ZENIT? publica la homil?a que pronunci? Benedicto XVI?el domingo, 19 de Septiembre de 2010,?al presidir en el?Cofton Park de Rednal,?Birmingham, la celebraci?n eucar?stica de beatificaci?n de John Henry Newman (1801-1890), cardenal y fundador de los Oratorios de San Filipino Neri, en Inglaterra.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Nos encontramos aqu? en Birmingham en un d?a realmente feliz. En primer lugar, porque es el d?a del Se?or, el Domingo, el d?a en que el Se?or Jesucristo resucit? de entre los muertos y cambi? para siempre el curso de la historia humana, ofreciendo nueva vida y esperanza a todos los que viven en la oscuridad y en sombras de muerte. Es la raz?n por la que los cristianos de todo el mundo se re?nen en este d?a para alabar y dar gracias a Dios por las maravillas que ha hecho por nosotros. Este domingo en particular representa tambi?n un momento significativo en la vida de la naci?n brit?nica, al ser el d?a elegido para conmemorar el setenta aniversario de la Batalla de Inglaterra. Para m?, que estuve entre quienes vivieron y sufrieron los oscuros d?as del r?gimen nazi en Alemania, es profundamente conmovedor estar con vosotros en esta ocasi?n, y poder recordar a tantos conciudadanos vuestros que sacrificaron sus vidas, resistiendo con tes?n a las fuerzas de esta ideolog?a demon?aca. Pienso en particular en la vecina Coventry, que sufri? dur?simos bombardeos, con numerosas v?ctimas en noviembre de 1940. Setenta a?os despu?s recordamos con verg?enza y horror el espantoso precio de muerte y destrucci?n que la guerra trae consigo, y renovamos nuestra determinaci?n de trabajar por la paz y la reconciliaci?n, donde quiera que amenace un conflicto. Pero existe otra raz?n, m?s alegre, por la cual este d?a es especial para Gran Breta?a, para el centro de Inglaterra, para Birmingham. ?ste es el d?a en que formalmente el Cardenal John Henry Newman ha sido elevado a los altares y declarado beato.
Agradezco al Arzobispo Bernard Longley su amable acogida al comenzar la Misa en esta ma?ana. Agradezco a cuantos hab?is trabajado tan duramente durante tantos a?os en la promoci?n de la causa del Cardenal Newman, incluyendo a los Padres del Oratorio de Birminghan y a los miembros de la Familia Espiritual?Das Werk.?Y os saludo a todos los que hab?is venido desde diversas partes de Gran Breta?a, Irlanda y otros puntos m?s lejanos; gracias por vuestra presencia en esta celebraci?n, en la que alabamos y damos gloria a Dios por las virtudes heroicas de este santo ingl?s.
Inglaterra tiene un larga tradici?n de santos m?rtires, cuyo valiente testimonio ha sostenido e inspirado a la comunidad cat?lica local durante siglos. Es justo y conveniente reconocer hoy la santidad de un confesor, un hijo de esta naci?n que, si bien no fue llamado a derramar la sangre por el Se?or, jam?s se cans? de dar un testimonio elocuente de ?l a lo largo de una vida entregada al ministerio sacerdotal, y especialmente a predicar, ense?ar y escribir. Es digno de formar parte de la larga hilera de santos y eruditos de estas islas, San Beda, Santa Hilda, San Aelred, el Beato Duns Scoto, por nombrar s?lo a algunos. En el Beato John Newman, esta tradici?n de delicada erudici?n, profunda sabidur?a humana y amor intenso por el Se?or ha dado grandes frutos, como signo de la presencia constante del Esp?ritu Santo en el coraz?n del Pueblo de Dios, suscitando copiosos dones de santidad.
El lema del Cardenal Newman,?cor ad cor loquitur, "el coraz?n habla al coraz?n", nos da la perspectiva de su comprensi?n de la vida cristiana como una llamada a la santidad, experimentada como el deseo profundo del coraz?n humano de entrar en comuni?n ?ntima con el Coraz?n de Dios. Nos recuerda que la fidelidad a la oraci?n nos va transformando gradualmente a semejanza de Dios. Como escribi? en uno de sus muchos hermosos sermones, ?el h?bito de oraci?n, la pr?ctica de buscar a Dios y el mundo invisible en cada momento, en cada lugar, en cada emergencia -os digo que la oraci?n tiene lo que se puede llamar un efecto natural en el alma, espiritualiz?ndola y elev?ndola. Un hombre ya no es lo que era antes; gradualmente... se ve imbuido de una serie de ideas nuevas, y se ve impregnado de principios diferentes? (Sermones Parroquiales y Comunes, IV, 230-231). El Evangelio de hoy afirma que nadie puede servir a dos se?ores (cf.?Lc?16,13), y el Beato John Henry, en sus ense?anzas sobre la oraci?n, aclara c?mo el fiel cristiano toma partido por servir a su ?nico y verdadero Maestro, que pide s?lo para s? nuestra devoci?n incondicional (cf.?Mt?23,10). Newman nos ayuda a entender en qu? consiste esto para nuestra vida cotidiana: nos dice que nuestro divino Maestro nos ha asignado una tarea espec?fica a cada uno de nosotros, un "servicio concreto", confiado de manera ?nica a cada persona concreta: ?Tengo mi misi?n?, escribe, ?soy un eslab?n en una cadena, un v?nculo de uni?n entre personas. No me ha creado para la nada. Har? el bien, har? su trabajo; ser? un ?ngel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que me es propio... si lo hago, me mantendr? en sus mandamientos y le servir? a ?l en mis quehaceres? (Meditaci?n y Devoci?n, 301-2).
