S?bado, 23 de octubre de 2010

ZENIT? nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunci? al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede, Fernando Zegers Santa Cruz, a quien recibi?el jueves 7 de Octubre de 2010?en audiencia.

Se?or Embajador:

Me complace recibir a Vuestra Excelencia en este solemne acto en el que me hace entrega de las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Chile ante la Santa Sede. Deseo expresarle mi m?s cordial bienvenida, al mismo tiempo que le agradezco las palabras de saludo de parte del Se?or Presidente de la Rep?blica, Doctor Sebasti?n Pi?era Echenique, y de su Gobierno.

La presencia de Vuestra Excelencia en la Santa Sede me hace pensar con renovada viveza en un Pa?s que, aunque est? lejano geogr?ficamente de aqu?, lo llevo muy dentro de mi coraz?n, y muy especialmente despu?s del terrible terremoto sufrido recientemente. Desde el primer momento, quise mostrar mi cercan?a al pueblo chileno y, a trav?s de la visita de mi Secretario de Estado, el Cardenal Tarcisio Bertone, hice llegar mi consuelo y esperanza a las v?ctimas, a sus familiares y a los numerosos damnificados, a quienes tengo muy presentes en mi oraci?n. No me olvido tampoco de los mineros de la regi?n de Atacama y sus seres queridos, por quienes rezo fervientemente.

A este respecto, quiero resaltar y valorar la unidad del pueblo chileno ante las desgracias, su respuesta tan generosa y solidaria cuando el sufrimiento arrecia, as? como el esfuerzo inmenso que la Iglesia cat?lica en Chile, muchas de cuyas comunidades han sido tambi?n duramente probadas por el se?smo, est? realizando para intentar ayudar a quienes m?s lo necesitan.

Vuestra Excelencia comienza su misi?n ante la Santa Sede precisamente en el a?o en que Chile celebra el Bicentenario de su Independencia, lo cual me ofrece la ocasi?n para destacar una vez m?s el papel de la Iglesia en los acontecimientos m?s se?alados de su Pa?s, as? como en la consolidaci?n de una identidad nacional propia, profundamente marcada por el sentimiento cat?lico. Son muy numerosos los frutos que el Evangelio ha producido en esta bendita tierra. Frutos abundantes de santidad, de caridad, de promoci?n humana, de b?squeda constante de la paz y la convivencia. En este sentido, deseo recordar la celebraci?n el a?o pasado del 25 aniversario de la firma del Tratado de paz y amistad con la hermana Naci?n Argentina que, con la mediaci?n pontificia, puso fin al diferendo austral. Este Acuerdo hist?rico quedar? para las generaciones futuras como un ejemplo luminoso del bien inmenso que la paz trae consigo, as? como de la importancia de conservar y fomentar aquellos valores morales y religiosos que constituyen el tejido m?s ?ntimo del alma de un pueblo. No se puede pretender explicar el triunfo de ese anhelo de paz, de concordia y de entendimiento, si no se tiene en cuenta lo hondo que arraig? la semilla del Evangelio en el coraz?n de los chilenos. En este sentido, es importante, y m?s a?n en las circunstancias actuales, en las que hay que hacer frente a tantos desaf?os que amenazan la propia identidad cultural, favorecer especialmente entre los m?s j?venes un sano orgullo, un renovado aprecio y revalorizaci?n de su fe, de su historia, su cultura, sus tradiciones y su riqueza art?stica, y de aquello que constituye el mejor y m?s rico patrimonio espiritual y humano de Chile.

En este contexto, quisiera subrayar que, si bien la Iglesia y el Estado son independientes y aut?nomos en su propio campo, ambos est?n llamados a desarrollar una colaboraci?n leal y respetuosa para servir la vocaci?n personal y social de las mismas personas (cf.?Gaudium et spes, 76). En el cumplimiento de su misi?n espec?fica de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo, la Iglesia busca responder a las expectativas y a los interrogantes de los hombres, apoy?ndose tambi?n en valores y principios ?ticos y antropol?gicos que est?n inscritos en la naturaleza del ser humano. Cuando la Iglesia alza su voz frente a los grandes retos y problemas actuales, como las guerras, el hambre, la pobreza extrema de tantos, la defensa de la vida humana desde su concepci?n hasta su ocaso natural, o la promoci?n de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer y primera responsable de la educaci?n de los hijos, no act?a por un inter?s particular o por principios que s?lo pueden percibir los que profesan una determinada fe religiosa. Respetando las reglas de la convivencia democr?tica, lo hace por el bien de toda la sociedad y en nombre de valores que toda persona puede compartir con su recta raz?n (cf.Discurso al Presidente de la Rep?blica italiana, 20 noviembre 2006).

A este respecto, el pueblo chileno sabe bien que la Iglesia en esa Naci?n colabora sincera y eficazmente, y desea seguir haci?ndolo, en todo aquello que contribuya a la promoci?n del bien com?n, del justo progreso y de la pac?fica y arm?nica convivencia de todos los que viven en esa hermosa tierra.

Se?or Embajador, antes de concluir este encuentro, le manifiesto mis mejores deseos en el cumplimiento de su alta misi?n, al mismo tiempo que le aseguro la cordial acogida y disponibilidad por parte de mis colaboradores. Con estos sentimientos, invoco de coraz?n sobre usted, Excelencia, sobre su familia y los dem?s miembros de esa Misi?n Diplom?tica, as? como sobre todo el amad?simo pueblo chileno y sus dirigentes, por intercesi?n de la Virgen del Carmen, la abundancia de las bendiciones divinas.

[?Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 22:43  | Habla el Papa
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