Palabras de monse?or Jorge Lugones, obispo de Lomas de Zamora en la Asamblea Diocesana de Laicos (26 de septiembre 2010). (AICA)
ASAMBLEA DIOCESANA DE LAICOS
?Ven Esp?ritu Santo Creador
y renueva nuestras mentes?
(?Veni creator?, s. IX)
?Queridos laicos:
Hemos recibido de algunas de las ?reas Pastorales lo que consideran como un aporte al tema de ?la realidad diocesana?. Me limitar? a referirme solo a algunos aspectos de la misma, sabiendo que esto no es todo lo que hay, un an?lisis completo surgir? del diagn?stico pastoral que se nos propondr? en un futuro: ?Hacia una pastoral planificada?.
Respecto al crecimiento demogr?fico, hay sectores de nuestra di?cesis con distinto grado de crecimiento demogr?fico. Un ejemplo es el aumento del 100% cada 10 a?os que se da en el llamado segundo cord?n. En dicho cord?n el crecimiento poblacional es producto, entre otras cosas- del d?ficit habitacional y de habitabilidad, con multiplicaci?n de asentamientos sin ninguna infraestructura b?sica, motivado por la migraci?n de pa?ses lim?trofes y de las provincias del interior de nuestro pa?s, cercano a las v?as de comunicaci?n del trabajo informal, saturando las estructuras socio sanitarias (salud-educaci?n-servicios-seguridad) generando un desajuste tanto en el Estado, como en las empresas de servicios, que no llegan a tener un desarrollo y crecimiento planificado y ordenado, haci?ndose casi imposible un correcto saneamiento del medio, con todos los traumas que ello conlleva.
Por otra parte, el llamado tercer cord?n nos sorprende con la instalaci?n creciente de barrios privados-cerrados, y la consecuente parafernalia de los shoppings y dem?s estrategias comerciales.
Desde lo social-pastoral surge el desaf?o del acompa?amiento de la Iglesia como parte de la sociedad: ante los excluidos y la inequidad social que genera la marginaci?n, necesitamos fortalecer? el trabajo en conjunto, en red con todas las organizaciones sociales-culturales y religiosas del medio.
Deseamos ser artesanos del di?logo, evitando el individualismo. Notamos falta de vinculaci?n con la gente, en especial con los j?venes, no hay contacto con? ?la calle?, es decir con la realidad social. La sociedad en su mayor?a desconoce nuestra tarea.
En lo estrictamente cultual vemos una afluencia a nuestros templos c?ntricos de adultos mayores, con un considerable ausentismo de j?venes. Lo opuesto se da en las periferias donde la concurrencia de ni?os, adolescentes y j?venes se acrecienta.
En algunas parroquias y sus capillas est?n casi ausentes las expresiones del laicado organizado.
Respecto a la misi?n, vemos con agrado los esfuerzos con creatividad de algunas parroquias para despertar y sostener la fe de nuestra gente, desde la ?religiosidad popular? hasta la formaci?n de grupos domiciliarios de reflexi?n del evangelio. Por otra parte, observamos con cierta perplejidad la variedad de grupos que misionan hacia el interior del pa?s, frente a la necesidad y urgencia que tienen amplias zonas de nuestra di?cesis de ser misionadas, en el sentido estricto de la palabra, m?s el desaf?o misional de las llamadas ?tribus urbanas?.
Respecto a la catequesis, reconocemos el compromiso de nuestros agentes de pastoral, pero contrasta con la dificultad para cubrir en capillas y parroquias los grupos que tienen. Analizaremos algunos puntos negativos, pues hemos expuesto algunos de los aspectos m?s positivos en los encuentros por vicar?as.
Hay desorientaci?n respecto al m?todo, se aferran a lo que creen seguro pero experimentan que no es v?lido para suscitar y acompa?ar la madurez en la fe con sentido apost?lico.
Las comunidades tienen dificultades para asumir una pastoral arm?nica, en comuni?n, no se sabe planificar y no se cree en el valor de la planificaci?n. El estilo ?espont?neo? y marcadamente ?afectivo?, ?es el que gana.
