Lunes, 05 de julio de 2010

ZENIT?nos ofrece el art?culo del padre Paul Gunter, profesor del Pontificio Instituto Lit?rgico de Roma y Consultor de la Oficina de las Celebraciones Lit?rgicas del Sumo Pont?fice, donde nos presenta una detallada descripci?n de las oraciones que el sacerdote puede utilizar encomiablemente para prepararse a la celebraci?n de la Santa Misa, y para hacer la acci?n de gracias despu?s de ella. Estas oraciones se encuentran, con diversa extensi?n, en los dos misales de las dos formas del Rito Romano. El art?culo pone de manifiesto la importancia de una buena preparaci?n a la celebraci?n y del debido agradecimiento posterior, sea en base al v?nculo entre el ejemplo de Cristo y la vida del sacerdote, que por los efectos ben?ficos que esta costumbre produce tambi?n en los fieles que participan en la liturgia (Mauro Gagliardi).

Por Paul Gunter, OSB?

1. La oraci?n ?ntima y personal de Jes?s

Para el sacerdote, dar fruto en la vida y en el ministerio depende de la uni?n con Dios, uni?n que est? en la base tambi?n del hecho de que los fieles se dirijan a ?l para que rece por ellos. Jesucristo confi? a aquellos que le segu?an m?s de cerca una palabra que aclara el sentido de todo el bien que habr?an hecho: ?Yo soy la vid, vosotros los sarmientos El que permanece en m?, y yo en ?l, da mucho fruto, porque separados de m?, no pod?is hacer nada? (Jn 15,5). El mismo Se?or Jes?s, en el contexto de los muchos milagros realizados por ?l, estableci? un tiempo para estar solo, para dedicar a la oraci?n a su Padre celestial. Para Jes?s, la oraci?n oficial de la liturgia era soportada por una vida interior, en la cual la reserva apoyaba esa intimidad que nutre la oraci?n personal. Las dimensiones eclesial y comunitaria se refuerzan por una relaci?n personal similar con Dios, que cada fiel espera poder profundizar.

La b?squeda de Dios, que da significado a la vida de los que lo aman, sirve de recuerdo cotidiano del hecho de que toda bendici?n proviene y al mismo tiempo dirige hacia el Dios omnipotente. La Sagrada Escritura describe de forma v?vida el alimento que Jes?s tomaba de su vida de oraci?n escondida: ??l se retiraba a lugares desiertos para orar? (Lc 5,16). Del mismo modo, notamos la importancia de los distintos momentos del d?a, por el hecho de que Jes?s se muestra particularmente atento al silencio de la oraci?n, en la que busca la voluntad del Padre. Momentos similares animan un especial recogimiento y una cercan?a ininterrumpida: ?Por la ma?ana se alz? cuando a?n estaba oscuro y, tras salir de casa, se retir? a un lugar desierto y all? rezaba? (Mc 1,35); ?Despu?s, subi? a la monta?a para orar a solas. Y al atardecer, todav?a estaba all?, solo? (Mt 14,23).?

2. La oraci?n ?ntima y personal del sacerdote

El sacerdote, consciente de participar en la obra de Cristo, se esfuerza por seguir su ejemplo, por guiar el santo pueblo de Dios al Padre, a trav?s de Cristo en el Esp?ritu Santo. ?l sabe muy bien que, dado que sus defectos da?an la credibilidad de su testimonio, debe pedir con no menor urgencia a Dios que infunda en ?l las virtudes propias de su estado. Parte de la homil?a propuesta en el rito de ordenaci?n del presb?tero instruye a aquel que va a ser ordenado de esta forma: ?As? continuar?s la obra de santificaci?n de Cristo. A trav?s de tu ministerio, el sacrificio espiritual de los fieles se hace perfecto, porque est? unido al sacrificio de Cristo, es ofrecido a trav?s de sus manos en el nombre de la Iglesia de forma incruenta sobre el altar, en la celebraci?n de los sagrados misterios. Reconoce lo que haces, imita a aquel que tocas, para que celebrando el misterio de la muerte y resurrecci?n del Se?or, puedas mortificar en ti mismo todos los vicios y prepararte a caminar en una vida nueva? [1].

Se ve, por ello, que el motivo de una particular preparaci?n del sacerdote antes de la Misa y el agradecimiento despu?s de ella reside en el beneficio para la Iglesia entera, porque el sacerdote que santifica al pueblo cristiano necesita ?l en primer lugar ser colmado por el esp?ritu de santidad. Siempre es de ayuda al sacerdote haber tomado un momento para considerar los textos que rezar? durante la Misa, sea en el d?a en el que participar? la asamblea, sea cuando falta esta. Oportunas reflexiones previas sobre los textos pueden estimular un deseo m?s profundo de Dios. La preparaci?n textual constituye una preparaci?n lit?rgica coherente para la Santa Misa, no en ?ltimo t?rmino porque est? basada en la Sagrada Escritura. Un sacerdote que cultiva el silencio personal en el tiempo que precede y que sigue a la Santa Misa, con su misma disposici?n animar? el esp?ritu de meditaci?n.

