Homilía de monseñor Francisco Polti, obispo de Santiago del Estero, en la fiesta de San Lorenzo, (Parroquia Santa Rita, 10 de agosto de 2011). (AICA)
SAN LORENZO MARTIR - DÍA DEL DIÁCONO
Hoy celebramos la fiesta de San Lorenzo, un mártir muy popular que, a pesar de ser lejano en el tiempo (murió en el año 258), su memoria está viva en el pueblo cristiano.
Era San Lorenzo uno de los siete diáconos dela Iglesiade Roma, cargo de gran responsabilidad, ya que consistía en el cuidado de los bienes dela Iglesiay la distribución de limosnas a los pobres.
En el año 257, el emperador Valeriano publicó el edicto de persecución contra los cristianos y, al año siguiente, fue arrestado y decapitado el Papa san Sixto II. Cuando este era llevado al cadalso, su diácono Lorenzo lo seguía, llorando y pidiendo morir por Cristo. Sixto le dijo que en tres días lo seguiría, y le encargó que repartiera los bienes dela Iglesiaentre los pobres para evitar que cayera en manos de los perseguidores.
Esa noche, Lorenzo visitó a los mendigos, lisiados, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba, y repartió entre ello los bienes de la iglesia.
Al día siguiente el alcalde de Roma ordenó a Lorenzo que entregara las riquezas dela Iglesia. Lorenzoentonces pidió unos días para poder recolectarlas.
Al tercer día, compareció ante el prefecto, y le presentó a éste los pobres y enfermos que él mismo había congregado y le dijo que esos son el tesoro más apreciado de la iglesia de Cristo.
San Lorenzo sufrió la muerte de un mártir, como se lo había anticipado el papa Sixto II.
En esta fiesta se nos propone un evangelio luminoso. Jesús nos recuerda que uno debe morir a sí mismo olvidándose por completo de su comodidad y su egoísmo para ser eficaz. El Evangelio siempre nos pide un cambio y un compromiso.
En la figura del grano que muere en la tierra [1] la muerte es la condición para que se libere toda la energía vital que contiene; la vida allí encerrada se manifiesta entonces de una forma nueva. Jesús afirma con esto, que el hombre posee muchas más potencialidades de las que aparecen, y que solamente el don de sí hasta el fin las libera para que ejerzan toda su eficacia.
También nos dice “El que ama su vida la perderá, pero el que ofrece su vida por los demás la salvará". Estas palabras retratan a la perfección al diácono Lorenzo.
El temor a perder la vida es el gran obstáculo a la entrega. Poner límite al compromiso por apego a la vida, es condenarla al fracaso; pues este apego por el amor a la propia vida lleva, muchas veces a no querer reconocer situaciones de injusticia, al silencio cómplice ante la realidad. Por el contrario, estar dispuestos a arriesgar la vida, desafiando la hostilidad de la sociedad injusta, no significa frustrar la propia existencia, sino llevarla a su completo éxito. El que ofrece su vida por los demás, ama de verdad, se olvida del propio interés y seguridad, lucha por la vida, la dignidad y la libertad.
En este día los invito a que veamos lo que hay detrás de la imagen de San Lorenzo.
Allí hay una vida gastada en el servicio. Allí hay un diácono, o sea, un servidor. Desde ahí San Lorenzo nos está invitando a servir, a estar abiertos a las necesidades de los hombres y mujeres de hoy, de los pobres, de los marginados y excluidos por esta sociedad nuestra que llamamos del bienestar.
Allí hay una vida entregada por ser fiel a su opción. Allí hay un mártir. Que amó dándose sin escatimar, hasta desaparecer, si es necesario. Sólo quien no teme a la muerte puede entregarse hasta el fin, llevando su vida a su completo éxito
También en nuestra sociedad hay mártires, hombres y mujeres que han sido capaces de morir por una idea. Y en nuestra Iglesia también. También en ella hay hombres y mujeres que sellan con su vida la fidelidad a su compromiso que han asumido en un momento y ha dado sentido a su vida.
No sé si a alguno de nosotros le tocará vivir ese martirio “rojo”. Pero si pienso que, a todos, nos toca vivir ese otro martirio del día a día, del trabajo responsable, de la honradez y sinceridad, de la coherencia, de la fidelidad, del cumplimiento de la palabra, del vacío, a veces, de nuestras propuestas, criterios y planteamientos, del compartir, de la acogida.
En San Lorenzo podemos ver a un cristiano, un miembro dela Iglesiaque se comprometió con ella y desde ella sirvió a los pobres.
Sentirse Iglesia no es sólo estar bautizado. Sentirse Iglesia es vivir con tal sensibilidad que nada de lo que en ella pasa, de bueno o de malo, pueda resulta indiferente ni extraño.
Sentirse Iglesia es asumir con claridad y decisión un servicio, una tarea en ella.
San Lorenzo descubrió que lo suyo, como lo de Jesús, eran los pobres y los sirvió hasta la muerte.
Queridos hermanos. Hoy es el día del diacono, palabra que viene de la raíz griega servicio. Doy gracias a Dios por la llamada que han recibido y por sus generosas respuestas. Para la mayoría de ustedes que están casados, esta respuesta también fue posible gracias al amor, a la ayuda y a la colaboración de sus esposas y de sus hijos. El ejemplo del Diácono San Lorenzo, caído en la tierra como semilla dispuesta a dar abundante fruto, nos conceda proclamar a Jesús, Nuestro Señor, con firmeza y valentía, con generosidad y constancia heroica.
Queridos Diáconos, los saludo a todos con afecto y gratitud. Saludo también a sus familias. ¡Sean testigos del amor de Dios! Los confío a María Santísima quien proclamó: «Yo soy la sierva del Señor» (Lc 1,38). Y siguiendo su ejemplo de servicio, sirvamos a nuestros hermanos en la gran familia humana y enla Iglesia. Recibanustedes y sus familias mi bendición.
Mons. Francisco Polti, obispo de Santiago del Estero
[1] Cf. Jn. 12, 24-26