S?bado, 28 de marzo de 2015

Sugerengias para la celebración del tiempo pascual 2015 enviadas por la Delegación de Liturgia de la Diócesis de Tenerife.

PASCUA: DISCÍPULOS MISIONEROS DE LA ALEGRÍA

“El corazón humano desea la alegría. Cada familia, cada pueblo aspira a la felicidad. Pero, ¿cuál es la alegría que el cristiano está llamado a vivir y ser testigo? Es aquella que viene de la cercanía de Dios, de su presencia en nuestras vidas. Desde que Jesús entró en la historia, con su nacimiento en Belén, la humanidad recibió la semilla del Reino de Dios, como una tierra que recibe la semilla, promesa de la futura cosecha. ¡No se necesita buscar más en otra parte! Jesús vino a traer alegría a todos y para siempre. No se trata sólo de una alegría esperada o pospuesta al paraíso, sino de una alegría real y palpable ya ahora, porque Jesús mismo es nuestra alegría, es nuestra casa, con Jesús la alegría está en casa ¿sin Jesús hay alegría? No. Él está vivo, es el Resucitado, y obra en nosotros y entre nosotros, especialmente con la Palabra y los Sacramentos.

Todos nosotros bautizados de la Iglesia, estamos llamados a aceptar siempre nuevamente la presencia de Dios entre nosotros y ayudar a otros a descubrirla, o redescubrirla si es que se hubieran olvidado. Es una hermosa misión, como la de Juan el Bautista: orientar las personas a Cristo - ¡no a nosotros mismos! - Porque Él es la meta hacia la cual el corazón humano tiende cuando busca la alegría y la felicidad.

Aún San Pablo, en la liturgia de hoy, indica las condiciones para ser "misioneros de la alegría": orar con perseverancia, dar siempre gracias a Dios, entregarse a su Espíritu, buscar el bien y evitar el mal (cf. 1 Ts 5,17- 22). Si esto va a ser nuestra forma de vida, entonces la buena noticia podrá entrar en tantos hogares y familias y ayudar a la gente a redescubrir que en Jesús está la salvación. En Él es posible encontrar la paz interior y la fuerza para enfrentar cada día las diferentes situaciones de la vida, incluso la más pesada y difícil.

No se ha sentido nunca de un santo triste o una santa con la cara fúnebre, sería un contrasentido. El cristiano es una persona que tiene el corazón lleno de paz porque sabe poner su alegría en el Señor también cuando atraviesa momentos difíciles de la vida, tener fe no significa no tener momentos difíciles, sino tener la fuerza de afrontarlos sabiendo que no estamos solos y esta es la paz que Dios dona a sus hijos

(…) La Iglesia nos invita a ser testigos de que Jesús no es un personaje del pasado; Él es la Palabra de Dios que sigue iluminando el camino del hombre; sus gestos - los sacramentos - son la manifestación de la ternura, del consuelo y del amor del Padre para todo ser humano. La Virgen María, "Causa de nuestra alegría", nos tenga siempre dispuestos en el Señor, que viene a librarnos de tanta esclavitud interior y exterior.”

Papa Francisco. Ángelus 14-12-2014

 

EL SIGNO:

Proponemos que en un lugar destacado se coloquen y resalten los signos de la Pascua: el cirio bien adornado con flores, la Pila Bautismal bien adornada también y en un lugar visible a los fieles. El altar y el ambón resaltados con más velas y flores que de costumbre. Todo tiene que hablar de alegría, fiesta y sobre todo vida. El cartel del año pastoral en curso con el lema que coincide con el de la Pascua, nos puede servir puesto que estamos también en la recta final de la revisión del PDP y las propuestas para el nuevo.

Recomendamos que se haga durante todos los domingos la aspersión con el agua y se renueven solemnemente las promesas bautismales utilizando el formulario de preguntas y respuestas que ofrece la liturgia. Es una forma de insistir en la necesidad de ser discípulos misioneros.

Donde sea posible, al menos el domingo de Pascua y el de la octava, podríamos invitar a los fieles aunque pueda alargarse la celebración, a pasar a renovar la fe por la pila bautismal y tomando agua trazar sobre ellos la señal de la cruz. Es un buen momento para saludarles personalmente y felicitar la Pascua. Puede entregárseles también en ese momento, una flor signo del “buen olor de Cristo” que están llamados a dar como cristianos.

