curso sobre el acompañamiento del enfermo. 

El arciprestazgo de Tacoronte acogió el miércoles la presentación de la Iniciación Cristiana para los agentes de pastoral. Se trata de una acción más dentro de este objetivo preferente del curso.  

Por otro lado, el fin de semana del 29 al 31 de enero, la coordinadora arciprestal de Cáritas en Taco organiza un cursillo sobre “escuchar la voz de los sin voz”  en los salones parroquiales de Añaza. El mismo estará dirigido por el capellán de la prisión de Salto del Negro.  

Ese sábado, los coordinadores de catequesis se reunirán para perfilar, fundamentalmente, el próximo Encuentro Diocesano de Catequistas a celebrar el venidero trece de marzo en el Sauzal.  

Ángel Moreno, capellán del Monasterio Cistersiense de Buenafuente del Sistal, en la provincia de Guadalajara se encuentra en Tenerife para llevar a cabo, durante el fin de semana, un curso sobre la Lectio Divina destinado a las Hijas de María Madre de la Iglesia. 

El departamento de pastoral juvenil,  los coordinadores arciprestales de este sector y el Vicario General,  se han reunido en Casa de la juventud para coordinar, entre otros asuntos, el próximo encuentro diocesano de jóvenes, así como los actos a realizar con ocasión de la presencia en la diócesis, a partir del dos de Mayo, de la Cruz de la jornada Mundial de la Juventud. 

Del 29 de enero al 2 de febrero, la Escuela Diocesana de Evangelización ha previsto un curso que lleva por título “Apolo”. El mismo se llevará a cabo en el Seminario Diocesano y está dirigido a agentes de pastoral que se dedican a llevar adelante el primer anuncio y que quieran formarse para predicar mejor el evangelio. Esta iniciativa será guiada por enrique Vilar e Ignacio Valle, director y miembro de la Escuela en España, respectivamente. El horario de comienzo será a las 20:00 horas y la matrícula tiene un coste de 25 euros. Los interesados pueden llamar al número de teléfono: 922 765 009. 

El proyecto denominado Juan Ciudad ONGD del Hospital San Juan de Dios ha recibido recientemente una subvención del Cabildo de Tenerife, a través del área de Cooperación, dentro del capítulo que esa institución insular destina a financiar proyectos y acciones de cooperación al desarrollo en países menos avanzados, para continuar la labor humanitaria y sanitaria en varias localidades del norte de Sierra Leona con un proyecto para mejorar la salubridad del agua en ese país. La acción del proyecto, que lleva por título Desarrollo de la Seguridad Alimentaria en los Chiefdoms de Marampa y Buya Romende, tiene por objeto construir tres pozos de agua potable y tres letrinas, además de formar a tres personas en el mantenimiento de las bombas de agua y en la correcta higiene de ésta.  

El cartel anunciador de la Semana Santa lagunera en 2010 tendrá como motivo principal al conocido como “Cristo de la Burrita”, adaptación de la imagen tallada a mediados del siglo XVIII, que entonces procesionaba entronizado y que se denominaba “Cristo Predicador”. 

El Cabildo de Tenerife ha hecho entrega a la congregación de los Hermanos Bethlemitas de la recaudación del Portal de Belén que la Corporación insular organiza cada año. La Orden de Nuestra Señora de Belén (Bethlemitas) fue fundada por el Hermano Pedro en 1658, en Guatemala. Su objetivo era la asistencia de los enfermos desamparados y la educación de los niños sin recursos. Hoy, los Hermanos Bethlemitas siguen trabajando para los más necesitados ayudando a personas mayores y desde hace unos años a otras personas con discapacidades psíquicas profundos y mentales.  

Del viernes 29 de enero al martes 2 de febrero, se desarrollará una nueva tanda de ejercicios espirituales en la Casa Manresa. Se trata de un tiempo fuerte de encuentro con Dios mediante una iniciación a la espiritualidad ignaciana. El precio de los ejercicios es de 45 euros y los interesados pueden apuntarse llamando al 695 352 881 o enviando un correo electrónico a: [email protected].  

Durante los días 27, 28 y 29 de enero, en el salón de actos del convento de los Padres Dominicos, tendrán lugar unas jornadas mariológicas con motivo de la clausura del 50 Aniversario de la Consagración de la Basílica de Candelaria. Las sesiones de cada día se iniciarán a las 19:30 horas. Por otro lado, el 1 de febrero a la misma hora, tendrá lugar la eucaristía en la que se bendecirán las candelas, seguida de una procesión. Asimismo, el 2 de febrero, día de la fiesta litúrgica en honor a la Virgen de Candelaria, el obispo presidirá la eucaristía a las 12:00 horas. A continuación se desarrollará la procesión por la plaza de la Patrona de Canarias.  

Los vecinos  del municipio de Agulo ya podrán acudir a la ermita de San Marcos, cuyas obras de reconstrucción ya han finalizado. Este templo fue destruido como consecuencia de los desprendimientos provocados por el temporal que azotó la isla en 2005. 

El ayuntamiento de La Laguna organizó un concierto a beneficio de los Hermanos de la Cruz Blanca, en el que actuaron los cantantes líricos Calso Albelo, Alberto Feria y Francisco Corujo, acompañados al piano por Juan Francisco Parra.  

El pasado 26 de diciembre los monaguillos de la parroquia de Santiago de Los Realejos, junto con los monaguillos de la Concepción de La Orotava, organizaron el primer encuentro arciprestal de monaguillos. El encuentro se cerró con la celebración de la eucaristía presidida por el párroco Antonio Hdz Oliva, quien animó a los más jóvenes y especialmente a los monaguillos a seguir adelante en este servicio. 

Fiel a la tradición, el municipio de La Guancha celebró un año más la eucaristía como voto de Acción de Gracias a la Virgen de La Esperanza por su protección ante la adversidad. Un gran número de fieles se dieron cita en la tarde del 18 de enero en el templo parroquial para participar en la eucaristía y la posterior procesión. 

Miles de peregrinos se dieron cita  en la zona de La Enramada de Adeje para celebrar el día grande de San Sebastián. Llegados de todos los puntos del municipio, personas y animales acompañaron al santo en su tradicional procesión hasta el mar.


Desde ola Oficina de Prensa del Obispado de Tenerife nos envían la siguiente información.

Programación especial en COPE a nivel nacional y local con motivo de la Clausura del AÑO JUBILAR de Los Realejos

En el pueblo norteño de los Realejos se clausura este viernes 22 de enero el Año Jubilar declarado por Benedicto XVI, con motivo del IV Centenario del Voto de este municipio a San Vicente Mártir. Un acontecimiento que COPE  acercará a todos los oyentes con una extensa programación.

CELEBRACIONES E INICIATIVAS DEL AÑO JUBILAR

Como el Año Jubilar ha sido un acontecimiento religioso, de beneficio espiritual, resulta difícil hacer balance de 365 días de celebraciones e iniciativas de todo tipo. Según Manuel Jesús González, miembro de la Comisión creada para divulgar la historia de "El Voto", "fueron alrededor de 14000 peregrinos los que acudieron a la ermita de San Vicente" para lucrarse con la Indulgencia Plenaria. Además, se desarrollaron "varios conciertos, dos obras de teatro sobre la vida del mártir y hasta un cómic en el que se recoge, de forma didáctica, la vida y obra de San Vicente". Manuel Jesús quiso también recordar las conferencias que impartieron "Don Damián Iguacen, obispo emérito de la Diócesis y Don Elías Yanes, Arzobispo Emérito de Zaragoza".

PROGRAMACIÓN DESDE SAN VICENTE (LOS REALEJOS)

Viernes 22 de Enero

- 11.10 h.: "La Recova" (AM y FM), dirigido por el Director de COPE José Carlos Marrero.

- 12.05 h.:  Misa de Clausura (AM y FM, y a partir de las 13.00 h., por AM), presidida por el Obispo (equipo de la Información Religiosa de COPE TENERIFE)

- 14.10 h.: Informativo Religioso "El Espejo" (AM y FM), para toda España (dirigido por el sacerdote Manuel Brú y equipo de COPE NACIONAL).

- 18.30 h.: "La Linterna de la Iglesia Diocesana" (AM y FM), programa de tertulia (equipo de la Información Religiosa de COPE TENERIFE).

Sábado 23 de Enero

- 13.30 h.: Informativo Religioso "El Espejo" (AM y FM), desde los estudios de COPE TENERIFE para toda España (Manuel Brú y equipo de COPE NACIONAL).

Domingo 24 de Enero

- 8.00 h.: Santa Misa (AM y FM) desde la Ermita de San Vicente para toda España.

- 8.45 h.: Informativo Diocesano "Iglesia Nivariense Noticias" (AM y FM), dirigido por el equipo de la Información Religiosa de COPE TENERIFE).


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Mi?rcoles, 20 de enero de 2010

Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia para el cuarto domingo de Adviento. (AICA)
(20 de diciembre 2009)
 

MARÍA, ARCA DE LA ALIANZA

Lc. 1,39-45 

1. El ritmo del tiempo de Adviento es siempre el mismo, si bien cada año tiene su propio color: a) domingo 1º, la Vuelta definitiva del Señor; b) domingos 2º y 3º, Juan Bautista nos llama a prepararnos para celebrar la 1ª venida, que rememoramos en Navidad; c) domingo 4º, Dios nos envía a su Hijo de manera humana por medio de María. 

I. “Apenas oí tu saludo, el niño saltó de gozo en mi seno” 

2. La narración de este domingo, Lucas 1,39-45, pareciera a primera vista sólo una escena llena de afecto familiar: una mujer se informa de que su parienta va a tener familia y se apresura a ir a visitarla para darle una mano. Sin negar el encanto de ese tipo de escenas, la narración de Lucas tiene un significado más hondo. Prestemos atención a algunos rasgos: a) María “fue a un pueblo de la montaña de Judá” (v. 39); b) Isabel se pregunta “¿quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?” (v. 43); c) al saludo de María, Isabel siente que “el niño saltó de alegría” en su seno (v.44); d) “María permaneció con Isabel unos tres meses” (v.56). 

3. En el capítulo 6 del segundo libro de Samuel, hay una escena que es como el espejo de la descrita por Lucas: a) el rey David va hacia Baalá de Judá para trasladar el Arca de Dios; b) se pregunta “¿cómo va a entrar en mi casa el Arca de Señor?”; c) “el Arca del Señor permaneció tres meses en la casa de Obededón de Gat, y el Señor bendijo a Obededón y a toda su familia”; d) David traslada el Arca de Dios a la Ciudad de David, “con gran alegría, danzando con todas sus fuerzas delante del Señor”. 

4. El oído de los primeros cristianos, acostumbrado al lenguaje del Antiguo Testamento, sabía descubrir enseguida en el relato de Lucas un mensaje muy profundo: María es el Arca de la Nueva Alianza, pues contiene no ya las dos tablas de la Ley, sino al mismo Hijo de Dios hecho hombre. Isabel se siente indigna de recibirla, pero Juan, todavía en el seno materno, al presentir la presencia del Señor portado por María, da saltos de júbilo como David frente al arca.  

II. LA DEVOCIÓN MARIANA 

5. Esta escena nos permite comprender el júbilo que el pueblo cristiano siente ante una imagen de María, a quien invoca en las letanías como “Arca de la Alianza”. El pueblo sabe, a veces sin mucho conocimiento explícito de la Biblia, que ella es la portadora del Hijo de Dios. De allí, su devoción. No es tanto el júbilo por ver lo femenino junto a Dios. Es, ante todo, la alegría de ver que Dios nos da a su Hijo de manera humana por medio de una mujer: “Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer” (Ga 4,4). Por ello, también, que en este 4º domingo previo a la Navidad es oportuna la lectura del Evangelio con la figura de María embarazada de Jesús.

III. EL AVE MARÍA 

6. El saludo de Isabel nos sugiere una reflexión sobre el Ave María. Una forma sencilla de cultivar la fe cristiana en el pueblo ha sido, quizá durante siglos, rezar tres Ave María antes de acostarse. Es una plegaria profundamente bíblica. La primera parte entrelaza dos versículos correspondientes a dos escenas marianas distintas. Comienza con el saludo del ángel Gabriel: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1,28). Continúa con la salutación de Isabel: “Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre” (Lc 1,42). La segunda parte: “Santa María, Madre de Dios…”, expresa la fe del pueblo en la poderosa intercesión de María mientras dura su peregrinación terrena: “Ruega por nosotros pecadores ahora”. Y especialmente en el momento final: “y en la hora de nuestra muerte”. Lo mismo vale del rezo del Rosario con cinco decenas de Ave María. 

IV. DIVULGAR LA DEVOCIÓN MARIANA, SIN VULGARIZARLA 

7. El misterio de María es, a su manera, un compendio de toda la fe cristiana. Nos recuerda los misterios de: a) la creación del hombre; b) el pecado original; c) la redención por Jesucristo; d) la vida según el Espíritu; e) la glorificación final. La experiencia dice que donde existe auténtica devoción mariana, allí se robustece la fe cristiana.  

8. De allí, el dicho “María evangeliza”, frase feliz que expresa una constatación pastoral. Se ha de evitar, sin embargo, un uso cuasi mágico de la misma, como si la devoción mariana nos eximiese del esfuerzo evangelizador y no importase mejorar la acción pastoral, en especial la catequesis y la predicación. Ello sería una perversión de la devoción mariana. Ésta ha de ser divulgada, pero no vulgarizada. No se debe quitarle a la devoción mariana su riqueza. Dios, al venir a nosotros, abraza nuestra pobreza y humildad, por ello viene a través de una mujer embarazada. Pero por medio de ella nos trae la riqueza de su sabiduría y de su amor. Como recuerda San Pablo: “Ustedes conocen la generosidad de Nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza” (2 Co 8,9). 

Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia 


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Mensaje de monseñor Oscar Domingo Sarlinga, obispo de Zárate-Campana. (AICA)


MENSAJE DE NAVIDAD Y MEJORES AUGURIOS DE BUEN AÑO 2010 

Queridos hermanos y hermanas, hijos e hijas:

Gracia y Paz en la Fe, en la confianza en el Señor Misericordioso, que renace en nuestras vidas, con mi sincero afecto.

¿Qué podríamos decir de más objetivo y vivencial acerca de la «Natividad», «Nacimiento» o «Navidad», sino que es el gran «encuentro», el sobrenatural, histórico y amoroso encuentro, de Dios con la humanidad?.

Estamos concluyendo el Adviento; resuenan en nosotros, los creyentes, las  conmovedoras voces de la Liturgia de este maravilloso tiempo litúrgico que nos ha presentado la Natividad cercana como un itinerario doble, y único a la vez.

Porque el nuestro es ese Dios infinitamente trascendente e infinitamente cercano, que nos habló por los profetas, y que rompió para siempre todo silencio, cuando prorrumpió en el canto de Amor de la Encarnación. Respecto de la Navidad, puede resultar más fácil o cómodo el tratar de auto-convencernos de su carácter de fábula o cuentito para niños… La Navidad… vista por muchos, a lo más, como una folklórica tradición, festivamente secular. No escasea esta visión. La Navidad posee, esto sí, una cosa «de niños». Pero se trata, en verdad, del sentido evangélico: sólo quien se hace «como niño» (sea niño, joven, adulto o anciano) podrá ver de verdad al Cristo naciente, que es el mismo que vendrá en Gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos, y su Reino no tendrá fin, Reino de Paz y Justicia, Reino de Vida y de Amor.

Sí, Navidad es cosa gozosa y seria; es «encuentro», histórico encuentro, decisivo encuentro, que aconteció de una vez por todas, y que, en la Iglesia de Cristo, por obra del Espíritu, se reactualiza festivamente en su vida y en la Liturgia, para que tengamos vida, y para que «lo hagamos vida» (a ese encuentro) en nuestro cotidiano vivir.  En este vivir la Fe (el «credere in Deum» de San Agustín) consiste la santidad de vida práctica, como nos lo ha enseñado tantas veces el Santo Padre Benedicto XVI.

Nuestro humano camino o itinerario, está ahora lleno de esperanza, porque descubrimos el sentido del universo, la realidad de nuestro propio interior y de nuestra vida, en el Rostro de Cristo, el Hermano de nuestra propia sangre. Entonces, quien posee el don de la Fe, que exulte, que cante de alegría; quien no la posee, halle en esta festividad un motivo de escucha y reflexión sobre el destino humano. Es bueno, es sabio, el escuchar, «auscultar» la realidad.

Los tiempos que nos toca vivir son maravillosos y dramáticos, Ante no poco «des-encuentro», fruto de la pre-potencia, del ansia de pre-dominio (para nada ausente, tanto, que todos tendríamos que hacer sobre esto un buen examen de conciencia), ante tanto injusto pre-juicio (que amarga corazones), el «Dios-con-nosotros», el Emmanuel, manifiesta el predesignio amoroso del Padre. Más que «cuentito» de temática religiosa, es realidad, tan humilde, tan simple, tan pura; precisamente por ello tan verdadera.

Amor implica responsabilidad. El misterio de Navidad nos llama a los creyentes a sentirnos deudores, sí, deudores, ante quien ya no tiene razones para creer o para esperar con esperanza. El misterio del «renacimiento espiritual» ha de hacernos también reflexionar en que una actitud autorreferencial, a veces latente (y que conlleva en sí, más bien, un germen de autismo e incluso de autodemolición –la palabra la pronunció una vez el Papa Pablo VI-) para nada nos ayudará en ese itinerario de «salir al encuentro» que significa la Navidad.

Más bien, lejos de ese autismo, y también de toda pre-potencia abramos los ojos del alma para ver el Poder de Dios, que viene. Él viene, Él salva; vayamos a su encuentro. Con esta esperanza, ¿podríamos dejar de anunciar?. Con verdadero respeto por todos, tengamos el coraje de anunciar que el Padre Eterno nos ha mostrado su Rostro en Cristo; que se nos pide hoy más que nunca el ofrecernos como «oblación pura» y sin dobleces para construir la civilización del Amor. ¿Nos pondremos manos a la obra?.

Mejores augurios, les deseo, hermanos y hermanas, para el próximo Año 2010. Nos ampare y proteja la Virgen Madre de Dios.

En nuestro país comenzaremos la conmemoración de Bicentenario (1810-1816). Que tengamos Paz, que haya concordia en la sociedad, que tengamos prosperidad y que se disipe toda tiniebla de violencia, en cualesquiera de sus formas. El realismo de la esperanza nos nos defraudará. ¡Felicidades de corazón!.                                                                      

Mons. Oscar D. Sarlinga            

21 Diciembre 2009


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Mensaje de monseñor Ramón Alfredo Dus, obispo de Reconquista, para la Navidad 2009. (AICA)


EL ÁRBOL Y EL NIÑO 

El árbol de Navidad ya está iluminado y cubierto de decoraciones brillantes que son como otros tantos frutos maravillosos. Este árbol ha dejado su ropa oscura por una explosión luminosa. Ha sido transfigurado, convirtiéndose en portador de una luz que no es la suya sino que da testimonio de la verdadera Luz que viene a este mundo. Evoca así las palabras proféticas de Isaías: “el pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en un país de sombras ha brillado una luz” (Is 9,1).

El destino de este árbol es comparable al de los pastores, quienes velando en las tinieblas de la noche, fueron iluminados por el mensaje de los ángeles. Este árbol manifiesta, a su manera, la presencia del gran misterio presente entre nosotros: “porque un Niño nos ha nacido; un Hijo nos ha sido dado (…)”, como dijo también el profeta (Is 9,5).

A los habitantes de nuestra ciudad, y a todos los que pasan, el árbol de Navidad les proclama la venida del Hijo de Dios. Y a través de él, la fe de las comunidades cristianas de nuestra Región saludan al Niño-Dios, cuyos nombres anunciados son: “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz” (Is 9,5).

Es así que la Navidad nos envuelve en un clima especial, como siempre, porque este misterio de Amor tiene algo de enigmático y paradójico a la vez.  Es paradójico el hecho que Dios se hace hombre, que una Virgen que es Madre sin intervención humana, que nuestra humanidad sea capaz de contener la Presencia del Dios vivo.

Esta fiesta nos hace presentir una lógica distinta de convivencia, a la que nos estamos habituados, pero que asume e ilumina nuestros enigmas y las paradojas cotidianas.

Así por ejemplo, si bien sabemos que la riqueza no garantiza la felicidad, ni el dinero alarga la vida, Navidad es el don un Niño pobre, que nos hace ricos, que nos libera de la lógica del tener, y nos da la seguridad del amor de un Padre.

Si cuesta ponernos de acuerdo para cuidar y custodiar nuestro ambiente global porque vamos camino a la destrucción de pueblos y culturas, el Niño de Belén nos hace sabios; aún sin hablar es “Consejero maravilloso” (Is 9,5), pues su sola presencia nos desafía a superar la lógica de indiferencia hacia los excluidos, los niños y los pobres.

Si bien sucumbimos tantas veces a la tentación del poder como dominio cuando detentamos un puesto de autoridad, Navidad es un Niño débil que nos hace fuertes: es

la presencia del “Dios fuerte” (Is 9,5), que nos ofrece la alegría del servicio y de sentirnos solidarios.

Si tantas veces vivimos presos de un individualismo egoísta, el Niño de Navidad se llama también “Padre para siempre”. Él nos desafía a la comunión y a construir el “nosotros” social y comunitario.

Y porque hay tanta necesidad de Paz en el mundo, y a veces hasta justificamos la guerra y la carrera armamentista, Navidad significa la soberanía del “Príncipe de la paz” (Is 9,5), que nos hermana con todos los hombres del mundo y revela nuestra vocación por la justicia.

Navidad hace así presente el Amor paradójico de Dios por la humanidad. Amor que ilumina y ofrece sentido a superar nuestras contradicciones pues tantas veces “queremos hacer el bien, y es el mal que nos sale” (cf. Rom 7,19). Solo el Amor las supera porque justamente el Amor verdadero existe, cuando se dona, cuando no vive para sí. Y la fe en el Amor que profesamos también tiene algo de paradójico: pues creemos en lo que no vemos, y por ella tenemos garantía de lo que esperamos (cf. Heb 11,2). 

Esta es la gracia que celebramos con el signo del árbol de Navidad. Nuestro destino y suerte son también como la de este árbol: estamos llamados a dar frutos de luz, y a indicar que el mundo ha sido verdaderamente visitado por Dios, en el Hijo de María, y rescatado de sus males.

Feliz navidad  2009!
Mons. Ramón Alfredo Dus, obispo de Reconquista


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Mensaje de monseñor Ricardo Oscar Faifer, obispo de Goya, para la Navidad 2009. (AICA)


MENSAJE  DE  NAVIDAD  2009 

1. Como Niños.  Comienzo este  Mensaje de Navidad con la alabanza que proclamó Jesús: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños”. (Lc.10,21).

El Padre ha querido revelar los secretos de su amor a los pequeños, por eso, sólo si nos hacemos como niños tendremos acceso al conocimiento de este “Niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.

Pedimos, entonces, nos regale ojos y corazón de pequeños para ubicarnos delante del Pesebre y comprender el motivo de tanta alegría y de tanta esperanza.

¿Cómo no vamos a desbordar de alegría y de esperanza si Dios está con nosotros?. ¿Si así nos manifestó su amor?.  ¿Si Jesús es el Hijo de Dios y también es uno de nosotros que quiso tener, como nosotros, una Madre cuyo nombre es María?.  ¡Cuán grande es la dignidad de todo hombre, puesto que el Hijo de Dios se hizo hombre, para que el hombre pueda ser hijo de Dios!.

         Como niños, con los ojos abiertos y con el corazón estremecido, permanecemos ante el Pesebre… ¡Nunca la sorpresa, la admiración, la gratitud, la alabanza, la adoración y el consecuente compromiso cristiano serán suficientes ante el Misterio de la Navidad!. 

2. Por los niños.  Por la familia.  Si algún compromiso cristiano emerge de esta celebración navideña, es, sin lugar a dudas, atender al desarrollo integral de la niñez.  Porque Navidad es celebrar la vida digna y plena para todos, pero especialmente para los niños, puesto que es la Fiesta del Niño Dios, y en El de todo niño.

Hoy, Jesús y la Virgen, desde el Pesebre, miran a los niños con indecible ternura y esperanza conforme al proyecto de Dios que es hermoso para cada uno de ellos.  Que podamos también nosotros mirarlos con sus mismos sentimientos.  A su vez, los gurises nos miran e interrogan con ojos bien abiertos y expectantes.  Que podamos sostener sus miradas con toda la ternura y cariño posibles y con el firme compromiso de optar por los niños   en todos los órdenes, para que disfruten de una vida digna, plena y feliz, pura y hermosa.

Optar por los niños es optar por la familia, donde se aprende a amar y ser amado, a recibir amor y dar amor.  El Documento de Aparecida nos orienta diciéndonos: “La niñez, hoy en día, debe ser destinataria de una acción prioritaria de la Iglesia, de la familia y de las instituciones del Estado, tanto por las posibilidades que ofrece, como por la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta.”(Nº 438). Preguntémonos con toda honestidad: ¿qué horizonte de futuro ofrecemos a los tiernos retoños de la vida?.  Este mundo pensado y manipulado  por adultos es, en gran medida,  el escenario  propicio donde los Herodes modernos asesinan a los niños inocentes  (ver DA.439).

En el Bicentenario de la Patria (2010-2016), le debemos a nuestros niños, como una de las metas prioritarias para la construcción del Bien Común: “Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas” (Nº 32).  Así nos expresábamos los Obispos argentinos en el documento “Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad”.  Y como marco englobante con vistas al Bicentenario hemos dicho también: “Creemos que existe la capacidad para proyectar, como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos.  Anhelamos poder celebrar un Bicentenario con justicia e inclusión social.  Estar a la altura de este desafío histórico, depende de cada uno de los argentinos.”(Nº 5).

La Asignación  por hijo, que ciertamente es perfectible, es un paso positivo hacia estas metas.  Ojalá que esta asignación, se transforme en política de Estado mediante una ley sancionada con el mayor consenso de todos los legisladores,  favoreciendo  un gran Pacto Nacional por la Infancia

3. No puedo finalizar este Mensaje sin expresar afecto y acompañamiento  a las familias afectadas por las inundaciones.  En medio de la tempestad del lago, los Apóstoles dijeron a Jesús que dormía en la barca: “ ¡Maestro!¿ No te importa que nos ahoguemos?”.  Jesús calmó la tempestad y les dijo: “¿Por qué tienen miedo?¿Cómo no tienen fe?” (Mc. 4, 35-41).

En esta situación angustiosa que nos afecta a todos: nos renovamos en la Fe, confiamos en Jesús el Señor y ejercitamos nuestras capacidades para solucionar los problemas con trabajo responsable y solidario.  Expreso mi más sincero reconocimiento a todos los voluntarios del servicio al prójimo.

En este Año Sacerdotal, valoremos y agradezcamos el don del Sacerdocio para la Iglesia y para el mundo.  Recemos por nuestros Sacerdotes, Seminaristas y jóvenes a quienes el Señor llama.  Nuestra fidelidad es posible porque Jesús es fiel a su amor y elección: “Fidelidad de Cristo. Fidelidad del sacerdote”.

Llegue a Ustedes la gracia, la paz y la bendición  que proceden de Dios, Nuestro Padre, del Señor Jesucristo y del Espíritu Vivificador.  Feliz Navidad y Año Nuevo.

Reciban mi abrazo afectuoso y mi bendición pastoral. 

Mons. Ricardo Faifer, obispo de Goya

Goya, diciembre de 2009.


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Textos, meditaciones y oraciones para el día cuarto del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)

 

Día cuarto: Dar testimonio celebrando la herencia de la fe

“¿Pues qué ha pasado? Le dijeron: Lo de Jesús de Nazaret” (Lc 24,19)

Dt 6, 3-9     El Señor Dios es el único Señor
Sal 34         Bendigo al Señor en todo momento
Hch 4, 32-35        Un mismo sentir y pensar
Lc 24, 17-21          Nosotros teníamos la esperanza…

 

Comentario

Todos tenemos una enorme deuda de gratitud hacia los que nos ha dado una base para nuestras vidas cristianas. Son numerosos los hombres y mujeres que, por sus oraciones, su testimonio y sus celebraciones, supieron transmitir la fe a las generaciones siguientes. En Escocia, nos beneficiamos de una maravillosa herencia cristiana. Tenemos a san Ninian en el siglo IV, san Columbano en el siglo VI, y los numerosos santos célticos cuya fe se arraigaba en el amor de Dios y en la admiración de su Creación. La fe de los escoceses debe también verse en el papel importante desempeñado en la difusión de la Reforma del siglo XVI y en el modo en el cual este espíritu se mantuvo firmemente después.

Las lecturas de este día afirman la importancia del apoyo de la comunidad de fe para garantizar la difusión de la Palabra de Dios. El pasaje del Deuteronomio nos ofrece la bella oración de nuestros hermanos y hermanas judíos que alababan a Dios diariamente con estas palabras. El salmo nos propone dar testimonio de nuestra herencia de creyentes en la alabanza, para que nuestra fe se manifieste en la glorificación y la acción de gracias. El pasaje de los Hechos revela una comunidad unida en la fe y la caridad. El pasaje del Evangelio nos presenta a Jesús de Nazaret como el centro de la herencia de nuestra fe.

Uniéndonos a nuestros hermanos y hermanas cristianos en la oración por la unidad durante esta semana, acogemos la rica variedad y la diversidad de nuestra herencia cristiana. Y pedimos que la conciencia de nuestra herencia común nos una más estrechamente progresando en la fe.

Oración

Señor Dios nuestro, te damos gracias por todas las personas y comunidades que nos han transmitido el mensaje de la Buena Noticia y así nos han dado una base sólida para nuestra fe. Te pedimos que también demos juntos testimonio de nuestra fe, con el fin de fomentar que otros te conozcan y pongan su confianza en la verdad de la salvación ofrecida por Jesucristo para la vida del mundo.

Cuestiones para la reflexión

l. ¿Quiénes son los que nos han inspirado en la fe?

2. ¿Cuáles son los aspectos de fe que inspiran nuestra vida diaria?

3. ¿Qué principales enseñanzas consideramos que se nos transmitieron?

4. ¿Cómo podemos reconocer que Dios está trabajando con nosotros en la transmisión de la fe a las generaciones futuras?


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Martes, 19 de enero de 2010

Mensaje de monseñor Domingo Salvador Castagna, arzobispo emérito de Corrientes para la Navidad. (AICA)


NAVIDAD 2009 

No podemos repetir cada año el mismo discurso navideño. Si buscamos la inspiración dentro de nosotros mismos, utilizando un lenguaje convencional y desprovisto del espíritu de la original Navidad, repetiremos el saludo formal de siempre, frío y estéril.  ¿Cómo hacer entonces? Renovarnos espiritualmente mediante un acercamiento real al misterio que celebramos. Ello incluye prestar atención al relato del Evangelio y hacer de su escucha un encuentro vivo con el Dios hecho Hombre. Si no lo logramos nada cambiará en nuestra vida. Entre las pajas del pesebre está nuestro Salvador. Ese Niño que inicia su vida es el Dios que inicia toda vida, “Padre de nuestra vida” (Pablo VI). No hagamos una lectura, desde su tiempo, del simple y trascendente acontecimiento. Estamos observándolo desde el año 2009. Ese Niño se hizo hombre y padeció la Cruz por causa de nuestros pecados. Ese Niño resucitó, manifestando la “plenitud de su divinidad”, y hoy nos ofrece el perdón de nuestros pecados y la santidad.

 No lo celebramos bien si impedimos que entre en nuestra vida interior y produzca en ella su obra redentora. Es bueno - una verdadera aproximación - sosegar el espíritu, restablecer la calma y permitir que el amor se exprese entre los seres que amamos. Desearnos mutuamente la paz no es aún la paz si nuestro corazón se mantiene aferrado a intereses mezquinos y a la liviandad de un chisporroteo festivo que nada tiene que ver con esta gran Fiesta. La “tradición” de la Navidad consiste en hacer depositarios a los otros de la noticia asombrosa, y secretamente esperada por siglos, de la venida de Dios. Se acabó la “noche oscura” de los tiempos, o mejor, fue iluminada por la Luz inapagable que devuelve al mundo su rumbo a la Verdad y a la santidad. Viene Dios, en su Hijo divino, atraído por el clamor que la Iglesia formula con una dulce expresión: “¡Ven, Señor Jesús!”.  Dios viene porque ama al hombre. Se conmueve ante su deplorable estado y decide cargarlo sobre sus hombros y volverlo a la casa familiar donde lo espera.

 ¿Cómo celebrar la Navidad? Reclamando un momento de silencio, no importa de qué duración, para contemplar lo que aparece en la escena sagrada, recargada  hoy de elementos decorativos que la ocultan, hasta convertirla en un romántico recuerdo. Necesitamos ser niños, o aprender de su candor, y mirar con ojos sorprendido el humilde pesebre, nunca más pobre que el original. Con la imagen la Verdad se mete en el alma. Es la Verdad que cambia el corazón y la conducta. Nos hace buenos de verdad, hasta desbordarnos sobre la sociedad que integramos y debemos servir. Creer en el Dios hecho Niño es iniciar una historia - siempre nueva - modelada por el Espíritu de ese Niño, que responde al clamor de quienes sufren la pobreza injusta y las graves lesiones a su dignidad de hijos de Dios. Los proyectos políticamente más prolijos no alcanzan si sus creadores se empeñan en no dejar a Dios cambiar sus corazones. Nuestra historia desborda de acontecimientos que indican que los hombres cometen los mismos errores, a veces más graves que los anteriores, mientras no se dispongan a renegar de sus pecados e iniciar una vida virtuosa.

 ¿Cómo hacer que esta Navidad se asemeje más a la primera? Los creyentes actuales debemos comportarnos como María y José, como los pastores y los Ángeles. El vínculo que los familiariza a ellos es la humildad, actitud ejemplar que nos es preciso adoptar. La vida, salida de las manos de Dios, es una prodigiosa renovación, ininterrumpida y orientada a ser perfecta en Quien le dio origen. El pecado es un estado esclerótico, que frena esa renovación continua al desorientarla de su fin. Ese Niño divino viene a eliminar el pecado, por eso el Bautista lo distingue e identifica en público: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. (Juan 1, 29) El pecado está y produce fuertes latidos como un foco infeccioso en el organismo humano. Lo podemos verificar en nosotros mismos, y en las diversas manifestaciones de la sociedad que componemos. Ese Niño, que vino para crecer entre nosotros, no tiene pecado. Es Dios verdadero y su misión es suprimir definitivamente el pecado, poniendo a la humanidad en condiciones de participar de su inocencia y santidad. Es preciso que celebremos la Navidad dejándonos tomar por su conmovedora Verdad. Celebrarla significa decidir que invada nuestra vida personal y social. De otra manera nuestra celebración se constituye en un estéril deseo o en una farsa.

 Finalmente - y a su inspiración - es la hora de prestar atención a la pobreza como desidolatrización de la vida. Para ello es urgente aprender de ese Dios humilde, que se hace Camino a la Verdad, a la Justicia y a la Paz, remplazando nuestra fracasada escala de valores por la suya. No se llegará a suprimir la pobreza, resultado de una perversa distribución de bienes, si no se erradica de la cultura enclenque el culto selvático a la propia personalidad en desmedro de los humildes y excluidos.  Este Niño, Dios hecho pequeño, viene a restablecer el equilibrio de forma pacífica. Es el Dios del amor. No se conjuga con Él el egoísmo y el odio, formulados socialmente en todas las manifestaciones de la deshonestidad y de la violencia. La Navidad, así entendida, se constituye en la garantía de que un Orden nuevo, personal y social, es posible.

Con esta convicción y sentimientos augurémonos una ¡FELIZ NAVIDAD!


Mons. Domingo Salvador Castagna, arzobispo emérito de Corrientes


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Jérome Lejeune, un científico camino a los altares. Buenos Aires, 23 Dic. 09 (AICA) 

Jérôme Lejeune, científico francés. 

El arzobispo de París, monseñor André Vingt-Trois, previa confirmación de la Santa Sede, nombró al padre Jean Charles Naud, prior de la Abadía de St. Wandrille, postulador de la causa de beatificación Jérôme Lejeune. De este modo comenzó el tan esperado proceso en ámbito diocesano.

     El doctor Jérôme Lejeune a los 33 años, en 1959, publicó su descubrimiento sobre la causa del síndrome de Down, la trisomía 21, hecho que lo convirtió en uno de los padres de la genética moderna.

     En 1962 fue designado experto en genética humana en la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en 1964 fue nombrado Director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia y en el mismo año se creó para él en la Facultad de Medicina de la Sorbona la primera cátedra de Genética fundamental. Se transformó así en candidato número uno al Premio Nobel.

     Aplaudido y halagado por los “grandes del mundo”, dejó de serlo cuando en 1970 se opuso tenazmente al proyecto de ley de aborto eugenésico en Francia: matar a un niño por nacer enfermo, es un asesinato y además abre las puertas a la liberalización total del crimen del aborto.

     En esos meses participó en Nueva York en la sede de la ONU en una reunión en la que se trataba de justificar, ya entonces, la legalización del aborto para evitar los abortos clandestinos. Fue en ese momento cuando refiriéndose a la Organización Mundial de la Salud dijo: “He aquí una institución para la salud que se ha transformado en una institución para la muerte”. Esa misma tarde escribió a su mujer y a su hija diciendo: “Hoy me he jugado mi Premio Nobel”.

     La defensa de Lejeune del ser humano desde la concepción se basó siempre en argumentos científicos-racionales antes que en cualquier consideración religiosa.

     Rechazó científicamente no sólo el crimen abominable del aborto, sino conceptos ideológicos como el de pre-embrión. Por esas razones lo aislaron, lo acusaron de integrismo y fundamentalismo y de intentar imponer su fe católica en el ámbito de la ciencia.

     Fue incomprendido y perseguido en ámbitos eclesiales, y aislado por sus colegas. Pero en ningún momento escuchó a los prudentes que le aconsejaban “callar para llegar más alto y así poder influir más”: las estructuras de pecado no se pueden cambiar, sólo hacen cómplices. Hizo caso omiso también de los que le decían que estaba sumiendo en la miseria a su familia, ya que le fueron cortados todos los fondos para sus investigaciones de las cuales vivía: continuó con sus investigaciones, sostuvo a su familia y se financió dando conferencias.

     Juan Pablo II, en carta al cardenal Lustinger, entonces arzobispo de París, con motivo de la muerte de Lejeune decía: “En su condición de científico y biólogo era un apasionado de la vida. Llegó a ser el más grande defensor de la vida, especialmente de la vida de los por nacer, tan amenazada en la sociedad contemporánea, de modo que se puede pensar en que es una amenaza programada. Lejeune asumió plenamente la particular responsabilidad del científico, dispuesto a ser signo de contradicción, sin hacer caso a las presiones de la sociedad permisiva y al ostracismo del que era víctima”.

     En 1992 Jérôme Lejeune comenzó, a pedido de Juan Pablo II, la gestación de la Pontificia Academia para la Vida, creada por el Santo Padre el 11 de febrero de 1994. El 26 de febrero de ese año recibió, ya en su lecho de muerte, el nombramiento de Presidente de la Academia. Entregó su alma a Dios el Domingo de Pascua de 1994 (3 de abril).+ (Juan Claudio Sanahuja)


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Textos, meditaciones y oraciones para el día tercero del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)

Día tercero: Dar testimonio con atención

“Seguramente tú eres el único en toda Jerusalén que no se ha enterado de lo que ha pasado allí estos días” (Lc 24,18)

1 Sm 3, 1-10        Habla, Señor, que tu servidor escucha
Sal 23 (22)   El Señor es mi pastor
Hch 8, 26-40        Felipe anunciando la buena noticia de Jesús
Lc 24, 13-19a       Sus ojos ofuscados empiezan a reconocerlo 

Comentario

Crecer en la fe es un planteamiento complejo. Muchas personas tienen hoy una vida muy llena y deben hacer frente a numerosas obligaciones y responsabilidades. Es fácil no percibir el amor de Dios que se nos revela en nuestra vida diaria y en nuestras distintas experiencias. Si nos dejamos solicitar por todo y sumergirnos en nuestras actividades, corremos el riesgo de no ver lo que realmente está bajo nuestros ojos. Como los dos discípulos del Evangelio, tenemos una opinión parcial sobre la verdad, y pensamos a veces conocer la realidad e intentamos explicar nuestra visión de las cosas a los otros. En el mundo de hoy, estamos invitados a percibir la presencia de Dios en todos los acontecimientos sorprendentes o improbables de nuestra vida.

La lectura del Antiguo Testamento de este día nos hace entender cómo Dios llama e invita a Samuel a dar testimonio. Pero Samuel debe sobre todo oír su Palabra. Eso presupone disponibilidad y voluntad de ponerse a la escucha de Dios.

Con la lectura de los Hechos, encontramos este deseo de escucha de la Palabra de Dios en Felipe y en el eunuco etíope. Dan testimonio de su fe respondiendo a lo que se les pide en ese momento preciso. Escuchan atentamente y responden en consecuencia.

El salmo del Buen Pastor refleja la confianza tranquila del que tiene conciencia de la solicitud de Dios que reúne a su rebaño y conduce a sus ovejas a verdes praderas.

Durante esta Semana de oración por la unidad de los cristianos intentamos tomar conciencia que Dios está presente en todos los acontecimientos y experiencias diarias. Nos encontramos con personas que nos son familiares y otras que son extrañas. Durante estos intercambios, conocemos algo de la experiencia espiritual de los otros y nuestra visión de la realidad de Dios se encuentra renovada. Esta conciencia de la presencia de Dios nos anima a trabajar en favor de la unidad de los cristianos.

Oración

Señor, Buen Pastor, que vienes a nuestro encuentro y nos acompañas cada día de nuestra vida. Concédenos la gracia de ser conscientes de todo lo que haces por nosotros. Te pedimos que nos ayudes a abrirnos a todo lo que nos ofreces y de reunirnos en un solo rebaño.

Cuestiones para la reflexión

1. ¿Cuándo tomamos conciencia de la presencia de Dios en nuestra vida?

2. ¿Tenemos conciencia de los grandes momentos de alegría y de las tragedias que ocurren en el mundo y, a vuestro modo de ver, con qué acción común las Iglesias podrían responder?

3. ¿Para dar testimonio de la fe, parece suficiente estar atentos, o se podrían hacer otras cosas?

4. ¿Cómo se consigue percibir que Dios está en la realidad cuando su presencia no responde a nuestra espera?


Publicado por verdenaranja @ 21:45  | Espiritualidad
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DOMIMNGO TERCERO DEL TIEMPO ORDINARIO – C
24 de Enero de 2010

 

 Este domingo cae dentro de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Por ello, las oraciones y el prefacio son por esta intención, mientras que las lecturas son las del domingo.

 La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.

Hoy, en el evangelio, escucharemos el inicio de la predicación deJesús según nos la narra san Lucas. En la sinagoga de Nazaret, su pueblo, Jesús se presenta como aquel que viene a traer la Buena Noticia a los pobres y a anunciar la gracia de Dios para todos.

Desde aquellos inicios, generaciones y generaciones de hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares hemos escuchado este anuncio de Jesús y hemos res­pondido a él. Por eso nosotros estamos aquí reunidos, en torno a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía.

Hoy, además, hay otro motivo que debemos tener presente en nuestra reunión. Este domingo cae dentro de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Es importante que lo recordemos, y que oremos para que todas las Iglesias cristianas llegue­mos un día a unirnos, como Jesús quiere).

A. penitencial: En silencio, pidamos perdón por nuestros pecados.

Tú, que eres el camino que conduce al Padre. SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú, que eres la verdad que ilumina a los pueblos. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que eres la vida que renueva el mundo. SEÑOR, TEN PIEDAD.

1. lectura (Nehemías 8,1-40.5-6.8-10): La lectura de la Palabra de Dios era un elemento fundamental de la vida religiosa del pueblo de Israel, como lo es también para nosotros los cristianos. En el evangelio veremos que también lo era para Jesús.Y esta primera lectura nos explicará cómo, de retorno del exilio de Babilonia, los israelitas celebraron una lectura solemne de la Palabra.

2. lectura (1 Corintios 12,12-30): San Pablo nos habla de los diversidad que hay entre los miembros de la Iglesia, y de cómo entre todos formamos una única comunidad y somos igualmente necesarios.

Oración universal: A Dios nuestro Padre, que anuncia por medio de Jesucristo su gracia y su salvación a toda la humanidad, presentémosle nuestas plegarias diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.

Para que todas las Iglesias y comunidades cristianas caminemos sinceramente hacia la unidad, según la voluntad de Jesús. OREMOS:

Para que los que participan en reuniones ecuménicas realicen su labor con mucha fe, y el Señor les ilumine. OREMOS:

Para que los que se han quedado sin trabajo a causa de la crisis económica tengan la ayuda que necesitan en su situación. OREMOS: 

Para que todos nosotros amemos, escuchemos y leamos cada vez más la Palabra de Dios, a fin de que sea una guía para nuestras vidas. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestra oración, y concédenos los dones de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de la unidad de los cristianos, pág. 924

Padrenuestro: Unidos con todos los que en el mundo entero creen en Jesucristo, y siguiendo su enseñanza, nos atrevemos a decir:

CPL


Publicado por verdenaranja @ 17:20  | Liturgia
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Caritas Diocesana de Tenerife informa sobre la colecta del Primer Domingo de Febrero con destino a Haití. 

 

La colecta de las misas de la provincia de Santa Cruz de Tenerife
del primer fin de semana de febrero
irá  destinada en su totalidad a Cáritas de Haití.

 

Ante la situación de desolación y catástrofe generalizada que viven nuestros hermanos haitianos como consecuencia del terremoto devastador que sacudió el país y principalmente su capital, Puerto Príncipe, nuestro Obispo Don Bernardo ha tenido a bien disponer que la colecta en las misas del primer domingo del mes de febrero, día 7, en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, vaya destinada en su totalidad a la Cáritas hermana de Haití, para atender a los miles de damnificados por la tragedia que asola el país.

 

Es de todos conocido el esfuerzo que desde Cáritas venimos realizando en nuestra Provincia para atender a las personas que acuden a nosotros en demanda de ayuda. Porque nuestra misión y compromiso es estar con los últimos y no atendidos; pero no sólo aquí, sino donde estén. Y la desgracia se ha cebado ahora con los hermanos de Haití y, como pueblo solidario que somos, vamos a ayudarles. Y vamos a ayudarles en la medida de nuestras posibilidades, con ese compartir que nos caracteriza sin que ninguno de los que aquí lo están pasando mal (aunque por distintos motivos), deje de ser atendido por Cáritas.

 

Recordamos las cuentas abiertas de Cáritas a favor de Haití:

 

Campaña «CÁRITAS CON HAITÍ»

Cuentas abiertas en S/C de Tenerife

CAJACANARIAS

2065-0002-11-1400119717

LA CAIXA

2100-2327-71-0200109501

BBVA

0182-5717-28-0010073775

SANTANDER

0049-1849-19-2110603823

 

 

* Para más información, contactar con Jesús Alberto González Concepción, responsable del Área de Cooperación Internacional de Cáritas Diocesana de Tenerife. Tlfno.

Publicado por verdenaranja @ 16:54  | Caritas
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Lunes, 18 de enero de 2010

ZENIT   nos ofrece el mensaje de Navidad de este año 2009 del Patriarca Latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal, que presentó él mismo hoy en rueda de prensa.

“Hay esperanza para la paz a pesar de las dificultades”  

Doy la bienvenida a todos los periodistas reunidos hoy, y os doy las gracias por el hermoso pero difícil trabajo que efectuáis. Cumpliendo vuestro trabajo, es la verdad lo que vosotros buscáis y servís. Numerosos periodistas han pagado y pagan todavía con su persona su compromiso por la verdad. La información no es neutral. Ella tiene una real dimensión ética. Informando a los lectores de lo que pasa en el mundo, los formáis para que se hagan una idea objetiva de los sucesos y para formarse un juicio moral. ¡Gracias y bienvenidos!

