Mensaje de los obispos de la diócesis de Santiago del Estero, para la Cuaresma 2010. (AICA)
Santiago, conviértete y cree en el Evangelio para ser discípulo y misionero
de Jesucristo
En este año donde conmemoramos el bicentenario de nuestra patria tenemos que escuchar de una manera nueva el llamado a la conversión de esta cuaresma, no solo de cada uno personalmente, sino de todos como comunidad nacional. Por eso la cuaresma nos llama a la oración, la penitencia y la limosna.
Debemos dedicar tiempo a la oración, hacer silencio interior para escuchar a Dios. Tal vez, mucho de los males que nos agobian provienen de un interior con mucho ruido, imposibilitado de escuchar la voz de Dios que nos habla en la conciencia. Recuperar la fe y los valores trascendentes que dieron origen a nuestra patria.
La Penitencia, que es fruto del espíritu de conversión, nos lleva a un verdadero entrenamiento para privarnos de todo lo malo y vaciarnos de lo superfluo para poder ser colmados de Dios. Sin duda, el consumismo materialista nos hace estar dispersos, llenos de todo y vacíos por dentro. Debemos saber decir que no a muchas cosas para poder estar ágiles para responder a la voluntad de Dios en la caridad, de tal manera que descubramos que solo puede hacernos felices el vivir para los demás. Es muy conveniente al comenzar este tiempo cuaresmal el acercarnos al sacramento de la reconciliación para pedir a Dios que derrame sobre nosotros su misericordia y comprometernos a luchar contra el pecado y alejarnos de todo lo que nos aparta de Dios. No puede haber conversión en nuestra nación sino hay una conversión personal.
Y la limosna, que no se trata de dar lo que nos sobra sino de estar atento a las necesidades de los demás, y especialmente de los mas pobres y necesitados. Que podamos seguir creciendo en nuestra conciencia solidaria. El año pasado hemos respondido con generosidad en “la colecta más por menos”; esperamos en este año seguir creciendo en la alegría de compartir nuestros bienes, tiempos y talentos. Seria bueno que estas obras propias de la cuaresma no las vivamos solo individualmente, sino como familias y comunidades.
Que podamos responder en este bicentenario como nación al llamado: Santiago, pueblo argentino, levántate y camina para ser discípulo misionero de Jesucristo.
Mons. Francisco Polti, obispo de Santiago del Estero
Mons. Ariel E. Torrado Mosconi, obispo auxiliar de Santiago del Estero