Jueves, 31 de julio de 2014

Comentario a la liturgia dominical por el P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).  (Zenit.org)

Domingo XVIII Ciclo A Textos: Is 55, 1-3; Rm 8, 35.37-39; Mt 14, 13-21

Idea principal: Dios quiere saciar nuestra hambre y sed.

Resumen del mensaje: Dios sabe de nuestra radical hambre y sed. Por eso ha preparado desde siempre platillos sustanciosos y vinos de solera (primera lectura). Pero los fue distribuyendo de a sorbos. Y cuando ya no aguantó su corazón nos dio a comer generosamente como manjar el Cuerpo y a beber la Sangre de su Hijo Jesucristo, y quedamos satisfechos (evangelio). Con este alimento tendremos fuerzas para satisfacer nuestras necesidades espirituales y salir victoriosos ante las luchas diarias (segunda lectura).  E incluso nos sobrará para alimentar a nuestros hermanos necesitados.

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, veamos las diversas hambres y los diversos tipos de sed que tiene el hombre de hoy. Hambre y sed de Dios, que si no es canalizada nos hace caer en la tentación paradisíaca “seréis como dioses”. Hambre y sed de espiritualidad, que si no es orientada se convierte en supermercado donde cada uno satisface sus emociones y sentimientos. Hambre y sed de libertad, que si no es formada desemboca en libertinaje. Hambre y sed de fama y honra, que si no es purificada nos hace caer en espectáculo apoteósico como a tantos faraones, reyes, guerreros, legisladores, cantores y actores. Hambre y sed de dinero, que si no es controlada nos roba el sueño y la paz. Hambre y sed de sexo, que si no es integrado con las otras dimensiones del amor afectivo, amistoso y espiritual, nos devora, engulle y erotiza. Hambre y sed de justicia, que si no es hermanada con la misericordia, nos empuja a la crueldad. Hambre y sed de salud, que si no es equilibrada se convierte en fuente de hipocondría. Hambre y sed de descanso, que si no es dosificada es motivo de pereza y holgazanería.

En segundo lugar, Dios en Cristo viene a saciar completamente nuestra hambre y sed interior. Ya desde el Antiguo Testamento, Isaías nos hacía la invitación de Dios: “Acudid por agua…venid, comed sin pagar vino y leche gratis…comeréis bien…”. Esta multiplicación de panes y peces, narrada hoy en el evangelio, es el anuncio y el preludio de lo que Cristo será para todos nosotros: nuestro alimento; anticipo del misterio de la Eucaristía. La metáfora de la comida y de la bebida es muy apropiada para hacernos comprender otros bienes que nos regala Dios: su cercanía, su perdón, su amor. ¡Cuántas veces Jesús utilizó el ambiente de una comida para hacernos sentar a la mesa del perdón y salvación! Ahí está Cristo Alimento en cada misa. Ahí está Cristo Alimento en el evangelio.

Finalmente,  pero también nos encarga “dadles vosotros de comer”. No todo lo hace Dios. No todo lo provee Cristo con su milagro. Cristo da los panes y peces multiplicados a los discípulos, y luego estos se los dan a la gente. Debemos compartir con Él su compasión y su sintonía con el hambriento, en todos los sentidos de hambre y sed. Somos colaboradores de ese Cristo que quiere saciar el hambre y la sed de la humanidad. ¡Qué triste sería quedarnos en un rincón comiendo a solas el pan de nuestra fe, de nuestra esperanza, de nuestro amor, de nuestra bondad! ¡Qué triste sería no compartir el vino de nuestra alegría, de nuestro optimismo, de nuestra solidaridad, de nuestro consejo! San Juan Pablo II dijo: “Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones de seres humanos, en las enfermedades que flagelan a los países en desarrollo, en la soledad de los ancianos, la desazón de los parados, el trasiego de los emigrantes. No podemos hacernos ilusiones: por el amor mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo. En base a este criterio se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas” (Mane nobiscum Domine, 28).

Para reflexionar: ¿De qué tengo hambre y sed? ¿A dónde voy a saciar mi hambre y sed? ¿Reparto mi pan con mis hermanos o me lo como a solas?

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: [email protected]


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Reflexiones del obispo Felipe Arizmendi, obispo de San Cristobal de las Casas (Zenit.org)

Niños migrantes

Por Felipe Arizmendi Esquivel

VER

Llevo casi 24 años en Chiapas, y siempre han pasado por aquí muchos hermanos centroamericanos, tratando de llegar a los Estados Unidos, en busca de mejores oportunidades de vida, al igual que hicieron y siguen haciendo multitud de mexicanos desde años remotos. A pesar de todos los peligros, las restricciones y los controles de ese país, es un fenómeno que no se puede detener, mientras haya hambre, inseguridad y falta de condiciones de una vida más digna en nuestros países. Es como un río, que si le tapan una salida, busca otra y nadie lo detiene.

Durante muchos años, eran varones los que salían y pasaban entre nosotros. Después, empezaron a venir mujeres, sobre todo jóvenes, expuestas a ser violadas e instrumentalizadas. En los últimos meses, fue aumentando más y más el número de niños que vienen con sus padres, y muchos que no son acompañados, sino que sus familiares de origen contratan traficantes para que los hagan llegar hasta el Norte, con costos exorbitados y con el riesgo de quedarse en el camino, muertos quizá.

Como Iglesia, hemos hecho lo posible por hacerles más llevadera esta aventura migratoria, con varios albergues que hemos construido y sostenido, pero la dureza del país del Norte hace más difícil su intento.

PENSAR

El Papa Francisco, en un mensaje enviado a los participantes en el coloquio entre México y la Santa Sede, organizado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, sobre movilidad humana y desarrollo, expresó: “La globalización es un fenómeno que nos interpela, especialmente en una de sus principales manifestaciones, como lo es la emigración. Se trata de uno de los ‘signos’ de estos tiempos que vivimos y que nos recuerda la palabra de Jesús: ‘¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?’ (Lc 12,57). El gran flujo de migrantes presentes en todos los continentes y en casi todos los países, se ha convertido ya en un elemento característico y en un desafío de nuestras sociedades.

Es un fenómeno que trae consigo grandes promesas, junto a múltiples desafíos. Muchas personas obligadas a emigrar sufren y a menudo mueren trágicamente; muchos de sus derechos son violados, son obligados a separarse de sus familias y lamentablemente continúan siendo objeto de actitudes racistas y xenófobas.

Me urge llamar la atención sobre decenas de miles de niños que emigran solos, no acompañados, para escapar a la pobreza y a las violencias. Esta es una categoría de migrantes que, desde Centro América y desde México, atraviesa la frontera con los Estados Unidos de América en condiciones extremas, en busca de una esperanza que la mayoría de las veces resulta vana. Ellos aumentan día a día. Tal emergencia humanitaria reclama en primer lugar intervención urgente, que estos menores sean acogidos y protegidos. Tales medidas, sin embargo, no serán suficientes, si no son acompañadas por políticas de información sobre los peligros de un tal viaje y, sobre todo, de promoción del desarrollo en sus países de origen. Finalmente, es necesario frente a este desafío, llamar la atención de toda la comunidad internacional para que puedan ser adaptadas nuevas formas de migración legal y segura” (11-VII-2014).

ACTUAR

El mismo Papa nos propone: “Es necesario que todos cambiemos la perspectiva hacia los emigrantes y los refugiados; que pasemos de una perspectiva defensiva y de miedo, de desinterés y de marginación -que, en el fondo, se corresponden con la ‘cultura del descarte’- a una perspectiva basada en la ‘cultura del encuentro’. Esta es la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor".

Seguiremos insistiendo en la necesidad de que los legisladores y gobernantes de los Estados Unidos abran su corazón a esta emergencia humanitaria,  y no olviden que su bienestar actual es fruto de millones de migrantes que forman su país. Si los desechan, no podrían vivir sin ellos. Los necesitan, aunque los menosprecien.

Se deben buscar caminos creativos, para darles seguridad en su tránsito entre nosotros, y no sólo recurrir a deportarlos. Que se les concedan tarjetas de tránsito y otras medidas oportunas. Son nuestros hermanos.

 


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Mi?rcoles, 30 de julio de 2014

Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (Domingo 27 de julio de 2014) (AICA)

Buscadores de Dios

Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró." El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron. Entonces agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo". (San Mateo 13, 44-52)

http://www.aica.org/cita2.png


Jesús nos habla del Reino de Dios que está cercano. Hay ejemplos con algunas realidades: el tesoro escondido, la perla fina, la abundancia de los peces, etc; que señala que de alguna forma hay una búsqueda y un encuentro. En la vida todos tenemos que saber que somos buscadores. Buscadores de Dios, buscadores de lo absoluto, somos peregrinos de lo absoluto, y que ciertamente nuestra motivación tiene que ser siempre algo que está por encima y más allá de nosotros. Sería muy triste que no tuviéramos motivación ya que cuando no hay motivación surge la depresión. Por eso somos buscadores y más específicamente buscadores de Dios.

Dice San Agustín: “dices que tienes a Dios y no lo buscas, búscalo porque no lo tienes; dices que no lo tienes y lo buscas, sigue buscándolo porque ya lo tienes”. Siempre tenemos que ser buscadores: de Dios, de la verdad, del amor, porque es algo que ya ha iniciado, algo que ya está pero que también tenemos que seguir buscando.

El documento Lumen Gentium, del Vaticano II, dice que “la Iglesia es germen e inicio del Reino” pero que ya está en medio de nosotros. Pero histórica y sociológicamente tenemos que seguir buscándolo porque en este Reino vivimos y nos movemos, con falencias, fragilidades, límites en los demás y en nosotros mismos; por eso estamos siempre en camino, un camino que nos lleva a la fidelidad, que es capaz de encarnar, capaz de construir y saber que esto es para todos.

Se escucha decir que “donde esté tu tesoro allí estará tu corazón”. Pero preguntémonos cuál es nuestro tesoro; preguntémonos si Dios es el tesoro de nuestra vida o si Dios es “una cosa” nomás, porque si es “una cosa” vamos a vivir despreciando, superficializando, sin motivaciones. Pero si Dios es TODO vamos a concretar en cada cosa, en cada trato, en cada vínculo y relación interpersonal aquello de que “la Iglesia es germen e inicio del Reino” que ya comenzó pero que tenemos que seguir buscando.

Recordemos aquello de “discípulos-misioneros”: el que escucha bien responde bien, el que se ha encontrado a sí mismo compromete toda su vida, se involucra y no vive como antes, vive de otra manera. ¿No será que nos falta la fuerza del encuentro para fortalecer el sentido de la misión? Yo pienso que sí. Falta calidad de encuentro para tener cumplimiento en la misión. Pensemos que todos nosotros tenemos que volver a encontrar la motivación, el sentido, la vocación y la misión que tenemos que vivir, desarrollar y comunicar.

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


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Martes, 29 de julio de 2014

Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el domingo XVII durante el año
(27 de julio 2014) (AICA)

“Sobre la insatisfacción”

 El Evangelio de este domingo (Mt. 13,44-52), nos presenta algunas parábolas que nos hablan del asombro y de la alegría de aquellos que desde la experiencia de la fe descubren “el Reino de Dios”. Nos dice el mismo Señor, que dicha experiencia es como encontrar un tesoro de gran valor y por el cual uno es capaz de vender todo lo que tiene para conseguirlo. También compara el Reino con una perla de gran valor: “Y al encontrar una (perla) de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró” (Mt.13, 46).

Desde ya que debe surgirnos la pregunta básica, pero esencial a nuestra condición de cristianos ¿qué lugar ocupa Cristo y ese Reino que Él nos comunica en nuestra vida? Podemos entender este mensaje y acceder a este Reino, solamente cuando nos encontramos con el Señor y la puerta que nos permite tener esta experiencia que nos alegra y nos da la paz, es la fe. El “tesoro” de los Apóstoles y de los discípulos que colmó de gozo definitivamente sus vidas fue encontrarse con el rostro de Jesús resucitado. Ese rostro que los Apóstoles contemplaron después de la resurrección era el mismo de aquel Jesús con quien habían vivido unos tres años y que ahora se manifestaba mostrándoles “las manos y el costado”. Ciertamente no fue fácil creer. Los discípulos de Emaús creyeron solo después de un laborioso itinerario del Espíritu (Lc.24, 13-35). En realidad aunque vivieron y tocaron su cuerpo, solo la fe pudo franquear el misterio de aquel rostro…

A los discípulos, como haciendo un primer balance de su misión, Jesús les pregunta quién dice la gente que es Él. De hecho recibió varias respuestas que no llegaban a acertar. Algunos dijeron Juan Bautista, otros Elías… Hoy podríamos también dar respuestas variadas, un personaje importante del pasado, un profeta mas como un gurú, una especie de Sai Baba, quizá otros incluso pueden manifestar que es Dios y hombre, pero solo como un concepto recitado, una fórmula sin implicancias reales en la propia vida. Solo Pedro acierta la respuesta en el grupo de los Apóstoles: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt. 16,16). ¿Cómo llegó Pedro a esta fe…? Mateo nos da una indicación clarificadora: “No te ha revelado esto la carne, ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo” (Mt.16, 17). La fe y apertura al camino de la gracia que Dios obra nos permiten acceder a tener una comprensión de Jesús resucitado y del Reino que Él anuncia.

Hace algunas semanas hemos planteado que la religiosidad es uno de los rasgos que hacen a la identidad cultural latinoamericana. También la necesidad de profundizar el proceso evangelizador de la misma. Así como el acentuar los itinerarios de la fe en orden a superar los errores y desviaciones que se dan en la búsqueda de Dios de nuestro pueblo. Pero el mayor flagelo en nuestro tiempo proviene de “la indiferencia”, no solo en lo religioso, sino en todos los aspectos. Una especie de “nihilismo” que lleva a un vacío existencial y a un cierto “auto suicidio” y vaciamiento del sentido de la vida. Por ello, con todos pero en especial con los jóvenes, deberemos profundizar sobre la necesidad de volver a Dios para recuperar el gozo profundo que da el saber que la vida está cargada de sentido.

Quizá cuando avanzamos en esta reflexión a muchos les cueste captar que nos hemos excedido en vivir “solo”, reitero “solo”, en las circunstancias que van generando expectativas que duran algunos días, a veces meses y en general horas. Como sumergidos en nuestro tiempo post moderno vivimos en general fragmentadamente y en una especie de “zapping cultural”. Este exceso de información y atención “solo fenoménica o superficial”, a veces inconsistentes y sensacionalistas, nos deja vacíos e insatisfechos. Este es el drama del secularismo, o de un humanismo sin Dios, sin encarnación y Pascua, y después sin dignidad humana y sin valores. La reflexión de este tema es clave porque nos permite discernir como vivir, con plenitud o con vaciamiento. La sola mirada fragmentada, de la cultura del zapping, o bien ordenada solo por el consumo y el materialismo es uno de los problemas que debemos encarar, para salir de la actual crisis de la civilización o de valores que padecemos en la cultura actual.

En este sentido volver a lo esencial del cristianismo siempre será novedoso, y el encontrarnos con Jesucristo nos permitirá experimentar lo que nos enseña la parábola que nos habla del “tesoro”. En este domingo en que el Señor nos habla del Reino de Dios, quizá nos encuentre sumergidos en urgencias, pero perdiendo la comprensión de lo importante, “el tesoro” que nos anima a caminar bien en las circunstancias del día a día. ¿Los cristianos sabemos que formamos parte de este Reino y que somos portadores de un “tesoro”, o creemos que esto es para algunos piadosos y piadosas? ¡Pidamos el don de la Fe para que podamos ver!

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas


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Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (26 de julio de 2014) (AICA)

La lectura espiritual

 Yo he notado que en nuestros ambientes, quiero decir los ambientes religiosos, se habla con frecuencia de la oración y se recuerda la importancia de la oración para la vida cristiana, pero no se habla tanto de lo que la tradición de la Iglesia llama lectura espiritual.

¿Qué quiere decir esto? Es la lectura, en primer lugar, de la Sagrada Escritura, de algún libro religioso o que se refiere a la vida cristiana, a la oración misma, con la intención de ir preparando nuestro corazón para el diálogo con Dios. Porque eso es la oración, hablar con Dios.

Pero muchas veces surge en nosotros espontáneamente ese hablar con Dios o en cambio recitamos algunas oraciones, como las que hemos aprendido en la infancia. Como el Padre Nuestro, por ejemplo, que nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo y es la oración por excelencia. Pero vuelvo atrás: la lectura espiritual prepara un ambiente, un ámbito interior, para que podamos desarrollar con otro tipo de espontaneidad, la que viene del Espíritu Santo. Así cumplimos el mandato del Señor de orar, de hablar con Dios.

He citado especialmente la lectura bíblica, la lectura de la Sagrada Escritura. Yo no quiero ser impertinente con ustedes, queridos amigos, pero díganme sinceramente, responda cada uno para sí mismo: ¿quiénes de ustedes leen la Biblia? ¿Quiénes leen por lo menos el Nuevo Testamento, con esa intención de conocer a Jesús, de prepararnos para hablar con Él?.

Lo primero que tenemos que leer es la Biblia. Pero luego, como les decía, en la tradición de la Iglesia que se refiere a la lectura espiritual, se presentan algunos textos que se han convertido en clásicos.

No puedo ahora hacer ante ustedes una larga lista, ya que seguramente me olvidaría de muchas obras importantes, pero quiero señalarles algunos libros.

Por ejemplo “La Introducción a la vida devota” de San Francisco de Sales. El mismo nombre ya nos está sugiriendo la propuesta: ¿qué es una introducción? Algo que nos prepara, que nos acerca, que nos abre las puertas. La vida devota es, sin más, la vida cristiana. También uno que se leía muchísimo, y que quizá hoy día, si leemos nos da la impresión de algo muy limitado a una época: es “La imitación de Cristo”, de Tomás de Kempis. Ha servido a generaciones y generaciones de católicos para meditar y orar. También puede servirnos a nosotros.

Luego hay libros más cercanos en el tiempo como los de Dom Columba Marmion, un monje que escribió textos preciosos para cualquier cristiano, para los laicos, como, por ejemplo, “La vida en Cristo”. Actualmente, si ustedes van a una librería católica, encontrarán muchos libros sobre la oración. No todos son recomendables quizá, pero ustedes encontrarán mucho material bueno allí. Añado algunos clásicos del siglo XX: las obras de Charles de Foucault, de San Josemaría Escrivá; la “Vida de un alma” de Santa Teresita, que se ha leído durante todo ese siglo.

Recapitulo: es importante formarnos espiritualmente y preparar un clima espiritual para poder desarrollar esa dimensión propia de la vida del cristiano que es la relación orante con Dios.

Además debemos pedir al Espíritu Santo que nos ilumine, que nos enseñe. Jesús envió el Espíritu Santo a sus apóstoles precisamente para darles todo ese conocimiento que Él había dado a sus discípulos estando en la tierra pero les encomienda, que invoquen al Espíritu Santo para que les conceda el conocimiento del Padre y del Hijo, para que les haga comprender lo que Jesús ha enseñado.

Cuando oramos pensemos que ante todo no debemos buscar nuestro propio interés. Ciertamente existe la oración de súplica, por la cual pedimos a Dios por nuestras necesidades. Pero no nos olvidemos de la alabanza. Tenemos que alabar a Dios, tenemos que bendecir a Dios y eso es algo que podríamos llamar gratuito. Lo hacemos porque Dios es Dios. Él se nos ha comunicado y Él además nos prepara un don extraordinario más allá de esta vida, la vida eterna.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


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Lunes, 28 de julio de 2014

Declaración publicada por los obispos chilenos en un mensaje donde recuerda que la vida y la familia "son nuestro tesoro y comprometen nuestra manera de existir, de amar, de servir.


Conferencia Episcopal de Chile
Fecha: 21/07/2014
País: Chile
Ciudad: Santiago
Ref. Cech: 80 / 2014
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La vida y la familia: regalos de Dios para cada uno de nosotros

Declaración del Comité Permanente de la CECh

La humanidad se encuentra en un cambio de época que trae consigo muchas esperanzas y temores, y que nos lleva a preguntarnos por los fundamentos de nuestras vidas y opciones. Si este discernimiento es necesario para realidades como las nuevas formas de comunicarnos, los modelos sociales y económicos, más lo es cuando nos referimos a realidades esenciales como son la vida humana, la familia y el desarrollo de Chile. Ellas son nuestro tesoro y comprometen nuestra manera de existir, de amar, de servir. En la Carta Pastoral “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile” (septiembre de 2012), los obispos del Comité Permanente ya nos hemos referido a la necesidad de construir una sociedad más justa, equitativa y fraterna, con una clara preocupación por los pobres y excluidos, destacando el rol fundamental de la educación y la familia para lograrlo, con la participación de todos y la ayuda de Dios.

Esta es la razón que nos mueve a decir una palabra evangélica acerca de diversas declaraciones y de la discusión en marcha sobre el llamado “aborto terapéutico”, el “acuerdo de vida en pareja” y las “uniones homosexuales” llamadas por algunos “matrimonio igualitario”. Lo hacemos con claridad y firmeza y con profundo respeto, porque todos somos hijos de unos padres y madres que nos dieron la vida y nos interesa el bien de la familia y de Chile.

Confesamos abiertamente que tenemos un temor: que la discusión sobre estas realidades –no sólo “temas”— se haga desde la ideología o desde un cierto populismo, sin contactarnos con las realidades existenciales que están en juego.

Es claro que, como lo ha repetido el papa Francisco, nuestro amor y respeto por la vida nos lleva a rechazar el aborto. Reafirmamos nuestra convicción absoluta de que el derecho a la vida humana es el primero de los derechos humanos que debe ser respetado y defendido siempre, desde la concepción hasta la muerte natural. Junto con el querer de Dios, nuestra fe nos lleva a solidarizar con la maternidad de tantas mujeres que se ven sometidas a muchas presiones para evitar el nacimiento del hijo que viene en camino. Se dirá que la creatura en gestación es parte de su propio cuerpo, pero todos sabemos que es otro ser humano que, cuando nace, colma de felicidad a sus padres y familiares y enriquece a la sociedad. ¿No es esa la experiencia de la vida que compartimos a diario? 
 
1. El evangelio de la vida

Un niño engendrado en el vientre de la madre es una vida humana y, por lo mismo, es acreedor del primero de los derechos humanos: que sea respetado y cuidado. Un niño que presenta problemas en su gestación, además de las maravillas que hoy hace la medicina, es una persona única que trae una misión particular a este mundo. La supresión de niño considerado “no deseado”, (¿se puede hablar sinceramente de “no deseado”?), es una injusticia e implica un trauma que puede marcar de por vida. Y una mamá que, desgraciadamente aborta, muchas veces presionada por terceros, suele llevar un peso atroz por el resto de su vida, al haber puesto fin a la gestación de sus entrañas. Por eso, lejos de condenarla, queremos ayudarla, apoyarla, como lo hacen los programas de la Iglesia con las madres adolescentes o con las fundaciones que apoyan legalmente la adopción de los niños así nacidos. Alentamos las diversas iniciativas que promueven auténtica solidaridad y acompañamiento fraterno.

En vez de discutir una ley para poner fin al ser humano concebido, podríamos discutir cómo el Estado se puede hacer cargo de acompañar, aconsejar, abrir espacios en la sociedad y hasta financiar tantas iniciativas en favor de la vida que hoy se mantienen gracias a la generosidad de muchos. Y, lo sabemos, hay en los hospitales y clínicas comités de ética que pueden ayudar a decidir el camino a tomar para asegurar la vida de la madre y de su hijo, o bien, para recomendar el camino que, siempre queriendo salvar la vida de ambos, no lo logra. Para eso no se necesita una ley que despenalice el aborto.

2. El evangelio del matrimonio y de la familia

Nuestra primera palabra es de gratitud y admiración para todos quienes han tenido la generosidad de sacar adelante su familia. La labor educativa, más el trabajo de padres y madres, y esa triple función de la mujer que es mamá, esposa y trabajadora, es una realidad que no escapa a la bendición de Dios, desde el primer día de la creación. Es un verdadero evangelio, es decir, una buena noticia que da el sustento más valioso a nuestra sociedad. Más que la organización política y social, más que las leyes y que la misma Constitución, la familia es el verdadero valor constituyente de la comunidad humana.

Por diversas razones, hay familias mono-parentales: más razón para acompañarlas. Hay familias cuyos progenitores se casaron enamorados y no pudieron llevar a plenitud sus compromisos nupciales: más razón para estar cerca, porque el sufrimiento de la separación, por mucho que se trate de atenuar, cae sobre ellos y sus hijos. No hay condena de la Iglesia. No hay “excomunión”, como popularmente se cree. Hay parejas que se unieron sin las condiciones para una vida matrimonial: es razón para que los Tribunales competentes declaren con transparencia su nulidad, a veces, por razones de salud, a veces por presiones indebidas, a veces por incapacidades propias de nuestra naturaleza humana. No condenamos, pero promovemos la estabilidad matrimonial y echamos de menos leyes que faciliten y apoyen la vida de familia. Necesitamos leyes laborales y educacionales al servicio de esta hermosa aventura de ser familia. Eso lo entenderíamos todos, también los políticos y legisladores, porque es el camino que ayuda a conformar una sociedad mejor, anhelo más preciado de los jóvenes.

En este campo se discute hoy día la situación de las uniones de hecho heterosexuales y homosexuales. Nuestra opinión es que es necesario prestar atención a las uniones de hecho heterosexuales, ya que el problema está en la indefensión en la que queda la parte más débil, que suelen ser la mujer y los hijos que surgen de ésta, cuando estas convivencias simplemente se deshacen, porque son de suyo, inestables. Ninguno de ellos ha querido el matrimonio. Por lo mismo, no se puede imponer, y el Estado tiene que velar para el cumplimiento de las leyes existentes que determinan los beneficios y obligaciones de esa unión y de sus hijos. Las uniones de hecho no se pueden equiparar jurídicamente con la unión estable e indisoluble de un hombre y una mujer para formar familia y enfrentar juntos la vida, institución que merece el apoyo y la protección del Estado, pues origina la célula básica de la sociedad.

En cuanto a quienes buscan una unión entre personas del mismo sexo, nos parece superficial hablar de “matrimonio igualitario”, simplemente porque no lo es. No es una unión entre un varón y una mujer y no tiene la estabilidad propia del matrimonio que, en la enseñanza bíblica posee dos notas características e inseparables: su aspecto unitivo (varón y mujer) y su vocación a la procreación. Por esa razón, ¿para qué llamar con un nombre lo que no lo es?

Si dos personas quieren convivir y compartir sus bienes, si quieren preocuparse de su herencia, podrían hacerlo sin leyes nuevas. Y, si se requiere una ley, creemos que hay que preocuparse de ese grupo humano, aunque minoritario, para que sean respetados y no discriminados por su condición y para que cuenten con los derechos básicos para una unión, pero no un matrimonio. Cosas de palabras, piensan algunos. Necesidad de entendernos, es lo que otros pensamos.

Ser una persona con tendencia homosexual no es un castigo de Dios, como muchos equivocadamente piensan. Y muchos perdones tenemos que pedir como sociedad por haberlos discriminado injustamente. La Iglesia no condena a las personas homosexuales, como muchos creen. Lo que sí pensamos, es que todo proyecto de vida humana tiene que regirse por la voluntad de Dios, expresada en sus mandamientos, para llevar una vida recta, santa y acorde al proyecto divino para cada uno de nosotros. Para unos y otros, implica no pocos sacrificios llevar una vida pura, casta y transparente, en que podamos madurar en el ejercicio de nuestra afectividad.

3. Nuestro apoyo a las familias y sus derechos

No existen las familias “perfectas” que nos propone la propaganda falaz y consumista. En ellas no pasan los años, no existe la enfermedad, el dolor ni la muerte. No existen los dramas humanos, los problemas de convivencia entre los esposos, las situaciones dramáticas de hijos enfermos o en situaciones de vulnerabilidad. La propaganda consumista muestra una fantasía que nada tiene que ver con la realidad que deben afrontar, en el día a día, los jefes y jefas de hogar que con tanto sacrificio acuden a sus trabajos para “ganarse la vida”.

Desde esta óptica mentirosa, la Sagrada Familia de la Virgen María, de san José y del niño Jesús no cualificarían para los parámetros de la felicidad engañosa: el niño Dios nació en una pesebrera de animales porque no hubo lugar en la posada; en la presentación del Niño en el templo, a María le fue profetizada que “una espada te atravesaría el corazón”; debieron sufrir el exilio en Egipto por la persecución del tirano de turno; y María finalmente estuvo al pie de la cruz como madre dolorosa. Pero fue ella misma la testigo de la resurrección del Hijo de Dios. Es la familia solidaria con todos los dramas que debe enfrentar la vocación familiar.

Desde esta mirada de fe, expresamos que la familia, fundada en el matrimonio, es la célula básica de la sociedad, como también lo reconoce nuestro ordenamiento constitucional y legal. Sabemos que es la realidad más valorada por los chilenos, la fuente de las mayores alegrías y el motivo de los mayores sacrificios en bien de sus integrantes, en especial de los hijos, teniendo los padres el derecho y deber de elegir la mejor educación para ellos, de acuerdo a sus convicciones y valores.