Un sacerdote en atenci?n pastoral podr?a tener que luchar para establecer el silencio deseable en toda sacrist?a, especialmente si se presenta la necesidad de tener que recibir en ella a los fieles. Pero precisamente para ?l en particular, los textos de preparaci?n antes de la Misa y de agradecimiento despu?s de ?sta pueden ser rezados en cualquier momento. ?stos reconocen tambi?n las limitaciones de tiempo y por ello se presentan como un apoyo espiritual m?s que como una imposici?n de obligaci?n sobre el sacerdote que intenta celebrar la Misa del modo m?s reverente posible. Debe se?alarse que la ligera categor?a [blanda rubrica] que se encuentra bajo los t?tulos de la Praeparatio ad Missam y de la Gratiarum Actio en el Misal de 1962 reconoce estas exigencias concretas del sacerdote [2]. Ning?n acto de amor, por definici?n, es apresurado. Habiendo ofrecido el supremo sacrificio del amor de Cristo, es de esperar que un sacerdote sea movido a hacer lo que sea posible para encontrar un tiempo, aunque sea breve, para una acci?n de gracias despu?s de la Misa. Y se sentir? reforzado por haberlo hecho.

La preparaci?n de un sacerdote para la Misa ser? ulteriormente apoyada por el ciclo de la Liturgia de las Horas, que enriquece la vida de todo sacerdote. La antigua sabidur?a del Ritus Servandus in Celebratione Missae, que se encuentra a?n en la primera parte del Misal de 1962, presume la importancia intr?nseca del Oficio Divino para la vida interior del presb?tero. ?sta establec?a que los Maitines (actual Oficio de Lectura, n.d.t.) y los Laudes deb?an haberse completado antes de la celebraci?n. Tambi?n debe decirse que el contexto de esa prescripci?n secular no pod?a tener presente la Misa de la tarde [3].

Dado que la Misa se celebra actualmente en cualquier hora del d?a lit?rgico, ya no se aplica esta norma de modo restrictivo, sin embargo los Principios y Normas para la Liturgia de las Horas explican atentamente la conexi?n entre la celebraci?n de la Eucarist?a y la Liturgia de las Horas: ?Cristo ha mandado: 'Hay que rezar siempre sin descanso' (Lc 18,1). Por ello la Iglesia, obedeciendo fielmente a este mandato, no cesa nunca de elevar oraciones y nos exhorta con estas palabras: 'Por medio de ?l (Jes?s) ofrecemos continuamente un sacrificio de alabanza a Dios' (Hb 13,15). A este precepto la Iglesia responde no solo celebrando la Eucarist?a, sino tambi?n de otras formas, y especialmente con la Liturgia de las Horas, la cual, entre las dem?s acciones lit?rgicas, tiene como caracter?stica, por antigua tradici?n cristiana, santificar todo el transcurso del d?a y de la noche? [4].?

3. La Praeparatio ad Missam

3.1. La comparaci?n de los textos ofrecidos para la Praeparatio muestran que las mismas oraciones est?n incluidas en las dos formas del Rito Romano, aunque hayan sido reducidas a cuatro en el Missale Romanum de 1970. En este, encontramos la oraci?n Ad Mensam de san Ambrosio; la Omnipotens sempiterne Deus, ecce accedo de santo Tom?s de Aquino; una oraci?n a la Beata Virgen Mar?a, O Mater pietatis et misericordiae; y la F?rmula de Intenci?n Ego volo celebrare Missam [5]. A ra?z de una primera reforma de las indulgencias hecha despu?s del Concilio Vaticano II y publicada en el Enchiridion de las Indulgencias de 1968, no se mencionan las indulgencias que fueron unidas a la recitaci?n de estas oraciones por P?o IX, cuyos detalles hab?an sido publicados en el Misal de 1962.

