Viernes, 30 de septiembre de 2011

Reflexión a las lecturas del domingo veintisiete del Tiempo Ordinario - A, ofrecido por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR".

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR

Domingo 27º del T. Ordinario A

1ª Lect.: Isaías 5, 1-7. Salmo  79. 2ª Lect. Filipenses, 4, 6-9. Ev. Mt 21, 33-43. 

Queridos amigos y amigas: “La viña del Señor es la casa de Israel”, proclamamos este domingo en el salmo responsorial. Por tercera vez consecutiva nos habla el Señor valiéndose de la imagen de una viña.

         Es ésta una parábola muy clara y dura, que el Señor presenta a aquellos sumos sacerdotes y ancianos del pueblo con quienes lo contemplábamos hablando el domingo pasado y que, dentro de unos días, lo llevarán a la cruz.

         Les hace una descripción perfecta de todo: del pasado, de la historia de infidelidad y maldades del pueblo de Israel, es decir, de sus antepasados, y les anticipa el desenlace de todo, que va a tener lugar muy pronto.

         Para aquel propietario de Israel era algo ilusionante, maravilloso, plantar una viña, cavar un lagar, construir la casa del guarda y arrendarla a unos labradores que le dieran, a su tiempo, los frutos que le correspondían.

         Es una imagen de la constitución de Israel como pueblo de Dios.

         Bajo la forma de un poema precioso, nos presenta el profeta Isaías (1ª Lect..) la misma historia, con algunas variantes  y limitándola, como es lógico, al Antiguo Testamento.

         “Llegado el tiempo de la vendimia -sigue diciendo el Señor-  envió a sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon…” Envió a otros criados, más que la primera vez, y sucedió lo mismo.

         De esta forma, les recuerda el Señor lo que había sucedido con los profetas que el Padre les enviaba para que hablaran al pueblo en su nombre, de modo que fueran fieles a la alianza que habían pactado con Él y caminasen según su voluntad.

Y ya sabemos lo que sucedió a los profetas. Jesús mismo dirá, sobre Jerusalén, por estos días, según la cronología de S. Mateo: “¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y apedreas a los que te han sido enviados,  cuántas veces intenté reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas, y no habéis querido”. (Mt 23, 37).

         Por último, el propietario “mandó a su hijo diciéndose: *Tendrán respeto a mi hijo*. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: *Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con la herencia. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron*”.

El hijo que envía el propietario representa a Jesucristo Dentro de unos días, ellos lo sacarán fuera de la viña, es decir, de Jerusalén, le someterán a toda clase de tormentos hasta hacerlo morir enla Cruz…

         El texto de la primera lectura pone en boca del Señor: “¿Qué más podía hacer por mi viña que yo no haya hecho? ¿Por qué, esperando      que diera uvas, dio  agrazones?”

Y pronuncia la sentencia: “La abandonaré y no existirá más”.

         En el Evangelio Jesucristo encarga a los sumos sacerdotes y ancianos que pronuncien ellos mismos su sentencia: Cuando Él les pregunta: “Y, ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿Qué hará con aquellos labradores? Le contestaron: “Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos…” Exactamente, lo que va a hacer el Padre del Cielo con ellos: “Se os quitará a vosotros el Reino de los cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”.

¡Qué impresionante es todo esto! ¡Qué trágico resulta todo!

¿Cómo se quedarían aquellos dirigentes religiosos de Israel que entendían que la parábola iba por ellos?  S. Marcos y S. Lucas dicen que quisieron detenerle, pero temieron a la gente y se fueron (Mc 12,12;  Lc 20,19).

¡Por algo  terminó enla Cruz!

Y “del costado de Cristo dormido enla Cruznació el sacramento admirable dela Iglesiaentera” nos enseña el Vaticano II (S. C. 5).La Iglesiaes, pues, el nuevo pueblo de Dios,la Viña Nueva, el Reino de los Cielos que Jesucristo vino a traer a la tierra…

Ella “va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, anunciandola Cruzyla Muertede Jesús hasta que Él vuelva” (L. G. 8).

Los cristianos, por tanto, en el salmo responsorial de este domingo, nos referimos también ala Nueva Viña, “el Israel de Dios” que dice S. Pablo (Gál 6,16). 

Y proclamamos con un sentido antiguo y nuevo al mismo tiempo: “La Viñadel Señor esla Casade Israel”. 

Junto a estas reflexiones, quiero hacerles llegar mis mejores deseos y ¡feliz Día del Señor!


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ZENIT  nos ofrece el discurso que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a los obispos recién nombrados, participantes en el curso organizado porla Congregación para los Obispos, al recibirlos en audiencia el 15 de Septiembre jueves en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.

¡Queridos hermanos en el episcopado!

Como ha mencionado el cardenal Ouellet, hace ya diez años que los obispos recién nombrados se reúnen en Roma para realizar una peregrinación ala Tumbade San Pedro y para reflexionar sobre los principales compromisos del ministerio episcopal. Este encuentro, organizado porla Congregaciónpara los Obispos y porla Congregaciónpara las Iglesias Orientales, se añade a las iniciativas para la formación permanente prescritas porla Exhortaciónapostólica post-sinodal Pastores gregis(n. 24). También vosotros, poco tiempo después de vuestra consagración episcopal, estáis invitados a renovar la profesión de vuestra fe sobrela Tumbadel Príncipe de los Apóstoles y vuestra adhesión confiada a Jesucristo con el estímulo de amor del mismo Apóstol, intensificando los vínculos de comunión con el Sucesor de Pedro y con vuestro hermanos obispos.

A este aspecto interior de la iniciativa se une una fuerte experiencia de colegialidad afectiva. El obispo, como vosotros bien sabéis, no es un hombre solo, sino que está dentro de el corpus episcoporum que va desde las raíces apostólicas hasta nuestros días conjugándose en Jesús, “Pastor y Obispo de nuestras almas” (Misal Romano, Prefacio después dela Ascensión). Que la fraternidad episcopal que vivís en estos días se prolongue al sentir y actuar cotidianos de vuestro servicio, ayudándoos a obrar siempre en comunión con el Papa y con vuestros hermanos en el episcopado, intentando cultivar también la amistad con estos y con vuestros sacerdotes. En este espíritu de comunión y de amistad os acojo con gran afecto, obispos de rito latino y de rito oriental, saludando en cada uno de vosotros a las Iglesias confiadas a vuestro cuidados pastoral, con un pensamiento particular para las que, especialmente en Oriente Medio, están sufriendo. Agradezco al cardenal Marc Ouellet, prefecto dela Congregaciónpara los Obispos, por las palabras que me ha dirigido en vuestro nombre y por el libro, y al cardenal Leonardo Sandri, prefecto dela Congregaciónpara las Iglesias Orientales.

El encuentro anual con los obispos nombrados en el curso del año me ha dado la posibilidad de destacar algún aspecto del ministerio episcopal. Hoy quisiera reflexionar brevemente con vosotros sobre la importancia de la acogida, por parte del obispo, de los carismas que el Espíritu suscita para la edificación dela Iglesia. Laconsagración episcopal os ha conferido la plenitud del sacramento del Orden, que, enla Comunidadeclesial, se pone al servicio del sacerdocio común de los fieles, de su crecimiento espiritual y de su santidad. El sacerdocio ministerial, como sabéis, tiene el objetivo y la misión de hacer vivir el sacerdocio de los fieles, que, por el Bautismo, participan a su modo en el único sacerdocio de Cristo, como afirmala Constituciónconciliar Lumen gentium: “El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo” (nº10). Por esta razón, los obispos tienen el deber de vigilar y actuar para que los bautizados puedan crecer en la gracia y según los carismas que el Espíritu Santo suscita en sus corazones y en sus comunidades. El Concilio Vaticano II recordó que el Espíritu Santo, mientras unifica en la comunión y en el ministerio dela Iglesia, la provee y la dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos (cfr ibid.,4). La reciente Jornada Mundial dela Juventuden Madrid ha mostrado, una vez más, la fecundidad de los carismas enla Iglesia, concretamente hoy, y la unidad eclesial de todos los fieles reunidos en torno al Papa y a los obispos. Una vitalidad que refuerza la obra de evangelización y la presencia de Cristo en el mundo. Y vemos, podemos casi tocar, que el Espíritu Santo, todavía hoy, está presente enla Iglesia, que crea carismas y unidad.

El don fundamental que estáis llamados a alimentar en los fieles confiados a vuestro cuidado pastoral es, antes que nada, el de la filiación divina, que es la participación de cada uno en la comunión trinitaria. Lo esencial es que nos convertimos verdaderamente en hijos e hijas en el Hijo. El Bautismo, que constituye a los hombres “hijos en el Hijo” y miembros dela Iglesia, es raíz y fuente de todos los demás dones carismáticos. Con vuestro ministerio de santificación, educáis a los fieles a participar cada vez más intensamente en el oficio sacerdotal, profético y real de Cristo, ayudándoles a edificarla Iglesia, según los dones recibidos de Dios, en modo activo y corresponsable. De hecho, debemos tener siempre presente que los dones del Espíritu, por extraordinarios o sencillos y humildes que sean, se donan gratuitamente para la edificación de todos. El obispo, en cuanto a signo visible de la unidad de su Iglesia particular (cfr ibid., 23), tiene el deber de unificar y armonizar la diversidad carismática en la unidad dela Iglesia, favoreciendo la reciprocidad entre el sacerdocio jerárquico y sacerdocio bautismal.

Acoged, por tanto, los carismas con gratitud ¡por la santificación dela Iglesiay la vitalidad del apostolado! Y esta acogida y gratitud hacia el Espíritu Santo, que trabaja también hoy entre nosotros, son inseparables del  discernimiento,que es propio de la misión del obispo, como ha afirmado el Concilio Vaticano II que ha confiado al ministerio pastoral el juicio sobre la autenticidad de los carismas y sobre su ordenado ejercicio, sin extinguir el Espíritu, pero examinando y teniendo en cuenta lo que es bueno (cfribid., 12). Esto me parece importante: por una parte no extinguir, pero por la otra distinguir, ordenar y tener en cuenta examinando. Por esto debe estar siempre claro que ningún carisma dispensa de la referencia y de la sumisión a los Pastores dela Iglesia(cfr Exhort. ap. Christifideles laici, 24). Acogiendo, juzgando y ordenando los diversos dones y carismas, el obispo realiza un gran y precioso servicio al sacerdocio de los fieles y a la vitalidad dela Iglesia, que resplandecerá como esposa del Señor, revestida de la santidad de sus hijos.

Este ministerio articulado y delicado, exige al obispo alimentar con cuidado su propia vida espiritual. Sólo así crece el don del discernimiento. Como afirmala Exhortaciónapostólica Pastores gregis, el obispo se convierte en “padre” ya que es plenamente “hijo”dela Iglesia(nº10). Por otra parte en virtud de la plenitud del sacramento del Orden, es maestro, santificador y Pastor que actúa en nombre y en la persona de Cristo. Estos dos aspectos inseparables lo llaman a crecer como hijo y como Pastor en la estela de Cristo, de modo que su santidad personal manifieste la santidad objetiva recibida con la consagración episcopal, para que la santidad objetiva del sacramento y la santidad personal del obispo vayan unidas. Os exhorto, por tanto, queridos hermanos, a permanecer siempre en la presencia del buen Pastor y a asimilar cada vez más sus sentimientos y sus virtudes humanas y sacerdotales, mediante la oración personal que debe acompañar vuestras difíciles jornadas apostólicas. En la intimidad con el Señor encontraréis consuelo y apoyo para vuestro comprometido ministerio. No tengáis miedo de confiar al corazón de Jesucristo todas vuestras preocupaciones, seguros de que Él os cuida, como ya amonestaba el apóstol Pedro (cfr 1Pe 5,6). Que la oración se nutra siempre de la meditación dela Palabrade Dios, del estudio personal y del justo reposo, para que podáis saber escuchar y acoger con serenidad “lo que el Espíritu dice a las Iglesias” (Ap 2,11) y conducir a todos a la unidad de la fe y del amor. Con la santidad de vuestra vida y la caridad pastoral seréis ejemplo y ayuda a los sacerdotes, vuestros principales e imprescindibles colaboradores. Será vuestra urgencia hacerles crecer en la corresponsabilidad como sabios guías de los fieles, que con vosotros están llamados a edificarla Comunidadcon sus dones, sus carismas y con el testimonio de sus vidas, para que en la pluralidad de la comunión,la Iglesiade testimonio de Jesucristo y el mundo crea. Y esta cercanía con los sacerdotes, todavía hoy, con todos sus problemas, es de grandísima importancia. Confiando vuestro ministerio a María, Madre dela Iglesia, que brilla ante el Pueblo de Dios llena de los dones del Espíritu Santo, imparto con afecto a cada uno de vosotros, a vuestras diócesis y particularmente a vuestros sacerdotes,la Bendición Apostólica.Gracias.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (10 de septiembre de 2011). (AICA)

DIOS NOS PERDONA Y NOSOTROS TENEMOS QUE PERDONAR      

 Evangelio según San Mateo 18, 21-35 (ciclo A)

Se acercó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".

Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.

Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.

Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'.

El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'.

Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.

¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'.

E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.

Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".

Dios nos perdona y nosotros tenemos que perdonar

¡Con qué claridad nos habla el Señor en este Evangelio y con la explicación de este relato! En la antigua ley de Israel el perdón era de una, dos o hasta tres veces. Aquí vemos a Pedro que le pregunta a Jesús, casi exagerando “Señor, ¿tendremos que perdonar al hermano siete veces?” pero Jesús amplía la pregunta y responde “no sólo siete veces, sino setenta veces siete”, es decir siempre, hasta el infinito. El perdón nos tiene que llevar a la reconciliación, pero también es necesario tener misericordia con nuestros hermanos.

Es cierto que no basta decir la palabra “arrepentimiento”, “pedir el perdón”, sino que también hay que tener una cierta modificación, o un reconocimiento, de las cosas que uno ha hecho mal, o dejado de hacer, o hecho daño alguno de forma intencionada. El arrepentimiento es una condición fundamental apoyada en el reconocimiento. Quien reconoce puede arrepentirse. Quien no reconoce, no se arrepiente. Es claro llamar las cosas por su nombre. Pero veamos también que Dios nos perdona y nosotros tenemos que perdonar a los demás.

En el relato de esta parábola, el rey había perdonado ¡muchísimo! al hombre; y después este no fue capaz de perdonar un poco. En nuestra vida tenemos que ser coherentes: si Dios nos perdona ¿por qué nosotros no perdonamos a los demás? ¡No se puede vivir una vida humana sin reconciliación! ¡No se puede vivir una vida humana sin perdón!

Es cierto que muchos nos han lastimado, pero no menos cierto es que también nosotros hemos lastimado a los demás. Por lo tanto, serán distintos tiempos, distintas manifestaciones, distintas maneras, pero cada uno tiene algo de qué pedir perdón y cada uno tiene algo que perdonar.

Vamos a pedir al Señor que nos revista de entrañas de misericordia, de agradecimiento y también de coherencia. No seamos abstractos, ¿de qué cosas tenemos que pedir perdón?; ¿y a quién tenemos que perdonar de corazón, no sólo de palabra?

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén 

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús 


Publicado por verdenaranja @ 22:56  | Hablan los obispos
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ZENIT  nos ofrece la catequesis que el Papa Benedicto XVI hizo el miércoles 14 de Septiembre de 2011 durantela Audiencia General celebrada enla Plaza de San Pedro, siguiendo el ciclo sobre la oración cristiana.

Queridos hermanos y hermanas,

en la catequesis de hoy quisiera afrontar un Salmo de fuertes implicaciones cristológicas, que continuamente aflora en los relatos de la pasión de Jesús, con su doble dimensión de humillación y de gloria, de muerte y de vida. Es el Salmo 22 según la tradición judía, 21 según la tradición greco-latina, una oración sincera y conmovedora, de una densidad humana y una riqueza teológica que lo convierten en uno de los Salmos más rezados y estudiados de todo el Salterio. Se trata de una larga composición poética (nosotros nos detendremos en particular en la primera parte), concentrada en el lamento, para profundizar algunas dimensiones significativas de la oración de súplica a Dios.

Este Salmo presenta la figura de un inocente perseguido y rodeado de adversarios que quieren su muerte; él recurre a Dios en un lamento doloroso que, en la certeza de la fe, se abre misteriosamente a la alabanza. En su oración la realidad angustiosa del presente y el recuerdo consolador del pasado se alternan, en una sufrida toma de conciencia de la propia situación desesperada que no quiere renunciar a la esperanza. Su grito inicial es una llamada dirigida a Dios que parece lejano, que no responde y que parece haberlo abandonado:

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos?

Te invoco de día, y no respondes,

de noche, y no encuentro descanso” (v. 2 y 3).

Dios calla y este silencio hiere el ánimo del orante, que llama incesantemente, pero sin encontrar respuesta. Los días y las noches se suceden en una búsqueda incansable de una palabra, de una ayuda que no llega; Dios parece muy distante, muy olvidadizo, muy ausente. La oración pide escucha y respuesta, solicita un contacto, busca una relación que pueda darle consuelo y salvación. Pero si Dios no responde, el grito de ayuda se pierde en el vacío y la soledad se convierte en algo insoportable. Además el orante de nuestro Salmo llama al Señor tres veces “mi Dios”, en un extremo acto de confianza y de fe. No obstante las apariencias, el Salmista no puede creer que el vínculo con el Señor se haya roto totalmente y, mientras pide un por qué del presunto abandono incomprensible, afirma que “su” Dios no puede abandonarlo.

Como se sabe, el grito inicial del Salmo, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” se cita en los Evangelios de Mateo y de Marcos como el grito lanzado por Jesús cuando muere en la cruz (cfr. Mt 27,46; Mc15,34). Expresa toda la desolación del Mesías, Hijo de Dios, que está afrontando el drama de la muerte, una realidad totalmente contrapuesta al Señor de la vida. Abandonado por casi todos los suyos, traicionado y renegado por los discípulos, rodeado por los que le insultan, Jesús está bajo el peso aplastante de una misión que debe pasar por la humillación y el aniquilamiento. Por esto grita al Padre y su sufrimiento asume las palabras dolientes del Salmo. Sin embargo el suyo no es un grito desesperado, como no lo era el del Salmista, que en su súplica recorre un camino atormentado que llega finalmente a una perspectiva de alabanza, en la confianza de la victoria divina. Y ya que en la costumbre judía citar el inicio de un Salmo implicaba una referencia al poema completo, la oración de Jesús agonizante, aunque mantiene su carga de sufrimiento indecible, se abre a la certeza de la gloria. “¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?”, dirá el Resucitado a los discípulos de Emaús (Lc 24,26). En su Pasión, en obediencia al Padre, el Señor Jesús atraviesa el abandono y la muerte para alcanzar la vida y darla a todos los creyentes.

A este grito inicial de súplica, en nuestro Salmo 22-21, seguidamente, en una dolorosa comparación, recuerda el pasado:

“En ti confiaron nuestros padres:

confiaron, y tú los libraste;

clamaron a ti y fueron salvados,

confiaron en ti y no quedaron defraudados” (v. 5 y 6).

Ese Dios que hoy al Salmista le parece lejano, es el Señor misericordioso que Israel ha experimentado siempre en su historia. El pueblo, al que pertenece el orante, ha sido objeto del amor de Dios y puede testificar su fidelidad. Comenzando por los Patriarcas, después en Egipto y en la larga peregrinación en el desierto, durante la permanencia en la tierra prometida, en contacto con pueblos agresivos y enemigos hasta la oscuridad del exilio, toda la historia bíblica ha sido una historia de petición de auxilio por parte del pueblo y de respuestas salvíficas por parte de Dios. Y el Salmista hace referencia a la inquebrantable fe de sus padres, que “confiaron” -se repite este verbo tres veces- sin quedar nunca defraudados. Ahora, sin embargo, parece que esta cadena de invocaciones confiadas y respuestas divinas se haya interrumpido. La situación del Salmista parece desmentir toda la historia de salvación, haciendo más dolorosa la realidad presente.

Pero Dios no puede desmentirse, y entonces la oración vuelve a describir la penosa situación del orante, para hacer que el Señor tenga piedad e intervenga, como había hecho siempre en el pasado. El Salmista se define “pero yo soy un gusano, no un hombre;la gente me escarnece y el pueblo me desprecia” (v.7), se burlan de él, lo desprecian (cfr v. 8), y herido en su propia fe: “Confió en el Señor, que él lo libre;que lo salve, si lo quiere tanto” (v.9). Bajo los golpes burlones de la ironía y del desprecio, parece que el perseguido pierda sus connotaciones humanas, como el Siervo sufriente del Libro de Isaías (cfr Is 52,14; 53,2b-3). Y como el justo oprimido del Libro dela Sabiduría(cfr 2,12-20), como Jesús en el Calvario (cfr Mt 27,39-43), el Salmista ve cómo se pone en tela de juicio su relación con el Señor, el énfasis cruel y sarcástico de los que lo están haciendo sufrir: el silencio de Dios, su aparente ausencia. Sin embargo, Dios está presente en la existencia del orante con una cercanía y una ternura incuestionable. El Salmista lo recuerda al Señor: “Tú, Señor, me sacaste del seno materno,me confiaste al regazo de mi madre; a ti fui entregado desde mi nacimiento (v. 10-11a). El Señor es el Dios de la vida, que hace nacer y acoge al neonato y lo cuida con afecto de un padre. Y si antes se había recordado la fidelidad de Dios en la historia del pueblo, ahora el orante evoca su propia historia personal de relación con el Señor, remontándose al momento particularmente importante del inicio de su vida. Y allí, no obstante la desolación del presente, el Salmista reconoce una cercanía y un amor divino tan radical, que ahora puede exclamar, en una confesión llena de fe y generadora de esperanza: “desde el seno de mi madre, tú eres mi Dios” (v.11b).

El lamento se convierte ahora en una súplica conmovedora: “No te quedes lejos, porque acecha el peligro y no hay nadie para socorrerme” (v.12). La única cercanía que el Salmista percibe y que lo aterroriza es la de los enemigos. Y por tanto es necesario que Dios se haga cercano y que lo socorra, porque los enemigos rodean al orante, lo cercan y son como toros poderosos, como leones que abren sus fauces para rugir(cfr v. 13-14). La angustia altera la percepción del peligro, aumentándolo. Los adversarios parecen invencibles, se han convertido en animales feroces y peligrosísimos, mientras que el Salmista es como un pequeño gusano, impotente, sin defensa alguna. Pero estas imágenes, usadas en el Salmo, sirven para decir que cuando el hombre es un ser brutal que agrede a su hermanos, algo animal lo posee, parece perder su apariencia humana; la violencia tiene algo de bestial y sólo la intervención salvadora de Dios puede restituir la humanidad al hombre. Ahora, para el Salmista, objeto de tanta feroz agresión, parece que no hay salida y que la muerte comienza a poseerlo: “Soy como agua que se derramay todos mis huesos están dislocados [...]; mi garganta está seca como una teja y la lengua se me pega al paladar. Se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica”(v. 15.16.19). Con imágenes dramáticas, que encontramos en los relatos dela Pasiónde Cristo, se describe la descomposición del cuerpo del condenado, el calor insoportable que atormenta al moribundo y que encuentra eco en la petición de Jesús: “Tengo sed” (cfr Jn 19,28), hasta alcanzar el gesto definitivo con el que los torturadores, como los soldados bajo la cruz, se reparten las vestiduras de la víctima a la que consideran muerta (cfr Mt 27,35; Mc 15,24; Lc 23,34; Jn 19,23-24).

Y de nuevo, la petición de socorro urgente: “Pero tú, Señor, no te quedes lejos;tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. Sálvame”(vv. 20.22a).Este es un grito que abre los cielos, porque proclama una fe, una seguridad que va más allá de toda duda, de toda oscuridad y de toda desolación. Y el lamento se transforma, deja lugar a la alabanza en la acogida de la salvación: “Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea” (v.23). Así el Salmo se abre a la acción de gracias, al gran himno final en el que participa todo el pueblo, los fieles del Señor,la Asamblealitúrgica, las generaciones futuras(cfr v. 24-32). El Señor ha venido en su ayuda, ha salvado al pobre y le ha mostrado el rostro de su misericordia. Muerte y vida se han cruzado en un misterio inseparable del que ha salido victoriosa la vida, el Dios de la salvación se ha mostrado Señor indiscutible ante el cual todos los confines de la tierra celebrarán y todas las familias de los pueblos se postrarán. Es la victoria de la fe, que puede transformar la muerte en don de vida, el abismo del dolor en fuente de esperanza.

Querídisimos hermanos y hermanas, este Salmo nos ha llevado al Gólgota, a los pies de la cruz, para revivir su pasión y compartir la alegría fecunda de la resurrección. Dejémonos invadir de la luz del misterio pascual y, como los discípulos de Emaús, aprendamos a discernir la verdadera realidad más allá de las apariencias, reconociendo el camino de la exaltación en la humillación y la plena manifestación de la vida en la muerte, en la cruz. Así poniendo de nuevo toda nuestra confianza y esperanza en Dios Padre, en el momento de la angustia, le podremos rezar con fe también nosotros y nuestro grito de auxilio se transformará en cantos de alabanza. Gracias.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Jueves, 29 de septiembre de 2011

Homilía de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 24º domingo durante el año (11 de septiembre de 2011). (AICA)

EL PERDÓN Y EL DIÁLOGO             

En algunas oportunidades escuchamos expresiones como: “Este hombre es imposible que cambie”. Seguramente si profundizamos en el fundamento de semejante afirmación podemos captar algunas de sus razones; su historia personal y familiar, un pasado turbulento, la dureza de corazón…Sin embargo, tenemos que responder categóricamente, que cerrar la posibilidad de cambio o conversión a una persona es un error y por supuesto no es cristiano. Todo varón y mujer, por más que haya cometido el peor de los delitos o tenga el peor de los pasados, puede convertirse a Dios y cambiar sus actitudes con sus hermanos y esto hasta el último minuto de su vida.

El Evangelio de este domingo (Mt. 18, 21-35), nos presenta una enseñanza fundamental para los cristianos, “el perdón de las ofensas”: Entonces se adelanto Pedro y le dijo: “Señor, ¿cuantas veces tendré que perdonar a mis hermanos las ofensas que me hagan? ¿Hasta siete veces? Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 21-22). Finalmente el texto bíblico remarca la enseñanza con una parábola donde el Señor nos dice que así como Dios nos perdona, debemos perdonar a nuestros hermanos.

¿Por qué Dios nos perdona? Simplemente porque Dios es Amor y es misericordioso o sea es capaz de compadecerse de nuestras miserias. Nosotros podemos ser perdonados cuando tenemos la disposición de cambiar, de convertirnos. Así podemos comprender el porque del Sacramento dela Reconciliacióno “Confesión”, que al igual que los otros Sacramentos, el Bautismo,la Confirmación, el Matrimonio… son expresiones del amor misericordioso de Dios. Si leemos la parábola de este domingo captaremos rápidamente el mensaje del Señor. Comprender la misericordia de Dios en nuestra vida nos llama a convertirnos, a tener un corazón misericordioso con nuestros hermanos y a que captemos el perdón que nos pide el Evangelio.

Reflexionar sobre el perdón de las ofensas, la reconciliación y el diálogo en nuestra patria y en nuestra provincia, así como en la cultura actual no es accidental. Sabemos bien y no es necesario recurrir a datos estadísticos para darnos cuenta, el grado de violencia que se da en los distintos niveles de la vida social. 

Nos duele la violencia instalada en problemáticas de niñez, adolescencia, juventud, vida familiar, entretenimientos, comunicación social….Es cierto que tendremos que preguntarnos, y más aún los que tenemos algún tipo de responsabilidad social en el ejercicio de algunas de las formas de poder en la sociedad: ¿Cuál es, el testimonio de diálogo, de respeto mutuo, de perdón social que practicamos?

Lamentablemente lo que se nota es una lucha de poder, a veces despiadada, fragmentación y hasta actitudes de violencia que forman parte de situaciones que pueden acentuar un estilo de vida que por ser construida en el individualismo, en la mera lucha por espacios de poder, y en la violencia como modo social, pueden generar malos augurios. Es conveniente resaltar que siempre estamos a tiempo, tanto la dirigencia como nuestras comunidades y organizaciones, pueblos y familias, de cambiar y proponernos algunos valores como “la vida”, “la familia”, “la solidaridad”, “el diálogo”, “la reconciliación” y tener como meta la justicia y la paz social.

También abundan los buenos ejemplos. Son muchos, pero en general nadie los promueve como modelos culturales, sin embargo se dan y en el silencio de la cotidianidad son los que construyen en la esperanza.

El perdón del que nos habla el Señor en el Evangelio de este domingo es una maravillosa herramienta que nos puede permitir dialogar en la diversidad sobre temas fundamentales del bien común social.

Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo. 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas 


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El obispo ha convocado a los jóvenes en particular y a la feligresía en general a la eucaristía de acción de gracias por los frutos de la reciente Jornada Mundial de la Juventud, celebración que tendrá lugar este viernes en la Basílica de Nuestra Señora de Candelaria, a las 19:30 horas. 

En el transcurso de la ceremonia, el prelado nivariense hará entrega de una sorpresa que ha preparado junto a cuantos participaron en las pasadas JMJ, a modo de corresponsales de la Diócesis. Se trata de la primera edición digital de la revista Iglesia Diocesana. Bajo la coordinación del departamento de comunicación y del departamento de pastoral con jóvenes, esta publicación ofrece 160 páginas que alternan desde la experiencia del propio obispo, a la de sacerdotes, religiosos, misioneros, agentes de pastoral juvenil y jóvenes. 

El Colegio Santo Domingo, de las misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, en Güímar, va a comenzar a celebrar su 75 aniversario fundacional, el próximo domingo, 2 de octubre, con la misa presidida por el obispo, Bernardo Álvarez, a las 11:00 horas, en la parroquia de San Pedro. De esta forma, se inicia un año lleno de celebraciones, actos, reuniones con antiguas alumnas, antiguos docentes y antiguas religiosas. 

Por su parte, la comunidad de monjes del Instituto del Verbo Encarnado, del monasterio Nuestra Señora del Socorro en Güímar, ha invitado a quien lo desee, al décimo aniversario de la fundación del monasterio. Será el próximo 2 de octubre. A las 16:15 horas tendrá lugar la conferencia sobre la vida Contemplativa, a cargo de Gonzalo Ruiz Freites, Vicario General del I.V.E, y a las 19:00 horas se celebrará la  Misa en Acción de gracias, presidida por Mons. Bernardo Álvarez. 

Después de un triduo de preparación, Tazacorte y toda la isla de La Palma celebra el jueves 29 de septiembre su día grande: la festividad litúrgica del Patrón, San Miguel Arcángel. A las 12.00 horas comenzará la solemne celebración de la eucaristía en honor de San Miguel Arcángel, presidida por Daniel José Padilla, vicario de Justicia de la Diócesis. Por la tarde, a las 19:30 horas, se celebrará la misa en memoria de los Hijos del Pueblo que están ausentes. A continuación, tendrá lugar la procesión de la sagrada imagen. 

Recientemente, el obispo, Bernardo Álvarez ha realizado los siguientes nombramientos: Ramón Moisés Acevedo y Juan Ramos, arcipreste y vicearcipreste de Los Llanos de Aridane, respectivamente; Juan Francisco Molina y Manuel González Marrero, arcipreste y vicearcipreste de Granadilla, respectivamente; Francisco Javier de La Rosa, vicearcipreste de La Salud; Argelio Domínguez, vicearcipreste de Icod de Los Vinos; Carlos Arceniega y Pedro Bermúdez, arcipreste y vicearcipreste de Tacoronte, respectivamente. Asimismo, Roberto Darias ha sido nombrado delegado de Pastoral Vocacional y consiliario del movimiento de Scouts Católicos. 

Continúan las reuniones del obispo y los vicarios con motivo de la presentación del Plan Diocesano de Pastoral a los sacerdotes de las diferentes vicarías de la diócesis. Esta semana ha sido el turno para la vicaría de La Laguna, la vicaría del Sur y el norte de Tenerife. Las reuniones finalizarán el sábado 1 de octubre, en la vicaría de Santa Cruz de Tenerife. 

Asimismo, poco a poco, también los agentes de pastoral de las distintas zonas de la Diócesis van conociendo de primera mano y en profundidad el nuevo Plan Diocesano de Pastoral (PDP) 2011-2015. Estos días ha sido el turno para los arciprestazgos de Tacoronte, Los Llanos de Aridane (La Palma) y Santa Cruz de Tenerife. 

El Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC) llevará a cabo el acto de apertura de curso el lunes, 3 de octubre, en el Seminario Diocesano. A las 19:00 horas el obispo presidirá la Eucaristía en la capilla del centro. Posteriormente se iniciará la sesión académica. Por otro lado, cabe resaltar que el “Día del ISTIC” se celebrará tanto el 17 como el 18 de septiembre. 

Toda la oferta formativa del Instituto de Teología Islas Canarias, sede en Tenerife para el curso académico 2011-2012 se puede consultar en www.cettenerife.org/ 

El día de la catequesis se celebrará el domingo 9 de octubre bajo el lema: “Conecta2”. Ya está disponible en las librerías diocesanas el folleto de formación para los catequistas durante el presente curso 

Por otro lado, la delegación de jóvenes ha adelantado que el sábado, 12 de noviembre, será el Encuentro Diocesano de Pastoral con jóvenes, en el colegio de las Escuelas Pías, en Santa Cruz de Tenerife, de 10:00 a 22:00 horas. 

Organizadas por la Delegación Diocesana de Liturgia y el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC, los días 4 (de 17:30 a 20:00) y 5 (de 10:30 a 13:00 y de 16:00 a 20:00) de noviembre, en el Seminario Diocesano, se desarrollarán las Jornadas de Liturgia. En esta ocasión, bajo el lema "Leer a Dios". Las jornadas estarán dirigidas por el P. José María Jiménez Alonso, monje benedictino del monasterio de la Santísima Trinidad en la isla de Gran Canaria. 

Nuestra diócesis contará pronto con tres nuevos diáconos camino del presbiterado. La ordenación tendrá lugar el próximo día 8 de octubre, a las 11:00 h., en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de la Laguna. El obispo conferirá entonces el orden del diaconado a: Airán Expósito Hernández (San Juan Bautista, Icod). Antonio F. Delgado Rodíguez (San Lázaro, La Laguna). Julián Andrés Azcárate Acosta (Santa María de Añaza). 

Organizado por la Delegación de Familia y Vida, con la colaboración de la Fundación Desarrollo y Persona, entre el mes de octubre y diciembre (21-21/10, 25-26/11 y 16-17/12) tendrá lugar un curso para monitores de educación afectiva y sexual. A través de él se pretende capacitar a padres y educadores para que conociendo y comprendiendo las diversas etapas del desarrollo psico-sexual, puedan acompañar la educación para el amor, tanto en la familia como en la escuela. El plazo de matrícula es hasta el 14 de octubre. Las inscripciones las pueden escribiendo un correo a [email protected] o llamando a los teléfonos de los delegados: Ana y Juan Jesús (690.373.649 o 639.083.782) 

Con motivo de la próxima jornada del DOMUND, que tendrá lugar el día 23 de octubre, el delegado diocesano de misiones, Juan Manuel Yanes ha redactado una carta titulada “Implicaciones pastorales del DOMUND”, en la cual da las claves bíblicas y eclesiológicas para celebrar esta jornada. La misma se puede leer entrando en la página web: www.omp.es/OMP/domund

La II FIESTA SOLIDARIA DEL SUR DE TENERIFE, cuyos beneficios irán destinados a Cáritas Diocesana, tendrá lugar el próximo sábado 8 de octubre, a las 20:00 horas, en el Palacio de Congresos de Adeje, (MAGMA ARTE & CONGRESOS). Esta gala consistirá en una cena y un gran espectáculo que contará con la actuación estelar de varios artistas canarios como Pepe Benavente, la orquesta Maquinaria Band y Ni un Pelo de Tonto entre otros.

Por otro lado, con el fin de recaudar fondos para el Cuerno de África, el próximo día 29 de octubre (sábado), la plaza de América en Icod de los Vinos acogerá un festival benéfico a favor de Caritas, en horario de 20 h a 22:30. En dicho concierto participarán grupos musicales, solistas y contará con la colaboración especial de Pepe Benavente y Manuel Dorta. 

El próximo día 22 de octubre, Cáritas Diocesana llevará a cabo un nuevo encuentro de voluntariado. El mismo está destinado a todo el voluntariado de la entidad y tendrá lugar en la casa de Carta de Valle Guerra. Entre las 11:30 y 12:00 horas será la bienvenida a los asistentes. 

Esta semana, en el Colegio de la Milagrosa (La Orotava) se ha venido realizando un Cursillo de Iniciación para catequistas en el que están participando 14 personas que serán enviadas a evangelizar en nombre de la Iglesia -como el resto de catequistas diocesanos- a partir del próximo domingo 9 de octubre. Al mismo tiempo, el arcipreste, Pedro Jorge Benítez, desarrolló el curso de Profundización para Catequistas, al que han asistido 30 personas. 

Otro importante grupo lo hace en Tacoronte. 

En las librerías diocesanas pueden encontrar dos novedades de la Editorial Edibesa relacionadas con la Jornada Mundial de la Juventud, Madrid 2011: “Enseñanzas del Papa en la JMJ, Madrid 2011”(PVP. 2,15 €) y “Enseñanzas de Benedicto XVI en la JMJ 2011, Madrid” (PVP 1.15 €). En el primero de los folletos encontrarán todo lo que dijo el Santo Padre y otras personas, mientras que en el segundo, todos los discursos y homilías de Benedicto XVI. 

El próximo día 9 de octubre, la Comunidad del Movimiento de los Focolares celebrará una Jornada en la que se presentará el Movimiento al Obispo Nivariense, Bernardo Álvarez Afonso. Desde el mismo movimiento se nos informa que han "puesto una gran ilusión en que esta Jornada sea beneficiosa para nuestra comunidad y para la Diócesis, como una buena oportunidad para conocer la Obra de Chiara Lubich a quienes nos acompañen". La jornada se desarrollará de 10 a 17 horas. 

Del 2 al 4 de octubre, en la iglesia de San Francisco de Asís, en La Orotava se celebrará un triduo al Seráfico Padre San Francisco de Asís. Las celebraciones eucarísticas se celebrarán a las 20:00 horas. 

Asimismo, en El Realejo Bajo, el domingo 2 de octubre, a las 11:00 horas se celebrará la eucaristía en honor a este santo. A su término, tendrá la procesión claustral con la venerada imagen. 

Por su parte, la Parroquia de San Francisco, en la capital palmera, está desarrollando un amplio programa de actos religiosos en honor a su titular. El sábado 1 de octubre, a las 19:00 horas, se celebrará la Eucaristía cantada por el coro parroquial. A las 20:00 horas, procesión con el recorrido de costumbre y tradicional cuadro escénico de la aparición del ángel y escena costumbrista del “avión” desde la Cueva Carías. 

El Ayuntamiento de Tegueste acaba de firmar un convenio de colaboración con la Orden de los Hermanos de Belén, Casa de Acogida Posada de Belén de La Laguna para la atención de personas con necesidades sociales o aquellas que, por su edad o debido a alguna incapacidad física o mental, han perdido su autonomía y su independencia personal. 

OrArt, es un grupo de jóvenes del Centro Juvenil “Don Bosco”, de los Salesianos de la Orotava, que se mueve en el ámbito del Arte y la Evangelización, ofrece la posibilidad a todos los jóvenes que estén interesados en participar en la siguientes actividades: grupo de teatro para chicos y chicas de 5º y 6ª de E.P., coro juvenil y grupo de danza para chicos y chicas de todas las edades. Todos los viernes, a partir de las 17.30 horas y en el colegio de los Salesianos de La Orotava pueden informarse. 

La revista "Nivaria Theológica", que edita el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC, ha salido nuevamente a la calle, esta vez con su Número 13 y a partir de ahora se podrá comprar también en la Librería Diocesana, en su sede principal de La Laguna, y las delegaciones con las que cuenta la Diocesana en Santa Cruz, sur y norte de Tenerife y La Palma. Así el ISTIC continúa con sus ediciones. 

Ha fallecido Sor Lucía, dominica de La Palmita, a los 91 años de edad. La misa exequial se celebrará el  jueves, 29 de septiembre, a las 12:00 horas. Descanse en paz. 

El Diario de Avisos señala en su publicación del miércoles 28 de septiembre que "casi 2.000 familias del sur de la Isla dependen de Cáritas por la crisis". "La ONG de la Iglesia ha atendido este año a más de 1.000 familias en sus parroquias de Granadilla y Arona (incluyendo los núcleos urbanos de Valle de San Lorenzo, El Médano, San Isidro y Los Cristianos) y unos 800 en las iglesias de Santiago del Teide, Guía de Isora y Adeje" -señala el decano de la prensa de Canarias. 

Ángel Pérez Pueyo, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades de la CEE está en Tenerife dirigiendo los Ejercicios Espirituales del Seminario Mayor que finalizarán el viernes 30 de Septiembre. Asimismo, Pueyo ha visitado el Espacio Religioso de la Cueva del Santo Hermano Pedro, en El Médano, acompañado por el Rector Macario Manuel López García. 

En el Seminario Diocesano de La Laguna tuvo lugar la clausura del Taller de Electricidad/Electrónica, que desde el mes de abril se venía desarrollando en las instalaciones de la Escuela Profesional Salesiana “San Juan Bosco” y en la sede de la Cáritas Arciprestal en la Cuesta, municipio de San Cristóbal de La Laguna. Taller que ha sido financiado por la Fundación Endesa y que ha beneficiado a jóvenes, entre 18 y 25 años, en situación de exclusión social o en riesgo de padecerla, con fracaso/abandono escolar y/o desempleados/as sin experiencia laboral y/o empleos precarios. 

El joven Alberto Vergara ha sido ordenado presbítero en la iglesia de la Inmaculada de Getafe por el Obispo, Joaquín María López. Vergara pertenece a la Orden de los Padres Escolapios de la Tercera Demarcación, el cual se encuentra actualmente en las "Escuelas Pías" (Quisisana), en Santa Cruz de Tenerife. Además es miembro de la delegación diocesana de pastoral con jóvenes. La primera Eucaristía de Alberto Vergara en Tenerife será el 2 de octubre, a las 12:00 horas, en la capilla del colegio "Escuelas Pías", en Santa Cruz de Tenerife. 

El Equipo Gestor de la Casa Manresa de los jesuitas (en la Caridad, Tacoronte), invitan a todos los que puedan estar interesados en entrar en sí mismos, en retirarse, en estar a solas solo con Dios, a un retiro espiritual en el que se va a explorar el modo de seguimiento del Señor en San Ignacio de Loyola. El retiro tendrá lugar el sábado 1 de octubre, de 10 a.m. a 6 p.m. y será impartido por el jesuita Lucas López S.J. 

El segundo encuentro con las comunidades cristianas de El Rosario tendrá lugar el miércoles 5 de octubre. El párroco de La Esperanza presidirá una misa en la que participarán sus comunidades, así como la de Llano del Moro. La jornada central de las fiestas será el 7 de octubre. 

El Obispo ha nombrado nuevo Director del Pos-grado de derecho matrimonial Canónico de la Universidad Menéndez Pelayo a D. Jesús Manuel Gil Agüín, Promotor de Justicia y Fiscal de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna y profesor de Derecho del ISTIC- Sede de Tenerife. Dicho curso universitario, organizado por la Vicaría Judicial del Obispado, esta dirigido a abogados, psicólogos y peritos y colaboran diversos profesores del ISTIC relacionados con el mundo jurídico. 

"Desde la J" es una oración-reflexión elaborada por las Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret de Santa Cruz, con la cual quieren avivar el amor intenso de Dios regado en las JMJ. 


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DOMINGO 27 DEL TIEMPO ORDINARIO - A
2 de octubre de 2011

La gracia y la paz de Jesucristo estén con todos vosotros

- Si recordáis, los dos últimos domingos Jesús nos ha hablado de la viña de Dios, y nos invitaba a trabajar en ella. Hoy volverá a utilizar esta misma imagen: una viña bien cuidada, muy querida de Dios, que espera que dé fruto ... Pero en la que resulta que a veces los trabajadores no hacen lo que deberían.

- Agradezcamos hoy a Dios que nos haya llamado a trabajar en su viña, y preguntémonos si realmente somos buenos trabajadores.

A. penitencial: En silencio, pidamos a Dios que nos perdone, porque muchas veces olvidamos su llamada y no seguimos su camino. (Silencio)

- Tú, que renuevas nuestra vida. SEÑOR, TEN PIEDAD.

- Tú, que nos miras con amor. CRISTO, TEN PIEDAD.

- Tú, que nos salvas de todo mal. SEÑOR, TEN PIEDAD.

1. lectura (Isaías 5,7-7): La primera lectura que hoy vamos a escuchar es un cántico lleno de ternura y lleno de dolor. Es Dios que se dirige a su pueblo de Israel. Escuchémoslo y dejemos que sus palabras penetren también dentro de nosotros.

Salmo (79): En las palabras del salmo, el pueblo pide a Dios que vuelva a mirarlo con amor. Pidámoslo también nosotros desde el fondo de nuestro corazón.                 

2. lectura (Filipenses 4,6-9): Escuchemos ahora a san Pablo que nos anima a vivir nuestra vida cristiana con la paz y la alegría de Dios.

Oración universal: Presentemos nuestras plegarias al Padre, con un espíritu muy abierto y universal. Oremos diciendo: TE ROGAMOS, ÓYENOS.

Para que la Iglesia dé los frutos de fe y de amor que Dios espera. OREMOS:

Para que los que no creen en Jesucristo puedan descubrir la alegría del Evangelio. OREMOS:

Para que las actividades del nuevo curso que ahora empezamos nos hagan crecer en la fe y en el amor a Dios y a los hermanos. OREMOS:

Para que los enfermos recobren la salud. OREMOS:

Para que se termine el negocio de la fabricación y la venta de armas. OREMOS:

6. Para que ... OREMOS:

Para que encontremos cada día más el gusto de la oración y la relación personal con Dios. OREMOS:

Escucha, Padre, lo que con fe te hemos pedido, y haz de nuestras vidas un fiel testimonio de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Padrenuestro: Como Jesucristo nos ha enseñado, ahora, antes de comulgar, nos atrevemos a decir:

Despedida: Glorificad al Señor con vuestra vida. Podéis ir en paz.

CPL

 


Publicado por verdenaranja @ 17:42  | Liturgia
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Mi?rcoles, 28 de septiembre de 2011

Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo veintisiete del Tiempo Ordinario - A, ofrecido por la Delegación Diocesana de Ensenanza de la diócesis de Tenerife.

¿ESTAMOS DECEPCIONANDO A DIOS? 

         Jesús se encuentra en el recinto del Templo, rodeado de un grupo de altos dirigentes religiosos. Nunca los ha tenido tan cerca. Por eso, con audacia increíble, va a pronunciar una parábola dirigida directamente a ellos. Sin duda, la más dura que ha salido de sus labios.

         Cuando Jesús comienza a hablarles de un señor que plantó una viña y la cuidó con solicitud y cariño especial, se crea un clima de expectación. La «viña» es el pueblo de Israel. Todos conocen el canto del profeta Isaías que habla del amor de Dios por su pueblo con esa bella imagen. Ellos son los responsables de esa "viña" tan querida por Dios.

         Lo que nadie se espera es la grave acusación que les va a lanzar Jesús: Dios está decepcionado. Han ido pasando los siglos y no ha logrado recoger de ese pueblo querido los frutos de justicia, de solidaridad y de paz que esperaba.

         Una y otra vez ha ido enviando a sus servidores, los profetas, pero los responsables de la viña los han maltratado sin piedad hasta darles muerte. ¿Qué más puede hacer Dios por su viña? Según el relato, el señor de la viña les manda a su propio hijo pensando: «A mi hijo le tendrán respeto». Pero los viñadores lo matan para quedarse con su herencia.

         La parábola es transparente. Los dirigentes del Templo se ven obligados a reconocer que el señor ha de confiar su viña a otros viñadores más fieles. Jesús les aplica rápidamente la parábola: «Yo os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos».

         Desbordados por una crisis a la que ya no es posible responder con pequeñas reformas, distraídos por discusiones que nos impiden ver lo esencial, sin coraje para escuchar la llamada de Dios a una conversión radical al Evangelio, la parábola nos obliga a hacernos graves preguntas.

         ¿Somos ese pueblo nuevo que Jesús quiere, dedicado a producir los frutos del reino o estamos decepcionando a Dios? ¿Vivimos trabajando por un mundo más humano? ¿Cómo estamos respondiendo desde el proyecto de Dios a las víctimas de la crisis económica y a los que mueren de hambre y desnutrición en África?

         ¿Respetamos al Hijo que Dios nos ha enviado o lo echamos de muchas formas "fuera de la viña"? ¿Estamos acogiendo la tarea que Jesús nos ha confiado de humanizar la vida o vivimos distraídos por otros intereses religiosos más secundarios?

         ¿Qué hacemos con los hombres y mujeres que Dios nos envía también hoy para recordarnos su amor y su justicia? ¿Ya no hay entre nosotros profetas de Dios ni testigos de Jesús? ¿Ya no los reconocemos?

José Antonio Pagola 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
2 de octubre de 2011
27 Tiempo ordinario (A)
Mateo 21,33-43


Publicado por verdenaranja @ 23:02  | Espiritualidad
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Homilía de monseñor Luis T. Stöckler, obispo de Quilmes en la peregrinación diocesana a Luján, en el 10º Aniversario dela Pascua de Mons. Novak (11 de septiembre de 2011). (AICA)

LA VIRGEN NOS ESPERA

Cuando llegamos a la casa de la Virgen, nuestra madre, muchos se acercan al confesionario para encontrarse con el Padre misericordioso que siempre está esperando, por más culpas tengamos cargadas sobre nuestro corazón. Liberados de nuestros pecados, volvemos a nuestras casas con el alma limpia y el ánimo contento. El pecado nos oprime y enferma; la reconciliación nos libera y sana. Pero así como Dios actúa con nosotros, debemos hacerlo de la misma manera en nuestro trato con los demás. Si no vivimos en comunión con el prójimo, se traba también la comunión con Dios. Por eso, la oración del Señor nos enseña que el pedir perdón por nuestras ofensas está ligado al perdonar a los que nos ofenden. “Si un hombre mantiene su enojo contra el otro, ¿cómo pretende que el Señor lo sane?”, pregunta el libro del Eclesiástico.

Pero la sanación de la persona por la reconciliación con el otro no se da sólo en el trato individual, sino vale también para la sociedad en su conjunto. En la memoria agradecida por los diez años dela Pascuade nuestro primer obispo, P. Jorge Novak, consideramos las cuatro líneas pastorales, con las cuales marcó la diócesis, y que en el fondo quieren superar las divisiones enla Iglesiay la sociedad.; es decir, lograr la comunión entre todos. Ser como él amigo de Dios y de los pobres; ser misionero incansable; defender los derechos humanos y servir a la unidad de los cristianos. Es una herencia que hemos recibido y que debemos trasmitir a los que nos siguen y van integrándose en nuestra iglesia diocesana, tanto los niños como los adultos.

Que la amistad con Dios y con los pobres están unidas, viene del mismo Jesús quien alabó al Padre por haber revelado el evangelio a los pequeños y humildes. Quien ama a Dios, busca la amistad de los pobres para escucharlos para entender mejorla Palabra, y también para ayudarles en sus necesidades, como lo hacía Jesús. La opción por los pobres debe ser una constante, cuando por ejemplo el equipo de Pastoral Social de la diócesis insiste en el reclamo de un plan de viviendas, para que las familias necesitadas tengan una casa digna. Es Cristo mismo quien está en los que buscan un techo y que nos preguntará lo que hemos hecho por los que no tenían dónde alojarse.

Ser misionero, exige sobre todo, difundirla Palabrade Dios y compartirla en comunidad. Salir del individualismo, llegar a los vecinos y formar comunidades, sea en el barrio como Comunidad Eclesial de Base, sea como una comunidad de un movimiento, sea en un grupo apostólico, sea con la carpa misionera, sea la movida de la infancia y adolescencia misionera.

Defender los Derechos Humanos comienza hoy por el derecho más fundamental, que es el derecho a nacer. No se pueden contraponer el derecho de la madre al derecho del niño o la niña que ella está esperando. Son dos vidas, no una. Y una vez nacida, la criatura tiene el derecho a alimentarse, sobre todo en los primeros meses para no quedar disminuida para toda la vida. Es un desafío, al cual los Hogares de Niños de nuestra Caritas están expuestos permanentemente y necesitan nuestro apoyo frente a las autoridades civiles, para que se garantice el sostén no solo de los niños sino también de sus padres sustitutos que están consagrados de una manera admirable a su cuidado.

Servir a la unidad de los cristianos como Jorge Novak la anhelaba, significa hoy abrir los ojos frente a tantas comunidades cristianas nuevas, distantes no solo dela Iglesiacatólica sino también de las comunidades evangélicas con las cuales nos une una cordal amistad, y pedir al Señor que despierte en todos un profundo anhelo de la unidad. Debemos pedirla en la oración y buscar a conocer al otro. Donde reconocemos mutuamente el único bautismo ya estamos en una comunión real y profunda, aunque no completa. Que nuestro modo de relacionarnos sea respetuoso, y cuando se trata de atender las necesidades del prójimo, nuestras convicciones religiosas nunca deberían ser un impedimento para no trabajar juntos.

Todos estos anhelos y propósitos queremos poner ahora en las manos dela Virgen, junto con el pedido que por su intercesión surjan en nuestra diócesis vocaciones, especialmente para la vida sacerdotal. Faltan pastores según el corazón del Señor. ¡María, Madre, escúchanos! 

Mons. Luis T. Stöckler, obispo de Quilmes 


Publicado por verdenaranja @ 22:53  | Homil?as
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Homilía de monseñor Francisco Polti, obispo de Santiago de Estero, enla Fiesta Chica de Nuestro Señor de los Milagros de Mailín (11 de septiembre de 2011). (AICA)

FIESTA CHICA DE NUESTRO SEÑOR DE LOS MILAGROS DE MAILÍN          

Queridos hermanos y hermanas peregrinos del Señor Forastero,

La festividad chica, nos convoca una vez más, aquí en Mailín, junto ala Mesadela Palabray dela Eucaristía, para celebrar en el domingo, en el día del Señor, la victoria de Cristo, Nuestro Señor de Mailín, sobre la muerte y el pecado a través dela Cruzyla Resurrección.

Las lecturas que acabamos de escuchar nos presentan “el perdón” como tema central de la liturgia de esta festividad. La idea de fondo es profunda: aquel que no perdona las ofensas recibidas, no recibirá la remisión de sus pecados. Al contemplarla Cruzde Mailín descubrimos el amor que Dios nos tiene al entregar a su propio Hijo por nosotros y la medida del amor a la que estamos llamados, recordando las palabras de Jesús: “no hay mayor amor que dar la vida por los amigos”. Sí,la Cruz–que ocupa el centro del cristianismo– es la muestra más grande del amor y del perdón.

Quien desee comprender a fondo su propia existencia, o la existencia humana en general, debe dirigirse con toda su capacidad, con todo su ser y posibilidades a Cristo redentor. En realidad hemos sido comprados “a precio”-a un gran precio-, la sangre de Cristo (Cf. 1Pt 1,17). En cierto modo ya no nos pertenecemos (Cf. 1 Cor 6,19).

En tal sentido, es profunda la afirmación de Pablo en su carta a los Romanos que acabamos de escuchar en la segunda lectura: “Ya no vivimos para nosotros mismos, ni morimos para nosotros mismos. En vida y en muerte pertenecemos al Señor”. Es decir, todo el acontecer humano se debe valorar en función de nuestra pertenencia a Cristo. Sólo es posible entender la verdad sobre el hombre a la luz del Verbo encarnado, porque Dios ha elevado al hombre a la participación de la naturaleza divina. Nos debemos al amor que es más grande que todos nuestros pecados.

Pero si el corazón de Dios se conmueve ante nuestras miserias, si su compasión se enciende ante nuestras desgracias, ¿no deberíamos hacer otro tanto nosotros con nuestros hermanos que nos han ofendido? No sería conveniente que nosotros recibiéramos el perdón sin medida de parte de Dios, y fuéramos intransigentes con las culpas de nuestros prójimos. Precisamente esto pone de relieve la parábola de Jesús.

Nuestra sociedad, cada persona está verdaderamente sedienta de perdón. La realidad nos muestra fehacientemente que el camino de la venganza y del odio suicida conduce a un callejón sin salida, a una espiral de violencia y de muerte.

Iniciemos la conversión de la realidad que nos rodea, convirtiendo nuestro propio corazón. Sepamos que ser cristiano es desconocer el odio, por muy cruel y despiadado que sea mi enemigo, o por muy grave y penosa que haya sido la ofensa.

El Papa Juan Pablo II nos dice: “En realidad, el perdón es ante todo una decisión personal, una opción del corazón que va contra el instinto espontáneo de devolver mal por mal. Dicha opción tiene su punto de referencia en el amor de Dios, que nos acoge a pesar de nuestro pecado y, como modelo supremo, el perdón de Cristo, el cual invocó desde la cruz: « Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen »” (Lc 23, 34) [1].

Esta elección la  debemos cultivar, en primer lugar, en nuestra vida doméstica. En efecto, en el ámbito de la propia familia, donde los contactos humanos son más frecuentes y más intensos, es donde especialmente debemos perdonar las ofensas recibidas.

Ojala que en ningún hogar cristiano santiagueño llegue la noche, sin que una palabra de perdón venga a suavizar y a borrar los malentendidos y los malos momentos de alguno de los miembros producidos durante la jornada. Perdón entre los esposos. Perdón entre padres e hijos. Perdón entre hermanos.

El perdón puede y debe aplicarse también en el ámbito social y profesional. Debe aplicarse en las relaciones sociales, en los grupos de amigos y en el círculo familiar ampliado.

Quiero dedicar unas breves palabras a los maestros en su día, a fin de saludarlos y agradecerles la tarea que realizan como profesionales de la educación y como hijos dela Iglesiacatólica Ustedes son conscientes  que para conseguir elevados objetivos no depende sólo de los sistemas pedagógicos, sino del mejor método de educación: el amor a sus alumnos, la autoridad moral, y los valores que encarnan. Hoy tienen la ardua tarea de transmitir  una imagen apropiada dela Argentinay del querido Santiago del Estero. Enseñarles a amar al país y a la provincia, fomentando también aquellas virtudes cívicas que eduquen a la solidaridad, al legítimo orgullo de la propia historia y cultura, y al Bien Común, que es el bien de todos.

Por último quiero recordarles que hoy se realiza, en todas las diócesis de Argentina,la Colecta NacionalMás x Menos, que es promovida porla Comisiónde Ayuda a las Regiones más Necesitadas, bajo el lema “Con tu ayuda elegís la vida”. Esta colecta es un espacio creado para compensar la falta de equidad social. Un puente de comunicación entre los que más tienen y los que tienen poco o nada. El Señor que nunca se deja ganar en generosidad y es “buen pagador”, les recompensará con el ciento por uno.

Acudimos al Señor de Mailín para pedirle que nos haga -transitando el camino dela Cruzque nos propone el Señor- verdaderos instrumentos del perdón y de la paz, en medio de nuestra sociedad santiagueña y en las situaciones concretas de cada jornada. Así sea. 

Mons. Francisco Polti, obispo de Santiago del Estero


[1] JUAN PABLO II, Mensaje mundial de la paz, 1 de enero de 2002 


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ZENIT  nos ofrece las palabras que el Papa pronunció el domingo 25 de Septiembre de 2011 al concluirla Misa en el aeropuerto turístico de Friburgo, para dar paso al rezo mariano del Ángelus con los fieles allí congregados-

Queridos hermanos y hermanas

Después de esta Santa Misa vamos a rezar el Angelus. Esta plegaria nos recuerda siempre el comienzo histórico de nuestra salvación. El arcángel Gabriel presenta ala Virgen Maríael plan de la salvación de Dios, según el cual Ella se convertiría enla Madredel Redentor. María se turbó ante estas palabras, pero el Ángel la consoló diciendo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios". De esta forma, María pronuncia el gran "sí". Este "sí" para ser sierva del Señor es la afirmación confiada al designio de Dios y a nuestra salvación. Y, finalmente, María nos dice este "sí" a nosotros, que bajo la cruz fuimos confiados como hijos suyos (cf. Jn 19, 27). Nunca pone en duda esta promesa. Por eso se le llama feliz, más aún, bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de lo que le había dicho el Señor (cf. Lc 1, 45). Recitando ahora el Angelus, podemos unirnos al "sí" de María y adherirnos con confianza a la belleza del plan de Dios y de la providencia que Él, en su gracia, nos ha reservado. Entonces, el amor de Dios se hará casi carne también en nuestra vida, tomará cada vez más forma. En medio de todas nuestras preocupaciones, no debemos tener miedo. Dios es bueno. Al mismo tiempo, podemos sentirnos sostenidos por la compañía de tantos fieles de todo el mundo que ahora rezan el Angelus con nosotros, a través de la televisión y la radio.

[Copyright 2011 - ©Libreria Editrice Vaticana]


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Martes, 27 de septiembre de 2011

ZENIT  nos ofrece el discurso de despedida que el Papa Benedicto XVI pronunció el domingo 25 de Septiembre de 2011 en el aeropuerto de Lahr, poco antes de embarcar en el avión de vuelta a Roma, concluyendo este tercer viaje apostólico a Alemania.

Señor Presidente Federal,
Distinguidos Representantes del Gobierno Federal,
del Land Baden Württemberg y de los ayuntamientos,
Queridos Hermanos en el Episcopado,
Distinguidos señores y señoras

Antes de dejar Alemania, quiero dar las gracias por los días pasados en mi patria, tan conmovedores y ricos de acontecimientos.

Le agradezco, Señor Presidente Federal Wulff, su acogida en Berlín en nombre del pueblo alemán y que ahora, en el momento de la despedida, me haya honrado de nuevo con sus amables palabras. Doy las gracias a los Representantes del Gobierno Federal y de los Gobiernos de los Länder que han venido a la ceremonia de despedida. Un gracias de corazón al Arzobispo de Friburgo, Mons. Zollitsch, que me ha acompañado durante todo el viaje. Hago, naturalmente, extensible también mi agradecimiento al Arzobispo de Berlín, Mons. Woelki, y al Obispo de Erfurt, Mons. Wanke, que me han mostrado igualmente su hospitalidad, sin olvidar a todo el Episcopado alemán. Por último, dirijo un especial agradecimiento a todos los que han preparado entre bastidores estos cuatro días, asegurando su desarrollo sin inconvenientes: a las instituciones municipales, a las fuerzas del orden, a los servicios sanitarios, a los responsables de los transportes públicos y también a los numerosos voluntarios. Doy las gracias a todos por estos días espléndidos, por tantos encuentros personales y por las incontables muestras de atención y afecto con que me han colmado.

En Berlín, la capital federal, tuve una ocasión especial de hablar ante los parlamentarios del Deutscher Bundestag y exponerles algunas reflexiones sobres los fundamentos intelectuales del Estado. Pienso también con gozo en los fructuosos coloquios con el Presidente Federal y la Señora Canciller sobre la situación actual del pueblo alemán y de la comunidad internacional. Me ha emocionado particularmente la acogida cordial y el entusiasmo de tantas personas en Berlín.

En el País dela Reforma, el ecumenismo ha sido naturalmente uno de los puntos centrales del viaje. Quisiera resaltar aquí el encuentro con los representantes de la "Iglesia Evangélica en Alemania" en el que fue convento agustino, en Erfurt. Estoy profundamente agradecido por el intercambio fraterno y la oración común. Ha sido muy especial también el encuentro con los cristianos ortodoxos y ortodoxos orientales, así como con los judíos y los musulmanes.

Obviamente, esta visita estaba dirigida en manera especial a los católicos de Berlín, Erfurt, Eichsfeld y Friburgo. Recuerdo con agrado las celebraciones litúrgicas comunes, la alegría, el escuchar juntosla Palabrade Dios y el rezar unidos, particularmente en las zonas del País donde por decenios se ha intentado eliminar la religión de la vida de las gentes. Esto me permite tener confianza en el futuro del cristianismo en Alemania. Como en las visitas precedentes, aquí se ha podido experimentar que muchos dan testimonio de su fe y hacen visible su fuerza transformadora en el mundo de hoy.

Me ha alegrado mucho también, tras la impresionante Jornada Mundial dela Juventuden Madrid, estar de nuevo en Friburgo, con tantos jóvenes, en la vigilia de la juventud de ayer. Animo ala Iglesiaen Alemania a seguir con fuerza y confianza el camino de la fe, que hace volver a las personas a las raíces, al núcleo esencial dela Buena Noticiade Cristo. Surgirán pequeñas comunidades de creyentes, y ya existen, que con el propio entusiasmo difundan rayos de luz en la sociedad pluralista, suscitando en otros la inquietud de buscar la luz que da la vida en abundancia. "Nada hay más bello que conocerlo y comunicar a los otros la amistad con él" (Homilía en el inicio solemne del Pontificado, 24 de abril de 2005). De esta experiencia crece al final la certeza: "Donde está Dios, allí hay futuro". Donde Dios está presente, allí hay esperanza y allí se abren nuevas prospectivas y con frecuencia insospechadas, que van más allá del hoy y de las cosas efímeras. En este sentido acompaño, con el pensamiento y la oración, el camino dela Iglesiaen Alemania.

Regreso ahora a Roma con muchas experiencias y recuerdos de estos días en mi patria profundamente grabados. A la vez que aseguro mi oración por todos ustedes y por un buen futuro para nuestro País en paz y libertad, me despido con un cordial "Vergelt’s gott" [Dios se lo pague]. Que Dios les bendiga a todos.

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Publicado por verdenaranja @ 22:40  | Habla el Papa
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ZENIT  nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió el domin go 25 de Septiembre de 2011 a los católicos alemanes comprometidos en diversas iniciativas de acción social, a quienes saludó en el Konzerthaus de Friburgo.

Queridos hermanos en el episcopado y el sacerdocio,
Ilustres señoras y señores

Me alegra tener este encuentro con ustedes, que están comprometidos de muchas maneras conla Iglesiay la sociedad. Esto me ofrece una ocasión de agradecerles personalmente y de todo corazón su servicio y testimonio como "valerosos pregoneros de la fe y de las cosas que esperamos" (Lumen gentium, 35). En sus ambientes de trabajo, en el momento actual, no siempre es fácil defender con entusiasmo la causa de la fe y dela Iglesia.

Desde hace decenios, asistimos a una disminución de la práctica religiosa, constatamos un creciente distanciamiento de una notable parte de los bautizados de la vida dela Iglesia. Surge, pues, la pregunta: ¿Acaso no debe cambiarla Iglesia? ¿No debe, tal vez, adaptarse al tiempo presente en sus oficios y estructuras, para llegar a las personas de hoy que se encuentran en búsqueda o en duda?

A la beata Madre Teresa le preguntaron una vez cuál sería, según ella, lo primero que se debería cambiar enla Iglesia. Surespuesta fue: usted y yo.

Este pequeño episodio pone de relieve dos cosas: por un lado,la Religiosaquiere decir a su interlocutor quela Iglesiano son sólo los demás, la jerarquía, el Papa y los obispos;la Iglesiasomos todos nosotros, los bautizados. Por otro lado, parte del presupuesto de que efectivamente hay motivo para un cambio, de que existe esa necesidad. Cada cristiano y la comunidad de los creyentes están llamados a una conversión continua.

¿Cómo se debe configurar concretamente este cambio? ¿Se trata tal vez de una renovación como la que realiza, por ejemplo, un propietario mediante una restructuración o la pintura de su edificio? ¿O acaso se trata de una corrección, para retomar el rumbo y recorrer de modo más directo y expeditivo un camino? Ciertamente, estos y otros aspectos tienen importancia. Pero por lo que respecta ala Iglesia, el motivo fundamental del cambio es la misión apostólica de los discípulos y dela Iglesiamisma.

En efecto,la Iglesiadebe verificar constantemente su fidelidad a esta misión. Los tres Evangelios sinópticos enfocan distintos aspectos del envío a la misión: ésta se basa en una experiencia personal: "Vosotros soy testigos" (Lc 24, 48); se expresa en relaciones: "Haced discípulos a todos los pueblos" (Mt 28, 19); trasmite un mensaje universal: "Proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16, 15). Sin embargo, a causa de las pretensiones y de los condicionamientos del mundo, el testimonio viene repetidamente ofuscado, alienadas las relaciones y relativizado el mensaje. Si despuésla Iglesia, como dice el Papa Pablo VI, "trata de adaptarse a aquel modelo que Cristo le propone, es necesario que ella se diferencie profundamente del ambiente humano en el cual vive y al cual se aproxima" (Carta encíclicaEcclesiam suam, 24). Para cumplir su misión, ella tomará continuamente las distancias de su entorno, debe en cierta medida ser desmundanizada.

La misión dela Iglesiaderiva ciertamente del misterio del Dios uno y trino, del misterio de su amor creador. El amor no está presente en Dios de un modo cualquiera: Él mismo, por su naturaleza, es amor. Y el amor de Dios no quiere quedarse en sí mismo, quiere difundirse. Enla Encarnacióny en el sacrificio del Hijo de Dios, ese amor ha alcanzado a los hombres de modo particular. El Hijo ha salido de la esfera de su ser Dios, se ha hecho carne y se ha hecho hombre; y ciertamente no sólo para confirmar el mundo en su mundanidad, y ser un acompañante suyo que lo deja totalmente intacto tal como es. Del evento cristológico forma parte algo incomprensible, pues incluye -como dicen los Padres dela Iglesia-uncommercium, un intercambio entre Dios y los hombres, en el que ambos, aunque en un modo completamente distinto, dan y adquieren algo, entregan y reciben gratuitamente. La fe cristiana sabe que Dios ha puesto al hombre en una libertad, en la que él puede ser verdaderamente un partner y entrar en un intercambio con Dios. Al mismo tiempo, el hombre es consciente de que ese intercambio es posible sólo gracias a la generosidad de Dios que toma la pobreza del mendigo como una riqueza, para hacer soportable el don divino, pues el hombre no puede corresponder con nada equivalente.

Tambiénla Iglesiadebe su ser a este intercambio desigual. No posee nada de autónomo ante Aquel que la ha fundada. Encuentra su sentido exclusivamente en el compromiso de ser instrumento de redención, de impregnar el mundo con la palabra de Dios y de trasformarlo al introducirlo en la unión de amor con Dios.La Iglesiase sumerge totalmente en la atención condescendiente del Redentor para con los hombres. Ella misma está siempre en movimiento, debe ponerse constantemente al servicio de la misión que ha recibido del Señor.La Iglesiadebe abrirse una y otra vez a las preocupaciones del mundo y dedicarse a ellas sin reservas, para continuar y hacer presente el intercambio sagrado que comenzó conla Encarnación.

En el desarrollo histórico dela Iglesiase manifiesta, sin embargo, también una tendencia contraria, la de una Iglesia que se acomoda a este mundo, llega a ser autosuficiente y se adapta a sus criterios. Por ello da una mayor importancia a la organización y a la institucionalización que a su vocación a la apertura.

Para corresponder a su verdadera tarea,la Iglesiadebe una y otra vez hacer el esfuerzo por separarse de lo mundano del mundo. Con esto sigue las palabras de Jesús: "No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (Jn 17,16). En un cierto sentido, la historia viene en ayuda dela Iglesiaa través de distintas épocas de secularización que han contribuido en modo esencial a su purificación y reforma interior.

En efecto, las secularizaciones –sea que consistan en expropiaciones de bienes dela Iglesiao en cancelación de privilegios o cosas similares– han significado siempre un profundo desarrollo dela Iglesia, en el que se despojaba de su riqueza terrena a la vez que volvía a abrazar plenamente su pobreza terrena. Con estola Iglesiacompartía el destino de la tribu de Levi que, según la afirmación del Antiguo Testamento, era la única tribu de Israel que no poseía un patrimonio terreno, sino, como parte de la herencia, le había tocado en suerte exclusivamente a Dios mismo, su palabra y sus signos. Con esta tribu,la Iglesiacompartía en cada momento histórico, la exigencia de una pobreza que se abría al mundo para, separarse de su vínculos materiales y, así también, su actuación misionera volvía a ser creíble.

Los ejemplos históricos muestran que el testimonio misionero dela Iglesia"desmundanizada" resulta más claro. Liberada de su fardo material y político,la Iglesiapuede dedicarse mejor y verdaderamente cristiana al mundo entero, puede verdaderamente estar abierta al mundo. Puede vivir nuevamente con más soltura su llamada al ministerio del adoración a Dios y al servicio del prójimo. La tarea misionera, que va unida a la adoración cristiana y debería determinar la estructura dela Iglesia, se hace más claramente visible.La Iglesiase abre al mundo, no para obtener la adhesión de los hombres a una institución con sus propias pretensiones de poder, sino más bien para hacerles entrar en sí mismos y conducirlos así a Aquel del que toda persona puede decir, con san Agustín: Él es más íntimo a mí que yo mismo (cf. Conf. 3, 6, 11). Él, que está infinitamente por encima de mí, está de tal manera en mí que es mi verdadera interioridad. Mediante este estilo de apertura al mundo propio dela Iglesia, se queda al mismo tiempo diseñada la forma en la que cada cristiano puede realizar esa misma apertura de modo eficaz y adecuado.

No se trata aquí de encontrar una nueva táctica para valorizar otra vezla Iglesia. Setrata más bien de dejar todo lo que es mera táctica y buscar la plena sinceridad, que no descuida ni reprime nada de la verdad de nuestro hoy, sino que realiza la fe plenamente en el hoy viviéndola totalmente precisamente en la sobriedad del hoy, llevándola a su plena identidad, quitando lo que sólo aparentemente es fe, pero en realidad no son más que convenciones y hábitos.

Digámoslo con otras palabras: la fe cristiana es para el hombre siempre un escándalo, no sólo en nuestro tiempo. Creer que el Dios eterno se preocupe de los seres humanos, que nos conozca; que el Inasequible se haya convertido en un momento dado en accesible; que el Inmortal haya sufrido y muerto en la cruz; que a los mortales se nos haya prometido la resurrección y la vida eterna; para nosotros los hombres, todo esto es verdaderamente una osadía.

Este escándalo, que no puede ser suprimido si no se quiere anular el cristianismo, ha sido desgraciadamente ensombrecido recientemente por los dolorosos escándalos de los anunciadores de la fe. Se crea una situación peligrosa, cuando estos escándalos ocupan el puesto del skandalon primario dela Cruz, haciéndolo así inaccesible; esto es cuando esconden la verdadera exigencia cristiana detrás de la ineptitud de sus mensajeros.

Hay una razón más para pensar que sea de nuevo el momento de abandonar con audacia lo que hay de mundano enla Iglesia. Loque no quiere decir retirarse del mundo. Una Iglesia aligerada de los elementos mundanos es capaz de comunicar a los hombres –tanto a los que sufren como a los que los ayudan– precisamente en el ámbito social y caritativo, la fuerza vital especial de la fe cristiana. "Parala Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia" (Carta encíclica Deus caritas est, 25). Ciertamente, también las obras caritativas dela Iglesiadeben prestar atención constante a la exigencia de un adecuado distanciamiento del mundo para evitar que, ante un creciente alejamiento dela Iglesia, sus raíces se sequen. Sólo la profunda relación con Dios hace posible una plena atención al hombre, del mismo modo que sin una atención al prójimo se empobrece la relación con Dios.