LOS MATERIALES:

Para ayudarnos en la preparación y vivencia de este tiempo se nos ofrece:

  1. 1.       Cartel de Pascua (Año Pastoral).
  2. 2.      Texto orientativo con palabras del Papa y sugerencias para la celebración.
  3. 3.      Texto para la reflexión y distribución del documento de Aparecida, capítulo 3, titulado: “ La vida de Jesucristo en los discípulos misioneros: La alegría de ser discípulos misioneros para anunciar el evangelio de Jesucristo”

Para facilitarles el trabajo, el cartel del año pastoral, lo hemos entregado a la imprenta de Cáritas Diocesana para que puedan solicitarlas allí en gran formato. El cartel en tamaño poster pueden solicitarlo en la Vicaría de pastoral.

  

L A  V I D A  D E  J E S U C R I S T O E N  L O S  D I S C Í P U L O S  M I S I O N E R O S

 

CAPÍTULO 3 

LA ALEGRÍA DE SER DISCÍPULOS MISIONEROS  PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO DE JESUCRISTO

 

101. En este momento, con incertidumbres en el corazón, nos preguntamos con Tomás: “¿Cómo vamos a saber el camino?” (Jn 14,5). Jesús nos responde con una propuesta provocadora: “Yo soy el Camino,la Verdadyla Vida” (Jn 14,6). Él es el verdadero camino hacia el Padre, quien tanto amó al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna (cf. Jn 3,16). Ésta es la vida eterna: “Que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y a Jesucristo tu enviado” (Jn 17,3). La fe en Jesús como el Hijo del Padre es la puerta de entrada ala Vida. Losdiscípulos de Jesús confesamos nuestra fe con las palabras de Pedro: “Tus palabras dan Vida eterna” (Jn 6,68); “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16). 

102. Jesús es el Hijo de Dios,la Palabrahecha carne (cf. Jn 1,14), verdadero Dios y verdadero hombre, prueba del amor de Dios a los hombres. Su vida es una entrega radical de sí mismo a favor de todas las personas, consumada definitivamente en su muerte y resurrección. Por ser el Cordero de Dios, Él es el Salvador. Su pasión, muerte y resurrección posibilita la superación del pecado y la vida nueva para toda la humanidad. En Él, el Padre se hace presente, porque quien conoce al Hijo conoce al Padre (cf. Jn 14,7). 

103. Los discípulos de Jesús reconocemos que Él es el primer y más grande evangelizador enviado por Dios (cf. Lc 4,44) y, al mismo tiempo, el Evangelio de Dios (cf. Rm 1,3). Creemos y anunciamos “la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios” (Mc 1,1). Como hijos obedientes a la voz del Padre, queremos escuchar a Jesús (cf. Lc 9,35) porque Él es el único Maestro (cf. Mt 23,8). Como discípulos suyos, sabemos que sus palabras son Espíritu y Vida (cf. Jn 6,63.68). Con la

alegría de la fe, somos misioneros para proclamar el Evangelio de Jesucristo y, en Él, la buena nueva de la dignidad humana, de la vida, de la familia, del trabajo, de la ciencia y de la solidaridad con la creación. 

3.1 La buena nueva de la dignidad humana  

104. Bendecimos a Dios por la dignidad de la persona humana, creada a su imagen y semejanza. Nos ha creado libres y nos ha hecho sujetos de derechos y deberes en medio de la creación. Le agradecemos por asociarnos al perfeccionamiento del mundo, dándonos inteligencia y capacidad para amar; por la dignidad, que recibimos también como tarea que debemos proteger, cultivar y promover. Lo bendecimos por el don de la fe que nos permite vivir en alianza con Él hasta compartir la vida eterna. Lo bendecimos por hacernos hijas e hijos suyos en Cristo, por habernos redimido con el precio de su sangre y por la relación permanente que establece con nosotros, que es fuente de nuestra dignidad absoluta, innegociable e inviolable. Si el pecado ha deteriorado la imagen de Dios en el hombre y ha herido su condición, la buena nueva, que es Cristo, lo ha redimido y restablecido en la gracia (cf. Rm 5, 12-21). 

