Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, Peregrino. Cursillista. Ex-Notario Adjunto Tribunal Eclesiástico (Archidiócesis de Madrid, España) Causa de Canonización de Manuel Aparici, Colaborador en la redacción de la Positio super virtutibus, Ex-Vice Postulador de la Causa, etc.
CONGRESO Y PEREGRINACIÓN A SANTIAGO EN 1937
El éxito de la Peregrinación a Roma en 1934; es decir “los frutos obtenidos movieron al Consejo Central a considerar las ventajas de la idea peregrinante e insistir en ella” hizo pensar ya en el III Congreso Nacional a celebrar en Santiago de Compostela en 1937, Año Santo Jacobeo, con el propósito de movilizar a la juventud española e hispanoamericana en torno a la figura del Apóstol y darles un fuerte impulso apostólico, en una empresa común de reconquista del mundo para Cristo.
El Congreso de 1937 en Santiago fue el tema fundamental de la VII Asamblea Nacional de la Juventud de Acción Católica Española (los planes de organización, las dificultades que era necesario vencer, los estímulos que proponer, etc.). Se celebró los días 26 al 29 de agosto de 1936 en el Seminario de verano de Madrid-Alcalá, sito en Puerto Real
Se quería prepararlo con tiempo. Manuel Aparici inspiró el proyecto, cuya realización encomendó al joven Maximino Romero de Lema (más tarde Arzobispo Arzobispo) y a Armando Durán, que iniciaron los trabajos con gran entusiasmo.
Del Congreso y de la Peregrinación ya te he hablado en textos anteriores, A ellos, pues, me(te) remito. Te ofrezco, sin embargo, tres testimonios no facilitados antes de gran interés.
I.- MANUEL MARTÍNEZ PEREIRO. Testigo (Copia Pública pp. 52/81)
Trató a Manuel Aparici desde 1932 hasta el fallecimiento del Siervo de Dios en Agosto de 1964y fue colaborador muy próximo a él en la Acción Católica. Asistió a la Peregrinación a Roma en 1934.
Cuando cesé en la Secretaría del Consejo Central no se había creado aún la rama de los Hombres de Acción Católica, por lo cual el Siervo de Dios me pidió que siguiese colaborando en la Juventud para ayudar al Tesorero y sobre todo para iniciar el estudio de la publicación de un periódico quincenal dirigido a la Juventud. El momento era especialmente propicio porque se había asegurado plenamente la vida de LA FLECHA
A partir de la Asamblea de 1931 se pudo dar entrada en el Consejo Central a nuevos Vocales con su situación profesional despejada y, por tanto, capaces de dedicar a la Obra su tiempo libre, entre ellos el Siervo de Dios y otros compañeros del Centro de San Jerónimo el Real a quienes había formado.
El Congreso de Santander nombró nuevo presidente a Alfredo López Martínez, que había trabajado intensamente en la Confederación de Estudiantes Católicos cuya Presidencia ocupó a fines de los años 20. Y designó vicepresidente a Manuel Aparici Navarro. El primero, sin embargo, hubo de delegar muy pronto en el segundo las tareas presidenciales por haber sido llamado para un cargo profesional de gran importancia.
El año 1932, con el broche de oro del II Congreso Nacional, separó dos etapas de la Juventud Católica: la fundacional de primeros, aunque generalmente seguros pasos, y la de consolidación o profundización cuya característica fundamental habría de ser un importante incremento en la vida del Consejo impulsada por Aparici primero como Presidente en funciones y después como Presidente de derecho.
Entre tanto, no se podía descuidar la celebración de la IV Asamblea Nacional que debía celebrarse en octubre de 1933.
Los frutos obtenidos en aquella peregrinación movieron al Consejo Central a considerar las ventajas de la idea peregrinante e insistir en ella. El III Congreso que, conforme a lo acordado en el II de Santander, había de celebrarse en Santiago de Compostela era la gran oportunidad para poner en práctica aquella decisión del Consejo, entre otras razones porque teníamos tres años por delante para prepararlo sobre todo en el orden espiritual.