Estar abiertos a las vicisitudes del mundo significa por tanto parala Iglesia"desmundanizada" testimoniar, según el Evangelio, con palabras y obras, aquí y ahora, la señoría del amor de Dios. Esta tarea, además, nos remite más allá del mundo presente: la vida presente, en efecto, incluye la relación con la vida eterna. Vivamos como individuos y como comunidad dela Iglesiala sencillez de un gran amor que, en el mundo, es al mismo tiempo lo más fácil y lo más difícil, porque exige nada más y nada menos que el darse a sí mismo.

Queridos amigos, me queda sólo implorar para todos nosotros la bendición de Dios y la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos, cada uno en su propio campo de acción, reconocer una y otra vez y testimoniar el amor de Dios y su misericordia. Gracias por su atención.

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Publicado por verdenaranja @ 22:35  | Habla el Papa
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ZENIT   nos  ofrece la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció el domingo 25 de Septiembre de 2011 durantela Misa multitudinaria celebrada en el aeropuerto turístico de Friburgo.

Queridos hermanos y hermanas

Me emociona celebrar aquí, una vez más, la Eucaristía,la Acción de Gracias, con tanta gente llegada de distintas partes de Alemania y de los países limítrofes. Dirijamos nuestro agradecimiento sobre todo a Dios, en el cual vivimos y nos movemos. También a todos vosotros por vuestra oración por el Sucesor de Pedro, para que siga ejerciendo su ministerio con alegría y esperanza confiada, confirmando a los hermanos en la fe.

"Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia…", hemos dicho en la oración colecta. En la primera lectura, hemos escuchado cómo Dios ha manifestado en la historia de Israel el poder de su misericordia. La experiencia del exilio en Babilonia había hecho caer al pueblo en una crisis de fe: ¿Por qué sobrevino esta calamidad? ¿Acaso Dios no era verdaderamente poderoso?

Ante todas las cosas terribles que suceden hoy en el mundo, hay teólogos que dicen que Dios no puede ser omnipotente. Frente a esto, profesamos nuestra fe en Dios Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Nos alegramos y agradecemos que Él sea todopoderoso. Pero, al mismo tiempo, debemos darnos cuenta de que Él ejerce su poder de manera distinta a como suelen hacer los hombres. Él mismo ha puesto un límite a su poder al reconocer la libertad de sus criaturas. Estamos alegres y agradecidos por el don de la libertad. Sin embargo, cuando vemos las cosas tremendas que suceden por su causa, nos asustamos. Confiemos en Dios, cuyo poder se manifiesta sobre todo en la misericordia y el perdón. Queridos hermanos, no dudemos de que Dios desea la salvación de su pueblo. Desea nuestra salvación. Siempre, y sobre todo en los tiempos de peligro y de cambio radical, Él nos acompaña, su corazón se conmueve por nosotros, se inclina sobre nosotros. Para que el poder de su misericordia pueda alcanzar nuestros corazones, es necesario que nos abramos a Él, que estemos dispuestos a abandonar el mal, a superar la indiferencia y a dar cabida a su Palabra. Dios respeta nuestra libertad. No nos coacciona.

Jesús retoma en el Evangelio este tema fundamental de la predicación profética. Narra la parábola de los dos hijos enviados por el padre a trabajar en la viña. El primer hijo responde: "«No quiero». Pero después se arrepintió y fue" (Mt 21, 29). El otro, sin embargo, dijo al padre: "«Voy, señor». Pero no fue" (Mt 21, 30). A la pregunta de Jesús, sobre quién de los dos ha hecho la voluntad del padre, los que le escuchaban responden: "El primero" (Mt 21, 31). El mensaje de la parábola es claro: no cuentan las palabras, sino las obras, los hechos de conversión y de fe. Jesús dirige este mensaje a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, es decir, a los que entienden de religión en el pueblo de Israel. En un primer momento, ellos dicen "sí" a la voluntad de Dios, pero su religiosidad acaba siendo una rutina, y Dios ya no les inquieta. Por esto perciben el mensaje de Juan el Bautista y de Jesús como una molestia. Así, el Señor concluye su parábola con palabras drásticas: "Los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis" (Mt 21, 31-32). Traducida al lenguaje de nuestro tiempo, la afirmación podría sonar más o menos así: los agnósticos que no encuentran paz por la cuestión de Dios; las personas que sufren a causa de nuestros pecados y tienen deseo de un corazón puro, están más cercanos al Reino de Dios que los fieles rutinarios, que ya solamente ven enla Iglesiael boato, sin que su corazón quede tocado por la fe.

De este modo, la palabra de Jesús nos debe hacer reflexionar, es más, nos debe impactar a todos. Sin embargo, esto no significa en modo alguno que todos los que viven enla Iglesiay trabajan en ella deban ser considerados alejados de Jesús y del Reino de Dios. No, absolutamente no. En este momento, más bien debemos dirigir una palabra de profundo agradecimiento a tantos colaboradores, empleados y voluntarios, sin los cuales sería impensable la vida en las parroquias y en todala Iglesia. LaIglesia en Alemania tiene muchas instituciones sociales y caritativas, en las cuales el amor por el prójimo se lleva a cabo de una forma socialmente eficaz y que llega a los confines de la tierra. Quisiera expresar mi gratitud y aprecio a todos aquellos que colaboran en Caritas alemana o en otras organizaciones, o que generosamente ponen a disposición su tiempo y sus fuerzas para las tareas de voluntariado enla Iglesia. Esteservicio requiere, ante todo, una competencia objetiva y profesional. Pero en el espíritu de la enseñanza de Jesús se necesita algo más: un corazón abierto, que se deja conmover por el amor de Cristo, y así presta al prójimo que nos necesita más que un servicio técnico: amor, con el que se muestra al otro el Dios que ama, Cristo. Entonces preguntémonos: ¿Cómo es mi relación personal con Dios, en la oración, en la participación ala Misadominical, en la profundización de la fe mediante la meditación dela Sagrada Escrituray el estudio del Catecismo dela Iglesia Católica? Queridos amigos, en último término, la renovación dela Iglesiapuede llevarse a cabo solamente mediante la disponibilidad a la conversión y una fe renovada.

En el Evangelio de este domingo se habla de dos hijos, tras los cuales, está de modo misterioso un tercero. El primer hijo dice no, pero hace lo que se le ordena. El segundo dice sí, pero no cumple la voluntad del padre. El tercero dice "sí" y hace lo que se le ordena. Este tercer hijo es el Hijo unigénito de Dios, Jesucristo, que nos ha reunido a todos aquí. Jesús, entrando en el mundo, dijo: "He aquí que vengo… para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad" (Hb 10, 7). Este "sí", no solamente lo pronunció, sino que también lo cumplió. En el himno cristológico de la segunda lectura se dice: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte y una muerte de cruz" (Flp 2, 6-8). En la humildad y la obediencia, Jesús ha cumplido la voluntad del Padre, ha muerto en la cruz por sus hermanos y hermanas y nos ha redimido de nuestra soberbia y obstinación. Démosle gracias por su sacrificio, doblemos nuestra rodilla ante su Nombre y proclamemos junto con los discípulos de la primera generación: "Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre" (Flp 2, 10).

La vida cristiana debe medirse continuamente con Cristo: "Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús" (Flp 2, 5), escribe san Pablo en la introducción al himno cristológico. Algunos versículos antes, había exhortado: "Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir" (Flp 2, 1-2). Como Cristo estaba totalmente unido al Padre y le obedecía, así sus discípulos deben obedecer a Dios y tener entre ellos un mismo sentir. Queridos amigos, con Pablo me atrevo a exhortaros: Dadme esta gran alegría estando firmemente unidos a Cristo.La Iglesiaen Alemania superará los grandes desafíos del presente y del futuro y seguirá siendo fermento en la sociedad, si los sacerdotes, las personas consagradas y los laicos que creen en Cristo, fieles a su vocación especifica, colaboran juntos; si las parroquias, las comunidades y los movimientos se sostienen y se enriquecen mutuamente; si los bautizados y confirmados, en comunión con su obispo, tienen alta la antorcha de una fe inalterada y dejan que ella ilumine sus ricos conocimientos y capacidades.La Iglesiaen Alemania seguirá siendo una bendición para la comunidad católica mundial, si permanece fielmente unida a los sucesores de San Pedro y de los Apóstoles, si de diversos modos cuida la colaboración con los países de misión y se deja también "contagiar" en esto por la alegría en la fe de las iglesias jóvenes.

Pablo une la llamada a la humildad con la exhortación a la unidad: "No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás" (Flp 2, 3-4). La vida cristiana es una pro-existencia: un ser para el otro, un compromiso humilde para con el prójimo y con el bien común. Queridos fieles, la humildad es una virtud que hoy no goza de gran estima, pero los discípulos del Señor saben que esta virtud es, por decirlo así, el aceite que hace fecundos los procesos de diálogo, fácil la colaboración y cordial la unidad. Humilitas, la palabra latina para "humildad", está relacionada conhumus, es decir con la adherencia a la tierra, a la realidad. Las personas humildes tienen los pies en la tierra. Pero, sobre todo, escuchan a Cristo,la Palabrade Dios, que renueva sin cesar ala Iglesiay a cada uno de sus miembros.

Pidamos a Dios el ánimo y la humildad de avanzar por el camino de la fe, de alcanzar la riqueza de su misericordia y de tener la mirada fija en Cristo,la Palabraque hace nuevas todas las cosas, que para nosotros es "Camino, Verdad y Vida" (Jn 14, 6), que es nuestro futuro. Amén.

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Lunes, 26 de septiembre de 2011

ZENIT  nos ofrece la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció el sábado 24 de Septiembre de 2011 en la Misa celebrada en la Domsplatz de Erfurt, en honor de santa Isabel de Turingia.

Queridos hermanos y hermanas:

"Alabad al Señor en todo tiempo, porque es bueno". Así acabamos de cantar antes del Evangelio. Sí, tenemos verdaderamente motivos para dar gracias a Dios de todo corazón. Si en esta ciudad volviéramos atrás con el pensamiento a 1981, el año jubilar de Santa Isabel, hace treinta años, en tiempos dela República DemocráticaAlemana, ¿quién habría imaginado que el muro y las alambradas de las fronteras habrían caído pocos años después? Y si fuéramos todavía más atrás, cerca de setenta años, hasta 1941, en tiempos del nacionalsocialismo, ¿quién habría podido predecir que el denominado "Reich milenario" quedaría reducido a cenizas cuatro años después?

Queridos hermanos y hermanas, aquí en Turingia, y en la entonces República Democrática Alemana, tuvisteis que soportar una dictadura "oscura" [nacista] y una roja [comunista], que para la fe cristiana fueron como una lluvia ácida. Muchas consecuencias tardías de ese tiempo han de ser aún asimiladas, sobre todo en el ámbito intelectual y religioso. Actualmente, la mayoría de la gente en esta tierra vive lejana de la fe en Cristo y de la comunión dela Iglesia. Losúltimos dos decenios, sin embargo, presentan también experiencias positivas: un horizonte más amplio, un cambio más allá de las fronteras, una confiada certeza de que Dios no nos abandona y nos conduce por nuevos caminos. "Donde está Dios, allí hay futuro".

Todos estamos convencidos de que la nueva libertad ha ayudado a conferir a la vida de los hombres una mejor dignidad y a abrir múltiples y nuevas posibilidades. Desde el punto de vista dela Iglesia, podemos subrayar también con agradecimiento muchos beneficios: nuevas posibilidades para las actividades parroquiales, la reestructuración y ampliación de iglesias y centros parroquiales, iniciativas diocesanas de carácter pastoral y cultural. Pero estas posibilidades, ¿nos han llevado también a un incremento de la fe? ¿No es necesario, tal vez, buscar las raíces profundas de la fe y de la vida cristiana en algo más que en la libertad social? Muchos católicos convencidos han permanecido fieles a Cristo y ala Iglesiaen la difícil situación de una opresión exterior. Han aceptado desventajas personales por vivir su propia fe. Ahora, quisiera dar las gracias a los sacerdotes, así como a sus colaboradores y colaboradoras de aquellos tiempos. En particular, quisiera recordar la pastoral de los refugiados inmediatamente después dela Segunda GuerraMundial: entonces, muchos eclesiásticos y laicos llevaron a cabo grandes iniciativas para aliviar la penosa situación de los prófugos y darles una nueva Patria. Y, cómo no, un agradecimiento sincero a los padres que, en medio de la diáspora y en un ambiente político hostil ala Iglesia, educaron a sus hijos en la fe católica. Por ejemplo, merecen ser recordadas las Semanas Religiosas para los niños durante las vacaciones, así como también el trabajo fructuoso de las casas para la juventud católica "San Sebastián", en Erfurt, y "Marcel Callo", en Heiligenstadt. Especialmente en Eichsfeld, muchos católicos resistieron a la ideología comunista. Que Dios les recompense abundantemente la perseverancia en la fe. El testimonio valiente y la confianza paciente en la providencia de Dios son como una semilla valiosa que promete un fruto abundante para el futuro.

La presencia de Dios se manifiesta, de modo particularmente claro, en sus santos. Su testimonio de fe puede darnos también hoy la fuerza para un nuevo despertar. Pensamos ahora, sobre todo, en los santos Patronos dela Diócesisde Erfurt: Isabel de Turingia, Bonifacio y Kilian. Isabel vino de un país extranjero, de Hungría, a Wartburg en Turingia. Llevó una vida intensa de oración, unida a la penitencia y a la pobreza evangélica. Bajaba asiduamente de su castillo, en la ciudad de Eisenach, para cuidar allí personalmente de los pobres y enfermos. Su vida en esta tierra duró poco: vivió solamente veinticuatro años, pero el fruto de su santidad fue inmenso. Santa Isabel es muy estimada también por los cristianos evangélicos; puede ayudarnos a todos nosotros a descubrir la plenitud de la fe recibida y a ponerla en práctica en nuestra vida cotidiana.

A las raíces cristianas de nuestro país, se vincula también la fundación dela Diócesisde Erfurt por san Bonifacio, en el año 742. Este evento constituye, al mismo tiempo, la primera mención documentada de la ciudad de Erfurt. El Obispo misionero había llegado de Inglaterra y trabajó en estrecha unión con el Sucesor de san Pedro. Lo veneramos como "Apóstol de Alemania"; murió mártir. Dos de sus compañeros, que compartieron con él el testimonio del derramamiento de la sangre por la fe cristiana, están enterrados aquí, enla Catedralde Erfurt: son los santos Eoban y Adelar.

Antes de los misioneros anglosajones, trabajó en Turingia san Kilian, un misionero itinerante venido de Irlanda. Junto con dos compañeros murió mártir en Würzburg, porque criticaba el comportamiento moralmente equivocado del duque de Turingia, residente allí. Aquí en la plaza dela Catedralno podemos olvidar a san Severo, el patrón de Severikirche. En el siglo cuarto, fue Obispo de Rávena; en el año 836, su cuerpo fue trasladado a Erfurt, para arraigar más profundamente la fe cristiana en esta región.

¿Qué es lo que estos santos tienen en común? ¿Cómo podemos describir y hacer fecunda para nosotros su particular forma de vida? Sí, los santos nos muestran que es posible y bueno vivir de manera radical la relación con Dios, poner a Dios en primer lugar y no como una realidad más entre otras. Los santos nos muestran de manera evidente el hecho de que Dios ha tomado la iniciativa de dirigirse a nosotros; en Jesucristo se ha manifestado y se nos manifiesta. Cristo sale a nuestro encuentro, habla a cada uno y lo invita a seguirlo. Los santos han tomado en serio esta posibilidad, decirlo por así, en el continuo diálogo de la oración, han tendido a Él desde lo más recóndito de su ser, y de Él recibieron la luz que les abrió a la vida verdadera.

La fe es siempre, y esencialmente, un creer junto con otros. El hecho de poder creer lo debo sobre todo a Dios que se dirige a mí y, por decirlo así, "enciende" mi fe. Pero, más concretamente, debo mi fe también a los que están cerca de mí y que han creído antes que yo y creen conmigo. Este "con", sin el cual no es posible una fe personal, esla Iglesia. Yesta Iglesia franquea las fronteras de los países como lo demuestran las nacionalidades de los santos que he mencionado anteriormente: Hungría, Inglaterra, Irlanda e Italia. En este sentido, se resalta lo importante que es el intercambio espiritual que se extiende a través de todala Iglesiauniversal. Si nos abrimos a toda fe, en la historia entera y en los testimonios de todala Iglesia, entonces la fe católica tiene futuro también como fuerza pública en Alemania. Al mismo tiempo, las figuras de los santos que he recordado nos muestran la gran fecundidad de una vida santa, de ese amor radical por Dios y por el prójimo. Los santos, aun que sólo sean pocos, también cambian el mundo.

De esta manera, los cambios políticos del año 1989 en vuestro país no fueron motivados sólo por el deseo de bienestar y de libertad de movimiento, sino, decisivamente, también por el anhelo de veracidad. Este anhelo se mantuvo vivo, entre otras cosas, por personas totalmente dedicadas al servicio de Dios y del prójimo y dispuestas a sacrificar su propia vida. Ellos y los santos antes recordados nos animan a aprovechar la nueva situación. No queremos escondernos en una fe solamente privada, sino que queremos usar de manera responsable la libertad lograda. Como los santos Kilian, Bonifacio, Adelar, Eoban e Isabel di Turingia, queremos salir como cristianos al encuentro de nuestros conciudadanos, e invitarlos a descubrir con nosotros la plenitud dela Buena Nueva.Entonces seremos semejantes a la famosa campana dela Catedralde Erfurt, que lleva el nombre de "Gloriosa". Se considera la campana medieval más grande del mundo que oscila libremente. Es un signo vivo de nuestro profundo enraizamiento en la tradición cristiana, pero también una señal para ponernos en camino y empeñarnos en la misión. Sonará hoy al final de esta Misa solemne. Que nos aliente a hacer visible y audible, según el ejemplo de los santos, el testimonio de Cristo en el mundo en que vivimos. Amén.

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ZENIT  nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió el sábado 24 de Septiembre de 2011 a los representantes de las Iglesias ortodoxas y orientales, a quienes recibió a primera hora de la tarde en el Seminario Arzobispal de Friburgo.

Eminencias, Excelencias,
Venerables representantes de las Iglesias Ortodoxas y Ortodoxas Orientales

Me alegra mucho que hoy estemos aquí reunidos. Les agradezco de todo corazón su presencia y la posibilidad de este encuentro amistoso. Agradezco en particular al Metropolita Augoustinos sus palabras llenas de confianza. En este contexto, repito lo que ya he dicho en otras ocasiones: entre las Iglesias y las comunidades cristianas, teológicamente,la Ortodoxiaes la más cercana a nosotros; católicos y ortodoxos poseen la misma estructura dela Iglesiade los orígenes. Por ello, podemos esperar que no esté muy lejano el día en que de nuevo podamos celebrar juntosla Eucaristía(cf. Luz del Mundo. Una conversación con Peter Seewald, pp. 99s).

La Iglesiacatólica sigue con interés y simpatía el desarrollo de las comunidades ortodoxas en Europa occidental, que han tenido un notable crecimiento. Actualmente, en Alemania, viven aproximadamente un millón seiscientos mil cristianos ortodoxos y ortodoxos orientales. Ellos se han convertido en parte constitutiva de la sociedad, contribuyendo a hacer más vivo el patrimonio de las culturas cristianas y de la fe cristiana en Europa. Me alegra el incremento de la colaboración panortodoxa que en los últimos años ha realizado progresos esenciales. La fundación de las Conferencias Episcopales Ortodoxas, allí donde las Iglesias Ortodoxas se encuentran en la diáspora, es expresión de las intensas relaciones dentro dela Ortodoxia. Mealegra también que en Alemania el pasado año se haya dado dicho paso. Que las experiencias que se viven en estas Conferencias Episcopales refuercen la unión entre las Iglesias ortodoxas y hagan avanzar los esfuerzos en favor de un concilio panortodoxo.

Desde que era profesor en Bonn y especialmente luego, siendo también Arzobispo de Múnich y Frisinga, a través de la amistad personal con representantes de las Iglesias ortodoxas, pude conocer y apreciar cada vez más en profundidadla Ortodoxia. Enaquel tiempo, se inició también el trabajo dela Comisiónconjunta dela Conferencia EpiscopalAlemana y dela Iglesia Ortodoxa.Desde entonces, con sus textos dedicados a cuestiones pastorales y prácticas, promueve la comprensión recíproca y contribuye a consolidar y desarrollar las relaciones católico-ortodoxas en Alemania.

Es igualmente importante continuar el trabajo para aclarar las diferencias teológicas, porque su superación es indispensable para el restablecimiento de la plena unidad, que deseamos y por la que oramos. Hemos de continuar nuestros esfuerzos de diálogo en la cuestión del primado, para su justa comprensión. Aquí las reflexiones acerca del discernimiento entre la naturaleza y la forma del ejercicio del primado, como lo hizo el Papa Juan Pablo II enla Encíclica Ut unum sint (n. 95), pueden darnos aún impulsos fructuosos.

Veo también con gratitud el trabajo dela Comisiónmixta internacional para el diálogo teológico entrela Iglesiacatólica y las Iglesias ortodoxas orientales. Estoy contento, veneradas Eminencias y venerables representantes de las Iglesias Ortodoxas orientales, de encontrar con ustedes a los representantes de las Iglesias implicadas en este diálogo. Los resultados obtenidos hacen crecer la recíproca comprensión y el acercamiento mutuo.

En la actual tendencia de nuestro tiempo, en que son bastantes los que quieren, por así decir, "liberar" de Dios a la vida pública, las Iglesias cristianas en Alemania, entre las cuales están también los cristianos ortodoxos y ortodoxos orientales, fundado en la fe en el único Dios y Padre de todos los hombres, caminan juntas por la senda de un testimonio pacífico para la comprensión y la comunión entre los pueblos. Al hacer esto, no dejan de poner el milagro de la encarnación de Dios en el centro del anuncio. Conscientes de que sobre este milagro se funda la dignidad de la persona, se comprometen juntas en la protección de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. La fe en Dios, creador de la vida, y el permanecer absolutamente fieles a la dignidad de cada persona fortalece a los cristianos para oponerse con ardor a cualquier intervención que manipule y seleccione la vida humana. Por otra parte, conociendo como cristianos el valor del matrimonio y de la familia, nos preocupa, porque es importante, preservar de toda interpretación errónea la integridad y la singularidad del matrimonio entre un hombre y una mujer. En este sentido, el compromiso común de los cristianos, entre los que se encuentran numerosos fieles ortodoxos y ortodoxos orientales, ofrece una contribución valiosa a la edificación de una sociedad con futuro, en la cual se dé el debido respeto a la persona humana.

Al concluir, volvamos nuestra mirada a María, la Hodegetria, la "guía del camino", que es venerada también en Occidente bajo el título de "Nuestra Señora del Camino".La Santísima Trinidadha dado a María,la Virgen Madre, a la humanidad, para que Ella, con su intercesión, nos guíe a través del tiempo y nos indique el camino hacia el cumplimiento. A Ella nos encomendamos y presentamos nuestra petición de llegar a ser en Cristo una comunidad cada vez más íntimamente unida, para alabanza y gloria de su Nombre. Dios os bendiga a todos.

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ZENIT nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a los miembros del Consejo del Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK), a quienes recibió en la Hörsaal del Seminario de Friburgo. (24 de Septiembre de 2011)

Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra tener la oportunidad de encontrarme, aquí en Friburgo, con ustedes, Miembros del Consejo del Comité Central de los Católicos Alemanes. Con gozo les manifiesto mi aprecio por su compromiso en sostener en público los intereses de los católicos y en dar impulso a la obra apostólica dela Iglesiay de los católicos en la sociedad. Agradezco al mismo tiempo al Presidente de dicho Comité Central, Zdk, Alois Glück, su amable invitación.

Queridos amigos, desde hace años existen los así llamados programas exposure para ayudar a los países en vías de desarrollo. Personas responsables del mundo de la política, la economía y dela Iglesia viven por un cierto tiempo con los pobres en África, Asia o América Latina, y comparten con ellos su vida cotidiana. Al ponerse en la situación en que viven estas personas ven el mundo con sus ojos y sacan una lección de esa experiencia, válida para la propia actuación solidaria.

Imaginémonos que este programa exposure tuviese lugar en Alemania. Expertos llegados de un país lejano vendrían a vivir con una familia alemana media por una semana. Aquí admirarían muchas cosas, por ejemplo el bienestar, el orden y la eficacia. Pero, con una mirada sin prejuicios, constatarían también mucha pobreza, pobreza en las relaciones humanas y en el ámbito religioso.

Vivimos en un tiempo caracterizado en gran parte por un relativismo subliminal que penetra todos los ambientes de la vida. A veces, este relativismo llega a ser batallador, dirigiéndose contra quienes afirman saber dónde se encuentra la verdad o el sentido de la vida.

Y notamos cómo este relativismo ejerce cada vez más un influjo sobre las relaciones humanas y sobre la sociedad. Esto se manifiesta en la inconstancia y discontinuidad de tantas personas y en un excesivo individualismo. Hay quien parece capaz de renunciar a nada en absoluto o a sacrificarse por los demás. También está disminuyendo el compromiso altruista por el bien común, en el campo social y cultural, o a favor de los necesitados. Otros ya no son idóneos para unirse de manera incondicional a un partner. Ya casi no se encuentra el valor de prometer fidelidad para toda la vida; el valor de optar y decir: "yo ahora te pertenezco totalmente", o de buscar con sinceridad la solución de los problemas comprometiéndose con decisión por la fidelidad y la veracidad.

Queridos amigos, en el programa exposure, al análisis sigue la reflexión común. Esta elaboración debe considerar a la persona humana en su totalidad, de la que forma parte – no sólo implícita, sino precisamente explícitamente - su relación con el Creador.

Vemos que en nuestro rico mundo occidental hay carencias. Muchos carecen de la experiencia de la bondad de Dios. No encuentran algún punto de contacto con las Iglesias institucionales y sus estructuras tradicionales. Pero, ¿por qué? Pienso que esta es una pregunta sobre la que debemos reflexionar muy seriamente. Ocuparse de ella pregunta es la tarea principal del Consejo Pontificio parala Promocióndela Nueva Evangelización.Pero, evidentemente, se dirige a todos nosotros. Permitidme afrontar aquí un punto de la situación específica alemana.La Iglesiaestá organizada de manera óptima. Pero, detrás de las estructuras, ¿se encuentra la fuerza espiritual correspondiente, la fuerza de la fe en un Dios vivo? Debemos decir sinceramente que hay un desfase entre las estructuras y el Espíritu. Y añado: La verdadera crisis dela Iglesiaen el mundo occidental es una crisis de fe. Si no llegamos a una verdadera renovación en la fe, toda reforma estructural será ineficaz.

Volvamos a estas personas que les falta la experiencia de la bondad de Dios. Necesitan lugares donde poder hablar de su nostalgia interior. Estamos llamados a buscar nuevos caminos de evangelización, caminos que podrían ser pequeñas comunidades donde se vive la amistad que se profundiza regularmente en la adoración comunitaria de Dios. Aquí hay personas que hablan de sus pequeñas experiencias de fe en su puesto de trabajo y en el ámbito familiar o de los conocidos, testimoniando de este modo un nuevo acercamiento dela Iglesiaa la sociedad. A ellos les resulta claro que todos tienen necesidad de este alimento de amor, de la amistad concreta con los otros y con Dios. Pero sigue siendo importante la relación con la sabia vital dela Eucaristía, porque sin Cristo no podemos hacer nada (cf. Jn15, 5).

Queridos hermanos y hermanas, que el Señor nos indique el camino para ser siempre luz del mundo y para mostrar a nuestro prójimo el camino hacia el manantial donde pueden satisfacer su más profundo deseo de vida.

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ZENIT  publica el discurso pronunciado el sábado 24 de Septiembre de 2011 por el Papa Benedicto XVI, con ocasión dela Vigilia de oración con los jóvenes en la plaza exterior dela Feria de Friburgo.

Queridos jóvenes amigos:

He pensado con gozo todo el día en esta noche, en la que estaría aquí con vosotros, unidos en la oración. Algunos habéis participado tal vez enla Jornada Mundialdela Juventud, donde experimentamos esa atmósfera especial de tranquilidad, de profunda comunión y de alegría interior que caracteriza una vigilia nocturna de oración. Espero que también nosotros podamos tener esa misma experiencia en este momento: que el Señor nos toque y nos haga testigos gozosos, que oran juntos y se hacen responsables los unos de los otros, no solamente esta noche, sino también durante toda la vida.

En todas las iglesias, en las catedrales y conventos, en cualquier lugar donde se reúnen los fieles para celebrarla Vigiliapascual, la más santa de todas las noches, ésta se inaugura encendiendo el cirio pascual, cuya luz se trasmite a todos los participantes. Una pequeña llama irradia en muchas luces e ilumina la casa de Dios en tinieblas. En este maravilloso rito litúrgico, que hemos imitado en está vigilia de oración, se nos revela mediante signos más elocuentes que las palabras el misterio de nuestra fe cristiana. Jesús, que dice de sí mismo: "Yo soy la luz del mundo" (Jn 8, 12), hace brillar nuestra vida, para que se cumpla lo que acabamos de escuchar en el Evangelio: "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 14). No son nuestros esfuerzos humanos o el progreso técnico de nuestro tiempo los que aportan luz al mundo. Una y otra vez, debemos experimentar que nuestro esfuerzo por un orden mejor y más justo tiene sus límites. El sufrimiento de los inocentes y, más aún, la muerte de cualquier hombre, producen una oscuridad impenetrable que, quizás, con nuevas experiencias, se esclarece de momento, como un rayo en la noche. Pero, al final, queda una oscuridad angustiosa.

Puede haber en nuestro entorno tiniebla y oscuridad y, sin embargo, vemos una luz: una pequeña llama, minúscula, que es más fuerte de la oscuridad, en apariencia poderosa e insuperable. Cristo, resucitado de entre los muertos, brilla en el mundo, y lo hace de la forma más clara, precisamente allí donde según el juicio humano todo parece sombrío y sin esperanza. Él ha vencido a la muerte, vive, y la fe en Él, como una pequeña luz, penetra todo lo que es oscuridad y zozobra. Ciertamente, quien cree en Jesús no siempre ve solamente el sol en la vida, casi como si pudiera ahorrarse sufrimientos y dificultades; ahora bien, tiene siempre una luz clara que le muestra el camino hacia la vida en abundancia (cf. Jn 10, 10). Los ojos de los que creen en Cristo vislumbran aun en la noche más oscura una luz, y ven ya la claridad de un nuevo día.

La luz no se queda sola. A su alrededor se encienden otras luces. Bajo sus rayos se delinean los contornos del ambiente, de forma que podemos orientarnos. No vivimos solos en el mundo. Precisamente en las cosas importantes de la vida tenemos necesidad de otras personas. Así, en particular, no estamos solos en la fe, somos eslabones de la gran cadena de los creyentes. Ninguno llega a creer si no está sostenido por la fe de los otros y, por otra parte, con mi fe, contribuyo a confirmar a los demás en la suya. Nos ayudamos recíprocamente a ser ejemplos los unos para los otros, compartimos con los otros lo que es nuestro, nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestro afecto. Y nos ayudamos mutuamente a orientarnos, a discernir nuestro puesto en sociedad.

Queridos amigos, "Yo soy la luz del mundo – vosotros sois la luz del mundo", dice el Señor. Es algo misterioso y grandioso que Jesús diga lo mismo de sí y de cada uno de nosotros, es decir, "ser luz". Si creemos que Él es el Hijo de Dios, que ha sanado los enfermos y resucitado los muertos, más aún, que Él ha resucitado del sepulcro y vive verdaderamente, entonces comprendemos que Él es la luz, la fuente de toda las luces de este mundo. Nosotros, en cambio, una y otra vez experimentamos el fracaso de nuestros esfuerzos y el error personal a pesar de nuestra mejor intención. Por lo que se ve, el mundo en que vivimos, no obstante los progresos técnicos nunca llega en definitiva a ser mejor. Sigue habiendo guerras, terror, hambre y enfermedades, pobreza extrema y represión sin piedad. E incluso aquellos que en la historia se han creído "portadores de luz", pero sin haber sido iluminados por Cristo, única luz verdadera, no han creado ciertamente paraíso terrenal alguno, sino que, por el contrario, han instaurado dictaduras y sistemas totalitarios, en los que se ha sofocado hasta la más pequeña chispa de humanidad.

Llegados a este punto, no debemos silenciar el hecho de que el mal existe. Lo vemos en tantos lugares del mundo; pero lo vemos también, y esto nos asusta, en nuestra vida. Sí, en nuestro propio corazón existe la inclinación al mal, el egoísmo, la envidia, la agresividad. Quizás, con una cierta autodisciplina, esto puede ser de algún modo controlable. Pero es más difícil con formas de mal más bien oscuras, que pueden envolvernos como una niebla difusa, como la pereza, la lentitud en querer y hacer el bien. En la historia, algunos finos observadores han señalado frecuentemente que el daño ala Iglesiano lo provocan sus adversarios, sino los cristianos mediocres. ¿Cómo puede entonces decir Cristo que los cristianos, y también aquellos cristianos débiles y frecuentemente mediocres, son la luz del mundo? Quizás lo entendiéramos si Él gritase: ¡Convertíos! ¡Sed la luz del mundo! ¡Cambiad vuestra vida, hacedla clara y resplandeciente! ¿No debemos quizás quedar sorprendidos de que el Señor no nos dirija una llamada de atención, sino que afirme que somos la luz del mundo, que somos luminosos y que brillamos en la oscuridad?

Queridos amigos, el apóstol san Pablo, se atreve a llamar "santos" en muchas de sus cartas a sus contemporáneos, los miembros de las comunidades locales. Con ello, se subraya que todo bautizado es santificado por Dios, incluso antes de poder hacer obras buenas y actos concretos. En el Bautismo, el Señor enciende por decirlo así una luz en nuestra vida, una luz que el catecismo llama la gracia santificante. Quien conserva dicha luz, quien vive en la gracia, es ciertamente santo.

Queridos amigos, tantas veces, se ha caricaturizado la imagen de los santos y se los ha presentado de modo distorsionado, como si ser santos significase estar fuera de la realidad, ingenuos y sin alegría. A menudo, se piensa que un santo sea aquel que lleva a cabo acciones ascéticas y morales de altísimo nivel y que precisamente por ello se puede venerar, pero nunca imitar en la propia vida. Qué equivocada y decepcionante es esta opinión. No existe algún santo, excepto la bienaventurada Virgen María, que no haya conocido el pecado y que nunca haya caído en él. Queridos amigos, Cristo no se interesa tanto por las veces que vaciláis o caéis en la vida, sino por las veces que os levantáis. No exige acciones extraordinarias, quiere, en cambio, que su luz brille en vosotros. No os llama porque sois buenos y perfectos, sino porque Él es bueno y quiere haceros amigos suyos. Sí, vosotros sois la luz del mundo, porque Jesús es vuestra luz. Vosotros sois cristianos, no porque hayáis cosas especiales y extraordinarias, sino porque Él, Cristo, es vuestra vida. Sois santos porque su gracia actúa en vosotros.

Queridos amigos, esta noche, en la que estamos reunidos en oración en torno al único Señor, entrevemos la verdad dela Palabrade Cristo, según la cual no se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Esta asamblea brilla en los diversos sentidos de la palabra: en la claridad de innumerables luces, en el esplendor de tantos jóvenes que creen en Cristo. Una vela puede dar luz solamente si la llama la consume. Sería inservible si su cera no alimentase el fuego. Permitid que Cristo arda en vosotros, aun cuando ello comporte a veces sacrificio y renuncia. No temáis perder algo y quedaros al final, por así decirlo, con las manos vacías. Tened la valentía de usar vuestros talentos y dones al servicio del Reino de Dios y de entregaros vosotros mismos, como la cera de la vela, para que el Señor ilumine la oscuridad a través de vosotros. Tened la osadía de ser santos brillantes, en cuyos ojos y corazones reluzca el amor de Cristo, llevando así luz al mundo. Confío que vosotros y tantos otros jóvenes aquí en Alemania sean llamas de esperanza que no queden ocultas. "Vosotros sois la luz del mundo". Dios es vuestro futuro. Amén.

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Domingo, 25 de septiembre de 2011

ZENIT  nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a los quince representantes de las comunidades musulmanes presentes en Alemania, a quienes recibió el viernes 23 de Septiembre de 2011 en la Nunciatura Apostólica de Berlín, antes de emprender el viaje en avión hasta la ciudad alemana de Erfurt.

Queridos amigos musulmanes:

Me es grato saludarlos aquí hoy. Representantes de diversas comunidades musulmanas presentes en Alemania. Agradezco de corazón al profesor Mouhanad Khorchide por sus amables palabras, que me han mostrado cómo ha crecido el clima de respeto y confianza entrela Iglesiacatólica y las comunidades musulmanas en Alemania.

Berlín es un lugar propicio para un encuentro como éste, no sólo porque aquí se encuentra la mezquita más antigua del territorio alemán, sino también porque en Berlín vive el número más grande de musulmanes respecto a todas las demás ciudades en Alemania.

A partir de los años 70, la presencia de numerosas familias musulmanas ha llegado a ser cada vez más un rasgo distintivo de este País. Sin embargo, es necesario esforzarse constantemente para un mejor y reciproco conocimiento y comprensión. Esto no es sólo esencial para una convivencia pacifica, sino también para la contribución que cada uno es capaz de ofrecer a la construcción del bien común dentro de la misma sociedad.

Muchos musulmanes atribuyen gran importancia a la dimensión religiosa. Esto, en ocasiones, se interpreta como una provocación en una sociedad que tiende a marginar este aspecto o a admitirlo, como mucho, en la esfera de las opciones individuales de cada uno.

La Iglesiacatólica está firmemente comprometida para que se otorgue el justo reconocimiento a la dimensión pública de la afiliación religiosa. Se trata de una exigencia de no poco relieve en el contexto de una sociedad mayoritariamente pluralista. Sin embargo, es necesario estar atentos para que el respeto hacia el otro se mantenga siempre. El respeto reciproco crece solamente sobre la base de un entendimiento sobre ciertos valores inalienables, propios de la naturaleza humana, sobre todo la inviolable dignidad de toda persona. Este entendimiento no limita la expresión de cada una de las religiones; al contrario, permite a cada uno dar testimonio de forma propositiva de aquello en lo que cree, sin sustraerse al debate con el otro.

En Alemania, como en muchos otros países, no sólo occidentales, dicho marco de referencia común está representado porla Constitución, cuyo contenido jurídico es vinculante para todo ciudadano, pertenezca o no a una confesión religiosa.

Naturalmente, el debate sobre una mejor formulación de los principios, como la libertad de culto público, es amplio y siempre abierto; con todo, es significativo el hecho quela Ley Fundamentallos formule de modo todavía hoy válido, a más de 60 años de distancia (cf. Art. 4, 2). En ella, se pone de manifiesto, ante todo, ese ethos común que fundamenta la convivencia civil y que, de alguna manera, marca también las reglas aparentemente sólo formales del funcionamiento de los órganos institucionales y de la vida democrática.

Podríamos preguntarnos cómo puede un texto, elaborado en una época histórica radicalmente distinta, en una situación cultural casi uniformemente cristiana, ser adecuado ala Alemaniade hoy, que vive en el contexto de un mundo globalizado, y marcada por un notable pluralismo en materia de convicciones religiosas.

La razón de esto, me parece, se encuentra en el hecho que los padres dela Ley Fundamentaleran plenamente conscientes de deber buscar en aquel momento importante un terreno sólido, en el cual todos los ciudadanos pudiesen reconocerse. Al llevar a cabo esto, no prescindían de su afiliación religiosa; es más, para muchos de ellos la visión cristiana del hombre era la verdadera fuerza inspiradora. Sin embargo, sabiendo que debían confrontarse con personas de una base confesional diversa, o incluso no religiosa, el terreno común se halló en el reconocimiento de algunos derechos inalienables, propios de la naturaleza humana y que preceden a cualquier formulación positiva.

De este modo, una sociedad sustancialmente homogénea asentó el fundamento que hoy reconocemos válido para un mundo marcado por el pluralismo. Fundamento que, en realidad, indica también los evidentes límites de este pluralismo: no es pensable, en efecto, que una sociedad pueda sostenerse a largo plazo sin un consenso sobre los valores éticos fundamentales.

Queridos amigos, sobre la base de lo que he señalado aquí, pienso que es posible una colaboración fecunda entre cristianos y musulmanes. Y, de este modo, contribuiremos a la construcción de una sociedad que, bajo muchos aspectos, será diversa de aquello que nos ha acompañado desde el pasado. En cuanto hombres religiosos, a partir de las respectivas convicciones, podemos dar un testimonio importante en muchos sectores cruciales de la vida social. Pienso, por ejemplo, en la tutela de la familia fundada sobre el matrimonio, en el respeto de la vida en cada fase de su desarrollo natural o en la promoción de una justicia social más amplia.

También por este motivo, considero importante celebrar una Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia del mundo; y llevaremos a cabo esta iniciativa el próximo 27 de octubre, a los 25 años del histórico encuentro de Asís, guiado por mi Predecesor, el Beato Juan Pablo II. Con dicha reunión, mostraremos con sencillez que, como hombres religiosos, ofrecemos nuestra contribución específica para la construcción de un mundo mejor, reconociendo al mismo tiempo que, para la eficacia de nuestras actividades, es necesario crecer en el diálogo y en la estima recíproca.

Con estos sentimientos, renuevo mi cordial saludo y les doy las gracias por este encuentro, que enriquece mi estancia en mi patria. Gracias por vuestra atención.

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ZENIT noa ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció el viernes 23 de Septiembre de 2011 a su llegada al Augustinerkloster de Erfurt, al reunirse con los quince representantes del Consejo dela EKD – Iglesia Evangélica Alemana.

Distinguidos Señores y Señoras:

Al tomar la palabra, quisiera ante todo dar gracias por tener esta ocasión de encontrarles. Mi particular gratitud al presidente Schneider que me ha dado la bienvenida y me ha recibido entre ustedes con sus amables palabras, quisiera agradecer al mismo tiempo por el don especial de que nuestro encuentro se desarrolle en este histórico lugar.

Como Obispo de Roma, es para mí un momento emocionante encontrarme en el antiguo convento agustino de Erfurt con los representantes del Consejo dela Iglesia Evangélicade Alemania. Aquí, Lutero estudió teología. Aquí, en 1507, fue ordenado sacerdote. Contra los deseos de su padre, no continuó los estudios de derecho, sino que estudió teología y se encaminó hacia el sacerdocio enla Ordende San Agustín. En este camino, no le interesaba esto o aquello. Lo que le quitaba la paz era la cuestión de Dios, que fue la pasión profunda y el centro de su vida y de su camino. "¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?": Esta pregunta le penetraba el corazón y estaba detrás de toda su investigación teológica y de toda su lucha interior. Para él, la teología no era una cuestión académica, sino una lucha interior consigo mismo, y luego esto se convertía en una lucha sobre Dios y con Dios.

"¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?" No deja de sorprenderme que esta pregunta haya sido la fuerza motora de su camino. ¿Quién se ocupa actualmente de esta cuestión, incluso entre los cristianos? ¿Qué significa la cuestión de Dios en nuestra vida, en nuestro anuncio? La mayor parte de la gente, también de los cristianos, da hoy por descontado que, en último término, Dios no se interesa por nuestros pecados y virtudes. Él sabe, en efecto, que todos somos solamente carne. Si hoy se cree aún en un más allá y en un juicio de Dios, en la práctica, casi todos presuponemos que Dios deba ser generoso y, al final, en su misericordia, no tendrá en cuenta nuestras pequeñas faltas. Pero, ¿son verdaderamente tan pequeñas nuestras faltas? ¿Acaso no se destruye el mundo a causa de la corrupción de los grandes, pero también de los pequeños, que sólo piensan en su propio beneficio? ¿No se destruye a causa del poder de la droga que se nutre, por una parte, del ansia de vida y de dinero, y por otra, de la avidez de placer de quienes son adictos a ella? ¿Acaso no está amenazado por la creciente tendencia a la violencia que se enmascara a menudo con la apariencia de una religiosidad? Si fuese más vivo en nosotros el amor de Dios, y a partir de Él, el amor por el prójimo, por las creaturas de Dios, por los hombres, ¿podrían el hambre y la pobreza devastar zonas enteras del mundo? Las preguntas en ese sentido podrían continuar. No, el mal no es una nimiedad. No podría ser tan poderoso, si nosotros pusiéramos a Dios realmente en el centro de nuestra vida. La pregunta: ¿Cómo se sitúa Dios respecto a mí, cómo me posiciono yo ante Dios? Esta pregunta candente de Martín Lutero debe convertirse otra vez, y ciertamente de un modo nuevo, también en una pregunta nuestra. Pienso que esto sea la primera cuestión que nos interpela al encontrarnos con Martín Lutero.

Y después es importante: Dios, el único Dios, el Creador del cielo y de la tierra, es algo distinto de una hipótesis filosófica sobre el origen del cosmos. Este Dios tiene un rostro y nos ha hablado, en Jesucristo hecho hombre, se hizo uno de nosotros; Dios verdadero y verdadero hombre a la vez. El pensamiento de Lutero y toda su espiritualidad eran completamente cristocéntricos. Para Lutero, el criterio hermenéutico decisivo en la interpretación dela Sagrada Escrituraera: "Lo que conduce a la causa de Cristo". Sin embargo, esto presupone que Jesucristo sea el centro de nuestra espiritualidad y que su amor, la intimidad con Él, oriente nuestra vida.

Quizás, ustedes podrían decir ahora: De acuerdo. Pero, ¿qué tiene esto que ver con nuestra situación ecuménica? ¿No será todo esto solamente un modo de eludir con muchas palabras los problemas urgentes en los que esperamos progresos prácticos, resultados concretos? A este respecto les digo: Lo más necesario para el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. Fue un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa, y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas dela Sagrada Escrituray en las profesiones de fe del cristianismo antiguo. Éste ha sido el gran progreso ecuménico de los últimos decenios: nos dimos cuenta de esta comunión y, en el orar y cantar juntos, en la tarea común por el ethos cristiano ante el mundo, en el testimonio común del Dios de Jesucristo en este mundo, reconocemos esta comunión como nuestro fundamento imperecedero.

Por desgracia, el riesgo de perderla es real. Quisiera señalar aquí dos aspectos. En los últimos tiempos, la geografía del cristianismo ha cambiado profundamente y sigue cambiando todavía. Ante una nueva forma de cristianismo, que se difunde con un inmenso dinamismo misionero, a veces preocupante en sus formas, las Iglesias confesionales históricas se quedan frecuentemente perplejas. Es un cristianismo de escasa densidad institucional, con poco bagaje racional, menos aún dogmático, y con poca estabilidad. Este fenómeno mundial nos pone a todos ante la pregunta: ¿Qué nos transmite, positiva y negativamente, esta nueva forma de cristianismo? Sea lo que fuere, nos sitúa nuevamente ante la pregunta sobre qué es lo que permanece siempre válido y qué pueda o deba cambiarse ante la cuestión de nuestra opción fundamental en la fe.

Más profundo, y en nuestro país, más candente, es el segundo desafío para todo el cristianismo; quisiera hablar de ello: se trata del contexto del mundo secularizado en el cual debemos vivir y dar testimonio hoy de nuestra fe. La ausencia de Dios en nuestra sociedad se nota cada vez más, la historia de su revelación, de la que nos hablala Escritura, parece relegada a un pasado que se aleja cada vez más. ¿Acaso es necesario ceder a la presión de la secularización, llegar a ser modernos adulterando la fe? Naturalmente, la fe tiene que ser nuevamente pensada y, sobre todo, vivida, hoy de modo nuevo, para que se convierta en algo que pertenece al presente. Ahora bien, a ello no ayuda su adulteración, sino vivirla íntegramente en nuestro hoy. Esto es una tarea ecuménica central. En esto debemos ayudarnos mutuamente, a creer cada vez más viva y profundamente. No serán las tácticas las que nos salven, las que salven el cristianismo, sino una fe pensada y vivida de un modo nuevo, mediante la cual Cristo, y con Él, el Dios viviente, entre en nuestro mundo. Como los mártires de la época nazi propiciaron nuestro acercamiento recíproco, suscitando la primera apertura ecuménica, del mismo modo también hoy la fe, vivida a partir de lo íntimo de nosotros mismos, en un mundo secularizado, será la fuerza ecuménica más poderosa que nos congregará, guiándonos a la unidad en el único Señor.

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Publicado por verdenaranja @ 21:32  | Habla el Papa
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ZENIT  nos ofrece la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció el viernes 23 de Septiembre de 2011 durante la celebración ecuménica con la Iglesia Evangélica Alemana, en la que participaron representantes de otras Iglesias protestantes, que tuvo lugar en el ex convento de los Agustinos ( Augustinerkloster) de Erfurt.

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

"No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos" (Jn 17, 20): Así, en el Cenáculo, lo ha dicho Jesús al Padre, según el Evangelio de Juan. Él intercede por las futuras generaciones de creyentes. Mira más allá del Cenáculo hacía el futuro. Ha rezado también por nosotros y reza por nuestra unidad. Esta oración de Jesús no es simplemente algo del pasado. Él está siempre ante el Padre intercediendo por nosotros, y así está en este momento entre nosotros y quiere atraernos a su oración. En la oración de Jesús está el lugar interior, de nuestra unidad. Seremos, pues una sola cosa, si nos dejamos atraer dentro de esta oración. Cada vez que, como cristianos, nos encontramos reunidos en la oración, esta lucha de Jesús por nosotros y con el Padre nos debería conmover profundamente en el corazón. Cuanto más nos dejamos atraer en está dinámica, tanto más se realiza la unidad.

La oración de Jesús ¿ha quedado desoída? La historia del cristianismo es, por así decirlo, la parte visible de este drama, en la que Cristo lucha y sufre con los seres humanos. Una y otra vez Él debe soportar el rechazo a la unidad, y aun así, una y otra vez se culmina la unidad con Él, y en Él con el Dios Trinitario. Debemos ver ambas cosas: el pecado del hombre, que reniega a Dios y se repliega en sí mismo, pero también las victorias de Dios, que sostiene la Iglesia no obstante su debilidad y atrae continuamente a los hombres dentro de sí, acercándolos de este modo los unos a los otros. Por eso, en un encuentro ecuménico, no debemos lamentar solo las divisiones y las separaciones, sino agradecer a Dios por todos los elementos de unidad que ha conservado para nosotros y que continuamente nos da. Gratitud que debe ser al mismo tiempo disponibilidad para no perder la unidad alcanzada, en medio de un tiempo de tentación y de peligros.

La unidad fundamental consiste en el hecho que creemos en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Que lo profesamos como Dios Trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La unidad suprema no es la soledad monádita, sino unidad a través del amor. Creemos en Dios, en el Dios concreto. Creemos que Dios nos ha hablado y se ha hecho uno de nosotros. La tarea común que actualmente tenemos, es dar testimonio de este Dios vivo.

El hombre tiene necesidad de Dios, o ¿acaso las cosas van bien sin Él? Cuando en una primera fase de la ausencia de Dios, su luz sigue mandando sus reflejos y mantiene unido el orden de la existencia humana, se tiene la impresión que las cosas funcionan incluso sin Dios. Pero cuanto más se aleja el mundo de Dios, tanto más resulta claro que el hombre, en el hybris del poder, en el vacío del corazón y en el ansia de satisfacción y de felicidad, "pierde" cada vez más la vida. La sed de infinito esta presente en el hombre de tal manera que no se puede extirpar. El hombre ha sido creado para relacionarse con Dios y tiene necesidad de Él. En este tiempo, nuestro primer servicio ecuménico debe ser el testimoniar juntos la presencia del Dios vivo y dar así al mundo la respuesta que necesita. Naturalmente, de este testimonio fundamental de Dios forma parte además, y de modo absolutamente central, el dar testimonio de Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, que vivió entre nosotros, padeció y murió por nosotros, y que en su resurrección ha abierto totalmente la puerta de la muerte. Queridos amigos, ¡fortifiquémonos en está fe! ¡Ayudémonos recíprocamente a vivirla! Esta es una gran tarea ecuménica que nos introduce en el corazón de la oración de Jesús.

La seriedad de la fe en Dios se manifiesta en vivir su palabra. En nuestro tiempo, se manifiesta de una forma muy concreta, en el compromiso por esta criatura, por el hombre, que Él quiso a su imagen. Vivimos en un tiempo en que los criterios de cómo ser hombres se han hecho inciertos. La ética viene sustituida con el calculo de las consecuencias. Frente a esto, como cristianos, debemos defender la dignidad inviolable del ser humano, desde la concepción hasta la muerte, desde las cuestiones de la diagnosis previa a su implantación hasta la eutanasia. "Solo quien conoce a Dios, conoce al hombre", dijo una vez Romano Guardini. Sin el conocimiento de Dios, el hombre se hace manipulable. La fe en Dios debe concretarse en nuestro común trabajo por el hombre. Forman parte de esta tarea no sólo estos criterios fundamentales de humanidad sino, sobre todo y de modo concreto, el amor que Jesús nos ha enseñado en la descripción del Juicio Final (cf. Mt 25): el Dios juez nos juzgará según nos hayamos comportado con nuestro prójimo, con los más pequeños de sus hermanos. La disponibilidad para ayudar en las necesidades actuales, más allá del propio ambiente de vida es una obra esencial del cristiano.

Esto vale sobre todo en el ámbito de la vida personal de cada uno. Vale también en la comunidad de un pueblo o de un Estado, en la que todos deben hacerse cargo los unos de los otros. Vale para nuestro Continente, en el que estamos llamados a la solidaridad europea. Y, en fin, vale más allá de todas las fronteras: la caridad cristiana exige hoy también nuestro compromiso por la justicia en el mundo entero. Sé que de parte de los alemanes y de Alemania se trabaja mucho por hacer posible a todos una existencia humanamente digna, por lo que expreso una palabra de viva gratitud.

Para concluir, quisiera detenerme todavía en una dimensión más profunda de nuestra obligación de amar. La seriedad de la fe se manifiesta sobre todo cuando esta inspira a ciertas personas a ponerse totalmente a disposición de Dios y, a partir de Dios, a los demás. Las grandes ayudas se hacen concretas solamente cuando sobre el lugar existen aquellos que están a total disposición de los otros, y con ello hacen creíble el amor de Dios. Personas así son un signo importante para la verdad de nuestra fe.

A la vigilia de la visita del Papa, se ha hablado varia veces de que se espera de está visita un don ecuménico del huésped. No es necesario que yo especifique los dones mencionados en tal contexto. A este respecto, quisiera decir que esto constituye un malentendido político de la fe y del ecumenismo. Cuando un jefe de estado visita un país amigo, generalmente preceden contactos entre las instancias, que preparan la estipulación de uno o más acuerdos entre los dos estados: en la ponderación de los ventajas y desventajas se llega al compromiso que, al fin, aparece ventajoso para ambas partes, de manera que el tratado puede ser firmado. Pero la fe de los cristianos no se basa en una ponderación de nuestras ventajas y desventajas. Una fe autoconstruida no tiene valor. La fe no es una cosa que nosotros excogitamos o concordamos. Es el fundamento sobre el cual vivimos. La unidad no crece mediante la ponderación de ventajas y desventajas, sino profundizando cada vez más en la fe mediante el pensamiento y la vida. De esta forma, en los últimos 50 años, y en particular también en la visita del Papa Juan Pablo II, hace 30 años, ha crecido mucho la comunión de la cual podemos estar agradecidos. Me es grato recordar el encuentro con la comisión presidida por el Obispo Lohse, en la cual nos hemos ejercitado juntos en este profundizar en la fe mediante el pensamiento y la vida. Expreso mi vivo agradecimiento a todos aquellos que han colaborado en esto, por la parte católica, de modo particular, al Cardenal Lehmann. No menciono otros nombres, el Señor los conoce a todos. Juntos podemos agradecer al Señor por el camino de la unidad por el que nos ha conducido, y asociarnos en humilde confianza a su oración: Haz, que todos seamos uno, como Tú eres uno con el Padre, para que el mundo crea que Él te ha enviado (cf. Jn 17, 21).

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S?bado, 24 de septiembre de 2011

ZENIT  nos ofrece la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció el viernes 23 de Septiembre de 2011 por la tarde, durante su visita al santuario mariano de Etzelsbach, concluyendo así la etapa de su viaje apostólico a Alemania.

Queridos hermanos y hermanas:

Ahora que se cumple mi deseo de visitar Eichsfeld y de dar gracias con vosotros a la Virgen María en Etzelsbach. "Aquí en el querido valle tranquilo" –como dice un canto de los peregrinos- y "bajo los viejos tilos", María nos da seguridad y nuevas fuerzas. En dos dictaduras impías que han tratado de arrancar a los hombres su fe tradicional, las gentes de Eichsfeld estaba convencida de encontrar aquí, en el santuario de Etzelsbach, una puerta abierta y un lugar de paz interior. Queremos continuar la amistad especial con María, amistad que se ha acrecentado con todo esto, y ahora también en la celebración de las Vísperas marianas de hoy.

Cuando los cristianos se dirigen a María en todos los tiempos y lugares, se dejan guiar por la certeza espontánea de que Jesús no puede rechazar las peticiones que le presenta su Madre; y se apoyan en la confianza inquebrantable de que María es también Madre nuestra; una Madre que ha experimentado el sufrimiento más grande de todos, que se da cuenta de todas nuestras dificultades y piensa en modo materno cómo superarlas. Cuántas personas han ido en el transcurso de los siglos en peregrinación a María para encontrar ante la imagen de la Dolorosa, como aquí en Etzelsbach, consuelo y alivio.

Contemplemos su imagen. Una mujer de mediana edad, con los parpados apesadumbrados de tanto llorar, y al mismo tiempo una mirada absorta, fija en la lejanía, como si estuviese meditando en su corazón sobre todo lo que había sucedido. Sobre su regazo reposa el cuerpo exánime del Hijo; Ella lo aprieta delicadamente y con amor, como un don precioso. Sobre el cuerpo desnudo del Hijo vemos los signos de la crucifixión. El brazo izquierdo del Crucificado cae verticalmente hacia abajo. Quizás, esta escultura de la Piedad, como a menudo era costumbre, estaba originalmente colocada sobre un altar. Así, el Crucificado señala con su brazo derecho a lo que sucede sobre el altar, donde el santo sacrificio que llevó a cabo se actualiza en la Eucaristía.

Una particularidad de la imagen milagrosa de Etzelsbach es la posición del Crucificado. En la mayor parte de las representaciones de la Piedad, el cuerpo sin vida de Jesús yace con la cabeza vuelta hacia la izquierda. De esta forma, el que lo contempla puede ver su herida del costado. Aquí en Etzelsbach, en cambio, la herida del costado está escondida, ya que el cadáver está orientado hacia el otro lado. Creo que dicha representación encierra un profundo significado, que se revela solamente en una atenta contemplación: en la imagen milagrosa de Etzelbach, los corazones de Jesús y de su Madre se dirigen uno al otro, se acercan el uno al otro. Se intercambian recíprocamente su amor. Sabemos que el corazón es también el órgano de la sensibilidad más delicada para el otro, así como el órgano de la íntima compasión. En el corazón de María encuentra cabida el amor que su divino Hijo quiere ofrecer al mundo.

La devoción mariana se concentra en la contemplación de la relación entre la Madre y su divino Hijo. Los fieles han encontrado siempre nuevos aspectos y títulos que nos pueden esclarecer este misterio como, por ejemplo, la imagen del Corazón Inmaculado de María, símbolo de la unidad profunda y sin reserva con Cristo en el amor. No es la autorrealización la que lleva a la persona a su verdadero desarrollo, aspecto que hoy es propuesto como modelo de la vida moderna, pero que fácilmente puede convertirse en una forma de egoísmo refinado. Es, sobre todo, la actitud del don de si mismo, que se orienta hacia el corazón de María y con ello hacia el corazón del Redentor.

"A los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio" (Rom 8, 28), lo acabamos de escuchar en la lectura. En María, Dios ha hecho confluir todo el bien y, por medio de Ella, no cesa de difundirlo ulteriormente en el mundo. Desde la Cruz, desde el trono de la gracia y la redención, Jesús ha entregado a los hombres como Madre a María, su propia Madre. En el momento de su sacrificio por la humanidad, Él constituye en cierto modo a María, mediadora del flujo de gracia que brota de la Cruz. Bajo la Cruz, María se hace compañera y protectora de los hombres en el camino de su vida. "Con su amor de Madre cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y viven entre angustias y peligros hasta que lleguen a la patria feliz (Lumen gentium, 62). Sí, en la vida pasamos por vicisitudes alternas, pero María intercede por nosotros ante su Hijo y nos comunica la fuerza del amor divino.

Nuestra confianza en la intercesión eficaz de la Madre de Dios y nuestra gratitud por la ayuda continuamente experimentada llevan consigo de algún modo el impulso a dirigir la reflexión más allá de las necesidades del momento. ¿Qué quiere decirnos verdaderamente María cuando nos salva del peligro? Quiere ayudarnos a comprender la amplitud y profundidad de nuestra vocación cristiana. Con maternal delicadeza, quiere hacernos comprender que toda nuestra vida debe ser una respuesta al amor rico en misericordia de nuestro Dios. Como si nos dijera: entiende que Dios, que es la fuente de todo bien y no quiere otra cosa que tu verdadera felicidad, tiene el derecho de exigirte una vida que se abandone sin reservas y con alegría a su voluntad, y se esfuerce en que los otros hagan lo mismo. "Donde está Dios, allí hay futuro". En efecto: donde dejamos que el amor de Dios actúe totalmente sobre la vida, allí se abre el cielo. Allí, es posible plasmar el presente, de modo que se ajuste cada vez más a la Buena Noticia de nuestro Señor Jesucristo. Allí, las pequeñas cosas de la vida cotidiana alcanzan su sentido y los grandes problemas encuentran su solución. Amén.

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Discurso del Papa Benedicto XVI en su visita al Parlamento Federal Alemán el jueves 22 de Septiembre de 2011 en su viaje apostólico a la República Federal Alemana.

 

Es para mi un honor y una alegría hablar ante está Cámara alta, ante el Parlamento de mi Patria alemana, que se reúne aquí como representación del pueblo, elegida democráticamente, para trabajar por el bien común de la República Federal de Alemania. Agradezco al Señor Presidente del Bundestag su invitación a tener este discurso, así como también sus gentiles palabras de bienvenida y aprecio con las que me ha acogido.

Me dirijo en este momento a ustedes, estimados señores y señoras, ciertamente también como un connacional que está vinculado de por vida, por sus orígenes, y sigue con particular atención los acontecimientos de la Patria alemana. Pero la invitación a tener este discurso se me ha hecho en cuanto Papa, en cuanto Obispo de Roma, que tiene la suprema responsabilidad sobre los cristianos católicos. De este modo, ustedes reconocen el papel que le corresponde a la Santa Sede como miembro dentro de la Comunidad de los Pueblos y de los Estados. Desde mi responsabilidad internacional, quisiera proponerles algunas consideraciones sobre los fundamentos del estado liberal de derecho.

Permítanme que comience mis reflexiones sobre los fundamentos del derecho con un breve relato tomado de la Sagrada Escritura. En el primer Libro de los Reyes, se dice que Dios concedió al joven rey Salomón, con ocasión de su entronización, formular una petición. ¿Qué pedirá el joven soberano en este importante momento? ¿Éxito, riqueza, una larga vida, la eliminación de los enemigos? Nada pide de todo esto. Suplica en cambio: "Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal" (1 R 3,9). Con este relato, la Biblia quiere indicarnos lo que debe ser importante en definitiva para un político. Su criterio último y la motivación para su trabajo como político no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, que de por sí le abre la posibilidad a la actividad política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia. "Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?", dijo en cierta ocasión San Agustín (1.) Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera. Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra el derecho; cómo se ha pisoteado el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho; se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar el mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo. Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político. En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo. Se puede manipular a sí mismo. Puede, por decirlo así, hacer seres humanos y privar de su humanidad a otros seres humanos que sean hombres. ¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente? La petición salomónica sigue siendo la cuestión decisiva ante la que se encuentra también hoy el político y la política misma.

Para gran parte de la materia que se ha de regular jurídicamente, el criterio de la mayoría puede ser un criterio suficiente. Pero es evidente que en las cuestiones fundamentales del derecho, en las cuales está en juego la dignidad del hombre y de la humanidad, el principio de la mayoría no basta: en el proceso de formación del derecho, una persona responsable debe buscar los criterios de su orientación. En el siglo III, el gran teólogo Orígenes justificó así la resistencia de los cristianos a determinados ordenamientos jurídicos en vigor: "Si uno se encontrara entre los escitas, cuyas leyes van contra la ley divina, y se viera obligado a vivir entre ellos…, con razón formaría por amor a la verdad, que, para los escitas, es ilegalidad, alianza con quienes sintieran como él contra lo que aquellos tienen por ley…" (2).

Basados en esta convicción, los combatientes de la resistencia han actuado contra el régimen nazi y contra otros regímenes totalitarios, prestando así un servicio al derecho y a toda la humanidad. Para ellos era evidente, de modo irrefutable, que el derecho vigente era en realidad una injusticia. Pero en las decisiones de un político democrático no es tan evidente la cuestión sobre lo que ahora corresponde a la ley de la verdad, lo que es verdaderamente justo y puede transformarse en ley. Hoy no es de modo alguno evidente de por sí lo que es justo respecto a las cuestiones antropológicas fundamentales y pueda convertirse en derecho vigente. A la pregunta de cómo se puede reconocer lo que es verdaderamente justo, y servir así a la justicia en la legislación, nunca ha sido fácil encontrar la respuesta y hoy, con la abundancia de nuestros conocimientos y de nuestras capacidades, dicha cuestión se ha hecho todavía más difícil.

La historia del derecho siempre ha necesitado a la religión

¿Cómo se reconoce lo que es justo? En la historia, los ordenamientos jurídicos han estado casi siempre motivados en modo religioso: sobre la base de una referencia a la voluntad divina, se decide aquello que es justo entre los hombres. Contrariamente a otras grandes religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. En cambio, se ha referido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que ambas esferas estén fundadas en la Razón creadora de Dios. Así, los teólogos cristianos se sumaron a un movimiento filosófico y jurídico que se había formado en el siglo II a. C. En la primera mitad del siglo segundo precristiano, se produjo un encuentro entre el derecho natural social desarrollado por los filósofos estoicos y notorios maestros del derecho romano (3). De este contacto, nació la cultura jurídica occidental, que ha sido y sigue siendo de una importancia determinante para la cultura jurídica de la humanidad. A partir de este vínculo precristiano entre derecho y filosofía inicia el camino que lleva, a través de la Edad Media cristiana, al desarrollo jurídico del Iluminismo, hasta la Declaración de los derechos humanos y hasta nuestra Ley Fundamental Alemana, con la que nuestro pueblo reconoció en 1949 "los inviolables e inalienables derechos del hombre como fundamento de toda comunidad humana, de la paz y de la justicia en el mundo".

Para el desarrollo del derecho, y para el desarrollo de la humanidad, ha sido decisivo que los teólogos cristianos hayan tomado posición contra el derecho religioso, requerido de la fe en la divinidad, y se hayan puesto de parte de la filosofía, reconociendo la razón y la naturaleza en su mutua relación como fuente jurídica válida para todos. Esta opción la había tomado ya san Pablo cuando, en su Carta a los Romanos, afirma: "Cuando los paganos, que no tienen ley [la Torá de Israel], cumplen naturalmente las exigencias de la ley, ellos… son ley para sí mismos. Esos tales muestran que tienen escrita en su corazón las exigencias de la ley; contando con el testimonio de su conciencia…" (Rm 2,14s). Aquí aparecen los dos conceptos fundamentales de naturaleza y conciencia, en los que conciencia no es otra cosa que el "corazón dócil" de Salomón, la razón abierta al lenguaje del ser. Si con esto, hasta la época del Iluminismo, de la Declaración de los Derechos humanos, después de la Segunda Guerra mundial, y hasta la formación de nuestra Ley Fundamental, la cuestión sobre los fundamentos de la legislación parecía clara, en el último medio siglo se dio un cambio dramático de la situación. La idea del derecho natural se considera hoy una doctrina católica más bien singular, sobre la que no vale la pena discutir fuera del ámbito católico, de modo que casi nos avergüenza hasta la sola mención del término. Quisiera indicar brevemente cómo se llegó a esta situación. Es fundamental, sobre todo, la tesis según la cual entre ser y deber ser existe un abismo infranqueable. Del ser no se podría derivar un deber, porque se trataría de dos ámbitos absolutamente distintos. La base de dicha opinión es la concepción positivista, adoptada hoy casi generalmente, de naturaleza y razón. Si se considera la naturaleza – con palabras de Hans Kelsen - "un conjunto de datos objetivos, unidos los unos a los otros como causas y efectos", entonces no se puede derivar de ella realmente ninguna indicación que sea de modo algúno de carácter ético (4). Una concepción positivista de la naturaleza, que comprende la naturaleza en modo puramente funcional, como las ciencias naturales la explican, no puede crear ningún puente hacia el Ethos y el derecho, sino suscitar nuevamente sólo respuestas funcionales. Sin embargo, lo mismo vale también para la razón en una visión positivista, que muchos consideran como la única visión científica. En ella, aquello que no es verificable o falsable no entra en el ámbito de la razón en sentido estricto. Por eso, el ethos y la religión se deben reducir al ámbito de lo subjetivo y caen fuera del ámbito de la razón en sentido estricto de la palabra. Donde rige el dominio exclusivo de la razón positivista – y este es en gran parte el caso de nuestra conciencia pública – las fuentes clásicas de conocimiento del ethos y del derecho quedan fuera de juego. Ésta es una situación dramática que interesa a todos y sobre la cual es necesaria una discusión pública; una intención esencial de este discurso es invitar urgentemente a ella.

El concepto positivista de naturaleza y razón, la visión positivista del mundo es en su conjunto una parte grandiosa del conocimiento humano y de la capacidad humana, a la cual de modo alguno debemos renunciar en ningún caso. Pero ella misma, en su conjunto, no es una cultura que corresponda y sea suficiente al ser hombres en toda su amplitud. Donde la razón positivista se retiene como la única cultura suficiente, relegando todas las otras realidades culturales a la condición de subculturas, ésta reduce al hombre, más todavía, amenaza su humanidad. Lo digo especialmente mirando a Europa, donde en muchos ambientes se trata de reconocer solamente el positivismo como cultura común o como fundamento común para la formación del derecho, mientras que todas las otras convicciones y los otros valores de nuestra cultura quedan reducidos al nivel de subcultura. Con esto, Europa se sitúa, ante otras culturas del mundo, en una condición de falta de cultura y se suscitan, al mismo tiempo, corrientes extremistas y radicales. La razón positivista, que se presenta de modo exclusivista y que no es capaz de percibir nada más que aquello que es funcional, se parece a los edificios de cemento armado sin ventanas, en los que logramos el clima y la luz por nosotros mismos, y sin querer recibir ya ambas cosas del gran mundo de Dios. Y, sin embargo, no podemos negar que en este mundo autoconstruido recurrimos en secreto igualmente a los "recursos" de Dios, que transformamos en productos nuestros. Es necesario volver a abrir las ventanas, hemos de ver nuevamente la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo.

Para que la razón no se deslice en lo irracional

Pero ¿cómo se lleva a cabo esto? ¿Cómo encontramos la entrada a la inmensidad, o la globalidad? ¿Cómo puede la razón volver a encontrar su grandeza sin deslizarse en lo irracional? ¿Cómo puede la naturaleza aparecer nuevamente en su profundidad, con sus exigencias y con sus indicaciones? Recuerdo un fenómeno de la historia política reciente, esperando no ser demasiado malentendido ni suscitar excesivas polémicas unilaterales. Diría que la aparición del movimiento ecologista en la política alemana a partir de los años setenta, aunque quizás no haya abierto las ventanas, ha sido y es sin embargo un grito que anhela aire fresco, un grito que no se puede ignorar ni relegar, porque se percibe en él demasiada irracionalidad. Gente joven se dio cuenta que en nuestras relaciones con la naturaleza existía algo que no funcionaba; que la materia no es solamente un material para nuestro uso, sino que la tierra tiene en sí misma su dignidad y nosotros debemos seguir sus indicaciones. Es evidente que no hago propaganda por un determinado partido político, nada me es más lejano de eso. Cuando en nuestra relación con la realidad hay algo que no funciona, entonces debemos reflexionar todos seriamente sobre el conjunto, y todos estamos invitados a volver sobre la cuestión sobre los fundamentos de nuestra propia cultura. Permitidme detenerme todavía un momento sobre este punto. La importancia de la ecología es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente. Sin embargo, quisiera afrontar todavía seriamente un punto que, tanto hoy como ayer, se ha olvidado demasiado: existe también la ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo arbitrariamente. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando escucha la naturaleza, la respeta y cuando se acepta como lo que es, y que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana.

Volvamos a los conceptos fundamentales de naturaleza y razón, de los cuales habíamos partido. El gran teórico del positivismo jurídico, Kelsen, a la edad de 84 años – en 1965 – abandonó el dualismo de ser y de deber ser. Había dicho que las normas podían derivar solamente de la voluntad. En consecuencia, la naturaleza podría contener en sí normas sólo si una voluntad hubiese puesto estas normas en ella. Esto, por otra parte, supondría un Dios creador, cuya voluntad ha entrado en la naturaleza. "Discutir sobre la verdad de esta fe es algo absolutamente vana", afirma a este respecto (5). ¿Lo es verdaderamente?, quisiera preguntar. ¿Carece verdaderamente de sentido reflexionar sobre si la razón objetiva que se manifiesta en la naturaleza no presuponga una razón creativa, un Creator Spiritus?

A este punto, debería venir en nuestra ayuda el patrimonio cultural de Europa. Sobre la base de la convicción sobre la existencia de un Dios creador, se ha desarrollado el concepto de los derechos humanos, la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la consciencia de la inviolabilidad de la dignidad humana de cada persona y el reconocimiento de la responsabilidad de los hombres por su conducta. Estos conocimientos de la razón constituyen nuestra memoria cultural. Ignorarla o considerarla como mero pasado sería una amputación de nuestra cultura en su conjunto y la privaría de su totalidad. La cultura de Europa nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma – del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. Este triple encuentro configura la íntima identidad de Europa. Con la certeza de la responsabilidad del hombre ante Dios y reconociendo la dignidad inviolable del hombre, de cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho; defenderlos es nuestro deber en este momento histórico.

Al joven rey Salomón, a la hora de asumir el poder, se le concedió lo que pedía. ¿Qué sucedería si nosotros, legisladores de hoy, se nos concediese formular una petición? ¿Qué pediríamos? En último término, pienso que, también hoy, no podríamos desear otra cosa que un corazón dócil: la capacidad de distinguir el bien del mal, y así establecer un verdadero derecho, de servir a la justicia y la paz. Gracias por su atención.