Navidad nos acerca. En esta oportunidad, deseo Paz y Gracia a todos los habitantes de esta Tierra Santa: palestinos e israelíes, cristianos, musulmanes, judíos y drusos. Envío igualmente mis saludos a nuestros fieles de Jordania y Chipre, quienes forman parte, ellos también, de la Diócesis de Jerusalén. El Nacimiento de Cristo nos invita a meditar sobre los valores de la paz, la esperanza, el amor, la condivisión, la hospitalidad, la compasión y la dignidad humana.

1. Nuestros sueños de una Tierra Santa reconciliada parecen una utopía.

No obstante los loables esfuerzos desplegados por los políticos y los hombres de buena voluntad para encontrar una solución al conflicto en curso, nosotros todos, palestinos e israelíes, hemos fracasado en hacer llegar la paz. La realidad niega nuestros sueños. He aquí algunos ejemplos:

A. Los palestinos no tienen aún un Estado propio donde puedan vivir en paz y armonía con sus vecinos israelíes; siguen padeciendo la Ocupación, dificultades económicas, destrucción de casas en Jerusalén Oriental y divisiones políticas internas; millares de personas que viven en Jerusalén, en Gaza o en los Territorios palestinos están a la espera de poder reagrupar la familia; un año después la guerra, Gaza sufre todavía del bloqueo económico, de trabas a la libertad de movimiento, de la contaminación de su agua potable y de la polución del mar por las aguas servidas, situación que pone en peligro la salud de 1,5 millones de ciudadanos de los cuales el 50% tiene menos que 14 años de edad.

B. Él estatuto final de Jerusalén está todavía en discusión. Los numerosos cambios actuales, tendientes a hacer de Jerusalén una ciudad exclusiva, pone en riesgo de alterar la vocación de la Ciudad Santa de ser una ciudad santa para las tres religiones y los dos pueblos. Jerusalén está llamada a ser una ciudad en la cual los habitantes cohabiten pacíficamente. Desgraciadamente la Mezquita de Al-Aqsa, ha sido recientemente el teatro de enfrentamientos entre judíos fundamentalistas - que han tratado de invadir Al Haram Al Sharif - y jóvenes palestinos que quisieron defender su lugar santo. El impacto de estos sucesos desagradables no hay que subestimarlo.

C. Los israelíes viven en un gran miedo, lo que les impide que tomen decisiones audaces para poner fin al conflicto. El Muro de Separación es una manifestación concreta de este miedo. Por otra parte, esperamos ardientemente que el intercambio de prisioneros israelíes y palestinos se lleve a cabo, el mismo dará razones para creer en el éxito posible de otras buenas iniciativas. El retraso tomado en este asunto nos desilusiona mucho.

2. No obstante nuestra esperanza permanece siempre viva. La esperanza es la "capacidad de ver a Dios en medio de las dificultades. Ella nos anima a cambiar la realidad en la cual nos encontramos. Esperar significa no ceder al mal, sino, por el contrario, de hacerle frente" (Documento Kairos Palestina, 2009). No todo es desesperación en Tierra Santa. He aquí algunos signos positivos:

A. El congelamiento parcial de la construcción de colonias y la supresión de más que cincuenta puntos de controles en Cisjordania. Esta decisión de la Armada israelí ha notablemente mejorado la libertad de movimiento de los palestinos, así como la situación económica. Esto no es suficiente, pero es un paso adelante. Esperamos que se seguirán otros bien pronto. Por otra parte, los palestinos manifiestan cada vez más su resistencia de manera no violenta, lo que representa un hermoso progreso.

B. La generosidad de la comunidad internacional. El apoyo económico de la comunidad internacional es un gran signo de solidaridad. Después de la guerra de Gaza, Gobiernos, Iglesias y personas particulares han realizado una cadena de solidaridad. Agradecemos a todos los donantes y les aseguramos nuestras oraciones en este tiempo de Navidad.

C. La visita del Santo Padre en mayo del 2009. El Papa Benedicto ha sido bien recibido en Jordania, en Israel y en Palestina. Un gran agradecimiento vaya para los Gobiernos de los tres países. El ha venido aquí como peregrino de la paz y de la reconciliación. "¡Nunca mas efusión de sangre! ¡Nunca más combates! ¡Nunca más terrorismo! ¡Nunca más guerra! Al contrario, quebremos el círculo vicioso de la violencia." Nosotros podemos agregar: - ¡Nunca más antisemitismo, islamofobia, miedo y odio! Los diferentes discursos, homilías, encuentros y gestos del Santo Padre han tenido por fin el de promover el diálogo interreligioso y ecuménico, la reconciliación y la justicia, y en dar ánimo a la comunidad cristiana a fin que permanezca en Tierra Santa y para que tome parte activa en la vida del país. Hoy todavía nosotros continuamos a cosechar los frutos de su visita:

a. La venida masiva de peregrinos. Según el Ministerio israelí de Turismo, en el curso del solo mes de octubre pasado, 330000 peregrinos han visitado Tierra Santa. En número de visitantes, el año 2009 igualará al año 2000 que, con 2,7 millones de peregrinos, posee el record en la historia de las peregrinaciones.

b. La construcción en Belén de una nueva Clínica Pediátrica Benedicto XVI, financiada principalmente por la Fundación Juan Pablo II y por diversas instituciones católicas y civiles italianas.

c. La Universidad de Mádaba, en Jordania, de la cual el Papa Benedicto XVI ha bendecido la Piedra Fundamental durante Su Visita. Con este proyecto queremos contribuir a ofrecer una educación de excelencia, como ya hemos intentado de hacerlo en la Universidad de Belén.

d. La construcción en Jerusalén de un complejo residencial para 72 matrimonios jóvenes. Jerusalén Oriental sufre una grave penuria de alojamientos; es siempre difícil obtener los permisos de construcción; los trabajos son costosos. Este proyecto piloto está destinado a inspirar los siguientes.

e. La decisión intrépida de Benedicto XVI de convocar un Sínodo para Medio Oriente. Sínodo que tendrá lugar en octubre de 2010. Esto nos dará la ocasión de concentrarnos de nuevo sobre los grandes desafíos con los cuales las Iglesias se confrontan en Medio Oriente.

f. La Beatificación de la Hermana María Alfonsina, fundadora de las Hermanas del Rosario. Este gran acontecimiento significa que lo fieles, llenos de alegría y orgullo, pueden encontrar en ella un modelo de virtudes heroicas y sentirse apoyados por su intercesión. Hago notar el hecho que esta religiosa ha nacido en Jerusalén, a algunos metros solamente del Patriarcado Latino. Ella ha servido también en diferentes parroquias de Tierra Santa y en Jordania. Ella es un modelo a imitar. Nosotros celebraremos su fiesta cada año, el 19 de noviembre.

Conclusión. El regalo que nosotros más deseamos, más que el dinero y la riqueza, es el de la paz. Este es el deseo de todos los habitantes de esta Tierra, israelíes y palestinos. La paz es un don de Dios para los hombres de buena voluntad. Tenemos que merecerlo. Sabemos que hay muchos hombres y mujeres de buena voluntad entre los israelíes y los palestinos. Rezamos a fin que un día la hermosa visión de Isaías llegue a ser una realidad: "Sucederá al fin de los tiempos, que la montaña de la Casa del Señor será afianzada sobre la cumbre de las montañas y se elevará por encima de las colinas. (…) Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra." (Is. 2, 2-5).

¡Les deseo una Feliz Navidad y un santo año nuevo a todos vosotros!

+ Fouad Twal, Patriarca


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Textos, meditaciones y oraciones para el segundo día del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)

Textos, meduitaciones y oraqciones para el segundo día del Octavario 2010

Día segundo:         Dar testimonio compartiendo nuestras experiencias

¿Qué es eso que discutís mientras vais de camino? (Lc 24,17)

Jr 1, 4-8      Irás a todos los sitios adonde yo te envíe
Sal 98 (97)  Cantad al Señor un cántico nuevo
Hch 14, 21-23      Animándolos a permanecer firmes en la fe
Lc 24, 13-17a       ¿Qué es eso que discutís mientras vais de camino? 

Comentario

Compartir nuestras experiencias personales es una manera poderosa de dar testimonio de nuestra fe en Dios. Escucharnos mutuamente con respeto y con atención nos permite encontrar a Dios en la misma persona con la cual tenemos este intercambio.

La lectura de Jeremías nos ofrece un testimonio que señala la llamada de Dios al profeta. Debe compartir lo que ha recibido para que así los hombres entiendan la Palabra de Dios y fundamenten en ella sus existencias.

Los discípulos de la Iglesia primitiva recibieron también esta llamada a proclamar la Palabra de Dios, como da testimonio la lectura de los Hechos de los Apóstoles.

El Salmo nos invita elevar a Dios un canto de alabanza y acción de gracias.

El Evangelio de este día nos presenta una imagen de Jesús sanando nuestra ceguera y disipando nuestras decepciones. Nos ayuda a situar nuestras experiencias en el desarrollo del único plan de Dios.

Durante esta Semana de oración por la unidad de los cristianos escuchamos a otros cristianos hablar de su fe con el fin de encontrar a Dios en todas las múltiples maneras en que se nos revela. Somos también conscientes de que nuestro acercamiento a otros puede hacerse gracias a la realidad virtual de la tecnología. Los medios modernos de comunicación pueden ayudarnos a compartir más ampliamente nuestra experiencia, y a crear así una comunidad que se revela más amplia y más ancha que la realidad puramente física.

Una escucha atenta nos hace crecer en la fe y en el amor. A pesar de la diversidad de nuestro testimonio personal y colectivo, descubrimos que estamos vinculados unos a los otros en una misma historia, la del amor de Dios que se nos reveló en Jesucristo.

Oración

Señor de la historia, te damos gracias por todos los que nos hablaron de su fe y dieron testimonio así de tu presencia en sus vidas. Te alabamos por la riqueza de nuestra vida tanto como individuos como Iglesias. En estos relatos, percibimos el despliegue de una sola y misma historia, la de Jesucristo. Danos el valor y la fuerza de hablar de nuestra fe a los que encontramos para que todos conozcan el mensaje de tu Palabra.

Cuestiones para la reflexión

1. ¿Se habla del Evangelio o se discute simplemente de cosas y de otros?

2. ¿Estamos abiertos, nosotros o nuestra Iglesia, para interesarnos por los demás?

3. ¿Estamos abiertos para hablar de la fe a otras personas y dar testimonio de la presencia de Dios en su experiencia personal con relación a la vida y a la muerte?

4. ¿Tenemos conciencia del potencial enorme y positivo que los medios modernos de comunicación pueden ofrecer a la Iglesia hoy?


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Textos bíblicos, meditaciones y oraciones para el día primero del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)

Textos bíblicos, meditaciones y oraciones para el día primero del Octavario 2010


Día primero:          Testimoniar celebrando la vida

¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? (Lc 24,5)

Gn 1, 1.26-31        Dios vio todo lo que había hecho, y todo era muy bueno
Sal 104, 1-24       Qué abundantes son tus obras, Señor
1 Co 15, 12-20     Si los muertos no han de resucitar, es que tampoco Cristo ha resucitado
Lc 24, 1-5   Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? 

Comentario

Nuestro camino hacia la unidad de los cristianos se arraiga firmemente en nuestra fe común en la resurrección de Jesucristo; celebramos no sólo la vida que Dios nos dio sino también la nueva vida que nos ofrece de una vez por todas por la victoria de Jesús sobre la muerte. Al reunirnos en esta Semana de oración para la unidad de los cristianos, damos testimonio de nuestra fe común manifestando nuestra preocupación por toda la vida humana. La vida es el don que Dios nos hizo y la conservamos y la celebramos, y especialmente damos testimonio de que Él, en su amor benévolo, nos dio la vida.

La lectura del libro del Génesis nos recuerda el poder y la energía creadora de Dios. Es el poder y la energía que San Pablo descubre cuando experimenta la resurrección de Jesús. Exhorta a los habitantes de Corinto a colocar toda su confianza en el Señor resucitado y en la nueva vida que nos ofrece.

El salmo prosigue sobre el mismo tema declarando la gloria de la creación divina.

El pasaje del evangelio de este día nos exhorta a buscar la nueva vida frente a la cultura mortífera que a menudo el mundo nos propone. Nos da ánimo para tener confianza en el poder de Jesús y, así, experimentar la vida y la curación.

Hoy damos gracias a Dios por su testimonio de amor para con nosotros: por el conjunto de la creación, por nuestros hermanos y hermanas del mundo entero, por la comunión en el amor, por el perdón y la curación, y por la vida eterna.

Oración

Señor, Tú que eres nuestro creador, te alabamos por todos los que dan testimonio de su fe con sus palabras y acciones. Viviendo plenamente nuestra vida, sentimos tu presencia amorosa en las numerosas experiencias que nos das de conocer. Haz que estemos unidos en nuestro testimonio común cuando celebramos la vida, tú que nos bendices, tú que eres el autor de toda la vida.

Cuestiones para la reflexión

l. ¿En qué medida el propio testimonio y el de su Iglesia celebran la vida?

2. ¿Su testimonio puede conducir a otras personas a comprender que Cristo ha resucitado de entre los muertos?

3. En su vida, ¿qué ámbitos se consideran como esferas de crecimiento personal?

4. ¿Existen cosas del pasado en las cuales las Iglesias se enganchan y de las cuales una nueva conciencia ecuménica nos invita a desprendernos?


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Guión para la celebración del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48). (ESQUEMA DE LA CELEBRACIÓN)


Celebración

I) Reunión y apertura

Canto de reunión
Diálogo de apertura

P. “Uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados…”
A. “Sólo hay un Señor, sólo una fe, sólo un bautismo. Sólo un Dios, que es Padre de todos, que todo lo domina, por medio de todos actúa y en todos vive.”

P. “Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y también que en su nombre se ha de proclamar a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión y de perdón de los pecados.”
A. “Vosotros sois testigos de todas estas cosas.”

Palabras de acogida
Oración de apertura

P. Oh Cristo resucitado,
que acompañaste a los discípulos en el camino de Emaús,
tú estás a nuestro lado en el camino de la fe.
Sobre los caminos de la vida, en cada encuentro,
suscita en nosotros la compasión de acoger al otro
y de estar a la escucha de su historia.
Aviva nuestro deseo de anunciar tu Palabra.
Que ilumine y arda nuestro corazón de testigos.
Que tu Espíritu Santo nos enseña el arte de explicar las Escrituras,
para que los ojos se abran y te reconozcan.
Concédenos el valor de volvernos sensibles,
para que los hermanos y hermanas reunidos te puedan conocer
y que podamos por ellos descubrirte. Amén.

II) Celebración de la Palabra de Dios

Canto de aclamación al Evangelio
Lectura continua del capítulo 24 del Evangelio de Lucas
Predicación
Canto
Intercambio de la paz

P. Jesús dijo a sus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy.” No mires nuestros pecados, sino la fe de tu iglesia. Para que tu voluntad se realice, dale esta paz y condúcela a la unidad perfecta, Tú que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
A. Amén.

P. La paz del Señor esté siempre con vosotros.
A. Y con tu espíritu.

O también

P. La paz del Señor esté siempre con vosotros.
A. Verdaderamente Cristo resucitado está entre nosotros.

O también

P. Cristo ha resucitado.
A. Verdaderamente ha resucitado. Aleluya.

Símbolo Niceo-Constantinopolitano (sin el filioque)
Colecta y Canto

III) Intercesiones

Dios creador y salvador, te alabamos por todas nuestras comunidades que quieren confesar juntas, por sus palabras y sus hechos, su fe en Cristo resucitado en el que recibimos la nueva vida.

Haznos avanzar en nuestros compromisos ecuménicos para estar más unidos en la acción de gracias por la Creación como en nuestras acciones orientadas al servicio de la vida.

Kyrie eleison (u otro estribillo)

Dios que has manifestado tu presencia en nuestra historia, te damos gracias de habernos acompañado y dado a tu Hijo para revelar tu amor y compartir tu gloria.

Guía los pasos de todos los testigos del Evangelio hacia la unidad perfecta en una escucha atenta y paciente de las culturas y personas con su historia.

Kyrie eleison

Dios que no nos abandonas nunca, te damos gracias por la experiencia de Cristo resucitado en los dos discípulos de Emaús.

Haz que experimentemos la presencia de Cristo que camina con nosotros, alienta nuestro corazón e ilumina nuestra inteligencia, para que seamos testigos de tu presencia activa en el poder de su resurrección.

Kyrie eleison

Dios de quien viene todo don perfecto, te damos gracias porque no cesas de suscitar de generación en generación esta nube de testigos que nos transmitieron la fe de los apóstoles, san… (cada asamblea puede mencionar a los evangelizadores y a los mártires de su región).

Danos ser fieles a esta herencia de fe y enséñanos a abrir juntos las nuevas vías del Evangelio.

Kyrie eleison

Dios de compasión, te damos gracias porque has reconciliado el mundo por la cruz de tu Hijo.

Haz crecer en nosotros la fe: que sea para nuestras Iglesias y para cada uno de nosotros una fuerza para ser, siguiendo el ejemplo de Cristo, cada vez más solidarios de las personas en su vida como en su sufrimiento y en su muerte.

Kyrie eleison

Dios en quien ponemos nuestra esperanza, te alabamos por la promesa de Jesús: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final del mundo.”

Mira las dudas que asaltan a nuestros corazones sobre el camino de la unidad cristiana. Siguiendo el ejemplo de los pioneros del ecumenismo de la conferencia de Edimburgo en 1910, danos el valor de denunciar juntos nuestros temores actuales y la clarividencia para reencontrar en este año 2010 la confianza sobre el camino de la realización de tu voluntad.

Padre Nuestro

IV) Envío

Oración de compromiso

P. Oremos juntos:
A. Señor, tómanos desde donde estamos actualmente
y condúcenos allá donde Tú quieres que vayamos.
Haz que no seamos solo los encargados de una herencia,
sino las señales vivas de tu reino que viene.
Enciéndenos la pasión por la justicia y la paz
entre todos los pueblos.
Llénanos de fe, de esperanza y de amor
que están en el corazón del Evangelio
y háznos UNO en el poder del Espíritu Santo:
Que el mundo crea,
que tu nombre sea santificado en nuestra Nación,
que tu Iglesia pueda reconocerse efectivamente reunida en un único cuerpo.
Nos comprometemos a amarte, servirte y seguirte
no como extranjeros unos de otros, sino como peregrinos.
Amén.

(Liturgia inaugural de ACTS-Acción conjunta de las Iglesias en Escocia, 1990)

Bendición final

P. “La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor de Dios Padre,
y la comunión del Espíritu Santo
esté siempre con vosotros.”
Y con tu espíritu.

O también

P. Que el Señor que venció las tinieblas por su luz,
os dé la paz.
Que el Señor que venció la muerte por la vida,
os dé la paz.
Que el Señor que venció la soledad del mundo por el amor
os dé la paz.

u otra bendición

Palabras de envío

P. Hoy Cristo resucitado nos proclama: “Como el Padre me envió, así yo también os envío…”
A. Amén.

P. La Buena Noticia de la Resurrección de Jesús nos ha sido anunciada: “Nosotros somos sus testigos”. Caminad en la paz de Cristo. ¡Aleluya!
A. Demos gracias a Dios. Amén. ¡Aleluya!

Canto de acción de gracias o de envío

Textos, meditaciones y oraciones para el día primero del Octavario

Textos, meditaciones y oraciones para el día segundo del Octavario

Textos, meditaciones y oraciones para el día tercero del Octavario

Textos, meditaciones y oraciones para el día cuarto del Octavario

Textos, meditaciones y oraciones para el día quinto del Octavario

Textos, meditaciones y oraciones para el día sexto del Octavario

Textos, meditaciones y oraciones para el día séptimo del Octavario

Textos, meditaciones y oraciones para el día octavo del Octavario


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Esquema de celebración ecuménica para el Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Este año tiene como lema: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas “ (Lc 24, 48)


Celebración ecuménica

Introducción

“Vosotros sois testigos de todas estas cosas” (Lc 24,48)

El tema de la oración por la unidad de los cristianos en este año 2010 es “Vosotros sois testigos de todas estas cosas”. Se ha sacado del capítulo 24 del Evangelio de Lucas, elemento principal de la celebración. Los cristianos de Escocia eligieron este tema para la celebración del centenario de la Conferencia de Edimburgo.

En 1910 los miembros de la asamblea de Edimburgo proponían testimoniar proféticamente que la división de los cristianos no solamente debilita la eficacia misionera, sino la naturaleza misma de la Iglesia, cuerpo de Cristo, y su misión.

En este año 2010 los cristianos de Escocia proponen proclamar este capítulo evangélico en su totalidad en las asambleas ecuménicas. Será ocasión de realzar nuestro envío como testigos del Evangelio en la predicación, en la acción de gracias, en la intercesión y en la celebración, revalorizar bien la resurrección de Cristo como fuente de la comunión eclesial, del envío en misión, del vínculo fundamental entre misión y unidad y, por lo tanto, de renovar siempre el compromiso por la unidad de los cristianos.

Es precisamente esta exigencia recíproca de la evangelización y del ecumenismo lo que estos pioneros del movimiento ecuménico en el siglo XX subrayaron en Edimburgo con tanta fe, fuerza y clarividencia.

El desarrollo de la celebración es intencionadamente simple. Se quiere facilitar su adaptación a las situaciones locales y permitir a los cristianos de todas las pertenencias reunirse sin dificultad en una oración común en el respeto a su diversidad. Es posible dar más amplitud a una parte o a otra. La estructura simple —reunión (I), proclamación de la Palabra de Dios (II), oración de acción de gracias vinculada a las intercesiones (III) y envío (IV)—, permite también a las asambleas dar formas más libres de culto y a la oración espontánea.

I) Reunión y apertura

Canto de reunión. Durante este canto, la Biblia o el Evangeliario, se coloca delante de la asamblea según las tradiciones locales en el atril, el ambón, sobre la mesa del altar...

En sus palabras de acogida el presidente de la asamblea da la bienvenida a las comunidades presentes y a sus responsables.

Invita a dar gloria a Dios por la resurrección de su Hijo Jesús, a orar por la unidad de los cristianos y a pedir el don del Espíritu Santo para un renacimiento de la misión y de la unidad cristiana en el espíritu de la llamada de Edimburgo en 1910 (cf. introducción general del tema de la oración de 2010 y el pasaje arriba citado).

La oración de apertura puede también elegirse entre las que se proponen en el anexo.

II) La proclamación de Lc 24

El canto de aclamación al Evangelio. Algunos ejemplos a elegir: himno a Cristo resucitado, Gloria, aleluya continuo, otro canto o un antiguo salmo de tonalidad pascual o que mencione el envío de los testigos de la resurrección.

La lectura continua es la forma recomendada de esta proclamación de Lc 24. La asamblea se sienta de nuevo después del canto que precede el Evangelio. Varios métodos de proclamación se presentan: proclamación por un solo lector o por varios lectores: el narrador, la voz de Cristo, los ángeles, los discípulos de Emaús, los discípulos de Jerusalén.

— En el versículo 34 se puede introducir este diálogo entre el lector y la asamblea:

— Lector: “Es cierto que el Señor ha resucitado y que se ha aparecido a Simón”.

— Asamblea: “Verdaderamente Cristo ha resucitado. ¡Aleluya!”.

— Una alabanza puede también cantarse entre las tres secciones del capítulo: el mensaje pascual recibido en la tumba (v. 1-12), la aparición a los discípulos de Emaús (v. 13-35), la aparición a los Once (v. 36-53). Otras expresiones de la alabanza y la alegría pascual son posibles, por ejemplo el aplauso después de cada aparición del resucitado, según el ejemplo de la vigilia pascual caldea.

— Con niños o jóvenes especialmente, se puede recurrir al mimo o a otras formas de representación.

— Se puede recurrir a la iconografía: imágenes, vídeo,…

Antes de la predicación deben distribuirse el canto, la música y el tiempo de silencio.

III) Las oraciones de acción de gracias y de intercesión

Inspiran el contenido de los días de la semana de oración. Invocan el Nombre del Señor y lo celebran en su generosidad y hospitalidad hacia nosotros reveladas en Jesucristo. Constituyen una oración de petición y consagración a Dios de los testigos del Evangelio, unidos en una única fe y en un único bautismo, y en el testimonio común de la Iglesia indivisa.

IV) El envío

Se propone una oración de los cristianos de Escocia como oración de compromiso. Expresa nuestra voluntad de consagrar a Dios el presente y el futuro tanto del movimiento ecuménico como de la evangelización. En este año 2010, a la hora de un nuevo “compromiso de Edimburgo”, entendemos en el centro de nuestras asambleas de oración la llamada más actual que nunca de evangelizar en la unidad: “Que seamos uno, para que el mundo crea” y que se refuerce nuestra respuesta a la petición de Cristo de estar en comunión los testigos de su resurrección.

El esquema de este culto podrá servir para una celebración común con motivo de la Fiesta de Pascua 2010 y para los próximos años de fecha común de la Pascua (4 de abril de 2010, 24 de abril de 2011, 20 de abril 2014, 16 de abril 2017).

Varios elementos pueden utilizarse en el marco de una celebración litúrgica propia de una comunidad.


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Introducción al tema del Octavario 2010 de Oraciones por la Unidad de los Cristianos publicado en folleto de Materiales para su celebración elaborado por una comisión mixta entre el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y traducido por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española.

Introducción al tema del Octavario 2010 

Durante el siglo pasado, la reconciliación de los cristianos ha tomado formas muy diversas. El ecumenismo espiritual manifestó la importancia de la oración por la unidad cristiana. La investigación teológica movilizó muchas energías y permitió descubrir numerosos acuerdos doctrinales. La cooperación práctica de las Iglesias en el campo social suscitó fecundas iniciativas. Además de estas realizaciones importantes, la cuestión de la misión ocupó un lugar particular. Se considera generalmente que la Conferencia misionera que tuvo lugar en Edimburgo en 1910 señala los principios del movimiento ecuménico moderno.

Misión y unidad

De suyo no todos asocian el planteamiento misionero y la preocupación de la unidad de los cristianos. ¿Y con todo no van juntos el compromiso misionero de la Iglesia y su compromiso ecuménico? Por nuestro bautismo, ya formamos un único cuerpo y estamos llamados a vivir en comunión. Dios nos ha hecho hermanos y hermanas en Jesucristo. ¿No es éste el testimonio fundamental que debemos presentar?

Históricamente, la cuestión de la unidad de los cristianos se ha planteado a los misioneros por razones prácticas. Se trataba simplemente de evitar una competencia inútil, mientras que las necesidades humanas y materiales eran inmensas. Se distribuían entonces los territorios a evangelizar. A veces se pretendía superar asuntos yuxtapuestos o paralelos para favorecer algunas obras comunes. Los misioneros de diferentes Iglesias podían, por ejemplo, combinar sus esfuerzos para realizar nuevas traducciones de la Biblia y esta cooperación al servicio de la Palabra de Dios no podía suscitar una reflexión sobre la división de los cristianos.

Sin negar las rivalidades entre misioneros enviados por diferentes Iglesias, hay que reconocer que los que estuvieron en la avanzadilla de la misión fueron quizá los primeros en tomar conciencia de la tragedia que representaba la división de los cristianos. Si en Europa eran habituales las separaciones eclesiales, el escándalo de la desunión aparecía de manera obvia a los misioneros encargados de anunciar el evangelio en poblaciones que no conocían nada de Cristo. Ciertas rupturas eclesiales que habían señalado la historia del cristianismo no estaban sin fundamento teológico. Pero también se caracterizaban por el contexto (histórico, político, intelectual…) que las habían hecho nacer. Por lo tanto, ¿podía permitirse exportar estas divisiones a los pueblos que desconocen a Cristo?

En la frescura de los comienzos, las nuevas Iglesias locales no podían ser tachadas por el desfase entre el mensaje de amor que querían vivir, y la separación efectiva de los discípulos de Cristo. ¿Cómo hacer comprender la reconciliación ofrecida en Jesucristo si los mismos bautizados podían ignorarse o combatirse? ¿Cómo los grupos cristianos que viven en la hostilidad mutua pueden -de manera creíble- predicar a un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo?

Estas cuestiones ecuménicas no podían faltar en los participantes de la Conferencia de Edimburgo en 1910.

La Conferencia misionera de Edimburgo en 1910

Durante el verano de 1910 se reunieron en la capital escocesa los delegados oficiales de las sociedades misioneras protestantes de las distintas ramas del protestantismo, y del anglicanismo, a las que se unía un invitado ortodoxo. No teniendo capacidad de decisión alguna, la Conferencia no tenía otro objetivo que el ayudar a los misioneros a forjarse en un espíritu común y a coordinar sus actividades.

Sólo estaban presentes las sociedades misioneras que trabajaban en la predicación del evangelio en los nuevos territorios donde Cristo no había sido anunciado. No se habían invitado a las sociedades que trabajaban en América Latina o en Oriente Próximo donde estaban implantadas desde hacía tiempo la Iglesia católica o las Iglesias de Oriente.

En 1910, el paisaje eclesial en Escocia comienza a diversificarse, y la Iglesia católica y la Iglesia episcopal gozaban nuevamente de un puesto más importante. Debido a su vitalidad intelectual y cultural, fue escogido Edimburgo como lugar de este encuentro. La fama de sus teólogos y de sus responsables de las Iglesias también favorecía esta elección. Por otro lado, las Iglesias protestantes escocesas eran particularmente activas en la misión, y eran famosas por la atención llevada en las culturas locales.

Las Iglesias cristianas en Escocia hoy

Para hacer memoria de este importante paso en la historia del movimiento ecuménico, pareció natural a los promotores de la Semana de oración por la unidad cristiana -la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos- confiar la preparación de esta Semana 2010 a las Iglesias cristianas de Escocia, porque activamente se disponen a celebrar el centenario de la Conferencia de 1910 sobre el tema: "Testimoniar a Cristo hoy". De hecho, estas Iglesias propusieron como tema de la Semana de la unidad: "Vosotros sois testigos de todas estas cosas" (Lc 24, 48).

El tema bíblico

Los protagonistas del movimiento ecuménico han meditado a menudo el discurso de Jesús antes de su muerte. Este último testamento destaca la importancia de la unidad de los discípulos de Cristo para la misión: “Que todos sean uno… para que el mundo crea” (Jn17, 21).

De manera original, las Iglesias de Escocia han querido este año hacernos comprender el último discurso de Cristo resucitado antes de su Ascensión, que termina con estas palabras: “Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y también que en su nombre se ha de proclamar a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión y de perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de todas estas cosas” (Lc 24, 46-48). Son, pues, las últimas palabras de Cristo que meditaremos.

Estamos invitados a recorrer a lo largo de la Semana de oración por la unidad cristiana 2010 todo el conjunto del capítulo 24 del Evangelio de Lucas. Las mujeres asustadas junto a la tumba, los dos discípulos desalentados camino de Emaús, o también los once apóstoles que han vivido el temor y la duda, todos los que se encuentran con Cristo resucitado son enviados en misión: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas”. Esta misión eclesial confiada por Cristo no se la pueda apropiar nadie. Es la comunidad de los que han sido reconciliados con Dios, y Dios puede testimoniar la verdad del poder salvador ofrecido en Jesucristo.

Se deduce que la manera de testimoniar de María Magdalena, de Pedro o de los dos discípulos de Emaús no será idéntica. Y por eso, es la victoria de Jesús sobre la muerte en la que todos sitúan el centro de su testimonio. En lo que tiene de único para cada uno de ellos, el encuentro personal con el Resucitado cambió radicalmente su vida y una misma evidencia se impone para ellos: por todo eso, debemos ser testigos. Su relato tendrá acentos diferentes, y a veces las disensiones mismas pueden nacer entre ellos, lo que requiere la fidelidad a Cristo, y por ello todos trabajarán por el anuncio de la Buena Noticia.

El octavario

Durante la Semana de la oración por la unidad cristiana 2010, vamos a meditar día a día el capítulo 24 del Evangelio de Lucas, deteniéndonos en las cuestiones que se plantean: preguntas de Jesús a sus discípulos, y preguntas de los apóstoles a Cristo.

Cada una de estas preguntas permite, en efecto, destacar de manera específica el testimonio del Resucitado. Para cada una de ellas, estamos invitados a reflexionar sobre nuestra situación de divisiones eclesiales y los remedios que, concretamente, podemos aportar. Testigos ya lo somos, y debemos ser siempre mejores. ¿Cómo?

— celebrando al que nos ofrece el don de la vida y de la resurrección (primer día);

— sabiendo compartir con los otros la historia de nuestra fe (segundo día);

— tomando conciencia de que Dios está trabajando en nuestras vidas (tercero día);

— agradeciendo la herencia de la fe recibida (cuarto día);

— confesando a Cristo como vencedor de todo sufrimiento (cada día);

— pretendiendo ser siempre más fieles a la Palabra de Dios (sexto día);

— creciendo en la fe, en la esperanza y en la caridad (séptimo día);

— ofreciendo la hospitalidad, y sabiendo acogerla cuando se nos ofrece (octavo día).

En cada uno de estos ocho aspectos, nuestro testimonio ¿no sería más fiel al evangelio de Cristo si lo hacemos juntos?

Edimburgo 2010

En junio de 2010 se celebrará en Edimburgo el centenario de la Conferencia misionera que se había desarrollado en esta ciudad hace un siglo (www.edinburgh2010.org). Los organizadores han deseado que este acontecimiento sea un tiempo de acción de gracias por todos los progresos que Dios permitió en la misión. Dedican también un lugar importante a la oración para confiar a Cristo el testimonio que las Iglesias tendrán que dar juntas durante el siglo XXI.

Este acontecimiento también debe permitir a los que trabajan desde hace tiempo en el campo misionero y a los representantes de hechos más recientes intercambiar sus perspectivas. Será también ocasión de intercambiar sus prácticas misioneras a los miembros de distintas tradiciones eclesiales.

El mundo ha cambiado mucho desde 1910 y la misión debe ser objeto de reflexión con nuevos ojos. Secularización y descristianización, nuevos medios de comunicación, relaciones interconfesionales, diálogo interreligioso… son numerosas cuestiones que deben discutirse. Si todos se ponen de acuerdo sobre la necesidad para los discípulos de Cristo de dar testimonio, es difícil lograr una comprensión común de lo que debe ser hoy la misión. En el interior de las Iglesias, los debates no faltan. ¿No ganarían si fueran llevados conjuntamente por todas las Iglesias?

1910... 2010: un mismo sentimiento de urgencia vive en el corazón de los cristianos: el evangelio no es un lujo en nuestra humanidad herida por las divisiones; el evangelio no puede ser anunciado por voces discordantes.

Con Cristo, los que vivían en el odio pueden encontrar un camino de reconciliación. Con Cristo, los que estaban separados pueden encontrar la alegría de vivir como hermanos…. vosotros sois testigos de todas estas cosas.

Preparación de la Semana de oración por la unidad
de los cristianos 2010

El proyecto inicial por el que este cuaderno pudo realizarse fue preparado por un grupo ecuménico de Escocia constituido por la asociación “Action of Churches Together en Scotland” (ACTS) a invitación de la Conferencia de los Obispos católicos. Deseamos agradecer muy sinceramente a todas las personas que han contribuido en este proyecto:

Sr. Andrew Barr (Iglesia Episcopal Escocesa)
Comandante Alan Dixon (Ejército de Salvación)
Reverendo Carol Ford (Iglesia de Escocia)
Reverendo Willie McFadden (Iglesia Católica)
Reverendo Lindsay Sanderson (ACTS, Iglesia Reformada Unida)

Los textos presentados en este opúsculo han sido aceptados de manera definitiva en el encuentro del grupo preparatorio internacional nombrado por la Comisión de Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. El grupo se reunió en el Colegio Scotus, Gran seminario de Escocia, en Glasgow. Estamos especialmente agradecidos al Rev. McFadden, Rector del seminario, a los seminaristas y a todo el personal por su calurosa acogida, la disponibilidad y la oración que acompañaron nuestro trabajo. Finalmente, agradecemos muy especialmente al Rev. Lindsay Sanderson por su participación con el Rev. McFadden en las sesiones de revisión del proyecto, el tiempo de rezo común e intercambio organizado con representantes de distintas comunidades cristianas de Escocia y la preparación global del encuentro.


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Domingo, 17 de enero de 2010

ZENIT nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció el sábado, 19 de Diciembre de 2009, por la mañana, en una audiencia concedida a los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos, en el 40 aniversario de su constitución, y que fue publicado por L'Osservatore Romano en su edición del 20 de diciembre.

1. ¡Queridos hermanos y hermanas, deseo expresaros a todos la alegría de encontraros!

Saludo con viva cordialidad a los señores cardenales, los arzobispos y los obispos presentes. Dirijo un pensamiento particular al Prefecto del Dicasterio, el arzobispo Angelo Amato, y le agradezco por las gentiles y afectuosas palabras que, en nombre de todos, ha querido dirigirme. Con él saludo al secretario de la Congregación, al subsecretario, a los sacerdotes, los religiosos, los consultores históricos y teológicos, los postuladores, los oficiales laicos y peritos médicos, con sus familiares, y a todos los colaboradores.

2. La circunstancia especial que os reúne en torno al Sucesor de Pedro es la celebración del 40 aniversario de la institución de la Congregación para las Causas de los Santos, que ha conferido una forma más orgánica a la acción de discernimiento que la Iglesia, desde sus orígenes, ha llevado a cabo para reconocer la santidad de tantos hijos suyos. La creación de vuestro dicasterio fue preparada por las intervenciones de mis predecesores, especialmente Sixto V, Urbano VIII y Benedicto XV, y fue realizada en 1969 por el Siervo de Dios Pablo VI, gracias al cual se ha ido configurando un conjunto de experiencias, de contribuciones científicas, de normas procesales, en una síntesis inteligente y equilibrada, confluyendo en la erección de un nuevo dicasterio.

Me es bien conocida la actividad que, en estos cuarenta años, ha llevado a cabo la Congregación, con competencia, al servicio de la edificación del Pueblo de Dios, ofreciendo una significativa contribución a la obra de la evangelización. De hecho, cuando la Iglesia venera a un santo, anuncia la eficacia del Evangelio y descubre con alegría que la presencia de Cristo en el mundo, creída y adorada en la fe, es capaz de transfigurar la vida del hombre y producir frutos de salvación para toda la humanidad. Además, cada beatificación y canonización es, para los cristianos, un fuerte ánimo a vivir con intensidad y entusiasmo el seguimiento de Cristo, caminando hacia la plenitud de la existencia cristiana y la perfección de la caridad (cfr. Lumen gentium, 40). A la luz de tales frutos, se comprende la importancia del papel llevado a cabo por el Dicasterio de acompañar cada etapa de un acontecimiento de tan singular profundidad y belleza, documentando con fidelidad la manifestación de ese sensus fidelium que es un factor importante para el reconocimiento de la santidad.

3. Los santos, signo de esa radical novedad que el Hijo de Dios, con su encarnación, muerte y resurrección, ha insertado en la naturaleza humana, e insignes testigos de la fe, no son representantes del pasado, sino que constituyen el presente y el futuro de la Iglesia y de la sociedad. Éstos han realizado en plenitud esa caritas in veritate que es el sumo valor de la vida cristiana, y son como las caras de un prisma, sobre las cuales, con matices distintos, se refleja la única luz que es Cristo.

La vida de estas extraordinarias figuras de creyentes, pertenecientes a todas las Regiones de la tierra, presenta dos constantes significativas, que quisiera subrayar.

Ante todo, su relación con el Señor, también cuando recorre caminos tradicionales, nunca es cansada y repetitiva, sino que se expresa siempre con modalidades auténticas, vivas y originales, y brota de un diálogo con el Señor intenso y envolvente, que valora y enriquece también las formas exteriores.

Además, en la vida de estos hermanos nuestros resalta la continua búsqueda de la perfección evangélica, el rechazo de la mediocridad y la tensión hacia la pertenencia total a Cristo. “Seréis santos porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo”: es la exhortación, recogida en el libro del Levítico (19, 2), que Dios dirige a Moisés. Esta nos hace entender que la santidad es tender constantemente a lo más alto de la vida cristiana, conquista comprometida, búsqueda continua de la comunión con Dios, que hace al creyente empeñado en “corresponder” con la máxima generosidad posible al designio de amor que el Padre tiene sobre él y sobre toda la humanidad.

4. Las principales etapas del reconocimiento de la santidad por parte de la Iglesia, es decir, la beatificación y la canonización, están unidas entre sí por un vínculo de gran coherencia. A estas se añaden, como fase preparatoria indispensable, la declaración de la heroicidad de las virtudes o del martirio de un Siervo de Dios y la constatación de algún don extraordinario, el milagro, que el Señor concede por intercesión de un fiel Siervo suyo.

¡Cuánta sabiduría pedagógica se manifiesta en este itinerario! En un primer momento, el Pueblo de Dios es invitado a mirar a esos hermanos que, tras un primer discernimiento cuidadoso, son propuestos como modelos de vida cristiana; por tanto, es exhortado a dirigirles un culto de veneración y de invocación circunscrito al ámbito de las Iglesias locales o de las Ordenes religiosas; finalmente, es llamado a exultar con toda la comunidad de los creyentes por la certeza de que, gracias a la solemne proclamación pontificia, un hijo o hija suyo ha alcanzado la gloria de Dios, donde participa en la perenne intercesión de Cristo en favor de los hermanos (cfr. Hb 7, 25).

En este camino la Iglesia acoge con alegría y estupor los milagros que Dios, en su infinita bondad, gratuitamente le da, para confirmar la predicación evangélica (cfr. Mc 16, 20). Acoge, también, el testimonio de los mártires como la forma más límpida e intensa de configuración a Cristo.

Esta manifestación progresiva de la santidad en los creyentes corresponde al estilo elegido por Dios al revelarse a los hombres y, al mismo tiempo, es parte del camino con el que el Pueblo de Dios crece en la fe y en el conocimiento de la Verdad.

El acercamiento gradual a la “plenitud de la luz” surge de modo singular en el paso de la beatificación a la canonización. En este recorrido, de hecho, se realizan acontecimientos de gran vitalidad religiosa y cultural, en los cuales la invocación litúrgica, la devoción popular, la imitación de las virtudes, el estudio histórico y teológico, la atención a los “signos de lo alto” se entrecruzan y se enriquecen recíprocamente. En esta circunstancia se realiza una modalidad particular de la promesa de Jesús a los discípulos de todos los tiempos: “El Espíritu de la verdad os guiará hacia la verdad plena” (cfr. Jn 16, 13). El testimonio de los santos, de hecho, pone en claro y da a conocer aspectos siempre nuevos del Mensaje evangélico.

Como ha sido bien subrayado por las palabras del Excelentísimo Prefecto, en el itinerario para el reconocimiento de la santidad surge una riqueza espiritual y pastoral que implica a toda la comunidad cristiana. La santidad, es decir, la transfiguración de las personas y de las realidades humanas a imagen de Cristo resucitado, representa el fin último del plan de salvación divina, como recuerda el apóstol Pablo: “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” (1 Ts 4, 3).

5. Queridos hermanos y hermanas, la solemnidad de la Navidad, a la que nos estamos preparando, hace resplandecer con luz plena la dignidad de cada hombre, llamado a ser hijo de Dios. En la experiencia d ellos santos, esta dignidad se realiza en la concreción de las circunstancias históricas, de los temperamentos personales, de las elecciones libres y responsables, de los carismas sobrenaturales.

Confortados por tan gran número de testigos, apretemos también nosotros el paso hacia el Señor que viene, elevando la espléndida invocación con la que culmina el himno del Te Deum: “Aeterna fac cum sanctis tuis in gloria numerari”; en tu venida gloriosa, acógenos, oh Verbo Encarnado, en la asamblea de tus santos.

Con estos deseos, de buen grado expreso a cada uno de vosotros mis fervientes augurios por las inminentes fiestas de Navidad e imparto con afecto la Bendición Apostólica.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]


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Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”. (AICA)
(19 de diciembre de 2009)



El verdadero sentido de la navidad 

“Estamos a pocos días de la Navidad; los cristianos nos hemos venido preparando durante este tiempo de Adviento y ultimamos nuestra preparación en estos días que faltan. Se trata, obviamente, de una preparación espiritual ya que la Navidad es una fiesta religiosa, un momento principal del año cristiano”.

“También la preparación y la celebración de la Navidad requieren una proyección cultural. La vida de fe de los cristianos se manifiesta en todas las circunstancias de la vida y tiene que expresarse en los signos de la Navidad. Hay signos típicamente hogareños, pero que con el correr del tiempo se han convertido en símbolos sociales, que ocupan un lugar en la cultura popular”.

“Estoy pensando, sobre todo, en el símbolo por excelencia de la Navidad que es el Pesebre. Es verdad que hay otros. En las ciudades modernas más bien se ve la silueta del arbolito, hojas verdes, moños colorados, pero el signo propio y católico de la Navidad es el Pesebre. Desde que San Francisco de Asís inventó, a comienzos del siglo XIII, esa lindísima y entrañable representación del Nacimiento del Señor, el Pesebre evoca plenamente el misterio de la Navidad”.

“A propósito, he leído unas noticias, hace pocos días, que daban cuenta de que en Italia, concretamente en la Ciudad de Cremona, se ha producido un incidente porque en una escuela –recordemos que en las escuelas estatales de Italia hay enseñanza de la religión católica- el maestro decidió suprimir el Pesebre este año, y además cambiarle el nombre a la Navidad. Se le ocurrió llamarla Fiesta de las Luces”.

 “El argumento es que en el curso había algunos alumnos extracomunitarios (como les llaman allá) probablemente de religión islámica o hindú y entonces para no herir la sensibilidad de estos alumnos había que suprimir la Fiesta de Navidad”.

“Esto produjo una discusión y reacciones fuertísimas porque la Navidad, en Italia, es una realidad cultural innegable; es la patria del Pesebre. Así autoridades de todo tipo, gente común y sobre todo los padres de familia de esa escuela han dicho que no le podían birlar a los niños y a la cultura italiana un signo que, más allá del significado dogmático, confesional, representa un valor de la humanidad. Representa, en todo caso, aquello que el cristiano ha aportado al mundo como cercanía de un Dios que se hace hombre y que camina con los hombres marcándoles rumbo en la historia”.

“Me pareció que esa reacción ha sido muy significativa, serena, pero muy firme. Y yo pensaba: ¿qué pasa con los signos de la Navidad en la Argentina?”.

“En realidad no se ven muchos Pesebres. Sí se ven en la intimidad de muchas casas pero no se ven Pesebres en las ciudades. En La Plata, por ejemplo, no hemos logrado que el signo del pesebre ocupe algunos lugares principales de la ciudad. Esta carencia significa que no se advierte que el sentimiento de la mayoría de la población tiene que expresarse públicamente”.

“Corresponde a las autoridades interpretar este hecho. Pero también podemos pensar que si no se nota una proyección cultural de la Navidad es probable que esta fiesta ya no sea vivida con toda la intensidad que corresponde a gente de fe y que, en todo caso, se ha perdido de vista esa proyección cultural que expresa el aporte que el cristianismo, a lo largo de los siglos, ha hecho a la humanidad a partir de la encarnación de Dios”.

“Este es el significado de la Navidad : que Dios haya salido al encuentro del hombre y que lo haya hecho enviando a su Hijo, que vino a seguir el camino de los hombres empezando por ser “un niño por nacer”, y siendo un bebé, un bebé inerme, nacido en la pobreza”.

“La ternura del Pesebre está indicándonos lo que es la ternura de Dios por los hombres, a los que ama como hijos. Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para que el hombre sea hijo de Dios, esta fórmula que expresa el misterio de la Navidad tiene un profundo valor de humanidad. Nos recuerda el municipio de la fraternidad humana”.

“Entonces, ante la perspectiva de una inminente Navidad pensemos no sólo en preparar nuestro corazón sino en ir viendo cómo lo manifestamos en lo cotidiano de la vida, aún en el saludo que compartimos en esta época del año”.

