S?bado, 13 de febrero de 2016

Reflexión a las lecturas del domingo primero de Cuaresma C ofrecida porel sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR"

 Domingo 1º de Cuaresma C

 

                  Me parece que sería conveniente comenzar haciendo una profesión de fe en la existencia del espíritu del mal, del diablo; porque la mayor parte de la gente piensa que no existe, que se trata de restos, reminiscencias, de un pasado oscurantista, etc.

                  Lo que más le interesa a cualquier enemigo es dar la sensación de que no está; y se esconde, se camufla, hasta que llega el momento más oportuno para presentar batalla.

                  El diablo no sólo existe, sino que tiene un conocimiento perfecto de la identidad de Cristo, de su misión y de su poder. Lo contemplamos, por ejemplo, al comienzo de su Vida Pública. (Mc 1,23-28). ¡Es el espíritu del mal!

                  Pero existe también el otro espíritu, el Espíritu del bien, el Espíritu Santo, que ha descendido sobre Jesucristo en su Bautismo, que lo llena, lo guía, y lo va llevando por el desierto, mientras es tentado por el diablo, como nos dice el Evangelio de hoy. ¡También está con nosotros el Espíritu Santo! Él nos conduce por el desierto de la Cuaresma, para llegar bien dispuestos a la Fiesta de Pascua.

                  ¿Y por qué todos los años, el mismo tema -las tentaciones del desierto- en el primer domingo de Cuaresma? Porque cada año necesitamos revivir esta experiencia.

Hay un himno de este Tiempo, que dice: “La Cuaresma es combate, las armas: oración, limosnas y vigilias por el Reino de Dios” Y, si esto es así, ¡cuánto nos ayuda, al comenzar la Cuaresma, vivir la experiencia de la lucha y de la victoria de Cristo sobre las tentaciones del demonio!

                  Se suelen hacer muchos comentarios sobre cada una de ellas; pero a mí me gusta señalar “la tentación fundamental” que subyace en las tres tentaciones.

                  Se trata de conseguir que el Mesías cambie de camino. Frente a la voluntad del Padre, que ha trazado a Jesucristo un camino concreto, Satanás trata de desviarle por completo: frente a un Mesías manso y humilde de corazón, que lleva una vida dura, que afronta la Pasión y la Cruz, que quiere, incluso, en ocasiones, ocultar su condición de Mesías, el diablo le presenta un mesianismo espectacular, glorioso, triunfador..., como  esperaban los judíos. Un Mesías que es capaz de convertir las piedras en pan, de  tirarse por el alero del templo, y caer en manos de los ángeles, y hasta de pactar con el enemigo, si es necesario, para conseguir sus objetivos.

                  ¿No te parece importante la tentación que subyace debajo de las tentaciones?

                   Es la misma tentación del principio de la Creación. “Seréis como Dios” (Gen 3, 5). Pero Jesucristo es el nuevo Adán, que sale vencedor y que, por su Misterio Pascual,  realiza la Nueva Creación.

                  ¿Y nosotros? Como, acabamos de ver, el diablo no “se anda por las ramas”, sino que va a lo fundamental, a la raíz de la existencia. En nuestro caso, a la raíz de nuestra existencia cristiana. A muchos cristianos no nos podrá convencer de que dejemos de serlo, pero tratará de conseguir, por lo menos, que no lo tomemos tan en serio.

                  Hace falta la ayuda del otro Espíritu, que nos conduce a las fuentes de la vida y de la fortaleza cristiana, y a la victoria sobre el enemigo, sellada en la Noche Santa de la Pascua, con la renovación de nuestro Bautismo.

                  ¡En todas estas circunstancias, cuánto nos ayuda la presencia y la contemplación de Cristo Vencedor!

                                               ¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR! ¡BUENA CUARESMA!


Publicado por verdenaranja @ 10:38  | Espiritualidad
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