Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (30 de noviembre de 2014 - Primer domingo de Adviento) (AICA)
Estar vigilantes y prevenidos
Jesús dijo a sus discípulos: “tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!". (San Marcos 13, 33-37)
¡Qué verdad tan grande y no queremos darnos cuenta! Hacemos proyectos, proyectos y proyectos, sin embrago hay otros que viven sin proyectos, sin motivaciones, sin futuro, sin intenciones. Hay gente que no se levanta al día siguiente porque no tienen motivos para amanecer. La actitud de desear tanto como la de no esperar nada, son excesos y defectos de una actitud negativa.
Todos somos peregrinos, estamos en camino hacia lo eterno, hacia lo Absoluto, hacia Dios. De Dios venimos, con Dios caminamos y a Dios regresamos, pero esa preparación tendrá que despertar en nosotros una actitud de vigilancia, de estar prevenidos.
Vigilancia es para no dormirnos, no estar desatentos, no estar distraídos, para no ser superficiales, irresponsables, para no dejar supeditado al egoísmo o dejarnos llevar por el consumo de la vida, o por los placeres del mundo, o por las presiones de los demás. Hay que estar despierto, con el corazón atento y vigilante.
Hay que estar prevenidos porque podemos distraernos, podemos perder el objetivo, la finalidad. Por eso la Iglesia nos aconseja estar atentos a la conversión personal y conversión pastoral. Quien piense que no necesita convertirse personalmente, que ya está todo jugado, que ya alcanzó la madurez, se puede equivocar. Todos estamos en tensión y siempre tenemos que tener una capacidad para aprender, para reparar y poder cambiar las cosas.
Pidamos al Señor que nos de fuerzas para estar atentos, vigilantes y prevenidos, para buscar el fin y saber poner los medios. Que en este Adviento el Señor nos ayude a alcanzar la gracia de la conversión personal para modificar -en la estructura- la conversión pastoral. El nuevo modo de vivir y e le nuevo modo de estar presente en la Iglesia y en el mundo.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús