Homil?a de monse?or Jorge Casaretto, obispo de San Isidro, en la Fiesta del Sant?simo Cuerpo y Sangre de Cristo (s?bado 25 de junio de 2011). (AICA)
?YO SOY EL PAN DE VIDA? (Jn. 6, 35)??????????????
La Primera Lectura del Deuteronomio le recuerda al pueblo jud?o lo que fue la gesta de Dios para liberarlos del poder de los egipcios. Por eso el libro insiste, recuerda ?no olvides? y la experiencia de la historia nos dice que ese recuerdo es el que le ha dado unidad y sentido de ser a ese pueblo jud?o a lo largo de los a?os. Cuando alguna vez asistimos a alguna ceremonia de nuestros hermanos jud?os, lo central de esas ceremonias es el recuerdo de la liberaci?n de su pueblo de la esclavitud.
Cuando llega Jes?s, el Hijo de Dios hecho hombre, ?l va a celebrar, en el momento previo a su muerte, esa cena con sus disc?pulos. El contexto en el que Jes?s celebra esa cena fue un hecho absolutamente intrascendente para el? momento hist?rico de ese pueblo. Jes?s se re?ne en un lugar apartado, solos, celebra una cena como tantas familias jud?as. En? ese momento ocurr?an muchas cosas y la gente, seguramente, se estar?a preocupando por la situaci?n del pueblo jud?o respecto del imperio romano, Pilatos siempre estar?a elucubrando no perder poder, igual que Herodes. Los hechos hist?ricos del momento ser?an fuertes y esta era una cena absolutamente intrascendente.
Sin embargo, dos mil a?os despu?s, nadie se acuerda de lo que pod?a pasar hist?ricamente en ese momento en el pueblo de Israel, en el imperio romano y en el mundo los cristianos nos reunimos para celebrar la memoria de esa cena.
Todo lo que hac?a Jes?s lo hac?a de una manera sencilla, humilde, a veces en la oscuridad, en un cono de sombra, sin embargo todo lo que hizo Jes?s tuvo una trascendencia definitiva para la humanidad.
Y nosotros, dos mil a?os despu?s, vivimos de esa memoria. Nosotros hacemos memoria todos los d?as en la Eucarist?a. La Eucarist?a es el momento m?s trascendente de la vida de la iglesia y de la vida de cada uno de nosotros. Es el momento en que se une ese mundo de Dios con nuestro mundo, esa realidad que es la realidad definitiva y eterna con esta realidad transitoria nuestra. Por eso es que todos los hechos hist?ricos sin duda que son importantes, pero son importantes en la medida en que nosotros, los cristianos, los podamos transformar en historia de salvaci?n.
Hoy nos reunimos como di?cesis una vez m?s para celebrar la fiesta del Cuerpo y la Sangre del Se?or. Es la fiesta de la vida y en este A?o de la Vida, lo primero que recordamos es que este alimento es el que nos permite vivir porque es el que le permite a la vida de cada uno de nosotros encontrarle un sentido. Todo lo que nos pasa si lo vivimos a la luz de la fuerza de la Eucarist?a se convierte en hechos trascendentes, todo lo que nos pasa.
Por eso, en primer lugar, es un sacramento de vida para cada uno de nosotros, encontramos sentido a la existencia desde este misterio del Cuerpo y la Sangre de Jes?s. Jes?s saca vida de la muerte. F?jense, desde lo ?ltimo que se pod?a imaginar uno que pod?a brotar la vida. La muerte siempre ha sido un signo de frustraci?n para la humanidad. Jes?s viene y transforma la muerte en un hecho de vida. Con lo cual transforma todo lo que signifique dolores, cruces y muerte aparente, todo a la luz de este misterio de la Eucarist?a puede adquirir sentido vital y por eso, los primeros que nos beneficiamos de esta Eucarist?a somos nosotros. La vida nuestra, la vida de cada uno de nosotros adquiri? sentido con esta muerte, con esta resurrecci?n de Cristo que celebramos Eucar?sticamente.