Al interior de la familia, nos cuestiona la realidad cada vez más desprotegida de los adultos mayores. Damos gracias a Dios por el bien que se les ofrece, pero aumenta cada día lo que queda pendiente con ellos. Aquí hay un ámbito inmenso de acción para el Estado, la Iglesia, las instituciones y el voluntariado.

Invitamos, por eso, a orar por el Sínodo de los obispos al que ha convocado el papa Francisco para reflexionar sobre la familia, porque en este “patrimonio vivo de la humanidad” se fragua el futuro de la humanidad.

4. Nuestro anhelo

Hemos escrito estas reflexiones motivados por el anhelo de prestar nuestra mejor contribución a la Patria, mediante el anuncio de Cristo y de su Evangelio y de la múltiple acción pastoral de la Iglesia Católica. Lo hacemos con el propósito de aportar al bien integral de la comunidad nacional, de las familias y de cada persona, por quienes Jesucristo entregó su cuerpo y sangre.

Encomendamos el fruto de estas reflexiones a la maternal protección de nuestra Madre, la Virgen del Carmen, Patrona de Chile, cuya fiesta hemos celebrado recientemente a lo largo y ancho de nuestra Patria.

EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE

+ Ricardo Card. Ezzati Andrello, sdb
Arzobispo de Santiago - Presidente

+ Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua - Vicepresidente

+ Fernando Chomali Garib
Arzobispo de la Ssma. Concepción

+ Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt

+ Ignacio Ducasse Medina
Obispo de Valdivia - Secretario General

 

Santiago, 21 de julio de 2014.


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Domingo, 27 de julio de 2014

El santo padre Francisco se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano, el domingo 27 de Julio de 2014, para rezar el ángelus con los fieles y los peregrinos venidos a la plaza de San Pedro. (Zenit.org)

Estas son las palabras del Papa antes de la oración mariana:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

las breves semejanzas propuestas por la liturgia de hoy son la conclusión del capítulo del Evangelio de Mateo dedicado a las parábolas de Reino de Dios. Entre estas hay dos pequeñas obras maestras: la parábola del tesoro escondido en el campo y la de la perla de gran valor. Éstas nos dicen que el descubrimiento del Reino de Dios puede llegar de repente como al campesino que arando, encuentra el tesoro inesperado; o después de una larga búsqueda, como para el comerciante de perlas, que finalmente encontró la perla preciosa soñada durante mucho tiempo. Pero en los dos casos queda el dato primario que el tesoro y la perla valen más que los otros bienes, y por tanto, el campesino y el comerciante, cuando lo encuentran, renuncian a todo lo demás para poder conseguirlo. No necesitan hacer razonamientos, pensar, reflexionar: se dan cuenta en seguida del valor incomparable de lo que han encontrado, y están dispuestos a perder todo para tenerlo.

Así es el Reino de Dios: quien lo encuentra no tiene dudas, siente que es lo que buscaba, que esperaba y que responde a sus aspiraciones más auténticas. Y es realmente así: quien conoce a Jesús, quien lo encuentra personalmente, se queda fascinado, atraído por tanta bondad, tanta verdad, tanta belleza, y todo en una gran humildad y sencillez. Buscar a Jesús, encontrar a Jesús. Este es el gran tesoro. Cuántas personas, cuántos santas y santos, leyendo a corazón abierto el Evangelio, han sido tan tocados por Jesús, que se han convertido a Él. Pensemos en san Francisco de Asís: él era ya un cristiano, pero de "agua de rosas". Cuando lee el Evangelio, en un momento decisivo de su juventud, encontró a Jesús y descubrió el Reino de Dios, y entonces todos sus sueños de gloria terrena se desvanecieron. El Evangelio te hace conocer a Jesús verdadero, te hace conocer a Jesús vivo; te habla al corazón y te cambia la vida. Y entonces sí, dejas todo. Puedes cambiar efectivamente el tipo de vida, o continuar a hacer lo que hacías antes pero tú eres otro, has renacido: has encontrado lo que da sentido, sabor, luz a todo, también a las fatigas, también a los sufrimientos, también a la muerte. Leer el Evangelio, leer el Evangelio. Lo hemos hablado, ¿lo recordáis? Cada día leer un fragmento del Evangelio. Y también llevar un pequeño Evangelio con nosotros, en el bolsillo, en el bolso, es decir, a mano. Y allí, leyendo un fragmento, encontraremos a Jesús.

Todo adquiere sentido cuando encuentras este tesoro, que Jesús llama "el Reino de Dios", es decir, Dios que reina en tu vida, en nuestra vida; Dios que es amor, paz y alegría en cada hombre y en todos los hombres. Esto es lo que Dios quiere, es por lo que Jesús se ha donado a sí mismo hasta morir en la cruz, para liberarnos del poder de las tinieblas y llevarnos al reino de la vida, de la belleza, la bondad, la alegría. Leer el Evangelio es encontrar a Jesús y tener esta alegría cristiana que es un don del Espíritu Santo.

Queridos hermanos y hermanas, la alegría de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios transpira, se ve. El cristiano no pude esconder su fe, porque transpira en cada palabra, en cada gesto, también en los más sencillos y cotidianos: transpira el amor que Dios nos ha donado mediante Jesús. Recemos, por intercesión de la Virgen María, para que venga a nosotros y en el mundo entero su Reino de amor, de justicia y de paz.


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S?bado, 26 de julio de 2014

El santo padre Francisco ha celebrado el sábado 26 de Juliode 2014 la santa misa en la plaza adyacente al Palacio Real de Caserta, ciudad italiana al sur de Roma, con ocasión de la fiesta de la patrona, Santa Ana.

ZENIT publica la homilía del Papa:

Jesús se dirigía a sus oyentes con palabras sencillas, que todos podían entender. También esta tarde, hemos oído, Él nos habla a través de parábolas breves, que hacen referencia a la vida cotidiana de la gente de aquel tiempo. Las similitudes del tesoro escondido en el campo y de la perla de gran valor ven como protagonistas un pobre trabajador y un rico comerciante. El comerciante de toda la vida busca un objeto de valor, que apague su sed de belleza y da la vuelta al mundo, sin rendirse, en la esperanza de encontrar lo que está buscando. El otro, el trabajador, nunca se ha alejado de su campo y cumple el trabajo siempre, con las acciones cotidianas habituales. Y para los dos el éxito final es el mismo: el descubrimiento de algo precioso, para uno un tesoro, para otro una perla de gran valor. Ambos están unidos también por un mismo sentimiento: la sorpresa y la alegría de haber encontrado la satisfacción de todo deseo. Finalmente, ambos no dudan en vender todo para conseguir el tesoro que han encontrado. Mediante estas dos parábolas, Jesús enseña qué es el reino de los cielos, como se encuentra, qué hacer para tenerlo. ¿Qué es el reino de los cielos? Jesús no se preocupa de explicarlo. Lo anuncia desde el inicio de su Evangelio: "El reino de los cielos está cerca"; también hoy está cerca de nosotros, está cerca. Es más, no hace verlo nunca directamente, sino siempre como un reflejo, narrando el actuar de un propietario, de un rey, de diez vírgenes... Prefiere dejarlo intuir, con parábolas y semejanzas, manifestando sobre todo los efectos: el reino de los cielos es capaz de cambiar el mundo, como la levadura escondida en la masa; es pequeño y humilde como un grano de mostaza, que se hará grande como un árbol. Las dos parábolas sobre las que queremos reflexionar nos hacen entender que el reino de Dios se hace presente en la persona misma de Jesús. Es Él el tesoro escondido, es Él la perla de gran valor. Se comprende la alegría del campesino y del comerciante: ¡han encontrado! Es la alegría de cada uno de nosotros cuando descubrimos la cercanía y la presencia de Jesús en nuestra vida. Una presencia que transforma la existencia y nos abre a las exigencias de los hermanos; una presencia que invita a acoger cada otra presencia, también la del extranjero o del inmigrante. Es una presencia acogedora, es una presencia alegre, es una presencia fecunda. Así el reino dentro de nosotros.

Vosotros podéis preguntarme, pero padre: ¿Cómo se encuentra el reino de Dios? Cada uno de nosotros tiene un recorrido particular. Cada uno de nosotros tiene su camino en la vida. Para alguno el encuentro con Jesús es esperado, deseado, buscado desde hace mucho, como se muestra en la parábola del comerciante, que da la vuelta al mundo para encontrar algo de valor. Para otros sucede de improviso, casi por casualidad, como en la parábola del campesino. Esto nos recuerda que Dios se deja encontrar igualmente, porque es Él quien desea en primer lugar encontrarnos a nosotros y en primer lugar trata de encontrarnos. Ha venido para ser el "Dios con nosotros". Y Jesús está entre nosotros, Él está aquí, Él lo ha dicho. Cuando estáis reunidos en mi nombre yo estoy con vosotros. Él Señor está aquí, está con nosotros, en medio de nosotros. Es Él quien nos busca y se hace encontrar también por quien no lo busca. Y Él nos busca y se hace encontrar. A veces Él se deja encontrar en lugares insólitos y en tiempos inesperados. Cuando se encuentra a Jesús se queda fascinado, conquistado, y es una alegría dejar nuestro habitual modo de vivir, a veces árido y apático, para abrazar el Evangelio, para dejarnos guiar por la lógica nueva del amor y del servicio humilde y desinteresado.

La Palabra de Jesús, el Evangelio. No quiero hacer la pregunta aquí. Pero quiero que respondáis, hago la pregunta. ¿Cuántos de vosotros cada día leen un fragmento del Evangelio? No levantéis la mano, no, no. Hago la pregunta solamente. Pero, ¿cuántos de vosotros quizá se dan prisa en hacer el trabajo para no perder la telenovela? Tener en Evangelio a mano, tener en Evangelio en la mesilla. Tener el Evangelio en el bolso. Tener en Evangelio en el bolsillo. Y después abrirlo y ver la Palabra de Jesús. Y el reino de Dios viene. El contacto con la Palabra de Jesús es lo que nos acerca al reino de Dios. Pensadlo bien. Un Evangelio pequeño a mano siempre, se abre, por casualidad y se lee. Y Jesús está ahí.

¿Qué puedo hacer para poseer el reino de Dios? Sobre este punto Jesús es muy explícito: no basta el entusiasmo, la alegría del descubrimiento. Es necesario anteponer la perla preciosa del reino a cualquier otro bien terreno. Es necesario poner a Dios en el primer lugar en nuestra vida, preferirlo a todo. Dar el primado a Dios significa tener la valentía de decir no al mal, no a la violencia, no a las opresiones, para vivir una vida de servicio a los otros y en favor de la legalidad y del bien común. Cuando una persona descubre a Dios, el verdadero tesoro, abandona un estilo de vida egoísta y busca compartir con los otros la caridad que viene de Dios. Quien se hace amigo de Dios, ama a los hermanos, se compromete en cuidar su vida y su salud también respetando el ambiente y la naturaleza. Yo sé que vosotros sufrís por estas cosas. Hoy cuando he llegado uno de vosotros se ha acercado y me ha dicho: padre, dénos la esperanza. Pero yo no puedo daros la esperanza. Pero yo puedo deciros: donde está Jesús hay esperanza. Donde está Jesús se ama a los hermanos, se compromete a cuidar su vida y su salud también respetando el ambiente y la naturaleza. Y esta es la esperanza que no desilusiona nunca. La que da Jesús.

Esto es particularmente importante en esta vuestra tierra bella que pide ser cuidada y preservada, pide tener la valentía de decir no a todo tipo de corrupción y de ilegalidad. Todos sabemos el nombre de estas formas de corrupción y de ilegalidad. Pide a todos ser servidores de la verdad y asumir en toda situación el estilo de vida del Evangelio, que se manifiesta en el don de sí y en la atención al pobre y al excluido. Cuidar al pobre y al excluido. La Biblia está llena de esto. El Señor dice: vosotros haced esto, haced esto. A mí no me importa, a mí me importa que el huérfano sea cuidado, que la viuda sea cuidada, que el excluido sea recibido. A mí me importa que la creación sea cuidada. Esto es el reino de Dios. Y la Biblia está llena.

La fiesta de Santa Ana, a mí me gusta llamarla la abuela de Jesús. Es así ¿eh? Y hoy es un bonito día para festejar a las abuelas. Cuando incensaba, he visto algo muy bonito. Santa Ana no está coronada, la hija está coronada. Y esto es bonito ¿eh? Santa Ana es la mujer que ha preparado a su hija para ser reina, para ser la reina del cielo y de la tierra. Ha hecho un buen trabajo esta abuela ¿eh? Un buen trabajo.  

Es la patrona de Caserta, ha recogido en esta plaza los varios componentes de la Comunidad diocesana con el obispo y con la presencia de las autoridades civiles y de los representantes de varias realidades sociales. Deseo animaros a todos a vivir la fiesta patronal libre de cualquier condicionamiento, expresión pura de la fe de un pueblo que se reconoce familia de Dios y fortalece los lazos de la fraternidad y de la solidaridad. Santa Ana quizá ha escuchado a su hija María proclamar las palabras del Magníficat, porque María seguramente ha repetido estas palabras muchas veces. Estas palabras: "derribó del trono a los poderosos y enalteció a los humildes, a los hambrientos los colmó de bienes". Ella os ayude a buscar el único tesoro, Jesús, y os enseñe a descubrir los criterios del actuar de Dios; Ella invierte los juicios del mundo, socorre a los pobres y a los pequeños y colma de bienes a los humildes, que le confían a Él su existencia.

Tened esperanza. La esperanza no desilusiona. A mí me gusta repetir, no os dejéis robar la esperanza.

Traducido del italiano por Rocío Lancho García


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Viernes, 25 de julio de 2014

Catholic Calendar and Daily Meditation
Sunday, July 27, 2014

Seventeenth Sunday in Ordinary Time


1 Kings 3:5, 7-12
Psalm 119:57, 72, 76-77, 127-128, 129-130
Romans 8:28-30
Matthew 13:44-52


A reflection on today's Sacred Scriptures:

Ourfirst reading today is about a dream King David's son, Solomon, had one night. God said, "Ask anything of Me and I will give it to you." Instead of gold or fame, Solomon asked God for "an understanding heart." God was so pleased that, along with that understanding heart, He made Solomon the wisest king that ever lived.

In today's Gospel, Jesus offers us for free, eternal life and eternal happiness in the Kingdom of Heaven. Jesus uses wonderful examples that people can understand--a pearl of great price, buried treasure, and a rich catch of fish. How His listeners' eyes must have sparkled at His words!

If we choose, God will give us, too, an understanding heart, a wise heart that will help us to throw away anything sinful that could distract us from the Treasure of Grace that will help us to obtain that Kingdom. When God offers us a gift, He will always provide whatever is necessary for us to obtain it.

Msgr. Paul Whitmore | email: pwhitmore29( )yahoo.com

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Jueves, 24 de julio de 2014

Reflexión de José Anonio Pagola al evangelio del domingo diecisiete del Tiempo Ordinario - A

LA DECISIÓN MÁS IMPORTANTE

El evangelio recoge dos breves parábolas de Jesús con un mismo mensaje. En ambos relatos, el protagonista descubre un tesoro enormemente valioso o una perla de valor incalculable. Y los dos reaccionan del mismo modo: venden con alegría y decisión lo que tienen, y se hacen con el tesoro o la perla. Según Jesús, así reaccionan los que descubren el reino de Dios.

Al parecer, Jesús teme que la gente le siga por intereses diversos, sin descubrir lo más atractivo e importante: ese proyecto apasionante del Padre, que consiste en conducir a la humanidad hacia un mundo más justo, fraterno y dichoso, encaminándolo así hacia su salvación definitiva en Dios.

¿Qué podemos decir hoy después de veinte siglos de cristianismo? ¿Por qué tantos cristianos buenos viven encerrados en su práctica religiosa con la sensación de no haber descubierto en ella ningún “tesoro”? ¿Dónde está la raíz última de esa falta de entusiasmo y alegría en no pocos ámbitos de nuestra Iglesia, incapaz de atraer hacia elnúcleo del Evangelio a tantos hombres y mujeres que se van alejando de ella, sin renunciar por eso a Dios ni a Jesús?

Después del Concilio, Pablo VI hizo esta afirmación rotunda: ”Solo el reino de Dios es absoluto. Todo lo demás es relativo”. Años más tarde, Juan Pablo II lo reafirmó diciendo: “La Iglesia no es ella su propio fin, pues está orientada al reino de Dios del cual es germen, signo e instrumento”. El Papa Francisco nos viene repitiendo: “El proyecto de Jesús es instaurar el reino de Dios”.

Si ésta es la fe de la Iglesia, ¿por qué hay cristianos que ni siquiera han oído hablar de ese proyecto que Jesús llamaba “reino de Dios”? ¿Por qué no saben que la pasión que animó toda la vida de Jesús, la razón de ser y el objetivo de toda su actuación, fue anunciar y promover ese proyecto humanizador del Padre: buscar el reino de Dios y su justicia?

La Iglesia no puede renovarse desde su raíz si no descubre el “tesoro” del reino de Dios. No es lo mismo llamar a los cristianos a colaborar con Dios en su gran proyecto de hacer un mundo más humano, que vivir distraídos en prácticas y costumbres que nos hacen olvidar el verdadero núcleo del Evangelio.

El Papa Francisco nos está diciendo que “el reino de Dios nos reclama”. Este grito nos llega desde el corazón mismo del Evangelio. Lo hemos de escuchar. Seguramente, la decisión más importante que hemos de tomar hoy en la Iglesia y en nuestras comunidades cristianas es la de recuperar el proyecto del reino de Dios con alegría y entusiasmo.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Contribuye a descubrir el tesoro oculto del
reino de Dios. Pásalo.
27 de julio de 2014
17 tiempo ordinario (A)

Mateo 13, 4452


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Martes, 22 de julio de 2014

Comentario a la liturgia dominical por el P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil). (Zenit.org)

Domingo XVII Ciclo A Textos: 1 Re 3, 5.7-12; Rm 8, 28-30; Mt 13, 44-52

Idea principal: El hombre necesita la sabiduría, como Salomón, para discernir dónde están los verdaderos valores, trabajar por conseguirlos e invertir en ellos.

Resumen del mensaje: Hoy Cristo nos invita a ser buenos negociantes no sólo en las cosas materiales, sino también y sobre todo en las espirituales (evangelio). Para eso necesitamos el don de la sabiduría (primera lectura). El mejor negocio que podemos llevar a cabo en nuestra vida es reproducir en nosotros la imagen de Cristo (segunda lectura).

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, lo importante es que los seguidores de Jesús seamos lo suficientemente listos para descubrir que los valores del espíritu (la virtud, la honradez, la verdad, el trabajo, el amor, la justicia, la fidelidad, la piedad, la fe, la esperanza…) son más importantes que todos los demás y hacer una clara opción por ellos. Otros valores son externos y caducos: salud, dinero, amor, como se cantaba en la España otrora. El mundo nos encandila con cosas llamativas, con baratijas superficiales que no salvan y no dan felicidad auténtica.

En segundo lugar, para ello necesitamos pedir a Dios que nos dé sabiduría, como pidió Salomón: “te pido que me concedas sabiduría de corazón, para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal”. Nosotros: “Señor, concédenos un corazón sabio que sepa distinguir entre los verdaderos valores que Tú nos entregaste y los oropeles de este mundo engañador”. Dios no puede cerrar sus oídos ante semejante petición. Optar por los valores espirituales es invertir bien. Es promesa de éxito y de alegría plena. El que apuesta por los valores seguros no fracasa.

 Finalmente, no debemos olvidar que estos valores espirituales son caros. Son tesoros escondidos en el campo del mundo y de la Iglesia, que nos exigen vender todo o mucho y comprar ese campo. Son perlas finas –no hojalata- que no podemos rebajar en el mercado de la vida mundana, sino vender las otras mil chácharas que escondíamos tontamente en el cofre de nuestro interior, para poder adquirir esas joyas. No se trata de renunciar a cosas por ascética o por masoquismo, sino porque eso que compramos son tesoros y perlas que darán sentido pleno a nuestra vida. Muchas veces hay que sacrificar algo para conseguir lo que vale más. Y el valor de los valores es Jesucristo, por el que tenemos que dejar todo lo demás, si Él nos lo pide para dedicarnos a Él y a su Reino en cuerpo y alma. San Agustín diría: “Ese tesoro es el Verbo-Dios que está escondido en la carne de Cristo”. Cuando san Pablo encontró este tesoro dijo que todo el resto es pérdida al lado de Cristo.

Para reflexionar: ¿Puedo decir con el salmista hoy: “Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata”? ¿Ya vendí todo para comprar esos tesoros de Cristo que la Iglesia me ofrece: la doctrina santa salida de los labios del mismo Jesucristo, la gracia divina infundida en los sacramentos y que hace de nuestra alma otra perla preciosa, riquísima en virtudes, dones y sagrario del Dios tres veces santo? ¿Quisiera recuperar lo que ya he vendido para comprar el tesoro y la perla? Sería una especie de locura preferir las bagatelas al tesoro y la perla de Cristo y su Iglesia.

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: [email protected]


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Lunes, 21 de julio de 2014

Alocución de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz (19 de julio de 2014)

La paciencia como virtud del Reino

La paciencia es una virtud que tiene mala prensa. Valoramos lo inmediato, lo que no hay que esperar. Tal vez esto encuentre algún justificativo en una cultura del zapping, o el deseo de quedarnos rápidamente con lo que nos gusta. Sin embargo, cuando buscamos el resultado de un proyecto llamado a realizarse en el tiempo comenzamos a valorar la espera, que es una manera de sabiduría. El evangelio de este domingo nos habla de la cizaña que va creciendo junto al buen trigo, y nos muestra el deseo normal de los trabajadores de arrancarla inmediatamente, pero el Señor les dice: "No, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo" (Mt, 13, 29). Se que no es fácil acostumbrarnos a convivir con lo imperfecto, quisiéramos quedarnos sólo con lo que es perfecto, sin embargo, ello también forma parte de una realidad en nuestro caminar que debemos asumir y transformar.

La paciencia es virtud, incluso es parte de la virtud de la fortaleza, cuando se la vive en el marco de un proyecto de vida. La urgencia, la ansiedad o inmediatez, cuántas veces denota la falta de un camino que de sentido a la espera. Diría que él que ha encontrado un camino, un objetivo, es paciente, porque sabe a dónde va. Esto vale tanto para la vida personal, espiritual o familiar, como social y política. Si no hay un mañana que nos abre a un ideal que nos compromete, la paciencia pierde su sentido. Cuando Jesucristo define la "carta fundamental" del Reino de Dios en el Sermón de la Montaña, nos dice: "Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia" (Mt. 5, 4). No se trata de pasividad o resignación ante el mal, sino de una actitud o estilo de vida nuevo y exigente, que se funda en la fe que da sentido a nuestras vidas dentro del Plan de Dios, y en el amor que nos hace testigos y protagonistas de mundo nuevo. Fe y amor se convierten desde Jesucristo en la fuente y el modelo de la paciencia cristiana.

Cuando uno ve en la historia de la Iglesia esas grandes obras de caridad que llevaron adelante personas frágiles, pero dotadas de este espíritu de las Bienaventuranzas, comprende lo que es la santidad como presencia de un estilo nuevo de vida al que somos llamados como un ideal al que no siempre alcanzamos, es cierto, pero qué importante es tenerlo y vivir con la certeza de una verdad que nos da sentido y plenitud. Jesucristo no nos predica una utopia inalcanzable sino una vida es real y posible. Los santos dan testimonio de esta verdad del Evangelio. En este caminar junto a lo imperfecto, ellos han sabido esperar. A ellos los veo como testigos de aquella actitud de Jesucristo de la que san Pedro hizo el mayor elogio, cuando dijo: "Pasó haciendo el bien" (Hech. 10, 38), es decir, fue curando, elevando y transformado esa realidad herida y postergada. Podemos concluir diciendo, el Señor fue paciente e incluso cargó la cruz.

Reciban de su obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz


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El santo padre Francisco se ha asomado en la mañana del 20 de Julio de 2014 a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus junto con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.  (Zenit.org)

 

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

en estos domingos la liturgia propone algunas parábolas evangélicas, es decir, breves narraciones que Jesús utilizaba para anunciar a la multitud el Reino de los cielos. Entre las presentes en el Evangelio de hoy hay una más bien compleja, que no se entiende desde el principio, y Jesús da a sus discípulos la explicación: es la del grano bueno y la cizaña, que afronta el problema del mal en el mundo y resalta la paciencia de Dios. La escena tiene lugar en un campo donde el propietario siembra el grano, pero una noche llega el enemigo y siembra la cizaña, término que en hebreo deriva de la misma raíz que el nombre "Satanás" y reclama el concepto de división. Todos sabemos que el demonio es un cizañero, siempre intenta separar a las personas, las familias, las naciones y los pueblos. Los siervos querían quitar en seguida la hierba mala, pero el amo lo impide con esta motivación: "no, que al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo". Porque todos sabemos que cuando la cizaña crece se parece mucho al grano bueno, y está el peligro de confundirlos.

La enseñanza de la parábola es doble. En primer lugar dice que el mal que hay en el mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el Maligno. Es curioso, este va de noche a sembrar la cizaña, en la oscuridad, en la confusión, donde no hay luz pero va él y siembra la cizaña. Este enemigo es astuto: ha sembrado el mal en medio del bien, así es imposible separar claramente a los hombres; pero Dios, al final, podrá hacerlo.

Y aquí llegamos al segundo tema: la contraposición entre la impaciencia de los siervos y la paciente espera del propietario del campo, que representa a Dios. Nosotros a veces tenemos mucha prisa en juzgar, clasificar, poner aquí a los buenos, allí a los malos... Recordad, la oración de ese hombre soberbio, 'te doy gracias Dios porque yo soy bueno y no soy como ese otro que es malo'. Recordad esto. Dios sin embargo sabe esperar. Él mira en el "campo" de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero ve también las semillas del bien y espera con confianza que maduren. Dios es paciente, sabe esperar. Que bonito es esto. Nuestro Dios es un Padre paciente que siempre nos espera y nos espera con el corazón en la mano para acogernos, para perdonarnos, siempre nos perdona si vamos donde Él.

La actitud del amo es la de la esperanza fundada en la certeza que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra. Y hay más. Gracias a esta paciente esperanza de Dios, la misma cizaña, es decir, el corazón malo con muchos pecados, al final, puede convertirse en grano bueno. Pero atención: la paciencia evangélica no es indiferencia al mal, ¡no se puede confundir entre bien y mal! Frente a la cizaña presente en el mundo, el discípulo del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, alimentar la esperanza con el apoyo de una inquebrantable confianza en la victoria final del bien, es decir, de Dios.

Al final, de hecho, el mal será quitado y eliminado: en el momento de la siega, es decir del juicio, los sembradores seguirán la orden del amo separando la cizaña para quemarla. El día de la siega final el juez será Jesús, el que ha sembrado el grano bueno en el mundo y que se ha convertido Él mismo en "grano de trigo", ha muerto y ha resucitado. Al final todos seremos juzgados con el mismo metro, ¿cuál?, ¿con qué metro seremos juzgados? Con el metro con el que hemos juzgado: la misericordia que hemos usado hacia los otros será usada también con nosotros. Pidamos a la Virgen, nuestra Madre, que nos ayude a crecer en paciencia, esperanza y misericordia con todos los hermanos.

Rezo del ángelus.


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Domingo, 20 de julio de 2014

VI Domingo Ordinario por Mons. Enrique Díaz Diaz  (Zenit.org)

Así es el Reino de los Cielos

Sabiduría 12, 13. 16-19: “Al pecador le das tiempo para que se arrepienta”

Salmo 85: “Tú, Señor, eres bueno y clemente”

Romanos 8, 26-27: “El Espíritu intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse en palabras”

San Mateo 13, 24-43: “Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha”

¿Cómo hacer entender a una persona que su enemigo también tiene corazón? ¿Cómo romper la escalada de violencia y las agresiones de dos pueblos que tienen fronteras comunes pero enemistades perpetuas? Cuando escucho la versión de una parte, me parece que son limpios e inocentes y que los perversos e injustos son los opositores; pero cuando después al escuchar la otra versión parecería completamente opuesto y como si me hablaran de otras circunstancias y otros pueblos. Todo se mira con odio, todo se juzga con rencor, todas las palabras son tomadas con dobles intenciones y cualquier acción implica agresión al otro. Toda iniciativa se mira con sospecha ¿Dónde está la verdad? Se juzga que todo lo propio es bueno y lo del otro es perverso. Siempre el otro es el injusto, el otro no tiene la razón, el otro es el malo.

