Desde la Delegación de Pastoral de la Salud dela Diócesis de Tenerife reenvían el material para la Pascua del Enfermo 2017.
PASCUA DEL ENFERMO
Pastoral de la salud y ecología integral
“Salud para ti, salud para tu casa” (1 Sam.25,6)
L I T U R G I A 21 de mayo
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Desde hace 32 años la Iglesia española celebra la Pascua del enfermo el VI domingo de Pascua. El tema de este año es “Pastoral de la salud y ecología integral”.
Con él, queremos centrarnos en la Prevención de la enfermedad, a raíz de la llamada que el Papa Francisco nos hace en la Encíclica Laudato Si, alertando de los riesgos que el deterioro del medio ambiente tiene para la salud; así como los beneficios sanitarios que produce un cuidado del mismo.
Cuidar que el ambiente en que vivimos sea sano, produce salud; al contrario, vivir en un medioambiente degradado es origen de muchas enfermedades. En esta Campaña queremos, pues, tomar conciencia de esto, sabiendo lo que ya nos recuerda el refrán “más vale prevenir que curar”.
Ante ello, la Iglesia estamos llamados a sensibilizar y alertar de los riesgos, a denunciar aquellas situaciones medioambientales perjudiciales, así como a cuidar y curar a quienes se han visto afectados por enfermedades relacionadas con la degradación medioambiental.
Con este deseo, y uniéndonos a Cristo Resucitado, (acogemos también en esta celebración a los hermanos que van a recibir el Sacramento de la Unción).
Con alegría y gozo, iniciamos esta celebración.
Sugerencias para la Homilía
Hch. 8,5-8.14-17: Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. En la evangelización de la Iglesia naciente se nos muestra la necesidad de la fuerza del Espíritu Santo para llevar a cabo la misión universal.
Esta evangelización se expresa con signos, entre los que destacan las curaciones, la atención a los enfermos, tal como había sido una constante en la vida de Jesús. Hoy uno de esos signos debe ser trabajar por evitar enfermedades, cuidado el entorno en el que vivimos; reduciendo lo más posible el número de enfermos.
Todo esto provoca Alegría. Es la alegría del Resucitado que sigue dando Vida. Es por ello que en nuestra misión eclesial con los enfermos –párrocos, grupos parroquiales de pastoral de la salud y cristianos todos- no podemos quedarnos en la tristeza del sufrimiento, sino llevarles la Buena Noticia y el testimonio alegre del Resucitado, “aún cuando hay que sembrar entre lágrimas” (EG.10).
Sal. 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20: Aclamad al Señor, tierra entera. El salmista nos invita a descubrir las maravillas que el Señor ha hecho, también en la creación, donde ha preparado todo al servicio de sus hijos, y a saltar de alegría.
En la experiencia de la enfermedad es común la oración de petición, pero mucho menos lo es la de alabanza y acción de gracias. En este salmo se nos invita a alabar a Dios por sus grandes obras a favor de los hombres (v.5), y también a favor de cada uno, personalmente (v.16).
1P. 3,15-21: Como era hombre, lo mataron, pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. En este texto Pedro habla a la comunidad sobre los sufrimientos pastorales y sociales que tienen que afrontar, y cómo afrontarlos.
Indica que el cristiano, apoyado en Cristo, está llamado a dar razón de su esperanza, con palabras y con la propia vida; especialmente desde un estilo sin miedos, con delicadeza y respeto.
Un texto que puede ser estímulo de vida para cada enfermo y familia. Confiados en el Resucitado, damos razón de por qué vivimos y actuamos así, con esperanza y sin miedos.
Jn. 14,15-21: Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor. Se sitúa este texto dentro de la última cena de Jesús el cual les está dirigiendo un discurso de despedida en intimidad a sus discípulos. Parece como si estuviéramos escuchando las últimas voluntades de un ser querido al pie de la cama. Jesús no está enfermo, pero sabe que va a morir, por eso quiere tranquilizarlos y darles esperanza.
Acaba de predecirles la traición de Judas y la negación de Pedro, y pedirles que sirvan y se amen unos a otros. De decirles directamente que lo van a traicionar y abandonar en el peor momento, pero Él no se lo tendrá en cuenta, pues Él es siempre fiel, jamás nos abandona, por eso nos deja al Espíritu Santo “defensor”. Su promesa sigue fiel, una ‘promesa de presencia’ que dura por siempre.