El servicio concreto al que fue llamado el Beato John Henry inclu?a la aplicaci?n entusiasta de su inteligencia y su prol?fica pluma a muchas de las m?s urgentes "cuestiones del d?a". Sus intuiciones sobre la relaci?n entre fe y raz?n, sobre el lugar vital de la religi?n revelada en la sociedad civilizada, y sobre la necesidad de un educaci?n esmerada y amplia fueron de gran importancia, no s?lo para la Inglaterra victoriana. Hoy tambi?n siguen inspirando e iluminando a muchos en todo el mundo. Me gustar?a rendir especial homenaje a su visi?n de la educaci?n, que ha hecho tanto por formar el ethos que es la fuerza motriz de las escuelas y facultades cat?licas actuales. Firmemente contrario a cualquier enfoque reductivo o utilitarista, busc? lograr unas condiciones educativas en las que se unificara el esfuerzo intelectual, la disciplina moral y el compromiso religioso. El proyecto de fundar una Universidad Cat?lica en Irlanda le brind? la oportunidad de desarrollar sus ideas al respecto, y la colecci?n de discursos que public? con el t?tulo?La Idea de una Universidad?sostiene un ideal mediante el cual todos los que est?n inmersos en la formaci?n acad?mica pueden seguir aprendiendo. M?s a?n, qu? mejor meta pueden fijarse los profesores de religi?n que la famosa llamada del Beato John Henry por unos laicos inteligentes y bien formados: ?Quiero un laicado que no sea arrogante ni imprudente a la hora de hablar, ni alborotador, sino hombres que conozcan bien su religi?n, que profundicen en ella, que sepan bien d?nde est?n, que sepan qu? tienen y qu? no tienen, que conozcan su credo a tal punto que puedan dar cuentas de ?l, que conozcan tan bien la historia que puedan defenderla? (La Posici?n Actual de los Cat?licos en Inglaterra,?IX, 390). Hoy, cuando el autor de estas palabras ha sido elevado a los altares, pido para que, a trav?s de su intercesi?n y ejemplo, todos los que trabajan en el campo de la ense?anza y de la catequesis se inspiren con mayor ardor en la visi?n tan clara que el nos dej?.
Aunque la extensa producci?n literaria sobre su vida y obras ha prestado comprensiblemente mayor atenci?n al legado intelectual de John Henry Newman, en esta ocasi?n prefiero concluir con una breve reflexi?n sobre su vida sacerdotal, como pastor de almas. Su visi?n del ministerio pastoral bajo el prisma de la calidez y la humanidad est? expresado de manera maravillosa en otro de sus famosos sermones: ?Si vuestros sacerdotes fueran ?ngeles, hermanos m?os, ellos no podr?an compartir con vosotros el dolor, sintonizar con vosotros, no podr?an haber tenido compasi?n de vosotros, sentir ternura por vosotros y ser indulgentes con vosotros, como nosotros podemos; ellos no podr?an ser ni modelos ni gu?as, y no te habr?an llevado de tu hombre viejo a la vida nueva, como ellos, que vienen de entre nosotros ("Hombres, no ?ngeles: los Sacerdotes del evangelio",?Discursos a las Congregaciones Mixtas,?3). ?l vivi? profundamente esta visi?n tan humana del ministerio sacerdotal en sus desvelos pastoral por el pueblo de Birmingham, durante los a?os dedicados al Oratorio que ?l mismo fund?, visitando a los enfermos y a los pobres, consolando al triste, o atendiendo a los encarcelados. No sorprende que a su muerte, tantos miles de personas se agolparan en las calles mientras su cuerpo era trasladado al lugar de su sepultura, a no m?s de media milla de aqu?. Ciento veinte a?os despu?s, una gran multitud se ha congregado de nuevo para celebrar el solemne reconocimiento eclesial de la excepcional santidad de este padre de almas tan amado. Qu? mejor que expresar nuestra alegr?a de este momento que dirigi?ndonos a nuestro Padre del cielo con sincera gratitud, rezando con las mismas palabras que el Beato John Henry Newman puso en labios del coro celestial de los ?ngeles:
"Sea alabado el Sant?simo en el cielo,
sea alabado en el abismo;
en todas sus palabras el m?s maravilloso,
el m?s seguro en todos sus caminos".
(El Sue?o de Gerontius)
[Traducci?n distribuida por la Santa Sede
? Libreria Editrice Vaticana]