Mi?rcoles, 21 de abril de 2010

Sugerencias para la homilía del día de la Pascua del Enfermo 2010, ofrecidas en el Guión Litúrgico para la celebración de esa Jornada el 9 de Mayo, VI Domingo de Pascua, recibido en la parroquia con los materiales.

1. Las lecturas del Domingo

- Hch 15,1-2.22-29. En la comunidad de Antioquía nacen las primeras disensiones con motivo de la misión entre los gentiles. Los apóstoles se reúnen en Jerusalén y, dejándose guiar por el Espíritu, resuelven los problemas creados por la apertura del evangelio a los gentiles. El texto es un vivo ejemplo de colegialidad en la vida de la Iglesia, de diálogo y de apertura; pero también lo es de valentía, de decisión y de saber asumir los riesgos. En el centro del texto está manifiesta la presencia del Espíritu en la Iglesia, Él es el que dirige las decisiones y el que alienta la actividad misionera. 

-      Sal 66. La comunidad agradece al Señor los frutos de la tierra y le pide que renueve constantemente sus bendiciones, para que todos los pueblos reconozcan en el Dios de Israel al único Dios.

-      Ap 21,10-14.22-23. El libro del Apocalipsis describe lo que podríamos llamar la Iglesia celestial, la Nueva Jerusalén, que tiene su origen en el triunfo del Resucitado y se caracteriza por su perfección y belleza. La Nueva Jerusalén es iluminada por la gloria de Dios, es decir, por el Cordero, manifestación del Padre. Es el triunfo del bien sobre el mal, del amor sobre el odio, de la vida sobre la muerte.

-      Jn 14,23-29. Jesús se despide de sus discípulos con palabras de consuelo y expone la situación del creyente en el periodo intermedio entre su resurrección y su retorno. Esta situación se caracteriza por la relación íntima con él, una relación de amor que crea una afectiva presencia de Dios en él. La condición para esta relación personal es el amor del discípulo a Jesús, un amor que se manifiesta en la aceptación y en la adhesión fiel a su palabra, que es adhesión a su persona en cuanto reflejo del Padre, imagen perfecta suya, su palabra. Amar es guardar lo mejor del otro en el propio corazón, es dar tanta importancia a la palabra del otro que ya no hace falta más; no hace falta ni que el otro esté presente físicamente. La situación del creyente se caracteriza también por la presencia y acción en él del Espíritu enviado por Jesús en su nombre, en su lugar y de su parte. Jesús se despide de sus discípulos comunicándoles su paz, que es el bienestar, el reposo y la seguridad de quien posee la presencia divina en él, y con ella todos los bienes. Sus discípulos deben sentirse en paz, sentir su paz, comunicar la paz.

2. La Pascua del Enfermo

La celebración de los 25 años de la Pascua del Enfermo nos brinda la oportunidad de agradecer al Señor todo el bien que, con su inspiración y ayuda, hemos podido hacer a los hermanos más pequeños, los enfermos, y el que ellos nos han regalado. Además nos ofrece la oportunidad de mirar hacia el futuro para dar un nuevo impulso, con esperanza y creatividad, a la celebración. Ofrecemos las siguientes pistas:

En el momento histórico-cultural actual, se advierte la exigencia de una presencia eclesial atenta junto a los enfermos, así como de una presencia en la sociedad capaz de transmitir de modo eficaz los valores evangélicos para tutelar la vida humana en todas sus fases, desde su concepción hasta su término natural. Esto comporta tener siempre como horizonte y estímulo de toda evangelización el ofrecer al hombre de hoy la salvación cristiana de tal modo que le haga vivir de manera más digna y humana la vida entera: la enfermedad y la salud, el dolor y la muerte.

Las comunidades cristianas han de ser fuentes de salud abiertas a la salvación de Jesucristo. Toda la actividad evangelizadora de la comunidad, y no sólo la pastoral de la salud, es y ha de ser saludable y sanante. Sin desvirtuar las diversas actividades de la comunidad, hay que enriquecerlas y dinamizarlas desde la fuerza sanante que se encierra en la salvación ofrecida por Jesucristo.

Recuperar la actitud de Cristo ante el enfermo y sus familiares, promoviendo una asistencia más humana e integral. Nuestra acción pastoral en el mundo de la enfermedad ha de impulsar todo aquello que puede encarnar y prolongar hoy el servicio sanador de Cristo: la defensa de la salud y del bien del enfermo, la lucha contra la enfermedad y sus causas, la ayuda a la familia del enfermo, la solidaridad en el campo de la salud, la humanización de la asistencia...

Han de estar muy presentes entre nosotros los enfermos más necesitados y desasistidos. Este servicio al enfermo pobre y desasistido ha de ser también hoy para la Iglesia criterio de discernimiento y punto de referencia para su acción evangelizadora en la sociedad.

— Hoy se hace necesario evangelizar la cultura actual de la salud ofreciendo un modelo de salud más fiel a los valores evangélicos y una iluminación ética de los problemas sanitarios. Nuestro modo de estar en el mundo, de vivir en esta sociedad, nos está reclamando colaborar, desde la inspiración del Evangelio, en la promoción de una cultura de la salud más atenta a todas las dimensiones del ser humano y más abierta a su salvación definitiva.


Publicado por verdenaranja @ 17:28
 | Enviar