Ante la toma de posesi?n de muchos sacerdotes como p?rrocos, tradicionalmente en Septiembre en nuestra di?cesis, desde la Vicar?a nos han enviado?este art?culo titulado "Las conversiones del p?rroco", dentro del cap?tulo de meditaciones para nuesvos p?rrocos.
Las conversiones del ?p?rroco
Introducci?n:
?Qu? nueva llamada se da en el sacerdote que es nombrado p?rroco?
Este encuentro con unos p?rrocos reci?n nombrados pretende profundizar un tema muy preciso: ?Cu?l es la conversi?n a la que es llamado un sacer?dote cuando llega a ser p?rroco?
O mejor: ?qu? tipo de nueva llamada cristiana se produce en la vida del que llega a ser p?rroco?
Para ilustrar brevemente el t?tulo de esta refle?xi?n, partiremos de una constataci?n: los diversos tipos de llamada que recibe cada persona seg?n nos muestra la Escritura. El caso m?s evidente es tal vez el de Pedro: mientras echaba las redes junto con su hermano oye que Jes?s le dice: "Seguidme, os har? pescadores de hombres" (cf. Mc 1,16). M?s tarde, es constituido entre los Doce "para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios" (Mc 3,15). Al mismo Pedro se le dice: "T? eres Pedro, y sobre esta piedra edificar? mi Iglesia" (Mt 16,18). Igualmente se le dice, junto a los dem?s disc?pulos: -Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda creatura" (Mc 16,15).
Cuatro llamadas a las que corresponden cuatro misiones diferentes: cada una de ellas afecta a la per?sonalidad de Pedro y lo invita a una nueva conver?si?n.
Algo semejante podemos encontrar en la vida de Pablo. Recibe su primera llamada y brinda su pri?mera disponibilidad (cf. Hch 9,5-6); es elegido, en la comunidad de Antioqu?a, para la misi?n, y esto entra?a una gran novedad en la existencia del Ap?s?tol, incluida una conversi?n interior, un nuevo modo de situarse (cf. Hch 13,2).
Existen por lo tanto en la vida cristiana diversas llamadas que exigen conversiones nuevas, es decir nuevo retorno a los or?genes para enfrentar el nuevo horizonte de llamada; conversiones renovadas que no son conversiones sin importancia.
Nos preguntamos pues: ?Qu? conversi?n est? ligada al ministerio de p?rroco que conf?an a un sacerdote? ?Qu? tipo de nueva llamada cristiana le es propuesto con esta nueva misi?n que va a impregnar toda la vida de su persona?
Me refiero evidentemente a la primera vez que es nombrado, aunque, al cambiar de misi?n o de lugar, corresponde siempre un volverse a situar de nuevo frente al ideal.?
Al emplear el termino conversi?n, lo hago en el sentido b?blico; se podr?an citar muchos pasajes, pero me limito a un texto del Primer Libro de Samuel.
I Sm 7,3 es el grito de conversi?n qu? Samuel lanza al pueblo: "Samuel dijo a los israelitas: 'Si os convert?s al Se?or de todo coraz?n, quitad de en medio los dioses extra?os, Baal y Astart?, permane?ced constantes con el Se?or, sirvi?ndole s?lo a ?l".
Es interesante examinar los diversos componen?tes de esta invitaci?n a la conversi?n y os sugiero que lo hag?is personalmente. Ante todo se trata de un acontecimiento que se realiza "de todo coraz?n", que no nos coge s?lo una parte de nosotros mismos. Adem?s exige ciertos distanciamientos: "quitad de en medio los dioses extra?os", y por lo tanto es pre?ciso pasar revista a los propios ?dolos, las propias ata?duras, los condicionamientos a veces sutiles, que nos pueden quitar la libertad de una nueva entrega. Y tambi?n "convert?os al Se?or de todo coraz?n": todo esto tiene como fin el Se?or Jes?s, su contemplaci?n y su servicio; "servidle a ?l y s?lo a ?l". Y todo el con?junto ha de ser vivido en una dedicaci?n al pueblo, a la Iglesia particular, aunque teniendo como referen?cia objetiva, en primer lugar, al ?nico Se?or.
Se trata por consiguiente de una conversi?n de calibre, una vuelta a los principios fundamentales de nuestra vida cristiana y sacerdotal. Es un episodio de vida que, aunque permanezca dentro de las coordenadas de la vocaci?n bautismal y presbiteral, exige no obstante un replanteamiento y un redescubri?miento de los horizontes personales.
