ZENIT???Publica el comentario al Evangelio del cuarto domingo de Pascua (Juan 10.1-10), 15 de mayo, redactado por monse?or Jes?s Sanz Montes, ofm arzobispo de Oviedo.
Evangelio del domingo: El reba?o y su Pastor bueno
Tenemos una cierta dificultad para entender culturalmente algunas escenas b?blicas, por estar lejanos de lo que representaban humanamente, sociol?gicamente, y religiosamente determinadas realidades. Una de ellas es la que se esconde detr?s de la imagen del pastor. Israel era un pueblo n?mada, acostumbrado al mundo pastoril en su vida cotidiana, que fue ha?ciendo una meditaci?n religiosa sobre su relaci?n con Dios desde la me?t?fora del pastor y las ovejas. No obstante, esa reflexi?n no era siempre amablemente buc?lica, porque los pastores que guiaban a Israel, ense?ando los quereres de Dios, frecuentemente eran malos pastores que se aprove?chaban de su mi?si?n, convirtiendo su cargo de servicio en carga de pesar para los dem?s.
Jes?s es el Buen Pastor. Y para presentarse como tal, emplear? la imagen de los verdaderos pas?tores que dibuja el salmo 22: el Se?or es mi pastor, nada me falta; me hace recostar en praderas verdes y f?rtiles, me con?duce a fuentes tranquilas, donde restaura mis fuerzas; me gu?a por senderos justos, y aunque atravesemos ca?adas oscuras no tengo temor ni miedo ninguno, porque tu vas conmigo, y tu vara y tu cayado me sosiegan devolvi?ndome la paz.
Los pastores de Israel ten?an pocas ovejas, las suficientes para sobrevivir sus familias. Efectivamente, las conoc?an por su nombre, y a su nivel, formaban parte del conjunto familiar. Por ello eran queridas, y cuidadas, y protegidas. No se explicaba que un pastor abandonase sus ovejas, ni que ?stas fueran extra?as para ?l. Incluso en tra?mos dif?ciles y tenebrosos, las ovejas se sent?an serenadas cuando la voz del pastor y los peque?os golpes de su cayado sobre sus lomos, les permit?an entrever que efectiva?mente no estaban solas, que estaban acompa?adas por su propio pastor, aunque la niebla o la os?curidad no permitiesen ver su figura.
Este es Dios para su Pueblo: un pastor que nos conoce, que nos conduce, que nos quiere hasta dar su vida por nosotros (como los pastores que arriesgaban la suya en pasos dif?ciles del caminar con su reba?o). Conocer la voz de este Pastor (que es lo mismo que dar la vida por aquello que se escucha y por aquel que lo pronuncia), es lo que se nos pide como respuesta de fidelidad a quien tan fiel es a nuestra felicidad. El es el Pastor de nuestra felicidad, el que nos indica y nos conduce acompa??ndonos, por los caminos de justicia en los que esa felicidad es posible. Hay otras voces de sirena, voces de pre?tendidos pastores que pastorean su propio provecho, su personal promo?ci?n, su mantenimiento en po?deres que dominan y amordazan. Seguir a Jes?s, saberse ovejas de su redil, es vivir en paz y en luz, sere?namente y sin temores extra?os... aun?que la vida sea dura, aunque amenacen nubarrones o nos envuelva la oscuridad. ?l se aprendi? nuestros nombres, nos llama y nos gu?a hacia la tierra f?rtil y gozosa para la que nacimos.