El trigo y la cizaña es realidad de nuestros días. Acostumbramos dividir, hasta la ridiculez, el mundo, la historia y las sociedades, en buenos y malos. Los que piensan distinto a nosotros, los que son de otro grupo o religión, los de diferente partido… no solamente son “los otros”, con frecuencia son considerados perversos, separados y en extremos opuestos. Han cometido el delito de ser diferentes. Se multiplican las historias de Caín y Abel: atacar al otro simplemente porque es distinto. Las actuales guerras, llámense Israel, Siria o nuestras pequeñas comunidades, los conflictos internacionales, las diferencias políticas, son casi imposibles de resolver porque no aceptamos las razones de los otros, porque los juzgamos incapaces de tener algo bueno y condenamos a priori cualquier propuesta o posible solución que los otros presentan. Cuando se parte de la condenación y la descalificación del otro, es imposible encontrar la paz. La parábola de la cizaña tiene sus grandes enseñanzas: es realidad el mal en nuestra vida, no podemos arrancar al otro simplemente porque a nosotros nos parezca mal, sólo hay un verdadero juez que en el momento justo develará la verdad…

El camino del Reino nos lo presenta Jesús en estas tres pequeñas parábolas. Cada una diferente pero cada una complementaria con la otra. Con la parábola del trigo y la cizaña, Jesús nos enseña que Dios está en todas partes y que a todos acoge, y lo expresa despertando el respeto por los demás, alentando la paciencia y fortaleciendo la esperanza en que habrá un día en que se puedan alcanzar niveles de justicia, de igualdad y de paz. Pero el camino no es exterminando, destruyendo, sino respetando procesos y diferencias. Una parábola contra la discriminación que el Papa Francisco ha asumido como propia y que nos obliga a la autorreflexión y al reconocimiento de que el mal estáno sólo en nuestro mundo, sino en nuestra propia persona. Tenemos que reconocer que en el corazón de cada uno de nosotros descubrimos grandes riquezas, pero también hay graves errores, tropiezos, egoísmos y equivocaciones. Nos cuesta mucho discernir los propios sentimientos, los afectos y las acciones. Es fácil reconocer los defectos de los demás pero ¡qué difícil es reconocer nuestras propias deficiencias! También nos ayuda esta parábola a cuestionarnos sobre el bien y el mal. Es tendencia actual disculpar todo y caminar como si cada quien pudiera hacer lo que le venga en gana sin importar si es bueno o malo. Y Jesús nos recuerda que en el mundo también hay el mal y que no lo podemos llamar “bien” por más que se le parezca o se le disfrace.

La segunda parábola la lleva Cristo en el corazón: la semilla de mostaza que llega a ser un gran arbusto, nos enseña en signos lo que Jesús vive en la práctica. Muchos de sus seguidores al mirar lo poco que hace, los pocos éxitos que obtiene, se cuestionan si Jesús será verdaderamente el Mesías. Hoy sucede igual. Muchos cristianos pretenden irse por el camino fácil de la propaganda, más que por el camino de la vida; interesa más la cantidad que la calidad; impresionan más las exhibiciones que la profundidad del Evangelio. Jesús es muy claro y nos lo repite en esta parábola: se necesita profundidad, se necesita apertura para recibir la semilla, se necesita paciencia para dejarla crecer y se necesita constancia para que dé fruto. Es indispensable nuestra entrega, el disolvernos en medio de la masa, el donarnos aunque parezca una pequeñez. San Pablo nos asegura que el Espíritu es quien ayuda nuestra debilidad y Él es quien transformará la masa. ¿Reconocemos nuestra la Iglesia en esta parábola?

El evangelio no consiste en conquistar, sino en contagiar, nos dice la parábola de la levadura. No vamos a enseñar sino a participar, y, sobre todo, el resultado dependerá no sólo de nuestras acciones, pero también de ellas. La ley de la resonancia también se da en el Evangelio. Una pequeña acción positiva desencadena un sinnúmero de cosas buenas; una omisión, una actitud negativa, afectará gravemente, no sólo a nuestra persona, sino a nuestra comunidad. Ya lo afirma el Papa Francisco que nuestras pequeñas acciones parecen insignificantes pero son necesarias y valiosas a los ojos de Dios. El Reino debe implicar para el discípulo de Jesús una acción transformadora en la vida cotidiana, que llegue hasta lo más profundo de la persona humana. Es un llamado constante y permanente a construir e influir en las estructuras de la sociedad para crear un mundo más justo, más hermano y más comprensivo. Se trata de cambiarlo desde dentro y entonces cambiarán las estructuras, se necesita un cambio de corazón… pero si nosotros no cambiamos, ¿cómo transformar el mundo?

Tres parábolas, tres pequeños dardos que nos acicatean para vivir el Evangelio. Conscientes de que en nuestro propio interior encontramos esa dualidad del bien y el mal, ¿somos comprensivos con el hermano diferente y descubrimos sus cualidades? ¿Cuánta paciencia tenemos con los demás y con nosotros mismos? ¿Somos semilla de mostaza, levadura o somos solamente palabrería y llamarada de petate? Son tres parábolas que debemos sembrar en nuestro pensamiento y en nuestro corazón y dejarlas que crezcan arriesgándonos a las consecuencias.

Padre del Amor y la Ternura, Padre de la Paciencia y del Perdón, enséñanos a ser bondadosos con nuestros hermanos, generosos en la entrega y pacientes en la espera de los frutos. Amén.


Publicado por verdenaranja @ 20:26  | Espiritualidad
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CARTA PASTORAL COLECTIVA DEL EPISCOPADO VENEZOLANO  CON MOTIVO DE LOS 150 AÑOS DEL NACIMIENTO DEL VENERABLE DR. JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ CISNEROS 

 

INTRODUCCIÓN

1. Con mucha alegría los Arzobispos y Obispos de Venezuela nos dirigimos a todos los habitantes de la patria con motivo de los 150 años del nacimiento del Venerable Dr. José Gregorio Hernández Cisneros que se cumplirán el próximo 26 de octubre. Todos nos sentimos identificados con su vida, su ejemplo y su fe profunda que lo convierte en el médico de los pobres.

2. La Iglesia nos recuerda constantemente que todos los bautizados estamos llamados a la santidad. Nos invita a cada uno a responder a esta sublime vocación. Además promueve los ejemplos de vida cristiana para su imitación y llega, a través de serias investigaciones a reconocer oficialmente la santidad de algunos de sus miembros.  El más conocido de esos ejemplos y el más querido por los venezolanos es el del Venerable Dr. José Gregorio Hernández Cisneros: ilustre venezolano, cristiano ejemplar, médico y formador de juventudes en las aulas universitarias. 

MÉDICO DE LOS POBRES Y CRISTIANO EJEMPLAR

3. El Dr. Hernández nació en el seno de una familia cristiana en Isnotú, pequeño pueblo del Estado Trujillo,  el 26 de octubre de 1864. Terminó su bachillerato en Caracas. Con honores, se graduó de médico en la Universidad Central de Venezuela en 1888. Tuvo la oportunidad de especializarse en medicina experimental  en  la Universidad de La Sorbona, en París, Francia. A su regreso a Venezuela fundó en la Universidad las cátedras de  Fisiología, Histología y Bacteriología. Modernizó las técnicas de diagnóstico y los estudios médicos con los últimos adelantos de la época. Gracias a él y a otros médicos de su generación, la medicina en Venezuela fue ejemplo y pionera en América Latina.

4. José Gregorio se destacó por la práctica de las virtudes humanas y cristianas.  Honrado, generoso hasta el extremo, puntual y abnegado, preocupado por el mejoramiento de sus alumnos y de contribuir con su ciencia a hacer una mejor Venezuela, siempre con naturalidad y alegría. Su fe católica se manifestó en el cumplimiento virtuoso y esmerado de sus tareas y responsabilidades como hijo, hermano, estudiante, médico, investigador, profesor universitario y excelente ciudadano. Como consecuencia de su fe estuvo disponible para cumplir la voluntad de Dios especialmente en la práctica de la caridad, pues veía a Cristo presente en sus enfermos. Los atendió a todos sin distinción, pero con especial solicitud a los más desposeídos y necesitados, viviendo así  la opción evangélica por los más pobres. Tuvo una especial devoción a la Virgen Santísima, madre de Jesucristo a quien se encomendaba todos los días.

5. Se empeñó desde niño y adolescente en prepararse cada vez mejor; y como médico, profesor e investigador y generoso colaborador de todos, fue y es un ejemplo auténtico y emblemático de ciudadanía. En el ejercicio de su profesión, puede ser considerado como un evangelizador de la cultura. A la vez, su vivencia religiosa como católico, su ardiente amor a Dios en la Eucaristía y al prójimo, es  ejemplo para los cristianos de todo tiempo. De hecho, su muerte, acaecida el 29 de junio de 1919, lo sorprendió cuando iba a llevar las medicinas que él mismo  había recetado  a una señora enferma que estaba atendiendo. Sus exequias fueron reconocimiento público de su bondad como cristiano y como médico. 

AÑO CELEBRATIVO 2014

6. Interpretando el sentimiento y la devoción de todos los venezolanos, en Enero pasado, la Conferencia Episcopal Venezolana, con ocasión de los 150 años de su nacimiento, decretó un Año Celebrativo especial. Por ello, decidió constituir una Comisión Nacional para la Celebración de los 150 años del nacimiento del Dr. José Gregorio Hernández.  Está integrada por varios Obispos, personalidades del mundo académico, del gremio médico y universitario, de los medios de comunicación.

7. En sintonía con lo que muchos fieles desean, la Comisión Celebrativa estableció tres objetivos: dar a conocer la vida del Dr. José Gregorio Hernández como cristiano y ciudadano ejemplar; obtener el mayor número posible de testimonios de posibles milagros para su estudio, y crear el clima de oración para obtener de Dios la gracia de su beatificación.

8. La Comisión  celebrativa ha desarrollado actividades de diversos tipos en torno a la fecunda vida del Dr. José Gregorio Hernández, dentro del mundo universitario, educativo, cultural, profesional, comunicacional y eclesial con entusiasta participación y capilar influencia en innumerables personas. Muchas de ellas, según sus posibilidades, multiplican las actividades e iniciativas en este año tan especial.

9. Invitamos a las Diócesis, Parroquias y Congregaciones religiosas, a los responsables de la educación básica y universitaria, a los dirigentes gremiales, a organizar en  este tiempo, y sobre todo alrededor del día natalicio, iniciativas concretas en relación al Año celebrativo. 

ALGUNOS ASPECTOS SOBRE LA CAUSA DE BEATIFICACIÓN

10. Todos estamos comprometidos en seguir promoviendo de muchas maneras su beatificación. Al ser declarado Venerable por la Iglesia en Enero de 1986 se reconoció que José Gregorio vivió heroicamente la fe, la esperanza y la caridad y las demás virtudes cristianas. En esta declaración se puso además de manifiesto la extendida fama de santidad del Dr. Hernández como lo llaman en otros países hermanos.

11. Recordamos a todos que en la Iglesia Católica la declaración de la santidad de una persona corresponde solamente al Papa. Mientras la persona no haya sido beatificada, no se le puede rendir culto público. Animamos a los sacerdotes y a todos los agentes de pastoral a evitar que cualquier tipo de imagen o representación esté presente en los templos católicos, hasta tanto no sea declarado oficialmente beato.

12. Aprovechemos todas las acciones litúrgicas para pedir la gracia de la pronta glorificación del Dr. José Gregorio Hernández. Recomendamos a los sacerdotes sustituir las misas de “acción de gracias” al Dr. José Gregorio Hernández por misas en las que se pida “por su pronta beatificación”. De la misma manera, incluirla siempre en la Oración de los fieles. Se pueden también organizar grupos de oración por la salud y sanación de los enfermos, poniendo por intercesor ante la Trinidad al Dr. José Gregorio Hernández. En definitiva, imploremos con fe a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que nos conceda ese gran don para su gloria y para bien de nuestra patria. 

NECESIDAD DE PRESENTAR UN MILAGRO

13. Para que se proclame beato al Dr. José Gregorio Hernández se requiere comprobar ante la Congregación para las Causas de Santos  en Roma,  que se ha producido un milagro. Debe ser un hecho extraordinario, instantáneo, objetivo y absolutamente inexplicable desde el punto de vista médico, obra de Dios como fruto de la oración de muchas personas a través de José Gregorio.

14. A quienes estén  en conocimiento de algún posible milagro acaecido por invocar al Venerable Dr. José Gregorio Hernández, les pedimos y agradecemos que envíen un relato sencillo, claro y preciso de lo ocurrido, donde expliquen qué sucedió antes y después,  y quiénes acudieron a la intercesión del Dr. José Gregorio Hernández y si fue una petición exclusiva a él. Hay que incluir siempre en el relato las fechas, los datos de las personas, hechos y acompañarlo, si es posible, de la documentación pertinente. Lo pueden entregar a sus párrocos, sus obispos diocesanos, o enviarlos directamente a VICEPOSTULACION DR. JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ. PALACIO ARZOBISPAL DE CARACAS, ESQUINA DE GRADILLAS, PLAZA BOLÍVAR, APARTADO 954, CARACAS 1010-A. Pueden escribir sus relatos también a la siguiente dirección electrónica: E-mail: [email protected]Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. m.

15. Queridos hermanos y hermanas: todo testimonio sobre la acción de Dios a través de José Gregorio tiene importancia. Es expresión de lo que Dios hace un cada uno. Por tanto, les rogamos que envíen sus relatos para la gloria de  Dios,  para el avance del proceso de beatificación del Venerable, y para la alegría de los venezolanos creyentes en Jesucristo. En ningún caso se exige pago alguno por esto. 

CONCLUSIÓN

16. Junto a la alegría y el gozo de la celebración del 26 de octubre  en el año celebrativo, destacamos que este proceso de beatificación que la Iglesia Católica lleva adelante, nos ayudará a todos a amar y conocer más a Jesucristo como el Dr. José Gregorio Hernández. Es un ejemplo muy estimulante para los jóvenes y los niños de nuestro país, ejemplo de fraternidad y unidad, por hacer el bien a todos sin distinción. La veneración en Venezuela de la vida y obra del Dr. José Gregorio Hernández será un impulso para la unión de todo el pueblo venezolano.

17. Con motivo de este aniversario, los Arzobispos y Obispos de Venezuela, junto con el Arzobispo de Caracas, promotor oficial de la Causa de Canonización del Dr. Hernández, nos uniremos a las celebraciones y demás eventos que tendrán como objetivo impulsar la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández.

18. Imploramos de Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela, que interceda ante la Trinidad Santa para que muy pronto podamos tener la alegría de la beatificación y canonización del Venerable Dr. José Gregorio Hernández. 

Con nuestra afectuosa bendición, 

Los Arzobispos y Obispos de Venezuela

Caracas, 11 de julio de 2014


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S?bado, 19 de julio de 2014

Reflexiones del obispo Felipe Arizmendi, obispo de San Cristobal de las Casas (Zenit.org)

Bullying Intraeclesial

Por Felipe Arizmendi Esquivel

VER

Conversando con una joven que aspira a ingresar a una congregación religiosa, me di cuenta de que le estaban haciendo bromas porque es de poco hablar y muy sencilla en su vida. Recordé que, cuando yo era niño, ya entonces en la escuela había compañeros que nos molestaban y nos hacían sufrir. Lo mismo pasó cuando ingresamos al Seminario Menor varios adolescentes que procedíamos de poblaciones rurales, y otros compañeros provenientes de la ciudad y con más estudios que nosotros, se burlaban porque no entendíamos bien las clases y porque no éramos muy hábiles en los deportes; nos ponían apodos ofensivos, en la hora de los alimentos nos quitaban lo que nos tocaba, nos consideraban menos que ellos. Nos hacían la vida tan pesada, que yo había decidido salir del Seminario, pues no me imaginaba encontrar un ambiente tan difícil en ese lugar. Sin embargo, Dios nos dio la fortaleza necesaria para resistir y los que nos ofendían salieron del Seminario; nos quedamos los que supimos sobrellevar la cruz de la convivencia comunitaria.

En un programa semanal de radio que tengo, me enviaron estos mensajes: ¿Por qué la renovación carismática es criticada por los mismos católicos? ¿Por qué los sacerdotes están en contra cuando hacemos oración y llamamos al Espíritu Santo y caemos en descanso?

Son frecuentes estos conflictos al interior de las comunidades eclesiales. Hay críticas entre unos y otros, no sólo entre movimientos laicales, sino también entre agentes de pastoral. Hay quienes hacen la vida imposible a quienes viven su fe de otra manera, a veces con limitaciones e incoherencias, pero que apenas van caminando en el seguimiento de Jesús y todavía no están maduros para resistir las persecuciones. Algunos se desaniman, e incluso de alejan de la Iglesia y hasta de Dios.

PENSAR

El Papa Francisco nos dice: “El modo de relacionarnos con los demás que realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el corazón al amor divino para buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno” (EG 92).

 “Dentro del Pueblo de Dios y en las distintas comunidades, ¡cuántas guerras! Más que pertenecer a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente o especial. A los cristianos quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis. ¡Atención a la tentación de la envidia! ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto! Pidamos la gracia de alegrarnos con los frutos ajenos, que son de todos.

 Me duele tanto comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?

Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: «Señor yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella». Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el amor fraterno!” (EG 98-101).

ACTUAR

En la casa y en la escuela, eduquemos a los niños para la convivencia respetuosa entre hermanos y compañeros. Que no pongamos como criterio para valorar a una persona el que se imponga a los demás por su agresividad. Desterremos la violencia desde la propia familia, para no dar la imagen de que vale más quien grita, ofende y golpea, sino quien más ama, quien más sirve, quien hace más por ayudar a los otros. Defendamos a los oprimidos, para vivir en paz.


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Comentario a la liturgia dominical por el P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil). (Zenit.org)

Domingo XVI - ciclo A - Textos: Sab 12, 13.16-19; Rm 8, 26-27; Mt 13, 24-43

 

Idea principal: ¿Por qué permite Dios tanta cizaña –tanto mal- en el campo del mundo?

Resumen del mensaje: A esa pregunta nos responde la primera lectura de hoy: “Al pecador le das tiempo para que se arrepienta”. Y para eso, Dios nos manda su Espíritu que nos ayuda en nuestra debilidad (segunda lectura). Pero también tenemos que poner nuestra parte: vigilancia, porque el enemigo de nuestra alma no duerme y quiere sembrar también su cizaña en los momentos de somnolencia y despiste por parte nuestra (evangelio).

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, es un hecho que Dios día y noche siembra en nuestro corazón semilla excelente de bondad, verdad, belleza, honestidad, justicia, pureza, caridad. Y lo hace apenas entramos con el alma abierta en oración y abrimos la Biblia, o vamos a misa y participamos consciente y fervorosamente de la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, o cuando escuchamos atentamente una homilía o asistimos con gusto a un retiro, o estamos sentados departiendo y conversando con buenos amigos, o en medio de un traspiés o enfermedad. Dios no duerme nunca.

En segundo lugar, pero también es un hecho que el enemigo de nuestra alma, el diablo, tampoco duerme, y nos acecha y nos rodea como león rugiente, buscando a quién devorar. Él no quiere destruir la buena semilla de Dios, sino que él quiere sembrar su cizaña para que ella crezca y se confunda con la buena semilla, e incluso quiere conquistar esa buena semilla y convertirla en cizaña. Y todo con un único objetivo: perder nuestra alma. No quiere que el buen trigo de Dios se expanda por los rincones de este mundo, de las familias, de los corazones. Quiere sembrar la cizaña del odio, de la división, de la mentira, de la deshonestidad, de la injustica, de la ira, de la ambición, de la insensibilidad e indiferencia delante de tanta pobreza y miseria de muchos hermanos nuestros. Y quiere sembrarla en el campo de la medicina con esos métodos anticonceptivos y abortivos; en el recinto sagrado del matrimonio sembrando la ideología del género y aplaudiendo la legalización de las uniones de personas del mismo sexo; en el campo de la cultura, inoculando el liberalismo y la dictadura del relativismo; hasta se ha metido en la Iglesia santa de Cristo y ha sembrado y provocado durante siglos y siglos herejías y cismas y escándalos.

Finalmente, ¿cuál es la reacción de Dios delante de la acción del enemigo? Él podría perfectamente arrancar de tajo la cizaña y tapar la boca a Satanás, y ya, pues para eso es omnipotente. Pero no lo hace. Alguna razón tendrá en su corazón; sí, su amor misericordioso. Por una parte, tiene paciencia y misericordia y espera que algún día esa cizaña se convierta en buen trigo, pues Él no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Por otra parte, también quiere que el buen trigo haga sin parar y con conciencia su trabajo de fermento y se pruebe delante de la cizaña, para que así se fortalezca y crezca más firme y convencido. Dios nos quiere libres y respeta nuestra libertad.

Para reflexionar: mirando mi corazón, ¿qué abunda: buena semilla o cizaña? Si hay más buena semilla, ¿qué hago para hacerla crecer, regarla, abonarla, derramarla por doquier, con la ayuda de Dios y de su Espíritu? Y si hay cizaña, ¿a qué espero para irla convirtiendo en buena semilla, desde la oración y los sacramentos?

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: [email protected]


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Viernes, 18 de julio de 2014

Reflexión a las lecturas del domingo quince del Tiempo Ordinario ofrecida por el sacerdote don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR

Domingo 16º del T. Ordinario A 

A todos nos hace sufrir la existencia del mal. Hay, incluso, hombres y mujeres que no aciertan a conciliar la existencia de un Dios bueno y justo, con tanto mal. Hay muchas clases de males. La Parábola de la Cizaña nos sitúa este domingo, ante la existencia del mal moral; tanta gente que se dedica a hacer el mal: Desde los grandes criminales, desde las injusticias más graves, hasta las pequeñas faltas de un niño que hace sufrir a otro. Desde los grandes pecados de omisión  que dividen el mundo en dos partes, el de los países ricos y el de los países pobres, hasta las pequeñas faltas de omisión de cada día. Incluso, dentro de nosotros mismos, constatamos la existencia del bien junto con el mal. Y, como los criados de la parábola, le preguntamos al Dueño del campo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?” Él les dijo: “Un enemigo lo ha hecho”. Y era verdad: “Mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo  y se marchó”. Parece que era frecuente en el país de Jesús este tipo de maldades y venganzas entre los agricultores. La respuesta, por tanto, es clave: “¡Un enemigo lo ha hecho!” Dios o un dios malo, como dicen los dualistas, no es ni puede ser el origen del mal. De este modo, Jesús hace referencia al principio, a la Creación, a lo que conocemos con el nombre de “pecado original”, que en nuestra época, muchos no creen, otros lo recuerdan vagamente como cosa de niños, y otros, lo tenemos un poco olvidado. Pero ahí está la fuente de todos los males. En efecto, ¡de ese primer pecado surgen todos los demás! ¡También los nuestros! “Y por el pecado, la muerte” enseña S. Pablo. (Rom 5,12).

Me gusta decir que  nosotros no hemos conocido el mundo tal como salió de las manos de Dios: “¡Y todo era bueno!” “¡Y estaba bien!” El mundo que conocemos es el del trigo y la cizaña, el mundo trastornado y afeado por el pecado de Adán y por el pecado de todos los hombres. Y el enemigo, el diablo, ahora está encantado porque dicen que no existe.  Le resulta cada vez más fácil ir logrando sus objetivos; recibe muy poca resistencia,  pero es y continuará siendo hasta el final, “el padre de la mentira” como le llamó el Señor (Jn, 8,44). Ya S. Pablo nos advierte que “nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus maligno del aire. (Ef, 6,12-13).

“Mientras la gente dormía…” Aquí nos encontramos con otra de las claves de la parábola: Si dormimos, si no cuidamos nuestros sembrados, ¿de qué nos vamos a quejar después? ¿No sabemos que se está sembrando en el mundo mucho bien y, al mismo tiempo, mucho mal? Ya nos advertía el Señor que “los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”. (Lc 16,8). Pensamos en los padres de familia, en los que se dedican a la formación de niños y jóvenes, en los gobernantes,  en los pastores de la Iglesia… ¡Todos podemos dormirnos alguna vez! ¿Y entonces? Nada. No se nota nada; pero es posible que el enemigo haya sembrado cizaña en medio del trigo. Y se marchó. Más tarde aparecerá, con toda su fuerza, la cizaña en nuestro sembrado. Y ya está.  El mal ya había sido sembrado, como una mala hierba, que es difícil de arrancar, de extirpar. Entonces nuestra reacción es la misma que la de los criados de la parábola:  “¿Quieres que vayamos a arrancarla?” Pero el amo responde: “No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega”. No toleramos contemplar el campo sembrado de trigo con cizaña. Quisiéramos ver sólo el  bien sin  mezcla de mal alguno. Quisiéramos dejar de sentir en nuestro interior esos impulsos que nos mueven al mal. Quisiéramos extirpar el mal, todo el mal,  del mundo, de nuestra sociedad, de la Iglesia y de nuestra vida. ¡Pero a nuestra manera!  ¡Y eso no puede ser! El Señor nos ha señalado el verdadero camino, el de la conversión personal y comunitaria, que nos mueva a transformar las estructuras de pecado, que campean en toda la sociedad y también en nosotros y a ordenarlo y organizarlo todo según Cristo, el Hombre Nuevo. (Ef 1,10).  Luchar por el bien y contra el mal es la tarea que nos ha sido confiada por Jesucristo, el Señor, que, a través del sufrimiento y de la muerte, ha vencido al enemigo, al mal y a la muerte, aunque tengamos que esperar hasta su Venida Gloriosa, para contemplar la consumación de su victoria. Entonces, sólo entonces, será el momento de la separación del trigo y de la cizaña. Mientras tanto, tenemos que esperar, porque el Dueño dice: “Dejadlos crecer juntos hasta la siega”.

Y una última cuestión: ¿No será posible convertir la cizaña  en trigo? ¿Aunque sea sólo en parte? ¡Para Dios nada hay imposible! (Lc 1,37) ¡Mientras vayamos de camino, tenemos tiempo! El Señor nos ha dado “la dulce esperanza” de que, en el pecado, da lugar siempre al arrepentimiento” (1ª Lect.).

        

                                                            ¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!


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DOMINGO 16º DEL T. ORDINARIO A

MONICIONES

 

 

PRIMERA LECTURA

          En la lectura que vamos a escuchar se nos presenta al Señor como Dios compasivo, paciente, misericordioso, que en el pecado siempre da lugar al arrepentimiento. Escuchemos con atención.

 

SEGUNDA LECTURA

          El apóstol S. Pablo nos enseña que cada uno tiene en su corazón al Espíritu Santo, que ora en su interior y le enseña a pedir lo que conviene.

 

TERCERA LECTURA

          En el Evangelio continuamos escuchando las parábolas del Reino de San Mateo, que comenzábamos el domingo pasado. Hoy centra nuestra atención en la Parábola de la Cizaña.

Acojamos al Señor con el canto del aleluya.

 

COMUNIÓN

          Al acercarnos a comulgar, pidámosle al Señor que nos ayude a estar vigilantes y no permitamos que el enemigo siembre la mala semilla en nosotros ni en los hermanos. Que aprendamos a ser pacientes, misericordiosos con los defectos y pecados  de los demás, a la espera del desenlace final.


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Jueves, 17 de julio de 2014

Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo dieciséis del Tiempo Ordinario -

LA IMPORTANCIA DE LO PEQUEÑO    

         Al cristianismo le ha hecho mucho daño a lo largo de los siglos el triunfalismo, la sed de poder y el afán de imponerse a sus adversarios. Todavía hay cristianos que añoran un Iglesia poderosa que llene los templos, conquiste las calles e imponga su religión a la sociedad entera.

        Hemos de volver a leer dos pequeñas parábolas en las que Jesús deja claro que la tarea de sus seguidores no es construir una religión poderosa, sino ponerse al servicio del proyecto humanizador del Padre (el reino de Dios), sembrando pequeñas “semillas” de Evangelio e introduciéndose en la sociedad como pequeño “fermento” de vida humana.

        La primera parábola habla de un grano de mostaza que se siembra en la huerta. ¿Qué tiene de especial esta semilla? Que es la más pequeña de todas, pero, cuando crece, se convierte en un arbusto mayor que las hortalizas. El proyecto del Padre tiene unos comienzos muy humildes, pero su fuerza transformadora no la podemos ahora ni imaginar.

        La actividad de Jesús en Galilea sembrando gestos de bondad y de justicia no es nada grandioso y espectacular: ni en Roma ni en el Templo de Jerusalén son conscientes de lo que está sucediendo. El trabajo que realizamos hoy sus seguidores es insignificante: los centros de poder lo ignoran.

        Incluso, los mismos cristianos podemos pensar que es inútil trabajar por un mundo mejor: el ser humano vuelve una y otra vez a cometer los mismos horrores de siempre. No somos capaces de captar el lento crecimiento del reino de Dios.

        La segunda parábola habla de una mujer que introduce un poco de levadura en una masa grande de harina. Sin que nadie sepa cómo, la levadura va trabajando silenciosamente la masa hasta fermentarla enteramente.

        Así sucede con el proyecto humanizador de Dios. Una vez que es introducido en el mundo, va transformando calladamente la historia humana. Dios no actúa imponiéndose desde fuera. Humaniza el mundo atrayendo las conciencias de sus hijos hacia una vida más digna, justa y fraterna.