También el Papa nos invita en Laudato Si a ser ‘defensores de los pobres y frágiles’, pues generalmente son los que más sufren las consecuencias de la degradación medioambiental (cf.LS.48,79,91).
[Rito del Sacramento de la Unción: (allí donde haya personas enfermas para recibir el sacramento)
Imposición de las manos. El sacerdote/obispo, en silencio, les impone las manos.
Si el óleo está ya bendecido, dice sobre él una oración de acción de gracias:
V. Bendito seas Dios, Padre todopoderoso, que por nosotros y por nuestra salvación enviaste tu Hijo al mundo.
R. Bendito seas por siempre, Señor.
V. Bendito seas Dios, Hijo unigénito, que te has rebajado haciéndote hombre como nosotros, para curar nuestras enfermedades.
R. Bendito seas por siempre, Señor.
V. Bendito seas Dios, Espíritu Santo Defensor, que con tu poder fortaleces la debilidad de nuestro cuerpo.
R. Bendito seas por siempre, Señor.
V. Mitiga, Señor, los dolores de estos hijos tuyos, a quienes ahora, llenos de fe, vamos a ungir con el óleo santo; haz que se sientan confortados en su enfermedad y aliviados en sus sufrimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
El sacerdote toma el santo óleo y unge al enfermo en la frente y en las manos, diciendo una sola vez:
POR ESTA SANTA UNCIÓN Y POR SU BONDADOSA MISERICORDIA TE AYUDE EL SEÑOR CON LA GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO. (Cruz en la frente)
R. AMÉN.
PARA QUE, LIBRE DE TUS PECADOS, TE CONCEDA LA SALVACIÓN Y TE CONFORTE EN LA ENFERMEDAD. (Cruz en la palma de las manos)
R. AMÉN.
Después dice esta oración:
Oremos.
Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del Espíritu Santo, cures el dolor de estos enfermos, sanes sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufrimiento de su cuerpo y de su alma y les devuelvas la salud espiritual y corporal, para que, restablecidos por tu misericordia, se incorporen de nuevo a los quehaceres de su vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.]
Oración de los Fieles: (puede escogerse alguna de las preces propuestas o todas)
Elevemos nuestra oración a Dios Padre, en quien ponemos nuestra confianza en este tiempo Pascual. Lo hacemos por mediación de María, salud de los enfermos, respondiendo:
R. Señor resucitado, escúchanos.
— Por la Iglesia: para que ésta se muestre cercana a las angustias y esperanzas de los hombres, y promueva un estilo de vida y de mundo saludable. Oremos.
— Por la creación entera, obra preciosa del Padre, tantas veces degradada por las ambiciones y pecados de los hombres: para que, a través de nuestra acción, se convierta de nuevo en hogar habitable, en casa común del Padre para todos. Oremos.
— Por nuestros hermanos enfermos: para que, experimentando a Cristo Resucitado como su Defensor, se llenen siempre de esperanza y vida. Oremos.
— Por los enfermos a causa de problemas medioambientales: para que sientan que la Iglesia los tenemos en el centro de nuestras preocupaciones, y que su ejemplo nos motiva para seguir luchando por la prevención. Oremos.
— Por las familias de los enfermos, los profesionales sanitarios, los voluntarios, y todos aquellos que les atienden y cuidan, para que se conviertan en el rostro de Jesús al lado de quien sufre. Oremos.
— Por nuestra comunidad cristiana: para que lleve a cumplimiento las palabras de Jesús: “nunca os dejaré huérfanos”, y se convierta en hogar y familia para todos, especialmente aquellos que están más solos o no tiene una familia a su lado. Oremos.
Escucha, Padre, nuestra oración y danos tu Espíritu de vida, para que nos mostremos siempre más atentos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren y nos comprometamos, sin miedo, a acompañarles. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN:
Dios Padre, amigo de la vida,
que estás presente en todo el universo
y en la más pequeña de tus criaturas,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor.
Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar y cuidar
a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción.
Toca nuestros corazones
y enséñanos a descubrir el valor
de cada persona y de cada cosa,
porque todos somos custodios
de la salud de nuestros hermanos
y de la salud del mundo.
Amén
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL
DEPARTAMENTO DE PASTORAL DE LA SALUD