_______________________
(1) De civitate Dei, IV, 4, 1.

(2) Contra Celsum GCS Orig. 428 (Koetschau); cf. A. Fürst, Monotheismus und Monarchie. Zum Zusammenhang von Heil und Herrschaft in der Antike. En: Theol. Phil. 81 (2006) 321 – 338; citación p. 336; cf. también J. Ratzinger, Die Einheit der Nationen. Eine Vision der Kirchenväter (Salzburg – München 1971) 60.

(3) Cf. W. Waldstein, Ins Herz geschrieben. Das Naturrecht als Fundament einer menschlichen Gesellschaft (Augsburg 2010) 11ss; 31 – 61.

(4) Waldstein, op. cit. 15-21.

(5) Citado según Waldstein, op. cit. 19.

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Homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció el jueves 22 de Septiembre de 2011 durante la Misa celebrada en el Olympiastadion de Berlín.

Queridos hermanos en el episcopado,
queridos hermanos y hermanas

Ver que habéis llenado la amplia circunferencia del estadio olímpico, me causa gran alegría y confianza. Saludo con afecto a todos: a los fieles de la Archidiócesis de Berlín y de las diócesis alemanas, así como a los numerosos peregrinos provenientes de los países vecinos. Hace quince años, vino un Papa por vez primera a Berlín la capital federal. Tenemos todos un vivo recuerdo de la visita de mi venerado predecesor, el Beato Juan Pablo II, y de la Beatificación del Deán de la Catedral Bernhard Lichtenberg, junto a Karl Leisner, celebrada precisamente aquí, en este mismo lugar.

Pensando en estos beatos y en toda la corte de santos y beatos, podemos comprender lo que significa vivir como sarmientos de la verdadera vid, que es Cristo, y dar mucho fruto. El evangelio de hoy nos evoca la imagen de esa planta, que en Oriente crece lozana y es símbolo de fuerza y vida, metáfora también de la belleza y el dinamismo de la comunión de Jesús con sus discípulos y amigos.

En la parábola de la vid, Jesús nos dice: “Vosotros sois la vid”, sino: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos” (Jn 15, 5). Y esto significa: “Así como los sarmientos están unidos a la vid, de igual modo vosotros me pertenecéis. Pero, perteneciendo a mí, pertenecéis también unos a otros”. Y este pertenecerse uno a otro y a Él, no entraña un tipo cualquiera de relación teórica, imaginaria, simbólica, sino casi me atrevería a decir, un pertenecer a Jesucristo en sentido biológico, plenamente vital. La Iglesia es esa comunidad de vida con Él y de uno para con el otro, que está fundada en el Bautismo y se profundiza cada vez más en la Eucaristía. “Yo soy la verdadera vid”, significa en realidad propiamente: “Yo soy vosotros y vosotros sois yo”; una identificación inaudita del
Señor con nosotros, su Iglesia.

Cristo mismo presentó a Saulo, el perseguidor de la Iglesia, antes de llegar a Damasco: “¿Por qué me persigues?” (Hch 9, 4). De ese modo, el Señor señala el destino común que se deriva de la íntima comunión de vida de su Iglesia con Él, el Cristo resucitado. En este mundo, Él continúa viviendo en su Iglesia. Él está con nosotros, y nosotros con Él. “¿Por qué me persigues?” Por tanto, es Jesús quien sufre las persecuciones contra su Iglesia. Y, al mismo tiempo, no estamos solos cuando nos oprimen a causa de nuestra fe. Jesús está con nosotros.

En la parábola, Jesús continúa diciendo: “Yo soy la vid verdadera, y el Padre es el labrador” (Jn 15, 1), y explica que el viñador toma la podadera, corta los sarmientos secos y poda aquellos que dan fruto para que den más fruto. Usando la imagen del profeta Ezequiel, como hemos escuchado en la primera lectura, Dios quiere arrancar de nuestro pecho el corazón muerto, de piedra, para darnos un corazón vivo, de carne (cf. Ez 36, 26). Quiere darnos vida nueva y llena de fuerza. Cristo ha venido a llamar a los pecadores. Son ellos los que necesitan el médico, y no los sanos (cf. Lc 5, 31s). Y así, como dice el Concilio Vaticano II, la Iglesia es el “sacramento universal de salvación” (Lumen gentium 48) que existe para los pecadores, para abrirles el camino de la conversión, de la curación y de la vida. Ésta es la verdadera y gran misión de la Iglesia, que le ha sido confiada por Cristo.

Algunos miran a la Iglesia, quedándose en su apariencia exterior. De este modo, la Iglesia aparece únicamente como una organización más en una sociedad democrática, a tenor de cuyas normas y leyes se juzga y se trata una figura tan difícil de comprender como es la “Iglesia”. Si a esto se añade también la experiencia dolorosa de que en la Iglesia hay peces buenos y malos, grano y cizaña, y si la mirada se fija sólo en las cosas negativas, entonces ya no se revela el misterio grande y profundo de la Iglesia.

Por tanto, ya no brota alegría alguna por el hecho de pertenecer a esta vid que es la “Iglesia”. La insatisfacción y el desencanto se difunden si no se realizan las propias ideas superficiales y erróneas acerca de la “Iglesia” y los “ideales sobre la Iglesia” que cada uno tiene. Entonces, cesa también el alegre canto: “Doy gracias al Señor, porque inmerecidamente me ha llamado a su Iglesia”, que generaciones de católicos han cantado con convicción.

El Señor continúa su discurso: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí… porque sin mí -separados de mi, podría traducirse también- no podéis hacer nada” (Jn 15, 4. 5b).

Cada uno de nosotros ha de afrontar una decisión a este respecto. El Señor nos dice de nuevo en una parábola lo seria que es: “Al que no permanece en mí lo tiran fuera como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, arden” (Jn 15, 6). Sobre esto, dice San Agustín: “El sarmiento ha de estar en uno de esos dos lugares: o en la vid o en el fuego; si no está en la vid estará en el fuego. Permaneced, pues, en la vid para librarse del fuego” (In Ioan. Ev. Tract., 81, 3 [PL 35, 1842]).

La opción que se plantea nos hace comprender de forma insistente el significado existencial de nuestras decisiones de vida. Al mismo tiempo, la imagen de la vid es un signo de esperanza y confianza. Encarnándose, Cristo mismo ha venido a este mundo para ser nuestro fundamento. En cualquier necesidad y arridez, Él es la fuente de agua viva, que nos nutre y fortalece. Él en persona carga sobre sí el pecado, el miedo y el sufrimiento y, en definitiva, nos purifica y transforma misteriosamente en vino bueno. En esos momentos de necesidad nos sentimos a veces aplastados bajo una prensa, como los racimos de uvas que son exprimidos completamente. Pero sabemos que, unidos a Cristo, nos convertimos en vino de solera. Dios sabe transformar en amor incluso las cosas difíciles y agobiantes de nuestra vida. Lo importante es que “permanezcamos” en la vid, en Cristo. En esta breve perícopa, el evangelista usa la palabra “permanecer” una docena de veces. Este “permanecer-en-Cristo” caracteriza todo el discurso. En nuestro tiempo de inquietudes e indiferencia, en el que tanta gente pierde el rumbo y el fundamento; en el que la fidelidad del amor en el matrimonio y en la amistad es frágil y efímera; en el que desearíamos gritar, en medio de nuestras necesidades, como los discípulos de Emaús: “Señor, quédate con nosotros, porque anochece (cf. Lc 24, 29), porque las tinieblas nos rodean”; el Señor resucitado nos ofrece aquí un refugio, un lugar de luz, de esperanza y confianza, de paz y seguridad. Donde la aridez y la muerte amenazan a los sarmientos, allí en Cristo hay futuro, vida y alegría.

Permanecer en Cristo significa, como ya hemos visto, permanecer también en la Iglesia. Toda la comunidad de los creyentes está firmemente unida en Cristo, la vid. En Cristo, todos nosotros estamos unidos. En está comunidad, Él nos sostiene y, al mismo tiempo, todos los miembros se sostienen recíprocamente. Ellos resisten juntos a las tempestades y se protegen mutuamente. Nosotros no creemos solos, sino que creemos con toda la Iglesia.

La Iglesia como mensajera de la Palabra de Dios y dispensadora de los sacramentos nos une a Cristo, la verdadera vid. La Iglesia como “la plenitud y el complemento del Redentor” (Pío XII, Mystici corporis,AAS 35 [1943] p. 230: “plenitudo et complementum Redemptoris”) es para nosotros prenda de la vida divina y mediadora de los frutos de los que habla la parábola de la vid. La Iglesia es el don más bello de Dios. Por tanto, como dice también San Agustín: “En la medida en que uno ama a la Iglesia de Cristo, posee el Espíritu Santo” (In Ioan. Ev. Tract. 32, 8 [PL 35, 1646]). Con la Iglesia y en la Iglesia podemos anunciar a todos los hombres que Cristo es la fuente de la vida, que Él está presente, que Él es la gran realidad que anhelamos. Él se entrega a sí mismo. Quien cree en Cristo, tiene futuro. Porque Dios no quiere lo que es árido, muerto, artificial, lo que al final es desechado, sino que quiere las cosas fecundas y vivas, la vida en abundancia.

Queridos hermanos y hermanas, deseo que todos descubráis cada vez más profundamente la alegría de estar unidos a Cristo en la Iglesia, que podáis encontrar en vuestras necesidades consuelo y redención y lleguéis a ser cada vez más el vino delicioso de la alegría y del amor de Cristo para este mundo. Amén.


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Reflexión a las lecturas del domingo veintiséis del Tiempo Ordinario - A, ofrecido por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrefe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR"

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR

 Domingo 26º del T. Ordinario A

 

Queridos amigos y amigas:

Lo primero que tenemos que hacer este Domingo es situar el  Evangelio en su contexto. De un domingo a otro ha cambiado por completo. Este texto está situado después de la Entrada de Jesucristo en Jerusalén con todas sus circunstancias. El Señor, dirigiéndose a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo les cuenta la parábola que escuchamos hoy: la de los dos hijos que fueron mandados por su padre a la viña.

El tema, por tanto, sigue siendo el mismo: Tenemos que ir a trabajar en la Viña del Señor, tenemos que acoger de verdad el Reino de los Cielos que Jesucristo anuncia: El domingo pasado el Señor se valía de la relación propietario - jornaleros;  hoy, de la de padre – hijos. De este modo y durante estos tres domingos, tratará el Señor de explicarnos en el Evangelio la infidelidad y torpeza del pueblo de Israel a lo largo de la historia, especialmente, ahora, en su venida  como Mesías y la necesidad de formar otro pueblo, que responda de una manera distinta a la voz de Dios. A ello eran convocados también los publicanos y prostitutas que se convirtieron ante la predicación de Juan mientras ellos no hicieron caso.

Ahora ha venido el Mesías, el Esperado, y sucede de igual manera: Mientras aquellos pecadores le acogen, le escuchan y se convierten, ellos continúan empeñados en no reconocerle y, muy pronto, lo llevarán a la cruz. 

Hoy Jesucristo se parece a una persona moderna y práctica que les dice con toda franqueza: “A la hora de la verdad, ¿cuál de los dos hijos hizo, realmente, lo que quería el padre?” Ellos le contestaron el primero: El que le dijo que “no” iba a trabajar a la viña, pero después se arrepintió y fue. Éste era el caso de los publicanos y las prostitutas. Es evidente que primero dijeron que “no”, pero ahora se convierten y son incorporados al Reino. Ellos, por el contrario, eran los hombres del “sí”, los de la Ley y los profetas, los del culto en el Templo, los dirigentes religiosos de Israel, pero cuando vino Juan dijeron que “no” y ahora, ante la llegada del Señor, hacen lo mismo.

De este modo, Jesucristo sigue insistiendo en la posibilidad, la importancia y la validez de la misericordia y el perdón de Dios  para los que se convierten de corazón. Es también lo que nos enseña la primera lectura: “Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia, el mismo salva su vida”.

Y esto es lo que proclama sin cesar la Iglesia, cada día, de oriente a occidente, como Buena Noticia, como la mejor Noticia: ¡Con Jesucristo siempre es posible el cambio de vida, la conversión…! ¡Siempre es posible comenzar de nuevo!

Se ha dicho que los santos no lo son porque nunca cayeron, sino porque siempre se levantaron.

Siempre es bueno decir que “sí” a Dios…, pero Él no se deja engañar ni deslumbrar por buenas palabras  sino que se fija en la realidad de nuestra vida para ver si, a la hora de la verdad, le decimos “sí” o “no” con nuestras obras.

Ya Él nos advierte: “No todo el que dice Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el Cielo” (Mt 7,21).

Y nosotros, estos domingos, debemos reflexionar seriamente sobre estas cosas, no sea que, aún perteneciendo al nuevo pueblo de Dios, a la Iglesia, vayamos a ser rechazados y desheredados como aquellos que dijeron primero dijeron que “sí” y luego que “no” ante las llamadas del Señor.

Jesucristo es verdadero Hijo que siempre dijo que “sí” al Padre. Sólo Él ha podido decir: “Yo hago siempre lo que le agrada al Padre”. (Jn 8, 29) El es, por tanto, el modelo, el camino.., de todo aquel que decir a Dios que “sí” con las palabras y las obras. 

 

Les deseo todo bien. ¡Feliz Día del Señor!


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ZENIT  publica el comentario al pasaje evangélico de la liturgia de este domingo, XXVI del tiempo ordinario (Mateo 21, 28-32), que ha redactado monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo.

Evangelio del domingo: Verdad y maquillaje, o la persona y el personaje

Estamos ahítos del “glamour” de las mil pasarelas en las que exhibimos trucados lo que quizás no somos en verdad. Este truco que maquilla la humilde realidad de nuestra vida, parece que logra engañar a todos los incautos que nos ven pasar. Vivimos en una sociedad que ama el control, la burocracia, la etiquetación. Como antaño, es difícil salir del sambenito que te colocan y con el que casi te obligan a ser y a vivir. No obstante, no siempre corresponde esa etiqueta con la verdad honda que se es­conde detrás del escaparate personal. Siempre hemos de distinguir entre la persona y el personaje, entre la verdad y la apariencia, entre el contenido y el continente.

El Evangelio de este domingo nos presenta un lúcido y duro diálogo de Jesús con los ancianos y sumos sacerdotes de Israel. No se dirige a sus discípulos, gente sencilla y hasta vulgar, sino a aquellos que eran el colectivo más influyente y determinante entre los varios grupos judíos.

Jesús trae a colación a los pecadores formales, pero que pueden tener un fondo diverso. La apariencia de esta gente es posiblemente desastrosa, impresentable, desaconsejable; pero lo que hay por dentro es diverso; tanto, tanto, que hasta pudiera ser parecido al de Dios. Son los peca­dores que viven mal, pero sólo por fuera, porque el corazón nunca ha negado de verdad a Dios ni a los demás lo que en un momento dado pudieran pedir. Lo cual no quiere decir que no tengan que cambiar o que no tengan que convertirse seriamente. Pero su malvi­vir, su pecado real no ha llegado a corromper el corazón hasta el punto de disfrazarse de falsa disponibilidad, como hacen los del "sí" que luego resulta "no".

Para comprender este Evangelio hay que tener presente lo que Jesús dice en otras ocasiones en las que aborda el mismo tema de la apariencia hipócrita. Son, por ejemplo, los dos que oran en el templo: uno se pavonea de su virtud pasando la factura a Dios, despreciando al prójimo que está al fondo, mientras que éste sólo sabe pedir perdón; son los dos hijos del padre bueno: el pró­digo y el que sin haber salido nunca de casa jamás estuvo de corazón con su padre; es la mujer adúltera: los impecables oficiales que querían tirar piedras puritanas, pero que es­taban manchadas de complicidad e hipocresía.

Jesús descubre el fondo del corazón, más allá de la apariencia. Es más fácil cam­biar y convertirse quien tiene un corazón entrañable y un rostro manchado, que quien tapa con extraños cosméticos la fealdad de su cara... fiel reflejo de un corazón endure­cido y lleno de sí.


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Viernes, 23 de septiembre de 2011

ZENIT  nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció el jueves 22 de Septiembre de 2011 durante la ceremonia de bienvenida celebrada en el Castillo de Bellevue, en presencia del Presidente Federal de Alemania, Christian Wulff, y porla Canciller Angela Merkel, y otras autoridades civiles y religiosas.

Señor Presidente Federal,
Señoras y Señores
Queridos amigos:

Me siento muy honrado por la amable acogida que me habéis reservado aquí, en el Castillo Bellevue. Le estoy particularmente agradecido, Señor Presidente Wulff, por la invitación a está visita oficial, que es mi tercera estancia como Papa enla República FederalAlemana. Agradezco de corazón las corteses palabras de bienvenida que me ha dirigido. Mi gratitud se dirige también a los representantes del Gobierno Federal, del Bundestag y del Bundesrat, así como a los de la ciudad de Berlín, por su presencia, con la que expresan su respeto por el Papa como sucesor del Apóstol Pedro. Y no por último agradezco a los tres Obispos que me hospedan, el Arzobispo Woelki de Berlín, el Obispo Wanke de Erfurt y el Arzobispo Zollitsch de Friburgo, así como a todos aquellos que, en los diversos ambitos eclesiásticos y públicos, han colaborado en los preparativos de este viaje a mi patria, contribuyendo de ese modo a que todo salga bien.

Aunque este viaje es una visita oficial que reforzará las buenas relaciones entrela República Federalde Alemania yla Santa Sede, no he venido aquí para obtener objetivos políticos o económicos, como hacen legítimamente otros hombres de Estado, sino para encontrar la gente y hablarles de Dios.

Con relación a la religión hay en la sociedad una progresiva indiferencia que, en sus decisiones, considera la cuestión de la verdad más bien como un obstáculo, y da por el contrario la prioridad a consideraciones utilitaristas.

Pero se necesita una base vinculante para nuestra convivencia, de otra manera cada uno vive solo para su individualismo. La religión es una cuestión fundamental para una convivencia lograda. "Como la religión necesita de libertad, así la libertad tiene necesidad de la religión". Estas palabras del gran obispo y reformador social Wilhelm von Ketteler, del que se celebra este año el bicentenario de su nacimiento, son aun actuales1.

La libertad necesita de una referencia a una instancia superior. El que haya valores que nada ni nadie pueda manipular, es la autentica garantía de nuestra libertad. El hombre que se sabe obligado a lo verdadero y al bien, estará inmediatamente de acuerdo con esto: la libertad se desarrolla sólo en la responsabilidad ante un bien mayor. Este bien existe sólo si es para todos; por tanto debo interesarme siempre de mis prójimos. La libertad no se puede vivir sin relaciones.

En la convivencia humana no es posible la libertad sin solidaridad. Aquello que hago a costa de otros, no es libertad, sino una acción culpable que les perjudica a ellos y también a mí. Puedo realizarme verdaderamente como persona libre sólo cuando uso también mis fuerzas para el bien de los demás. Esto vale no solo en el ámbito privado, sino también en el social. Según el principio de subsidiaridad, la sociedad debe dar espacio suficiente para que las estructuras más pequeñas se desarrollen y, al mismo tiempo, apoyarlas, de modo que, un día, puedan ser autónomas.

Aquí en el Castillo Bellevue, que debe su nombre a la espléndida vista sobre la rivera del Spree y que está situado no lejos dela Columnadela Victoria, del Bundestag y dela Puertade Brandeburgo, estamos propiamente en el centro de Berlín, la capital dela República Federalde Alemania. El castillo con su agitado pasado es, como tantos edificios de la ciudad, un testimonio de la historia alemana. Una mirada clara también sobre sus páginas oscuras nos permite aprender de su pasado y de recibir impulso para el presente.La República Federalde Alemania se ha convertido en lo que es hoy a través de la fuerza de la libertad plasmada de responsabilidad ante Dios y ante el prójimo. Necesita de esta dinámica que involucra todos los ámbitos humanos para poder continuar a desarrollarse en las condiciones actuales. Lo requiere en "un mundo necesita una profunda renovación cultural y el redescubrimiento de valores de fondo sobre los cuales construir un futuro mejor" (Encíclica Caritas in veritate, 21).

Deseo que los encuentros durante las varias etapas de mi Viaje, aquí en Berlín, en Erfurt, en Eichsfeld y en Friburgo, puedan ofrecer una pequeña contribución sobre este tema. Que en estos días Dios nos conceda su bendición.

____________________
1 Discurso a la primera asamblea de los católicos en Alemania, 1848. En: Erwin Iserloh (ed): Wilhelm Emmanuel von Ketteler: Sämtliche Werke und Briefe, Mainz 1977, vol. I, 1, p. 18.

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ZENIT nos ofrece el texto del discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció el jueves 22 de Septiembre de 2011 por la tarde, al encontrarse con unos quince representantes dela Comunidad judía en el Bundestag de Berlín.

Distinguidos Señores y Señoras:

Me alegra encontrarme con ustedes, aquí, en Berlín. Agradezco de corazón al Presidente, Dr. Dieter Graumann, las amables palabras de bienvenida, que manifiestan cuánto ha crecido la confianza entre el Pueblo judío yla Iglesiacatólica, que tienen en común una parte nada desdeñable de sus tradiciones fundamentales. Al mismo tiempo, todos tenemos claro que una comunión amorosa y comprensiva entre Israel yla Iglesia, en el respeto recíproco de la identidad del otro, debe crecer todavía más y entrar de modo más profundo en el anuncio de la fe.

Durante mi visita ala Sinagogade Colonia, hace ya seis años, el Rabino Teitelbaum habló de la memoria como una de las columnas necesarias para asentar sobre ella un futuro de paz. Y hoy me encuentro en un lugar central de la memoria, de una espantosa memoria: desde aquí se programó y organizó la Shoah, la eliminación de los ciudadanos judíos en Europa. Antes del terror nazi, casi medio millón de hebreos vivían en Alemania, y eran un componente estable de la sociedad alemana. Después dela Segunda GuerraMundial, Alemania fue considerada como el "País de la Shoah", en el que, en realidad, ya no se podía vivir. Al principio, casi nadie se esforzaba por refundar las antiguas comunidades hebreas, no obstante llegaran continuamente personas y familias judías del este. Muchas de ellas querían emigrar y construirse una nueva existencia, sobre todo en los Estados Unidos o en Israel.

En este lugar, hay que recordar también la noche del pogromo, del 9 al 10 de noviembre de 1938. Solamente unos pocos percibieron en su totalidad la dimensión de dicho acto de desprecio humano, como lo hizo el Deán dela Catedralde Berlín, Bernhard Lichtenberg, que desde el púlpito de esa Santa Iglesia de Santa Eduvigis, gritó: "Fuera, el Templo está en llamas; también éste es casa de Dios". El régimen de terror del nacionalsocialismo se fundaba sobre un mito racista, del que formaba parte el rechazo del Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, del Dios de Jesucristo y de las personas que creen en él. El "omnipotente" Adolf Hitler era un ídolo pagano, que quería ponerse como sustituto del Dios bíblico, Creador y Padre de todos los hombres. Cuando no se respeta a este Dios único, se pierde también el respeto por la dignidad del hombre. Las horribles imágenes de los campos de concentración al final de la guerra mostraron de lo que puede ser capaz el hombre que rechaza a Dios y el rostro que puede asumir un pueblo en el "no" a ese Dios.

Ante este recuerdo, debemos constatar con gratitud que desde hace alguna década manifiesta un nuevo desarrollo, que permite hablar incluso de un renacer de la vida judía en Alemania. Hay que subrayar que, en este tiempo, la comunidad judía se ha destacado particularmente por la obra de integración de los emigrantes del este europeo.

Con vivo aprecio, quisiera aludir también al diálogo dela Iglesiacatólica con el Hebraísmo, un diálogo que se está profundizando.La Iglesiase siente muy cercana al Pueblo hebreo. Conla DeclaraciónNostraaetate del Concilio Vaticano II, se comenzó a "recorrer un camino irrevocable de diálogo, de fraternidad y de amistad" (cf. Discurso enla Sinagogade Roma, 17 de enero de 2010). Esto vale para todala Iglesiacatólica, en la que el beato Papa Juan Pablo II se comprometió de una manera particularmente intensa en favor de este nuevo camino. Esto vale obviamente también parala Iglesiacatólica en Alemania, que es bien consciente de su particular responsabilidad en esta materia. En el ámbito público, destaca sobre todo la "Semana dela Fraternidad", organizada cada año en la primera semana de marzo por las asociaciones locales para la colaboración cristiano-judía.

Por la parte católica, se llevan a cabo además encuentros anuales entre obispos y rabinos, así como coloquios organizados con el Consejo central de los judía. Ya en los años setenta, el Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK) se distinguió por la fundación de un forum "Judíos y Cristianos", que en el trascurso de los años ha elaborado competentemente muchos documentos útiles. No se debe olvidar tampoco el histórico encuentro para el diálogo judío-cristiano de marzo de 2006, con la participación del Cardenal Walter Kasper. Esta reunión ha traído muchos frutos, incluso en tiempos recientes.

Junto a estas encomiables iniciativas concretas, me parece que los cristianos debemos también darnos cuenta cada vez más de nuestra afinidad interior con el judaísmo. Para los cristianos, no puede haber una fractura en el evento salvífico. La salvación viene, precisamente, de los Judíos (cf. Jn 4, 22). Cuando el conflicto de Jesús con el judaísmo de su tiempo se ve de manera superficial, como una ruptura conla Antigua Alianza, se acaba reduciéndolo a un idea de liberación que considerala Torásolamente como la observancia servil de unos ritos y prescripciones exteriores. Sin embargo, el Discurso de la montaña no derogala Leymosaica, sino que desvela sus recónditas posibilidades y hace surgir nuevas exigencias; nos reenvía al fundamento más profundo del obrar humano, al corazón, donde el hombre elige entre lo puro y lo impuro, donde germina la fe, la esperanza y la caridad.

El mensaje de esperanza, transmitido por los libros dela Bibliahebrea y del Antiguo Testamento cristiano, ha sido asimilado y desarrollado por los judíos y los cristianos de modo distinto. "Después de siglos de contraposición, reconozcamos como tarea nuestra el esfuerzo para que estos dos modos de la nueva lectura de los escritos bíblicos –la cristiana y la judía– entren en diálogo entre sí, para comprender rectamente la voluntad yla Palabrade Dios" (Jesús de Nazaret. Segunda parte: Desde la entrada en Jerusalén hastala Resurrección, pp. 47-48). En una sociedad cada vez más secularizada, este diálogo debe reforzar la común esperanza en Dios. Sin esa esperanza la sociedad pierde su humanidad.

Con todo esto, podemos constatar que el intercambio entrela Iglesiacatólica y el judaísmo en Alemania ha dado ya frutos prometedores. Han crecido las relaciones duraderas y de confianza. Ciertamente, judíos y cristianos tienen una responsabilidad común para el desarrollo de la sociedad, que entraña siempre una dimensión religiosa. Que todos los interesados continúen juntos este camino. Que para ello, el Único y Onmipotente –Ha Kadosch Baruch Hu– otorgue su bendición.

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DOMINGO 26 DEL TIEMPO ORDINARIO - A
25 de Septiembre de 2011

El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos vosotros. 

- Jesús !los ha convocado, como cada domingo, a celebrar la Eucaristía. Y nosotros hemos respondido a la llamada y nos hemos reunido dejando, quizás, otras cosas, otras posibilidades. Quizá también hemos tenido que vencer las pocas ganas de venir a misa. 

-  Pero sabemos que escuchar la Palabra y celebrar la Eucaristía, reunidos como Iglesia, es importante para vivir después, a lo largo de la semana, según la voluntad de Dios. Él nos da su bondad y su gracia. 

A. penitencial: Dispongamos nuestros corazones á recibir la gracia de esta celebración. Pidamos la misericordia del Señor. (Silencio).

- Tú, que esperas que nos convirtamos. SEÑOR,TEN PIEDAD.

- Tú, que nos das tu perdón y tu fuerza. CRISTO, TEN PIEDAD.

- Tú, que con tu palabra nos conduces a la vida. SEÑOR,TEN 

  1. lectura (Ezequiel 78,25-28): La      primera lectura y el evangelio de hoy nos invitan a la conversión. Pero no a una conversión hecha de palabras o de vacilantes propósitos, sino una conversión sincera, que suponga un cambio de vida.
  2. lectura (Filipenses 2, 7 -77):  San Pablo nos presenta hoy un entero programa para nuestra vida cristiana.  Y nos lo presenta recordando el modelo de Jesucristo, fiel y entregado hasta la muerte y así glorificado por Dios. 

Oración universal: Ahora, después de haber proclamado nuestra fe, presentemos nuestra oración confiada. Respondamos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE. 

Por toda la Iglesia, por todos aquellos que quieren seguir a Jesucristo con fidelidad. OREMOS.

Por el Papa, por nuestro obispo y por todos los obispos del mundo. OREMOS. 

Por las vocaciones al sacerdocio, al diaconado, a la vida religiosa. OREMOS. 

Por los hombres y mujeres del mundo entero, principalmente por aquellos que sufren las consecuencias de una riqueza mal repartida. OREMOS. 

Por todos los que, movidos por el amor, trabajan por el bien de sus hermanos. OREMOS. 

Por los ancianos, los enfermos y los que se encuentran solos. OREMOS. 

Por los que ahora estamoJeunidos para esta eucaristía, compartiendo la alegría de la fe. OREMOS. 

Escucha, Padre nuestra oración. Haznos cada vez más fieles a tu amor, siguiendo el camino de tu Hijo Jesucristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Padrenuestro: Fieles a la enseñanza de Jesucristo, siguiendo su palabra, nos atrevemos a decir:

 

CPL


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Jueves, 22 de septiembre de 2011

Homilía de monseñor Luis H. Villalba, arzobispo emérito y administrador apostólico de Tucumán, enl a Misa de despedida de la arquidiócesis (9 de septiembre de 2011). (AICA)

MISA DE DESPEDIDA DE LA ARQUIDIÓCESIS DETUCUMÁN            

 Queridos hermanos y hermanas:

1. “Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo” (2 Tes. 1,2).

Con estas palabras del Apóstol  Pablo los saludo en vísperas de mi partida.

En este momento me embargan sentimientos encontrados que conmueven mi corazón.

Los años vividos en esta querida arquidiócesis fueron intensos, fuertes y hermosos.

Para mí fue un tiempo de gracia.

¡Cuántas cosas pasaron! ¡Cuántas experiencias compartidas! Encuentros de oración, de búsqueda, de reflexión, de trabajo, de fiesta, de celebración, también de preocupaciones, de conflictos. Las Visitas Pastorales, el Seminario Arquidiocesano, las Confirmaciones, las fiestas Patronales, las Asambleas  Pastorales,la Pastoral Orgánica.

Pero más allá de todo esto, desde el comienzo me propuse dos cosas: seguir edificando la comunidad diocesana, como comunidad fraterna y misionera, e impulsarla Nueva Evangelización.

Le he dedicado a la arquidiócesis doce años con fuerza e intensidad como nos recomienda San Pablo: “Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres... Ustedes sirven a Cristo, el Señor” (Col. 3,23-24).

La arquidiócesis de Tucumán ya es parte de mi vida y de mi historia. 

2. El episcopado es el sacramento del camino. Hace doce años comenzaba a recorrer mi camino pastoral en la arquidiócesis de Tucumán.

En la homilía que pronuncié en el momento de asumirla Arquidiócesisdije que “mi programa no es otro que el que propone Jesús en el Evangelio de San Juan cuando afirma que el Buen Pastor conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él”. Y agregaba que quería aprovechar toda ocasión para conocer, para ver, para encontrarme, ante todo con los sacerdotes, los consagrados y consagradas, los agentes de pastoral, las parroquias, las comunidades, las instituciones, los movimientos, las áreas pastorales.

En este sentido las Visitas Pastorales han marcado mi vida.

Las Visitas Pastorales me permitieron  recorrer todo el territorio dela Arquidiócesisy conocer cada parroquia con sus características propias. Pude valorar la realidad socio-cultural de las distintas parroquias y el trabajo pastoral y misionero que allí hacen los sacerdotes, los diáconos, los consagrados, las consagradas y los fieles laicos. He visitado no sólo la sede parroquial sino, también, todas sus capillas y centros misionales. Esto me permitió reunirme con todos los agentes de pastoral: los que colaboran en la liturgia, en la catequesis, en Cáritas, en la pastoral de los enfermos; con los miembros de las instituciones y movimientos laicales, con los matrimonios, los jóvenes, los niños de catequesis, etc.

También visité los colegios católicos, tanto los parroquiales y como los congregacionales. En ellos me encontré con los alumnos, los docentes y, en algunos casos, con  los padres.

Asimismo visité otras instituciones: colegios del Estado, colegios privados no confesionales, todos los hospitales dela Arquidiócesis, centros de salud, hogares de niños, hogares de ancianos, clubes, centro de jubilados, algunas industrias y empresas, comisarías, las cárceles, las municipalidades, etc.

Sin duda que las Visitas Pastorales han dejado una huella imborrable en mi espíritu.

Recordar las consolaciones recibidas en las Visitas hace brotar de mi corazón sentimientos de agradecimiento hacia todas las comunidades visitadas. Gracias por la acogida y la hospitalidad que me brindaron en todas las comunidades. 

3. En este momento quiero expresar mi agradecimiento.

Quiero agradecer especialmente a Dios por los doce años que me regaló al servicio de esta Iglesia Particular. Años llenos de encuentros, de alegría, de trabajos, de esperanza.

Han sido años muy intensos y gozosos, en los que tampoco faltó, como no puede ser de otra manera, la cruz.

Mi gratitud, en primer lugar a los sacerdotes. Los abrazo con particular afecto. Me despido del presbiterio con una profunda acción de gracias. Dios les recompense la entrega de ustedes, fiel y sacrificada.

Mi gratitud a los consagrados y consagradas. Saludo con cariño a las consagradas que trabajan entre nosotros y comparten nuestras fatigas, alegrías y esperanzas.

Mi reconocimiento a la comunidad del Seminario Arquidiocesano “Nuestra Señora dela Mercedy San José”. El Seminario debe ser el amor dela Iglesiaarquidiocesana.

A los seminaristas mi palabra de afecto y de confianza. Les digo: ustedes son la esperanza de nuestra Iglesia.

Mi reconocimiento al magnífico laicado que tenemos en nuestras parroquias, capillas, colegios, instituciones, movimientos. Gracias por la participación activa y comprometida en la pastoral parroquial, decanal y arquidiocesana.

De modo especial saludo y agradezco a los hermanos de las diversas tradiciones religiosas presentes en Tucumán: a la comunidad judía y a la musulmana, a los hermanos cristianos de las diversas comunidades evangélicas y a los hermanos dela Iglesia CatólicaOrtodoxa.

Agradezco y saludo, también, a los miembros y organizaciones de la sociedad que tuve la oportunidad de tratar y que siempre me recibieron cordialmente. A los que pertenecen al mundo de la educación, de la salud, de la cultura, de la seguridad; a los comunicadores sociales, a los políticos, a los trabajadores de todos los sectores, a los empresarios. Los animo a que siempre trabajen por el bien común y especialmente por los más débiles y necesitados. 

4. He tratado de ser Obispo de todos, con todos y para todos. Siempre quise ser padre, pastor, amigo y hermanos de todos. He buscado siempre el camino del diálogo y del consenso.

Soy consciente de mis errores y limitaciones, pero he confiado en el Señor que me encomendó esta porción dela Iglesia. Lespido perdón por los errores que pude haber cometido y por las cosas que no hice.

Muchos me han preguntado sobre el balance que hago de mi tarea en la arquidiócesis. Les contesto que eso lo dejo en manos de Dios y de ustedes.

Doy gracias a Dios por los doce años en esta Arquidiócesis y los que todavía me restan vivir entre ustedes, hasta que el Señor disponga.

Yo no me retiro de mi ministerio. El Obispo aunque no esté a cargo de una diócesis, mantiene su carácter de maestro, sacerdote y pastor. En virtud de ello seguiré sirviendo, de otra manera, ala Iglesiade Tucumán.

En nuestra vida personal y en la comunitaria y pastoral debemos partir siempre del primado de Dios, de Jesucristo, de la gracia.

Denle siempre, en sus vidas y en sus comunidades, el primer lugar a Dios.

El primado de Dios es seguir a Jesucristo, contemplarlo a Él, aprender de Él, imitarlo a Él.

El primado de Dios significa medirnos sobre Jesucristo, inspirarnos continuamente en su Palabra, en sus ejemplos, como lo presenta el Evangelio.

El primado de Dios quiere decir entrar en el corazón de Cristo, que llama a Dios “Padre”.

La Iglesiaes la comunidad de los que son verdaderamente hijos de Dios en Jesucristo, viviendo como Él ha vivido, amando como Él ha amado y muriendo como Él ha muerto confiándose en las manos del Padre.

Recen y acompañen a Mons. Alfredo.

Cuiden a todos, especialmente a los pobres y enfermos.

Me encomiendo a la oración de todos ustedes. Lo necesito. Yo les prometo la pobreza de mi oración y el afecto de mi amistad.

Con San Pablo les digo: “ustedes están en mi corazón, unidos en la vida y en la muerte” (2 Cor. 7,3). 

Mons. Luis H. Villalba, arzobispo emérito y administrador apostólico de Tucumán 


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Columna de opinión de monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú y miembro de la Comisión Episcopalde Pastoral Social, publicada el 11 de septiembre de 2011. (AICA)

DOCENTES PARA SEMBRAR Y COBIJAR             

La vocación docente es una de las más importantes en la sociedad. Siempre deja un mensaje en la vida del niño o adolescente, aunque parezca que vivimos en un tiempo de desvalorización del docente. Tu tarea cotidiana aporta y suma a la formación de la persona. Allí donde no hay un referente para el niño, seguramente estará la maestra o el maestro, el profesor, el preceptor. Te veo como en una doble tarea: sembrar y cobijar. Sembrar valores, despertar búsquedas, que dan frutos en otros campos y en tiempos de los cuales tal vez no seas testigo. Cobijar para ayudar a sanar heridas, cuidar las fragilidades de la vida.

Sos un ser único e irrepetible. Lo que vos no hagas nadie lo hará por vos.

Cuando no ponderamos bien la vocación docente ponemos en riesgo cuestiones muy importantes en la sociedad.

Los desafíos son cada vez más complejos. Lo sabemos. El desinterés de los alumnos o la poca motivación, la incidencia de la droga en tantos barrios, el hecho de que no aceptan la palabra de los adultos, la ausencia del compromiso y acompañamiento de la familia aun en los más pequeños. A veces las mamás o papás te dicen: “no sé qué hacer con mi hijo”, pero esperan que vos sí sepas cómo educarlo. Y sentís que ahí te lo dejan casi como dando a entender: “arreglate vos”.

Es importante renovarnos en la esperanza. Es cierto que hay motivos para angustiarse o preocuparse. Pero también hay que saber mirar los signos de esperanza, que tienen relación con la fe. Buena parte de la sociedad siente que “así no va”. Que es necesario buscar más en lo profundo del ser humano. ¿No sentís a veces nostalgia o ansiedad de algo distinto? La insatisfacción por lo de hoy es también señal de necesidad de búsqueda de algo nuevo. Vos, yo, los niños y jóvenes somos capaces de violencia y superficialidad, pero también de dar la vida por ideales nobles.

Antes se decía  –¡ y cómo lo hemos criticado!– “la letra con sangre entra”. Hoy sabemos que sólo podremos entrar en los demás por medio del amor. No hay otro camino. Jesús nos enseñó con su ejemplo que “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15). Si hemos de enseñar, ha de ser con amor. Si hemos de corregir, ha de ser con amor.

Sé que a muchos docentes les toca enfrentar cotidianamente situaciones muy difíciles. Están tocando lo que algunos llaman las fronteras antropológicas. Desde allí hemos de abrir horizontes de sentido, sabiendo que implica acompañar a caminar hacia la realización personal plena, sin certezas de logros positivos.

No es tiempo de superhéroes, sino de comunidades servidoras de la vida. Es necesario el trabajo en equipo. Un profesor me decía “los docentes también somos seres humanos”, expresando así la cantidad de responsabilidades que siente pesar sobre sus hombros. Quiero darte un gracias enorme porque sembrás la vida y la cobijás.

No alcanza con elegir la vida individualmente, si no nos cuidamos los unos a los otros. Jesús nos insiste “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Hace poco una docente me pedía “rece por nosotros, que estamos en situaciones complejas, con desafíos difíciles”. Rezo por vos, hoy y siempre. 

Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú
11 de septiembre 2011 Día del Maestro
17 de septiembre 2011 Día del Profesor 


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DEPARTAMENTO DE COMUNICACIÓN
38201. La Laguna. Tenerife.
Tfno. 922-25 86 40 / Extensión 8
e-mail: [email protected]

Boletín 448 

LAS NOTICIAS AMPLIADAS PUEDEN VERLAS ENTRANDO EN NUESTRO BLOG. Textos, sonidos, e imágenes los tienen en: http://www.comunicacionobispadodetenerife.blogspot.com/ 

Para consultar on line el PDP 2011-2015, el tríptico informativo, etc. se puede hacer entrando en la página web: www.obispadodetenerife.es 

 

En todas las misas del fin de semana del 24 y 25 de septiembre, se presentará y acogerá el nuevo PDP. En este sentido, la diócesis ha destinado grandes esfuerzos para que el nuevo documento que marcará las directrices de nuestra Iglesia en el próximo cuatrienio, llegue a todos las realidades eclesiales de estas islas. En la página web: www.obispadodetenerife.es se puede acceder al guión de la celebración de acogida del PDP. 

Continúan las reuniones del obispo y los vicarios con motivo de la presentación del Plan Diocesano de Pastoral a los sacerdotes de las diferentes vicarías de la diócesis. Esta semana ha sido el turno para La Gomera, El Hierro y La Palma. Estos encuentros comienzan compartiendo un retiro dirigido por el propio obispo en la perspectiva de las llamadas a la conversión que nos vienen del propio Plan Pastoral. 

Las reuniones se reanudarán el sábado 24 de septiembre, en la vicaría de La Laguna, el lunes 26 en la vicaría del Sur, el miércoles 28 de septiembre en la del norte y para finalizar el sábado 1 de octubre, en la vicaría de Santa Cruz de Tenerife. 

Otro tanto está haciendo la vicaría general con los agentes de pastoral de los distintos arciprestazgos, este jueves es el turno de los de La Laguna, el sábado Santa Cruz de La Palma, el miércoles los Llanos de Aridane, etc. 

El próximo sábado 24 de Septiembre, celebramos la fiesta de Ntra. Sra. de la Merced, Patrona de las personas que están presas y de los trabajadores de los centros penitenciarios. Con tal motivo, el obispo nivariense, Bernardo Álvarez visitará el Centro Penitenciario y celebrará, en la víspera, la Eucaristía.

Esa misma jornada es la fiesta insular en honor de la patrona herreña, Nuestra Señora de Los Reyes. 

El día de la catequesis se celebrará el domingo 9 de octubre bajo el lema: “Conecta2”. Ya está disponible en las librerías diocesanas el folleto de formación para los catequistas durante el presente curso 

Precisamente, durante esta semana se ha venido desarrollando un nuevo cursillo para catequistas bajo el lema “Discípulos y Misioneros para la Nueva Evangelización”. En el mismo están participando unos 150 catequistas. El responsable de impartirlo es el sacerdote Esteban Vera, estudiante de catequética en la Universidad Salesiana de Roma. 

Los departamentos de Catequesis de Adultos de la Diócesis Canariense y de la Diócesis Nivariense, han elaborado un material para la catequesis de adultos de inspiración catecumenal. El mismo perteneciente a la etapa 1, pre catequesis, se puede adquirir contactando con el departamento de catequesis de la diócesis. Este proceso se ha venido implementando desde hace años y ahora, actualizado, adquiere un mejor formato para su uso. 

Según informa el departamento diocesano de pastoral juvenil, el viernes 30 de Septiembre, en la Basílica de Candelaria, a los pies de la Madre y bajo la guía del pastor Bernardo Álvarez, tendrá lugar la Misa de Acción de gracias por los frutos de la JMJ. Una celebración no solo destinada a los jóvenes peregrinos diocesanos que participaron, sino a todo aquella persona, joven o no, que lo desee. La jornada festiva comenzará a partir de las 19:30 horas. 

Por otro lado, la delegación de jóvenes ha adelantado que el sábado, 12 de noviembre, será el ENCUENTRO DIOCESANO DE PASTORAL CON JÓVENES, en el colegio de las Escuelas Pías, en Santa Cruz de Tenerife, de 10:00 a 22:00 horas. 

El Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC) llevará a cabo el acto de apertura de curso el lunes, 3 de octubre, en el Seminario Diocesano. A las 19:00 horas el obispo presidirá la Eucaristía en la capilla del centro. Posteriormente se iniciará la sesión académica. Por otro lado, cabe resaltar que el “Día del ISTIC” se celebrará tanto el 17 como el 18 de septiembre. 

Toda la oferta formativa del Instituto de Teología Islas Canarias, sede en Tenerife para el curso académico 2011-2012 se puede consultar en www.cettenerife.org/ 

Nuestra diócesis contará pronto con tres nuevos diáconos camino del presbiterado. La ordenación tendrá lugar el próximo día 8 de octubre, a las 11:00 h., en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de la Laguna. El obispo conferirá entonces el orden del diaconado a: Airán Expósito Hernández (San Juan Bautista, Icod). Antonio F. Delgado Rodíguez (San Lázaro, La Laguna). Julián Andrés Azcárate Acosta (Santa María de Añaza). 

Organizado por la Delegación de Familia y Vida, con la colaboración de la Fundación Desarrollo y Persona, entre el mes de octubre y diciembre (21-21/10, 25-26/11 y 16-17/12) tendrá lugar un curso para monitores de educación afectiva y sexual. A través de él se pretende capacitar a padres y educadores para que conociendo y comprendiendo las diversas etapas del desarrollo psico-sexual, puedan acompañar la educación para el amor, tanto en la familia como en la escuela. El plazo de matrícula es hasta el 14 de octubre. Las inscripciones las pueden escribiendo un correo a [email protected] o llamando a los teléfonos de los delegados: Ana y Juan Jesús (690.373.649 o 639.083.782) 

La comunidad de monjes del Instituto del Verbo Encarnado, del monasterio Nuestra Señora del Socorro en Güímar, ha invitado a quien lo desee, al décimo aniversario de la fundación del monasterio. Será el próximo 2 de octubre. A las 16:15 hs. tendrá lugar la conferencia sobre la vida Contemplativa, a cargo de Gonzalo Ruiz Freites, Vicario General del I.V.E, y a las 19:00 hs. se celebrará la  Misa en Acción de gracias, presidida por Mons. Bernardo Álvarez. 

Cáritas Diocesana de Tenerife celebrará la II FIESTA SOLIDARIA DEL SUR DE TENERIFE, el próximo sábado 8 de octubre, a las 20:00 horas, en el Palacio de Congresos de Adeje, (MAGMA ARTE & CONGRESOS).Esta gala consistirá en una cena y un gran espectáculo que contará con la actuación estelar de varios artistas canarios como Pepe Benavente, la orquesta Maquinaria Band y Ni un Pelo de Tonto entre otros. 

El joven Alberto Vergara ha sido ordenado presbítero en la iglesia de la Inmaculada de Getafe por el Obispo, Joaquín María López. Vergara pertenece a la Orden de los Padres Escolapios de la Tercera Demarcación, el cual se encuentra actualmente en las "Escuelas Pías" (Quisisana), en Santa Cruz de Tenerife. Además es miembro de la delegación diocesana de pastoral con jóvenes. La primera Eucaristía de Alberto Vergara en Tenerife será el 2 de octubre, a las 12:00 horas, en la capilla del colegio "Escuelas Pías", en Santa Cruz de Tenerife. 

El Equipo Gestor de la Casa Manresa de los jesuitas (en la Caridad, Tacoronte), invitan a todos los que puedan estar interesados en entrar en sí mismos, en retirarse, en estar a solas solo con Dios, a un retiro espiritual en el que se va a explorar el modo de seguimiento del Señor en San Ignacio de Loyola. El retiro tendrá lugar el sábado 1 de octubre, de 10 a.m. a 6 p.m. y será impartido por el jesuita Lucas López S.J. 

El superior general de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Donatus Forkan, está realizando una serie de visitas a los diferentes centros de la Orden en la Provincia Bética. En su visita al Hospital San Juan de Dios de Tenerife estos días pasados, el superior general charló a su paso por los pasillos con el personal del centro, animándolos a todos a seguir con la obra de San Juan de Dios. 

Desde la tienda de Comercio Justo "El Surco", de Cáritas Diocesana invita a todo el que esté interesado a las II Jornadas Informativas sobre Voluntariado de Comercio Justo. Las jornadas tendrán lugar los días 28 y 29 de Septiembre, de 18:30 a 20:00 horas, en la sala multiusos de "El Surco", en la Calle Juan Pablo II, nº 26, en Santa Cruz de Tenerife. Para inscribirse: llamar al 922.27.28.62, pasarse por la tienda o enviar un correo a [email protected] (indicando el nombre, D.N.I. y un teléfono de contacto). 

El sábado 24 de Septiembre, a las 21.30 horas, tendrá lugar la Solemne Eucaristía en el Santuario del Santísimo Cristo de los Dolores, Tacoronte, presidida por el obispo de la diócesis, Bernardo Álvarez y concelebrada por los sacerdotes del arciprestazgo (parroquias de Santa Úrsula, La Matanza de Acentejo, El Sauzal, La Victoria de Acentejo y Tacoronte). Animará el canto el Coro Polifónico de Tacoronte. A continuación, procesión del Cristo por el recorrido de costumbre con ofrenda de fuegos artificiales. 

El Observatorio Canario de la Familia ha mantenido una reunión de trabajo con el Viceconsejero de Políticas Sociales e Inmigración del Gobierno de Canarias, Melchor Núñez. El Observatorio Canario de la Familia espera en breve lanzar la Guía de Servicios para la Familia, una herramienta de bolsillo, donde estarán recogidos todos los recursos, oficinas, teléfonos de interés, direcciones y demás entidades a las que se pueda acudir para solucionar los muchos problemas que se plantean hoy en su día a día al usuario de los servicios sociales. 

El concierto solidario celebrado el pasado 30 de agosto en el Auditorio Juan Carlos I de Arafo, recaudó 3.687,60 €. Esta iniciativa, que se desarrolló bajo el lema "Solidarios con África", tuvo el objetivo de recaudar fondos para, a través de Cáritas, destinarlos a los damnificados por la hambruna en el Cuerno de África. 

Durante estos días se está procediendo a mejorar el piso del coro de la parroquia de La Concepción, en la villa de Valverde, en El Hierro. De esta manera se mejora esta zona de la parroquia matriz de la isla del meridiano. 

La Venerable Hermandad del Santísimo Rosario, Nuestra Señora de la Soledad y Santísimo Cristo Resucitado de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán en La Laguna, presentó el pasado domingo 18 de septiembre, el Cartel Anunciador y el programa de la Festividad del Rosario. El cartel es una composición fotográfica, flanqueada por el lado izquierdo con la imagen de Nuestra Señora del Rosario. 

El segundo encuentro con las comunidades cristianas de El Rosario tendrá lugar el miércoles 5 de octubre. El párroco de La Esperanza presidirá una misa en la que participarán sus comunidades, así como la de Llano del Moro. La jornada central de las fiestas será el 7 de octubre.


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Mi?rcoles, 21 de septiembre de 2011

Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9 (10 de septiembre de 2011). (AICA)

DÍA DEL MAESTRO               

Si queremos ordenar en una comunidad las diversas funciones que se cumplen en ella, no dudo que la misión del maestro aparece entre las primeras por su grandeza y significación. No es exagerado decir que, después de la familia, la figura del maestro ocupa un lugar insustituible en la vida del niño como de la comunidad. Creo que es importante considerar a esta figura desde esa relación única con el alumno.

Verlos en la unidad de una misión nos muestra un camino que marca el nivel y el futuro de la sociedad. Estamos en el ámbito de una mediación que incluye tanto el aprendizaje y la comunicación del saber, como la iniciación en actitudes y comportamientos para la vida social. Creo que fue Mircea Eliade el que dijo, lamentándose, que la cultura contemporánea había perdido el sentido de la iniciación, tal vez recordando el sentido de la “paideia” griega, en su tarea de formación integral del ciudadano.

La importancia de esta mediación hay que verla en lo concreto de las personas y en el compromiso de la sociedad políticamente organizada. Diría que es el maestro, ante todo, quién debe valorar su vocación docente como algo que lo define y compromete. La vocación siempre se mueve entre el llamado y la respuesta. Si bien es algo personal se vive en el marco de una relación que crea vínculos de gran significación social.

Aunque pueda parecer algo solemne hablar de la figura maestro-discípulo, la considero, sin embargo, como una imagen ideal llamada a iluminar y acompañar su misión. Fuera de este marco el maestro es el primero en perder identidad. Le corresponde luego a la sociedad recuperar el significado de esta misión, y poner los medios necesarios que la hagan posible y jerarquicen su función.

En esta línea de responsabilidades la tarea de los padres no es menor. Es más, creo que ellos deben sentirse necesitados de esta mediación y, por lo mismo, ser los primeros en valorar sus personas, su misión y autoridad. La figura del maestro debe encontrar en casa la primera palabra que lo haga importante en la vida del hijo. ¡Qué triste la imagen de padres que aparentan defender a sus hijos a costa de la figura o autoridad del maestro! En una verdadera escuela para padres, un capítulo central debería estar dedicado a este tema.

Pero hay, también, una responsabilidad mayor que le corresponde al Estado, en cuanto responsable de la sociedad políticamente organizada. Junto con la salud y la seguridad, la educación ocupa un lugar prioritario que debe imponer a los gobiernos una exigencia que jerarquice la función y permita contar con los medios necesarios. En esto es importante la responsabilidad parlamentaria en orden a asegurar los recursos presupuestarios. La existencia de una sólida política de Estado en materia educativa, habla del nivel de su dirigencia.

En este marco adquiere su importancia la presencia de los sindicatos. “Las organizaciones sindicales, dice el Catecismo dela Iglesia Católica, buscando su fin específico al servicio del bien común, son un factor constructivo de orden social y de solidaridad y, por ello, un elemento indispensable de la vida social” (C.I.C. 305).

El sindicato, siendo ante todo un medio para la solidaridad y la justicia, concluye: “debe vencer las tentaciones del corporativismo, saberse autorregular y ponderar las consecuencias de sus opciones en relación al bien común”. Esto no es un límite, es una reflexión que califica el ejercicio de una función tan necesaria, que hace a los derechos de las personas y a la vida de la comunidad. La educación nos involucra a todos.

Queridos maestros, reciban junto a mi reconocimiento y felicitaciones en su día, la seguridad de mis oraciones y la bendición de Jesucristo, el Divino Maestro. 

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe dela Vera Cruz 


Publicado por verdenaranja @ 23:13  | Hablan los obispos
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ZENIT  nos ofrece el mensaje que el Papa Benedicto XVI ha dirigido al cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Münich y Frisinga, con motivo del Meeting “Bound to Live Together” - Religions and Culture in Dialogue, que se está celebrando en esta ciudad.

A mi venerable hermano
Reinhard cardenal Marx
Arzobispo de Münich y Frisinga

Dentro de pocas semanas será el aniversario de los veinticinco años de la invitación dirigida por el beato Juan Pablo II a los representantes de las distintas religiones del mundo a reunirse en Asís para un encuentro internacional de oración por la paz. A raíz de este encuentro memorable, año tras año la comunidad de San Egidio realiza un encuentro por la paz, para profundizar más en el espíritu de paz y de reconciliación, y para que Dios en la oración nos transforme en hombres de paz. Estoy contento de que el encuentro de este año tenga lugar en Münich, la ciudad de la que fui obispo, en la vigilia de mi viaje a Alemania y en preparación a la ceremonia por la memoria del vigésimo quinto aniversario de la oración mundial por la paz en Asís, que tendrá lugar el próximo mes de octubre. Con gusto aseguro a los organizadores y a los participantes del encuentro en Münich mi cercanía espiritual y les dirijo de corazón mis votos para que sea bendito.

El título del encuentro por la paz, “Bound to live together”/ “Convivir – nuestro destino” nos recuerda que nosotros los seres humanos estamos ligados unos a otros. Este vivir juntos es en el fondo una simple predisposición, que deriva directamente de nuestra condición humana. Por tanto, es tarea nuestra darle un contenido positivo. El vivir juntos puede transformarse en un vivir unos contra otros, puede convertirse en un infierno, si no aprendemos a acogernos unos a otros, si cada uno no quiere ser otra cosa que él mismo. Pero abrirse a los demás, ofrecerse a los demás puede ser también un don. Así, todo depende de entender la predisposición a vivir juntos como una tarea y como un don, de encontrar el verdadero camino para convivir. Este vivir juntos, que hace tiempo podía quedar confinado a una región, hoy no puede vivirse sino a nivel universal. El sujeto de la convivencia es hoy la humanidad entera. Encuentros como el que tuvo lugar en Asís y el que se celebra hoy en Münich representan ocasiones en las que las religiones pueden interrogarse a sí mismas y preguntarse cómo convertirse en fuerzas de convivencia.

Cuando nos reunimos entre cristianos, hacemos memoria del hecho de que para la fe bíblica, Dios es el creador de todos los hombres; sí, Dios desea que nosotros formemos una única familia, en la que todos seamos hermanos y hermanas. Hacemos memoria del hecho de que Cristo anunció la paz a los que están cerca y a los que están lejos (Ef 2,16 ss). Esto lo debemos aprender siempre de nuevo. El sentido fundamental de estos encuentros es que debemos dirigirnos a cercanos y lejanos en el mismo espíritu de paz que Cristo nos mostró. Debemos aprender a vivir no unos junto a otros, sino unos con otros, es decri, debemos aprender a abrir el corazón a los demás, a permitir que nuestros semejantes tomen parte en nuestras alegrías, esperanzas y preocupaciones. El corazón es el lugar donde el Señor se hace cercano. Por esto la religión, que está centrada en el encuentro del hombre con el misterio divino, está conectada de modo esencial con la cuestión de la paz. Si la religión fracasa en el encuentro con Dios, si abaja a Dios a uno mismo, en lugar de elevarnos a nosotros hacia él, si hace de él, en cierto sentido, nuestra propiedad, entonces podrá contribuir a la disolución de la paz. Si en cambio conduce a lo divino, al creador y redentor de todos los hombres, entonces se convierte en una fuerza de paz. Sabemos que también en el cristianismo ha habido distorsiones prácticas de la imagen de Dios, que han llevado a la destrucción de la paz. Tanto más somos llamados a dejar que el Dios divino nos purifique, para convertirnos en hombres de paz.

No debemos nunca disminuir nuestros esfuerzos comunes por la paz. Por esto las múltiples iniciativas en todo el mundo, como el encuentro anual de oración por la paz dela Comunidadde San Egidio y otras iniciativas similares, tienen un gran valor. El campo en el que debe prosperar el fruto de la paz debe estar siempre cultivado. A menudo no podemos hacer otra cosa que preparar incesantemente y con muchos pequeños pasos el terreno para la paz en nosotros y alrededor nuestro, también pensando en los grandes retos que debe afrontar no el individuo, sino toda la humanidad, como las migraciones, la globalización, las crisis económicas y la salvaguarda de la creación. En conclusión, sabemos sin embargo que la paz no puede simplemente “hacerse”, sino que siempre es también “dada”. “La paz es un don de Dios y al mismo tiempo un proyecto a realizar, nunca realizado del todo” (Mensaje para la jornada mundial de la paz 2011, 15). Precisamente por eso es necesario el testimonio común de todos aquellos que buscan a Dios con corazón puro, para realizar cada vez más la visión de una convivencia pacífica entre todos los hombres. Desde el primer encuentro de Asís hace 25 años, ha habido y hay muchas iniciativas por la reconciliación y la paz que llenan de esperanza, por desgracia también muchas ocasiones perdidas, muchos pasos atrás. Terribles actos de violencia y terrorismo han sofocado repetidamente la esperanza de la convivencia pacífica de la familia humana en el alba del tercer milenio, viejos conflictos se ocultan bajo las cenizas o explotan de nuevo, y a ellos se añaden nuevos enfrentamientos y nuevos problemas. Todo esto nos muestra claramente que la paz es un mandato permanente confiado a nosotros y al mismo tiempo un don que invocar.

En este sentido, que el encuentro por la paz en Münich y los coloquios que tendrán lugar allí puedan contribuir a promover la comprensión recíproca y la convivencia, preparando así a la paz un camino siempre nuevo en nuestro tiempo. Por ello invoco sobre todos los participantes en el encuentro por la paz de este año en Münich la bendición de Dios omnipotente.

En Castel Gandolfo, 1 de septiembre de 2011
Benedicto XVI

[Traducción de la versión italiana publicada por la Comunidadde San Egidio, por Inma Álvarez]


Publicado por verdenaranja @ 23:06  | Habla el Papa
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ZENIT nos  ofrece la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció el domingo 11 de Septiembre  durantela Misa de Clausra del Congreso Eucarístico Nacional celebrado esta semana en la ciudad italiana de Ancona.

Queridísimos hermanos y hermanas

Hace seis años, mi primer viaje apostólico en Italia de mi pontificado me condujo a Bari, para el 24° Congreso Eucarístico Nacional. Hoy he venido a concluir solemnemente el 25°, aquí en Ancona. Doy gracias al Señor por estos intensos momentos eclesiales que refuerzan nuestro amor ala Eucaristíay que nos ven unidos en torno ala Eucaristía. Bariy Ancona, dos ciudades asomadas al mar Adriático; dos ciudades ricas de historia y de vida cristiana; dos ciudades abiertas a Oriente, a su cultura y a su espiritualidad; dos ciudades que los temas de los Congresos Eucarísticos han contribuido a acercar: en Bari hicimos memoria de cómo “sin el Domingo no podemos vivir"; hoy nos encontramos bajo el lema de "Eucaristía para la vida cotidiana".

Antes de ofreceros algunos pensamientos, quisiera dar las gracias por esta participación coral vuestra: en vosotros abrazo espiritualmente a toda la Iglesia que está en Italia. Dirijo un saludo y mi reconocimiento al presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Angelo Bagnasco, por las cordiales palabras que me ha dirigido también en nombre de todos vosotros; a mi Legado a este Congreso, cardenal Giovanni Battista Re; al arzobispo de Ancona-Osimo, monseñor Edoardo Menichelli, a los obispos dela Metropolía, de las Marcas y a aquellos llegados numerosos de todas partes del país. Junto con ellos, saludo a los sacerdotes, a los diáconos, a los consagrados y las consagradas, y a los fieles laicos, entre quienes veo a muchas familias y muchos jóvenes. Mi gratitud va también a las Autoridades civiles y militares y a cuantos, a título diverso, han contribuido al buen desarrollo de este evento.

"¡Esta palabra es dura! ¿Quién puede escucharla?" (Jn 6,60). Ante el discurso de Jesús sobre el pan de la vida, en la sinagoga de Cafarnaúm, la reacción de los discípulos, muchos de los cuales abandonaron a Jesús, no está muy alejada de nuestras resistencias ante el don total que Él hace de sí mismo. Porque acoger verdaderamente este don quiere decir perderse a sí mismos, dejarse implicar y transformar, hasta vivir de Él, como nos recordó el apóstol Pablo en la segunda lectura: "Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor” (Rm 14,8).

"¡Esta palabra es dura!"; es dura porque a menudo confundimos la libertad con la ausencia de vínculos, con la convicción de poder actuar solos, sin Dios, al que se ve como un límite a la libertad. Esta es una ilusión que no tarda en volverse desilusión, generando inquietud y miedo y llevando, paradójicamente, a anhelar las cadenas del pasado: “Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto…" – decían los judíos en el desierto (Ex 16,3), como hemos escuchado. En realidad, sólo en la apertura a Dios, en la acogida de su don, somos verdaderamente libres, libres de la esclavitud del pecado que desfigura el rostro del hombre, y capaces de servir al verdadero bien de los hermanos.

"¡Esta palabra es dura!"; es dura porque el hombre cae a menudo en la ilusión de poder “transformar las piedras en pan”. Tras haber dejado aparte a Dios, o haberlo tolerado como una elección privada que no debe interferir con la vida pública, ciertas ideologías han intentado organizar la sociedad con la fuerza del poder y de la economía. La historia nos demuestra, dramáticamente, que el objetivo de asegurar a todos el desarrollo, el bienestar material y la paz prescindiendo de Dios y de su revelación se ha resuelto en un dar a los hombres piedras en lugar de pan. El pan, queridos amigos y amigas, es “fruto del trabajo del hombre”, y en esta verdad está recogida toda la responsabilidad confiada a nuestras manos y a nuestro ingenio; pero el pan es también, incluso antes, "fruto de la tierra", que recibe de lo alto el sol y la lluvia: es un don que hay que pedir, que nos quita toda soberbia y nos hace invocar con la confianza de los humildes: "Padre (…), danos hoy nuestro pan de cada día" (Mt 6,11).

El hombre es incapaz de darse la vida a sí mismo, él se comprende solo a partir de Dios: es la relación con él la que da consistencia a nuestra humanidad y la que hace buena y justa nuestra vida. En el Padre nuestro pedimos que sea santificado Su nombre, que venga Su reino, que se haga Su voluntad. Lo que primero debemos recuperar en nuestro mundo y en nuestra vida es la primacía de Dios, porque esta primacía es la que nos permite volver a encontrar la verdad de lo que somos, y es en conocer y seguir la voluntad de Dios donde encontramos nuestro verdadero bien. Dar tiempo y espacio a Dios, para que sea el centro vital de nuestra existencia.

¿De dónde partir, como de la fuente, para recuperar y reafirmar la primacía de Dios? Dela Eucaristía: aquí Dios se hace tan cercano que se hace nuestro alimento, aquí Dios se hace fuerza en el camino a menudo difícil, aquí se hace presencia amiga que trasforma. Yala Leydada por medio de Moisés era considerada como “pan del cielo", gracias al cual Israel se convirtió en el pueblo de Dios, pero en Jesús la palabra última y definitiva de Dios se hace carne, nos sale al encuentro como Persona. Él, Palabra eterna, es el verdadero maná, es el pan de la vida (cfr Jn 6,32-35) y realizar las obras de Dios es creer en Él (cfr Jn 6,28-29). En la Última Cena Jesús resume toda su existencia en un gesto que se inscribe en la gran bendición pascual a Dios, gesto que Él vive como Hijo como acción de gracias al Padre por su inmenso amor. Jesús parte el pan y lo comparte, pero con una profundidad nueva, porque Él se entrega a sí mismo. Toma el cáliz y lo comparte, para que todos podamos beber, pero con este gesto Él entrega la "nueva alianza en su sangre", se entrega a sí mismo. Jesús anticipa el acto de amor supremo, en obediencia a la voluntad del Padre: el sacrificio dela Cruz. Lavida le será quitada enla Cruz, pero ya desde ahora Él la ofrece por sí mismo. Así la muerte de Cristo no se reduce a una ejecución violenta, sino que es transformada por Él en un acto libre de amor, de autodonación, que atraviesa victoriosamente la misma muerte y reafirma la bondad de la creación salida de las manos de Dios, humillada por el pecado y finalmente redimida. Este inmenso don es accesible a nosotros en el Sacramento dela Eucaristía: Dios se nos da, para abrir nuestra existencia a Él, para implicarla en el misterio de amor dela Cruz, para hacerla partícipe del misterio eterno del que procedemos y para anticipar la nueva condición de la vida plena en Dios, en espera de la cual vivimos.

¿Pero qué comporta para nuestra vida cotidiana este partir de la Eucaristía para reafirmar la primacía de Dios? La comunión eucarística, queridos amigos, nos arranca de nuestro individualismo, nos comunica el espíritu del Cristo muerto y resucitado, nos conforma a Él; nos une íntimamente a los hermanos en ese misterio de comunión que esla Iglesia, donde el único Pan hace de muchos un solo cuerpo (cfr 1 Cor 10,17), realizando la oración de la comunidad cristiana de los orígenes recogida en el libro dela Didajé: "Como este pan partido estaba diseminado por las colinas y, recogido, se convirtió en una cosa sola, así tu Iglesia, desde los confines de la tierra sea reunida en tu Reino" (IX, 4).La Eucaristíasostiene y trasforma toda la vida cotidiana. Como recordaba en mi primera encíclica, “en la comunión eucarística está contenido el ser amados y el amar a nuestra vez a los demás", por lo que "una Eucaristía que no se traduzca en amor concretamente practicado está fragmentada en sí misma" (Deus caritas est, 14).

La bimilenaria historia dela Iglesia está tachonada de santos y santas, cuya existencia es signo elocuente de cómo precisamente desde la comunión con el Señor, desdel a Eucaristía nace una nueva e intensa asunción de responsabilidades a todos los niveles de la vida comunitaria, nace por tanto un desarrollo social positivo, que tiene en el centro a la persona, especialmente cuando es pobre, enferma o desgraciada. Nutrirse de Cristo es el camino para no permanecer ajenos o indiferentes a la suerte de los hermanos, sino entrar en la misma lógica de amor y de entrega del sacrificio dela Cruz; quien sabe arrodillarse antela Eucaristía, quien recibe el cuerpo del Señor no puede no estar atento, en la trama ordinaria delos días, a las situaciones indignas del hombre, y sabe inclinarse en primera persona hacia el necesitado, sabe partir su pan con el hambriento, compartir el agua con el sediento, vestir al desnudo, visitare al enfermo y al encarcelado (cfr Mt 25,34-36). En cada persona sabrá ver al mismo Señor que no dudó en entregarse a sí mismo por nosotros y por nuestra salvación. Una espiritualidad eucarística, entonces, es verdadero antídoto contra el individualismo y el egoísmo que a menudo caracterizan la vida cotidiana, lleva al descubrimiento de la centralidad de las relaciones, a partir de la familia, con particular atención en curar las heridas de las disgregadas. Una espiritualidad eucarística es el alma de una comunidad eclesial que supera divisiones y contraposiciones y valora la diversidad de carismas y ministerios poniéndolos al servicio de la unidad dela Iglesia, de su vitalidad y de su misión. Una espiritualidad eucarística es el camino para restituir dignidad a los días del hombre y por tanto a su trabajo en la búsqueda de su conciliación con los tiempos de la fiesta y de la familia y el compromiso de superar la incertidumbre de la precariedad y el problema del paro. Una espiritualidad eucarística nos ayudará también a acercarnos a las distintas formas de fragilidad humana, conscientes de que éstas no ofuscan el valor de la persona, sino que requieren proximidad, acogida y ayuda. Del Pan de la vida tomarán vigor una nueva capacidad educativa, atenta a dar testimonio de los valores fundamentales de la existencia, del saber, del patrimonio espiritual y cultural; su vitalidad nos hará habitar en la ciudad de los hombres con la disponibilidad de gastarnos en el horizonte del bien común para la construcción de una sociedad más justa y fraterna.

Queridos amigos, volvamos de esta tierra de las Marcas con la fuerza dela Eucaristía, en una ósmosis constante entre el misterio que celebramos y los ámbitos de nuestro día a día. No hay nada de auténticamente humano que no encuentre enla Eucaristíala forma adecuada para ser vivido en plenitud: que la vida cotidiana se convierta por tanto en el lugar del culto espiritual, para vivir en todas las circunstancias la primacía de Dios, dentro de la relación con Cristo y como ofrenda al Padre (cfr Exhort. ap. postsin. Sacramentum caritatis, 71). Sí, "el hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4): nosotros vivimos de la obediencia a esta palabra, que es pan vivo, hasta entregarnos, como Pedro, con la inteligencia del amor: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios" (Jn 6,68-69).

¡Comola Virgen María, convirtámonos también nosotros en “seno” disponible para ofrecer a Jesús al hombre de nuestro tiempo, despertando el deseo profundo de esa salvación que viene solo de Él, Buen camino, con Cristo Pan de vida, a todala Iglesiaque está en Italia!

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Martes, 20 de septiembre de 2011

ZENIT  nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió el domingo 11 de Septiembre de 2011 a los matrimonios y a los sacerdotes reunidos en la catedral de San Ciriaco de Ancona, durante su viaje a esta ciudad parala clausura del 25º Congreso Eucarístico Nacional italiano.

Queridos sacerdotes y queridos esposos

La colina sobre la que está construida esta catedral nos ha permitido una bellísima vista de la ciudad y del mar; pero al atravesar el majestuoso pórtico, el alma queda fascinada por la armonía del estilo románico, enriquecido por un entretejido de influencias bizantinas y de elementos góticos. También en vuestra presencia – sacerdotes y matrimonios procedentes de las distintas diócesis italianas – se capta la belleza de la armonía y de la complementariedad de vuestras diferentes vocaciones. El conocimiento y la estima mutuas, compartiendo la misma fe, llevan a apreciar el carisma del otro y a reconocerse dentro del único "edificio espiritual" (1 Pe 2,5) que, teniendo como piedra angular al mismo Cristo Jesús, crece bien ordenado para ser templo santo en el Señor (cfr Ef 2,20-21). Gracias, por tanto, por este encuentro: al querido arzobispo, monseñor Edoardo Menichelli – también por las amables palabras con que lo ha presentado – y a cada uno de vosotros.

Quisiera detenerme brevemente en la necesidad de reconducir Orden sagrado y Matrimonio a la única fuente eucarística. Ambos estados de vida tienen, en el amor de Cristo, que se entrega a sí mismo para la salvación de la humanidad, la misma raíz; son llamados a una misión común: la de dar testimonio y hacer presente este amor al servicio de la comunidad, para la edificación del Pueblo de Dios (cfr Catecismo dela Iglesia Católica, n. 1534). Esta perspectiva permite ante todo superar una visión reductiva de la familia, que la considera como mera destinataria de la acción pastoral. Es verdad que, en esta época difícil, ésta necesita particulares atenciones. No por ello, sin embargo, debe disminuir su identidad o mortificada su responsabilidad específica. La familia es riqueza para los esposos, bien insustituible para los hijos, fundamento indispensable de la sociedad, comunidad vital para el camino dela Iglesia.

A nivel eclesial, valorar la familia significa reconocer su relevancia en la acción pastoral. El ministerio que nace del Sacramento del Matrimonio es importante para la vida dela Iglesia: la familia es lugar privilegiado de educación humana y cristiana y sigue siendo, para este fin, la mejor aliada del ministerio sacerdotal; esta es un don precioso para la edificación de la comunidad. La cercanía del sacerdote a la familia, a su vez, le ayuda a tomar conciencia de su propia realidad profunda y de su propia misión, favoreciendo el desarrollo de una fuerte sensibilidad eclesial, Ninguna vocación es una cuestión privada, mucho menos la del matrimonio, porque su horizonte esla Iglesiaentera. Se trata por tanto de saber integrar y armonizar, en la acción pastoral, el ministerio sacerdotal con "el auténtico Evangelio del matrimonio y de la familia" (Enc. Familiaris consortio, 8) para una comunión fáctica y fraterna. Yla Eucaristíaes el centro y la fuente de esta unidad que anima toda la acción dela Iglesia.