         Hemos de confiar en Jesús. El reino de Dios siempre es algo humilde y pequeño en sus comienzos, pero Dios está ya trabajando entre nosotros promoviendo la solidaridad, el deseo de verdad y de justicia, el anhelo de un mundo más dichoso. Hemos de colaborar con él siguiendo a Jesús.

         Una Iglesia menos poderosa, más desprovista de privilegios, más pobre y más cercana a los pobres, siempre será una Iglesia más libre para sembrar semillas de Evangelio, y más humilde para vivir en medio de la gente como fermento de una vida más digna y fraterna.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
20 de Julio de 2014
16 Tiempo Ordinario - A
Mt 13, 24-43


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Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el XV domingo durante el año (13 de julio 2014) (AICA) 

“Las culturas locales y la globalización”


El 9 de julio hemos rezado en la Misa con el TEDEUM en nuestra Catedral, la “oración por la Patria”. En ese mismo día en que los argentinos recordamos la Independencia Nacional, también celebramos a Nuestra Señora de Itatí, Patrona de nuestra Diócesis de Posadas. Esta advocación de la Madre de Jesús, es una devoción antigua y querida por el pueblo de Dios de nuestra región del nordeste argentino.

En realidad María siempre acompañó a la Iglesia. Desde su mismo nacimiento, en la mañana de Pentecostés. Ella estuvo junto a los Apóstoles: “Todos ellos (los Apóstoles), íntimamente unidos se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la Madre de Jesús…” (Hch. 1,14). Desde los primeros siglos, los cristianos veneran a María con diversas advocaciones ligadas a temas teológicos, como “María, Madre de Dios”, proclamada en los primeros siglos, o bien en referencia a los lugares donde la Iglesia Evangelizaba. En América Latina, desde que la fe cristiana llegó a nuestras tierras, María “nuestra Madre” siempre estuvo presente. A María de Itatí que siempre nos acompaña, le hemos pedido en nuestra fiesta patria para que interceda ante nuestro Padre Dios, por todos los argentinos.

La lectura de este domingo (Mt. 13,1-23), que se refiere a la parábola del sembrador puede ayudarnos a comprender la necesidad de no tirar semillas en vano, en la superficialidad del materialismo, a las aves rapaces del egoísmo y la soberbia que destruyen todo, sino en buena tierra para que den fruto: “un grano dio cien, otro setenta y otro treinta”.

Al celebrar el día de la Independencia hemos considerado la necesidad de replantear nuestra identidad cultural latinoamericana, en nuestra Patria y Provincia, en el contexto de un mundo que acentúa el fenómeno de la globalización en este inicio del siglo XXI. Sería un despropósito no tener en cuenta la memoria histórica, clave de la identidad de un pueblo, que permite proyectarse con consistencia hacia el futuro.

En el documento de Aparecida se señalaba al respecto: “La realidad social, que describimos en su dinámica actual con la palabra globalización, impacta, por tanto, antes que cualquier otra dimensión, nuestra cultura y el modo como nos insertamos y apropiamos de ella. La variedad y riqueza de las culturas latinoamericanas, desde aquellas más originarias hasta aquellas que, con el paso de la historia y el mestizaje de sus pueblos, se han ido sedimentando en las naciones, las familias, los grupos sociales, las instituciones educativas y la convivencia cívica, constituyen un dato bastante evidente para nosotros y que valoramos como una singular riqueza. Lo que hoy día está en juego no es esa diversidad, que los medios de información tienen la capacidad de individualizar y registrar. Lo que se echa de menos es más bien la posibilidad de que esta diversidad pueda converger en una síntesis, que, envolviendo la variedad de sentidos, sea capaz de proyectarla en un destino histórico común. En esto reside el valor incomparable del talante mariano de nuestra religiosidad popular, que, bajo distintas advocaciones, ha sido capaz de fundir las historias latinoamericanas diversas en una historia compartida: aquella que conduce hacia Cristo, Señor de la vida, en quien se realiza la más alta dignidad de nuestra vocación humana” (43).

Considerando esta memoria histórica e identidad cultural, ante el nuevo desafío que presenta el fenómeno de la globalización, favorecido por el rapidísimo avance tecnológico de las comunicaciones, nuestro tiempo requerirá impregnar esta globalización de la solidaridad, evangelizándola y humanizándola. En Aparecida se señalaba: “Se verifica, a nivel masivo, una especie de una nueva colonización cultural por la imposición de culturas artificiales, despreciando las culturas locales y tendiendo a imponer una cultura homogeneizada en todos los sectores. Esta cultura se caracteriza por la autorreferencia del individuo, que conduce a la indiferencia por el otro, a quien no necesita ni del que tampoco se siente responsable. Se prefiere vivir día a día, sin programas a largo plazo ni apegos personales, familiares y comunitarios. Las relaciones humanas se consideran objetos de consumo, llevando a relaciones afectivas sin compromiso responsable y definitivo” (46).

En el texto del Evangelio de este domingo, el Señor explica la parábola del sembrador. Nuestro tiempo necesita de hombres y mujeres que reciban como las semillas, la Palabra de Dios en tierra fértil, que la escuchen, la comprendan y puedan producir frutos. “Globalizar la solidaridad”, será uno de los grandes desafíos para nuestro tiempo.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas


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Mi?rcoles, 16 de julio de 2014

El secretario de Estado de la Ciudad del Vaticano, el cardenal Pietro Parolín ha llegado el domingo 13 de Julio a Ciudad del México, donde participó el lunes (2014) a la apertura de la cumbre que llevó por título “Coloquio México-Santa Sede sobre Migración Internacional y Desarrollo", destinado a profundizar y encontrar soluciones al problema de los niños menores inmigrantes no acompañados hacia Estados Unidos y a la cual participaron también diversos países centroamericanos. (Zenit.org)

 

Homilía del cardenal Parolín

Señor Cardenales, Señores Arzobispos y Obispos, Queridos sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas, Hermanos y hermanas:

Es para mí motivo de profunda alegría poder celebrar esta eucaristía en el Santuario de la Virgen de Guadalupe. No podía faltar, en mi visita a este querido País, un momento en que la Madre me permitiese estar, como una sola familia, con todos ustedes en torno a su Hijo. Y sintiéndome parte de este pueblo que se acoge filialmente bajo su celestial amparo, vengo también yo a rendirle homenaje, como hacen tantos peregrinos, pero sobre todo vengo a pedirle insistentemente lo que Ella siempre nos ofrece, a su Hijo Jesucristo.

Hemos escuchado el evangelio de la Virgen peregrina que, con premura se dirigió a la montaña de Judea para acompañar a su pariente Isabel, que en su ancianidad estaba esperando un niño. También san Juan Diego corrió con premura con su tilma cargada de rosas de Castilla ante el Obispo fray Juan de Zumárraga, rosas que había hecho florecer la Virgencita morena sobre la colina de Tepeyac en la inclemencia del invierno. La preciosa imagen que apareció milagrosamente impresa en su tilma era la prueba y la señal definitiva de la voluntad del Señor.

Y entre estas dos santas mujeres, María e Isabel, se establece un diálogo orante, del que brotan dos de las oraciones marianas más conocidas: una con la que nosotros nos dirigimos a nuestra Señora (“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”) y otra con la que Ella se dirige a Dios (“Proclama mi alma la grandeza del Señor”). Son dos tipos de bendición. La primera viene de Dios: el Señor ha bendecido a María, la ha llenado de su gracia para que sea la Madre del Hijo de Dios; la otra sube de la tierra al cielo: María, que ha experimentado la bondad divina, alaba a Dios, dándole gracias y ensalzándolo.

Las palabras de Isabel, junto a la salutación del Arcángel Gabriel, forman el “Ave María”, seguramente la oración más repetida dentro de los muros de esta insigne Basílica. “Bendita tú entre todas las mujeres”, es la salutación de la madre de San Juan Bautista, del que Jesús dirá más tarde que es el más grande entre los nacidos de mujer y, sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos es mayor que él (cf. Mt 11,11). María es “bendita” porque se hizo “esclava” del Señor, pequeña al servicio del Reino de los cielos, donde los primeros son los últimos y los últimos primeros.

Y ahora Ella continúa colaborando como Madre con el designio amoroso de Dios, con su plan de redención. De ello es prueba este hermoso santuario, lugar donde se derrama abundantemente la ternura divina, lugar donde María sigue llevando a muchos a su Hijo. Así se lo prometió a San Juan Diego al pedirle una casita para “allí mostrárselo a Ustedes, engrandecerlo, entregárselo a Él, a Él que es todo mi amor, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación”.

Venir a rezar a María, diciéndole “Dichosa”, como Isabel, incluye también reconocerla como modelo de creyente (“Dichosa tú porque has creído”), y aprender a decir como Ella: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38). La auténtica oración cristiana incluye siempre las palabras del Señor: “No se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc 22, 42), con las que expresamos la confianza en que todo lo que suceda en nuestra vida forma parte de su designio amoroso de Padre. Como creyente, María es la primera discípula, que recorrió con Jesús el camino de la vida, desde que, como joven gozosa, tuvo a su Niño recién nacido entre los brazos hasta que, como madre dolorosa, lloró abrazada al cuerpo sin vida de su Hijo crucificado.

Aprendamos de la Virgen a seguir a Jesús, tanto en los momentos serenos como en medio de las pruebas. Como Ella, que nunca abandonó a su divino Hijo, aceptemos en nuestro corazón la voluntad de Dios, sean cuales sean las circunstancias por las que pasemos. Si estamos unidos a Él en el sufrimiento, Él nos hará llegar a la gloria de la resurrección.

Tenemos muchas cosas que pedir a María: por nosotros mismos, por la curación de un familiar, por los hijos, por los problemas económicos, sociales... Pero no se olviden nunca de pedirle aquello en lo que Nuestra Señora más destaca: la fidelidad a Cristo. Pidámosle el tesoro más grande que Ella tiene: su Hijo Jesucristo. Él es el único Salvador, el médico de los cuerpos y las almas, la fuente de la salud, el que nos reconcilia con Dios, el que nos envía al Espíritu Santo con todos sus dones. Supliquemos a María que nos regale a Cristo y, con Cristo en nuestro corazón, afrontemos la vida diaria, con sus alegrías y penas. Pidámosle a Nuestra Señora que su Hijo sea la luz de nuestra vida, la paz de nuestra alma, la razón que nos lleve a servir a los más postergados, la fuerza que nos aliente a no devolver mal por mal, a no mentir jamás. Y, presentándole nuestros anhelos, preocupaciones, sufrimientos y esperanzas..., Ella como Madre sabrá comprenderlos y llevarlos hasta su Hijo, y a nosotros nos dirá: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2,5), para que sea su voluntad la que se cumpla en nuestras vidas.

Por otra parte, no sólo venimos a rezar a María, sino a rezar con María. Y el evangelio nos presentaba la oración con la que Ella, y nosotros con ella, nos dirigimos a Dios: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”. Una oración que consigue abrir las puertas de la gracia y co_nMover el corazón misericordioso de Dios y realizar obras grandes a través de Ella. No es Ella la importante, sino que es Dios el que obra. Como Juan el Precursor remite a Jesús, así María remite a su Señor. Como aquél decía: “Conviene que él crezca y yo disminuya”, así “el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer sobre el Rey” (San Ildefonso, Libro de la perpetua virginidad de Santa María, XII).

La Iglesia ha aprendido de María que la verdadera evangelización consiste en “proclamar las grandezas del Señor”, anunciar y descubrir los frutos de la redención con un corazón renovado con el ardor del Evangelio. En Ella podemos ver la manera como la Iglesia se hace presente, con la luz del Evangelio, en la vida de los pueblos, en las transformaciones sociales, económicas, políticas. Santa María de Guadalupe es el modelo de una Iglesia peregrina, que no se busca a sí misma, que camina con su pueblo y no quiere quedarse fuera de sus retos y proyectos, de sus angustias y esperanzas. Por eso, forma parte de nuestra historia y la sentimos en lo más profundo de nuestro corazón.

Hoy, animados por el ejemplo de María en su servicio a los más desamparados, les pido a todos ustedes una intención particular en su oración a nuestra Madre por los inmigrantes.

Ayer participé en la apertura del Coloquio sobre movilidad humana y desarrollo para avanzar en la defensa de los derechos y de la dignidad de las personas que, en su búsqueda de trabajo y de mejores condiciones de vida, se ven forzadas a abandonar sus hogares y no pocas veces son víctimas de un modelo económico excluyente, que no pone en el centro a la persona humana. Pues mientras, por un lado, se abren cada vez más las fronteras para el comercio, para el dinero, para las nuevas tecnologías, por otro lado, las personas padecen múltiples restricciones, atropellos y abusos, quedando en situaciones de vulnerabilidad. Los inmigrantes, a menudo, son los rostros sufrientes de Cristo en nuestros días, que conmueven el corazón de su Madre.

El compromiso a favor de la unidad y de la reconciliación que Ustedes, queridos hermanos Obispos, han asumido para regenerar la convivencia nacional, el diálogo con los diversos agentes sociales, llamados a encontrarse y a colaborar, es la ocasión propicia para aportar los valores y las raíces cristianas a la edificación de una sociedad más justa y solidaria, una sociedad basada en la cultura del encuentro, en el absoluto respeto a la vida humana, en el favorecimiento infatigable de lo que une a todos y promueve el recíproco entendimiento.

Hermanos en el Señor, mi presencia entre ustedes quiere revitalizar también los lazos de afecto y comunión que vinculan a este amado País con la Santa Sede, lazos que han distinguido siempre el catolicismo en México. Y ante María Santísima, Reina del Cielo y de la Tierra, pedimos en primer lugar por Su Santidad el Papa Francisco, de quien me hago portador de su saludo y bendición.

El Santo Padre nos pide siempre que lo tengamos presente en nuestras oraciones. Hoy ponemos a los pies de la Virgen su Persona y sus intenciones como Sucesor de San Pedro. Presentamos igualmente a nuestra Señora a la Iglesia que peregrina en México, poniendo en su Inmaculado Corazón sobre todo a los ministros del Evangelio, a los consagrados, a los jóvenes que se preparan para el sacerdocio o la vida religiosa, para que sientan el gozo de entregarse por completo a Dios y a los hermanos. Y le pedimos insistentemente también por la paz entre las Naciones, para que la concordia reine en el mundo entero.

Madre de Guadalupe, sigue siendo Abogada e Intercesora nuestra, sigue dándonos a Jesús, y con Él nos llegará la vida en plenitud. Amén.


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Martes, 15 de julio de 2014

LAS RESPUESTAS QUE SIEMPRE QUISISTE SABER SOBRE EL MATRIMONIO

1.- ¿LO QUE VALE ES CASARSE POR LO CIVIL?

Con bastante frecuencia oímos sobre el matrimonio católico que lo que "vale" es lo civil y da igual casarse o no porla Iglesia Católica.Pero, lógicamente esto no es cierto...

El Estado Español ha firmado acuerdos con las instituciones religiosas más importantes donde el Estado reconoce que el matrimonio celebrado en los diferentes ritos tiene validez civil, o sea, que el Estado reconoce que están casados aunque el matrimonio no lo haya celebrado el propio Estado. Las religiones o confesiones religiosas que actualmente tienen firmados acuerdos con el Estado Español en materia de matrimonio son:

- Iglesia Católica.
- Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España. (10 de nov. de 1992).
- Federación de Comunidades Israelitas de España. (10 de nov. de 1992).
- Comisión Islámica de España. (10 de nov. de 1992).

Cualquier persona que se case por uno de estos ritos el Estado reconocerá su eficacia civil, o sea, que reconoce el matrimonio sin necesidad de casarse antes o después por lo civil.

Además, un católico si se precia de serlo y se siente como tal, no debe casarse de otra forma que no sea por la Iglesia. De lo contrario parecerá que desprecia o que margina tan hermoso sacramento. 

2.- ¿SE PUEDE CASAR Y BAUTIZAR EN LA MISMA CELEBRACIÓN?

Sí. En principio no hay problemas siempre y cuando su párroco lo autorice. En la misma celebración tendría que celebrarse primero el sacramento del matrimonio y a continuación el bautismo del niño en este orden y no a la inversa. 

3.- ¿PUEDO CASARME POR LA IGLESIA SIN HABER HECHO LA PRIMERA COMUNION?

Sí, puede usted casarse por la Iglesiaaunque no haya hecho la primera comunión. Sin embargo, procure que esto no ocurra, por bien de su alma y de su madurez cristiana.
Si está interesado en recibir la primera comunión después de casado lo mejor es que se ponga en contacto con su párroco y le exprese su deseo de recibirla; le invitará a incorporarse a algún grupo de adultos para prepararse a recibir el sacramento dela Eucaristía. 

4.- ¿PUEDEN CASARSE POR LA IGLESIA LOS SEPARADOS DE UN MATRIMONIO CIVIL ANTERIOR?

Lo mejor en estas situaciones es esperar a que tengan la sentencia FIRME de divorcio y una vez esté civilmente todo claro pueden dar el paso de organizar su boda porla Iglesia. Hastaque no tengan la sentencia firme de divorcio no pueden volver a contraer ningún tipo de matrimonio. 

5.- ¿QUÉ ES UNA "SENTENCIA FIRME DE DIVORCIO"?

Son aquellas resoluciones que no se pueden impugnar bien porque la ley no establece la posibilidad de recurrirlas, bien porque hayan concluido las vías de impugnación según derecho. 

6.- ¿SI LA IGLESIA NO ACEPTA EL DIVORCIO POR QUÉ PIDE QUE LOS CASADOS POR LO CIVIL QUE QUIERAN CASARSE POR LA IGLESIA CON OTRA PERSONA DISTINTA TENGAN EL DIVORCIO?

Porque el matrimonio civil produce una serie de obligaciones a los contrayentes. Aunquela Iglesiano reconoce el divorcio, el matrimonio civil tiene que extinguirse por los mecanismos legales que disuelvan el matrimonio contraído por lo civil. Una vez que se ha extinguido el matrimonio civil la persona queda libre para casarse porla Iglesiacon otra persona distinta. 

7.- ¿RECONOCE LA IGLESIA EL MATRIMONIO CIVIL DE LOS CATÓLICOS?

No.La Iglesia sabe de la existencia del matrimonio civil pero no reconoce validez canónica a ese matrimonio cuando las dos personas contrayentes son católicos. Parala Iglesiael matrimonio civil entre dos católicos no tiene consideración de matrimonio, por tanto, dos personas católicas que se casen por lo civilla Iglesiacree que es un matrimonio nulo. Son dos personas que parala Iglesiacontinúan siendo solteras. 

8.- ¿UNA PAREJA (HOMBRE Y MUJER) QUE SE CASÓ POR LO CIVIL PUEDE CASARSE POSTERIORMENTE POR LA IGLESIA?

Sí. Siempre y cuando se case por la Iglesia con la misma persona con la que se casó por lo civil. 

9.- ¿UNA PERSONA QUE SE CASÓ POR LO CIVIL PUEDE CASARSE POSTERIORMENTE CON UNA PERSONA DISTINTA POR LA IGLESIA?

Depende. Aunque para la Iglesia el matrimonio civil no tiene consideración de matrimonio y las personas que se casan por lo civil son solteras para la Iglesia, bien es cierto que el matrimonio civil produce unas obligaciones y efectos legales que la Iglesia tiene en cuenta.
Una pareja (un hombre y una mujer) que se casaron por lo civil se pueden casar por la Iglesia; pero uno sólo de ellos no se puede casar porla Iglesia con otra persona distinta si antes no tiene el divorcio de su matrimonio civil. 

10.- ¿ES CONVENIENTE QUE UN CATÓLICO ASISTA A UNA BODA POR LO CIVIL?

No hay un pronunciamiento por parte dela Iglesia. Creemosque el tema tiene que ir orientado con prudencia y sensatez. El usted ir a una boda civil no significa que lo apruebe en su fuero interno. Ellos han tomado una decisión y le han invitado. Creemos que no hay mayor problema en asistir siempre y cuando no se participe de manera activa, por ejemplo: leyendo, haciendo entrega de los anillos, las arras, siendo madrina, etc.

Usted desde la cercanía a ellos, desde la prudencia y el sentido común, tiene que tomar la decisión que crea mejor. ¿Qué ocurriría si usted en un futuro invitara a esa pareja a una celebración religiosa (funeral, primera comunión...) que usted quiere organizar en un templo? ¿irían? Probablemente la respuesta a esta pregunta le dará la clave sobre lo que usted debe hacer en este asunto concreto.

Hasta donde sabemos no existe una normativa eclesiástica específica para este tema, al menos por ahora. Seguiremos investigando este asunto que consideramos de interés y pondremos nuevas orientaciones en nuevos folletos.


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Con cierta frecuencia oímos que cuando se refieren a Dios, algunas personas le llaman "Jehováh". Nosotros los católicos llamamos a Dios "Yahwéh"... ¿Quién tiene razón? Veamos qué nos dice la Biblia sobre este tema:


EL NOMBRE DE DIOS: ¿YAHWÉH o JEHOVÁ?

1.- ¿DE DÓNDE VIENE EL NOMBRE "YAHWÉH"?

El Antiguo Testamento (los 46 libros de la Biblia que se escribieron antes del nacimiento de Jesucristo), fue escrito en su mayor parte en el idioma hebreo. En el libro del Éxodo, capítulo 3, versículos 9 al 15, y en el mismo libro, capítulo 6, 2-3, aparece que cuando Dios revela su nombre, da el nombre de YHWH (Yahvéh).

2.- ¿QUÉ SIGNIFICA EL NOMBRE YHWH?

Según los investigadores este nombre de Yahveh, significa: "Yo soy el que estaré", por eso no es nada extraño que en los textos que hemos indicado del libro del Éxodo, aparezca la siguiente traducción:
"Moisés replicó a Dios:
- Bien, yo me presentaré a los israelitas y les diré: El Dios de sus antepasados me envía a ustedes. Pero si ellos me preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?
Dios contestó a Moisés:
- Yo soy el que soy (YHWH). Explícaselo así a los israelitas: "Yo soy" me envía a ustedes. (Ex 3, 13-14)

Fíjate que en la lengua original en la que se escribió aparece la palabra YHWH, o sea, "Yahwéh", que luego el traductor traduce por " Yo soy el que soy ", pero el nombre que aparece en el original es YHWH, nunca "Jehová".

3.- ¿DE DÓNDE VIENE ENTONCES EL NOMBRE "JEHOVÁH"?

En ningún sitio de la Biblia original hebrea aparece ese nombre. Ya hemos visto que el único nombre que aparece es "Yahwéh". ¿Cómo entonces hay personas que dicen que el nombre de Dios no es "Yahwéh" sino "Jehováh". Veamos el por qué apareció este nombre de "Jehováh".

Ten en cuenta varias cosas:

1. El nombre de Dios estaba prohibido pronunciarlo bajo pena de muerte, tal era el respeto que sentían por Dios. ¿Qué hacían entonces los judíos cuando en la sinagoga iban leyendo la Biblia y llegaban a un pasaje que contenía la palabra YHWH?

2. Cuando veían escrita esta palabra, ellos pronunciaban la palabra hebrea “adonay”, que significa "el Señor".

3. Este proceso de cada vez que ellos veían este nombre de Yahwéh, lo cambiaban por “ádonay”= "el Señor" tuvo lugar unos 500 años antes del nacimiento de Cristo.

4. Durante muchos siglos los judíos pronunciaban en lugar de Yahwéh, la palabra “ádonay”, ya que ellos consideraban que el nombre de Dios (Yahwéh) era demasiado sagrado para ser pronunciado por una boca humana.

5. Con el paso de los años algunos de los estudiosos hicieron una cosa muy curiosa. Como te habrás fijado la palabra YHWH no tiene letras vocales y sería tremendamente difícil de pronunciar para nosotros. Pues bien, lo que hicieron fue una cosa muy simple: cogieron las consonantes del nombre bíblico de Dios y las vocales de ádonay, y miren el nombre que salió: YHWH + AdOnAy = YAHOWAH (Jehováh). Como ves, el nombre de "Jehováh" es una combinación de letras de YHWH+AdOnAy. Es por tanto un nombre artificial, hecho por los hombres, pero nunca el nombre que Dios se da en la Biblia. Es como si nosotros inventáramos algunas palabras realizando una combinación de letras, como por ejemplo: "eledrilo" o "cocofante", pero en ningún caso esto tendría ninguna base.

4.- ¿CUÁNDO EMPEZARON LOS JUDÍOS A PRONUNCIAR EL NOMBRE DE YHWH?

Según los últimos estudios, se sabe que los judíos empezaron a utilizar el nombre de YHWH hacia el año 1500 antes de Cristo, se empezó a utilizar en tiempos de Moisés. Luego empiezan a dejarlo de pronunciar por respeto y se sustituye tanto al hablarlo como al escribirlo hacia el año 500 antes de Cristo, en la época del Exilio, y comienzan a utilizar la palabra de la lengua hebrea "Adona", que significa "el Señor".

Cuando aparece Jesús, los cristianos le designan en el idioma arameo con la palabra "MAR", que significa "el Señor", y con la palabra griega "KYRIOS", que significa también "el Señor".

Como puedes ver los cristianos le dan a Jesús el mismo título que le daban a Dios, reconociendo así que Jesús es también Dios.

5.- ¿ES IMPORTANTE CONOCER Y ESTUDIAR LA BIBLIA?

Por supuesto, todos los católicos debemos de estudiar y rezar la Biblia, para que no hagamos decir a la Palabra de Dios otra cosa bien distinta a lo que de verdad nos quiere transmitir.

Te invitamos a que leas y estudies la Biblia.
No te extrañes si ves el nombre de Yahvéh, escrito de distintas maneras como por ejemplo: “Yave”, “Yavé”, “Yavhé”, “Yahvéh”, “Yavhe”, etc. son transcripciones distintas de un mismo nombre.

 


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Lunes, 14 de julio de 2014

Alocución de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz (12 de julio de 2014) (AICA)

La Palabra de Dios

Las lecturas de este domingo nos hablan de la eficacia de la Palabra de Dios. Nuestra fe se apoya en el testimonio de un Dios que habló. Esto nos introduce en el camino que Dios ha elegido para hablarnos y llegar a nosotros. La Palabra es revelación y lugar de encuentro con Dios. Cuando el Documento de Aparecida nos habla de los lugares de encuentro con Jesucristo, nos dice que la Palabra es el primer lugar de este encuentro (Ap. 247). Este el camino que Dios ha elegido para revelarnos su vida y nuestro camino hacia él, así nos lo dice: "Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo" (Heb. 1, 1-2). Este hablarnos a través de su Hijo, marca el centro de la fe y el culmen de su revelación.

Podemos distinguir entre la eficacia y la fecundidad de la Palabra de Dios. El profeta Isaías pone el acento en su eficacia: "la palabra que sale de mi boca, no vuelve a mi estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero" (Is. 55, 11). La parábola del sembrador que leemos en san Mateo (Mt. 13, 1-23), nos muestra la importancia del terreno que la recibe. La Palabra, en la figura de la semilla, siempre es eficaz, pero su fecundidad depende del terreno donde cae. Esto introduce el tema de nuestra libertad, hay algo que siempre depende de nosotros. Dios no ha creado "robots", sino hombres libres. Es cierto, también, que todo depende de Dios. Por ello nuestra principal oración debe ser pedirle al Señor ser tierra fecunda. La vida cristiana no es voluntarismo. Estamos ante el misterio de nuestra libertad y la gracia. San Agustín, como teólogo de la gracia concluía su oración diciendo: "da quod iubes, et iube quod vis", que podríamos traducirla: dame Señor (como gracia) lo que me pides, y después pídeme lo que quieras.

Además de la oración como preparación para recibir la Palabra de Dios, hay un plano que llamaría humano de rectitud moral. La persona que busca el bien y la verdad, la justicia y la paz, está a la puerta de la gracia del encuentro con Dios. Recuerdo la respuesta que le dio Jesús a aquel escriba que le había respondido sobre los mandamientos: "Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: Tú no estás lejos del Reino de Dios" (Mc, 12, 34). Si bien debemos hablar de un salto entre el orden natural y el sobrenatural hay, sin embargo, una lógica continuidad. En este camino de preparación al encuentro con Dios debemos hablar, también, del valor de la conciencia del hombre. San Pablo, cuando se refiere a los paganos que guiados por la naturaleza viven una correcta vida moral, dice que esto se debe, a que dicha Ley moral está inscripta en sus corazones: "Así lo prueba el testimonio de su propia conciencia, que unas veces los acusa y otras los disculpa" (Rom. 2, 14-15). Creo que esta "lógica continuidad" entre lo humano y divino se da en nosotros por nuestra común condición de criaturas, que nos habla y refiere a un mismo Dios Padre y Creador. Acercarnos a la Palabra de Dios con un corazón abierto es el comienzo de un diálogo único y personal.

Reciban de su obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz


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El santo padre Francisco rezó el domingo 13 de julio de 2014 la oración del ángelus desde su estudio en el Palacio Apostólica, delante a la ventana que da a la plaza de San Pedro, en donde miles de fieles y peregrinos le esperaban. Antes de la oración dirigió las siguientes palabras:  (Zenit.org)

“Queridos hermanos y hermanas,¡buen día!

