Mi?rcoles, 20 de julio de 2011

Homil?a de monse?or Jos? Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario, en la Solemnidad del Corpus Christi, 25 de junio de 2011. (AICA)

CORPUS CHRISTI

La Solemnidad de ?Corpus Christi?, nos convoca de nuevo, este a?o 2011, para celebrar la Eucarist?a y luego llevar el Sant?simo Cuerpo y Sangre de Cristo por las calles de la Ciudad, junto a los p?rrocos y sacerdotes, que concelebran esta Misa, los religiosos, religiosas y laicos.

Tambi?n contamos con la presencia de los queridos hermanos Obispos em?ritos, de varias di?cesis del Pa?s, que residen en esta Arquidi?cesis.

No quiero dejar de mencionar a los di?conos y a los seminaristas, que participan en la liturgia y en el coro.

Como habitualmente nos acompa?a el Se?or Intendente, Ing. Miguel Lifschitz, que representa a la Ciudad, as? como las autoridades civiles y de las fuerzas de seguridad, y de los consulados en Rosario.?

?Dios est? aqu?, venid adoradores?

1. Nos dice san Pablo en la segunda Lectura ?El c?liz de la bendici?n que bendecimos, es comuni?n con la sangre de Cristo. Y el pan que partimos es comuni?n con el cuerpo de Cristo. De esta manera, agrega, ?El pan es uno, y as? nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque todos compartimos de ese ?nico pan? (1 Co.10, 16 -17).

Hablar as? del Cuerpo y de la Sangre de Cristo es profesar la fe verdadera en el Sant?simo Sacramento de la Eucarist?a, y al mismo tiempo afirmar la presencia real del Se?or, en el pan consagrado en la Misa. Es la fe que el pueblo fiel reconoce cuando canta, como tambi?n lo haremos hoy: ?Dios est? aqu?! ?Venid adoradores! ?Adoremos a Cristo Redentor!

Por esto, la celebraci?n de ?Corpus Christi? es renovar esa presencia viva de Dios; presencia salvadora que siempre necesitamos.

Precisamente cuando falta esa fe en Dios vivo en medio nuestro, cuando no la conocemos por falta de fe, el hombre tiende a la reemplazarla por sustitutos, y busca signos prodigiosos aqu? y all?, suced?neos, y a veces supersticiones, que est?n m?s cerca de una fantas?a, que de la verdadera fe cat?lica por la que muri? Jesucristo.

La presencia eucar?stica de Jesucristo es la forma sacramental m?s cercana y personal de Dios que nunca hubi?ramos podido imaginar. En cada Iglesia est? Jes?s vivo en la Eucarist?a, y todo sacerdote cat?lico la consagra con la misma autoridad que le viene del Se?or por medio del Orden sagrado, en favor de los hombres, para darles a Cristo.??

La eucarist?a, presencia real de Dios

Inclusive, la procesi?n del Corpus Christi que vamos a hacer despu?s, nos hace tener en cuenta que la Eucarist?a, vuelve a fortalecernos para que podamos retomar el camino con la esperanza que Dios nos da por medio de Jesucristo vivo. Esta fue la experiencia del pueblo elegido, en su larga peregrinaci?n a trav?s del desierto, de la que nos ha hablado la primera lectura (cfr. Benedicto XVI, 22.V.2008).

As?, a lo largo de nuestra vida, la Eucarist?a es el Sacramento del Dios que no nos deja solos en el camino, sino que se pone a nuestro lado y nos indica la direcci?n (cfr. Ibidem).

Por ello es necesario que en la vida pastoral centremos m?s nuestra acci?n evangelizadora y misionera en el encuentro con el Se?or vivo. Esta verdad de nuestra fe nos debe invitar a considerar nuestra forma de valorar la presencia del Se?or en la Eucarist?a. Es necesario poner una mayor atenci?n en ?l, tanto en nuestras celebraciones como en la devoci?n que debe seguir a ?stas en nuestras Iglesias y capillas, donde su presencia no es otra que la del mismo Dios.

Debemos ense?ar a nuestros ni?os y j?venes en la catequesis que en la Iglesia que visitan, pueden encontrar a Jesucristo en la Sagrario, sabiendo que es ?l quien nos cuida, nos sana, nos alivia y reconforta, y nos conduce por el camino de la salvaci?n.