Veamos entonces en qu? consiste propiamente este cambio de horizonte y qu? actitud espiritual comporta.
Caracter?sticas del cambio de horizonte
No me preocupa definir esta nueva llamada cris- tiana de forma precisa y completa desde el ?ngulo de los c?nones. Intento m?s bien expresarla de forma existencial.
1. Al llegar a ser p?rroco, se recibe del obispo y se asume con ?l una porci?n de Iglesia, de la que se ha de responder en todo, con la propia vida.
Se asume ?no se elige, no se lo busca uno?, se recibe del obispo pero sin despegarse de ?l, permane?ciendo con ?l, una porci?n de su Iglesia particular, de la que se ha de responder casi en toda la l?nea.
Aunque no sea can?nicamente exacto quiero decir que mientras no se es p?rroco, se tiene cierta?mente una responsabilidad pero en ?ltima instancia siempre se puede apelar a la responsabilidad ?ltima del p?rroco. Cuando se es p?rroco, se tiene ante s? a un pueblo del que, en la globalidad de las circuns?tancias concretas, se lleva toda la carga ante Dios.
Se realiza entonces, al menos en parte, aquello que se contaba del papa Juan XXIII: en sus primeros sue?os o duermevelas de papa, cuando algo le preo?cupaba con exceso, dec?a: "?C?mo hacer? Pues... ?se le dir? al papa!... Pero el papa soy yo. Bueno, pues me toca a m? decidir".
Esto significa que uno tiene que responder en casi todo.
Y responder con la propia vida; es decir, respondo con todo lo que soy y me encuentro totalmente implicado, no dispongo de salidas de seguridad, estoy embarcado con la gente en un barco del que se han roto las amarras.
Es claro que uno sigue siendo responsable conjun?tamente con el obispo, pero en la pr?ctica, sobre todo en las grandes di?cesis, el obispo delega de hecho casi todo y por lo tanto el p?rroco responde como si fuese el ?ltimo responsable.
Por eso he dicho que la nueva llamada afecta a la vida espiritual del creyente que es p?rroco, porque esa llamada adquiere connotaciones de relaci?n sacramental y pastoral con el obispo y con la comu?nidad y, mediante esta relaci?n, se expresa la comu?ni?n con el papa, con la Iglesia universal; por ella pasa la misma relaci?n con Dios.
Una mejor explicitaci?n de lo que todo esto sig?nifica la encontr?is en el documento: La dedicazione del presb?tero diocesano cooperatore del Vescovo alta Chiesa particolare . Al hablar de la misi?n en una nueva responsabilidad pastoral, digo: "Esto vale con mayor raz?n para un presb?tero que es nombrado p?rroco. No llega a serlo por iniciativa personal o por presi?n de este o aquel grupo, sino por encargo expl?cito y can?nico del obispo". Y aqu? se cita el canon 519. Luego explico: ser responsable junto con el obispo significa asumir el caminar de la Iglesia particular como punto focal de referencia de la pro?pia actuaci?n; y asumirlo con alma y coraz?n, no como algo que no hay m?s remedio que hacer, sino como algo de lo que, en adelante, soy un elemento corresponsable y copart?cipe (cf. pp. 9ss).
2. Este cambio de vida es realmente algo as? como un desposorio (la expresi?n es bastante com?n en el lenguaje de la gente), pues consiste en asumir de manera definitiva y total la responsabilidad de conducir a los dem?s a Jes?s.
Es una ligaz?n de tipo esponsal, por lo cual ya no puedo desinteresarme del otro, no puedo desintere?sarme del camino que el otro sigue. Porque la ata?dura es doble y no se puede romper por capricho: por lo que a m? personalmente ata?e, esta ligaz?n me compromete en la fidelidad y es vivida por la otra parte igualmente como atadura de fidelidad.
3. La tercera caracter?stica de este cambio de vida desde el punto de vista existencial es un identificarse con el propio pueblo, para quien su camino es el m?o y el m?o se hace suyo.
Corno veis, estamos m?s all? de un funciona?rismo.