El evangelio de este domingo nos muestra a Jesús que predica en la orilla del lago de Galilea y que una gran multitud lo circunda. Él sube a una barca, se aleja un poco de la orilla y predica desde allí. Cuando habla al pueblo, Jesús utiliza muchas parábolas: un lenguaje comprensible a todos, con imágenes tomadas de la naturaleza y de las situaciones de la vida cotidiana.

La primera que cuenta es una introducción a todas las parábolas: es la del sembrador, que sin ahorrar arroja las semillas en todo tipo de terrenos. Y el verdadero protagonista de esta parábola es justamente la semilla, que produce más fruto o menos según del terreno en el que ha caído. Los tres primeros terrenos son improductivos: a lo largo del camino los pájaros se comen la semilla; en el terreno pedregoso los brotes se secan rápido porque no tienen raíces; en medio de la zarzas la semilla es sofocada por las espinas.

El cuarto terreno es el terreno bueno, solamente allí la semilla prende y da fruto. En este caso, Jesús no se ha limitado a presentar esta parábola, también la ha explicado a sus discípulos. La semilla caída en el camino indica a cuantos escuchan el anuncio del Reino de Dios pero no lo acogen; así llega el maligno y se lo lleva. El maligno de hecho no quiere que la semilla del evangelio brote en el corazón de los hombres. Este es el primer paragón. El segundo es el de la semilla caída entre las piedras: esto representa a las personas que escuchan la palabra de Dios y la acogen rápidamente. El tercer caso es el de la semilla entre las zarzas: Jesús explica que se refiere a las personas que escuchan la palabra pero, a causa de las preocupaciones mundanas y de la seducción de la riqueza, queda sofocada.

Y concluye con la semilla que cae en el terreno fértil, la que representa a los que escuchan la palabra, la acogen, la custodian y la comprenden, y esa trae fruto. El modelo perfecto de esta buena tierra es la Virgen María".

Esta parábola nos habla hoy a cada uno de nosotros, como hablaba a quienes se la escuchaban a Jesús hace dos mil años. Nos recuerda que nosotros somos el terreno en donde el Señor arroja incansablemente la semilla de su palabra y de su amor.

¿Con qué disposiciones le acogemos? Podemos plantearnos la pregunta: ¿cómo es nuestro corazón?, ¿a qué terreno se asemeja?: ¿a un camino, a un pedregullo, o a una zarza?

Depende de nosotros que nos volvamos un terreno bueno y sin espinas ni piedras, pero preparado y cultivado con cuidado, para que pueda traer buenos frutos para nosotros y para nuestros hermanos.

Y nos hará bien no olvidarnos que también nosotros somos sembradores. Dios siembra semillas buenas y también aquí podemos hacernos la pregunta: ¿Qué tipo de semilla sale de nuestro corazón y de nuestra boca? Nuestras palabras pueden hacer mucho bien y también tanto mal; pueden curar y pueden herir; pueden animar o pueden deprimir. Hay que recordarse: lo que cuenta no es lo que entra pero lo que sale de la boca y del corazón.

La Virgen nos enseñe con su ejemplo a recibir la Palabra, custodiarla y hacerla fructificar en nosotros y en los otros.


Publicado por verdenaranja @ 23:11  | Habla el Papa
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Domingo, 13 de julio de 2014

La Conferencia Episcopal Venezolana concluyó su su 102° asamblea plenaria con una exhortación pastoral que invita a anunciar la alegría del Evangelio, “incluso en el contexto de sufrimientos, confrontaciones, violencia y en general, del drama que muchas veces caracteriza nuestra historia actual”. 12 de julio de 2014 (Zenit.org)

A continuación el texto completo de la exhortación pastoral:
Conferencia Episcopal Venezolana CII Asamblea Plenaria Ordinaria
Exhortación pastoral


“Compartimos el consuelo que recibimos de Dios” (Cf. 2Co 1, 4)

I. Introducción.

1. Los obispos miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana, reunidos una vez más en asamblea ordinaria, saludamos en el Señor a toda la Iglesia que peregrina en nuestra Patria. Durante estos días hemos tratado asuntos diversos que tienen que ver con nuestra misión pastoral. Entre esos temas resaltan la situación nacional, el estudio y profundización de la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”, de Su Santidad el Papa Francisco y la preparación de una asamblea nacional de pastoral para el próximo año. Además, hemos tenido el gozo de recibir durante dos días a una calificada representación de los presbiterios de nuestras diócesis y vicariatos apostólicos, Queremos compartir con todos los venezolanos algunas reflexiones suscitadas en el transcurso de nuestra reunión, como es costumbre al término de cada asamblea.

II. Asamblea conjunta obispos – presbíteros.

2. La asamblea conjunta obispos – presbíteros forma parte de una serie de encuentros que nuestra Conferencia ha realizado a lo largo de su medio siglo de existencia. Estos momentos de oración, reflexión y compartir fraterno han sido siempre gratos y fructíferos, y han constituido, sin duda, un estímulo notable a nuestra acción pastoral. Efectivamente, los presbíteros están siempre a nuestro lado en el trabajo cotidiano de las iglesias particulares. Merecen nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y afecto paterno .

3. El sacerdote cumple su papel muchas veces entre contradicciones. Su misión es con frecuencia puesta en duda o ridiculizada. Las limitaciones humanas que, naturalmente, afectan también a los sacerdotes, provocan no rara vez caídas y fallas, algunas de ellas graves, las cuales son injustamente generalizadas y enrostradas a los ministros ordenados, cuando la verdad es que la gran mayoría se esfuerza por guardar íntegra fidelidad a sus compromisos, y su trabajo produce, como los campos del sembrador del Evangelio, unas veces treinta, otras sesenta, otras ciento por uno (Cf. Mt 13, 23).

4. Por esa razón, la labor de los sacerdotes es considerada de gran valor por las comunidades cristianas, y ello se traduce en el aprecio por ellos, en la búsqueda de su orientación y opinión en campos diversos, en el surgimiento de vocaciones sacerdotales en el seno de las familias y las comunidades. Así lo expresa el Concilio Plenario, que reconoce “la importancia de la labor de los presbíteros y aprecia la entrega y la donación que, desde el amor a la Iglesia, son estímulo y ejemplo para todo el Pueblo de Dios y fomento de las vocaciones” .

5. En el hoy de nuestra Patria, la labor de los pastores implica saber tender puentes para propiciar el encuentro entre adversarios, y promover la reconciliación de nuestro pueblo, fracturado y dividido por las ideologías y las mentalidades. Obispos y presbíteros queremos renovar el compromiso de hacer realidad, en el seno de nuestros presbiterios y comunidades, la súplica que dirigió Jesús antes de su Pascua: “te ruego por ellos, para que sean uno, como tú y yo somos uno, para que el mundo crea” (Jn 17, 21), pues sabemos que Cristo estableció la comunión como signo de autenticidad de su Iglesia, que es “sacramento… de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” .
6. En estos últimos años ha habido un incremento considerable de seminaristas y, por consiguiente, de ordenaciones sacerdotales. Sin embargo, el aumento de la población y el surgimiento de nuevos problemas hace insuficiente el número de ministros ordenados para atender las necesidades del Pueblo de Dios. Sabemos que la promoción de las vocaciones sacerdotales corresponde a toda la comunidad cristiana, pero especialmente es una tarea encomendada a los obispos y presbíteros. Nos comprometemos, pues, a trabajar denodadamente a fin de que podamos descubrir el llamado que el Señor ha sembrado en el corazón y el alma de muchos jóvenes.

III. Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”.

7. En la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” (La alegría del Evangelio) , el Papa Francisco ofrece una visión general de la misión evangelizadora de la Iglesia, deteniéndose en algunos puntos particulares. El Santo Padre quiere no solamente motivarnos, sino también interpelarnos para que cambiemos muchas de nuestras actitudes, con el fin de lograr la tan deseada transformación misionera de la Iglesia. Invitamos cordialmente a los fieles católicos y las personas de buena voluntad a leer, meditar y poner en práctica este importante documento pontificio.

8. Desde el propio título de la Exhortación el anuncio del Evangelio se presenta como un testimonio gozoso, un mensaje que se comparte con alegría. En efecto, una de las razones por las que el anuncio misionero se vuelve estéril e ineficaz es su presentación fría e impersonal, incapaz de tocar el corazón de los hombres de hoy. El Papa nos invita a anunciar la alegría del Evangelio incluso en el contexto de sufrimientos, confrontaciones, violencia y, en general, del drama que muchas veces caracteriza nuestra historia actual . Ese testimonio es de mucho valor precisamente en ese ambiente, donde muchos pierden la esperanza y el deseo de vivir, sintiéndose vacíos y llenos de amargura. El documento nos dice que el hecho de evangelizar fortalece la propia fe del evangelizador y aporta consuelo a sus destinatarios.

9. El Papa nos invita a adelantarnos, a “primerear” en la iniciativa de salir al encuentro de este mundo necesitado de la luz del Evangelio . La actitud de la Iglesia en el cumplimiento de la misión que le dejó su Fundador debe ser siempre una mano extendida con franqueza, con cordialidad, con deseo de hacer el bien a todos. Ésta ha sido la característica fundamental del Cristianismo, que debe conservar y profundizar en las actuales circunstancias.

10. La Iglesia existe para evangelizar, nos recordaba Pablo VI . El contenido del anuncio evangelizador es, en primer lugar la persona, la obra y el mensaje de Cristo, la salvación obrada a través de su misterio pascual . Unido a este núcleo fundamental se anuncia también la verdad sobre el hombre y el mundo, tal como se perfilan en la Revelación. Este anuncio no se refiere únicamente a las realidades espirituales y a la vida eterna, sino que incluye también la vida del hombre sobre este mundo y sus relaciones con sus semejantes. Por eso, el Papa Francisco considera parte importante del anuncio evangelizador aspectos eminentemente socio-políticos, como son la inclusión social de los pobres, la paz y el diálogo social.

IV. Panorama social.

11. La Iglesia en Venezuela, fiel a su misión, emplea sus fuerzas en anunciar a Cristo y su Evangelio. Su organización, sus ministros y sus instituciones son otros tantos medios para llevar a cabo ese objetivo fundamental. No pocas veces la naturaleza y acción de la Iglesia han sido tergiversadas, en medio del calor de la diatriba política e ideológica que ha caracterizado los últimos años de la historia venezolana. Cuando los Obispos fijamos posición sobre temas diversos que atañen al acontecer nacional, lo hacemos como exigencia ética y moral de justicia, equidad y paz entre todos los venezolanos. Quienes nos acusan de actuar como actores políticos lo que hacen es desvirtuar el derecho que nos compete como ciudadanos y pastores a cumplir nuestro deber: defender y promover la dignidad del ser humano, así como el bien común. Se trata de un servicio que prestamos al pueblo venezolano, fieles a la visión del mundo y de la humanidad como creaturas de Dios, sometidas a sus leyes eternas. A este respecto afirma el Papa Francisco: “Los pastores… tienen derecho a emitir opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea evangelizadora implica y exige una promoción integral de cada ser humano” .

12. La situación del país siempre ha reclamado una palabra por parte de esta Conferencia Episcopal. Son ya conocidas las difíciles circunstancias que afectan a la población en general: la violencia, inseguridad y criminalidad crecientes, el drama del desabastecimiento, el alza constante del costo de la vida, unida a las sucesivas devaluaciones de la moneda, la aplicación de controles excesivos a la actividad productiva. El pueblo se ve sometido a largas colas para obtener el mínimo sustento necesario, o a padecer las fallas de los servicios públicos fundamentales, como el agua y la luz eléctrica. Todo esto afecta al desenvolvimiento y tranquilidad de muchas familias. Quienes tienen en sus manos la solución de los problemas del pueblo parecen dar preferencia a otros intereses. Los pobres y en general los que sufren vienen a ser así simplemente una excusa o una pantalla ideológica para lograr otros fines.

13. Agrava esta situación el panorama político actual: la pretensión de imponer un modelo político totalitario y un sistema educativo fuertemente ideologizado y centralizado, que amenaza su propia viabilidad y calidad; la criminalización de las protestas y la politización del poder judicial, que se manifiesta, entre otras cosas, en la existencia de presos políticos y en la situación de tantos jóvenes privados de libertad por haber participado en manifestaciones. Los partidos políticos experimentan divisiones internas por apetencias e intereses particulares. Mientras tanto, se siguen arrastrando situaciones problemáticas graves, como la corrupción en todas las esferas del Estado e incluso de la sociedad, la pérdida de control por parte del Estado de las instituciones penitenciarias, el generalizado militarismo y una desproporcionada represión de cualquier disidencia. Una vez más solicitamos la libertad de los estudiantes y medidas de gracia para los presos políticos y para quienes han emigrado por razones políticas.

14. Todo ello viene a constituir una atmósfera social asfixiante que empuja a algunos a abandonar el país, a muchos les hace perder la esperanza de lograr un cambio real de las condiciones socio-políticas y a otros, en fin, los lleva a asumir actitudes violentas. La Constitución consagra el derecho a la libertad de pensamiento, y por tanto a la disidencia y a la legítima protesta. En estas circunstancias se hace sumamente actual el llamado que el Santo Padre hace en su Exhortación a poner en primer lugar a la gente, con sus problemas reales, y a privilegiar a los pobres como sujetos sociales, actores de su desarrollo y superación.

15. No será posible encontrar soluciones satisfactorias a los problemas que aquejan a la gente, ni se dará una verdadera reconciliación en nuestra sociedad, si no nos escuchamos, si se reprime sin investigar las causas por las que surgen las protestas. No es posible pretender una paz que suponga la renuncia a los derechos humanos, la aceptación de un estilo de vida impuesto y la utilización de la Constitución y las leyes a través de interpretaciones no compartidas y más bien rechazadas y denunciadas.

V. Asamblea Nacional de Pastoral.

16. Una de las tareas que nos dejó el Concilio Plenario de Venezuela fue la realización periódica de asambleas pastorales nacionales , que contribuyeran a conservar el espíritu de fraterna cooperación y caridad entre los miembros del Pueblo de Dios que caracterizó al mismo Concilio. Hemos decidido convocar la primera de estas asambleas para el año 2015. Es necesario que toda la Iglesia que peregrina en Venezuela pueda sentir este acontecimiento como algo propio, y debe insistirse en que se pongan en práctica las instancias participativas previstas tanto en las diócesis como en las parroquias.

17. Entre las tareas de la Asamblea Nacional de Pastoral estará, sin duda, un examen sincero de la fe y práctica religiosa del pueblo cristiano, teniendo presente la realidad de división y odio que pretende imponerse en el país. En tal sentido, esta Asamblea debe ser una contribución al reencuentro de los venezolanos y a la reconstrucción del país. Además, se hará énfasis en la pertenencia y la comunión eclesial, así como en un compromiso misionero más decidido que nos lleve a transmitir la fe. Los cristianos creemos que Jesucristo y su proyecto son una Buena Noticia para Venezuela en los momentos que estamos viviendo. Es necesario proclamar de nuevo proféticamente el Evangelio, esa Buena Noticia de que “Jesucristo nos ama, dio su vida para salvarnos, y ahora está vivo a nuestro lado cada día, para iluminarnos, para fortalecernos, para liberarnos” . La Asamblea Nacional de Pastoral contribuirá a la aplicación de las directrices del Concilio Plenario de Venezuela, así como al reimpulso de la Misión Continental Permanente, que nos dé la fuerza y la luz de Jesucristo en las circunstancias particularmente difíciles que vivimos.

VI. El consuelo de la fe.

18. Nuestro pueblo conserva y vive la fe que le ha sido transmitida por sus antepasados. Fue la fe que permitió a nuestros mayores soportar y superar el desangramiento que hace doscientos años acarreó la Guerra de Independencia. Fue la fe que logró salir incólume de las contiendas republicanas y de las persecuciones a la Iglesia. Fue esa fe la que animó la vida de muchos venezolanos ilustres, como el Dr. José Gregorio Hernández. Esa fe, entregada por las pasadas generaciones, ha sido recibida por nuestros jóvenes, quienes con su entusiasmo y alegría siguen siendo testigos de la Buena Noticia de Jesús. El Año Jubilar de la Juventud es una ocasión privilegiada para dar ese testimonio público. Esa fe en el Dios de la vida le sigue otorgando fuerzas y energías a nuestro pueblo para hacer frente a un momento sumamente difícil de su historia y continuar la marcha hacia una Venezuela justa, fraterna y pacífica.

19. En esa marcha y en esa búsqueda le acompañamos los pastores, miembros de ese pueblo y responsables de él ante Dios. El compromiso evangelizador implica también “saber decir una palabra de aliento al abatido” (Is 50, 4), y en eso estamos empeñados obispos, presbíteros, demás ministros y laicos misioneros, de tal manera que en las amarguras de la situación presente brille siempre la luz de la esperanza cristiana, que nunca defrauda (Cf. Rm 5, 5), porque está cimentada sobre la palabra y la promesa de Dios, que acompaña nuestras luchas y quiso hacerse uno de nosotros para participar de nuestras vicisitudes.

20. Pedimos la intercesión de la Virgen Santísima, nuestra Madre de Coromoto: ella compartió las alegrías y las tristezas de la vida de su Hijo. Hoy nos acompaña también en nuestro caminar, como Madre amorosa de la Iglesia. Desde sus diversos santuarios que son honra y prez de nuestras iglesias particulares, ella recibe a nuestro pueblo, lo toma de la mano y lo lleva a Jesucristo. Que ella nos acompañe en los afanes evangelizadores y nos ayude a superar la actual situación de angustia en que vivimos, a perdonarnos y reconciliarnos para que brille en nuestra patria la paz y la concordia propias de hijos de un mismo Dios y hermanos entre nosotros.
Con nuestra bendición

Los Obispos de Venezuela

Caracas, 11 de julio de 2014

Prensa CEV


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Reflexiones del obispo Felipe Arizmendi, obispo de San Cristobal de las Casas  (Zenit.org)

Libres o esclavos del celular

Por Felipe Arizmendi Esquivel

VER

El entrenador de la selección mexicana de futbol dijo en una entrevista que, durante su participación en Brasil, los jugadores hicieron el pacto de apagar sus celulares (móviles) a la hora en que estuvieran compartiendo los alimentos, para convivir entre ellos y reforzar su integración, pues era muy molesto que cada quien estuviera con el suyo y no platicaran ni disfrutaran ese momento.

En un programa de radio que tengo semanalmente, llamado “Pregúntale al Obispo”, una joven me preguntó: “Acudí a confesarme; pero cuando estaba diciendo mis pecados al padre, me dio la absolución aun cuando yo no había terminado. El sacerdote en todo momento estuvo con su celular y no alzó la mirada y no me puso atención a lo que le decía; ¿es válida esa confesión?”

Es muy lamentable, vergonzoso e injusto que dicho sacerdote se comporte como un esclavo, con una total falta de respeto a las personas y al momento tan sagrado que vive. Lo mismo pasa con quien no apaga su celular en la Misa, o al estar atendiendo a las personas en dirección espiritual o en las consultas que le hacen.

Muchas veces somos testigos de novios, esposos, amigos y compañeros que están muy entretenidos con sus celulares, y no platican, no comparten, y si lo hacen es con mucha superficialidad. Hemos visto a quien tiene dos y hasta tres celulares, y se siente muy mal si le falta alguno. No sabe vivir sin ellos; se siente perdido e inquieto; es incapaz de guardar silencio, reflexionar, analizar y contemplar.

PENSAR

El Papa Francisco nos dice, al hablar de las tentaciones que nos pueden afectar a los agentes de pastoral: “Hoy, que las redes y los instrumentos de la comunicación humana han alcanzado desarrollos inauditos, sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de una verdadera experiencia de fraternidad. Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien. Encerrarse en sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia… El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro. El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura” (EG 87-88).

El celular nos puede acercar a los demás, nos ayuda a encontrarnos, a darnos ternura, a estar juntos a pesar de las distancias, a incrementar los lazos familiares, a disfrutar las amistades, a responder a las inquietudes y necesidades de los otros, a estar disponibles para el servicio; en una palabra, a vivir la fraternidad. Su buen uso, nos hace libres para movernos, para acercarnos, para amar y servir.

Sin embargo, también te puede esclavizar; puede ser una cadena que no te deja libre para orar, meditar, atender a las personas en la relación personal. Por ello, yo he decidido no mantenerlo encendido, sino sólo cuando preveo emergencias. Lo uso para hacer las llamadas que necesito. Esto tiene sus limitaciones, pues a veces tardan para localizarme, aunque saben dónde ando. He analizado que, si lo tengo encendido, en cualquier momento me pueden llegar mensajes o llamadas, y por atenderlos, no escucharía bien a las personas con quienes estoy tratando asuntos, algunos muy delicados. Aunque lo tuviera en vibrador, al sentirlo, me inquietaría pensando en qué puede ser, y eso me impediría poner el cien por ciento de mi mente y de mi corazón en la persona que estoy atendiendo. He preferido usar más el correo electrónico, que me permite estar muy comunicado, pero a la hora en que yo puedo escribir algún mensaje; la otra persona lo ve y me contesta a la hora que tenga tiempo, sin interferir en sus actividades, y yo veo los mensajes que me han mandado a la hora que estoy libre. Mi situación, sin embargo, no se parece a la de un funcionario, a unos padres de familia y a otros casos. Muchos sacerdotes lo mantienen encendido para atender enfermos y asuntos de su parroquia a la hora que se necesite. Esto es muy encomiable, pues ponen todo su tiempo y su persona para servir a su pueblo.

ACTUAR

Aprendamos a ser libres en el uso del celular, para servir y amar, para la fraternidad. Eduquemos para esta libertad.


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S?bado, 12 de julio de 2014

XV Domingo Ordinario por Mons. Enrique Díaz Diaz.  SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 10 de julio de 2014 (Zenit.org)

La ilusión de sembrar

Como si siempre hubieran vivido aquí, ahora que tenemos la celebración de las confirmaciones y que les toca ser anfitriones de la zona, nos reciben en su comunidad con la sonrisa franca, con sus tradiciones y cantos, con sus danzas acatecas, con porras y vivas. De aquella tragedia quedan heridas y recuerdos. Vinieron de Guatemala hace como treinta años huyendo de un infierno de guerras, persecuciones, aniquilación y genocidio. Muchas manos y corazones los acogieron en la frontera de Chiapas, les dieron techo, alimento, seguridad y nuevas posibilidades. Después una tierra y la posibilidad de sobrevivir. Algunos, muy pocos, regresaron a su patria, la mayoría se han quedado y sus hijos son mexicanos. “Todo ha sido fruto de la Palabra de Dios. La generosidad de las personas que nos acogió sólo se pudo dar porque eran cristianos comprometidos. El levantarnos e iniciar de nuevo sólo lo logramos con la palabra. Es lo que nos mantuvo unidos. Somos fruto de la Palabra de Dios”, dice uno de los ancianos mientras dirige su mirada con esperanza esperando el fruto de los campos que ahora siembra con amor.

La tragedia de la migración por hambre, por divisiones y pleitos, por ambición o por injusticias, sigue siendo una dura herida en México y en los países centroamericanos. Díganlo los miles de migrantes, muchos menores de edad, que a diario se internan en nuestra patria. Y así mientras unos han llegado, otros han salido. Los campos de México se van quedando desiertos por la funesta política agropecuaria que ha producido miles de migrantes tanto a las ciudades como al vecino país del norte y ha dejado familias abandonadas y jóvenes desempleados. Ya no es costeable sembrar el maíz, el frijol, el garbanzo o el trigo como antaño. En lugar de ganar se pierde, sobre todo cuando los terrenos que se siembran son pequeños, con técnicas obsoletas y con mercados injustos. Se le va perdiendo el amor a la tierra y a la semilla, y con ello se pierde el sentido de la naturaleza, de Dios y de la familia. Con frecuencia me pregunto si los textos tan sencillos, rurales y naturales que nos presenta Jesús dicen algo al mundo de hoy. Hemos pasado en pocos años de ser un pueblo netamente rural a ser pueblo citadino. Y qué bueno si esto redundara solamente en beneficios, en cierta comodidad, en seguridad y estabilidad. Pero con frecuencia no es así, perdemos los valores de la familia rural y no hemos encontrado los valores de la ciudad. ¿Tiene valor hoy esta parábola contada por Jesús? ¿Somos capaces de entenderla y de vivirla? Me sorprendió el gran cariño de estos guatemaltecos arraigados y prendidos a la tierra, mientras muchos mexicanos la abandonan y la pierden.

Si todo sembrador siembra con esperanza e ilusión, el sembrador que nos presenta Jesús tiene muchas más razones para estar alegre y optimista, siembra la Palabra. Pero es un sembrador muy especial. “Debe estar un poco loco este sembrador para sembrar en los caminos o entre piedras y espinas” me comentaba un día un campesino. Y es verdad: está loco este sembrador, loco de amor, loco de ilusión. No quiere que nadie escape a su amor, no le importa si son los de cerca o los de lejos, si son los oportunistas o los arriesgados. Un poco como nos dice el Papa Francisco que el Evangelio es derecho de todos, justos y pecadores. A todos quiere dar la oportunidad que se siembre la Palabra en su corazón. Para él no hay tierras estériles ni corazones cerrados, a todos da la oportunidad. Pero la Palabra para que dé fruto debe tener la oportunidad de germinar, necesita un espacio de acogida y calor para romper la vida que lleva dentro y hacerla crecer. ¿Damos esta oportunidad a la Palabra? ¿La guardamos en nuestro corazón acogiéndola y meditándola? Cristo mismo explica el sentido de su parábola. Hay varias clases de “tierra”.

Tierra dura del camino, tierra de paso, tierra estéril. Nada mejor para describir nuestro mundo de la superficialidad, la inconstancia y las conveniencias. El hombre moderno nace de prisa, camina de prisa y muere de prisa, casi sin darse cuenta. No hay tiempo para nada. No hay tiempo para crecer y se adelanta en sus experiencias, no hay tiempo para la familia porque está muy ocupado, no hay tiempo para los hijos, para los amigos… Siempre está de prisa, de aquí para allá, llevando su superficialidad. Es cierto, gusta de los valores, del amor y de la Palabra, pero no los deja entrar en su corazón. Siempre está dejando para después las cosas importantes. Y también dejamos para después la Palabra de Dios, nos acercamos pero no la recibimos. ¿Seremos camino donde todo pasa y nada se queda?

El dolor y las agresiones, la inseguridad y la vida moderna nos han hecho duros e insensibles, con corazón de piedra. Pasamos junto a las personas como desconocidos, no sonreímos, no nos detenemos, no saludamos. Nos escabullimos rapidito para no dar la oportunidad que entre al corazón y más si está en un problema o situación difícil. Cada quien su mundo y cada quien sus problemas. El respeto al derecho ajeno es la paz es un principio que con frecuencia se convierte en indiferencia y egoísmo. No me meto con nadie y nadie se mete conmigo. Y con Cristo y su Palabra nos pasa igual, lo saludamos pero no le permitimos que entre a nuestro corazón; lo escuchamos con agrado pero no queremos comprometernos ¿Tendremos el corazón tan endurecido que no permitimos entrar en él la Palabra de Dios?

Otro tipo de tierra son las espinas. La vida fácil es el ideal de muchos de nosotros: no al dolor, no al sufrimiento, no al esfuerzo, no a cualquier tipo de espina. Y los comerciantes bien que se aprovechan de esta sed de comodidad y nos ofrecen una felicidad basada en los bienes, en el placer y en el poder. Estas espinas ahogan el Evangelio, que es ante todo servicio, fraternidad y amor. Frente a las riquezas mueren muchos ideales, ante el placer se sofocan nuestros propósitos y ante el egoísmo fracasan los proyectos del Reino. ¿Cuáles son las espinas que no me permiten dar el fruto que Cristo espera de mí?

Dice el papa Francisco que nadie emprende una batalla si de antemano se siente derrotado. El sembrador tiene esperanza y sus sueños alcanzan recompensa. Para quien creyera que la semilla no da fruto, Cristo nos recuerda que hay muchas personas generosas, que dan fruto. Es muy realista y habla de diferentes proporciones de fruto: treinta, sesenta, cien. Cada quien es diferente en su respuesta, cada quien es diferente en su amor. Solamente recordemos que los frutos en la Biblia casi siempre se expresan en relación con la justicia, con la atención al hermano y con el acompañamiento al que sufre. La Palabra de Dios debe fecundar nuestras vidas, darles sentido, hacerlas fértiles y producir mucho fruto. La parábola del sembrador es una parábola de esperanza, de confianza y de compromiso. ¿A qué me compromete? ¿Cómo y cuando escucho la Palabra? ¿Qué frutos estoy dando?

Señor, semilla del Padre, que te has sembrado en nuestra carne para darnos vida y amor, haz de nuestro corazón la tierra buena y fecunda que dé frutos de justicia y de paz. Amén.


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Comentario a la liturgia dominical por el P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil). (Zenit.org)

Domingo XV - Ciclo A - Textos: Is 55, 10-11; Rm 8, 18-23; Mt 13, 1-2

Idea principal: Diversos tipos ante la Palabra que Dios siembra a diario en el corazón.