105. Alabamos a Dios por los hombres y mujeres de América Latina y El Caribe que, movidos por su fe, han trabajado incansablemente en defensa de la dignidad de la persona humana, especialmente de los pobres y marginados. En su testimonio, llevado hasta la entrega total, resplandece la dignidad del ser humano. 

3.2 La buena nueva de la vida  

106. Alabamos a Dios por el don maravilloso de la vida y por quienes la honran y la dignifican al ponerla al servicio de los demás; por el espíritu alegre de nuestros pueblos que aman la música, la danza, la poesía, el arte, el deporte y cultivan una firme esperanza en medio de problemas y luchas. Alabamos a Dios porque, siendo nosotros pecadores, nos mostró su amor reconciliándonos consigo por la muerte de su Hijo en la cruz. Lo alabamos porque ahora continúa derramando su amor en nosotros por el Espíritu Santo y alimentándonos conla Eucaristía, pan de vida (cf. Jn 6,35).La Encíclica“Evangelio dela Vida”, de Juan Pablo II, ilumina el gran valor de la vida humana, la cual debemos cuidar y por la cual continuamente alabamos a Dios. 

107. Bendecimos al Padre por el don de su Hijo Jesucristo, “rostro humano de Dios y rostro divino del hombre”44. “En realidad, tan sólo en el misterio del Verbo encarnado se aclara verdaderamente el misterio del hombre. Cristo, en la revelación misma del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre su altísima vocación”45. 

108. Bendecimos al Padre porque todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, puede llegar a descubrir, en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15), el valor sagrado de la vida humana, desde su inicio hasta su término natural, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho, se fundamenta “la convivencia humana y la misma   comunidad política”46. 

109. Ante una vida sin sentido, Jesús nos revela la vida íntima de Dios en su misterio más elevado, la comunión trinitaria. Es tal el amor de Dios, que hace del hombre, peregrino en este mundo, su morada: “Vendremos a él y viviremos en él” (Jn 14,23). Ante la desesperanza de un mundo sin Dios, que sólo ve en la muerte el término definitivo de la existencia, Jesús nos ofrece la resurrección y la vida eterna en la que Dios será todo en todos (cf. 1 Cor 15,28). Ante la idolatría de los bienes terrenales, Jesús presenta la vida en Dios como valor supremo: “¿De qué le sirve a uno ganar el mundo, si pierde su vida?” (Mc ,36)47. 

110. Ante el subjetivismo hedonista, Jesús propone entregar la vida para ganarla, porque “quien aprecie su vida terrena, la perderá” (Jn 12,25). Es propio del discípulo de Cristo gastar su vida como sal de la tierra y luz del mundo. Ante el individualismo, Jesús convoca a vivir y caminar juntos. La vida cristiana sólo se profundiza y se desarrolla en la comunión fraterna. Jesús nos dice “uno es su maestro, y todos ustedes son hermanos” (Mt 23,8). Ante la despersonalización, Jesús ayuda a construir identidades integradas. 

111. La propia vocación, la propia libertad y la propia originalidad son dones de Dios para la plenitud y el servicio del mundo. 

112. Ante la exclusión, Jesús defiende los derechos de los débiles y la vida digna de todo ser humano. De su Maestro, el discípulo ha aprendido a luchar contra toda forma de desprecio de la vida y de explotación de la persona humana48. Sólo el Señor es autor y dueño de la vida. El ser humano, su imagen viviente, es siempre sagrado, desde su concepción hasta su muerte natural; en todas las circunstancias y condiciones de su vida. Ante las estructuras de muerte, Jesús hace presente la vida plena. “Yo he venido para dar vida a los hombres y para que la tengan en plenitud” (Jn 10,10). Por ello, sana a los enfermos, expulsa los demonios y compromete a los discípulos en la promoción de la dignidad humana y de relaciones sociales fundadas en la justicia. 

113. Ante la naturaleza amenazada, Jesús, que conocía el cuidado del Padre por las criaturas que Él alimenta y embellece (cf. Lc 12,28), nos convoca a cuidar la tierra para que brinde abrigo y sustento a todos los hombres (cf. Gn 1,29; 2,15).