Queridos sacerdotes, por el don que habéis recibido enla Ordenación, sois llamados a servir como pastores a la comunidad eclesial, que es "familia de familias", y por tanto a amar a cada uno con corazón paterno, con auténtico olvido de vosotros mismos, con dedicación plena, continua y fiel: vosotros sois signo vivo que remite a Cristo Jesús, el único Buen Pastor. Conformaos a Él, a su estilo de vida, con ese servicio total y exclusivo del que el celibato es expresión. También el sacerdote tiene una dimensión esponsal; es ensimismarse con el corazón de Cristo Esposo, que da la vida porla Iglesiasu esposa (cfr Exhort. ap. postsin. Sacramentum caritatis, 24). Cultivad una profunda familiaridad conla Palabrade Dios. Luz en vuestro camino, Que la celebración cotidiana y fiel dela Eucaristíasea el lugar donde obtener la fuerza para entregaros a vosotros mismos cada día en el ministerio y vivir constantemente en la presencia de Dios: Él es vuestra morada y vuestra heredad. De esto debéis ser testigos para la familia y para cada persona que el Señor pone en vuestro camino, también en las circunstancias más difíciles (cfr ibid., 80). Animad a los cónyuges, compartid sus responsabilidades educativas, ayudadles a renovar continuamente la gracia de su matrimonio. Haced protagonista a la familia en la acción pastoral. Sed acogedores y misericordiosos, también con aquellos a los que les cuesta más cumplir con los compromisos asumidos en el vínculo matrimonial y con cuantos, por desgracia, han fracasado.

Queridos esposos, vuestro Matrimonio se arraiga en la fe de que “Dios es amor" (1Jn 4,8) y en que seguir a Cristo significa "permanecer en el amor" (cfr Jn 15,9-10). Vuestra unión – como enseña el apóstol Pablo – es signo sacramental del amor de Cristo porla Iglesia(cfr Ef 5,32), amor que culmina enla Cruzy que es “significado y realizado enla Eucaristía" (Exhort. ap. Sacramentum caritatis, 29). Que el Misterio eucarístico incida cada vez más profundamente en vuestra vida cotidiana: tomareis inspiración y fuerza de este Sacramento para vuestra relación conyugal y para la misión educativa a la que sois llamados; construid vuestras familias en la unidad, don que viene de lo alto y que alimenta vuestro compromiso enla Iglesiay en promover un mundo justo y fraterno. Amad a vuestros sacerdotes, expresadles el aprecio por el generoso servicio que llevan a cabo. Que sepáis también soportar sus límites, sin renunciar nunca a pedirles que sean entre vosotros ministros ejemplares que os hablan de Dios y que os conducen a Él. Vuestra fraternidades para ellos una preciosa ayuda espiritual y un apoyo en las pruebas de la vida.

Queridos sacerdotes y queridos esposos, que sepáis encontrar siempre en la santa Misa la fuerza para vivir la pertenencia a Cristo y a su Iglesia, en el perdón, en el don de sí mismos y el la gratitud. Que vuestra actuación cotidiana tenga en la comunión sacramental su origen y su centro, para que todo se haga para gloria de Dios. De este modo, el sacrificio de amor de Cristo os transformará, hasta haceros en Él “un solo cuerpo y un solo espíritu" (cfr Ef 4,4-6). La educación en la fe de las nuevas generaciones pasa también a través de vuestra coherencia. Darles testimonio de la belleza exigente de la vida cristiana, con la confianza y la paciencia de quien conoce el poder de la semilla arrojada a la tierra. Como en el episodio evangélico que hemos escuchado (Mc 5,21-24.35-43), sed, para cuantos están confiados a vuestra responsabilidad, signo de la benevolencia y de la ternura de Jesús: en Él se hace visible cómo el Dios que ama la vida no es ajeno o lejano a las vicisitudes humanas, sino que es el Amigo que nunca abandona. Y en los momentos en los que se insinúe la tentación de que todo empeño educativo es vano, obtened dela Eucaristíala lz para reforzar la fe, seguros de que la gracia y el poder de Jesucristo pueden alcanzar al hombre en toda situación, también la más difícil.

Queridos amigos, os confío a todos a la protección de María, venerada en esta catedral con el título de “Reina de todos los Santos". La tradición une su imagen al ex voto de un marinero, en acción de gracias por la salvación de su hijo, que salió indemne de una tempestad marina. Que la mirada materna dela Madreacompañe también vuestros pasos en la santidad hacia un puerto de paz.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT  nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió el domingo 11 de Septiembre de 2011 a jóvenes parejas de novios reunidas enla Piazza del Plebiscito de Ancona (Italia), durante su visita pastoral a esta ciudad italiana, para clausurar el 25º Congreso Eucarístico Nacional.

Queridos novios

Estoy contento de concluir esta intensa jornada, culmen del Congreso Eucarístico Nacional, encontrándome con vosotros, casi como queriendo confiar la herencia de este acontecimiento de gracia a vuestras jóvenes vidas. Por lo demás,la Eucaristía, don de Cristo para la salvación del mundo, indica y contiene el horizonte más verdadero de la experiencia que estáis viviendo: el amor de Cristo como plenitud del amor humano. Doy las gracias al arzobispo de Ancona-Osimo, monseñor Edoardo Menichelli, por su cordial saludo, y a todos vosotros por esta viva participación; gracias también por las palabras que me habéis dirigido y que yo acojo confiando en la presencia en medio de nosotros del Señor Jesús: ¡sólo Él tiene palabras de vida eterna, palabras de vida para vosotros y para vuestro futuro!

Los que planteáis son interrogantes que, en el actual contexto social, asumen un peso aún mayor. Quisiera ofreceros sólo alguna orientación para una respuesta. Para estos aspectos, el nuestro es un tiempo no fácil, sobre todo para vosotros los jóvenes. La mesa está repleta de muchas cosas deliciosas, pero, como en el episodio evangélico de las bodas de Caná, parece que haya faltado el vino de la fiesta. Sobre todo, la dificultad de encontrar un trabajo estable extiende un velo de incertidumbre sobre el futuro. Esta condición contribuye a dejar para más adelante la asunción de decisiones definitivas, e incide en modo negativo sobre el crecimiento de la sociedad, que no consigue valorar plenamente la riqueza de energías, de competencias y de creatividad de vuestra generación.

Falta el vino de la fiesta también a una cultura que tiende a prescindir de claros criterios morales: en la desorientación, cada uno se ve empujado a moverse de forma individual y autónoma, a menudo solo en el perímetro del presente. La fragmentación del tejido comunitario se refleja en un relativismo que oculta los valores esenciales; la consonancia de sensaciones, de estados de ánimo y de emociones parece más importante que compartir un proyecto de vida. También las decisiones de fondo se vuelven frágiles, expuestas a una perenne revocabilidad, que a menudo se considera expresión de libertad, mientras que señala más bien su carencia. Pertenece a una cultura privada del vino de la fiesta también la aparente exaltación del cuerpo, que en realidad banaliza la sexualidad y tiende a hacerla vivir fuera de un contexto de comunión de vida y de amor.

¡Queridos jóvenes, no tengáis miedo de afrontar estos desafíos! No perdáis nunca la esperanza. Tened valor, también en las dificultades, permaneciendo firmes en la fe. Estad seguros de que, en toda circunstancia, sois amados y custodiados por el amor de Dios, que es nuestra fuerza. Por esto es importante que el encuentro con Él, sobre todo en la oración personal y comunitaria, sea constante, fiel, precisamente como el camino de vuestro amor: amar a Dios y sentir que Él me ama. ¡Nada nos puede separar del amor de Dios! Estad seguros, además, de que tambiénla Iglesiaestá cerca de vosotros, os apoya, no deja de miraros con gran confianza. Ella sabe que tenéis sed de valores, los verdaderos, sobre los que vale la pena construir vuestra casa. El valor de la fe, de la persona, de la familia, de las relaciones humanas, de la justicia. No os desaniméis ante las carencias que parecen apagar la alegría en la mesa de la vida. En las bodas de Caná, cuando faltó el vino, María invitó a los siervos a dirigirse a Jesús y les dio una indicación precisa: “Haced lo que él os diga" (Jn 2,5). Atesorad estas palabras, las últimas de María recogidas en los Evangelios, casi un testamento espiritual, y tendréis siempre la alegría de la fiesta: ¡Jesús es el vino de la fiesta!

Como novios os encontráis viviendo una etapa única, que abre a la maravilla del encuentro y que hace descubrir la belleza de existir y de ser preciosos para alguien, de poderos decir recíprocamente: tu eres importante para mí. Vivid con intensidad, gradualidad y verdad este camino. ¡No renunciéis a perseguir un ideal alto de amor, reflejo y testimonio del amor de Dios! ¿Pero cómo vivir esta fase de vuestra vida, dar testimonio del amor en la comunidad? Quisiera ante todo deciros que evitéis encerraros en relaciones intimistas, falsamente tranquilizadoras; haced más bien que vuestra relación se convierta en levadura de una presencia activa y responsable en la comunidad. No olvidéis, además, que para ser auténtico, también el amor requiere un camino de maduración: a partir de la atracción inicial y del “sentirse bien” con el otro, educaos a “querer bien” al otro, a “querer el bien” del otro. El amor vive de gratuidad, de sacrificio de si, de perdón y de respeto del otro.

Queridos amigos, todo amor humano es signo del Amor eterno que nos ha creado, y cuya gracia santifica la decisión de un hombre y de una mujer de entregarse recíprocamente la vida en el matrimonio. Vivid este tiempo del noviazgo en la espera confiada de este don, que debe ser acogido recorriendo un camino de conocimiento, de respeto, de atenciones que no debéis extraviar nunca: sólo con esta condiciónel lenguaje del amor será siendo significativo también con el paso de los años. Educaos, por tanto, desde ahora a la libertad de la fidelidad, que lleva a custodiarse mutuamente, hasta vivir el uno para el otro. Preparaos para elegir con convicción el "para siempre" que distingue al amor: la indisolubilidad, antes que una condición, es un don que debe deseasrse, pedirse y vivirse, más allá de cualquier situación humana cambiante. Y no penséis, según una mentalidad difundida, que la convivencia sea una garantía para el futuro. Quemar etapas acaba por “quemar” el amor, que el cambio necesita respetar los tiempos y la gradualidad en las expresiones; necesita dar espacio a Cristo, que es capaz de hacer un amor humano fiel, feliz e indisoluble. La fidelidad y la continuidad de vuestro querer os harán capaces también de estar abiertos a la vida, de ser padres:la estabilidad de vuestra unión en el Sacramento del Matrimonio permitirá a los hijos que Dios quiera daros crecer confiados en la bondad de la vida. Fidelidad, indisolubilidad y transmisión de la vida son los pilares de toda familia, verdadero bien común, patrimonio precioso para toda la sociedad. Desde ahora, fundad sobre ellos vuestro camino hacia el matrimonio y dad testimonio de él también a vuestros coetáneos: ¡es un servicio precioso! Sed agradecidos a cuantos con compromiso, competencia y disponibilidad os acompañan en la formación: son signo de la atención y del cuidado que la comunidad cristiana os reserva. No estáis solos: buscad y acoged en primer lugar la compañía dela Iglesia.

Quisiera volver aún sobre un punto esencial: la experiencia del amor tiene dentro de sí la tensión hacia Dios. ¡El verdadero amor promete lo infinito! Haced, por tanto, de este tiempo vuestro de prpearación al matrimonio un itinerario de fe: redescubrid para vuestra vida de pareja la centralidad de Jesucristo y del caminar enla Iglesia. Maríanos enseña que el bien de cada uno depende del escuchar con docilidad la palabra del Hijo. En quien se fía de Él, el agua de la vida cotidiana se transforma en el vino de un amor que hace buena, bella y fecunda la vida. Caná, de hecho, es anuncio y anticipación del don del vino nuevo dela Eucaristía, sacrificio y banquete en el que el Señor nos alcanza, nos renueva y nos transforma. No descuidéis la importancia vital de este encuentro; que la asamblea litúrgica dominical os encuentre plenamente partícipes: dela Eucaristíabrota el sentido cristiano de la existencia y una forma nueva de vivir (cfr Exhort. ap. postsin. Sacramentum caritatis, 72-73). No tendréis, entonces, miedo de asumir la comprometida responsabilidad de la elección conyugal; no temeréis entrar en este "gran misterio", en el que dos personas se hacen una sola carne (cfr Ef 5,31-32).

Queridísimos jóvenes, os confío a la protección de san José y de María Santísima; siguiendo la invitación dela Virgen Madre– "Haced lo que él os diga" – no os faltará el gusto de la verdadera fiesta y sabréis llevar el "vino" mejor, el que Cristo da parala Iglesiay para el mundo. Quisiera deciros que yo también estoy cerca de vosotros y de quienes, como vosotros, viven este maravilloso camino del amor. ¡Os bendigo de todo corazón!

[Traducción del italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo veintiséis del Tiempo Ordinario - A, ofrecido por la Delegación Diocesna de Enseñanza de la diócesis de Tenerife.

EL PELIGRO DELA RELIGION

          Jesús lleva unos días en Jerusalén moviéndose en los alrededores del templo. No encuentra por las calles la acogida amistosa de las aldeas de Galilea. Los dirigentes religiosos que se cruzan en su camino tratan de desautorizarlo ante la gente sencilla de la capital. No descansarán hasta enviarlo a la cruz.

         Jesús no pierde la paz. Con paciencia incansable sigue llamándolos a la conversión. Les cuenta una anécdota sencilla que se le acaba de ocurrir al verlos: la conversación de un padre que pide a sus dos hijos que vayan a trabajar a la viña de la familia.

         El primero rechaza al padre con una negativa tajante: «No quiero». No le da explicación alguna. Sencillamente no le da la gana. Sin embargo, más tarde reflexiona, se da cuenta de que está rechazando a su padre y, arrepentido, marcha a la viña.

         El segundo atiende amablemente la petición de su padre: «Voy, señor». Parece dispuesto a cumplir sus deseos, pero pronto se olvida de lo que ha dicho. No vuelve a pensar en su padre. Todo queda en palabras. No marcha a la viña.

         Por si no han entendido su mensaje, Jesús dirigiéndose a «los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo», les aplica de manera directa y provocativa la parábola: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios». Quiere que reconozcan su resistencia a entrar en el proyecto del Padre.

         Ellos son los "profesionales" de la religión: los que han dicho un gran "sí" al Dios del templo, los especialistas del culto, los guardianes de la ley. No sienten necesidad de convertirse. Por eso, cuando ha venido el profeta Juan a preparar los caminos a Dios, le han dicho "no"; cuando ha llegado Jesús invitándolos a entrar en su reino, siguen diciendo "no".

         Por el contrario, los publicanos y las prostitutas son los "profesionales del pecado": los que han dicho un gran "no" al Dios de la religión; los que se han colocado fuera de la ley y del culto santo. Sin embargo, su corazón se ha mantenido abierto a la conversión. Cuando ha venido Juan han creído en él; al llegar Jesús lo han acogido.

         La religión no siempre conduce a hacer la voluntad del Padre. Nos podemos sentir seguros en el cumplimiento de nuestros deberes religiosos y acostumbrarnos a pensar que nosotros no necesitamos convertirnos ni cambiar. Son los alejados de la religión los que han de hacerlo. Por eso es tan peligroso sustituir la escucha del Evangelio por la piedad religiosa. Lo dijo Jesús: "No todo el que me diga "Señor", "Señor" entrará en el reino de Dios, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo" 

José Antonio Pagola 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
25 de septiembre de 2011
26 Tiempo ordinario (A)
Mateo 21, 28-32


Publicado por verdenaranja @ 22:52  | Espiritualidad
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Lunes, 19 de septiembre de 2011

ZENIT nos ofrece las palabras que el Papa Benedicto XVI pronunció el domingo 11 de Septiembre de 2011 al introducir la oración mariana del Ángelus en el astillero de Ancona (Italia), al concluir la misa de clausura del 25º Congreso Eucarístico Nacional.

Queridos hermanos y hermanas,

antes de concluir esta solemne celebración eucarística, la oración del Ángelus nos invita a reflejarnos en María Santísima, para contemplar el abismo de amor del que procede el Sacramento dela Eucaristía. Graciasal "fiat" dela Virgen, el Verbo se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. Meditando el misterio dela Encarnación, nos dirigimos todos, con la mente y el corazón, hacia el Santuario dela Santa Casade Loreto, del que nos separan sólo pocos kilómetros. La tierra de las Marcas está toda iluminada por la presencia espiritual de María en su histórico Santuario, que hace aún más bellas y dulces estas colinas. A ella confío en este momento la ciudad de Ancona, la diócesis, las Marcas e Italia entera, para que en el pueblo italiano esté siempre viva la fe en el Misterio eucarístico, que en cada ciudad y en cada pueblo, desde los Alpes hasta Sicilia, hace presente a Cristo Resucitado, fuente de esperanza y de consuelo para la vida cotidiana, especialmente en los momentos difíciles.

Hoy nuestro pensamiento va también al 11 de septiembre de hace diez años. Al recordar al Señor dela Vidalas víctimas de los atentados que sucedieron ese día, y a sus familiares, invito a los responsables de las naciones y a los hombres de buena voluntad a rechazar siempre la violencia como solución a los problemas y a resistir a la tentación del odio y a trabajar en la sociedad, inspirándose en los principios de la solidaridad, de la justicia y de la paz.

Por intercesión de María Santísima, pido, finalmente, al Señor que recompense a todos aquellos que han trabajado por la preparación y la organización de este Congreso Eucarístico Nacional, y a éstos dirijo de corazón mi más vivo agradecimiento.

Angelus Domini…

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 23:03  | Habla el Papa
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ZENIT   publica el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título “Cientos contra millones”.

Cientos contra millones

VER

Estamos 85 obispos en Monterrey, en un curso de formación permanente sobre temas de bioética. Al decidir realizarlo en esta ciudad, que últimamente ha sufrido terribles embates del crimen organizado, hemos querido expresar nuestra solidaridad con las víctimas y con la sociedad en general, que vive en angustia y miedo. En el país, los victimarios son cientos de jóvenes, víctimas ellos mismos de sus poderosos y despiadados jefes. Por otro lado, los casi dos millones de jóvenes en la reciente Jornada Mundial dela Juventud, en Madrid, indican que hay otra juventud sana, positiva, constructora de una nueva humanidad.

Se han presentado los resultados de la llamada “Iniciativa México”, con casi 57,000 proyectos, servicios, organizaciones e ideas renovadoras, que nos muestran una juventud y una sociedad diferente, solidaria, generosa, trabajadora, digna de todo elogio y que nos alienta también en la esperanza. Es el otro México, que no se resalta en los medios informativos. Son más los jóvenes buenos y las personas positivas, que aquellos que han sido encadenados por el mal.

JUZGAR

Decía el Papa al inicio de dicha Jornada: “Si los jóvenes de hoy no encuentran perspectivas en su vida, también nuestro hoy está equivocado, está mal”. Y enumeraba algunas dificultades que sufren: “La justicia y el altísimo valor de la persona humana se doblegan fácilmente a intereses egoístas, materiales e ideológicos. No siempre se respeta como es debido el medio ambiente y la naturaleza, que Dios ha creado con tanto amor. Muchos jóvenes miran con preocupación el futuro ante la dificultad de encontrar un empleo digno, o bien por haberlo perdido o tenerlo muy precario e inseguro. Hay otros que precisan de prevención para no caer en la red de la droga, o de ayuda eficaz, si por desgracia ya cayeron en ella. No pocos, por causa de su fe en Cristo, sufren en sí mismos la discriminación, que lleva al desprecio y a la persecución abierta o larvada que padecen en determinadas regiones y países. Se les acosa queriendo apartarlos de Él, privándolos de los signos de su presencia en la vida pública, y silenciando hasta su santo Nombre”.

¿Qué les ofreció el Papa, y que les ofrecemos nosotros? No dinero, no un trabajo, no formar una organización social o política, sino lo que tenemos: “Llego como Sucesor de Pedro para confirmar a todos en la fe. Para anunciar que Jesucristo es el Camino,la Verdadyla Vida. Paraimpulsar el compromiso de construir el Reino de Dios en el mundo, entre nosotros. Para exhortar a los jóvenes a encontrarse personalmente con Cristo Amigo y así, radicados en su Persona, convertirse en sus fieles seguidores y valerosos testigos… Este descubrimiento del Dios vivo alienta a los jóvenes y abre sus ojos a los desafíos del mundo en que viven, con sus posibilidades y limitaciones. Ven la superficialidad, el consumismo y el hedonismo imperantes, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad, tanta corrupción. Y saben que sin Dios sería arduo afrontar esos retos y ser verdaderamente felices, volcando para ello su entusiasmo en la consecución de una vida auténtica. Pero con Él a su lado, tendrán luz para caminar y razones para esperar, no deteniéndose ya ante sus más altos ideales, que motivarán su generoso compromiso por construir una sociedad donde se respete la dignidad humana y la fraternidad real”.

ACTUAR

El Papa concluía diciendo algo que nos marca una pauta de acción: “Vuelvo a decir a los jóvenes, con todas las fuerzas de mi corazón: que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor. Él no ha tenido reparo en hacerse uno como nosotros y experimentar nuestras angustias para llevarlas a Dios, y así nos ha salvado. En este contexto, es urgente ayudar a los jóvenes discípulos de Jesús a permanecer firmes en la fe y a asumir la bella aventura de anunciarla y testimoniarla abiertamente con su propia vida. Un testimonio valiente y lleno de amor al hombre hermano, decidido y prudente a la vez, sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con otras legítimas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias” (18-VIII-2011).

Acompañemos pastoralmente a los millones de jóvenes sedientos de verdad y de vida, y busquemos caminos de rescatar a los cientos que han sido esclavizados por el dinero, la droga y el placer, o han caído en esas redes por falta de un trabajo digno y de una familia integrada.


Publicado por verdenaranja @ 22:57  | Hablan los obispos
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ZENIT   publica el balance que ha hecho de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011 monseñor José Ignacio Munilla, obispo responsable -junto al de Solsona, monseñor Xavier Novell- del departamento de pastoral de juventud de la Conferencia Episcopal Española.

Reposando la JMJ

Han pasado varias semanas desde que terminó la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid. En su transcurso, el evento generó 54.000 noticias en los teletipos de 108 países, a lo que se añade la gran cantidad de artículos posteriores.

En una lectura demasiado ligera, algunos han juzgado que este tipo de iniciativas sólo sirven para entusiasmar a los convencidos, y para encrespar más todavía a los contrarios… Sin embargo, pienso que una mirada más profunda nos ayuda a ver las cosas mucho más matizadas, hasta el punto de reconocer que “algo” se ha movido en nuestra sociedad con motivo de la celebración de la JMJ.

Es cierto que algunos de los medios de comunicación se han centrado en las reacciones más viscerales; algunas de las cuales, por cierto, nos han parecido más propias de la famosa “niña del exorcista” retorciéndose al contacto con el agua bendita… Pero aun siendo cierta la existencia de estos círculos virulentamente anticlericales, pienso que el fruto principal de la JMJ no es perceptible desde las crónicas de brocha gorda.

En efecto, me han llamado la atención algunos artículos de calado, como el de Vargas Llosa, quien reconoce el signo transmitido en la JMJ, y concluye que en su día fue un error pensar que la evolución cultural hacia la modernidad resultaría incompatible con la fe religiosa. También me ha impresionado comprobar cómo algún periodista de crónica religiosa, que se había caracterizado por denostar de forma indisimulada la JMJ (“pastoral triunfalista”, “fuegos de artificio”, etc.), ha reconocido públicamente su equivocación, al comprobar los frutos producidos (según la encuesta de la consultora GAD3, el 81 % de los participantes reconoce haber reforzado su relación con Dios, y el 55% afirma haber avanzado en el discernimiento de su vocación). Yo también puedo dar testimonio de más de un sacerdote y religioso que había juzgado críticamente la JMJ y que había optado por no implicarse en su convocatoria,  que se ha sentido positivamente “tocado” por una juventud admirable. Uno de ellos decía: “He visto de cerca a estos jóvenes, y tengo que reconocer que fuimos injustos al acusarles de ‘papalatría’”.

Ya antes de acudir a Madrid, los peregrinos de todos los rincones del mundo que convivieron unos días entre nosotros, fueron capaces de arrastrar a muchos jóvenes, e incluso a familias, camino de la JMJ. No olvidemos que los meses y las semanas previas a la JMJ, no era previsible una movilización de jóvenes españoles tan grande como la que finalmente se produjo. El número de inscripciones de peregrinos de los demás países era muy numeroso, pero no así el de los españoles. Pues bien, una de las explicaciones de esa asistencia de cerca de dos millones de jóvenes en Cuatro Vientos -como apunte orientativo, las compañías telefónicas han servido el dato de que en el recinto de Cuatro Vientos, fueron 1.560.000 las terminales telefónicas que estuvieron activas- , que a todos nos ha dejado sorprendidos, la tenemos que buscar, entre otros factores, en la gran animación que los peregrinos venidos de todas las partes del mundo realizaron entre los españoles, los días previos a la JMJ. ¡¡Su alegría y madurez nos habían conquistado!!

Una vez más, como en tantos otros momentos de la historia de la Iglesia, comprobamos cómo la “catolicidad” (universalidad) de la Iglesia es sanadora de nuestras crisis locales. Un día fuimos nosotros quienes llevamos la fe al Nuevo Mundo. Ahora llega el momento de abrirnos humildemente a todos los carismas que puedan rejuvenecernos.

Si se me permite destacar una anécdota de mi estancia en Madrid, me llamó la atención que los taxistas con los que tuve ocasión de charlar durante esos días, subrayasen su asombro y alegría. (¡Siempre he pensado que el gremio de los taxistas es uno de los que más sentido común suele demostrar, por aquello de conocer la realidad social a pie de calle!). Me decía uno de ellos: “Yo soy testigo de la degeneración progresiva que se ha producido en los últimos años, en la forma como los jóvenes viven el ocio por las noches…  y sólo puedo decir que esta juventud que estamos viendo estos días me llena de esperanza… ¡Me gustaría que mis hijos recibiesen ese tipo de educación moral!”. Yo le apunté que la clave de los valores de esa juventud no estaba tanto en la moral en sí misma, sino en haber descubierto a la persona de Jesucristo. ¡Sin Jesucristo y sin su Evangelio, es imposible una juventud así! El taxista calló y me señaló la imagen del Cristo de Medinaceli que tenía puesta en el salpicadero…

No quiero concluir sin hacer referencia a la imponente presencia del Orfeón Donostiarra en la JMJ. No olvidaremos nunca aquella tormenta de Cuatro Vientos, que nos dejó empapados en la celebración de la Vigilia nocturna, a la que siguió un impresionante silencio en el que adoramos a Jesucristo presente en la Eucaristía... Un suave y precioso canto se elevó en aquel momento: “¡Ave verum Corpus natum de Maria Virgine!” (¡Salve, verdadero Cuerpo nacido de María Virgen!)… ¿Cantaba el Orfeón Donostiarra o era el coro de los ángeles cuyas voces llegaban hasta nosotros?


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Domingo, 18 de septiembre de 2011

ZENIT  publica el discurso que el Santo Padre Benedicto XVI ha realizado al recibir en audiencia a Nigel Marcus Baker, embajador de Gran Bretaña enla Santa Sede, al presentarle sus Cartas Credenciales. (Septiembre 2011)

Su Excelencia,

Estoy encantado de darle la bienvenida y de aceptar las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y plenipotenciario del Reino Unido de Gran Bretaña y el Norte de Irlanda enla Santa Sede.Estoy agradecido por el cálido saludo que me trae de Su Majestadla Reinay le pido que le transmita mis mejores deseos por Su salud y prosperidad. Estoy encantado también de mandarle mi cordial saludo al Gobierno de Su Majestad y a todo el pueblo británico.

La Santa Sedey el Reino Unido han disfrutado de excelentes relaciones durante los treinta años que han pasado desde que se establecieron las relaciones diplomáticas plenas. El estrecho lazo entre nosotros se fortaleció aún más el año pasado durante mi visita a su país, una ocasión única en el curso de la historia quela Santa Sedey los países que hoy conforman el Reino Unido han compartido. Por esto quiero comenzar mi discurso agradeciendo de nuevo la cálida bienvenida que recibí del pueblo británico durante mi estancia. Su Majestad y Su Alteza Real el Duque de Edimburgo me recibieron amablemente y estuve encantado de reunirme con los líderes de los tres partidos políticos principales y debatir con ellos temas de interés común. Como sabe, un especial motivo de mi Visita fuela Beatificacióndel cardenal John Henry Newman, un gran inglés al que he admirado durante muchos años y cuya elevación a los altares fue un deseo personal cumplido.

Sigo convencido de la importancia de las ideas de Newman con respecto a la sociedad, al Reino Unido y a Occidente en general, que se enfrentan hoy a los retos que él identificó con una claridad profética destacable. Espero que una nueva conciencia de sus escritos den nuevos frutos entre los que buscan soluciones para las cuestiones políticas, económicas y sociales de nuestra época.

Como muy bien ha señalado en su discurso, Señor Embajador,la Santa Sedey el Reino Unido continúan compartiendo una preocupación común por la paz entre las naciones, el desarrollo integral de los pueblos de todo el mundo, especialmente de los más pobres y de los más débiles y la difusión de los auténticos derechos humanos, especialmente a través del imperio de la ley y de un gobierno participativo justo, con un especial cuidado de los necesitados y de aquellos a los se les han negado sus derechos naturales. En el tema de la paz, me alegré al comprobar el éxito de la reciente visita de Su Majestad ala Repúblicade Irlanda, un hito importante en el proceso de reconciliación que se está estableciendo con más firmeza en el Norte de Irlanda, a pesar de los disturbios ocurridos durante el pasado verano.

Aprovecho esta oportunidad para animar a todos los que acudirían a la violencia para solventar sus agravios a buscar el diálogo con sus vecinos para encontrar la paz y la prosperidad de toda la comunidad.

Como señaló en su discurso, su Gobierno desea realizar políticas que se basan en valores perdurables que no se pueden expresar en términos legales. Esto es especialmente importante a la luz de los sucesos acaecidos en Inglaterra este verano. Cuando las políticas no fomentan o promueven valores objetivos, el resultado moral es el relativismo, en lugar de conducir a una sociedad libre, justa y comprensiva, tiende, sin embargo, a producir frustración, desesperación, egoísmo y la indiferencia por la vida y la libertad de los demás.

Los responsables políticos tiene que considerar urgentemente los medios para mantener la excelencia en la educación, promover la cohesión social y la estabilidad económica, analizando los medios para favorecer el empleo a largo plazo y repartiendo la riqueza de forma más justa en toda la sociedad.

Por otra parte, la promoción activa de los valores esenciales en una sociedad sana, a través de la defensa de la vida y de la familia, la educación moral de los jóvenes y una relación fraternal con los pobres y los débiles, sin duda ayudará a reconstruir de forma positiva el sentido del deber, en la caridad hacia los amigos y extranjeros en la comunidad local. Esté seguro de quela Iglesia Católicaen su país está dispuesta a seguir ofreciendo su importante contribución al bien común a través de sus organizaciones y agencias, de acuerdo con sus propios principios y a la luz de la visión cristiana de los derechos y la dignidad de la persona humana.

Mirando más lejos, Su Excelencia ha mencionado diversas áreas en las quela Santa Sedey el Reino Unido ya han acordado trabajar juntas, incluyendo iniciativas para aliviar la deuda y financiar el desarrollo. El desarrollo sostenible de los países más pobres del mundo, a través de una asistencia bien dirigida, sigue siendo un objetivo valioso, ya que los pueblos de los países en vías de desarrollo son nuestros hermanos y hermanas, de igual valor y dignidad, y que merecen nuestro respeto en todos los sentidos, y este tipo de asistencia debería tener como objetivo mejorar sus vidas y sus perspectivas económicas. Como sabe, el desarrollo también es un beneficio para los países donantes, no sólo por la creación de nuevos mercados económicos, también por la promoción del respeto mutuo, la solidaridad y por encima de todo la paz a través de la prosperidad de todos los pueblos del mundo.

La promoción de modelos de desarrollo que emplean conocimientos modernos junto a los recursos naturales beneficiará la protección del medio ambiente de los países en vías de desarrollo y de los desarrollados por igual.

Esta es la razón por la que señalé, en Westminster Hall el año pasado, que el desarrollo integral humano, y todo lo que implica, es una empresa que merece la atención del mundo y que no puede permitirse el fracaso.La Santa Sedeacogió con satisfacción, por tanto, el reciente anuncio del primer ministro Cameron de garantizar un presupuesto de ayuda. Quisiera invitarle, durante su mandato, a explorar medios para una mayor cooperación entre su Gobierno y las agencias de desarrollo y caridad dela Iglesia, especialmente las que tienen sede en Roma y en su país.

Finalmente, Señor Embajador, ofreciéndole mis mejores deseos y mis oraciones por el éxito de su misión, permítame asegurarle que todos los departamentos dela Curia Romanaestán preparados para ayudarle en sus ocupaciones. Sobre usted, su familia y el pueblo británico cordialmente invocó todas las bendiciones abundantes de Dios.

Traducción del original inglés por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús en el Jubileo de las Familia (Club Atlético Lanús, 4 de septiembre de 2011). (AICA)

JUBILEO DE LAS FAMILIAS: “CUNA DEL AMOR Y CUNA DE LA VIDA”          

Queridos sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, querido pueblo fiel y queridas familias:

Hoy es un día especial para todos nosotros. Venimos de nuestras comunidades para pedirle a Dios y darle gracias por todo lo que nos da y nos seguirá dando a lo largo de nuestra vida. A mí me gusta ser realista y creo que todos nosotros estamos llamados, como cristianos, a ser realistas.

La vida que recibimos es un regalo de Dios, es un don. Nadie nos preguntó si queríamos nacer y sin embargo estamos aquí, en la tierra, en la vida, enla Iglesiay en el mundo; por eso cada uno tendrá que hacerse cargo de su vida responsablemente ya que cada uno de nosotros tiene un origen común pero también tenemos una finalidad a la que somos dirigidos. Venimos de Dios, caminamos con Él y a Él regresamos.

Podemos tener, en este mundo, una vida superficial, una vida vacía y una vida inútil; o podemos tener una vida plena, profunda, intensa o una vida responsable. Creo que todos nosotros hemos recibido el don de la vida y también el don de pertenencia a nuestras familias. Y nuestras familias son como son. Y hoy quiero que tengamos esta certeza: no queremos una familia ideal, donde todo es bárbaro, donde todo es genial, donde todo es extraordinario, donde todo es tan bueno que casi resulta imposible.

Fundamentalmente tenemos que partir de una realidad: somos lo que somos. Ese es mi hijo, esa es mi hija; este es mi padre, si es que está; esta es mi madre, si es que existe. Esta es mi familia. Hubiese querido otra, hubiese querido algo mejor, o no hubiese querido algo “tan peor”, pero esa es la realidad. Hemos tenido estas posibilidades, no tuvimos otras; quisimos otras pero son estas.

Así como  tenemos que ser realistas con el tema de nuestras familias, también tenemos que ser realistas con el tema dela Iglesia. Estaesla Iglesiadiocesana que tenemos; esta es la parroquia a la que pertenecemos; este es el sacerdote que dirige y conduce nuestra vida parroquial; esta es la realidad: este es el Obispo, este el sacerdote, esta la religiosa; es esto, esto y aquello.

Yo no soy un pesimista o un resignado para decir “las cosas hay que dejarlas estáticamente, no deben ser modificadas, transformadas o cambiadas”. ¡No! Pero sí, partimos de la realidad y la realidad es que somos lo que somos.

Somos lo que somos con nuestra historia.

Somos lo que somos con lo que nos pasó en la vida.

Somos lo que somos con las realidades a que cada uno de nosotros se ha visto sometida, tentada, indicada, sugerida. Pero ciertamente, no podemos cruzarnos de brazos.

Al comenzar dije que todo lo que recibimos es un don de Dios porque, cuando hemos descubierto la luz, o hemos descubierto la gracia, o hemos sido descubiertos por el Señor, ¡ninguno de nosotros tiene derecho a quedar igual! Y cada uno tiene que interesarse en su vida y comprometerse en su respuesta.

Por lo tanto la pregunta es, no lo que los demás tienen que hacer, sino “yo, ¿qué debo hacer?”

Yo, ¿qué debo hacer en mi familia? Yo, ¿qué debo hacer enla Iglesia? Yo, ¿qué debo hacer en el mundo? ¿Cómo estoy plantado? ¿Qué cosas pienso? ¿Qué cosas admito? ¿Qué cosas siento? ¿Qué cosas permito? Y ¿qué cosas no quiero ver?

El realismo nos lleva a recibir, pero también tenemos que producir. Así, cada uno de nosotros es responsable de su propio crecimiento, de su propio desarrollo; tiene que mejorar su vida, su familia; nuestra pertenencia ala Iglesiahay que mejorarla. No se pueden poner excusas: yo no fui, yo no sé, no me toca a mí, no soy responsable. ¡Porque nadie come vidrio! ¡Todo tiene que ver! El bien, tiene que ver; y el mal, tiene que ver. Lo que vivimos, admitimos, percibimos, proyectamos, todo repercute, o para bien o para mal.

Partiendo con este sentido realista, debemos darnos cuenta que tenemos que formular de nuevo las cosas. Esto significa que hay familias íntegras, que están muy bien, pero hay familias que están debilitadas, que están rotas, que prácticamente no existen, que están divididas. La realidad es tan compleja y tan desafiante, que es ahí donde está el punto de partida para recomenzar.

El que ve es más responsable. Y si uno lo ve, que no nos pase lo mismo. Porque si uno no quiere asumir o reconocer las advertencias de las situaciones, nos va a pasar lo mismo. ¿No están de acuerdo conmigo cuando escuchamos que dicen “hay personas que son brillantes”, “un sacerdote que es brillante”, “una familia que es brillante”, y brillan, y brillan, y brillan, pero de repente se apaga la luz, dejan de brillar y se vienen abajo? Antiguamente se decía “lo que pasa es que hay estrellas que brillan pero han perdido la luz propia, y como no tienen luz propia ya no existen”

Hay que tener cuidado: ¡no perder la luz propia!, que significa no perder la capacidad de humildad y de alimento. Nosotros tenemos que alimentarnos conla Palabrade Dios; tenemos que rezar en familia, porque “la familia que reza unida permanece unida”. Rezar no significa solamente desgranar decenas del Rosario, o decir una fórmula, o unas palabras, o unas jaculatorias nada más. Es una actitud de oración que, por cierto, implica, exige, las decenas del Rosario y las jaculatorias. ¡Pero es un espíritu que nosotros tenemos que tener!

Hoy más que nunca, en estos tiempos tan difíciles, tan convulsionados que nos toca vivir, tenemos que volver a la causa original de nuestra existencia y de nuestra familia: la oración en Dios y Dios tiene que volver a santificar nuestra familia. Y ciertamente que lo quiere porque la familia va a salvar al mundo.

Si se destruye la familia, que es la célula más más importante de la sociedad e incluso es anterior al Estado, y si nosotros permitimos que se destruya nuestra familia estaremos cometiendo una insensatez histórica, tremenda. Como fue hace poco en nuestro país con la aceptación igualitaria como matrimonio de personas del mismo sexo, ¡una insensatez!, ¡una cosa terrible nos ha sucedido!, que quizás todavía no nos dimos cuenta: se lo puso a la par, como si fuera igual.

El Papa Benedicto XVI nos recuerda permanentemente: hay que hacer recurso al derecho natural, hay que hacer recurso a la vida propia y fundamental de los seres humanos. Porque si se reduce a vivir “sólo por hoy”, “sólo lo que hoy acontece”, “sólo lo que es costumbre” o “sólo lo que hoy se hace”, entonces el  mundo va a ser un lugar peligroso para vivir. Y como familia, nosotros tenemos que vivir “la cuna del amor y la cuna de la vida”, pero ciertamente tendrá que ser amasada en la oración y en los valores.

Los valores hay que encarnarlos, ¿y saben cómo se “encarnan”?; esperando al hijo antes de nacer, de esta forma se siguen encarnando en la vida y así cada uno tiene una hermosa tarea que cumplir y desarrollar.

Pero nadie puede negar, hoy más que nunca, el deterioro de las relaciones interpersonales; ¡qué difícil es a veces comunicarse!, ¡qué difícil es dialogar!, como si fueran dos mundos que se están enfrentando. ¿Saben cuál es el problema?, hay una crisis de civilización, hay un cambio de época, pero también nosotros, los adultos, estamos viviendo con miedo.

Y como vivimos con miedo, hemos debilitado nuestra identidad. Y como vivimos con miedo y debilitado nuestra identidad, no estamos firmes en las propuestas que tenemos que hacer a los hijos. Estamos como pidiendo permiso; estamos como pidiendo disculpas. Tenemos miedo a que nos pongan la etiqueta de “no seas viejo, papá”, “no seas vieja, mamá”, “no sean anticuados”, “no sean esto o no sean lo otro”. Y como tenemos miedo a estas palabras incurrimos en el error de la negociación.

Los jóvenes son responsables pero los adultos más. Porque los adultos son el todo y los jóvenes son las partes. Los padres son más importantes y más responsables en el trato y en el vínculo con sus hijos. ¡Nunca hay que permitir que se rompa!, aunque a veces nos lleve al sacrificio extremo.

Vamos a pedirle al Señor que nos haga ver con claridad la tarea y la misión formadora y evangelizadora de nuestra familia. ¡Hay que tener amor a Dios! ¡Hay que tener amor a la familia! ¡Hay que transmitir valores y respeto! ¡Hay que comunicarlo! ¡Hay que salir del mundo mediático y no esperar los resultados del “solamente por hoy”!

A nosotros, porque los adultos alguna vez fuimos niños, nuestros padres nos esperaron y nos tuvieron paciencia, pero también tuvieron firmeza en lo que nos decían. También nosotros tenemos que saber esperar a los demás: con paciencia, con sacrificio, pero a la vez con firmeza y con autoridad. Hay algo muy positivo: saber decir sí y saber decir no. Ambas afirmaciones son positivas cuando hay una verdadera familia.

Dios nos bendice y tenemos que estar agradecidos para que nuestra familia sea un lugar de encuentro, de amor, de respeto y de respeto por la vida, pero que también sea una familia abierta a la comunidad, abierta a la vida, abierta a los problemas, abierta  a la cosa pública, abierta ala Iglesia.

Una familia no puede vivir en una campana de cristal, encerrándonos como muchas veces tenemos que hacer por miedo a que nos roben, o rompan una puerta y entren en casa sorpresivamente. En los valores, en los vínculos y en las relaciones interpersonales no debemos cerrarnos jamás. La oración, el amor en familia, Dios, el Evangelio, la iglesia y la existencia de los demás, son un horizonte extraordinario.

Yo no voy a decir que todo está bien. Hay muchas cosas que están mal. Pero Dios nos da fuerzas para poder vivirlas con gusto y con gusto seguir apostando con mi familia, con nuestras familias, por mi Iglesia, por nuestra Iglesia, por la presencia dela Iglesiaen el mundo, para que Dios siempre diga algo a los demás. En un mensaje a los migrantes, hoy el Papa hablaba de “una sola familia humana”. La familia no se puede reducir. La familia se tiene que comunicar y abrir.

Vamos a pedir al Señor que esta Eucaristía abra nuestro corazón, disipe nuestros miedos, fortalezca nuestras debilidades y nos entusiasme para vivir con convicción la tarea que Dios nos ha confiado y que nosotros tenemos que cumplimentar.

Hacedores de personas, constructores de una nueva civilización, la familia tiene que vivir en valores. Una Iglesia que está abierta y que experimenta permanentemente la conversión personal y la conversión pastoral. Una Iglesia que está convencida y que no tiene miedo de anunciar a los demás que Jesucristo es el Señor.

Familia, cuna del amor y cuna de la vida, pidamos ala Virgeny ala Sagrada Familiaque nos ayude a comenzar de nuevo y a construir lo que cada uno de nosotros tiene que hacer en el mundo, en su familia y enla Iglesia.

Que así sea. 

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús  


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Susidio litúrgico para la entrega de los materiales del PDP 2011-1015 de la Diócesis de  Tenerife en las misas del 24 y 25 de Septiembre.

Las siguientes indicaciones que ofrecemos son una invitación para realizarlas en nuestras comunidades parroquiales. En todas las misas del fin de semana del 24 y 25 les proponemos acoger y difundir el Plan Diocesano de Pastoral 2011/2015. Una posibilidad sería convocar en una de las celebraciones de ese fin de semana a todos los agentes de pastoral y entregarles el material del PDP. En el resto de las eucaristías, en las que siempre estará presente el cartel anunciador del PDP, repartiremos a todos los asistentes el tríptico informativo que podemos solicitar en el Obispado. Para esta última celebración, como es comprensible, el rito será más breve pudiendo eliminar el signo propuesto, más adaptado para la celebración con los agentes de pastoral. 

CELEBRACIÓN PARA LA ENTREGA DEL PDP
XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
LITURGIA DE ACOGIDA 

SALUDO DEL CELEBRANTE 

MONICIÓN DE ENTRADA

Comprometidos con nuestra fe y fieles a nuestra vocación cristiana, nos reunimos este fin de semana para celebrar la eucaristía. Nuestra iglesia Diocesana y en concreto nuestra comunidad parroquial de………………………….. está gozosa y esperanzada por la confianza que Dios pone en nosotros. En este inicio de curso, nos disponemos a acoger, meditar y trabajar el Plan Diocesano de Pastoral que nos acompañará hasta el año 2015. Un proyecto ilusionante que nos ayudará a remar todos en el mismo sentido, haciendo de nuestra iglesia, una comunidad de discípulos y misioneros dispuestos a nuevamente evangelizar. 

CANTO DE ENTRADA: “Lo que hemos visto y oído” u otro similar. (Mientras cantamos, algunos miembros de la comunidad pueden entrar por el pasillo central mostrando a la comunidad el cartel del PDP, para colocarlo en un sitio visible para la celebración)

Después del canto de entrada, y para ayudar a la ambientación sugerimos la siguiente lectura. 

LA ALEGRÍA DELA EVANGELIZACIÓN

(La alegría de la evangelización. pp. 52-53 del PD) 

Las personas tenemos necesidad de esperanza para poder vivir el propio presente. El contenido de esta esperanza es el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo. Precisamente la falta de esta conciencia puede generar desaliento y pesimismo.

Uno los obstáculos parala Nueva Evangelizaciónes la ausencia de alegría y de esperanza que tales situaciones crean y difunden entre los hombres de nuestro tiempo. Con frecuencia esta falta de alegría y de esperanza es tan fuerte que influye en nuestras mismas comunidades cristianas.La Nueva Evangelizaciónse presenta en estos contextos no como un deber, o como un ulterior peso que hay que soportar, sino más bien como una medicina capaz de dar nuevamente alegría y vida a realidades prisioneras de sus propios miedos.

Solamente a través de personas tocadas por Dios, Él puede retornar a los hombres.La Nueva Evangelización, por tanto, parte de aquí: de la credibilidad de nuestra vida personal y comunitaria de creyentes.

Por lo tanto, afrontemosla Nueva Evangelizacióncon entusiasmo. Aprendamos la dulce y reconfortante alegría de evangelizar, aunque parezca que el anuncio sea una siembra entre lágrimas (cf. Sal 126, 6). «Hagámoslo como Juan el Bautista, como Pedro y Pablo, como los otros Apóstoles, como esa multitud de admirables evangelizadores que se han sucedido a lo largo dela Historiadela Iglesiacon un ímpetu interior que nadie ni nada sea capaz de extinguir.

Sea ésta la mayor alegría de nuestras vidas entregadas. Y ojalá que el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza– pueda así recibirla Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo, y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el reino de Dios y de implantarla Iglesiaen el mundo». 

LITURGIA DELA PALABRA.

Lectura del profeta Ezequiel. Ez 18, 25-28

Esto dice el Señor: Comentáis: El camino del Señor no es justo. Escucha, casa de Israel: ¿Que no son justos mis caminos? ¿No son más bien vuestros caminos los que no son justos? Si el justo se aparta de su justicia para cometer la injusticia y en ella muere, muere por la injusticia que ha cometido. Y si el criminal se aparta de la injusticia que había cometido y practica el derecho y la justicia, salvará su vida. Ha abierto los ojos y se ha convertido de los delitos cometidos; por eso vivirá, no morirá. 

SALMO RESPONSORIAL (Ps 25)

Muéstrame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas; guíame en tu verdad, enséñame; tú eres mi Dios y mi salvador, yo siempre espero en ti.
Acuérdate, Señor, de tu misericordia y tu bondad, que son eternas; olvídate de los pecados de mi juventud y de mis faltas; acuérdate de mí,  Señor, con misericordia y con bondad.

El Señor es bueno y recto y enseña el camino a los descarriados, conduce en la justicia a los humildes, enseña a los humildes su camino; Sugerimos cambiar la segunda lectura del día por esta de la primera carta del apóstol Juan 

Lectura de la primera carta del apóstol San Juan. 1 Jn. 1, 3-5 

Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo Este es el mensaje que hemos oído de él y que os anunciamos: Dios es Luz, en Él no hay tiniebla alguna. 

Lectura del santo Evangelio según San Mateo. Mt 21, 28-32

En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a lo ancianos del pueblo «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos; se acercó al primero y le dijo: Hijo, vete a trabajar hoy a la viña. Y él respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al otro hijo y le dijo lo mismo, y éste respondió: Voy, señor; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?». Le contestaron: «El primero». Jesús dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán en el reino de Dios antes que vosotros. Porque Juan vino por el camino de la justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las prostitutas han creído en él. Pero vosotros, aun viendo esto, no os habéis arrepentido ni creído en él». 

SUGERENCIA PARA UN SENCILLO COMENTARIO 

(A modo de homilía)

El Señor ha de abrirnos los labios para profesar la fe.

La fe -como el catecúmeno que la recibió en la entrega del Credo- ha de ser vivida, proclamada y profesada; no guardada y retenida "en el corazón" de modo privado e intimista, sino confesada abiertamente en el mundo. Recordemos las afirmaciones de Cristo: quien se avergüence de mí, de él me avergonzaré ante mi Padre, pero quien me confiese ante los hombres, yo lo confesaré ante mi Padre. Los labios quedan sellados ante el falso respeto, el qué dirán o qué pensarán, ante el clima laicista que agrede y nos acobarda. Pero la fe... la fe es para pregonarla desde las azoteas. No en vano, en cada Misa en rito hispano-mozárabe, al proclamar el Credo antes de comulgar se dirá: "Profesemos con los labios la fe que llevamos en el corazón".

Cada mañana el Oficio divino comienza: "Señor, ábreme los labios. Y mi boca proclamará tu alabanza". Ábranse nuestros labios para confesar las maravillas de Dios, ábranse para bendecir su nombre, ciérrense ante la queja, el reproche ante el Padre, la crítica y el juicio inmisericorde al prójimo.

Sintámonos fortalecidos por el Señor en esta etapa nueva que iniciamos en nuestra diócesis y que esta sencilla celebración que hacemos, sea un impulso nuevo y sostenido en este cuatrienio pastoral. 

MONICIÓN AL SIGNO 

En la Liturgia Bautismalhay un momento cuando el Celebrante hace mención al milagro de la curación del sordo mudo: “El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda, a su tiempo, escuchar su Palabra y proclamar la fe”.

En efecto, el Bautismo nos ha liberado de la sordera para escuchar la voz de Dios y de la traba en la lengua para proclamar nuestra fe en El.

Por eso del Effetá- es actual para nosotros porque el Señor ha de abrirnos a nosotros los oídos para escucharla Palabra, acogerla como Santa María, y confrontar nuestra vida con ella, pues la fe viene por el oído, por la predicación. Dios continuamente habla, es elocuente, pero nos cuesta ser sensible a su Palabra, querer escuchar lo que Él está comunicando. Con razón el salmo invitatorio cada mañana dela Liturgiade las Horas nos recuerda: "Ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis el corazón" (Sal 94).

(Se puede seguir la fórmula siguiente si se hace el signo del “Effeta” a un grupo determinado o a todos los agentes de pastoral si no son muchos. Para ello se acercan al presidente, quien haciendo la señal de la cruz en los oídos y en los labios de cada uno, dice lo siguiente) 

Effetá: ábrete, . para que profeses la fe que has escuchado, para alabanza y gloria de Dios

(Se le entrega, a cada uno, el libro del “Plan Diocesano de Pastoral”) 

ORACIÓN “EFFETÁ”

(Una vez que estén todos en sus sitios, se hace la oración siguiente, alternando con el que preside según se indica.) 

+ Effetá ¡ABRETE! (En alta voz, el que preside) 

- Ven Espíritu Santo y ábrenos: Ábrenos a la realidad que vivimos para que podamos captar en ella la voluntad de Dios y seguirla. Danos un oído atento para escuchar tu Palabra con actitud de discípulo; unos labios de profeta para proclamar con fidelidad y coherencia lo que he visto y oído un corazón sensible a las necesidades de los hermanos más débiles y necesitados dela Buena Noticia. 

+ Effetá ¡ABRETE! (En alta voz, el que preside) 

- Ábrenos al espíritu de unidad y ayúdanos a trabajar juntos, apoyarnos, juntar esfuerzos, potenciarnos, que podamos dialogar, entendernos entre nosotros y aprovechar los tiempos de salvación que nos ofreces . 

+ Effetá ¡ABRETE! (En alta voz, el que preside) 

- Ábrenos al espíritu de fortaleza para que no nos achiquemos al ver el tamaño de la obra comparado con la pequeñez de los instrumentos y recursos. Que no nos cansemos en la espera y que nos le desanimemos en las adversidades, porque Tú estás apoyando a los que trabajan por el Reino. Que aprendamos de la paciencia y seamos fieles evangelizadores en este tiempo. 

+ Effetá ¡ABRETE! (En alta voz, el que preside) 

- Ábrenos al espíritu de alegría. Que gocemos de lo que has hecho en nosotros y con nosotros, que valoremos lo tenemos, los logros y podamos agradecerlos y celebrarlos como familia reunida enla Iglesiadel Señor 

+ Effetá ¡ABRETE! (En alta voz, el que preside) 

- Ábrenos al espíritu de amor que todo lo transforma, que todo soporta, que todo lo cree, que todo lo espera, que todo lo renueva. y que no pasa nunca. 

+ Effetá ¡ABRETE! (En alta voz, el que preside)

Amén 

ORACIÓN DE LOS FIELES

 Por el Papa Benedicto, por nuestro Obispo Bernardo y por nuestro párroco……………………., para que el Señor los ilumine y fortalezca en la guía del Pueblo de Dios por los caminos de la paz. Roguemos al Señor

 Por los que ostentan alguna responsabilidad pública en nuestro mundo, para que se preocupen y ocupen de ser servidores de todos. Roguemos al Señor.

 Por los enfermos y empobrecidos de nuestra comunidad, para que encuentren en nosotros el rostro cercano y cariñoso del Dios que los quiere. Roguemos al Señor.

 Por los niños y niñas, adolescentes y jóvenes, adultos y ancianos de nuestra comunidad, para que junto con nuestro pastor, acojamos, trabajemos y comuniquemos con ilusión el Plan Diocesano de Pastoral y consigamos ser “Discípulos y Misioneros, aquí y ahora”. Roguemos al Señor. 

LITURGIA EUCARÍSTICA 

OFRENDAS

Te presentamos y ofrecemos Señor:

El PAN Y VINO, ellos será nuestro alimento espiritual y comunitario que acompañará y fortalecerá nuestro compromiso por acoger, trabajar y transmitir este PDP 

UNA MEMORIA USB, la memoria de Jesucristo que hemos hecho con el anterior plan……. 

UN RATÓN DE ORDENADOR¸ para ser guiados por Cristo, el Señor, por los caminos que Él desee, hasta el punto exacto donde quiera situarnos. 

ESTE MAPA MUNIDAL, EN QUE SE RESALTA NUESTRA DIÓCESIS, donde estamos llamados a ser misioneros de esta Nueva Evangelización.

EL CARTEL Y LOS MATERIALES DEL PDP, porque lo que hemos visto y oído queremos anunciarlo, como discípulos y misioneros, aquí y ahora. 

Otra propuesta que hacemos es la de utilizar la plegaría V/a, titulada “Dios, guía su Iglesia”, con prefacio propio. 

PADRE NUESTRO (Los agentes de pastoral podrían rodear el altar) 

BENDICIÓN Y DESPEDIDA 

CANTO FINAL: “Nos envías por el mundo”


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S?bado, 17 de septiembre de 2011

ZENIT nos ofrece el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió el jueves 8 de Septiembre de 2011 a los obispos hindúes de rito latino, a quienes recibió en Castel Gandolfo con ocasión dela Visita ad Limina Apostolorum.

Queridos hermanos obispos,

os ofrezco una cálida bienvenida con ocasión de vuestra visita ad Limina Apostolorum, una ocasión para profundizar la comunión que existe entre a Iglesia en la India y la Sedede Pedro, y una oportunidad para regocijarnos en la universalidad dela Iglesia. Deseo agradecer al cardenal Oswald Gracias sus amables palabras ofrecidas en vuestro nombre y en el nombre de todos los que se han encomendado a vuestro cuidado pastoral. Mi cordial saludo también va hacia los sacerdotes, religiosos y religiosas y a los laicos que pertenecen a vuestro rebaño. Por favor aseguradles mis oraciones y mis pensamientos.

La Iglesia en India ha sido bendecida con multitud de instituciones que pretenden ser expresión del amor de Dios por la humanidad, a través de la caridad y del ejemplo de los sacerdotes, religiosos y fieles laicos que forman parte de estas. A través de las parroquias, escuelas y orfanatos, así como de los hospitales, clínicas y ambulatorios, la Iglesia realiza una contribución inestimable al bienestar no sólo de los católicos sino también de toda la sociedad. Entre estas instituciones de vuestra región destacan las escuelas que constituyen un importante testimonio de su compromiso con la educación y formación de vuestros queridos jóvenes. Los esfuerzos realizados por toda la comunidad cristiana para preparar a los jóvenes ciudadanos de su noble país y así construir una sociedad más justa y próspera son un sello distintivo dela Iglesiaen sus diócesis y en todala India.

Para ayudar a las facultades espirituales, intelectuales y morales de sus estudiantes a madurar, las escuelas católicas deberían continuar desarrollando su capacidad de juicio y presentándoles la herencia legada de las antiguas generaciones y, por tanto, fomentar un sentido de valores y preparar a sus alumnos para una vida feliz y productiva (cf. Gravissimum Educationis, 5). Os animo a continuar prestando una especial atención a la cualidad de la enseñanza de las escuelas presentes en vuestras diócesis, para aseguraros de que son realmente católicas y por tanto capaces de transmitir estas verdades y valores necesarias para la salvación de las almas y la construcción de la sociedad.

Por supuesto, las escuelas católicas no son en único medio a través del cual la Iglesia instruye y edifica a su gente en la verdad moral e intelectual. Como sabéis, todas las actividades de la Iglesia tienen el propósito de glorificar a Dios y llenar a su pueblo con la verdad que nos hace libres (cf. Jn 8,32). Esta verdad salvífica, en el centro del depósito de la fe, debe seguir siendo la base de todos los esfuerzos dela Iglesia, que se ofrece a todos siempre con respeto pero sin concesiones.

La capacidad de presentar la verdad amablemente pero con firmeza es un don que debe ser fomentado sobre todo en los que enseñan en los institutos católicos de educación superior y en aquellos que están a cargo de la tarea eclesial de enseñar a seminaristas, religiosos y fieles laicos, ya sea teología, estudios catequéticos o espiritualidad cristiana. Aquellos que enseñan en nombre dela Iglesia tienen la obligación especial de respetar la riqueza de la tradición, de acuerdo con el Magisterio y en una manera que responda a las necesidades de hoy, mientras que los estudiantes tienen el derecho de recibir la plenitud de la herencia espiritual e intelectual dela Iglesia.

Tras haber recibido los beneficios de una sólida formación y dedicados a la caridad en la verdad, el clero, los religiosos y los líderes laicos son mucho más capaces de contribuir al crecimiento dela Iglesiay al avance de la sociedad hindú. Los distintos miembros dela Iglesiadarán testimonio del amor de Dios a la humanidad a medida que entren en contacto con el mundo, dando un sólido testimonio cristiano en la amistad, respeto y amor, y luchando no para condenar al mundo sino para ofrecerle el don de la salvación (cf. Jn 3,17). Alentad a todos los que participan en el ámbito educativo: sacerdotes, religiosos y laicos, a profundizar su fe en Jesucristo, crucificado y resucitado de la muerte. Ayudadles a llegar hasta su prójimo, para que, a través de su palabra y de su ejemplo, puedan proclamar mejor a Cristo como Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14,6).

Un importante testimonio de Jesucristo lo realizan los religiosos y religiosas de vuestro país, que a menudo son héroes desconocidos en la vida dela Iglesialocal. Pero más allá de sus trabajos apostólicos, los religiosos, con las vidas que llevan, son una fuente fructífera de espiritualidad para toda la comunidad cristiana. De la misma manera que se abren a la gracia de Dios, los religiosos y las religiosas inspiran a otros a responder con verdad, humildad y alegría a la invitación del Señor a seguirle.

Respecto a esto, mis queridos hermanos obispos, sé que sois conscientes de los muchos factores que inhiben el crecimiento espiritual y vocacional, especialmente entre la gente joven. Sin embargo, sabemos que sólo Jesucristo responde a sus anhelos más profundos y da un verdadero sentido a sus vidas. Sólo en Él nuestros corazones pueden encontrar reposo. Continuad, por tanto, hablando a la gente joven y animadles a considerar seriamente la vida consagrada o sacerdotal; hablad con sus padres sobre su papel indispensable en el fomento y apoyo a vocaciones de este tipo; y pedid a vuestra gente que rece al dueño de la mies a que mande más obreros (cf. Mt 9, 38).

Con estos pensamientos, queridos hermanos en el episcopado, os renuevo mis sentimientos de afecto y de estima. Os encomiendo a todos vosotros a la intercesión de María, Madre dela Iglesia. Asegurandomis oraciones a vosotros y a los que se han encomendado a vuestro cuidado pastoral, estoy contento de impartiros mi Bendición Apostólica como prenda de gracia y de paz en el Señor.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Reflexión a las lecturas del domingo veinticinco del Tiempo Ordinario - A, ofrecida por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL DÍA DEL SEÑOR"

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR.

 Domingo 25º del T. Ordinario A

                           

         A primera vista nos da la impresión de que aquellos jornaleros que protestaban tenían razón. No parece justo que el dueño de la viña trate por igual a todos los jornaleros: A los que han trabajado de sol a sol y a los que han llegado al caer la tarde. Ni siquiera que comience a pagarles a los últimos antes que a los primeros…

         Por eso es fundamental la aclaración del amo. “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete…”

         Me parece que esta parábola es fundamental para “entender” el corazón de Dios, el Padre del Cielo, que Jesús nos manifiesta con sus palabras y  sus obras…

         El domingo pasado hacía alusión a las enseñanzas de Juan Pablo II sobre la necesidad de introducir el perdón y la misericordia en la vida de la sociedad, constituida por seres humanos, débiles, frágiles, sujetos al desorden moral, al pecado…

         Hoy nos damos cuenta que esa ha sido siempre la forma de actuar de Dios. Y en Jesucristo alcanzará su punto culminante.

         Eso no podían entenderlo los fariseos y los escribas…, estrictos cumplidores de la Ley de Moisés…  Por lo menos, así se presentaban ellos… Y pensaban que la justificación era fruto de la Ley.

         Por eso ellos no podían entender lo del perdón y la misericordia. Y también por eso no pudieron comprender nunca que Jesús andara con los pecadores y comiera con ellos (Lc 15,2).

         Él podía brindarles la oportunidad de trabajar en su Viña, aunque fuera ya tarde. Y así llega la hora de Zaqueo (Lc 19,1-10) la de la pecadora de la casa de Simón, el fariseo (Lc 7,36-50), de la samaritana (Jn 4,5-42) y de tantos otros… Hasta la hora del buen ladrón, ya bien atardecido, al que le dice desde la Cruz: “Te lo aseguro: Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43).

         ¡Impresionante! Nosotros hemos tenido la inmensa fortuna de haber encontrado en el camino de nuestra existencia, a un Dios que es así…

         Por eso S. Pablo nos dejará bien claro que la gracia de la justificación “no se debe a vosotros sino que es un don de Dios ni se debe a las  obras para que nadie pueda presumir” (Ef 2, 8–9).

         Además la paga del Amo de la Viña es siempre desproporcionada a nuestros méritos. ¿No nos promete el Señor el ciento por uno y la vida eterna? (Mt 19,29).

         Hay un himno en la Liturgia de las Horas en el que le decimos al Señor:

                  “Al romper el día, nos apalabraste.

                  Cuidamos tu viña del alba a la tarde.

                  Ahora que nos pagas, nos lo das de balde,

                  que a jornal de gloria no hay trabajo grande"(Vísperas Lunes I)

         Y en estos domingos que estamos reflexionando sobre las enseñanzas de Jesucristo acerca de la vida de la comunidad, qué importante es, a la luz de esta parábola preciosa, que  nuestro corazón se parezca al corazón de Dios.

         Para que sepamos acoger con un inmenso cariño y comprensión a los que llegan tarde a trabajar en la viña…

         Para que nunca caigamos en la tentación “recordarle” a éste o a aquella que, en su día, llegó tarde…

         Para que tengamos la convicción firme de que el Amo está dispuesto siempre a acogernos en su viña a cualquier hora, incluso, en el atardecer del día, de la vida.

         Y ahora que estamos comenzando un nuevo curso también en  la comunidad cristiana, cuando nos disponemos, incluso, a estrenar un Proyecto Pastoral para los cuatro años siguientes, me parece que el Señor en persona, como en la parábola, anda por las calles de nuestros pueblos y ciudades diciendo a los que encuentra parados: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido”.

         Y cada cual tendrá que responder a esta invitación personal y directa, que nos hace el Señor a través de mil formas y descubrir cuál es el puesto de trabajo que nos tiene asignado en su Viña… Porque hay mucho que hacer… y no podemos ser de aquellos que se pasan  “el día entero sin trabajar”.

         La Eucaristía del domingo o de cada día es la mesa de la comunidad cristiana donde el Amo de la Viña reúne a sus obreros para que sea posible el trabajo y la vida.


Publicado por verdenaranja @ 16:56  | Espiritualidad
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ZENIT  publica el comentario al pasaje evangélico (Mateo 20, 1-16) de este domingo, 18 de septiembre, XXV del tiempo ordinario, redactado por monseñor Carlos Escribano Subías, obispo de Teruel y Albarracín.

Evangelio del domingo: El mejor jornal

El Evangelio de este domingo nos presenta de nuevo a Jesús enseñando a sus discípulos. Una vez más, utiliza una parábola para expresarse. Los personajes están muy definidos: un propietario y unos jornaleros, que representan a Dios y a cada uno de nosotros. El actuar del propietario nos deja entrever un deseo profundamente arraigado en el corazón de Dios: la llamada a colaborar con Él en la construcción de su Reino.


Un primer elemento, que a mi modo de ver es fundamental en este relato, es el hecho de que Dios cuente con nosotros y nos llame. Ser llamados se convierte en sí, en la primera recompensa. Nos da la oportunidad de trabajar con Él, en Él y para Él. Nos permite ponernos a su servicio, colaborar en su obra. Si uno se hace plenamente consciente de lo que esto significa, cualquier fatiga se verá recompensada.


Tan importante como el llamamiento será el analizar nuestra respuesta. En el caso de los jornaleros de la parábola, la respuesta es siempre positiva. Se ha producido una sintonía de intenciones. Dios ha calado en el corazón de aquellos hombres y se deciden a trabajar con Él. Es determinante descubrir el sentido real de la invitación del Señor y lo que significa. Aquellos que trabajan solo por el jornal y no descubren el amor como motivación última, no terminar de entender el sentido real de lo que están viviendo.


Interpretar de modo adecuado la situación y descubrir el inestimable tesoro que se nos presenta, exige amar al Señor y su Reino. Desde esta perspectiva podemos abordar el problema del salario que los jornaleros reciben. ¿Por qué todos reciben la misma paga? Sencillamente porque esta simboliza el don del amor de Dios, que culmina con la vida eterna. Pero desde el primer momento esa donación por parte de Dios, es plena: Dios ante la respuesta afirmativa del corazón del creyente, se da totalmente.


Una vez más la lógica de Dios, es distinta a la de los hombres. Sus planes no son nuestros planes. Entonces, ¿de qué estamos hablando cuando decimos que “Dios se nos da”? En el fondo es encontrarnos con él mismo, con su grandeza y amor, que se convierten para nosotros en un acontecimiento (Cfr. Deus Caritas Est nº1), a partir del cual ya nada es igual. El descubrir esa presencia y la relación que entonces se instaura, nos conduce a la vida plena.


San Mateo vivió en primera persona la experiencia que nos narra en el evangelio. Antes de que el Señor le llamase, era un cobrador de impuestos, es decir, un pecador público excluido de la viña del Señor. Pero todo cambia cuando Jesús, pasando junto a su mesa de impuestos, lo mira y le dice: "Sígueme". Mateo se levantó y lo siguió. De publicano se convirtió inmediatamente en discípulo de Cristo. De "último" se convirtió en "primero", gracias a la lógica de Dios, que —¡por suerte para nosotros!— es diversa de la del mundo.


También nosotros somos jornaleros llamados a trabajar en la viña del Señor. Sabemos cual es nuestra paga y recompensa. Descubramos el gran don del amor de Dios.


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Viernes, 16 de septiembre de 2011

Homilía de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 23º domingo durante el año (4 de septiembre de 2011). (AICA)

LA CORRECCION FRATERNA         

Creo que es justo afirmar, que se va dando un fortalecimiento de la comunión de bienes y de la solidaridad en nuestras comunidades. Fruto de esta práctica viven muchas actividades que desarrollamos en la acción evangelizadora dela Iglesiay en la promoción humana. También lo podemos apreciar a esto en la misma sociedad civil, donde por diferentes fragilidades sociales, dichas formas solidarias entre familiares y amigos permiten que muchos puedan sobrevivir.

El texto del Evangelio de este domingo (Mt.18, 15-20), hace referencia a otra forma de solidaridad enraizada en el amor, que es la “corrección fraterna”: “Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano” (Mt.18, 15). Lamentablemente nos ejercitamos poco en la corrección fraterna. Corregir con caridad a un hermano, amigo o a alguien que anda por mal camino, es siempre fruto del amor y poner en práctica esta enseñanza del Evangelio puede tener inmediatas consecuencias sociales. Desde ya que solamente una corrección puede ser eficaz si está hecha con humildad y no con soberbia.

Por el contrario la práctica habitual es “hablar mal de los demás”; con mucha facilidad “sacamos el cuero”, sin reparar el daño que podemos estar haciendo a la persona y el mal ambiente que generamos con este tipo de comentarios. “Sacar el cuero”, sin haber corregido fraternalmente a solas a alguien, habitualmente nos lleva a cometer un pecado que se denomina “difamación”. Empeoramos la cosa, cuando “sacamos el cuero” y estamos mintiendo o suponiendo algo de un tercero y éste es inocente. En este caso el pecado se llama “calumnia”. En el primer caso, “la difamación”, es quitar la fama a alguien sin haberlo ayudado a cambiar. En el segundo, “la calumnia”, es un pecado más grave aún, porque quita la fama al otro injustamente, sin que el otro tenga culpa alguna.

En muchas oportunidades hemos reflexionado sobre la necesidad de insertar el Evangelio en la vida cotidiana. Para vivir la santidad no es necesario hacer cosas extraordinarias y llamativas. He aquí un ejemplo concreto que nos propone el Evangelio de este domingo, sobre el ejercicio de la corrección fraterna y de no difamar o calumniar a los demás. Debemos señalar con dolor que este pedido del Señor sobre la “corrección fraterna” es una práctica casi inexistente en nuestras comunidades cristianas y en la sociedad civil donde abunda el pecado de difamación y de calumnia y es poco frecuente escuchar hablar de los méritos y dones del prójimo.

Considero indispensable que en nuestro tiempo donde hay tantos malos ejemplos, seamos capaces de resaltar que hay muchos, muchísimos hombres y mujeres, sean educadores, amas de casa, periodistas, políticos, consagrados, sacerdotes, que son verdaderos testimonios de santidad, sin necesidad de hacer cosas que llamen la atención. Compromisos de vida que son fecundos y construyen desde la santidad en lo cotidiano.

Es cierto que poner estos modelos de santidad, los de la vida cotidiana, seguramente no sirve a ciertos medios de comunicación que siempre buscan rating desde el sensacionalismo. Pero también hay que subrayar que si el sensacionalismo, la difamación y la calumnia venden, es porque hay muchos que lo consumen.

El sacar el cuero, difamar y calumniar forman parte de “la inteligencia del Mal”, que busca convencernos que el mundo “fue y será una porquería... en el 2000 también”, como recita el tango, o bien que mejorar es imposible. Esta postura es fatal porque lleva a cruzarnos de brazos o peor bajarlos, matando todo tipo de ideal. Los cristianos tenemos la certeza que a pesar de todo “la vida” triunfa sobre la muerte y esto nos anima a trabajar para mejorar nosotros y nuestro mundo.

En este domingo el Señor nos pide que para corregir este flagelo de “sacar el cuero, la difamación y la calumnia”, practiquemos “la corrección fraterna”: “Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano” (Mt.18, 15). Si bien la comunión de bienes y la solidaridad es una forma concreta del amor cristiano, desde ya que la corrección fraterna también lo es.

¡Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo! 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas 


Publicado por verdenaranja @ 22:46  | Homil?as
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Saludo de monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario, enla Fiesta dela Natividad dela Virgen y Día dela Vida Consagrada (8 de septiembre de 2011). (AICA)

NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA- DÍA DE LA VIDA CONSAGRADA          

Queridos consagrados y consagradas

Deseo felicitarlos en su día. Al contemplar la vida de nuestra Iglesia diocesana, debemos dar gracias a Dios por la presencia de quienes contando con la gracia quieren seguir totalmente a Cristo y a su Reino, siguiendo un estilo de vida, y un carisma propio que enriquece la consagración a Dios y al Evangelio.

La vida religiosa es una necesidad y un signo de esperanza. Una necesidad, porque , como nos dice Benedicto XVI en el Mensaje de Aparecida: "... en un mundo que busca ante todo el bienestar, la riqueza, y el placer como objetivo de la vida  y que exalta la libertad prescindiendo de la verdad sobre el hombre creado por Dios, ustedes son testigos de que hay una manera diferente de vivir con sentido; recuerden a sus hermanos y hermanas que el reino de Dios ya ha llegado; que la justicia y la verdad son posibles si nos abrimos a la presencia amorosa de Dios..." (13.V.2007, N º 5).

Una esperanza, porque su oración y su presencia evangelizadora en nuestros barrios, en las escuelas, en las capillas y parroquias, nos permiten vislumbrar entre nosotros el Reino de Dios, ya iniciado por la venida de Jesús, y que esperamos con confianza su plenitud  pidiendo cada día  "que venga tu Reino".

Por ello quisiera pedir a todos los religiosos y religiosas a renovar la esperanza  en Cristo, escuchando la Palabrade Dios, y mediante una estrecha unión enla Eucaristía, sabiendo que “Cristo en medio de nosotros es la esperanza de gloria”. La Eucaristía, manifestación viva de nuestra esperanza,  es el centro de la vida consagrada, personal y comunitaria, en la que el Señor se entrega como Pan "partido" y Sangre "derramada" para que todos tengan puesta en Él, la verdadera esperanza.

