Jueves, 13 de enero de 2011

ZENIT nos ofrece el mensaje que el Papa Benedicto XVI hizo p?blico el s?bado 18 de diciembre DE 2010, con motivo de la XIX Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrar? el pr?ximo 11 de febrero de 2011.

"Por sus llagas hab?is sido curados" (1Pe 2,24)

?Queridos hermanos y hermanas!

Cada a?o, en la celebraci?n de la memoria de la Beata Virgen de Lourdes, que se celebra el 11 de febrero, la Iglesia propone la Jornada Mundial del Enfermo. Esta circunstancia, como quiso el venerable Juan Pablo II, se convierte en una ocasi?n propicia para reflexionar sobre el misterio del sufrimiento y, sobre todo, para hacer a nuestras comunidades y a la sociedad civil m?s sensibles hacia los hermanos y las hermanas enfermos. Si cada hombre es hermano nuestro, tanto m?s el d?bil, el sufriente y el necesitado de cuidados deben estar en el centro de nuestra atenci?n, para que ninguno de ellos se sienta olvidado o marginado: de hecho, ?la medida de la humanidad se determina esencialmente en la relaci?n con el sufrimiento y con el que sufre. Esto vale tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no consigue aceptar a los que sufren y que no es capaz de contribuir mediante la compasi?n a hacer que el sufrimiento sea compartido y llevada tambi?n interiormente es una sociedad cruel e inhumana" (Carta enc. Spe salvi, 38). Las iniciativas que ser?n promovidas en cada di?cesis con ocasi?n de esta Jornada, sean de est?mulo para hacer cada vez m?s eficaz el cuidado hacia los que sufren, de cara tambi?n a la celebraci?n de modo solemne, que tendr? lugar, en 2013, en el Santuario mariano de Alt?tting, en Alemania.

1. Llevo a?n en el coraz?n el momento en que, en el transcurso de la visita pastoral a Tur?n, pude estar en reflexi?n y oraci?n ante la Sagrada S?ndone, ante ese rostro sufriente, que nos invita a meditar sobre Aquel que llev? sobre s? la pasi?n del hombre de todo tiempo y de todo lugar, y tambi?n nuestros sufrimientos, nuestras dificultades, nuestros pecados. ?Cu?ntos fieles, en toda la historia, han pasado ante ese lienzo sepulcral, que envolvi? el cuerpo de un hombre crucificado, que corresponde en todo a lo que los Evangelios nos transmiten sobre la pasi?n y muerte de Jes?s! Contemplarlo es una invitaci?n a reflexionar sobre lo que escribe san Pedro: ?Por sus llagas hab?is sido curados" (1Pe 2,24). El Hijo de Dios sufri?, muri?, pero ha resucitado, y precisamente por esto esas llagas se convierten en el signo de nuestra redenci?n, del perd?n y de la reconciliaci?n con el Padre; se convierten tambi?n, sin embargo, en un banco de prueba para la fe de los disc?pulos y para nuestra fe: cada vez que el Se?or habla de su pasi?n y muerte, ellos no comprenden, rechazan, se oponen. Para ellos, como para nosotros, el sufrimiento permanece siempre lleno de misterio, dif?cil de aceptar y de llevar. Los dos disc?pulos de Ema?s caminan tristes por los acontecimientos sucedidos aquellos d?as en Jerusal?n, y s?lo cuando el Resucitado recorre el camino con ellos, se abren a una visi?n nueva (cfr?Lc?24,13-31). Tambi?n al ap?stol Tom?s le cuesta creer en la v?a de la pasi?n redentora: ?Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creer?" (Jn 20,25). Pero frente a Cristo que muestra sus llagas, su respuesta se transforma en una conmovedora profesi?n de fe: ??Se?or m?o y Dios m?o!" (Jn 20,28). Lo que antes era un obst?culo insuperable, porque era signo del aparente fracaso de Jes?s, se convierte, en el encuentro con el Resucitado, en la prueba de un amor victorioso: ?S?lo un Dios que nos ama hasta tomar sobre s? nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo el inocente, es digno de fe" (Mensaje Urbi et Orbi, Pascua 2007).

2. Queridos enfermos y sufrientes, es precisamente a trav?s de las llagas de Cristo como nosotros podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad. Resucitando, el Se?or no ha quitado el sufrimiento ni el mal del mundo, sino que los ha vencido de ra?z. A la prepotencia del mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Nos indic?, as?, que el camino de la paz y de la alegr?a es el Amor: "As? como yo os he amado, amaos tambi?n vosotros los unos a los otros" (Jn?13,34). Cristo, vencedor de la muerte, est? vivo en medio de nosotros. Y mientras con santo Tom?s decimos tambi?n nosotros: ??Se?or m?o y Dios m?o!", sigamos a nuestro Maestro en la disponibilidad de dar la vida por nuestros hermanos (cfr?1 Jn?3,16), siendo as? mensajeros de una alegr?a que no teme el dolor, la alegr?a de la Resurrecci?n.

