Lectio divina para el jueves de la cuarta semana de cuaresma 2010, ofrecida por la Delegación Diocesana de Liturgia de la diócesis de Tenerife
Lectio jueves 4º
LECTURA: “Juan 5, 31‑47”
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo doy testimonio de mi mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»
MEDITACIÓN: “Tener vida”
Es como una obsesión, como si no te lo creyeses, Señor. Has venido a traer vida pero rechazamos la vida, es como si fuese increíble para ti. Vienes a ofrecernos el sentido de nuestro horizonte, a abrirnos la puerta que nos abre el misterio de la existencia, y parece que no encontramos valor a eso.
Pienso a veces, Señor, que no es cuestión del futuro que nos ofreces. El problema está en que ese futuro pasa por el presente, y que el futuro que nos ofreces de plenitud de vida conlleva optar por la vida desde el aquí y ahora, y en ese punto tropezamos. No cabe duda de que eso complica mi vida. Es más fácil creer sin más y ya está, lo demás, los comportamientos, las actitudes, no importan, es una cosa entre tú y yo.
Tu vida ha sido el testimonio de que a la vida se llega construyendo vida. Que creer en Dios y en nuestra plenificación no es cuestión de evasión, sino de dar un sentido y un giro a nuestra forma de ser, de actuar, de responder con coherencia de vida. No se puede optar por la vida desde signos de muerte. No se puede hablar de plenitud en el amor, si construyo individualismo.
Me hablas constantemente de que Dios es tu Padre y mi Padre. Con ello me abres la dimensión de la fraternidad, del servicio, y ahí, aunque lo entiendo y lo deseo, tropiezo.
Pero, Señor, tú lo sabes, quiero ser contigo y desde ti constructor de vida.
ORACIÓN: “Optar por la vida”
Tengo que acudir cada día a ti, Señor, para pedirte tu fuerza, para pedirte que no me falte la cercanía de tu palabra. Creo que eres el Dios de la vida, y deseo que todos mis gestos, desde los más insignificantes a los más importantes, estén marcados por ser portadores de vida.
Acompaña mi caminar, ayúdame a reconocer continuamente cuando me aparto de este deseo tuyo y mío. Que sepa entender que casi siempre optar por la vida supone darla, ponerla al servicio de los otros, porque la vida ante todo es un don que nos regalas para que redunde en vida para todos. Que lo entienda cada vez con más fuerza y que lo realice, Señor.
CONTEMPLACIÓN: “Tu aliento”
Mi aliento es tu aliento.
Mi mirada es la tuya.
Mis latidos son un milagro
diario de tu amor.
Siento que tu vida
alimenta la mía,
y sólo deseo
que también mi vida
alimente la de mis hermanos,
Señor.