Hoy más que nunca, el llamado a la vida religiosa y a la fidelidad a los consejos evangélicos es motivo de una gran esperanza parala Iglesiay también para nuestra Arquidiócesis. Por ello deseo saludarlos en este día por su consagración, y por ello concelebraré la Misade esta tarde por sus intenciones enla Parroquia Maríade Nazaret, para que esta comunidad parroquial, en uno de los barrios de la periferia dela Iglesiaarquidiocesana, que celebra el día dela Virgen, también pueda sentirse enriquecida con la participación de muchos de ustedes, como un signo de su presencia en esta Iglesia arquidiocesana y de la obra que realizan. 

Mons. José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario 


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Jueves, 15 de septiembre de 2011

ZENIT  nos ofrece la catequesis que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro para la Audiencia General para el miércoles 7 de  Septeimbre de 2011. Dicha catequesis continúa el ciclo sobre la oración.

Queridos hermanos y hermanas,

retomamos hoy las Audiencias en la Plaza de San Pedro y la “escuela de oración” que estamos viviendo juntos en estas catequesis de los miércoles; quisiera comenzar meditando sobre algunos Salmos que, como decía el pasado junio, forman el “libro de oración” por excelencia. El primer Salmo sobre el que me detengo, es un Salmo de lamento y de súplica imbuido de una profunda confianza, en el que la certeza de la presencia de Dios es el fundamento de la oración que se produce en una condición de extrema dificultad del orante. Se trata del Salmo 3, que la tradición judía atribuye a David en el momento en que este huye de Absalón (cfr. v.1). Es uno de los episodios más dramáticos y sufrientes de la vida del rey, cuando su propio hijo usurpa el trono real y lo obliga a abandonar Jerusalén para salvar la vida (cfr. 2ª Sam, 15 ss). La situación de angustia y de peligro experimentada por David es el telón de fondo de esta oración y ayuda a su comprensión, presentándose como la situación típica en el que un Salmo se recita. En el grito del Salmista todo hombre puede reconocer estos sentimientos de dolor, de amargura, a la vez que de confianza en Dios que, según la narración bíblica, acompañó a David en su huida de la ciudad.
El Salmo inicia con una invocación al Señor:

“ Señor, ¡qué numerosos son mis adversarios, cuántos los que se levantan contra mí! ¡Cuántos son los que dicen de mí: 'Dios ya no quiere salvarlo'!( v. 2-3).

La descripción que hace el salmista de su situación está marcada, por tanto, de tonos fuertemente dramáticos. Tres veces afirma la idea de la multitud -“numerosos”, “cuántos”, “cuántos”- que en el texto original se realiza con la misma raíz hebrea, para destacar más aún la enormidad del peligro, de modo repetitivo, casi machaconamente. Esta insistencia en el número y grandeza de los enemigos sirve para expresar la percepción, por parte del Salmista, de la desproporción total existente entre él y sus perseguidores, una desproporción que justifica y razona la urgencia de su petición de ayuda: los opresores son muchos, tienen el control de la situación, mientras que el orante está solo e indefenso, a merced de sus agresores. Y la primera palabra que el Salmista pronuncia es “Señor”; su grito comienza con la invocación a Dios. Una multitud surge y se levanta contra él, provocándole un miedo que aumenta la amenaza haciéndola parecer todavía más grande y terrible; pero el Salmista no se deja vencer por esta visión de muerte, sino que mantiene firme su relación con el Dios de la vida y es a Él a quien se dirige, en primer lugar, buscando ayuda. Sin embargo, los enemigos intentan también destruir este vínculo con Dios y socavar la fe de su víctima. Estos insinúan que el Señor no puede intervenir, afirman que ni Dios puede salvarlo. La agresión, por tanto, no es sólo física, sino que afecta además a la dimensión espiritual: “Dios ya no quiere salvarlo” -dicen-, agrediendo el núcleo central del alma del Salmista. Es la última tentación que sufre el creyente, la tentación de perder la fe, la confianza en la cercanía de Dios. El justo supera la última prueba, permanece firme en la fe, en la certeza de la verdad y en la confianza plena en Dios. Así encuentra la vida y la verdad.

Me parece que el Salmo nos afecta personalmente: son muchos los problemas en los que sentimos la tentación de que Dios no me salva, no me conoce, quizás no tiene la posibilidad; la tentación contra la fe es la última agresión del enemigo, y debemos resistirla porque así nos encontramos con Dios y encontramos la vida.

El Salmista de nuestro Salmo está llamado, por tanto, a responder con la fe a los ataques de los impíos: los enemigos -como he dicho- niegan que Dios pueda ayudarlo, él, sin embargo, Le invoca, Le llama por su nombre, “Señor”, y después se dirige a ÉL con un “tú” enfático, que expresa una relación firme, sólida y recoge en sí la certeza de la respuesta divina: “Pero Tú eres mi escudo protector y mi gloria, tú mantienes erguida mi cabeza. Invoco al Señor en alta voz, y él me responde desde su santa Montaña” (v. 4-5).
La visión de los enemigos desaparece ahora, no han vencido porque quien cree en Dios está seguro que Dios es su amigo: queda sólo el “Tú” de Dios; a los “muchos” se contrapone uno sólo, pero que es mucho más grande y potente que muchos adversarios. El Señor es ayuda, defensa, salvación; como escudo protege a quien confía en Él, haciéndole levantar la cabeza con gesto de triunfo y de victoria. El hombre ya no está solo, lo enemigos ya no son tan imbatibles como parecían, porque el Señor escucha el grito del oprimido y responde desde el lugar de su presencia, desde su monte santo. El hombre grita en la angustia, en el peligro, en el dolor; el hombre pide ayuda y Dios responde. Este entrelazarse el grito humano y la respuesta divina es la dialéctica de la oración y la clave de la lectura de toda la historia de salvación. El grito expresa la necesidad de ayuda e interpela a la fidelidad del otro; gritar quiere decir hacer un gesto de fe a la cercanía y disponibilidad del Dios que escucha. La oración expresa la certeza de una presencia divina ya experimentada y creída, que se manifiesta plenamente en la respuesta salvífica de Dios. Esto es importante: que en nuestra oración esté presente la certeza de la presencia de Dios. Así el Salmista, que se siente asediado por la muerte, confiesa su fe en el Dios de la vida que, como escudo, lo rodea de una protección invulnerable; quien pensaba estar perdido puede levantar la cabeza porque el Señor lo salva; el orante, amenazado y humillado, está en la gloria porque Dios es su gloria.

La respuesta divina que acoge la oración da al Salmista una seguridad total; termina también el miedo y el grito se aquieta en la paz, en una profunda tranquilidad interior: “Yo me acuesto y me duermo, y me despierto tranquilo porque el Señor me sostiene. No temo a la multitud innumerable, apostada contra mí por todas partes” (v. 6-7).

El orante, incluso en medio del peligro y de la batalla, puede dormir tranquilo en una actitud inequívoca de abandono confiado. A su alrededor los adversarios acampan, lo asedian, son muchos, se yerguen contra él, se burlan y tratan de derribarlo, pero él, sin embargo, se acuesta y duerme tranquilo y sereno, seguro de la presencia de Dios. Y al despertar, encuentra a Dios a su lado, que como guardián no duerme (cfr Sal 121,3-4), que lo sostiene, le sujeta la mano, no lo abandona nunca. El miedo a la muerte es vencido por la presencia de Aquel que no muere. Es justo la noche, poblada de miedos ancestrales, la noche dolorosa de la soledad y de la espera angustiosa, que se transforma: Lo que evoca a la muerte se convierte en presencia del Eterno.

A la visión del asalto enemigo, enorme, imponente se contrapone la invisible presencia de Dios, con toda su invencible potencia. Y es a Él al que, de nuevo, el Salmista, después de sus frases de confianza, dirige su oración: “¡Levántate, Señor! ¡Sálvame, Dios mío!”(v. 8a). Los agresores “se levantaban” contra su víctima, pero el que, sin embargo, “se levantará” es el Señor y lo hará para destruirlos. Dios lo salvará respondiendo a su grito. Por esto el Salmo se cierra con la visión de la liberación del peligro que mata y de la tentación que puede hacernos perecer. Después de la petición dirigida al Señor para que se levante y nos salve, el orante describe la victoria divina: los enemigos, que con su injusta y cruel opresión, son símbolo de todo lo que se opone a Dios y a su plan de salvación, son derrotados. Golpeados en la boca, no podrán agredir más con su violencia destructiva y no podrán insinuar el mal de la duda sobre la presencia y acción de Dios: su hablar insensato y blasfemo es desmentido finalmente y reducido al silencio por la intervención salvífica de Dios (cfr v. 8bc). Así el Salmista puede concluir su oración con una frase con las connotaciones litúrgicas que celebra, en la gratitud y alabanza, al Dios de la vida: “¡En ti, Señor, está la salvación,y tu bendición sobre tu pueblo!” (v.9).

Queridos hermanos y hermanas, el Salmo 3 nos presenta una súplica llena de confianza y consuelo. Rezando este Salmo podemos hacer nuestros los sentimientos del Salmista, figura del justo perseguido que en Jesús encuentra su cumplimiento. En el dolor, en el peligro, en la amargura de la incomprensión y de la ofensa, las palabras del Salmo abren nuestro corazón a la certeza consoladora de la fe. Dios está siempre cerca -también en las dificultades, en los problemas, en las tinieblas de la vida- escucha, responde y salva a su modo. Pero es necesario saber reconocer su presencia y aceptar sus caminos, como David huyendo humillado de su hijo Absalón, como el justo perseguido del Libro dela Sabiduría, como el Señor Jesús en el Gólgota. Y cuando, a los ojos de los impíos, Dios parece no intervenir y el Hijo muere, entonces es cuando se manifiesta a todos los creyentes la verdadera gloria y el cumplimiento definitivo de la salvación. Que el Señor no dé fe, nos ayude en nuestra debilidad y nos haga capaces de creer y de rezar en toda angustia, en las noches dolorosas de la duda y en los largos días de dolor, abandonándonos con confianza a Él, que es nuestro “escudo” y nuestra “gloria”. Gracias.

[En español dijo:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de la parroquia de San Francisco Javier, de Oviedo; ala Coral MédicaPedro Pérez Velásquez y al Coro Juvenil Cultural, dela Universidad Centralde Venezuela; ala Orquesta SinfónicaJuvenil "Batuta", de Bogotá, así como a los demás grupos provenientes de España, Costa Rica, El Salvador, Venezuela, Argentina, México y otros países Latinoamericanos. Invito a todos a vivir, ante cualquier adversidad, una absoluta confianza en Dios de quien procede toda bendición. Muchas gracias.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Boletín 447 

LAS NOTICIAS AMPLIADAS PUEDEN VERLAS ENTRANDO EN NUESTRO BLOG. Textos, sonidos, e imágenes los tienen en: http://www.comunicacionobispadodetenerife.blogspot.com/ 

Para consultar on line el PDP 2011-2015, el tríptico informativo, y la guía de lectura y aplicación, se puede hacer entrando en la página web: www.obispadodetenerife.es 

El próximo lunes, 19 de septiembre, enLa Gomerase inician las reuniones del Obispo y sus vicarios por las distintas vicarías de la diócesis. El martes es el turno para El Hierro, el miércoles paraLa Palmay el sábado para vicaría deLa Laguna. 

Por otro lado, el vicario general, Antonio Pérez ha iniciado la presentación del PDP a los agentes de pastoral de los distintos arciprestazgos. Esta iniciativa comenzó el pasado martes en Icod de Los Vinos y este viernes será el turno para el arciprestazgo de Granadilla. En este punto, es preciso recordar que en todas las misas del sábado 24 y domingo 25 de septiembre, se realizará la celebración parroquial de recepción del Plan Diocesano de Pastoral. 

El jueves 15 se reunió la permanente del consejo presbiteral y del consejo diocesano de pastoral a fin de preparar las primeras plenarias del curso de ambos organismos. 

Por su parte, el sábado 17, en la Casa de la Iglesia, están convocados los coordinadores arciprestales de catequesis. A los mismos se les entregará el material para el venidero día de la catequesis a celebrar el domingo 9 de octubre. Igualmente, trabajarán en la concreción del PDP en el departamento de catequesis. 

El cardenal Carlos Amigo Vallejo ha estado ofreciendo una preparación espiritual a las monjas concepcionistas de Garachico en la víspera de la clausura del Año Jubilar con motivo de los 500 años de la aprobación de la regla. El sábado, 17 de septiembre, a las 18:00 horas, se celebrará la eucaristía solemne presidida por Carlos Amigo y concelebrada por el obispo, Bernardo Álvarez. 

Asimismo, el sábado 17 de septiembre, en la Domus Mariae de San Pedro de Daute, en Garachico, el cardenal Carlos Amigo impartirá un retiro espiritual para todos los que lo deseen. Será de 9:30 a 18:00 horas. Para más información: 922 830 244/ 674 668 990 

El templo de Nuestra Señora de La Concepción, Sede Catedralicia, acogió, en la mañana del 14 de septiembre, a muchas personas llegadas de diferentes puntos de la isla, para celebrar el día grande de las fiestas en honor del santísimo Cristo de La Laguna. La eucaristía estuvo presidida por el obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez y concelebrada por el obispo de Osma-Soria, Gerardo Megar, el cual fue el encargado de realizar la homilía. El prelado expresó que “debemos tener la mirada siempre fija en este Cristo que entrega su vida por nosotros. Sólo así podremos desarrollar sus mismas actitudes. Mirándolo a él nuestra mirada también se dirigirá a los pobres y necesitados”. 

El pasado miércoles, el rotativo Diario de Avisos publicó un especial sobre las fiestas del Cristo 2011. En el mismo recoge dos páginas de una entrevista al Obispo cuyo titular es: "El Cristo lagunero es un símbolo para creyentes y no creyentes". Ciertamente, afirma Bernardo Álvarez, son unas fiestas singulares marcadas por la identidad histórica –pasada y presente- de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna y que tienen amplia resonancia no sólo en Tenerife sino en toda Canarias. 

El Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC) y el Seminario llevará a cabo el acto de apertura de curso el lunes, 3 de octubre, en el Seminario Diocesano. A las 19:00 horas el obispo presidirála Eucaristíaen la capilla del centro. Posteriormente se iniciará la sesión académica. Por otro lado, cabe resaltar que el “Día del ISTIC” se celebrará tanto el 17 como el 18 de septiembre. 

Toda la oferta formativa del Instituto de Teología Islas Canarias, sede en Tenerife para el curso académico 2011-2012 se puede consultar en www.cettenerife.org/ 

Por cierto, el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC, presenta este jueves 15 “El Cristo de Tacoronte, icono dela Fe”, la nueva obra del periodista y licenciado en Ciencias Religiosas, Jesús Marrero. El acto tendrá lugar en el Santuario del Cristo de Tacoronte, a partir de las 19,00 horas. 

Del 19 al 22 de septiembre se desarrollará un nuevo cursillo para catequistas bajo el lema “Discípulos y Misioneros parala Nueva Evangelización”. La inscripción para el mismo se puede realizar en el Seminario o en la propia delegación de Catequesis. El horario será de16.30 a20 horas. 

Los departamentos de Catequesis de Adultos de la Diócesis Canariense y de la Diócesis Nivariense, han elaborado un material para la catequesis de adultos de inspiración catecumenal. El mismo perteneciente a la etapa 1, pre catequesis, se puede adquirir contactando con el departamento de catequesis de la diócesis. Este proceso se ha venido implementando desde hace años y ahora, actualizado, adquiere un mejor formato para su uso. 

Organizado por la Delegación de Familia y Vida, con la colaboración de la Fundación Desarrollo y Persona, entre el mes de octubre y diciembre (21-21/10, 25-26/11 y 16-17/12) tendrá lugar un curso para monitores de educación afectiva y sexual. A través de él se pretende capacitar a padres y educadores para que conociendo y comprendiendo las diversas etapas del desarrollo psico-sexual, puedan acompañar la educación para el amor, tanto en la familia como en la escuela. El plazo de matrícula es hasta el 14 de octubre. Las inscripciones las pueden escribiendo un correo a [email protected] o llamando a los teléfonos de los delegados: Ana y Juan Jesús (690.373.649 o 639.083.782) 

Según informa el departamento diocesano de pastoral juvenil, el viernes 30 de Septiembre, en la Basílica de Candelaria, a los pies de la Madre y bajo la guía del pastor Bernardo Álvarez, tendrá lugar la Misa de Acción de gracias por los frutos de la JMJ. Una celebración no solo destinada a los jóvenes peregrinos diocesanos que participaron, sino a todo aquella persona, joven o no, que lo desee. 

La comunidad de monjes del Instituto del Verbo Encarnado, del monasterio Nuestra Señora del Socorro en Güímar, ha invitado a quien lo desee, al décimo aniversario de la fundación del monasterio. Será el próximo 2 de octubre. A las 16:15 hs. tendrá lugar la conferencia sobre la vida Contemplativa, a cargo de Gonzalo Ruiz Freites, Vicario General del I.V.E, y a las 19:00 hs. se celebrarála  Misaen Acción de gracias, presidida por Mons. Bernardo Álvarez. 

Cáritas Diocesana de Tenerife celebrará la II FIESTA SOLIDARIA DEL SUR DE TENERIFE, el próximo sábado 8 de octubre, a las 20:00 horas, en el Palacio de Congresos de Adeje, (MAGMA ARTE & CONGRESOS).Esta gala consistirá en una cena y un gran espectáculo que contará con la actuación estelar de varios artistas canarios como Pepe Benavente, la orquesta Maquinaria Band y Ni un Pelo de Tonto entre otros. 

El joven Alberto Vergara ha sido ordenado presbítero en la iglesia de la Inmaculada de Getafe por el Obispo, Joaquín María López. Vergara pertenece a la Orden de los Padres Escolapios de la Tercera Demarcación, el cual se encuentra actualmente en las "Escuelas Pías" (Quisisana), en Santa Cruz de Tenerife. Además es miembro de la delegación diocesana de pastoral con jóvenes. La primera Eucaristía de Alberto Vergara en Tenerife será el 2 de octubre, a las 12:00 horas, en la capilla del colegio "Escuelas Pías", en Santa Cruz de Tenerife. 

Dos expertas del Área de Cooperación Internacional de Cáritas Española, que están realizando una visita de una semana de duración al Cuerno de África con el objetivo de evaluar en el terreno cuál está siendo la respuesta de la red Cáritas a las necesidades de los damnificados por la hambruna en esa región, han participado en una operación de distribución de agua y de pastillas potabilizadoras en la población de Hungai, en la provincia de Wajir, al noroeste de Kenia. 

Una emotiva eucaristía se celebró el domingo 11 de septiembre en la iglesia de San Fernando Rey de Santiago del Teide a la que asistieron numerosos feligreses y con la que se pretendía rendir un homenaje al sacerdote José Luis García Hernández quien tras 25 años de servicio se despide de estas comunidades. 

El jueves, 15 de septiembre, a las 20:00 horas, en la parroquia de San Juan Bautista (La Orotava), tendrá lugar la Eucaristía en honor a María en sus Dolores Gloriosos. La Venerable Cofradía de Damas de la Santísima Virgen de Gloria es la única de rama femenina en la Villa de la Orotava y nació bajo la tutela del presbítero y canónigo de la Santa Iglesia Catedral de La Laguna, Domingo Hernández González, a principios de 1955. 

Con motivo de las Fiestas Patronales en honor a San Miguel Arcángel, en San Miguel de Abona, la Parroquia ha organizado una marcha-peregrinación a la Cueva del Santo Hermano Pedro (El Médano). La marcha tendrá lugar el sábado 17 de Septiembre, con salida desde las 8 de la mañana desde el templo de S. Miguel por el trayecto de la Carretera de los Abrigos, donde se irán incorporando las respectivas parroquias del municipio. Está prevista la celebración de la Eucaristía sobre las 12 del mediodía.


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COMINGO25DEL TIEMPOORDINARIO - A
18 de Septiembre de 2011

El Dios de la paz esté con todos vosotros.

- Hemos empezado ya un nuevo curso. El inicio de cualquier actividad es siempre un buen momento para hacer planes para el futuro, para retomar el trabajo con aliento renovado, para volver a empezar con ilusión, para revisar el pasado y hacer propósitos de mejorar. Y eso lo podemos aplicar también a nuestra vida de fe. El nuevo curso tendría que llevarnos a una renovación en profundidad de nuestra vida cristiana, personal y comunitaria. Que la Eucaristía de este domingo nos anime y nos ayude en este camino.

A. penitencial: En silencio, pongámonos ante Dios.

- Tú, que eres generoso en perdonar nuestras culpas: SEÑOR, TEN PIEDAD.

- Tú, que atiendes la súplica de los que te invocan. CRISTO, TEN PIEDAD.

- Tú, que muestras tu ternura a los que reconocen su pecado: SEÑOR, TEN PIEDAD

1. lectura (lsaías 55,6-9): El profeta es el hombre que, en nombre de Dios, invita al pueblo a la conversión, al cambio del corazón. Ante todo lo que Dios ha hecho en favor de su pueblo, Israel no puede menos que corresponder cambiando su estilo de vida. Esta tendría que ser también siempre nuestra actitud.

2. lectura (Filipenses 7,20c-24.27a): Pablo, desde la cárcel, escribe esta carta que leeremos durante unos cuantos domingos. Como tantas otras veces, el apóstol abre su corazón a sus hijos en la fe y les expresa cuáles son sus sentimientos y, sobre todo, cuáles son las motivaciones profundas que dan senti10 a su vida.

 Oración universal: Oremos a bias nuestro Padre para que  su amor, su paz, su luz, transformen nuestras vidas y las de todos nuestros hermanos. Oremos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE. 

Por todos los cristianos: que seamos siempre buenos trabajadores de la viña del Señor. Oremos

Por nuestro obispo y por todos los obispos de nuestro país. Que en toda ocasión den testimonio de la Buena noticia de Jesús, y ayuden a que crezca entodos los ciudadanos el espíritu de concordia y de fraternidad. Oremos

Por los que colaboran en entidades y asociaciones al servicio de la justicia, la paz y la igualdad. Que Dios les bendiga, y encuentren el apoyo que necesitan en su labor. OREMOS:

Por los campesinos. Quel vean su esfuerzo más reconocido y valorado, y puédan vivir dignamente de su trabajo. OREMOS:

Por ...   OREMOS:

Por nosotros, los que nos hemos reunido en esta Eucaristía. Que abramos nuestros corazones para recibir el amor y la gracia del Señdr. OREMOS:

Padrenuestro: Como Jesús nos enseñó, ahora, antes de participar de su mesa, nos atrevemos a decir:

 

CPL


Publicado por verdenaranja @ 18:03  | Liturgia
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Mi?rcoles, 14 de septiembre de 2011

El próximo viernes 9 de setiembre, a las 18, en la iglesia Santa Felicitas (Isabel la Católicay Pinzón, del barrio porteño de Barracas), el presbítero Dante Galleazzi, rector del templo, presidirá una misa para recordar al beato Federico Ozanam, quien el 23 de abril de 1833 fundó junto con otros jóvenes la Sociedad SanVicente de Paúl. (AICA)


     Federico Ozanam nació en Milán el 23 de abril de 1813 y con tan solo 20 años fundó en París, Francia, esa organización considerada la primera de laicos al servicio de la promoción de los más necesitados dentro de la Iglesia, modelo de formadora de cristianos comprometidos.

     Fue un destacado pensador y hombre de acción, de enorme trascendencia, por lo que fue considerado un apóstol de la caridad y la reconciliación.

     Su deseo de "encerrar al mundo, en una red de caridad" está hoy presente en 148 países de los distintos continentes.

     Laico, esposo, padre de familia, doctor en Derecho y Literatura, profesor católico de La Sorbona, precursor de la Democracia Cristiana y de la encíclica "Rerum novarum" de León XIII.

     Murió en París el 8 de setiembre de 1853, día de la Natividad de María, a quien tomó como Madre y Guía.

    Antes de ser sacerdote, Karol Wojtyla fue un joven vicentino en su Polonia natal, y ya como Juan Pablo II, el 22 de agosto de 1997, en el marco dela Jornada Mundial dela Juventud, de París, beatificó a Ozanam y lo presentó como ejemplo de cristiano comprometido.


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Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9 (3 de septiembre de 2011). (AICA)

MONSEÑOR VICENTE F. ZAZPE                

Hoy, 3 de septiembre, se cumple el 50° aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Vicente Faustino Zazpe. Nos corresponde como santafesinos tener un recuerdo especial de gratitud a la persona y ministerio de quien fuera nuestro pastor. Fue ordenado Obispo en Buenos Aires el año 1961 y nombrado primer obispo de Rafaela, donde le tocó la tarea de iniciar la vida de una diócesis. Durante ese tiempo participó del Concilio Vaticano II, siendo una figura destacada por sus intervenciones.

En 1968 es nombrado obispo coadjutor del Cardenal Fasolino y luego, en el año 1969, asume como Arzobispo de Santa Fe dela Vera Cruzhasta su muerte el año 1984, donde fue sepultado enla Iglesia Catedral.La riqueza de su magisterio nos llevó a iniciar la publicación de sus escritos, no sólo como homenaje a su persona sino, y sobre todo, para mantener viva sus enseñanzas y compromiso de vida.

Fue un pastor que amó ala Iglesia y al hombre de su tiempo. Para él esto era asemejarse espiritualmente a Jesucristo, el Buen Pastor. Nos dejó de esta verdad un testimonio que hoy queremos recordar y agradecer. Como pastor siempre estuvo presente, diría que su vida fue una presencia calificada por el servicio. Esta actitud lo llevó a trascender los límites de su pastoreo al interno dela Iglesia, para salir e ir al encuentro y acompañar a todos los hombres que para él eran sus hermanos e hijos en el ministerio episcopal, sobre todo si vivían situaciones difíciles. He recibido varios testimonios agradecidos de personas que estando presos, en los tiempos de la represión me decían, Mons. Zazpe nos visitaba.

Esta actitud de amor a sus hermanos en momentos difíciles, fue una nota en su episcopado. Lo mismo su palabra en defensa de los derechos humanos, como de cercanía con quienes vivían situaciones de pobreza, aunque le costaran algunas críticas mezquinas e injustas. Era sensible y sufrió por estos juicios. Creo que el tiempo ha sabido reconocer la autenticidad de su palabra y el compromiso de su ministerio.

Tampoco fueron tiempos fáciles al interno de la Iglesia. El concilio Vaticano II fue un momento de reflexión y de “aggiornamento” en la vida dela Iglesia. Comohombre del Concilio pienso que lo marcó profundamente, lo dije en una oportunidad, la figura de Pablo VI, el papa del diálogo (Ecclesiam Suam) y de la evangelización (Evangelii Nuntiandi). Fue una época de cambios donde abundaron los reformadores apresurados que oponían dialécticamente cosas que enla Iglesiaeran complementarias, creando reacciones que impedían comprender y vivir la riqueza de lo nuevo como eran las propuestas y los gestos del Concilio.

En este contexto lo recuerdo a Mons. Zazpe como un hombre de Iglesia abierto a lo nuevo sin caer en lo novedoso. Fue un hombre de su tiempo que no corta con el pasado, pero que supo abrirse con entusiasmo y compromiso a lo nuevo. Esto hizo de él un referente claro y comprometido de ese tiempo conciliar. Importaba conocer, recuerdo, lo que él decía, su palabra era esperada. Esta actitud de fidelidad a la tradición y de apertura enla Iglesiaa lo nuevo, como de cercanía y defensa de la dignidad humana no siempre fue comprendida, es más, creo que ello fue parte de su cruz como pastor.

Un signo de reconocimiento a su persona y del valor actual de su pensamiento lo veo en el recuerdo que guarda la sociedad santafesina de su persona y lo ha querido homenajear poniendo su nombre a calles, barrios, escuelas…., como al leer sus escritos y charlas dominicales que siguen conservando su vigencia e iluminando con su reflexión los problemas de hoy.

Creo que esta actualidad se debe a que sus reflexiones tenían su fuente en el Evangelio y su mirada, libre de ideologías, puesta en el hombre concreto con sus angustias y esperanzas. Frente a esta realidad se sentía interpelado y su preocupación era poder responder como pastor, y desde el evangelio, a quienes él estaba llamado a servir. En esto veo también para nosotros, como obispos, una enseñanza y testimonio siempre actual.

Hoy, al cumplirse el 50° aniversario de su ordenación episcopal celebraréla Santa Misaenla Iglesia Catedral, en la cual él ejerció su ministerio de Padre y Pastor de nuestra Iglesia santafesina, luego, y ante su tumba, rezaré por su eterno descanso. Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y nuestra Madre de Guadalupe. 

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe dela Vera Cruz 


Publicado por verdenaranja @ 22:53  | Hablan los obispos
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Reflexión para la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, ofrecida  por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero.

EXALTACION DE LA SANTA CRUZ

DIA DEL CRISTO DE LA LAGUNA

 

Hoy en La Laguna es la Fiesta del Stmo. Cristo. Y en La Laguna y en toda la Iglesia es también fiesta, porque celebramos La Exaltación de la Santa Cruz.

Pero, ¿cómo podemos exaltar una cruz, instrumento muy antiguo de muerte, de vergüenza, de afrenta?

S. Pablo nos dirá que “Cristo por nosotros se hizo un maldito. Porque está escrito: Maldito el que cuelga de un madero”.

¡Eh ahí la cruz, signo de muerte y de infamia!

Sin embargo, está escrito: “Para los que aman a Dios todo les sirve para el bien”. Del sufrimiento, el mal, la misma muerte puede extraerse algún bien. Ya dice el refrán: “No hay mal que por bien no venga”.

 Por eso en la hora del sufrimiento, tendríamos que preguntarnos: ¿Y qué bien querrá el Señor que saquemos de tanto mal?

Jesucristo es el cumplimiento de la Palabra escrita.

Por eso ¡Nadie como Él ha sabido sacar bien del mal!

“¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo…!” gritaban aquel día en Casa de Pilato.

Desde entonces el Señor es “El Crucificado” por excelencia.

Pero, por su Pasión y Muerte, terrible e ignominiosa, y por su Resurrección gloriosa, obtiene para todo el mundo los bienes de la salvación.

Salvación que significa liberación del pecado, de la muerte y del mal. Que es un torrente de vida divina, de dicha y felicitad en el tiempo y en la eternidad. Que es anuncio de liberación integral para todo hombre oprimido por cualquier tipo mal. Que es…

De aquel día cambió de significado la cruz.

Después de la muerte de Cristo no se abolió la crucifixión.

Pero la cruz quedó  ya herida de muerte. Porque la misma cruz había cambiado de significado: Vida, Salvación, Dicha verdadera… Raíz  y fundamento de toda esperanza, estimulo y aguijón del amor que se entrega.

Por eso se han hecho cantos, himnos, poemas a la “Santa Cruz” Y hay una fiesta en la que se exalta la Santa Cruz. Es la que hoy celebramos. Y a la luz  de esta fiesta se celebran en toda la Isla de Tenerife las “fiestas del Cristo”.

Es una fiesta muy antigua. Su luz bienhechora ha cruzado, radiante, toda la historia de la cristiandad. Está vinculada a la Dedicación en Jerusalén de dos basílicas: La del Gólgota y la de la Resurrección. Era el 13 de Septiembre del año 335. Al día siguiente, es decir, el día 14, se exponía a la veneración de los fieles “la verdadera cruz del Señor” que, según la tradición había sido encontrada por Santa Elena, la madre del Emperador Constantino, un 14 de Septiembre.

Cantemos, por tanto, al árbol de la Cruz por el que Cristo, el Señor, no cesa de proclamar, especialmente en la Celebración Eucarística,  dónde se encuentran las fuentes de la salvación y de la vida.

¡Salve, Cruz! ¡Esperanza de un mundo sediento, y atormentado por tantas cruces que aún persisten, en ti  contemplamos y exaltamos el origen y el fundamento de nuestra victoria!


Publicado por verdenaranja @ 17:34  | Espiritualidad
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Martes, 13 de septiembre de 2011

Homilía de monseñor Carlos Malfa, obispo de Chascomús, durante la misa de exequias de Mons. Montes (3 de septiembre de 2011). (AICA)

MISA DE EXEQUIAS POR MONSEÑOR JOSÉ MARÍA MONTES           

Nos reunimos como familia de Dios, en el nombre de Cristo muerto y resucitado, nuestra única esperanza, para comunicarles a todos la verdad y la abundancia del amor de Dios.

Desde este amor de Dios, en tu vida de sacerdote y de obispo, partiste el pan dela Palabray el pan dela Eucaristía, perdonaste los pecados, bendijiste a las familias, atendiste a los enfermos, enterraste a los muertos, comunicaste el don del Espíritu Santo, impusiste las manos en orden al ministerio.

Por todo esto, querido José María, damos gracias a Dios por todo lo bueno que obró enla Iglesiaa través de su ministerio; todo es abundancia de su gracia. Y a su misericordia, la providencia permitió que en la conmemoración mensual del Sagrado Corazón volvieras al seno de Dios. También aquí está el signo de la verdad del amor de Dios.

Entonces, agradecemos al Señor lo que obró por tu vida, y también te entregamos a su misericordia.

No puedo, en este instante, dejar de agradecer profundamente ala Iglesiahermana de Lomas de Zamora, porque cuando concluiste tu servicio episcopal en la amada diócesis de Chascomús, a la cual volverás, a la cual deseabas volver, y es también voluntad de tu Sucesor que así sea, y de la comunidad diocesana, quisiste venir, o mejor, volver a tu amor primero, casi me atrevería a decir, único: la parroquia. Y aquí entregaste los últimos años que la misericordia de Dios te concedió. Entonces, por eso, tengo que, con alegría y gratitud, agradecer profundamente a esta Iglesia hermana, desde la memoria de monseñor Collino, tu hermano y amigo; pasando por monseñor Agustin (Radrizzani); y hoy en la persona de este querido hermano y amigo, monseñor (Jorge) Lugones, agradecer la evangélica hospitalidad, y también por haberte dado trabajo para seguir construyendo el Reino de Dios.

Cada uno de nosotros conserva en su corazón tu sonrisa franca, sensible, amiga, también pícara en ciertas ocasiones. Y quién de nosotros no recuerda, no lleva grabada en el alma: “cuánto hay que amar, mi querido”, y agregaba: “… y después de haber amado, amar mucho más”.

Les cuento que la indulgencia plenaria que te di, la recibiste con alegría y con paz, y el Pueblo de Dios tiene que saber cómo morimos los sacerdotes y obispos, y agradecí mucho a Dios ese instante, porque Dios te había concedido la gracia de serle fiel en la última obediencia, que es la muerte, en el cristiano, y cuánto más, en el sacerdote y en el obispo. Y es bueno que esto podamos, con sencillez y humildad, compartirlo en esta pascua tuya.

Sin duda,la Virgen Madrede Dios a la que invocaste con tanta confianza en la advocación del Valle en tus primeros años de entrega y fundación de esa parroquia, y en la advocación deLa Merced, patrona de la diócesis de Chascomús, sin duda, ella te habrá conducido hacia el encuentro definitivo con su hijo Jesucristo y estarás contemplando “el fruto bendito de su vientre, Jesús”.

Y esto es lo esencial para nosotros: ante tu cuerpo que respetamos, tu vida que agradecemos, ante tu ministerio que encomendamos a la misericordia de Dios, decimos: creemos en Jesucristo, creemos en la resurrección de los muertos, creemos en la vida eterna.

Querido José Maria, descansa en paz. Amén. Aleluya. 

Mons. Carlos Malfa, obispo de Chascomús


Publicado por verdenaranja @ 23:46  | Homil?as
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Homilía pronunciada en la basílica de Luján por monseñor Martín de Elizalde OSB, obispo de Nueve de Julio, con motivo dela Peregrinación diocesana (4 de septiembre de 2011). (AICA)

VIDA ETERNA, VIDA HUMANA, VIDA PLENA        

 “Les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo,
 mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre,
yo estoy presente en medio de ellos”
(Mt 18, 19-20)

 

Queridos hermanos sacerdotes, diáconos,
religiosos y religiosas, consagrados, seminaristas,
queridos hermanos y hermanas de nuestra Iglesia diocesana de Nueve de Julio,
hermanos y hermanas peregrinos: 

I 

Peregrinar es un acto de fe: hemos venido hasta aquí porque creemos, porque nos sabemos invitados a esta casa de Dios, porque escuchamos en nuestro interior la llamada de Dios que nos dice: “Los espero porque quiero encontrarlos, quiero bendecirlos. Para que abran su corazón y reciban la paz, la serenidad, el aliento que tengo para entregarles, y para que ustedes dejen al pie del altar la ofrenda de sus gozos y alegrías, y depositen confiadamente lo que los aflige, sus propias debilidades, la esperanza que tantas veces flaquea. Quiero encontrarlos, no solo que ustedes me vean, sino que sea la mirada de Dios la que se pose sobre ustedes, y los renueve, fortalezca, embellezca, con el toque de la gracia”.

Peregrinar es movimiento de oración: adorar, agradecer, pedir perdón, suplicar, que es resultado de la fe recibida en el Bautismo, que Dios ha depositado en nuestra alma. Por eso en esta casa, no nos encontramos hoy como visitas y menos aún como extraños, sino como hijos y familiares. Porque un templo es casa de oración, y nosotros, peregrinos, venimos a orar, por la intercesión de María, en este lugar consagrado a la veneración de su imagen milagrosa, donde ella nos recibe; venimos para ponernos bajo la protección dela Madrede Dios, contando con su intercesión poderosa.

Nos unimos para hacer esta visita, para peregrinar, para orar, somos una comunidad, formamos una familia, un cuerpo, cuya cabeza es Cristo ¿Cómo podría desconocer el Padre a quienes tenemos como cabeza a su Hijo? No solo entre nosotros está el Señor, sino que es Él quien nos precede, quien llega primero a la presencia divina, y así Él, nuestra Cabeza, nos lleva a nosotros con Él. No somos importantes tal vez por el número, no tenemos cualidades ni condiciones que nos recomienden; humildemente debemos reconocer nuestra pobreza, nuestra pequeñez, nuestras necesidades. Y sabemos que seremos escuchados: por la comunión en la fe, por la vida divina en la que participamos; venimos como hijos, y nos sostiene la esperanza, nos fortalece el deseo.

El mismo Señor Jesús nos dice: Aquello que ustedes pidan “mi Padre que está en el cielo se lo concederá”. El Padre nos escuchará según esta promesa, con la seguridad que nos da Jesús mismo. Son muchas las necesidades, y esta experiencia de pobreza y dependencia hace que nos sintamos bien aquí, en la casa de Dios; somos bienvenidos, porque estamos afligidos y agobiados, y buscamos alivio, no nos apoyamos en nuestras fuerzas e iniciativas, sino en el poder y la gracia de Dios. Nuestra vida humana se perfecciona y realiza si vuelca en su obrar y en su sentir los sentimientos de Cristo – hagan como yo les he enseñado, nos dice el mismo Jesús; y San Pablo nos invita a tener las mismas “disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús” (Fil 2, 5). “Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos”. Esta afirmación que nos llena de esperanza nos constituye en el Pueblo de Dios, porque somos Iglesia. No es una reunión casual, fortuita, sino que tenemos una identidad común, un mismo origen y una misma meta. El Señor está en medio nuestro, y nos reconoce como suyos. Nuestra presencia aquí, como Iglesia diocesana, refleja esa realidad, y en este momento privilegiado, al expresar nuestras súplicas y nuestro agradecimiento, se refuerza por obra de la gracia la presencia del Señor en medio nuestro. Él enriquece nuestra vida, la hace digna de respeto y la promueve a la participación divina. A esta comunidad humana, ennoblecida por la presencia del Salvador resucitado, la asocia a la renovación del mundo, a la salvación de los hermanos, porla Encarnación. 

II 

La Santísima Virgen acompaña, desde el silencio y la plegaria, la obra dela Redención. Madre del Salvador, lo llevó en su seno virginal, lo cuidó y educó como niño y como joven, y en su vida pública, lo asistió, discretamente, con esas pocas intervenciones que nos refieren los Evangelios. En la Pasión y Crucifixión estuvo junto a Jesús, y se alegró enla Resurreccióny en Pentecostés. Dejó que el Señor actuara, fue un instrumento fiel, y puso todo su amor y solicitud, con dedicación generosa, hasta el dolor y el sufrimiento. Recibió así ser nuestra gran intercesora, la primera criatura llevada en cuerpo y alma al cielo, y se encuentra junto al trono de Dios, asistiendo con sus ruegos, mientras dure este mundo, el camino de sus hijos, dela Iglesia, de la cual es imagen y modelo, como Madre y Esposa.

En estos momentos estamos viviendo una dolorosa confusión en nuestra sociedad argentina, porque la conciencia de muchos hermanos se encuentra desorientada en aspectos fundamentales, que hacen a la felicidad verdadera del ser humano, a su destino más serio y a la llamada más profunda. La familia padece los efectos de factores que conspiran contra la unidad y la estabilidad del matrimonio, como si este fuera un proyecto de los individuos, sin asumir el significado genuino de “ser uno” y que se prolonga en los hijos, con sus alegrías y satisfacciones, pero también con sus deberes y responsabilidades. Al faltar con demasiada frecuencia la fuerza del sacramento o por no estar la pareja suficientemente preparada para él, los lazos que los unen son frágiles, vulnerables, y se producen las rupturas, las separaciones, que causan tanto dolor en los mismos esposos y son perjudiciales para los hijos. La conducta sexual tiene cada vez menor cuenta de su relación esencial con el matrimonio, de manera que la búsqueda egoísta del propio bienestar sensible se convierte en un objetivo, casi en un bien, pero que atenta contra el desarrollo armonioso de los jóvenes y no pone las bases de una futura vida familiar. Con estos antecedentes no puede extrañar que la vida humana deje de ser respetada, pues cuando no es querida, es simplemente desechada, por el aborto liberalizado, o se la busca y procura para satisfacer motivaciones personales o de pareja. Ello sucede además en contextos muchas veces inadecuados, cuando no seriamente inmorales, y con medios que la conciencia bien formada debe rechazar, aunque sean aparentemente lícitos. La generación de una nueva vida es un milagro del amor; si se banaliza, se termina por no respetarla, se la niega o degrada, faltando al más elemental derecho del ser humano, que es la existencia, y la existencia digna. No nos puede extrañar que al no ser respetada la vida naciente y reducidos nuestros hermanos más indefensos e inocentes al abandono y a la miseria, todo ello conduzca a proseguir, en las demás edades de la vida, con la misma injusticia y crueldad. El maltrato de los niños, la venta de bebés, los secuestros extorsivos o, como ha sucedido recientemente, la venganza practicada en una vida inocente, el poco cuidado frente a las situaciones causadas por la droga y otras adicciones, engendran a su alrededor un ámbito que favorece y multiplica el delito. Así sucesivamente, hasta llegar a la eutanasia, con criterios aparentemente misericordiosos, pero egoístas y fríamente criminales. Son comportamientos individuales, es verdad, pero cada vez más frecuentes, y corremos el riesgo de acostumbrarnos a ellos y dejar de verlos como hechos aberrantes. Pero habría algo más grave aún, y es que no advirtamos sus causas, y que transitando despreocupadamente por este camino que ya hemos iniciado, entremos de manera definitiva en una situación sin salida a la vista.

Este año el Santo Padre nos invita a reflexionar, rezar y actuar acerca de la vida, del respeto a la vida, y queremos hacerlo desde la fe, como cristianos, pero también muy conscientes de nuestra responsabilidad social. No es en sí un tema religioso, sino humano, que la fe cristiana, al mostrarnos el amor de Dios por el hombre, y habiendo Él querido que su Hijo naciera y viviera en las mismas condiciones que todos los hombres, excepto el pecado, la revelación cristiana, digo, ilumina y esclarece, y permite considerar de manera completa, plena, muy rica, afirmando la dignidad de las criaturas. Hoy, congregados en la casa de Dios, frente a la imagen de María, pedimos por la vida, y pedimos que podamos ser conservadores y promotores de la vida, de una vida plena, sin abusos ni injusticias. Comprendamos todos que esta vida plena es la que hemos recibido de Dios, y quela Iglesianos entrega, en los sacramentos y enla Palabrainspirada. Evitemos la facilidad de las promesas falsas, de los ritos supersticiosos e ineficaces, para afirmar la verdad y vivir en la verdad. Para esto, como hijos dela Iglesia, debemos afianzar nuestros vínculos con Dios Padre y su enviado, Jesucristo, que se manifiesta y llega a nosotros enla Iglesia, por la acción del Espíritu Santo. Es nuestro ruego por la intercesión de María, nuestra Madre, y sellamos esta súplica con nuestra vibrante y convencida Profesión de fe. 

Mons. Martín de Elizalde OSB, obispo de Nueve de Julio 


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Columna de opinión de monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú y miembro dela Comisión Episcopal de Pastoral Social, publicada el 4 de septiembre de 2011. (AICA)

LOS DILEMAS ANTE LA MUERTE DIGNA O LA EUTANASIA       

Varias veces me han acercado preguntas –no sin angustia– acerca de qué hacer ante una situación de enfermedad grave. ¿Hasta cuándo mantener artificialmente la vida? ¿Qué se puede y qué no? ¿“Ayudar a morir bien” no se parece a “ayudar a vivir bien”?

Intentaré compartir algunas reflexiones que confío puedan aportar luz a esos dilemas con los que a veces nos enfrenta la enfermedad grave.

Lo primero es preguntarnos, ¿a qué enfermedad nos referimos?: a una enfermedad irreversible, con pronóstico de muerte en el corto plazo, y ante la cual no hay tratamiento conocido y de eficacia comprobada. Algunos suelen hablar de “enfermedad terminal”.

Para mantener la vida sea como sea, en algunos casos se puede caer en lo que se llama “encarnizamiento terapéutico”. Es una intervención médica no adecuada a la situación concreta del paciente, por ser desproporcionada a los resultados esperados o bien por ser demasiado gravosa, entonces la llamamos “desproporción terapéutica” la cual no estamos obligados a realizarla (aunque a veces los mismos pacientes o sus familiares nos piden a los médicos: ¡hagan todo lo posible…!)

Pero que una enfermedad sea irreversible no quiere decir que “nada se puede hacer”. Siempre podemos acompañar a nuestros enfermos, y este es un paso muy importante: el pasar de curar a cuidar y para esto existen los “cuidados paliativos” ¿En qué consisten? Cuando para un paciente ya no existen “tratamientos curativos”, se comienza y muchas veces se continua con una serie de cuidados activos que buscan controlar los síntomas corporales (dolor, descomposturas…), y anímicos-psicológicos (angustia, depresión), espirituales-existenciales (miedo a la muerte, a la soledad), incluyendo el cuidado con el acompañamiento también de la familia. El objetivo no es “prolongar la vida” sino mejorar las condiciones presentes del paciente y su familia.

¿Qué es la muerte digna? Es el derecho a morir dignamente sin el empleo de medios desproporcionados para el mantenimiento de la vida. Es la aceptación sencilla y humilde de la llegada de la muerte natural, que tarde o temprano llega a todo ser humano. Es aceptación, no resignación. 

Por eso, ante la inminencia de la muerte inevitable no obstante los medios usados, es lícito renunciar a tratamientos –que sólo lograrían un prolongamiento precario y penoso de la vida– pero sin interrumpir el tratamiento normal a enfermos en casos similares.

Es diferente a la eutanasia porque no pretende provocar deliberadamente la muerte.

La alimentación y la hidratación, aun administrados de modo artificial, siempre se han de suministrar al enfermo cuando no resultan gravosos para él, acompañados del necesario confort, donde se respete la integralidad de la vida que termina.

Estamos en una cultura tecnocrática contradictoria. No acepta los procesos naturales, quiere –o pretende– suplantarlos por la técnica. Ella –la técnica– debe estar al servicio de la vida y no al revés. La vida es un don de Dios; ni la ciencia ni la técnica pueden decidir su duración. Hoy es más común morir en soledad, cuando lo más natural y humano es poder atravesar ese momento sostenido por el cariño de familiares y amigos. Paradójicamente la sociedad busca prolongar el mayor tiempo posible la vida de los enfermos, pero no los acompaña en el proceso del morir.

Entonces, ¿qué medios son obligatorios usar? Reafirmando que siempre tienen que ser proporcionados (considerando la visión del equipo médico actuante), son obligatorios los medios llamados ordinarios (desde la mirada del paciente). Nadie está obligado a medios extraordinarios, sea por lo costosos o dificultosos de obtener. Por esto hoy se habla más del “principio de proporcionalidad terapéutica”.

La Sagrada Congregaciónparala Doctrinadela Fees un organismo del Vaticano por medio del cualla Iglesianos enseña y orienta. En una “Declaración sobrela Eutanasia” de Mayo de 1980 dice:

“Es siempre lícito contentarse con los medios normales que la medicina puede ofrecer. No se puede, por lo tanto, imponer a nadie la obligación de recurrir a un tipo de cura que, aunque ya esté en uso, todavía no está libre de peligro o es demasiado costosa. Su rechazo no equivale al suicidio: significa más bien la simple aceptación de la condición humana, o el deseo de evitar la puesta en práctica de un dispositivo médico desproporcionado a los resultados que se podrían esperar, o bien una voluntad de no imponer gastos excesivamente pesados a la familia”.

Escribiendo estas líneas me ha surgido de modo personal una pregunta: ¿Qué  me gustaría para el momento de mi muerte? Alguna vez ha sido tema de conversación con amigos. Deseo que si se sabe que tengo una enfermedad irreversible y grave, me lo comuniquen con claridad y dulzura. No quiero enfrentar tratamientos caros que impliquen gastos enormes y desproporcionados. Si estar aislado en terapia intensiva no va a ser una curación, quisiera poder vivir la muerte de modo más natural.

San Pablo nos alienta diciendo: “Nosotros sabemos en efecto, que si esta tienda de campaña  –nuestra morada terrenal– es destruida, tenemos una casa permanente en el cielo, no construida por el hombre, sino por Dios”. (2 Cor. 5,1)

En el momento en que nacemos tenemos algunas certezas: la primera es que la vida es hermosa, un regalo de Dios. La segunda, que en algún momento vamos a morir. Y la más importante, que Dios es amor y no pasará jamás: vivimos para siempre en Él. 

Mons. Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú 


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ZENIT  publica la intervención que pronunció Benedicto XVI el domingo 4 de Septiembre de 2011 al rezar la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.

Queridos hermanos y hermanas:

Las lecturas bíblicas de la misa de este domingo convergen en el tema de la caridad fraterna en la comunidad de los creyentes, que tiene su manantial en la comunión dela Trinidad. Elapóstol Pablo afirma que todala Leyde Dios encuentra su plenitud en el amor, de modo que, en nuestras relaciones con los demás, los diez mandamientos y cualquier otro precepto se resumen en: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Cf. Romanos 13, 8-10). El texto del Evangelio, tomado del capítulo XVIII de Mateo, dedicado a la vida de la comunidad cristiana, nos dice que el amor fraterno comporta también un sentido de responsabilidad recíproca, por lo que, si mi hermano comete una culpa contra mí, yo debo ser caritativo con él y, ante todo, hablarle personalmente, haciéndole presente que lo que ha dicho o hecho no es bueno. Este modo de actuar se llama corrección fraterna: no es una reacción a la ofensa sufrida, sino que surge del amor por el hermano. Comenta dan Agustín: “Aquel que te ha ofendido, ofendiéndote, se ha inferido a sí mismo una grave herida, y tú ¿no te preocupas por la herida de un hermano tuyo? ... Tú debes olvidar la ofensa que has recibido, no la herida de tu hermano” (Sermones 82, 7).

¿Y si el hermano no me escucha? Jesús en el Evangelio de hoy indica unos pasos: primero hay que volver a hablarle con otras dos o tres personas, para ayudarle a darse cuenta de lo que ha hecho; si a pesar de esto rechaza aún la observación, es necesario decirlo a la comunidad; y si no escucha ni siquiera a la comunidad, hay que hacerle percibir la separación que él mismo ha provocado, separándose de la comunión dela Iglesia. Todo esto indica que hay una corresponsabilidad en el camino de la vida cristiana: cada uno, consciente de sus propios límites y defectos, está llamado a recibir la corrección fraterna y a ayudar a los demás con este servicio particular.

Otro fruto de la caridad en la comunidad es la oración concorde. Dice Jesús: “Os aseguro que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18,19-20). La oración personal ciertamente es importante, es más, indispensable, pero el Señor asegura su presencia a la comunidad que --aunque sea muy pequeña-- está unida y unánime, porque refleja la realidad misma de Dios Uno y Trino, perfecta comunión de amor. Dice Orígenes que “debemos ejercitarnos en esta sinfonía” (Comentario al Evangelio de Mateo 14, 1), es decir en esta concordia en la comunidad cristiana. Debemos ejercitarnos tanto en la corrección fraterna, que requiere mucha humildad y sencillez de corazón, como en la oración, para que se eleve a Dios a partir de una comunidad verdaderamente unida en Cristo. Pidamos todo esto por intercesión de María santísima, Madre dela Iglesia, y de san Gregorio Magno, papa y doctor, a quien ayer recordamos en la liturgia.

[Tras rezar el Ángelus, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. En la liturgia de este día, Jesús hace saber a sus discípulos que en la comunidad de hermanos ha de existir ante todo el amor. Amar al hermano no sólo es acogerle en su necesidad; también, a veces, es saber decirle una palabra de corrección. Si algún hermano peca, no dejemos de amarle, invitándolo a volver al buen camino. Exhorto a todos a encomendar ala Santísima VirgenMaría los propósitos de conformar la auténtica vida fraterna a la que el Señor nos llama. Feliz Domingo.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Libreria Editrice Vaticana]


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Lunes, 12 de septiembre de 2011

ZENIT  publica el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas, con el título “Dios sí, Iglesia no”.

Dios sí, Iglesia no

VER

Así decían unos carteles de manifestantes contra la visita del Papa en Madrid, durantel a Jornada Mundial del a Juventud. Aceptan a Dios, pero no a quienes representan la institución llamada Iglesia. No sé qué tipo de dios sea el suyo, porque muchos inventan un dios a su medida, un dios que no les cuestione ni contradiga su forma de vivir, un dios según sus criterios, un dios que legitime hasta sus degradaciones. Y traen a colación siempre las incongruencias de nuestra Iglesia, en el pasado y en el presente, para rechazar su mediación para ser salvos.

Aunque no lo expresen en pancartas semejantes, muchos están convencidos de que así está bien: no niegan su fe en Dios y acuden a El sobre todo en momentos difíciles, pero acudir a su parroquia, solicitar sacramentos, ir a Misa los domingos, conocer y asimilar el Catecismo de la Iglesia, confesar ante un sacerdote sus pecados para el perdón divino, consultar a un agente de pastoral sobre los problemas conyugales o las tentaciones del mundo, eso les parece innecesario. Aún más: dicen que cualquier iglesia vale lo mismo, que cualquier religión es buena, que Dios nos oye de todas maneras. Así, caen en un relativismo teológico y pragmático: cada quien se convierte en medida de verdad y de bien.

JUZGAR

En la escena de Cesarea de Filipo (Mt 16,13-19), Jesús une la profesión de Pedro en la divinidad, con la institución dela Iglesia. No se pueden separar: Jesús quiere continuar vivo y operante en su Iglesia, fundada con seres humanos defectibles y pecadores. Si aceptas a Jesús como Salvador, debes asumir también el medio, el sacramento por el que estableció hacerse presente hasta los últimos rincones de la tierra. Con razón, San Pablo llama a la Iglesia“pleroma”  (plenitud), cuerpo y esposa de Cristo (Ef 1,22-23; 5,25; Col 1,18; 2 Cor 11,2; Apoc 21,9.17). Gritar Dios sí, Iglesia no, es pretender enmendarle a Jesús su proyecto de salvación para la humanidad, que pasa por la Iglesia; es pensar que se equivocó, pues debería haber hecho su Iglesia con ángeles, o continuar físicamente entre nosotros por siempre y en todo lugar.

En Madrid, dijo el Papa a los jóvenes: “Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1 Co 12,12).La Iglesiano vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.

Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.

Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis ala Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación enla Eucaristíade cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación dela Palabrade Dios” (21-VIII-2011).

ACTUAR

Aceptemos con fe, amor, respeto, comprensión y docilidad a nuestra Iglesia. Que sus deficiencias no te alejen de Jesús. Que nos esforcemos todos, pastores y fieles, por ser una Iglesia santa, inmaculada, sin mancha, ni arruga ni nada parecido, sino esplendorosa y digna de Jesús, para que el mundo crea y se salve.


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ZENIT  publica el texto de la conferencia que ha pronunciado monseñor Cesare Pasini, prefecto dela Biblioteca apostólica vaticana en Buja (Údine, Italia) este sábado 3 de septiembre con ocasión de la muestra “Las monedas de Dios. Exposición de las monedas originales citadas por los evangelios” (del 28 de mayo al 30 de noviembre de 2011) organizada por el ayuntamiento de la ciudad en colaboración con la archidiócesis de Údine yla Biblioteca apostólica vaticana. La exposición, que tiene lugar en el Museo de arte de la medalla y de la ciudad de Buja, es probablemente la primera y más completa realizada en todo el mundo, en cuanto a las monedas citadas por los evangelios. El texto ha sido publicado por “L’Osservatore Romano”.

Las monedas de Dios

Me cautiva la ofrenda de la viuda del evangelio. No sólo porque esa mujer mereció el bellísimo elogio de Jesús: «En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir» (Mc 12, 43-44); sino también porque en ese pasaje figura la lepta, la pequeña moneda desconocida por el sistema monetario romano pero usada comúnmente por la población en Palestina para las necesidades diarias. Los ricos tiraban muchas monedas pero, relata el evangelista, «se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante» (Mc 12, 42). Lo que se traduce con «monedillas» son precisamente las leptas (en hebreo prutót), mientras que el dinero es el kodrántes, es decir el cuadrante, que valía a un cuarto de as.

Detengámonos un poco más en la lepta y las monedas más pequeñas. En los evangelios la palabra lepta aparece dos veces en el relato de la viuda —porque hablan de ello tanto Marcos (12, 41-44), de quien he tomado la cita precedente, como Lucas (21, 1-4), que sintetiza brevemente la narración— y una tercera vez en el evangelio de Lucas, cuando Jesús invita a llegar a un acuerdo con el adversario mientras se va de camino hacia el magistrado, «no sea que te lleve a la fuerza ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel». La conclusión es muy severa: «Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo» (12, 58-59), es decir la lepta. La misma enseñanza refiere también Mateo, en el sermón de la montaña; y, leyendo la traducción, no percibimos variación alguna, porque la frase es idéntica: «En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo» (5, 26). Haciendo una verificación, aquí ya no se menciona la lepta, sino el kodrántes, que vale el doble, pero, de hecho, es la moneda romana de menor valor. El significado y la fuerza de la afirmación siguen siendo, obviamente, los mismos.

Un último texto, citado paralelamente por Mateo y por Lucas, nos permite concluir el resumen sobre el último tipo de monedas de bronce citadas en los evangelios, es decir, el as. El pasaje evangélico que hace referencia a estas monedas es el pasaje, muy simpático, que se refiere a los pájaros del cielo y a los cabellos de la cabeza. En el evangelio según san Mateo, en efecto, leemos: «Ni uno solo [de los gorriones] cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones» (Mt 10, 29-31). Poco antes se había preguntado sobre el valor de dos pájaros: «¿No se venden un par de gorriones por un céntimo?» (10, 29). En este caso, la moneda de la traducción es un assýrion, es decir, el as, que tiene el valor de cuatro cuadrantes u ocho leptas. Curiosamente, en la presentación de Lucas, Jesús habla de cinco pájaros en lugar de dos. Su valor entonces es de dos ases (12, 6): diríamos que se trata de un pequeño descuento sobre la cantidad. Precisamente un descuento de dos cuadrantes o de cuatro leptas, el doble de cuanto había logrado donar la viuda pobre a la que Jesús miró con tanto afecto en el templo.

Si nos detenemos todavía un poco más sobre la viuda y el conjunto de este primer grupo de textos evangélicos, hemos de llegar a la conclusión de que para Jesús son importantes también estas pequeñas cifras, típicas de la gente sencilla, es más, de los más pobres, que no son avaros: la viuda, leíamos, da todo lo que tiene. El texto del evangelio usa con este propósito el término bíos, una palabra conocida, en su estructura, también en las lenguas modernas (biológico, biodegradable, biografía, etc.) y que significa ante todo y sobre todo «vida». Quiere decir también «sustancias, medios de sustento», y en este sentido hemos encontrado traducido que la viuda ha dado «todo lo que tenía para vivir». El doble significado del término sugiere, por lo tanto, un simbolismo mucho más profundo: ¡la viuda dio toda su vida!

En cambio, ocurre lo contrario cuando hay una actitud mezquina respecto a las monedas.  Entonces no se descuenta ni siquiera una lepta y tampoco se dona nada: es necesario reembolsar hasta el último céntimo. Pero para comprender estas actitudes debemos pasar a las monedas de mayor valor, que hasta ahora no hemos tomado en consideración.

De mayor valor son, obviamente, las monedas de plata y de oro, pero de hecho el evangelio no recuerda explícitamente la moneda de oro.

Sin embargo, podemos señalar una indicación en las instrucciones que Jesús da a los Doce mandándolos en misión, en el pasaje donde enumera consecutivamente los tres metales con los que se acuñaban las monedas: oro, plata y cobre: «No os procuréis en la faja oro (chrysón), plata (árgyron) ni cobre (chalkón)» (Mt 10, 9). El significado más obvio es pensar en las monedas de los respectivos metales. Pero probablemente el oro aludía a los áureos romanos.


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ZENIT publica la Carta que el Papa Benedicto XVI ha enviado al presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el cardenal Kurt Koch, con ocasión del XII Simposio Intercristiano sobre el tema “El testimonio dela Iglesia en el mundo contemporáneo” (Salónica, 30 de agosto al 2 de septiembre).

Al Venerado Hermano
el señor cardenal Kurt Koch
Presidente del Consejo Pontificio
parala Promocióndela Unidadde los Cristianos

1. Con ocasión del XII Simposio Intercristiano, con el tema “El testimonio dela Iglesia en el mundo contemporáneo”, que se desarrolla en Salónica del 30 de agosto al 2 de septiembre de 2011, deseo manifestar a través de usted, Venerado Hermano, mi gran aprecio por esta loable iniciativa, promovida por el Instituto Franciscano de Espiritualidad dela Universidad PontificiaAntonianum y por el Departamento de Teología dela Facultad TeológicaOrtodoxa dela Universidad Aristótelesde Salónica.

2. El tema que se tratará en el Simposio es de gran actualidad y está en el centro de mis preocupaciones y oraciones, como ya afirmé en la Carta Apostólica“Ubicumque et semper”, con la que instituí el Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización. En el transcurso de los siglos la Iglesia no ha dejado de proclamar el misterio salvífico de la muerte y resurrección de Jesucristo, pero este mismo anuncio necesita hoy un renovado vigor en muchas de las regiones que fueron las primeras en acoger la luz y que experimentan los efectos de una secularización capaces de empobrecer al hombre en su dimensión más profunda. En realidad asistimos, en el mundo contemporáneo, a fenómenos contradictorios: por un lado existe una generalizada distracción y también una insensibilidad frente a la trascendencia, por el otro hay numerosos signos que atestiguan la permanencia, en el corazón de muchos, de una profunda nostalgia de Dios, que se manifiesta de muchas formas distintas y que pone a muchos hombres y mujeres en actitud de sincera búsqueda.

3. Los actuales escenarios culturales, sociales y económicos plantean los mismos retos a católicos y ortodoxos. La reflexión que se desarrollará en el Simposio tendrá una importante consecuencia ecuménica. Las intervenciones permitirán diseñar un cuadro articulado de las problemáticas comunes y presentar las particularidades de los diferentes puntos de vista, favoreciendo el intercambio de reflexiones y de experiencias en un clima de caridad fraterna. El conocimiento recíproco de nuestras tradiciones y la amistad sincera representan, en sí mismas, una contribución a la causa de la unidad de los cristianos. Quiero recordar aquí las palabras de mi Venerado Predecesor, el Siervo de Dios Pablo VI, cuando, a propósito de la evangelización, afirmaba: “Evangelizadores: nosotros debemos ofrecer a los fieles de Cristo, no la imagen de hombres divididos y separados por las luchas que no sirven para construir nada, sino la de hombres adultos en la fe, capaces de encontrarse más allá de las tensiones reales gracias a la búsqueda común, sincera y desinteresada de la verdad. Sí, la suerte de la evangelización está ciertamente vinculada al testimonio de unidad dado porla Iglesia. Heaquí una fuente de responsabilidad, pero también de consuelo”(Exort. ap. Evangelii Nuntiandi, n. 77).

4. A la buena consecución de los trabajos contribuirá ciertamente la intercesión de San Pablo, cuyo recuerdo está particularmente vivo en la ciudad de Salónica, en la que el Apóstol predicó el Evangelio en primer lugar y al que permaneció ligado por un especial vínculo de afecto. Es necesario que estén animados por el mismo celo apostólico de Pablo para un renovado anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo.

5. Atodos los que han contribuido a la realización del Simposio, a los ilustres oradores y a todos los participantes dirijo mi cordial saludo con la esperanza de que la iniciativa resulte un éxito. Acompaño los trabajos con la oración y con mi Bendición Apostólica.

Desde Castel Gandolfo, 6 de agosto 2011

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original italiano por CarmenÁlvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo veinticinco del Tiempo Ordinario - A, ofrecido por la Delegación Diocesana de Enseñanza de la diócesis de Tenerife.

MIRADA ENFERMA 

         Jesús había hablado a sus discípulos con claridad: "Buscad el reino de Dios y su justicia". Para él esto era lo esencial. Sin embargo, no le veían buscar esa justicia de Dios cumpliendo las leyes y tradiciones de Israel como otros maestros. Incluso en cierta ocasión les hizo una grave advertencia: "Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de Dios". ¿Cómo entendía Jesús la justicia de Dios?

         La parábola que les contó los dejó desconcertados. El dueño de una viña salió repetidamente a la plaza del pueblo a contratar obreros. No quería ver a nadie sin trabajo. El primer grupo trabajó duramente doce horas. Los últimos en llegar sólo trabajaron sesenta minutos.

         Sin embargo, al final de la jornada, el dueño ordena que todos reciban un denario: ninguna familia se quedará sin cenar esa noche. La decisión sorprende a todos. ¿Cómo calificar la actuación de este señor que ofrece una recompensa igual por un trabajo tan desigual? ¿No es razonable la protesta de quienes han trabajado durante toda la jornada?

         Estos obreros reciben el denario estipulado, pero al ver el trato tan generoso que han recibido los últimos, se sienten con derecho a exigir más. No aceptan la igualdad. Esta es su queja: «los has tratado igual que a nosotros». El dueño de la viña responde con estas palabras al portavoz del grupo: «¿Va ser tu ojo malo porque yo soy bueno?». Esta frase recoge la enseñanza principal de la parábola.

         Según Jesús, hay una mirada mala, enferma y dañosa, que nos impide captar la bondad de Dios y alegrarnos con su misericordia infinita hacia todos. Nos resistimos a creer que la justicia de Dios consiste precisamente en tratarnos con un amor que está por encima de todos nuestros cálculos.

         Esta esla Gran Noticia revelada por Jesús, lo que nunca hubiéramos sospechado y lo que tanto necesitábamos oír. Que nadie se presente ante Dios con méritos o derechos adquiridos. Todos somos acogidos y salvados, no por nuestros esfuerzos sino por su misericordia insondable.

         A Jesús le preocupaba que sus discípulos vivieran con una mirada incapaz de creer en esa Bondad. En cierta ocasión les dijo así: "Si tu ojo es malo, toda tu persona estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!". Los cristianos lo hemos olvidado. ¡Qué luz penetraría enla Iglesiasi nos atreviéramos a creer enla Bondadde Dios sin recortarla con nuestra mirada enferma! ¡Qué alegría inundaría los corazones creyentes! ¡Con qué fuerza seguiríamos a Jesús! 

José Antonio Pagola 

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
18 de septiembre de 2011
25 Tiempo ordinario(A)
Mateo 20,1-16


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Domingo, 11 de septiembre de 2011

Carta pastoral del obispo de Tenerife Don Bernardo Álvarez Afonso introductoria del Plan Diocesano de Pastoral 2011-2015 bajo el título "Ser Discípulos y Misioneros aquí y ahora".

PLAN DIOCESANO DE PASTORAL 2011-2015. Segunda parte

(Primera Parte)

Del buen discípulo nace el misionero

“Ser discípulos”. Este es el planteamiento básico y el primer objetivo de la Nueva Evangelización, el más urgente y prioritario, el que hará posible que haya buenos misioneros para el anuncio del Evangelio en el mundo de hoy. “Cada cristiano ha de ser llevado ante Jesucristo para tener, renovar y profundizar constantemente un encuentro intenso, personal y comunitario, con el Señor. De este encuentro nace y renace el discípulo. Y del discípulo nace el misionero” [6].

Del discípulo nace el misionero. Quien no es “discípulo” no puede ser “misionero”. En los evangelios vemos como, a la hora de elegir a los apóstoles, Jesús los escoge de “entre sus discípulos”: “Por aquellos días Jesús fue al monte a orar y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió de entre ellos a doce, a los que llamó también apóstoles” (Lc 6,12-13).

Por desgracia, muchas veces se comete el error de querer “ser misionero sin ser al mismo tiempo discípulo”. Aquí podemos encontrar una de las razones del “momento de crisis de la vida cristiana, que se está verificando en muchos países, sobre todo de antigua tradición cristiana” [7].

Hoy en día existen en la Iglesia muchos que “hacen de misioneros” pero que realmente no lo son, porque dejan mucho que desear en su condición de discípulos de Jesús. Trabajan en las cosas del Señor, pero sin el Señor. Como se nos pide en los “Lineamenta” para el Sínodo sobre la Nueva Evangelización: “debemos interrogarnos hoy sobre la calidad de nuestra fe, sobre nuestro modo de sentirnos y ser cristianos, discípulos de Jesucristo invitados a anunciarlo al mundo, a ser testigos que, imbuidos del Espíritu Santo, están llamados a convertir a los hombres de todas las naciones en discípulos” (n. 2).

Cuánto daño hacemos a la causa de la evangelización, y a las personas concretas que estamos llamados a servir, cuando desarrollamos las funciones pastorales “sin corazón”, es decir, sin sentir como propio lo que transmitimos, desconectados del Señor, sin apenas experiencia y testimonio de discípulos. Pablo VI, con la agudeza que le caracterizaba, afrontaba así esta cuestión: “Tácitamente o a grandes gritos, pero siempre con fuerza, se nos pregunta: ¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís? Hoy más que nunca el testimonio de vida se ha convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la predicación. Sin andar con rodeos, podemos decir que en cierta medida nos hacemos responsables del Evangelio que proclamamos” (EN 76).

La situación actual de los cristianos en general, y de los agentes de pastoral en particular, exige un proceso de reflexión y discernimiento sobre el nivel de coherencia fe-vida en nuestro seguimiento de Cristo[8],  pues, “la santidad de vida es un presupuesto fundamental y una condición insustituible para realizar la misión salvífica de la Iglesia” (ChFL. 17).

Cuando Jesús eligió a los apóstoles, lo hizo “para que estuvieran con Él, y para enviarlos a Predicar” (Mc. 3,14). Los eligió “para estar con Él”. No se puede salir a predicar sin “estar con Jesús” y permanecer en Él, es decir, sin “ser uno con Él”. Sólo así se puede tener “espíritu misionero” y afán por llevar el Evangelio a los demás, sólo así fructificará el trabajo apostólico. Jesús mismo dejó dicho: “El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada” (Jn 15,6). En realidad, y los hechos lo demuestran, únicamente quien está lleno de Dios comunica su presencia transformadora y lleva a los demás a encontrarse con Él: “Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos…” (1Jn. 1,3).

Ser misioneros, un deber y una necesidad personal.

Jesús mandó a sus discípulos: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc. 16,15) y, también, “id al mundo entero y haced discípulos de todas las naciones...” (Mt. 28,19). En este sentido “ser misionero” es un deber del discípulo. Tenemos que ser misioneros porque Jesús, en quien creemos, a quien amamos y a quien seguimos, así nos lo pide. Jesús llama a todos sus discípulos a participar de su misión, a “ser misioneros”. Nadie que sea buen discípulo suyo puede quedarse de brazos cruzados. “Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos" (RMi.3).

San Pablo nos ha dejado, como testimonio personal, el sentido de este mandato evangelizador: “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio! Si lo hiciera por propia iniciativa, ciertamente tendría derecho a una recompensa. Mas si lo hago forzado, es una misión que se me ha confiado. Ahora bien, ¿cuál es mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente” (1Cor. 9, 16-18). San Pablo es consciente de que no predica el Evangelio por una decisión personal, como si fuera algo propio a lo que tiene derecho, sino que la iniciativa viene del Señor que es quien le envía. Por eso, no puede presumir y gloriarse en lo que hace, ni aspira a recibir beneficios por ello. La paga es la predicación misma del Evangelio. Cuando dice, “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” y que predica “forzado”, él no lo entiende como quien está bajo amenaza, por una imposición exterior, sino en la línea de aquellas palabras del profeta Jeremías: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido” (Jer. 20,7).

A veces, el mandato misionero de Jesús, equivocadamente, se entiende en la clave del positivismo jurídico, es decir, separado de su sentido teológico. Como si el deber de “ser misioneros” fuera un añadido a la condición de “discípulos”, una sobrecarga que se añade a sus deberes de seguidor de Jesucristo. Pero no es así, porque el “ser misionero” es inherente al “ser discípulo”. Como decía Pablo VI: “El que ha sido evangelizado evangeliza a su vez. He ahí la prueba de la verdad, la piedra de toque de la evangelización: es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al reino sin convertirse en alguien que a su vez da testimonio y anuncia” (EN 24). Dicho de otro modo, si un cristiano no es misionero, si no anuncia a Jesucristo a otros, hay que poner en duda la calidad de su condición de discípulo. “Ser misionero” es la prueba de la verdad de la madurez cristiana.

“Es impensable”, decía Pablo VI. Esto es lo que se verifica en el texto de la primera carta de San Juan, de la que hemos extraído nuestro lema, “Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos”. El autor de la carta, al final del párrafo elegido, dice expresamente: “Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo” (1Jn. 1,4). Para quien ha conocido y creído en Jesucristo, anunciarlo es una necesidad vital, un fuego interior que no se puede aplacar sino con el anuncio de Jesucristo. El no hacerlo es un obstáculo para ser feliz y tener alegría completa. Es como la experiencia del profeta Jeremías: “Yo decía: No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre. Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía” (Jer. 20,9).

Este fuego interior proviene del conocimiento y seguimiento de Jesús, que nos comunica y hace partícipes de sus mismos sentimientos de amor a todos y de preocupación por la salvación de todos. Es el mismo amor que Dios tiene por la humanidad el que se agita en nuestro interior, “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rom. 5,5).