San Bernardo afirma: "Dios no puede padecer, pero puede compadecer". Dios, la Verdad y el Amor en persona, quiso sufrir por nosotros y con nosotros; se hizo hombre para poder com-padecer con el hombre, de modo real, en carne y sangre. En cada sufrimiento humano, ha entrado Uno que comparte el sufrimiento y la soportaci?n; el cada sufrimiento se difunde la con-solatio, la consolaci?n del amor part?cipe de Dios para hacer surgir la estrella de la esperanza (cfr Carta enc. Spe salvi, 39).

A vosotros, queridos hermanos y hermanas repite este mensaje, para que se?is testigos de ello a trav?s de vuestro sufrimiento, vuestra vida y vuestra fe.

3. Mirando a la cita de Madrid, en el pr?ximo agosto de 2011, para la Jornada Mundial de la Juventud, quisiera dirigir tambi?n un pensamiento particular a los j?venes, especialmente a aquellos que viven la experiencia de la enfermedad. A menudo la Pasi?n, la Cruz de Jes?s dan miedo, porque parecen ser la negaci?n de la vida. ?En realidad, es exactamente al contrario! La Cruz es el ?s? de Dios al hombre, la expresi?n m?s alta y m?s intensa de su amor y la fuente de la que brota la vida eterna. Del coraz?n atravesado de Jes?s ha brotado esta vida divina. Solo ?l es capaz de liberar el mundo del mal y de hacer crecer su Reino de justicia, de paz y de amor al que todos aspiramos (cfr Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2011, 3). Queridos j?venes, aprended a ?ver? y a ?encontrar? a Jes?s en la Eucarist?a, donde est? presente de modo real por nosotros, hasta el punto de hacerse alimento para el camino, pero tambi?n sabedlo reconocer y servir en los pobres, en los enfermos, en los hermanos sufrientes y en dificultad, que necesitan vuestra ayuda (cfr?ibid.,?4). A todos vosotros j?venes, enfermos y sanos, repito la invitaci?n a crear puentes de amor y de solidaridad, para que nadie se sienta solo, sino cercano a Dios y parte de la gran familia de sus hijos (cfr Audiencia general, 15 de noviembre de 2006).

4. Contemplando las llagas de Jes?s, nuestra mirada se dirige a su Coraz?n sacrat?simo, donde se manifiesta en sumo grado el amor de Dios. El Sagrado Coraz?n es Cristo crucificado, con el costado abierto por la lanza del que brotan sangre y agua (cfr Jn 19,34), "s?mbolo de los sacramentos de la Iglesia, para que todos los hombres, atra?dos al Coraz?n del Salvador, beban con alegr?a de la fuente perenne de la salvaci?n" (Misal Romano, Prefacio de la Solemnidad del Sagrado Coraz?n de Jes?s). Especialmente vosotros, queridos enfermos, sentid la cercan?a de este Coraz?n lleno de amor y bebes con fe y alegr?a de esta fuente, rezando: ?Agua del costado de Cristo, l?vame. Pasi?n de Cristo, fortif?came. Oh buen Jes?s, escuchame. En tus llagas, esc?ndeme" (Oraci?n de san Ignacio de Loyola).

5. Al t?rmino de este Mensaje m?o para la pr?xima Jornada Mundial del enfermo, deseo expresar mi afecto a todos y a cada uno, sinti?ndome part?cipe de los sufrimientos y de las esperanzas que viv?s cotidianamente en uni?n con Cristo crucificado y resucitado, para que os de la paz y la curaci?n del coraz?n. Junto a ?l vele a vuestro lado la Virgen Mar?a, a la que invocamos con confianza Salud de los enfermos y Consoladora de los afligidos. A los pies de la Cruz se realiza para ella la profec?a de Sime?n: su coraz?n de Madre est? atravesado (cfr?Lc?2,35). Desde el abismo de su dolor, participaci?n en el del Hijo, Mar?a ha sido hecha capaz de acoger la nueva misi?n: ser la Madre de Cristo en sus miembros. En la hora de la Cruz, Jes?s le presenta a cada uno de sus disc?pulos dici?ndole: ?He ah? a tu hijo? (cfr Jn 19,26-27). La compasi?n maternal hacia el Hijo se convierte en compasi?n maternal hacia cada uno de nosotros en nuestros sufrimientos cotidianos (cfr Homil?a en Lourdes, 15 de septiembre de 2008).

Queridos hermanos y hermanas, en esta Jornada Mundial del enfermo, invito tambi?n a las Autoridades para que inviertan cada vez m?s energ?as en estructuras sanitarias que sean de ayuda y de apoyo a los que sufren, sobre todo a los m?s pobres y necesitados, y dirigiendo mi pensamiento a todas las di?cesis, env?o un afectuoso saludo a los obispos, a los sacerdotes, a las personas consagradas, a los seminaristas, a los agentes sanitarios, a los voluntarios y a todos aquellos que se dedican con amor a curar y aliviar las llagas de cada hermano o hermana enfermos, en los hospitales o residencias, en las familias: que en el rostro de los enfermos sep?is ver siempre el Rostro de los rostros: el de Cristo.

Aseguro a todos mi recuerdo en la oraci?n, mientras que imparto a cada uno una especial Bendici?n Apost?lica.

En el Vaticano, 21 de noviembre de 2010, Fiesta de Cristo Rey del Universo.

BENEDICTUS PP XVI

[Traducci?n del original italiano por Inma ?lvarez
?Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 23:01  | Habla el Papa
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