“¿Qué significa para un creyente decir a otra persona “Feliz Navidad”? Tendríamos que pensar seriamente acerca de una recuperación del sentido integral de la Navidad, que es un sentido religioso, de fe, pero también profundamente humano, que deja signos en la vida y en la cultura de los pueblos”.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


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Mensaje de monseñor Jorge Lugones S.J, obispo de Lomas de Zamora para la Navidad del 2009. (AICA) 

mensaje de navidad 

"María, su madre, estaba comprometida con José y,
cuando todavía no habían vivido juntos,
concibió por obra del Espíritu Santo" (Mt 1,18). 

Querida Comunidad diocesana:

María ha escuchado al enviado de Dios: porque no hay nada imposible para Dios: "cuenta conmigo".

María la joven-adolescente de Nazaret, está abierta al amor de Dios, ella quiere consagrarse al altísimo, sin embargo, acepta ser la esposa de José, como dice San Jerónimo: para que los judíos no la apedreasen como adúltera. María embarazada y en soledad, sólo ella conoce la gran noticia. Desearíamos escuchar a María: "cuenta conmigo, ¡Oh Altísimo, mi Dios y mi todo!".

José es hombre de bien y decide no denunciarla, alejarse en secreto. María ha dado su sí a Dios, José, no puede entender, ha confiado en María, prefiere tomar distancia, "y mientras pensaba, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José hijo de David no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo".

Desearíamos escuchar a José: ante el desconcierto y la angustia, no duda del Señor. José hombre piadoso, de inmediato en oración improvisa una beraka, que es una oración breve de petición a Dios: "cuento contigo: ¡Oh Señor de los Patriarcas!, Dios de mi pueblo, cuenta en todo lo que te pueda ser útil una criatura, cuenta conmigo".

Cuando la mujer está próxima al parto rompe la bolsa, o el médico ayuda, porque está cercano el nacimiento, va a dar a luz.

Si contamos con Dios, podernos salir y romper la bolsa, como el que va a nacer: romper la bolsa de mirarme a mí mismo, romper la bolsa de tantas soledades, y animarme a salir, a ver la verdadera luz desde la otra vereda: cuenta conmigo.

Enfrentar la vida como para muchos jóvenes de hoy, no es fácil, sobre todo cuando tenemos problemas, agresiones y violencia, que parecen sin solución, tenemos conflictos, que no sabemos cómo encararlos. La actitud de María es la confianza en Dios, la actitud de José es escuchar a Dios.

Esta contemplación de la angustia de María, del dolor de José, también es la de tantos chicos y chicas, que hoy no encuentran quien los pueda escuchar, alentar, acompañar; cuando los desalientos, las dudas, las incomprensiones, no les dejan romper la bolsa, y se les cierran los caminos para ver la luz.

El Señor está cerca de cada uno, pero muchas veces necesitamos que alguien nos lo diga: ¡cuenta con Dios!, el te ama, está cerca, y mientras te convences, y andas tu camino de encuentro: ¡cuenta conmigo!

Y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

Dios con nosotros, también rompe la bolsa, y aunque pareciera que ya no hay lugar en nuestros corazones ocupados, satisfechos, atrincherados en nuestras seguridades, nos viene a decir: en mi corazón humano y divino siempre hay lugar, ¡cuenta conmigo!

Él es quien acampó entre nosotros y está al lado del Padre, el que nos ha mostrado a Dios tal cual es, como "gracia y verdad". Verdad quiere decir: "Dios es así"; y gracia quiere decir: "Dios es amor puro y gratuito". Ha querido venir hoy al mundo, al mundo que él ha creado y que le pertenece, y nos podría preguntar ¿cuento contigo? Hay muchos adolescentes y jóvenes que lo conocen porque algo han oído, otros nunca escucharon hablar de Él, otros no lo aceptan, porque les hemos mostrado una imagen tan lejana... y hoy podríamos decirles: está cerca tuyo, se hizo niño siendo Dios, Él sí que te comprende...

Como mamás, abuelas, padres, formadores, docentes, queremos reflexionar y también nosotros: "romper la bolsa", y nacer a -la escucha- para con nuestros niños y adolescentes, hablarles bien, sin gritos y sin cansarnos, pues la semilla plantada, con el viento de Dios, no sabemos en qué momento dará su fruto.

Nacer a -la paciencia- que es no solo aguante, sino que debería ser también compasión, padecer con el otro, y muchas veces, ponerme en su lugar.

A la tolerancia, que es soportar a pie firme, y resistir. A la indulgencia, que sería el perdón y porque no, la dulzura (en latín indulgo es: conceder, e indulco: es hablar con dulzura). Recordamos aquel dicho del "Papa bueno: Juan": "verlo todo, disimular mucho y corregir poco" (y -lo preciso- decían en mi casa).

En este "Año Sacerdotal", en que toda la Iglesia reza por nosotros sus pastores, podríamos examinar: cómo hemos acompañado nuestra prioridad diocesana, si hemos animado a nuestros adultos en esta misión, con qué creatividad lo estamos realizando, cuál ha sido nuestra acogida cordial a los nuevos adolescentes y jóvenes, que quieren integrar nuestras comunidades.

Navidad no es sólo el nacimiento del Señor, debe ser también nuestro nacimiento, y puede ser el nacimiento de muchos jóvenes y adolescentes, que necesitan aun nacer, existir, tener un lugar, una identidad, un sueño... un gesto de cercanía: Hay muchos que no cuentan con nadie.

Debiera ser un acontecimiento extraordinario y único: ¿Qué debemos romper nosotros para nacer a los demás, para nacer con los demás, para que otros puedan reconocerse como amados y queridos? Que puedan también ellos experimentar, que unas manos abiertas los reciben, unos labios sonrientes los besan, unos brazos cercanos les dan el calor perdido... una palabra de ternura les acaricia el oído. Navidad es donación, entrega, ofrecimiento, romper la bolsa me pone a tiro del hermano, nacer a la luz del Amor de Dios, me hace reconocerme desde mi pobreza para que cuenten conmigo: con lo que soy y lo que tengo.

¡Señor que la ternura creadora de tu Palabra, en el respetuoso silencio de la noche, siga dando calor a la humilde carne, pues el bien no hace ruido, y el Espíritu, es capaz de recrear la esperanza!

¡Muy Feliz Navidad para todos!

Mons. Jorge Lugones S.J., obispo de Lomas de Zamora 


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Mensaje de monseñor Luis Armando Collazuol, obispo de Concordia, para la Navidad 2009. (AICA) 

En Navidad nos visita Jesús 

En Navidad nos visita Jesús, y llega para quedarse. Dios viene a nuestro encuentro hecho niño en el seno de María.

Es María, la Virgen Madre, quien peregrina hacia nosotros junto a José, su esposo, para ofrecernos a Jesús, que nace como Salvador. Ella también se ofrece al Padre como colaboradora de la misión de su divino Hijo.

Los Evangelios nos recuerdan dos peregrinaciones de María durante su embarazo, en ambos casos desde Nazaret a poblaciones de Judá, cercanas a Jerusalén, para lo cual debió caminar unos 160 km, es decir, varios días de fatigosa marcha.

En la primera se dirige a Aim Karim. Allí va para servir a su pariente Isabel, que lleva en su seno a Juan, quien preparará los caminos y los corazones para recibir a Jesús. Cuando llega es recibida con gozo sobrenatural por Isabel, y el salto de alegría del niño en su vientre es un signo profético mediante el cual se preanuncia el advenimiento del Salvador. Donde entra María, entra Jesús, y donde Jesús es recibido, llega la Gracia salvadora de Dios.

En la otra peregrinación, unos meses más tarde y cuando está pronta a dar a luz, se dirige con José a Belén, para cumplir el mandato del emperador de empadronarse en su lugar de origen. Llaman a diversas puertas, las cuales se cierran. No hay lugar para María y José, no puede entrar y nacer Jesús.

En un caso las puertas se abrieron y con Jesús entró la alegría; en otro se cerraron y continuaron las tinieblas.

Cada Navidad es una nueva peregrinación de María y José. Ahora vienen a nosotros trayéndonos a Jesús. Con ellos llega el Hijo del Altísimo, el Salvador glorioso, el Señor, ofreciéndonos Vida nueva. Y no sólo en Navidad, sino cada día. La visita es regalo de gracia y pide la respuesta de la fe.

Recibir a Jesús no es aceptar una gran idea, una doctrina, una simple creencia, saber que Dios existe y que Jesús nació. Cualquier persona, aún no creyente, con la búsqueda de su razón, puede reconocer la existencia de Dios manifestada por su obra creadora, y puede saber del nacimiento histórico de Jesús, del cual hablan no sólo los Evangelios sino también historiadores no cristianos de los primeros siglos. Esto no es todavía la fe que salva, la cual es encuentro con el Salvador.

Recibir a Jesús no es simplemente procurar ser una buena persona: “Yo no hago mal a nadie”. La búsqueda de lo bueno con la rectitud de intención es deber de todos, es algo debido a nuestra condición humana. El encuentro con Jesús no es el simple cumplimiento de la ley natural de hacer el bien.

Recibir a Jesús no es sólo esperar milagros que sanen el cuerpo o los afectos en la vida que pasa. Él viene para que tengamos “Vida en abundancia”, la Vida de Dios en nosotros, Vida eterna.

La vida cristiana, aunque se debe manifestar en una conducta exterior, tiene su lugar primero en el interior del hombre. Por ello Jesús viene ofreciendo perdón y gracia, no sólo una doctrina o una ley nueva.

El lugar que el Señor busca es nuestro corazón, y si no está preparado para este encuentro no transformará nuestra vida. Quedaremos como espectadores de un acontecimiento histórico, conoceremos una buena doctrina, pero estaremos ajenos a esa Vida nueva que nos regala, a lo profundo de su mensaje; no comprenderemos ni llegaremos a gustar la belleza ni la alegría de ser cristianos.

El ser cristiano procede de un encuentro con Jesús que viene, una gracia, un don que se nos comunica, es algo interior, es Vida, y requiere, en primer lugar, una actitud de acogida en la fe.

Navidad nos invita a preparar nuestra mirada de fe para descubrir a María y a José que vienen a nuestro encuentro para entregarnos a Jesús. O estaremos cerrando la puerta a su llegada como el posadero de Belén.

Sé que hablo un leguaje extraño para muchos en la celebración de la Navidad (quizás con un Papá Nöel generoso). Pero es el lenguaje con que nos habla Dios. Y lo comprenden los humildes, los sencillos, los que quizás recibirán la Navidad en situación de mucho dolor (enfermedad, pérdida reciente de un ser querido, soledad, fuera de su casa por la inundación...), pero que abren las puertas de su corazón al Salvador y de Él recibirán Vida verdadera.

Navidad nos invita también a un corazón solidario hacia quien sufre cerca nuestro, viendo en él un hermano en quien podemos descubrir el rostro de Jesús que nos pide amor. El amor fraterno es la expresión de la Vida en Dios.

Si recibimos a María como lo hizo Isabel en Aim Karim, si lo reconocemos como los pastores en Belén, Jesús llegará trayéndonos el gozo de Dios. Se cumplirá también para nosotros la bienaventuranza de María: “Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. 

Mons.  Luis Armando Collazuol, obispo de Concordia 


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Comentario al evangelio del domingo segundo del Tiempo Ordinario – C, publicado en Diario de Avisos el domingo 17 de Enero de 2010 bajo el epígrafe DOMINGO CRISTIANO.

Saber estar allí

Daniel Padilla

 

Hay una sabiduría de la vida, una importante sabiduría. que con­siste en eso: en estar allí. En estar en el sitio exacto en el que tenemos que estar. En encontrarnos haciendo lo que teníamos que hacer. El evangelio de hace unos domingos nos transmitía la respuesta que dio Jesús a la extrañada María: "¿No saben que debo estar en la casa de mi padre?". Es como si dijera: estaba allí, donde tenía que estar. En otra página evangélica, mucho más adelante, el evangelista Juan nos dirá de María: "Junto a la cruz de Jesús estaba su madre". La lectura es la misma: "Estaba donde tenía que estar". Repito: se trata de una gran sabiduría ésa de saber estar ahí. Hasta en los quehaceres más humil­des solemos alabar a quien así actúa. Juz­gando la trayectoria de algún futbolista famoso, más de una vez he oído emitir el siguiente juicio: "No es que fuera un gole­ador técnico; es que siempre estaba allí". Pues bien. El evangelio de hoy, por dos veces, nos ofrece esta frase: "Había una boda en Caná y la madre de Jesús estaba allí". Y, a renglón seguido: "Jesús y sus discípulos "estaban también allí". Cuando terminamos de leer el pasaje completo, todos estamos de acuerdo en que ese estar allí de María y de Jesús disipó la peligrosa niebla que se cernía sobre aquel matrimonio, acaso su pri­mera crisis. He aquí, por tanto, la glosa que me nace a vuelapluma: "Dichosos los que en la tarea que le ha correspon­dido en la vida, se esfuerzan por estar allí". Y, a la inversa, "desdichados los que, en esas mismas tareas, se han hecho especialistas de la evasión y de la técnica de tomar las de Villadiego". Y mucho me temo que ése sea uno de los males fre­cuentes de esta sociedad, en la que muchas veces se busca más la cantidad que la calidad, la apariencia que la reali­dad, el triunfo como sea y por encima de lo que sea. Seamos sinceros. La veloci­dad conque nos movemos, el mimetismo que nos ha invadido de vivir como todos viven, el seguir las pautas de la sociedad de consumo, hacen que no dediquemos el tiempo y la atención a estar allí. Ciñén­donos al tema del evangelio de hoy –el matrimonio- , ¿no les parece que quizá la principal causa de sus crisis sea precisa­mente ésa: no querer estar ahí? Porque, vean la paradoja. El día de la boda cada uno de los cónyuges, seguramente con emoción, dijo: estaré ahí: en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfer­medad, etcétera. ¿Qué ha pasado luego para que así se desertara y, a la hora de la verdad, ninguno de los dos estuviera allí? Por eso, vuelvo a insistir, será menester que todos nos convenzamos de que ese saber estar ahí es sabiduría de la buena. Y que ese estar ahí conlleva dos premisas importantes. Una. El ejercicio de la cons­tancia. La repetición de actos, ya que son los actos los que crean los hábitos. El lan­zarse a repetir aquello que queremos conseguir, ya que el movimiento se demuestra andando y a sufrir se aprende sufriendo. En una palabra, esta sabiduría es producto de la paciencia, como lo dijo el mismo Jesús: "Con vuestra paciencia poseerán vuestro espíritu". Dos. (Al menos para uso de los creyentes). No sólo cada uno de nosotros ha de estar ahí, sino que será bueno que invitemos a Jesús y a María para que también estén ahí, en nuestro quehacer. ¿Quién no necesita convertir en vino sus pobres tinajas de agua?


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S?bado, 16 de enero de 2010

Saludo de Mons. Jorge Luis Lona, obispo de San Luis, para la Navidad 2009. (AICA)

NAVIDAD:
EL NACIMIENTO QUE NOS PERMITE RENACER
 

Toda vida humana puede renacer en Cristo, porque El quiso nacer con nosotros y para nosotros.

El Hijo eterno del Padre quiso nacer de María como verdadero hombre, para que tengamos una confianza inmensa en que Dios nos ama y nos ha creado para adoptamos como hijos, para que podamos ser Familia suya.

Nuestro verdadero destino es alcanzar para siempre el amor y la paz de ser Familia de Dios.

Por eso, en esta hora tan difícil de la Patria, confiemos también en que nuestra comunidad nacional puede renacer. Nuestro país puede renovarse en la justicia y en la paz que nacen del amor.

Dios nos ha brindado muchos dones, riquezas naturales y talentos humanos que El siempre está dispuesto a renovar. Rechacemos entonces las tentaciones fatales del desánimo y del rencor destructivo. La Argentina es capaz de renacer.

Con esa gran esperanza, muy feliz Navidad. 

Mons. Jorge Luis Lona, obispo de San Luis

 

 


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ZENIT publica el balance del año 2009 que realizó Benedicto XVI en el discurso que dirigió, en la mañana del lunes 21 de Diciembre de 2009, a los cardenales y miembros de la Curia Romana y de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, en la tradicional audiencia con motivo del intercambio de felicitaciones por la Navidad.

Señores cardenales,
venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado,
queridos hermanos y hermanas: 

La solemnidad de la santa Navidad, como acaba de señalar el cardenal decano Angelo Sodano, es, para los cristianos, una ocasión muy especial de encuentro y de comunión. Ese Niño que adoramos en Belén, nos invita a sentir el inmenso amor de Dios, ese Dios que bajó del cielo y que se nos ha hecho cercano a cada uno de nosotros para hacernos sus hijos, parte de su propia Familia. También esta tradicional cita de Navidad del sucesor de Pedro con sus más estrechos colaboradores es una reunión de familia, que fortalece los vínculos de afecto y de comunión, para formar cada vez más ese "Cenáculo permanente", consagrado a la difusión del reino de Dios, recordado hace un momento. Doy las gracias al cardenal decano por las cordiales palabras con las que se ha hecho intérprete de los sentimientos de buena voluntad del Colegio cardenalicio, de los miembros de la Curia Romana y de la Gobernación, como también de todos los representantes pontificios que están profundamente unidos con nosotros en llevar a los hombres de nuestro tiempo esa luz que nació en el pesebre de Belén. Al daros la bienvenida con gran alegría, deseo también expresar mi gratitud a todos por el servicio generoso y competente que prestáis al Vicario de Cristo y la Iglesia.

Otro año lleno de acontecimientos importantes para la Iglesia y para el mundo está llegando a su fin. Con una mirada retrospectiva llena de gratitud sólo quisiera en este momento llamar la atención sobre algunos puntos clave para la vida eclesial. Del Año Paulino hemos pasado al Año Sacerdotal. De la imponente figura del apóstol de los gentiles que, impresionado por la luz de Cristo resucitado y por su llamada, llevó el Evangelio a los pueblos del mundo, hemos pasado la figura humilde del cura de Ars, que durante toda su vida se mantuvo en el pequeño pueblo que se le había confiado y que, sin embargo, precisamente en la humildad de su servicio hizo ampliamente visible en el mundo la bondad reconciliadora de Dios. A partir de ambas figuras se manifiesta el amplio alcance del ministerio sacerdotal y se hace evidente cómo es grande precisamente lo que es pequeño y cómo, a través del servicio aparentemente pequeño de un hombre, Dios puede hacer cosas grandes, purificar y renovar el mundo desde dentro.

Para la Iglesia y para mí personalmente, el año que está terminando ha estado en gran parte bajo el signo de África. Primero fue el viaje a Camerún y Angola. Fue conmovedor para mí experimentar la gran cordialidad con la que el sucesor de Pedro, el Vicarius Christi, era acogido. La alegría festiva y afecto cordial, que me salían al encuentro en todas las calles, no se referían, simplemente, a un huésped causal cualquiera. En el encuentro con el Papa se hacía experimentable la Iglesia universal, la comunidad que abraza al mundo y es reunida por Dios mediante Cristo, comunidad que no se funda en intereses humanos, sino que se nos ofrece desde la atención amorosa de Dios por nosotros. Todos juntos somos la familia de Dios, hermanos y hermanas en virtud de un único Padre: ésta fue la experiencia vivida. Y se experimentaba que la atención amorosa de Dios en Cristo para nosotros no es algo del pasado o teorías eruditas, sino una realidad muy concreta, aquí y ahora. Precisamente Él está entre nosotros: esto lo hemos percibido a través del ministerio del Sucesor de Pedro. Así nos elevábamos por encima de la simple cotidianeidad. El cielo estaba abierto, y esto es lo que hace de un día una fiesta. Es a la vez algo duradero. Sigue siendo cierto, incluso en la vida cotidiana, que el cielo ya no está cerrado, que Dios está cerca; que en Cristo todos nos pertenecemos unos a otros.

De modo particularmente profundo ha quedado impreso en mi memoria el recuerdo de las celebraciones litúrgicas. Las celebraciones de la Eucaristía eran verdaderas fiestas de la fe. Quisiera mencionar dos elementos que me parecen particularmente importantes. Había ante todo una gran alegría compartida, que se expresa también a través del cuerpo, pero de una forma disciplinada y orientada por la presencia del Dios vivo. Con esto ya se indica el segundo elemento: el sentido de la sacralidad, del misterio presente del Dios viviente, plasmaba, por así decirlo, cada gesto individual. El Señor está presente, el Creador, Aquel a quien todo pertenece, del que procedemos y hacia el que estamos en camino. Espontáneamente me venían a la mente las palabras de san Cipriano, que en su comentario al Padrenuestro escribe: "Recordemos que estamos bajo la mirada de Dios. Debemos agradar a los ojos de Dios, tanto con la actitud de nuestro cuerpo como con el uso de nuestra voz"(De dom. or. 4. CSEL III 1 p 269). Sí, esta conciencia estaba allí presente: estamos en presencia de Dios. De esto no se deriva miedo o inhibición, ni tampoco una obediencia exterior a las normas, y menos aún un deseo de aparecer ante los otros, o gritar de modo indisciplinado. Se dio más bien lo que los Padres llamaban "sobria ebrietas": estar llenos de una alegría que sin embargo permanece sobria y ordenada, que une a las personas desde el interior, llevándolas a la alabanza comunitaria de Dios, una alabanza que al mismo tiempo suscita el amor al prójimo, la responsabilidad mutua.

Naturalmente, formaba parte del viaje a África sobre todo el encuentro con los hermanos en el ministerio episcopal y la inauguración del Sínodo de África mediante la entrega del Instrumentum laboris. Esto tuvo lugar en el contexto de un coloquio por la noche en la fiesta de san José, un diálogo en el que los representantes de cada episcopado expusieron de forma conmovedora sus esperanzas y sus preocupaciones. Yo creo que el buen amo de la casa, san José, que personalmente conoce bien lo que significa reflexionar, en una actitud de solicitud y esperanza, sobre los caminos futuro de la familia, nos escuchó con amor y nos ha acompañado incluso durante el mismo Sínodo . Echemos un rápido vistazo al Sínodo. Con ocasión de mi visita a África se puso de manifiesto ante todo la fuerza teológica y pastoral del Primado Pontificio, como un punto de convergencia para la unidad de la Familia de Dios. Allí, en el Sínodo, surgió aún más fuertemente la importancia de la colegialidad, de la unidad de los obispos, que reciben su ministerio precisamente por el hecho de que entran en la comunidad de los sucesores de los apóstoles: cada uno es obispo, sucesor de los apóstoles en la medida en que participa de la comunidad de aquellos en los cuales continúa el Collegium Apostolorum en la unidad con Pedro y con su sucesor. Al igual que en la liturgia en África y, después, de nuevo, en San Pedro en Roma, la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II ha tomado forma de manera ejemplar, así en la comunión del Sínodo se ha vivido de modo práctico la eclesiología del Concilio. Eran también conmovedores los testimonios que pudimos escuchar de los fieles procedentes de África, testimonios de sufrimiento y de reconciliación concretos en las tragedias de la historia reciente del Continente.

El Sínodo se había propuesto el tema: La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz. Este es un tema teológico y sobre todo pastoral, de una actualidad acuciante, pero también podría ser malinterpretado como un tema político. La tarea de los obispos era transformar la teología en pastoral, es decir, en un ministerio pastoral muy concreto, en el que las grandes visiones de la Sagrada Escritura y de la Tradición se aplicasen a la labor de los obispos y de los sacerdotes en un tiempo y en un lugar determinados. Pero en esto no se debía ceder a la tentación de tomar personalmente parte en la política y de convertir a los pastores en líderes políticos. De hecho, la cuestión muy concreta frente a la cual los pastores se encontraban continuamente es precisamente esta: ¿cómo podemos ser realistas y prácticos, sin arrogarnos una competencia política que no nos corresponde? Podríamos también decir: se trataba del problema de una laicidad positiva, practicada e interpretada de modo justo. Este es también un tema principal de la encíclica, publicada el día de los santos Pedro y Pablo, "Caritas in veritate", que de este modo ha recogido y desarrollado posteriormente la cuestión sobre la colocación teológica y concreta de la Doctrina Social de la Iglesia.

¿Consiguieron los Padres sinodales encontrar el camino más bien estrecho entre una simple teoría teológica y la acción política inmediata, el camino del "pastor"? En mi breve discurso en la conclusión del Sínodo contesté afirmativamente, de modo consciente y explícito, a esta pregunta. Naturalmente, en la elaboración del documento postsinodal, deberemos tener cuidado por mantener ese equilibrio y ofrecer así esa contribución para la Iglesia y la sociedad en África, que ha sido confiada a la Iglesia en virtud de su misión. Quisiera tratar de explicar esto brevemente a propósito de un solo punto. Como ya se ha dicho, el tema del Sínodo designa tres palabras fundamentales de la responsabilidad teológica y social: reconciliación - justicia - paz. Se podría decir que la reconciliación y la justicia son los dos presupuestos esenciales de la paz y que por tanto, en cierta medida, definen también su naturaleza. Limitémonos a la palabra "reconciliación". Una mirada sobre los sufrimientos y las penas de la historia reciente de África, pero también en muchas otras partes de la tierra, muestra que los conflictos no resueltos y profundamente arraigados pueden llevar dar lugar, en ciertas situaciones, a explosiones de violencia en las que el sentido de la humanidad parece haberse perdido. La paz sólo puede lograrse si se llega a una reconciliación interior. Podemos considerar como ejemplo positivo de un proceso de reconciliación que está alcanzando su logro la historia de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que desde 1945 en Europa occidental y central ya no haya habido guerras se funda seguramente de un modo determinante en estructuras políticas y económicas inteligentes y éticamente orientadas, pero éstas pudieron desarrollarse sólo porque existían procesos internos de reconciliación, que han hecho posible una convivencia nueva. Toda sociedad necesita reconciliación para que pueda existir la paz. Las reconciliaciones son necesarias para una buena política, pero no se pueden lograr únicamente con ella. Son procesos pre-políticos y deben surgir de otras fuentes.

El Sínodo trató de examinar profundamente el concepto de reconciliación como una tarea para la Iglesia de hoy, llamando la atención sobre sus distintas dimensiones. La llamada que san Pablo dirigió a los Corintios posee hoy precisamente una nueva actualidad. "Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!" (2 Corintios 5, 20). Si el hombre no se ha reconciliado con Dios, está en discordia también con la creación. No está reconciliado consigo mismo, quisiera ser otro distinto del que es y por lo tanto tampoco estaría reconciliado con el prójimo. También forman parte de la reconciliación la capacidad de reconocer la culpa y de pedir perdón: a Dios y al otro. Y, por último pertenece al proceso de reconciliación la disponibilidad a la penitencia, la disponibilidad a sufrir hasta el fondo por una culpa y a dejarse transformar. Y forma parte de ese proceso la gratuidad, de la que la encíclica "Caritas in veritate" habla repetidamente: la disponibilidad a ir más allá de lo necesario, a no pedir cuentas, sino a ir más allá de lo que exigen las simples condiciones jurídicas. Forma parte esa generosidad de la que Dios mismo nos dio ejemplo. Pensemos en las palabras de Jesús: "Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda "(Mateo 5, 23s.).

Dios, que sabía que no estamos reconciliados, que veía que tenemos algo contra Él, se levantó y salió a nuestro encuentro, aunque sólo Él tenía la razón de su parte. Nos salió al encuentro hasta la Cruz, para reconciliarnos. Esto es la gratuidad: la disponibilidad para dar el primer paso. Salir en primer lugar al encuentro del otro, ofrecerle la reconciliación, asumir el sufrimiento que implica la renuncia a tener razón. No ceder en la voluntad de reconciliación: de esto Dios nos dio el ejemplo, y esta es la manera de llegar a ser como Él, una actitud que necesitamos continuamente en el mundo. Hoy tenemos que aprender nuevamente la capacidad de reconocer la culpa, tenemos que sacudirnos de encima la ilusión de ser inocentes. Debemos aprender la capacidad de hacer penitencia, de dejarnos transformar; de salir al encuentro del otro y de hacernos dar por Dios el valor y la fuerza para una renovación así. En nuestro mundo de hoy, debemos redescubrir el sacramento de la penitencia y de la reconciliación. El hecho de que éste haya desaparecido en gran medida de los hábitos existenciales de los cristianos es un síntoma de una pérdida de la verdad sobre nosotros mismos y sobre Dios, una pérdida que pone en peligro a nuestra humanidad y disminuye nuestra capacidad para la paz. San Buenaventura opinaba que el sacramento de la penitencia era un sacramento de la humanidad como tal, un sacramento que Dios había instituido, en su esencia, ya inmediatamente después del pecado original con la penitencia impuesta a Adán, a pesar de que sólo pudo obtener su forma completa en Cristo, que es personalmente la fuerza reconciliadora de Dios y que tomó sobre sí nuestra penitencia. De hecho, la unidad de la culpa, la penitencia y el perdón es una de las condiciones fundamentales de la verdadera humanidad, condiciones que en el sacramento alcanzan su forma completa, pero que, en sus raíces, forman parte de las personas humanas como tal. El Sínodo de los Obispos para África, por lo tanto, ha incluido adecuadamente en sus reflexiones rituales de reconciliación de la tradición africana como lugares de aprendizaje y preparación para la gran reconciliación que Dios nos da en el sacramento de la penitencia. Esta reconciliación, sin embargo, requiere el amplio "atrio" del reconocimiento de la culpa y de la humildad de la penitencia. La reconciliación es un concepto pre-político y una realidad pre-política, y precisamente por esto es de suma importancia para la tarea de la misma política. Si no se crea en los corazones la fuerza de la reconciliación, falta al compromiso político para la paz su presupuesto interior. En el Sínodo los Pastores de la Iglesia han estado trabajando por esa purificación del hombre interior, que constituye la condición preliminar esencial para la construcción de la justicia y la paz. Sin embargo, esta purificación y maduración interior hacia una verdadera humanidad no pueden existir sin Dios.

Reconciliación; con esta palabra-clave me viene a la mente el segundo gran viaje del año que concluye: la peregrinación a Jordania y a Tierra Santa. En este sentido, quisiera dar las gracias ante todo al rey de Jordania por la gran hospitalidad con la que me acogió y acompañó durante todo el desarrollo de mi peregrinación. Mi gratitud se dirige también a la manera ejemplar con la que él se compromete a favor de la convivencia pacífica entre cristianos y musulmanes, a favor del respeto de la religión del otro y a favor de la colaboración en la común responsabilidad ante Dios. Doy también gracias de corazón al gobierno de Israel por todo lo que ha hecho para que la visita pudiera desarrollarse de manera pacífica y segura. Me siento particularmente agradecido por la posibilidad que se me concedió de celebrar dos grandes liturgias públicas, en Jerusalén y en Nazaret, en las que los cristianos pudieron presentarse públicamente como comunidad de fe en Tierra Santa. Por último, mi acción de gracias se dirige a la Autoridad Palestina, que también me acogió con gran cordialidad e hizo posible una celebración litúrgica pública en Belén, y me permitió conocer los sufrimientos y esperanzas de su territorio. Todo lo que se puede ver en esos países clama reconciliación, justicia, paz. La visita a Yad Vashem supuso un encuentro sobrecogedor con la crueldad de la culpa humana, con el odio de una ideología ciega que, sin justificación alguna, entregó a millones de personas humanas a la muerte y que, de este modo, en último término, quiso expulsar del mundo incluso a Dios, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y el Dios de Jesucristo. De este modo es en primer lugar un monumento conmemorativo contra el odio, un llamamiento apremiante a la purificación y al perdón, al amor. Precisamente este monumento a la culpa humana hizo aún más importante la visita a los lugares de la memoria de la fe y permitió percibir su inalterada actualidad. En Jordania vimos el punto más bajo de la tierra, en el río Jordán. Cómo no sentirse interpelados por la Carta a los Efesios, según la cual, Cristo "descendió a las regiones inferiores de la tierra" (Efesios 4, 9). En Cristo, Dios descendió hasta la última profundidad del ser humano, hasta la noche del odio y de la ceguera, hasta la oscuridad de la lejanía del hombre de Dios para encender allí la luz de su amor. Él está presente incluso en la noche más profunda: incluso en el abismo "allí te encuentro", dice el Salmo 139 [138], 8. Esta frase se ha hecho realidad en el descenso de Jesús. De este modo, el encuentro con los lugares de la salvación en la iglesia de la anunciación, en Nazaret, en la gruta de la Natividad en Belén, en el lugar de la crucifixión en el Calvario, ante el sepulcro vacío, testimonio de la resurrección, ha sido como tocar la historia de Dios con nosotros. La fe no es un mito. Es historia real, cuyas huellas podemos tocar con la mano. Este realismo de la fe nos ayuda particularmente en las vicisitudes del presente. Dios se ha manifestado verdaderamente. En Jesucristo se ha hecho verdaderamente carne. Como Resucitado, sigue siendo verdadero Hombre, abre continuamente nuestra humanidad a Dios y siempre es el garante de que Dios es un Dios cercano. Sí, Dios vive y está en relación con nosotros. A pesar de toda su grandeza es el Dios cercano, el Dios-con-nosotros, que nos dice continuamente: ¡Dejaos reconciliar conmigo y entre vosotros! Siempre pone en nuestra vida personal y comunitaria la tarea de la reconciliación.

Por último, quisiera dirigir unas palabras de gratitud y de alegría por mi viaje a la República Checa. Antes de ese viaje siempre me alegraron que es un país con una mayoría de agnósticos y ateos, en el que los cristianos ya sólo constituyen una minoría. Por eso fue particularmente alegre la sorpresa al constatar que por doquier me rodeaba una gran cordialidad y amistad; que se celebraban grandes liturgias en una atmósfera gozosa de fe; que en el ámbito de las universidades y de la cultura mi palabra encontraba una viva atención; que las autoridades del Estado me han dispensado gran cortesía y han hecho todo lo posible para contribuir al éxito de la visita. Siento la tentación de decir algo sobre la belleza del país y sobre los magníficos testimonios de la cultura cristiana, que hacen que esa belleza sea perfecta. Pero considero importante sobre todo el hecho de que nosotros, los creyentes, también debemos llevar en nuestro corazón a las personas que se consideran agnósticas o ateas. Cuando hablamos de una nueva evangelización, quizá estas personas se asustan. No quieren verse convertidas en objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios sigue interpelándoles, aunque no puedan creer en el carácter concreto de su atención por nosotros. En París hablé de la búsqueda de Dios como motivo fundamental del que nació el monaquismo occidental y, con él, la cultura occidental. Como primer paso de la evangelización, tenemos que tratar de mantener viva esta búsqueda; tenemos que preocuparnos de que el hombre no arrincone la cuestión de Dios, cuestión esencial de su existencia. Tenemos que preocuparnos de que acepte acepte la cuestión y la nostalgia que en ella se esconde. Me vienen a la mente las palabras que Jesús cita del profeta Isaías, es decir, que el templo debería ser una casa de oración por todos los pueblos (Cf. Isaías 56, 7; Marcos 11, 17). Él pesaba en el llamado patio de los gentiles, que liberó de negocios externos para que se diera el espacio libre para los gentiles que allí querían rezar al único Dios, aunque no pudieran participar en el misterio, a cuyo servicio estaba reservado el interior del templo. Espacio de oración para todos los pueblos, expresión con la que se pensaba en personas que conocen a Dios, por así decir, sólo de lejos; que no se contentan con sus dioses, ritos, mitos; que buscan al Puro y al Grande, aunque Dios siga siendo para ellos el "Dios desconocido" (Cf. Hechos 17, 23). Debían poder rezar al Dios desconocido y de este modo estar en relación con el Dios verdadero, aunque fuera en medio de oscuridades de diferentes tipos. Pienso que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de "patio de los gentiles", donde los hombres puedan de algún modo engancharse con Dios, sin conocerle y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio se encuentra la vida interior de la Iglesia. Al diálogo con las religiones hay que añadir hoy sobre todo el diálogo con aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido y que, sin embargo, no querrían quedarse simplemente sin Dios, sino acercarse a él al menos como Desconocido.

Al final, dirijo una vez más una palabra sobre el Año Sacerdotal. Como sacerdotes estamos a disposición de todos: de aquellos que conocen a Dios de cerca y de aquellos para los que es el Desconocido. Todos nosotros tenemos que conocerle siempre de nuevo y tenemos que buscarle continuamente para convertirnos en auténticos amigos de Dios. ¿Cómo podríamos llegar a conocer a Dios si no fuera a través de hombres que son amigos de Dios? El núcleo más profundo de nuestro ministerio sacerdotal consiste en ser amigos de Cristo (Cf. Juan 15, 15), amigos de Dios por cuya mediación otras personas puedan encontrar la cercanía con Dios. De este modo, junto con mi profunda acción de gracias por todo la ayuda que me habéis ofrecido durante todo el año, os presento mi augurio para la Navidad: que seamos cada vez más amigos de Cristo y, por tanto, amigos de Dios y que, de este modo, podamos ser sal de la tierra y luz del mundo. ¡Santa Navidad y feliz Año Nuevo!

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez y Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]


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Mensaje de monseñor Mario Aurelio Poli, obispo de Santa Rosa para la Navidad 2009. (AICA) 

APESEBRAR EL CORAZÓN 

“Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve a la vida.”
LH, I, Himno del Oficio de lectura, 17 de dic. 

Hay muchas maneras de acercarnos a la Navidad. El clima de la fiesta está en el aire pampeano y es difícil substraerse a ella, aunque no siempre deja en nosotros el mensaje de paz y bien que el acontecimiento anuncia: la huella de ternura y serenidad que desearíamos retener durante todo el año. Los signos religiosos, como el pesebre y el árbol navideño, aparecen en vidrieras y plazas, coloreando la vida pública, aun en los lugares más insólitos. Y hasta parecen suspender, al menos por un tiempo, las reacciones secularizantes, que en otro momento descargan sus pretensiones sobre imágenes y símbolos cristianos. La Navidad es fuerte, trae algo que todos necesitamos e intuimos que convoca sin exclusión de nadie, con un lenguaje tan simple como el de un “niño envuelto en pañales” (Lc 2, 12). Ese Niño trae un mensaje que se dirige a lo más profundo de nuestro ser, dándonos luces que nadie puede dar. Es cierto, encierra un misterio grande, una Buena Noticia, y los signos sólo asoman algo de lo que oculta la promesa cumplida de una novedad que hay que desentrañar.

La Navidad precede a la fiesta del tiempo, el de un año que pasa y otro que se inaugura. La sorpresa que nos causa el vertiginoso tiempo que pasó, sólo se supera ante las promesas y expectativas del que vendrá, lleno de enigmas y situaciones insospechadas. Aun así, para los cristianos el tiempo no es “algo” que pasa, sino Alguien que viene. Y por eso decimos, contemplando el pesebre, que lo que está por venir siempre es mejor para todos. No podemos hablar sino en términos de esperanza, y de una esperanza que no defrauda, la que se pone sólo en Dios y la que nos devuelve la confianza en el hermano. Viene Alguien que nos dice quién es el hombre, cuál es su destino final, cuál es el sentido de la historia y el de este mundo que parece no tener salida. Desde la cueva de Belén surge una respuesta que serena nuestro ánimo, porque reconocemos en el Niño Jesús, al Señor del tiempo. Él es el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir» (Ap 1, 8).

La Liturgia de estos domingos de Adviento nos fue disponiendo de una manera pedagógica al misterio que ha cambiado la historia y ha iluminado la vida de cada persona. Cuando Juan el Bautista se apropió del texto de Isaías, en sus labios, la profecía del Mesías que viene sonó grave y como una advertencia: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos... Entonces, todos verán la Salvación de Dios (Lc 3, 3–4) La gente que escuchaba a Juan se acercó para preguntarle: ¿Qué debemos hacer entonces? Él, que dispensaba un bautismo de conversión, dio repuestas claras a cada uno de los que advirtieron que algo tenían que cambiar para preparar sus vidas ante la inminente venida del Mesías. Nada especial, solamente insistió en que cada uno hiciera bien lo que su estado y responsabilidad le demandaba: Compartan lo que tienen; sean justos; no mientan ni extorsionen a nadie...(Cfr. Lc 3, 10–18).

Sin dudas, se trata de una disposición interior, cordial, es decir del corazón, sede de los más buenos y nobles sentimientos de que es capaz el hombre, y también de los más ruines y miserables. También nosotros preguntamos: ¿qué tenemos que hacer; cómo prepararnos a la venida de Jesús? Ya el profeta Sofonías nos decía el domingo pasado: Alégrate y regocíjate de corazón...porque el Señor está en medio de ti (3, 14–15). San Lucas se lo aplicó a la Virgen, quien fue la primera en hacer de su corazón un pesebre (cfr. 2, 19). Apesebrar, imagino yo, es guardar y meditar las cosas que ocurren en torno al misterio de Dios que se hace igual a nosotros, aunque nos desborde. San Agustín lo refiere así: Para que se hiciera fuerte la debilidad, se hizo débil la fortaleza (San Agustín, Sermón 190, 4). Desproporcionado intercambio si consideramos las distancias entre lo divino y lo humano; origen de algo más bello que la primera creación. Apesebrar significa también dejar que toda la ternura y simplicidad de la Noche Buena en Belén pase a nuestro pobre corazón y lo convierta en reflejo de su bondad y verdad, para transmitirlo en nuestras familias, lugares de trabajo, estudio, en fin, donde compartimos la vida. El Niño que viene es Dios que es Amor (Cfr. 1º Jn 4, 8), y nuestro corazón está bien hecho para amar. De ahí que en esos días que preceden al Nacimiento, vale la pena espejarnos en el pesebre y dejar que el asombro supla al descreimiento, que el cansancio del año se alivie mirando a Dios mi roca, la alegría perdida se renueve en la esperanza que irradian los rostros de María y José, que la grandeza de Dios eleve nuestra pequeñez y su pobreza se convierta en nuestra más apreciada riqueza.

Les deseo que la contemplación fortuita de cualquier pesebre, en algún lugar, se convierta en un encuentro personal y feliz con el Dios que nos dio el aliento de vida (Ap 11, 11), el Señor que viene a salvarnos,  ¡Feliz, Santa y Buena Navidad! 

Mons. Mario Aurelio Poli, obispo de Santa Rosa


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NOTICIA BREVES DEL OBISPADO DE TENERIFE - ENERO 2009

La red social de la Iglesia sigue aportando su granito de arena para la solidaridad con Haití. Les recordamos, de nuevo, tan sólo las cuentas de Cáritas Diocesana.  

CUENTAS ABIERTAS PARA ESTA CAMPAÑA POR CÁRITAS DIOCESANA 

CajaCanarias:       2065-0002-11-1400119717

Banco Santander: 0049-1849-19-2110603823

Banco BBVA:         0182-5717-28-0010073775

La Caixa:             2100-2327-71-0200109501 

 

Este mes comenzarán las obras de restauración de la Ermita de Ntra. Sra. de Guadalupe en Puntallana, la Gomera. La empresa que llevará a cabo los trabajos será ÁRIDOS HERRERA, S.L. Está previsto que el plazo de ejecución de los trabajos sea de cinco meses.  

Los catequistas gomeros han participado en un cursillo sobre la Iniciación Cristiana. Además, los agentes de pastoral de la salud de esta isla han realizado en Gran Canaria un curso sobre el acompañamiento del enfermo. 

El arciprestazgo de Tacoronte acoge el miércoles 20 a partir de las 19.30 horas, la presentación de la Iniciación Cristiana para los agentes de pastoral.  

Por otro lado, el fin de semana del 29 al 31 de enero, la coordinadora arciprestal de Cáritas en Taco organiza un cursillo sobre “escuchar la voz de los sin voz”  en los salones parroquiales de Añaza. El mismo estará dirigido por el capellán de la prisión de Salto del Negro.  

Ángel Moreno, capellán del Monasterio Cistersiense de Buenafuente del Sistal, en la provincia de Guadalajara se encuentra en Tenerife para llevar a cabo, durante el fin de semana, un curso sobre la Lectio Divina destinado a las Hijas de María Madre de la Iglesia. 

El departamento de pastoral juvenil,  los coordinadores arciprestales de este sector y el Vicario General,  se han reunido en Casa de la juventud para coordinar los actos a realizar con ocasión de la presencia en la diócesis, a partir del dos de Mayo, de la Cruz de la jornada Mundial de la Juventud. 

El proyecto denominado Juan Ciudad ONGD del Hospital San Juan de Dios ha recibido recientemente una subvención del Cabildo de Tenerife, a través del área de Cooperación, dentro del capítulo que esa institución insular destina a financiar proyectos y acciones de cooperación al desarrollo en países menos avanzados, para continuar la labor humanitaria y sanitaria en varias localidades del norte de Sierra Leona con un proyecto para mejorar la salubridad del agua en ese país. La acción del proyecto, que lleva por título Desarrollo de la Seguridad Alimentaria en los Chiefdoms de Marampa y Buya Romende, tiene por objeto construir tres pozos de agua potable y tres letrinas, además de formar a tres personas en el mantenimiento de las bombas de agua y en la correcta higiene de ésta.  

Estos días se celebran fiestas patronales en distintos lugares en honor de S. Antonio Abad o S. Sebastián, entre otros.


Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, Peregrino, Cursillista, Colaborador en la redacción de la Positio super virtutibus del Siervo de Dios y Vicepostulador de su Causa de Canonización. 

MANUEL APARICI
«Capitán de Peregrinos

Y LA ENCÍCLICA «MIT BRENNENDER SORGE»
DE S.S. PÍO XI 

«MIT BRENNENDER SORGE
Encíclica del Papa Pío XI del 14 de Marzo de 1937
 

         «El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, que participó en el Congreso Internacional “La diligencia eclesial  de Pío XI a la luz de las fuentes archivistas”, definió esta Encíclica como “la requisitoria más firme y precisa jamás escrita contra el nazismo” […]

         »Recordó la voluntad de Pío XI contra el comunismo ateo, que expresó particularmente en la Encíclica “Divini Redemptoris”. Según Bertone, el Pontífice supo gobernar la Iglesia con vigor y miró con ojos nuevos las misiones y el arraigo católico fuera de Europa» [1].  

«Pío XI hace una llamada a una “Cristiandad ejemplar” en su Encíclica […]. Ello refuerza considerablemente el ideal peregrinante del Siervo de Dios Manuel Aparici hacia la Cristiandad ejemplar con la peregrinación y el Congreso, aunque la guerra obligase a esperar.

         »Manuel Aparici, “una gloria y corona de la Diócesis de Madrid, singular y deslumbrante” [2], un día, respondiendo a la llamada del Papa, “capitaneó” a toda una generación juvenil en un largo peregrinar de doce años, que culminó en la gran cita ante el Apóstol Santiago en 1948, la mayor peregrinación llegada nunca a Compostela, meta de perenne peregrinación para impulso y sostén de un renacimiento cristiano, en cumplimiento del voto de peregrinar para llevar almas de jóvenes a Cristo y hacer de España la soñada Vanguardia de una Cristiandad “ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo”, urgida por S.S. el Papa Pío XI [3]. La frase le impresionó y la tomó como bandera.

         »Con su ardoroso espíritu apostólico, fue su máximo propulsor. Cuando convocaba a los Jóvenes de Acción Católica a peregrinar les convocaba para que aspirasen al espíritu ardiente de los Hijos del Trueno como estilo de vida» [4]. 

         «El solo hecho de proponer a los jóvenes de Acción Católica de la Hispanidad un gran ideal de recristianización sería capaz de vincular en caridad a España con sus veinte hijas. Pues este Ideal era superior a las fuerzas de todos y cada uno de los pueblos por separado, pero lo que resultaba dificilísimo para cada uno de los miembros de la familia hispana, resultaba hacedero para la Hispanidad en su conjunto. Por eso, la amplia proyección de este plan movió al Presidente a someterlo al Cardenal Arzobispo de Toledo, Primado de España, Mons. Gomá.

         »Expuesto el proyecto en 1936 a la Jerarquía española en la persona del Sr. Cardenal éste lo recibió con entusiasmo y lo bendijo, pero les hizo ver que empresa de tal envergadura, que trascendía a las facultades de la Jerarquía de la Iglesia española, requería la aprobación y bendición del Santo Padre y les aconsejó ponerse al habla con Mons. Tedeschini, Nuncio de Su Santidad en España, quien, a su vez, les aconsejó exponérselo al Santo Padre.