Resumen del mensaje: El primero es el torpe, el segundo es el aerostático; el tercero es el agobiado; y el último, el bueno. No es problema del sembrador, que es magnífico. No es problema de la semilla, que tiene la potencia de germinar y dar fruto. El problema es el terreno donde cae esa semilla.

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, analicemos al primer tipo, el torpe. Hombre y mujer ligeros, superficiales, baratos. Tipo que no pasa de moda, que siempre se llevó. Es el vulgar, el sensorial que se tira la vida acodado a la venta de los sentidos. Personas fuera de juego, de la realidad, fuera del campo, gentes vereda. Gente que, ante palabras como religión, compromiso, activismo, operación testigo de Dios en el mundo…miran al interlocutor con ojos de pulpo en garaje y se preguntan qué es eso. Van por la vida como payasos de circo por el redondel, haciendo el pino: de cabeza y con los pies por alto. Y entonces la escala de valores se les queda al revés. O sea, arriba el amor, el dinero, el placer, el éxito, etc., y abajo la honradez, el trabajo, la virtud, la fidelidad, Dios. Personas religiosamente torpes. La Palabra de Dios bota, rebota y se la lleva en el pico el primer pájaro en vuelo rasante.

En segundo lugar, analicemos el segundo tipo, el aerostático. Hombre y mujer inconstantes. Ejemplar entusiasta a la primera, triunfalista a la segunda y acabado a la tercera…de cambio. Tampoco pasa de moda. Una idea grande, noble, mesiánica…es hidrógeno que le hincha, como a un globo, globo que, sin sacos terreros ni lastre de constancia en la barquilla, se eleva, se cansa, explota y cae hecho añicos. Peligrosos porque se entusiasman lo mismo para el bien que para el mal, la verdad o el error; son pólvora, ruido y humo pero ni carácter ni voluntad ni personalidad ni constancia ni madurez. Héroes por un día. La inconstancia es una roca tapizada de humus: cae la palabra de Dios y queda, brota espiga triunfal y muere en cuanto le pega el sol en las aristas.

Finalmente, analicemos el tercer tipo, el agobiado. Es ese que lee el periódico mientras desayuna, despacha asuntos mientras come, se informa de las noticias mientras cena y, mientras duerme, planifica los asuntos que al día siguiente resolverá mientras desayuna, come y cena. Gentes con tiempo para todo, sin tiempo para nada, sin zonas verdes para el espíritu, barbechos para abrojos y cardos borriqueros. Que caiga ahora, mansa y humilde, la palabra de Dios inspirador, exigente…y ¡a morir! Y nos queda por analizar también el bueno. Tiene la sabiduría reposada. Le da la acogida que el torpe le negó. Le ofrece la seriedad que no le dio el aerostático. Le tiende la dedicación que se escondió el agobiado. Este deberíamos ser todos. Aquí la palabra de Dios fructifica según la capacidad y los talentos de cada uno. Y reparte por doquier migajas de su fruto: en casa, en el trabajo, en la plaza, en la iglesia. Y todos, tan contentos. Y con esas migajas alimentamos a los necesitados, a los pobres y a los enfermos.

Para reflexionar: ¿Cuál de los cuatro tipos soy? ¿Qué fruto estoy dando en mi vida personal, familiar, profesional, laboral, ministerial: cardos, espinas, piedras, pura hoja, ramas secas?

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: [email protected]


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Viernes, 11 de julio de 2014

Reflexión a las lecturas del domingo quince del tiempo ordinario - A ofrecida por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR"

 Domingo 15º del T. Ordinario A

 

La escena que nos presenta el Evangelio de este domingo no puede ser más hermosa: ¡Jesús sale de casa a enseñar! Y se reúne tanta gente, que tiene que subirse a una barca y, ¡desde la barca, les habla!  El texto evangélico dice: “Les habló mucho rato en parábolas”, es decir, en comparaciones sencillas, que todo el mundo entiende y, al mismo tiempo, ¡qué misterio!, en las que “los sabios y entendidos” tropiezan porque “miran sin ver y escuchan sin oír ni entender”.

Estos domingos el Evangelio de S. Mateo nos va presentando las  “parábolas del Reino” que suelen comenzar diciendo: “El reino de los cielos se parece a…”

La parábola de este domingo es la de “el Sembrador”. Un texto verdaderamente hermoso, como decía antes: ¡Un agricultor sale a sembrar! Y al echar  la semilla,  cae en diversos tipos de tierra: Al borde del camino, en terreno pedregoso, entre zarzas y en tierra buena. Y, como diversa es la tierra, diverso es también el resultado de la siembra. Al llegar a casa explica a los discípulos su significado.

La parábola va dirigida a los que escuchan. De los que no escuchan, de los alejados, que diríamos hoy, no dice nada. Va para los cristianos practicantes, los que oyen  su Palabra, ¡los que vamos a Misa!

A la luz de esta parábola  hay que reflexionar seria y detenidamente sobre esta cuestión fundamental: ¿Qué clase de tierra soy yo? Tendríamos que preguntarnos, en concreto: ¿En qué clase de tierra está cayendo la Palabra de Dios en mi vida? ¿Seré borde del camino? No se entiende la Palabra  y el Maligno roba lo sembrado en el corazón. ¿Seré terreno pedregoso? La Palabra se escucha y se acepta con alegría, pero no queda bien “enraizada”, no hay constancia y, en cuanto llega una dificultad o “persecución por la Palabra”,  sucumbe. ¿Seré yo tierra de zarzas? La Palabra de Dios se escucha, pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. ¿O seré, por ventura, tierra buena, donde la Palabra se entiende y da fruto? ¿Tendré esa dicha? Y cuánto fruto doy yo? ¿Será el ciento por uno? ¿O será, más bien, el sesenta o el treinta?

Es ésta una de las cuestiones más importante que podemos plantearnos. Y hemos de estar siempre pendientes porque es una algo decisivo; de vida o de muerte, en nuestra existencia  cristiana. No olvidemos que el agricultor es paciente, pero también muy exigente. Tiene que garantizar los recursos que necesita. Y, cuando no lo consigue, deja la agricultura  y se dedica a  otro trabajo más rentable y más seguro. Ya nos advierte el Señor: “Yo soy la vid y mi Padre es el viñador; a todo sarmiento mío que no da fruto, lo arranca y a todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto”. (Jn 15, 1-2). “¡Que dé más fruto!”. ¡Ese es el anhelo de todo agricultor! Y el agricultor, el sembrador, por antonomasia, es Cristo, el Señor.

¿Y si veo que soy tierra mala, en la que  la simiente no produce ni siquiera el treinta por uno,  qué tengo que hacer? Muy sencillo: ¡Cambiar la tierra, renovar la tierra! Los agricultores lo saben hacer muy bien: Van enriqueciendo la tierra; van echando un poco de tierra nueva y abono, y va cambiando el terreno… Y comienza a dar fruto la simiente.

Pero hay más. Es lo que observaba de niño, en mi pueblo, en las Breñas (La Palma). Había unos terrenos áridos en la cercanía del mar. Era un terreno volcánico y la poca tierra que tenía era mala. ¿Qué hicieron entonces los propietarios? Trabajaron el terreno y trajeron tierra en camiones desde otros lugares. Parece una cosa irreal, pero yo lo recuerdo muy bien. Y con la tierra nueva iban formando “los canteros”; uno tras otro. Hasta que conseguían toda una finca. Y sembraban la platanera. Y allí comenzó a llegar agua abundante.  ¡El éxito fue rotundo! Terreno volcánico, tierra buena, sol y agua abundante, ¡cosecha buena y garantizada! 

No olvidemos que la semilla, la Palabra de Dios, tiene una energía y una capacidad enorme, como nos recuerda la primera lectura. Lo demás es cosa de la tierra. Por eso es siempre posible que se realice en nosotros lo que proclamamos hoy en el salmo responsorial: “La semilla cayó en tierra buena y dio fruto”.

 

                                                            ¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!                                


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DOMINGO 15º DEL T. ORDINARIO A 

MONICIONES

 

PRIMERA LECTURA

          La Palabra de Dios es fuerte y poderosa; es viva y eficaz, como la lluvia y la nieve que caen del cielo. Escuchemos.

 

SALMO RESPONSORIAL

           Compuesto para ser cantado en una fiesta de acción de gracias por la cosecha, este salmo nos invita a pensar en otra cosecha: La que produce la Palabra de Dios, que se siembra en nuestros corazones, y es capaz de realizar maravillas de santidad, vida y salvación.

 

SEGUNDA LECTURA

          S. Pablo nos habla ahora de la participación de toda la Creación en la gloria de los hijos de Dios cuando el Señor vuelva. Es el día glorioso de nuestra victoria definitiva sobre el sufrimiento y la muerte.

 

TERCERA LECTURA

          Comenzamos a escuchar hoy algunas parábolas del Reino, que nos refiere S. Mateo. Hoy se nos presenta una de las más hermosas e importantes: La parábola del Sembrador. Pero antes del Evangelio, cantemos de pie, el aleluya.

 

COMUNIÓN

          En la Comunión nos acercamos a Jesucristo, el Señor; Él es el sembrador de la Palabra de Dios en el mundo. Pidámosle que seamos tierra buena donde su Palabra dé fruto abundante.

 


Publicado por verdenaranja @ 20:20  | Liturgia
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Jueves, 10 de julio de 2014

Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (Domingo 6 de julio de 2014) (AICA)

Confianza, pequeñez, simplicidad

Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". (San Mateo 11, 25-30)

 
Una de las cosas que este Evangelio nos enseña es la gran confianza que uno tiene que tener al Señor. Confianza que está sostenida por la humildad, la pequeñez y la simplicidad. El Señor mismo, en una oración, bendice al Padre y lo alaba porque las cosas de Dios no son producto de la inteligencia, ni de la sabiduría, ni de la ciencia, ni de los prudentes. Es decir que no son producto de la razón humana, o de los logros humanos, o de los poderes humanos.

Esta actitud es para todos porque Dios viene para todos, no para un sector social simplemente, no es para unos en contra de otros. El Señor no usa esa dialéctica pero sí pone una condición –independientemente de los estratos sociales y de las capacidades humanas– lo que pide es confianza, pequeñez y simplicidad. Cuando uno se hace pequeño, es simple y confía, se abre a la esperanza y ya no depende de uno, sino de Dios y de los demás. Necesita a Dios y necesita de los demás.

Esta es la actitud del creyente, del santo, del cristiano, del católico, del hijo de Dios y hermano de los demás. Cristo dice que “todo me ha sido dado por el Padre” y que ambos se conocen mutuamente; ese conocimiento Dios nos lo participa por medio de Cristo “y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Lo más importante es que el Señor nos llama a todos; nos llama en las condiciones y estados en los que nos encontramos: afligidos, agobiados, atribulados, apenados, cansados por todo lo que significa el peso de la existencia humana, también con los límites de lo ético, con los problemas sicológicos, con los problemas afectivos y las soledades humanas. Nos dice “vengan todos, están todos llamados a mi Reino, carguen su cruz y aprenda de mí que soy paciente y humilde de corazón”

Con esa fuerza, Dios no nos quita la cruz, da sentido a la cruz; Dios no nos quita el dolor, da sentido al dolor; Dios no nos quita el sufrimiento, da sentido al sufrimiento. En Él nos encontramos todos: ricos, pobres, altos, bajos, flacos, gordos, buenos, malos, porque el llamado de Dios es personal y universal al mismo tiempo, es decir a todos.

Que podamos entender esa pobreza, esa pequeñez, para confiar en Dios y poner en Él toda nuestra vida, toda nuestra existencia.

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


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Mi?rcoles, 09 de julio de 2014

Mensaje del Pontificio Consejo para los Migrantes e itinerantes dado a conocer este martes, con motivo de la Jornada del Mar. (Zenit.org)


A lo largo de la historia de la humanidad, el mar ha sido el lugar donde se han cruzado las rutas de exploradores y de aventureros, y se han combatido batallas que han determinado el nacimiento y el declive de muchas naciones. Pero es, sobre todo, un lugar privilegiado para el intercambio y el comercio mundial.

De hecho, más del 90% de los productos a nivel mundial son transportados por aproximadamente unos 100.000 barcos que, sin descanso, navegan de un extremo al otro del mundo, gobernados por una fuerza de trabajo de alrededor de 1.2 millones de marinos de todas las razas, nacionalidades y religiones.


En este Domingo del Mar se nos invita a tomar conciencia de las penurias y de las dificultades a las que se enfrentan los marinos todos los días y del servicio valioso que brinda el Apostolado del Mar al ser Iglesia que da testimonio de la misericordia y la ternura del Señor anunciando el Evangelio en los puertos de todo el mundo.  

Debido a una serie de factores relacionados con su profesión, los marinos son invisibles a nuestros ojos y a los ojos de nuestra sociedad. Al celebrar el Domingo del Mar, deseo invitar a todos los cristianos a mirar a su alrededor y a darse cuenta de cuántos objetos que utilizamos en nuestra vida cotidiana nos han llegado a través del trabajo, duro y pesado, de los marinos.

Si observamos detenidamente su vida, nos damos cuenta de inmediato que no es ciertamente aquella vida romántica y aventurera que se presenta a veces en las películas y en las novelas.


La vida de los marinos es difícil y peligrosa.

Además de tener que enfrentarse a la furia y a la fuerza de la naturaleza, que a menudo prevalece también en los barcos más modernos y tecnológicamente avanzados (según la Organización Marítima Internacional [OMI] en 2012, más de 1.000 marinos fallecieron a causa de naufragios, colisiones marítimas, etc.), no debemos olvidar el riesgo de la piratería, que nunca se derrota, sino que se transforma apareciendo bajo formas nuevas y diferentes en muchas zonas de navegación, y el peligro de la criminalización y el abandono sin salario, alimentos y protección en puertos extranjeros.


El mar, el barco y el puerto son el universo de la vida de los marinos. Un barco es viable en términos económicos solo cuando navega y, por lo tanto, tiene que zarpar continuamente de un puerto a otro. La mecanización de la carga y descarga de mercancías ha reducido el tiempo de atraque y de ocio de los miembros de la tripulación, mientras que las medidas de seguridad han restringido la posibilidad de bajar a tierra.


Los marinos no eligen a sus compañeros de viaje. Cada tripulación es un microcosmos de personas de diferentes nacionalidades, culturas y religiones, obligadas a vivir juntas en el perímetro limitado de un buque para toda la duración del contrato, sin ningún tipo de interés en común, comunicando a través de un idioma que a menudo no es el suyo.
La soledad y el aislamiento son compañeros de viaje para los marinos. Por su naturaleza, el trabajo de los marinos les lleva a estar lejos de su entorno familiar durante períodos que llegan a ser muy largos. Para las tripulaciones no es siempre fácil acceder a las diferentes tecnologías (teléfono, wi-fi, etc.) para contactar la familia y los amigos. En la mayoría de los casos, los niños nacen y crecen sin que ellos puedan estar presentes, aumentando así la sensación de soledad y de aislamiento que acompaña su vida.

La Iglesia, en su solicitud maternal, desde hace más de noventa años ofrece su atención pastoral a la gente de mar a través de la Obra del Apostolado del Mar.
Cada año, miles de marinos son acogidos en los puertos, en los Centros Stella Maris, lugares únicos donde los marinos son recibidos con afabilidad, pueden relajarse lejos del barco y ponerse en contacto con los miembros de su familia utilizando los diferentes medios de comunicación que se les ofrece.

Los voluntarios visitan a diario a los marinos a bordo de barcos y en los hospitales, y aquellos que han sido abandonados en puertos extranjeros, garantizándoles una palabra de consuelo, pero también una ayuda concreta, si es necesario.
Los capellanes están siempre disponibles para ofrecer asistencia espiritual (celebración de la Misa, oraciones ecuménicas, etc.) a los marinos de todas las nacionalidades que lo necesiten, especialmente en los momentos difíciles y de crisis.

Por último, el Apostolado del Mar es voz de los que a menudo no tienen voz, denunciando abusos y la injusticia, defendiendo los derechos de la gente de mar y pidiendo a la industria marítima y a cada gobierno que respeten los Convenios internacionales.


En este Domingo del Mar, a la vez que expresamos nuestra gratitud a todos los que trabajan en la industria marítima, con un corazón lleno de confianza pedimos a María Estrella del Mar que guie, ilumine y proteja la navegación de toda la gente de mar y respalde a los miembros del Apostolado del Mar en su ministerio pastoral.


Antonio Maria Cardinal Vegliò
 Presidente


Joseph Kalathiparambil                                 
Secretario


Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo quince del Tiempo Ordinario - A.

SEMBRAR

         

          Al terminar el relato de la parábola del sembrador, Jesús hace esta llamada: “El que tenga oídos para oír, que oiga”. Se nos pide que prestemos mucha atención a la parábola. Pero, ¿en qué hemos de reflexionar? ¿En el sembrador? ¿En la semilla? ¿En los diferentes terrenos?

          Tradicionalmente, los cristianos nos hemos fijado casi exclusivamente en los terrenos en que cae la semilla, para revisar cuál es nuestra actitud al escuchar el Evangelio. Sin embargo es importante prestar atención al sembrador y a su modo de sembrar.

          Es lo primero que dice el relato: “Salió el sembrador a sembrar”. Lo hace con una confianza sorprendente. Siembra de manera abundante. La semilla cae y cae por todas partes, incluso donde parece difícil que la semilla pueda germinar. Así lo hacían los campesinos de Galilea, que sembraban incluso al borde de los caminos y en terrenos pedregosos.

          A la gente no le es difícil identificar al sembrador. Así siembra Jesús su mensaje. Lo ven salir todas las mañanas a anunciar la Buena Noticia de Dios. Siembra su Palabra entre la gente sencilla que lo acoge, y también entre los escribas y fariseos que lo rechazan. Nunca se desalienta. Su siembra no será estéril.

          Desbordados por una fuerte crisis religiosa, podemos pensar que el Evangelio ha perdido su fuerza original y que el mensaje de Jesús ya no tiene garra para atraer la atención del hombre o la mujer de hoy. Ciertamente, no es el momento de “cosechar” éxitos llamativos, sino de aprender a sembrar sin desalentarnos, con más humildad y verdad.

          No es el Evangelio el que ha perdido fuerza humanizadora, somos nosotros los que lo estamos anunciando con una fe débil y vacilante. No es Jesús el que ha perdido poder de atracción. Somos nosotros los que lo desvirtuamos con nuestras incoherencias y contradicciones.

          El Papa Francisco dice que, cuando un cristiano no vive una adhesión fuerte a Jesús, “pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie”.

          Evangelizar no es propagar una doctrina, sino hacer presente en medio de la sociedad y en el corazón de las personas la fuerza humanizadora y salvadora de Jesús. Y esto no se puede hacer de cualquier manera. Lo más decisivo no es el número de predicadores, catequistas y enseñantes de religión, sino la calidad evangélica que podamos irradiar los cristianos. ¿Qué contagiamos? ¿Indiferencia o fe convencida? ¿Mediocridad o pasión por una vida más humana?

         

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
13  de julio 2014
15 domingo del Tiempo Ordinario - A
Mt 13, 1-23


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Martes, 08 de julio de 2014

Alocución de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz (5 de julio de 2014) (AICA)

La humildad, es también una virtud política

 Próximos a celebrar el 9 de Julio un nuevo aniversario de la Fiesta de la Independencia he creído conveniente, a la luz del Evangelio de este domingo, volver la mirada a uno de los temas de nuestro Documento: "Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad" (2010-2016). El tema al que me refiero está presentado en forma de pregunta: ¿Qué estilo de liderazgo necesitamos hoy? Si bien la celebración de una Fiesta Patria nos compromete a todos, no cabe duda de la importancia de su dirigencia política. La liturgia de este domingo nos ayuda a encontrar una respuesta. En la lectura del profeta Zacarías, leemos: "Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno" (Zac. 9, 9), para luego, el Evangelio, presentarnos la figura de Jesús "paciente y humilde corazón" (Mt. 11, 29). Creo que los términos de justo, humilde y paciente, nos sirven para definir los rasgos de un auténtico liderazgo.

Ellos nos hacen comprender que los términos liderazgo y humildad, autoridad y servicio, como poder y austeridad, no se oponen, sino que juntos adquieren toda su grandeza, diría que son un camino de sabiduría y de madurez política. En la humildad el liderazgo se hace creíble, en el servicio la autoridad es valorada, y en la austeridad el poder se hace ejemplar. Todo dirigente al servicio de una comunidad, debería aprender que estas virtudes son las que le dan coherencia y ejemplaridad al ejercicio del poder. En esta línea el Documento, al que hice mención, afirma: "Todo líder, para llegar a ser un verdadero dirigente ha de ser ante todo un testigo", para luego señalar algunos valores que hacen a los auténticos líderes: "la integridad moral, la amplitud de miras, el compromiso concreto con el bien de todos, la capacidad de escucha, el interés por proyectar más allá de lo inmediato, el respeto de la ley, y sobre todo, de coherencia de vida" (n° 22). No estamos ante un planteo religioso, sino ante una exigencia ética.

Estas actitudes purifican esa justa ambición de poder que tiene quien aspira a ejercer una función de gobierno. Esta "justa ambición" debe vivirse en un marco de honestidad y obediencia a la ley, y tener como ideal una actitud de servicio y austeridad. La ejemplaridad se convierte, así, en una fecunda docencia en quien ejerce la autoridad. Aquí veo, también, ese otro rasgo "paciente" de Jesús, que nos habla de un verdadero sentido del tiempo y capacidad de espera. La búsqueda del éxito inmediato no siempre es signo de buen gobierno. Este amor paciente en Jesucristo es, además, una actitud de misericordia siempre abierta a la reconciliación. Con estas notas del evangelio sobre el ejercicio de la autoridad, volvamos a poner en nuestros labios esa oración que tanto bien nos hace, Señor: "Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Amén.

Reciban de su obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz


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Lunes, 07 de julio de 2014

El papa Francisco rezó el domingo, 06 de julio de 2014, el ángelus desde la ventana de su oficina en el Palacio Apostólico, que da hacia la plaza de San Pedro en donde le esperaban miles de fieles. Con motivo de la oración dirigió las siguientes palabras  (Zenit.org):

«Queridos hermanos y hermanas, ¡buen día!

En el evangelio de este domingo, encontramos una invitación de Jesús, dice así: 'Vengan a mi todos ustedes que están cansados y opresos, y Yo les daré alivio'.

Cuando Jesús decía esto, tenía delante de sus ojos a las personas que encontraba cada día por las calles de Galilea, tanta gente simple, pobres, enfermos, pecadores, marginados. Esta gente lo seguía para escuchar su palabra, que daba esperanza. Las palabras de Jesús dan siempre esperanza. Y también para tocar aunque fuera solamente el borde de su vestido. El mismo Jesús buscaba a estas muchedumbres, cansadas, acabadas, como ovejas sin pastor. Así lo dice Él, y las buscaba para anunciarles el Reino de Dios, y para curar a muchos en el cuerpo y en el espíritu.

Les llama a todos a sí, vengan todos a mí, y les promete alivio y consolación. Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros días para llegar a tantos hermanos y hermanas oprimidos por las condiciones de vida precaria, situaciones existenciales difíciles y a veces sin válidos puntos de referencia. En los países más pobres, pero también en las periferias de los países más ricos se encuentran tantas personas cansadas y acabadas debajo del peso insoportable del abandono y de la indiferencia, ...la indiferencia. Cuanto mal le hace a los necesitados la indiferencia humana, y peor aún, la de los cristianos.

Al margen de la sociedad, hay tantos hombres y mujeres probados por la indigencia, pero también por las insatisfacciones de la vida y la frustración. Tantos se ven obligados a tener que emigrar de su patria, poniendo en peligro la propia vida, muchos más llevan cada día el peso de un sistema económico que explota al hombre y le impone un yugo impensable que pocos privilegiados no quieren llevar.

A cada uno de estos hijos del Padre que está en el Cielo, Jesús les repite: “Vengan a mi todos ustedes”. Pero también lo dice a aquellos que poseen todo y su corazón está vacío. Está vacío, corazón vacío y sin Dios. También a ellos Jesús le hace esta invitación: “Vengan a mi”, la invitación de Jesús es a todos. De manera especial para estos que sufren más. Jesús les promete dar alivio a todos, pero también nos hace una invitación, que es como un mandamiento: “Tomen el yugo sobre ustedes y aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón”.

¿En qué consiste el yugo del Señor? En cargar el peso de los otros con amor fraterno. Una vez recibido el alivio y la consolación de Cristo estamos a su vez, llamados a ser consolación y alivio para los hermanos, con actitudes mansas humildes a imitación del Maestro. La mansedumbre y humildad del corazón, nos ayudan no solamente a hacernos cargo del peso de los otros, pero también a no pesar sobre ellos con nuestros puntos de vista, nuestros juicios, nuestras críticas o nuestra indiferencia.

Invoquemos a María Santísima, que acoge bajo su mato a todas las personas cansadas y acabadas, para que a través de una fe iluminada, testimoniada con la vida, podamos ser alivio para quienes necesitan ayuda, ternura y esperanza».

Después de rezar el ángelus, el Papa saludó a todos cordialmente “romanos y peregrinos”, a los fieles de diversas diócesis allí presentes, entre los cuales a los de la parroquia de Salzano, en la diócesis de Treviso, en donde fue párroco Giuseppe Sarto, después papa san Pio X, de quien se cumplen 100 años de su muerte.

Y también “de manera particular y afectuosa “a todos los pobladores de la región italiana de Molise, “que ayer me han recibido en su tierra y también en su corazón”. Y se despidió pidiendo: “no se olviden de rezar por mí, y lo también lo hago por ustedes”. Y concluyó con su ya conocido “¡Buona doménica e buon pranzo!”.


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El santo padre Francisco partió een la mañana del 05 de julio de 2014 en helicóptero desde el Vaticano para su visita pastoral a las diócesis de Campobasso-Boiano e Isernia-Venafro.

Llegó a las 8,45 a Campobasso al helipuerto de la Universidad degli Studi de Molise, allí el Santo Padre ha sido recibido por el arzobispo de la diócesis, Giancarlo Maria Bregantini y por las autoridades locales. Poco después en el aula magna de la Università degli Studi del Molise ha sido recibido por el rector Giammaría Palmieri, y allí encontró al mundo del trabajo y de la industria.

El Santo Padre dirigió las siguientes palabras en Molise, 05 de julio de 2014 (Zenit.org):

"Queridas autoridades, profesores, estudiantes, personal de la universidad, queridos hermanos y hermanas del mundo del trabajo. Les agradezco por la acogida, especialmente por haber compartido conmigo la realidad que viven, los esfuerzos y las esperanzas.

El señor rector tomó la expresión que dije, 'nuestro Dios es el Dios de las sorpresas'. Es verdad, cada día nos da una, así es Nuestro Padre. Y digo otra cosa sobre Dios, que la indico ahora: es el Dios que rompe los esquemas, y si nosotros no tenemos el coraje, de romper los esquemas nunca iremos hacia adelante, porque nuestro Dios nos empuja a esto, a ser creativos para el futuro.

Mi visita en Molise inicia a partir de este encuentro con el mundo del trabajo, aunque el lugar en que nos encontramos es la universidad. Y esto es significativo: expresa la importancia de la investigación y de la formación también para responder a las nuevas y complejas necesidades que la actual crisis económica pone en el plano local, nacional e internacional. Ha dado testimonio de ésto el joven agricultor con su decisión de hacer un curso universitario agrícola y de trabajar la tierra por 'vocación'.

El quedarse del campesino en su tierra no es quedarse quieto, sino hacer un diálogo fecundo, creativo, el diálogo del hombre con su tierra, que la hace florecer, que la hace volverse fecunda para todos nosotros. Esto es importante. Un buen recorrido formativo no ofrece soluciones fáciles, sino que ayuda a tener una mirada más creativa, para valorizar mejor los recursos del territorio.

Comparto plenamente lo que ha sido dicho sobre 'custodiar' la tierra, para que dé fruto sin ser explotada. Esta es uno de los mayores desafíos de nuestra época convertirnos a un desarrollo que sepa respetar lo creado

Cuando veo en América y mismo en mi país, tantos bosques arrasados que se vuelven tierra que no se puede cultivar ni da vida. Este es el pecado nuestro de explotar la tierra y no dejar que nos dé lo que tiene adentro con nuestra ayuda de la cultivación.

Otro desafío emergió de la voz de esta buena mamá obrera, que ha hablado también en nombre de su familia: el marido, el niño pequeño y el niño que lleva en su vientre. El suyo ha sido una llamada a favor del trabajo y al mismo tiempo por la familia. ¡Gracias por este testimonio! De hecho hay que tratar de encontrar conciliar los tiempos del trabajo con los tiempos de la familia.