Entretanto, la Ponencia [de la que formaba parte el Siervo de Dios] iba avanzando en sus estudios de los que informaba regularmente al Consejo. Como es lógico, la constante preocupación de todos era la espiritual, porque se aspiraba a que ante todo y sobre todo la marcha hacia Santiago significara un cambio profundo en los corazones, las almas y las conductas, primero de los jóvenes y luego de la Juventud. Por otra parte, iba ganando terreno la idea de avanzar tanto en intensidad como en extensión: y así se pensó primero en ampliar nuestro esfuerzo a la juventud hispanoamericana a la que sin duda había apuntado el Apóstol al querer que sus restos mortales fuesen desde el Oriente al Finisterre del mundo entonces conocido, y después a los jóvenes europeos para que no olvidasen los viejos caminos jacobeos y preparasen la nueva Europa que no acaba de encontrar su brújula. Nuestro único afán era servir seriamente de sal, fermento y luz para reconstruir desde sus cimientos un mundo que cada día está más necesitado de esta reconstrucción y asentar una «Cristiandad Ejemplo y Guía del Mundo», que fuese poderoso acicate para nosotros mismos.
La amplia proyección de este plan movió al presidente a someterlo al Cardenal Primado en primera instancia, para elevarlo en definitiva a Roma. Con tal fin se trasladó el Siervo de Dios a la Ciudad Eterna para presentarlo a la Secretaría de Estado dirigida entonces por el Cardenal Pacelli y luego al Santo Padre; ambos lo aprobaron y bendijeron, al mismo tiempo que alentaban a su puesta en marcha.
Un apremiante S.O.S. de ayuda [del Siervo de Dios] en el mes de junio de 1937 me obligó a trasladarme de La Coruña a Burgos para asistirle en dos preocupaciones que tenía.
El más urgente de aquellos dos proyectos era organizar, a falta de la que se había proyectado para 1937, una peregrinación al menos simbólica a Santiago de estudiantes de toda Europa. Sentía muy de veras que no se celebrara algún acto en Compostela que mantuviese vivas las esperanzas que se habían despertado con la larga y cuidada peregrinación prevista; una bien fundada oferta de ayuda económica le hizo concebir el proyecto, que no pudo realizarse cuando yo ya había llevado a cabo con éxito las primeras gestiones, porque no se mantuvo la oferta de ayuda.
El Siervo de Dios no se desalentó y montamos para el 25 de Julio un viaje a Santiago con los mutilados y heridos que estaban en condiciones y con los jóvenes que descansaban en la retaguardia.
El otro problema que agobiaba al presidente era asegurar la salida periódica de SIGNO como medio de mantener el espíritu de nuestros Jóvenes que no dejaban de contagiar a sus compañeros; creía que tal reforzamiento espiritual era su mejor aportación a la defensa de la esencia de España que el marxismo pretendía destruir.
Lo había intentado dos o tres veces sin conseguirlo porque, no se encontraron en Burgos los medios materiales y personales para tirar y distribuir los números con la rapidez necesaria, lo cual influía de modo importante en el aspecto económico que en aquellos momentos sobre todo era fundamental.
II.- HISTORIA DEL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO DEL CONSEJO SUPERIOR DE LA JACE SOBRE LA PEREGRINACIÓN Y EL CONGRESO A SANTIAGO Y EL IDEAL DE HACER DE ESPAÑA Y LO HISPÁNICO VANGUARDIA DE CRISTIANDAD
Se trata de un escrito mecanografiado, sin fecha, ni firma, que forma parte de la documentación del Siervo de Dios que por su contenido y estilo puede afirmarse que está escrito por él (carpeta 4 de la documentación).
AÑO 1932
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«Con ocasión del II Congreso Nacional, celebrado en Santander, en diciembre de 1932, al deliberar los congresistas sobre el punto donde había de celebrarse el próximo Congreso, que según el Reglamento entonces vigente se celebraban cada cinco años, el Vocal Archidiocesano de Santiago [Romero de Lema] propuso que fuera en Compostela, ya que el año 1937 era Jubilar en Santiago. Tomado este acuerdo, el Congreso Superior lo dejó dormir hasta que más próxima la fecha de su celebración, se viera que tema debía tratarse en el mismo.