         »Con tal fin,  el 28 de enero de 1936, Manuel Aparici, Presidente Nacional, se trasladó a Roma acompañado del Vocal del Consejo, Javier Aznar. Les recibió el Cardenal Pacelli, entonces Secretario de Estado, y luego Papa Pío XII, que aprueba y bendice el proyecto y les alienta en su labor en España y de la misión de la Juventud de Acción Católica Española en la tarea de la Hispanidad.

         »Es más, les hizo ver que España tenía olvidados sus deberes de madre para con los pueblos de América y Filipinas que había engendrado a la fe de Cristo, diciéndoles que las madres nunca tienen cumplida su misión, que no basta engendrar a los hijos y educarlos, sino que siempre tienen que preocuparse de que lleguen a la máxima perfección. Les prometió la más calurosa ayuda de la Santa Sede y que al día siguiente serían recibidos en audiencia por Su Santidad el Papa, que les mostraría la profunda complacencia con que veía los proyectos de la Juventud de Acción Católica Española.

         »Y el l de febrero de 1936, eran recibidos, en audiencia especial, por Su Santidad el Papa Pío XI –era la segunda vez que recibía a Manuel Aparici en audiencia especial– a quien le expusieron el proyecto de la gran peregrinación juvenil de 100.000 jóvenes a Santiago de Compostela para 1937.

»Le dice: “Las almas huyen del Señor; por todas partes la apostasía y el materialismo aumenta; allí en España tenemos un sepulcro casi olvidado entre sombras de paganía; pero él guarda los restos de un Apóstol. ¡Padre! déjanos que convoquemos junto a sus cenizas a las Juventudes de Acción Católica de las Españas. Allí aprenderemos su lección. Y las Juventud de Acción Católica de la Hispanidad será un solo apóstol. Se llenará de tu angustia por las almas y se aplicará del todo a tu servicio”.

         »El Santo Padre acogió el proyecto con gran satisfacción, dándoles su bendición más paternal, amplia y generosa para la Peregrinación y para el Congreso [5].

         »Dos meses después de ser recibido por Su Santidad anota en su Diario: “Hay que trabajar deprisa, pues ya empieza el enemigo a sembrar la cizaña”.

         »La guerra paralizó el proyecto, que quedó aplazado –pero manteniendo muy vivo el Ideal de Santiago– La peregrinación tuvo lugar, luego de concluida la guerra, en Agosto de 1948.

         »Años más tarde resumiría así el Ideal: 

         »“ ... El Ideal de la Asociación de la Juventud de Acción Católica (Ganar a todo el mundo para Cristo, por el impulso y la fe del alma hispana), el instrumento para ganar el mundo (La Hispanidad: Comunión de Pueblos al servicio de la misión apostólica y evangelizadora de la Cristiandad ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo); las etapas necesarias para su consecución u objetivos parciales y el modo de realizar este Ideal (Peregrinar: Que los jóvenes caminen sobre las huellas de Cristo y de la mano de María hacia la Casa del Padre por la acción del Espíritu Santo y abran camino a las almas hermanas)”» [6]. 

         ¿Y por qué el Siervo de Dios, en vez de la «Divini Redemptoris» contra el comunismo, escogía para precepto de los Centros de Vanguardia y para la Obra toda, un pasaje de la Encíclica contra el nazismo, la «Mit Brennender Sorge? 

«LA SED DE MANUEL APARICI» 

         «Desde aquel 27 de diciembre de 1938, festividad de San Juan Apóstol y Evangelista, en Burgos, con la Guerra Civil aún encendida, el nombre de Manolo Aparici va ligado para mí a la palabra “sed” –escribe el testigo Manuel Vigil y Vázquez [7]– . Aquel día, en unión de unos cuantos dirigentes de la Juventud de Acción Católica, recibí de Aparici un crucifijo con el nombramiento de Propagandista del Consejo Superior de dicha Juventud. Al dorso, este crucifijo, metálico, llevaba inscrita esta palabra latina: “Sitio”, cuyo significado en español es “sed”. La sed de Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz a la que se refiere el mismo San Juan en su Evangelio (19, 28,30), que más que una sed física era la sed de almas por quienes el Redentor moría en la Cruz.

         »Quienes convivimos con Aparici aquellos dramáticos años podemos testimoniar que, siguiendo a Nuestro Señor, él tenía sed de almas; viva sed de almas de jóvenes españoles a quienes convocaba desde antes del conflicto bélico de 1936 a peregrinar a Santiago de Compostela, no sólo por el compromiso histórico que ello implicaba sino ante todo para que los jóvenes españoles se reafirmaran en la fe con el vigor de quienes como Santiago y su hermano Juan aseguraron ser capaces de beber el cáliz del Señor (Mt. 20, 22, 23).

         »En los actos públicos, Aparici, orador fluente y fogoso, hablaba como tocando a rebato para salvar las almas de los jóvenes. Quería despertar en el auditorio entero aquella sed de almas a las que con mayor motivo comprometía a sus inmediatos colaboradores al entregarles el crucifijo de Propagandista. Con lucidez y ardor hablaba hasta la extenuación. Concluía sudoroso, agotado. Cuántas veces le hemos visto y admirado así. Qué ejemplo de entrega para el apostolado. La entrega que nos pedía con el crucifijo del 27 de diciembre de 1938.

         »Aparici estaba inmerso, ¿y quién no?, en la enorme conmoción que agitaba la España de los años 30. La España en la que se resumían y culminaban las divisiones arrastradas por más de un siglo, desde la guerra de la Independencia. Aparici, con Ángel Herrera [luego Cardenal], había superado el encierro de un catolicismo metido en los grupos integristas, como si la suerte de la Iglesia dependiese de sus exaltaciones reaccionarias. La Acción Católica que se ponía en marcha tras la proclamación de la República de 1931 era una Acción Católica engranada con la Jerarquía de la Iglesia en los momentos que se iba a desatar una nueva persecución, con la Iglesia rota su convivencia con el nuevo Estado, pero consciente cada vez más en que era en ella misma, en su fe, libre de apoyos políticos, en su vinculación con el Vicario de Cristo donde estaba su fuerza y libertad para predicar el Reino de Dios.

         »El entonces Presidente de los Jóvenes de Acción Católica gallegos, Maximino Romero de Lema [luego Arzobispo], propuso, al efecto, que afiliados de toda España confluyeran en una gran peregrinación en Santiago de Compostela, toda España camino de Santiago, renovando la penitencia y la salvación de las que había sido acicate durante siglos. Aparici, ya Presidente del Consejo Superior, apoyó con todo su fervor, su sed de almas, esa iniciativa que sería el impulso para la formación de los nuevos Centros Parroquiales. Era una convocatoria muy juvenil porque respondía a la inquietud de los años mozos y más en aquellos tiempos de perturbación. Adelante, pues, con la peregrinación, para el próximo Año Santo en Santiago entonces.

         »La Guerra Civil impondría otro peregrinar a uno y otro lado del frente en que España quedó partida: el de la persecución y el de los Centros de Apostolado de Vanguardia. Aparici estaba en La Coruña en los momentos iniciales del Alzamiento. De conformidad con la Jerarquía, que tenía depositada toda su confianza en él, se instalaría en Burgos para reorganizar allí el Consejo Superior de la Juventud de Acción Católica. La Iglesia se había propuesto mantener la Acción Católica libre de implicaciones políticas, por favorables que fuesen en el lado de la sublevación, donde la guerra se proclamaría “cruzada” sin que ello fuera refrendado por la Iglesia. Los colaboradores de Aparici, en edad militar en su mayor parte, habían de estar por supuesto más tiempo en los frentes que en Burgos, adonde acudían en cuanto les era posible. Este ir y venir era beneficioso para la consolidación de los Centros de Vanguardia, sustitutos en aquellas circunstancias de los Centros Parroquiales, dada la movilización de los jóvenes. Los Centros de Vanguardia eran de vanguardia de apostolado juvenil, de adelantados de peregrinos, de los que llegó a haber del orden de los cuatrocientos. Como tales no dependían del mando militar ni tampoco de unidades de clara finalidad política. Aparici y los suyos fuertemente respaldados por la Jerarquía de la Iglesia mantuvieron el apostolado juvenil en tan difíciles condiciones libre de confusionismos de cualquier orden.

         »Aparici promovía una intensa relación con los Centros de Vanguardia para lo que se valió también de SIGNO, el quincenal de la Organización suspendido por la persecución en Madrid, y del que consiguió su reaparición en Burgos pese a su escasez de recursos, convertido en periódicos de los Centros de Vanguardia, al cual se unían publicaciones varias con textos para el apostolado en el frente, para el funcionamiento de sus Centros.

»En 1937, en plena guerra, Pío XI publica sus Encíclicas contra el nazismo, la «Mit Brennender Sorge», y contra el comunismo, la «Divini Redemtoris». En la primera el Papa urgía una «Cristiandad ejemplo … para el mundo profundamente enfermo».

         »¿Y por qué en vez de la «Divini Redemptoris» contra el comunismo, Aparici escogía para precepto de los Centros de Vanguardia y para la Obra toda, un pasaje de la Encíclica contra el nazismo, la «Mit Brennender Sorge? Lo natural dada la lucha entablada hubiera sido elegir para norma a la Encíclica contra el comunismo. Pero el rechazo del comunismo era claro y asumido por los jóvenes creyentes […]. Mas los católicos y sobre todo los de vanguardia, no podían desconocer que en Alemania la Iglesia era perseguida por un neopaganismo aceradamente organizado […]. En el Consejo Superior de Burgos se estaba al corriente de la “religiosidad” de la Alemania hitleriana, pues se mantenía relación, pese a lo difícil y comprometedora que era, con la Iglesia católica también allí perseguida como lo estaba en España y en México. El neopaganismo más que el comunismo, bajo diferentes sistemas políticos es el persistente enemigo de Dios en nuestro tiempo. A los hechos nos remitimos. Aparici llevado de su sed de almas había visto claro […].

         »Salvar a España del comunismo iba a servir para poco si al tiempo se quedaba inerme ante el neopaganismo que estaba más que llamando a nuestras puertas […]. La sed de almas que Manuel Aparici quería despertar en los suyos le llevó a comprometerles a esforzarse por una Cristiandad “ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo”. La ansiada peregrinación a Santiago de Compostela había de ser el medio para tan intrépida decisión.

         »En una España devastada por la guerra y no sólo en el orden material, había que tener mucha fe para ir adelante con el propósito de la peregrinación. Los Centros Parroquiales reabiertos tras ser licenciados los Centros de Vanguardia mantenían el espíritu de éstos. Estimulados por Aparici y los suyos se sentían peregrinos por más que el estallido de la guerra mundial en 1 de septiembre de aquel mismo 1939 fuera un obstáculo para poder fijar la fecha de la peregrinación. Pasarían varios Años Santos jacobeos antes de poder fijar la fecha de movilización, que finalmente fue la del Año Santo de 1948. Dieciséis años después de ser propuesta. Hacía un año que Manolo Aparici había sido ordenado sacerdote. “Tengo sed” eran palabras gravadas en el cáliz de su primera Misa. Aparici y con él otros muchos Jóvenes de Acción Católica habían ingresado en el Seminario. La persecución había dejado miles de huecos por cubrir en el sacerdocio. La mies estaba harto necesitada de operarios del Señor. Una Juventud de Acción Católica convocada a hacer de España una “Cristiandad ejemplo” sería un vivero de vocaciones, de lo que Aparici con su sed de almas daba ejemplo.

         »Entretanto, hasta llegar el 1948, un torrente de Cursillos de Formación de Dirigentes y de Formación de Adelantados de Peregrinos [los cursillos de Adelantados, Jefes y Guías de Peregrinos fueron creados por el Siervo de Dios en 1940 para dar base espiritual a los peregrinos camino de Santiago]. De peregrinaciones a distintos santuarios de España, empezando por él del Pilar. Todo enderezado a vigorizar la vida sobrenatural. Los sucesores de Aparici, Antonio García Pablos el primero, siguiéndole mantuvieron sus enseñanzas apostólicas con una fidelidad tocada de la sed de almas de Manolo.

         »Con su muerte, el 28 de agosto de 1964 tras nueve años de inmisericorde dolencia que lo tuvo recluido, inmóvil entre acerbos dolores, pero con fe acrecida y con su sonrisa característica en su relación con el prójimo, con su muerte, decimos, pareció olvidarse la España peregrinante y Vanguardia de Cristiandad por él impulsada. Pero veinticinco años después, el 19 de agosto de 1989 [8], una nueva y populosa peregrinación de jóvenes a Santiago de Compostela, de jóvenes de todo el mundo, por cientos de miles, multiplicando las decenas de miles de la de 1948, hasta entonces la mayor peregrinación llegada a Santiago, tan sobrepasada luego por la de 1989. Sobrepasada y presidida por el mismo Vicario de Cristo, el Papa felizmente reinante, Juan Pablo II. 

         ¡Qué respuesta a la sed de Manuel Aparici! 

[1]  Periodista Digital de fecha 26 de febrero de 2009: http://www.periodistadigital.com/religion/object,php?o =1095249

[2]  José Díaz Rincón (Su carta de fecha 14 de diciembre de 2002).

[3]  «Una Cristiandad en que todos los miembros vigilen sobre sí mismos, que deseche toda tendencia a lo puramente exterior y mundano, que se atenga seriamente a los preceptos de Dios y de la Iglesia, y se mantenga, por consiguiente en el amor de Dios y en la solícita Caridad para el prójimo, podrá y deberá ser ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo, que busca sostén y dirección, si es que no se quiere que sobrevenga una enorme catástrofe o una decadencia indescriptible».

[4]  De la Biografía del Siervo de Dios puesta por la Asociación de Peregrinos en su página web: http://www.peregrinosdelaiglesia.org

[5] Un año después de que el Papa le diera su bendición para tan ambicioso proyecto, el 14 de marzo de 1937, éste promulga la Encíclica “Mit Brennender Sorge” por la que urge una Cristiandad «ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo».

Puede pensarse: ¿Acaso el ofrecimiento de Manuel Aparici al Papa Pío XI, de hacer de las Juventudes Católicas del Mundo Hispánico un sólo apóstol, sugirió en la mente del Santo Padre la idea de una «Cristiandad ejemplar»? …

En todo caso, si entonces él aspiraba a que España y los pueblos hispanos formasen la Vanguardia de aquella Cristiandad ejemplar urgida por el Papa Pío XI, hoy, cuando la mitad de los fieles católicos son de habla hispana, constituye una exigencia el que la Comunidad católica iberoamericana se esfuerce por ser de verdad Vanguardia de nueva Evangelización, esa nueva Evangelización a que nos urgía S.S. Juan Pablo II.

[6]  De la Biografía del Siervo de Dios puesta por la Asociación de Peregrinos en su página web: http://www.peregrinosdelaiglesia.org

[7]  C.P. pp. 9886-9896.

Conoció al Siervo de Dios en 1935, siendo éste Presidente del Consejo Superior de los Jóvenes de Acción Católica. Manuel Vigil era miembro del Consejo Diocesano de Madrid-Alcalá, encargado de su Boletín. En julio de 1936 el Siervo de Dios le nombró Delegado del Consejo Superior en los Cursos de Verano que se celebraban en el Colegio Cántabro de Santander. En septiembre de 1938, al ser destinado a la Agencia LOGOS, establecida provisionalmente en Burgos, volvió a encontrarse con el Siervo de Dios que estaba allí al frente del Consejo Superior de los Jóvenes de Acción Católica también establecido en Burgos. El Siervo de Dios había logrado reanudar la publicación de SIGNO suspendido en Madrid por la persecución de que era objeto cuanto con la Iglesia se relacionase.  Al aparecer Manuel Vigil por Burgos el Siervo de Dios le pidió que como periodista que era se hiciera cargo de la dirección de SIGNO. Procedía de la Escuela de Periodismo EL DEBATE. Desde entonces, primero en Burgos, luego en Madrid, hasta la entrada del Siervo de Dios en el Seminario en octubre de 1941, su relación con él fue muy frecuente. Aunque el Siervo de Dios era el inspirador de SIGNO en sus líneas doctrinales, dejaba empero una gran libertad de acción a su Director tanto más notable cuanto en ocasiones éste tenía que tomar decisiones con la rapidez que el periodismo exige, lo cual no era siempre del agrado de algunos Consejeros. El Siervo de Dios tuvo una confianza en Manuel Vigil que nunca agradecerá bastante. Tras nueve años en la dirección hubo de dejar SIGNO al pasar a la Rama de los Hombres. En 1952 su vida profesional le lleva a Barcelona y a partir de ahí queda muy apartado del Siervo de Dios, al que no volvería a encontrar hasta años después, enfermo en su casa, donde durante nueve años hasta su muerte vivió entregado a su sed de almas para Cristo. El sentido de cruzada que nosotros teníamos era el del Siervo de Dios, de sed de almas para Cristo. El Siervo de Dios, con su llamamiento a la «Cristiandad ejemplo», permitió situar sin equívocos a la Juventud de Acción Católica en su verdadero papel. Consiguió dar a ésta un inequívoco aire de apostolado tanto en las trincheras, primero, como en los Centros Parroquiales, después, vivero de peregrinos jacobeos. Mucho periodismo ha hecho pero para él los años de SIGNO al servicio de la «Cristiandad ejemplo» son el mejor recuerdo de su vida profesional y ello se lo debe al Siervo de Dios. Desde el entonces Cardenal Primado de España, Cardenal Gomá, hasta los sacerdotes de Parroquias rurales, puede afirmar que todos tenían profunda y merecida confianza en el Siervo de Dios.

[8]  Precisamente en dicho mes se cumplían los veinticinco años de su muerte. Aunque tal vez no lo fuese, no pudo haber mejor acto conmemorativo de aniversario del «Adelantado y Capitán de Peregrinos».


 


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Viernes, 15 de enero de 2010

 Mensaje de monseñor Carlos José Tissera, obispo de San Francisco, para la Navidad 2009. (AICA)

“Que nuestros pueblos en Él tengan Vida” 

Hermanas y hermanos:

Navidad es la fiesta del Nacimiento de Jesús. Navidad es celebrar la Vida, regalo precioso de Dios. Esa Vida tiene un nombre propio,  es fundamento de toda vida, es una persona: JESÚS.

Ante el pesebre vuelven a mi corazón las palabras del lema de Aparecida: “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida”.

Tanto los pesebres vivientes, como los que armamos en nuestras casas y parroquias, los afiches y adornos, los cánticos, conciertos y oraciones nos ponen en presencia de ese Niño Jesús, nuestro Salvador. Quizás lo hacemos con una mirada de fe, y un corazón agradecido y lleno de ternura. Y, por que no, con la admiración de aquellos pastores de Belén y el silencio contemplativo de María y José. Rodeados de un clima de festejo y celebración de exultante alegría en nuestras familias.

Pero quizás no sea así, desgraciadamente, quedándonos en el transcurrir de unos días de compra y de venta, de comidas y paseos, a los que nos tiene acostumbrado la sociedad de consumo en la que estamos inmersos.

Mirando a Jesús, me hago la pregunta que Benedicto XVI formuló al iniciar la Conferencia de Aparecida (Brasil): “¿Qué nos da Cristo realmente? ¿Estamos realmente convencidos de que Cristo es el camino, la verdad y la vida?”.  Hay personas que pueden decir que la fe nos saca de la cruda realidad que nos toca vivir; que la fe cristiana es un escape o una evasión de la problemática social, económica y política que vivimos. El mismo Benedicto responde a eso diciendo: “¿Qué es lo real? ¿Son realidad sólo los bienes materiales, los problemas sociales, económicos o políticos?... Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de realidad y, en consecuencia, sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas”… ”Sólo quien conoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano”.

“¿Y quién conoce a Dios? ¿Cómo podemos conocerlo?. Para el cristiano el núcleo de la respuesta es simple: Sólo Dios conoce a Dios, sólo su Hijo que es Dios de Dios, Dios verdadero, lo conoce. Y Él, “que está en el seno del Padre, lo ha contado” (Jn. 1, 18). De aquí la importancia única e insustituible de Cristo para nosotros, para la humanidad. Si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se vuelve un enigma indescifrable; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad”. Dios es la realidad fundante. Un Dios con rostro humano. Es el Dios con nosotros, el Dios del amor hasta la cruz.

“Nos podemos hacer otra pregunta: ¿Qué nos da la fe en este Dios? Nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás. En este sentido, la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza” (Cf. 2 Co. 8,9). (Cfr. Discurso inaugural, párrafo 3).

A las puertas del Bicentenario (2010-2016), con los ojos fijos en el Niño Jesús, Señor de la historia, nos reconocemos sus discípulos y misioneros. Queremos renovar nuestro entusiasmo misionero, marchando hacia la celebración de los 50  años de nuestra Diócesis de San Francisco; caminando la última etapa del Plan Pastoral Diocesano, con sus dos grandes ejes: hacer que la Iglesia sea “una casa y escuela de comunión”, y cultivar una espiritualidad para la misión.

Somos hermanos. Queremos ser Nación, “una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común”.

¡FELIZ NAVIDAD! ¡FELIZ AÑO NUEVO! 

Mons. Carlos José Tissera, obispo de San Francisco
San Francisco, diciembre de 2009. 


Publicado por verdenaranja @ 22:16  | Hablan los obispos
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ZENIT  publica el comentario al Evangelio de este domingo, segundo del tiempo ordinario (Juan 2, 1-12), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, arzobispo electo de Oviedo.

Hoy el Evangelio nos lleva de boda. Será el primer signo de Jesús el que allí se ofrecerá. S. Juan ofrece su relato evangélico desde el hilo conductor de la "hora". Todo cuanto él ha recogido sobre Jesús, tiene como finalidad llevar al lector a la contemplación de la entrega suprema de Cristo, verdadera "hora" en la que el Señor dará por terminado cuanto el Padre le había confiado: "todo se ha cumplido" (Jn 19,30). Por eso Jesús se resiste a que nadie modifique su "horario" redentor: se explica así que en el relato de las Bodas de Caná, Jesús diga a su Madre: "mujer déjame, porque todavía no ha llegado mi hora" (Jn 2,4). No es un desprecio del Señor hacia María, sino una afirmación que El hace de la absoluta primacía de las cosas de su Padre a las que se dedicará antes que a nada.

Es la primera hora, anticipo de aquella postrera, en la que María junto con Juan, volverá a aparecer en la escena de Jesús, en la cual se dirigirá nuevamente a ella para llamarla con el mismo nombre: "mujer", haciéndola "madre" de Juan y de la nueva humanidad que nacerá cuando Jesús resucite el primer día de la semana, es decir, también "tres días después" de aquella escena al pie de la Cruz. María se da cuenta de una carencia: la del vino. Hace de su descubrimiento una petición a su Hijo e invita a los sirvientes a escuchar esa Palabra de Jesús: "Haced lo que El os diga". Les propone lo que en el fondo ha sido su vida desde que decidió que en ella se cumpliera los hablares de Dios: "hágase en mí según tu Palabra". Ella propone a los otros algo que no le es extraño, que es la entraña de su actitud ante Dios.

¿Cuál es el vino que nos falta en nuestro mundo? ¿El vino de la paz, el de la ternura; el vino de la fe, de la esperanza y del amor; el vino de la verdad...? Cuando faltan estos vinos, la vida se "avinagra". Surgen los intereses partidistas, los chanchullos económicos, las frivolidades vacuas, la mentira como herramienta de comunicación, el relativismo moral, la violencia y el terror.

María vio la carencia en la boda, la hizo suya solidariamente, y se puso manos a la obra. No se quedó en que relatar lo que sucede y lamentase por lo que falta o va mal. Darse cuenta del "vino" que nos falta, arrimar el hombro en lo que de nosotros depende, teniendo en la Palabra de Jesús nuestra fuerza y nuestra luz. Esto fue Caná. Esta fue María. Termina el Evangelio diciendo que "los discípulos creyeron en El" (Jn 2,11).El final es que habiendo vino, hubo fiesta, y los discípulos viendo el signo, el milagro, creyeron en Jesús. Sí, necesitamos milagros de "vino"; el mundo necesita ver que los vinagres del absurdo se transforman en vino bueno y generoso, el del amor y la esperanza, el que germina en fe. Hay un brindis pendiente siempre. Que sea con vino como el de María en Caná.


Publicado por verdenaranja @ 22:09  | Espiritualidad
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Se ha recibido información de Cueva Cueva de San Ignacio  en Manresa para actividades en Febreo a pascua.

"Apreciado/a amiga/o: Una vez más le presentamos algunas de las propuestas de la Cueva de S. Ignacio (febrero a Pascua). Agradezco sinceramente a todos aquellos que reenvían nuestra información a personas a quienes pueda interesar.
Con todo el afecto,
Francesc Riera i Figueras, sj.
Director"
 


 0. OFERTA DE UN ESPACIO DE SILENCIO 

¾ La Cueva de S. Ignacio ofrece sus espacios a personas o grupos que busquen tiempo de silencio, oración, estudio, etc. durante uno o varios días. El equipo de la Casa, en la medida del posible, ofrecerá “acompañamiento” a quien lo solicite con anticipación.

¾ La Dirección de la Cueva  está abierta a peticiones que puedan hacer grupos que buscan un espacio sobrio y de paz para reflexionar, estudiar, decidir... sean del mundo de las ONG, escuela, o universidad, sindicato, empresa, asociaciones... 

1. CINCO DÍAS DE EJERCICIOS PERSONALIZADOS  

Momento de renovación espiritual, de “stop” en medio del ruido diario. En Manresa, el lugar ignaciano “fundante”, se propondrá el itinerario de los Ejercicios que Ignacio vivió en esta geografía. 

26-31 marzo.- Pere Borràs, sj., M. Àngels Malgosa, rscj. y Llorenç Puig, sj. 

2.  “STOP” EN EL CAMINO  

■ ORAR CON LAS GRANDES OBRAS DE LA MÚSICA RELIGIOSA 

A lo largo del año hay conviene concederse un “stop” algunas veces, tomarse un tiempo de retiro. Lo haremos acompañados de Bach, Händel, Berlioz, etc. La música y la letra nos ayudarán a orar. 

CUARESMA.- 12-14 marzo  / PENTECOSTÉS.- 21-23 mayo  Acompañará Francesc Roma, sj. 

■ SEMANA SANTA 

Oportunidad de vivir la densidad de la Semana Santa integrando oración, silencio y celebración litúrgica, en el marco privilegiado de la Cueva. 

1- 4 abril.- Equipo Comunitario de la Cueva  (jesuitas y laicos) 

3. QI GONG – ARMONÍA UNIVERSAL 

El Qi Gong ayuda a cultivar la energía vital y el equilibrio interior, abriendo al Cielo (lo Sublime, lo Intangible, el Inefable) y a conectarse con la Tierra (lo material, palpable, relativo, finito...). Los tres medios son: cuerpo, respiración, mente; y las tres actitudes base: relajación, fluidez, gratitud. Todo ello ayuda a cultivar la mirada interior, la salud física, psíquica y moral

 5-7 febrero.-  Neus Pintat y Asun Puche 

4. MÍSTICA Y LIBERACIÓN 

¿Pueden confluir en una sola corriente espiritual los que mantienen la importancia de la mística para el futuro de la humanidad y los que la mantienen en relación con la liberación sociopolítica pendiente?

El taller incluirá ratos de silencio y de diálogo. 

19-21 febrero.-  Esteban Velázquez, sj. (Iniciativa miedo el cambio personal y la justicia global)  

5. AYUDA PSICOLÓGICA PARA LA VIDA ESPIRITUAL 

Nuestras creencias, experiencia de Dios, relaciones con los otros, manera de enfocar la vida no siempre son iguales ya que los nuestro vivir es dinámico y provisional. Nuestra vida espiritual a veces se resiente. Con la ayuda de la psicología y a través de alguna dinámica, tiempo personal y diálogo buscaremos la manera de rehacer y resituar nuestra vida, el sentido que tiene y como vivir con más plenitud. 

26-28 febrero.- Eduard Fonts (psicólogo) 

6. PARA JÓVENES QUE ESTÁN ACABANDO LA CARRERA: “¿Y AHORA QUÉ?” 

El taller quiere preguntarse honestamente y con realismo: “y ahora qué”, como queremos enfocar la vida profesional en medio de la ambigüedad en que nos encontraremos. Ofrecerá instrumentos y orientaciones para que cada uno responda personalmente a esta pregunta. 

5-7 marzo.- Conducirán: Josep F. Mària, sj. Llorenç Puig, sj. y Albert Florensa 

7. CULTIVAR LA INTERIOTAD: PROCESOS E INTERVENCIONES EDUCATIVAS 

El taller propone pistas para trabajar en los jóvenes y educadores el autoconocimiento y la interioridad, la dimensión espiritual, el silencio y la integridad del proceso educativo. Metodología activa, teórica y con actividades prácticas de educación en la interioridad y la experimentación de los Nuevos Lenguajes para la pastoral. 

5-7 marzo.- Carmen Jalón (Casal Lluís Espinal) 

8. EL SUEÑO COMO LIBRO Y MAESTRO 

La naturaleza no nos habría dotado con la capacidad de soñar mientras dormimos si no tuviese ninguna utilidad. Estos mensajes extraños y a veces atormentadores son el libro donde podemos descubrir quienes somos y en que punto de nuestra evolución individual nos encontramos. Cada participante podrá exponer algún sueño que quiera trabajar y entre todos veremos que sentido pueden tener tales  símbolos que aparecen. Nos basaremos en la psicología de C.G. Jung. 

23-25 abril.- Maria Generosa Quintas (psicóloga)  

9. Y CON LAS PÉRDIDAS, ¿QUÉ HACER? 

Cuando hablamos de pérdidas no sólo nos referimos a personas sino también a trabajo, relaciones de amistad, ideas, esperanzas etc. Trabajaremos la manera de superarlas pero también de integrarlas para que puedan ser oportunidades de crecimiento y de nueva vida. 

23-25 abril.- Eduard Fonts (psicólogo) 

10. DOS MESES DE RECICLAJE  

Organizado por la Cueva de S. Ignacio de Manresa, conjuntamente con Cristianismo y Justicia, dos meses y una semana de reciclaje en teología, desde una doble matriz: a) la fuerza del “lugar santo” de la Cueva y de la espiritualidad ignaciana, b) la atención a la realidad del s. XXI, llena de dificultades y oportunidades.  

17 enero a 22 marzo   

11. CONGRESO EUROPEO DE ESPIRITUALIDAD IGNACIANA 

“Ignatian Spirituality and Contemporary European Cultures” 

Los grandes temas del Congreso: Ignatian Spirituality in Europe; Meeting Jesus Christ at the Frontiers; Proclaiming Jesus Christ in our Spirituality Work in Europe today; From Election to Action

6-11 abril  - (plazas reservadas)


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Realidad migratoria en la Palabra de Dios, publicado en los materiales para la celebración de la 96ª Jornada Mundial de Migraciones por la Comisión de Migraciones de la CEE para su celebración el 17 de Enero de 2010.


LA REALIDAD MIGRATORIA EN LA PALABRA DE DIOS 

ANTIGUO TESTAMENTO 

Éxodo 12,49
Una misma ley habrá para el nativo y para el forastero que habita en medio de vosotros. 

Éxodo 22,20
No maltratarás al forastero, ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto. 

Éxodo 23,9
No oprimas al forastero; ya sabéis lo que es ser forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. 

Levítico 19,10
Tampoco harás rebusco de tu viña, ni recogerás de tu huerto los frutos caídos; los dejarás para el pobre y el forastero. Yo, Yahveh, vuestro Dios. 

Levítico 19,33
Cuando un forastero resida junto a ti, en vuestra tierra, no le molestéis. 

Levítico 19,34
Al forastero que reside junto a vosotros, le miraréis como uno de vuestro pueblo y lo amarás como a ti mismo; pues forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. 

Levítico 23,22
Cuando cosechéis la mies de vuestra tierra, no siegues hasta el borde de tu campo, ni espigues los restos de tu mies; los dejarás para el pobre y para el forastero. Yo, Yahveh, vuestro Dios. 

Números 15,16
Una sola ley y una sola norma regirá para vosotros y para el forastero que reside entre vosotros. 

Deuteronomio 10,18
(Dios) que hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero, a quien da pan y vestido. 

Deuteronomio 10,19
Amad al forastero porque forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto. 

Deuteronomio 16,14
Durante tu fiesta te regocijarás, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, el levita, el forastero, el huérfano y la viuda que viven en tus ciudades. 

Deuteronomio 27,19
Maldito quien tuerza el derecho del forastero, el huérfano o la viuda. 

Deuteronomio 31,12
Congrega al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al forastero que vive en tus ciudades, para que oigan, aprendan a temer a Yahveh vuestro Dios, y cuiden de poner en práctica todas las palabras de esta Ley. 

Deuteronomio 26,5
Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y residió allí como inmigrante siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande, fuerte y numerosa. 

Salmo 146,9
Yahveh protege al forastero, a la viuda y al huérfano sostiene, mas el camino de los impíos tuerce. 

Jeremías 22,3
Así dice Yahveh: Practicad el derecho y la justicia, librad al oprimido de manos del opresor, y al forastero, al huérfano y a la viuda no atropelléis; no hagáis violencia ni derraméis sangre inocente en este lugar. 

Zacarías 7,10
No oprimáis a la viuda, al huérfano, al forastero, ni al pobre; y no maquinéis mal uno contra otro en vuestro corazón. 

Malaquías 3,5
El Señor todopoderoso dice: “Yo vendré a juzgaros. Y al mismo tiempo seré testigo contra los que practican la magia, los que cometen adulterio, los que juran en falso, los que oprimen a los trabajadores, a las viudas y a los huérfanos, los que tratan mal a los extranjeros y los que me faltan al respeto.

 

NUEVO TESTAMENTO 

Mateo 2,14
(José) se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto. 

Mateo 8,20
Dícele Jesús: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. 

Mateo 8,11-12
Y os digo que muchos vendrán de oriente y de occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, los que deberían estar en el reino serán arrojados a la oscuridad de fuera. Allí llorarán y les rechinarán los dientes. 

Mateo 10,40
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. 

Mateo 25,35
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis. 

Mateo 25,37-40.44-46
Entonces los justos preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿O cuándo te vimos forastero y te recibimos, o falto de ropa y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte? […] Entonces ellos preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o falto de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos? El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que no hicisteis por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicisteis. Estos irán al castigo eterno, y los justos, a la vida eterna. 

Juan 1,11-12
Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron. Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. 

Hebreos 13,2
No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. 

3ª Juan 5
Querido hermano, te estás portando fielmente en el servicio que prestas a los demás hermanos, especialmente a los que llegan de otros lugares.


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Mensaje de la Comisión Episcopal de Migracioenes  de la CEE para la 96ª Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado 2010 con el lema "Los emigrantes menores de edad: Hoy acogemos, mañana compartimos", a celebrar el día 17 de Enero de 2010.

INTRODUCCIÓN

Nuevamente, la celebración de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado y el Mensaje al respecto del Sto. Padre nos sitúan ante este fenómeno global, que hemos de contemplar con mirada de fe.

El Papa, en su mensaje para el presente año, nos invita a fijarnos especialmente en los emigrantes y refugiados menores. En España contamos en la actualidad con 803.857 menores de edad nacidos en el extranjero, que representan el 17% del total de extranjeros.

Nos preocupa la situación de todos los menores, especialmente los más desamparados. Muchos de ellos – sobre todo los menores no acompañados - han vivido y viven el rechazo y la amenaza permanente de la repatriación, incluso cuando no hay una familia que les espere. Niños y niñas que llegan en condiciones dramáticas a una Comunidad Autónoma en España y de allí son derivados a otras. Pero, en muchas ocasiones, nadie sabe de verdad cuántos son, dónde o cómo están. Parece como si, apenas conocida su minoría de edad, emprendiéramos una carrera para quitárnoslos de en medio manteniéndolos unos años, para que, al cumplir los dieciocho años de edad, se queden literalmente en la calle convertidos en “sin papeles”, permanentemente amenazados por la expulsión, sin posibilidad de trabajar o de una vida digna.

La emigración como fenómeno global en nuestra sociedad actual y los menores de edad como un aspecto central de la misma son los ejes de nuestro mensaje 

I. ALGUNOS ACONTECIMIENTOS RECIENTES

Del año recién terminado queremos destacar como acontecimientos especialmente relevantes para nuestra tarea pastoral la Encíclica “Caritas in veritate” (CV) de SS Benedicto XVI y a la aprobación en el Parlamento español de la Reforma de la Ley de Extranjería. 

1. En lo que se refiere a la nueva Encíclica del Papa Caritas in Veritate, cuya lectura recomendamos, está suponiendo un enriquecimiento para nuestra comprensión y práctica de la caridad en nuestra sociedad.

Aunque el tema central no es la actual crisis económica y financiera, no lo soslaya; lo evalúa a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia.

Nos dice, por ejemplo, que los “emigrantes no pueden ser considerados como una mercancía o una mera fuerza laboral. Todo emigrante es una persona humana y que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación (cf. CV 62).

En la Audiencia que concedió el Santo Padre a los participantes en el reciente VI Congreso Mundial del Pontificio Consejo de Pastoral de las Migraciones, dijo: “Se va haciendo cada vez más grande, de hecho, la distancia económica entre los países pobres y los industrializados. La crisis económica mundial, con el enorme crecimiento del paro, reduce la posibilidad de empleo y aumenta el número de aquellos que no consiguen encontrar siquiera un trabajo totalmente precario. Muchos se ven entonces obligados a abandonar sus propias tierras y sus comunidades de origen; están dispuestos a aceptar trabajos en condiciones nada conformes con la dignidad humana, con una inserción difícil en las sociedades de acogida a causa de la diferencia de lengua, de cultura y de los ordenamientos sociales”.

Este marco de reflexión y doctrina supone una respuesta clara frente a una visión puramente economicista de los emigrantes, como ya señalamos en nuestra Nota del 25 de junio de 2009 

2. En referencia a la reforma de la Ley de Extranjería, los obispos de la Comisión Episcopal de Migración, a la luz del magisterio de la Iglesia, al tiempo que celebramos la extensión de las garantías y derechos para nuestros hermanos inmigrantes, no podemos dejar de considerar asimismo el recorte a sus derechos en la reforma de dicha Ley, si bien podrían ser paliados, al menos en parte, dichos efectos negativos en una futura reglamentación para una aplicación adecuada.

Queremos ser mensajeros y testigos de un Dios garante de toda vida humana, de un Dios que no hace acepción de personas y quiere la comunión entre todos sus hijos (Cf. CV 54). Por eso expresamos al respecto, de manera esperanzada, estos deseos:

Confiamos en que los impedimentos puestos al derecho de reagrupación familiar queden soslayados.

La clara defensa de la familia, que la Iglesia hace, nos empuja a apoyarla, especialmente cuando hay menores sin ella. Vivir en un país extranjero, sin puntos de referencia reales, genera innumerables trastornos y dificultades y conlleva riesgos y problemas serios previsibles en el futuro

Confiamos en que el régimen sancionador del plazo ampliado del internamiento de las personas inmigrantes “sin papeles”, se vea reducido al mínimo en su aplicación. En este sentido, recordamos el necesario servicio religioso en los Centros de Internamiento de emigrantes y refugiados, adultos y menores, que garantice la atención religiosa adecuada. Lo exige el derecho fundamental de libertad religiosa.

Confiamos en que las dificultades de acceso al padrón municipal no queden además agravadas por sanciones difícilmente soportables por quienes, en un claro deber fraterno - a imagen del Buen Samaritano - faciliten la inscripción en el mismo, ejerciendo el deber cristiano de la acogida. El llamado “esfuerzo de integración”, para adultos y menores, implica no solo al que llega sino también al que acoge.

Confiamos, finalmente, en que la mirada de cualquiera que nos crucemos con la del menor emigrante y refugiado, nos sirva para percibirlo, antes que como emigrante, como un menor por encima de cualquier otra consideración. Así lo hace notar el Papa en su mensaje recordando la Convención de los Derechos del niño. El tratamiento legal y reglamentario correspondiente ha de seguirse como consecuencia de esta consideración. En este sentido, para los niños y adolescentes es fundamental el acceso a la formación adecuada y completa que les posibilite la incorporación a la sociedad y la participación en ella, sin descuidar la “riqueza del encuentro entre diferentes tradiciones culturales” como recuerda el Papa en su mensaje 

II. UN LEMA, UNOS RETOS: “HOY ACOGEMOS, MAÑANA COMPARTIMOS”

Nuestra confianza se apoya en la fe en el Dios que salva y actúa en nuestra historia global y local, como el Papa nos recuerda en su mensaje de este año: “Era forastero y me acogisteis” (Mt 25, 35); como también el mandamiento central que Él nos dejó: Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, pero unido al amor al prójimo (cf. Mt 22, 37-39). Esto nos lleva a considerar que cada intervención concreta nuestra tiene que alimentarse ante todo de fe en la acción de la gracia y de la divina Providencia. De este modo, también la acogida y la solidaridad con el extranjero, especialmente si se trata de niños, se convierte en anuncio del Evangelio de la solidaridad. La Iglesia lo proclama cuando abre sus brazos y actúa para que se respeten los derechos de los emigrantes y los refugiados, estimulando a los responsables de las naciones, de los organismos y de las instituciones internacionales para que promuevan iniciativas oportunas en su apoyo.”

Este párrafo fundamenta el lema que proponemos: Reconocimiento al hecho gozoso de que nuestra Iglesia hoy sigue abriendo sus brazos a los emigrantes. La acogida de hoy, anuncio del Evangelio de la solidaridad fraterna, samaritana, es la mejor garantía para un futuro integrador donde nuestro compartir fraterno sea la señal iluminadora que seguimos ofreciendo. Nuestros menores emigrantes y refugiados, que hoy son acogidos, mañana compartirán con nosotros, como adultos, los valores que hayamos intercambiado. La fe, que gozosamente les hemos propuesto o hemos compartido con ellos, la viviremos fraternalmente, y nuestras comunidades serán verdaderos signos de la catolicidad.

La llegada y presencia de los hermanos emigrantes y refugiados son para nosotros una gracia y, al mismo tiempo, una interpelación, un reto y una oportunidad. Por eso agradecemos los incontables gestos y generosos esfuerzos de tantos hermanos, grupos, comunidades e instituciones en el servicio a los emigrantes y refugiados y en la defensa de sus derechos, especialmente en este tiempo de especiales dificultades.

Alabamos y agradecemos tantas muestras de acogida a los menores emigrantes y refugiados:

La hospitalidad, la acogida en familia, la incorporación a nuestras parroquias, colegios, catequesis y comunidades, el apoyo escolar tanto en la educación reglada como en la no reglada, la ayuda a la reagrupación familiar, las pastorales específicas, el ofrecimiento de nuestros espacios de culto y los servicios de ocio y tiempo libre etc. Seguimos pidiendo al Señor de la Vida que continuemos respondiendo con valentía y generosidad a los retos planteados.

He aquí, por vía de ejemplo, algunas de las tareas en que habremos de implicarnos, contando siempre con nuestras propias posibilidades y, desde luego, con la ayuda de Dios, que nunca nos habrá de faltar:

– Procurar que el menor sea acompañado por su propia familia, y, cuando esto no fuera posible, proporcionarle un ambiente y unas personas o núcleo familiar lo más cercanos a su contexto familiar.

– Ayudarle a que, cuanto antes, tenga el mejor ambiente escolar y educativo, tanto el de las personas que le rodean como en el de las instituciones educativas en las que siempre deberán ser integrados al ritmo adecuado

– Mostrar el máximo respeto a su condición religiosa y proporcionarle los medios necesarios para su formación, fomento y práctica religiosa.

Un principio que debe regir en el trato con menores es que, cuando la vida y los derechos de los menores están en juego, no debe haber testigos silenciosos. Todos tenemos una obligación para con ellos. Los niños no son ni ilegales ni invisibles. 

CONCLUSION 

Pedimos la intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, emigrante y refugiada en Egipto, para los emigrantes, refugiados y sus familias, especialmente para los menores. Que sintamos y comprobemos que la acogida actual es la mejor base para un futuro compartido, que no sea dificultado por disposiciones legales o por otros impedimentos. De este modo estaremos colaborando a crear una sociedad más justa, más fraterna, más humana, más cristiana. 

Los obispos de la Comisión Episcopal de Migración


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Jueves, 14 de enero de 2010

DOMINGO 2 DEL TIEMPO ORDINARIO / C
17 de enero de 2010



Hermanos y hermanas, el Señor esté con vosotros.

Durante cinco domingos, hasta el inicio de la Cuaresma, recordaremos los primeros pasos de la predicación de Jesús de Nazaret. Sus hechos y palabras que deben guiar y fecundar nuestra vida de cada día.
Anhelamos que así sea. Con la firme confianza en que su Espíritu está en nosotros para darnos el ánimo y la fuerza que siempre necesitamos.

A. penitencial: Por ello, al iniciar nuestra celebración, pedimos saber abrirnos a la Palabra salvadora de Jesucristo. Reconocemos lo que hay de pecado en nosotros y pedimos que el Espíritu de Dios renueve nuestra vida (silencio).

- Tú, estrella luminosa para toda la humanidad. SEÑOR, TEN PIEDAD.
- Tú, fuente de inmensa alegría. CRISTO, TEN PIEDAD.
- Tú, camino de verdad y de vida. SEÑOR, TEN PIEDAD.
-
Dios, nuestro Padre, que envió a su Hijo para manifestar su amor a todos, tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

1. lectura (Isaías 62,1-5): En el evangelio se nos evocará el primer signo o milagro de Jesús: precisamente para que no faltara la alegría en una boda. Y también en esta primera lectura se nos habla del amor de un marido por su esposa. Un marido que es Dios y una esposa que es su pueblo.
Salmo (95): Cantemos ahora, con las palabras del salmo, el gran amor que Dios tiene para con nosotros y para con toda la humanidad.

2. lectura (1 Corintios 12,4-11): Durante siete domingos leeremos como segunda lectura fragmentos de una carta de san Pablo a la comunidad cristiana de la ciudad griega de Corinto. Es uno de los textos más antiguos del Nuevo Testamento, que nos pone en contacto con la vida (las cualidades y los defectos) de aquellos primeros cristianos.

Oración universal: Presentemos nuestras preces al Padre. El nos ama, y quiere que todos los hombres y mujeres de la tierra puedan vivir en su amor. Oremos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE

1. Para que los cristianos seamos ejemplo de servicio, de generosidad, de lucha por la justicia, de amor a los pobres. OREMOS:

2. Para que las Iglesias cristianas alcancemos la unidad bajo la guía de nuestro único pastor, Jesucristo. OREMOS:

3. Para que crezcan en nuestras comunidades las vocaciones sacerdotales y religiosas. OREMOS:

4. Para que nuestros gobernantes y políticos busquen el bien de todos los ciudadanos, y especialmente e de los que tienen menos posibilidades. OREMOS:

5. Para que se acabe la fabricación y el comercio dE armas. OREMOS:

6. Para que todos los que participamos de esta Eucaristía vivamos la alegría de seguir a Jesucristo. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestra oración, y derrama sobre nosotros los dones de tu gracia. Por... 

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Saludo por las fiestas de Navidad y Nuevo Año del arzobispo de Mendoza, Mons. José María Arancibia y el obispo auxiliar, Mons. Sergio O. Buenanueva (AICA)


EL SEÑOR VISITA A SU PUEBLO CON LA PAZ
Y LE OFRECE VIDA ETERNA
 

Muy amados fieles cristianos de Mendoza:

Queremos llegar a todos ustedes con motivo de las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Jesús nos invita a reconocer su presencia y a prepararnos para recibirlo. Él es Dios con nosotros. Nuestra esperanza y paz definitiva. Por Él hemos sido reconciliados con Dios y entre nosotros. Nadie puede apartarnos de su amor.

En Navidad, Dios se ha hecho solidario nuestro, en su Hijo Jesucristo, para que tengamos vida en abundancia. Por eso nos aflige e interpela toda forma de atentado contra la vida humana, siempre digna y respetable. Como discípulos suyos compartimos la preocupación por el bienestar de todos, para superar la pobreza y la miseria; y por la amistad social que vence toda forma de agresión y de violencia.