La crisis de autoridad y del entramado social (individualismo) tambi?n crea obst?culos en la Iglesia. La experiencia de una forma de vida que ?desborda? con sus exigencias y que no se logra adecuar a los requerimientos de una forma de vida con tiempos y espacios m?s humanos, quita fuerzas y posibilidades para ?estar en las cosas del Padre? y participar en grupos sociales y/o eclesiales. La inseguridad tambi?n crea obst?culos para la tarea pastoral.
Muchas veces, las diferencias entre los agentes se vuelven irreconciliables y rompen la comuni?n, el di?logo sincero y cercano se hace dif?cil.
En general no hay conciencia de la necesidad de profundizaci?n y explicitaci?n permanente de la fe. En muchos casos la fe es un cuerpo de doctrina que una vez aprendido s?lo hay que repetirlo correctamente. No se asume que la fe que se cree, se vive, se celebra y anuncia: es un Dios vivo y encarnado.?
Se teme hacer una cr?tica objetiva a conciencia. No se sabe qu? pensar de lo que se dice de la Iglesia, no hay un discernimiento personal, ni comunitario, se tiene miedo al error, por lo que tampoco se forma a los catequizandos para hacer opciones personales.
En mi visita a los colegios confesionales y algunos del Estado, me ha sorprendido el compromiso de sus docentes para con los educandos, haci?ndose cargo muchas veces de situaciones l?mites por ausentismo de los padres. He encontrado directivos y docentes formadores, y con una sensibilidad y compromiso admirable, para la contenci?n de ni?os, adolescentes y j?venes.
Por otra parte, se constata una crisis en las comunidades educativas confesionales a nivel pedag?gico, econ?mico, organizativo, teniendo una importancia relevante la falta de proyectos educativo-pastorales y dificultades para conformar una verdadera comunidad educativa.
Tenemos un laicado que desea comprometerse pero no siempre logra plasmarlo objetivamente. Por otra parte, notamos que tanto las cofrad?as, asociaciones, movimientos, han quedado como aletargados en el tiempo, ?Tal vez tienen que ver con las denominadas ?estructuras caducas??. Otros han preferido abroquelarse en sus m?todos y glorias de tiempos pret?ritos. No han podido adaptarse a ?tiempos lugares y personas?.
Se habla de ?estructuras caducas? pero no han surgido estructuras que suplanten las anteriores. No se encuentra un espacio de coordinaci?n general de las estructuras (l?ase pastorales, Departamentos, Secretariados, Consejos?) que encuadre y oriente la l?nea? del horizonte a donde vamos. Hemos destinado, por la crisis,? los recursos humanos a la atenci?n pastoral de las parroquias, y nos hemos quedado sin un equipo de laicos que puedan pensar en iluminar las realidades temporales e influir en la toma de decisiones culturales.
No hay nadie que atienda las organizaciones laicales no eclesiales. Se desconoce la fuerza creciente del tercer sector (Organizaciones No Gubernamentales). No hay una decisi?n firme de capacitarnos en atender esa nueva realidad.
Nuestra di?cesis tiene cerca de 35 instituciones y movimientos. Unos 10 (aproximadamente) con presencia diocesana y otros que son s?lo expresi?n de alguna comunidad. Los miembros que participan son cada vez menos, y es en los grupos de j?venes, donde en los ?ltimos 10 a?os, se ha evidenciado m?s la disminuci?n num?rica.
Una gran parte de la dirigencia esta tomando conciencia de la crisis que nos impide llegar al hombre de hoy. Pareciera un punto positivo, ya que permite ponerse a pensar en nuevos caminos y expresiones?
Nuestras estructuras militantes no se observan asimismo como vectores del cambio social, ni asumen ?la pol?tica? como estrategia de cambio y gesti?n de lo p?blico.
Notamos esfuerzos en la l?nea de la ?conversi?n pastoral? que promete un aire renovado, como un viento fresco despu?s de un tiempo t?rrido, que nos cambie el aire, un tanto enrarecido por la inercia, ante los tiempos tan cambiantes.