»Así los cosas, la descomposición cada día más creciente de la sociedad española, a partir del 14 de Abril de 1931, les hacía ver con gran claridad a todos los que quisieran pensar un poco sobre la causa de aquella precipitada y tumultuosa disolución de la sociedad española, que era debida a que los españoles carecían de un gran ideal nacional que trascendiera a la propia nación española. Pues siendo la causa fundamentadle toda sociedad la causa final, o el fin que ella se propone conseguir, es lógico que cuando una agrupación humana carece de empresa que realizar, sienten sus componentes el deseo de apartarse de ella para huir de la bancarrota y salvar sus personas y sus bienes de la quiebra. Y así, en la sociedad española, cada una de las regiones quería apartarse del vínculo nacional, puesto que, como claramente señalaron Balmes y Menéndez Pelayo, el único ideal capaz de unir en plan de igualdad a todas las fuertes personalidades regionales de nuestra Patria era el ideal católico. Pero un ideal católico auténtico que tuviera ante sus ojos a toda la humanidad y que tratara de llevarle al supremo bien de la fe de Cristo.
»Tanto en la Junta Central de Acción Católica como en el Consejo Superior de la Juventud, empezó a pensarse que era menester reavivar todo el contenido subconsciente del alma española. A este fin se enderezaron, por parte de la Junta Central, las semanas pro-Ecclesia et Patria, conducentes a hacer patente a los ojos de los españoles que en el transcurso de la Historia habían ido unidos los grandes valores religiosos y patrióticos. Por parte de la Juventud, desarrollando todo el contenido del Congreso de 1932, que había versado sobre la Piedad, se trató de avivar la vida sobrenatural, única que puede sentir como propio el ideal misionero de la Iglesia de Cristo.
»Pero ya en 1934, ante la relativa proximidad de la fecha en que había de celebrarse el Congreso de Santiago, empezó a pensarse en los fines del mismo. En un principio, algunos de los miembros del Consejo opinaron que había de llamarse a las Juventudes de Acción Católica de Hispano América para mostrarles el entusiasmo con que la Juventud española había acogido el llamamiento del Pontífice. Pero enseguida el propio Consejo vio que esta finalidad era propia de una Obra católica que debe fundamentarse en la humildad, y, al propio tiempo, que ese afán un poco narcisista más a contribuiría a separar a los católicos de Hispano América que a aproximarlos. Y entonces se cayó en la cuenta de que sólo el proponer a la Juventud de Acción Católica de la Hispanidad un gran ideal apostólico y misionero de recristianización de lo que un tiempo fue cristiandad europea y de la evangelización del mundo, sería capaz de vincular en caridad a España con sus veinte hijas. Puesto que este Ideal era superior a las fuerzas de todos y cada uno de los pueblos representados en Santiago a través de sus Juventudes de Acción Católica, y lo que resultaba dificilísimo, por no decir imposible, para cada uno de los miembros de la familia hispánica, resultaba hacedero para la Hispanidad.
»Se expusieron estos proyectos, en primer lugar, al Eminentísimo Cardenal Gomá, quien los recibió con entusiasmo, haciéndoles sentir a los miembros de aquel Consejo la enorme responsabilidad que se iban a echar encima si avanzaban por este camino, que él bendecía y aprobaba como Príncipe de la Iglesia. Pero, al mismo tiempo, hizo ver al Consejo Superior que empresa de tal envergadura, que transcendía a las facultades de la Jerarquía de la Iglesia española, requería la aprobación y bendición de Roma. Nos aconsejó que nos pusiéramos al habla con Mons. Tedeschini, Nuncio de Su Santidad en España, y que en contacto con ambos purpurados fuéramos tomando acuerdos. Mons. Tedeschini opinó, como el Cardenal Primado, que debían destacarse a Roma el Presidente de la Juventud y otro miembro del Consejo para exponer a Su Santidad el Papa las aspiraciones, deseos y proyectos de la Juventud de Acción Católica.
»En virtud de este consejo, el Presidente Nacional [Manuel Aparici], acompañado del Vocal de la Peregrinación a Santiago, D. Javier Aznar, llegaron a Roma el 28 de Enero de 1936. Tuvieron una larga audiencia con el Eminentísimo Cardenal Secretario de Estado Eugenio Paceli, hoy Papa Pío XII. Le expusieron la embajada que los llevaba a Roma y la recibió con ardiente entusiasmo; es más, nos hizo ver que España tenía olvidados sus deberes de madre con los pueblos de América y Filipinas que había engendrado la fe de Cristo, diciéndonos que las madres nunca tienen cumplida su misión; que no basta engendrar a los hijos y educarlos, sino que siempre tienen que preocuparse de que lleguen a la máxima perfección. Les prometió la más calurosa ayuda de la Santa Sede y que al día siguiente serían recibidos en audiencia por Su Santidad el Papa, que les mostraría la profunda complacencia con que veía los proyectos de la Juventud de Acción Católica de España.
