Reflexión a las lecturas del domingo tercero de Adviento - C ofrecida por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR"
Domingo 3º de Adviento C
“¿Entonces, qué hacemos?”
Esta pregunta que le hace la gente a Juan, el Bautista, nos puede servir hoy a nosotros que vamos por el camino del Adviento hacia la Navidad. El domingo pasado contemplábamos a Juan que nos invitaba a preparar los caminos del Señor, porque Jesucristo viene a salvar a su pueblo, a cada uno de nosotros. Aquello era muy interesante, pero no concretaba mucho, teníamos que hacerlo nosotros.
La celebración de la Concepción Inmaculada de la Virgen nos ayudaba a concretar un poco más. La oración de la Misa decía: “Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada…” Ya está: ¡Exenta de pecado y llena de gracia! Pues así tenemos que prepararnos nosotros para la Navidad: ¡exentos de pecado y llenos de gracia! Pero el Evangelio de hoy lo precisa más todavía, cuando la gente pregunta a Juan: “¿Entonces, qué hacemos?” Y los publicanos y los militares, lo mismo.
A la gente le pide que comparta sus túnicas y su comida; a los publicanos y a los militares, el recto ejercicio de su deber. Me parece que es fácil traducirlo a nuestra propia vida, a nuestra propia situación, en medio de una época de fuerte crisis. De este modo, Juan preparaba a la gente para la venida del “que puede más que yo”, del que “bautizará con Espíritu Santo y fuego” del que viene a separar el trigo de la parva.
“Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia”.
Por eso, el anuncio del Bautista nos invita también a la alegría. Precisamente este domingo, desde antiguo, es el domingo de la alegría “el Domingo Gaudete,” “porque el Señor está cerca”.
Es el mensaje de la segunda lectura: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres”.
En la oración de la Misa de le decimos al Señor que nos conceda “llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla con alegría desbordante”.
¡Alegría desbordante! Esta es la misma salvación que anuncia el profeta Sofonías en la primera lectura, en medio de una fuerte llamada a la alegría: “Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén”. Es muy grande la salvación que nos trae el Señor: liberación del pecado y del mal y sobreabundancia de bienes, hasta el punto de hacernos hijos de Dios.
Por eso, proclamamos en el salmo: “Gritad jubilosos: Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”.
¡BUEN ADVIENTO! ¡FELIZ DOMINGO “GAUDETE”!