3.2. Amplios textos adornan ese Misal, La ant?fona Ne reminiscaris pide a Dios que sea misericordioso a pesar de nuestros pecados y de los de aquellos que nos han precedido. Esta va seguida por los salmos 83, 84, 85, 115 y 129. El Kyrie eleison, Christe eleison, Kyrie eleison y el Pater noster, cuyas dos ?ltimas l?neas forman el inicio de una serie de vers?culos, son seguidos por un n?mero de colectas breves. En algunos manuales devocionales estas siete colectas se atribuyeron a san Ambrosio y asignadas a los diversos d?as de la semana. Sea como sea, por como est?n colocadas en el Misal, se considera que deben decirse sucesivamente bajo una ?nica conclusi?n. Todas, excepto la s?ptima, se concentran sobre la obra de santificaci?n del Esp?ritu Santo. La s?ptima colecta es seguida por una doxolog?a m?s larga que concluye la serie. La primera colecta reza para que el Esp?ritu Santo resplandezca en nuestros corazones, para que podamos celebrar dignamente los santos misterios. La segunda pide que podamos amar a Dios perfectamente y alabarlo dignamente. La tercera, que podamos servir a Dios en la castidad y pureza de esp?ritu, mientras que la cuarta implora al Par?clito que ilumine nuestras mentes. La quinta pide la fuerza del Esp?ritu Santo para expulsar las fuerzas del enemigo. La sexta colecta pide la sabidur?a y la consolaci?n, y la ?ltima pide a Dios que nos purifique y que haga de nosotros el lugar de su morada.

3.3. La extensa Oratio Sacerdotis ante Missam est? dividida en el Misal en siete partes, una por cada d?a de la semana, y forma una meditaci?n orante sobre la imitaci?n de las virtudes de Cristo, Sumo Sacerdote. Su significado es tan confortante como exigente. La relevancia de sus diversos temas es adecuada a su estilo literario, que es insistente e ?ntimo. El domingo, el sacerdote pide al Esp?ritu Santo que le ense?e a tratar los santos misterios con reverencia, honor, devoci?n e ?ntimo temor. El lunes, se concentra sobre su necesidad de castidad perfecta, mientras que el martes, el sacerdote reconoce su propia indignidad al celebrar la Misa y, mientras proclama su fe en que Dios puede suplir cuanto le falta, pide percibir su presencia mientras celebra y tambi?n ser rodeado por los ?ngeles. El mi?rcoles sale a la luz el elenco de las necesidades sociales de las personas por las cuales Cristo derram? su Sangre. El jueves, el sacerdote, mientras mendiga la misericordia divina, recuerda c?mo la providencia socorre la fragilidad humana: ?Tu amas todo lo que existe, y no desprecias nada de cuanto has hecho? [6]. El viernes, el sacerdote reza especialmente por los difuntos y el s?bado reflexiona sobre el gran don del Sant?simo Sacramento y suplica que ?ste le pueda conducir a ver a Dios cara a cara.

3.4. El Ad Mensam de san Ambrosio pide que el Cuerpo y la Sangre de Cristo puedan perdonar al sacerdote sus pecados y protegerlo de sus enemigos. La Oraci?n de santo Tom?s de Aquino, en cambio, pide que el poder curador del Sant?simo Sacramento pueda preparar al sacerdote a la visi?n eterna de Dios. En la Oraci?n a la Beata Virgen Mar?a, el sacerdote reza no s?lo por s? mismo, sino por todos sus hermanos que celebran la Misa ese d?a en todo el mundo. Siguen oraciones a san Jos?, a todos los ?ngeles y santos y finalmente una oraci?n al santo en honor del cual ser? celebrada la Misa. La F?rmula de Intenci?n recuerda al sacerdote la intenci?n de la Iglesia respecto a la celebraci?n de la Misa, as? como su papel dentro de la misma. El sacerdote no opera solo. Lo que ?l realiza ha sido entregado por Cristo a su Iglesia, confirmado por el Magisterio y apoyado por la Tradici?n. El sacerdote hace presente el Cuerpo y Sangre de Cristo. ?l sigue el rito de la santa Iglesia cat?lica. Su objetivo es el de alabar a Dios y a la Iglesia celeste, mientras reza por la terrena, y en particular por todos aquellos que se han encomendado a sus oraciones, como tambi?n por el bienestar de toda la Iglesia cat?lica. Despu?s, al rezar por todos los fieles, el sacerdote pide que el Se?or le conceda a ?l y a todos alegr?a con paz, cambio de vida, un espacio de verdadera penitencia, la gracia y el consuelo del Esp?ritu Santo y la perseverancia en las buenas obras.?

4. La Gratiarum Actio post Missam

4.1. El cuerpo de textos que forma el agradecimiento tras la Misa muestra amor, humildad y fe que se exaltan en el don sublime de la Sant?sima Eucarist?a. El Missale Romanum de 2002 contiene la Oraci?n Universal atribuida al papa Clemente XI y el Ave Mar?a. Adem?s, en com?n con el Misal de 1962, contiene la Oraci?n de santo Tom?s de Aquino; las Aspiraciones al Sant?simo Redentor o Anima Christi; la Ofrenda de s? o Suscipe; la Oraci?n ante Nuestro Se?or Jesucristo crucificado e En Ego; y la Oraci?n a la Beata Virgen Mar?a. A estos textos en el Misal de 1962 se anexaban las indulgencias de los papas P?o X, XI y XII, mientras que algunos textos del Missale Romanum de 2002 han sido incluidos tambi?n en el Enchiridion de las Indulgencias.

