GUIÓN PARA GRUPOS MATRIMONIALES o de profundización en la fe[1], publicado por Comisión Episcopal de Seminaios y Universidades de la CEE y recibido entre losmateriales para celebración del DÍA DEL SEMINARIO 2010.
Comenzamos la sesión rezando la ORACIÓN POR LOS SACERDOTES EN EL AÑO SACERDOTAL
Jesús, Buen Pastor,
Que has querido guiar a tu pueblo
Mediante el ministerio de los sacerdotes:
¡gracias por este regalo para tu Iglesia y para el mundo!
Te pedimos por quienes has llamado a ser tus ministros:
Cuídalos y concédeles el ser fieles.
Que sepan estar en medio y delante de tu pueblo,
Siguiendo tus huellas e irradiando tus mismos sentimientos.
Te rogamos por quienes se están preparando
Para servir como pastores:
Que sean disponibles y generosos
Para dejarse moldear según tu corazón.
Te pedimos por los jóvenes a quienes hoy también llamas:
Que sepan escucharte y tengan el coraje de responderte,
Que no sean indiferentes a tu mirada tierna y comprometedora,
Que te descubran como el verdadero Tesoro
Y estén dispuestos a dar la vida “hasta el extremo”.
Te lo pedimos junto con María, nuestra Madre,
Y San Juan maría Vianney, el Santo Cura de Ars,
En este Año Sacerdotal. Amén.
(Obispos argentinos)
Introducción
El 19 de junio de 2009 (fiesta del Sagrado Corazón), el Papa abrió el Año Sacerdotal. Ha querido el Santo Padre que este Año Sacerdotal coincida con la celebración del 150º aniversario de la muerte de S. Juan María Vianney, el “Cura de Ars”. Durante el 2010 (Año Jubilar), Benedicto XVI proclamará a este humilde cura rural “Patrono de todos los sacerdotes del mundo”.
¿Quién fue el Cura de Ars?
Juan María Vianney nació cerca de Lyon en 1786. De origen muy humilde y con dificultades intelectuales, tuvo que superar muchos problemas para llegar a ordenarse sacerdote. Fue enviado a Ars, un pequeño y aislado pueblo donde se pensó que sus limitaciones intelectuales no podrían hacer mucho daño. A los pocos años de llegar allí, fundó una especie de orfanato para jóvenes desamparadas; se le llamó “La Providencia” y fue el modelo que se tomó para instituciones similares que se establecieron, más tarde, por toda Francia. Él mismo instruía a las niñas de “La Providencia” en el catecismo y estas sesiones de catequesis llegaron a ser tan populares que se daban todos los días en la iglesia a grandes multitudes. La gente de otras parroquias empezó a acudir a él, luego de lugares distantes, más tarde de toda Francia y, finalmente, de otros países. Pero su principal labor fue la dirección espiritual. Durante los últimos diez años de su vida pasó de 16 a 18 horas diarias en el confesionario; su consejo era buscado por toda clase de personas: obispos, sacerdotes, religiosos, jóvenes, enfermos y personas con toda clase de dificultades. En 1855 el número de peregrinos había alcanzado los veinte mil al año. Su dirección se caracterizaba por el sentido común, su gran perspicacia y conocimiento sobrenatural. Murió en 1859; el Papa Pío XII lo canonizó en 1925 y su fiesta se celebra el 4 de agosto. Este sacerdote resume en su vida las claves del ser y la misión sacerdotal, las vivió a la manera de su época, pero son dimensiones sacerdotales para todos los tiempos: la predicación, la oración, la caridad, la atención a las celebraciones sacramentales, especialmente a la penitencia y a la Eucaristía.