Y les diré una cosa, cuando voy y confieso gente, ahora no tanto como lo hacía en la otra diócesis. Cuando viene un papá o una mamá joven le pregunto cuántos niños tiene, y le pregunto: ¿Tu juegas con tus niños? La mayoría dice: ¡Cómo padre! Sí, ¿tú juegas, pierdes el tiempo con tus niños? Sí, estamos perdiendo esta sabiduría de jugar con nuestros niños. La situación económica los lleva a esto. ¡Por favor pierdan el tiempo con sus niños! El domingo, este domingo en familia al que la señora hizo referencia, este domingo en familia no es perder el tiempo.

Esto es un punto crítico, un punto que nos permite discernir, evaluar la calidad humana del sistema económico en el cual nos encontramos. Y en el interior de este ámbito se coloca también el tema del domingo laborable, que no afecta solamente a los creyentes, pero a todos como decisión ética. Y este es un espacio de la gratuidad que estamos perdiendo.

La pregunta es: ¿a qué queremos dar la prioridad? El domingo libre del trabajo --exceptuados los servicios necesarios-- afirma que la prioridad no es la economía, pero lo humano, lo gratuito, las relaciones no comerciales, familiares, de amigos, y para los creyentes es la relación con Dios y con la comunidad. Quizás haya llegado el momento de plantearnos si trabajar el domingo sea una verdadera libertad. Porque el Dios de las sorpresas rompe los esquemas, da sorpresas y rompe los esquemas para que nosotros nos volvamos más libres, es el Dios de la libertad.

Queridos amigos, hoy me gustaría unir mi voz a la de tantos trabajadores y empresarios de este territorio para pedir que se pueda efectuar 'un pacto por el trabajo'. He visto que en Molise se está intentando responder al drama de la desocupación juntando las fuerzas de una manera constructiva.

Tantos puestos de trabajo podrían ser recuperados a través de una estrategia concordada con las autoridades nacionales, un 'pacto para el trabajo' que sepa aprovechar las oportunidades ofrecidas por las normas nacionales y europeas. Les animo a ir hacia adelante por este camino, que puede traer buenos frutos aquí como en otras regiones.

No tener trabajo no significa sólo no tener lo necesario para vivir, no, porque nosotros podemos comer todos los días, porque vamos a la Cáritas, a aquella asociación, vamos al club, allá, y nos dan de comer. Ese no es el problema, porque el problema no es sólo llevar el pan a casa, el problema más grave, no es el hambre sino la dignidad. Sobre esto tenemos que trabajar y defender nuestra dignidad que da el trabajo.

Para finalizar querría decirles que me ha impresionado en hecho que me hayan regalado una cuadro que representa una maternidad. Maternidad comporta dar a luz, pero ese sufrimiento está orientado a la vida, está lleno de esperanza. Entonces no solamente les agradezco por este don, pero más aún por el testimonio que contiene: un dar a luz lleno de esperanza. Gracias".

(Texto completo. Traducido y debobinado por H. Sergio Mora)


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Domingo, 06 de julio de 2014

XIV Domingo Ordinario por Mons. Enrique Díaz Diaz  SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 04 de julio de 2014 (Zenit.org)

Construir un sueño

Zacarías 9, 9-10: “Mira a tu rey que viene humilde hacia ti”.
Salmo 144: “Acuérdate, Señor, de tu misericordia”.
Romanos 8, 9. 11-13: “Si con la ayuda del Espíritu dan muerte a los bajos deseos, vivirán”.
San Mateo 11, 25-30: “Soy manso y humilde de corazón”

 

Poco a poco fueron llenando nuestras calles, nuestros parques y toda la ciudad, y al final se acomodaron como un apretado mosaico en la Plaza de la Paz frente a la catedral. Eran miles, con la frente en alto y sus cartelones expresando sus sueños y deseos: “Todos somos una familia”, “La Madre tierra es la casa de todos”, “No a la destrucción del planeta”, “No al alcoholismo, drogas y narcotráfico”, “Dios nos dio una casa para todos los hermanos. ¡Tenemos que cuidarla!”, “Libertad a los presos inocentes”, y muchos otros letreros con citas de los profetas, con alusiones a la injusticia y al desequilibrio económico, con exigencias de respeto a los migrantes. Palabras fuertes contra la trata de personas y los encarcelados injustamente. Con propuestas e ilusiones para construir “un cielo nuevo y una tierra nueva”, basados en el Evangelio. En general, todos los miraban con respeto y cierta admiración, pero hubo un pequeño grupo que sin atreverse a hablarlo en público, comentaban entre sí: “Pobres ilusos, todos campesinos e indígenas, gente sin quehacer. ¿Cómo van a construir un mundo nuevo?”. Casi como si los hubieran oído comenzaron los cantos y las porras: “Tú eres, Señor, nuestro Pastor”, “Con Jesús construiremos la nueva sociedad”.

Cuando el Papa Francisco hace un análisis de la situación social de nuestro mundo, nos quedamos sorprendidos por las enormes diferencias y la injusticia de las estructuras económicas y sociales. ¡Como para desalentar a cualquiera! Pero cuando empieza a proponer caminos y luces, afirma con toda claridad que el Evangelio es para todos pero que los preferidos de Jesús serán siempre los pobres y pequeños. ¿Estará equivocado Jesús? No, Jesús tiene muy clara su propuesta y la confirma este domingo. Es cierto que muchos afirman: “En este mundo no hay lugar para los débiles”, y que es una máxima aprendida a sangre y fuego, a dolor y experiencia por muchos de los niños y jóvenes de nuestros tiempos. Estamos en la ley de la selva o del asfalto: el grande se come al pequeño, el fuerte somete al débil y todos buscan sacar provecho del otro. ¿No es cierto que las naciones poderosas explotan los recursos de las naciones pobres? ¿No es verdad que las grandes empresas se van comiendo a las pequeñas hasta dejarlas en la ruina? Lo mismo sucede en los barrios y en las familias. El hombre fuerte, el insensible, el que aplasta, aparece como modelo para la juventud. Por el contrario Jesús va a contracorriente y parece descontrolarnos con sus frases profundas y cuestionantes: “gracias… por la gente sencilla… aprendan de Mí que soy manso y humilde de corazón”.

Jesús siempre ha actuado así: busca a los pequeños, escoge a los débiles, se junta con los pecadores. Hoy se hace eco de la profecía de Zacarías que nos invita a regocijarnos con Jerusalén: “mira a tu rey que viene hacia ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito. Hace desaparecer… los carros de guerra, los caballos de combate. Rompe el arco del guerrero y anuncia la paz a las naciones…”. Aparece Jesús como el portador de paz, pero rompiendo los instrumentos de la guerra. ¿Es posible construir la paz con humildad y sencillez? Es lo que afirma hoy Jesús. Propone vencer la guerra con amor. Es también lo que la experiencia nos enseña desde la casa hasta la situación de las naciones: nunca se ha ganado una guerra con violencia, la paz no se logra con la derrota del enemigo, sino cuando hay la reconciliación y el acuerdo, y todavía se tiene que trabajar mucho después. Cuando alguien grita, otro busca gritar más fuerte; cuando se quiere controlar la violencia con violencia, se suscita una cadena interminable de agravios. Si se siembran vientos se cosecharán tempestades.

La mansedumbre y la humildad no son, como alguien quisiera confundir, una característica de personas pasivas, sin nervio, sin ánimo, sin pasiones, indiferentes y sin emociones. Basta contemplar a Jesús: cuando es proclamado rey en su entrada a Jerusalén, va en un burrito, pero no duda en bajarse del burro, empuñar el látigo y descargarlo contra quienes se han atrevido a profanar el templo. Reprocha fuertemente a quienes lucran con la fe y el culto. Arde en su corazón el celo por la casa del Señor, “el templo y el sagrado recinto que es cada persona”. Así Cristo nos dice que el manso no es un resignado, un incapaz de afrontar los problemas más arduos y tomar decisiones frente a la injusticia. Si uno no está dispuesto a afrontar los retos y luchar con pasión por la justicia, no puede llamarse manso ni humilde: será irresponsable e indiferente. La oración de agradecimiento de Jesús va en este profundo sentido: los más sencillos, los más humildes son los que se comprometen con la verdad. Los sabios y entendidos, según el mundo, juegan con los sentimientos, buscan ventajas y abusan de su fortaleza. Precisamente Cristo ha elegido siempre a los pobres y sencillos; no es difícil descubrirlo en su evangelio. Y no es que no anuncie su evangelio a los poderosos y entendidos, sino que si éstos tienen su corazón lleno de orgullo, no pueden aceptar la novedad del Evangelio.

Jesús tiene un sueño, pero no es un iluso. Sabe del fracaso y del dolor, por eso anima a todos los que se han lanzado por esta aventura a que pongan toda su confianza y su seguridad en Él: “Vengan a Mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y Yo los aliviaré”. Cristo sabe que no es fácil construir el mundo desde abajo y entiende que hay dolor y sufrimiento cuando se opta por los pobres y sencillos, por eso pone su corazón como refugio y descanso, por eso ofrece su ejemplo como aliciente. Quien siente el peso de la vida encontrará en Jesús un alivio profundo. “Tomen mi yugo sobre ustedes”, pero la invitación de Jesús no ofrece las curaciones milagrosas o la ausencia de dolor o compromiso. Hay que cambiar de yugo. Abandonar el de los “sabios y entendidos” pues no es llevadero, y cargar con el de Jesús, que hace la vida más llevadera. No porque Jesús exija menos. Exige más, pero de otra manera. Exige lo esencial: el amor que libera de lo que hace daño a las personas. “Aprendan de Mí” es la invitación final que en este día nos hace Jesús. Imitarlo, como Él construye, con sus preferencias, con su estilo, como Él busca la paz.

¿Qué lugar ocupan los pequeños en nuestra comunidad? ¿Cómo resolvemos nosotros nuestras diferencias y a quién le damos la razón: al que grita más, al poderoso o a quién? ¿Cómo podemos acercarnos a Jesús para soportar nuestros yugos de cada día?

Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido al mundo de la esclavitud del pecado, concédenos participar ahora de una santa alegría y, después en el cielo, de la felicidad eterna. Amén.


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Reflexiones del Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas (Zenit.org)

¡Pobre Iglesia!

Por Felipe Arizmendi Esquivel

VER

Es frecuente enterarse de escándalos y malas acciones de quienes ocupan algún cargo en la institución eclesial: Sacerdotes pederastas, mundanos, comodinos, mal encarados, interesados en el dinero, caciques, infieles en el celibato; un Nuncio reducido al estado laical; o servidores en las oficinas parroquiales que tratan mal a las personas, que sólo exigen papeles y trámites burocráticos, y por ello disminuyen los católicos, o se alejan, etc. Nos dan vergüenza estos y otros hechos, que son inocultables. El que se difundan en los medios de comunicación no siempre refleja una campaña de difamación contra la Iglesia, sino es algo que está mal entre nosotros y que nos urge a una renovación personal e institucional. Hay pecados en la Iglesia.

Por otra parte, es muy alentador y consolador convivir con hermanos que desgastan su vida en muchos servicios evangelizadores. Pueden no tener muchos estudios, pero tienen un corazón noble y generoso, están dispuestos a dar su tiempo y sus pocos recursos para que la Iglesia se haga presente en muchos ambientes. Es una Iglesia de los pobres, que son su orgullo y esperanza.

Hemos realizado el segundo retiro espiritual para promover misioneros en las periferias, con 84 participantes de Bachajón y Chilón, algunos de ellos mestizos y la mayoría tseltales. Aunque todos ya dan algún servicio evangelizador, manifestaron su disposición para hacer llegar el amor de Dios a ambientes a los que de ordinario no llegamos. Esta es la Iglesia que no aparece en la televisión, pero que es la más real y mayoritaria.

PENSAR

Jesucristo no escogió ángeles para continuar su servicio salvífico, sino seres humanos frágiles y pecadores. Es el caso de Pedro y Pablo, así como de los demás apóstoles. Se reconocen indignos de la vocación a que son llamados. La Biblia nos narra con toda humildad sus fragilidades, sus errores y pecados; no los diviniza. Pero Jesucristo advierte claramente que la Iglesia es obra suya, y que los poderes del pecado no la destruirán. Esto nos alienta y nos sostiene. Aunque los sacerdotes y obispos fallemos, Jesucristo es el cimiento de la fe de los creyentes. Los ministros nos pueden decepcionar y desalentar, pero nuestra fe está centrada y cimentada en el Señor. Nuestro único Salvador es Jesús.

El Papa Francisco, siendo muy realista con los pecados eclesiales, nos alienta con estas palabras: “Siento una enorme gratitud por la tarea de todos los que trabajan en la Iglesia. No quiero detenerme ahora a exponer las actividades de los diversos agentes pastorales, desde los obispos hasta el más sencillo y desconocido de los servicios eclesiales. Pero tengo que decir que el aporte de la Iglesia en el mundo actual es enorme. Nuestro dolor y nuestra vergüenza por los pecados de algunos miembros de la Iglesia, y por los propios, no deben hacer olvidar cuántos cristianos dan la vida por amor: ayudan a tanta gente a curarse o a morir en paz en precarios hospitales, o acompañan personas esclavizadas por diversas adicciones en los lugares más pobres de la tierra, o se desgastan en la educación de niños y jóvenes, o cuidan ancianos abandonados por todos, o tratan de comunicar valores en ambientes hostiles, o se entregan de muchas otras maneras que muestran ese inmenso amor a la humanidad que nos ha inspirado el Dios hecho hombre. Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más” (EG 76).

ACTUAR

Tú, que eres parte de esta nuestra Iglesia, pregúntate si con tu vida eres una vergüenza para tu madre que te engendró a la vida de Dios, o eres motivo de sano orgullo y esperanza. La Iglesia no es sólo la jerarquía, sino todos los bautizados. Y de cada uno depende que la Iglesia sea una presencia viva de Jesús, una cercanía amorosa y respetuosa del Padre hacia los que sufren, una fuerza dinamizadora de la pastoral en tu parroquia o comunidad. No pongas como pretexto para tu comodidad y egoísmo apostólico los malos testimonios de los pastores. Pide al Espíritu que tu fe sea adulta.


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S?bado, 05 de julio de 2014

Se ha dado a conocer la oración oficial de la JMJ 2016 con la que se pide al Señor por la humanidad y los jóvenes, por la gracia de un alma misericordiosa y por la intercesión de la Virgen María y de san Juan Pablo II, patrono de la JMJ.


''Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador,
te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre''.

Te encomendamos en modo particular
los jóvenes de toda lengua, pueblo y nación.
Guíales y protégeles en los complejos caminos de hoy
y dales la gracia de poder cosechar abundantes frutos
de la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia.


Padre celestial,
haznos testigos de tu misericordia.
Enséñanos a llevar la fe a los que dudan,
la esperanza a los desanimados,
el amor a los indiferentes,
el perdón a quien ha obrado el mal
y la alegría a los infelices.

Haz que la chispa del amor misericordioso
que has encendido dentro de nosotros
se convierta en un fuego que transforma los corazones
y renueva la faz de la tierra.

María, Madre de Misericordia, ruega por nosotros.
San Juan Pablo II, ruega por nosotros''.


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Comentario a la liturgia dominical - Domingo XIV  por el P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).  (Zenit.org)

Ciclo A, Textos: Zac 9, 9-10; Rom 8, 9.11-13; Mt 11, 25-30

Idea principal: Todos, quien más quien menos, experimentamos el cansancio en nuestra vida, con sus diversas formas.

Resumen del mensaje: ¿Dónde está la fuente de nuestro descanso y paz? Dios nos responde hoy en las lecturas. Camino para el descanso interior del alma es acudir a Cristo con humildad (primera lectura y evangelio). Camino que nos destruye la paz es el desorden egoísta (segunda lectura).

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, veamos los distintos cansancios que sufrimos todos. Está el cansanciofísico, propio de nuestro desgaste por el trabajo manual, profesional y ministerial: se cansa el obrero, la madre de familia haciendo las faenas de casa, el profesor dando sus clases, el médico y el enfermero en el hospital, el empresario y el sacerdote, el comunicador y el deportista. Está el cansanciopsicológico y afectivo, provocado por personas que nos rodean, tal vez en nuestra propia casa, y que no están de acuerdo con nosotros, que no comparten la misma fe y amor, que nos son hostiles o indiferentes; este cansancio nos agobia y gasta nuestras energías. Está el cansancioespiritual, permitido por Dios para probar nuestra fe, esperanza y caridad; cuántas veces sentimos cansancio en la fe y en la esperanza. Está el cansanciomoral de quien lleva a cuestas su conciencia pesada y no logra deshacerse de sus culpas y pecados.

En segundo lugar, ¿qué hacer con nuestros cansancios? Dios te diría que acudas a su Hijo Jesús que hoy te ha dicho: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados por la carga, y Yo os daré descanso”. Te espera en la Eucaristía para fortalecer tus fuerzas espirituales. Te espera en la confesión para reponer tus fuerzas rotas. Te espera en la lectura de los santos evangelios para animarte y consolarte. San Pablo te diría hoy en la segunda lectura: “No viváis conforme al desorden egoísta, sino conforme al Espíritu”, es decir, vive una vida honesta y honrada siguiendo los diez mandamientos. El profeta Zacarías también tiene un consejo para tu paz y descanso interior: “Vive en la humildad”, pues no hay vicio que más destruya la paz que la soberbia. Si fuéramos un poco más sencillos, no amantes de grandezas, si tuviéramos “ojos de niño” y un corazón más humilde, tendríamos mayor armonía interior, una paz más serena en nuestras relaciones con los demás, una sabiduría más profunda y una fe más estimulante y activa. Seríamos más felices y encontraríamos paz y descanso en Cristo Jesús.

Finalmente, Dios hoy también nos compromete a ayudar a nuestros hermanos, a ser cireneos, pues muchos de ellos sufren cansancios más duros que los nuestros. Date tiempo y diálogo con esos que están en la cuneta con cansancio del alma y del corazón. Acércate a ellos para ayudarles a llevar ese fardo pesado, como hace Cristo con nosotros. Y sobre todo, no eches en las espaldas de los otros tus sacos de disgustos y reclamos, tus rebeldías y enojos. Al contrario, pon tu espalda para que otros te carguen sus penas y dolores.

Para reflexionar: ¿Cuáles son mis cansancios? ¿Qué hago ante mis cansancios? ¿Ayudo a mis hermanos para aliviar sus cansancios o les hundo más en ellos? Medita en esta frase de san Gregorio Magno sobre el evangelio de hoy: “Es un yugo áspero y una dura esclavitud el estar sometido a las cosas temporales, el ambicionar las terrenales, el retener las que mueren, el querer estar siempre en lo que es inestable, el apetecer lo que es pasajero, y el no querer pasar con lo que pasa. Porque mientras desaparecen a pesar de nuestros deseos todas estas cosas que por la ansiedad de poseerlas afligían nuestra alma, nos atormentan después por miedo de perderlas”.

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: [email protected]


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Palabras del párroco de Santa Úrsula Mártir, diócesis de Tenerife, en el municipio de Santa Úrsula en la inauguración de la exposición de arte sacro "La Parroquia a través de su patrimonio", realizada en la Casona de San Luis durante los días del 09 de Mayo al 06 de Junio de 2014.


Señora Alcaldesa Doña Milagros, Sr. Concejal de Cultura Don Víctor y Corporación Municipal, Sr Delegado Diocesano de  Patrimonio Don Miguel Ángel, sacerdotes, miembros del Consejo parroquial y  catequistas, señoras y señores. 

Un cordial saludo a todos ustedes y les doy las gracias por haber acogido nuestra invitación a la inauguración de la exposición “La parroquia a través de su patrimonio” organizada con motivo de la celebración del IV Centenario de la fundación de la parroquia de Santa Úrsula en esta emblemática y señorial Casona de San Luis del municipio. Se nos ofrece una ocasión privilegiada de contemplar  en el presente agrupadas distintas piezas  que durante  cuatro siglos han  creado un patrimonio histórico-artístico y religioso digno de ser  conocido y cuidadosamente conservado.

Reconocimiento agradecido  a Don Miguel Ángel Navarro Mederos, director del Archivo histórico Diocesano y Delegado de Patrimonio de la diócesis, por haberlo promovido y preparado con sus colaboradores. (así como por las palabras que acaba de dirigir).

Nuestro patrimonio cultural PARROQUIAL, que se encuentra en los templos parroquiales de Santa Úrsula y San Bartolomé, en el Archivo Histórico Diocesano y en el archivo parroquial, está formado por bienes arquitectónicos (los templos mencionados, la ermita de San Luis y el Calvario y Ermita de San Clemente), bienes en madera (retablos e imágenes),  por tejidos (casullas, dalmáticas, albas, manteles, frontales, etc), orfebrería (cálices, copones, cruces procesionales,  etc) y en papel (especialmente los libros que configuran el archivo parroquial que se remonta a finales del siglo XVI).   Su conjunto constituye un signo, expresión y testimonio de la fe vivida por la comunidad que nos ha precedido.  Representa un modo personal de vivir su misión evangelizadora. Conocerlo a fondo es un gran estímulo para nosotros que queremos ser fieles a esa misma fe. 

Tales bienes demuestran cómo la comunidad parroquial ha nutrido espiritual y culturalmente a sus fieles y cómo ha palpitado y palpita la fe en la vivencia cotidiana, expresada a través del arte. En palabras del papa San Juan Pablo II “el arte es cauce privilegiado de manifestación de la fe” y “posee esa capacidad peculiar de reflejar el mensaje, traduciéndolo en colores, formas o sonidos que ayudan a la intuición de quien contempla o escucha”.  (Juan pablo II, Carta a los artistas 1999)

A través del recorrido de la exposición, que exhibe una parte de nuestro patrimonio, nos encontraremos con diversos estilos fruto de otras épocas y de la comunidad que ha crecido en torno a la parroquia. Esto no es un detalle anecdótico: el arte sacro es la expresión y  el reflejo del alma del hombre en su relación con Dios por unos medios establecidos. El que haya ido evolucionando significa que el hombre, a su vez, lo ha hecho también. Así lo expresa la Constitución sobre a Sagrada liturgia en el número 123: “La Iglesia nunca consideró como propio ningún estilo artístico, sino que acomodándose al carácter y condiciones de los pueblos y a las necesidades de los diversos ritos, aceptó las formas de cada tiempo, creando en el curso de los siglos un tesoro artístico digno de ser conservado cuidadosamente”  (Sacrosantum Concilium 123).

La Iglesia en general ha sabido aceptar estos cambios. Lo fundamental, sin embrago, no es la apariencia ni la forma externa del arte, ya que eso es lo que se ve a simple vista; lo importante es la intención de adorar a Dios en todo su esplendor. Es por esto que no nos debemos escandalizar si encontramos piezas de gran valor que han sido elaboradas para estar a la altura del objetivo.

Debemos tener claro que  la finalidad del arte religioso de la Iglesia Católica y por tanto el de nuestra parroquia, es honrar a Dios y procurar la santificación de todos sus creyentes. No se admira solo la belleza de la imagen en sí o a su autor sino también lo que significa y expresa. “Éste, por su naturaleza, está relacionado con la infinita belleza de Dios, que se intenta expresar de alguna manera por medio de obras humanas”. (Sacrosantum concilium, 122)

La mayoría de las piezas expuestas están relacionadas con el culto que es la expresión máxima de la fe y ámbito de la manifestación culmen de Dios al hombre.

El culto crea cultura. Es cultura y trasciende la cultura, puesto que el signo es transcendido por la infinita magnitud del Misterio de Dios que en él se expresa o se celebra. Según palabras de Paul Poupard (Presidente emérito del Consejo Pontificio para la Cultura) “La finalidad cultual -siempre primordial- lejos de excluir la finalidad cultural, la requiere como una exigencia natural (P.Poupard, o.c)

El arte es esencial a la Iglesia, porque sigue diciendo Poupard “la obra de arte es la palabra más profunda que el hombre pronuncia sobre el mismo, sobre el mundo y sobre Dios, (la expresión más fiel de su situación existencial con sus angustias y sus tristezas, sus alegrías y sus presentimientos de realización final,) el eco, sobre esta tierra y en el tiempo presente, de la luz inaccesible de Dios (P.Poupard, o.c)

Por tanto, al recorrer la exposición y  contemplar el Patrimonio Artístico y Cultural de nuestra parroquia estamos obligados a considerarlo como un elemento constitutivo de su misión evangelizadora.

Nos sentiríamos alagados y nuestro esfuerzo recompensado si lográramos despertar aprecio a todo aquello que desde el arte ha formado parte de  nuestra historia religiosa y la de nuestro municipio.

Agradecimiento sincero, en nombre de la Comisión del IV Centenario,  al  Excelentísimo  Ayuntamiento de Santa  Úrsula en los nombres de la Señora Alcaldesa Doña Milagros Pérez León  y del Sr. Concejal de Cultura Don Víctor Hernández Barrroso que acogieron e impulsaron la idea con verdadero entusiasmo cediendo  la Casona y su entorno y poniendo  a disposición del equipo organizativo recursos materiales y humanos. Hacemos extensivo este agradecimiento a los demás miembros de la Corporación municipal.

A Don Miguel Ángel  y a su equipo, sobre todo en la persona de David  Corbella Gaudalupe, como comisario y alma mater de esta exposición.  Queremos felicitar y agradecer su interés en el montaje de la exposición y ese acento extra de cariño con la Comisión responsable. Sin su apoyo, dirección y ayuda no se hubiera podido realizar.

Agradecimiento a los miembros de la Comisión, especialmente a su responsable Cristo David Yusta Flores, muy ilusionado con esta empresa a la que se ha dedicado en cuerpo y alma.

Agradecimiento al  Coro de Saxofones de la Asociación Músico-Cultural Ernesto Beteta por su participación desinteresada en este evento. Gracias a los sacerdotes presentes, algunos muy vinculados a la parroquia y a todos ustedes que nos honran con su presencia

Y por último a las  personas que han preparado el brindis final, al que están todos invitados.

Sebastián García Martín
Párroco


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Viernes, 04 de julio de 2014

Reflexión a las lecturas del domingo catorce del Tiempo Ordinario ofrecida por el sacerdote don Juan Manuel Pérez PIÑERO BAJO EN EPÍGRAFE "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR"

Domingo 14º del Tiempo Ordinario A

 

¡Qué atrayente nos resulta siempre una persona humilde, sencilla, acogedora…!  A lo mejor es una persona importante por su ciencia o por su posición social y, sin embargo, es asequible, cordial con todos, incluso con la gente más humilde. Leemos en el Libro del Eclesiástico: “Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso” (Eclo 3, 17). Por eso nos resulta  siempre tan atrayente la figura de Jesucristo, que este domingo, se nos presenta “manso y humilde de corazón”. Acabamos de recordarlo y celebrarlo en la Solemnidad del Sagrado Corazón.

Las lecturas de la Palabra de Dios de este domingo, subrayan este aspecto de la vida del Señor. El profeta Malaquías, en la primera lectura, invita al pueblo de Dios a la alegría, porque viene el Mesías-Rey “justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno”, en lugar de un caballo, que es signo de poder, de vigor y de fuerza. En el Evangelio se destaca: “Manso y humilde de corazón”. En la segunda lectura, S. Pablo nos habla de las obras de la carne y del Espíritu. La mansedumbre y la verdadera humildad son obras del Espíritu. Y, de este modo, dice el Señor que encontraremos “nuestro descanso”. Si hay algo propio del mundo moderno es, precisamente, el cansancio psicológico y espiritual. Cuánto se habla hoy de stress, de agobio, de fatiga… Sin embargo, cuando seguimos a Jesucristo y tratamos de imitarle, alcanzamos con más facilidad, el sosiego y  la paz.  Y renace la alegría y la ilusión. Y añade: “Mi yugo es llevadero y mi carga, ligera”. Y a este tipo de personas –a los mansos y humildes- revela el Padre del Cielo “los secretos del Reino”. En el Evangelio de hoy dice el Señor:  “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor”. No se trata siempre del pobre sociológico; ya decíamos al principio, que hay personas de cierto relieve social, que son así.  

Se acercan ahora algunos domingos, en los que se nos presentan las llamadas “parábolas del Reino” de S. Mateo. Las parábolas son enseñanzas sencillas y asequibles. Pero que unos entienden y otros no, según sea la condición espiritual de sus ojos, de sus oídos y de su corazón.  

Y más adelante el Señor añade unas palabras sorprendentes: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”. Esto hoy no lo dice nadie. “No queremos problemas. Ya tenemos con los nuestros”, se dice tantas veces. En nuestra vida solemos constatar que, cuando estamos más necesitados de ayuda, muchos amigos huyen, se escabullen y desaparecen. Sin embargo, el amigo verdadero comparte la situación y busca prestar toda la ayuda que pueda. Cuántos testimonios podríamos encontrar ahora con los problemas, tantas veces graves, que origina la crisis económica. Hay un póster del Sagrado Corazón, que se ha hecho muy popular, donde se lee: “Amigo que nunca falla”. Y es verdad. Es así. ¡Él es el verdadero amigo! ¡El mejor de los amigos!  Ojalá que, en medio de nuestros agobios y cansancios, lo recordemos y vivamos siempre.