El año nuevo nos encontrará pidiendo la bendición de Dios para nuestra Patria, que incluya el bien de todas las familias de Mendoza, a las que queremos ofrecer un mejor servicio pastoral. El inicio del Bicentenario (2010-2016) nos impulsa a profundizar nuestro servicio misionero y nuestro compromiso por el bien común.

En estos días concluye el Año jubilar y misionero en Mendoza, en el que celebramos 75 años como diócesis. Ha sido una oportunidad para agradecer el don maravilloso de la fe, que deseamos vivir aún con mayor intensidad. Una ocasión para proclamarla con alegría, a través de muchas experiencias de misión. Roguemos al Señor que siga renovando la fe y la esperanza de los creyentes, para que produzcan frutos abundantes de justicia y de amor, en la verdad plena.

Hacemos llegar a todos nuestro afectuoso saludo y los invitamos a rogar -en familia y en comunidad- por estas intenciones. ¡Feliz Navidad y Año Nuevo para todos! 

José María Arancibia, arzobispo de Mendoza

Sergio Osvaldo Buenanueva, obispo auxiliar de Mendoza


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Estudio pastoral para la Infancia Misionera 2010, publicado en la revista ILUMINARE, nº 378 - ENERO 2010, que se recibió en la parroquia con los materiales para la celebración el 24 de Enero.

UN ENCUENTRO ACTUAL CON JESÚS

Atrévete. Coge tu Evangelio, invoca al Espíritu Santo y ábrelo en busca de un pasaje que ilumine tu vida. ¿Qué has hallado? Casi puedo asegurarlo: un encuentro con el Señor. A Jesús, que se encuentra con un hombre o una mujer, con un enfermo o un pecador y le dirige una palabra de consuelo; o quizás a Jesús saliendo al encuentro de la gente y anunciándoles el Reino; quizás el encuentro ha sido con un personaje: la samaritana, uno de los apóstoles, Zaqueo, Bartimeo, el buen ladrón... Quizás has encontrado a Jesús en brazos de María en Belén, cuando por primera vez, los hombres “encontramos a Jesús”. ¡Es la buena noticia, Jesucristo que, hecho hombre, sale al encuentro de cada persona!

Hay aún algo más, pues cada página del Evangelio es un encuentro que continua siendo actual. El teólogo Von Balthasar escribió: “Unos pocos fueron los interlocutores de Jesús en la vida terrena, y quizás envidiamos su suerte… pero allí estaban donde podríamos haber estado otros, o mejor, donde realmente estamos otros. En la samaritana estaba desde luego ella misma, y a ella le habló Jesús, pero estaba también toda pecadora y todo pecador. Jesús, cansado, no se sentó sólo en el brocal del pozo por ella… Sería muy poco si en los diálogos y encuentros del Evangelio viéramos solo ejemplos. Hay una actualidad real en aquellas palabras que dijo a los que salieron a su paso en los caminos de Palestina y les dijo: «Tú sígueme», «Vete y no peques más»”. (La oración contemplativa, Madrid, Encuentro, 1985, pp. 11-12). Merecía la pena esta hermosa cita para comprender nuestros encuentros con Jesús.

Abro el Evangelio (Lc 8,27). Cura al geraseno endemoniado: “Al saltar a tierra, un hombre de la aldea, que estaba endemoniado, le salió al encuentro…”. ¡Qué hermoso! Le salió al encuentro. Jesús le pregunta, te pregunta, cómo te llamas. Le acoge, le cura, es decir, te acoge, te cura, y le otorga una misión: cuéntaselo a todos. De este encuentro entresacamos: Jesús quiere conocer tu nombre, y en el nombre, lo que eres y sientes, lo que vives y sufres… No hay encuentro con el Señor que no sea salvador y en el que Jesús no otorgue una misión. La misión de este hombre curado es la misión de todo cristiano: dar testimonio allí donde vive, entre los suyos.

Tomo de nuevo el Evangelio. Rezo (Jn 1, 29-34). Juan el Bautista se encuentra con Jesús: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. No podríamos hablar de los encuentros con Jesús sin hablar de Juan el Bautista, el precursor, el que allanaba los caminos para el encuentro. ¡Qué hermosa misión para un hombre, preparar el encuentro con el Señor! Y de nuevo, ¡qué lección para nosotros! No hay encuentro con Jesús que no acabe en una confesión de fe y en una alabanza: ¡doy testimonio de que Este es el Hijo de Dios!

Y a continuación vienen los encuentros con los apóstoles y, en el primero de ellos, Jesús dice una palabra provocativa, su “venid y lo veréis” a Juan y Andrés, discípulos del Bautista. ¿Quién no hubiera querido estar en aquel encuentro, ver donde vivía el Maestro y quedarse con Él? Pero ya hemos aprendido que en aquellos discípulos estamos nosotros encontrando al Señor. ¿Cómo? Lo encontramos cada vez que escuchamos la voz del Señor en su Palabra proclamada en la Iglesia, cada vez que vamos donde vive el Señor y en la oración pasamos las horas con Él en silencio. Lo hacemos cuando le vemos hoy viviendo en las casas de los más necesitados y les dedicamos nuestra atención. Lo encontramos en la Eucaristía, pues podemos afirmar que aquel “venid y veréis” lo vivimos hoy en el misterio de la Eucaristía, que es la presencia de Jesús entre nosotros, el lugar de nuestro encuentro y donde debemos permanecer. Y quien permanece con el Señor se convierte en testigo. Así ocurre en el Evangelio. Andrés lleva al encuentro con Jesús a Simón y a Felipe, que, por su parte, lo hace con Natanael. El encuentro con Jesús pide ser transmitido y esta es la finalidad de la misión: llevar a otros al encuentro con Jesús.

Y así recorreríamos los encuentros de Jesús en el Evangelio, tomaríamos su sentido y acogeríamos sus palabras. Recórrelas en la oración y llévalas a la vida:  

  • Lc 17,11-19. Un encuentro que salva a la persona y rehace la vida: “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”… Y Jesús dice al único que volvió para darle gracias: “Levántate, vete, tu fe te ha salvado”.
  • Lc 19,1-10. Un encuentro que, de un cruce de miradas, lleva a la conversión y al servicio. A Zaqueo le cambia el corazón, se hace generoso y Jesús afirma: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”.
  • Mc 10,46-52. Un encuentro a partir de un grito que Jesús atiende. El camino nos conduce del grito: “Ten compasión de mí”, repetido incesantemente, al gesto y la palabra misericordiosa de Jesús: “Anda, tu fe te ha curado”.
  • Mt 9,20-22. Un encuentro que provoca en Él un tierno amor y la curación, no solo física, sino también interior: “Hija, tu fe te ha curado, queda en paz y sana de tu tormento”.
  • Jn 4,1ss. Un encuentro para estar cerca de quien lo necesita y llevar libertad a la vida. En el brocal del pozo, en el dialogo provocador y salvador, Jesús se revela: “Soy Yo, el que habla contigo”; y la alegría brota contagiosa de la mujer, que corre a decírselo a todos: “He encontrado al Mesías”.
  • Jn 8,1-11. Un encuentro que lleva a ser salvada de la muerte. Las palabras de Jesús no necesitan comentario: “Tampoco yo te condeno, vete y en adelante no peques más”.  

¿Qué estamos dispuestos a hacer ante estas mismas palabras de Jesús dirigidas a nosotros hoy? 

Los encuentros con María

Y cómo no hablar de la Virgen María. De Ella los Evangelios nos muestran algunos encuentros con su Hijo que nos hacen pensar en la intimidad continua entre Jesús y María, entre el Hijo y la Madre.  

  • Lc 1,39-56. Ella, en la visita a Isabel, propició el primer encuentro de Jesús con los hombres. Juan y Jesús se encuentran en el seno de sus madres. Isabel proclama: “La criatura saltó de alegría en mi vientre”. El encuentro con Jesús hace saltar de gozo y llena de alegría a Juan y a cada uno de nosotros. Y María proclama desde entonces la presencia del Señor en el mundo saliendo al encuentro de los pequeños, de los pobres, de los hambrientos, y derramando su misericordia.  
  • Lc 2,15-17. Ella, en la noche de Belén, mostró a Jesús a los pastores, pues esa era la señal, encontrar a Jesús en brazos de María. Es también nuestra forma de encuentro con Jesús, al que siempre encontraremos si nos dirigimos a María.
  • Jn 2,1-12. Ella nos enseña a encontrarlo en el día a día por el camino de la obediencia a su palabra, pues nos continúa diciendo, como en Caná: si queréis encontrar a Jesús en vuestra vida, “haced lo que Él os diga”.
  • Jn 19,26-27. Ella nos dice con su vida que no debemos desfallecer y que el encuentro que un día provocó en nosotros la conversión, la alegría, la libertad, la misión, debe mantenerse hasta el final; como Ella, que llegó hasta el Calvario, para que la mirada de su Hijo la encontrara firme al pie de la cruz.  

Con la Iglesia en África,
al encuentro de Jesús

El lema de Infancia Misionera de este año nos sitúa, no solo ante el encuentro con Jesús, sino también en un lugar concreto de nuestro mundo: África. Ahora nos corresponde, con nuestros niños y equipos misioneros, profundizar en él. Pensar en la actualidad de los encuentros con Jesús en nuestra vida, y abrirnos a la realidad de la evangelización en este continente, tan cercano en el espacio, pues se encuentra a pocos kilómetros de nuestras costas, y tan cercano a través de personas que viven entre nosotros y que proceden de allí. Ellos traen a nuestra vida cotidiana la realidad de esas naciones, su sufrimiento y su esperanza, la riqueza de su cultura y, en muchas de nuestras comunidades cristianas, el aliento de su fe, tantas veces más viva que la nuestra.

De África ha afirmado la Iglesia en los últimos años: “Este continente vive hoy lo que puede definirse un signo de los tiempos, un momento propicio, un día de salvación... Parece llegada la «hora de África», una hora favorable que invita con insistencia a los mensajeros de Cristo a bogar mar adentro y echar las redes” (Ecclesia in Africa, 6).

Acercamos nuestro corazón a África profundizando en tres hechos significativos: 

1. El niño Jesús vivió en África

“Es, en cierto sentido, la «segunda patria» de Jesús de Nazaret, el cual como niño pequeño encontró refugio precisamente en África contra la crueldad de Herodes” (EAf 142). Por ello los niños de África deben sentirse especialmente protegidos por Jesús, bendecidos por Él. A nuestros niños podemos invitarles a que recen para que Jesús bendiga a los niños de África. Ante la crueldad de tantos acontecimientos a los que están sometidos –guerras, miseria y sufrimiento–, no pueden sentirse abandonados. Sin duda que nuestros niños de Infancia Misionera serán sensibles ante esta realidad y rezarán por esos niños con palabras de la Escritura: “El Señor es mi fuerza, en Él confía mi corazón” (Sal 28).  

2. El primer anuncio del Evangelio
    llegó muy pronto a África

Así lo cuentan los Hechos de los Apóstoles y lo comenta la exhortación apostólica postsinodal sobre África: “Como al inicio del cristianismo, el alto funcionario de Candace, reina de Etiopía, feliz de haber recibido la fe mediante el bautismo, prosiguió su camino llegando a ser testigo de Cristo, del mismo modo hoy la Iglesia en África, llena de alegría y gratitud por la fe recibida, debe proseguir su misión evangelizadora, para atraer a los pueblos del continente al Señor” (EAf 6).

Una vez más se destaca la alegría como nota distintiva de la evangelización. Es la alegría que, como hemos visto, acontece en cada encuentro con Cristo y que transforma a los hombres en testigos alegres y esperanzados. Innumerables misioneros a lo largo de los siglos han dado testimonio de esta alegría por medio de una heroica y desinteresada dedicación. “La tierra bendita de África está sembrada de tumbas de valientes heraldos del Evangelio… La semilla esparcida a su tiempo ha producido frutos abundantes” (EAf 35-36). 

3. La gran historia de santidad
    de la Iglesia en África hasta hoy

Dejémonos interpelar, sin más, por el siguiente texto y disfrutemos con el nombre y la historia de todos aquellos que, a lo largo de los siglos, se encontraron con Cristo y por quienes la fe en África llega hasta el día de hoy: “Pensamos en la pléyade innumerable de santos, mártires, confesores y vírgenes que pertenecen a [las Iglesias cristianas de África]… Nos vienen a la memoria los nombres de los grandes doctores y escritores, como Orígenes, San Atanasio, San Cirilo, lumbreras de la escuela alejandrina, y en la otra parte de la costa mediterránea africana, Tertuliano, San Cipriano y, sobre todo, San Agustín, una de las luces más brillantes de la cristiandad. Recordemos a los grandes santos del desierto, Pablo, Antonio, Pacomio, primeros fundadores del monaquismo… Y las santas Felicidad y Perpetua, Santa Mónica y Santa Tecla. Estos luminosos ejemplos, como también las figuras de los santos Papas de origen africano Víctor I, Melquíades y Gelasio I, pertenecen al patrimonio común de la Iglesia”.

O este otro: “África respondió muy generosamente a la llamada de Cristo... Verdaderamente el crecimiento de la Iglesia en África, de cien años a esta parte, es una maravilla de la gracia de Dios… La serie de santos que África da a la Iglesia continúa creciendo. Cómo no mencionar, entre los más recientes, a Clementina Anwarite, virgen y mártir de Zaire, a Victoria Rasoamanarivo, de Madagascar, y a Josefina Bakhita, de Sudán. Y cómo no recordar al beato Isidoro Bakanja, mártir de Zaire... Ante el formidable crecimiento de la Iglesia en África durante los últimos cien años, ante los frutos de santidad alcanzados, hay una sola explicación posible: todo eso es don de Dios, ya que ningún esfuerzo humano habría podido realizar una obra semejante en un período tan breve relativamente”. 

Oración por África a María, Madre de la Iglesia

Ponemos todo el deseo de que el encuentro con Cristo se siga dando entre los hombres y mujeres, niños y niñas de África, y para ello invocamos a María: 

¡Oh María!, Madre de Dios
y Madre nuestra...

La Iglesia en África se dirige a ti
y contigo implora:
que la efusión del Espíritu Santo
haga de las culturas africanas
lugares de comunión en la diversidad,
transformando a los habitantes
de este gran continente en generosos
hijos de la Iglesia, que es
Familia del Padre, Fraternidad del Hijo,
Imagen de la Trinidad.


Por Juan Ignacio Rodríguez Trillo
Director del Secretariado de la Subcomisión Episcopal de Catequesis


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REDACCIÓN DE "IGLESIA NIVARIENSE"
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Boletín 369 

LAS MÁS RELEVANTES NOTICIAS AMPLIADAS PUEDEN VERLAS ENTRANDO EN LA WEB DEL OBISPADO EN LA VENTANA, A LA IZQUIERDA, LLAMADA: Odisur: Actualidad Diocesana 

La Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado se celebrará durante los días 16 y 17 de enero bajo el lema: “Hoy acogemos, mañana compartimos”. El nuevo delegado de migraciones de la diócesis, Jesús Alberto González, ha enviado una misiva en la que recuerda que en España contamos con 803.857 menores de edad nacidos en el extranjero, que representan el 17% del total de extranjeros. 

La delegación de migraciones ha organizado dos momentos celebrativos para esos días. Por un lado, la vigilia de oración que tendrá lugar en la parroquia de Santa Úrsula Mártir en Santa Úrsula, el viernes 15 de enero a las 20:00 horas. Por otro lado, la eucaristía de la Jornada de Migraciones se celebrará el domingo 17 de enero a las 11:00 horas, en el Santuario del Cristo de Tacoronte, presidida por el Vicario General, Antonio Pérez Morales.  

El sábado, 16 de Enero, la Casa Manresa de Tacoronte, acogerá un nuevo retiro entre las diez y las diecisiete horas. También el fin de semana se celebra un nuevo cursillo de cristiandad. 

Esta semana se ha desarrollado la tercera Jornada de Formación para el Clero. Florentino Martín Blanco y Juan Francisco Alonso guiaron las reflexiones del día. 

El lunes, 18 de enero comienza el Octavario de Oración por la Unidad de los cristianos. “Nosotros somos testigos de esto” es el lema escogido este año para celebrar esta Semana de la Unidad. El delegado de ecumenismo, Marcos Antonio García ha invitado a todos los cristianos a que aprovechen el material que se ha puesto a disposición para la oración personal o comunitaria en tantas comunidades religiosas, colegios, grupos cristianos y parroquias. Asimismo, ha indicado que los “católicos demos ejemplo de participación junto a otros hermanos de diferentes confesiones en las diferentes celebraciones ecuménicas que se preparan para la semana del 18 al 25 de enero”. 

La celebración diocesana con motivo de esta semana será en la iglesia de San Francisco del Puerto de la Cruz, el lunes, 25 de enero a las 19:30 horas, presidida por el Obispo. 

La Iglesia celebra en el mes de enero, la jornada de la Infancia Misionera, este año con el lema: “Con los niños de África… encontramos a Jesús”. Como es tradicional en nuestra diócesis, celebraremos el día de la Marcha Misionera  el sábado 23 de enero de 2010 desde la zona de Caletillas hasta la Basílica de Candelaria. La acogida de los participantes tendrá lugar a las 10:30 horas y la eucaristía, presidida por el Obispo se desarrollará sobre las 12:30 horas.   

El próximo 22 de enero se clausurará el Año Jubilar dedicado a San Vicente Mártir, en Los Realejos. COPE Tenerife retransmitirá desde el municipio norteño la Eucaristía, que tendrá lugar en la plaza de San Vicente a las 12:00 horas, así como los programas “La Recova” y “El Espejo de la Diocesis”. 

Un día más tarde, el 23 de enero, a las 17:00 horas, el Obispo presidirá la bendición e inauguración de los salones parroquiales de El Pilar, en el barrio de la llamada Huerta Nueva de la capital palmera. Al acto asistirá el presidente del Gobierno Canario, institución que ha subvencionado la obra.

Ya han comenzado los actos de las fiestas en honor de la Virgen de la Esperanza en la Guancha. Otro tanto se está haciendo en distintos enclaves para homenajear a S. Antonio Abad.  

Los organizadores de la recogida de juguetes del pasado 4 de enero, en la plaza Airán de Barranco Grande, los voluntarios de la NI Fú Ni Fá y la Federación Tinerfeña de Murgas (Fetim) se han mostrado muy  satisfechos del resultado de esta iniciativa y han agradecido al distrito Suroeste por su colaboración. Parte de los juguetes se han entregado al Monasterio de Las Clarisas para, en breve, ser enviados a Angola. 

La parroquia de Nuestra Señora de La Luz, en Los Silos ha mejorado la presentación y el contenido de su página web y de sus servicios. La misma contiene diverso material relacionado con la pastoral. Asimismo, la página web de la parroquia de San Andrés Apóstol de la Caleta de Interián ha elaborado un servicio de información y de ayuda en la que se pueden encontrar los horarios de las misas, oraciones, homilías, etc. 

El tinerfeño Miguel Rodríguez ha sido el primero en realizar este año el camino de Santiago por el Camino Norte.  

El pasado viernes, 8 de enero, se retiró el Reloj de Sol del Real Santuario de Nuestra Señora de La Nieves para estudiar, restaurar y conservar el ejemplar que queda. Asimismo, se procederá a la construcción y colocación de una réplica del desaparecido, basándose en el aún existente. Fabricado en torno a 1740, se trata del ejemplar más antiguo que existe en Canarias. 

La Bajada de la Virgen 2010 será motivo del cupón que la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) emitirá el día 31 de julio, coincidiendo con la estancia de la Virgen de las Nieves en Santa Cruz de La Palma. El cupón dedicado a las Fiestas Lustrales de 2010 será presentado públicamente en rueda de prensa a lo largo del primer semestre de este año. La ilustración que figurará en los billetes será elegida por el Patronato de la Bajada de la Virgen. 

Dos novedades han sido introducidas en el calendario pastoral para 2010. Por un lado, el 12 de febrero se desarrollará el Día del Ayuno Voluntario y, por otro lado,  la Campaña contra el Hambre de Manos Unidas tendrá lugar el 14 de febrero. 

Hablando de calendarios, la basílica de Candelaria ya ha confeccionado el programa para la próxima fiesta de la patrona de Canarias. De momento anticipamos que del 27 al 29 de Enero, a las 19 horas se realizarán las tradicionales jornadas mariológicas. 

La Delelgación para el Clero y el Secretariado de Peregrinaciones han enviado un díptico informativo sobre la peregrinación diocesana de los sacerdotes a Roma, con ocasión del Año Sacerdotal. La misma se desarrollará del 7 al 11 de junio próximos. 

Concejales del grupo socialista del Consistorio de Aguere trasladaron su preocupación por la situación social que atraviesa la Isla, y el municipio en concreto, al director de Cáritas, Leonardo Ruiz, y al subdirector, José María Rivero, con quienes mantuvieron una reunión.  

El presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, y la consejera de Bienestar Social, Cristina Valido, hicieron entrega de la recaudación obtenida del Portal del Belén a los Hermanos Bethlemitas, donativo que recibió el vicario de la congregación Fray Horacio Díaz. 

Continúan las tareas de demolición de la cúpula central de la Catedral. Se espera que en los próximos días se quite la parte conocida como linterna o lucernario. 

El Obispo participa estos días en la tanda de ejercicios espirituales para los miembros de la Conferencia Episcopal Española. Por cierto, un curso de retiro para sacerdotes se celebrará en los Roques de Arona del 28 de febrero al 5 de marzo dirigido por José M. Gil Tamayo, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal.


 Desde Caristas Diocesana de Tenerife se nos envía la siguiente información: 

LA RED CARITAS SE MOVILIZA PARA SOCORRER A LOS DAMNIFICADOS POR EL TERREMOTO DE HAITÍ 

Cáritas Española envía 175.000 euros a Cáritas Haití para apoyar el plan de ayuda de emergencia. Siete expertos de la red internacional de Cáritas han viajado al país caribeño para colaborar en las acciones de auxilio a las víctimas 

Cáritas Española, en estrecha coordinación con la red internacional de Cáritas, se ha movilizado para apoyar a la Cáritas Haitiana en las labores de auxilio a los miles de damnificados a causa del fuerte terremoto que sacudió Haití. El impacto ha sido devastador y cientos de edificios en Puerto Príncipe se han derrumbado.

Algunas fuentes han indicado que las consecuencias del seísmo son "potencialmente catastróficas". Los testimonios que llegan desde la isla dibujan un panorama de destrucción y caos, especialmente en Puerto Príncipe.

         Dado el colapso de las comunicaciones terrestres, el contacto con Cáritas Haití es sumamente difícil. A pesar de ello, la red Cáritas ha activado sus mecanismos de respuesta a las emergencias, con objeto de identificar, con el personal y los voluntarios locales de Cáritas, cuáles son las áreas prioritarias de intervención y movilizar las partidas de ayuda humanitaria necesarias para socorrer a las víctimas, además de evaluar los daños causados por el terremoto para diseñar de manera preliminar los futuros planes de rehabilitación y reconstrucción. 

Cáritas atiende las necesidades de los más vulnerables dentro y fuera de España 

La Confederación Cáritas Española va a volcarse en la respuesta a esta nueva emergencia, con la misma intensidad con la que habitualmente responde a los llamamientos de ayuda de las Cáritas hermanas de todo el mundo.

         El especial esfuerzo que se viene realizando en los últimos meses para atender dentro de España a las personas que acuden a nuestra red estatal de Acogida y Atención primaria no va a impedir que “Cáritas manifieste también ahora su compromiso inequívoco con todos los últimos y no atendidos allí donde se encuentren. Y ahora son nuestros hermanos haitianos los que necesitan de toda nuestra cercanía y solidaridad. La respuesta a los efectos de la crisis en España no va a restar ni un ápice el firme compromiso de Cáritas a la hora de seguir canalizando nuestra ayuda en el campo de la cooperación internacional hacia los países menos favorecidos, como es el caso de Haití”, ha manifestado Sebastián Mora, Secretario General de Cáritas Española, declaraciones que hacemos nuestras en Cáritas Diocesana de Tenerife. 

CUENTAS ABIERTAS PARA ESTA CAMPAÑA EN S/C DE TENERIFE

 CajaCanarias:       2065-0002-11-1400119717

Banco Santander: 0049-1849-19-2110603823

Banco BBVA:         0182-5717-28-0010073775

La Caixa:              2100-2327-71-0200109501

 

* Para más información, contactar con Jesús Alberto González Concepción, responsable del Área de Cooperación Internacional de Cáritas Diocesana de Tenerife. Tlfno. 636 571 715


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El Delegado diocesano de misiones nos pone al corriente de los pormenores de la Marcha Misionera a celebrar el 23 de Enero de 2010 en la Vilala de Candelaria con motivo de la Infancia Misionera.

DELEGACIÓN DIOCESANA DE MISIONES
OBISPOADO DE TENERIFE
LA LAGUNA

La Laguna 11 de diciembre de 2009

Querido hermano/a en Jesús Nuestro Dios y Señor: 

En primer lugar, en nombre de Gladys, de los componentes del equipo de la Delegación y en el mío propio, te deseamos que el Niño Dios que nace en Belén te colme de todos sus bienes. Quisiera recordarte que la Iglesia celebra en el mes de enero, la jornada de la Infancia Misionera, el lema escogido para este año es: "Con los niños de Africa... encontramos a Jesús". Con el deseo de unirnos a toda la comunidad cristiana y sensibilizar al pueblo de Dios, especialmente a los niños, te enviamos todo el material de la campaña.

Como es tradicional en nuestra diócesis celebraremos el día de la Marcha Misionera el sábado 23 de enero de 2010 en la Villa de Candelaria, junto a la patrona de nuestras islas y presidida por nuestro Obispo. Pueden participar niños desde 3° de primaria hasta los 14 años. A continuación, te ofrecemos algunos aspectos que has de tener en cuenta para un mejor desarrollo de los actos de este día. Lo fundamental de esta jornada es la motivación y sensibilización de los niños a través de la catequesis y la clase de religión. El trabajo educativo es imprescindible.

1. Horario del día:

10,30: Acogida en Las Caletillas en el comienzo de la Avenida Marítima. 11,00: Motivación mientras vamos llegando todos.

11,15: Salida de la Marcha hacia la Basílica.

12,30: Eucaristía presidida por el Sr. Obispo.

13,30: Almuerzo, cantos y juegos compartidos.

15,00: Cantos y dinámicas misioneras.

16,00: Despedida del encuentro y regreso a los lugares de origen. 

2. La colocación de los niños se hará con el color correspondiente a cada continente, para ello los niños han de tener un pañuelo en el cuello, (desde la Dirección Nacional de las OMP nos han remitido pañuelos bellamente confeccionados, si los desean adquirir el precio por unidad es de 1€).

a) Pañuelo Azul (Oceanía): Arciprestazgos de Santa Cruz, Ofra y La Salud.

b) Pañuelo Rojo (América): Arciprestazgos de Tegueste y Tacoronte

c) Pañuelo Verde (Africa): Arciprestazgos de La Laguna, Taco y La Cuesta.

d) Pañuelo blanco (Europa): Arciprestazgos de Güimar, Granadilla, Isora, La Gomera, El Hierro, Los Llanos y Santa Cruz de la Palma

e) Pañuelo Amarillo (Asia): Arciprestazgos de Icod y La Orotava

(Como ven nos gustaría, si fuera posible, poder contar con representantes de todos los Arciprestazgos).

3. Las Guaguas nos dejaran al principio de la Avenida Marítima (Las Caletillas) y la Policía Local indicará donde deben aparcarse. Por la tarde recogerán a los pasajeros en la plaza de la Basílica.

4. La colecta que se haga en cada guagua irá destinada a los niños de las misiones y se entregará a los organizadores para ofrecerla en la Eucaristía de ese dia expresando así nuestro espíritu misionero. Seria bueno motivar otivar a los niños anterioridad para que tenga un carácter penitencial (que sea fruto del ahorro y de la privación diaria). Por otro lado. los niños que vayan a comulgar deben haber recibido el Sacramento de la Reconciliación; es dificil celebrarlo ese día, por la cantidad de participantes.

5. Los responsables de cada guagua rellenarán la ficha correspondiente que luego entregarán a los organizadores de la Marcha.

6. Los niños deberán traer la comida y bebida necesaria, junto al calzado y la vestimenta adecuada (gorra para el sol), para pasarlo lo mejor posible.

7. Se recomienda motivar a los niños, en las catequesis y las clases de religión para que toda la jornada tenga una motivación misionera.

8. La Eucaristía, si el tiempo lo permite, se celebrará en la plaza

9. Como himno de la Marcha utilizamos el de años anteriores "Canta y Camina". (Se puede encontrar en la Web de las OMP: www.omp.es 1/ www.domund.org).

10. Rogamos a los acompañantes de los chicos que colaboren con los organizadores a la hora de velar por su seguridad (especialmente tener cuidado con el mar y el tráfico).

11. Les pedimos, por favor, que se respete el horario previsto: si se llega demasiado temprano, cada grupo debe traer actividades preparadas para animar a los chicos ya que si no es así, éstos se aburren y los animadores se ponen nerviosos. No olvidemos que debemos esperar por los que son puntuales. Por otro lado, avisen adecuadamente a los padres en cuanto al regreso y así colaboramos a no desesperarnos por la tarde (comenzamos en torno a las 10,30 h. y terminaremos alrededor de las 16,00 h.)

12. Pedimos a los sacerdotes y religiosas que deseen acompañarnos que hagan compatible su presencia con sus compromisos pastorales de la tarde (los horarios están muy claros y si nos desesperamos no favorecemos la buena organización de esta jornada).

13. Es importante que cada grupo organice, para los tiempos libres, cantos, dinámicas y juegos de acuerdo con el sentido de lo que celebramos ese día.

14. Nota Final:  Este año no tendremos, por sugerencias de algunos grupos, Festival de la Canción Misionera. En su lugar, tendremos unas dinámicas misioneras.

Sin otro particular y quedando a su disposición para cualquier servicio que te podamos prestar desde esta Delegación

Te saluda atentamente:

Juan Manuel Yanes Marrero
Delegado de Misiones


Mi?rcoles, 13 de enero de 2010

Sugerencias para la homilía del día de la Infancia Misionera 2010 publicadas en el Guión Litúrgico para la celebración de este año.


SUGERENCIAS PARA LA HOMILÍA

· La primera lectura presenta a Esdras, que lee la Palabra de Dios ante el pueblo reunido en asamblea litúrgica, y a la vez se va explicando su sentido. Es un momento esencia  de la historia del pueblo de Israel, pues a partir de entonces, con la desaparición del primer templo, su liturgia será fundamentalmente el culto sinagogal, basado en la lectura y la explicación de las Escrituras.  

· El Evangelio nos muestra a Jesús participando, “según su costumbre”, del culto de la sinagoga de su pueblo. Procede a la lectura del profeta Isaías y, como toda explicación, dice el evangelista que afirmó: “Hoy se cumple esta Escritura”. Y es que, en efecto, la Palabra de Dios se hace presente en la asamblea cada vez que es proclamada, pero en la sinagoga de Nazaret está presente en la persona de Jesús. Al leer el pasaje del profeta, puede decir con verdad que el Espíritu está sobre Él, ya que es el Hijo único del Padre, en quien este se complace, que ha venido para darnos a conocer a Dios.  

· Para  nosotros, los cristianos, esta es una realidad muy importante, pues cada vez que se proclama la Palabra de Dios y es acogida con fe, Cristo se hace presente, derrama su Espíritu sobre nosotros y nos hace ser Cuerpo suyo y cada uno un miembro del mismo, como afirma San Pablo en la segunda lectura.  

· La Iglesia es el Cuerpo de Cristo y, como tal, sacramento de su presencia y acción en el mundo. Por eso la Iglesia es signo e instrumento de salvación para todos los hombres y pueblos. Acoger a Cristo en su Palabra y en sus sacramentos nos convierte a los cristianos en transmisores de esta misma vida suya, que se nos da para que la compartamos generosamente con todos nuestros hermanos, llamados a formar parte plenamente de este Cuerpo. 

· La Jornada de Infancia Misionera es un momento propicio para recordarnos a los cristianos que, desde el Bautismo, tenemos una responsabilidad misionera y que los primeros pasos en la fe deben estar ya caracterizados por este espíritu misionero.  

· Nos unimos además a los niños de África. Muchos de ellos se preparan con alegría para el Bautismo o avanzan ya por el camino de la iniciación cristiana. Que esta vitalidad de África y de su Iglesia nos ayude a no perder la esperanza y a que, colaborando con nuestras aportaciones económicas, también seamos esperanza para ellos. 


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Guíón litúrgico para la Eucaristía de la Infancia Misionera 2010, publicado en la revista ILUMINARE, nº 378 - Enero 2010.


INTRODUCCIÓN

La celebración de la Misa dominical nos reúne cada semana y nos hace tomar conciencia de ser Cuerpo de Cristo para vivir según esta realidad de fe, como nos dice hoy San Pablo en la segunda lectura.

El Cuerpo de Cristo no tiene límites: miembros de él somos todos los cristianos, y todos los seres humanos están llamados a incorporarse a él plenamente. Este es el sentido misionero de cada celebración eucarística.

Hoy de forma especial nos acordamos de los miembros más frágiles del Cuerpo de Cristo, los niños, y, entre ellos, de los niños de África; pues estamos en la Jornada de la Infancia Misionera, con el lema “Con los niños de África… encontramos a Jesús”.

Que en esta celebración resuenen en nuestros corazones las palabras de Jesús en el Evangelio: “El Espíritu del Señor […] me ha enviado a evangelizar”, y nosotros mismos nos sintamos misioneros. 

ACTO PENITENCIAL

Al inicio de esta celebración dirigimos nuestra oración a Cristo para que disponga nuestros corazones con su gracia y celebremos dignamente estos santos misterios:

· Cristo, Palabra de Dios, que nos das a conocer al Padre. Señor, ten piedad.

· Hijo de Dios, que nos haces miembros de tu Cuerpo. Cristo, ten piedad.

· Ungido de Dios, que nos das tu Espíritu para llevar tu Buena Noticia. Señor, ten piedad. 

MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas de hoy insisten en la necesidad de escuchar y entender la Palabra que Dios nos dirige. Por medio de ella, Dios convoca a su pueblo y le da su Espíritu. Esta realidad, que aparece veladamente en el Antiguo Testamento, en Cristo toma su pleno significado, ya que Él nos da la gracia de poder participar de su mismo Espíritu y de esta forma hace que seamos un solo Cuerpo en Él. 

Proclamar en la asamblea la Palabra de Dios y escucharla es hacer presente al mismo Dios que nos habla; por eso Jesús pudo decir: “Hoy se cumple esta Escritura”, porque Él es la Palabra que nos trae la Buena Noticia del Reino. Que nosotros, como Cuerpo de Cristo, también podamos decir que la Palabra se cumple en nosotros porque la llevamos a quien tiene hambre y sed de escuchar la Buena Noticia de Jesucristo. 

SUGERENCIAS PARA LA HOMILÍA

· La primera lectura presenta a Esdras, que lee la Palabra de Dios ante el pueblo reunido en asamblea litúrgica, y a la vez se va explicando su sentido. Es un momento esencia  de la historia del pueblo de Israel, pues a partir de entonces, con la desaparición del primer templo, su liturgia será fundamentalmente el culto sinagogal, basado en la lectura y la explicación de las Escrituras.  

· El Evangelio nos muestra a Jesús participando, “según su costumbre”, del culto de la sinagoga de su pueblo. Procede a la lectura del profeta Isaías y, como toda explicación, dice el evangelista que afirmó: “Hoy se cumple esta Escritura”. Y es que, en efecto, la Palabra de Dios se hace presente en la asamblea cada vez que es proclamada, pero en la sinagoga de Nazaret está presente en la persona de Jesús. Al leer el pasaje del profeta, puede decir con verdad que el Espíritu está sobre Él, ya que es el Hijo único del Padre, en quien este se complace, que ha venido para darnos a conocer a Dios.  

· Para  nosotros, los cristianos, esta es una realidad muy importante, pues cada vez que se proclama la Palabra de Dios y es acogida con fe, Cristo se hace presente, derrama su Espíritu sobre nosotros y nos hace ser Cuerpo suyo y cada uno un miembro del mismo, como afirma San Pablo en la segunda lectura.  

· La Iglesia es el Cuerpo de Cristo y, como tal, sacramento de su presencia y acción en el mundo. Por eso la Iglesia es signo e instrumento de salvación para todos los hombres y pueblos. Acoger a Cristo en su Palabra y en sus sacramentos nos convierte a los cristianos en transmisores de esta misma vida suya, que se nos da para que la compartamos generosamente con todos nuestros hermanos, llamados a formar parte plenamente de este Cuerpo. 

· La Jornada de Infancia Misionera es un momento propicio para recordarnos a los cristianos que, desde el Bautismo, tenemos una responsabilidad misionera y que los primeros pasos en la fe deben estar ya caracterizados por este espíritu misionero.  

· Nos unimos además a los niños de África. Muchos de ellos se preparan con alegría para el Bautismo o avanzan ya por el camino de la iniciación cristiana. Que esta vitalidad de África y de su Iglesia nos ayude a no perder la esperanza y a que, colaborando con nuestras aportaciones económicas, también seamos esperanza para ellos. 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Habiendo recibido el Espíritu de Jesús, que nos hace hijos del Padre, nos dirigimos a Dios con confianza filial: R/ Padre, escúchanos.

· Por la Iglesia, para que renueve con la escucha de la Palabra de Dios su compromiso misionero. Oremos.

· Por el Sínodo de los Obispos de África, recientemente celebrado, para que dé frutos abundantes para la Iglesia en este continente. Oremos.

· Por todos los cristianos, para que dejemos que el Espíritu de Jesús sea el que nos impulse a llevar la Buena Noticia a todos. Oremos.

· Por los que tienen responsabilidades de gobierno en el mundo, para que dejen a un lado las aspiraciones egoístas y busquen la fraternidad entre los pueblos. Oremos.

· Por los niños del mundo, que sufren con frecuencia las injusticias de los mayores, para que la sociedad les ayude a vivir digna y humanamente. Oremos.

· Por los niños de Infancia Misionera, para que crezcan en su compromiso de ayudar a los niños de todo el mundo. Oremos.

· Por todos nosotros, para que el encuentro con Jesús en la Eucaristía nos abra a las necesidades de la Iglesia universal. Oremos. 

Escucha, Padre, la oración de tu Iglesia; haz que crezca como Cuerpo de tu Hijo, pues por ella se entregó para la salvación de todos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. 

MONICIÓN DE OFERTORIO

En este día tan especial presentamos el pan y el vino; son los dones que el pueblo de Dios ofrece para que la Palabra y el Espíritu de Cristo los consagren y se conviertan en su Cuerpo y su Sangre.

Presentamos también la colecta que hemos realizado para la Infancia Misionera; así, de manera palpable a través de los proyectos de Infancia Misionera, se hará presente nuestra comunidad cristiana como parte del Cuerpo de Cristo en muchos lugares de la Tierra. 

OFRACIÓN SOBRE EL PUEBLO Y BENDICIÓN

Vuelve tu mirada, Señor,
hacia el pueblo que implora tu misericordia,
para que todos aquellos
que han puesto en Ti su confianza
puedan difundir en todas partes
los dones de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Juan Martínez Sáez, fmvd. Colaborador de las OMP


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Con el lema "Con los niños de África ... encontramos a Jesús"  se presenta la campaña 2010 de la Infancia Misionera. Significado del lema y cartel publicado en la revista ILUMINARE, nº 378 - ENERO 2010 recibida en la parroquia con los materiales para su celebración.

LEMA

- "Con los niños de África... El Secretariado de Infancia Misionera está realizando con los niños de España un largo recorrido por los cinco continentes, que durará hasta el año 2013. El itinerario se inició el 2009 en Asia: “Con los niños de Asia.... buscamos a Jesús”. Este año la meta está en África, para encontrarse con Jesús en compañía de los niños africanos.

El objetivo es descubrir cómo son y cómo viven los niños en este continente, para hacer realidad el intercambio de bienes con ellos que promueve Infancia Misionera. 

- "... ENCONTRAMOS A JESÚS" La primera etapa de este proyecto fue buscar a Jesús. Ahora corresponde profundizar en la segunda: el encuentro. Cuando se busca a Jesús es seguro encontrarle, porque Él está siempre cercano. Es la ocasión para descubrir que este encuentro sólo es posible si se hace en compañía de otros. Los niños de Infancia Misionera de España han optado por vivir dicho encuentro en compañía de los niños africanos. 

CARTEL

- En Infancia Misionera se identifica el continente africano con el color verde. De esta manera se evoca la esperanza de un continente joven que vive la apasionante conquista de crecer por sí mismo y el compromiso de rentabilizar la riqueza de sus gentes y tierras. África no es un continente pobre, en todo caso está empobrecido por el egoísmo de otros. 

- El Evangelio de Jesús está dando fruto en el corazón de los africanos. La sorprendente expansión de la Iglesia en la práctica totalidad de sus países es fruto de haber encontrado en Jesús la respuesta a sus búsquedas e inquietudes religiosas. Los niños son los primeros beneficiados, y la escena del cartel muestra una vez más que para Dios no hay acepción de personas ni de razas.

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 Mensaje de presentación de la Campaña de la Infancia Misionera 2010 por Monseñor Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y Directos de OMP en España, publicado en la revista ILUMINARE, nº 378 - ENERO 2010,recibida entre los materiales para su celebración.

 Con  los niños de África... ENCONTRAMOS A JESÚS

Por Mons. Francisco Pérez González
Arzobispo de Pamplona-Tudela y Director Nacional de OMP 

Los niños se unen para promover un mundo más justo y una sociedad más reconciliada y pacificada. Ellos son la mejor expresión de una sociedad que necesita mayor sencillez y humildad para afrontar los problemas más hondos que anidan en la misma. Los grandes desafíos que la humanidad debe afrontar, o se basan en mover las conciencias para buscar caminos de auténtica fraternidad y limpieza de corazón, o están abocados los humanos a un precipicio de desintegración de lo más noble que habita en su corazón. Pensemos en los graves riesgos que deben sortear los niños ya desde los comienzos de su vida y en el seno de la madre; muchos de ellos se encuentran indefensos de tal forma que nunca llegarán a ver la luz del sol. 

La Iglesia se ha planteado siempre la necesidad  de atender la infancia ante las amenazas tan diversas que existen. Es una vergüenza social que haya doscientos cincuenta mil niños que mueren de hambre todas las semanas, que más de trescientos mil niños sean enrolados como “niños soldado” en diversas guerras. Uno se pasma al constatar que más de trescientos millones de niños trabajan como esclavos y que mil millones de niños no han oído hablar de Jesucristo. Si a esto añadimos que muchísimos millones de bebés son destruidos antes de nacer en el seno de la madre por culpa del aborto, o las cifras no controladas y altísimas de niños que son sacrificados para conseguir sus órganos y venderlos, esto está demostrando la gran degradación de sentido humano a la que se está llegando.  

La Infancia Misionera quiere ser expresión viva y aldabonazo fuerte a las conciencias de todos los seres humanos. Millones de niños pertenecen a esta institución católica, que tiene el objetivo de ayudarse entre los niños para ir construyendo una sociedad más llena de paz. Ellos son muy sensibles a esta labor y se lo piden, con la candidez de los pequeños, a Jesucristo, que se convierte en su aliado fundamental en este peregrinaje hacia una humanidad nueva. Son más de diez mil los niños españoles que colaboran generosamente en más de doscientos proyectos de ayuda a niños pobres necesitados de alimentos, de apoyo a hospitales de infancia y orfanatos, de ayuda a escuelas y capillas. De modo especial se ayuda a los niños de Asia y de África. Ellos son sensibles a las desgracias de sus amigos. Recuerdo de pequeño el día que rompí mi hucha para dar a los misioneros las pocas pesetillas que poseía. Aquel día me sentí muy feliz. Con el tiempo no solo comprobé que debía dar algo a los demás, sino más bien darme a los demás. Esta fue tal vez la espoleta que hizo nacer en mí el deseo de ser sacerdote, porque Dios pasea y se hace visible y palpable en el corazón generoso. 

Cada año, en Obras Misionales Pontificias queremos fijarnos en un continente: el año pasado fue Asia y este año será África. Es una forma pedagógica para mirar, con la sencillez de los niños, a aquellos que habitan en uno de los continentes. Durante el mes de octubre del año pasado los obispos africanos se han encontrado en Roma con el Papa Benedicto XVI y el tema sobre el que han reflexionado y profundizado ha sido “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz: «Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5, 13-14)”. En estos momentos el continente africano está creciendo considerablemente en vida cristiano-católica; ha pasado de cincuenta y cinco millones de católicos en 1978 a ciento sesenta y cuatro millones en 2007. Es una realidad que aumenta, y por ello la Iglesia en este continente, a pesar de las dificultades, crece continuamente. Como dice Benedicto XVI, esta Iglesia no solo propaga y profundiza la fe en Cristo, sino que también ayuda a los pueblos que aún sufren debido a la pobreza, las guerras o la falta de acceso a la educación y a la sanidad. Procuremos apoyar moral y materialmente a este continente de gran esperanza. 

Tres temas fundamentales se han analizado en el Sínodo de África de 2009: la reconciliación, la justicia y la paz. Si en algo hemos de educar a los niños es en estas tres fuerzas motrices para construir una sociedad y humanidad nuevas. Pero para ser constructores de algo nuevo se ha de adquirir la relación con Dios. Y si esta relación no es correcta, todas las demás relaciones con cuanto puede haber de bueno, fundamentalmente no funcionan. El mundo, la sociedad, las relaciones humanas se han de ver a la luz de Dios. El ser humano no se ha inventado a sí mismo, y si fantásticamente quiere hacerse a su imagen, fracasa y de forma dramática desespera. Los niños tienen un espíritu sencillo y a ellos hemos de ayudar para que se formen en los profundos valores que animan la existencia humana. Las propuestas del hedonismo o del materialismo lo único que producen son monstruos desesperados que buscan, como locos, la felicidad y la paz.  

La evangelización camina con firmeza si en la raíz está el Misterio de Dios. Las cosas del mundo van mal porque la relación con Dios no es ordenada. La misión importante es anunciar la vida en Jesucristo. Él es camino de vida nueva y nos muestra la grandeza de su amor que es misericordia: fuente de reconciliación. Nunca se puede perdonar si antes no nos hemos sentido perdonados. La fuerza del amor no solo es gratuidad, sino, ante todo, misericordia. La justicia se hace en Jesucristo verdad. Como decía Pablo VI, la consecución de la paz se logra trabajando por la justicia. Los caminos de la regeneración humana son estas tres luces de la reconciliación, de la justicia y de la paz.  

Los niños de África, en esta Jornada de Infancia Misionera 2010, deben ser nuestros preferidos, y en ellos hemos de ver un proyecto de nueva humanidad. Al mismo tiempo que se promueven las realidades concretas, como son la educación, la promoción humana y la solidaridad, se ha de ahondar en el encuentro con Dios. Por ello a los niños, al ser muy receptivos, se les puede conducir por los caminos del Evangelio, que es encuentro de amistad con Jesucristo y de relación caritativa con los hermanos. Desde nuestra tierra española, trabajemos para que seamos generosos en nuestra plegaria, y pidamos a Dios que siga ayudando al continente africano en el nuevo proyecto que Dios mismo ha pensado. Ante la crisis mundial los niños africanos la viven de forma más cruel, y por ello hemos de ser más generosos, en nuestra colaboración económica, para que muchos niños encuentren sentido en su vida y puedan subsistir. Invito a todos los niños de España para que vivamos esta Jornada mirando a los niños de África y nos solidaricemos haciéndonos amigos de Jesús. 