 

3.3 La buena nueva de la familia  

114. Proclamamos con alegría el valor de la familia en América Latina y El Caribe. Afirma el Papa Benedicto XVI que la familia “patrimonio de la humanidad, constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente… La familia es insustituible para la serenidad personal y para la educación de sus hijos”49. 

115. Agradecemos a Cristo que nos revela que “Dios es amor y vive en sí mismo un misterio personal de amor”50 y, optando por vivir en familia en medio de nosotros, la eleva a la dignidad de ‘Iglesia doméstica’. 

116. Bendecimos a Dios por haber creado al ser humano varón y mujer, aunque hoy se quiera confundir esta verdad: “Creó Dios a los seres humanos a su imagen; a imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó” (Gn 1,27). Pertenece a la naturaleza humana el que el varón y la mujer busquen el uno en el otro su reciprocidad y complementariedad51. 

117. El ser amados por Dios nos llena de alegría. El amor humano encuentra su plenitud cuando participa del amor divino, del amor de Jesús que se entrega solidariamente por nosotros en su amor pleno hasta el fin (cf. Jn 13,1; 15,9). El amor conyugal es la donación recíproca entre un varón y una mujer, los esposos: es fiel y exclusivo hasta la muerte y fecundo, abierto a la vida y a la educación de los hijos, asemejándose al amor fecundo dela Santísima Trinidad52. El amor conyugal es asumido en el sacramento del Matrimonio para significar la unión de Cristo con su Iglesia, por eso, en la gracia de Jesucristo, encuentra su purificación, alimento y plenitud (cf. Ef 5, 25-33).

118. En el seno de una familia, la persona descubre los motivos y el camino para pertenecer a la familia de Dios. De ella recibimos la vida, la primera experiencia del amor y de la fe. El gran tesoro de la educación de los hijos en la fe consiste en la experiencia de una vida familiar que recibe la fe, la conserva, la celebra, la transmite y testimonia. Los padres deben tomar nueva conciencia de su gozosa e irrenunciable responsabilidad en la formación integral de sus hijos. 

119. Dios ama nuestras familias, a pesar de tantas heridas y divisiones. La presencia invocada de Cristo a través de la oración en familia nos ayuda a superar los problemas, a sanar las heridas y abre caminos de esperanza. Muchos vacíos de hogar pueden ser atenuados por servicios que presta la comunidad eclesial, familia de familias. 

3.4 La buena nueva de la actividad humana 

3.4.1 El trabajo 

120. Alabamos a Dios porque en la belleza de la creación, que es obra de sus manos, resplandece el sentido del trabajo como participación de su tarea creadora y como servicio a los hermanos y hermanas. Jesús, el carpintero (cf. Mc 6,3), dignificó el trabajo y al trabajador y recuerda que el trabajo no es un mero apéndice de la vida, sino que “constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la tierra”53, por la cual el hombre y la mujer se realizan a sí mismos como seres humanos54. El trabajo garantiza la dignidad y la libertad del hombre, es probablemente “la clave esencial de toda ‘la cuestión social’”55. 

121. Damos gracias a Dios porque su palabra nos enseña que, a pesar de la fatiga que muchas veces acompaña al trabajo, el cristiano sabe que éste, unido a la oración, sirve no sólo al progreso terreno, sino también a la santificación personal y a la construcción del Reino de Dios56. El desempleo, la injusta remuneración del trabajo y el vivir sin querer trabajar son contrarios al designio de Dios. El discípulo y el misionero, respondiendo a este designio, promueven la dignidad del trabajador y del trabajo, el justo reconocimiento de sus derechos y de sus deberes, y desarrollan la cultura del trabajo y denuncian toda injusticia. La salvaguardia del domingo, como día de descanso, de familia

y culto al Señor, garantiza el equilibrio entre trabajo y reposo. Corresponde a la comunidad crear estructuras que ofrezcan un trabajo a las personas minusválidas según sus posibilidades57. 

122. Alabamos a Dios por los talentos, el estudio y la decisión de hombres y mujeres para promover iniciativas y proyectos generadores de trabajo y producción, que elevan la condición humana y el bienestar de la sociedad. La actividad empresarial es buena y necesaria cuando respeta la dignidad del trabajador, el cuidado del medio ambiente y se ordena al bien común. Se pervierte cuando, buscando sólo el lucro, atenta contra los derechos de los trabajadores y la justicia. 

