Lunes, 28 de marzo de 2011

Homil?a de monse?or Andr?s Stanovnik, arzobispo de Corrientes, en la misa del mi?rcoles de Ceniza (Iglesia catedral Nuestra Se?ora del Rosario, 9 de marzo de 2011). (AICA)

MI?RCOLES DE CENIZA????????

Hoy iniciamos la Cuaresma, cuya finalidad es prepararnos a celebrar la Pascua. Caminar hacia el encuentro con Jes?s, que venci? al ?Se?or de la muerte? (Hb 2,14) y ahora vive resucitado junto al Padre, nos llena de esperanza y de felicidad. Al contemplar ya desde el inicio de la Cuaresma a Jes?s resucitado, como vida y esperanza nuestra, nos recuerda este a?o como el A?o de la Vida. La vida es un don que recibimos de Dios y no un producto del ingenio humano. Cuando el hombre pierde esa conciencia, se empieza a sentir due?o de la propia vida y de all? hay un solo paso para constituirse en due?o de la vida de los otros. As?, ya no hay l?mite para decidir qui?n tiene derecho a vivir y qui?n no. La campa?a en favor del aborto, es una se?al de esa p?rdida de conciencia sobre la vida como don. Por eso, lo primero que queremos hacer es aprender a recibirla y agradecerla como un verdadero don de Dios. Y la vida que ?l quiere darnos es nada menos que la suya propia. De all? el valor incomparable de toda vida humana. En esta Cuaresma suplicamos humildemente la gracia de caminar hacia una vida de mayor uni?n con Dios y con nuestro pr?jimo.

Todos deseamos para s? mismos y para los otros una vida digna, plena y feliz. Sin embargo experimentamos tantos peligros y fracasos, que nos hacen sentir la vida como algo muy fr?gil, tantas veces dif?cil de sobrellevar y, al final, con una fecha de vencimiento siempre demasiado pr?xima. Mientras tanto, nos aferramos a personas, a proyectos a cosas, que la mayor?a de las veces terminan por defraudarnos. O peor a?n, nos dejamos llevar por pensamientos y tendencias que nos desv?an lejos de aquello que en realidad quisi?ramos vivir. ?Qui?n podr? librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte? (Rm 7,24), se lamentaba San Pablo. Sin embargo, en medio de estas dificultades y angustias, Dios sigue llamando a sus hijos para que se arrepientan de su mala conducta y vuelvan a ?l.

La Cuaresma es un tiempo de reflexi?n sincera sobre nuestra vida. Este tiempo se inicia con el rito de la imposici?n de la ceniza. Se nos echa un poco de ceniza en nuestra frente para recordarnos que la vida es pasajera y que en ella no hay nada que pueda darnos un apoyo real y firme. Aqu? podr?amos decir que nadie puede asegurarse la vida. La verdadera seguridad es Cristo. ?l venci? el pecado y la muerte, y ahora vive resucitado. ?l mismo nos asegura que su Palabra permanece para siempre (1Pe 1, 25). Por eso, cuando se nos impone la ceniza se nos dice que nos apoyemos en la Palabra de Dios: ?Convi?rtete y cree en el Evangelio? (Mc 1,15); otra frase de la Escritura, que suele acompa?ar el rito de la ceniza, nos ayuda a tomar conciencia de nuestra fragilidad y confiar en el poder de Dios: ?Acu?rdate que eres polvo y en polvo te convertir?s? (Gn 3,19). Volver a Dios y creer en ?l es un don que procede de su misericordia: la vida es un don de Dios y la uni?n con ?l nos da los sentimientos de Jes?s (cf. Flp. 2,5). Esto nos llena de alegr?a y de paz, y nos da una nueva visi?n de la vida.