»Además de esta visita, se entrevistaron con el Cardenal Copello, Primado de Argentina, que se encontraba accidentalmente en Roma. Le expusieron el proyecto, le pidieron que les concediera poner su nombre en el Comité de honor organizador del Congreso, y también acogió con ferviente entusiasmo la petición de los Jóvenes de Acción Católica, terminando sus frases de aliento con estas palabras: “¿Cómo no voy a interesarme por su Peregrinación y Congreso si yo me llamo Santiago, Santiago Mayor el de Compostela?”. También con el P. Vladimiro Leuwkoski, General de la Compañía de Jesús, quien les hizo notar que para el peligro del comunismo moral que se avecinaba sobre la Iglesia, el más grave de todos los siglos de su Historia, las esperanzas, humanamente hablando, había que ponerlas en el espiritualismo español e hispanoamericano. Y desde luego, les prometió que toda la Compañía de Jesús, pero especialmente en España y América, colaboraría con todo entusiasmo al éxito del Congreso. Parecida acogida el Presidente Nacional y el Sr. Aznar por parte del Rvdmo. P. Silet, General de la Orden de Predicadores. El 1 de febrero de 1936 fueron recibidos, en audiencia especial, por Su Santidad el Papa Pío XI, actuando de intérprete el Rvdmo. Carmelo Blay. Tan pronto como el Presidente Nacional y D. Carmelo expusieron al Papa el objeto de la audiencia especial solicitada, Su Santidad, que ya había recibido informe del Eminentísimo Cardenal Secretario de Estado, acogió el proyecto con gran satisfacción, dándoles su bendición más paternal, amplia y generosa para la Peregrinación y el Congreso de Santiago.
»También durante aquella estancia en Roma, visitaron el Colegio Español y el Pío Latino Americano, comunicando a los seminaristas de ambos Colegios las aspiraciones de la Juventud de Acción Católica de España. Unos y otros las recibieron con emocionado entusiasmo, especialmente los del Pío Latino Americano, que se gloriaban de que la Juventud de Acción Católica de la madre Patria hubiera correspondido a la gracia que así les llamaba a levantar otra vez ante la juventud del mundo la gran bandera de la cruz de Cristo.
»Pocos días después del regreso de la embajada juvenil, ocurren las elecciones del 16 de Febrero de 1936, y con ellas el comienzo de la era de los mártires. La Juventud de Acción Católica no desiste del empeño. Ante el Vicario de Jesucristo se había comprometido a cargar sobre sus hombros la cruz de los pecados del siglo XX para subir hasta Compostela y allí ofrecerse, en ardiente caridad, como víctima expiatoria a fin de atraer al Corazón del Señor a las juventudes hispánicas y de toda la tierra.
»En Abril de 1936 se reúne el Pleno del Consejo Superior, integrado entonces por diez miembros de la Comisión Permanente, con residencia en Madrid, y nueve Vocales por cada una de las Archidiócesis españolas, para tratar de la preparación de la Peregrinación y el Congreso y se acordó:
PRIMERO: Celebrar una Semana de Estudios de dirigentes diocesanos en el mes de agosto en el Seminario de verano en Madrid, para estudiar todo el plan de la Peregrinación.
SEGUNDO: En un plazo de quince días serán visitados todos los Consejos Diocesanos por miembros del Superior, para advertirles de que era probabilísima una persecución sangrienta y que por lo tanto habían de preparar la organización para subsistir si menester fuera como organización de catacumbas.
TERCERO: Que en caso de quedar aislada la sede del Consejo Superior del resto de la Juventud Acción Católica de España, los Vocales Archidiocesanos asumirían donde quiera que se encontraran, las facultades del Consejo Superior, reorganizarían y dirigirían a la Juventud de Acción Católica que pudiera estar en contacto con ellos, en su labor de formación como peregrino de Santiago.