En segundo lugar, esto nos potencia a nosotros para ocuparnos de la vida de los otros, no como muchas veces la gente se puede ocupar desde el chimento, desde el comentario, sino desde esta responsabilidad de ser cristianos, de vivir de la muerte y la resurrecci?n de Jes?s, de adorar al Se?or en la Eucarist?a. Todo eso nos involucra en la vida de nuestros hermanos, cada uno de nosotros, porque Jes?s muri? y resucit? por cada uno de nosotros y por toda la humanidad,? nos transformamos en instrumento de vida de los otros. La vida de todos los otros se manifiesta, podr?amos decir, como una demanda para la vida nuestra. La vida de todos mis hermanos est? demandando mi vida, una actitud servicial, un ponerme en dimensi?n de servicio hacia los otros. Nosotros, desde este misterio del cuerpo y la sangre de Jes?s, queremos que todos tengan vida digna. Empezamos por valorar la vida en el inicio, en el vientre de la madre. Qu? bueno es que los cristianos sigamos manteniendo esta visi?n de que all? en donde hubo fecundidad hay vida y a veces la tenemos que mantener como un signo de contradicci?n esta convicci?n, pero que qu? bueno que la sigamos manteniendo as?, que sigamos intentando iluminar humildemente, no desde ninguna prepotencia pero s? desde una convicci?n muy profunda, que testimoniemos all? donde hay vida tiene que haber dignidad, tenemos que ser respetuosos de la vida naciente, de la vida que ya est? fecundada y tenemos que preocuparnos especialmente de la vida de nuestros hermanos m?s pobres, encontrar a Jesucristo en el rostro de cada uno de ellos, saber que ellos? tambi?n tienen un mensaje de transformaci?n y de conversi?n para nosotros.
Hay tanto desaf?o en la Argentina hoy, desde la pobreza, desde la exclusi?n, desde esa vida menguada por las adicciones. Hoy justamente se celebra la Jornada Mundial de la lucha contra las adicciones. C?mo tenemos que ver, c?mo tenemos que encontrar el rostro de Cristo en estos hermanitos, en estos chicos y chicas que ya, de peque?os, empiezan a ser tomados por este vicio, por esta esclavitud. Cu?nto tenemos que consagrar de nuestro tiempo, de nuestra vida a favor de la dignidad de todos ellos.
Y por fin, esta Muerte y Resurrecci?n de Jes?s es un anuncio de la trascendencia de eternidad que la vida tiene. ?El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna?.
Yo siempre recuerdo el testimonio de un sacerdote en el lecho de muerte que proclamaba esta verdad como la verdad fundamental de esta existencia. Me acuerdo que me dec?a ?yo estoy convencido de esta palabra de Jes?s y le doy gracias que hasta ?ltimo momento me permite seguir comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre porque s? que esta es la siembra de mi eternidad?.
Este sacrificio del Se?or, esta entrega de ?l por nosotros, este haber sacado la vida de la muerte no es simplemente entregarnos vida por un tiempo sino entregarnos vida para siempre. Este sacramento es una potenciaci?n de nuestra vida eterna, de nuestra eternidad, que ya empieza a ser una realidad en cada uno de nosotros.
A veces, mis queridos amigos, vemos que hay gente que hace memoria de los hechos de su existencia o de los hechos nacionales, no para transformar esa memoria en amor sino para resentirnos, para separarnos y para dividirnos. Jes?s nos ense?a todo lo contrario. F?jense, hacemos memoria de una muerte, hacemos memoria de una gran injusticia. El Hijo de Dios viene al mundo y el mundo lo rechaza, lo mata en la cruz. Y de esa muerte Jes?s saca la resurrecci?n y nos pide que hagamos memoria de esa muerte pero para amar, para perdonar, para sembrar su misericordia y su amor. Qu? bueno que es esto y qu? bueno es para cada uno de nosotros, qu? gracia grande de Dios poder hacer memoria para perdonar, para amar, para sembrar misericordia.
Una vez m?s entonces, esta celebraci?n del Cuerpo y la Sangre de Jes?s nos d? m?s fortaleza como iglesia, nos re?na en una comuni?n m?s fuerte y que unos y otros, haciendo esta memoria, nos sintamos cada vez m?s hermanos y sembremos esta fraternidad all?? en donde estemos??
Mons. Jorge Casaretto, obispo de San Isidro?