Por eso, “ser misionero” es una necesidad que brota del corazón del discípulo. Como afirmó Juan Pablo II: “La misión, además de provenir del mandato formal del Señor, deriva de la exigencia profunda de la vida de Dios en nosotros” (Rmi. 11). Esto quiere decir que el ser misionero viene motivado por la respuesta de amor agradecido que el discípulo da a Jesuristo. Esta respuesta que es consecuencia-exigencia del amor de Dios, que ha sido derramado en el corazón del cristiano (cf. Rom 5,5), y que lo impulsa interiormente a amar a los hombres como Dios los ama.

Un amor que se hace efectivo trabajando para que todos y todo sea conducido hacia Dios. Así se comprende que San Pablo diga: “Ay de mí si no predicase el Evangelio” (1Cor. 9,16). No porque tenga miedo a un castigo —si no predica— sino en la línea de “el amor de Cristo nos apremia” (2Cor. 5,14) y de las citadas palabras de San Juan, “os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo” (cf. 1Jn. 1,1-4). Uno y otro dan a entender que su vida no es plena si no anuncian a Jesucristo.

Ser misionero es amar primero

En el misionero lo primero es amar. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones”(Rom. 5,5), y este es el fuego interior que nos impulsa a compartir nuestra fe con los demás. No se puede anunciar el Evangelio a quien no se ama. “La obra de la evangelización supone, en el evangelizador, un amor fraternal siempre creciente hacia aquellos a los que evangeliza” (EN 79).

Sin amor a las personas, el anuncio de Jesucristo se queda en propaganda ideológica que, más que ofrecer la salvación, busca captar adeptos para “engrosar” el número de “los nuestros”. Como dice San Pablo, cualquier cosa que haga, por muy grande que sea, “si no tengo amor”, no soy nada y de nada me sirve.

Decía el Beato Juan Pablo II: “El amor es la fuerza de la misión, y es también el único criterio según el cual todo debe hacerse y no hacerse, cambiarse y no cambiarse. Es el principio que debe dirigir toda acción y el fin al que debe tender. Actuando con caridad o inspirados por la caridad, nada es disconforme y todo es bueno" (RMi. 60).

Ser misionero es reproducir los mismos sentimientos de Dios, manifestados en el comportamiento de Jesús, en relación con las personas que no le conocen o incluso le rechazan. Jesús vino a salvar a los que estaban perdidos. “Él nos amó primero” (1Jn. 4,19). Dios no esperó a que creyéramos en Él y fuerámos buenos para salir al encuentro del hombre y ofrecerle su amistad y salvación. A través del profeta Isaías, Dios mismo declara: “Me he hecho encontradizo de quienes no preguntaban por mí; me he dejado hallar de quienes no me buscaban. Dije: ‘Aquí estoy, aquí estoy’ a gente que no invocaba mi nombre. Alargué mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde que sigue un camino equivocado en pos de sus pensamientos» (Is. 65,1-2). Y San Pablo nos recuerda que, “la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Rom. 5,8).

No se puede evangelizar a quien no se ama. El Conclio Vaticano II nos enseña que, “la presencia de los fieles cristianos en los grupos humanos ha de estar animada por la caridad con que Dios nos amó, que quiere que también nosotros nos amemos unos a otros. En efecto, la caridad cristiana se extiende a todos sin distinción de raza, condición social o religión; no espera lucro o agradecimiento alguno; pues como Dios nos amó con amor gratuito, así los fieles han de vivir preocupados por el hombre mismo, amándolo con el mismo sentimiento con que Dios lo buscó” (AG 12).

A la hora de concretar en qué consiste este amor apostólico, el Beato Juan Pablo II nos indicó: “El misionero se mueve a impulsos del ‘celo por las almas’, que se inspira en la caridad misma de Cristo y que está hecha de atención, ternura, compasión, acogida, disponibilidad, interés por los problemas de la gente. El amor de Jesús es muy profundo: él, que ‘conocía lo que hay en el hombre’, amaba a todos ofreciéndoles la redención, y sufría cuando ésta era rechazada” (RMi. 89).

Por su parte, Pablo VI, explicaba las características de este amor misionero: “¿De qué amor se trata? Mucho más que el de un pedagogo; es el amor de un padre; más aún, el de una madre. Tal es el amor que el Señor espera de cada predicador del Evangelio, de cada constructor de la Iglesia. Un signo de amor será el deseo de ofrecer la verdad y conducir a la unidad. Un signo de amor será igualmente dedicarse sin reservas y sin mirar atrás al anuncio de Jesucristo” (EN. 79). Y añadía otros signos de este amor como, el respeto a la situación religiosa y espiritual de la persona, el respeto a su ritmo, a su conciencia y convicciones, que no hay que atropellar. Además, añade, este amor cuida no herir con afirmaciones que pueden ser claras para los iniciados, pero que pueden ser causa de perturbación en los débiles en la fe, etc. (cf. EN 79).

Anunciar a Jesucristo a todas las gentes

El hecho de que Jesús mande anunciar el Evangelio a todas las naciones, tiene su razón de ser en el amor de “Dios, nuestro Salvador, quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo como rescate por todos” (1Tim. 2,4-6). Todos los hombres (los de ayer, los de hoy, y los de mañana) son objeto del amor de Dios y todos han sido rescatados por Cristo Jesús. Porque, “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn. 3,16-17). Por eso, “lo que Él ha obrado para la salvación del género humano hay que proclamarlo y difundirlo hasta los confines de la tierra, de suerte que lo que ha efectuado una vez para la salvación de todos consiga su efecto en la sucesión de los tiempos” (Vaticano II, AG. 3).

Para el Beato Juan Pablo II: "La novedad de vida en Cristo es la ‘Buena Nueva’ para el hombre de todo tiempo: a ella han sido llamados y destinados todos los hombres. De hecho, todos la buscan, aunque a veces de manera confusa, y tienen el derecho a conocer el valor de este don y la posibilidad de alcanzarlo. La Iglesia y, en ella, todo cristiano, no puede esconder ni conservar para sí esta novedad y riqueza, recibidas de la divina bondad para ser comunicadas a todos los hombres" (RMi. 11).

Y, en otra ocasión, nos recordaba: "El Evangelio es para todos: nadie queda excluido de la posibilidad de participar en la gloria del Reino divino. La misión de la Iglesia, hoy, consiste precisamente en hacer posible, de modo concreto, a todo ser humano, sin diferencias de cultura o de raza, el encuentro con Cristo”[9].

La voluntad de Dios es que, lo que Cristo ha hecho, “consiga su efecto” en las personas de cualquier tiempo y lugar. “Si es destinada a todos, la salvación debe estar en verdad a disposición de todos” (RMi. 10). Ahora bien, para que la salvación de Cristo sea accesible a todos, es necesario ofrecerla a todos mediante el anuncio del Evangelio.

Consciente de esta necesidad, el gran misionero que fue San Pablo, decía a los romanos: “Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? Y ¿cómo predicarán si no son enviados?” (Rom. 10,12-15). Dicho a la inversa, quienes son enviados, los misioneros, predican el Evangelio. Al predicar los que escuchan y acogen el mensaje creen en Jesús. Al creer en Jesús lo invocan y al invocarlo se salvan.

Ser misionero, ante todo, es ser anunciador de Jesucristo y su mensaje a los demás, con franqueza y audacia, abiertamente y sin temor. Predicarlo en todos los lugares donde el Evangelio no ha sido suficientemente anunciado o acogido, en especial, en los ambientes difíciles y olvidados, también más allá de nuestras fronteras.

Necesitamos invocar al Espíritu Santo para mantener vivo el entusiasmo y la valentía que movió a los apóstoles y a los primeros discípulos. Nosotros, como ellos, gracias al don de fortaleza que recibimos en el sacramento de la Confirmación, gozamos de una gran “libertad de espíritu” para proclamar el mensaje de Jesús con toda confianza y valentía, aún en circunstancias adversas. “El misionero es el ‘hermano universal’, lleva consigo el espíritu de la Iglesia, su apertura y atención a todos los pueblos y a todos los hombres, particularmente a los más pequeños y pobres. En cuanto tal, supera las fronteras y las divisiones de raza, casta e ideología: es signo del amor de Dios en el mundo, que es amor sin exclusión ni preferencia” (RMi. 89).

Para ello gozamos de ese don que, en lengua griega, se llama “parresía”; una palabra de amplio y rico significado, sobre la que tendremos que reflexionar más ampliamente. Esta cita, de la encíclica Redemptoris Missio, n. 45, nos acerca a su comprensión:

“El anuncio está animado por la fe, que suscita entusiasmo y fervor en el misionero. Como ya se ha dicho, los Hechos de los Apóstoles expresan esta actitud con la palabra ‘parresía’, que significa hablar con franqueza y valentía; este término se encuentra también en san Pablo: ‘Confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas’ (1Tes. 2,2) ‘Orando... también por mí, para que me sea dada la Palabra al abrir mi boca y pueda dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio, del cual soy embajador entre cadenas, y pueda hablar de él valientemente como conviene’ (Ef. 6,20)”

Ser misioneros en la Iglesia y con el Espíritu Santo

El misionero no está solo. No es un franco tirador que va por su cuenta. De hecho al compartir con otros la fe en el mismo Señor Jesús, los discípulos forman una comunidad que se funda en el deseo de cada uno de estar con Cristo, más que por el deseo de estar unos con los otros.

La comunión eclesial es primero, cronológica y ontológicamente, comunión vertical (del discípulo con el maestro), que es la que fundamenta y sostiene la fraternidad horizontal (entre los discípulos). No se es discípulo de Jesús solo o aislado, sino con otros, con quienes formamos, “por Cristo, con Él y en Él” un único cuerpo, “el cuerpo de Cristo” que es la Iglesia. Él es la cabeza y nosotros sus miembros. Por eso, cada cristiano, al ser misionero, lo es en la comunión de la Iglesia, participando de su misión evangelizadora, según la vocación de cada uno. Como afirmaba el Beato Juan Pablo II:

“Al hacerse en unión con toda la comunidad eclesial, el anuncio nunca es un hecho personal. El misionero está presente y actúa en virtud de un mandato recibido y, aunque se encuentre solo, está unido por vínculos invisibles, pero profundos, a la actividad evangelizadora de toda la Iglesia. Los oyentes, pronto o más tarde vislumbran a través de él la comunidad que lo ha enviado y lo sostiene” (RMi. 45).

Pues bien, en esta comunidad de los discípulos de Cristo, el Espíritu Santo es quien hace posible su vida y misión. Como nos enseña el Concilio Vaticano II, “el mismo Señor Jesús, antes de entregar libremente su vida por el mundo, ordenó de tal suerte el ministerio apostólico y prometió el Espíritu Santo que había de enviar, que ambos quedaron asociados en la realización de la obra de la salvación en todas partes y para siempre. El Espíritu Santo unifica en la comunión y en el servicio y provee de diversos dones jerárquicos y carismáticos, a toda la Iglesia a través de los tiempos, vivificando las instituciones eclesiásticas como alma de ellas e infundiendo en los corazones de los fieles el mismo impulso de misión del que había sido llevado el mismo Cristo. Alguna vez también se anticipa visiblemente a la acción apostólica, lo mismo que la acompaña y dirige incesantemente de varios modos” (AG 4).

El misionero debe alimentar en su corazón la confianza y el consuelo, que se derivan de la certeza de que no está sólo y de que el Espíritu Santo le precede con su acción en el corazón de las personas; una acción misteriosa, escondida, pero real, que está reclamando el testimonio y la palabra del misionero, como la semilla sembrada en tierra aguarda la lluvia para germinar, crecer y fructificar. “Al anunciar a Cristo, el misionero está convencido de que existe ya en las personas y en los pueblos, por la acción del Espíritu, una espera, aunque sea inconsciente, por conocer la verdad sobre Dios, sobre el hombre, sobre el camino que lleva a la liberación del pecado y de la muerte. El entusiasmo por anunciar a Cristo deriva de la convicción de responder a esta esperanza, de modo que el misionero no se desalienta ni desiste de su testimonio, incluso cuando es llamado a manifestar su fe en un ambiente hostil o indiferente. Sabe que el Espíritu del Padre habla en él y puede repetir con los Apóstoles: "Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo" (Hech. 5,32). Sabe que no anuncia una verdad humana, sino la "Palabra de Dios", la cual tiene una fuerza intrínseca y misteriosa” (RMi. 45).

CONCLUSIÓN:

Discípulos y misioneros, por Cristo, con Él y en Él.

Hermanos, no podemos desaprovechar esta hora de gracia. Todos en la Iglesia estamos llamados a ser discípulos y misioneros. Es necesario formarnos y formar a todos los cristianos para cumplir, con responsabilidad y audacia, esta tarea. Les animo a que, mutuamente, nos ayudemos a despertar y acrecentar en todos la alegría y la fecundidad de ser discípulos de Jesucristo, viviendo con verdadero gozo el “estar con Él” y el “amar como Él” para ser enviados a la misión.

“Discípulo” y “misionero” son como las dos caras de una misma moneda: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, aún en medio de persecuciones, no puede dejar de anunciarlo al mundo. Ante la prohibición de las autoridades de “hablar o enseñar en nombre de Jesús”, Pedro y Juan responden: “Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios. No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hech. 4,19-20).

“En efecto, quien encuentra a Jesús experimenta un profundo compromiso con su persona y con su misión en el mundo, cree en Él, siente su amor, se adhiere a Él, decide seguirlo incondicionalmente dondequiera que lo lleve, le entrega toda su vida y, si es necesario, acepta morir por Él. Sale de este encuentro con el corazón alegre y entusiasta, fascinado por el misterio de Jesús, y se lanza a anunciarlo a todos. Así, el discípulo se hace semejante al Maestro, enviado por Él y sostenido por el Espíritu Santo”[10].

El que quiere ser discípulo de Jesucristo ha de ponerse en la escuela del Evangelio. Es necesario dedicar tiempo a leer y meditar el Evangelio como si fuera la primera vez y dejarnos cautivar por la persona de Jesús y su mensaje. Ahí se encuentra la fuente de la que hay que beber para “ser discípulo y misionero”. Quienes nos sentimos atraídos por Jesucristo, hemos de acercarnos a Él y pedirle la gracia de conocerlo, amarlo y seguirlo incondicionalmente, hasta configurarnos con Él, por amor. Sólo así seremos sus discípulos y podremos seguirlo en su comunión con el Padre y en la búsqueda continua de su voluntad; seguirlo en sus actitudes de “buen pastor” y de “buen samaritano”.

“Por Cristo, con Él y en Él”. Sólo si estamos en Cristo y Él en nosotros podremos vivir, como Él, según los criterios de las “bienaventuranzas”; podremos seguirlo en su cercanía y compasión con los pecadores, los pobres, los pequeños y con tantas personas vejadas y abatidas. Podremos, en fin, responder a su llamada a “ser misioneros”, a su mandato de hacer discípulos a otras personas. Y podremos trabajar, hasta dar la vida como Él hizo, por la implantación del Reino de Dios en el mundo. “Un reino eterno y universal: el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, del amor y de la paz”[11].

El seguimiento tiene siempre una perspectiva misionera. Jesús no nos llama a seguirle y ser sus discípulos simplemente para nuestra salvación personal, sino para hacernos partícipes en su misión universal de salvación. Igual que Jesús con su vida y misión “hizo discípulos”, así también estos “discípulos suyos” son llamados a hacer nuevos discípulos de la misma forma que Jesús lo ha hecho: “Como el Padre me envió, así también os envío yo” (Jn. 20,21); “id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos” (Mat. 28,19).

Para llevar adelante este encargo contamos con tres potentes aliados que nos preceden y acompañan en nuestra labor. En primer lugar, “el Padre” que siempre trabaja (Jn. 5,17), constantemente atrae a todos hacia Cristo (Jn. 6,44) y dispone el corazón de los hombres para que acojan el mensaje del Evangelio. En todas las personas a las que nos dirigimos hay una semilla religiosa sembrada por el Padre, que El sigue cuidando y atendiendo, una semilla que sirve de base para la tarea de la evangelización.

Nuestro segundo aliado es “el Hijo”, del cual todos los hombres son imagen y semejanza y, además, “el hombre -todo hombre sin excepción alguna- ha sido redimido por Cristo; porque con el hombre -cada hombre sin excepción alguna- se ha unido Cristo de algún modo, incluso cuando ese hombre no es consciente de ello”. (Redemptor Hominis, 14c). Esto quiere decir que en cada persona está grabada la esencia misma del ser cristiano, aunque muchos no lo reconozcan. Pero, por la fe, el misionero si lo sabe y, por eso, con toda confianza y sin temor, anuncia el Evangelio a todos con la esperanza de que su anuncio no será en vano.

Y, el tercer aliado del misionero es “el Espíritu Santo”. Jesús lo prometió y lo cumplió: “Recibiréis el Espíritu Santo que os dará fuerza para que seáis mis testigos” (Hech. 1,8) y, además, es Él quien, entrando hasta el fondo del alma, prepara y dispone el corazón de las personas para que acojan el Mensaje que se les propone en la predicación (cf. Hech. 16,14), de modo que el misionero es instrumento del Espíritu que es quien convierte y da el don del conocimiento de Dios.

* * *

Así pues, confiados en la presencia de Dios y en su poder, ponemos en marcha este Plan Diocesano de Pastoral 2011-2015 con el propósito de responder, aquí y ahora, a la llamada que Él mismo nos hace para que seamos de verdad, “discípulos y misioneros” de Jesucristo y su Evangelio. Ponemos nuestro trabajo en manos del Señor, que es quien da el crecimiento (cf. 1Cor. 3,7), en la espera de obtener, para alabanza de su gloria, fruto abundante.

Todo esto lo hacemos pidiendo a la Virgen María: “Ven con nosotros al caminar, Santa María, ven”. A Ella que, en su vida terrena, fue la primera discípula y misionera del Señor, pues acogió enteramente la Palabra de Dios y la puso por obra. A Ella que, en los comienzos de la Iglesia, unió su oración a la de los discípulos de su Hijo suplicando el don del Espíritu Santo para salir a predicar el Evangelio a todas las naciones. A Ella que, a través de la imagen de Ntra. Sra. de Candelaria, fue la primera misionera de nuestra Diócesis y aún hoy sigue abriendo nuestros corazones a la fe en Jesucristo... Sí, acudimos a Ella que es modelo de vida cristiana y, desde el cielo, “continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación” (LG 62). Sí, con Ella contamos pues, como decimos en la canción popular, tenemos la certeza de que: “mientras recorres la vida, tú nunca solo estás, contigo por el camino, Santa María va”. Ella, llevada al cielo en cuerpo y alma, es una persona viva que “con su amor materno, cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz” (LG 62). Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.

Dios nos conceda que podamos contemplar, entre nosotros, aquellas mismas maravillas de los comienzos de la predicación evangélica y que al reunirnos en nuestras parroquias, grupos, comunidades, movimientos y asociaciones para reflexionar sobre lo que estamos haciendo y celebrar nuestra fe, como Pablo y Bernabé, nos pongamos a “contar todo cuanto Dios había hecho juntamente con ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe” (Hech. 15,27).

Que el Señor les bendiga a todos, les colme con toda clase de bienes y con su gracia haga prósperas las obras de nuestras manos.

† Bernardo Álvarez Afonso

Obispo Nivariense


[1] Benedicto XVI, Sao Paulo, 11 de mayo de 2007

[2] Benedicto XVI, a la Curia Romana, el 21 de diciembre de 2007.

[3] Congregación del Clero, “Identidad misionera del presbítero”, n. 3,1.

[4] Benedicto XVI, a la Curia Romana, el 21 de diciembre de 2007.

[5] Benedicto XVI, a la Curia Romana, el 21 de diciembre de 2007.

[6] Congregación del Clero, “Identidad misionera del presbítero”, n. 3,1.

[7] Benedicto XVI, Discurso al Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, 30-5-2011.

[8] Cf. Lineamenta del Sínodo, 5.

[9] Juan Pablo II, Mensaje de las Migraciones, 2001.

[10] Congregación del Clero, “Identidad misionera del presbítero”, n. 3,1.

[11] Prefacio de la Fiesta de Cristo Rey.


Carta Pastoral del obispo de Tenerife Monseñor Don Bernardo Álvarez Afonso introductoria del Plan Diocesano de Pastoral 2011-2015 con el título "Ser Discípulos y Misioneros, aquí y ahora".

PLAN DIOCESANO DE PASTORAL 2011-2015. Parte I

Queridos Diocesanos:

El amor de Dios Padre, manifestado en Jesucristo el Buen Pastor y derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado, sea con todos y les colme de gracia, paz y alegría.

Con el inicio del curso 2011-2012, comenzamos la puesta en marcha del Plan de Pastoral. En los próximos cuatro años, éste servirá de base y guía para el desarrollo de la acción pastoral en los distintos ámbitos de la vida y misión de la Iglesia en nuestra Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, porción del Pueblo de Dios que peregrina en Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

Por este motivo, junto con el documento que contiene la fundamentación y descripción del Plan Pastoral 2011-2015, que ha preparado la Vicaría General con el Consejo Diocesano de Pastoral, les ofrezco las siguientes reflexiones, a modo de Carta Pastoral. Mi deseo es que sirvan para una mejor comprensión y aplicación del objetivo que nos proponemos: “Ser discípulos y misioneros, aquí y ahora”.

De un Plan a otro

Hace cuatro años, con el lema “Haz memoria de Jesucristo resucitado”, nos propusimos un Plan Diocesano de Pastoral centrado en la persona de Cristo. Con ello queríamos plasmar en la conciencia de todos (agentes de pastoral y fieles) la necesidad de “ser nosotros mismos memoria viva de Jesucristo”. Como decíamos entonces, “impulsados, guiados y fortalecidos por el Espíritu Santo, y por tanto en docilidad a Él, queremos trabajar con todos los medios a nuestro alcance para que nuestra Iglesia Diocesana sea, cada vez más, memoria y profecía de Jesucristo resucitado”. Memoria y profecía quiere decir: llevar a Cristo en el corazón y, consecuentemente, vivir como Él vivió y darlo a conocer a los demás con palabras y obras.

Fieles a nuestro propósito hemos trabajado con la esperanza de no habernos cansado en vano. Confiamos que nuestra buena siembra vaya produciendo fruto abundante. No resulta fácil evaluar en qué medida hemos avanzado hacia el objetivo propuesto, porque somos conscientes de que, en “la viña del Señor”, no siempre nos es dado el percibir los frutos de lo que sembramos, y mucho menos en tan poco tiempo. No obstante, como la Virgen María, nos alegramos en el Señor porque, pese a nuestras limitaciones y deficiencias, el Poderoso hace obras grandes por medio nuestro para llevar adelante su plan de salvación universal. Siempre podemos decir: “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Sal. 125,3). Por eso, al finalizar este cuatrienio pastoral, les invito a decir con María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de gozo en Dios, mi salvador” (Lc. 1,47).

Por otra parte, lo que sí podemos evaluar es nuestro trabajo pastoral, lo que hemos hecho o dejado de hacer en relación con lo que nos proponía el Plan Diocesano 2007-2011. Y así lo hemos hecho en todas las instituciones que configuran nuestra Diócesis: El Consejo Diocesano de Pastoral, las delegaciones, arciprestazgos, parroquias, vida consagrada, movimientos, asociaciones, seminario, centros de formación teológica, escuelas católicas… Y, a la luz la reflexión realizada, tengo que decir que en estos cuatro años se ha cumplido un buen trabajo pastoral, del cual todos debemos dar gracias a Dios y por el cual yo me
permito felicitarles a todos.

Muchas cosas valiosas hemos hecho para acrecentar la fe de los fieles en Jesucristo y para anunciarlo a quienes no le conocen. Constatamos como, en nuestra acción pastoral, hemos mejorado la predicación de la Palabra Dios, la celebración de los sacramentos, el ejercicio de la oración personal y comunitaria, así como la promoción de la caridad fraterna. En general, se percibe una mayor preocupación por no quedarnos en los medios, en sólo hacer las cosas, sino en conseguir el fin último de todo lo que hacemos: que los fieles sientan y experimenten con mayor intensidad la salvación que Dios les ofrece y, así, puedan crecer en la fe, esperanza y caridad.

Es más, hemos comprobado que en muchos ámbitos de nuestra acción pastoral, dónde parece que no se puede hacer nada, cuando —confiados en la gracia de Dios— ponemos de nuestra parte empeño, paciencia y dedicación sacrificada, se abren caminos de encuentro con Dios para muchos hombres y mujeres de hoy. Nos llena de aliento el comprobar cómo se cumple entre nosotros la Palabra de Dios: “Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares” (Sal. 125,5).

Asimismo, la evaluación también ha puesto al descubierto nuestras limitaciones naturales (no sabemos qué hacer o no podemos hacer más), así como nuestras perezas e indiferencias a la hora llevar adelante las acciones propuestas. Y, además, hemos percibido con dolor que, en no pocos casos, se infravalora el Plan Pastoral. En consecuencia, no se da a conocer y, en la práctica, en algunos lugares y ámbitos pastorales, apenas se aplican las orientaciones que el Obispo da para toda la Diócesis. Se priva así a muchos fieles de aquellos bienes que, mediante la planificación pastoral, la Iglesia les ofrece para un mejor desarrollo de su vida cristiana. Se trata de un comportamiento poco eclesial que, de cara al futuro, estamos llamados a corregir si no queremos “correr en vano”.

También hemos reflexionado sobre los obstáculos y dificultades que inciden en nuestra acción pastoral, tanto en lo que tiene que ver con la realidad social y cultural del mund-o actual, como en relación con la situación de la misma Iglesia y, en ella, de los agentes de pastoral. Junto a ello, hemos considerado todo lo bueno que hay, tanto en la sociedad como en la Iglesia, y vemos que son muchos los medios y posibilidades que se nos ofrecen para seguir adelante en nuestro trabajo pastoral. Sobre todo, hemos dejado resonar en nosotros aquellas palabras que el Señor dijo a San Pablo cuando, ante las dificultades, se quería marchar de Corinto: «No tengas miedo, sigue hablando y no calles; porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad» (Hech. 18,9-10).

Ahora, con todos los datos de nuestra reflexión y, sobre todo, con la confianza que nos da el saber que el Señor está con nosotros y no sólo “con”, sino también “en” nosotros, nos atrevemos a proponer un nuevo Plan de Pastoral para los próximos cuatro años. Lo hacemos “por Cristo, con Él y en Él”, en la unidad del Espíritu Santo, para gloria de Dios Padre.

Plan Diocesano de Pastoral 2011-2015

Al decir “nuevo” Plan de Pastoral, no se trata de algo distinto o totalmente diferente a lo que venimos haciendo. Con renovado impulso, queremos dar continuidad al camino que hemos recorrido, si bien con nuevos matices y acentos diferentes, en función de las necesidades actuales. De hecho las reflexiones que hice para el Plan 2007-2011 tienen plena vigencia. A ellas les remito para comprender mejor la orientación del presente Plan Diocesano de Pastoral, que va en la misma dirección. Ya entonces les decía: “Un Plan para cuatro años y para siempre”. Particularmente, retomaré más adelante un apartado de aquella reflexión que nos servirá de enlace con el plan actual.

Como viene sucediendo desde hace algunos años, en los países de tradición cristiana, la acción pastoral de la Iglesia viene determinada por el llamamiento a la “Nueva Evangelización”. Una propuesta que inició el Beato Juan Pablo II y ha continuado el Santo Padre Benedicto XVI, quien ha convocado un Sínodo sobre el tema para octubre de 2012. Nosotros, con nuestro Plan de Pastoral, queremos situarnos en esa dirección de marcha y colocarnos de lleno en la línea de la Nueva Evangelización, de sus puntos de partida, de sus orientaciones y de sus objetivos.

En este sentido, nos sirven de orientación estas palabras de los Lineamenta para el próximo Sínodo: “Ya estamos en condiciones de comprender el funcionamiento dinámico correspondiente al concepto de ‘Nueva Evangelización’: a tal concepto se recurre para indicar el esfuerzo de renovación que la Iglesia está llamada a hacer para estar a la altura de los desafíos que el contexto socio-cultural actual pone a la fe cristiana, a su anuncio y a su testimonio, en correspondencia con los fuertes cambios en acto. A estos desafíos la Iglesia responde no resignándose, no cerrándose en sí misma, sino promoviendo una obra de revitalización de su propio cuerpo, habiendo puesto en el centro la figura de Jesucristo, el encuentro con Él, que da el Espíritu Santo y las energías para un anuncio y una proclamación del Evangelio a través de nuevos caminos, capaces de hablar a las culturas contemporáneas” (n. 5).

Hacia una iglesia diocesana de discípulos y misioneros

Con nuestro Plan, dentro de ese marco de la Nueva Evangelización, en esta ocasión, nos proponemos el objetivo concreto de impulsar a los cristianos a “Ser discípulos y misioneros, aquí y ahora”. Lógicamente, como no puede ser de otra manera, se trata de “ser discípulos y misioneros” de Jesucristo.

He dicho “impulsar a los cristianos” y quizás puede parecer que este es un objetivo muy “intra-eclesial”. Sin embargo, esto tiene su explicación en el hecho de que la Nueva Evangelización tiene, precisamente, como destinatarios a los propios cristianos en orden a fortalecer su adhesión y seguimiento de Jesucristo. Como ha dicho el Papa Benedicto XVI: “Es necesario emprender la actividad apostólica como una verdadera misión en el ámbito del rebaño que constituye la Iglesia católica, promoviendo una evangelización metódica y capilar con vistas a una adhesión personal y comunitaria a Cristo”[1].

Nuestro objetivo, por otra parte, no tiene nada de novedoso, pues coincide —si no en la formulación, sí en la intención—, con el tema de la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y del Caribe, que tuvo lugar en 2007, en Aparecida (Brasil): "Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida". En esto tenemos la ventaja de poder aprovecharnos de muchas de las reflexiones y experiencias de nuestros hermanos de las iglesias de Latinoamérica, en tantas cosas cercanas a nosotros.

Precisamente, en relación al tema “discípulos y misioneros” de la Conferencia de Aparecida, el Papa decía:

“¿Era ese el tema más adecuado para esta hora de la historia que estamos viviendo? ¿No era quizá un giro excesivo hacia la interioridad, en un momento en que los grandes desafíos de la historia, las cuestiones urgentes sobre la justicia, la paz y la libertad exigen el compromiso pleno de todos los hombres de buena voluntad y, de modo particular, de la cristiandad y de la Iglesia? ¿No hubiera sido mejor que afrontáramos, más bien, esos problemas, en vez de retirarnos al mundo interior de la fe?… No. Aparecida decidió lo correcto, precisamente porque mediante el nuevo encuentro con Jesucristo y su Evangelio, y sólo así, se suscitan las fuerzas que nos capacitan para dar la respuesta adecuada a los desafíos de nuestro tiempo” [2].

Esta respuesta del Papa, a las preguntas y reticencias que había en el ambiente, ilumina perfectamente el sentido y la intención de nuestro objetivo: “ser discípulos y misioneros”. Sólo si los cristianos somos de verdad discípulos de Jesucristo, seremos evangelizadores y constructores de un mundo mejor para todos. De ahí que nuestra primera tarea siga siendo, como en el Plan anterior, la de avanzar hacia una comunidad diocesana de cristianos adultos en la fe. Ser discípulo de Jesucristo es la condición fundamental, y absolutamente necesaria, para ser misionero y participar en la misión de la Iglesia “de anunciar el Reino de Cristo y de Dios y de establecerlo en medio de todas las gentes” (LG 5).

“Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos”.

El lema bíblico en el que nos apoyamos, y que marca la naturaleza de ese “ser discípulos y misioneros”, es un texto de la primera carta de San Juan: “Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos” (1Jn. 1,3). Cualquier persona se siente impulsada a comunicar a los demás, especialmente a los que ama, aquello que conoce, experimenta personalmente y lleva en el corazón. Por eso, no cabe otra forma de presentar a Jesucristo a los demás si no es a partir del conocimiento y la experiencia que tenemos de Él. Es decir, sólo se anuncia de verdad a Jesucristo desde lo que personalmente “hemos visto y oído” en nuestra relación con Él. Como decía Pablo VI: “En el fondo, ¿hay otra forma de comunicar el Evangelio que no sea la de transmitir a otro la propia experiencia de fe?” (EN 46).

Es aquí donde me permito traer a colación un apartado del Plan anterior, “transmitir lo que hemos recibido”. El mismo nos ayuda a comprender mejor la relación entre el lema señalado y el objetivo del Plan actual. Decía en aquella ocasión:

«Han pasado casi dos mil años desde que Jesús dijo a los apóstoles: “Id al mundo entero y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28,19-20).

Todo lo que la Iglesia ha sido, es y será, es fruto del cumplimiento de esas palabras. Nosotros mismos, los que hoy formamos la Iglesia, hemos conocido y creído en Jesucristo porque otros seguidores de Jesús, anteriores a nosotros, nos lo han presentado. El Señor Jesús, fiel a su promesa, ha estado, está y estará siempre presente. Él es contemporáneo a toda persona en cualquier tiempo y lugar. Gracias a esa presencia, las palabras de San Juan, al comienzo de su primera carta, se han ido realizando ininterrumpidamente a través de una larga cadena de cristianos hasta llegar a nosotros:

“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, —pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó— lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo” (1Jn. 1,1-4).

Pues bien, también nosotros, hombres y mujeres del Tercer Milenio, que hemos conocido y creído en Jesucristo, animados por la certeza de su presencia, estamos llamados a anunciar aquí y ahora —con renovado impulso— “lo que hemos visto y oído acerca de la Palabra de vida” para hacer a otros partícipes de nuestra “comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo”. Pero, para ello, necesitamos nosotros mismos afianzar nuestra fe. Necesitamos “oír”, “tocar con nuestras manos”, “ver con nuestros ojos”, a Cristo “la Palabra de vida”. Es decir, necesitamos cultivar una fe viva, de adhesión y seguimiento de Jesús, para así poder dar testimonio de lo que hemos visto, porque de lo que se trata es de “presentar” a Jesús a los demás, no sólo de hablar de Él.

La lectura de esta cita del Plan anterior, nos permite apreciar que la afirmación del lema actual, “lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos”, no se puede dar por supuesta, pues si bien, en buena medida, estas palabras se cumplen en muchos cristianos, también es cierto que en muchos otros está lejos de ser una realidad. El lema elegido, en cierto modo, afirma lo mismo que el objetivo del nuevo Plan Pastoral: estamos llamados a ser personas que “han visto y oído” (ser discípulos) y así tener “algo que anunciar” (ser misioneros).

La misión que Cristo ha encomendado a su Iglesia es “id al mundo entero y haced discípulos”. Este mandato debe resonar hoy en nuestra Iglesia Diocesana y encontrar eco en el corazón de todos, tanto para “ser” como para “hacer” discípulos de Cristo. Esto es lo que buscamos con nuestro Plan: “Ser discípulos para ir y hacer discípulos”.

Ser cristiano es “ser discípulo” de Cristo

En la encíclica Deus caritas est, el Papa Benedicto XVI, dice que "no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" (n. 1). Se podría decir que este es justamente el punto de partida para llegar a ser discípulo de Jesucristo. Así fue como ocurrió con los primeros discípulos y así ha quedado plasmado en el Evangelio como “el icono” del discipulado. Ante el aviso de Juan Bautista, señalando a Jesús, “he ahí el Cordero de Dios”, Juan y Andrés van detrás de Jesús, “Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ¿Qué buscáis? Ellos le respondieron: Rabbí -que quiere decir, Maestro- ¿dónde vives? Les respondió: Venid y lo veréis. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima” (Jn. 1,38-39).

“Venid y lo veréis. Fueron y se quedaron con Él aquel día”, dice el relato. Sabemos por el Evangelio, que aquel encuentro fue sólo un comienzo que les llevó a “quedarse con Él para siempre”. Encontrar a Jesús e ir con Él, conocer a Jesús y quedarse con Él, permanecer unido a Él… son expresiones que ayudan a comprender el sentido cristiano de “discípulo”. Veamos brevemente el significado e implicaciones de esta palabra.

DISCÍPULO: En lengua castellana la palabra discípulo viene del latín “discipulus”, derivado del verbo discere = aprender. En este sentido, discípulo es quien está en disposición de dejarse enseñar y aprende de un maestro. Sin embargo, aunque tenga alguna semejanza, en la Biblia, un discípulo no es equiparable a lo que hoy conocemos como un “alumno” que aprende de un “profesor”.

En la traducción de la Biblia al castellano, “discípulo”, se emplea para traducir la palabra griega mathetés que, aunque incluye la idea de aprender, es una expresión que, ante todo, se cualifica por el verbo “seguir” = hacer camino con alguien. Por tanto la palabra “mathetés” (= discípulo), que aparece doscientas sesenta y dos veces en los escritos del NT. es, en primer lugar, un modo de vivir que se aprende siguiendo al maestro. Según esto, lo que caracteriza al discípulo es el seguimiento.

¿Discípulos de quién? En los tiempos de Jesús, según la práctica común, el discípulo era quien elegía la escuela y el maestro que más les convenciera y conviniera. En este sentido el discipulado era una etapa temporal de la vida. Era como quien va a una escuela para adquirir unos conocimientos, que luego sirven para la vida personal y profesional y que, una vez adquiridos, ya deja de ser discípulo quedando desconectado del maestro; el discípulo se convierte en maestro y se dedica a enseñar a otros.

En los evangelios, en cambio, nos encontramos con que es Jesús mismo quien elige y llama personalmente a sus discípulos. Jesús ve las personas, habla con ellas, las conoce y llama a cada uno por su nombre: ¡Sígueme! Por eso puede decir a sus discípulos: “no me habéis elegido vosotros a mí, sino que soy yo quien os he elegido a vosotros” (Jn. 15,16). Esto significa que el seguimiento de Jesús no es una opción personal del discípulo, sino que es Jesús quien toma la iniciativa y opta por cada uno.

Para los que conocieron históricamente a Jesús, responder positivamente a su llamada y seguirle les cambiaba la vida porque implicaba ir físicamente detrás de Jesús con el objeto de estar con Él y aprender de Él. Aprender no sólo sus palabras sino, también, su forma de vivir la relación con Dios, con las demás personas y con las cosas. En el Evangelio, los discípulos son aquellos que se sintieron atraídos por Jesús, lo siguieron y acogieron su enseñanza y se esforzaron por conformar a Él su propia vida.

El mismo Jesús, en distintos momentos, les va explicando lo que es necesario hacer para ser sus discípulos: “Decía Jesús a los judíos que habían creído en él: Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Juan. 8,31). En otra ocasión dijo: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn. 13,34-35). Y también, “Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mc. 8,34).

Esto, como sabemos, no fue fácil. Si bien inicialmente se entusiasmaron con Jesús y le siguieron, a medida que fueron viendo que este seguimiento implicaba la negación de sí mismo, la aceptación de la cruz y el cambio radical de la propia vida, “muchos de sus discípulos se retiraron y ya no iban con Él” (Jn. 6,66).

Quienes seguían a Jesús no se ligaban a una doctrina o una filosofía, sino a la persona misma de Jesús. Ser un verdadero discípulo de Jesús es un estado de vida permanente. Es un discipulado que se sostiene, por un lado y sobre todo, en la llamada de Jesús que es inmutable e irreversible y, por otro, en la respuesta del discípulo que se adhiere a Cristo de todo corazón y le sigue. Este discipulado se manifiesta en estar con Él, compartiendo su estilo de vida e incluso estando dispuesto a compartir su destino. Ser discípulo de Jesús es quedar de por vida vinculado a Él o, como se dice ahora, “estar colgado por Jesús”.

“En el itinerario del discipulado, todo se inicia con la llamada del Señor. La iniciativa es siempre suya. Esto indica que la llamada es una gracia, que debe ser libre y humildemente acogida y custodiada, con la ayuda del Espíritu Santo. Dios nos ha amado el primero. A la llamada sigue el encuentro con Jesús para escuchar su palabra y realizar la experiencia de su amor por cada uno y por toda la humanidad. Él nos llama y nos revela al verdadero Dios, Uno y Trino, que es amor. En el Evangelio se muestra cómo en este encuentro el Espíritu de Jesús transforma a quien tiene el corazón abierto”[3].

¿Se puede ser, “hoy”, discípulo de Jesucristo?

Leyendo los evangelios se descubre que el conjunto de los discípulos de Jesús, aquellos que estaban “colgados por Él” y le seguían, era un grupo bastante amplio y variado, que comprendía también algunas mujeres. La forma de seguimiento que les proponía Jesús, más que seguir una doctrina, era seguirlo a Él, viviendo como Él vivió y haciendo lo que Él hizo.

Tal vez se podría pensar que sólo se pueden considerar discípulos de Jesús aquellos que, durante su vida en la tierra hace casi dos mil años, le conocieron y le siguieron. Los cristianos que vinieron después, que no le conocieron ni le trataron físicamente, serían algo así como admiradores de su vida y partidarios de su doctrina, pero no discípulos en el sentido que hemos dicho. Lógicamente las cosas serían así, si Jesucristo fuera alguien del pasado sin vida personal actual. Pero, no. Cristo vive para siempre, es contemporáneo de cada persona y, en consecuencia, se le puede encontrar, conocer y tratar personalmente.

Cuando Jesús mandó a sus discípulos “id y haced discípulos de todos los pueblos” (Mt. 28,19), claramente hablaba de hacer “discípulos” –no simplemente partidarios o admiradores- a personas que ya no le podían conocer físicamente. Los apóstoles cumplieron el encargo y muchas personas, ya desde el día de Pentecostés, después de la predicación de Pedro, se bautizaron y se hicieron seguidores, no de los apóstoles sino de Jesús, a quien ellos anunciaban. El mismo Pedro dirá con emoción a los destinatarios de su primera carta: “No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación” (1Pe. 1,9).

Creer, amar y seguir a Jesús, eso es ser su discípulo. Esto es posible, aunque no se le haya visto con los ojos de la cara, porque Jesús cumple su promesa: “yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20). Jesucristo en persona se hace presente en los mensajeros: “Quien acoja al que yo envío, me acoge a mí” (Jn. 13,20). Por eso, San Pablo puede decir con verdad: “No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal. 2,20).

Así se entiende que anunciar a Jesucristo y su Evangelio no es pasar una información a otra persona, sino la presentación que “un discípulo de Jesús” hace de su Maestro y Señor. Será el propio Jesús quien hable personalmente al corazón del destinatario y le llame a ser su discípulo. En este sentido, el misionero es la mediación o el instrumento de quien se vale el Señor para que se produzca ese encuentro. Después de la Pascua del Señor, los discípulos de Jesús se hacen por el poder del Espíritu Santo y mediante la acción de quienes realizan el encargo de Jesús: “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos y enseñándoles a guardar todo lo que yo os me mandado” (Mt. 28,19).

Como se observa en los Hechos de los Apóstoles, ya en las primeras comunidades cristianas se consideraba discípulo de Jesús a cualquier bautizado que adoptara una actitud conforme a las enseñanzas de Cristo y así lo ha sido hasta hoy en que, “los cristianos de todo el mundo, están llamados ante todo a ser cada vez más ‘discípulos de Jesucristo’, algo que, en el fondo, ya somos en virtud del bautismo, lo cual no quita que debamos llegar a serlo siempre de forma nueva mediante la asimilación viva del don de ese sacramento”[4].

¿Cómo ser discípulo de Jesucristo, aquí y ahora?

Como ya hemos dicho, una de las cosas que se propone nuestro cuatrienal Plan Pastoral es animar y ayudar a los cristianos a “Ser discípulos”. ¿Cómo hacerlo? Lo primero y más importante, como vemos en los evangelios, es “encontrarse con Jesús”.

En las líneas de acción que se proponen en el Plan Pastoral aparecen los aspectos fundamentales que, en el momento histórico que nos ha tocado vivir, es necesario cultivar para encontrarse con Jesús y llegar a ser verdaderos discípulos suyos. El Plan nos convoca a promover la escucha de la Palabra, la comunión con Cristo en la Eucaristía y la comunión con Cristo en la Iglesia, la oración, el amor al prójimo... Son los medios de siempre, aquellos que el Señor ha dejado a su Iglesia para que los hombres y mujeres de cualquier tiempo y lugar puedan encontrarse con Él, conocerlo, amarlo, seguirlo como discípulos y anunciarlo a los demás.

Con este planteamiento, no hacemos sino secundar la enseñanza del Papa Benedicto XVI:

¿Qué significa ser discípulos de Cristo? En primer lugar, significa llegar a conocerlo. ¿Cómo se realiza esto? Es una invitación a escucharlo tal como nos habla en el texto de la Sagrada Escritura, como se dirige a nosotros y sale a nuestro encuentro en la oración común de la Iglesia, en los sacramentos y en el testimonio de los santos… Nunca se puede conocer a Cristo sólo teóricamente. Con una gran doctrina se puede saber todo sobre las Sagradas Escrituras, sin haberse encontrado jamás con él. Para conocerlo es necesario caminar juntamente con él, tener sus mismos sentimientos, como dice la carta a los Filipenses (cf. Flp. 2,5). El encuentro con Jesucristo requiere escucha, requiere la respuesta en la oración y en la práctica de lo que él nos dice”[5].

En el mismo sentido se expresaba el Beato Juan Pablo II. Al plantear la Nueva Evangelización, que tanto le preocupaba, siempre insistía mucho en la necesidad del encuentro con Jesús para todos los cristianos, como condición para ser sus discípulos y anunciarlo a la humanidad actual. En la Exhortación post-sinodal Ecclesia in America, indicaba algunos lugares privilegiados en los que es posible encontrar a Jesús hoy: en la Sagrada Escritura leída y profundizada a través de la meditación y la oración; en la Liturgia y los Sacramentos, de forma muy especial la Eucaristía; en los pobres, con los que se identifica Jesús; en la oración personal y comunitaria (cf. n. 12).

(Continúa: Segunda parte)


Carta pastoral del obispo de Tenerife Don Bernardo Álvarez Afonso porel VIII Centenario dela orden de Santa Clara.

OCTAVO CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA ORDEN DE SANTA CLARA

Queridos diocesanos:

En nombre del Señor, con motivo del Octavo Centenario de la Orden de Santa Clara, les invito a participar de un tiempo de gracia y salvación.

Desde el pasado 16 de abril y hasta el 12 de agosto de 2012, las Monjas Clarisas están celebrando en todo el mundo un Año Jubilar para conmemorar los "Ochocientos años de la Fundación de su Orden", que inició Clara, siguiendo el espíritu de su compatriota San Francisco de Asís.

Como ya sabemos, nuestra Diócesis cuenta –en San Cristóbal de La Laguna- con el Monasterio de las Monjas Clarisas, que fue el primer convento femenino que hubo en las Canarias. Se inició con cuatro monjas procedentes del Monasterio de San Antonio de Baeza y seis del Regina Coeli, de Sanlúcar de Barrameda. Llegaron al puerto de Santa Cruz el 20 de febrero de l547 y los gastos del viaje fueron costeados por el Cabildo de la Isla.

Inicialmente se instalaron en el Convento Franciscano de San Miguel de las Victorias (actualmente Santuario del Cristo y dependencias anejas), hasta que en 1577 pasaron el monasterio actual, cuya iglesia lleva el título de San Juan Bautista y fue construido gracias a la donación de Olalla Fonte del Castillo. Un incendio destruye parte del edificio en 1697 pero inmediatamente comienza su reconstrucción, y la iglesia queda abierta al culto en 1700.

Ahora, con motivo del Octavo Centenario de la Orden de Santa Clara, el Papa ha concedido, a los fieles que lo deseen, el poder disfrutar del don de la Indulgencia Plenaria en todos los monasterios de monjas clarisas, entre los que se encuentra el nuestro de La Laguna. He aquí el Decreto de la Penitenciaria Apostólica que determina los días y las condiciones para obtener la gracia de la Indulgencia:

"El Sumo Pontífice Benedicto XVI, felizmente reinante, ha sido recientemente informado por el Rvdmo. P. José Rodríguez Carballo, Ministro general de toda la Orden de Frailes Menores, a cerca de las celebraciones solemnes que, a partir del día 16 del presente mes de abril y hasta el 12 de agosto de 2012, tendrán lugar en todas las iglesias conventuales de la Orden de Santa Clara; para que sea dignamente conmemorado el Octavo Centenario desde que la noble virgen Clara, nacida en Asís (Umbría), imitando a su conciudadano el Santo Francisco, distribuyó todos sus bienes en limosna y ayuda a los pobres y, escapando al ruido del mundo, recibió el corte de sus cabellos por el mismo Francisco y fundó la comunidad de las Damas Pobres de la Orden de los Menores.

Por tanto, el Santo Padre, por su benigno cuidado hacia la Iglesia universal y el afecto especial hacia las Monjas de Santa Clara, deseoso de hacer algo agradable a los fieles devotos de un don de Dios, concede la Indulgencia Plenaria, en las habituales condiciones regularmente cumplidas (la Confesión sacramental, la Comunión eucarística y la oración por el Sumo Pontífice), ganándose una vez al día durante el año jubilar y que se pueden aplicar, bajo la forma de sufragio, también a las Almas de los fieles que se encuentran en el Purgatorio, si participan devotamente en cualquier celebración jubilar o ejercicio piadoso, o también si se dedicaran, al menos por un cierto tiempo, a pías meditaciones concluyéndolas con el rezo del Padrenuestro, del Credo, la invocación a la Virgen María, de San Francisco y de Santa Clara de Asís:

a. Para las mismas Monjas: todas las veces que visiten la Iglesia o el oratorio principal del Monasterio.

b. Para todos los fieles: Una vez en cada oratorio, en los días elegidos libremente, también todas las veces que participen en devotas peregrinaciones de grupo, que se desarrollen en los mencionados lugares sagrados.

c. Si se encuentran devotamente presentes en los ritos jubilares: en la fiesta de Santa Clara (11 de agosto de 2011 y 2012), en la fiesta del Saráfico Padre San Francisco (4 de octubre de 2011), en los triduos inmediatamente precedentes y en otros días establecidos regularmente.

Los ancianos, los enfermos y todos aquellos que por motivos graves no puedan salir de casa podrán alcanzar igualmente la Indulgencia Plenaria, sinceramente arrepentidos de sus pecados y con la intención de cumplir, en cuanto puedan, las tres condiciones mencionadas, si se unen espiritualmente a las celebraciones jubilares, ofreciendo sus oraciones y sus dolores a Dios misericordioso por medio de María. (En Roma, a 10 de abril de 2011).

Así pues, invito a todos los diocesanos a unirnos a las monjas en esta Celebración Jubilar, participando en los actos organizados, o visitando el monasterio en cualquier ocasión y así, siguiendo las condiciones establecidas, acogernos al don de la Indulgencia Plenaria concedida por el Papa. De paso podremos conocer mejor el monasterio, a las propias monjas y su carisma, así como expresar nuestra gratitud por el gran servicio que prestan a la misión de la Iglesia desde el silencio del claustro con su oración y sacrificio.

Muy especialmente, les ruego que ésta sea, también, una ocasión privilegiada para orar por las vocaciones a la vida consagrada y sacerdotal, particularmente para que el Señor llame a muchas mujeres. Jóvenes y adultas, a consagrarse en la vida monástica bajo el carisma fundado por Santa Clara.

Todo tiempo jubilar es una llamada a renovar nuestra vida cristiana, reavivando la unión con Dios y procurando con mayor empeño la coherencia entre la fe y la vida. Para ello, es fundamental meditar con frecuencia y profundidad la Palabra de Dios, así como renovar nuestra vivencia eucarística y penitencial, que son los sacramentos que han de alimentar y transformar nuestra vida de creyentes. Una vida que siempre ha de producir el fruto de las buenas obras. También, hemos de mirar a la Madre de Dios, la Inmaculada Concepción, confiar más en Ella, conocerla mejor como modelo de vida cristiana e invocarla como Madre de nuestra reconciliación: "ruega por nosotros pecadores".

Deseando que sean muchos los que aprovechen éste Año Jubilar para acercarse más a Cristo y beber de Él, que es la fuente de la salvación, de todo corazón les bendice,

† Bernardo Álvarez Afonso

Obispo Nivariense


S?bado, 10 de septiembre de 2011

Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (28 de agosto de 2011). (AICA)

VIVIR DE UN MODO COHERENTE             

 Evangelio según San Mateo 16, 21-27 (ciclo A)

Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo:

"Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá".

Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro:

"¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".

Entonces Jesús dijo a sus discípulos:

"El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.”

 Vivir de un modo coherente

Queridos hermanos: ¿recuerdan la confesión de Pedro que meditamos el domingo pasado? Pedro confesó quien era Cristo, luego fue confirmado y se le dio el poder de administrar. En este momento, Pedro se quiere acercar a Jesús para evitarle la cruz. ¿Qué le responde Jesús?: “¡Retírate!, ¡ve detrás de mí, satanás!, ¡eres un obstáculo, porque tus pensamientos no son de Dios, sino de los hombres!”

En un momento uno puede ser genial, extraordinario, una buena persona, un buen creyente, un buen cristiano, un buen católico, pero a la vez no responder como tiene que responder. Quiere evitar que la gente sufra, porque le da pena, se mimetiza con  el medio, pierde su sabor, no es sal, no es luz, y se confunde con el pensamiento mundano. ¡Todos! Los católicos, los cristianos, ¡todos!, seguimos a Dios, seguimos a Cristo por encima de toda cultura, de toda aplicación, de toda presión.

Luego viene el mensaje de Cristo, pero primero reta a Pedro: “el que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue su cruz y me siga”; ¡hay que pelear tomando la cruz y siguiendo al Señor más de cerca!

Doy tres ejemplos.

Si todo el mundo roba, ¿por qué no voy a robar yo?

Si todo el mundo miente, ¿por qué no voy a mentir yo?

Si todo el mundo es infiel, ¿por qué no voy a ser infiel?

Pareciera que, porque todo el mundo lo hace, ya fuera criterio. ¡Y no es criterio! El criterio es la verdad, la objetividad de las cosas. El criterio no es la mayoría porque, a veces, la mayoría puede hacer barbaridades.

El Señor nos enseña a definir nuestra vida en todo sentido. Para poder percibir que uno puede ser tentado, hay que dar espacio a la oración; hay que dar espacio y lugar ala Palabrade Dios. Allí uno se da cuenta qué cosa es criterio de Dios y qué cosa es un criterio mundano.

Que el Señor nos enseñe a discernir, a definir y a vivir de un modo coherente en  lo humano, en lo cristiano, en lo eclesial, en lo pastoral, en lo apostólico.

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén 

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús 


Publicado por verdenaranja @ 23:45  | Hablan los obispos
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Homilía de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 22º domingo durante el año (28 de agosto de 2011). (AICA)

SOBRE EL SUFRIMIENTO                

El texto del Evangelio de este domingo (Mt. 16,21-27), nos sitúa ante el primer anuncio dela Pasiónque realiza Jesús. Él era conciente que debía ir a Jerusalén, sufrir mucho y ser condenado a muerte para después resucitar. Es importante el texto porque nos ubica a los cristianos ante una clave para comprender el sentido del sufrimiento, de las cruces propias de la vida humana y de la necesidad de transformarlas en vida nueva, en compromisos y actitudes ligadas a la esperanza.

Notamos que se dan en la realidad situaciones de sufrimientos y dolor, fruto de la inseguridad, corrupción, pobreza y otras formas de injusticia que se originan en la ruptura del hombre con Dios y con sus hermanos, desdibujando la profunda dignidad de cada varón y de cada mujer adquirida por ser imagen y semejanza del Creador. A esta realidad causada por los pecados de los hombres se agregan los sufrimientos, dolores y enfermedades que siempre se dan en la realidad humana. ¿Cuál es el sentido de estos sufrimientos y cómo debemos asumirlos y vivirlos desde las enseñanzas de Jesucristo?

Desde ya que los males causados por las injusticias que se van estructurando socialmente, requieren como respuesta un compromiso activo del cristiano, llamado a transformar las realidades temporales. Por eso en el texto “Jesucristo, Señor dela Historia”, editado por los Obispos argentinos con motivo del año jubilar, nos dice: “Los creyentes encontramos en nuestra fe un nuevo motivo para trabajar en la edificación de un mundo más humano. La esperanza en un futuro más allá de la historia nos compromete mucho más con la suerte de esta historia. ¡Cómo deseamos que esta esperanza activa empape la conciencia y la conducta de cada uno de nuestros hermanos!” (16). Estas afirmaciones se distancian de muchas posturas de grupos religiosos o sectas, o bien tendencias dentro de la misma Iglesia, que tienen un planteo pasivo y conformista del mundo. Estos planteos religiosos decimos que son alienantes, porque generan una ruptura entre la fe y la vida, o bien entre la fe y los compromisos ciudadanos del cristiano.

Sobre este tema del sufrimiento y el dolor, el Evangelio de este domingo nos dice: “Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho…” (Mt.16, 21), y también les enseñaba a ellos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a si mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará” (Mt.16, 24-25). Estas enseñanzas nos ponen ante “el caracu” del camino que nos propone el Señor. Lamentablemente hay muchas doctrinas que se distancian de este mensaje y es conveniente reflexionar sobre esto para discernir sobre donde estamos parados.

Un sicólogo me señalaba con mucha sabiduría que el nuevo “tabú” de nuestra época ya no es el sexo, y esto es evidente. El “tabú” actual es la incapacidad de asumir los sufrimientos. La misma fe a veces es presentada por algunos grupos religiosos de una manera light. A veces para ganar seguidores, hacen “proselitismo” y silencian las exigencias del Evangelio y realizan ofertas milagrosas o bien prometen solucionar todos los problemas y eluden el sentido del sufrimiento cristiano y “la cruz de cada día”.

Evidentemente Dios puede obrar milagros, pero paganizamos el sentido que tienen cuando creemos lograrlo con nuestras fórmulas un tanto mágicas. En el Evangelio de este domingo el mismo Pedro tiene la tentación de eliminar el sufrimiento y la cruz: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá” (Mt. 16,22). El sufrimiento y la cruz de cada día, carecen de sentido, si no están ligados a la vida nueva dela Resurrección, al amor transformador dela Pascua, al compromiso y al ofrecimiento. “Él, sufriendo la muerte por nosotros pecadores nos enseña con su ejemplo a llevar la cruz, que el mundo echa sobre los hombros de los que buscan la paz y la justicia” (GS. 38).

Debemos revisar cómo es nuestro seguimiento de Jesús y si en nuestra fe incorporamos el misterio Pascual, el sentido del sufrimiento, la muerte yla Vida.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas 


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ZENIT  publica el comentario al pasaje evangélico (Mateo 18, 15-20) de este domingo, 11 de septiembre, XXIII del tiempo ordinario, redactado por monseñor Carlos Escribano Subías, obispo de Teruel y Albarracín.

Evangelio del domingo: Perdonar a nuestros hermanos

En el Evangelio de este domingo Jesús, a través del relato de una parábola, nos muestra el rostro misericordioso de Dios. Sigue mostrándonos las características del Reino de Dios y en él debe imperar la misericordia.

La oportunidad surge cuando Pedro suscita una pregunta que seguro albergamos todos nosotros en nuestro corazón. ¿Cuántas veces debo perdonar a mi hermano si me ofende? Su respuesta, teóricamente, nos parece estimulante, hermosa, digna de ser alabada: siempre. El problema surge, y lo sabemos por experiencia, cuando somos nosotros los ofendidos, en ocasiones con gravedad, y nos resulta muy difícil perdonar de corazón a nuestro hermano.

Para Jesús esta enseñanza es fundamental. La propone Él mismo, nada más y nada menos, como una de las siete peticiones del Padre Nuestro: “perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Dios nos pide con esta propuesta, que no olvidemos en nuestra relación con lo demás, nuestra relación con Él.

La primera lectura nos recuerda la Alianza que existe entre Dios y el hombre. Fruto de esa Alianza de amor que Dios establece con la humanidad y con cada uno de nosotros, debería surgir el perdón casi, podríamos decir, de modo espontáneo. Por eso el libro del Eclesiástico en la primera lectura nos advierte: “no tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados?” Obviar la Alianza, es decir, olvidarnos en la práctica de Dios, tiene fatales consecuencias para el hombre y para el mundo. Nos lo recordaba el Papa Benedicto XVI en su mensaje a los jóvenes para la JMJ de Madrid (nº3): “En efecto, hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un "paraíso" sin Él. Pero la experiencia enseña que el mundo sin Dios se convierte en un "infierno", donde prevalece el egoísmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y los pueblos, la falta de amor, alegría y esperanza. En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del amor, donde cada uno es respetado en su dignidad y crece la comunión, con los frutos que esto conlleva”.

No asumir la enseñanza de Jesús, como nos advierte el evangelio, crea una inquietante reacción en Dios: su enfado. Este procede del efecto que produce el hombre que actúa sin amor, en el amor infinito de Dios. Es el problema de circunscribir el perdón en un mundo en el que Dios ha sido desterrado. El hombre que no practica el amor, que no deja entrar en él la misericordia divina, se condena a sí mismo. El amor de Dios, no condena a nadie, el juicio consiste en que el hombre no acepta el amor de Dios.

Olvidar lo que Dios ha hecho con nosotros es, en la práctica, olvidar el hecho de que Dios está presente. Si olvidamos lo mucho que nos ama, y en ese amor, lo mucho que nos perdona, que difícil nos resultará perdonar a los demás. Quizá porque nuestro amor hacia ellos se haya quedado raquítico, empequeñecido por nuestro olvido de Dios. Recuperar Su presencia, valorar Su entrega y Su amor, revivir Su Alianza con todos y con cada uno de nosotros, nos ayudará a entender el mensaje del Evangelio de Jesús.


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Viernes, 09 de septiembre de 2011

Reflexión a las lecturas del domingo veinticuatro del Tiempo Ordinario - A, ofrecido por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR".

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR
Domingo 24º del T. Ordinario A

A Pedro le costaba perdonar como a nosotros, y sabía que los rabinos enseñaban que hay obligación de perdonar cuatro veces. Y piensa que si él propone siete, es decir, muchas, es posible que pueda llegar a un “entendimiento” con el “Maestro”, y quedarse tranquilo. Es lo que llamaríamos hoy “un pacto ético”.

Pero el Señor le responde que no, que hay que perdonar siempre. Que al que no perdona le va a tocar la suerte del empleado de la parábola. Y, además, que no hay que perdonar por ningún “pacto ético”, sino que el perdón es algo que debe salir casi espontáneo de un corazón que ha sido perdonado muchas veces y de las más diversas cosas.

En efecto, el rey de la parábola había perdonado a aquel empleado 10.000 talentos, una cantidad muy grande, enorme: Equivalía a 30 millones de denarios. Y un denario era lo que ganaba un obrero  trabajando un día, de sol a sol.

El compañero le debía al empleado 100 denarios. Y era una cantidad un tanto respetable, porque hacían falta 100 días de trabajo para ganarlos. Pero ¿qué era eso comparado con los 10.000 talentos?

De este modo el Señor presenta el hecho de no perdonar al hermano como algo completamente absurdo: Es lo que le dice el rey al empleado: “¡Siervo malvado! Toda aquella cantidad te la perdoné porque me lo pediste ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero como yo tuve yo compasión de ti?”  

Y concluye la parábola diciendo: “Lo mismo hará mi Padre del Cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano”

No basta, pues, con perdonar… ¡Hay que perdonar de corazón!

El perdón no puede ser algo “estratégico” que tengo  que hacer si quiero conseguir el perdón de Dios. No. No es así, porque no se trata de hacer “un simulacro” de perdón. El Señor dice que hay que perdonar “de corazón”.

Pero, en la actualidad, esta parábola está en crisis porque la mayoría de la gente dice que no tiene pecados. Por tanto, es gente que no se siente perdonada, que no se siente en deuda con el Señor.  ¡Es terrible! ¡Pero es así!

En un primer momento, da la impresión que la parábola no vale para ellos: En efecto, si yo no he sido perdonado, no me vale la argumentación de la parábola. Lo más que podíamos decir es que Dios estaría dispuesto a perdonarnos siempre. Y por tanto, de algún modo, quedaríamos dentro del espíritu de la parábola.

Lo que sucede es que el tema que se plantea es muy antiguo y no es real… Sucedía ya en la misma época apostólica. Y desde entonces está resuelto: “Si decimos que no hemos pecado, nos enseña el apóstol S. Juan, nos engañamos y no somos sinceros…” (1Jn 1, 8).

Por tanto, el valor de la parábola continúa en pie. Lo que sucede es que hace falta que se vaya diluyendo esta “crisis” en la vida de cada uno y volver a la racionalidad y a la verdad.

El Papa Juan Pablo II nos dijo, en algunas ocasiones que la justicia no es suficiente para regular la vida social. Que hace falta introducir la misericordia y el perdón, como formas más perfectas de justicia. (Cfr. Dives in Mis.,12.   Mensaje J. de la Paz 2002).

Por poco que reflexionemos, comprendemos enseguida lo importante que es la misericordia y el perdón en la convivencia de seres humanos, llenos de limitaciones que, en definitiva, no siempre hacen lo que realmente quieren (Cfr. Rom 7,15 -25).

En las enseñanzas sobre la vida de la comunidad cristiana que escuchamos estos domingos, es lógico, por tanto, que S. Mateo haya querido introducir estas enseñanzas del Señor sobre el perdón como una exigencia necesaria para la buena marcha de la comunidad cristiana.

Jesús, en efecto, nos habla con frecuencia del perdón.  Y nos va concretando los motivos por los que tenemos que perdonar.  En esta ocasión nos señala éste que estamos comentando brevemente: Dios nos ha perdonado mucho. Nosotros tenemos que hacer lo mismo. 

¿Quién no descubre aquí la necesidad de una luz y una fuerza superiores para poder realizar todo esto, para poner vivir así?

Hay personas que dicen que no pueden perdonar, todos decimos que tiene sus dificultades. Pero ¿unos y otros aprovechamos los medios que se nos ofrecen constantemente? ¿Quién no constata aquí la necesidad de la Eucaristía de cada domingo e incluso, de cada día? La Eucaristía es signo y fuente de amor. Una ocasión privilegiada para proclamar con el salmo responsorial de hoy: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en clemencia”.  Y también, para decirle una y otra vez a Jesucristo, especialmente, en el momento de la Comunión: “Oh Señor, manso y humilde de corazón. Danos un corazón semejante al tuyo”.

Y estos días en que estamos celebrando tantas fiestas de la Virgen, podía terminar parafraseando una oración que conocí hace ya tiempo:

Santa María, Madre de Dios, consérvame un corazón de niño, puro y cristalino como una fuente... Dame un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal… Un corazón grande y fuerte, que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse. Dame un corazón manso y humilde, que no se canse nunca de amar..., que no se canse nunca de perdonar. Amén.  

Junto a estas reflexiones, les hago llegar mis mejores deseos para el nuevo curso que está comenzando… ¡Feliz Día del Señor!


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ZENIT nos ofrece las breves palabras que el Papa Benedicto XVI dirigió el miércoles 31 de Agosto de 2011 al cardenal Domenico Bartolucci, ex director del Coro dela Capilla Sixtina, y a los asistentes a un concierto en honor del Pontífice, en el patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo

Señores cardenales
Venerados Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio
Queridos amigos,

esta tarde nos hemos sumergido en la música sacra, esa música que, de modo totalmente particular, nace de la fe y es capaz de expresar y comunicar la fe. Gracias también a los espléndidos ejecutores: a las dos sopranos, al barítono, al maestro Baiocchi, al Rossini Chamber Choir de Pesaro y ala Orquesta Filarmónicade las Marcas, como también a los organizadores y a las Autoridades que han hecho posible este acontecimiento. En medio de las actividades cotidianas, nos habéis ofrecido un momento de meditación y de oración, haciéndonos intuir las armonías del Cielo. Un gracias afectuoso y especial al autor de las piezas que hemos escuchado, al maestro cardenal Domenico Bartolucci. Gracias, eminencia, por haberme regalado este concierto y por haber compuesto, para la ocasión, la pieza Benedictus dedicada a mí como oración y agradecimiento al Señor por mi Ministerio.

El maestro cardenal Bartolucci no necesita presentación. Quisiera sólo aludir a tres aspectos de su vida que le caracterizan de modo evidente – además de su orgulloso espíritu florentino – que son: la fe, el sacerdocio y la música.

Querido cardenal Bartolucci, la fe es la luz que ha orientado y guiado siempre su vida, que ha abierto su corazón para responder con generosidad a la llamada del Señor; y es de ella de donde brota también su forma de componer. Es verdad que usted ha tenido una sólida formación musical recibida en el Duomo florentino, en el Conservatorio de Florencia y en el Pontificio Instituto de Música Sacra, con grandes maestros como Vito Frazzi, Raffaele Casimiri, Ildebrando Pizzetti. Pero la música es para usted un lenguaje privilegiado para comunicar la fe dela Iglesiay para ayudar en el camino de fe de quien escucha sus obras; también a través de la música, usted ha ejercido su ministerio sacerdotal. Su forma de componer se inserta en la estela de los grandes autores de música sacra, en particular dela Capilla Sixtina, de la que fue director durante muchos años: la valoración del precioso tesoro que es el canto gregoriano y el uso sabio de la polifonía, fiel a la tradición, pero abierto también a nuevas sonoridades.

Querido maestro, esta noche, con su música, nos ha hecho volver el alma a María con la oración más querida a la tradición cristiana, pero nos ha hecho también volver al inicio de nuestro camino de fe, a la liturgia del Bautismo, al momento en el que nos convertimos en cristianos: una invitación a saciarnos siempre de la única agua que extingue la sed, el Dios vivo, y a comprometernos cada día a rechazar el mal y a renovar nuestra fe, reafirmando ¡“Credo”!

“Christus circumdedit me”, Cristo me ha envuelto y me envuelve: este motete resume su vida, su ministerio y su úsica, querido señor cardenal. Renuevo por tanto mi agradecimiento a usted, a las dos sopranos, al barítono, al director y a los conjuntos corales y orquestales, y de buen grado imparto mi Bendición Apostólica. Gracias.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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DOMINGO 24 DEL TIEMPO  ORDINARIO - A
11 de Septiembre de 2011

El Dios del amor, de la paz y del perdón esté con todos vosotros.

- Las lecturas de este domingo son muy claras: Si nosotros no perdonamos a los que nos han ofendido o nos han hecho daño, ¿cómo podremos pedirle a Dios que nos perdone? Y desde luego que lo necesitamos, el perdón de Dios. Nosotros no somos grandes pecadores, e intentamos ser buenos cristianos. Pero aunque sea así, estamos realmente muy lejos de la forma de
vivir que Dios espera de nosotros.

A. penitencial: Comencemos, pues, nuestra celebración pidiendo el perdón de Dios. Y pidiéndole también a Dios que nos enseñe a perdonar a nuestros hermanos.

- Tú, que eres compasivo y misericordioso. SEÑOR, TEN PIEDAD.

- Tú, que perdonas nuestras culpas. CRISTO,TEN PIEDAD.

- Tú, que nos colmas de gracia y de ternura. SEÑOR, TEN PIEDAD.

1. lectura (Eclesiástico 27,30-28,7): Jesús, en el evangelio, nos hablará de cómo tenemos que perdonar a los demás. Ahora, en esta primera lectura, un sabio del Antiguo Testamento también nos habla del perdón.


2. lectura (Romanos 74,7-9): Escuchemos ahora el último fragmento de la carta de san Pablo a los Romanos, que hemos ido leyendo durante un buen número de domingos. El apóstol nos invita, en este breve texto, a reafirmar nuestra unión con Jesús.

Oración universal: Nosotros somos la familia de Dios y, cada vez que nos reunimos para celebrar la Eucaristía, presentamos ante él las necesidades y los anhelos de nuestros hermanos los hombres y mujeres del mundo entero. Respondamos a cada petición diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.

Por la Iglesia, portadas los que estamos llamados a dar testimonio del amor y el perdón de Dios. OREMOS:

Por nuestro país, por nuestros gobernantes, y portadas nuestros conciudadanos. OREMOS:

Por los chicos y chicas que ahora comienzan el curso escolar, y por sus maestros y profesores. OREMOS:

Por los enfermos, por los ancianos, por todos los que viven en el dolor y la debilidad. OREMOS:

Por los que nos han ofendido o nos han hecho daño. OREMOS:

Por los que estamos aquí reunidos celebrando la Eucaristía del domingo. OREMOS:

Escúchanos, Padre, y mira con amor a esta familia tuya por la que tu Hijo Jesucristo entregó la vida. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

Padrenuestro: Digamos ahora la oración que Jesucristo nos enseñó. Y que resuenen hoy muy dentro de nosotros aquellas palabras con las que le pedimos a Dios su perdón y le manifestamos nuestra voluntad de perdonar a nuestros hermanos. Así pues, unidos en la misma fe, nos atrevemos a decir:

Gesto de paz: Como un signo de reconciliación y de perdón, hermanos y hermanas, daos fraternalmente la paz.

CPL


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Jueves, 08 de septiembre de 2011

Homilía de monseñor Antonio Marino, obispo de Mar del Plata, en la fiesta de San Agustín (Parroquia Nuestra Señora de Fátima - Orden de los Padres Agustinos Recoletos, 28 de agosto de 2011). (AICA)

NUESTRO CORAZÓN ESTÁ INQUIETO HASTA QUE DESCANSA EN TI (Confesiones)               

Queridos hermanos:

La Orden de los Padres Agustinos Recoletos festeja hoy con santo regocijo a su padre y patrono, San Agustín. Es por esta razón que en esta parroquia regida por estos religiosos, celebramosla Misapropia del santo, pese a la coincidencia con el día del Señor. Agradezco al P. Darío Quintana (querido exalumno) y al P. Alejandro por su cordial invitación.

San Agustín es un verdadero gigante en la historia dela Iglesia. Más aún, podemos decir en la historia de occidente. Sin duda, el más grande entre los Padres de la Iglesia latina. Un gigante que sigue teniendo mucho para decirnos a nosotros, tan alejados de él por el tiempo transcurrido. Al leer el libro de sus Confesiones, descubrimos que, a pesar de los siglos que nos separan de él, sigue siendo una personalidad entrañable, a quien sentimos bien próxima a nosotros y casi atemporal.

En él se dio una conjunción admirable del artista, del intelectual, del pastor de almas y del santo. Fue, en efecto, el artista sensible, para quien la belleza suprema era un poderoso imán; el intelectual de “corazón inquieto” y de pasmosa agudeza, sediento de verdad, que supo remontarse hasta el Dios uno y trino, fuente primera de toda verdad, para descansar finalmente en ella. Fue igualmente el pastor de almas, modelo de caridad pastoral y celo apostólico, cuyo ejemplo nos sigue estimulando. En su vida y en sus obras, se nos muestra como el santo enamorado de Dios, o más bien vencido por su amor. Su santidad personal se nutre de una búsqueda incesante de la verdad y la belleza, de cuya contemplación vive, y que él convierte en alimento de sus fieles.

Escuchémoslo en una de sus muchas elevaciones: “¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi Dios, por ti suspiro día y noche” (Conf. L.7,10,16).

Su doctrina no puede ser calificada sino como eminente y de perpetua vigencia. En sus obras se refleja la sabiduría de la antigüedad clásica y la tradición eclesial, y al mismo tiempo, esas obras serían la base de todo lo que seguiría en las reflexiones teológicas del occidente latino, que tendrían en él hasta nuestros días una referencia obligada.

Nació en el norte del África romana el 13 de noviembre del año 354, de padre pagano, llamado Patricio, luego convertido, y de una madre fervorosa en su fe cristiana, a quien conocemos y veneramos como Santa Mónica, quien lo educó en la fe. Tenía un hermano y una hermana, igualmente orientados por Mónica.