»En Mayo de 1936 aparece publicada en LA FLECHA, revista de Dirigentes, la primera circular del Consejo Superior a los Presidentes Diocesanos relativa a la Peregrinación. El 6 de junio, en el primer número de SIGNO, órgano de masas del Consejo Superior, el editorial lo constituye el primer llamamiento del Presidente Nacional que convoca a todos los jóvenes a peregrinar a Santiago, De él son las siguientes frases: “No os intimide la persecución. Le ofrecimos al Señor caminar por sendas de penitencia, de sacrificio y austeridad para merecer el don colectivo del apostolado y el Señor ha oído nuestra petición. Forzosamente habremos de avanzar en ambiente de contradicción y de odio, de malquerencia y de calumnia. Mas no importa, el Señor va delante de nosotros para prepararnos el gran día en Compostela. Amando a los que nos aborrecen, orando por los que nos persiguen, haciendo el bien a quien nos dañe, avanzaremos; y con nuestras buenas obras tenderemos nuevos caminos de luz por los que descienda Santiago hasta los hijos de su estirpe para armarles caballeros de Cristo con la espada invencible del amor y temor de Dios”.
También en Junio de 1936 aparece el folleto UTREYA, “Voz de marcha y aviso de romería a las generaciones nuevas de las España … ” en el que figuraban, como Presidencia del Comité de Honor organizador de la Peregrinación y el Congreso, los Eminentísimos Cardenales Gomá, Tedeschini, Vidal y Barraquer, Irundain, el Excmo. y Rvdmo. Arzobispo de Santiago y el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Tortosa, Consiliario de la Acción Católica, y como miembros del Comité de Honor, todos los miembros del Episcopado español y los Arzobispos de Hispano América».
Así las cosas, el 18 de Julio de 1936 empieza la guerra.
De la etapa de la guerra y de los años posteriores a ésta hasta que tuvo lugar la Peregrinación a Santiago de Compostela en agosto de 1948, del Ideal Peregrinante del Siervo de Dios, de sus Cursillos de Adelantados, Jefes y Guías para preparar la Peregrinación, etc. me(te) remito a los textos que te envié y a la Biografía del Siervo de Dios que tiene puesta la Asociación de Peregrinos de la Iglesia en su Página Web. Sólo te facilitaré parte del Informe de los Peritos Archivista que forma parte de la Positio super virtutibus del Siervo.
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III.- NFORME DE LOS PERITOS ARCHIVISTAS
Positio super virtutibus, Copia Pública pp. 9504/9638
El 18 de diciembre de 1932 en el II Congreso Nacional de la Juventud, donde se cantó por vez primera el Himno de la Juventud (encontró una gran aceptación y fue entonado con fervor y emoción en todos los actos), se realiza un «alzamiento espiritual», lo que un observador extranjero de entonces llamó «la locura de Santander».
Hacia mediados de 1932, Aparici se enteró de que dos jóvenes de Madrid estaban trabajando en la letra y música de un himno para la Juventud Católica; se puso en contacto con ellos, examinó el proyecto, que estimó correcto en principio, y propuso algunas modificaciones que le fueron aceptadas y que no se conocen; pero conociendo el espíritu de Aparici parece que su aportación fuese principalmente en la tercera cuarteta que dice: «Llevar almas de joven a Cristo/inyectar en los pechos la fe/ ser apóstol o mártir acaso/mis banderas mi enseñan a ser».
Uno de los acuerdos adoptados en dicho Congreso fue el de celebrar en Santiago de Compostela el III Congreso Nacional en 1937, por ser Año Santo Jacobeo, y pedir a la Santa Sede que sean declarados dogmas de fe la Asunción gloriosa de la Santísima Virgen a los cielos en cuerpo y alma y que María es Mediadora Universal de todas las gracias.
Este año de 1932, con el broche de oro del Congreso, separó dos etapas de la Juventud de Acción Católica: la fundacional y la de consolidación o profundización, cuya característica fundamental habría de ser un importante incremento de la vida del Consejo Central impulsada por Aparici, como presidente en funciones, primero, y después como presidente de derecho.
