ZENIT? publica el documento escrito por la hermana Gemita Garrido, miembro del Comit? Ejecutivo Pastoral Nacional de Alcoholismo y Drogradicci?n (PANAD) de Chile con la colaboraci?n de Mauricio Zorondo, secretario ejecutivo PANAD, que ZENIT publica con motivo del D?a Internacional de la prevenci?n del uso de drogas que se celebra este s?bado.
En nuestra opini?n, la construcci?n social que hemos desarrollado los seres humanos esta enferma, de soledad y falta de sentido, se requiere que podamos comprometernos en el cambio de esta estructura social.
Desde esta dimensi?n, nos encontramos que el abuso de drogas y alcohol se han masificado en los ?ltimos cincuenta a?os en el mundo, haci?ndose eco de una filosof?a materialista y orientada hacia la b?squeda del placer, con una visi?n de la vida carente de ideales verdaderos y que es incapaz de dar un sentido mas profundo a la existencia del ser humano.
Requerimos construir relaciones que puedan otorgar mayores dosis de sentido en nuestro mundo a las personas que lo habitamos. Tal como en el proceso de recuperaci?n de problemas derivados del abuso de sustancias, requerimos tender a generar una nueva forma de vivir, en la cual los valores y los ideales profundos den fortalecimiento a nuestra manera de vivir.
El papa Juan Pablo II durante la concelebraci?n eucar?stica en la villa Castelgandolfo el 9 de agosto de 1980, pronunci? una homil?a destacando 3 motivos que inducen a buscar su refugio en la droga.
Bas?ndose en los estudios psicol?gicos y sociol?gicos, Juan Pablo II se?alaba:
La falta de claras y convincentes motivaciones de vida
La estructura social deficiente y no satisfactoria
El sentimiento de la soledad y de incomunicabilidad
Las personas que abusan del consumo de drogas y alcohol, son por un lado victimas de un sistema y por otro responsables de su propio destino; la exclusi?n en la que vive lo condena aun m?s. La comprensi?n y la compasi?n (sufrir con) son esenciales para pensar moralmente c?mo solidarizar con ellos e incluirlos a la sociedad y comunidad. Los sufrimientos asociados a estas conductas, que implican efectos sobre la vida social y familiar, requieren de nuestra acci?n evang?lica decidida y coherente.
En este sentido nos preocupamos de destacar que uno de los efectos de sufrimiento que viven las personas en situaci?n de exclusi?n es la afrenta a su propia dignidad, a su esencia de ser humano: su esp?ritu. En ?l reside, para nosotros los cristianos, lo m?s hondo de su propio ser; sus motivaciones ?ltimas, su ideal, su utop?a , su pasi?n, la m?stica por la que vive y lucha y con la cual contagia a los dem?s.
Por lo tanto creemos necesario que los cambios sociales e individuales que permitan alterar estas realidades de exclusi?n, deben implicar una visi?n social del problema que debe ir acompa?ada por la vivencia de valores b?sicos que permiten entablar relaciones enriquecedoras (amistad, comprensi?n, cari?o, aceptaci?n, etc) que dignifican a la persona humana.
Entre ellos contamos:
Autodominio: la persona humana tiene la obligaci?n de autoposeerse para poder realizarse y entregarse.
Responsabilidad: cualquier evasi?n de la realidad implica una cuota de falta de responsabilidad o esclavitud de la propia libertad.
Autorespeto:?respetar la propia dignidad de la persona humana.
Crecimiento: la persona humana esta invitada a crecer constantemente, a aportar algo a la sociedad.
El materialismo y el consumismo, el individualismo reinante y el aislamiento son algunos aspectos de la sociedad que posibilitan conductas y acciones que traen como consecuencia en las personas altos grados de sufrimiento, entre ellas el consumo abusivo de drogas. En nuestra sociedad, la cultura que se promueve es la de gozar lo que se pueda. Vivir feliz es el ?nico imperativo y ello se consigue de cualquier forma. La felicidad de cada uno es hacer lo que a el le gusta. Dinero, poder y placer, los tres dioses que ya denuncio San Juan.
Es aqu? donde debemos presentar a?Jes?s,?que realiza su predicaci?n con palabras y signos o milagros y desde el inicio anuncia que ha venido a liberar al pueblo de esa condici?n de injusticia en que se encuentra.
El Serm?n del monte sintetiza muy bien el pensamiento prof?tico de Jes?s y nos aclara el lugar teol?gico donde se ubico. Esa es la utop?a de Dios: felices los pobres, felices los compasivos, felices los pacificadores, los limpios de coraz?n, los que luchan por la justicia. Jes?s vino para todos, no quiere que nadie se pierda, esa salvaci?n y ese llamado a la conversi?n, se hace desde los marginados, desde los no amados. La vida pertenece a Dios, Jes?s viene para que tengamos vida en abundancia, Jes?s es el agua de la vida, el pan de vida.
Existen muchos pasajes que nos hablan de Jes?s enfrent?ndose con el sufrimiento humano, recuerdan que el vino a "sanar los enfermos, a anunciar la liberaci?n a los esclavos...", es decir su misi?n entera estuvo entre los pobres y para los pobres. Dios a trav?s de Jes?s ha hecho una opci?n preferente por los pobres y desvalidos, es decir, se ha situado justamente del lado del dolor, del sufrir, de la necesidad. Esto es lo que nos impacta, el dios de la vida ha querido encarnarse en el medio de los signos de muerte para traernos la vida y "vida en abundancia".
Nosotros estamos llamados a?continuar la presencia salvadora de Jes?s entre los hombres. Eso significa que debemos hacer hoy presente, aquellos signos o gestos que hizo Jes?s entre los hombres que, como en su tiempo, sufren una marginaci?n y menosprecio social debemos acercarnos a los excluidos y marginados para hacer una llamada a la salvaci?n a todos, para presentarles al dios misericordioso.
Sabemos que el amor es la mejor medicina para todo enfermo y quien se ha sentido marginado por la sociedad, al recibir su amor, volver? a alcanzar la salud. El odio, la baja estima, las frustraciones, solo se superan con justicia, con verdad y con amor. Nuestro trabajo no es cuesti?n de ?xito, nuestra eficacia es el amor gratuito, como el de dios hacia nosotros, es la gracia de dios, la gratuidad que tanto escasea en este mundo.