Precisamente hoy he echado un vistazo a las medi?taciones que propuse en 1982 durante un cursillo de Ejercicios espirituales a los sacerdotes. Recogidas en un fasc?culo bajo el t?tulo "Popolo mio, esci dall' Egitto!", no las hab?a vuelto a leer y las he encontrado por casualidad. Desde entonces hab?a procurado dar raz?n a m? mismo y a quienes me escuchaban de cuanto hab?a vivido dos a?os antes al ser consagrado obispo. Es cierto que ya hab?a tenido antes ocasi?n de situarme como superior de comunidades religiosas grandes, con centenares de sacerdotes, pero la cosa era diferente; porque las comunidades religiosas son, en parte, autogestionarias y sobre todo las de adultos poseen finalidades bien precisas. Cuando se asume, en cambio, la identificaci?n con un pueblo, uno acepta identificarse con todos los miembros de este pueblo, incluso los principiantes, desde los catec?menos hasta los ancianos, desde los alejados hasta los m?s cerca?nos; es preciso asumir sobre todo el camino de ese pueblo, y si yo no me identifico con este camino y este camino no se identifica conmigo, cualquier even?tual proyecto m?o es vano, les cae en el vac?o.
Es por consiguiente la percepci?n del gran cam?bio mental exigido por la nueva llamada la que incluso hoy me hace identificarme con lo expuesto en las p?ginas de Popolo mio, esci dall'Egitto!, por ejemplo donde digo:
"Lo que me ha empujado a reflexionar sobre este tema ?el caminar del pastor con su pueblo? es mi actual experiencia de pastor. Comprendo, en reali?dad, cada vez m?s que si la subjetividad es un aspecto significativo de la existencia humana, hay, no obstante, otro aspecto muy importante, que es el de sumergirse en la multitud, el de salir de la subje?tividad, el de asumir la personalidad corporativa. Uno se hace pueblo a trav?s de un proceso gradual, nada f?cil, fatigoso, porque esto significa una muerte a s? mismo, una ascesis, una purificaci?n, una conversi?n, para llegar a ser pueblo, voz y con?ciencia de un pueblo, sufrimiento de un pueblo".
Al meditar, en esa tanda de Ejercicios, sobre este tema hice hincapi? en Mois?s al que se le pidi? que se hiciera pueblo y que asumiese sus penalidades, sus cargas tal vez excesivas para ?l, pero sin jam?s mal?decir al pueblo ni apartarse de ?l.
El camino de identificaci?n de Mois?s con su pueblo se me antojaba un ejemplo de cuanto yo mismo estaba llamado a vivir, y dec?a: "Este aspecto implica cada vez m?s la vida, la oraci?n, la celebra?ci?n y tantas cosas m?s". Es el aspecto t?pico de ese mensaje b?blico que podemos tambi?n denominar con toda exactitud como el de la "personalidad cor?porativa", seg?n el cual uno es los muchos y los muchos son uno. Es la dial?ctca entre cada uno, sobre todo el responsable, el cabeza, y la comunidad (cf. Popolo mio, esci dall'Egitto!, Mil?n, Ancora, 1982, 9ss).
Se trata de una experiencia fuerte, nueva, gra?dual. Pero cuando uno se niega a esta conversi?n y no entra en ella, se producen esas situaciones en las que se constata que las dos personas conviven, que hasta realizan algunas cosas bien, pero no se da una identificaci?n, no se sienten el uno en el otro, uno critica f?cilmente al otro, se lamenta el uno del otro, cada cual dice siempre que el otro no cumple la parte que le corresponde. En una palabra, no se pro?duce ese proceso en el que uno, aun lament?ndose del otro como hace Mois?s con su pueblo, puede concluir: yo soy este pueblo; y cuando se dirige al Se?or le habla como si ?l fuese el pueblo y en conse?cuencia intercede, ora, suplica por el pueblo.
Estas son las tres caracter?sticas que me parece interesante subrayar, para hacer comprender que ser p?rroco es una gracia, una nueva llamada cristiana, un per?odo de maduraci?n.
La actitud espiritual
Llegados a este punto debemos descubrir qu? actitud espiritual hacia la Iglesia local, hacia la gente y hacia Jes?s comporta la identificaci?n con el pueblo.
He intentado expresarlo de forma m?s concreta en las p?ginas sobre "La dedicaci?n del presb?tero", que podr?a resumirse as?: un talante pastoral apro?piado. El talante pastoral apropiado no se identifica ciertamente con la b?squeda de la propia originali?dad, sino con la sintonizaci?n con el caminar de la Iglesia particular y de sus planes pastorales, pero asu?miendo una responsabilidad activa para traducirlos y hacerlos penetrar en el tejido local.