Esa vida en Cristo hay que cuidarla y hacerla fructificar, porque si no se debilita y se pierde. La pr?ctica tradicional de la limosna, la oraci?n y el ayuno, que recomienda Jes?s (cf. Mt 6,1-18), es un m?todo antiguo y muy eficaz para cuidar y desarrollar la vida en Cristo, es decir, para tener vida plena en ?l, vivirla con sentido y ser feliz. Esa pr?ctica nos libera el coraz?n de las adicciones que nos atan desordenadamente a las personas y a las cosas, y nos hace libres para amar. La limosna, es la capacidad de compartir lo que soy y lo que tengo, y no dar de lo que me sobra; la limosna bien entendida, establece v?nculos de amistad entre las personas. Cuando compartimos, nos liberamos de la ilusi?n de asegurar nuestra vida con los bienes materiales, y as? dejamos que Dios Padre bueno y misericordioso sea el centro de nuestra vida. Esto nos abre a la vida de comuni?n y participaci?n con nuestros hermanos. El ayuno ?ense?a el Santo Padre? es hacer m?s pobre nuestra mesa para aprender a superar el ego?smo y vivir en la l?gica del don y del amor, reconociendo el rostro de Cristo de tantos hermanos y hermanas nuestros; la oraci?n nos hace entrar en la intimidad con la Palabra de Dios, escucharla, recibirla, confiar en ella y orientar a partir de ella diariamente nuestra vida.

El jubileo, que concluimos hace poco, nos dej? m?s viva la memoria de Jesucristo, que conservamos en el signo de la Sant?sima Cruz de los Milagros. En ese signo se nos revela el inmenso amor de Jes?s por nosotros. Vivir en amistad con ?l, nos da esa claridad que necesitamos para darnos cuenta de todo lo que no es vida y que s?lo se le parece, pero en realidad no es m?s que un enga?o.

En el camino de la vida nos encontramos con propuestas mentirosas que nos prometen felicidad a corto plazo, pero que terminan apart?ndonos de Dios. Sin Dios el hombre no sabe d?nde ir ni tampoco logra entender qui?n es ?afirm? el Papa Benedicto XVI?. Lejos de Dios, se debilitan los v?nculos entre las personas, en la familia y en la sociedad. Ejemplo de esa degradaci?n, es el escandaloso consumismo, mientras hay una pobreza que persiste; la multiplicaci?n de casinos que crean la ilusi?n de ?salvarse? por medio del juego de azar; el negocio letal de la droga que destruye gran parte de la generaci?n joven; el contrasentido de pensar que eliminando a un ni?o reci?n concebido se salva a la madre?, entre otras barbaries a las que peligrosamente nos estamos habituando, sin darnos cuenta que ese camino nos tiende una trampa mortal.

En el mensaje para la cuaresma de este a?o, el Santo Padre nos recuerda que ?la fe en la resurrecci?n de los muertos y la esperanza en la vida eterna abren nuestra mirada al sentido ?ltimo de nuestra existencia: Dios ha creado al hombre para la resurrecci?n y para la vida, y esta verdad da la dimensi?n aut?ntica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la pol?tica, a la econom?a. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza.? Un mundo sin Dios se convierte en un mundo contra el hombre. Por eso, al iniciar el tiempo de cuaresma o?mos la s?plica apremiante de la Palabra de Dios: D?jense reconciliar por Dios, ?l es un Dios de vivos y no de muertos (cf Mc 12, 27).

Tierna Madre de Itat?, te pedimos que estos d?as de Cuaresma nos lleves hacia el encuentro tu Hijo Jes?s, que vino para darnos vida. Danos ?fortaleza en las tentaciones? para no caer en la trampa de seguir propuestas que encandilan, pero que nos llevan lejos de Dios y dejan un saldo de desilusi?n y tristeza. Vos que estuviste de pie junto a la Cruz de tu Hijo, te pedimos que mires con amor y atiendas las necesidades de tantos que se esfuerzan diariamente en vivir con fidelidad su matrimonio y con responsabilidad su familia; que sostengas a aquellos que en el trabajo, en la funci?n p?blica y en el ejercicio de su profesi?n, no sucumben ante las m?ltiples y variadas seducciones del poder y del dinero f?cil; y que fortalezcas y consueles a los que sufren en su cuerpo o en su esp?ritu. A todos, conc?denos, Madre querida, un gran amor a tu Divino Jes?s, en quien encontramos el gozo y la paz que tanto anhelamos. As?, prontos a hacer lo que ?l nos diga, prepar?monos a vivir la fiesta mayor de nuestra fe: la muerte y resurrecci?n de Cristo, vida y esperanza nuestra.?

Mons. Andr?s Stanovnik, arzobispo de Rosario?


Publicado por verdenaranja @ 22:40  | Homil?as
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