Viernes, 27 de abril de 2012

Reflexión a las lecturas del domingo cuarto de Pascua - B, ofrecida por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo en epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR"

Domingo 4º de Pascua B 

Comentábamos al principio de este Tiempo de Pascua, que tenemos 50 días para ir contemplando despacio el Acontecimiento de la Resurrección del Señor y extrayendo para nuestra vida las consecuencias prácticas que se derivan de este Misterio. Es lo que venimos haciendo… El Domingo del Buen Pastor, como se llama esta Jornada, nos ofrece la oportunidad de mirar la Pascua desde una perspectiva concreta:

Jesús, dirigiéndose a los fariseos, les habla de su condición de Pastor de su pueblo. De este modo, se identifica con el Dios del Antiguo Testamento, que se presenta, tantas veces, como pastor del pueblo de Israel. Y Jesús se presenta como el Pastor bueno. Porque hay también pastores malos: Por ejemplo, aquellos fariseos que le escuchan y toda la clase dirigente de Israel que se ha sentado en la “Cátedra de Moisés” (Mt 23,2ss.)  Recordemos también la enseñanza del profeta Ezequiel sobre los malos pastores (Ez 34, 1-25) y las de Jeremías que nos anuncia pastores según el corazón de Dios (Jer 3,15). Todos sabemos lo que hace un pastor: cuidar de su rebaño. Guía a las ovejas, las alimenta… Cura a la enferma, está pendiente de las más débiles, busca a la que se ha perdido. Podríamos decir que atiende al rebaño, en su conjunto y a cada oveja, en particular. Pero lo específico de Jesucristo es llegar hasta “dar la vida” por el rebaño. Porque Jesús no es un asalariado a “quien no le importan las ovejas”, como sucedía con aquellos fariseos, que se  aprovechaban de las ovejas y las tenían abandonadas como  “ovejas sin pastor”. (Mc 6,34).

“Yo soy el buen Pastor –dice- que conozco a las mías  y las mías me conocen… Yo doy mi vida por las ovejas”.

Y estas no son palabras huecas, hiperbólicas, imaginarias…  porque esto es lo que estamos celebrando en este Tiempo de Pascua. Por eso, en este Tiempo, la Iglesia, exultante de gozo, proclama: "¡Ha resucitado el buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey. Aleluya!” De esta forma realizó la salvación. Por eso, la primera lectura de hoy nos presenta a S. Pedro, lleno del Espíritu Santo, que dice ante el Sanedrín: “Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar y, bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos…” Y la salvación que Él nos ha obtenido y nos ofrece a todos, no sólo nos libera del pecado y nos reconcilia con Dios Padre, sino que llega hasta hacernos hijos de Dios, como escuchamos en la segunda lectura de hoy. S. Juan, en efecto, lleno de asombro, escribe: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!”. Y con todas sus consecuencias. Y todo esto nos llena de una inmensa alegría y acción de gracias a Jesucristo y a Dios Padre que nos lo envió.

Y con el salmista decimos: ”¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?” (Sal. 116, 12).

Desde hace muchos años, se celebra este Domingo, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones: Jesús, en su ausencia visible, nos invita a todos a cooperar con Él en la hermosa tarea de ser el buen pastor de su pueblo. Y elige a muchos hombres y mujeres para que dediquen todo su corazón, todo su tiempo, toda su vida…, a esta tarea apasionante, como sacerdotes, religiosos y religiosas, misioneros y misioneras, etc. Y por eso se llaman “vocaciones de especial consagración al servicio de la Iglesia”. 

Había una costumbre en nuestras parroquias, de felicitar este día, a los sacerdotes como pastores visibles del Pastor invisible.

Y, como es Dios, el que llama, el que tiene la iniciativa, se dedica esta Jornada a la Oración para que el Dueño de la mies envíe abundantes obreros –ellos y ellas- a sus campos… A todos los miembros de la Iglesia se nos urge en esta Jornada, a orar y trabajar para que haya muchas vocaciones. Porque el Buen Pastor ha querido tener necesidad de todos y cada uno de nosotros, para hacer resonar su voz en el corazón de los que Él llama… Si no, ¿cómo van a saberlo? Por eso la abundancia o escasez de vocaciones depende también de nuestra preocupación, de nuestra oración y de nuestro trabajo. Ahora, vamos a comenzar el mes de mayo, que la piedad cristiana dedica a la Virgen, flor de las flores… Ella es el camino, el modelo y el auxilio, de todo el que quiera responder a Dios que “sí”.

¡Qué hermosa es la tarea de suscitar las vocaciones! Hombres y mujeres que dediquen toda su vida y todo su corazón, a la hermosa tarea de ayudar a Jesucristo a continuar siendo el Pastor bueno de su pueblo. 

¡FELIZ DOMINGO! ¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR! 


Publicado por verdenaranja @ 23:32  | Espiritualidad
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