 


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Desde la oficina de Prensa del Obispado de Tenerife nos piden ayuda ante el terrmoto en Haití

Terremoto en Haití

LA IGLESIA  ACTIVA TODAS SUS INSTITUCIONES SOCIO-CARITATIVAS

Nada más conocerse la noticia del devastador terremoto que ha sacudido con extremada violencia la región más occidental de Haití, la Iglesia Católica ha dado un paso al frente para tratar de paliar los graves daños que ha causado el seísmo, sobre todo en Puerto Príncipe, convertida, ahora, en ruinas y polvo. 

Cáritas Española se ha movilizado para apoyar a la Cáritas Haitiana en las labores de auxilio. Mano a mano con el personal y los voluntarios locales de Cáritas, ha activado sus mecanismos de respuesta a las emergencias, con objeto de identificar cuáles son las áreas prioritarias de intervención y movilizar las partidas de ayuda humanitaria necesarias para socorrer a las víctimas. TELÉFONO CARITAS:  902.33.99.99

Manos Unidas no es una organización de ayuda de emergencia, pero la trayectoria de colaboración en este país caribeño, y la magnitud del desastre, nos llevan a abrir una cuenta cuya recaudación se destinará a la adquisición de productos de primera necesidad y, posteriormente, a labores de reconstrucción del país.  

Es la siguiente: BANCO SANTANDER. Cta. Nº: 0049-1892-63-2210525246. REF: EMERGENCIA HAITÍ. TELÉFONOS INFORMACIÓN: 902 40 07 07 / 91 308 20 20

Por su parte, Ayuda a la Iglesia Necesitada también ha abierto una campaña de ayuda de emergencia. La iglesia católica haitiana, a través de sus sacerdotes y misioneros, será la encargada de distribuir la ayuda entre la población afectada. Teléfono de esta organización  902 636 737.


Cabe agregar que el Papa Benedicto XVI ha lanzado esta mañana un llamamiento a la comunidad internacional para ayudar a los miles de damnificados por el terremoto. "Me apelo a la generosidad de todos para que no falte a los hermanos y hermanas que están viviendo momentos de necesidad y de dolor la solidaridad concreta y el apoyo efectivo de la comunidad internacional", ha declarado el Papa al término de la audiencia general que se celebró esta mañana en el Vaticano.

El Pontífice trasladó a todos los afectados su "cercanía espiritual" y aseguró que la Iglesia católica activará "inmediatamente", a través de sus instituciones caritativas, la ayuda a la población.

 


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Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo segundo del Tiempo Ordinario - C, ofrecido por la delegación diocesana de Enseñanza de la diócesis de Tenerife.


LENGUAJE DE GESTOS
 

         El evangelista Juan no dice que Jesús hizo "milagros" o "prodigios". Él los llama "signos" porque son gestos que apuntan hacia algo más profundo de lo que pueden ver nuestros ojos. En concreto, los signos que Jesús realiza, orientan hacia su persona y nos descubren su fuerza salvadora.

         Lo sucedido en Caná de Galilea es el comienzo de todos los signos. El prototipo de los que Jesús irá llevando a cabo a lo largo de su vida. En esa "transformación del agua en vino" se nos propone la clave para captar el tipo de transformación salvadora que opera Jesús y el que, en su nombre, han de ofrecer sus seguidores.

         Todo ocurre en el marco de una boda, la fiesta humana por excelencia, el símbolo más expresivo del amor,  la mejor imagen de la tradición bíblica para evocar la comunión definitiva de Dios con el ser humano. La salvación de Jesucristo ha de ser vivida y ofrecida por sus seguidores como una fiesta que da plenitud a las fiestas humanas cuando éstas quedan vacías, «sin vino» y sin capacidad de llenar nuestro deseo de felicidad total.

         El relato sugiere algo más. El agua solo puede ser saboreada como vino cuando, siguiendo las palabras de Jesús, es «sacada» de seis grandes tinajas de piedra, utilizadas por los judíos para sus purificaciones. La religión de la ley escrita en tablas de piedra está exhausta; no hay agua capaz de purificar al ser humano. Esa religión ha de ser liberada por el amor y la vida que comunica Jesús.

         No se puede evangelizar de cualquier manera. Para comunicar la fuerza transformadora de Jesús no bastan las palabras, son necesarios los gestos. Evangelizar no es solo hablar, predicar o enseñar; menos aún, juzgar, amenazar o condenar. Es necesario actualizar, con fidelidad creativa, los signos que Jesús hacía para introducir la alegría de Dios haciendo más dichosa la vida dura de aquellos campesinos.

         A muchos contemporáneos la palabra de la Iglesia los deja indiferentes. Nuestras celebraciones los aburren. Necesitan conocer más signos cercanos y amistosos por parte de la Iglesia para descubrir en los cristianos la capacidad de Jesús para aliviar el sufrimiento y la dureza de la vida.

         ¿Quién querrá escuchar hoy lo que ya no se presenta como noticia gozosa, especialmente si se hace invocando el evangelio con tono autoritario y amenazador? Jesucristo es esperado por muchos como una fuerza y un estímulo para existir,  y un camino para vivir de manera más sensata y  gozosa. Si solo conocen una "religión aguada" y no pueden saborear algo de la alegría festiva que Jesús contagiaba,  muchos seguirán alejándose.

José Antonio Pagola

 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
 17 de enero de 2010
3 Tiempo ordinario (C)
Juan 2,1-11


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Martes, 12 de enero de 2010

ZENIT   nos ofrece las palabras del Papa el domingo 20 de Diciembre de 2009, al introducir el rezo del Ángelus con los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas

Con el IV Domingo de Adviento, la Natividad del Señor está ya ante nosotros. La liturgia, con las palabras del profeta Miqueas, invita a mirar a Belén, la pequeña ciudad de Judea testigo del gran acontecimiento: "Mas tú, Belén de Efratá, / aunque eres la menor entre las familias de Judá / de ti me ha de salir / aquel que ha de dominar en Israel, / y cuyos orígenes son de antigüedad / desde los días de antaño" (Mi 5,1). Mil años antes de Cristo, Belén había sido el lugar natal del gran rey David, al que las Escrituras concuerdan en presentar como antepasado del Mesías. El Evangelio de Lucas narra que Jesús nació en Belén porque José, el esposo de María, siendo de la “casa de David”, debía dirigirse a esta ciudadela para el censo, y precisamente en esos días María dio a luz a Jesús (cfr Lc 2,1-7). En efecto, la propia profecía de Miqueas prosigue aludiendo precisamente a un nacimiento misterioso: "Por eso él los abandonará hasta el tiempo / en que dé a luz la que ha de dar a luz. / Entonces el resto de sus hermanos volverá / a los hijos de Israel" (Mi 5,2). Hay por tanto un designio divino que comprende y explica los tiempos y los lugares de la venida del Hijo de Dios al mundo. Es un designio de paz, como anuncia de nuevo el profeta hablando del Mesías: "Él se alzará y pastoreará con el poder del Señor, / con la majestad del nombre del Señor, su Dios. / Se asentarán bien, porque entonces de hará él grande / hasta los confines de la tierra. / Él será la Paz” (Mi 5,3).

Precisamente este último aspecto de la profecía, el de la paz mesiánica, nos lleva naturalmente a subrayar que Belén es también una ciudad-símbolo de la paz, el Tierra Santa y en el mundo entero. Por desgracia en nuestros días, ésta no representa una paz lograda y estable, sino una paz fatigosamente buscada y esperada. Dios, sin embargo, no se resigna nunca a este estado de cosas, y por ello también este año, en Belén y en el mundo entero, se renovará en la Iglesia el misterio de la Navidad, profecía de paz para cada hombre, que empeña a los cristianos a meterse en las cerrazones, en los dramas, a menudo desconocidos y escondidos, y en los conflictos del contexto en el que vive, con los sentimientos de Jesús, para ser en todas partes instrumentos y mensajeros de paz, para llevar amor adonde hay odio, perdón donde hay ofensa, alegría donde hay tristeza y verdad donde hay error, según las bellas expresiones de una conocida oración franciscana.

Hoy, como en los tiempos de Jesús, la Navidad no es un cuento para niños, sino la respuesta de Dios al drama de la humanidad en búsqueda de la paz verdadera. “¡Él mismo será la paz!” – dice el profeta refiriéndose al Mesías. A nosotros nos toda abrir, desatrancar las puertas para acogerlo. Aprendamos de María y José: pongámonos con fe al servicio del designio de Dios. Aunque no lo comprendamos plenamente, confiémonos a su sabiduría y bondad. Busquemos ante todo el Reino de Dios, y la Providencia nos ayudará. ¡Feliz Navidad a todos!

[Después del Ángelus, dijo en español]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana y a todos los que se unen a ella a través de la radio y la televisión. La Virgen Santísima, llevando en su seno y en su corazón al Hijo de Dios, fue causa de alegría para su pariente Isabel. Os invito a que, acogiendo en vuestro interior la divina Palabra, dando un testimonio fiel y convencido de la fe y prodigándoos en obras de caridad, seáis también para los demás testigos y mensajeros de Cristo Jesús, fuente de gozo y esperanza para el mundo. Os animo igualmente, estando ya próximas las fiestas de la Navidad, a prepararos con fervor a la celebración del nacimiento del Verbo, hecho carne en las purísimas entrañas de María. Feliz domingo.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT nos ofrece el discurso pronunciado el viernes, 18 de Diciembre de de 2009, por el Papa al recibir en audiencia a los participantes en la Peregrinación de Bélgica llegados a Roma para el don del árbol de Navidad de la Plaza de San Pedro, que este año es ofrecido por la región belga de la Valonia.

Queridos Hermanos y Hermanas,

Quiero daros a todos la bienvenida, a vosotros que habéis venido a ofrecer el árbol de Navidad que, con el nacimiento, adorna la Plaza de San Pedro durante las fiestas de la Natividad. Dirijo un saludo particular al Señor Ministro de economía de la Región Valona y a monseñor Aloys Jousten, Obispo de Lieja, y les agradezco las amables palabras que me han dirigido. Mis saludos cordiales se dirigen también a Su Excelencia el Señor Franck De Coninck, Embajador de Bélgica ante la Santa Sede, así como a las autoridades políticas locales que han hecho el viaje. Saludo igualmente a los cantantes del coro y a los representantes de la Agencia valona para la Exportación y las Inversiones extranjeras, que se encuentran en el origen del proyecto. Mi gratitud se extiende a todos los que han ofrecido su colaboración en este regalo y que no han podido estar presentes hoy. Doy las gracias también a las personas que han garantizado el delicado transporte de este árbol imponente.

En el bosque, los árboles están cerca unos de los otros y cada uno de ellos contribuye a hacer del bosque un lugar sombrío, oscuro a veces. Y he aquí que, escogido de entre una multitud, el árbol majestuoso que ofrecéis hoy está iluminado y cubierto de decoraciones brillantes que son como tantos frutos maravillosos. Dejando su ropa oscura por una explosión brillante, ha sido transfigurado, convirtiéndose en portador de una luz que no es la suya sino que da testimonio de la verdadera Luz que viene a este mundo. El destino de este árbol es comparable al de los pastores: velando en las tinieblas de la noche, son iluminados por el mensaje de los ángeles. La suerte de este árbol también es comparable a la nuestra, nosotros que estamos llamados a dar buenos frutos para manifestar que el mundo ha sido verdaderamente visitado y rescatado por el Señor. Levantado desde el nacimiento, este abeto manifiesta, a su manera, la presencia del gran misterio presente en el lugar sencillo y pobre de Belén. A los habitantes de Roma, a todos los peregrinos, a todos los que irán a la Plaza de San Pedro a través de las imágenes de las televisiones del mundo entero, les proclama el advenimiento del Hijo de Dios. A través suyo, son el sol de vuestra tierra y la fe de las comunidades cristianas de vuestra Región los que saludan al Niño-Dios, Él que ha venido a hacer nuevas todas las cosas y a llamar a todas las criaturas, desde las más humildes hasta las más elevadas, a entrar en el misterio de la Redención y asociarse a ella.

Rezo para que las poblaciones de vuestra región permanezcan fieles a la luz de la fe. Llevada durante mucho tiempo por hombres que se han aventurado en los valles y los bosques de las Ardenas, la luz del Evangelio vuelve a partir desde vosotros, llevada por los muy numerosos misioneros que han dejado su sol natal para llevarla a veces hasta los confines del mundo. Mucho tiempo después todavía la Iglesia que está en Bélgica, y particularmente la diócesis de Lieja, es una tierra en la que germina con generosidad la semilla del Reino que Cristo ha venido a traer a la tierra.

Queridos amigos, de nuevo quiero dirigiros un muy gran agradecimiento por este bello regalo. Quiero presentar ahora mis deseos más cordiales de bellas y santas Fiestas de Navidad, deseos que os pido que transmitáis a vuestras familias, a vuestros colaboradores y a todos vuestros seres queridos.

¡Que el Señor os bendiga, así como a vuestra Región y a toda Bélgica! 

[Traducción del original francés por Patricia Navas
© Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT nos ofrece el discurso que monseñor Celestino Migliore, Nuncio Apostólico y cabeza de la Delegación vaticana, pronunció el jueves 17 de Diciembre de 2009 en la Cumbre de la ONU sobre el Cambio Climático de Conpenhague.

Señor presidente,

Esta conferencia reitera cuánto tiempo es necesario para crear la voluntad política clara y firme necesaria para adoptar medidas comunes vinculantes y presupuestos adecuados para una mitigación y adaptación eficaz al cambio climático en curso.

¿Es esta voluntad política lenta en tomar forma debido a la complejidad de las cuestiones interrelacionadas que debemos abordar? ¿Es principalmente un problema de conflictos de intereses nacionales? ¿O es la dificultad de traducir en números el principio recién adquirido de la responsabilidad común y diferenciada? ¿O es todavía el predominio de las políticas energéticas sobre el cuidado del medio ambiente? Sin duda, hay un poco de todo esto.

Sin embargo, hay que señalar cómo las muchas consideraciones que se están desarrollando durante este proceso convergen en un aspecto central: la necesidad de una reflexión nueva y más profunda sobre el significado de la economía y sus fines, y una revisión profunda y a largo plazo del modelo de desarrollo, para corregir sus disfunciones y distorsiones. Esto, de hecho, lo requiere la buena salud ecológica del planeta, y sobre todo como una respuesta urgente a la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas han sido largamente evidentes en todo el mundo.

Con realismo, confianza y esperanza, debemos asumir las nuevas responsabilidades a las que se nos llama en un mundo necesitado de una renovación cultural profunda y un redescubrimiento de los valores fundamentales sobre los cuales construir un futuro mejor. Las crisis morales que la humanidad está experimentando actualmente, ya sean económicas, nutricionales, ambientales o sociales - todas profundamente relacionadas entre sí - nos obligan a rediseñar nuestro camino, para establecer nuevas directrices y para encontrar nuevas formas de participación. Estas crisis son por tanto una ocasión para el discernimiento y un nuevo pensamiento.

Obviamente, esta obligación requiere la recopilación de análisis científicos detallados y precisos para evitar las ansiedades y los temores de muchos y el cinismo y la indiferencia por parte de los demás. También requiere la participación responsable de todos los segmentos de la sociedad humana para buscar y descubrir una respuesta adecuada a la realidad tangible del cambio climático. Si el diagnóstico - por la fuerza de las circunstancias en manos de la ciencia, la información y la política - tiene dificultades para proporcionar claridad y para motivar a la acción concertada y oportuna de los responsables de la sociedad humana, la razón y el sentido innato de la responsabilidad compartida de las personas una vez más, debe prevalecer.

La sociedad civil y las autoridades locales no han esperado a las conclusiones políticas y jurídicamente vinculantes de nuestras reuniones, que tardan un tiempo tan increíblemente largo. En cambio, los individuos, grupos, autoridades y comunidades locales ya han iniciado una serie impresionante de iniciativas para dar forma a las dos piedras angulares de la respuesta al cambio climático: la adaptación y la mitigación. Si bien las soluciones técnicas son necesarias, no son suficientes. El más sabio y más eficaz de los programas se centra en la información, la educación y la formación del sentido de la responsabilidad en los niños y los adultos hacia modelos ecológicamente racionales de desarrollo y gestión de la creación.

Estas iniciativas han empezado ya a poner en pie un mosaico de experiencias y logros marcado por una conversión ecológica generalizada. Estas nuevas actitudes y comportamientos tienen el potencial para crear la necesaria solidaridad intra-generacional e inter-generacional, y disipar así cualquier sentimiento estéril de temor, de terror apocalíptico, de control autoritario y de hostilidad hacia la humanidad que se multiplican en los relatos de los medios de comunicación y otros informes.

Señor Presidente,

La Santa Sede, en el con todo pequeño estado de Ciudad del Vaticano, también está haciendo esfuerzos significativos para tomar la delantera en la protección del medio ambiente mediante la promoción y ejecución de proyectos de diversificación energética, orientados al desarrollo de las energías renovables, con el objetivo de reducir las emisiones de CO2 y el consumo de combustibles fósiles.

Además, la Santa Sede está dando contenido a la necesidad de difundir una educación en la responsabilidad ambiental, que también intente salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana. Muchas instituciones educativas católicas se dedican a la promoción de un modelo de educación, tanto en las escuelas y en las universidades. Por otra parte las Conferencias Episcopales, las Diócesis, las parroquias y las organizaciones no gubernamentales basadas en la fe se han dedicado a la promoción y gestión de los programas ecológicos durante una serie de años.

Estos esfuerzos se dedican a trabajar los estilos de vida, dado que los actuales modelos dominantes de consumo y producción a menudo son insostenibles desde el punto de vista del análisis social, medioambiental, económico e incluso moral. Debemos salvaguardar la creación - el suelo, agua y aire - como un don confiado a todos, pero debemos también y sobre todo evitar que la humanidad se destruya a sí misma. La degradación de la naturaleza está directamente conectado a la cultura que da forma a la convivencia humana: cuando la ecología humana es respetada en la sociedad, la ecología del medio ambiente se beneficia. El modo en que la humanidad trata al medio ambiente influye en la manera en que trata a sí misma.

En su reciente encíclica Caritas in veritate y en el Mensaje para el Día Mundial de la Paz 2010, el Papa Benedicto XVI dirige a todos aquellos involucrados en el sector del medio ambiente una pregunta ineludible: ¿cómo podemos esperar que las generaciones futuras respeten el medio ambiente natural, cuando nuestros sistemas educativos y leyes no ayudan a que respeten a sí mismos?

Señor Presidente,

El medio ambiente y el cambio climático implican una responsabilidad compartida hacia toda la humanidad, especialmente los pobres y las futuras generaciones.

Existe un vínculo inseparable entre la protección de la creación, la educación y un enfoque ético de la economía y el desarrollo. La Santa Sede espera que el proceso en cuestión aprecie cada vez más este vínculo y, con esta perspectiva, sigue prestando su plena cooperación.

Gracias, señor Presidente.

[Traducción del original inglés por Inma Álvarez]


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ZENIT   nos ofrece el discurso pronunciado el jueves 17 de Dicembre de 2009 por el Papa al recibir, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, las cartas credenciales del nuevo embajador danés ante la Santa Sede, Hans Klingenberg.

Excelencia,

Le doy con placer la bienvenida al Vaticano y acepto las cartas credenciales por la que se le nombra Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Reino de Dinamarca ante la Santa Sede. Doy las gracias por los amables saludos que traen de Su Majestad la Reina Margarita II, y le pido que transmita a Su Majestad, al Gobierno, y al pueblo de su país, mi agradecimiento por sus buenos deseos y la seguridad de mi oraciones por el bienestar espiritual de la nación.

Las relaciones diplomáticas de la Iglesia forma parte de su misión de servicio a la comunidad internacional. Este compromiso con la sociedad civil está conformada por su convicción de que en un mundo cada vez más globalizado, los esfuerzos para promover el desarrollo humano integral y un orden económico sostenible, deben tener en cuenta la relación fundamental entre Dios, la creación y sus criaturas. Dentro de esta perspectiva, las tendencias hacia la fragmentación social y hacia la ralentización de las iniciativas de desarrollo pueden ser superados por el reconocimiento de la dimensión moral unificadora constitutiva de todo ser humano, y las consecuencias morales que tienen todas las decisiones económicas (cf. Caritas in veritate, 37). De hecho, el escepticismo contemporáneo ante la retórica política, y un creciente malestar con la falta de puntos de referencia éticos que rigen los avances tecnológicos y los mercados comerciales, indican las imperfecciones y limitaciones que existen en los individuos y la sociedad, así como la necesidad de un redescubrimiento de los valores fundamentales y una profunda renovación cultural en armonía con el designio de Dios para el mundo (cf. ibid., 21).

Excelencia, la atención del mundo está actualmente puesta en Dinamarca, al albergar ésta la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. Las deliberaciones políticas y diplomáticas en juego a la hora de abordar las exigencias de una cuestión tan compleja prueban la determinación de las partes de renunciar a las ventajas nacionalistas o a corto plazo en favor de los beneficios a más largo plazo para toda la familia humana internacional. Aunque algunos consensos, sin duda, pueden ser alcanzados a través de la elaboración de las aspiraciones compartidas armonizadas con políticas y objetivos, un cambio fundamental en cualquier forma del comportamiento humano - individual o colectivo - requiere la conversión del corazón. El valor y el sacrificio, frutos de un despertar ético, nos permiten entrever un mundo mejor y nos alientan a acometer con esperanza todo lo que sea necesario para garantizar a las generaciones futuras el legado del conjunto de la creación en unas condiciones tales que también ellos pueden llamarla “su casa”. Cuando el "tenor moral de la sociedad" (ibíd., 51) declina, sin embargo, los desafíos que enfrentan los líderes de hoy no puede sino aumentar.

Esta necesidad urgente de hacer hincapié en el deber moral de distinguir entre el bien y el mal en toda acción humana, con el fin de recuperar y fomentar el vínculo de comunión que une a la persona humana y la creación, fue un tema central de mi reciente discurso ante la FAO. En esa ocasión la comunidad internacional debatió sobre la acuciante cuestión de la seguridad alimentaria. Una vez más, afirmé, por importantes que sean, los planes de desarrollo, las inversiones y la legislación no son suficientes. Más bien, los individuos y las comunidades deben cambiar su comportamiento y su percepción de las necesidades. Para los propios Estados, esto comporta una redefinición de los conceptos y principios que han regido hasta ahora las relaciones internacionales, a fin de incluir el principio del altruismo, y la decisión de buscar nuevos parámetros – éticos, jurídicos y económicos – capaces de construir relaciones de mayor justicia y equilibrio entre los países en desarrollo y los países desarrollados (cf. Discurso a la FAO, e16 de noviembre de 2009).

Dentro de este marco puede surgir una comprensión holística de la salud de la sociedad, en la que nuestros deberes hacia el medio ambiente nunca se separen de nuestros deberes para con la persona humana, y en el que una crítica moral de las normas culturales que configuran la convivencia humana, con especial preocupación por los jóvenes , se considere fundamental para el bienestar de la sociedad. Demasiado a menudo los esfuerzos para promover una comprensión integral del medio ambiente han tenido que sentarse junto a una comprensión reduccionista de la persona. Normalmente, este último es la falta de respeto de la dimensión espiritual de los individuos y, a veces, la hostilidad hacia la familia, enfrentando a los cónyuges entre sí a través de una imagen distorsionada de la complementariedad de hombres y mujeres, y enfrentando a la madre y al niño por nacer, a través de una concepción errónea de la "salud reproductiva". La responsabilidad en las relaciones, incluyendo la responsabilidad del cuidado de los hijos (cf. Caritas in veritate, 44, Familiaris Consortio, 35), nunca puede ser realmente cultivado sin un profundo respeto por la unidad de la vida familiar según el designio de amor de nuestro Creador.

La asistencia de Dinamarca a las causas humanitarias es amplia y multifacética. El compromiso del Reino en el apoyo a las operaciones de paz y proyectos de desarrollo, junto con su creciente compromiso con el continente africano son fácilmente reconocidas por la Santa Sede por su generosidad y profesionalidad. Entre los principios que compartimos en materia de desarrollo está la convicción de que cualquier forma de corrupción es siempre una afrenta a la dignidad de la persona humana, y siempre será un grave obstáculo para el progreso justo y equitativo de los pueblos. El registro nacional de Dinamarca en este sentido es digno de elogio, y sus políticas de ayuda financiera extranjera con razón, insisten en la rendición de cuentas y la transparencia por parte de las naciones receptoras.

Señor Embajador, los miembros de la Iglesia Católica en su país seguirán orando y trabajando por el desarrollo espiritual, social y cultural de todo el pueblo danés. En comunión ecuménica con otros cristianos, están atentos a las necesidades de las comunidades de migrantes que se encuentran en su tierra, así como de otros grupos que son vulnerables en diversas formas. Además las escuelas de la Iglesia, a cuyos alumnos doy regularmente la bienvenida a mi audiencia general semanal, sirven a la nación en su intento de dar testimonio del amor y la verdad de Cristo.

Excelencia, durante su mandato como representante de Dinamarca ante la Santa Sede, los distintos departamentos de la Curia Romana harán todo lo posible para ayudarle en el desempeño de sus funciones. Le ofrezco mis mejores deseos por el éxito de sus esfuerzos para fortalecer las cordiales relaciones existentes entre nosotros. Invoco sobre usted, su familia y todos sus conciudadanos las abundantes bendiciones del Dios Todopoderoso.

[Traducción del inglés por Inma Álvarez]


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Lunes, 11 de enero de 2010

ZENIT  publica la tercera meditación de Adviento que dirigió en la mañana de este viernes el padre Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., a Benedicto XVI y a sus colaboradores de la Curia Romana en la capilla "Redemptoris Mater" del Vaticano.  

María, madre y modelo del sacerdote 

En la carta a todos los sacerdotes con ocasión del Jueves Santo de 1979, la primera de la serie de su pontificado, Juan Pablo II escribía: "Se da en nuestro sacerdocio ministerial la dimensión espléndida y penetrante de la cercanía a la Madre de Cristo". En esta última meditación de Adviento, queremos reflexionar precisamente sobre esta cercanía entre María y el sacerdote.

De María no se habla muy a menudo en el Nuevo Testamento. Con todo, si nos fijamos, observamos que ella no está ausente en ninguno de los tres momentos constitutivos del misterio cristiano que son: la Encarnación, el Misterio Pascual y Pentecostés. María estuvo presente en la Encarnación, porque ésta sucedió en ella; estuvo presente en el Misterio pascual, porque está escrito que "junto a la cruz de Jesús estaba María, su Madre" (cf Juan 19, 25); estuvo presente en Pentecostés, porque está escrito que los apóstoles eran "asiduos y concordes en la oración con María, la madre de Jesús" (cf Hechos 1, 14).

Cada una de estas tres presencias nos revela algo de la misteriosa cercanía entre María y el sacerdote, pero encontrándonos en la inminencia de la Navidad, quisiera limitarme a la primera de ellas, a lo que María dice del sacerdote y al sacerdote en el misterio de la Encarnación.

1 ¿Qué relación hay entre María y el sacerdote?

Quisiera ante todo señalar la cuestión del título de sacerdote atribuido a la Virgen en la tradición. Un escritor de finales del siglo V llama a María "Virgen y al mismo tiempo sacerdote y altar que nos ha dado a Cristo, pan del cielo, para la remisión de los pecados" (San Epifanio, Homilía en alabanza a la Virgen, PG 43, 497). Tras él son frecuentes las referencias al tema de María sacerdote que, sin embargo, se convirtió en objeto del desarrollo teológico sólo en el siglo XVII, en la escuela francesa de San Sulpicio. En ella el sacerdocio de María no se puso tanto en relación con el sacerdocio ministerial como con el de Cristo.

Al final del siglo XIX se difundió una auténtica devoción a la Virgen-sacerdote y san Pío X acordó también una indulgencia a su práctica relativa. Pero cuando se entrevió el peligro de confundir el sacerdocio de María con el ministerial, el magisterio de la Iglesia se volvió reticente y dos intervenciones del Santo Oficio pusieron prácticamente fin a esta devoción (Cf. sobre toda la cuestión, R. Laurentin, Maria - ecclesia - sacerdotium,  Parigini 1952; art. "Sacerdoti" en Nuovo Dizionario di Mariologia, Ed. Paoline 1985, 1231-1242).

Tras el concilio se vuelve a hablar del sacerdocio de María, pero no se une al sacerdocio ministerial, y tampoco al supremo de Cristo, sino al sacerdocio universal de los fieles: ella poseería a título personal, como imagen y primicia de la Iglesia, ese "sacerdocio real" (1 Pedro 2,9) que todos los bautizados poseen a título colectivo.

¿Qué podemos retener de esta larga tradición que asocia a María con el sacerdote y qué sentido debemos dar a la "cercanía" que se da entre ellos, de la que hablaba Juan Pablo II? Queda, me parece, la analogía o la correspondencia de niveles, dentro del misterio de la salvación. Lo que María ha sido a nivel de la realidad histórica, de una vez por todas, el sacerdote lo es cada vez a nivel de la realidad sacramental.

En este sentido se pueden entender las palabras de Pablo VI: "¿Qué relaciones y qué distinciones hay entre la maternidad de María, hecha universal por la dignidad y por la caridad de la posición que le fue señalada por Dios en el plan de la Redención, y el sacerdocio apostólico, constituido por el Señor para ser instrumento de comunión salvífica entre Dios y los hombres? María da a Cristo a la humanidad; y también el Sacerdocio da a Cristo a la humanidad, pero de modo diverso, claro está; María mediante la Encarnación y mediante la efusión de la gracia, de la que Dios la llenó; el Sacerdocio mediante los poderes del orden sagrado (Pablo VI, Audiencia general, 7 de octubre de 1964).

La analogía entre María y el sacerdote se puede expresar así: María, por obra del Espíritu Santo, concibió a Cristo y, tras haberlo nutrido y llevado en su seno, lo dio a luz en Belén; el sacerdote, ungido y consagrado por el Espíritu Santo en la ordenación, está llamado también a llenarse de Cristo para después darlo a luz y hacerle nacer en las almas mediante el anuncio de la palabra, la administración de los sacramentos.

En este sentido la relación entre María y el sacerdote tiene una larga tradición a sus espaldas, mucho más autorizada que la de María-sacerdote. Retomando un pensamiento de Agustín (Discursos 72 A, 8), el Concilio Vaticano II escribe: "La Iglesia... se convierte ella también en madre, porque con la predicación y el bautismo genera a una vida nueva e inmortal a sus hijos, concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios" (Lumen gentium, 64).

El baptisterio, decían los Padres de la Iglesia, es el seno en el que la Iglesia da a luz a sus hijos y la palabra de Dios es la leche pura con la que les nutre: "¡Oh prodigio místico! Uno es el Padre de todos, uno también el Verbo de todos, uno e idéntico por todas partes es también el Espíritu Santo y una sola es la Virgen Madre: así yo quiero llamar a la Iglesia. Pura como una virgen, amable como una madre, llama a reunirse a sus hijos, los nutre con esa leche sagrada que es la palabra destinada a los niños recién nacidos (cf 1 Pedro 2, 2)" (Clemente de Alejandría, Pedagogo, I, 6).

El beato Isaac de Estella, en una página que hemos leído en el oficio de lecturas del pasado sábado, hace una síntesis de esta tradición: "María y la Iglesia --escribe-- son una madre y muchas madres; una virgen y muchas vírgenes. Una y otra madre, una y otra virgen. Una y otra conciben sin concupiscencia del mismo Espíritu; una y otra dan a Dios una prole sin pecado. Una, sin pecado alguno, dio a luz la Cabeza al cuerpo; la otra, en la remisión de todos los pecados, da a luz el cuerpo a la Cabeza" (Beato Isaac de Estella, Discursos 51, PL 194, 1863).

Lo que en estos textos se dice de la Iglesia en su conjunto, como sacramento de salvación, debe aplicarse de modo especial a los sacerdotes, porque ministerialmente son ellos los que, en concreto, engendran a Cristo en las almas mediante la palabra y los sacramentos.

2. María creyó

Esta es la analogía entre María y el sacerdote a nivel, por así decir, objetivo o de la gracia. Sin embargo, una analogía a nivel subjetivo, es decir, entre la contribución personal que la Virgen ha dado a la gracia de la elección y la contribución que el sacerdote está llamado a dar a la gracia de la ordenación. Ninguno de los dos es un mero canal, que deja pasar la gracia sin aportar nada propio.

Tertuliano habla de una versión de docetismo gnóstico, según la cual, Jesús había nacido ciertamente de María, pero no concebido por ella y de ella; el cuerpo de Cristo, venido del cielo, habría pasado a través de la Virgen, pero no habría sido engendrado en ella y por ella; María habría sido para Jesús un camino, no una madre, y Jesús para María un huésped, no un hijo (Tertuliano, De carne Christi, 20-21, CCL 2, 910 ss.). Para no repetir esta forma de docetismo en su vida, el sacerdote no puede limitarse a transmitir a los demás un Cristo aprendido de los libros que antes no se ha convertido en carne de su carne y sangre de su sangre. Como María (la imagen es de san Bernardo) debe ser una cisterna que hace desbordar aquello que se ha llenado, no es un canal que se limita a hacer que pase el agua sin retener nada.

La contribución personal, común a María y al sacerdote, se resume en la fe. María, escribe Agustín, "por fe concibió y por fe dio a luz" --fide concepit, fide peperit-- (san Agustín, Discursos 215, 4, PL 38,1074); también el sacerdote por fe lleva a Cristo en su corazón y mediante la fe lo comunica a los demás. Será el centro de la meditación hoy: qué puede aprender el sacerdote de la fe de María.

Cuando María fue a visitar a Isabel, ésta la acogió con gran alegría y "llena del Espíritu Santo", exclamó: "¡Bienaventurada la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lucas l, 45). No hay duda de que este haber creído se refiere a la respuesta de María al ángel: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lucas 1, 38).

A primera vista, parece que el acto de fe de María fue fácil, incluso evidente. ¡Convertirse en madre de un rey que hubiera reinado para siempre sobre la casa de Jacob, madre del Mesías! ¿No era lo que soñaba toda muchacha judía? Pero éste es un modo de razonar sumamente humano, carnal. María se encuentra en solidad total. ¿A quién le puede contar lo que ha sucedido en ella? ¿Quién la creerá cuando dirá que el niño que lleva en su seno es "obra del Espíritu Santo"? Esto no le había sucedido a nadie antes y no le sucederá tampoco a nadie después. María conocía ciertamente lo que estaba escrito en el libro de la ley, es decir, que si la muchacha, en el momento de la boda, no era virgen, debía ser expulsada por la puerta de la casa del padre y lapidada por la gente del pueblo (cf. Deuteronomio 22, 20 s). ¡Nosotros hablamos de buena gana a diario del riesgo de la fe, entendiendo por ello en general el riesgo intelectual, pero en el caso de María se trató de un riesgo real! 

Carlo Carretto, en su librito sobre la Virgen, cuenta cómo llegó a descubrir la fe de María. Cuando vivía en el desierto, había sabido por unos amigos tuaregs que una muchacha del campamento había sido dada como prometida a un joven, pero que no había ido a vivir con él, pues era demasiado joven. Relacionó este hecho con lo que dice Lucas sobre María. Por este motivo, al regresar después de dos años por aquel campamento, preguntó por la muchacha. Constató un cierto malestar entre sus interlocutores y, después, uno de ellos, acercándose con gran secretismo, le hizo una señal: se echó la mano a la garganta con el gesto característico de los árabes cuando quieren decir: "Le cortaron la cabeza". Estaba encinta antes del matrimonio y el honor de la familia exigía acabar con ella. Entonces volvió a pensar en María, en las miradas despiadadas de la gente de Nazaret, en los guiños, comprendió la soledad de María, y esa misma noche la escogió como compañera de viaje y como maestra de su fe (C. Carretto, Beata te che hai creduto, Ed. Paoline 1986, pp. 9 ss.).

Dios no arrebata nunca de sus criaturas su consentimiento, escondiéndoles las consecuencias, lo que tendrán que afrontar. Lo vemos en todas las llamadas de Dios. Preanuncia a Jeremías: "Te harán la guerra" (l, 19) y dice a Ananías sobre Saulo: "Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre" (Hechos 9, 16). ¿Podría actuar de otra manera en el caso de María, con una misión como la suya? Con la luz del Espíritu Santo, que acompaña la llamada de Dios, ciertamente vislumbró que su camino tampoco sería diferente al del resto de los llamados. De hecho, Simeón muy pronto expresará este presentimiento, cuando le dirá que una espada atravesaría su alma.

Un escritor moderno, Erri De Luca, ha descrito de manera poética este presentimiento de María en el momento del nacimiento de Jesús. Está sola, en la gruta; José vela afuera (según la ley, ningún hombre puede asistir al parto). Acaba de dar a luz a su hijo, cuando curiosos pensamientos se amontonan en su mente: "Por qué, hijo mío, naces precisamente aquí, en Bet-Lehem, Casa del Pan? Y, ¿por qué tenemos que llamarte Ieshu?... Haz que este estremecimiento de la columna vertebral, este escalofrío del futuro quede lejos de él". La madre presagia que ese hijo le será arrebatado, entonces se dice a sí misma: "Hasta la primera luz Ieshu es sólo mío. Quiero cantar una canción con estas tres palabras y basta. Esta noche, aquí, en Bet Lehem es sólo mío". Y con estas palabras le acerca el pecho para amamantarlo (E. De Luca, In nome della madre, Feltrinelli, Milano 2006, pp. 66 ss.).

Maria es la única que creyó "de manera contemporánea", es decir, mientras sucedía el hecho, antes de toda confirmación y de toda convalidación por parte de los acontecimientos de la historia (Tertuliano, De carne Christi, 20-21, CCL 2, 910 ss.). Jesús le dice a Tomás: "Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído" (Juan 20, 29): María es la primera de entre quienes creyeron sin haber visto todavía.

San Pablo dice que Dios ama a quien da con alegría (2 Corintios 9, 7) y María pronunció su "sí" a Dios con alegría. El verbo con el que María expresa su consentimiento, y que es traducido como "fiat", o con "hágase", en el original, se encuentra en optativo (génoito), un modo verbal que en griego se utiliza para expresar el deseo e incluso la gozosa impaciencia de que algo tenga lugar. Como si la Virgen dijera: "Yo también deseo, con todo mi ser, lo que Dios desea; que se cumpla pronto lo que él quiere". En verdad, como decía san Agustín, antes que en su cuerpo ella concibió a Cristo en su corazón.

Pero María no dijo "fiat", pues no hablaba latín, y ni "génoito", que es la palabra griega. ¿Qué dijo entonces? ¿Cuál es es la palabra que, en el idioma hablado por María, corresponde mejor a esta expresión? Cuando quería decir a Dios "sí, así sea", un judío decía "amén". Si es lícito tratar de remontarse, con una reflexión de fe, a la mismísima palabra, a la palabra exacta que salió de los labios de María, o al menos a la palabra que existía en la fuente judía usada por Lucas, ésta debe ser precisamente la palabra "amén". ¿Acaso los salmos en la Vulgata latina no terminaban con la expresión: "fiat, fiat? El texto griego de los Setenta, en ese caso, dice "génoito, génoito", y en el original hebreo conocido por María aparece "amén, amén".

Amén es una palabra hebrea, cuya raíz significa solidez, certeza; era utilizada en la liturgia como respuesta de fe a la Palabra de Dios. Con el "amén" se reconoce lo que se nos ha dicho como una palabra firme, estable, válida y vinculante. Su traducción exacta, cuando es una respuesta a la Palabra de Dios, es ésta: "Así es y que así sea". Indica fe y obediencia al mismo tiempo; reconoce que lo que dice Dios es verdad y uno se somete. Es decir "sí" a Dios. En este sentido aparece en los labios mismos de Jesús. "Sí, amén, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito..." (cf Mateo 11, 26). Es más, Él es el Amén personificado: "Así habla el Amén..." (Apocalipsis 3, 14) y, a través de él cualquier otro "amén" de fe pronunciado en la tierra ya se eleva a Dios (cf 2 Corintios l, 20). También María, después del Hijo, es el amén a Dios hecho persona.

La fe de María es por tanto un acto de amor y de docilidad, libre, aunque suscitado por Dios, misterioso como misterioso es cada vez el encuentro entre la gracia y la libertad. Esta es la verdadera grandeza personal de María, su bienaventuranza, confirmada por el mismo Cristo: ""¡Bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que te criaron!" (Lucas 11, 27), dice una mujer en el Evangelio. La mujer proclama que María es bienaventurada porque llevó a Jesús; Isabel la proclama beata porque creyó; la mujer proclama como una bienaventuranza llevar a Jesús en el seno, Jesús proclama bienaventurado a quien le lleva en el corazón: "Bienaventurados más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan", responde Jesús. De este modo, ayuda a aquella mujer y a todos nosotros a comprender dónde está la grandeza personal de su Madre. ¿Quién "custodiaba" las palabras de Dios mejor que María, de quien la Escritura dice en dos ocasiones que "guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón"? (cf Lucas 2, 19.51).

No deberíamos terminar nuestra contemplación de la fe de María con la impresión de que María haya creído una vez y nada más en su vida; que sólo se dio un gran acto de fe en la vida de la Virgen. Cuántas veces, después de la Anunciación, María fue martirizada por el aparente contraste de su situación con todo lo que estaba escrito y se conocía sobre la voluntad de Dios, en el Antiguo Testamento, y sobre la misma figura del Mesías! El Concilio Vaticano II nos ofreció un gran regalo al afirmar que también María caminó en la fe, es más, que "avanzó" en la fe, es decir, creció y se perfeccionó en ella (Lumen gentium, 58).

3. ¡Creamos también nosotros!

Pasemos ahora de María al sacerdote. San Agustín escribió: "María creyó y en ella lo que creyó se cumplió. Creamos también nosotros para que lo que se cumplió en ella pueda aprovecharnos también a nosotros" (San Agustín, Discursos, 215,4, PL 38, 1074). ¡Creamos también nosotros! Que la contemplación de la fe de María nos lleve a renovar ante todo nuestro personal acto de fe y de abandono a Dios.

Todos deben y pueden imitar a María en su fe, pero de modo muy especial debe hacerlo el sacerdote. "Mi justo --dice Dios-- vivirá por la fe" (cf. Habacuc 2, 4; Romanos 1, 17): esto se aplica, en especial, al sacerdote. Él es el hombre de la fe. La fe es lo que determina, por así decir, su "peso específico" y la eficacia de su ministerio.

Lo que los fieles captan inmediatamente en un sacerdote, en un pastor, es si "se lo cree", si cree en lo que dice y en lo que celebra. Quien busca en el sacerdote ante todo a Dios, se da cuenta enseguida; quien no busca en él a Dios, puede ser fácilmente engañado e inducir a engaño al mismo sacerdote, haciendo que se sienta importante, brillante, al ritmo de la moda, cuando en realidad es "bronce que suena y címbalo que retiñe".

Incluso quien no cree se acerca al sacerdote con un espíritu de búsqueda, entiende enseguida la diferencia. Lo que le pondrá saludablemente en crisis, no son en general las más cultas discusiones sobre la fe, sino encontrarse ante uno que cree verdaderamente con todo su ser. La fe es contagiosa. Uno no se contagia sólo escuchando hablar de los virus o estudiándolos, sino entrando en contacto con él: así es la fe.

A veces se sufre e incluso se lamenta uno en oración con Dios, porque la gente abandona la Iglesia, no sale del pecado, porque hablamos, hablamos..., y no sucede nada. Un día los apóstoles intentaron expulsar el demonio de un pobre muchacho, pero sin conseguirlo. Después de que Jesús en persona expulsara al demonio del chico, se acercaron a Jesús retirándose aparte y le preguntaron: "¿Por qué nosotros no hemos podido echarle?" Y Jesús respondió: "Por vuestra poca fe" (Marcos 17, 19-20).

San Buenaventura relata cómo un día, mientras estaba en el monte de la Verna, le vino a la mente lo que dicen los santos Padres, es decir, que el alma devota, por la gracia del Espíritu Santo y la potencia del Altísimo, puede espiritualmente concebir por fe al bendito Verbo del Padre, darlo a luz, darle nombre, buscarlo y adorarlo con los Magos y finalmente presentarlo felizmente a Dios Padre en su templo. Escribió entonces un opúsculo titulado "Las cinco fiestas del Niño Jesús", para mostrar cómo el cristiano puede revivir en sí cada uno de estos cinco momentos de la vida de Jesús. Me limito a lo que san Buenaventura dice de las dos primeras fiestas, la concepción y el nacimiento, aplicándolo en particular al sacerdote.

El sacerdote concibe a Jesús cuando, descontento de la vida que lleva, estimulado por santas inspiraciones y encendiéndose de santo ardor, desapegándose resueltamente de sus viejas costumbres y afectos, queda como fecundado espiritualmente por la gracia del Espíritu Santo y concibe el propósito de una vida nueva.

Una vez concebido, el bendito Hijo de Dios nace en el corazón del sacerdote, cuando, tras haber hecho un sano discernimiento, pedido un consejo oportuno, invocado la ayuda de Dios, pone inmediatamente por obra su santo propósito, comenzando a realizar lo que desde tiempo estaba madurando, pero que había siempre dejado por miedo de no ser capaz.

Este propósito de vida nueva debe, sin embargo, traducirse enseguida, sin dilaciones, en algo concreto, en un cambio, posiblemente también externo y visible, en nuestra vida y en nuestras costumbres. Si el propósito no se realiza, Jesús es concebido, pero no dado a luz. Será uno de tantos abortos espirituales de los que por desgracia está lleno el mundo de las almas.

Hay dos brevísimas palabras que María pronunció en el momento de la Anunciación y que el sacerdote pronuncia en el momento de su ordenación: "¡Aquí estoy!" y "Amén", o "Sí". Recuerdo el momento cuando estaba ante el altar para la ordenación con una decena de compañeros míos. En un determinado momento se pronunció mi nombre, y yo respondí emocionadísimo: "¡Aquí estoy!"

A lo largo del rito, se nos dirigieron algunas preguntas: "¿Quieres ejercer el ministerio sacerdotal para toda la vida?", "¿Quieres realizar digna y fielmente el ministerio de la palabra en la predicación?", "¿Quieres celebrar con devoción y fidelidad los misterios de Cristo?". A cada pregunta respondíamos: "¡Sí, quiero!"

La renovación espiritual del sacerdocio católico, augurada por el Santo Padre, será proporcional al impulso con que cada uno de nosotros, sacerdotes u obispos de la Iglesia, seamos capaces de pronunciar de nuevo un gozoso "¡Aquí estoy!" y "¡Sí, quiero!", haciendo revivir la unción recibida en la ordenación. Jesús entró en el mundo diciendo: "He aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad" (Hebreos 10, 7). Nosotros lo acogemos, en esta Navidad, con las mismas palabras: "He aquí que vengo, Señor Jesús, para hacer tu voluntad!".

[Traducción del original italiano realizada por Inma Ávarez y Jesús Colina]


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Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús en la asunción del Pbro. Maximiliano Bartels como párroco de San Cayetano de Lanús. (AICA)
(13 de diciembre de 2009)

Asunción del Pbro. Maximiliano Bartel
 

Queridos sacerdotes, diáconos, religiosas.
Querido pueblo fiel:

Es una alegría hermosa y profunda estar aquí hoy para conformar y consolidar esta parroquia que durante tanto tiempo se ha venido preparando, como lo recordó muy bien un miembro de la comunidad al inicio de esta Misa. Todo esto fue preparado durante mucho tiempo, durante muchas etapas históricas de la vida de la parroquia, grande, de Santo Cristo. En el fondo fue el Señor, quien ha llevando las cosas conforme a su sabiduría y a su beneplácito.

Hace mucho tiempo me había dicho el padre José Martínez Jordano: “¡hay que hacerla parroquia!, ¡hay que hacerla santuario!” y siempre me fue expresando el sentir de la comunidad. En este día también tenemos un recuerdo y una oración al padre José que durante tantos años acompañó a toda esta comunidad.

Al padre Néstor Sailer le tocó, quizás, la parte más dura: ser el medio, ser puente, hacer la voluntad de Dios, que es lo que decide el Obispo, cuáles son las exigencias. Se llevó en este tiempo la parte más difícil y quiero públicamente agradecerte -querido Padre Néstor- porque has preparado el camino con mucha altura, con mucha generosidad y con mucha disponibilidad. Preparó el camino y hay que tenerlo en cuenta porque eso lo hacen las personas grandes, no las personas pequeñas. Preparar el camino e irse, haciendo la voluntad de Dios.