Pese a lo negativo que puedan parecer algunos aspectos de nuestra realidad diocesana, ella, como laicos en la sociedad, nos plantea el desaf?o fundamental: frente al individualismo y la generalizada ruptura de los v?nculos, esta asamblea se nos ofrece como una oportunidad para dar respuesta a esta realidad.
El obispo conf?a en la apertura de ustedes queridos laicos y desea acompa?arlos; lo expreso con las palabras de San Agust?n: ?No les pido que pongan su esperanza en m?, sino que pongan su esperanza en Dios conmigo?.
Un tema que nos urge son los adolescentes y j?venes: hay que tener mucha paciencia con el joven que, desde muchos puntos de vista, puede tener rotas las estructuras y ser incapaz de dar un s? definitivo. Vive en un mundo demasiado existencialista. Pero si encuentra alguien que le sea fiel, descubrir? poco a poco lo que es la fidelidad y entonces se podr? comprometer[1].
En este ?ltimo tiempo la Iglesia ha sentido la necesidad de exhortar a los laicos a comprometerse en la construcci?n de la ciudad temporal. Se hace urgente una presencia m?s directa y espec?fica del laico cristiano, en la sociedad, para la promoci?n de la persona y del bien com?n.
El desajuste entre el poder p?blico ?local, regional, nacional? y la sociedad, es preocupante. La gente no se siente interpretada ni representada.
La crisis de las instituciones viene de lejos: es crisis de sentido, de proyectos que no tienen prospectiva de pa?s.
El laico es quien, formando parte de este pueblo fiel de Dios, est? inmerso en el mundo, pero sin ser del mundo.
La vocaci?n espec?fica de ustedes consiste en manifestar a Cristo en sus vidas e introducir el Evangelio, como una levadura, en la realidad del mundo en que viven y trabajan.
A los laicos les corresponde ordenar las realidades temporales seg?n la voluntad de Dios, en el vasto campo de la cultura, de la vida econ?mica y social y de la acci?n pol?tica.
Pertenencia implica sentirnos parte, no s?lo geogr?ficamente, sino de una comunidad, de un pueblo peregrino que es la Iglesia, constituido por todos los bautizados, llamados a la santidad.
?La eficacia ?social? de la acci?n del laico en el mundo est?, ante todo, condicionada por su santidad. La cual no consiste en una piedad sentimental o en la realizaci?n de algunas pr?cticas religiosas, sino que depende de una fe profunda y viva, de una aut?ntica esperanza cristiana y de una caridad que sea capaz de hacer comprender ?desde adentro? los problemas de la sociedad, que ayude a resolverlos seg?n la justicia y que alimente la generosidad indispensable para que el amor al pr?jimo se transforme en obras concretas dirigidas a transformar la sociedad respetando a cada hombre[2].
La santidad del cristiano significa capacidad de vivir la vida de la gracia, de modo que la sociedad vea la ?bondad? de sus obras; esto es el esp?ritu, el empe?o, el esfuerzo, su sensibilidad para afrontar los problemas, y as? dar gloria al Padre que est? en los Cielos.
Les pido que abran el coraz?n y las comunidades a otros laicos, que no les hagan ?pagar derecho de piso?, que sean fraternos y cercanos, mostraremos as? al mundo un ?rostro de Iglesia local?: cre?ble por su cercan?a, abierta por su hospitalidad y testimonial, por su esp?ritu de sacrificio.
Quiero agradecer de coraz?n la presencia de ustedes que han dejado hoy personas y cosas importantes, para que esta Asamblea Diocesana de Laicos sea fruct?fera, nos ayude a la reflexi?n, nos anime a la acci?n y nos confirme en la fe de una comunidad, que desea anunciar y vivir el Evangelio, en medio de las luces y sombras de nuestra compleja realidad.
Que Nuestra Se?ora Reina de La Paz los cuide.?
Mons. Jorge Lugones, obispo de Lomas de Zamora?
Notas:
[1] Vanier J., La comunidad, lugar del perd?n y de la fiesta.
[2] Villalba L. ?El laico y su responsabilidad en el mundo temporal?. Encuentro Interdiocesano de ACA. Tucum?n. 2005
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