3.4.2 La ciencia y la tecnología 

123. Alabamos a Dios por quienes cultivan las ciencias y la tecnología, ofreciendo una inmensa cantidad de bienes y valores culturales que han contribuido, entre otras cosas, a prolongar la expectativa de vida y su calidad. Sin embargo, la ciencia y la tecnología no tienen las respuestas a los grandes interrogantes de la vida humana. La respuesta última a las cuestiones fundamentales del hombre sólo puede venir de una razón y ética integrales iluminadas por la revelación de Dios. Cuando la verdad, el bien y la belleza se separan; cuando la persona humana y sus exigencias fundamentales no constituyen el criterio ético, la ciencia y la tecnología se vuelven contra el hombre que las ha creado. 

124. Hoy día, las fronteras trazadas entre las ciencias se desvanecen. Con este modo de comprender el diálogo, se sugiere la idea de que ningún conocimiento es completamente autónomo. Esta situación le abre un terreno de oportunidades a la teología para interactuar con las ciencias sociales. 

3.5 La buena nueva del destino universal de los bienes y ecología  

125. Con los pueblos originarios de América, alabamos al Señor que creó el universo como espacio para la vida y la convivencia de todos sus hijos e hijas y nos los dejó como signo de su bondad y de su belleza. También la creación es manifestación del amor providente de Dios; nos ha sido entregada para que la cuidemos y la transformemos en fuente de vida digna para todos. Aunque hoy se ha generalizado una mayor valoración de la naturaleza, percibimos claramente de cuántas maneras el hombre amenaza y aun destruye su ‘habitat’. “Nuestra hermana la madre tierra”58 es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación. Desatender las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida. El discípulo misionero, a quien Dios le encargó la creación, debe contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador. 

126. La mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y las ciudades, sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo y de alabar con Él al Padre (cf. 1 Cor 3, 21-23). El Señor ha entregado el mundo para todos, para los de las generaciones presentes y futuras. El destino universal de los bienes exige la solidaridad con la generación presente y las futuras. Ya que los recursos son cada vez más limitados, su uso debe estar regulado según un principio de justicia distributiva respetando el desarrollo sostenible.

 

3.6 El Continente de la esperanza y del amor  

127. Agradecemos a Dios como discípulos y misioneros porque la mayoría de los latinoamericanos y caribeños están bautizados. La providencia de Dios nos ha confiado el precioso patrimonio de la pertenencia ala Iglesiapor el don del bautismo que nos ha hecho miembros del Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios peregrino en tierras americanas, desde hace más de quinientos años. Alienta nuestra esperanza la multitud de nuestros niños, los ideales de nuestros jóvenes y el heroísmo de muchas de nuestras familias que, a pesar de las crecientes dificultades, siguen siendo fieles al amor. Agradecemos a Dios la religiosidad de nuestros pueblos, que resplandece en la devoción al Cristo sufriente y a su Madre bendita, en la veneración a los Santos con sus fiestas patronales, en el amor al Papa y a los demás Pastores, en el amor ala Iglesiauniversal como gran familia de Dios que nunca puede ni debe dejar solos o en la miseria a sus propios hijos59. 

128. Reconocemos el don de la vitalidad dela Iglesiaque peregrina en América Latina y El Caribe, su opción por los pobres, sus parroquias, sus comunidades, sus asociaciones, sus movimientos eclesiales, nuevas comunidades y sus múltiples servicios sociales y educativos. Alabamos al Señor porque ha hecho de este Continente un espacio de comunión y comunicación de pueblos y culturas indígenas. También agradecemos el protagonismo que van adquiriendo sectores que fueron desplazados: mujeres, indígenas, afroamericanas, campesinos y habitantes de áreas marginales de las grandes ciudades. Toda la vida de nuestros pueblos fundada en Cristo y redimida por Él, puede mirar al futuro con esperanza y alegría acogiendo el llamado del Papa Benedicto XVI: “¡Sólo dela Eucaristíabrotará la civilización del amor que transformará Latinoamérica y El Caribe para que además de ser el Continente de la esperanza, sea también el Continente del amor!”

 

       Documento Aparecida, capítulo 3


Publicado por verdenaranja @ 21:39  | Espiritualidad
 | Enviar