Un año para valorar la misión sacerdotal
Hemos oído noticias de que algunos sacerdotes, en diversas partes del mundo, se han visto implicados en actividades delictivas y escandalosas. La Iglesia desea que estas situaciones sean investigadas y juzgadas y que los culpables reciban las penas que merezcan; pero estos casos representan un porcentaje muy pequeño en el conjunto del clero. También nos afligimos cuando conocemos noticias de sacerdotes muy entregados que son asesinados cuando están dedicando su vida a comunidades pobres. Entre unos y otros está la inmensa mayoría de sacerdotes, personas dignas, hombres de oración y de caridad, entregados al ministerio pastoral, solidarios con los pobres y cerca de los que sufren. En medio de una vida austera, dedican su existencia a la Iglesia por amor a Jesucristo, a la misma Iglesia y al pueblo. Se afanan diariamente en su misión pastoral en medio de las exigencias actuales, entre ellas la escasez de sacerdotes, con la consiguiente multiplicación de trabajo que ello conlleva. Motivos de esta falta de vocaciones pueden ser el secularismo existente, el reducido número de hijos que tienen las familias en la actualidad, la dificultad de transmitir a los hijos el sentido cristiano de la vida que pueda ponerlos en disposición de escuchar la llamada al sacerdocio, la debilidad de la pastoral familiar, vocacional y juvenil, etc. Este aumento de tareas por la escasez de vocaciones, influye en la profundidad del trabajo pastoral de los sacerdotes y la relación con los fieles se hace menos gratificante.
En este ambiente nos disponemos a celebrar el Año Sacerdotal, en el que toda la Iglesia está llamada a rezar y reflexionar sobre la belleza e importancia del sacerdocio, puesto que el sacerdote es sacramento de Cristo, en cuyo nombre celebran los grandes misterios cristianos, singularmente la Eucaristía, centro y fuerza de la vida del cristiano. Debe ser un periodo de renovación espiritual, un momento de gracia, para profundizar en la identidad del sacerdote, en el sentido de su vocación y misión en la Iglesia y en la sociedad. Debe ser un Año de oración de los sacerdotes, por los sacerdotes y con los sacerdotes.
Propuestas del Santo Padre Benedicto XVI desde el ejemplo del Cura de Ars
Vamos a recoger sólo unas líneas de la carta en la que el Papa llama a esta celebración y en la que resalta las enseñanzas de este sacerdote santo para los sacerdotes de hoy.
Anunciar la verdad del amor
S. Juan M. Vianney consiguió cambiar el corazón y la vida de muchas personas, porque fue capaz de hacerles sentir el amor misericordioso de Dios. Llegó a decir “La mayor desgracia para nosotros los párrocos es que el alma se endurezca”, refiriéndose al peligro de que el pastor se acostumbre al estado de pecado o indiferencia en el que viven muchos fieles.
El testimonio evangélico
Es preciso que los sacerdotes, con su vida y sus obras, se distingan por un vigoroso testimonio evangélico, están llamados a asimilar el “nuevo estilo de vida” que el Señor Jesús inauguró y que los Apóstoles hicieron suyo.
Un nuevo estilo de vida: vivir los consejos evangélicos
El Cura de Ars supo vivir los “consejos evangélicos” de acuerdo con su condición de presbítero.
Su pobreza fue la que se le pide a un sacerdote, a pesar de manejar mucho dinero por los donativos que recibía, era consciente de que todo era para sus huérfanos, sus familias más necesitadas, sus pobres… (Él explicaba: “Mi secreto es simple: dar todo y no conservar nada”).
Su castidad también era la que se le pide a un sacerdote, los fieles se daban cuenta de que miraba el sagrario con los ojos de un enamorado.
La obediencia le hizo permanecer en su puesto ya que le atormentaba no sentirse idóneo para el ministerio parroquial y deseaba retirarse. Su regla de oro para ser obediente era: “Hacer sólo aquello que puede ser ofrecido al buen Dios”.