De joven quedó atraído por la figura de Jesús y entró en el catecumenado, que luego abandonará. En plena adolescencia, su fe se fue alejando de la doctrina y de la práctica eclesial. Ambicionaba alcanzar sabiduría y la buscaba en la filosofía. Quería unir la figura de Jesús con su búsqueda intelectual. Leyóla Biblia, pero sus relatos realistas, que incluían guerras y miserias de los hombres, no lo satisfacían. Buscaba una religión distinta.

Este debate interior y estas actitudes de rebeldía respecto de la religión católica, acercan su figura a la situación y a las reacciones de muchos jóvenes de hoy, que buscan realizar sus vidas por caminos conformes a sus deseos subjetivos. En su búsqueda termina adhiriendo a la secta de los maniqueos, una forma herética de cristianismo, que postulaba dos principios explicativos de la realidad, uno bueno y otro malo. Y así andará por muchos años extraviado en su vida intelectual y moral.

Se unió por mucho tiempo a una mujer, sin casarse con ella, y de la cual tuvo un hijo, Adeodato, a quien quiso mucho y que años más tarde estaría presente en el bautismo del propio Agustín. El muchacho murió muy joven.

Agustín, todavía en su primera juventud, emprendió una carrera intelectual propia de la época, destacándose siempre en su trayectoria. De a poco se fue distanciando de los maniqueos. Sus inquietudes intelectuales lo llevaron a Roma y luego a Milán. Atraído por la fama de San Ambrosio, obispo de esa sede, comenzó a escucharlo, primero por interés en su capacidad retórica y luego por el atractivo de su figura que le llegaba al corazón.

Gracias a las predicaciones de este santo obispo, lo que antes rechazaba en las Escrituras, ahora se le iluminaba. Sentía que sus exigencias racionales podían armonizarse con la fe en Jesucristo. Éste era el Verbo que juntaba en sí la razón humana y la revelación divina. La lectura de las Sagradas Escrituras, y en especial de las cartas de San Pablo, le aportaron la luz que finalmente lo llevarían a su conversión el día 15 de agosto del año 386.

Junto con su madre Mónica, su hijo Adeodato y algunos amigos, se retiró a la soledad para prepararse a recibir el bautismo de manos del gran obispo San Ambrosio. Esto ocurrió el 24 de abril del año 387, en la catedral de Milán, durantela Vigiliapascual.

En el libro de las Confesiones expresa su nuevo estado como un cambio donde las facultades sensibles quedan transfiguradas: “¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba (…). Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo (…). Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste y deseé con ansia la paz que procede de ti” (Conf. L.10, 27, 38).

Ya bautizado y finalmente miembro dela Iglesia Católica, para alegría de su madre Mónica, quien nunca dejó de orar por su conversión, resuelve regresar a África para iniciar con sus amigos la experiencia monástica. De paso por Ostia, cerca de Roma, experimenta el dolor de la muerte de su madre.

En su patria, en el norte de África, se establece en Hipona donde funda un monasterio. Deseaba con todas sus fuerzas dedicarse a la oración, al estudio de la verdad y a la predicación. No se sentía llamado a la vida pastoral, a la que, sin embargo, lo llamará su obispo, quien lo ordenará de presbítero en el año 391.

Agustín irá entendiendo que Dios tenía otros planes. De hecho, cuatro años después será elegido obispo de Hipona, y Dios le concederá desplegar una actividad sorprendente como buen pastor que supo aunar en su personalidad el cuidado más solícito y efectivo por el rebaño confiado, junto con la más profunda actividad literaria, que dará origen a un cuerpo doctrinal de enormes dimensiones, del que vivieron los siglos medievales y del quela Iglesiase sigue alimentando hasta hoy.

Contemplativo y apóstol, deseoso de soledad y de estudio, y entregado como pocos a la actividad apostólica.La Iglesiafue su pasión. Ocuparse de pobres y desamparados, formar al clero, organizar la vida monástica femenina y masculina, predicar con frecuencia a su pueblo, combatir las herejías más en boga como el maniqueísmo, el donatismo y el pelagianismo: tal fue su ocupación cotidiana durante los más de treinta y cinco años de episcopado hasta la fecha de su muerte ocurrida un día como hoy, 28 de agosto del año 430, antes de cumplir setenta y seis años. Desde hacía tres meses los vándalos asediaban su ciudad de Hipona.

Imposible, en el espacio de una simple homilía, dar cuenta, aunque sea aproximada, de la riqueza y trascendencia de su figura parala Iglesiay para el mundo. No es nuestro propósito. Sólo he pensado que recorrer con brevedad su vida puede convertirse en alabanza de Dios por el regalo inmenso hecho a todala Iglesiaen su persona.

Podríamos perdernos recordando al teólogo sublime que abarcó los temas esenciales de la doctrina sagrada, tanto como al catequista de los principiantes; al maestro de oración, como al pastor realista y creativo; al artista buscador de belleza y al intelectual sediento de verdad; al monje que deseaba iniciar la eternidad en el tiempo y al hombre sensible a los problemas de su época.

Me detengo, por último, en un aspecto que nuestra cultura contemporánea ha exaltado hasta el paroxismo, y también deformado en su genuina comprensión: la libertad. A la luz de su rica experiencia de conversión, y en su lúcida comprensión de la doctrina de Cristo (Jn 8, 31-32.36), prolongada en las reflexiones de San Pablo (Rom 7,14-8,2), él nos enseñará como nadie una de las paradojas centrales del cristianismo: nuestra libertad necesita ser liberada, pues creyéndonos libres obramos como esclavos. Nuestra cultura, marcada por un fuerte subjetivismo, convierte en derechos nuestros deseos e impulsos subjetivos, tantas veces desordenados y sin referencia a una verdad objetiva. Ante este panorama, San Agustín vuelve a brillar como el doctor de la gracia que nos hace libres.

Escuchemos al santo doctor: “La primera libertad es, pues, no tener delitos (…). Cuando el hombre empieza a no tener delitos (…) comienza a levantar la cabeza hacia la libertad” (In Ioan. Ev. 41,10). Pero sabe San Agustín que el hombre es de suyo incapaz de obrar el bien en forma coherente si la gracia de Cristo no lo libera. Como nadie entenderá la enseñanza del Maestro: “Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres... Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres” (Jn 8, 31-32.36). Por eso, acuñará sus frases lapidarias: “Se nos ha dado la ley, para que pidiéramos la gracia. Se nos ha dado la gracia, para que cumpliéramos la ley” (De Spiritu et littera 19,34). Y puesto que sabe que la salud y la libertad del hombre consisten en recuperar su capacidad de amar, dirá: “Ama, y haz lo que quieras” (In epist. Ioan. 7, 8).

Quela Virgen Santísima, a quien nuestro santo doctor amó y enseñó a amar y a admirar como madre y modelo dela Iglesia, interceda por esta comunidad de los Agustinos Recoletos y por todos nosotros, para que siguiendo sus enseñanzas demos ante el mundo testimonio de la verdadera libertad que nos ha otorgado Jesucristo. 

Mons. Antonio Marino, obispo de Mar del Plata 


Publicado por verdenaranja @ 23:10  | Homil?as
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Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9 (27 de agosto de 2011). (AICA)

MES DE LA BIBLIA     

Al mes de Septiembre se lo considera el Mes dela Bibliaen recuerdo de san Jerónimo su primer traductor en lengua popular.La Bibliano es un libro que conserva un tesoro del pasado, sino que en él se nos comunicala Palabrade un Dios vivo que, en Jesucristo su Hijo, se nos dio a conocer plenamente. En este hecho, es decir, en el testimonio de Jesucristo, se apoya la fe cristiana.

Esto significa pasar de la idea de un Dios como principio espiritual a la realidad de un Dios que nos habla; por ello su Palabra se convierte en la fuente que ilumina, orienta y alimenta nuestra vida. Por la fe escuchamos y conocemos este camino de Dios.La Bibliaes el libro que contiene, precisamente, la historia de este camino de Dios hacia a nosotros. Podemos decir que ella es el testimonio de que Dios no abandona al hombre.

Para el hombre es un derecho recibirla Palabrade Dios, porque ella ha sido dicha para él. Parala Iglesia, en cambio, predicar esta Palabra, además de ser un gozo, es su primer deber. Pablo VI decía que: “Evangelizar constituye la dicha y la vocación dela Iglesia, su identidad más profunda” (E.N. 4); haciéndose eco de aquella exclamación de san Pablo: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Cor. 9, 16). Esta Palabra no ha sido dicha para un tiempo sino para siempre, pero fue dicha en un lenguaje y en una época determinada.

Esto, que le da un anclaje histórico particular, significa que hay una tarea de traducción, de exégesis y conocimiento de la mentalidad de esa época, para conocer el sentido correcto de lo que ella nos dice. ¡Qué importante es leer esta Palabra con una inteligencia abierta y formada, como con un corazón bien dispuesto! Tenemos que darle a la lectura dela Palabrade Dios tiempo y silencio, para así escuchar y comprender lo que nos dice. No es algo mágico, sino una Palabra que busca involucrar al hombre en un diálogo de amor y conversión.

Es una Palabra dirigida al hombre para iluminar y sanar su condición humana y espiritual. Es exigente porque parte del amor y busca nuestro bien. Es una Palabra que da sentido a nuestra vida en cuanto nos descubre como criaturas, pero con una vocación trascendente, es decir, somos parte de la creación pero no algo más en ella, sino alguien con una vocación única y personal. Esta relación con Dios nos aísla del mundo sino que nos hace responsables de su cuidado y partícipe de su señorío. Ella define esa triple relación que marca nuestra verdad de seres creados: con Dios, con el hombre y con el mundo.

Frente a Dios nos enseña una relación filial que se vive en la confianza y se expresa en la oración. Frente al hombre nos descubre como hermanos en una relación de amor y solidaridad. Frente al mundo nos habla de una presencia responsable que se expresa en el cuidado de la naturaleza. Cuando Dios ocupa el lugar que corresponde, la fraternidad es posible y el mundo es la casa de todos. Esta Palabra de Dios, en Jesucristo, no es sólo una doctrina que nos enseña sino una gracia que nos eleva y capacita para vivir nuestra verdad de hombres e hijos de Dios.

¡Qué bueno que durante este mes dela Biblianos hagamos amigos dela Palabrade Dios! Ella nos pertenece. Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y María Nuestra Madre de Guadalupe.

 Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe dela Vera Cruz 


Publicado por verdenaranja @ 23:05  | Hablan los obispos
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Desgrabación de la homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires, enla Festividad de San Ramón Nonato (31 de agosto de 2011). (AICA)

FESTIVIDAD DE SAN RAMÓN NONATO               

Como leemos, por el bautismo somos constituidos en familia. Las dos lecturas de hoy son un poco sombrías. En el Evangelio Jesús dice: A ustedes que son mi familia yo los mando, pero cuidado, que los mando como ovejas en medio de lobos; sabemos que los lobos no le hacen precisamente caricias a las ovejas sino que se las comen… Por eso Jesús nos dice: “Ojo que yo las mando ahí, sean astutos”… No compren buzones… Sean astutos y sencillos con la simplicidad del Evangelio pero eso no les quita la obligación de ser astutos. Y la primera lectura del Libro dela Sabiduríarecuerda la historia de José a quien sus hermanos, por envidia, venden. La figura de José preanuncia, de alguna manera, la figura de Jesús “vendido” y llevado a los tribunales y crucificado. Me pregunto como en el día de hoy, que es el día de la vida, en que  Jesús nos dice: “Ustedes que son mi familia, estas dos lecturas nos marcan un sesgo de muerte.

Es muy claro el mensaje: Sabé que si no cuidás la vida, vas camino a la muerte. El mensaje es: Cuidá la vida, sé astuto. Cuidá la vida que es indefensa, que es pequeña y que va creciendo. Y también como una buena familia que somos, cuidá la vida que se está yendo. Cuando un pueblo se olvida de cuidar a sus niños y de cuidar a sus ancianos, empezó a ser un pueblo en decadencia, es un pueblo triste. Cuando en una familia se olvidan de acariciar al anciano, ya anida la tristeza en el corazón. Cuando en una familia el corazón no se alegra con las mil y una travesuras que hacen los chicos y no cuidan a esos chicos, ya nació la tristeza en ese corazón; por eso hoy venimos a pedir la gracia de no ser una familia triste, de no ser un pueblo triste… Cuidar la vida! Cuidar la vida! Y en todo su desarrollo: cuidar la alegría de los chicos y la sabiduría de los ancianos.

Hacer crecer a los chicos por el camino del bien, con el ejemplo, marcándoles metas, dándoles ejemplos y poniéndoles límites. Cuidar a los ancianos para que ellos puedan darnos la sabiduría que han añejado a lo largo de su vida… ¡Que cosa linda, no! Eso es familia de Dios! Eso es ser ovejas que nos va a defender el Señor… pero si no cuidamos la vida los lobos nos comen a pedacitos, si no cuidamos la vida somos un pueblo indefenso, una familia indefensa. Cuidar la vida de los chicos, cuidar la vida de los ancianos… “Este viejo o esta vieja ya no sirve para nada”… Bueno, no sé… pongámoslo en un depósito… Ustedes saben que hay depósitos para viejos…pongámoslos en un depósito y que terminen ahí…A veces se oye esto.

Mi abuela nos contaba un cuento cuando éramos chicos. Decía que en una familia el abuelo se había enfermado y envejecido mucho, entonces cuando comía se babeaba porque además le temblaba la mano; entonces el papá explicó que de ahí en más el abuelo iba a comer solo y compró una mesa para que pudiera comer el abuelo solo en la cocina y así poder invitar amigos a comer en familia sin tener que pasar la vergüenza de ver a su padre babeándose. Todos dijeron: “está bien”. Un día el papá llega del trabajo y encuentra a su hijo de 4 o 5 años jugando con un cajón de manzanas y un martillo, trabajando, haciendo cosas y le pregunta: “Que estás haciendo?”, y el hijo le contesta: “Una mesa papá!”. Y el padre le pregunta: “Para qué?”, a lo que el hijo le contesta: “Para que cuando vos seas grande, puedas comer en ella!”. Lo que sembrás vos con tu ejemplo es lo que vas a cosechar de tus hijos!!! Cuidá a los viejos, cuida la vida de los viejos porque eso es ser familia! Y no entres en la moda de que a los viejos se los guarda y se los desprecia. Cuida a los chicos. Enseñales a crecer bien para que sean retoños llenos de vida, que den flor y fruto en la vida.

Y en esto de mirar a los chicos, hoy no me puedo hacer el desentendido de cuántos chicos son víctimas de la maldad, cuantos chicos son arrancados del seno de sus familias para ser explotados vaya a saber dónde. Todos leemos en los diarios y vemos en los medios el caso de Candela, que no es un caso sino que son cientos de casos de chicos que desaparecen y vaya uno a saber a dónde van! Posiblemente a engrosar las redes de los tratantes! Las redes de los tratantes… chicos que son vendidos como carne fresca vaya a saber donde… En la oración inicial, pedíamos de hacer nuestras las opresiones de los demás, por eso miremos a esta nena que no sabemos dónde está, miremos la cantidad de nenes y nenas que han seguido la misma suerte y no sabemos donde están! Clamemos al cielo. Esto pasa en nuestra gran familia. Hay lobos que roban a nuestros chicos: algunos los roban imponiendo una manera de ser, una cultura que los desgasta de la sociedad; otros los roban para explotarlos, como suponemos es en este caso o para negociar con ellos mediante rescate. Lo que sea. Ese corazoncito de chica robada, de chico robado ¡Que desamparo siente!

Por eso hoy tomemos estas dos lecturas que tienen algo de luto, algo de tristeza y pidámosle al Señor la gracia de no llegar a ser un pueblo triste, porque cuidamos a nuestros chicos y cuidamos a nuestros ancianos. Tengamos también presente a los ancianos que no son cuidados, que son abandonados y que entran a formar parte de la cultura del volquete porque son descarte para muchos. Ancianos del descarte… Pidamos por ellos, para que el Señor les consuele el corazón y sean para nosotros alegría de sabiduría. Y pidamos también por los chicos que son usados, para cualquier fin, hasta llegar al caso como el que mencioné, en el que son arrancados del seno de sus familias para ser usados. Somos la familia de Dios, seamos solidarios con los padres y las familias de estos chicos usados. Seamos solidarios con los ancianos que llevan en el orillo la marca de descarte. Pidamos la gracia de cuidar a nuestros chicos y ancianos para no ser un pueblo triste.

Que así sea. 

Cardenal Jorge M. Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires
Buenos Aires, Miércoles 31 de agosto de 2011. 


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DEPARTAMENTO DE COMUNICACIÓN
38201. La Laguna. Tenerife.
Tfno. 922-25 86 40 / Extensión 8
e-mail: [email protected]

Boletín 446 

LAS NOTICIAS AMPLIADAS PUEDEN VERLAS ENTRANDO EN NUESTRO BLOG. Textos, sonidos, e imágenes los tienen en: http://www.comunicacionobispadodetenerife.blogspot.com/ 

Para consultar on line el PDP 2011-2015 y el tríptico informativo, se puede hacer entrando en la página web: www.obispadodetenerife.es 

El obispo, Bernardo Álvarez, presidió en la Sede Catedralicia una Misa de acción de gracias en el sexto aniversario de su ordenación episcopal y toma de posesión canónica de esta diócesis de S. Cristóbal de La Laguna. En la homilía el prelado nivariense dio gracias a Dios por haberlo elegido, en uno de esos "inescrutables designios" para ser Obispo. 

El pasado martes 6 de septiembre se cumplió el 98 aniversario de la dedicación de la Santa Catedral de La Laguna. Por tal motivo, y dentro del triduo preparatorio a la festividad de Ntra. Sra. de los Remedios, patrona de la Diócesis y advocación mariana a la cual está consagrada la catedral, el Obispo Bernardo Álvarez presidió la Eucaristía, en la sede provisional de la Parroquia de La Concepción de La Laguna. 

La Virgen de Los Remedios volverá a recorrer el jueves 8 de septiembre la ciudad en procesión de forma oficial en sus tradicionales fiestas. Y lo hará a los 40 años de haberse perdido este acto y en este día en que se cumple el XIV Aniversario de su Coronación Canónica. Los actos se celebrarán en la iglesia de La Concepción y darán comienzo, a las 19:00 horas, con la celebración de la eucaristía, presidida por Julián de Armas, deán de la Catedral y párroco de la iglesia de Los Remedios. Acto seguido, tendrá lugar la procesión de las antorchas, que alumbrarán el camino a la venerada imagen alrededor de la plaza de La Concepción. 

La Vicaría General está ultimando un calendario de reuniones con los agentes de pastoral de los 17 arciprestazgos de la diócesis a fin de presentar el Plan Diocesano de Pastoral a partir de la próxima semana. Por otro lado, este mes de septiembre también comienzan las reuniones del Obispo por las distintas vicarias. 

La Eucaristía votiva del Espíritu Santo con motivo de la apertura del curso académico 2011-2012 de la Universidad de La Laguna será presidida por el Obispo Nivariense, Bernardo Álvarez y tendrá lugar el próximo viernes 9 de Septiembre, a las 9.30 horas, en la capilla de la ULL (Patio del Edificio Central). 

Por otro lado, el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC) llevará a cabo el acto de apertura de curso el lunes, 3 de octubre, en el Seminario Diocesano. A las 19:00 horas el obispo presidirá la Eucaristía en la capilla del centro. Posteriormente se iniciará la sesión académica. 

Toda la oferta formativa del Instituto de Teología Islas Canarias, sede en Tenerife para el curso académico 2011-2012 se puede consultar en www.cettenerife.org/ 

Una de las novedades de este año en el ISTIC es que las personas mayores de 40 y 45 años, tendrán un acceso especial para poder cursar los estudios de Ciencias Religiosas. Se trata de un acceso como el de mayores de 25, que una vez superado, acredita al estudiante para cursar la Diplomatura o Licenciatura en Ciencias Religiosas. Una especialidad que da la posibilidad de formarse para ser profesor de Religión y Moral Católica en centros públicos y concertados; así como acceso a todo lo que da derecho un título oficial universitario de Diplomatura o Licenciatura: presentarse a oposiciones, acceder a otro grado universitario, etcétera. 

El Cabildo de Tenerife, el Gobierno de Canarias y el Ministerio de Fomento y Cultura han concluido los trabajos de restauración (2ª y 3ª fases) del Convento de Las Monjas Claras, en La Laguna. Las obras han sido ejecutadas por la empresa Víctor Rodríguez e Hijos y han supuesto una inversión de 3,8 millones de euros. Las mismas fueron entregadas y bendecidas por el Obispo en la mañana de este lunes con la asistencia de la comunidad religiosa y numerosas autoridades. 

Del 19 al 22 de septiembre se desarrollará un nuevo cursillo para catequistas bajo el lema “Discípulos y Misioneros para la Nueva Evangelización”. La inscripción para el mismo se puede realizar en el Seminario o en la propia delegación de Catequesis. 

En la tarde noche del miércoles 7 de septiembre, la Virgen de Abona fue trasladada con toda solemnidad hasta la puerta principal del templo de San Juan Bautista para proceder al acto de reapertura del templo, después de su restauración debido al mal estado de sus cubiertas. Acto que comenzó con las palabras de agradecimiento del Obispo Bernardo Álvarez. 

Desde hace meses una comisión formada por un grupo de personas junto al párroco de Santa Catalina está organizando una serie de actos para celebrar el 350 aniversario de la llegada de la imagen del Santísimo Cristo de los Dolores a Tacoronte. El grupo se ha ido reuniendo semanalmente para programar una serie de actos para exaltar esta efeméride. 

Hasta el miércoles 7 de septiembre, el rector y los formadores del Seminario de Tenerife han participado en el XL Encuentro de Rectores y Formadores de seminarios mayores en Madrid, organizado por la Comisión de Seminarios y Universidad de la Conferencia Episcopal. 

Unas 40.000 personas participaron en la Bajada de la Virgen del Socorro en Güímar. El día comenzó para los romeros desde muy temprano. A las 06:00 se celebró la misa de peregrinos y, a continuación, alrededor de las siete de la mañana, partió la romería desde la plaza de San Pedro en dirección al Caserío, aderezada con los sones que interpretaba la banda de música Amigos del Arte y los sones tradicionales de la Danza de Cintas. 

En el marco de las fiestas en honor a la Virgen de El Socorro de Güímar fue bendecida y presentada la restauración de la torre de la ermita que lleva su nombre: el santuario mariano más antiguo de Tenerife. Una obra que se ha hecho posible gracias a la colaboración del Obispado, el Cabildo Insular, El órgano gestor del Polígono Industrial del Valle, la entidad Cajasiete, y el Ayuntamiento de la ciudad de Güímar. 

Desde Teror (Las Palmas de Gran Canaria) y a través de COPE CANARIAS podrán seguir la retransmisión –para todo el Archipiélago- de la Solemnidad de Ntra. Sra. del Pino, Patrona de la Diócesis hermana. La celebración tendrá lugar el jueves 8 de septiembre, a partir de las 12 del mediodía y estará presidida por Monseñor Francisco Cases Andreu, obispo de la Diócesis. 

El Ayuntamiento de La Laguna ha prorrogado su colaboración anual con la Casa Familiar ‘Manolo Torras’ de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca toda vez que el alcalde, Fernando Clavijo, ha firmado el convenio de colaboración por la cual este colectivo percibirá 11.448 euros para que, este año, pueda seguir desarrollando sus servicios de atención a personas con trastornos de conducta. 

“Exaltación de la Santa Cruz: Tres Clavos – Tres cristos” es el título de la tercera edición de la muestra del artista Santiago González Arvelo. La misma permanecerá expuesta en el Orfeón La Paz hasta el 30 de septiembre, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 21.00 horas. 

El actual grupo de gobierno en el Ayuntamiento de Arico culminó con la firma con el Obispado el convenio que hace efectivo el pago a esta institución religiosa del presupuesto de la segunda fase de las obras de la restauración de la iglesia de San Juan Bautista de Villa de Arico, presupuesto que ascendió a la cantidad de 333.817,23 euros, aportados en su totalidad por la corporación municipal.


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Mi?rcoles, 07 de septiembre de 2011

"Para que las comunidades cristianas esparcidas en el continente asiático proclamen el Evangelio con fervor, testimoniando la belleza con la alegría de la fe" - Comentario ala Intención Misionera de septiembre 2011

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El pueblo asiático es un pueblo naturalmente religioso, en cuyo suelo han arraigado desde antiguo tradiciones milenarias que recogen aspectos de la sabiduría religiosa de todos los tiempos. Por otra parte, resulta paradójico que, precisamente en el continente dónde ha comenzado la historia de la Salvación, la figura de Cristo permanezca totalmente desconocida en muchos ambientes.
No debemos dejar de señalar que en el continente asiático residen dos tercios de los habitantes de la tierra. Solamente China y la India acogen a casi la mitad de la población mundial.

Aunque la Iglesia mira con gran respeto a las otras tradiciones religiosas presentes en el continente, la Esposa de Cristo comprende claramente que no puede dejar de ofrecer a todos los hombres el don inestimable de Cristo, que ha recibido como gracia del Padre para la salvación de todos. Es necesario que el nombre de Cristo sea proclamado como el único Nombre que puede salvarnos.

Junto a la proclamación gozosa del Evangelio, el testimonio de vida de los cristianos ha sido y será siempre la mayor causa de conversiones a la fe.
Hay dos aspectos singulares que el Santo Padre destaca en la intención misionera para este mes: la alegría de la fe y la belleza. Ambas se refieren a dos aspiraciones profundas del corazón del hombre. Todo hombre anhela ser feliz, y en medio de las dificultades de la vida cotidiana y de los sufrimientos que todo hombre debe afrontar, la amistad con Cristo vivida en la fe proporciona una alegría profunda que supera las alegría limitadas de esta tierra. En segundo lugar, la belleza. Se ha hecho famosa la frase de Dostoievski: la belleza salvará al mundo. Nada hay más bello que el amor, que se nos ha manifestado en Cristo crucificado, y del que dan testimonio claro tantos misioneros que han entregado su vida al servicio de los más pobres, de los más necesitados.

Hace pocos días, el Santo Padre decía a una multitud entusiasta de jóvenes en la JMJ en Madrid: Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo (Vigilia de oración en Cuatro Vientos, 20-8-2011).
Este es el anuncio gozoso que la Iglesia, también en el continente asiático, debe seguir ofreciendo.

El Santo Padre continuó: Precisamente ahora, en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo, como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida. (Agencia Fides 01/09/2011).


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Benedicto XVI: el arte nos ayuda a crecer en la relación con Dios

Hoy enla Audiencia General

CASTEL GANDOLFO, miércoles 31 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos la catequesis que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a los fieles reunidos en la Audiencia General del miércoles 31 de Agosto de 2011 en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo. 


Queridos hermanos y hermanas,

en este periodo he recordado muchas veces la necesidad de todo cristiano de encontrar tiempo para Dios, a través de la oración, en medio de las muchas ocupaciones de nuestra jornada. El Señor mismo nos ofrece muchas ocasiones para que nos acordemos de Él. Hoy quisiera detenerme brevemente en uno de estos medios que nos pueden conducir a Dios y ser, también, una ayuda para encontrarnos con Él: es la vía de las expresiones artísticas, parte de esta “via pulchritudinis” -“vía de la belleza”- de la que he hablado tantas veces y que el hombre debería recuperar en su significado más profundo. Quizás os ha sucedido que ante una escultura, un cuadro, o algunos versos de poesía o una pieza musical, sentís una íntima emoción, una sensación de alegría, percibís claramente que frente a vosotros no hay solamente materia, un trozo de mármol o de bronce, un lienzo pintado, un conjunto de letras o un cúmulo de sonidos, sino algo más grande, algo que nos “habla”, capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el ánimo. Una obra de arte es fruto de la capacidad creativa del ser humano, que se interroga ante la realidad visible, que intenta descubrir el sentido profundo y comunicarlo a través del lenguaje de las formas, de los colores, de los sonidos. El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de lo infinito. Incluso es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Y una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, empujándonos hacia lo alto.

Hay expresiones artísticas que son verdaderos caminos hacia Dios,la Bellezasuprema, que incluso son una ayuda para crecer en la relación con Él, en la oración. Se trata de las obras que nacen de la fe y que la expresan. Un ejemplo lo tenemos cuando visitamos una catedral gótica: nos sentimos cautivados por las líneas verticales que se elevan hasta el cielo y que atraen nuestra mirada y nuestro espíritu, mientras que, a la vez, nos sentimos pequeños o también deseosos de plenitud... O cuando entramos en una iglesia románica: nos sentimos invitados de un modo espontáneo al recogimiento y a la oración. Percibimos que en estos espléndidos edificios se recoge la fe de generaciones. O bien, cuando escuchamos una pieza de música sacra que hace vibrar las cuerdas de nuestro corazón, nuestro ánimo se dilata y se siente impelido a dirigirse a Dios. Me viene a la memoria un concierto de música de Johann Sebastian Bach, en Munich, dirigido por Leonard Bernstein. Al final de la última pieza, una de las Cantatas, sentí, no razonando, sino en lo profundo del corazón, que lo que había escuchado me había transmitido verdad, verdad del sumo compositor que me empujaba a dar gracias a Dios. A mi lado estaba el obispo luterano de Munich y espontáneamente le dije: “Oyendo esto se entiende: es verdadera, es verdadera la fe tan fuerte y la belleza que expresa irresistiblemente la presencia de la verdad de Dios”. Cuántas veces cuadros o frescos, frutos de la fe del artista, con sus formas, con sus colores, con sus luces, nos empujan a dirigir el pensamiento hacia Dios y hacen crecer en nosotros el deseo de acudir a la fuente de toda belleza. Resulta profundamente cierto lo que escribió un gran artista, Marc Chagall, que los pintores han sumergido, durante siglos, sus pinceles en el alfabeto de colores que esla Biblia.¡Cuántas veces las expresiones artísticas pueden ser ocasiones para acordarnos de Dios, para ayudar a nuestra oración o para convertir nuestro corazón! Paul Claudel, famoso poeta, dramaturgo y diplomático francés, al escuchar el canto del Magnificat durantela Misade Navidad en la basílica de Notre Dame, París, en 1886, advirtió la presencia de Dios. No había entrado en la iglesia por motivos de fe, sino para encontrar argumentos contra los cristianos. Sin embargo la gracia de Dios actuó en su corazón.

Queridos amigos, os invito a redescubrir la importancia de este camino también para la oración, para nuestra relación viva con Dios. Las ciudades y los países de todo el mundo contienen tesoros de arte que expresan la fe y nos recuerdan la relación con Dios. Que la visita a lugares de arte no sea sólo ocasión de enriquecimiento cultural, sino que se pueda convertir en un momento de gracia, de estímulo para reforzar nuestro vínculo y nuestro diálogo con el Señor, para detenerse a contemplar -en la transición de la simple realidad exterior a la realidad más profunda que expresa- el rayo de belleza que nos golpea, que casi nos “hiere” y que nos invita a elevarnos hacia Dios. Termino con una oración de un Salmo, el Salmo 27: “Una sola cosa he pedido al Señor,y esto es lo que quiero:

vivir enla Casadel Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo” (v.4).Esperemos que el Señor nos ayude a contemplar su belleza, ya sea en la naturaleza o en las obras de arte, para ser tocados por la luz de su rostro y así poder ser nosotros luz para nuestro prójimo. Gracias.

[En español dijo:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los universitarios dela Arquidiócesisde Rosario, a los grupos venidos de Santiago de Chile, así como a los demás fieles provenientes de España, Guatemala, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a llegar a Dios, Belleza suma, a través de la contemplación de las obras de arte. Que éstas no sólo sirvan para incrementar la cultura, sino también para promover el diálogo con el Creador de todo bien. Que el Señor os acompañe siempre.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo veinticuatro del Tiempo Ordinario, ofrecido por la Delegaicón Diocesxana de Enseñanza de la diócesis de Tenerife.

VIVIR PERDONANDO

 

         Los discípulos le han oído a Jesús decir cosas increíbles sobre el amor a los enemigos, la oración al Padre por los que nos persiguen, el perdón a quien nos hace daño. Seguramente les parece un mensaje extraordinario pero poco realista y muy problemático.

         Pedro se acerca ahora a Jesús con un planteamiento más práctico y concreto que les permita, al menos, resolver los problemas que surgen entre ellos: recelos, envidias, enfrentamientos, conflictos y rencillas. ¿Cómo tienen que actuar en aquella familia de seguidores que caminan tras sus pasos. En concreto: «Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar?».

         Antes que Jesús le responda, el impetuoso Pedro se le adelanta a hacerle su propia sugerencia: «¿Hasta siete veces?». Su propuesta es de una generosidad muy superior al clima justiciero que se respira en la sociedad judía. Va más allá incluso de lo que se practica entre los rabinos y los grupos esenios que hablan como máximo de perdonar hasta cuatro veces.

         Sin embargo Pedro se sigue moviendo en el plano de la casuística judía donde se prescribe el perdón como arreglo amistoso y reglamentado para garantizar el funcionamiento ordenado de la convivencia entre quienes pertenecen al mismo grupo.

         La respuesta de Jesús exige ponerse en otro registro. En el perdón no hay límites: «No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete». No tiene sentido llevar cuentas del perdón. El que se pone a contar cuántas veces está perdonando al hermano se adentra por un camino absurdo que arruina el espíritu que ha de reinar entre sus seguidores.

         Entre los judíos era conocido un "Canto de venganza" de Lámek, un legendario héroe del desierto, que decía así: "Caín será vengado siete veces, pero Lámek será vengado setenta veces siete". Frente esta cultura de la venganza sin límites, Jesús canta el perdón sin límites entre sus seguidores.

         En muy pocos años el malestar ha ido creciendo en el interior de la Iglesia provocando conflictos y enfrentamientos cada vez más desgarradores y dolorosos. La falta de respeto mutuo, los insultos y las calumnias son cada vez más frecuentes. Sin que nadie los desautorice, sectores que se dicen cristianos se sirven de internet para sembrar agresividad y odio destruyendo sin piedad el nombre y la trayectoria de otros creyentes.

         Necesitamos urgentemente testigos de Jesús, que anuncien con palabra firme su Evangelio y que contagien con corazón humilde su paz. Creyentes que vivan perdonando y curando esta obcecación enfermiza que ha penetrado en su Iglesia.

José Antonio Pagola

 

 11 de septiembre de 2011
24 Tiempo ordinario(A)
Mateo 18, 21-35


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Martes, 06 de septiembre de 2011

Homilía de monseñor Sergio Buenanueva, obispo auxiliar de Mendoza, en la celebración de la fiesta patronal de Santa Rosa, presidida por monseñor José María Arancibia, arzobispo de Mendoza (Parroquia Santa Rosa de Lima, 30 de agosto de 2011). (AICA)

SANTA ROSA DE LIMA          

El 24 de agosto de 1617, pasada la medianoche (más precisamente a las 00:30 hs), Rosa de Lima entregaba su alma a Dios. Tenía 31 años.

“Jesús sea conmigo”, fueron las últimas palabras de sus labios que escucharon sus padres, hermanos y demás personas que rodeaban su lecho.

Ellos mismos atestiguaron más tarde, en el proceso de beatificación, el gozo y la paz inmensos que experimentaron al verla expirar así. El dolor de la separación recibía el bálsamo del consuelo espiritual, como solo Dios sabe ofrecerlo y darlo: veían volar al cielo a un alma santa, una mujer de Dios.

Jesús estaba allí, sin dudas, respondiendo a su invocación y dejándose ver para quien tiene los ojos de la fe abiertos y atentos. Jesús, recompensa de las almas santas, esposo amado de la virgen Rosa, estaba allí.

La ciudad de Lima, que había contemplado maravillada el camino de santidad de Rosa, fue conmovida por las manifestaciones de devoción con que el pueblo todo acompañó las honras fúnebres de su hija más ilustre y universal.

Manifestaciones similares tuvieron lugar 51 años después, con ocasión de su beatificación por el Papa Clemente IX, en 1668.

*   *   *

Queridos hermanos y hermanas:

Volvamos a escuchar el mensaje de la santidad cristiana. Es un mensaje perceptible, misteriosa pero realmente perceptible, al alcance de todos. De hecho, el perfume de la santidad es percibido incluso por los que no creen.

Los santos son mensajes directos y concretos de Dios para su Iglesia, para la humanidad entera. Un mensaje, como el que tiene el rostro y la fisonomía de Rosa de Lima, que atraviesa los tiempos y las distancias. Nosotros lo estamos escuchando, hoy en 2011 y aquí, podríamos decir: tan lejos dela Limanatal de Rosa y, sin embargo, tan cerca.

Los santos muestran lo más genuino y auténtico de la condición humana. Son completamente de Dios y, por eso mismo, son entrañablemente humanos, cercanos, amigables. Son Evangelio: buena y alegre noticia, que llena de esperanza y alegría el corazón atormentado del hombre. Este mensaje lo comprende cualquier persona.

Lo comprenden, sobre todo, los que tienen alma de pobres, los sencillos, los niños y pequeños, como el mismo Jesús se encarga de explicitarlo en su Evangelio.

Rosa de Lima nos habla del “estilo de Dios”, del modo como Dios lleva adelante su obra de redención. Una y otra vez volvemos a contemplarlo: en Rosa de Lima, pero también, por citar solo algunos ejemplos, en Santa Teresita del Niño Jesús, en el Beato Ceferino Namuncurá o en Laurita Vicuña o, más cercana a nosotros, en nuestra vecina: Santa Teresa de Los Andes.

Si nos quedamos en Lima tenemos que mirar a Martín de Porres, Martín de los pobres y de los humildes; el santo de la escoba.

Por eso, queridos hermanos y hermanas:

Nosotros, a quienes tan fácilmente nos seducen las glorias efímeras del mundo, el ruido vacío de los grandes de esta tierra, abramos los ojos para contemplar, una vez más, la obra de Dios.

¡No nos dejemos engañar!

Rosa de Lima nos muestra la verdadera grandeza de la vida. Ella nos enseña dónde se halla el verdadero tesoro del reino de los cielos, por el que vale la pena dejarlo todo, venderlo todo.

No tengamos vergüenza de decirlo claramente, también nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, necesitamos escuchar este mensaje: busquemos la unión con Dios, busquemos su amistad y su gracia, anhelemos de todo corazón vivir para Él, según su Ley, de acuerdo a su Palabra.

La verdadera grandeza no se juzga por la magnitud del poder, de la riqueza o el prestigio mundanos. Sin negar todo lo que tienen de legítimo, muchas veces (demasiadas, añadiría yo) son humo que se lleva el viento. La verdadera grandeza es la de los pequeños, los humildes y sencillos que se abren a Dios y viven según su ley, los que viven en amor a Dios y a los hermanos.

¡Esta es la vida verdadera! Lo demás es ilusión vana. Puede llegar a ser frustración y perdición eterna.

*   *   *

“El que se gloría, que se gloríe en el Señor”, exhorta San Pablo. Y prosigue: “Porque el que vale no es el que se recomienda a sí mismo, sino aquél a quien Dios recomienda” (2 Co 10,17).

¡Precioso criterio de discernimiento! ¡Magnífico consejo para la vida!

Rosa de Lima quiso vivir solo para Dios. Nos lo recuerda la oración de la liturgia. Quiso vivir oculta, hermosa, solo para Cristo; quiso florecer para él en el jardín oculto de la vida austera que vivió desde pequeña. Con él se desposó, a él se unió místicamente, experimentando el poder transformador del amor de Cristo.

Con Cristo se identificó hasta el punto de revivir, con Él y por Él, su propia pasión por la salvación del mundo.

Quisiera aquí señalar dos rasgos de la vida espiritual de Santa Rosa en unión con Cristo, que me parecen especialmente significativos para nosotros hoy.

Dicen sus biógrafos que Rosa de Lima experimentaba, todos los días, durante dos horas el vacío angustioso que experimentan quienes están lejos de Dios. Después de un momento de intensa y elevada experiencia de la presencia de Cristo en su alma, Rosa parecía quedar como interiormente vacía, perdida. Al parecer, de esta manera, conocía, desde dentro, lo que es estar sin Dios.

Algo similar sabemos que experimentó durante cincuenta añosla Beata Teresade Calcuta.

Estas cosas son siempre misteriosas. Expresan la gran libertad y generosidad con Dios gobierna la vida de sus amigos más cercanos, los santos. Nos acercamos a ellas con pudor, temiendo traspasar los límites que debe imponerse la curiosidad humana.

Respetando con todo lo que significa semejante experiencia espiritual, creo que podemos aventurar la siguiente interpretación:

Hoy, muchos hombres y mujeres viven como si Dios no existiera. No saben de Dios y de su gracia. No pueden apreciar la riqueza inestimable que es Cristo, el que se entregó para que tengamos vida, él que expía nuestros pecados. Sin Dios, el hombre no tiene suelo ni raíces, no logra madurar una esperanza fuerte que sostenga sus pasos. La tristeza, la depresión, la amargura (disfrazada muchas veces de arrebato, descontrol o desinhibición) toman posesión de lo más profundo del alma humana.

La experiencia de Rosa de Lima nos dice algo muy grande: Dios conoce desde dentro este estado interior del hombre. Es más: Dios empuja a algunos de sus elegidos, a su Iglesia, a padecer con ellos, a identificarse con estos hermanos nuestros, para poder, desde allí, anunciarles el mensaje revolucionario del amor infinito de Dios por cada persona, especialmente por los que están más solos.

El segundo aspecto que quisiera señalar fugazmente es el amor preferencial de Rosa por los pobres y, de manera especial, por los enfermos. Este es un signo distintivo del amor cristiano.

Estos hombres y mujeres que sufren: ¡son Cristo! No se puede pasar con indiferencia ante ellos.

*   *   *

Con esta celebración iniciamos el Jubileo de nuestra Parroquia: ¡125 años de vida!

Un Jubileo -como su nombre lo indica- es un tiempo de júbilo, de alegría, de celebración.

Es la alegría de la que nos habla el Evangelio: la alegría de encontrar el tesoro más grande y la perla más precioso: el reino de los cielos, la fe, la tradición católica, el patronazgo de Santa Rosa.

Nuestra comunidad parroquial ha custodiado durante 125 años el don precioso de la fe, recibiéndolo y transmitiéndolo a las nuevas generaciones, para que la fe en Cristo sea vida y esperanza.

Damos inicio a este tiempo de gracia y de júbilo, motivados por unas palabras del Santo Padre Benedicto XVI que bien podría hacer suyas Santa Rosa de Lima, nuestra patrona: “No tengan miedo de Cristo. Él no quita nada y lo da todo”

Son una invitación a renovar nuestra consagración bautismal: somos el pueblo santo de Dios, pueblo sacerdotal, marco por el sello del Espíritu de Cristo. A Él pertenecemos. Él es nuestro Señor. A Él le entregamos todo lo que somos y tenemos.

Un Jubileo es también un tiempo de profunda conversión para las personas y la misma comunidad parroquial. Nuestra Diócesis se halla, toda ella, en camino de conversión y renovación pastoral. El Jubileo de la parroquia y comunidad de Santa Rosa nos interesa a todos, porque es una gracia de Dios para todos nosotros.

Los alentamos a preparar un camino jubilar rico de iniciativas espirituales, litúrgicas, culturales y evangelizadoras. El Párroco con el Consejo de Pastoral seguramente harán conocer dichas iniciativas. Seguramente la sociedad civil y las autoridades municipales ofrecerán también su ayuda.

Nos confiamos a la intercesión de Santa Rosa, de “Rosa de Santa María” como ella misma quiso ser llamada, habida cuenta de su amor y devoción porla Virgendel Rosario.

Santa Rosa nos inspire en este camino de júbilo, de conversión y de renovado ardor misionero, para que todos conozcan, experimenten y saboreen qué bueno es el Señor.

Así sea.

Mons. Sergio Buenanueva, obispo auxiliar de Mendoza 


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Homilía de monseñor Antonio Marino, obispo de Mar del Plata, en la fiesta de Santa Rosa de Lima (Parroquia Santa Rosa de Lima, Mar del Plata, 30 de agosto de 2011). (AICA)

«LA PRIMERA FLORDE SANTIDAD EN EL NUEVO MUNDO»             

Queridos hermanos:

Junto con todos los hermanos católicos del continente, celebramos hoy con gozo la fiesta de Santa Rosa de Lima, la primera santa canonizada del nuevo mundo y patrona de América. Celebramos, además, en esta parroquia las fiestas patronales, que coinciden con los veinticinco años de su creación. Agradezco al cura párroco, P. Alberto Abeldaño, por su invitación a presidirla Eucaristíaen este día tan significativo para la comunidad y expreso mi alegría de encontrarme con ustedes, porción querida de mi diócesis de Mar del Plata.

 El Beato Papa Juan Pablo II, en la Exhortación ApostólicaEcclesia in America, afirmaba el 22 de enero de 1999: “América ha visto florecer los frutos de la santidad desde los comienzos de su evangelización. Este es el caso de Santa Rosa de Lima (…), «la primera flor de santidad en el Nuevo Mundo» (...). Después de ella, el santoral americano se ha ido incrementando hasta alcanzar su amplitud actual.La Iglesia, al canonizarlos, ve en ellos a poderosos intercesores unidos a Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, mediador entre Dios y los hombres (...) acompañan con solicitud fraterna a los hombres y mujeres de su tierra que, entre gozos y sufrimientos, caminan hacia el encuentro definitivo con el Señor” (nº 15).

 Cuando la ciudad de Lima, conocida como la “ciudad de los reyes”, contaba apenas medio siglo de existencia, nació nuestra santa en un hogar de digna pobreza, el 30 de abril de 1586, hija de Gaspar Flores y de María de Oliva. Era una de los trece hijos del matrimonio. Bautizada con el nombre de Isabel, bien pronto recibió el nombre de Rosa por el que sería conocida.

El recurso a la historia nos lleva a entender que en el origen de la evangelización del continente hubo una verdadera floración de santidad. En lo que toca a las circunstancias históricas en que se desarrolló su corta vida de apenas treinta y un años, nos llama la atención la coincidencia temporal en dicha ciudad de figuras que fueron conocidas por ella como San Martín de Porres y San Juan Macías, ambos dominicos; Santo Toribio de Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima, quien la confirmó en 1597, y San Francisco Solano, a quien oyó predicar.

Con acierto se ha destacado la semejanza con Santa Catalina de Siena. Lo mismo que ella, vistió el hábito blanco de la orden terciaria dominicana, sin ser propiamente una monja, aunque vivió enteramente consagrada a Cristo con quien decidió unirse en unión espiritual perpetua. Su vida transcurrió enteramente dedicada a la oración, a la penitencia y al amor a los pobres.

 Favorecida con gracias místicas, se enamoró de Cristo y de su cruz. Con la ayuda de su hermano Hernando construyó una pequeña y humilde ermita de unos dos metros cuadrados en el jardín de la casa paterna, donde se retiraba a orar y a entregarse a ásperas penitencias que Dios le inspiraba.

Los testimonios de época nos hablan de su dulzura de carácter y de su activa caridad hacia los más pobres y despreciados, los indios y los enfermos. También nos informan sobre su trabajo para obtener el sustento.

Predijo con exactitud su muerte en casa de su bienhechor y confidente, el contador Gonzalo dela Maza. Allímurió, en efecto, en la madrugada del 24 de agosto de 1617, fiesta del apóstol San Bartolomé.

Sus exequias se realizaron en medio de una aglomeración de gente totalmente inusual. Por la tarde del día de su muerte, sus restos fueron trasladados al convento de Nuestra Señora del Rosario, de los frailes dominicos. Una verdadera muchedumbre llenaba calles, balcones y azoteas de las nueve cuadras que separaban la casa donde murió del templo del convento. Al día siguiente, 25 de agosto, presidióla Misael obispo don Pedro de Valencia. El proceso de beatificación se inició de inmediato. Y en 1671 el papa Clemente X la inscribió en el catálogo de los santos con el nombre de Rosa de Santa María de Lima.

La santa que celebramos como patrona de América, nació, vivió y murió en un ámbito geográfico muy restringido. Su vida fue muy breve, superando apenas los treinta años. Por su origen humilde, conoció la pobreza y en ella se mantuvo hasta el final.

Al preguntarnos acerca de la potente irradiación de su figura, el secreto no se encuentra en criterios de este mundo sino en el Evangelio. De ella podemos decir –lo  mismo que de su joven modelo, Santa Catalina de Siena–, que con la radicalidad de su vida y de su ejemplo han recordado ala Iglesia, en su tiempo respectivo, la vocación  de fidelidad esponsal a Cristo, que es común a todos los fieles, según la enseñanza que el apóstol Pablo dirige a los corintios y que hemos escuchado en la primera lectura: “Los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a Él como una virgen pura” (2Cor 11,2).

Es mediante la simplicidad de su vida y la profundidad de su compromiso con el Cristo, como ella se ha convertido en “una intrépida evangelizadora, testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio” (Juan Pablo II, Angelus 6-X-1992).

Las fiestas patronales de una comunidad, no tienen otro sentido que recordarnos a todos nuestra universal vocación a la santidad en virtud de nuestro bautismo, y al mismo tiempo, despertar la conciencia de nuestra misión de comunicar incesantemente al mundo el mensaje de Cristo.

La vida de Santa Rosa de Lima constituye un faro luminoso para orientarnos en la búsqueda de los caminos del Evangelio en la hora actual. Cambian mucho los tiempos, pero la fuente de la fecundidad es siempre la misma; varían notablemente las circunstancias, pero el secreto de la irradiación apostólica permanece inalterable.

Esta primera flor de santidad americana nos revela cuánto podemos esperar de nuestra unión con Cristo mediante la oración incesante, donde nos llenamos de luz para disipar las oscuridades de la vida y discernir los condicionamientos y prejuicios culturales del momento. ¡Qué poca cosa parece la oración a la mentalidad del mundo, y cuán grande es su fuerza desde la lógica de Dios!

Sus ásperas penitencias aparecen como un desafío a nuestra mentalidad de hombres eficientes, que pensamos encarar la vida con realismo antes que con fantasías. Pero lo que nosotros juzgamos exageraciones o enfermedad, para la virgen limeña surgía de una luz muy pura. Como acertó a decirlo Leopoldo Marechal, en tiempos de plena lucidez cristiana y católica, ella “se entregó a los más rudos trabajos de mortificación, tal como si hubiera querido hacer por sí misma la penitencia de todo un mundo y dar, con su fidelidad y amor al Esposo Místico, satisfacción de tantos desamores e infidelidades” (Vida de Santa Rosa de Lima). También nuestro actual Papa, siendo cardenal y en el curso de una visita al santuario de Lima, en el año 1986, se expresó en términos de certera interpretación de sus rigores: su “mística del sufrimiento no radica en la autoflagelación, sino en la solidaridad con todos los necesitados y dolientes por solidaridad con el doliente Jesucristo”.

Pero será mejor escuchar sus propias palabras escritas en su relato al médico Juan del Castillo, partícipe de sus confidencias: “Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia, afanes y desvelos en buscar penas y aflicciones; andarían todos por el mundo en busca de molestias, enfermedades y tormentos, en vez de aventuras, por conseguir el tesoro inestimable de la gracia. Ésta es la mercancía y logro último de la constancia en el sufrimiento. Nadie se quejaría de la cruz y de los trabajos que le caen en suerte, si conociera las balanzas donde se pesan para repartirlos entre los hombres”.

Este descubrimiento místico de la santa, que capta con hondura el reverso de gracia y de gloria reservado al sufrimiento vivido en unión con Cristo, se vuelve también anhelo misionero y exhortación universal: “Oíd, pueblo; oíd, todo género de gentes: de parte Cristo y con palabras tomadas de su misma boca, yo os aviso: Que no se adquiere gracia sin padecer aflicciones (…). Este mismo estímulo me impulsaba impetuosamente a predicar la hermosura de la divina gracia (…). Me parecía que ya no podía el alma detenerse en la cárcel del cuerpo, sino que se había de romper la prisión y, libre y sola, con más agilidad, se había de ir por el mundo dando voces” (cf. Lit. Hor., 30 de agosto).

Destaquemos, por fin, su amor a los pobres, como aspecto que en ella se derivaba de la luz que obtenía en la oración y de la fuerza que le daba su amor a Jesucristo, cuya presencia sabía descubrir entre los menos favorecidos y más olvidados de la sociedad.

Queridos hermanos, no se nos escapa que vivimos en tiempos difíciles, caracterizados por el Beato Juan Pablo II como de “apostasía silenciosa” y colectiva. Todos hemos sido convocados a una nueva evangelización. Por eso mismo, todos debemos aprender de los santos el secreto siempre idéntico de la fecundidad, en las variantes circunstancias de nuestro tiempo.

Ante la amenaza de leyes que atentan contra la ley divina y natural querida por Dios, ha llegado el momento de crecer en la fuerza de nuestro testimonio, en el tiempo y el lugar del mundo en quela Providencianos ha puesto. Lo esperamos de la gracia divina y nos encomendamos a la intercesión de Santa Rosa ante el trono de su místico esposo, Jesucristo. 

Mons. Antonio Marino, obispo de Mar del Plata 


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Columna de opinión de monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú y miembro dela Comisión Episcopal de Pastoral Social, publicada el 28 de agosto de 2011. (AICA)

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD EN MADRID      

Desde siempre sentí y siento por los jóvenes un cariño grande. Mi vida como sacerdote me llevó en muchos momentos a estar cerca de ellos, compartir trabajos, estudios, sus proyectos, su vida familiar. Verlos equivocarse, aprender y volver a empezar, en definitiva, crecer. También hemos estado juntos ante el dolor de la muerte prematura de sus pares. Y ahí ellos se abrazan en la amistad.

El Papa Beato Juan Pablo II comenzó con las Jornadas Mundiales dela Juventud. Elsiervo de Dios Cardenal Pironio le alentó a realizarlas fuera de Roma. Fue así que por primera vez se realizó en Buenos Aires en 1987. El Santo Padre busca reunirse con todos los jóvenes del mundo en distintos puntos del mapa y repetir la experiencia de ver cómo la juventud sigue creyendo que Jesús es el camino.

Me tocó participar de algunas de estas Jornadas y, tanto lo que viven los chicos-peregrinos como los organizadores, voluntarios y sacerdotes es maravilloso y le da más energía a la fe joven y a los que acompañamos también.

Es hermoso “ver y oír la fe” de los jóvenes con los múltiples colores de sus banderas y la variedad de idiomas. En una misma ciudad convergen por unos días peregrinos de diversas culturas, estilos, pero todos movidos por la misma alegría de creer en el Dios dela Vida.

El domingo pasado terminóla Jornada Mundialdela Juventudde este año que se inició el 15 de agosto y que congregó en Madrid a millones que fueron llegando de todo el mundo. ¡Los argentinos que viajaron fueron casi 7.000! Es un montón de ganas de reunirse y decir que la fe puede mover corazones y voluntades.

Nos hemos unido y también todos los que nos quedamos y acompañamos con la oración participando de las celebraciones a través de los medios de comunicación. Este año me comentaron que las redes sociales fueron clave en la circulación de la información que se iba dando. Veía algunas imágenes de la multitudinaria ceremonia de clausura y me emocionaba pensar en la fe de los peregrinos como testimonio tan fuerte en nuestro mundo que, a veces, tiende a desvalorizar la importancia de Dios en la vida del hombre contemporáneo.

La cercanía del Papa, la posibilidad de conocer personas de tantas partes, la convivencia en ambientes fraternos, participar de las reflexiones de pastores de otros países, ceremonias religiosas preparadas para miles, todas experiencias enriquecedoras que, al volver a sus casas, seguramente van a ser motivo de reunión con amigos y familia.

El lema de esta Jornada Mundial fue “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”. Es una manera concreta de alentar a los jóvenes a “alimentarse” de Cristo, llenarse de su misma vida, esto evoca la imagen de la raíz. También de saberse Iglesia, edificada con piedras vivas que es la vida de cada uno. El mismo Papa Benedicto había dicho a los jóvenes en Brasil que sin ellosla Iglesiaestaría desfigurada. Y estas dos imágenes –arraigados y edificados– es para estar “firmes en la fe”, para que las dificultades de la vida cotidiana no nos tiren al piso.

El Papa Benedicto anunció al despedirse de los jóvenes después de la última misa que la próxima Jornada Mundial dela Juventudserá en Río de Janeiro en el 2013. El lema será: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos”. (Mateo 28, 19). América bendecida con un encuentro con la fe joven, en definitiva, con la esperanza.

Y me gustó cuando leí lo que escribió el padre Javier Klajner desde Madrid: “Simplemente es la ‘juventud del Papa’, la juventud de Cristo, aquellos que en estos días se sintieron ‘arraigados y edificados en Cristo y firmes en la fe’. Volvamos a casa, a lo cotidiano, a nuestras comunidades para ser testigos de este Jesús que nos convoca y envía en la persona de su Vicario, el Papa Benedicto”. 

Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú 


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Palabras del párroco de San José en el municipio de San Juan de la Rambla, Tenerife, publicadas en el Programa de las Fiestas Patronales 2011, que se celebrarán desde el 4 al 18 de Septiembre.

SAN JOSÉ, COMPAÑERO DE VIAJE
Fiestas 2011

Estimados feligreses

En la vida de cada uno de nosotros hay personas muy queridas, a las que nos sentimos particularmente cercanos: son nuestros padres, los familiares, los educadores, son las personas a las que hemos hecho el bien o de las que hemos recibido el bien, son las personas con las que sabemos que podemos contar. Es importante tener también “compañeros de viaje” en el camino de nuestra vida cristiana: pienso enla Virgen Maríay en los santos. Cada uno debería tener algún santo que le fuese familiar, para sentirle cercano con la oración y la intercesión, pero también para imitarlo.

San José se ha convertido en el buen “compañero de viaje” para los vecinos de la parte alta del municipio de San Juan dela Rambla. Es el titular de nuestra parroquia, es el que le da nombre a nuestro barrio. Su imagen está colocada en el centro de nuestra iglesia. Dos veces al año hacemos fiesta en su honor y tres veces recorre nuestras calles. Con qué satisfacción al que nos pregunta sobre nuestra procedencia respondemos: ”Soy de San José”. Esta no es una respuesta cualquiera como si solo expresara un lugar. Hay algo mucho más importante en la respuesta, creo yo. Os invito, con motivo de las Fiestas Patronales2011, a tomarlo en consideración.

Decir “de San José” es hablar también de una persona. Es hablar de José, el esposo de María y el padre nutricio de Jesús. Decir “de San José” es reconocer su paternidad psicológica y espiritual. Esa paternidad es la más grande que se puede pensar, José fue padre de Dios . El Hijo de Dios era conocido como el hijo de José. Al ser padre de Dios será padre de todos los que han nacido de Dios, de todos los que creen en Dios, de todos los que aman y sirven a Dios. Decir “de San José” es tener conciencia de estar al lado de aquel que fue puesto en la historia de la salvación en el lugar más alto, al lado de Jesús y de María, y por consiguiente en el lugar más cercano a nosotros.

Tener como “compañero de viaje” a San José entraña una gran responsabilidad. Leía estos días: “No se puede estar muy cerca del gran fuego y sentir frío, o cerca del mejor perfume y oler mal, o cerca de la gran fuente y morir de sed”.

Que de tan gran compañero de viaje aprendamos dos cosas importantes que marcaron su vida y que se daban la mano: la fe y la humildad. La fe lo lleva a confiar plenamente en el Señor, que se lo comunicaba por medio de ángeles y sueños. Aquí estoy, Señor. No le discute nada. No le regatea. Se entrega todo y del todo, en lo grande y en lo pequeño. La humildad . José camina por la vida sencillo y respetuoso. Nunca aparece en primer plano. Se esconde para que los demás brillen. El evangelio no recoge palabras suyas. Está más a la escucha. Se despide de la vida sin decirnos cómo. Jesús aprendió de su padre a ser humilde.

Tengamos a gala “ser de San José y vivir en San José” y participemos en los actos religiosos, que este año se amplían con un quinario preparatorio, y en los actos profanos que la Comisión2011 con mucha dedicación y cariño ha preparado.

Sebastián García Martín
Párroco


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Lunes, 05 de septiembre de 2011

ZENIT  nos ofrece las palabras que el Papa Benedicto XVI dirigió antes de la celebración de la Eucaristía del domingo 28 de agosto de 2011, como conclusión del seminario estival de los ex-alumnos del Papa (Ratzinger Schülerkreis), que este año se ha centrado en el tema de la nueva evangelización.

Queridos hermanos y hermanas,

hoy respondemos a la primera lectura, tomada del profeta Jeremías, con el Salmo 62: “mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua”. En este tiempo de ausencia de Dios, cuando la tierra de las almas es árida y la gente no sabe de donde viene el agua viva, pedimos al Señor que se muestre. Queremos pedirle que a aquellos que buscan por todas partes el agua viva, les muestre que es Él mismo esta agua, y que Él no permite que la vida de los hombres, su sed por lo que es grande, por la plenitud, se ahogue y se sofoque en lo transitorio.

Queremos pedirle sobre todo por los jóvenes, que la sed de Él viva en ellos y que puedan reconocer donde se encuentra la respuesta.
Y nosotros, que lo hemos podido conocer desde la juventud, podemos pedir perdón, porque no somos capaces de llevar la luz de su rostro a los hombres, muy pobremente dejamos traslucir que “Él es, Él está presente y que Él es la realidad grande y plena que todos esperamos”. Pidámosle su perdón, que nos renueve con el agua viva de su Espíritu y que nos permita celebrar los sagrados Misterios dignamente.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Mensaje de monseñor Martín de Elizalde OSB, obispo de Nueve de Julio, en el Encuentro Catequístico Diocesano -ENCADI- (Treinta de Agosto, 27 de agosto de 2011). (AICA)

PARA ENTRAR EN EL REINO DE DIOS: LA CATEQUESIS DEINICIACIÓN, EL TESTIMONIO DE LA FAMILIA YDE LA COMUNIDAD       

Queridos hermanos sacerdotes, queridos catequistas,
hermanos y hermanas:

Repetido felizmente cada año para estas fechas, en torno de la conmemoración litúrgica del papa San Pío X, el motivo que nos congrega señala de manera destacada la importancia, mejor aún, la centralidad que tiene parala Iglesiala transmisión de la fe y uno de sus instrumentos privilegiados, que es la catequesis. Hoy nos encontramos en esta acogedora comunidad de Treinta de Agosto, como lo hemos hecho, con idéntico motivo, en muchos otros lugares de la diócesis. Esta misma itinerancia, al elevar la voz desde distintos lugares, para hacer el anuncio y proponer un compromiso mayor, desde la celebración, la escucha, la reflexión y el intercambio, da relieve a la invitación que dirigimos a todos, sacerdotes y  catequistas, pero también a los fieles cristianos, a los padres de familia, a los educadores, a los colaboradores de las parroquias, a los animadores de grupos y movimientos. Se trata de la evangelización; ella nos convoca a todos, desde el envío de los apóstoles por Jesús, bajo su autoridad, sobre el fundamento que son ellos, para llevar a los hermanos su mensaje, que nos encamina hacia el bien y la felicidad verdadera, aquí en la tierra, y nos orienta y prepara para alcanzar la vida eterna. 

La misión dela Iglesia

La Iglesiacontinúa la misión que el Padre le confió a su Hijo, y lo hace por el ministerio apostólico, que anunciala Palabraenviada para la salvación, pastorea y orienta el camino de los discípulos y los santifica con la gracia de los sacramentos.La Iglesiaactualiza para los hombres de cada época y de cada lugar, en la identidad del mensaje, el mismo anuncio; esta coincidencia muestra que la verdad es una, no puede modificarse, y que la comunión en el nombre de Jesús abraza tanto la unanimidad de los corazones como la participación en la misma mesa y en los mismos sacramentos, canales de la gracia, como también la continuidad de la doctrina. Esta se remonta fielmente hasta el Evangelio, fue difundida por los apóstoles, definida y confesada en los antiguos concilios, expresada en al liturgia, enseñada por los Padres y Doctores, vivida por los santos, aplicada en las normas de los pastores. Es allí donde fuimos formados, de allí hemos de tomar los contenidos para alcanzárselos a quienes vienen después de nosotros y a todos los buscadores de la verdad, que no conocen aún a Jesucristo.

La formulación simple del anuncio evangélico – que es la catequesis, en cierto modo - no significa que olvidemos sus principios, el comienzo en Jesucristo, su larga trasmisión, su elaboración profunda. Todo ello se encuentra incluido en la trasmisión de la doctrina, y cada uno de nosotros ha de conservarlo tal como lo ha recibido, en fidelidad y con agradecimiento, para alcanzar de este modo la vida eterna.

Por eso quiero afirmar, recalcándolo fuertemente, tres notas que tiene siempre el anuncio cristiano; ellas están en la base de nuestra fe y constituyen un elemento esencial de su anuncio, tanto en la misión dirigida a los hermanos que todavía no conocen el Evangelio como en la catequesis dirigida a quienes, desde la fe recibida en el Bautismo, se encaminan preparándose para una participación más intensa en la gracia por la recepción de los sacramentos. Estas notas son las siguientes:

a) El anuncio de Jesús se refiere al Reino, es decir a la vida eterna, cuyos signos y condiciones se hacen presentes desde ya en este tiempo;

b) Recibimos este anuncio enla Iglesiay lo vamos realizando en la comunión;

c) La celebración de la liturgia actualiza los misterios, y participando en ellos los fieles son santificados, para llegar a la plenitud de la comunión con Dios. 

La vida eterna

“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero,
 y a tu enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3)

Jesús, el Hijo de Dios, predicó acerca del Reino esperado, en el cual Dios habrá de ser reconocido, adorado, amado y servido, y en el que los hombres, creados por Él, alcanzarán las metas de felicidad y de santidad que estaban prometidas. Como fue la desobediencia del pecado la que los apartó del Paraíso y les hizo perder su condición original, el camino de la restauración del hombre caído debía pasar por la obediencia, la reparación del mal cometido y la enmienda de la conducta, sanando aquellos desvíos y errores que les hicieron desconocer el bien y elegir una falsa libertad. Pero está la gracia, y la promesa del Reino. La conversión del corazón al bien y la apertura de la inteligencia a la verdad van unidos; así lo hace el anuncio dela Iglesia, que propone al mismo tiempo el conocimiento de Dios y forma la voluntad y eleva y sostiene con la virtud –don divino-, anticipando ya en este mundo, por la práctica de la vida cristiana, aquellas condiciones que encontraremos plenamente realizadas en la consumación de los tiempos.

La Iglesiadebe mostrar la integralidad de la verdad, deben hacerlo los catequistas, y expresar aquello que creemos para se manifieste en la conducta. Se une así la vida moral, el comportamiento justo, la obediencia a los mandamientos divinos, con la esperanza de la vida eterna. Uno tiene fácilmente la impresión que nuestra catequesis no atiende, no se refiere suficientemente, a la vida eterna. Entonces, no se enseña ni se propone un estilo de vida que lo anticipe, que comience desde ahora a mostrar aquellos bienes que esperamos, porque nos han sido prometidos. Tampoco sabemos mostrar suficientemente quela Revelaciónse dirige a nosotros, que hemos sido creados para esperarla y recibirla, y viene a colmar nuestras necesidades y satisfacer nuestros interrogantes. La palabra promesa, la palabra deseo ¿están en la boca de nuestros catequistas? ¿Somos capaces de emplearlas, de darles sentido, de proponerlas como actitud y, más aún., como condición del ser cristiano, que nuestros catecúmenos manifiestan querer ser? ¿O es que no son modernas, y preferimos esquivarlas? Si no somos capaces de enseñar que la vida eterna es la respuesta verdadera y eficaz, a la búsqueda del corazón humano, es porque nosotros mismos tenemos poca fe y nunca podremos presentar el mensaje del Salvador. El papa Benito XVI nos dice:

“La expresión ’vida eterna’ no significa la vida que viene después  de la muerte –como tal vez piensa de inmediato el lector moderno-, en contraposición a la vida actual, que es ciertamente vida pasajera y no una vida eterna. ‘Vida eterna’ significa la vida misma, la vida verdadera, que puede ser vivida también en este tiempo y que después ya no puede ser rebatida por la muerte física. Esto es lo que realmente interesa: abrazar ya desde ahora la vida, la vida verdadera, que ya nada ni nadie puede destruir” [1]

Por eso, el anuncio cristiano debe atender a la escatología, a lo que se encuentra en el término de nuestro camino, pero está ya presente en la vida y el tiempo dela Iglesia. Ennuestra catequesis esta dimensión es fundamental: no estamos proponiendo ritos para ser felices, pasos que en el desarrollo humano deben ser dados convencionalmente, escalones sociológicos que la sociedad aprecia, sino algo diferente. Se trata de la entrada en el ámbito de lo divino, y no solamente de lo espiritual. Es a partir de una convicción profunda de la novedad del Evangelio, que vamos a encontrar la intención del Creador para con la humanidad, desde su mismo origen, en su destino más auténtico, que esla Resurrección, la vida nueva; de allí podemos comenzar a anunciar a Jesucristo. Necesitamos catequistas que lo entiendan así, y que lo asuman. 

La comunión dela Iglesia, la misión y el servicio de la caridad

Cristo nos ha dejado su Iglesia, para que en ella recibamos la vida y, ejercitándonos en la santidad, podamos pasar de este tiempo a la eternidad. Es una realidad que no puede expresarse plenamente con palabras; es paradojal quela Palabra, que es el Hijo de Dios, el Verbo, así como habló en parábolas y se manifestó por medio de signos, no requiere la abundancia verbal, tantas veces vacía e insignificante.La Palabra, porque es verdadera, está llena de sentido, ocupa y abarca todo, se trasmite poderosamente en el silencio, en todo caso en la sobriedad, y se la recibe en la comunión. No es solo la sintonía de afectos y de intereses, que se da con frecuencia entre nosotros, y que necesita conversaciones abundantes; tenemos que descubrir que hay un encuentro más profundo, que llega al alma, y que todo cristiano debe haber sentido alguna vez, en la experiencia del gozo inefable o del dolor, en la participación verdaderamente tal en la liturgia o en la oración silenciosa.La Palabrase traduce así como respuesta esperada al deseo de algo más, de mucho más; se vuelve inefable, pero en la vida de los santos y espirituales y en la conversión de los elegidos es una experiencia innegable. Es desde la comunión en la fe y la caridad que comienza la misión dela Iglesia, el anuncio de la predicación, la enseñanza de la doctrina, la catequesis. Si no fuera así, nuestras palabras, que pretenden ser vehículo dela Palabra, serían apenas algo puramente nuestro, nada de Cristo.

En el contexto de nuestro Encuentro de hoy todo esto puede parecer muy lejano, extraño. Les pido, sin embargo, que lo tomen muy en serio, porque esta realidad de la comunión, sencilla, interior, sincera, es la que nos permite ser mensajeros de Cristo. La catequesis, no lo dudemos, forma parte de la evangelización, es anuncio, y por eso debe brotar de una experiencia de comunión con el Señor Resucitado, para poder trasmitir su Palabra, que es Espíritu y Vida.

De semejante intimidad con Dios procede el testimonio. La  autenticidad del mismo no está  solamente en la conducta visible, sino que es importante que proceda de una vivencia genuina. Es adhesión firme y sincera a los principios del Evangelio, traducida en la propia conducta, ante propios y extraños, en compañía y en soledad. Las palabras, por exactas que sean, por el alcance que tengan, por la recepción que encuentren, no bastarán, si no están recomendadas por el testimonio. Aquí se encuentra la misión, quela Iglesiade nuestro continente nos encomienda en este momento, y que no es tarea de especialistas, de audaces escogidos, sino de todos, cada cual en su ámbito, y que por supuesto es un llamado que se aplica en primer lugar a los catequistas. Juntamente, el compromiso cristiano es pluriforme, por lo que el testimonio abarca muchas dimensiones: la vida personal, con un estilo propiamente cristiano, la oración y la participación sacramental, la irradiación en el ambiente, la generosidad en el empleo del tiempo, de las aptitudes y talentos, de sus recursos, indicando con esa coherencia donde están los motivos que alientan su presencia en el mundo, su participación enla Iglesia. Yla vida de la comunidad, que como una persona, cuya cabeza es Cristo, lo hace presente, repite sus palabras, enseña su doctrina, trasmite sus signos. Esta es la vocación del cristiano, vocación exigente, pero que cuenta con una retribución tan grande por la promesa del Señor, y que tiene ya ahora, como anticipo, la satisfacción de la comunión dela Iglesia. 

El catequista, entonces, como lo podemos ver y apreciar con inmensa gratitud, no es un simple trabajador, sino un asociado a la obra dela Iglesia, es voz y brazo del mismo Señor Jesús, porque primero acogió su llamada, asumió su enseñanza, y lo sigue con amor, sin apartarse jamás de Él. 

La participación en la liturgia[2]

Conocer no es solo saber: uno no se recibe de catequista, como no se recibe de cristiano. Conocer es amar, frecuentar, vivir de aquello que se ama, en constante crecimiento, para alcanzar lo que San Pablo llama la estatura, la medida de Cristo (cfr. Ef 4, 13). La fe se expresa en la celebración, que renueva la vida recibida, no permite que se agote o se adormezca. La participación en la liturgia no es una obligación, es una necesidad, y el catequista no debe considerarlo como una presencia obligada, pactada, sino que el testimonio – el verdadero, no el formal - de esa participación no es solamente el hecho de estar presente, sino la adhesión de corazón y el fruto espiritual, que no dejará de recibir.

La participación del catequista en la liturgia tiene que provocar la imitación, y llevar a los catequizandos a unirse a las celebraciones, según su capacidad y su nivel de progreso en la catequesis. Por eso es particularmente importante cuidar el estilo celebrativo, para que sea devoto y recogido, no una especie de fiesta infantil o de representación escolar – que pueden tener lugar en otras circunstancias -, estando atentos a la sensibilidad religiosa, especialmente de los niños, y a las circunstancias de la vida de sus familias, invitando a estas a participar.

Celebrar para confesar: que es algo particularmente importante para el catequista, pues su ministerio conduce a la aceptación de la fe por parte de aquellos que les fueron confiados, la fe dela Iglesia, la fe que celebramos y confesamos en los sacramentos, especialmente enla Eucaristía. Lacatequesis conduce, en forma particular, a los sacramentos, porque hay una catequesis de Comunión y una de Confirmación, pero de manera más amplia, introduce en la universalidad de la vida cristiana. La liturgia es la expresión de la fe y de la comunión, y apena que muchas veces advirtamos la ausencia de catequistas y catequizandos en las celebraciones, incluso en aquellas que son las más significativas. ¿Qué participación hay enla Pascua, enla Navidad, en las grandes solemnidades del año litúrgico? ¿Nada importan las ocasiones eclesiales – peregrinaciones, jubileos, patronales – que cada comunidad tiene que solemnizar, y en las cuales es penosamente sentida la ausencia de los niños y jóvenes de la catequesis, y sus familias?

Amar para practicar: nos encontramos finalmente con esta gran ausencia, si no hay reconocimiento de la vida, no hay amor, y sin amor no hay práctica del mandamiento fundamental. El que ama desea estar junto a aquél a quien ama, y por eso se esfuerza por realizar aquellas acciones que agradan al amado. 

