Lunes, 20 de septiembre de 2010

ZENIT ?nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigi? el viernes 17 de Septiembre de 2010 a los l?deres de las comunidades jud?a, musulmana, hind? y sikh en la Waldegrave Drawing Room del St Mary?s University College, en Twickenham (Londres).

Distinguidos invitados, queridos amigos

Me alegra mucho tener la oportunidad de encontrarme con vosotros, representantes de las diversas comunidades religiosas presentes en Gran Breta?a. Quisiera saludar tanto a los ministros religiosos como a las personas que trabajan en la pol?tica, los negocios o la industria. Agradezco al Dr. Azzam y al Rabino Jefe Lord Sacks los saludos que me han dirigido en vuestro nombre. En este saludo, permitidme igualmente desear a la comunidad jud?a en Gran Breta?a y en todo el mundo una feliz y santa celebraci?n del Yom Kippur.

Me gustar?a comenzar se?alando el aprecio que la Iglesia Cat?lica tiene por el importante testimonio de todos vosotros, hombres y mujeres de esp?ritu, en un momento donde las convicciones religiosas no siempre son bien entendidas o apreciadas. La presencia de creyentes comprometidos en diversos ?mbitos de la vida social y econ?mica habla por s? misma de que la dimensi?n espiritual de nuestras vidas es fundamental en nuestra identidad como seres humanos o, en otras palabras, que el hombre no s?lo vive de pan (cf. Dt 8, 3). Como seguidores de tradiciones religiosas diferentes que trabajamos juntos por el bien de toda la comunidad, ponemos de relieve la gran importancia de nuestra cooperaci?n en com?n, que complementa el aspecto personal de nuestro continuo di?logo.

En el plano espiritual, todos nosotros, por caminos diferentes, estamos personalmente comprometidos en un recorrido que da una respuesta al interrogante m?s importante: el relativo al sentido ?ltimo de nuestra existencia humana. El anhelo por lo sagrado es la b?squeda de la cosa necesaria y la ?nica que puede satisfacer las aspiraciones del coraz?n humano. En el siglo quinto, San Agust?n describi? esta b?squeda con las siguientes palabras: "Nos hiciste Se?or para ti, y nuestro coraz?n est? inquieto hasta que descanse en ti" (Confesiones, libro I, 1). Cuando nos embarcamos en esta aventura, nos damos cuenta cada vez m?s de que la iniciativa no depende de nosotros, sino del Se?or: no se trata tanto de que le buscamos a ?l, sino que es ?l quien nos busca a nosotros; m?s a?n es quien ha puesto en nuestros corazones ese anhelo de ?l.

Vuestra presencia y testimonio en el mundo recuerdan la importancia fundamental que tiene para la vida de cada hombre esta b?squeda espiritual en la que estamos comprometidos. Desde su propio ?mbito, las ciencias humanas y naturales nos proporcionan unos conocimientos asombrosos sobre algunos aspectos de nuestra existencia y enriquecen nuestra comprensi?n sobre el funcionamiento del universo f?sico, y de esta manera se pueden aprovechar para el mayor beneficio de la familia humana. Aun as?, estas disciplinas no dan, ni pueden, una respuesta a la pregunta fundamental, porque su campo de acci?n es otro. No pueden satisfacer los deseos m?s profundos del coraz?n del hombre; no pueden explicar plenamente nuestro origen y nuestro destino, por qu? y para qu? existimos; ni siquiera pueden darnos una respuesta exhaustiva a la pregunta: "?Por qu? existe algo en vez de nada?".

La b?squeda de lo sagrado no deval?a otros campos de investigaci?n humana. Al contrario, los sit?a en un contexto que acrecienta su importancia como medios del ejercicio responsable de nuestro dominio sobre la creaci?n. En la Biblia, leemos que, concluido el trabajo de la creaci?n, Dios bendijo a nuestros primeros padres y les dijo: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla" (Gn 1, 28). Nos confi? la tarea de explorar y aprovechar los misterios de la naturaleza al servicio de un bien superior. ?Cu?l es este bien superior? En la fe cristiana se expresa como amor a Dios y amor al pr?jimo. De este modo, nos comprometemos con el mundo con entusiasmo y de coraz?n, pero siempre con la vista puesta en servir a ese bien superior, a fin de no desdibujar la belleza de la creaci?n explot?ndola por motivos ego?stas.