Vivir la “forma comunitaria” del sacerdocio
El ministerio sólo puede ser desarrollado en la comunión de los presbíteros con su Obispo, basada en el sacramento del Orden y manifestada en la concelebración eucarística y en diversas formas concretas de fraternidad sacerdotal efectiva y afectiva. Solamente así podrán, los sacerdotes, vivir el don del celibato y serán capaces de hacer florecer comunidades cristianas en las que se produzcan los prodigios de la primera predicación del Evangelio.
Dar más cabida a los laicos
El ejemplo de S. Juan María Vianney me lleva a poner de relieve los ámbitosde colaboración en los que se debe de dar más cabida a los laicos. En este contexto hay que tener en cuenta la encarecida recomendación del Concilio Vaticano II a los presbíteros de “ reconocer sinceramente y promover la dignidad de los laicos y la función que tienen como propia en la misión de la Iglesia…Deben escuchar de buena gana a los laicos…para poder junto con ellos reconocer los signos de los tiempos”.
Percibir la nueva primavera del Espíritu
Me complace invitar particularmente a los sacerdotes, en este Año dedicado a ellos, a percibir la nueva primavera que el Espíritu está suscitando en nuestros días en la Iglesia, a la que los Movimientos eclesiales y las nuevas Comunidades han contribuido positivamente.
Enseñar a orar
El santo cura de Ars enseñaba a sus parroquianos sobre todo con el testimonio de su vida. De su ejemplo aprendían los fieles a orar. Decía que “No hay necesidad de hablar mucho para orar bien”, “Sabemos que Jesús está en el sagrario, abrámosle nuestro corazón, alegrémonos de su presencia. Ésta es la mejor oración”.
La familia cristiana en el Año Sacerdotal
Este Año es para toda la Iglesia no sólo para los sacerdotes. Conocer mejor el sacerdocio y a los sacerdotes, orar con ellos y por ellos y por las vocaciones sacerdotales, interesarse por el seminario…son actividades que deben estar presentes en toda la comunidad cristiana; pero de modo específico debe empeñarse en esto la familia cristiana. Con aire familiar y desde la especial importancia que tiene para el sacerdote la pastoral con las familias. En el ámbito de la parroquia y de los movimientos, cada familia cristiana debe ser un hogar par el sacerdote. De esta relación familiar, profundamente humana y fraterna, se derivan muchos bienes tanto para la familia como para el propio sacerdote.
La pastoral familiar es un lugar de encuentro humano, cristiano y eclesial entre sacerdotes y laicos que enriquece a unos y a otros. La importancia de esta relación ha sido señalada por la Iglesia: a todos los sacerdotes les compete trabajar con las familias, es una dimensión esencil y omnipresente del apostolado cristiano, que todos los sacerdotes están llamados a realizar.
Juan Pablo II dijo en el Año de la Familia “La pastoral familiar- lo sé por mi experiencia personal- constituye, en cierto sentido, la quintaesencia de la actividad de los sacerdotes en todo ámbito y a cualquier nivel”.
Para la reflexión y el diálogo
El Año Sacerdotal está dirigido a los sacerdotes y nos afecta también a los laicos. ¿En qué manera?
En el tema se exponen siete propuestas del Papa, ¿con cuál de ellas te sientes más identificado?, ¿en cuáles de ellas estás dispuesto a colaborar con los sacerdotes?, ¿en qué forma lo harás?
¿Qué acciones concretas crees que se deberían realizar para celebrar este Año Sacerdotal?
Acordar algún compromiso concreto personal, conyugal y de equipo en relación con el contenido de este tema y anótalo para que sirva de recordatorio.
Para la oración
Leer y comentar, en presencia del Señor, este texto:
A los presbíteros de esta comunidad yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad, no como dominadores sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelo del rebaño. Y cuando aparezca el Supremo Pastor recibiréis la corona de gloria que no se marchita. (1 Pedro, 5,1-4).
Hacer una oración comunitaria, terminando con el Padrenuestro.
[1] Material resumido por el matrimonio José Luis Pareja y Rosa Ávila, de Valencia, pertenecientes al Movimiento Familiar Cristiano.