Es por lo tanto un talante que se vuelca en los planes pastorales en cuanto son la expresi?n de una Iglesia que los elabora a trav?s de sus estructuras y sus, instrumentos; porque no se trata de realidades elaboradas en laboratorio, sino que nacen de la escu?cha atenta y paciente que el obispo realiza, resume y devuelve a la Di?cesis para que ?sta encuentre su camino.
La atenci?n a los planes y proyectos pastorales es la forma de identificarse con esta Iglesia particular; atenci?n igualmente a esos tiempos y situaciones de especial importancia de los que los planes pastorales son una explicitaci?n. Si, por ejemplo, advierto que una parroquia no ha enviado delegados a Assago, ni tampoco a Santiago, ni a Czestochowa, que no ha participado de alguna manera en la peregrinaci?n a Roma, comienzo a preocuparme. Lo mismo si una parroquia se niega, con razones siempre enga?osas, a constituir el Consejo pastoral o a participar en el del arziprestazgo. Un p?rroco podr? tener ideas extraordinarias, pero la identificaci?n con la Iglesia particu?lar comporta actitudes bien definidas, comporta atenci?n al conjunto.
2. ?Qu? quiere decir identificaci?n con la gente?
Quiere decir que la parroquia es el lugar ordinario de comuni?n del presb?tero, el lugar en el que se expresa, intenta comprender y ser comprendido.
Con frecuencia se plantea el tema de la soledad del sacerdote, con comentarios de todo tipo. Es evi?dente que el celibato comporta una cierta acepta?ci?n de la soledad, pero no es menos evidente que esta soledad hay que vivirla en la fraternidad presbi?teral y por lo tanto en un marco y unos modos que le confieren un rostro humano. Lo que de todas formas me urge subrayar es que el p?rroco debe identificarse con su gente; no tiene que vivir, por supuesto, su dedicaci?n a la parroquia con el coraz?n encogido buscando fuera espacios de comuni?n en la fe porque su gente no se la ofrece.
Los espacios exteriores son ?tiles, necesarios, pero el lugar cotidiano del compartir la vida del presb??tero es la propia gente de la parroquia; en la parro?quia efectivamente tiene personas que conoce y le conocen, que le estiman y aprecian, que se f?an de ?l. Hay que buscar y promover esta comuni?n en la fe en la vida parroquial. Pensemos en el Cura de Ars que desde el primer momento puso todo su empe?o con tantos sinsabores en la dedicaci?n a la parro?quia, vivi? una gran soledad, pero lleg? el momento en que las cosas cambiaron. El sacerdote no puede tener una vida de fe, ense?ar a decir las oraciones, hacer la catequesis, sin que exista comuni?n en la fe. Ser?a una situaci?n an?mala y no lograr?a desempe??ar su ministerio con plenitud.
Evidentemente se trata de un camino largo como he se?alado en el libro Populo ?mio, esci dall'Egitto! citando los esfuerzos realizados por Mois?s para iden?tificarse con su pueblo y entrar en comuni?n con ?l:
"Si pienso en el t?tulo que he dado a estos Ejercicios ? Popolo mio, esci dall'Egitto! ? y me pregunto d?nde se hallan estas palabras en la Escri?tura, tengo que decir que no las encuentro; es dif?cil encontrar un mandato directo en el que Dios ordene a Israel que salga de Egipto... Es curioso que la orden no es dada al pueblo de Israel sino a Mois?s o al Fara?n: ?Deja salir a mi pueblo! Al pueblo le es dada la promesa, pero el pueblo no cree, est? demasiado dividido entre s?, atomizado, ligado a una situaci?n en la que puede cultivar los personalismos, las propias peque?as ambiciones, enlodado, como ocurre siempre, en la din?mica de explotadores y explotados. Este pueblo no es toda?v?a capaz de soportar un verdadero y estricto man?dato: ?Sal de Egipto! Necesita antes de nada ver reestructurada su propia unidad: es lo que sucede en la Pascua. Por lo tanto Dios no da una orden sino que restaura esa fuerza unitaria con la que el pueblo puede espont?neamente fiarse de la pro?mesa divina" (cf. p. 89).
Y Mois?s es el mediador de esta comuni?n, ?l es el que la va creando y suscitando laboriosamente, logrando poco a poco integrarse en su pueblo e iden?tificarse con ?l. Existir?n continuamente querellas, litigios, pero llega un punto en que el pueblo y Moi?s?s entienden que su caminar es un proyecto com?n. El pueblo logra comprender en sus mejores momen?tos que no es s?lo Mois?s quien lo ha empujado a salir, sino que es ?l mismo el que ha aceptado salir y que, por lo tanto, se ha creado una cierta comuni?n de fe; una comuni?n fr?gil, que necesita constante?mente ser reestablecida, pero que en los d?as m?s bellos, como el de la Pascua, el del Sina?, en los de las celebraciones, encuentra una expresi?n riqu??sima.