A los laicos, que lo han acompañado, quiero agradecerles y felicitarlos por cómo han ido trabajando para que este día, nuestro templo, el templo de San Cayetano, esté tan bellamente preparado y ornamentado. ¡Muchas gracias porque han trabajado con esfuerzo y que Dios, que no se deja vencer en generosidad, sea generoso con ustedes!

Al padre Maximiliano, que es el primer párroco: un sacerdote joven que, como todas las cosas Dios va llamando a través de la Iglesia, aunque parece que nunca está preparado, sí hay que tener en cuenta que si El llama, si el Señor llama, Él da la gracia, el Señor te acompaña. Yo estoy convencido y creo, por experiencia propia, en la fuerza y en la gracia sacramental. Si Dios te lo pide, Dios te va a dar la gracia suficiente para que puedas cumplir con su voluntad. Querido padre Maximiliano, el Señor te bendice; el Señor te pide esto.

Hoy se consolida de una manera muy fuerte una paternidad espiritual que tendrás que desarrollar y cultivar como cosa propia. Uno siempre fue responsable pero cuando tiene otro techo puede decir “recurro al párroco” o “la última palabra la tiene el párroco”. Es más fácil porque, de alguna manera, para las cosas siempre hay una instancia superior. Ahora empieza a ser el techo, la referencia. Y tendrás que ir aprendiendo, trabajando, rezando, sufriendo, entregando y amando.

Guiar una comunidad no es nada fácil y hoy más que nunca. Siempre, cuando uno cuenta, busca como todos. ¿Qué cosa buscamos todos? Todos buscamos hacer la voluntad de Dios. ¡Si buscamos la voluntad de Dios, es más fácil! Porque lo que Dios pide tiene verdad, tiene amor, tiene disponibilidad, tiene entrega y tiene sacrificio. Si uno busca la voluntad de Dios es más fácil trabajar en la Iglesia. Yo te aconsejo, querido padre Maximiliano, que siempre sepas que tienes que buscar la voluntad de Dios antes que obedecer a las presiones de los hombres.

Buscar la voluntad de Dios y escuchar a la gente. Escuchar sapiencialmente a la gente pero no someterse a los caprichos de algunas personas que quieren marcar cosas que, quizás, no deben ser marcadas. Esto sucede en todos los ámbitos y siempre el que guía, el que conduce, tiene que agudizar el oído interior para poder escuchar y ver por dónde Dios nos va llevando.

La oración. La oración por tu pueblo. La oración por tu parroquia. La oración por tus fieles. Considerar a todos tus hijos. No excluir a nadie.

Esta comunidad del santuario, ahora como parroquia pero con experiencia, tendrá que crecer en esta identidad que significa abrirse al barrio y a la comunidad. Sé muy bien lo que significa el Santuario. Sé muy bien lo que significa la atención de los peregrinos. Es algo muy pero muy importante y los peregrinos superan límites parroquiales, territoriales. Vienen de todas partes. ¡Bendito sea Dios, que vengan a Su Casa para escuchar su Palabra y recibir la bendición! Pero también es parroquia y como tal debe buscar su identidad.

La parroquia tendrá que comunicarse en el barrio, estar presente, permanentemente tener una actitud misionera, evangelizadora, creativa, dar espacios. Siempre digo “abramos las puertas de la Iglesia, que la gente venga, que vengan a nosotros, que hay lugar, pero luego cuando vienen no les damos lugar”, es ahí que no estamos siendo verdaderos misioneros. ¡Tenemos que ser coherentes! ¡Si invitamos, acojamos bien! ¡Si invitamos, que todos tengan un lugar para sentarse a nuestra mesa, que es la mesa del Señor y no nuestra!, por eso es importante la coherencia.

El Evangelio de hoy decía “¿qué cosas tenemos que hacer?” Bueno, eso: hacer cosas concretas. No tenemos que irnos en palabras, elocuentes o no. Tenemos que hacer cosas concretas. Tenemos que tener un corazón más universal, más concreto. Tenemos que ir a todos, porque todos tienen derecho a conocer a Jesucristo. Y buscar a la gente que se fue. Preguntar por qué se fue para que también venga. Actitud misionera.

Querida parroquia de San Cayetano, de Lanús este, les pido que tengan conciencia de este hermoso desafío y de esta hermosa responsabilidad. Si Dios lo quiere, y Dios da la gracia, ¡a cumplirlo!, ¡a concretarlo!, ¡a vivir en convicción!, ¡a vivir en serio!, porque tenemos poco tiempo y no podemos darnos el lujo de distraernos de nada ni de nadie.

Querido padre Maximiliano, rezaremos por ti; te acompañamos siempre y no temas porque el Señor está a tu lado, está en tu vida, te va a dar la gracia para que puedas llevar a cabo lo que Él quiere y no lo que pueda pretender los demás.

Uno se hace padre con los hijos. Uno crece con los hijos. Darse y dar tiempo para aprender, para corregir, para brindar, para fortalecer, para sostener. ¡Esta es la vida! y esta es la vida de la Iglesia; todos nos equivocamos en la vida pero más importante son las cosas buenas que las cosas malas. Una comunidad tiene que vivir siempre “revestida de los sentimientos de Cristo Jesús” y tener una actitud de misericordia, de bondad, de paciencia, de generosidad, de claridad, de transparencia, de pureza, ¡de tantas cosas que Dios nos ha regalado! y que tenemos que vivir con mucha entereza y mucha disponibilidad.

Que la Virgen, Nuestra Señora de la Asunción, te guíe siempre. Que santa Teresa te de pasión por la Iglesia. Y que San Cayetano te haga recordar el amor a la Providencia. Dios nos cuida, nosotros tenemos que cuidar a los demás. Dios es providente y nosotros tenemos que ejercer la providencia para con los demás. Nos necesitamos todos. Mi padre siempre decía “hijo, una mano lava la otra y las dos lavan la cara”. ¡Nos necesitamos mutuamente! ¡Ayuden a vuestro párroco para que sea un buen párroco!

Que así sea.

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


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Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “En un clima de inseguridad e ilegalidad en Irak, se quiere golpear a la comunidad cristiana. A todos los cristianos del mundo decimos. No nos abandonéis”: es el apelo confiado a la Agencia Fides de S. Exc. Mons. Shlemon Warduni, Obispo Auxiliar Caldeo de Bagdad, que ha llegado al Vaticano para el encuentro con Benedicto XVI. En su viaje a Europa, Mons. Warduni pide solidaridad y ayudas concretas de las instituciones cristianas para la reconstrucción y la restauración de iglesias y edificios pastorales de Bagdad, dañados por los atentados de los meses pasados. Fides le ha dirigido algunas preguntas.

¿Cómo es la situación actual de la comunidad cristiana en Irak?
Nuestra situación despierta preocupación y dolor. El contexto es conocido: desde hace años Irak está trastornado por guerras internas y externas, que han privado a la población de la paz y los servicios sociales de base como la salud y la instrucción. Las consecuencias de la última guerra y la ocupación militar son trágicas: la inestabilidad política y la ingobernabilidad ha engendrado miseria y destrucción. Por esto muchos cristianos - junto con millares de otros ciudadanos - han tenido que dejar el país. Hemos perdido cerca de un tercio de nuestra comunidad. Es una tragedia de vastas dimensiones, que tiene que mostrarse a los ojos del mundo.

¿Habéis notado mejorías en el último año? ¿Qué esperáis de las nuevas elecciones?
El punto es que la falta de planificación política ha engendrado el proliferar del terrorismo, que hoy tiene su agenda y desestabiliza el país. Faltan legalidad y seguridad, el gobierno es débil y las elecciones (aun no fijadas con certeza) tendrán que dar una giro partiendo de estas urgencias, de otro modo no servirán a nada. Mientras tanto los atentados contra las iglesias y los ataques contra los cristianos continúan: en las últimas dos semanas se han verificado explosiones en tres iglesias de Mosul, por no hablar de Bagdad, dónde hace tres meses un coche bomba delante de una iglesia ha matado a dos jóvenes, herido a 30 de ellos, causando además tanta destrucción material. La tranquilidad es una pequeña pausa entre dos atentados.

¿Qué sienten y que piensan los cristianos iraquíes?
Estos episodios inciden muy negativamente en los cristianos. Siembran miedo y nos privan de la esperanza. No es cuestión de “limpieza étnica” pero, mirando la situación en conjunto, hay un diseño que quiere golpearnos. Colocar diez bombas contra las iglesias en el mismo día tiene un sentido preciso de intimidación. El miedo y el desaliento, que circulan en la comunidad, provocan la dispersión de los fieles que, con razón, temen por su vida y por sus familias.

¿Cómo juzga la propuesta de reunir todos los cristianos iraquíes en el territorio de la Meseta de Nínive?
Es un proyecto absurdo e insensato. Significaría reducir a los cristianos a un gueto, meterlos en una jaula, aplastarlos en el conflicto entre árabes y kurdos. Cristo nos ha dicho de anunciar la Buena Noticia a todo el mundo: nosotros estamos llamados a ser sal, luz y levadura para la nación. No pueden confinarnos en un único territorio sobre la base de la pertenencia religiosa.

¿Qué pedís al gobierno?
Pedimos al gobierno de localizar, perseguir y prevenir a los terroristas. Pedimos protección. Sólo queremos nuestros derechos: Irak es nuestra nación, somos ciudadanos iraquíes como los demás. Estamos en Irak del siglo I después de Cristo, cuando Santo Tomas pasó a predicar en nuestra tierra. Estamos en Irak desde 600 años antes que los musulmanes. No pedimos ningún trato de favor, sino sólo el respeto de la dignidad, de nuestra libertad y de los derechos fundamentales: vivir en paz, anunciar el Evangelio y contribuir a construir nuestra nación.

¿Qué llamamiento dirige a la comunidad internacional?
A la comunidad internacional pedimos un apoyo más fuerte y decidido. Apremia una presión fuerte por parte de los gobiernos occidentales para estabilizar el cuadro iraquí y restablecer legalidad y seguridad. Los gobiernos que promueven la democracia y los derechos humanos, listos a tutelar sus intereses económicos en Irak, deberían comprometerse para desarraigar el terrorismo y promover paz y legalidad en Irak.

¿Cómo os preparáis a vivir la Navidad?
Navidad será un momento crítico: durante todas las mayores festividades cristianas se verifican atentados y crece el clima de intimidación. Nuestra comunidad católica es ferviente, pero la gente tiene miedo de venir a la Iglesia. Esperamos que Dios nos done la paz y nos ayuda a celebrar con ánimo la fiesta de la Santa Navidad.

¿Qué les pedís al Papa y a todos los cristianos del mundo?
De sostenernos, de no abandonarnos a nosotros mismos, de levantar la voz para defendernos en la comunidad internacional. A todos los creyentes en Cristo del mundo, decimos: rezad y ayudad a las víctimas de la violencia, de la guerra y del terrorismo. Recordad a la población atormentada de Irak que sufre desde hace muchos años. El Santo Padre, que he encontrado ayer, me ha asegurado su oración y el sostén por Irak y todos los iraquíes. (PA) (Agencia Fides 17/12/2009)


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ZENIT   nos ofrece la homilía del Papa al celebrar el jueves 17 de Diciembre de 2009, en la Capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico Vaticano, una eucaristía en el 90 cumpleaños del cardenal Tomáš Špidlík, S.I.
 

Queridos amigos,

con la Liturgia de hoy entramos en el último tramo del camino del Adviento, que exhorta a intensificar nuestra preparación para celebrar con fe y alegría el Nacimiento del Señor, acogiendo con íntimo asombro a Dios que se hace cercano al hombre, a cada uno de nosotros.

La primera lectura nos presenta al anciano Jacob que reúne a sus hijos para la bendición: es un acontecimiento de gran intensidad y conmoción. Esta bendición es como un sello de la fidelidad a la alianza con Dios, pero es también una visión profética, que mora adelante e indica una misión. Jacob es el padre que, a través de las líneas no siempre rectas de su propia historia, alcanza la alegría de reunir a sus hijos en torno a sí y trazar el futuro de cada uno y de su descendencia. En particular, hoy hemos escuchado la referencia a la tribu de Judá, del que se exalta la fuerza real, representada por el león, como también a la monarquía de David, representada por el cetro, el bastón de mando, que alude a la venida del Mesías. Así, en esta doble imagen, aparece el futuro misterio del león que se hace cordero, del rey cuyo bastón de mando es la Cruz, signo de la verdadera realeza. Jacob tiene progresivamente conciencia de la primacía de Dios, ha comprendido que su camino está guiado y sostenido por la fidelidad del Señor, y no puede sino responder con adhesión plena a la alianza y al designio de salvación de Dios, convirtiéndose a su vez, junto con su propia descendencia, en eslabón del proyecto divino.

El pasaje del evangelio de Mateo nos presenta la “genealogía de Jesucristo hijo de David, hijo de Abraham" (Mt 1,1), subrayando y explicitando ulteriormente la fidelidad de Dios a la promesa, que Él realiza no solo mediante los hombres, sino con ellos y, como para Jacob, quizás a través de caminos tortuosos e imprevistos. El Mesías esperado, objeto de la promesa, es verdadero Dios, pero también verdadero hombre; Hijo de Dios, pero también Hijo nacido de la Virgen, María de Nazaret, carne santa de Abraham, en cuya semilla serán bendecidos todos los pueblos de la tierra (cfr Gen 22,18). En esta genealogía, además de María, son recordadas cuatro mujeres. No son Sara, Rebeca, Lía y Raquel, es decir, las grandes figuras de la historia de Israel. Paradójicamente en cambio son cuatro mujeres paganas: Rajab, Rut, Betsabé y Tamar, que aparentemente “enturbian” la pureza de una genealogía. Pero en estas mujeres paganas, que aparecen en puntos determinados de la historia de la salvación, se puede ver el misterio de la iglesia de los paganos, la universalidad de la salvación. Son mujeres paganas en las que aparece el futuro, la universalidad de la salvación. Son también mujeres pecadoras y así aparece en ellas también el misterio de la gracia: no son nuestras obras las que redimen al mundo, sino es el Señor quien nos da la verdadera vida. Son mujeres pecadoras, sí, en las que aparece la grandeza de la gracia de la cual todos nosotros tenemos necesidad. Estas mujeres revelan con todo una respuesta ejemplar a la fidelidad de Dios, mostrando la fe en el Dios de Israel. Y así podemos entrever a la Iglesia de los paganos, misterio de la gracia, la fe como don y como camino hacia la comunión con Dios. La genealogía de Mateo, por tanto, no es sencillamente un elenco de las generaciones: es la historia realizada primeramente por Dios, pero con la respuesta de la humanidad. Es una genealogía d ella gracia y de la fe: precisamente sobre la fidelidad absoluta de Dios y sobre la sólida fe de estas mujeres se apoya la continuación de la promesa hecha a Israel.

La bendición de Jacob combina muy bien con la feliz celebración hoy del 90 cumpleaños del querido cardenal Špidlík. Su larga vida y su singular camino de fe dan testimonio de cómo Dios guía a quien se confía a él. Pero él ha recorrido también un rico itinerario de pensamiento, comunicando siempre con ardor y profunda convicción que el centro de toda la Revelación es un Dios Tripersonal y que, en consecuencia, el hombre creado a su imagen es esencialmente un misterio de libertad y amor, que se realiza en la comunión: el modo mismo de ser de Dios. Esta comunión no existe por sí misma, sino que procede – como no se cansa de afirmar el Oriente cristiano – de las Personas divinas que libremente se aman. La libertad y el amor, elementos constitutivos de la persona, no son aprehensibles por medio de las categorías racionales, por lo que no se puede comprender a la persona si no es en el misterio de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, y en la comunión con Él, que se convierte en acogida de la “divino-humanidad” también en nuestra existencia. Fiel a este principio, el cardenal Špidlík ha entretejido a través de los años una visión teológica vivaz y en muchos aspectos original, en la que confluyen orgánicamente el Oriente y el Occidente cristianos, intercambiándose recíprocamente sus dones. Su fundamento es la vida en el Espíritu; el principio del conocimiento: el amor; el estudio: una iniciación a la memoria espiritual; el diálogo con el hombre concreto: un criterio indispensable, y su contexto: el cuerpo siempre vivo de Cristo, que es su Iglesia. Estrechamente ligada a esta visión teológica está el ejercicio de la paternidad espiritual, que el cardenal Špidlík ha desarrollado constantemente y sigue desarrollando. Hoy, podríamos decir que se reúne en torno a él, en la celebración de los Divinos Misterios, una “pequeña descendencia” espiritual suya, el Centro Aletti, que quiere recoger su preciosa enseñanza, haciéndola fructificar con nuevas intuiciones y nuevas investigaciones, también a través de su representación artística. En este contexto, me parece particularmente hermoso subrayar el vínculo entre teología y arte brotado de su pensamiento. Se cumplen de hecho diez años desde cuando mi venerado y amado predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, dedicó esta Capilla, la Redemptoris Mater, afirmando que “esta obra se propone como expresión de esta teología a dos pulmones de la que puede sacar nueva vialidad la Iglesia del tercer milenio”. Y continúa el Papa:"La imagen de la Redemptoris Mater, que corona la pared central, pone ante nuestros ojos el misterio del amor de Dios, que se ha hecho hombre para darnos a nosotros, seres humanos, la capacidad de ser hijos de Dios... (Es el) mensaje de la salvación y de alegría que Cristo, nacido de María, ha traído a la humanidad" (Enseñanzas XXII, 2 [1999], p. 895).

A usted, querido cardenal Špidlík, le auguro de todo corazón la abundancia de las gracias del Señor, para que siga iluminando con sabiduría a los Miembros del “Centro Aletti" y a todos sus hijos espirituales. Continuando la Celebración de los Santos Misterios, confío a cada uno a la materna protección de la Madre del Redentor, invocando del Verbo divino, que ha asumido nuestra carne, la luz y la paz anunciada por los Ángeles en Belén. Amén

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]


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Domingo, 10 de enero de 2010

ZENIT nos ofrece el discurso del Papa a los obispos de la Conferencia Episcopal de Bielorrusia, presentes en Roma en Diciembre para la visita “Ad limina Apostolorum”.

Señor cardenal,
venerados hermanos,

estoy contento de dirigiros a cada uno de vosotros mi cordial bienvenida a la casa del Sucesor de Pedro, a quien Cristo ha confiado la tarea de apacentar a su rebaño (cfr Jn 21,15-19), confirmar a los hermanos en la fe (cfr Lc 22,31), custodiar y promover la unidad eclesial (cfr Lumen gentium, 22). Agradezco a monseñor Aleksander Kaskiewicz las palabras con las que ha querido presentar el camino de la Iglesia en Bielorussia, poniendo de manifiesto también los desafíos que la esperan.

En los encuentros que he tenido con vosotros, he apreciado el celo pastoral con el que lleváis a cabo vuestro ministerio, en el deseo y en el compromiso de que crezca cada vez más entre vosotros la corresponsabilidad, la comunión y la toma en común de las decisiones, para que vuestro servicio sea cada vez más fructífero. Es particularmente importante, de hecho, anunciar con renovado entusiasmo e incisividad el perenne mensaje del Evangelio en una sociedad que no es inmune a las tentaciones de la secularización, del hedonismo y del relativismo: los problemas de la falta de natalidad, de la fragilidad de las familias y de la ilusión de encontrar fortuna fuera de la propia tierra son un signo de ello. Frente a tales desafíos, es tarea urgente de los Pastores manifestar la fuerza de la fe, una fe enraizada en una sólida tradición, para contribuir a preservar la profunda identidad cristiana de la Nación, en el diálogo respetuoso con las demás culturas y religiones. Para alcanzar este objetivo es necesario que, acogiendo la invitación del Salmo: “” (Sal 133,1), tened gran cuidado en formular programas y en promover métodos pastorales cada vez más adecuados, como también al llevar a cabo las decisiones de la Conferencia Episcopal. Este renovado testimonio de unidad, además de contribuir al anuncio del Evangelio, favorecerá la relación con la Autoridad civil y, particularmente, las relaciones ecuménicas.

Otro elemento que deseo subrayar es la especial atención que hay que poner, en la acción pastoral, a la dimensión educativa. Como he afirmado muchas veces, hoy vivimos en una especie de “emergencia” en este sector delicado y esencial, y es necesario multiplicar los esfuerzos para ofrecer, en primer lugar a las nuevas generaciones, una formación válida. Os animo, por tanto, a proseguir en vuestro compromiso, cuidando de que una catequesis adecuada marque el camino de fe en todas las etapas de la vida, y de que se den ocasiones, intra y extra eclesiales, para hacer llegar, bajo vuestra guía, el Mensaje de Cristo en cada ámbito del rebaño a vosotros confiado. Singular relieve adquiere la preocupación por el discernimiento y el acompañamiento de las distintas vocaciones, en particular de las sacerdotales y religiosas, como también el empeño por favorecer programas destinados al crecimiento humano y cristiano de la juventud. Al respecto, os invito a vigilar atentamente para que los candidatos al sacerdocio reciban una sólida y rigurosa formación espiritual y teológica y sean debidamente guiados en la realización de una seria y profunda verificación de la llamada divina. La situación actual de nuestra sociedad requiere un discernimiento particularmente atento. Es importante, entonces, para el futuro de vuestra Iglesia que en Grodno y en Pinsk se siga ofreciendo a los jóvenes seminaristas un itinerario formativo completo y cualificado, y sea una preciosa oportunidad para promover una acción pastoral unitaria también el hecho de que ambas instituciones compartan el camino hacia el sacerdocio los candidatos al clero diocesano y al religioso. Esta situación producirá frutos cada vez más prometedores si la propuesta educativa siga siendo el resultado de una intensa colaboración entre el obispo y los respectivos superiores religiosos, y será capaz de dar vida también a iniciativas para la formación permanente. Sed cercanos con cada vez mayor solicitud a vuestros sacerdotes, especialmente a los que comienzan si ministerio pastoral.. El ejercicio atento y cordial de la paternidad del obispo constituye un elemento fundamental para el éxito de una vida sacerdotal. Es necesario además tener siempre presente que el Señor os llama, como Pastores de la Iglesia, a saber discernir cada ministerio destinado a la edificación del cuerpo eclesial, también de carácter laical, cultural y civil, para que todos contribuyan a hacer crecer el Reino de Dios en Bielorussia, en el espíritu de una verdadera y real comunión para reclamar esos valores cristianos que han contribuido de modo determinante a la construcción de la civilización europea.

Queridos hermanos, sabed valorar cada justa aportación para anunciar y difundir el Reino de Dios, testimoniando con gestos concretos la fraternidad que genera la paz; la mansedumbre que acompaña a la justicia; el espíritu de comunión que huye de los personalismos; la caridad que es paciente y benigna, no es envidiosa, no se luce, no se vanagloria, nunca falta el respeto, no busca su propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal recibido, se alegra de la verdad y cree todo, espera todo, soporta todo por amor de Cristo (cfr 1 Cor 13,4-7). En este contexto se plantea la colaboración fraterna con la Iglesia Ortodoxa de Bielorussia, cuyos pastores comparten con vosotros la búsqueda y el empeño en el bien de los fieles. También las Iglesias ortodoxas, como la Iglesia católica, están fuertemente empeñadas en reflexionar sobre cómo responder a los desafíos de nuestro tiempo para transmitir con fidelidad el Mensaje de Cristo. Acogiendo la invitación del reciente encuentro católico-ortodoxo de Chipre, es necesario intensificar el camino común en esta dirección. Una aportación significativa podrá ser ofrecido por la pequeña pero ferviente comunidad greco-católica presente en el país. Ésta constituye un testimonio importante para la Iglesia y un don del Señor.

Hace algunos meses recibí al señor Presidente de la República de Bielorussia. En el encuentro, cordial y respetuoso, se reafirmó la voluntad de las partes de estipular un Acuerdo, cuya elaboración está en curso. Además traté sobre la particular atención con la que esta Sede Apostolica, como también la Conferencia Episcopal, siguen las circunstancias del país y el compromiso de una colaboración de hecho sobre materias de interés común, con el fin de promover, en el respeto de las competencias de cada ámbito, el bien de los ciudadanos. Venerados hermanos, renovando mi gratitud, invoco a la Madre de Dios, tan amada en vuestra Tierra, para que os sostenga y os guíe con su protección. Con estos deseos y con particular afecto os imparto a vosotros, a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas y a todos los fieles una especial Bendición Apostólica, mientras os aseguro mi recuerdo en la oración por todo el Pueblo bielorusso.

[Traducción de la versión italiana por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT publica el discurso que Benedicto XVI dirigió el jueves, 17 de Diciembre de 2009,  a los nuevos embajadores de Dinamarca, Uganda, Sudán, Kenia, Kazajstán, Bangladesh, Finlandia y Letonia, con ocasión del intercambio de las Cartas credenciales.


Señores Embajadores:

Me complace recibiros esta mañana en el Palacio Apostólico. Habéis venido para presentarme las Cartas que os acreditan como Embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de vuestros respectivos países: Dinamarca, Uganda, Sudán, Kenia, Kazajstán, Bangladesh, Finlandia y Letonia. Sed bienvenidos y tened la bondad de presentar mis saludos cordiales a vuestros Jefes de Estado en agradecimiento por las amables palabras que habéis tenido la amabilidad de transmitirme de su parte. Expreso votos deferentes para vuestra Noble Misión al servicio de vuestro país. Querría igualmente, a través vuestro, saludar a las Autoridades civiles y religiosas de vuestras naciones, así como a todos vuestros compatriotas. Tened la bondad de asegurarles mis oraciones. Mis pensamientos se unen también, naturalmente, a las comunidades católicas presentes en vuestros países. Sabéis que ellas desean asociarse fraternalmente a la edificación nacional a la que contribuyen con sus máximas posibilidades.

En mi última Encíclica, “Caritas in veritate”, he evocado la restauración necesaria de una justa relación entre el hombre y la creación en la que vive y trabaja. La creación es el don precioso que en Su bondad Dios ha hecho a las personas. Ellas son los administradoras y deben entonces sacar todas las consecuencias de esta responsabilidad. Las personas no pueden eximirse de ella ni postergarla sobre las generaciones venideras. Es evidente que esta responsabilidad medioambiental no puede oponerse a la urgencia de acabar con los escándalos de la miseria y del hambre. Ya no es posible, al contrario, disociar estas dos realidades porque la degradación continua del medio ambiente constituye una amenaza directa para la supervivencia del hombre y para su propio desarrollo; e incluso puede amenazar directamente la paz entre las personas y las poblaciones.

Tanto en el ámbito individual como en el político, es necesario ahora tomar compromisos más decididos y compartidos de manera más amplia en consideración de la creación. En este sentido, aliento vivamente a las Autoridades políticas de vuestros respectivos países, y del conjunto de las naciones, no sólo a reforzar su acción en favor de la salvaguarda del medio ambiente, sino también -ya que el problema sólo puede ser afrontado a nivel particular de cada país- a ser una fuerza de propuestas e incentivos, para lograr Acuerdos internacionales vinculantes que sean útiles y justos para todos.

Los desafíos con los que la humanidad se encuentra hoy en día confrontada llaman ciertamente a una movilización de las inteligencias y de la creatividad de la persona, una intensificación de la investigación aplicada más eficaz y más sana para una utilización de las energías y de los recursos disponibles. Estos esfuerzos no pueden dispensar de una conversión o de una transformación del modelo de desarrollo actual de nuestras sociedades. La Iglesia propone que esta modificación profunda que está por descubrir y por vivir, sea orientada por la noción de desarrollo integral de la persona humana. En efecto, el bien del hombre no reside en un consumo cada vez más desenfrenado ni en la acumulación ilimitada de bienes -consumo y acumulación que están reservados a un pequeño número y propuestos como modelos a la masa-. En este sentido, equivale no sólo a las diversas religiones destacar y defender la primacía de la persona y del espíritu, sino igualmente al Estado. Éste tiene el deber de hacerlo, principalmente a través de una política ambiciosa que favorezca a todos los ciudadanos -por igual- el acceso a los bienes del espíritu. En efecto, que valore la riqueza de las relaciones sociales y anime a la persona a proseguir su búsqueda espiritual.

La primavera pasada, durante mi viaje apostólico por diferentes países de Oriente Medio, propuse en diversas ocasiones considerar las religiones, en general, como “nuevo punto de partida” para la paz. Es verdad que en la historia las religiones han sido a menudo un factor de conflicto. Pero también es cierto que las religiones vividas según su esencia profunda eran y son una fuerza de reconciliación y de paz. En este momento histórico las religiones deben también, a través del diálogo franco y sincero, buscar el camino de la purificación para corresponder cada vez más a su verdadera vocación.

Nuestra humanidad desea la paz y, si es posible, la paz universal. Tiene que alcanzarse sin utopía y sin manipulaciones. Todos sabemos que la paz necesita condiciones políticas y económicas, culturales y espirituales para establecerse. La coexistencia pacífica de las diferentes tradiciones religiosas en el seno de cada nación es a veces difícil. Más que un problema político, esta coexistencia es también un problema que se coloca en su interior. Todo creyente está llamado a preguntar a Dios sobre Su voluntad a propósito de toda situación humana.

Reconociendo a Dios como el único creador del hombre -de todo hombre, sea cual sea su confesión religiosa, su condición social o sus opiniones políticas- cada uno respetará al otro en su unicidad y en su diferencia. No hay ante Dios ninguna categoría o jerarquía de persona, inferior o superior, dominante o protegido. No hay para Él más que la persona que ha creado por amor y que quiere ver vivir, en familia y en sociedad, en una armonía fraternal. El descubrimiento del sabio proyecto de Dios sobre la persona la lleva a reconocer Su amor. Para la persona de fe o la persona de buena voluntad, la resolución de los conflictos humanos, como la delicada convivencia de las diferentes religiones, puede transformarse en una coexistencia humana en un orden lleno de bondad y de sabiduría que tiene su origen y su dinamismo en Dios. Esta coexistencia en el respeto a la naturaleza de las cosas y a la sabiduría inherente que viene de Dios -la tranquillitas ordinis- se llama paz. El diálogo interreligioso aporta su contribución específica a esta lenta génesis que desafía los intereses humanos inmediatos, políticos y económicos. A veces es difícil para el mundo político y económico dar a la persona el primer lugar; en él es todavía más delicado considerar y admitir la importancia y la necesidad de lo religioso, y garantizar a la religión su verdadera naturaleza y lugar en su faceta pública. La paz, tan deseada, no se alzará más que de la acción conjunta del individuo, que descubre su verdadera naturaleza en Dios, y de dirigentes de las sociedades civiles y religiosas que -en el respeto a la dignidad y a la fe de cada uno- sepan reconocer y dar a la religión su noble y auténtica función de cumplimiento y de perfeccionamiento de la persona humana. Es de una recomposición global, tanto temporal como espiritual, la que permitirá un nuevo punto de partida hacia la paz que Dios quiere universal.

Señores Embajadores, vuestra misión ante la Santa Sede acaba de empezar. Con mis colaboradores, encontraréis el apoyo necesario para su buen cumplimiento. De nuevo, os dirijo mis deseos más cordiales para el excelente éxito de vuestra función tan delicada. ¡Que el Todopoderoso os sostenga y os acompañe, a vosotros, vuestras familias, vuestros colaboradores y todos vuestros compatriotas! ¡Que Dios os llene con la abundancia de sus bendiciones!

[Traducción del original francés por Patricia Navas
© Libreria Editrice Vaticana]


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Homilía de monseñor Oscar Domingo Sarlinga, obispo de Zárate-Campana, en la misa de ordenación como diacono permanente del acólito Sr. Ramón Álvarez. (AICA)
(12 de diciembre de 2009)


ORDENACIÓN DIACONAL DE RAMÓN ÁLVAREZ 

Querido hermano Ramón, que serás ordenado diácono permanente,

¡Recibes hoy el don de la diaconía de la esperanza!. Alégrate y regocíjate en Cristo. Luego del debido tiempo de formación, conforme a las normas de la Iglesia, con el apoyo incondicional de tu esposa, hijos y nietos, ha llegado el momento de configurarte con Cristo Servidor en el Orden diaconal. Después del tiempo prudencial de formación, querido hermano, ha llegado este momento en el que te acompañan tu querida esposa Marta Giovagnoli, mujer ejemplar, apóstol de la «pastoral del duelo», tus hijos Eduardo y Mónica (con sus cónyuges, Laura y Sandro) y tus nietos, Julieta (4), Matías (11), Bruno (16) e Ignacio (23).

Te ha caracterizado, según hemos podido constatar en el tiempo en que te conocemos, el amor a la Iglesia, el sentido de la obediencia verdadera, sin servilidad, el espíritu de comunión y de conciliación, y la discreción de juicio.
 

I - RENACIMIENTO DE LAS VOCACIONES ESPECÍFICAS
EN LA IGLESIA PARTICULAR

Experimentamos una gran alegría en el Señor, porque el florecimiento de las vocaciones al diaconado permanente en la diócesis se da, con esa comunión orgánica y mutua interacción que proviene del Espíritu, en un contexto eclesial, muy significativo y por manifiesta gracia del Señor, de un redespertar de las vocaciones al sacerdocio ministerial, y también de las vocaciones laicales específicas. El Seminario “San Pedro y San Pablo”, que ha venido a acompañarte, es una prueba de ello, y no menos toda la feligresía que ha asistido a esta celebración. Se nota la vida de la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios, en ésta, su porción, que «recomienza desde Cristo» como hemos pedido insistentemente desde el comienzo del «estado de misión».

En efecto, la vocación al diaconado, que nace de la decisión de los Apóstoles movidos por el Espíritu, para proveer a las necesidades de la Iglesia, como vemos en el libro de los Hechos (cf Hch 6 2-6), jamás podría ser fruto del decrecimiento o desapreciación de la vocación sacerdotal, al sacerdocio ministerial, a modo de una especie de subproducto de una manera de pensar –la cual provendría de una falacia- y que más o menos podría ser expresada así: «dado que faltan sacerdotes, o no son suficientes, entonces hay que promover el diaconado permanente». Esto silogismo no sería válido, en primer lugar porque si se lo pedimos de corazón y somos fieles, el Señor nunca dejará de enviar obreros a su Viña, y además porque el diácono permanente, lejos de ser un «sub-sacerdote» que supla meramente a una carencia sacerdotal, es un hombre llamado a recibir el Orden Sagrado para presencializar a Cristo-Siervo, obediente y servidor, pues el diaconado es una «vocación en sí» que dice relación a la acción del Espíritu que anima a la Iglesia, y de su visible constitución.

¡Queremos experimentar, querido hermano Ramón, la diaconía de la esperanza!. Porque nuestra esperanza es Cristo, modelo diaconal por excelencia, puesto que, como Hijo del Padre, vivió totalmente dedicado al servicio de Dios, por el bien de los hombres, y se reconoció profetizado en la imagen bíblica del Siervo de Yahvé (Cf Lc 4,18-19), así como delineó su su acción misma como diaconía (Cf Lc 22.27) y mandó a sus discípulos hacer otro tanto (Cf Mc 10.43; Jn 13.15).

La misma Iglesia, en un sentido, es «Sierva, o Servidora», a semejanza de su imagen prototípica, la Santísima Virgen, la Servidora del Señor (Cf Lc 1.28). ¡Qué auspicioso es que recibas el Orden Sagrado del diaconado en este tiempo de Adviento, y en esta festividad de Nuestra Señora de Guadalupe!. Sigue siempre de cerca los consejos de la Madre del Señor.

Siendo felizmente casado, con estupendos hijos y nietos, vivirás ahora, en un sentido de decir, la doble sacramentalidad, la del matrimonio y la del orden, participando con tu esposa e hijos en la diaconía, sin quitarles el debido tiempo a ellos, que son tu familia, prodigándote en todo, por otra parte, a la Iglesia del Señor, que no se deja ganar en generosidad. Tu experiencia de trabajo, que has tenido provechosamente, en empresa, en cargos dirigenciales, en la organización de establecimiento educativo, te ayudará a ejercer con el realismo de la esperanza tu apostolado en el mundo, no menos que dentro de tu propia familia, como colaborador muy cualificado para abordar diversas realidades urgentes en la Iglesia particular, y realidades nuevas y florecientes, como la Pastoral social, los grupos de Justicia y Paz, sin olvidar, por cierto, tu amada Caritas, a la que le has dedicado tantos años de tu vida.
 

II - DIACONÍA DE LA ESPERANZA, DE LA VERDAD, DE LA CARIDAD

Te manifestaba que recibías hoy, con el Sagrado Orden del Diaconado, la «diaconía de la esperanza». La recibes junto con la «diaconía de la verdad», a la que llamamos de esta forma puesto que tu servicio diaconal, en fidelidad a la enseñanza de la Iglesia, a su Magisterio, ha de ser siempre objeto de tu discernimiento, para ser también, en tanto diácono, y en especial en tanto que se te encargue la predicación de la Palabra, así como la catequesis, en el sentido de hacerla presente en todas las obras apostólicas, "fiel distribuidor de la palabra de la verdad" (2 Tm 2, 15), como exhorta San Pablo a Timoteo.

El diácono permanente ha de brillar, y diría especialmente, por la «diaconía de la caridad», también en su dimensión social, sin ser por ello una mera actividad de asistencia social[1]. Se trata de la realización de la solidaridad como virtud cristiana en nuestro mundo de hoy, desde la evangelización explícita y la actitud de construir la civilización del Amor, una tarea primordial en la vida de la Iglesia. Como dice el Concilio Vaticano II:

«La Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo»[2].

He mencionado antes que ya has dedicado gran parte de tu vida a la atención de los más pobres, en tu servicio a la Caritas parroquial, a la interacción que esta caridad institucionalizada realiza en la ciudad de Zárate, y desde hace un tiempo, en tu servicio como vice-director de la Caritas diocesana; recuerda siempre ese «amor primero» a los más necesitados, viendo en el prójimo, y en especial en los pobres, sufrientes y enfermos, la imagen de Dios, como también nos exhorta el propio Concilio Vaticano II nos dice cómo debemos ejercer hoy nuestra caridad con los pobres, haciendo también referencia a la necesaria pureza de intención, en ese servicio, y a lo que hoy llamaríamos promoción humana integral[3]:

El adecuado servicio a los necesitados exige, además de la acción de las organizaciones nacidas en la Iglesia, el esfuerzo de la mutua colaboración entre las instituciones, como se está haciendo desde la irradiación de esta parroquia de Nuestra Señora del Carmen, donde eres director de la Caritas. Y esto último no sólo por razones de eficacia, sino como razón profunda de la necesaria comunión eclesial, pues la Iglesia, que hoy a través de mi humilde ministerio episcopal te llama, es «Misterio de comunión con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo» y esto ha de manifestarse en toda su actividad pastoral incluida su acción caritativo-social, que supone relación entre las personas (Cf. 1 Cor. 12-14).
 

III - DESAFÍOS, ORIENTACIONES PASTORALES

Nuestro Plan Pastoral delinea los trazos más salientes del diaconado permanente en la diócesis. Es un Plan abierto a concreciones, más aún, diría, exige concreciones. A comenzar desde el Espíritu, esto es, en promover entre los ministros ordenados una profunda experiencia de Dios que alimente el seguimiento e imitación de Cristo «Buen Pastor». El diácono permanente ha de fomentar de modo también «permanente» una mayor vivencia de la comunidad católica, e impulsar la Nueva Evangelización como la entiende la Iglesia, viviendo el ministerio ordenado desde la perspectiva de la caridad pastoral, así como reavivar con la gracia de Dios el carisma recibido, a través de una sólida formación permanente.

No es el momento adecuado el de exponer orientaciones pastorales en una homilía, pero expreso una vez más que estamos abiertos a aportes y propuestas para profundizar y ampliar las líneas que la Iglesia diocesana ha convenido, con claridad y unidad de criterios, en los campos que quiere confiar a los diáconos permanentes, dentro de las normas y orientaciones de la Iglesia.

El Obispo como Sucesor de los Apóstoles ordena diáconos permanentes, después de un previo discernimiento vocacional, principalmente a través de la Escuela del Diaconado Permanente, una vez comprobadas tanto la idoneidad y formación para este ministerio como la vinculación con la comunidad (que es esencial), y en razón de las necesidades de las diócesis.

Es la diócesis la que está llamada a crear concretamente los espacios necesarios para que los diáconos colaboren en la animación de servicios pastorales, detectando y promoviendo líderes, y estimulando la corresponsabilidad de todos, en la comunión jerárquica y orgánica, para una cultura de reconciliación y solidaridad.

Y por supuesto, ¿cómo podríamos olvidar la dimensión misionera de los diáconos permanentes, cuando ha sido uno de los ejes fundamentales de nuestra organicidad pastoral, siendo ellos la comunión la misionariedad, y cuando han dado tanto fruto las misiones diocesanas, también las misiones populares?. Pero misionariedad fructifica cuando hay comunión, por ello, el Obispo y los sacerdotes, en este aspecto que estamos considerando, han de acompañar a los diáconos permanentes en su proceso formativo y de santificación y en el ejercicio de su ministerio, integrándolos activamente en la vida pastoral y fraterna, esto es, en una «fraternidad del Orden Sagrado», en un espacio de verdadera fraternidad, que es obra del Espíritu Santo.

Por último, aunque no menos importante, apreciado Ramón, no olvides mantener siempre un gran equilibrio con respecto al tiempo que le dedicas a tu familia, a tu trabajo y a tu ministerio. Siendo casado, y con una hermosa familia, será maravilloso el ver cómo darán ustedes, juntos, un testimonio de la Iglesia doméstica, cuales ejemplos vivos de la unidad y amor familiar en sus hogares.

Que la Virgen Santísima, cuya festividad celebramos hoy en su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, nos alcance la gracia de imitarla en la diligencia con que Ella acudió en ayuda del prójimo (Cf. Lc 1,39; Jn 2,3).

Así sea.

Mons. Oscar Sarlinga, obispo de Zarate-Campana

Notas


[1] BENEDICTO XVI, Discurso del Papa a Diáconos Permanentes de la Diócesis de Roma, en el 25° aniversario del restablecimiento del Diaconado Permanente en la Diócesis de Roma, Ciudad del Vaticano, 18 de febrero de 2009 (“Pero no basta anunciar la fe sólo con palabras, porque, como recuerda el apóstol Santiago, la fe "si no tiene obras, está realmente muerta" (St 2, 17). Por tanto, es necesario que el anuncio del Evangelio vaya acompañado con el testimonio concreto de la caridad, que "para la Iglesia (...) no es una especie de actividad de asistencia social (...), sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia" (“Deus caritas est”, 25). El ejercicio de la caridad pertenece desde el inicio al ministerio diaconal: los Siete, de los que hablan los Hechos de los Apóstoles, fueron elegidos para servir a las mesas. Vosotros, que pertenecéis a la Iglesia de Roma, sois los herederos de una larga tradición, en la que el diácono Lorenzo constituye una figura singularmente hermosa y luminosa”).

[2] CONC. ECUM. VAT. II, Const. Lumen gentium, n. 8.

[3] CONC. ECUM. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, n. 8 ("Para que este ejercicio de la caridad sea verdaderamente irreprochable y aparezca como tal, es necesario: ver en el prójimo la imagen de Dios, según la cual ha sido creado, y a Cristo Señor, a quien en realidad se ofrece lo que al necesitado se da;respetar con máxima delicadeza la libertad y la dignidad de la persona que recibe el auxilio; no manchar la pureza de intención con cualquier interés de propia utilidad o con el afán de dominar;cumplir antes que nada las exigencias de la justicia para no dar como ayuda de caridad lo que ya se debe por razón de justicia; suprimir las causas, y no sólo los efectos, de los males; y organizar los auxilios de tal forma que quienes los reciban se vayan liberando progresivamente de la dependencia externa y se vayan bastando por sí mismos").


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Comentario al evangelio del domingo de la fiesta del Bautismo del Señor – C, publicado en Diario de Avisos el domingo 10 de Enero de 2010 bajo el epígrafe DOMINGO CRISTIANO.

Firma y rúbrica

Daniel Padilla

 

No se puede ir indocumentado por la vida. Hemos oído dema­siadas historias de fuertes san­ciones sobre personas despistadas que habían olvidado su carné de identidad al salir de casa. Está claro, por tanto, que en todo momento debemos saber quiénes somos y estar dispuestos a demostrarlo. Tampoco se puede llevar un carné cadu­cado. Podría resultarnos muy perjudicial.

Pues bien. Jesús, al abandonar su hogar y salir a su vida pública, quiso proveerse de todos los documentos de identidad necesarios. Se los proporcionaron a las orillas del Jordán, en primer lugar Juan. Y después, en su bautismo, el Padre y el Espíritu. Pero a mí me gustaría que, al hilo de aquel singular bautismo, reflexio­náramos sobre el nuestro. Porque, salva­das las infinitas distancias, en ese bau­tismo quedó marcada nuestra identidad de una manera paralela. "He ahí el cor­dero de Dios que quita el pecado del mundo". Lo dijo Juan. Está claro que Jesús no tenía pecado. Pero para eso jus­tamente vino: para que nadie tuviera pecado. Con ese fin nació, murió y resu­citó. Gracias a ese precio, como decíamos en el viejo catecismo, "por el bautismo que borra el pecado original y cualquier otro pecado que hubiere en el que se bau­tiza". Un bautizado es, por lo tanto, un purificado, que ha de luchar contra todo pecado: el suyo y el de las estructuras del mundo. Cuando Job repetía que "la vida del hombre sobre la tierra es milicia" nos estaba anunciando eso: que cada uno ha de emplear materiales nobles y sin fraude en el edificio de su propio yo y en la cons­trucción de la ciudad secular. El bautismo nos obliga, como a Jesús, a quitar el pecado del mundo. A eso se refería Pablo: "Nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principa­dos, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuer­zas sobrehumanas y supremas del mal". "Cuando venga el que es más que yo, El les bautizará con el Espíritu Santo". Y mientras contemplamos la escena debe­mos pensar que sobre nosotros también lo hizo. El bautismo, amigos, es el inicio de nuestra vocación cristiana. Desde ese día podemos decir: "El Espíritu está sobre mí". Y ese Espíritu, aparte de sus impul­sos inenarrables, ha seguido en nosotros, por los sacramentos, haciendo una tarea profunda, constante y progresiva. En la confirmación acrecentó nuestra valentía para que pudiéramos testimoniar nuestra fe. Como somos criaturas frágiles, por la penitencia vuelve a reconciliarnos con Dios. Y ya ven cómo, en la eucaristía, poniendo sus manos sobre el pan y el vino, dice el sacerdote: "Te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu. Él lo mueve todo. Pone su firma y sello sobre nosotros y sobre nues­tras acciones. Para que, como el rey Midas, convirtamos en oro -obras sobre­naturales- cuanto toquemos.


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S?bado, 09 de enero de 2010

Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús en las fiestas patronales de la parroquia de Santa Faz. (AICA)
(11 de diciembre de 2009)


Fiestas patronales Parroquia Santa Faz 

Querida comunidad de Santa Faz, querido padre Gustavo, queridos diáconos, queridos sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas. Querido pueblo fiel:

La ceremonia nos va llevando a vivir y expresar el misterio más importante que nosotros tenemos, el misterio de Jesucristo. Felicito al padre Gustavo y a la comunidad de haber hermoseado esta casa, la Casa de Dios y la casa de todos nosotros; el lugar de encuentro con Dios, entre nosotros y con los hermanos.

Embellecer la Casa de Dios es algo muy especial y creo que es digno de ser reconocido. Es Dios quien hermosea las cosas, nosotros desde nuestro lugar, desde nuestro ámbito, tenemos que darle lo mejor al Señor, para el Señor.

