Martes, 08 de febrero de 2011

Carta de Mons. Carlos Osoro, arzobispo de la archidi?cesis de Valencia, publicada para celebrar la "Jornada Mundial del Emigrante" con el t?tulo? "Carta a un emigrante para meditar juntos". Viernes 28 de Enero de 2011?

CARTA A UN EMIGRANTE PARA MEDITARLA JUNTOS?
Carta semanal del Sr. Arzobispo??

Deseo compartir contigo algo que sabes de memoria y que vives en tu propia carne: la emigraci?n, en nuestro mundo actual, se ha convertido en un fen?meno global. Cuando has salido de tu patria, no solamente has visto c?mo contigo sal?an muchos m?s sino que, al llegar al pa?s que te acog?a, te has encontrado con muchos m?s procedentes de otros lugares. En este fen?meno, ciertamente, est?n implicadas todas las naciones: unas, porque de ellas salen muchos hombres y mujeres a otros pa?ses, y otras, porque los reciben. La emigraci?n afecta a millones de seres humanos y siempre nos plantea desaf?os nuevos. A los cristianos nos tiene que hacer m?s sensibles y recordar que el mismo Se?or fue un emigrante desde el inicio de su vida entre nosotros en esta tierra, cuando tuvo que huir a Egipto.??

Cuando te escribo esta carta, estoy pensando en toda tu familia y en todos los emigrantes. Lo hago para que todos nos sensibilicemos y, tambi?n, para sensibilizar a toda la sociedad. La emigraci?n es un fen?meno de tanta trascendencia que nos alienta a cambiar comportamientos en nuestra vida y hacer de este mundo una verdadera familia en la que todos se encuentren como hermanos. A nadie en esta tierra, que es de todos, lo podemos situar como extra?o y falto de derechos.?

Como nos ha recordado el Papa Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, esta ocasi?n ?brinda a la Iglesia la oportunidad de orar para que los corazones se abran a la acogida cristiana y de trabajar para que crezca en el mundo la justicia y la caridad, columnas para la construcci?n de una paz aut?ntica y duradera. ?Como yo os he amado, que tambi?n os am?is unos a otros? (Jn 13, 34) es la invitaci?n que el Se?or nos dirige con fuerza y nos renueva constantemente: si el Padre nos llama a ser hijos amados en su Hijo predilecto, nos llama tambi?n a reconocernos todos como hermanos en Cristo?.?

Es verdad lo que me dec?as en la conversaci?n que ten?amos hace muy poco tiempo, que entre las personas a las que afecta el problema de la emigraci?n se encuentran muchas veces los m?s vulnerables: los emigrantes indocumentados, los refugiados, los que buscan asilo, los desplazados a causa de continuos conflictos violentos en muchas partes de la tierra y las v?ctimas del terrible crimen del tr?fico humano. Pero, sean quienes fueren, te aseguro que en la comunidad cat?lica tienes una familia. Como muy bien sabes, y de alguna manera en tu vida lo has experimentado, la participaci?n en la comunidad cat?lica no viene determinada por la nacionalidad o por el origen social o ?tnico, sino fundamentalmente por la fe en Jesucristo y por el bautismo en nombre de la Sant?sima Trinidad. Adem?s, la Iglesia nunca cierra las puertas a nadie, pues sabe muy bien, porque as? se lo ense?o Jesucristo, que todos somos hermanos.

??Qu? fuerza tiene el contemplar el car?cter cosmopolita del Pueblo de Dios! Se hace visible en cualquier comunidad cristiana porque la emigraci?n ha transformado, incluso, comunidades peque?as y a veces aisladas en realidades pluralistas e interculturales. Y nuestros hogares, en donde hasta hace muy poco tiempo era raro ver a un extranjero viviendo permanentemente, hoy los compartimos con personas de diferentes partes del planeta. ?Qu? bien suena en el mundo en muchas comunidades cristianas el salmo 116: ?Alabad al Se?or todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos?! Recuerda, como te dec?a, la oportunidad que tienes y tienen todos los que contigo celebran la Eucarist?a los domingos de vivir la experiencia de la catolicidad, que es una nota esencial de la Iglesia, que expresa su apertura esencial a todo lo que es obra del Esp?ritu en cada pueblo.?

?Qu? conversaci?n m?s profunda tuvimos! ?Qu? alegr?a sentimos en nuestro coraz?n cuando, juntos, experimentamos el v?nculo profundo que existe entre todos los seres humanos! V?nculo que ha establecido el mismo Creador cuando a todos los hombres nos hizo a ?su imagen y semejanza?. Recuerda aquello que nos dec?a el Concilio Vaticano II: ?todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo g?nero humano sobre la faz de la tierra y tienen tambi?n un fin ?ltimo, que es Dios, cuya providencia, manifestaci?n de bondad y designios de salvaci?n se extiende a todos?. Somos una sola familia humana. S?, una familia de hermanos y hermanas, en la que todos nos vemos impulsados y con necesidad del di?logo, en la que todos estamos llamados, en lo m?s profundo de nuestro coraz?n, a una vida donde la convivencia y la fraternidad no sean una palabra m?s de las muchas que pronunciamos, sino que sea una realidad vivida serena y provechosamente en respeto a las leg?timas diferencias.

?Contigo quiero pensar en todos los emigrantes, cuya condici?n de extranjeros hace m?s dif?cil toda reivindicaci?n social, a pesar de su real participaci?n en el esfuerzo econ?mico del pa?s que lo recibe. Urge, por parte de todos, superar actitudes nacionalistas exacerbadas y crear, en su favor, legislaciones que favorezcan la integraci?n, faciliten la promoci?n profesional, les permita un alojamiento decente donde pueda vivir toda la familia. Es cierto que es deber de todos los hombres trabajar con energ?a para instaurar la fraternidad universal, que es base indispensable de una justicia aut?ntica y condici?n esencial para la paz. Hagamos frente a toda manifestaci?n de racismo, xenofobia y nacionalismo. Solamente un amor aut?nticamente evang?lico ser? suficientemente fuerte para pasar de la tolerancia al respeto real de las diferencias. Y solamente la gracia redentora de Jesucristo puede hacernos vencer ese desaf?o diario de transformar el ego?smo en generosidad, el temor en apertura y el rechazo en solidaridad.?

Con gran afecto, os bendice?

+ Carlos, Arzobispo de Valencia


Publicado por verdenaranja @ 21:28  | Hablan los obispos
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