Todos los momentos de la vida estamos ante tus ojos, Dios mío,
mucho más cerca, mucho más íntimamente
que podemos estarlo con cualquier ser humano en el coloquio más íntimo...
No solamente estás cerca, estás en torno nuestro y estás en nosotros;
tú nos envuelves y nos llenas; no sólo conoces nuestras palabras y nuestras acciones,
sino hasta nuestros más secretos y fugaces pensamientos...
Dios mío, que piense yo sin cesar en estaverdad bendita:
si un momento sólo de la compañía de quien se ama parece tan dulce
y es más precioso que la tierra toda...
¿cuál será entonces nuestra felicidad infinita,
cuando todos los momentos de nuestra vida gozamos de tu presencia?.
Dios mío, dame a sentir esa presencia, dámela a gozar pensando en ella
incesantemente, y así, gracias a ella, ser perfecto. (C. de Foucauld)