4.2. En el Misal de 1962, una ant?fona precede al Benedicite (cf. Dn 3,56-58) y al Salmo 150. Observando la misma estructura de la Preparaci?n a la Misa, el Kyrie eleison y algunos vers?culos abren el camino a algunas colectas. La primera de ellas reza para que, como los tres j?venes fueron sacados ilesos de las llamas, as? puedan los siervos del Se?or evitar las heridas del pecado. La segunda colecta pide que las obras buenas que Dios ha comenzado en sus siervos puedan llegar a su cumplimiento, mientras que la tercera, que tiene un tema semejante a la primera, es una oraci?n a san Lorenzo, di?cono y m?rtir, a quien se hall? vencedor en el sufrimiento. Las devociones que el sacerdote puede recitar pro opportunitate poseen expresiones semejantes a las peticiones de protecci?n en nuestro viaje hacia el cielo. Tras la oraci?n de santo Tom?s hay otra (alia oratio) y el himno m?trico Adoro Te, sigue la amada oraci?n del Anima Christi. El Suscipe y el En Ego preceden a otra oraci?n que pide que la Pasi?n de Cristo sea la fuerza del sacerdote, su defensa y gloria eterna. Antes de las oraciones a san Jos? y al santo en honor del cual se ha celebrado la Misa, la Oraci?n a la Beata Virgen Mar?a ofrece a Jes?s, que ha sido recibido en la Sant?sima Eucarist?a, a la Virgen Madre, para que Ella pueda volver a ofrecerlo en el supremo acto de adoraci?n (latreia), o culto perfecto, a la Sant?sima Trinidad.?

5. Conclusi?n

El Ordenamiento General del Misal Romano establece: ?Es por ello de suma importancia que la celebraci?n de la Misa, o Cena del Se?or, est? ordenada de tal forma que los sagrados ministros y los fieles, participando en ella cada uno seg?n su propio orden y grado, traigan abundancia de los frutos por los que Cristo instituy? el Sacrificio eucar?stico de su Cuerpo y de su Sangre y lo ha confiado, como memorial de su Pasi?n y resurrecci?n, a la Iglesia, su amad?sima esposa? [7]. La preparaci?n del sacerdote a la Misa y al acto de acci?n de gracias sucesivo se completan mutuamente. Estos nutren la reverencia en los corazones y en las mentes de los fieles que son ayudados a participar con mayor intensidad en la liturgia celebrada por un sacerdote que se ha beneficiado de la oportunidad de recogimiento. Lo que anima la preparaci?n previa promueve tambi?n la acci?n de gracias sucesiva a la Misa. Ambas gu?an continuamente a la Iglesia hacia y desde el Sacrificio eucar?stico que celebra y hace presente los frutos del misterio pascual hasta que Cristo vuelva en el fin de los tiempos

[Traducci?n del ingl?s por Mauro Gagliardi, del italiano por Inma ?lvarez]

Notas

1) Pontificale Romanum, ?De Ordinatione Episcopi, Presbyterorum et Diaconorum?, cap. 2, n. 151: Munere item sanctificandi in Christo fung?ris. Minist?rio enim tuo sacrif?cium spiritu?le fid?lium perfici?tur, Christi sacrif?cio coni?nctum, quod una cum iis per manus tuas super alt?re incru?nter in celebrati?ne mysteri?rum offer?tur. Agn?sce ergo quod agis, imit?re quod tracta, qu?tenus mortis et resurrecti?nis D?mini myst?rium c?lebrans, membra tua a v?tiis ?mnibus mortific?re et in novit?te vit? ambul?re st?deas.

2) La expresi?n Praeparatio ad Missam impresa en negro est? seguida por otra: pro opportunitate sacerdotis facienda escrita en rojo, lo que califica los textos como recursos facultativos que el sacerdote puede usar seg?n las circunstancias.

3) Sacerdos celebraturus Missam [?] saltem Matutino cum Laudibus absoluto.

4) Institutio Generalis de Liturgia Horarum, cap. 1, n. 10.

5) Missale Romanum, editio typica tertia 2002, nn. 1289-1291.

6) Sb 11,24 forma el introito del Mi?rcoles de Ceniza, tanto en la forma ordinaria como en la extraordinaria del Rito Romano.

7) Institutio Generalis Missalis Romani, 2002, n. 17.


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