Viernes, 01 de mayo de 2020

Reflexión a las lecturas del domingp cuarto de Pascau A ofrecida  por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DIA DEL SEÑOR"                 

Domingo IV de Pascua A

 

“¡Ha resucitado el buen Pastor, que dio su vida por sus ovejas y se dignó morir por su rebaño! Aleluya”.

Esta es la exclamación que surge hoy de los labios y del corazón de toda la Iglesia, exultante de gozo, al llegar al Domingo del Buen Pastor.

Una de las imágenes más atrayentes de Jesucristo es ésta, que nos lo presenta como el Buen Pastor de su pueblo. Todos sabemos qué es un pastor y lo que hace un pastor: cuida de las ovejas; de todas y de cada una; las alimenta, las guía, las cura y las guarda en el aprisco. ¡De igual modo, cuida el Señor Resucitado de cada uno de nosotros! ¡Cuántas reflexiones podríamos hacer sobre todo ello!

El Evangelio de hoy nos dice que “las ovejas atienden a su voz, y Él va llamando por su nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando las ha sacado todas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz”.

De esta forma, el Señor Jesús se asemeja al Padre, que, en el Antiguo Testamento, se presenta como el Pastor de su pueblo Israel.

En el salmo proclamamos, llenos de confianza y de alegría: “El Señor es mi Pastor, nada me falta; y en este tiempo de pandemia, podemos subrayar estas palabras del salmo: “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tú vas conmigo”. ¡Dichosos nosotros que tenemos un Pastor así!

Este domingo Jesús se presenta también como “la Puerta” del redil de las ovejas. Y dice: "Quien entre por mí  se salvará y podrá entrar  y salir, y encontrará pastos…”  “El que no entra por la puerta en el aprisco de las  ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido”. Y termina diciendo: “El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”.

Por tanto,  al presentarse como la Puerta, el Señor Resucitado señala el lugar único de acceso al Padre, a la salvación, a la vida, a la dicha temporal y eterna. Por eso, cuando el día de Pentecostés, la gente pregunta a Pedro y a los demás apóstoles qué tienen que hacer, Pedro les contesta: “Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo…”

Y en este marco celebramos hoy, en toda la Iglesia, la Jornada  Mundial de  Oración  por las Vocaciones, que en España se une a la Jornada de las Vocaciones Nativas, que tiene  colecta para ese fin. Por esta última razón, se ha trasladado todo en nuestra Diócesis al próximo domingo, por ser éste el de la colecta de Cáritas.

Y esta Jornada de las Vocaciones quiere decir que Jesucristo, para continuar siendo el Buen Pastor de su pueblo, ha querido tener necesidad de nosotros, de todos y cada uno de nosotros. Así toda la Iglesia ha quedado asociada a este misterio de vida y salvación universal. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, Buen Pastor, que tiene el encargo sagrado de salir cada día por todas partes, a cuidar del rebaño adquirido por su Sangre preciosa.

Pero entre todos/as elige el Señor a niños y jóvenes para que entreguen toda su vida, todo su tiempo y toda su capacidad de amar al servicio de esta misión formidable. Para ello, hombres y mujeres se consagran, de un modo nuevo, al servicio del Reino de Dios; por eso hablamos de “vocaciones de especial consagración al servicio de la Iglesia”. Son los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los misioneros y misioneras, los miembros de los Institutos Seculares, todos los que conocemos con el nombre de consagrados/as.

Y ya conocemos la  necesidad que tenemos de estos llamados/as y que la oración es necesaria, fundamental, como nos enseñó el Señor Jesús: “Rogad al Señor de la mies que envíe operarios a su mies” (Mt 9, 37-38).

Y además, ¡quiere el Padre del Cielo que colaboremos también con Él haciéndonos portavoces de su llamada!; y cada consagrado/a recuerda, con un inmenso cariño y gratitud, el nombre de personas acontecimientos y circunstancias, a través de las cuales resonó en su corazón la voz de Dios.

Por eso se suele decir que en esto como en todo, “donde se ora y se trabaja, hay vocaciones”.

 

                                                                                                                                             ¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!


Publicado por verdenaranja @ 14:10  | Espiritualidad
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