Vamos a consagrar y dedicar este altar. El Altar es Cristo. El Altar es la Cruz. Cristo se inmola por nosotros definitivamente, de una vez y para siempre. Y todas las veces que se vuelve a repetir el sacrificio de la Eucaristía estamos repitiendo el misterio de esa inmolación que Cristo ha tenido para siempre en su entrega a Dios Padre y por nosotros: por nuestra vida, por nuestros pecados, por nuestras miserias. Para que nosotros podamos vivir de acuerdo al Altar, de acuerdo al sacrificio, ¡una vida nueva!

El Altar, que es Cristo, como que explota, como que se expande, y se expande a todos, fundamentalmente a nosotros que somos templos vivos del Espíritu Santo. Este Altar, este sacrificio donde esta la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte; donde el bien es superior al mal, donde la adversidad, los obstáculos, las persecuciones, las incomprensiones, los sufrimientos, los abandonos, ¡y tantas cosas más!, todas tienen sentido porque el Altar –que es Cristo- nos da la fuerza del Espíritu que nos permite decir que no tenemos derecho a estar tristes porque su Palabra nos da la vida y la fortaleza para vivir con dignidad, como buenas personas, como buenos cristianos.

Este Altar, el lugar donde Cristo se ofrece al Padre por cada uno de nosotros, es donde se resume el misterio más importante. Donde podemos nutrirnos, alimentarnos, fortalecernos, donde podemos pedirle perdón por nuestras miserias, entregándoselas a través del sacerdote y recibiendo de parte de Dios su misericordia. Por eso este Altar, que va a ser consagrado, es la fuerza con que Dios nos hace nuevos.

Esto no es una afirmación meramente poética, ¡es real! Tenemos que pedirle a Él que nos ayude a modificar nuestra vida, a pensar de manera diferente, a superar toda dificultad, todo encono, todo resentimiento, toda amargura, todo remordimiento. ¡Que Dios nos purifique como ya nos purificó el agua bendita, que nos recuerda la memoria de nuestro bautismo, para que nuestro corazón – a veces endurecido por la feúra del pecado- se convierta en un corazón límpido, íntegro, puro, transparente, fuerte, adulto!

Nosotros, que celebramos y vivimos el misterio, tenemos que pedirle: ¡ayúdanos a evolucionar, a crecer, a madurar, a desarrollarnos! ¡No tenemos derecho a vivir como antes! ¡No tenemos derecho a involucionar! ¡No tenemos derecho a ser mezquinos! ¡No tenemos derecho a vivir con rencor! ¡No tenemos derecho a vivir como personas viejas, cansadas y sin espíritu!

Cristo, el Señor, que se nos da a nosotros, es para darnos cuenta que su amor es inagotable, incansable. Su amor nos rescata, nos libera, nos perdona, nos transforma y nos envía a llevarlo a los demás. Aquí se recibe la gracia y allí se da testimonio y se expresa lo que creemos, lo que pensamos y lo que estamos involucrados, comprometidos.

Esta noche es para todos nosotros, para esta comunidad y para la diócesis, una noche santa. Una noche hermosa donde la frescura de Dios es capaz de soplar y sacarnos la vejez de nuestros pecados. Y cuando volvamos a nuestra vida cotidiana tenemos que salir convencidos. Tenemos que salir de otra manera: distintos, con entusiasmo, con vehemencia, con pasión, con alegría y, sobre todo, con decisión. Decisión de vivir del Altar de Cristo.

Le pedimos que su Rostro, la Santa Faz, sea también nuestra mirada. Que lo podamos mirar y contemplar para que, mirándolo a El, podamos mirar a cada uno de nuestros hermanos con los ojos de Dios, con la mirada de Dios, con la fuerza de Dios, con la ternura de Dios.

Que la Virgen, como Madre que es, nos ayude a cobijar en nuestro interior, silenciosamente pero de un modo fecundo, el misterio. “Y María, viendo estas cosas, las guardaba en su corazón”

Que seamos capaces no de derrochar, sino de guardar en nuestro interior por manos de la Virgen, para que nuestra vida sea una vida adulta, misionera, cristiana, responsable y comprometida.

Ninguno de los que estamos acá nos podemos sentir eximidos o excusados. Ninguno puede decir “yo ya crecí”, “yo ya cambié”, “yo ya estoy bien”, “yo ya no tengo que modificarme”, “yo ya no tengo que cambiar”. El que piensa así está confesando su ignorancia. Y yo no quiero que seamos ignorantes porque todos, cuando más nos acercamos a Dios, más nos damos cuenta de lo que nos falta. Pero también nos damos cuenta de lo que podemos alcanzar por su amor y por su gracia.

Pidamos al Señor ser concientes de lo que Dios nos da, ser concientes de lo que nos falta, ser concientes de comprometer la vida en aquello que tenemos que alcanzar: la madurez, Jesucristo.

Que así sea.

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el 3do. domingo de Adviento. (AICA)
(13 de diciembre de 2009)
 

“Relativismo o sentido común” 

Los textos bíblicos de este tercer domingo de adviento nos llaman a animarnos y a no perder la esperanza. La figura de San Juan Bautista, desde su austeridad profética, nos exhorta a convertirnos. El que es el profeta de “la verdad”, no dudó en denunciar a Herodes y en dar la vida por lo que creía. Solo podemos “volver a Dios”, cuando nos disponemos a construir desde “roca” y no desde arena, o bien desde las mentiras. Cuando con humildad somos capaces de revisarnos y evaluar como estamos construyendo, nos encaminamos a realizar “un examen de conciencia” y nos introducimos en el camino de reconciliación que nos permite “volver a Dios”.

El adviento ubicado en el fin del año, es un tiempo apropiado para realizar “un examen de conciencia”. Si bien tiene una dimensión personal, el mismo no puede ser un acto individualista. Necesariamente tenemos que revisar como vivimos nuestros compromisos comunitarios y si el llamado a la santidad lo asumimos desde nuestra responsabilidad ciudadana construyendo una sociedad mejor.

En el documento “Navega mar adentro” de la Conferencia Episcopal Argentina, se subraya que: “El primer servicio de la Iglesia a los hombres es anunciar la verdad sobre Jesucristo… (La nueva evangelización), nos exige responder con todos los esfuerzos que sean necesarios para lograr la inculturación del Evangelio, que propone una verdad sobre el hombre, la cual implica un estilo de vida ciudadano comprometido en la construcción del bien común” (95).

En el número siguiente se señalan algunos aspectos que son indispensables que tengamos en cuenta en todo examen de conciencia y confesión bien hechos: “Una conversión es incompleta si falta la conciencia de las exigencias de la vida cotidiana y no se pone el esfuerzo de llevarlas a cabo. Esto implica una formación permanente de los cristianos, en virtud de su propia vocación, para que puedan adherir a este estilo de vida y emprender intensamente sus compromisos en el mundo, desarrollando las actitudes propias de ciudadanos responsables” (96).

Sabemos que nuestro tiempo padece una profunda crisis de valores, que en gran parte se da por no construir sobre “la verdad” como denuncia este domingo San Juan Bautista. Convivimos con un fuerte relativismo cultural, donde la “Biblia y el calefón” tienen igual valoración. Algunos sectores del poder pretenden imponer un llamado “cambio cultural” construido sobre este relativismo, donde algunos valores como la vida, la familia, la justicia, la pureza… son ridiculizados. Las faltas de magnanimidad y de bien común en el horizonte de muchos de nuestros dirigentes sociales nos fueron sumergiendo en una “sociedad pobre” humana y socialmente.

Aunque no hemos revertido este contexto difícil, podemos decir que en este tiempo de adviento seguimos, y con más entusiasmo, manteniendo la esperanza. Percibimos que en nuestra sociedad, nuestro pueblo sencillo no ha perdido la sensatez o el sentido común, y mantiene un deseo profundo, de construir una sociedad que tenga presente algunos valores como la vida, familia, el bien común, la justicia… Creemos y tenemos esperanza, que el futuro no está solo en manos de unos pocos, sino que dependerá de nuestro compromiso ciudadano y nuestra participación “responsable”.

En este tiempo de adviento queremos “volver a Dios”. San Juan Bautista señala con humildad que él no era el Mesías que tenía que venir: “Viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias”. En esta Navidad esperamos a Jesús, quien es el Señor de la Historia por su nacimiento. “Siendo la plenitud de la vida ha sido enviado a poner “su carpa” en medio de nuestras vidas pequeñas para hacerlas grandes y luminosas… El tiempo humano del nacimiento, del crecimiento, del trabajo humilde, de la vida familiar, ha sido visitado por la eternidad” (J.S.H. 9).

Nuestra esperanza alimentada en esta Navidad por el nacimiento de Jesús nos compromete a realizar un buen examen de conciencia y a trabajar activamente en ser constructores de una sociedad mejor.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

 

 


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ZENIT nos ofrece la catequesis pronunciada el miércoles, 16 de Diciembre de 2009,  por el Papa durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI con peregrinos procedentes de todo el mundo.


Queridos hermanos y hermanas,

hoy vamos a conocer la figura de Juan de Salisbury, que pertenecía a una de las escuelas filosóficas y teológicas más importantes del medioevo, la de la catedral de Chartres, en Francia. También él, como los teólogos de los que he hablado en las pasadas semanas, nos ayuda a comprender cómo la fe, en armonía con las justas aspiraciones de la razón, empuja al pensamiento hacia la verdad revelada, en la que se encuentra el verdadero bien del hombre.

Juan nació en Inglaterra, en Salisbury, entre el año 1100 y el 1120. Leyendo sus obras, y sobre todo su rico epistolario, podemos conocer los hechos más importantes de su vida. Durante doce años, entre 1136 y 1148, se dedicó a los estudios, frecuentando las escuelas más cualificadas de la época, en las que escuchó las lecciones de maestros famosos. Se dirigió a París y después a Chartres, ambiente que marcó mayormente su formación y del que asimiló su gran apertura cultural, el interés por los problemas especulativos y el aprecio por la literatura. Como sucedía a menudo en aquel tiempo, los estudiantes más brillantes eran requeridos por prelados y soberanos, para ser sus estrechos colaboradores. Esto le sucedió también a Juan de Salisbury, que fue presentado por un gran amigo suyo, Bernardo de Claraval, a Teobaldo, arzobispo de Canterbury - sede primada de Inglaterra –, el cual lo acogió de buen grado en su clero. Durante once años, entre 1150 y 1161, Juan fue secretario y capellán del anciano arzobispo. Con celo infatigable, mientras seguía dedicándose al estudio, llevó a cabo una intensa actividad diplomática, trasladándose en diez ocasiones a Italia, con el objetivo específico de cuidar las relaciones del Reino y de la Iglesia de Inglaterra con el Romano Pontífice. Entre otras cosas, en esos años el Papa era Adriano IV, un inglés que tuvo con Juan de Salisbury una estrecha amistad. En los años consecutivos a la muerte de Adriano IV, sucedida en 1159, en Inglaterra se creó una situación de grave tensión entre la Iglesia y el Reino. El rey Enrique II, de hecho, pretendía afirmar su autoridad sobre la vida interna de la Iglesia, limitando su libertad. Esta toma de postura suscitó las reacciones de Juan de Salisbury, y sobre todo la valiente resistencia del sucesor de Teobaldo en la cátedra episcopal de Canterbury, santo Tomás Becket, que por este motivo fue al exilio, en Francia. Juan de Salisbury lo acompañço y permaneció a su servicio, trabajando siempre por la reconciliación. En 1170, cuando tanto Juan como Tomás Becket habían vuelto ya a Inglaterra, este último fue asaltado y asesinado dentro de su catedral. Murió como mártir y como tal fue en seguida venerado por el pueblo. Juan siguió sirviendo fielmente también al sucesor de Tomás, hasta que fue elegido obispo de Chartres, donde permaneció desde 1176 hasta 1180, año de su muerte.

De las obras de Juan de Salisbury quisiera señalar dos, que son consideradas sus obras maestras, y que están designadas elegantemente con los títulos griegos de Metaloghicón (En defensa de la lógica) y el Polycráticus (El hombre de Gobierno). En la primera obra él – no sin esa fina ironía que caracteriza a muchos hombres cultos – rechaza la postura de aquellos que tenían una concepción reduccionista de la cultura, considerada como vacía elocuencia, palabras inútiles. Juan en cambio elogia la cultura, la auténtica filosofía, es decir, el encuentro entre pensamiento fuerte y comunicación, palabra eficaz. Él escribe: “Como de hecho no sólo es temeraria, sino también ciega la elocuencia no iluminada por la razón, así la sabiduría que no se emplea en el uso de la palabra no sólo es débil, sino en cierto sentido se trunca: de hecho, aunque quizás una sabiduría sin palabra pueda aprovechar de cara a la propia conciencia, raramente y poco aprovecha a la sociedad” (Metaloghicón 1,1, PL 199,327). Una enseñanza muy actual. Hoy, la que Juan definía “elocuencia”, es decir, la posibilidad de comunicar con instrumentos cada vez más elaborados y difundidos, se ha multiplicado enormemente. Con todo, tanto más sigue siendo urgente la necesidad de comunicar mensajes dotados de “sabiduría”, es decir, inspirados en la verdad, en la bondad, en la belleza. Esta es una gran responsabilidad, que interpela en particular a las personas que trabajan en el ámbito multiforme y complejo de la cultura, de la comunicación, de los media. Y este es un ámbito en el que se puede anunciar el Evangelio con vigor misionero.

En el Metaloghicón Juan afronta los problemas de la lógica, en sus tiempos objeto de gran interés, y se plantea una pregunta fundamental: ¿qué puede conocer la razón humana? ¿Hasta qué punto puede corresponder a esa aspiración que hay en cada hombre, es decir, la búsqueda de la verdad? Juan de Salisbury adopta una postura moderada, basada en la enseñanza de algunos tratados de Aristóteles y de Cicerón. Según él, ordinariamente la razón humana alcanza conocimientos que no son indiscutibles, sino probables y opinables. El conocimiento humano – esta es su conclusión – es imperfecto, porque está sujeto a la finitud, al límite del hombre. Sin embargo, éste crece y se perfecciona gracias a la experiencia y a la elaboración de razonamientos correctos y concretos, capaces de establecer relaciones entre los conceptos y la realidad, gracias a la discusión, a la confrontación y al saber que se enriquece de generación en generación. Sólo en Dios hay una ciencia perfecta, que se comunica al hombre, al menos parcialmente, por medio de la Revelación acogida en la fe, por lo que la ciencia de la fe, despliega las potencialidades de la razón y hace avanzar con humildad en el conocimiento de los misterios de Dios.

El creyente y el teólogo, que profundizan en el tesoro de la fe, se abren también a un saber práctico, que guía las acciones cotidianas, es decir, a las leyes morales y al ejercicio de las virtudes. Escribe Juan de Salisbury: “La clemencia de Dios nos ha concedido su ley, que establece qué cosas nos son útiles conocer, y que indica cuánto nos es lícito saber de Dios y cuánto es justo indagar... en esta ley, de hecho, se explicita y se hace manifiesta la voluntad de Dios, para que cada uno de nosotros sepa lo que es para él necesario hacer" (Metaloghicón 4,41, PL 199,944-945). Existe, según Juan de Salisbury, también una verdad objetiva e inmutable, cuyo origen es Dios, accesible a la razón humana y que tiene que ver con la actuación práctica y social. Se trata de un derecho natural, en el que las leyes humanas y las autoridades políticas y religiosas deben inspirarse, para que puedan promover el bien común. Esta ley natural se caracteriza por una propiedad que Juan llama “equidad”, es decir, la atribución a cada persona de sus derechos. De ella descienden preceptos que son legítimos para todos los pueblos, y que no pueden en ningún caso ser abrogados. Esta es la tesis central del Polycráticus, el trataso de filosofía y de teología política, en el que Juan de Salisbury reflexiona sobre las condiciones que hacen posible la acción de los gobernantes justa y consentida.

Mientras otros argumentos afrontados en esta obra están ligados a las circunstancias históricas en las que fue compuesta, el tema de la relación entre ley natural y ordenamiento jurídico-positivo, mediado por la equidad, es aún hoy de gran importancia. En nuestro tiempo, de hecho, sobre todo en algunos países, asistimos a un desapego preocupante entre la razón, que tiene la tarea de descubrir los valores éticos ligados a la dignidad de la persona humana, y la libertad, que tiene la responsabilidad de acogerlos y promoverlos. Quizás Juan de Salisbury nos recordaría hoy que son conformes a la equidad sólo esas leyes que tutelan la sacralidad de la vida vida humana y rechazan la licitación del aborto, de la eutanasia y de las experimentaciones genéticas sin límites, esas leyes que respetan la dignidad del matrimonio entre un hombre y una mujer, que se inspiran en una correcta laicidad del Estado – laicidad que comporta siempre la salvaguarda de la libertad religiosa – y que persiguen la subsidiariedad y la solidaridad a nivel nacional e internacional. De lo contrario, acabaría por instaurarse la que Juan de Salisbury define como “la tiranía del príncipe" o, diríamos nosotros, “la dictadura del relativismo": un relativismo que, como recordaba hace unos años, “no reconoce nada como definitivo y deja como última medida sólo al propio yo y sus antojos" (Missa pro eligendo Romano Pontifice, Homilía, "L’Osservatore Romano", 19 abril 2005).

En mi Encíclica más reciente, Caritas in veritate, dirigiéndome a los hombres de buena voluntad, que se empeñan para que la acción social y política nunca sea desenganchada de la verdad objetiva sobre el hombre y sobre su dignidad, escribí: “La verdad y el amor que ésta comporta no se pueden producirm sólo se pueden acoger. Su fuente última no es, no puede ser, el hombre, sino Dios, o sea, Aquel que es Verdad y Amor. Este principio es muy importante para la sociedad y para el desarrollo, en cuanto que ni una ni otro pueden ser sólo productos humanos; la misma vocación al desarrollo de las personas y de los pueblos no se funda en una sencilla deliberación humana, sino que está inscrita en un plan que nos precede, y que constituye para todos nosotros un deber que debe ser libremente acogido” (n. 52). Este plan que nos precede, esta verdad del ser debemos buscarla y acogerla, para que nazca la justicia, pero podemos encontrarlo y acogerlo sólo con un corazón, una voluntad, una razón purificados en la luz de Dios.

[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

 Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy quiero presentar la figura de Juan de Salisbury, nacido en Inglaterra a principios del siglo doce. Recibió su formación en las escuelas más importantes de la época, París y Chartres. Completados sus estudios, fue consejero de los distintos Prelados de la Sede de Canterbury, poniendo a su disposición sus amplios conocimientos y sus dotes diplomáticas. Ya anciano, fue elegido Obispo de Chartres, donde ejerció su ministerio hasta su muerte.
De entre las obras de Juan de Salisbury destacan dos por su vigente actualidad. La primera, titulada Metaloghicon, se centra en la defensa de la cultura como la conjunción entre la elocuencia y la sabiduría. Hoy, en efecto, los numerosos instrumentos y medios de comunicación necesitan de mensajes dotados de sabiduría e inspirados en la verdad. En la segunda obra, dedicada al hombre de gobierno, y titulada Polycráticus, sobresale el tema de la relación entre ley natural y el ordenamiento jurídico. Poner en el centro de toda acción social la verdad objetiva del hombre continúa siendo una necesidad ineludible.

Saludo a los fieles de lengua española provenientes de España y diversos países de Latinoamérica, en particular a los sacerdotes recientemente ordenados de la Congregación de Legionarios de Cristo, a sus familiares y amigos, así como a los miembros del "Regnum Christi". A los nuevos presbíteros, deseo recordarles que, con ocasión del Año Sacerdotal, aprendan de san Juan María Vianney el amor a Cristo y su generoso servicio a la Iglesia. Que vuestra donación sea siempre total, plena y gozosa, sin olvidar nunca la predilección del Señor por vuestras vidas. Saludo también a los miembros de la Delegación del Estado de México, a quienes agradezco cordialmente su visita y la iniciativa emprendida de regalar el Pesebre y el Árbol, que estarán presentes en esta Aula durante estas Fiestas de Navidad y Año Nuevo. Muchas gracias.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez
© Libreria Editrice Vaticana]


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Con un año de anticipación presentan  las intenciones del Apostolado de Oración del Papa Benedicto XVI para el año 2011.


Las intenciones para el próximo año son, entonces, las siguientes:

Enero

Intención General: Para que las riqueza de la creación sean preservadas, valorizadas y puestas a disposición de todas, como don precioso de Dios a los hombres.

Intención Misionera: Para que los cristianos puedan alcanzar la plena unidad, testimoniando a todo el género humano la paternidad universal de Dios.

Febrero

Intención General: Para que la familia sea respetada por todos en su identidad y sea reconocida su insustituible contribución a favor de la sociedad entera.

Intención Misionera: Para que en los territorios de misión donde es más urgente la lucha contra las enfermedades, las comunidades cristianas sepan testimoniar la presencia de Cristo a quienes sufren.

Marzo

Intención General: Para que las naciones de América Latina puedan caminar en la fidelidad al Evangelio y sean pródigas en la justicia social y la paz

Intención Misionera: Para que el Espíritu Santo dé luz y fuerza a las comunidades cristianas y a los fieles perseguidos o discriminados a causa del Evangelio en tantas regiones del mundo.

Abril

Intención General: Para que la Iglesia sepa ofrecer a las nuevas generaciones, a través del anuncio creíble del Evangelio, razones siempre nuevas de vida y esperanza.

Intención Misionera: Para que los misioneros, con la proclamación del Evangelio y el testimonio de vida sepan llevar a Cristo a cuantos todavía no lo conocen.

Mayo

Intención General: Para que cuantos operan en los medios de comunicación respeten siempre la verdad, la solidaridad y la dignidad de toda persona

Intención Misionera: Para que el Señor done a la Iglesia en China la capacidad de perseverar en la fidelidad al Evangelio y crecer en la unidad.

Junio

Intención General: Para que los sacerdotes, unidos al Corazón de Cristo, sean siempre verdaderos testimonios del amor cuidadoso y misericordioso de Dios.

Intención Misionera: Para que el Espíritu Santo haga surgir de nuestras comunidades numerosas vocaciones misioneras, dispuestas a consagrarse plenamente a la difusión del Reino de Dios.

Julio

Intención General: Para que los cristianos contribuyan a aliviar, especialmente en los países más pobres, el sufrimiento material y espiritual de los enfermos de SIDA.

Intención Misionera: Por los religiosos que operan en territorios de misión, para que sean testimonios de la alegría del Evangelio y signo viviente del amor de Cristo.

Agosto

Intención General: Para que la Jornada Mundial de la Juventud que se desarrolla en Madrid aliente a todos los jóvenes del mundo a enraizar y fundar sus vidas en Cristo.

Intención Misionera: Para que los cristianos de Occidente, dóciles a la acción del Espíritu Santo, reencuentren la frescura y el entusiasmo de su fe.

Septiembre

Intención General: Por todos los maestros, para que sepan transmitir el amor a la verdad y educar en los auténticos valores morales y espirituales.

Intención Misionera: Para que las comunidades cristianas esparcidas en el continente asiático proclamen el Evangelio con fervor, testimoniando la belleza con la alegría de la fe.

Octubre

Intención General: Por los enfermos terminales, para que en sus sufrimientos sean sostenidos por la fe en Dios y por el amor de los hermanos.

Intención Misionera: Para que la celebración de la Jornada Misionera Mundial acreciente en el Pueblo de Dios la pasión por la evangelización y el apoyo a la actividad misionera con la oración y la ayuda económica a las Iglesias más pobres.

Noviembre

Intención General: Por las Iglesias orientales, para que su venerable tradición sea conocida y estimada como riqueza espiritual para toda la Iglesia

Intención Misionera: Para que el continente africano encuentre en Cristo la fuerza para realizar el camino de reconciliación y justicia, indicado en el segundo Sínodo de los Obispos para África.

Diciembre

Intención General: Para que todos los pueblos de la tierra, a través del conocimiento y el respeto recíproco, crezcan en la concordia y la paz.

Intención Misionera: Para que los niños y jóvenes sean mensajeros del Evangelio y para que su dignidad sea siempre respetada y preservada de toda violencia y explotación.


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Viernes, 08 de enero de 2010

ZENIT publica el comentario al Evangelio de este domingo, solemnidad del Bautismo de Jesús (Lucas 3, 15-22), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, arzobispo electo de Oviedo.

Dios, una vez más, como ya hizo al escoger su modo de nacer humano, no coincidirá tal vez con nuestros gustos refinados, o con nuestras ideas perfeccionistas, o con nuestras eficacias infalibles.

O ¿es que no nos sorprende que Dios haya querido venir a nosotros desde el "escándalo" de una familia peregrina, sin alojos ni seguridades, al abrigo de la buena-de-Dios? O ¿es que ya no nos conmueve que aquel divino mensajero pasase la mayor parte de su vida "como si nada y como si nadie", aprendiendo a vivir humanamente, para poder enseñarnos luego para siempre qué es eso de vivir con humana dignidad?

Y así llegó el día, el fruto maduro, el tiempo del estreno. Pero este Jesús hombre-Dios, tampoco ahora realizará algo espectacular para dar comienzo a su ministerio público. No convocará ruedas de prensa ni hará declaraciones. Como uno más de aquel pueblo (aunque su hogar era la humanidad), como uno más entre aquellos pecadores (aunque El no conoció pecado), como uno más de aquellos que oraban al Dios buscado (aunque El era una sola cosa con el Padre). Aparentemente nada especial, pero allí estaba todo en esa triple solidaridad de Dios que se une sin ceremonias a un pueblo, que aparece como un pecador, que tiene necesidad de orar. Y triple será también la respuesta del Padre: abrirá los cielos, bajará el Espíritu, se escuchará la confesión de un amor predilecto.

Por Jesús, en la fila común como uno de tantos, podemos entrar en la morada de Dios, que El abrió para nosotros. Por Jesús, en la fila de los pecadores, el pecado no será la última palabra que nuestra vida podrá escuchar como algo fatal y sin salida. Por Jesús, en la fila de los que buscan a Dios para orarle y escucharle, descenderá el Espíritu como en el día primero de la creación, transformando todos nuestros caos en belleza y armonía.

El bautismo de Jesús, después de aquel primer acto en su Natividad, será el segundo gesto de abrazar a nuestra humanidad. El último acto será la donación suprema de su vida en el drama de la cruz, el testimonio más alto de un amor que no evitó querernos hasta el dolor, hasta la muerte, hasta el final resucitado.

Nosotros, hermanos y discípulos de tal Señor, estamos llamados a hacer cola también, en la comunión solidaria con todos los hombres. Los cristianos también queremos ponernos en la fila de los que no renuncian a la. En la espera de algo nuevo que cada día nace, pueda abrirse para todos los hombres los cielos de la luz y de la vida, y su Espíritu nos llene con su fuerza, y su Padre anuncie sobre nosotros el final de todos los lutos y orfandades, porque también cada hombre y cada mujer, somos en Jesús, amados predilectos de un Dios que nos enseña a ser humanos.


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Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo del Bautismo del Señor, facilitado por la Delegaciòn de Enseñanza de la diócesis de Tenerife.

NUEVA ESPIRITUALIDAD        

"Espiritualidad" es una palabra desafortunada. Para muchos sólo puede significar algo inútil, alejado de la vida real. ¿Para qué puede servir? Lo que interesa es lo concreto y práctico, lo material, no lo espiritual.

         Sin embargo, el "espíritu" de una persona es algo valorado en la sociedad moderna, pues indica lo más hondo y decisivo de su vida: la pasión que la anima, su inspiración última, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo. 

         El espíritu alienta nuestros proyectos y compromisos, configura nuestro horizonte de valores y nuestra esperanza. Según sea nuestro espíritu, así será nuestra espiritualidad.  Y así será también nuestra religión y nuestra vida entera.

         Los textos que nos han dejado los primeros cristianos  nos muestran que viven su fe en Jesucristo como un fuerte "movimiento espiritual". Se sienten habitados por el Espíritu de Jesús. Solo es cristiano quien ha sido bautizado con ese Espíritu. «El que no tiene el  Espíritu de Cristo no le pertenece». Animados por ese Espíritu, lo viven todo de manera nueva.     

         Lo primero que cambia radicalmente es su experiencia de Dios. No viven ya con «espíritu de esclavos», agobiados por el miedo a Dios, sino con «espíritu de hijos » que se sienten amados de manera incondicional y sin límites por un Padre. El Espíritu  de Jesús les hace gritar en el fondo de su corazón: ¡Abbá, Padre! Esta experiencia es lo primero que todos deberían  encontrar en las comunidades de Jesús.

         Cambia también su manera de vivir la religión. Ya no se sienten «prisioneros de la ley», las normas y los preceptos, sino liberados por el amor. Ahora conocen lo que es vivir con «un espíritu nuevo », escuchando la llamada del amor y no con «la letra vieja», ocupados en cumplir obligaciones religiosas. Éste es el clima que entre todos hemos de cuidar y promover en las comunidades cristianas, si queremos vivir como Jesús.

         Descubren también el verdadero contenido del culto a Dios. Lo que agrada al Padre no son los ritos vacíos de amor, sino que vivamos «en espíritu y en verdad ». Esa vida vivida con el espíritu de Jesús y la verdad de su evangelio es para los cristianos su auténtico «culto espiritual».

         No hemos de olvidar lo que Pablo de Tarso decía a sus comunidades: «No apaguéis el Espíritu». Una iglesia apagada, vacía del espíritu de Cristo, no puede vivir ni comunicar su verdadera Novedad. No puede saborear ni contagiar su Buena Noticia. Cuidar la espiritualidad cristiana es reavivar nuestra religión. 

José Antonio Pagola  

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
10 de enero de 2010
Bautismo del Señor(C)
Lucas 3, 15-16. 21.22


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Lectio Divina para la fiesta del BAutismo del Señor - C 2010, ofrecida por la Delegación Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Tenerife.


LECTURA:          “Lucas 3, 15‑16. 21‑22”

 En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.» 

En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:  «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.» 

 MEDITACIÓN:           “Tú eres mi hijo”

             La vida de Jesús, después de una larga etapa de vida escondida, va a dar un giro total que, ciertamente se ha estado gestando en todo ese tiempo, pero que a la hora de ponerse en marcha los textos quieren dejarlo de manifiesto, de manera explícita.

            Cuando baja al Jordán a realizar el gesto del bautismo, algo que no necesitaba, pero con lo que quería señalar el inicio de algo nuevo, su actitud es la de ponerse en referencia, en diálogo íntimo con Dios, y donde volverá a experimentar el sí de Dios, su impulso, su estar con él y en él, de ser para él. Y Dios le hará sentir su amor.

            Es así, Señor, te pusiste en marcha, en Dios, con Dios, desde Dios, para Dios, o tal vez sería mejor decir, en el Padre, con el Padre, desde el Padre, para el Padre. Porque experimentaste su paternidad y tu filiación con una radicalidad existencial total. Sólo así iba a tener sentido todo lo que ibas a poner en marcha. El anuncio de un Dios Padre que nos ama, que nos hace hermanos, cuya preocupación primera son los hijos más pequeños, débiles y sufrientes, y que invita a poner en marcha un reino, un mundo, una historia, donde el amor sea el punto de partida, el modo de hacer el camino y la culminación plena, realizada en ti y por ti.

            Y desde ahí llegas de nuevo hasta mí. Me invitas a descubrirme desde toda mi realidad, no sólo desde mi cabeza o desde mis sentimientos, sino desde ti. Me invitas a entrar en la corriente de tu vida, de tu Espíritu, que es como una llama que has depositado en mi ser con el deseo de que se convierta en un fuego que caliente mis ilusiones, que queme aquello que me impide crecer y ser libre de verdad, que se convierta en hoguera de amor que ofrezca calor de vida en ese espacio de mi existencia.

            Es todo un proyecto de vida, una visión de ti, del mundo, de la historia, de mí mismo, el que me ofreces para caminar contigo. En ti descubro ya efectos y consecuencias, gozosas y dolorosas, porque con las dos se construye la vida. Tú vuelves a iniciar el camino en una especie de invitación o de llamada a que me ponga a tu lado, a que cada vez mis pasos vayan más cerca y más al ritmo de los tuyos.

 ORACIÓN:        “Portador de luz”

              Yo también, he sido bautizado con agua. No fue sólo un gesto, una afirmación, una palabra tuya hacía mí. Ahí me hiciste un regalo, el regalo de tu fuerza, de tu Espíritu, de tu fuego de amor, impreso en mi corazón. No lo descubro muchas veces, tal vez ni todavía lo he descubierto, pero está ahí, como el rescoldo de un fuego que parece apagado, pero que con un soplo vuelve a reavivarse y convertirse en hoguera.

            Gracias, porque al reinicio de tu andadura me descubres hijo contigo, de un Dios padre y madre que me ama, que me acoge y que me proyecta. Que me ofrece su calor de vida y que me impulsa contigo a ser portador de luz, de calor y de vida.

CONTEMPLACIÓN:          “Tú, mi Dios”

Paloma blanca que aleteas
con vuelo firme hasta mí.

Llama de amor
que quieres prender
y poner calor de vida
en mis entrañas.

Amor inmenso,
de padre y de madre unidos,
que me acoge
y me abraza en mi ser
íntimo y profundo,
en lo más mío.

Agua clara y limpia,
torrente de vida
que refrescas,
sacias, purificas.

Tú, mi Dios,
que haces mi historia,
y la acompañas.


Publicado por verdenaranja @ 10:43  | Liturgia
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 Lectio  Divina para la Fiesta de la Epifanía del Señor - C 2010, ofrecida por la Delegación de Liturgia de la Diócesis de Tenerife.

LECTURA:      “ Mateo 2, 1‑12”

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.  Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.» 

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. 

Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel"» 

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.» 

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. 

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. 

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino. 

 MEDITACIÓN:      “Hemos visto su estrella”

 Los reyes nacen en los palacios, al menos en teoría, y era lógico que aquellos hombres terminasen preguntando en el palacio del rey si allí había nacido algún heredero especial. Además venían siguiendo su estrella y allí, en Jerusalén, había desaparecido, por lo tanto era señal de fin de camino.

Pero no, aquellos buenos hombres no se dieron cuenta de que la estrella ya no estaba porque aquella no era la corte del rey con el que esperaban encontrarse, no era aquel el mejor lugar para que brillase nada, de no ser el poder y la ambición, con todas sus secuelas.

Pero también el mal, aunque sea por intereses, termina abriendo camino al bien. Y así, donde menos lo esperaban, sobre una casa sencilla de pueblo, no de la gran capital, la estrella volverá a brillar. En ella una joven sencilla y un niño cualquiera, pero qué bonita escena, ante ellos, aquellos hombres caen de rodillas, como si una fuerza los empujase a hacerlo, y le adoran, como rey y como Dios.

No, no importa que la escena sea así de histórica. Ni que sean magos o reyes, o nada. Lo importante es que tu venida es como la señal de que una luz especial nos ha llegado, algo bueno nos ha pasado. Suele decirse de algún pequeño que “éste ha nacido con buena estrella”. La historia, la verdad, es que no te lo puso muy fácil, Señor. No sé si fue buena estrella para ti, pero no cabe duda de que lo fue para el mundo y para nosotros.

A pesar de las muchas oscuridades en las que vivimos envueltos, muchos lugares donde tu estrella no es posible ser vislumbrada, tú sigues brillando y ofreciendo tu luz, siempre donde menos lo esperamos. Donde menos brilla el poder, allí estás silencioso, riendo o llorando, pero estás. Eres tú mismo el que ríes o lloras, y al mismo tiempo lanzas tu grito de esperanza. Tu anuncio de buena noticia, para que sea escuchado, acogido. Es un grito de liberación que quiere ayudarnos a desatar todas esas ligaduras que nos atan, que nos condicionan, que no nos dejan volar, que no permiten que expresemos lo mejor, lo más noble, lo más limpio, lo más bello, lo más bueno que hay en nosotros. Es un grito que quiere rasgar nuestros horizontes, pequeños y limitados, y darnos cauces de eternidad. Es palabra que quiere desbordar desde mis oídos hasta mis entrañas y desde ellas diseminarse allí donde me muevo.

Sí, tu estrella vuelve a aparecer, a brillar en mi vida, quiere brillar en la noche de nuestra humanidad esperanzada y dolorida, y eso, a pesar de mis sombras e incertidumbres, me llena de inmensa alegría. Y como a aquellos personajes una fuerza me impulsa a hincar mis rodillas y adorarte en una profunda acción de gracias.

 ORACIÓN:      “Tu luz”

             Enséñame a descubrir tu luz, tu presencia, en todo lo sencillo y lo bueno que hay en el mundo, que hay a mi alrededor, y a ayudar a que los demás también lo sientan y lo vean. Que al final sean más las estrellas, y que la luz termine dominando y venciendo  nuestras oscuridades. Porque aunque tal vez no lo sepamos, hay más hombres y mujeres que siguen buscando una luz que los que tratan de apagarla.

CONTEMPLACIÓN:      “Tu estrella”

 Necesito una estrella
que me guíe
en la oscuridad de mi camino,
Que me permita atravesar
las noches que se ciernen
en el mundo,
y que me envuelven el alma.

Necesito tu estrella
que aliente mi andadura,
en la incertidumbre de mi historia,
en mis sombras más profundas,
que mantenga mi esperanza
abierta.

Y tú vienes a rasgar mi penumbra,
a hacer de mi noche día,
a ser para mí y hacerme a mí,
estrella.


Publicado por verdenaranja @ 10:39  | Liturgia
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Lectio Divina para el segundo domingo de Navidad 2009-2010 - C, ofrecida por la Delegación Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Tenerife.

LECTURA:      “Juan 1, 1‑18”

 En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.  Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.  En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.  La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:  éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.  Al mundo vino, y en el mundo estaba;  el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.  Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.  Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.  Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:  gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo:  «Éste es de quien dije:  "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»  Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.  Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado ha conocer. 

MEDITACIÓN:      “Les da poder…si creen”

            Hemos comenzado la andadura el nuevo año, y en este su primer domingo la palabra nos vuelve a acercar el texto que escuchamos el mismo día de Navidad. Es una manera de querer comenzar este nuevo camino marcando bien el paso, algo que a veces cuesta. Por eso, éste condicional que nos pone el evangelista resulta como el punto clave de la cuestión.

            Algo claro es la realidad de tu venida, de tu encarnación, de tu oferta de salvación. Algo claro es que tú vienes como la palabra de amor que se encarna en gestos de amor. Ésa va a ser la esencia de todo tu paso por nuestra tierra.

            Algo claro es que tú vienes como luz, para iluminar nuestras sombras, nuestras oscuridades, nuestras incertidumbres y miedos, y aportarnos un resquicio de esperanza. Para decirnos que esas sombras no son la última palabra sobre el hombre y la historia, por mucho y fuerte que sea su peso.

            Y así, tu encarnación se nos hace llamada, anuncio, invitación, posibilidad. Y tu presencia parece conectar con esas ansias y deseos que laten en el corazón de todo ser humano. Pero tu presencia necesita ser acogida, abrazada, encarnada en nuestra propia vida, si no, corre el riesgo de agostarse, de secarse por falta de cuidado. Vienes para anunciarnos que nos ofreces el poder de ser hijos de Dios, de vivir como hijos de un tal Padre, y de manifestar desde ahí nuestras lazos de fraternidad, capaces de meternos en la corriente de algo nuevo y bueno que nos deseamos cada año que comienza.

            Lo deseamos, pero parece que todavía hay fuerzas mayores que no nos dejan creerlo de verdad, acogerlo con firmeza, vivirlo con esfuerzo y entusiasmo, trabajarlo con denuedo e ilusión. La realidad nos aleja de nuestros mejores sueños, pero tú has entrado en nuestra historia, sigues llamando a la puerta de nuestros corazones, y eso hace posible que, a pesar de todo, la esperanza siga abierta.

ORACIÓN:      “Como hijo”

            Señor, en el inicio de este año todavía se mantienen vivos mis deseos. El mundo no ha cambiado sustancialmente, ni yo tampoco, pero tu palabra y tu presencia siguen vivas y se me muestran con toda la fuerza de tu cercanía y de tu amor. Que nunca deje de resonar tu palabra en mí, Señor, sigue llamándome “hijo”, para que termine aprendiendo a vivir y actuar como hijo tuyo, y que esta realidad me ayude cada día a tomar conciencia de mi ser hermano, para que contigo ponga mi grano de arena para hacer un mundo mejor.

CONTEMPLACIÓN:      “Sigue…”

Sigue brillando en el centro
de mis oscuridades,
sigue siendo Palabra viva
en medio de mis silencios
y mis vacíos.

Sigue siendo Padre
aunque no sepa vivir
como hijo,
porque creo que esa esperanza
que pones en mí
conseguirá que un día
sea proyección de tu luz
y de tu palabra.

Sea para ti un hijo
y desde ti me haga hermano.


Publicado por verdenaranja @ 10:34  | Liturgia
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Jueves, 07 de enero de 2010

Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia para el tercer domingo de Adviento. (AICA)
(13 de diciembre 2009)


“JUAN ANUNCIABA UN BAUTISMO DE CONVERSIÓN”
3,2b.3-10-18 

I. “¿Qué debemos hacer, entonces?” 

1. El domingo pasado leímos en el Evangelio que Juan el Bautista anunciaba a todos, sin distinción, “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados” (Lc 3,3). Hoy leemos la reacción de la gente, y la respuesta de Juan a la pregunta: “¿Qué debemos hacer? (v. 10)”. La misma pregunta se formulará la gente en Pentecostés, cuando oiga predicar al apóstol Pedro (cf. Hch 2,37). 

2. La predicación evangélica no es una simple exposición de verdades religiosas para ser conocidas con la mente. La Palabra de Dios es anunciada para ser recibida en el corazón y realizada con obras que muestren un cambio radical de conducta. No basta escucharla y proclamarse cristiano. Es preciso ponerla en práctica y vivir como Cristo. Juan Bautista interpela con su mensaje: “Produzcan los frutos de una sincera conversión, y no piensen: ‘Tenemos por padre a Abraham’. Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham” (Lc 3,8). Jesús hará lo mismo: “¿Por qué ustedes me llaman: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que yo les digo?” (Lc 6,46).  

3. La predicación de Juan sobre la conversión está dirigida a todos los hombres. Y ello se muestra en los diferentes grupos que la escuchan: el grueso de la gente, los recaudadores de impuestos, los militares. Todos ellos se interrogan: “¿Qué debemos hacer, entonces?” (Lc 3,10). La enumeración de los grupos que hace Lucas es una simple ejemplificación. Con derecho imaginamos que los demás grupos sociales también se interrogaban ante la predicación de Juan, en especial los que aparecen con más frecuencia en el Evangelio: los sacerdotes, los escribas, los fariseos. 

II. TRADUCCIÓN A LA SITUACIÓN DE HOY 

4. ¿Cómo traducir el pasaje evangélico al lenguaje y situación de hoy? Intentémoslo: el común de la gente que se dice cristiana, los clérigos, los políticos, los sindicalistas, los empresarios, los periodistas… 

El común de la gente

5. “El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene” (v.11), respondía Juan a la gente que le preguntaba “qué debemos hacer” (v. 10). No hay ninguna persona que no pueda hacer el bien. Cada uno a su medida, según las circunstancias de su vida, todos están llamados a hacer el bien. Hay mucha gente que lo hace. Más de la que se piensa. Si este mundo no estalla a pesar de tanta maldad, es gracias a la gente que vive calladamente en la bondad.

Sin embargo, hay que abrir los ojos. Porque al pueblo sencillo se lo pervierte de muchas maneras. Por los medios que le proponen modelos de vida inhumanos, donde prima el egoísmo en vez de la solidaridad. Por la manipulación que hacen de él no pocos que están puestos para servirlo. Hemos de velar, porque la pérdida de la honradez del pueblo sencillo sería la peor desgracia para la Argentina. 

Los clérigos

6. Lucas muestra que “los sumos sacerdotes y los escribas con los ancianos” conocían el bautismo de conversión de Juan Bautista, pero no creyeron en él (Lc 20,1-7). Nadie puede escapar a los interrogantes que plantea su predicación. Tampoco los ministros ordenados, que tenemos la misión de continuarla. Un buen punto de nuestro examen ha de ser cómo predicamos la conversión. El Concilio dice que “los presbíteros tienen como obligación principal el anunciar a todos el Evangelio de Dios” (PO 4). Y que los Seminarios han de preparar a los candidatos a las Órdenes sagradas “sobre todo en la catequesis y en la predicación” (OT 19). ¿La predicación que hacemos los clérigos es un fruto digno del mandato de Jesús y del Concilio? ¿Lo es la mejor preparación que en este campo han de impartir los Seminarios? No faltan quienes digan que en la predicación, medio capital para la evangelización, y en la preparación para ella, hay en la Iglesia un déficit alarmante.  

Los políticos

7. Nos referimos a ellos el domingo pasado. Son los que detentan la vocación terrena más excelente, pues procuran el bien común. En la práctica, lamentablemente, cuánto se ha degradado esta vocación en la Argentina. El desorden interno en el cual se vive, y la insignificancia a la que la Argentina se ha reducido en el concierto de las naciones: son dos frutos amargos de la degradación de la vocación política. Y un triste mérito de los grandes partidos. “¿Qué debemos hacer?”, se preguntarán. “Recuerden que Ustedes no son más que hombres. No se crean dioses. Resistan la tentación del totalitarismo. Sus partidos no son más que una parte de la opinión pública, y no el todo. Ábranse con sinceridad a dialogar con los otros que no piensan como Ustedes, y quieran construir junto con ellos un País para todos”. 

Los sindicalistas

8. Son los que defienden el pan y los derechos de los trabajadores y los encargados de promover su dignidad. Hay, por cierto, sindicalistas solidarios con sus compañeros, capaces incluso de dar la vida por ellos. No pocos se proclaman cristianos. Pero algunos lo son sólo de palabra. Pues promueven conductas disolventes de la paz social, que nada tienen que ver con el Evangelio, ni con la lucha justa por los derechos y la dignidad de los trabajadores. Y cuánta prepotencia muestran. Ni siempre se explica el tenor de vida que llevan, no acorde con sus salarios. Si la conversión de los políticos es cosa ardua, no lo es menos la de los sindicalistas. Pero es preciso plantearla. Y promoverla. 

Los empresarios

9. “El que tenga qué comer, haga otro tanto”, decía Juan Bautista (Lc 3,11). La exhortación vale para los empresarios, puestos en la sociedad para crear fuentes de trabajo y multiplicar el pan para el pueblo. La pequeñez de gran parte del empresariado argentino, comparado con la magnitud que podría haber adquirido en los últimos sesenta años: ¿es sólo fruto del dirigismo del Estado? ¿De la falta de normas jurídicas estables? ¿No habrá algo negativo intrínseco al mismo? Por ejemplo: ¿una visión corta que le impide ver que el bien del trabajador es el bien de la empresa? ¿Una noción de lucro fácil y absoluto? ¿Una manera de actuar al margen de toda ética? 

Los periodistas

10. Empresarios y actores de todos los medios. A veces se les atribuyen todos los males. Pero no pocas veces se arrogan ser un sector impoluto. A pesar de la individualidad de sus componentes, tal vez sea el sector con sentido corporativo más agudo, pues reacciona al instante ante cualquier objeción. Salvo algún editorial escrito, es difícil hallar en él una autocrítica sincera. Con el pretexto de que ellos no construyen la realidad, sino que la reflejan: muchos se eximen de toda reflexión sobre su accionar. No pocos hablan irreflexivamente de lo que no saben. Y actúan sin ningún sentido de la ecología social que habrían de preservar. “¿Qué debemos hacer?”. Unir íntimamente capacidad profesional y sentido moral.

 III. “CONSUMIRÁ LA PAJA EN EL FUEGO” 

11. Juan Bautista presenta al Mesías como un campesino que, después de la cosecha, hace la trilla, y separa el grano de la paja: “Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era, y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible” (Lc 3,17).

No cabe duda que en la Argentina hay buen trigo. Pero de paja hay parvas enteras a quemar. Como si una peste hubiese invadido el trigal, y hubiese quedado más paja que trigo bueno. Los argentinos comenzamos a transitar el sexenio del bicentenario 2010-2016. ¿Sabremos quemar tanta paja que ocupa inútilmente un campo prometedor? 

Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia


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