Reflexión a las lecturas de la solemnidad de la inmaculada Concepción ofrecida por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR"
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
La Solemnidad de la Concepción Inmaculada de María es una fiesta preciosa. En el tiempo de Adviento, cuánto nos ayuda esta Solemnidad de la Virgen. Parece como si estuviera pensada, expresamente, para nuestra preparación para la Navidad. Por eso me parece que sería bueno encuadrar nuestra contemplación de este misterio de la Virgen en el tiempo de Adviento.
La Solemnidad que celebramos nos ayuda a comprender mejor la necesidad de un Salvador, nos indica cómo prepararnos para la Navidad y nos dice, incluso, cómo tiene que ser toda nuestra vida.
En la 1ª Lectura contemplamos cómo el hombre rompe con Dios, pierde su condición de hijo y aparece el sufrimiento, el mal y la muerte. ¡Es el pecado original!
De esta forma, se mete en un callejón sin salida: ha podido alejarse de Dios, pero ahora, por sí mismo, no puede volver a Él. Tendrá que venir Dios a salvarle.
¡Se necesita un Salvador! Y no sólo lo necesitaron nuestros primeros padres, sino todo hombre y toda mujer. A todos nos llegan las consecuencias de un pecado que no cometimos. Y la misma sociedad experimenta, de algún modo, “el misterio del mal”, las consecuencias del pecado y la necesidad de un Salvador.
¿Y qué es celebrar la Navidad sino saltar de gozo al contemplar al Salvador que llega? De este modo comprendemos mejor la necesidad de prepararnos para esta gran fiesta.
¿Y cómo hacerlo? ¿De qué mejor manera que como Dios preparó a la Virgen María, desde el momento mismo de su Concepción? En efecto, cuando el alma de la Virgen se va a unir a su cuerpo, en el seno de su madre, Dios interviene y la preserva del pecado original y la llena de gracia. Por eso hablamos de Concepción Inmaculada, es decir, sin mancha. En el Evangelio de hoy escuchamos que el ángel la saluda como llena de gracia.
Así, nosotros, tenemos que esforzarnos por liberarnos de todo pecado y crecer en santidad.
Hoy contemplamos, por tanto, a María, toda limpia, toda hermosa. Y la Iglesia en este día proclama: "Todo es hermoso en ti, Virgen María, ni siquiera tienes la mancha del pecado original".
Cuando los poetas se han acercado a este misterio de María, se han quedado sin palabras: "Bien lo sé yo, musa mía, el gran himno de María no lo rima ni lo canta miel de humana poesía ni voz de humana garganta”. (Gabriel y Galán).
Hay un villancico que dice: “El Niño Dios que ha nacido en Belén, quiere nacer en nosotros también”. Eso es la Navidad. Y para eso nos estamos preparando.
Y toda nuestra vida de cada día tiene que ser un esfuerzo constante, por parecernos cada vez más, a la Inmaculada Virgen María.
¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!