3. Identificaci?n con Jes?s pastor. El tema requerir?a una explicitaci?n m?s amplia. Me limito a una reflexi?n sobre aquel pasaje del evangelio de Juan, que nos es bien conocido: "Yo soy el modelo de pas?tor: conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a m?, igual que mi Padre me conoce y yo conozco al Padre; adem?s, me desprendo de la vida por mis ove?jas" (in 10,14-15).
Lo que impresiona en estos vers?culos donde se describe la actitud pastoral de Jes?s, es que la reali?dad de Jes?s pastor es vivida al mismo tiempo hacia el Padre y hacia el reba?o. Incluso encontramos aqu? una revelaci?n trinitaria: el Hijo conoce al Padre, el Padre conoce al Hijo, el Hijo conoce las ovejas. La identificaci?n con Jes?s pastor es identificaci?n con Jes?s hijo del Padre y con Jes?s que da la vida, que re?ne en su persona el ser Hijo y el ser amado del Padre porque se desprende de su vida por las ovejas.
Es necesario que enfoquemos con esta luz todos los problemas que en esta perspectiva espiritual potente se convierten, de alguna manera, en secun?darios, aunque a veces ocupen mucho tiempo en las discusiones de los Consejos pastorales, en los encuentros juveniles o en los del arciprestazgo; por ejemplo: ?cu?les son las relaciones de los sacerdotes con movimientos, grupos, espiritualidades varias, etc.? Todo se arregla cuando existe esa ra?z profunda.
En el documento "La dedicaci?n del presb?tero", en el n?mero 9, sugiero algunos criterios siempre v?lidos, que no es cuesti?n de repetir. Aunque qui?siera retomar de ese texto las palabras del papa al clero suizo, pronunciadas en 1984:
"El sacerdote es siempre el pastor del conjunto, no s?lo el hombre permanentemente dispuesto para cada uno, sino el que vigila por el encuentro de todos; es, en particular, el cabeza de la parro?quia, de forma que todos encuentran la acogida que tienen derecho a esperar en la comunidad y en la Eucarist?a que los re?ne, cualquiera que sea su sensibilidad religiosa y su cometido pastoral. Las peque?as comunidades (al interior de la parroquia) representan una posibilidad de dinamismo, de fer?mentaci?n de la masa, aunque, si se fundan en la afinidad, no bastan para testimoniar de la Iglesia, que derriba los compartimentos sociales, ni bastan para ofrecer a todos los que desean hacer un camino espiritual un punto fijo de orientaci?n, un alimento, una participaci?n".
Las ra?ces de todo esto se encuentran precisa?mente en la triple identificaci?n porque el sacerdote se presenta, sin dificultad, como el que, al estar iden?tificado con el camino de todos, es el servidor de ese camino, lo sopesa, lo valora, lo adapta a cada uno, y merece as? que toda la comunidad conf?e en ?l.
Recordar? igualmente tambi?n en "La dedicaci?n del presb?tero" todo lo que dec?a el papa en 1985 a sacerdotes cercanos a Comuni?n y Liberaci?n:
"El sacerdote debe encontrar en un solo movi?miento la luz y el calor que lo hacen capaz de fide?lidad a su obispo, que lo mantienen disponible a las encomiendas de la instituci?n y atento a la dis?ciplina eclesi?stica, de forma que sea m?s fruct?fera la vibraci?n de su fe y el gusto de su fidelidad".
Esto evidentemente entendido no de forma sub?jetiva (me parece que soy fiel), sino conforme a esa objetividad de identificaci?n con la Iglesia particu?lar, con los planes pastorales y sus expresiones, de que hemos hablado al comienzo.
Os he ofrecido unos aspectos de esa espiritualidad que me parece caracter?stica del p?rroco, porque he podido entresacarlos de la observaci?n sobre todo en m? mismo, que, al llegar a ser obispo, he asumido la responsabilidad de un pueblo, y de las vivencias de muchos p?rrocos a los que he seguido en su camino de identificaci?n con su pueblo, con Cristo pastor, con la Iglesia local.?
Meditaciones a nuevos p?rrocos Mil?n, 12.3.1990