Este es el tesoro espiritual m?s grande que tiene la Iglesia. Por eso en nuestras ?Orientaciones arquidiocesanas? el encuentro con Jesucristo vivo tiene una primac?a absoluta. Todo el trabajo misionero, debe tener como principio y culminaci?n a la Eucarist?a, y por ello necesitemos renovar la fe y la piedad para que sea el centro de nuestra vida. ?El que coma de este pan vivir? para siempre? (Juan 6,51).??

El Cuerpo de Cristo nos une en comuni?n

2. San Pablo nos ense?a tambi?n que, formando un solo Cuerpo. La Eucarist?a es el centro y el eje de la comunidad de los creyentes, como la expresi?n y afianzamiento de una nueva familia. Aqu? se realiza la comuni?n con el Se?or y los hermanos (cfr. Com. 1Cor. 10,14, La Bibli. L.A.Sch?kel).

La vida de la fe la vivimos en una di?cesis particular. Por esto el seguimiento de Jes?s y la pasi?n por anunciarlo requieren que la Iglesia diocesana se renueve constantemente, centrando su vida centrada en la Eucarist?a, as? como en la lectura de la Palabra de Dios, para alcanzar un mayor ardor misionero.

De este modo, formando un solo cuerpo, unidos s?lidamente en la fe, la iglesia diocesana es misionera, saliendo al encuentro de quienes no creen en Cristo. En esta misi?n se debe unir cada parroquia y los respectivos decanatos, y tambi?n toda la di?cesis con esp?ritu materno, llamada a salir en la b?squeda de los bautizados que se alejaron de Jes?s y no participan de la vida cristiana; o de aquellos que a?n no conocen a Jesucristo.?

Jes?s lav? los pies a sus disc?pulos

3. Cuando Jes?s instituy? la Eucarist?a, antes se arrodill? y le lav? los pies a sus disc?pulos. Ese gesto de humildad del Se?or, se hizo a?n m?s grande en su donaci?n en la cruz por nosotros. En la Eucarist?a, nos invita a participar de esa misma entrega, ofrenda de amor, que se debe actualizar cada d?a.

El Se?or quiso mostrar su grandeza, a trav?s de la pedagog?a de los gestos. Por ellos debemos responder a los gestos divinos de Jes?s; que nos piden fe, adoraci?n y amor.

En la Eucarist?a, somos testigos de la compasi?n de Dios por cada hermano y hermana. Aprendemos a mirar a los dem?s desde Jesucristo: ellos son hermanos y hermanas por los que Jes?s dio su vida, am?ndolas hasta el extremo: ?Nace as? el servicio de la caridad para con el pr?jimo, que consiste justamente en que en Dios y con Dios, amo tambi?n a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco? (Benedicto XVI, Dios es caridad, n? 88).

- Si vemos las huellas del dolor y de la necesidad f?sica o espiritual en el rostro de cualquier hermano nuestro, no miremos hacia otro lado. Por esto hoy recordamos y rezamos especialmente por quienes viven en nuestra Patagonia, en Bariloche, Ing. Yacobacci y la Angostura, pidiendo que cese este flagelo de la naturaleza y la dura prueba que sobrellevan. Tambi?n se nos pide una ayuda solidaria, a trav?s de la Campa?a iniciada para ello.

- Asimismo no podemos dejar de tener en cuenta el flagelo de la droga que padecen nuestros j?venes, y de pedir ayuda al Se?or. Es un atentado a la vida humana, que valoramos como un don de Dios desde el primer instante en el seno materno hasta la muerte natural.

Por esto deseamos que se contin?e trabajando en nuestra Arquidi?cesis en favor de los que sufren el mal de la drogadicci?n, como se est? haciendo en el presente con mucho esfuerzo a trav?s de varias instituciones.

- Nuestra participaci?n en la Eucarist?a nos pide tambi?n signos de perd?n de las ofensas y de reconciliaci?n fraterna, gestos que nos unan, con una forma de vida m?s austera y caritativa, por solidaridad con los que nada tienen.

?El motivo de alabanza que hoy se nos propone es el pan que da la vida? (cfr. Secuencia). Al imitar la actitud de la Virgen Mar?a, que llev? en su seno virginal y contempl? a su Hijo Jes?s, vivamos adorando al Cuerpo y la Sangre de Cristo, memoria de su amor; porque sabemos que Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en ?l. (1Jn 4,16).?

Mons. Jos? Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario?


Publicado por verdenaranja @ 23:13  | Hablan los obispos
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