Un año después, en la sesión de clausura de la VI Asamblea Regional de la Juventud de Acción Católica, de Galicia, celebrada en 1933, Aparici impresionó y movió los elogios de las personalidades que asistían, por la profunda formación que revelaba su oratoria clara y sencilla, pero con un espíritu que entusiasmó grandemente a todos. (Otro de los oradores era D. Ángel Herrera Oria, más tarde Cardenal).
Dio la consigna de Piedad, Estudio y Acción; poniendo ante todo la «piedad» sólida con base en la Eucaristía, como fundamento; luego el «estudio» del Evangelio y de los Reglamentos, organización y consignas de la Juventud de Acción Católica Española, para estar así preparados para la «acción».
En marzo de 1934, Año Santo Extraordinario de la Redención, la Juventud de Acción Católica Española peregrina a Roma. Acude casi un millar de jóvenes y con ellos Aparici, que, aunque todavía vicepresidente, actuaba como presidente en funciones. El titular no pudo asistir. (En la práctica ejerció las funciones de presidente, dado que el presidente debió de ocuparse de otros trabajos). Era la primera vez que Aparici peregrinaba a Roma.
Con los peregrinos tuvo la Santa Sede la deferencia de invitarles, como cosa excepcional, al acto litúrgico que en San Pedro se celebraba los jueves para sacerdotes y religiosos exclusivamente.
La audiencia del Papa fue una manifestación clamorosa y ardiente de devoción y fidelidad a su persona y a la Iglesia. Después de la recepción general en la Sala de las Bendiciones, el Santo Padre, Pío XI (el Papa de la Acción Católica) accedió a saludar a todo el Consejo y a que le acompañara hacia el interior del Palacio Apostólico. Todos le besaron la mano, y a Aparici, con paternal cariño y en castellano le dirigió unas palabras, y le puso complacido sus manos sobre su cabeza. Son momentos de intensa emoción. Para Aparici aquello fue un «signo» para su sacerdocio. Y para los presentes también.
«La escena vivida -escribe LA FLECHA- trae a la memoria aquella del Cenáculo en que Jesús, después de la Resurrección, se aparece a sus Apóstoles y les impone sus divinas manos sobre sus cabezas (...). A la salida de la audiencia -termina el redactor- “se organizó un solemne besa-cabezas”».
La peregrinación da conciencia a la Juventud de Acción Católica de su unidad y fortaleza, ya que aquellos Centros Parroquiales primitivos aparecen, en el Coliseo de Roma, como una juventud peregrina que el Cardenal Gomá ve desde la cruz central como «algo excepcional, una manifestación de espíritu cristiano verdadero», con un estilo seglar y joven, auténtico y sobrenatural.
Aparici evoca esta peregrinación en su Diario, a lo largo de varias páginas; peregrinación que marca un rumbo firme en su vida.
El éxito de la peregrinación a Roma en marzo de 1934 movió al Consejo Superior a considerar las ventajas de la idea peregrinante e insistir en ella e hizo pensar ya en el III Congreso Nacional a celebrar en Santiago de Compostela en 1937, Año Santo Jacobeo, con el propósito de movilizar a la juventud española e hispanoamericana en torno a la figura del Apóstol y darla un fuerte impulso apostólico, en una empresa común de reconquista del mundo para Cristo.
Se quería prepararlo con tiempo. Aparici inspiró el proyecto, cuya realización encomendó al entonces joven Maximino Romero de Lema, luego arzobispo, y a Armando Durán, que iniciaron el trabajo con gran entusiasmo.
El sólo hecho de proponer a los jóvenes de Acción Católica de la Hispanidad un gran ideal de recristianización sería capaz de vincular en caridad a España con sus veinte hijas. Pues este Ideal era superior a las fuerzas de todos y cada uno de los pueblos por separado, pero lo que resultaba dificilísimo para cada uno de los miembros de la familia hispana, resultaba hacedero para la Hispanidad en su conjunto.
Expuesto el proyecto en 1936 a la Jerarquía española en la persona del Cardenal Arzobispo de Toledo, Primado de España, Mons. Gomá, lo recibió con entusiasmo y lo bendijo, pero hizo ver que empresa de tal envergadura, que trascendía a las facultades de la Jerarquía de la Iglesia española, requería la aprobación y bendición del Santo Padre. Aconsejó ponerse al habla con Mons. Tedeschini, Nuncio de Su Santidad en España, quien, a su vez, aconsejó exponerlo al Santo Padre.