Es as? como, la genuina creencia religiosa nos sit?a m?s all? de la utilidad presente, hacia la trascendencia. Nos recuerda la posibilidad y el imperativo de la conversi?n moral, el deber de vivir en paz con nuestro pr?jimo y la importancia de llevar una vida ?ntegra. Entendida de forma adecuada, nos ilumina, purifica nuestros corazones e inspira acciones nobles y generosas, en beneficio de toda la familia humana. Nos mueve a la pr?ctica de la virtud y nos lleva al amor de los unos para con los otros, con el mayor respeto a las tradiciones religiosas distintas de las nuestras.

Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia Cat?lica ha dado especial relieve a la importancia del di?logo y la colaboraci?n con los miembros de otras religiones. Y para que sea fecundo, es necesario que haya reciprocidad en cuantos dialogan y en los seguidores de otras religiones. En concreto, pienso en la situaci?n de algunas partes del mundo donde la colaboraci?n y el di?logo interreligioso necesita del respeto rec?proco, la libertad para poder practicar la propia religi?n y participar en actos p?blicos de culto, as? como la libertad de seguir la propia conciencia sin sufrir ostracismo o persecuci?n, incluso despu?s de la conversi?n de una religi?n a otra. Establecido dicho respeto y apertura, la gente de todas las religiones trabajar?n juntos de manera efectiva por la paz y el entendimiento mutuo, y ser?n as? un testimonio convincente ante el mundo.

Este tipo de di?logo necesita llevarse a cabo en distintos niveles y no se deber?a limitar a discusiones formales. El di?logo de vida implica sencillamente vivir uno junto al otro y aprender el uno del otro de tal forma que se crezca en el conocimiento y el respeto rec?proco. El di?logo de acci?n nos re?ne en formas concretas de colaboraci?n, y aplicamos nuestra dimensi?n religiosa a la tarea de la promoci?n del desarrollo humano integral, trabajando por la paz, la justicia y la utilizaci?n de la creaci?n. Este tipo de di?logo puede incluir la b?squeda conjunta de maneras de defender la vida humana en todas sus etapas y tambi?n la manera de asegurar que no se excluya de la vida social la dimensi?n religiosa de individuos y comunidades. Despu?s, en el ?mbito de las conversaciones formales, existe no s?lo la necesidad de coloquios teol?gicos, sino tambi?n la de compartir nuestra riqueza espiritual, hablando sobre nuestra experiencia de oraci?n y contemplaci?n y expresando la alegr?a mutua del encuentro con el amor divino. En este contexto, me alegra ver tantas iniciativas positivas emprendidas en este pa?s para promover este di?logo en distintos niveles. Como los Obispos cat?licos de Inglaterra y Gales han subrayado en su reciente documento: "Encontrar a Dios en el amigo y en el desconocido", el esfuerzo por reunir de manera amistosa a los miembros de otras religiones se est? convirtiendo en parte natural de la misi?n de la Iglesia local (cf. n. 228), un aspecto caracter?stico del panorama religioso de esta naci?n.

Queridos amigos, al concluir mi reflexi?n, deseo aseguraros que la Iglesia cat?lica sigue por este camino de compromiso y di?logo en el genuino respeto hacia vosotros y vuestras creencias. Los cat?licos, en Inglaterra y en todo el mundo, seguir?n trabajando para construir puentes de amistad con otras religiones, para sanar los errores del pasado y promover la confianza entre individuos y comunidades. Deseo reiteraros mi gratitud por vuestra acogida y por haber tenido la oportunidad de animaros a continuar con el di?logo con vuestros hermanos y hermanas cristianos. Invoco sobre todos la abundancia de las bendiciones divinas. Much?simas gracias.

[?Copyright 2010 ? Libreria Editrice Vaticana]?


Publicado por verdenaranja @ 22:34  | Habla el Papa
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