Homil?a de monse?or Mons. Luis T. St?ckler, obispo de Quilmes, para el 12? domingo durante el a?o (20 de junio de 2010). (AICA)
PERDER O SALVAR LA VIDA????????????
????????? La invitaci?n de Jes?s a seguirle, renunciando a uno mismo y cargando cada d?a con la cruz, podr?a sonar a pura negaci?n y asustar m?s que entusiasmar. Uno quiere vivir y ser feliz. Pero justamente por esto el Se?or ha dicho esta palabra qu? es evangelio, o sea una buena noticia.?
????????? Cuando pensamos en la felicidad de la persona, la debemos relacionar con los tres aspectos fundamentales de la condici?n humana: el f?sico, el ps?quico y el espiritual. Entre estos tres aspectos debe haber una armon?a que tome en cuenta, en? su conjunto, las necesidades de la persona. La experiencia nos muestra que esta armon?a no se da de forma espont?nea, sino que dentro nuestro hay una tentaci?n de privilegiar uno de los aspectos, lo cual distorsiona el equilibrio y nos quita la paz. A veces, la preocupaci?n por la satisfacci?n de los apetitos corporales es tan fuerte, que la mente gira permanentemente? alrededor de la comida, la vestimenta, el sexo y el dinero, y se descuidan las relaciones afectivas del entorno y el sentido de la trascendencia. Y no son pocos que han ca?do en este pozo. Hay otros que sufren una profunda depresi?n, aunque no tengan necesidades en lo? material; a veces, porque su reclamo afectivo no es atendido por sus familiares; y otras, porque el reclamo es tan exigente que los otros se sienten atropellados en su propia necesidad afectiva. Puede haber tambi?n una fuga en la vida espiritual que, como consecuencia, lleve a desentenderse de las obligaciones del trabajo y de atenci?n de la casa, lo que obviamente causa? desequilibrio, tanto en la persona cuanto en su entorno. La ra?z com?n de todos estos desatinos es la tendencia de considerarse uno mismo el centro y de querer servirse de los dem?s para la realizaci?n de su propio yo. Esta equivocaci?n que se da en el individuo, puede ser tambi?n colectiva, como cuando los ap?stoles dec?an que Jes?s era el Mes?as, del cual esperaban que fuera a traer la libertad y la prosperidad al pueblo jud?o, por la fuerza del poder.??
????????? Lo que Jes?s nos ense?a, no solamente de palabra sino sobre todo por su ejemplo, es que no nos comprendemos por auto-inspecci?n sino solamente al entregarnos al otro. ?El Hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud? (Mt 20, 28). Al darnos a los dem?s, nos encontramos a nosotros mismos. No es en el espejo donde nos descubrimos, sino en los ojos del otro al cual miramos con respeto y amor. Renunciar a nosotros mismos y buscar el bien del otro, es el camino hacia la verdadera felicidad. A?n cuando la incomprensi?n ajena no permita el disfrute compartido en armon?a, la cruz asumida con amor siempre es redentora y uno mismo nunca se queda sin la paz.??
????????? Cuando San Lucas en aquel entonces escribi? su evangelio y la invitaci?n de seguir a Jes?s, ya sab?a que el camino no terminaba en la cruz, sino que el Se?or resucitado ?cada d?a manifestaba su presencia entre ?sus disc?pulos, y que la iglesia crec?a vigorosamente. Pidamos al Se?or que aumente nuestra fe en su? promesa de que el que pierda su vida por ?l la salvar?, para ser disc?pulos suyos convencidos y misioneros cre?bles.?
Mons. Luis T. St?ckler, obispo de Quilmes
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