Así, el 28 de enero de 1936, Aparici, Presidente Nacional, se traslada a Roma acompañado del Vocal del Consejo, Javier Aznar. Les recibe el Cardenal Pacelli, entonces Secretario de Estado, (y luego Papa Pío XII) que aprueba y bendice el proyecto y les alienta en su labor en España y de la misión de la Juventud de Acción Católica Española en la tarea de la Hispanidad.
Es más, les hizo ver que España tenía olvidados sus deberes de madre para con los pueblos de América y Filipinas que habían engendrado a la fe de Cristo, diciéndoles que las madres nunca tienen cumplida su misión, que no basta engendrar a los hijos y educarlos, sino que siempre tienen que preocuparse de que lleguen a la máxima perfección. Les prometió la más calurosa ayuda de la Santa Sede y que al día siguiente serían recibidos en audiencia por Su Santidad el Papa, que les mostraría la profunda complacencia con que veía los proyectos de la Juventud de Acción Católica Española.
Y el l de febrero de 1936, eran recibidos, en audiencia especial, por Su Santidad el Papa Pío XI (era la segunda vez que el Santo Padre recibía a Manuel Aparici en audiencia especial) a quien le expusieron el proyecto de la gran peregrinación juvenil (100.000 jóvenes a Santiago de Compostela). El Santo Padre acogió el proyecto con gran satisfacción, dándoles su bendición más paternal, amplia y generosa para la Peregrinación y para el Congreso.
Así lo resumía Aparici: «El Ideal de la Asociación de la Juventud de Acción Católica (Ganar a todo el mundo para Cristo, por el impulso y la fe del alma hispana), el instrumento para ganar el mundo (La Hispanidad: Comunión de Pueblos al servicio de la misión apostólica y evangelizadora de la Cristiandad ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo); las etapas necesarias para su consecución u objetivos parciales y el modo de realizar este Ideal (Peregrinar: Que los jóvenes caminen sobre las huellas de Cristo y de la mano de María hacia la Casa del Padre por la acción del Espíritu Santo y abran camino a las almas hermanas)».
Dos meses después, el 22 de marzo de 1936, Aparici anotaba en su Diario: «Hay que trabajar deprisa, pues ya empieza el enemigo a sembrar la cizaña».
Es en esta primavera, casi en verano de 1936, cuando Aparici, cuatro meses después de haber presentado el proyecto al Santo Padre, hace realidad uno de sus más fervientes deseos: contar con un periódico para la juventud. Así, el 6 de junio de 1936, fundado por él, nace SIGNO con carácter quincenal.
Desde el Número 1 Aparici ha estado vinculado a SIGNO y ha permanecido a su lado. Era el inspirador en sus líneas doctrinales, pero dejaba una gran libertad a sus directores. También fue un buen periodista que puso muchas veces su pluma al servicio de su ardor apostólico.
En su primera plana, con el título «Campaña de Santiago», el llamamiento de Aparici. Había en él una meta decidida, la de preparar espiritual y emocionalmente la peregrinación a Santiago de Compostela prevista para 1937. Así, desde el primer número adoptó, a modo de auspicio, el lema jacobeo medieval: «Y será. Porque Dios ayuda y Sant-Yago». Año más tarde SIGNO se encargaría de recordar el compromiso de la Juventud con el Apóstol. Casi al mismo tiempo se convoca a la Juventud de Acción Católica al III Congreso Nacional a celebrar en la misma fecha y lugar.
«No os intimide la persecución -decía Aparici-; (la proximidad de momentos difíciles se advertía ya en los distintos editoriales de primera plana) el Señor va delante de nosotros para prepararnos el gran día de Compostela». Pero cuando se disponían los primeros preparativos, comienza la Guerra Civil (18 de julio de 1936 que divide a España en dos zonas incomunicadas entre sí) y la peregrinación no puede realizarse hasta 1948; pero, entretanto, se peregrina en espíritu en una y otra zona.
Excepcionalmente, por concesión especial de la Santa Sede, el Año Santo de 1937 se extiende a 1938; pero la paz sigue sin llegar.
Sin otro particular, recibe un cordial saludo hermano peregrino de un eterno camino de santidad … y siempre unidos en oración ante el Sagrario.
¡¡De Colores!!