Gestos y consignas

Queridos amigos catequistas: ahora van a trabajar sobre algunos aspectos concretos de su hermosa tarea evangelizadora. Pero no crean que cuanto les he dicho no es concreto, porque es ciertamente muy real, muy importante, y tenemos que saber traducirlo en la actividad que ustedes desarrollan cada día en sus comunidades. Es por eso, que concluyo con algunas recomendaciones prácticas, fundadas en lo anteriormente dicho:

Unidad de los sacramentos de iniciación: El Bautismo se administra a los recién nacidos, aunque va afirmándose una costumbre poco feliz que posterga el sacramento hasta una fecha más tardía. Pero cuesta verlo en relación conla Confirmaciónyla Eucaristía. Sinembargo, es importante no perderlo de vista: los sacramentos de iniciación forman un todo, y aunque cierto espacio de tiempo los separe, se trata de un solo movimiento, podemos decir, que comienza con la filiación divina por el perdón del pecado original y conduce hasta la identificación con Cristo enla Eucaristía, por medio de la venida del Espíritu Santo. Los catequistas tienen que tomar debida cuenta de esto, comprender bien de que se trata y exponerlo, para que la catequesis no sea una sucesión de saltos, sino un itinerario, un camino, de crecimiento gradual y de encuentro e identificación con Cristo. Es  de desear que pronto pueda restaurarse el orden tradicional, teológico, de los sacramentos de iniciación, que harán más clara la sucesión de los sacramentos y su íntima conexión en al economía de la gracia. Hasta que ello sea posible, reconozcamos que ya hemos progresado mucho, con la secuencia que se realiza en muchas parroquias, que hacen seguir el comienzo de la catequesis de Confirmación apenas recibidala Primera Comunión.

Encuentro con las familias y compromiso: Una de las condiciones para una catequesis fructuosa es el acompañamiento de los padres y de la familia. Sobre esto no hay recetas, ni fórmulas mágicas, pero me atrevo a decir que los catequistas son los más indicados para llegar a los hogares, invitar a los padres, motivarlos, trasmitirles las razones y los argumentos, respetando su condición y sus convicciones. Hay muchos momentos y pasos previstos en el método de la catequesis familiar que pueden ser utilizados en la catequesis tradicional. También es bueno ofrecerles material celebrativo, oraciones, pequeños textos, imágenes, para  orar y celebrar en sus casas, trasmitiéndoles, sobre todo a los niños más pequeños, que aún no frecuentan la catequesis, una primera introducción a la fe y a la piedad cristianas.

Padrinos: Un tema particularmente áspero es el de los padrinos, y sobre esto quiero ser absolutamente claro. Las disposiciones dela Iglesiano permiten engaño alguno.

El Código de Derecho Canónico en su canon 872 dice lo siguiente: “En la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo”. El canon 873 establece que debe haber solamente “un solo padrino o una sola madrina, o uno y una”; no es inconveniente recordarlo porque a veces se presentan como padrinos o madrinas dos personas del mismo sexo. Pero es el canon 874 el que especifica los requisitos de quienes son presentados para padrino, y sin los cuales no pueden ser recibidos:

-        el elegido tenga la capacidad para desempeñarse como tal;

-        haya cumplido 16 años, o esté debidamente exceptuado de esta condición;

-        sea católico, confirmado, haya recibido el sacramento dela Eucaristía(primera Comunión), “y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir”;

-        no esté afectado por una pena canónica;

-        no sea el padre o la madre del que se ha de bautizar.

Un no católico, pero bautizado, no puede ser padrino; solamente puede ser admitido en calidad de testigo del bautismo. El canon 893 indica estas mismas condiciones para el padrino dela Confirmación.

Los catequistas no pueden esperar hasta las cercanías de la fecha de la administración del sacramento, ya sea del Bautismo o dela Confirmación, para informar a las familias, o a los mismos candidatos, acerca de estas condiciones, sino que deben poder explicarlas con tiempo suficiente y con claridad de argumentos, que tienen su razón en la naturaleza misma de las cosas. Antes de admitir a quien no reúne estas características necesarias y exigidas, hay que procurar que elijan a personas que sí puedan serlo, o que no los haya, para que no se relativice y desautorice el sentido de una disposición que tiene una causa muy profunda y seria. El padrinazgo no tiene su fundamento en el uso social, sino que es al revés: el uso social, hoy desvirtuado, procede de la práctica sacramental, la cual tiene prioridad.

Continuidad de la catequesis en la integración de los jóvenes: Existe una motivada aspiración para que los niños y jóvenes de la catequesis perseveren en la vida sacramental, y participen en las actividades de la parroquia. Esto es un objetivo que, durante el tiempo de la catequesis, los mismos catequistas, contando con el apoyo de los sacerdotes y otros auxiliares y colaboradores, deben procurar, invitándolos y acompañándolos en actividades recreativas, apostólicas, caritativas y sobre todo litúrgicas y de oración, para que una vez concluida la catequesis sigan unidos al movimiento dela Iglesia, y también para evitar la tan frecuente cuanto deplorable confusión que existe entre la catequesis y la escuela, como si aquella consistiera solamente en la adquisición de conocimientos, y ello durante el período de clases.

Formación permanente de las catequistas: Cuanto hemos dicho implica, de parte de nuestros abnegados y generosos catequistas, la disposición de seguir aprendiendo y ejercitándose, creciendo en la virtud propia de su misión, no solo con los recursos que le ofrece la parroquia y la diócesis, sino también con su esfuerzo e interés personal, aprovechando las ocasiones y sugiriendo nuevas oportunidades.

Compromiso de los Párrocos: Y finalmente, hay que decirlo, la responsabilidad mayor es de los Párrocos, que tienen que tomarse muy en serio esta tarea importantísima, ofreciendo a sus catequistas todo el apoyo y las oportunidades para su trabajo evangelizador, evitando que se sientan solos, y que deban enfrentar situaciones difíciles con escasos recursos materiales y espirituales. El Párroco, catequista de su parroquia, tiene aquí una misión indelegable. 

Sabrán disculparme ustedes por haberlos entretenido durante tanto tiempo, pero creo que es una actividad demasiado importante para que no aprovechemos la ocasión que hoy se nos presenta. Quiero reiterarles la profunda estima y el agradecimiento que siento por ustedes, con los sacerdotes y diáconos de la diócesis, y con todas las familias y los mismos hermanos y hermanas a los que ustedes se dedican en su ministerio. Porque es un  servicio tan unido a la tarea evangelizadora dela Iglesiano es inútil haber recalcado las condiciones de preparación espiritual y de comunión con Cristo y con la comunidad de fe y de santidad a la que nos ha llamado. Y tampoco es innecesario, a pesar de las incomprensiones que puedan surgir, recordar los principios y repasar sus aplicaciones en nuestras comunidades, tan necesitadas de un anuncio genuino, leal, claro, del verdadero Evangelio, sin mezclas ni rebajas.

Pedimos a Dios Nuestro Señor, Padre de las misericordias, que nos conceda, bajo la guía del Espíritu Santo, trasmitir el Evangelio de su Hijo, y para ello confiamos en la intercesión dela Santísima VirgenMaría, Madre de Dios, catequista en el silencio y la obediencia, y en la protección de San Pío X, nuestro Patrono. 

Mons. Martín de Elizalde OSB, obispo de Nueve de Julio
Nueve de Julio, 27 de agosto de 2011


[1] Benito XVI: Jesús de Nazareth. Segunda parte. Madrid –Buenos Aires, Ed. Encuentro  - Ed. Planeta, 2011. p. 102

[2] Mensaje firmado por el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de Su Santidad, a los participantes enla LXII Semana Litúrgica Nacional Italiana, Trieste, 22 - 26 de agosto de 2011:

“Con este propósito, es necesario profundizar cada vez mejor en la relación entre catequesis y liturgia, rechazando, sin embargo, toda instrumentalización indebida de la liturgia con fines “catequísticos”. Al respecto, la tradición patrística viva dela Iglesianos enseña que la propia celebración litúrgica, sin perder su especificidad, posee siempre una importante dimensión catequética (cfr Sacrosanctum Concilium, 33). De hecho, en cuanto que “primera y la más necesaria fuente de la cual los fieles puedan adquirir un espíritu verdaderamente cristiano" (ibidem, 14), la liturgia puede ser llamada catequesis permanente dela Iglesia, fuente inagotable de catequesis, preciosa catequesis en acto (cfr Conferencia Episcopal Italiana, Il rinnovamento della catechesi, 7 de febrero de 1970, 113). Ésta, en cuanto experiencia integrada de catequesis, celebración, vida, expresa además el acompañamiento maternal dela Iglesia, contribuyendo así a desarrollar el crecimiento de la vida cristiana del creyente y a la maduración de su conciencia.”

 


Publicado por verdenaranja @ 23:05  | Hablan los obispos
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Artículo de monseñor Antonio Marino, obispo de Mar del Plata, publicado en el DiarioLa Capital, de Mar del Plata (agosto de 2011). (AICA)

LOS SÍMBOLOS RELIGIOSOS EN LOS ESPACIOS PÚBLICOS            

 Enla Legislatura de la ciudad autónoma de Buenos Aires se ha presentado recientemente un proyecto de ley que propone la supresión de símbolos religiosos (crucifijos, imágenes dela Virgen) en los espacios públicos.La Dra. MaríaJosé Lubertino invoca el “derecho a no creer”. Existen otros antecedentes que van en la misma dirección, como el cuestionamiento de la presencia del signo de la cruz en el escudo de la ciudad de Buenos Aires, o la propuesta del retiro de los restos del general San Martín del recinto de la catedral primada.

Si tomáramos en serio la propuesta de erradicar los símbolos religiosos de las instituciones civiles y de los espacios públicos, esto nos llevaría muy lejos. La aplicación coherente y sistemática de este principio impulsado por una minoría, parece suponer que en la organización de la sociedad se puede ignorar su pasado y su identidad histórica y cultural. Esto equivaldría a pretender fundar nuevamente la patria sobre fundamentos diversos de los ya puestos. Sería preciso cambiar el preámbulo dela Constitución Nacionaldonde invocamos a Dios como “fuente de toda razón y justicia”. Habría también que eliminar el artículo 2 de la misma, conforme al cualla Iglesia Católicaes considerada como una institución de derecho público.

Deberíamos notar que según la misma línea argumentativa, que ve en los símbolos religiosos una amenaza para la democracia y la libertad, deberíamos entonces cambiar los nombres de innumerables ciudades, provincias y calles que llevan la marca de lo cristiano y católico. ¿Habrá que rebautizar a las provincias de Santa Fe, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Misiones, Santiago del Estero? ¿Le cambiaremos el nombre a las ciudades de Jesús María, Exaltación dela Cruz, Concepción (Tucumán), Concepción del Uruguay (ER), Pilar, San Miguel de Tucumán, Santa Rosa (LP), San Salvador de Jujuy…? ¡La lista sería tan larga! Por no hablar de los resabios del lenguaje bíblico que han quedado impresos en las lenguas romances y en la lengua castellana en que nos expresamos, y que sería largo ilustrar. Un botón de muestra: ¿de dónde proviene el hablar del “talento” de una persona? La propuesta, de ser llevada a cabo en forma sistemática y coherente, desembocaría en la negación misma de la historia y de la cultura de occidente.

Subyace en esta postura el temor de una indebida injerencia de la autoridad eclesiástica en las instituciones civiles dela República. Latensión no es de ahora. Pero una mirada serena y objetiva sobre la historia de la cultura occidental, nos llevaría a descubrir que es precisamente el cristianismo la fuerza espiritual que ha llevado a distinguir, sin oponer, el ámbito del poder espiritual y el ámbito del poder político. “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21). Rectamente entendida la laicidad del Estado se origina con la fe cristiana. Otra cosa distinta es el laicismo, que intenta marginar a Dios de la vida pública y relegarlo al interior de la conciencia y al interior de los templos.

Curiosamente se habla del “derecho a no creer”. ¿A alguien se lo persigue por no creer? ¿No habría que hablar del derecho a creer? ¿O por defender el derecho de minorías debemos atacar las convicciones de las mayorías? Además, ¿nuestra patria debe renunciar a su pasado y a su identidad histórica y cultural? 

Mons. Antonio Marino, obispo de Mar del Plata 


Publicado por verdenaranja @ 22:48  | Hablan los obispos
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Domingo, 04 de septiembre de 2011

zenit  nos ofrece las palabras que Benedicto XVI dirigió, el domingo 28 de Agosto de 2011 desde el balcón del patio interior del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, a los fieles congregados para rezar el Ángelus.

Queridos hermanos y hermanas

En el Evangelio de hoy, Jesús explica a sus discípulos que tendrá que “ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día” (Mt 16,21). ¡Todo parece trastornarse en el corazón de los discípulos! ¿Cómo es posible que “el Cristo, el Hijo de Dios vivo” pueda sufrir hasta la muerte? El apóstol Pedro se rebela, no acepta este camino, toma la palabra y dice al maestro: “¡Lejos de ti, Señor! De ningún modo te sucederá eso” (v. 22).

Aparece evidente la divergencia ente el designio del amor del Padre, que llega hasta el don del Hijo Unigénito en la cruz para salvar a la humanidad, y las expectativas, los deseos y los proyectos de los discípulos. Y este contraste se repite también hoy: cuando la realización de la propia vida está orientada únicamente al éxito social, al bienestar físico y económico ya no se razona según la voluntad de Dios sino según los hombres (v.23). Pensar según el mundo es dejar aparte a Dios, no aceptar su designio de amor, es casi impedirle cumplir su sabia voluntad. Por eso Jesús le dice a Pedro una palabra particularmente dura: “¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí!” (ibid). El Señor enseña que “el camino de los discípulos es un seguirle a Él, al Crucificado. Pero en los tres Evangelios, este seguirle en el signo de la cruz… como el camino del “perderse a sí mismo”, que es necesario para el hombre y sin el cual le resulta imposible encontrarse a sí mismo” (Jesús de Nazaret, Milán 2007, 337).

Como a los discípulos, también a nosotros Jesús nos dirige la invitación: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16,24). El cristiano sigue al Señor cuando acepta con amor la propia cruz, a pesar de que a los ojos del mundo aparece como un fracaso y una “pérdida de la vida” (cf. Ibid. 25-26), sabiendo que no la lleva solo, sino con Jesús, compartiendo su mismo camino de donación. Escribe el Siervo de Dios Pablo VI: “Misteriosamente, el mismo Cristo, para erradicar del corazón del hombre el pecado de la presunción y manifestar al Padre una obediencia íntegra y filial, acepta… morir en una cruz” (Ex. Ap. Gaudete in Domino (9 mayo 1975), AAS 67, [1975], 300-301). Aceptando voluntariamente la muerte, Jesús lleva la cruz de todos los hombres y se convierte en fuente de salvación para toda la humanidad. San Cirilo de Jerusalén comenta: “La cruz victoriosa ha iluminado a quien estaba ciego por la ignorancia, ha liberado a quien era prisionero del pecado, ha llevado la redención a toda la humanidad” (Catechesis Illuminandorum XIII,1: de Christo crucifixo et sepulto: PG 33, 772 B).

Confiamos nuestra oración a la Virgen Maríay a San Agustín, de quien hoy se celebra la memoria litúrgica, para que cada uno de nosotros sepa seguir al Señor en el camino de la cruz y se deje transformar por la gracia divina, renovando el modo de pensar para poder “distinguir cuál la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rom.12, 2).

[Después del Ángelus, dijo:]

Estoy contento de dirigir una felicitación cordial a Mons. Marcello Semeraro, Obispo de esta diócesis de Albano, con motivo de su 40 aniversario de Ordenación sacerdotal; y lo extiendo, por el mismo aniversario, a Mons. Bruno Musaro, que he nombrado hace poco  Nuncio Apostólico en Cuba, y a Mons. Filippo Santoro, obispo de Petropolis, en Brasil, así como a 17 sacerdotes hoy presentes. ¡Que el Señor os colme de gracias, queridos hermanos!

[A continuación, saludó a los peregrinos en diversas lenguas. En español, djio:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana, en particular a los grupos provenientes de Argentina y Chile. La liturgia de este domingo recuerda que es necesario tomar la cruz para seguir a Jesús, siendo dóciles ala Palabray dejándose transformar interiormente, para así saber distinguir siempre cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto (cfr Rm 12,2). Que el Señor, por intercesión dela Virgen María, infunda su amor en todos los corazones para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumente el bien en nosotros y con constante solicitud lo conserve. ¡Feliz domingo!

[Traducción del original italiano por Patricia Navas
©Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 23:52  | Habla el Papa
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ZENIT  publica el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, sobre las Jornadas Mundiales dela Juventud.

Jóvenes cimentados en Cristo

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Ha terminadola Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Algunos informativos dieron demasiado espacio a las manifestaciones contrarias a la visita del Papa, y no resaltaron tanto los lúcidos contenidos de sus mensajes. ¿Eso es informar con objetividad? Esa es una prueba más de la superficialidad en que nos movemos. Muchos se resisten a la luz dela Verdad; tienen ojos y no quieren ver; son inamovibles en sus posturas ideológicas, en sus conveniencias morales (o inmorales), y las fallas de nuestra Iglesia les sirven de pretexto para no aceptar el Evangelio. Como decía Jesús, no cambian ni aunque resucite un muerto.

Por otra parte, alienta la esperanza comprobar nuevamente que cientos de miles de jóvenes tienen hambre de verdad y de amor, y siguen acudiendo con confianza a nuestra Iglesia, a pesar de sus deficiencias. ¿Cuántos aclamaron al Papa, y cuántos lo rechazaron?

JUZGAR

El lema dela Jornada fue: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe" (cf. Col 2, 7). De entre la enorme riqueza de las intervenciones de Papa, resalto algunos pasajes:

“Queridos jóvenes, escuchad de verdad las palabras del Señor para que sean en vosotros ‘espíritu y vida’, raíces que alimentan vuestro ser, pautas de conducta que nos asemejen a la persona de Cristo, siendo pobres de espíritu, hambrientos de justicia, misericordiosos, limpios de corazón, amantes de la paz. Bien sabéis que, cuando no se camina al lado de Cristo, que nos guía, nos dispersamos por otras sendas, como la de nuestros propios impulsos ciegos y egoístas, la de propuestas halagadoras pero interesadas, engañosas y volubles, que dejan el vacío y la frustración tras de sí.

Enraizados en Él, vuestro entusiasmo y alegría, vuestros deseos de ir a más, de llegar a lo más alto, hasta Dios, tienen siempre futuro cierto, porque la vida en plenitud ya se ha aposentado dentro de vuestro ser. Al edificar sobre la roca firme, no solamente vuestra vida será sólida y estable, sino que contribuirá a proyectar la luz de Cristo sobre vuestros coetáneos y sobre toda la humanidad, mostrando una alternativa válida a tantos que se han venido abajo en la vida, porque los fundamentos de su existencia eran inconsistentes. A tantos que se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos. Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios.

Queridos amigos: sed prudentes y sabios, edificad vuestras vidas sobre el cimiento firme que es Cristo. Esta sabiduría y prudencia guiará vuestros pasos, nada os hará temblar y en vuestro corazón reinará la paz. Entonces seréis bienaventurados, dichosos, y vuestra alegría contagiará a los demás. Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor” (18-VIII-2011).

ACTUAR

Jóvenes: Conozcan a Jesús. Empiecen por leer los evangelios. Vayan a una iglesia donde esté sacramentalmente presente en el Sagrario y platiquen con El lo que les salga del corazón. Hagan la prueba de poner en práctica sus palabras. Pidan consejo a quienes ustedes perciben que tienen experiencia de El. Urjan a sus coordinadores y asesores de pastoral juvenil que les hablen más de El, que les enseñen a hablar con El, que les organicen celebraciones dela Eucaristíay del sacramento dela Reconciliación, que prevean momentos de oración en silencio y en forma comunitaria. No se sentirán defraudados.


Publicado por verdenaranja @ 23:44  | Hablan los obispos
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ZENIT  publica la conferencia “Diez claves para la comunicación de la fe”, pronunciada por Juan Manuel Mora, vicerrector dela Universidad de Navarra. Una versión sintética había sido publicada precedentemente en forma de artículo por “L’Osservatore Romano”, suscitando el interés los lectores de ZENIT.

Diez claves para la comunicación de la fe (versión completa)

La comunicación de la fe es una cuestión antigua, presente en los dos mil años de vida de la comunidad cristiana, que siempre se ha considerado mensajera de una noticia que le ha sido revelada y es digna de ser comunicada. Pero es también una cuestión de candente actualidad. Desde Pablo VI hasta Benedicto XVI, los Papas no han dejado de señalar la necesidad de mejorar la comunicación la fe.

Con frecuencia, este tema se relaciona con la “nueva evangelización”.  En ese contexto, Juan Pablo II ha afirmado que la comunicación de la fe ha de ser nueva "en su ardor, en sus métodos, en su expresión". Aquí nos referiremos en particular a la novedad en los métodos.

Hay factores externos que obstaculizan la difusión del mensaje cristiano, sobre los que es difícil incidir. Pero cabe avanzar en otros factores que están a nuestro alcance. En ese sentido, quien pretende comunicar la experiencia cristiana necesita conocer la fe que desea transmitir, y debe conocer también las reglas de juego de la comunicación pública.

Partiendo, por un lado, de los documentos eclesiales más relevantes y, por otro, de la bibliografía esencial del ámbito de la comunicación institucional, articularé mis reflexiones en una serie de principios. Los primeros se refieren almensajeque se quiere difundir; los siguientes, a lapersonaque comunica; y los últimos, almodode transmitir ese mensaje en la opinión pública.

1. Veamos primero los principios relativos al mensaje.

Ante todo, el mensaje ha de ser serpositivo. Los públicos atienden a informaciones de todo género, y toman buena nota de las protestas y las críticas. Pero secundan sobre todo proyectos, propuestas y causas positivas.

Juan Pablo II afirma en la encíclica “Familiaris consortio” que la moral es un camino hacia la felicidad y no una serie de prohibiciones. Esta idea ha sido repetida con frecuencia por Benedicto XVI, de diferentes maneras: Dios nos da todo y no nos quita nada; la enseñanza dela Iglesia no es un código de limitaciones, sino una luz que se recibe en libertad.  

El mensaje cristiano ha de transmitirse como lo que es: un sí inmenso al hombre, a la mujer, a la vida, a la libertad, a la paz, al desarrollo, a la solidaridad, a las virtudes... Para transmitirla adecuadamente los demás, antes hay que entender y experimentar la fe de ese modo positivo.

Adquieren particular valor en este contexto unas palabras del Cardenal Ratzinger: “La fuerza con que la verdad se impone tiene que ser la alegría, que es su expresión más clara. Por ella deberían apostar los cristianos y en ella deberían darse a conocer al mundo”. La comunicación mediante la irradiación de la alegría es el más positivo de los planteamientos.

En segundo lugar, el mensaje ha de ser relevante, significativo para quien escucha, no solamente para quien habla.  

Tomás de Aquino afirma  que hay dos tipos de comunicación: la locutio, unfluir de palabras que no interesan en absoluto a quienes escuchan;  y la illuminatio, que consiste en decir algo que ilustra la mente y el corazón de los interlocutores sobre algún aspecto que realmente les afecta.

Comunicar la fe no es discutir para vencer, sino dialogar para convencer. El deseo de persuadir sin derrotar marca profundamente la actitud de quien comunica. La escucha se convierte en algo fundamental: permite saber qué interesa, qué preocupa al interlocutor. Conocer sus preguntas antes de proponer las respuestas.

Lo contrario de la relevancia es la auto-referencialidad: limitarse a hablar de uno mismo no es buena base para el diálogo.

En tercer lugar, el mensaje ha de serclaro. La comunicación no es principalmente lo que  el emisor explica, sino lo que el destinatario entiende. Sucede en todos los campos del saber (ciencia, tecnología, economía): para comunicar es preciso evitar la complejidad argumental y la oscuridad del lenguaje. También en materia religiosa conviene buscar argumentos claros y palabras sencillas.  En este sentido, habría que reivindicar el valor de la retórica, de la literatura, de las metáforas, de las imágenes, de los símbolos, para difundir el mensaje cristiano.

A veces, cuando la comunicación no funciona, se traslada la responsabilidad al receptor: se considera a los demás como incapaces de entender. Más bien, la norma ha de ser la contraria: esforzarse por ser cada vez más claros, hasta lograr el objetivo que se pretende.

2. Pasemos ahora a los principios relativos a la persona que comunica.

Para que un destinatario acepte un mensaje, la persona o la organización que lo propone ha de merecercredibilidad. Así como la credibilidad se fundamenta en la veracidad y la integridad moral, la mentira y la sospecha anulan en su base el proceso de comunicación. La pérdida de credibilidad es una de las consecuencias más serias de algunas crisis que se han producido en estos años.

Por otra parte, en comunicación, como en economía, cuentan mucho los avales. El aval de una autoridad en la materia, o de un observador imparcial, representa una garantía para la opinión pública. Con otras palabras, nadie se avala a sí mismo. Existen instancias que, con mayor o menor fundamento, ejercen esa función evaluadora. En el ámbito de la opinión pública, ese aval lo otorgan principalmente los periodistas. Por eso, es crucial considerarlos como aliados, nunca como enemigos, en el proceso de comunicación.

El segundo principio es la empatía. La comunicación es una relación que se establece entre personas, no un mecanismo anónimo de difusión de ideas. El Evangelio se dirige a personas: políticos y electores, periodistas y lectores. Personas con sus propios puntos de vista, sus sentimientos y sus emociones.

Cuando se habla de modo frío, se amplía la distancia que separa del interlocutor. Una escritora africana ha afirmado que la madurez de una persona está en su capacidad de descubrir que puede “herir” a los demás y de obrar en consecuencia.

Nuestra sociedad está superpoblada de corazones rotos y de inteligencias perplejas. Hay que aproximarse con delicadeza al dolor físico y al dolor moral. La empatía no implica renunciar a las propias convicciones, sino ponerse en el lugar del otro. En la sociedad actual, convencen las respuestas llenas de sentido y de humanidad.

El tercer principio relativo a la persona que comunica es lacortesía. La experiencia muestra que en los debates públicos proliferan los insultos personales y las descalificaciones mutuas. En ese marco, si no se cuidan las formas, se corre el riesgo de que la propuesta cristiana sea vista como una más de las posturas radicales que están en el ambiente. Aun a riesgo de parecer ingenuo, pienso que conviene desmarcarse de este planteamiento. La claridad no es incompatible con la amabilidad.

Con amabilidad se puede dialogar; sin amabilidad, el fracaso está asegurado de antemano: quien era partidario antes de la discusión, lo seguirá siendo después; y quien era contrario raramente cambiará de postura. 

Recuerdo un cartel situado a la entrada de un “pub” cercano al Castillo de Windsor, en el Reino Unido. Decía, más o menos: En este local son bienvenidos los caballeros. Y un caballero lo es antes de beber cerveza y también después. Podríamos añadir: un caballero lo es cuando le dan la razón y cuando le llevan la contraria.

3. Veamos por último algunos principios que se refieren almodode comunicar:  

El primero es la profesionalidad. “Gaudium et Spes” recuerda que cada actividad humana tiene su propia naturaleza, que es preciso descubrir, emplear y respetar, si se quiere participar en ella. Cada campo del saber tiene su metodología; cada actividad, sus normas; y cada profesión, su lógica.

La evangelización no se producirá desde fuera de las realidades humanas, sino desde dentro: los políticos, los empresarios, los periodistas, los profesores, los guionistas, los sindicalistas, son quienes pueden introducir mejoras prácticas en sus respectivos ámbitos. San Josemaría Escrivá  recordaba que es cada profesional, comprometido con sus creencias y con su profesión, quien ha de encontrar las propuestas y soluciones adecuadas. Si se trata de un debate parlamentario, con argumentos políticos; si de un debate médico, con argumentos científicos; y así sucesivamente.

Este principio se aplica a las actividades de comunicación, que están conociendo un desarrollo extraordinario en los últimos años, tanto por la calidad creciente de las formas narrativas, como por las audiencias cada vez más amplias y por la participación ciudadana cada día más activa.

El segundo principio podría denominarse transversalidad. La profesionalidad es imprescindible cuando en un debate pesan las convicciones religiosas. La transversalidad, cuando pesan las convicciones políticas.

En este punto, vale la pena mencionar la situación de Italia. Al hacer la declaración de la renta, más del 80% de los italianos marcan la casilla correspondiente ala Iglesia, porque desean apoyar económicamente sus actividades. Eso quiere decir quela Iglesiamerece la confianza de una gran mayoría de ciudadanos, no solamente de quienes se reconocen en una tendencia política.

En ese país, y en muchos otros, los católicos no plantean su acción pública poniendo su esperanza en un partido. Saben por experiencia que lo importante no es que una formación  política incorpore a su programa la doctrina social cristiana, sino que esos valores se hagan presentes en todos los partidos, de modo transversal.

El tercer principio relativo al modo de comunicar es la gradualidad.Las tendencias sociales tienen una vida compleja: nacen, crecen, se desarrollan, cambian y mueren. En consecuencia, la comunicación de ideas tiene mucho que ver con el “cultivo”: sembrar,  regar, podar, antes de cosechar.

El fenómeno de la secularización se ha ido consolidando en los últimos siglos. Procesos de tan larga gestación no se resuelven en años, meses o semanas.

El cardenal Ratzinger explicaba que nuestra visión del mundo suele seguir un paradigma “masculino", donde lo importante es la acción, la eficacia, la programación y la rapidez. Y concluía que conviene dar más espacio a un paradigma “femenino", porque la mujer sabe que todo lo que tiene que ver con la vida requiere espera, reclama paciencia.

Lo contrario de este principio es la prisa y el cortoplacismo que llevan a la impaciencia y muchas veces también al desánimo, porque es imposible lograr objetivos de entidad en plazos cortos.

A estos nueve principios habría que agregar otro que afecta a todos los aspectos mencionados: al mensaje, a la persona que comunica y al modo de comunicar. El principio de la caridad.

Algunos autores han destacado que, en los primeros siglos,la Iglesiase extendió de forma muy rápida porque era una comunidad acogedora, donde era posible vivir una experiencia de amor y libertad. Los católicos trataban al prójimo con caridad, cuidaban de los niños, los pobres, los ancianos, los enfermos. Todo eso se convirtió en un irresistible imán de atracción.

La caridad es el contenido, el método y el estilo de la comunicación de la fe; la caridad convierte el mensaje cristiano en positivo, relevante y atractivo; proporciona credibilidad, empatía y amabilidad a las personas que comunican; y es la fuerza que permite actuar de forma paciente, integradora y abierta.  Porque el mundo en que vivimos es con demasiada frecuencia un mundo duro y frío, donde muchas personas se sienten excluidas y maltratadas y esperan algo de luz y de calor. En este mundo, el gran argumento de los católicos es la caridad. Gracias a la caridad, la evangelización es siempre y verdaderamente, nueva. 


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S?bado, 03 de septiembre de 2011

Homilía de monseñor Héctor Cardelli, obispo de San Nicolás, en el Santuario dela Virgen del Rosario de San Nicolás (25 de agosto de 2011). (AICA)

AÑO DE LA VIDA        

Contemplamos a María, que inicia su sexto mes de embarazo y crece la comunicación íntima entre Jesús y su Madre. El corazón de Jesús se comunica con el corazón de María. En la vida de este niño que crece en su seno, María escucha y lee la voz yla Palabrade Dios. Ella escucha ese corazón que late en Ella y lo escucha con corazón de madre. Ese corazón de madre, también le habla a ese Corazón divino, todavía pequeño, como lo es el corazón del niño.

Ese diálogo de Dios y su Madre es Oración. Comunica lo más profundo del corazón de la madre con lo más profundo del corazón de Dios.

La relación y el diálogo de Jesús con su madre, son modelo del amor que se hace oración. El fruto de esta oración permanente entre ambos es la adhesión de fe de María. Es Ella quien, por su fe, recibe y sostiene en su seno la vida de su Hijo.

Hoy nos dice: “Feliz el siervo a quien el Señor al venir encuentre tan bien ocupado”.

Este amor vigilante que nutre y sostiene la fe del que espera, es lo que nos mantiene bien ocupados.

También nosotros podemos experimentar en nosotros esa comunicación perfecta de María y Jesús. En Ella lo reconocemos como en grado excelso, pero no obstante, deberá convertirse en estímulo para ayudarnos a vivir en la “presencia de Dios”.

¡Cuántas veces divagamos en ocuparnos de cosas vacías y hasta cercanas muchas veces al pecado, pudiendo revitalizar nuestras vidas, transformándolas en más humanas y plenas de amor!

Caminar en la presencia de Dios es adelantar hoy lo que aspiramos a vivir mañana en la visión beatífica.

Este diálogo íntimo y personal con Dios se transforma en oración, en presencia y correspondencia en las conductas que comenzarán a responder a las propuestas que Dios nos haga. Así comienza a gestarse en nosotros la unidad de vida que nos permite entrar en esa comunión que genera la visión sobrenatural de nuestras vidas.

El ejemplo de María en su relación con Jesús ya desde el período de gestación, nos enseña que la espiritualidad de la presencia de Dios en nuestras vidas nos ayudará a mantenernos “bien ocupados” y hacer de nuestro tiempo una constante oración.

Estaremos despiertos y dispuestos a recibir al Señor el día que Él quiera venir, porque ya no nos inquietará el momento, sino que la continuidad de su presencia nos habilite a recibirlo con alegría cuando Él disponga, porque estaremos atentos y vigilantes para el encuentro del que sabemos viene a nosotros.

Sería lamentable pensar que “Él demora” en venir y entonces nuestro corazón se apegue a lo corruptible y nos tome por sorpresa y sin entrenamiento en el amor; ese día habrá llanto y desesperación.

En este año dela Viday desde el sexto mes de gestación, Jesús y María nos enseñan que la vida es una escuela de oración, de diálogo y de comunión estrecha entre Él y cada uno de nosotros, de tal manera que la propuesta de reproducir su imagen le dé pleno sentido a la vida que nos regala. 

Mons. Héctor Cardelli, obispo de San Nicolás 


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Homilía de monseñor Luis T. Stöckler, obispo de Quilmes, para el 21º domingo durante el año (21 de agosto de 2011). (AICA)

PEDRO, GARANTE DE UNIDAD        

En este día, el Papa Benedicto XVI  culmina en Madridl a Jornada Mundial de la Juventud, que ha convocado una multitud de jóvenes de todos los continentes. Desde que se realizó  esta Jornada en 1987,  con motivo de la visita pastoral de Juan Pablo II a nuestro país en Buenos Aires por primera vez,  la participación de los jóvenes sigue confirmando el rol del Papa como garante de la unidad.  Los mayores hemos tenido la dicha de haber conocido hombres extraordinarios en la sede del obispo de Roma; hombres que nos hicieron y nos hacen vibrar con la palabra de Cristo, dirigida a Simón Pedro: “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. La figura del Siervo de Dios de Pío XII, la inspiración sorprendente y la bondad de Juan XXIII, la sensibilidad profética en un mundo en cambio de un Pablo VI, la cautivante alegría de Juan Pablo I, y el testimonio incansable  que nos conmovió hasta su último suspiro de un Juan Pablo II. Aún muchas personas que no tienen fe, perciben al Papa como referente religioso para la humanidad.

El secreto de los sucesores de Pedro, sin embargo, no está en sus cualidades humanas, sino en   la presencia del Señor de la Iglesia, que es Jesucristo, en aquel que él elige para representarlo. Cuando le cambió el nombre a Simón, el hijo de Jonás, llamándolo Pedro, es decir piedra, no le cambió su temperamento voluble, sino aseguró que él mismo iba a dar la firmeza imprescindible al que tenía que ser conductor de los Doce y garante de unidad del pueblo de Dios. Ya la profesión de fe de Pedro en Jesús como el Hijo de Dios vivo, no fue expresión de su perspicacia humana sino inspirada por el Padre que está en el cielo. Y la seguridad que el poder del mal no podrá prevalecer sobrela Iglesia, fundada sobre Pedro, viene de Cristo mismo. Ya en la última cena, Jesús le avisó a Pedro que había rezado por él, para que él, a su vez, conforte a sus hermanos. Y cuando le da la autoridad  de atar y desatar, declara que la palabra de Pedro define lo que está permitido y prohibido, y le otorga el poder de excluir y reincorporar en la comunidad religiosa.

La Iglesiacatólica es conciente de haber conservado el ministerio del Sucesor del apóstol Pedro, el obispo de Roma, que Dios ha constituido como “principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad” (LG, 23). Este signo visible en la memoria de la mayoría de los demás cristianos está marcado por ciertos recuerdos dolorosos, por los cuales los Papas Pablo VI y Juan Pablo II han pedido perdón. Sin embargo, en el diálogo ecuménico surge la importancia de una figura que represente un lazo de comunión. Durante un milenio los cristianos estuvieron unidos “por la comunión fraterna de fe y vida sacramental, siendola Sede Romana, con el consentimiento común, la que moderaba cuando surgían disensos entre ellas en cuestiones de fe y disciplina” UR, 14). Es ésta la misión imprescindible de Sucesor de Pedro.  Juan Pablo II, consciente de esta obligación indeclinable, se dirigía al Patriarca ortodoxo de Constantinopla, pidiendo “que el Espíritu Santo nos dé luz e ilumine a todos los Pastores y teólogos de nuestras Iglesias que busquemos juntos las formas con las que ese ministerio pueda realizar un servicio de fe y de amor reconocido por unos y otros” (Ut unum sint, 95).

La unión entre los cristianos debe ser un testimonio que despierta le fe en el evangelio. Mientras tanto, vivamos lo que ya compartimos, en una entrega generosa. Pidamos hoy especialmente por los jóvenes, junto al Papa, entre ellos muchos argentinos. Que vuelvan con la decisión de Pedro, quien conciente de sus debilidades le dijo a Jesús: “Yo te quiero”. Y le fue fiel hasta la muerte. 

Mons. Luis T. Stöckler, obispo de Quilmes


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zenit  publica el comentario al pasaje evangélico de este domingo, 4 de septiembre, XXIII del tiempo ordinario (Lucas 14, 25-33), redactado por monseñor Carlos Escribano Subías, obispo de Teruel y Albarracín

Evangelio del domingo: Si tu hermano peca...

El texto del Evangelio de este domingo, viene antecedido de unos versículos que, a modo de prólogo, nos ayudan a conocer mejor cual es la intención de Jesús al hacer su propuesta a los discípulos. El Señor les dirá: “No es voluntad de vuestro Padre, que está en el cielo, que se pierda ni uno de estos pequeños” (Mt 18, 14).

El Señor urge a la comunidad cristiana a actuar con especial diligencia y solicitud ante el pecado de uno de sus miembros. El corazón misericordioso de Dios mira con especial unción a los que se alejan de Él, buscando siempre la reconciliación y el perdón. El corazón de Dios se conmueve y nos propone caminos para dejar atrás nuestro pecado y debilidad. En ese contexto, el evangelista quiere poner el acento en la preocupación, que dentro de la Iglesia, todos debemos tener de todos, acogiendo la enseñanza y la actitud de Dios mismo. En el fondo es lo que ya descubríamos en la primera lectura cuando el profeta es llamado a velar responsablemente por todo el pueblo de Israel.

Lo que siempre impresiona es el modo de mirar y atender el Señor al pecador: le llama “pequeño”, débil, y cuando haya que ayudarle y corregirle, nos anima a no olvidar que nos estamos dirigiendo a un hermano en la fe. Por eso Jesús nos propone un camino nuevo: entrar en diálogo con el hermano para que descubra el mal que pueda estar haciendo, con la intención de que lo deje atrás. Estamos ante una verdadera “mediación” de amor que desea tocar al hombre para que libremente opte por el bien. Lo que Dios quiere no es la muerte del pecador sino que se convierta y viva. Se busca por todos los medios salvar al “otro”, no condenarlo.

Es verdad que hay casos especialmente difíciles. Los sabios pasos que propone Jesús, nos muestran un camino constructivo para ejercer la corrección fraterna. En primer lugar llamar la atención a solas, llenos de caridad. Si nuestro hermano permanece en su mal comportamiento es bueno que algún testigo intervenga con el fin de evitar planteamientos subjetivos que puedan hacer presuponer que exista algún tipo de mala intención. En un tercer momento habría que llamar la atención formalmente en nombre de la Iglesia o de la comunidad. Si la respuesta es nula por parte del sujeto, este debería comenzar de nuevo el camino pues se pone en el mismo plano que alguien que viene de la gentilidad y que no ha convertido su corazón al Señor.

El interés por el hombre, por parte de Dios, queda reforzado en los últimos versículos del evangelio de este domingo. Él está en medio de nosotros cuando unimos nuestro corazón y elevamos nuestra plegaría a favor de los demás. Si lo hacemos con el fin que nuestro hermano se reencuentre con Dios, con más motivo el Señor nos ayudará a que este se convierta y viva.

Todos somos responsables de todos. En el fondo porque estamos llamados a vivir amando y a ser testigos del amor de Dios. El desamor, el pecado no deben tener cabida en la vida del creyente y de la Iglesia pues, como nos recuerda San Pablo, estamos llamados a “ser santos e irreprochables ante el Señor por el amor” (Efesios 1,5).

 


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Viernes, 02 de septiembre de 2011

DOMINGO 23 DEL TIEMPO ORDINARIO / A   
4 de septiembre de 2011

El Dios de la paz esté con todos vosotros.

- Nuestra Eucaristía dominical no es sólo un encuentro personal con Dios, con Jesucristo. Es, sobre todo, un encuentro de la comunidad cristiana. Juntos, reuni­dos en esta celebración, formamosla Iglesia, el grupo de seguidores de Jesucristo que él ha convocado. Y este encuentro conjunto, debe servirnos también para estrechar los lazos entre nosotros. Debemos sentirnos realmente un grupo unido, un grupo en el que estamos atentos los unos a los otros; un grupo, en definitiva, de personas que se quieren. 

A. penitencial: En silencio, pongámonos ante Dios y pidá­mosle que nos llene con su amor. (Silencio).

Tú, que has sido enviado a sanar los corazones afligidos. SEÑOR,TEN PIEDAD.

Tú que has venido a llamar a los pecadores. CRISTO, TEN PIEDAD.

Tú que estás sentado a la derecha del Padre para inter-ceder por nosotros. SEÑOR,TEN PIEDAD. 

1. lectura (Ezequiel 33,7-9): En esta primera lectura, escu­chemos cómo Dios envía al profeta para que llame a los pecadores a la conversión. En el evangelio, Jesús nos invitará también a cada uno de nosotros a ser profetas para nuestros hermanos. 

2. lectura (Romanos 13,8-10): Escuchemos ahora cómo san Pablo, siguiendo la enseñanza de Jesús, nos resume toda la ley en un único mandamiento.

Oración universal: Formando comunidad, oremos unidos a Dios nuestro Padre diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.

Porto dos los cristianos. Que aprendamos a amar como Dios mismo nos ha amado. OREMOS:

Por nuestra comunidad. Que sepamos acoger a todos aquellos que se sienten lejos dela Iglesiay que aprendamos a ser confiados, esperanzados y comprometidos. OREMOS:

Por todas las personas que se ven obligadas a emigrar a un país extraño. Que encuentren trabajo, se sientan acogidas y puedan vivir con dignidad junto a sus fami­lias. OREMOS:

Por los que no saben leer ni escribir. Que puedan tener acceso a la cultura y desarrollar todas sus habilidades y capacidades. OREMOS:

Por... OREMOS:

Por todos nosotros. Que sepamos valorarlo que hay de positivo en las personas con las que tenemos proble­mas o nos sentimos en conflicto. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestra oración, y haz de tu Iglesia un hogar de confianza y de amor mutuo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Padrenuestro: Unidos en comunidad, como hijos del mismo Padre, siguiendo la enseñanza de Jesús, nos atrevemos a decir:


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Reflexión a las lecturas del domingo veintitrés del Tiempo Ordinario - a, ofrecido por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR"

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR

Domingo 23 del T. Ordinario A 

         A primera vista puede sorprendernos un poco el mensaje de la Palabra de Dios de este domingo: "Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano…".

         Estamos en una época de mucho individualismo que hace que, incluso en la vida cristiana, se pretenda ir por libre, sin ninguna relación con los demás… Esto hace también que mucha  gente se sienta autónoma en su vida moral… Inaccesible a una pequeña corrección u observación. Y si ésta se produce, no es raro que se reaccione desde un espíritu orgulloso y herido. Y en la vida de cada día, qué difícil se hace hoy hacer una corrección… Eso se le permite sólo al jefe porque es el que paga y el que puede echarnos del trabajo.

         Sin embargo, la vida cristiana no es así.  Es vida de familia, de comunidad, de hermanos…, que se ayudan mutuamente a seguir a Jesucristo, a amar a los demás y a avanzar por el camino de  la perfección cristiana, de la santidad.

         Por eso quedan lejos del espíritu cristiano expresiones como éstas: “No te metas en mi vida”. “Y ¿quién eres tú para llamarme la atención? ¿Por qué no te metes en tus cosas?

         Este domingo comienzan en el Evangelio de S. Mateo las enseñanzas del Señor a los discípulos sobre la vida de la comunidad cristiana. Vamos a escucharlas durante algunos domingos.

         El amor es la señal que nos dejó el Señor de nuestra condición de cristianos (Jn 13,35). Y “amar es cumplir la ley entera”, nos dice hoy S. Pablo (2ª Lect.). Por tanto, hemos de preocuparnos de los hermanos que tienen necesidad por cualquier motivo: material o espiritual. Este domingo se nos invita a reflexionar sobre  una necesidad espiritual: la de la corrección fraterna. Un cristiano no puede permanecer insensible e inactivo ante la situación de un hermano que se haya equivocado de camino… O que, tal vez, pueda perderse para siempre.

         Y el amor tiene que impregnarlo todo en la vida del cristiano. Por eso, el Evangelio nos enseña practicar la corrección fraterna con amor de modo que “pueda ganarse al hermano”: “Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos”. “…Si no te hace caso…” Y comienza el Señor a presentarnos una especie de graduación: Llama a otro o a otros dos…, díselo a la comunidad…  “Considéralo como un pagano o un publicano”.

         A veces, preferimos echarle en cara a un hermano sus defectos en un momento de enfado, que hacer el ejercicio de corrección fraterna con delicadeza, humildad y amor…, como nos enseña el Evangelio de hoy.

         Y esa obligación puede ser grave, como nos enseña el Señor en la primera lectura: “Si yo digo al malvado: “Malvado, eres reo de muerte, y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado, para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, el morirá por su culpa, pero  tú has salvado la vida”.

         Seguramente que recordamos alguna intervención del Papa, de un obispo, de un sacerdote… que nos ha sorprendido porque, sin pretenderlo, ha generado mucha polémica… Y tal vez decía alguien: “¡Ganas de crearse problemas…! ¿Por qué se tiene que meter en eso? Si la gente quiere seguir ese camino, que lo siga… Si quieren perderse, que se pierdan…”

         No. La cosa no es así. La obligación de hacer la corrección fraterna puede ser grave, especialmente, cuando nuestra forma parte  de nuestra misión: Pensemos, por ejemplo, en una madre, un educador, un sacerdote…

         Y cada uno de nosotros necesitamos también de la ayuda de los demás para permanecer y avanzar en la vida cristiana. Necesitamos también la corrección fraterna… Y hemos de preguntarnos con frecuencia: ¿Qué piensan de mí los familiares, los amigos, aquellas personas que más están en contacto conmigo?

         ¡Ese es un buen espejo para mirarnos con frecuencia!

         Y en cuanto responda a lo que Dios quiere, el objeto de la corrección puede expresar la voluntad de Dios sobre nosotros. Hace relación a su Palabra inspirada.

         Por eso en el salmo responsorial de este domingo repetimos: “Ojalá escuchéis hoy su voz:  No endurezcáis vuestro corazón”. 

Junto a estas reflexiones, un saludo cordial con mis mejores deseos. ¡Feliz Domingo! 


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ZENIT  nos ofrece la catequesis que el Papa Benedicto XVI impartió durante la audiencia celebrada en Castel Gandolfo el miércoles 3 de agosto de 2011.

¡Queridos hermanos y hermanas!

Estoy muy contento de veros aquí en la plaza de Castel Gandolfo y de retomar las audiencias interrumpidas en el mes de julio. Quisiera continuar con el tema que hemos iniciado, es decir “una escuela de oración”, y también hoy, de una manera distinta, sin alejarme del tema, enfatizar algunos aspectos de carácter espiritual y concreto, que me parecen útiles no sólo para quien vive -en una parte del mundo- el periodo de las vacaciones estivales, como nosotros, pero también para todos los que están comprometidos en el trabajo cotidiano.

Cuando tenemos un momento de pausa en nuestras actividades, de un modo especial durante las vacaciones, a menudo tomamos un libro que deseamos leer. Y este es el primer aspecto en el hoy quiero detenerme. Cada uno de nosotros necesita tiempo y espacio de recogimiento, de meditación, de calma... ¡Gracias a Dios que es así! De hecho, esta exigencia nos dice que no estamos hechos para trabajar, sino también para pensar, reflexionar, o bien simplemente para seguir con la mente y con el corazón un relato, una historia en la que sumergirse, en un cierto sentido “perdernos” para después resultar enriquecidos.

Naturalmente, muchos de estos libros de lectura, que tomamos durante las vacaciones, son más para evadirnos, y es lo normal. Sin embargo, varias personas, especialmente si pueden tener espacios de pausa y de relax más prolongados, se dedican a leer libros más difíciles. Quisiera hacer una propuesta: ¿Por qué no descubrir algunos libros de la Biblia, que normalmente no son conocidos? ¿O de los que hemos escuchado cualquier cita durantela Liturgia, pero que nunca hemos leído completamente? En efecto, muchos cristianos no leen nuncala Biblia, y que tienen de ella una conciencia muy limitada y superficial.La Biblia-como dice el nombre- es un compendio de libros, una pequeña “biblioteca”, nacida en el transcurso de un milenio. Alguno de estos libros que la componen resultan casi desconocidos para la mayor parte de las personas, incluso buenos cristianos. Algunos son muy breves, como el Libro de Tobías, un relato que contiene un sentido muy elevado de la familia y del matrimonio; o el Libro de Esther, en el quela Reinahebrea, con la fe y la oración, salva a su pueblo del exterminio; o todavía más breve, el Libro de Ruth, una extranjera que conoce a Dios y experimenta su providencia. Estos pequeños libros se pueden leer todos en una hora. Más complicados y auténticas obras de arte, son el Libro de Job, que afronta el gran problema del dolor inocente; el Qoèlet, que impresiona por su desconcertante modernidad con el que se pone en discusión el sentido de la vida y del mundo; el Cantar de los Cantares, estupendo poema simbólico del amor humano. Como veis, estos son los libros del Antiguo Testamento. ¿Y el Nuevo?Cierto, el Nuevo Testamento es más conocido y los géneros literarios están menos diversificados. Pero, la belleza que supone leer un Evangelio de forma seguida está por descubrir, así como también recomiendo los Hechos de los Apóstoles o una de las Epístolas.

En conclusión, queridos amigos, hoy quisiera sugeriros tener a mano, durante el periodo estival o en los momentos de pausa, la Santa Biblia, para gustarla de una forma nueva, leyendo sin pausa algunos de sus Libros, los menos conocidos y también los más destacados, como los Evangelios, en una lectura continuada. De esta manera, los momentos de distensión pueden convertirse, además de momentos de enriquecimiento cultural, también de nutrición del espíritu, capaces de alimentar el conocimiento de Dios, el diálogo con Él, la oración. Y esta puede ser una bella ocupación para las vacaciones: tomar un libro de la Biblia, así tener un poco de distensión y al mismo tiempo, entrar en el gran espacio dela Palabra de Dios y profundizar nuestro contacto con el Eterno, como objetivo del tiempo libre que el Señor nos da.

[En español dijo:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Venezuela, Chile, Perú y otros países latinoamericanos. Invito a todos, en este tiempo para muchos de descanso, a escoger como lectura uno de los libros dela Biblia, descubriendo así, poco a poco, la inmensa riqueza de este tesoro que esla Palabrade Dios. Gracias por vuestra presencia y oración. Que el Señor vaya siempre con vosotros.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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Homilía de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 21º domingo durante el año (21 de agosto de 2011). (AICA)

EVANGELIZAR LA CULTURA           

Con la realización del Congreso de Catequesis y con tantas propuestas que se van realizando enla Diócesisen donde participan muchos cristianos que realizan un camino de formación y de discipulado, intentamos generar las condiciones para asumir cada vez con mayor compromiso el ser una Iglesia que renueva con mayor ardor la dimensión misionera. En este proceso vamos ahondando la comprensión que no podremos evangelizar este inicio de siglo XXI si no nos ejercitamos en la virtud de la caridad.

La experiencia de ser amados por Dios, y de amar al mundo y al hombre (varón-mujer) de nuestro tiempo, así como este espacio y este momento de la historia en que el Señor nos puso para ser sus instrumentos tienen inmediatas consecuencias espirituales y pastorales.

Por el contrario, los sectarismos e integrismos son una antigua tentación que reaparece en la historia que vivela Iglesia, con distintos ropajes. La tentación de “grupismos” o bien opciones pastorales exclusivas, actitudes cerradas que han terminado muchas veces en formas sectarias, son los que se sienten mejores, los salvadores y los que siempre miran al mundo y a los que no están con ellos, como sospechosos. De esta especie que son estilos integristas, en nuestros días los hay de derecha, de izquierda o con otras motivaciones, pero siempre enraizados en la soberbia. Es fundamental entender que el hecho de quela Iglesiaposea los tesoros de la revelación, no impide que podamos encontrar en el mundo muchos valores, presencias de Dios, “Las semillas del Verbo”. Por ello de diversas maneras en este tiempo pos-sinodal nuestras comunidades van tomando algunos temas como ejes de formación y discipulado. Entre esos temas esta el de “la vida”, pero también en asambleas parroquiales o en los mismos consejos pastorales, se van asumiendo las orientaciones de nuestra Diócesis en relación a las propuestas hechas sobre jóvenes, laicos y familia.

El texto de este domingo (Mt. 16, 13-20) nos señala que al igual que el apóstol Pedrola Iglesiadebe siempre confesar: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios Vivo”. Acompañados con la certeza que nos dio el Señor: “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificare Iglesia y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella” (Mt. 16, 18).La Iglesiaentiende su identidad, vocación y misión en la confesión de la persona de Jesucristo, su Señor y maestro.

En este domingo en que reflexionamos sobre el pasaje del Evangelio que se refiere a la confesión del Apóstol San Pedro, creo oportuno recordar un texto del documento “Jesucristo Señor de la historia”, que expresa esta dimensión dela Iglesiaque desde su conversión a Jesucristo busca ser abierta y servir a la humanidad. Este documento fue escrito por los Obispos argentinos con motivo del año jubilar y nos decía: “La Iglesiase sabe enviada por Jesucristo vivo al encuentro de los seres humanos de todos los tiempos. Por eso, cuando la familia humana comienza a transitar un nuevo milenio, ella quiere renovarse en su vocación de acompañar y servir a la humanidad.La Iglesiadel tercer milenio, arraigada en los sentimientos de Cristo Jesús, quiere experimentar como suyos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de este nuevo tiempo; desea ardientemente sentirse íntima y realmente solidaria del género humano en esta etapa del camino. Esta vocación a la compañía y la solidaridad es la que se expresa cuando afirmamos quela Iglesiaes el Pueblo de Dios peregrino. Pero por el mismo hecho de ser peregrina, sabe que también sus hijos desde los laicos hasta los obispos  cometen errores, caen, se resisten a la conversión. Por eso reconoce que debe estar dispuesta a pedir perdón y a renovarse permanentemente bajo el impulso del Espíritu Santo. Sin embargo,la Iglesiaes siempre, con sus luces y sus sombras, signo e instrumento de salvación para todos los hombres”. (21)

Junto al Apóstol Pedro que confesó a Jesús: “Tú eres el Mesías el Hijo del Dios Vivo” queremos como Iglesia ser testigos e instrumentos de evangelización y humanización en nuestro tiempo.

Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo. 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas


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Jueves, 01 de septiembre de 2011

ZENIT  nos ofrece la intervención del Papa Benedicto XVI el miércoles 24 de Agosto de 2011 en la Audiencia General celebrada en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.

Queridos hermanos y hermanas,

hoy quisiera volver a recorrer brevemente con el pensamiento y con el corazón los extraordinarios días transcurridos en Madrid parala XXVI JornadaMundial dela Juventud. Fue, y lo sabéis, un acontecimiento eclesial emocionante; casi dos millones de jóvenes de todos los Continentes vivieron, con alegría, una formidable experiencia de fraternidad, de encuentro con el Señor, de compartir y de crecimiento en la fe: una verdadera cascada de luz. Doy gracias a Dios por este don precioso, que da esperanza para el futuro dela Iglesia: jóvenes con el deseo firme y sincero de arraigar sus vidas en Cristo, permanecer firmes en la fe, caminar juntos enla Iglesia. Ungracias a cuantos han trabajado generosamente por esta esta Jornada: el cardenal arzobispo de Madrid, sus Auxiliares, los demás Obispos de España y de otras partes del mundo, el Consejo Pontificio para los Laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos. Renuevo mi reconocimiento a las autoridades españolas, a las instituciones y asociaciones, a los voluntarios y a cuantos han ofrecido el apoyo de la oración. No puedo olvidar la calurosa acogida de sus Majestades los Reyes de España, como también de todo el país.

Naturalmente, en pocas palabras no puedo describir los momentos tan intensos que hemos vivido. Tengo en la mente el entusiasmo incontenible con el que los jóvenes me recibieron, el primer día, enla Plazade Cibeles, sus palabras ricas de esperanzas, su fuerte deseo de orientarse a la verdad más profunda y de arraigarse en ella, esa verdad que Dios nos ha dado conocer en Cristo. En el imponente Monasterio de El Escorial, rico de historia, de espiritualidad y de cultura, encontré a las jóvenes religiosas y a los jóvenes profesores universitarios. A las primeras, a las jóvenes religiosas, les recordé la belleza de su vocación vivida con fidelidad, y la importancia de su servicio apostólico y de su testimonio profético. Y queda en mí la impresión de su entusiasmo, de un fe joven, y llena de valor para el futuro, de voluntad de servir así a la humanidad. A los profesores les recordé que sean verdaderos formadores de las nuevas generaciones, guiándoles en la búsqueda de la verdad no sólo con las palabras sino también con la vida, conscientes de quela Verdades Cristo mismo. Encontrando a Cristo encontramos la verdad. Por la noche, en la celebración del Vía Crucis, una multitud variada de jóvenes revivió con intensa participación las escenas de la pasión y muerte de Cristo: la cruz de Cristo da mucho más de lo que exige, lo da todo, porque nos conduce a Dios.

El día siguiente,la Santa Misaenla Catedraldela Almudena, en Madrid, con los seminaristas: jóvenes que quieren arraigarse en Cristo para hacerlo presente un mañana, como sus ministros. ¡Auguro que crezcan las vocaciones al sacerdocio! Entre los presentes había más de uno que había oído la llamada del Señor precisamente en las precedentes Jornadas dela Juventud; estoy seguro de que también en Madrid el Señor ha llamado a la puerta del corazón de muchos jóvenes para que le sigan con generosidad en el misterio sacerdotal o en la vida religiosa. La visita a un Centro para los jóvenes discapacitados me hizo ver el gran respeto y amor que se nutre hacia cada persona y me dio la ocasión de dar las gracias a los miles de voluntarios que dan testimonio silenciosamente del Evangelio de la caridad y de la vida.La Vigiliade oración por la noche y la gran Celebración eucarística conclusiva del día después fueron dos momentos muy intensos: por la noche una multitud de jóvenes en fiesta, para nada atemorizados por la lluvia y por el viento, permaneció en adoración silenciosa de Cristo presente enla Eucaristía, para alabarlo, darle gracias, pedir ayuda y luz; y después, el domingo, los jóvenes manifestaron su exuberancia y su alegría de celebrar al Señor enla Palabray enla Eucaristía, para insertarse cada vez más en Él y reforzar su fe y vida cristiana. En un clima de entusiasmo encontré a los voluntarios a quienes di las gracias por su generosidad y con la ceremonia de despedida dejé el país llevando en el corazón estos días como un gran don.

Queridos amigos, el encuentro de Madrid ha sido una estupenda manifestación de fe para España y para el mundo ante todo. Para la multitud de jóvenes, procedentes de todos los rincones de la tierra, ha sido una ocasión especial para reflexionar, dialogar, intercambiarse experiencias positivas y, sobre todo, rezar juntos y renovar el compromiso de arraigar la propia vida en Cristo, Amigo fiel. Estoy seguro de que han vuelto a sus casas y vuelven con el firme propósito de ser levadura en la masa, llevando la esperanza que nace de la fe. Por mi parte sigo acompañándolos con la oración, para que permanezcan fieles a los compromisos asumidos. A la intercesión maternal de María, confío los frutos de esta Jornada.

Y ahora deseo anunciar los temas de las próximas Jornadas Mundiales dela Juventud. Ladel año próximos, que tendrá lugar en cada diócesis, tendrá como lema “¡Estad alegres en el Señor!", tomado dela Cartaa los Filipenses (4,4); mientras que enla Jornada Mundialdela Juventudde 2013 en Río de Janeiro, el lema será el mandato de Jesús: “Id y haced discípulos a todos los pueblos!" (cfr Mt 28,19). Desde ahora confío a la oración de todos la preparación de estas citas muy importantes. Gracias.

[En español dijo]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Honduras, Chile, Argentina, México y otros países Latinoamericanos. Invito a todos a dar gracias al Señor por mi visita apostólica a Madrid parala Jornada Mundialdela Juventud. Ala vez que agradezco de corazón a quienes han hecho posible el magnífico desarrollo de esta iniciativa, ruego, por intercesión de María Santísima, que los jóvenes que en ella han participado, «arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe», lleven al mundo entero la alegría del Evangelio, con la palabra y una vida colmada de obras de caridad. Muchas gracias.

[Al término dela Audienciaen el Patio, el Papa se asomó ala Plazay pronunció las siguientes palabras]

¡Queridos amigos, buenos días!
Os auguro una buena jornada, alegría, buenas vacaciones y también una buena vuelta al trabajo. Que el Señor esté siempre con vosotros para que podáis sentir su presencia y la luz que viene de la fe. ¡A todos mis mejores deseos! ¡Que el Señor os bendiga siempre! Os imparto ahorala Bendición Apostólica.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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ZENIT  nos ofrece el mensaje que el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, ha hecho llegar en nombre del Papa Benedicto XVI a los participantes enla LXII semana litúrgica nacional italiana, que se está celebrando en Trieste desde el 22 de Agosto hasta el 26 de agosto.

A su Excelencia Reverendísima
Monseñor Felice di Molfetta
Obispo de Cerignola-Ascoli Satriano
Excelencia Reverendísima,

me alegro de transmitirle el cordial saludo del Santo Padre a usted y a los participantes en la 62ª Semana Litúrgica Nacional, que se celebrará del 22 al 26 de agosto en Trieste. El tema del encuentro – “Dios educa a su pueblo. La liturgia, fuente inagotable de catequesis" – se coloca en la perspectiva de las Orientaciones pastorales dela Iglesiaen Italia para la década 2010-2020, dirigidas a afrontar la actual emergencia educativa, y pretende poner “inequívocamente a la luz la primacía de Dios... lo primero de todo, Dios” (J. Ratzinger, Teologia della liturgia, Opera Omnia, XI, p. 5), su absoluta prioridad en el papel educativo de la liturgia.

La Iglesia, especialmente cuando celebra los divinos misterios, se reconoce y se manifiesta como realidad que no puede reducirse al único aspecto terrenal y organizativo. En ellos debe aparecer claramente que el corazón latiente de la comunidad debe reconocerse más allá de los angostos y sin embargo necesarios límites de la ritualidad, porque la liturgia no es lo que hace el hombre, sino lo que hace Dios con su condescendencia admirable y gratuita. Este primado de Dios en la acción litúrgica había sido resaltado por el Siervo de Dios Pablo VI en la clausura del segundo periodo del Concilio Vaticano, cuando anunciaba la proclamación dela Constitución SacrosanctumConcilium: "En este hecho observamos que se ha respetado el justo orden de los valores y de los deberes: de este modo hemos reconocido que el puesto de honor se reserva a Dios; que nosotros como primer deber somos llamados a elevar oraciones a Dios; que la sagrada Liturgia es la fuente primaria de ese divino intercambio en el que se nos comunica la vida de Dios, es la primera escuela de nuestra alma, es el primer don que desde nosotros debe ser hecho al pueblo cristiano…" (Pablo VI, Discurso para la clausura del segundo periodo, 4 de diciembre de 1963, AAS [1964], 34).

La liturgia, además de expresar la prioridad absoluta de Dios, manifiesta su ser “Dios con nosotros·, pues “en el inicio del ser cristiano no hay una decisión ética o una gran idea, sino el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da a la vida un nuevo horizonte y con ello la dirección decisiva” (Benedicto XVI, Enc. Deus caritas est, 1). En este sentido, Dios es el gran educador de su pueblo, la guía amorosa, sabia, incansable, en y a través de la liturgia, acción de Dios en el hoy dela Iglesia.

A partir de este aspecto fundacional, la 62ª Semana Litúrgica Nacional está llamada a reflexionar sobre la dimensión educativa de la acción litúrgica, en cuanto "escuela permanente de formación en torno al Señor resucitado, lugar educativo y revelativo en el que la fe adquiere forma y es transmitida" (Conferencia Episcopal Italiana, Educare alla vita buona del Vangelo, n. 39). Con este propósito, es necesario profundizar cada vez mejor en la relación entre catequesis y liturgia, rechazando, sin embargo, toda instrumentalización indebida de la liturgia con fines “catequísticos”. Al respecto, la tradición patrística viva dela Iglesianos enseña que la propia celebración litúrgica, sin perder su especificidad, posee siempre una importante dimensión catequética (cfr Sacrosanctum Concilium, 33). De hecho, en cuanto que “primera y la más necesaria fuente de la cual los fieles puedan adquirir un espíritu verdaderamente cristiano" (ibidem, 14), la liturgia puede ser llamada catequesis permanente dela Iglesia, fuente inagotable de catequesis, preciosa catequesis en acto (cfr Conferencia Episcopal Italiana, Il rinnovamento della catechesi, 7 de febrero de 1970, 113). Ésta, en cuanto que experiencia integrada de catequesis, celebración, vida, expresa además el acompañamiento maternal dela Iglesia, contribuyendo así a desarrollar el crecimiento de la vida cristiana del creyente y a la maduración de su conciencia.

El Santo Padre Benedicto XVI asegura de buen grado su oración para que la 62ª Semana Litúrgica Nacional sea fructífera para los participantes y para todala Iglesiaque está en Italia. Augura que el importante Congreso, como también las iniciativas promovidas por el Centro de Acción Litúrgica, se pongan cada vez más al servicio del genuino sentido de la liturgia, favoreciendo una sólida formación teológico-pastoral en plena consonancia con el Magisterio y la tradición dela Iglesia. Coneste fin, el Sumo Pontífice invoca sobre todos los participantes la protección maternal de María Santísima, e imparte de corazón a Vuestra Excelencia, al arzobispo de Trieste, a los Obispos y a los sacerdotes presentes, a los ponentes y a todos los congresistas una especial Bendición Apostólica.

Con un saludo y augurio fraterno, aprovecho la circunstancia para saludarle

Tarcisio Card. Bertone
Secretario de Estado de Su Santidad

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 23:10  | Hablan los obispos
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ZENIT nos  ofrece el mensaje del Papa Benedicto XVI que el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, hizo llegar el domingo al Meeting de Rímini, el festival anual del movimiento Comunión y Liberación.

10 de agosto de 2011


A Su Excelencia Reverendísima
Monseñor Francesco Lambiasi
Obispo de Rímini
Excelencia Reverendísima,

también este año tengo la alegría de transmitir el cordial saludo del Santo Padre a Vuestra Excelencia, a los organizadores y a todos los participantes en el Meeting para la Amistad entre los Pueblos, que tiene lugar en estos días en Rímini. El tema elegido para la edición 2011 – "Y la existencia se convierte en una inmensa certeza" - suscita interrogantes diversos y profundos: ¿qué es la existencia? ¿Qué es la certeza? Y sobre todo: ¿cuál es el fundamento de la certeza sin la cual el hombre no puede vivir?

Sería interesante entrar en la riquísima reflexión que la filosofía, desde sus albores, ha desarrollado en torno a la experiencia del existir, del ser, llegando a conclusiones importantes, pero a menudo también contradictorias y parciales. Podemos sin embargo ser conducidos directamente a lo esencial partiendo de la etimología latina del término existencia: ex sistere. Heidegger, interpretándola como un "no permanecer", ha puesto en evidencia el carácter dinámico de la vida del hombre. Pero ex sistere evoca al menos en nosotros dos significados, aún más descriptivos de la experiencia humana del existir y que, en un cierto sentido, están en el origen del propio dinamismo analizado por Heidegger. La partícula ex nos hace pensar en una procedencia y, al mismo tiempo, en un alejamiento. La existencia sería por tanto un “estar, habiendo procedido de” y, al mismo tiempo, un "llevarse más allá", casi un "trascender" que define de forma permanente el mismo "estar". Tocamos aquí el nivel más original de la vida humana: su creaturalidad, su ser estructuralmente dependiente de un origen, su ser querida por alguien hacia quien, casi inconscientemente, tiende. El llorado monseñor Luigi Giussani, que con su fecundo carisma está en el origen de la manifestación riminense, insistió muchas veces en esta dimensión fundamental del hombre. Y justamente, porque es propio de la conciencia de ésta de donde deriva la certeza con la que el hombre afronta su existencia. El reconocimiento de su propio origen y la “proximidad” de este mismo origen a todos los momentos de la existencia son la condición que permite al hombre una auténtica maduración de su personalidad, una mirada positiva hacia el futuro y una fecunda incidencia histórica. Este es un dato antropológico verificable ya en la experiencia cotidiana: un niño está tanto más cierto y seguro cuanto más experimenta la cercanía de los padres. Pero precisamente permaneciendo en el ejemplo del niño comprendemos que, por sí solo, el reconocimiento de su propio origen y, en consecuencia, de su propia dependencia estructural no es suficiente. Al contrario, podría parecer – como la historia ha demostrado ampliamente - un peso del que liberarse. Lo que hace “fuerte” al niño es la certeza del amor de sus padres. Hace falta, por tanto, entrar en el amor de quien nos ha querido para poder experimentar la positividad de la existencia. Si falta una de las dos, la conciencia del origen y la certeza de la meta de bien a la que el hombre es llamado, se vuelve imposible explicar el dinamismo profundo de la existencia y comprender al hombre. Ya en la historia del pueblo de Israel, sobre todo en la experiencia del éxodo descrita en el Antiguo Testamento, emerge cómo la fuerza de la esperanza deriva de la presencia paterna de Dios que guía a su pueblo, de la memoria viva de sus acciones y de la promesa luminosa sobre el futuro.

El hombre no puede vivir sin una certeza sobre su propio destino. "Sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace vivible también el presente" (Benedicto XVI, Enc. Spe salvi, 2). Pero ¿sobre qué certeza puede el hombre apoyar razonablemente su propia existencia? ¿Cuál es, en definitiva, la esperanza que no defrauda? Con la llegada de Cristo, la promesa que alimentaba la esperanza del pueblo de Israel llega a su cumplimiento, asume un rostro personal. En Cristo Jesús, el destino del hombre ha sido arrancado definitivamente de la nebulosidad que lo rodeaba. A través del Hijo, en el poder del Espíritu Santo, el Padre nos ha desvelado definitivamente el futuro positivo que nos espera. "El hecho de que este futuro exista, cambia el presente; el presente es tocado por la realidad futura, y así las cosas futuras se vuelvan en las presentes y las presentes en las futuras" (ibid., 7). Cristo resucitado, presente en su Iglesia, en los Sacramentos y con su Espíritu, es el fundamento último y definitivo de la existencia, la certeza de nuestra esperanza. Él es el eschaton ya presente, el que hace de la existencia misma un acontecimiento positivo, una historia de salvación en la cual cada circunstancia revela su verdadero significado en relación con lo eterno. Si falta esta conciencia es fácil caer en los riesgos del actualismo, en el sensacionalismo de las emociones, en el que todo se reduce a fenómeno, o de la desesperación, en la que cada circunstancia aparece sin sentido. Entonces la existencia se convierte en una búsqueda afanosa de acontecimientos, de novedades pasajeras, que, al final, resultan desilusionantes. Sólo la certeza que nace de la fe permite al hombre vivir de modo intenso el presente y, al mismo tiempo, trascenderlo, captando en él los reflejos de lo eterno al que el tiempo está ordenado. Sólo la presencia reconocida de Cristo, fuente de la vida y destino del hombre, es capaz de despertar en nosotros la nostalgia del Paraíso y así proyectarnos con confianza en el futuro, sin miedos y sin falsas ilusiones.

Los dramas del siglo pasado han demostrado ampliamente que cuando disminuye la esperanza cristiana, es decir, cuando disminuye la certeza de la fe y el deseo de las “cosas últimas”, el hombre se pierde y se convierte en víctima del poder, empieza a pedir la vida a quien no la puede dar. Una fe sin esperanza ha provocado el surgimiento de una esperanza sin la fe, intramundana.

Hoy más que nunca nosotros los cristianos estamos llamados a dar razón de la esperanza que hay en nosotros, a testimoniar en el mundo ese “más allá” sin el cual todo permanece incomprensible. Pero para esto es necesario “renacer”, como dijo Jesús a Nicodemo, dejarse regenerar por los Sacramentos y por la oración, redescubrir en ellos el cauce de toda auténtica certeza. La Iglesia, haciendo presente en el tiempo el misterio de la eternidad de Dios, es el sujeto adecuado de esta certeza. En la comunidad eclesial la pro-existencia del Hijo de Dios nos alcanza; en ella la vida eterna, a la que toda la existencia está destinada, se hace experimentable ya desde ahora. "La inmortalidad cristiana – afirmaba al inicio del siglo pasado el padre Festugière – tiene como carácter propio el ser la expansión de una amistad". ¿Qué es el Paraíso, sino la realización definitiva de la amistad con Cristo y entre nosotros? En esta perspectiva, prosigue el religioso francés, “poco importa a continuación donde se encuentre uno. El cielo es el verdad allí donde está Cristo. Así, el corazón que ama no desea otra alegría sino la de vivir siempre junto al propio amado”. La existencia, por tanto, no es un proceder ciego, sino un salir al encuentro de aquel que nos ama. Sabemos por tanto adonde estamos yendo, hacia quién nos dirigimos y esto orienta toda la existencia.

Excelencia, auguro que estos breves pensamientos puedan ser de ayuda para quienes toman parte en el Meeting. Su Santidad Benedicto XVI desea aseguraros a todos, con afecto, Su recuerdo en la oración y, augurando que la reflexión de estos días refuerce la certeza de que sólo Cristo ilumina plenamente nuestra existencia humana, de corazón le envía a Usted, a los responsables y a los organizadores de la manifestación, como también a todos los presentes, una particular Bendición Apostólica.

Tarcisio Card. Bertone
Secretario de Estado de Su Santidad

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]


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