Homil?a de monse?or Marcelo Ra?l Martorell, obispo de Puerto Iguaz? para el tercer domingo de Pascua (8 de mayo de 2011). (AICA)
III DOMINGO DE PASCUA?????????????
?Qu?date con nosotros pues el d?a ya declina?
(Lc.24,29)?
El mismo d?a de Pascua Jes?s bajo las apariencias de un caminante, se junta con dos disc?pulos que se dirigen a Ema?s, iban hablando entre si de los hechos que hab?an sucedido en Jerusal?n el viernes anterior (Lc.4, 13-35); de c?mo hab?an crucificado a Jes?s y le hab?an dado muerte. Ellos no le reconocen, lo ven como un simple caminante que ni siquiera se enter? de lo que hab?a pasado, y como hace todo el mundo que anda por los caminos, se ponen a conversar con ?l. Recordemos que Mar?a Magdalena tampoco lo hab?a reconocido. Ellos no lo reconocen por creer que todo hab?a terminado para siempre, hab?an cre?do en Jes?s, var?n y profeta, grande en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo?Pero su condena a muerte y su crucifixi?n los hab?a desilusionado. ?Nosotros esper?bamos que ?l ser?a quien rescatar?a a Israel; pero ya van tres d?as desde que esto ha sucedido. Saben lo que han visto las mujeres, el sepulcro vac?o?pero est?n tristes porque ellos no lo han visto. ?No se dan cuenta que Jes?s est? a su lado caminando con ellos el camino a Ema?s! La idea de un Jes?s pol?tico que habr?a asegurado la prosperidad a Israel le ha impedido reconocer a Cristo el Salvador prometido. ?C?mo esperar salvaci?n de quien ha muerto colgado de un madero? Jes?s habla y les explica las escrituras y todo lo que los Profetas y las Escrituras hab?an dicho del Mes?as, pero ellos prendados de sus sentidos que nada percibieron ni vieron, siguen sin reconocerlo. Qui?n no cree en la resurrecci?n del Se?or no puede aceptar el misterio de su muerte redentora. Los Profetas lo hab?an anunciado y Jes?s lo hab?a predicho; los dos disc?pulos lo saben y m?s a?n el Se?or est? con ellos explic?ndole las Escrituras y todo lo que dicen sobre El; pero ?ellos no creen??A Mar?a Magdalena le hab?a bastado escuchar su nombre para reconocer al Maestro; a ellos no le basta ni la voz, ni el largo conversar con ?l, ni o?rle predicar las Escrituras!
De hecho muchos de nosotros podemos caminar con Jes?s a nuestro lado y no reconocerle; entender lo que nos explica de las Escrituras y tener un gran conocimiento de ellas?pero no escuchar ni reconocer la voz del Se?or. Muchos podemos tener un conocimiento erudito de las escrituras y de los aspectos profundos de la teolog?a, pero no reconocer al Se?or. No haber dado el ?salto? entre? ?el conocer y el creer? y entre tanta teolog?a saber que solo una cosa es necesaria: Creer que Jes?s ha resucitado de entre los muertos y nos ha dado vida y vida en abundancia. Ni siquiera ver al Se?or para creer, si la fe no nos ilumina interiormente, nada podemos hacer, por eso clamamos con los Ap?stoles? ??se?or acrecienta nuestra fe!?
No obstante ?sienten arder sus corazones frente a sus palabras? de all? que lo invitan a comer y estando con ellos en la mesa ?tom? el pan, lo bendijo, lo parti? y se los dio, se les abrieron los ojos y le reconocieron?, ?ser?a que los disc?pulos estuvieran presentes en la ?ltima cena? Nada sabemos, lo que s? sabemos que en este clima de oraci?n y silencio Jes?s se manifiesta? ?al partir el pan! Gesto eucar?stico y trascendente por los siglos en la Iglesia.
Los disc?pulos de Ema?s hab?an entrado en un di?logo ?ntimo y profundo con el Se?or y en ese clima de oraci?n e intimidad es que Jes?s se manifiesta y se da a conocer. Y la ?eucarist?a ser? el gran signo de su presencia y compa??a?.
Hoy la fe de muchos creyentes, aun sacerdotes y religiosas, est? fr?a, casi dormida, muchas veces llena de erudici?n, pero dormida, incapaz de transformar la vida y de llenar de gozo el coraz?n, esto se debe a la falta de intimidad y oraci?n con el Se?or, esa relaci?n ?ntima profunda y personal, alimentada por la fe, es la que nos hace vivir la certeza de que Dios basta? Que ?Cristo vive!
Pocos son los que niegan que Jes?s ha existido y hasta admiten la historicidad de los evangelios, pero no creen en ?l como una persona viva y presente en sus vidas, que desea ser el compa?ero de camino y el hu?sped de sus corazones. ?Ser? para nosotros la Eucarist?a el banquete que nos alimenta en la vida del misterio de Cristo Muerto y Resucitado? ??Qu?date con nosotros Se?or! Que brote de nuestros corazones pues tenemos la certeza de que El es la ?nica Verdad en el tiempo y la historia.
Que la Virgen Mar?a nos lleve al conocimiento ?ntimo de Jes?s y nos haga gozar de su presencia.?
Mons. Marcelo Ra?l Martorell, obispo de Puerto Iguaz??