Ahora, en este tiempo de verano, tiempo de vacaciones, al que, tal vez, hemos llegado con cierto stress y cansancio, deberíamos recordar estas palabras del Señor: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados…” Y nosotros hemos de tener su mismo talante, si queremos ser reconocidos como verdaderos discípulos suyos.

Termino recordando aquella breve oración que dice: “Oh Señor, manso y humilde de corazón, dame, danos un corazón semejante al tuyo”.

 

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!


Publicado por verdenaranja @ 22:08  | Espiritualidad
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DOMINGO 14º DEL T. ORDINARIO A   

MONICIONES

 

 

PRIMERA LECTURA

                    Escuchamos en la primera lectura una invitación a la alegría, porque la salvación nos viene de un Rey, que es manso y humilde de corazón.

 

SALMO

                    Con el salmista cantamos a nuestro Dios, que es Rey clemente y misericordioso.

 

SEGUNDA LECTURA

Durante los domingos de este mes de Julio, vamos a escuchar fragmentos del capítulo octavo de la Carta que S. Pablo dirigió a los cristianos de Roma. Se trata de una exhortación a vivir movidos por el Espíritu Santo, ya que por el Bautismo fuimos llamados a participar de la vida nueva de Cristo.

 

TERCERA LECTURA  

                    Jesús se nos muestra en el Evangelio como el Hijo de Dios, que es el  único que conoce al Padre. Y, al mismo tiempo, como el Mesías-Rey, que es manso y humilde de corazón, y que nos invita a acercarnos a Él para que en Él, encontremos nuestro descanso.

Aclamémosle ahora con el canto del aleluya.

 

COMUNIÓN

                    Al acercarnos a comulgar debemos recordar las palabras del Señor: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré". Vayamos, pues, al Señor para acogerle y sentirnos acogidos por Él, y pidámosle un corazón semejante al suyo.

 


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Jueves, 03 de julio de 2014

 Reflexión de José Antonio Pagola al evangelio del domingo catorce del tiempo ordinario - A

TRES LLAMADAS DE JESÚS

 

El evangelio de Mateo ha recogido tres llamadas de Jesús que hemos de escuchar con atención sus seguidores, pues pueden transformar el clima de desaliento, cansancio y aburrimiento que a veces se respira en algunos sectores de nuestras comunidades.

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados. Yo os aliviaré”. Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que viven su religión como una carga pesada. No son pocos los cristianos que viven agobiados por su conciencia. No son grandes pecadores. Sencillamente, han sido educados para tener siempre presente su pecado y no conocen la alegría del perdón continuo de Dios. Si se encuentran con Jesús, se sentirán aliviados.  

Hay también cristianos cansados de vivir su religión como una tradición gastada. Si se encuentran con Jesús, aprenderán a vivir a gusto con Dios. Descubrirán una alegría interior que hoy no conocen. Seguirán a Jesús, no por obligación sino por atracción.

“Cargad con mi yugo porque es llevadero y mi carga ligera”. Es la segunda llamada. Jesús no agobia a nadie. Al contrario, libera lo mejor que hay en nosotros pues nos propone vivir haciendo la vida más humana, digna y sana. No es fácil encontrar un modo más apasionante de vivir.

Jesús libera de miedos y presiones, no los introduce; hace crecer nuestra libertad, no nuestras servidumbres; despierta en nosotros la confianza, nunca la tristeza; nos atrae hacia el amor, no hacia las leyes y preceptos. Nos invita a vivir haciendo el bien.

“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso”.

Es la tercera llamada. Hemos de aprender de Jesús a vivir como él. Jesús no complica nuestra vida. La hace más clara y más sencilla, más humilde y más sana. Ofrece descanso. No propone nunca a sus seguidores algo que él no haya vivido. Nos invita a seguirlo por el mismo camino que él ha recorrido. Por eso puede entender nuestras dificultades y nuestros esfuerzos, puede perdonar nuestras torpezas y errores, animándonos siempre a levantarnos.

Hemos de centrar nuestros esfuerzos en promover un contacto más vital con Jesús en tantos hombres y mujeres necesitados de aliento, descanso y paz. Me entristece ver que es precisamente su modo de entender y de vivir la religión lo que conduce a no pocos, casi inevitablemente, a no conocer la experiencia de confiar en Jesús. Pienso en tantas personas que, dentro y fuera de la Iglesia, viven “perdidos”, sin saber a qué puerta llamar. Sé que Jesús podría ser para ellos la gran noticia.

José Antonio Pagola 

Domingo 14. 6 de julio de 2014


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Mi?rcoles, 02 de julio de 2014

Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en la fiesta patronal de San Juan Bautista (Parroquia San Juan Bautista, Valentín Alsina, 28 de junio 2014)

San Juan Bautista


Queridos hermanos:

Estamos celebrando las fiestas patronales de San Juan Bautista para toda la comunidad, para el colegio, para el párroco, para todos los que colaboran con él. Siempre que nos reunimos para celebrar una fiesta tratamos de dar lo mejor, que las cosas salgan bien, pero lo más importante es que vayamos interiorizándonos, cada día, de la figura de San Juan el Bautista.

Hijo de Isabel y Zacarías, ya desde el vientre materno fue elegido para cumplir una misión: preparar el camino para Jesús. Cuando la Virgen va a saludar a su prima, Santa Isabel, el niño Juan “saltó de gozo en su vientre” ante la proximidad del Verbo de Dios que estaba en el seno virginal de María.

También nosotros fuimos elegidos por Dios y cada uno de nosotros tiene una vocación, estamos llamados por Dios. Y es simple, no es complicado. Antes no éramos nada y en un momento empezamos a existir en el vientre de nuestra mamá; empezamos a ser personas, luego nacimos. ¡La vida la hemos recibido! No se nos preguntó “ché ¿vos querés nacer?”, “¿vos querés ser hijo de esta mamá y este papá?” ¡A nadie se nos preguntó! Recibimos la vida y por eso siempre tenemos que estar agradecidos a Dios y a nuestros padres, porque la vida es un regalo y un don de Dios.

La primera actitud es dar gracias, pero esta vida tiene una vocación y una misión que cumplir; ahora nos toca descubrir ¿para qué estamos acá, en este mundo, en la Argentina?, ¿para qué pertenecemos al Pueblo de Dios, que es la Iglesia?, ¿por qué soy hombre o soy mujer?, ¿por qué soy niño, mayor o anciano?, ¿por qué soy religiosa, religioso, sacerdote u Obispo? Cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir.

Hay gente que todavía no se da cuenta de esto, que todavía “dura” en la vida. “Durar” es arrastrar el carrito mientras pasa el tiempo. ¡NO! No hay que “durar” hay que vivir. Vivir con nuestra propia vida, con la fuerza que Dios nos da, sabiendo que tenemos que hacer su voluntad y sabiendo que tenemos una misión que cumplir, llevándosela a los demás. ¡Pobres de nosotros, qué infelices somos, si no cumplimos con la misión!

Cuando los carteros de antes te daban una carta, porque alguien la escribió, esa carta tiene que llegar a destino; la misión del cartero es tomar la carta, llevarla a la casa, tocar el timbre y entregarla. Bueno, cada uno de nosotros somos como carteros: tenemos una misión, se nos entregó un mensaje y tenemos que llevarlo a destino. Como cartero yo no tengo derecho a tomar la carta, romperla y que no llegue a destino, ¡la carta tiene que llegar a su destino, porque no es mía, es de aquél que la mandó! Lo mismo pasa con el mensaje de Cristo: ¡no es mío!, ¡nos lo da y tenemos que entregarlo!, no puedo romper el mensaje, tengo que llevarlo a destino.

Una cosa que nos está pasando mucho -a los argentinos y también en la Iglesia- es que nos quedamos encerrados en nuestras cosas, en nuestro “mundito” y cuando esto pasa el aire se envicia; hay que abrir ventanas, abrir puertas y salir.

También hay otra cosa seria: como son tantos los problemas que tenemos, económicos, de salud, la violencia que hay, la inseguridad -te roban en cualquier lado y por dos pesos son capaces de matarte-, por la violencia que viene de arriba y de abajo, de un costado y del otro, las medias verdades y medias mentiras, que todo se dice y muchas veces no se reconocen las cosas, que todo el mundo opina de todo como si de todo supieran, pero no saben y opinan igual porque la cuestión es hablar y hablar, así los periodistas hablan, la gente habla, todo el mundo habla; pero esto es entrar en una situación de superficialidad.

Hay algo peor todavía, y nosotros no somos así, la indiferencia, “no hay que meterse”, “no hay que complicarse la vida”, “no hay que pensar porque te complicas la vida”, “no te metas porque vas a salir mal”, “no te preocupes de los demás porque te vas a complicar la vida”; de esta forma nos vamos aislando, aislando. Así se nos quita el entusiasmo, la fuerza de vivir, la voluntad de servir. Digo voluntad y no ganas porque muchas veces no tenemos ganas, pero nosotros no nos movemos por las “ganas”, nos movemos por la voluntad de servir, la voluntad del amor; servir, hacer el bien, crear conciencia de las cosas. Porque a veces nos burlamos de los demás, del bien común, de los otros, de todos. Así nos vamos como mordiendo y achicando; cosa que nos hace mucho mal.

Ustedes dirán ¿por qué el Obispo habla de estas cosas? Les digo, porque la fe tiene y nos lleva a un compromiso. La fe no es decir “me siento bien”, “que lindo”, y ya está, ¡NO! La fe es un compromiso y porque tengo fe tengo que servir, tengo que trabajar por la Iglesia, por los demás y me doy cuenta que tengo una misión ¡que no me la pueden robar y no puedo permitir que me la quiten!, que no debo olvidarla en cualquier rincón de la calle.

¡Por favor, despertémonos! ¡Por favor, reaccionemos! No tengamos una actitud de resignación, porque si nos resignamos vamos a vivir como derrotados y no hay que vivir como derrotados. ¡Tenemos a Dios, a Cristo, al Espíritu Santo! ¡Tenemos a la Virgen! ¡Tenemos la historia de tantos mártires que dieron la vida por el Señor! Tenemos el ejemplo de San Juan el Bautista que no se calló y que le cortaron la cabeza por vivir y decir la verdad. Esa es nuestra misión.

Que la misión no se apague porque los demás no te la reconozcan. La misión tiene que seguir viviéndosela, haciéndosela. La fidelidad, la bondad, el trabajo, el sacrificio, el respeto, la decencia, el cuidado, la educación, ¡esos son los valores que tenemos que acuñar, trabajar, desarrollar, cultivar! Son muy importantes porque están en nosotros.

A veces digo a los chicos y a los jóvenes, creo que tenemos más responsabilidad los adultos, los grandes. Y a veces, los grandes hemos “tirado un poco la toalla”, dejamos de pelear, dijimos “bueno, que hagan lo que quieran”, “que hagan esto así no me molestan”. Los adultos nos estamos olvidando de nuestra responsabilidad.

Recuerdo cuando mi padre me decía que NO, me dolía; pero con el tiempo uno dice “¡qué bien que mi papá me dijo NO!” Hoy decimos todo que SI para que los chicos no molesten, para que no se enojen. ¡Que se enojen! Más vale que se enojen una vez pero que aprendan. El límite, el SI y el NO, son un bien dicho a tiempo, son un valor y eso es educar a los hijos y a los nietos.

La misión no es simplemente “bueno, te van a llamar y te van a decir…” ¡NO!, la misión la tenemos acá adentro, el Espíritu Santo, simplemente hay que descubrirla y ver qué cosas soy capaz de hacer; a lo mejor tengo tiempo: puedo ir a un hospital a visitar un enfermo, o tengo una vecina que está sola y puedo ir a leerle el diario, o puedo ayudar a una persona a hacer un trámite. Cuando uno tiene conciencia de la misión encuentra trabajo, pero cuando uno no quiere comprometerse siempre tiene excusas para decir NO.

Que San Juan el Bautista nos toque y que cada uno responda. Tenemos que encontrar una respuesta a “¿y yo, qué cosas tengo que ofrecer a Dios, y qué cosas tengo que ofrecer a los demás, y no lo estoy haciendo? ¡No a “qué cosa la Iglesia me tiene que dar”!, sino “¿qué le voy a dar a la Iglesia?” “¿qué cosa le voy a dar a los demás?”, “¿qué cosa voy hacer por la Argentina, por la sociedad?, “¿qué cosa voy a hacer por la familia destruida, rota, fragmentada?, “¿qué cosa estoy dispuesto a hacer para cumplir con la misión?”!

Sigamos el ejemplo de Juan el Bautista, que escuchó bien y respondió bien. Escuchemos bien y respondamos bien, independientemente de los resultados. Uno no hace las cosas para que lo aplaudan, o para sentirse bien. ¡Uno hace las cosas para hacer el bien! Eso es mejor; no lo hago para sentirme bien; lo hago porque debo hacer el bien; porque yo hombre, mujer, niño, adulto, anciano, tengo una misión y la quiero cumplir al final de mi vida. Se los deseo y me lo deseo de corazón.

Que así sea.

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús


Publicado por verdenaranja @ 21:59  | Homil?as
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Martes, 01 de julio de 2014

El papa Francisco en la festividad de san Pedro y san Pablo, junio 2014, en la basílica de san Pedro en el Vaticano, en donde celebró la misa solemne e impuso el palio a obispos metropolitas, en su homilía dirigió las siguientes palabras:  (Zenit.org)


"En la solemnidad de los apóstoles san Pedro y san Pablo, patronos principales de Roma, acogemos con gozo y reconocimiento a la Delegación enviada por el Patriarca Ecuménico, el venerado y querido hermano Bartolomé, encabezada por el metropolita Ioannis.

Roguemos al Señor para que también esta visita refuerce nuestros lazos de fraternidad en el camino hacia la plena comunión, que tanto deseamos, entre las dos Iglesias hermanas. «El Señor ha enviado su ángel para librarme de las manos de Herodes». En los comienzos del servicio de Pedro en la comunidad cristiana de Jerusalén, había aún un gran temor a causa de la persecución de Herodes contra algunos miembros de la Iglesia.

Habían matado a Santiago, y ahora encarcelado a Pedro, para complacer a la gente. Mientras estaba en la cárcel y encadenado, oye la voz del ángel que le dice: «Date prisa, levántate... Ponte el cinturón y las sandalias... Envuélvete en el manto y sígueme». Las cadenas cayeron y la puerta de la prisión se abrió sola. Pedro se da cuenta de que el Señor lo «ha librado de las manos de Herodes»; se da cuenta de que Dios lo ha liberado del temor y de las cadenas. Sí, el Señor nos libera de todo miedo y de todas las cadenas, de manera que podamos ser verdaderamente libres.

La celebración litúrgica expresa bien esta realidad con las palabras del estribillo del Salmo responsorial: «El Señor me libró de todos mis temores». Aquí está el problema para nosotros, el del miedo y de los refugios pastorales.

Nosotros --me pregunto-- queridos hermanos obispos, ¿tenemos miedo?, ¿de qué tenemos miedo? Y si lo tenemos, ¿qué refugios buscamos en nuestra vida pastoral para estar seguros? ¿Buscamos tal vez el apoyo de los que tienen poder en este mundo? ¿O nos dejamos engañar por el orgullo que busca gratificaciones y reconocimientos, y allí nos parece estar a salvo? Queridos hermanos obispos, ¿dónde ponemos nuestra seguridad?

El testimonio del apóstol Pedro nos recuerda que nuestro verdadero refugio es la confianza en Dios: ella disipa todo temor y nos hace libres de toda esclavitud y de toda tentación mundana. Hoy, el Obispo de Roma y los demás obispos, especialmente los metropolitanos que han recibido el palio, nos sentimos interpelados por el ejemplo de san Pedro a verificar nuestra confianza en el Señor.

Pedro recobró su confianza cuando Jesús le dijo por tres veces: «Apacienta mis ovejas». Y, al mismo tiempo él, Simón, confesó por tres veces su amor por Jesús, reparando así su triple negación durante la pasión. Pedro siente todavía dentro de sí el resquemor de la herida de aquella decepción causada a su Señor en la noche de la traición. Ahora que él pregunta: «¿Me amas?». Pedro no confía en sí mismo y en sus propias fuerzas, sino en Jesús y en su divina misericordia: «Señor, tú conoces todo; tú sabes que te quiero».

Y aquí desaparece el miedo, la inseguridad, la pusilanimidad.Pedro ha experimentado que la fidelidad de Dios es más grande que nuestras infidelidades y más fuerte que nuestras negaciones. Se da cuenta de que la fidelidad del Señor aparta nuestros temores y supera toda imaginación humana. También hoy, a nosotros, Jesús nos pregunta: «¿Me amas?».

Lo hace precisamente porque conoce nuestros miedos y fatigas. Pedro nos muestra el camino: fiarse de él, que 'sabe todo' de nosotros, no confiando en nuestra capacidad de serle fieles a él, sino en su fidelidad inquebrantable. Jesús nunca nos abandona, porque no puede negarse a sí mismo. Es fiel.

La fidelidad que Dios nos confirma incesantemente a nosotros, los Pastores, es la fuente de nuestra confianza y nuestra paz. La fidelidad del Señor para con nosotros mantiene encendido nuestro deseo de servirle y de servir a los hermanos en la caridad.El amor de Jesús debe ser suficiente para Pedro. Él no debe ceder a la tentación de la curiosidad, de la envidia, como cuando, al ver a Juan cerca de allí, preguntó a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?».

Pero Jesús a esta tentación le respondió: «¿A ti qué te importa? Tú, sígueme». Esta experiencia de Pedro es un mensaje importante también para nosotros, queridos hermanos arzobispos. El Señor repite hoy, a mí, a ustedes y a todos los Pastores: «Sígueme».

No pierdas tiempo en preguntas o chismes inútiles; no te entretengas en lo secundario, sino mira a lo esencial y sígueme. Sígueme a pesar de las dificultades. Sígueme en la predicación del Evangelio. Sígueme en el testimonio de una vida que corresponda al don de la gracia del bautismo y la ordenación.

Sígueme en el hablar de mí a aquellos con los que vives, día tras día, en el esfuerzo del trabajo, del diálogo y de la amistad. Sígueme en el anuncio del Evangelio a todos, especialmente a los últimos, para que a nadie le falte la Palabra de vida, que libera de todo miedo y da confianza en la fidelidad de Dios. ¡Tú sígueme!"


Publicado por verdenaranja @ 23:49  | Habla el Papa
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Después de la solemne misa por la fiesta de los apóstoles san Pedro y san Pablo, el papa Francisco desde su estudio en el Vaticano, que da hacia la plaza de San Pedro, rezó el ángelus junto a los miles de peregrinos allí presentes, el domingo 29 de Junio de 2014, y les dirigió las siguientes palabras.  (Zenit.org)

“Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Desde los tiempos antiguos la Iglesia de Roma celebra a los apóstoles Pedro y Pablo en una única fiesta, el mismo día, el 29 de junio. La fe en Jesucristo los ha vuelto hermanos y el martirio los ha hecho volverse una sola cosa. San Pedro y san Pablo, tan distintos entre ellos en el plano humano, fueron elegidos personalmente por el Señor Jesucristo y respondieron a su llamada ofreciendo toda su vida. En ambos la gracia de Cristo ha cumplido grandes cosas, los ha transformado: ¡Y cómo los ha transformado!

Simón había negado a Jesús en el momento dramático de la pasión; Saulo había perseguido duramente a los cristianos. Pero ambos acogieron el amor de Dios y se dejaron transformar por su misericordia. Así se volvieron apóstoles y amigos de Cristo. Por esto ambos siguen hablando a la Iglesia y aún hoy nos indican el camino de la salvación.

También a nosotros, que si por caso cayéramos en los pecados más graves y en la noche más oscura. Dios es siempre capaz de transformarnos como transformó a Pedro y Pablo, transformarnos el corazón y perdonarnos todo, transformando así nuestra oscuridad del pecado en un alba de luz. Porque Dios es así, nos perdona, nos transforma siempre como lo hizo con Pedro y como lo hizo con Pablo.

El libro de los Actos de los Apóstoles muestra muchos aspectos de su testimonio. Pedro por ejemplo nos enseña a mirar a los pobres com mirada de fe y a donarle a ellos lo más precioso que tenemos: la potencia en el nombre de Jesucristo. Esto ha hecho con aquel paralítico, le dio todo lo que tenía, a Jesús.

Sobre Pablo se cuenta tres veces el episodio del llamado en el camino de Damasco, que marca el cambio de su vida, marcando claramente un antes y después. Antes Pablo era un acérrimo enemigo de la Iglesia. Después pone toda su existencia al servicio del evangelio.

También para nosotros, el encuentro con la palabra de Cristo puede transformar completamente nuestra vida. No es posible escuchar esta Palabra, y quedarse quietos en el propio lugar, quedarse detenido en las propias costumbres. Esta nos lleva a vencer el egoísmo que tenemos en el corazón para seguir con decisión a aquel Maestro que ha dado la vida por sus amigos.

Porque es Él que con su palabra nos cambia, es Él que nos transforma, es Él que perdona todo si abrimos el corazón y pedimos perdón.

Queridos hermanos y hermanas, esta fiesta despierta en nosotros una gran alegría, porque nos pone delante de la obra de la misericordia de Dios en el corazón de dos hombres, es la obra de la misericordia de Dios, en estos dos hombres que eran grandes pecadores. Y Dios que quiere colmarnos también a nosotros con su gracia, como lo hizo con Pedro y Pablo.

Que la Virgen María nos ayude a acogerla como ellos, con corazón abierto, a no recibirla en vano. Y nos sostenga en la hora de la prueba, para dar testimonio de Jesús y de su Evangelio. Lo pedimos en particular hoy, para los arzobispos metropolitas que han sido nombrados en el último año, que esta mañana han celebrado conmigo la eucaristía en San Pedro. Los saludamos junto a sus fieles y familiares y rezamos por ellos".

Agelus Domini...

Después de rezar el ángelus el Papa indicó su preocupación “Las noticias que nos llegan desde Irak, son lamentablemente muy dolorosas. Me uno a los obispos del país y hago un llamado a los gobernantes para que a través del diálogo se pueda preservar la unidad nacional y evitar la guerra. Estoy cercano de las miles de familias, especialmente cristianas, que han tenido que dejar sus casas porque están en grave peligro. La violencia genera otra violencia; el diálogo es la única vía hacia la paz. Y rezó por esta intención un Ave María junto a los fieles y peregrinos.

Saludó también a los fieles de Roma en la fiesta de sus santos patronos, así como a los familiares de los arzobispos metropolitas que esta mañana recibieron el palio, así como a las delegaciones que les acompañaron.

Y también a los artistas “de tantas partes del mundo que han realizado esta 'infiorata'” (una gran alfombra con pétalos de flores a lo largo de cuatro cuadras. Y añadió: “Son buenos estos artistas de tantas partes del mundo que han realizado esta gran 'infiorata'” Y reiteró: “son buenos, felicitaciones”.

A continuación saludó a varios grupos de peregrinos entre los cuales los españoles de Cádiz, Elche de la Sierra y de Parla, Madrid, así como a los numerosos alfombristas que han participado en la gran muestra floral. 

Y concluyó pidiendo oraciones por él y con su ya famoso "Buona domenica" y "buon pranzo". 


Publicado por verdenaranja @ 23:45  | Habla el Papa
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Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (29 de junio de 2014)

Recemos por el papa Francisco en su día


Como ustedes saben, queridos amigos televidentes, el 29 de junio la Iglesia celebra la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

Pedro es aquella piedra, aquella roca, sobre la cual Cristo levantó su Iglesia y Pablo es aquel a quien llamamos el apóstol de los gentiles, o de los paganos, porque con sus viajes recorrió el mundo entonces conocido y llegó hasta Roma, donde Pedro instaló su cátedra.

Pedro es el primer Obispo de Roma, es el primer Papa. Las figuras de Pedro y Pablo nos remiten a la figura histórica del papado y, hoy, para nosotros, es más significativo este día que se llama Día del Papa porque contamos con un Papa argentino, con el Papa Francisco.

Entonces tenemos que pensar la figura del Papa Francisco, incluso más allá del afecto y de la cercanía que nos inspira por el hecho de compartir nuestra nacionalidad, en referencia a los apóstoles Pedro y Pablo.

Francisco es ante todo el Obispo de Roma y entonces como a todos los Papas se lo llama el sucesor de San Pedro es decir aquel que en la sucesión de los Sumos Pontífices ocupa el lugar actual. Imagínense, piensen ustedes, lo que significa eso. Toda esa enorme tradición que el Papa Francisco hoy representa: la referencia a la firmeza de la Iglesia, a la inmutabilidad de la fe, a la actualización perenne de esa tradición bimilenaria. Por ser el Obispo de Roma es el Sumo Pontífice de la Iglesia Universal.

Pablo, con su referencia a las naciones, nos recuerda lo que Francisco quiere para la Iglesia de hoy, cuando él habla de la salida de la Iglesia y de una Iglesia fuertemente misionera. Esa es la referencia a los pueblos que todavía no han ingresado a la Iglesia y aquellos con los cuales la Iglesia mantiene una vinculación, una relación. Pensemos en los viajes de los Papas y en los viajes de Francisco que recién comienzan, y que han concitado la admiración general.

Esta Solemnidad de San Pedro y San Pablo, este Día del Papa, es una ocasión propicia para que nosotros nos sintamos unidos a Francisco. Y cuando digo nos sintamos no me refiero a una cosa puramente afectiva, puramente sentimental, sino con el sentimiento de la fe, con el sentido de la fe, porque el Papa es aquel a quien Cristo ha puesto hoy para pacentar la Iglesia, para darnos la certeza de la fe de acuerdo a esa tradición y también para protagonizar él primero esa salida misionera de la Iglesia hacia todos.

Pero además recordemos eso que, sobre todo, Francisco nos pide continuamente, con todos aquellos con los cuales entra en comunicación: Recemos por él, recemos para que el Señor le dé fuerza para cumplir su misión universal.

Y les pido que lo hagamos como rezábamos de niños en una vieja oración que yo creo que muchos de ustedes recordarán y que dice: “Oremos por nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, que el Señor lo conserve, lo fortalezca, lo haga feliz en la tierra y no permita que caiga en manos de sus enemigos”. Que así sea y hasta la próxima.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


Publicado por verdenaranja @ 23:42  | Hablan los obispos
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Solemnidad de San Pedro y san Pablo - domingo 29 de junio por el P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil). (Zenit.org)

Textos: Actos 3, 1-10; Gálatas 1, 11-20; Juan 21, 15-19

Resumen del mensaje: La Iglesia celebra la fiesta de San Pedro y de San Pablo, fiesta que nos remonta a los orígenes del cristianismo y al inicio de la predicación de los que recibieron la tradición más original de Jesús de Nazaret. Ellos son las primeras columnas de la Iglesia fundada por Cristo.

En primer lugar, pensar en Pedro es pensar en el Apóstol que confesó dentro del grupo de los doce a Jesús como el Cristo Hijo de Dios vivo. Pero también es pensar en el discípulo de la negación. Pedro encarna al apóstol que amó a Jesús con un amor de amigos, con el philéo, "te quiero" y no con un amor de causa, agapáo, "te amo". Pedro es el proclamador del evangelio en el mundo judío, un mundo difícil para ese anuncio, ya que la tradición judía estaba muy arraigada en la vida del pueblo escogido, y no aceptaron en su mayor parte la predicación que Pedro hizo del acontecimiento Jesús el Cristo. Pedro debe ser nuestro ejemplo para confesar a Jesús y volver a él con humildad, a pesar de nuestras negaciones.

En segundo lugar, pensar en Pablo es pensar en el Saulo de Tarso, perseguidor de la Iglesia y asesino de cristianos. Pablo, llamado por el mismo Jesús después de su resurrección asume el reto y anuncia al mundo no judío el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Gracias a la misericordia de Dios que tuvo con él al llamarlo a la vida verdadera y gracias a su compromiso con la predicación a tiempo y a destiempo, el cristianismo se extendió y fue conocida la Buena Nueva de la Salvación en los pueblos que no eran judíos. Pablo, el Apóstol de la inclusión de todos los pueblos y de todos los sujetos históricos en el amor de Dios, es testimonio para la Iglesia en general para que tengamos la valentía de aceptar a todos los que desean ser fieles al plan de Dios para que se desarrollen integralmente dentro de nuestras comunidades.

Finalmente, los términos evangélicos referidos a la misión de Pedro, dentro del primer grupo apostólico formado por Jesús, se expresan siempre en términos de unidad, caridad, servicio y misión, nunca en clave de potestad, dignidad o privilegios. Hoy se entiende la primacía papal del obispo de Roma como servicio profético de unidad y de coordinación de quien escucha, comparte y decide, en colaboración con los obispos de toda la Iglesia, a partir de las exigencias del Evangelio y de las realidades del pueblo. La Iglesia descansa en la Roca viva y piedra angular, que es Cristo, y se edifica sobre el fundamento de la piedra de Jesucristo, de las piedras de los apóstoles y de las piedras vivas de todos los cristianos.

Para reflexionar: ¿Amo al Papa? ¿Leo sus documentos? ¿Rezo por él?

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: [email protected]


Publicado por verdenaranja @ 23:36  | Espiritualidad
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