Homil?a de monse?or Agust?n Radrizzani, arzobispo de Mercedes-Luj?n en la Fiesta de Nuestra Se?ora de las Mercedes (24 de septiembre de 2010). (AICA)
FIESTA DE NUESTRA SE?ORA DE LAS MERCEDES
Queridos hermanos:
Nos hemos reunido con alegr?a en este d?a en que festejamos a nuestra querida patrona, Nuestra Se?ora de las Mercedes, y lo hacemos en el marco de este a?o jubilar en que como Iglesia arquidiocesana cumplimos 75 a?os.
Estamos convencidos que la unidad, nota caracter?stica de la Iglesia, se realiza en la Arquidi?cesis. Es Iglesia en cuanto posee todos los elementos esenciales que definen al Cuerpo de Cristo: Una, santa, cat?lica y apost?lica.
Juan Pablo II dec?a: ?Los fieles tienen que descubrir a la Iglesia diocesana alrededor del obispo, sucesor de los ap?stoles? ( L?Osservatore Romano 17 de diciembre 1979). As?, celebraciones como esta nos ayudan a tomar conciencia de que somos Iglesia.
La Iglesia es el Pueblo de Dios presente y vivo en un lugar determinado con sus parroquias, capillas, colegios, sacerdotes, di?conos, consagradas y consagrados, fieles laicos, institutos y movimientos.
Pido al Se?or que esta celebraci?n de los 75 a?os nos haga crecer en el esp?ritu de ?diocesaneidad?. Con la ayuda de Dios, creceremos en el conocimiento y el amor a nuestra querida Arquidi?cesis de Mercedes ? Luj?n y as? sentiremos y compartiremos sus problemas y sus esperanzas.?
Mar?a nos convoca
Mar?a fue instrumento elegido por Dios para dar a Jes?s al mundo. Ella am?, cuid?, acompa?? a Jes?s ni?o, adolescente y adulto hasta la muerte. Acompa?? a los primeros amigos de Jes?s: Ellos permanec?an con Mar?a, la madre de Jes?s (Cf. Hch. 1,14).
Y ella nos acompa?a hoy a nosotros, a nuestras familias, religiosas, religiosos, sacerdotes y seminaristas.
Ella siempre presente, nos fortalece y consuela en el camino.
?Y qu? m?s quiere la madre que ver a sus hijos unidos? Unidos alrededor de su Hijo Jes?s. Recordemos el dolor de san Pablo cuando les hecha en cara a los cristianos de Corinto porque uno era de Cefas y otro de Apolo. El Ap?stol no comprende que haya bandos. No somos seguidores de nadie m?s que de Nuestro Se?or Jesucristo. Y ?l para que podamos crecer en la comuni?n se hizo Eucarist?a.
La Eucarist?a es el sacramento de la unidad. La Eucarist?a nos une a cada uno con Cristo y nos une a todos lo que nos alimentamos del ?nico Pan. La gracia espec?fica de la Eucarist?a es la unidad de la Iglesia, es decir, la unidad diocesana.
El amor de Mar?a y el amor a la Eucarist?a forman en nosotros esta conciencia de unidad, de fraternidad, de solidaridad, de caridad y de amistad. ?Cu?nto nos falta!
Es este, queridos hermanos, el mejor fruto de la celebraci?n: Crecer en unidad con Cristo y entre nosotros (Cf. 1 Co 10,17)
Pid?mosle a Jes?s, por intercesi?n de Mar?a, la gracia de la unidad. Este fue el sue?o de Jes?s que en la ?ltima cena, le pide al Padre que cuide a sus disc?pulos para un fin concreto y puntual: para que sean uno (Cf. Jn 17,11) de tal manera que este unidad, reflejo de las que existe en la Trinidad, se d? tambi?n en nosotros para que a trav?s de ella el mundo crea en Cristo el hijo de Dios vivo. La unidad y el amor mutuo son fuente de fecundidad apost?lica (Cf. 17,21).
La Eucarist?a, por tanto, es el sacramento de la caridad, de la fraternidad y de la unidad. Premisa para poder anunciar en modo cre?ble a Jes?s y puente para que el mundo crea (Jn 13, 34-35).
Juan Pablo II nos dej? como si fuera su testamento para toda la Iglesia: La caridad es el coraz?n de la comunidad de creyentes (Novo Millenio Ineunte 42 ? 43).
S?, en la Eucarist?a est? la ra?z de la fraternidad y de la unidad de la di?cesis. Creer en Dios, creer que El nos hizo hijos y hermanos, por eso buscamos lo que nos une y dejamos de lado las diferencias. Ya no hay ni de Cefas, ni de Apolo? ya no hay ni de esta ni de aquella l?nea. Somos todos hijos de Dios y seguidores de Jes?s. Cuando nos identificamos con Jes?s hacemos nuestro su deseo de salvaci?n para con todos los hermanos. El gran amor de Jesucristo y su anhelo misionero enciende fuego en nuestro coraz?n, por eso, cu?n justa es la apreciaci?n de Aparecida al afirmar: ?La di?cesis necesita robustecer su conciencia misionera? (Ap. 168). Necesitamos comunidades, parroquias capillas, colegios, en permanente estado de misi?n. Pero un ideal misionero que sea fruto de la fe en Jes?s y en su proyecto de salvaci?n. Este empe?o no ser? consecuencia del entusiasmo o del coraje, o de la buena voluntad. Si no alimentamos la vida de caridad, ser? un fuego pasajero que no llenar? nuestro coraz?n, no colmar? nuestra hambre de Dios.
Por eso, en este d?a de nuestra patrona y a partir de Jes?s Eucarist?a pidamos a la Sant?sima Virgen que nos ayude a enamorarnos de Jes?s, que sea El el centro de nuestras vidas.
Mar?a, madre nuestra, Nuestra Se?ora de las Mercedes, conc?denos de Jes?s la gracia de ser una verdadera comunidad que busquemos m?s lo que nos une y dejamos de lado lo que nos divide. Danos, Madre buena, la gracia de no juzgar nunca a nadie, de convencernos de ser simples servidores del Reino, que jam?s nos sintamos superiores a nadie y, vivamos convencidos que nuestros hermanos tambi?n caminan hacia Dios y tratan de superar sus defectos para ser aut?nticos testigos del infinito amor de Dios.
Ayuda a nuestras familias para que sean reflejo del hogar de Nazaret. Ayuda a nuestros j?venes para que cultiven siempre en sus corazones el deseo de hacer un mundo cada d?a m?s justo y m?s fraterno. Ayuda a nuestros gobernantes para que superada toda visi?n ego?sta o mezquina, tengan siempre en el horizonte el bien com?n de sus hermanos.
Ay?danos a nosotros, sacerdotes, para ser siempre testigos incondicionales del inagotable amor de tu Hijo Jes?s. Que nuestras parroquias sean en verdad casas y escuelas de comuni?n, comunidades orantes, fraternas y apost?licas. Que nuestros colegios eduquen en la fe y el compromiso cristiano. Nuestras instituciones ayuden a sus miembros a buscar s?lo el Reino de Dios y que nuestras religiosas y religiosos, fieles a sus carismas, sirvan a toda la Iglesia. Danos a todos, finalmente, la gracia de caminar sin juicios, sin divisiones, bien unidos para que Dios sea conocido y amado cada d?a m?s por nuestros hermanos. As? acercaremos nuestro mundo al sue?o de Jes?s: Un solo reba?o con un solo Pastor ( Jn 10,16). Que as? sea.??
Mons. Agust?n Radrizzani, arzobispo de Mercedes-Luj?n??